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Esencialismo

Menos es mejor.

La lectura está dirigida a aquellos que se han sentido atareados, pero poco productivos. Greg McKeown, el autor,
propone una metodología para identificar lo que es esencial y poderlo ejecutar de la manera más sencilla
posible. La búsqueda disciplinada del concepto “Menos es mejor” permite que las personas canalicen su tiempo,
energía y esfuerzos hacia lo que realmente importa. Por lo tanto, con menos recursos, los equipos de trabajo
pueden alcanzar resultados más significativos en las organizaciones. A continuación, se presenta una breve
síntesis con los puntos más relevantes.

Introducción: El esencialista

¿Cuántas veces hemos dicho que sí a una solicitud en el trabajo y después nos preguntamos porqué accedimos?
¿Lo hicimos por complacer o por evitar problemas? ¿O decir que sí, se ha vuelto nuestra respuesta por default?
¿Hemos sentido que hacemos mucho pero que logramos poco? ¿Siempre en movimiento, pero pocas veces
llegando a donde queremos?

La forma de salir de esta situación es seguir el camino del esencialista. Éste consiste en perseguir
disciplinadamente el concepto de Menos es mejor. Esto es, preguntarse constantemente: ¿Esta actividad hace
la mayor contribución posible a mi objetivo? Ello implica tomar decisiones distinguiendo los pocos esfuerzos que
son vitales de los muchos que son triviales, identificando en dónde está nuestro punto más alto de contribución
y ejecutando con menos dificultad.

¿Por qué es importante tener un sistema para filtrar lo que es esencial?

• Todos tenemos la capacidad de priorizar, pero si no lo hacemos, alguien más lo hará por nosotros
• El éxito nos puede traer muchas oportunidades, que a su vez nos pueden distraer de lo esencial (que
fue lo que produjo el éxito en primer lugar)
• El no-esencialismo está en todas partes: muchas alternativas, presión social, la idea de que podemos
tenerlo todo (La palabra prioridad era singular hasta el 1900 cuando las organizaciones pluralizaron el
concepto)

A menos que contemos con un método para separar lo esencial, eliminar lo que no lo es y remover los obstáculos
que dificultan su ejecución, los esfuerzos quedan solamente en buenas intenciones y existe el riesgo de
estancarnos en una situación poco favorable o deseada.

Las cuatro secciones del libro consisten en:

• La esencia: ¿Cómo piensa un esencialista?


• Paso 1. Explorar: ¿Cómo identificar lo poco que es vital de lo mucho que es trivial?
• Paso 2. Eliminar: ¿Cómo deshacernos de lo trivial?
• Paso 3. Ejecutar: ¿Cómo realizar lo vital con menor esfuerzo?

No-esencialismo Esencialismo
La esencia: ¿Cómo piensa un esencialista?

El esencialismo es una forma diferente de hacer las cosas; sin embargo, internalizar esta forma de pensamiento
es tan solo el primer paso, ya que la gente fomenta constantemente las ideas del no-esencialismo: “tengo que”,
“todo es importante”, “puedo hacer ambos…”. Adoptar el esencialismo requiere remplazar esas ideas por: “elijo
hacer…”, “solo unas cuantas cosas importan”, “puedo hacer lo que sea, pero no todo a la vez (anything but not
everything)”

Energía Energía

Elegir es un poder invisible. Por mucho tiempo se le ha dado más importancia al aspecto externo de las
elecciones (las oportunidades que tenemos) que al aspecto interno (nuestra habilidad para decidir). Las
oportunidades pueden perderse, pero la habilidad para elegir no. Aunque a veces se olvida.

En muchas organizaciones algunos ejecutivos experimentan un sentido de impotencia al creer que sus esfuerzos
en el trabajo importan poco. Algunos terminan por rendirse y dejan de intentar cambiar alguna situación. En el
otro extremo están los que intentan lograrlo todo, pues consideran que no tienen elección en las tareas que se
les asigna.

Para recordar que siempre podemos elegir, se debe reconocer como una fuerza invisible dentro de nosotros (“El
primer acto de libre albedrío es creer en el libre albedrío”) y después ejercitar nuestra habilidad para decidir.

Distinguir la poca importancia de casi todo. Desde temprana edad se nos ha enseñado que el trabajo duro es
clave para obtener resultados y muchos hemos sido recompensados por superar cualquier reto que el mundo
nos pone en frente. Pero ¿hay un límite para la cantidad de trabajo duro? ¿Hay un punto en el que más trabajo
ya no da más resultados? ¿Hay un punto en el que hacer menos, da mejores resultados?

