SHANKÂRA Y EL
VEDANTA
PAUL MARTIN-DUBOST
1
ÍNDICE
Este camino,
por el cual los sabios han pasado,
yo voy a enseñártelo.
(Vivekacûdâmani, 43)
El Kerala.
Según los hagiógrafos, vivía en Kâladi a finales del siglo VII un maestro local
(grhastha) Nambûtiri. Educó a su hijo Sivaguru en el cumplimiento de las tradiciones
inmemoriales.
El pequeño pueblo de Kâladi está situado a una decena de kilómetros al este de
Alwaye, actualmente uno de los principales centros industriales de Kerala. El Churna,
denominado también ribera Alwaye, descendiendo las montañas de los Ghât, atraviesa
Kaladi. Al igual que en toda la región de Kerala, abundan los arrozales y los cocoteros
son los soberanos. Alrededor de los troncos de las palmeras, se enrollan los pequeños
racimos de pimenteros de verdes granos. Más allá de la tierra de laterite rojo, los
bananos se doblegan bajo el peso de sus abundantes frutos. Canales y lagunas irrigan
las plantaciones. Los frangipanes2, en el corazón de los templos, perfuman el aire. El sol,
desde el alba hasta el crepúsculo, aparece majestuoso.
Sivaguru, que se convertiría en el padre de Shankâra, fue enviado desde una
temprana edad a una escuela védica (pâthasâlâ). Con sus estudios terminados, Sivaguru
pidió a sus parientes el permiso para continuar posteriormente el estudio del Veda y
llevar una vida de asceta (brahamachârin). Ellos finalmente le convencieron para que
renunciara a esta vía, y le escogieron una esposa de