Trabajar duro es importante, pero más esfuerzos no siempre dan mejores resultados. Menos es mejor. Muchos
habrán escuchado la idea de Pareto: 20% de los esfuerzos producen el 80% de los resultados. Distinguir lo poco
que es vital de lo mucho que es trivial, se puede aplicar a cualquier actividad humana y parte de la idea de que
existen ciertos esfuerzos que producen resultados exponenciales; al contrario de otros que aportan poco al logro
de los objetivos.

Por lo tanto, un esencialista descubre que hay oportunidades más valiosas que otras (muy pocas
excepcionalmente valiosas) e invierte el tiempo necesario en explorar todas sus opciones. El tiempo extra
invertido se justifica con el menor esfuerzo que se realizará después en la ejecución.

Decidir qué tomar y qué soltar: ¿Qué problema queremos? El término en inglés Trade-off hace referencia a los
intercambios que se hacen cuando se toma una decisión: algo se selecciona y a la vez algo más se deja. Al hacer
esto, se busca que aquello que se escoge compense en los resultados la falta de lo que se ha sacrificado. También
se les puede llamar concesiones.
Para las organizaciones, mantener una posición estratégica requiere hacer concesiones con otras posiciones (Ej.:
adoptar una estrategia de bajo costo o una de diferenciación del producto/servicio). Estrategia implica elegir.
Decir “sí” a una oportunidad implica decir “no” a muchas otras.

Se puede ignorar la realidad de las concesiones, pero no escapar de ellas; ya que no se puede tenerlo todo. Un
esencialista, en lugar de verlas como algo negativo (¿A qué debemos renunciar?), las identifica como una parte
inherente de la vida (¿En qué quiero sobresalir?) y las realiza de forma intencional, estratégica y consiente.

Explorar: ¿Cómo identificar lo poco que es vital de lo mucho que es trivial?

Punto más alto de frustración Punto más alto de contribución

Por el
motivo
Todo Popular Lo necesario
adecuado

Ahora Momento oportuno

La paradoja del esencialismo es que en esta forma de pensar y actuar se exploran más opciones que en la cultura
no-esencialista, misma que tiende a saltarse este paso o verlo como trivial.

En esta sección se exponen cinco prácticas que permiten explorar lo que es esencial: espacio para pensar, tiempo
para ver y escuchar, fomentar el juego, cultivar el buen dormir y la disciplina para aplicar altos criterios de
selección. Estas prácticas, son clave en la búsqueda del concepto de Menos es mejor y en identificar lo que es
vital.

Escapar. Necesitamos generar el espacio para escapar y diferenciar lo poco que es esencial de todo lo demás.
Espacio para enfocar, que no significa fijar la atención obsesivamente en una cosa, sino en ajustar
constantemente el campo de visión y en buscar espacios para la concentración ininterrumpida.

Entre más apretada esté la agenda, más espacio se necesita para pensar. Entre más complicadas se pongan las
cosas, más se necesitan espacios de reflexión. Esto incluye tener espacios para leer.

Mirar. ¿Nos hemos sentido perdidos o indecisos sobre en dónde destinar nuestro enfoque? ¿Abrumados por la
cantidad de información o solicitudes a procesar? ¿Sentimos que hemos perdido de vista el objetivo de lo que
hacemos? Algunos consejos para estar de vuelta en el camino:

1) Identificar la película completa: ¿Qué? ¿Para qué? ¿Cuándo? y ¿Quién(es)? 2) Observar y escuchar: poner
atención en lo que no se dice, leer entre líneas, buscar la esencia de la información, filtrar lo fascinante. 3) Tener
un diario: registrar los hechos relevantes para recordar lo que nuestro cerebro no puede. El poder acumulativo
de los cambios incrementales se aprecia mejor con el tiempo. 4) Salir al campo de acción: lo que permite explorar
un problema desde otros ángulos y clarificar en dónde realizar la mayor contribución. 5) Mantener la vista en
detalles inusuales. Y 6) Clarificar la pregunta que estamos tratando de responder
Jugar. La palabra escuela viene del griego schole que significa ocio y tiempo libre, sin embargo, en muchos casos,
los sistemas actuales de aprendizaje han removido esta característica de sus programas. La capacidad de jugar
se ha vuelto trivial en la edad adulta y más en los lugares de trabajo.

No obstante, la imaginación es la fuente de todos los logros de la humanidad. Jugar cultiva la plasticidad,
adaptabilidad y creatividad en el cerebro. Expande la mente en formas que nos llevan a explorar: germinar
nuevas ideas o ver viejas ideas desde nuevas perspectivas, además de ser un antídoto para el estrés. La cultura
esencialista integra el juego como parte de la vida diaria.

Dormir. El mejor activo que tenemos para hacer una contribución al mundo somos nosotros mismos. Invertir en
nuestro cuerpo, mente y espíritu ayuda a proteger nuestra mejor herramienta. Por otra parte, una forma de
dañarla es la falta de sueño ya que afecta directamente a nuestra habilidad para priorizar. Hay quienes creen
que es una pérdida de tiempo, algo para los débiles, perezosos o incluso un lujo. Pero diferentes estudios
demuestran que el sueño es necesario para obtener mayor productividad y creatividad. Por lo tanto, dormir es
una prioridad para un esencialista.

Seleccionar. Si la respuesta a una decisión no es un “Sí definitivo”, entonces debería ser un “No”. Esto responde
a la regla del 90% (Seleccionar solo el mejor 10% de las oportunidades). Para ello, definir la oportunidad que se
presenta, establecer 3 criterios mínimos y 3 criterios ideales para considerar la opción. Para tomar la decisión
se deberían pasar todos los criterios mínimos y al menos dos de los criterios ideales.

Eliminar: ¿Cómo deshacernos de lo trivial?

2. Eliminar

La disciplina de:
Menos es mejor
1. Explorar
3. Ejecutar

El siguiente paso es efectivamente remover del camino aquello que no aporta de forma significativa al objetivo.
Es una tarea difícil sobreponerse a la renuencia del “Pero que tal si…” El sentimiento es normal puesto que está
demostrado que tendemos a darle un mayor valor del que en realidad tiene a lo que ya poseemos, lo que
dificulta el poder desprenderse. Una forma para lograrlo es preguntarse: Si no tuviera esto, ¿cuánto invertiría
para tenerlo? ¿Si no tuviera esta oportunidad, qué estaría dispuesto a hacer para tenerla?

La pregunta clave es: ¿A qué le debemos decir que no? La respuesta revelará la verdadera prioridad, el mejor
camino para el equipo y el mayor nivel de contribución a la misión de la organización.

Clarificar. Por falta de claridad, la gente gasta tiempo y energía en lo que no es esencial: se actúa sin dirección
ni coordinación, sin conciencia de cómo se contribuye en el todo. Perseguir algo sólo porque es bueno, no es
suficiente para lograr el mayor grado de contribución.
La cultura esencialista promueve la definición de propósitos concretos e inspiracionales, que tengan significado
y sean memorables, que permitan tomar una decisión que valga por mil. Redactarlos implica hacer preguntas
difíciles y concesiones, pero ayudan a movilizar hacia un solo objetivo a personas, equipos y organizaciones.

Atreverse. Tomar la determinación de decir “No” en el momento oportuno puede cambiar el curso de la historia.
En ocasiones evitamos decir que no por falta de claridad de lo esencial y porque es socialmente incómodo.
Requiere valor, pero debe decirse de forma firme, determinante e incluso con gracia (en el libro se proponen
diferentes formas para hacerlo).

¿Cómo lograrlo? Separar la decisión de la relación con los otros, enfocarse en las concesiones (trade-offs) y saber
que más vale un “No” muy claro que un vago o poco comprometido “sí”.

Retirarse. ¿Hemos experimentado el continuar invirtiendo tiempo, recursos y energía en algo que claramente
representa pérdidas o costos irrecuperables, haciendo que cada vez sea más difícil el retirarnos? Un esencialista
encuentra el valor para reconocer sus errores y retirarse sin importar los recursos que ya se han dispuesto,
superando la sensación de haber desperdiciado dichos recursos. ¿Cómo lograrlo? Pedir segundas opiniones,
aplicar “borrón y cuenta nueva” para redestinar los recursos o realizar un piloto en reversa, que consiste en
dejar de realizar una actividad y evaluar si existen consecuencias negativas en el resultado esperado.

Editar. Una forma de entender el rol de CEO de una compañía es verlo como el Editor en Jefe, pues es quien
filtra las ideas de diferentes fuentes y roles de apoyo y decide la acción a seguir (o la intersección de unas
cuantas). Ello más que simplemente eliminar, significa sumar lo necesario para dar vida a lo que realmente
importa. Editar implica también recortar, condensar, ajustar y restringirse (esperar y observar cómo se
desarrollan las cosas) cuando se considere necesario.

Establecer límites. Los esencialistas lo hacen para empoderarse, para liberarse. Son reglas que sirven para evitar
decir “No”. Por supuesto que hay que ayudar a los demás, pero teniendo claras nuestras capacidades y que
también es benéfico para ambas partes, el que cada uno se haga cargo de lo que le corresponde.

Algunos consejos para establecer límites: evitar “comprar” los problemas de los demás, articular los propios
límites, lo que es esencial y acordar con los demás lo que se desea lograr en conjunto.

Ejecutar: ¿Cómo realizar lo vital con menor esfuerzo?

Mientras los no-esencialistas tienden a forzar una implementación. Los esencialistas invierten el tiempo que han
ahorrado al eliminar lo trivial, diseñando un sistema para hacer una ejecución casi sin esfuerzo. Ya lo dijo
Abraham Lincoln: “Dame 6 horas para derribar un árbol y pasaré las primeras 4 afilando el hacha”.

Tener un margen de flexibilidad. Los esencialistas ven más allá del escenario más optimista, planean, se
preparan para posibles contingencias y dejan un espacio o margen de tolerancia para lo inesperado. La extrema
preparación ayuda a mitigar nuestra incapacidad para predecir el futuro. Para lograrlo, considerar un 50%
adicional del tiempo estimado para completar una tarea y planear con base en escenarios, preguntando: ¿Cuáles
son los riesgos que enfrenta este objetivo? ¿Cuál es el peor caso escenario? ¿Cuál es el impacto financiero,
social, etc.? ¿Cómo invertir para reducir los riesgos? La respuesta a esta última define los márgenes de tolerancia
adicionales que se deben considerar.

Remover el cuello de botella. Primero hay que identificar el elemento que más retrasa el progreso hacia la meta
y luego removerlo. Pareciera obvio, pero eliminar otro elemento diferente del cuello de botella produce
resultados infructuosos. Al hacerlo de manera gradual, como empujar una pequeña bola de nieve, con un ligero
empujón se puede crear un gran momentum de forma natural.

Crear pequeñas victorias. Lograrlas en áreas que son esenciales, es mejor que buscar los grandes cambios en el
todo de una sola vez. Se deben crear sistemas que reafirmen la confianza, fomenten y celebren el progreso y
disminuyan las actividades no-esenciales. Algunos ejemplos: crear un producto mínimo viable, iniciar una tarea
con suficiente anticipación y recompensar visiblemente los avances.

Crear hábitos. Diseñar una rutina que permita cumplir lo esencial casi por default. Los hábitos se forman por un
ciclo que incluye un detonante, una rutina y una recompensa. Para cambiar un comportamiento, se debe
identificar el detonante y asociarlo a otra actividad que sea esencial; con el tiempo se hará parte del
subconsciente. También considerar el crear nuevos detonantes, hacer lo más difícil primero, buscar crear nuevas
rutinas una a la vez y combinarlas eventualmente.

Enfocarse en el presente. ¿Qué es lo más importante en este momento? Enfocarse en el ahora, ya que no
podemos concentrarnos en dos cosas a la vez. Cuando haya dificultad para discernir lo esencial, es recomendable
hacer una pausa, apartar de la mente el pasado y el futuro; y priorizar.

Vivir el esencialismo. Hay dos formas de verlo, como algo ocasional o como una forma de ser. Cada uno a
nuestra manera, tiempos y proporciones, pero si se adopta como una forma de vida puede contribuir a darle
significado y propósito a ésta. Algunos beneficios: mayor claridad y control, así como la oportunidad de disfrutar
más, ya que la simplicidad es clave para lograr la felicidad.

Lo esencial y el liderazgo. Algunas formas en las que se aplica el modo esencialista en el liderazgo: siendo
altamente selectivo al contratar; debatiendo hasta que se establece un propósito concreto e inspiracional
(bastante claro); estableciendo roles bien definidos que permitan el empoderamiento de las personas;
comunicando lo necesario, oportunamente y a las personas adecuadas; revisando de manera sencilla y habitual
el progreso hacia la meta; recompensando las pequeñas victorias significativas para incrementar la motivación;
entre otras.

Crear pequeñas victorias

Vs.

Forzar una gran victoria

Así pues, después de haber revisado la metodología propuesta por la lectura para identificar lo que es esencial,
eliminar lo trivial y ejecutar con menor esfuerzo; proponemos unas preguntas de reflexión:
• ¿Qué deberíamos tomar en cuenta, si aplicáramos una perspectiva de esencialismo en el ejercicio de
planeación estratégica?
• ¿Cuál es nuestro mayor punto de contribución como Organización, como equipo y a nivel individual?
• ¿Qué deberíamos soltar para concentrar mejor nuestros recursos?
• ¿En dónde podemos generar victorias rápidas?

Si quieres saber más sobre esencialismo, te invitamos a consultar la lectura original:


Título: “Essentialism. The Disciplined Persuit of Less”.
Escrito por Greg McKeown, 2014.

Síntesis realizada por Kamaleo®, octubre 2017.

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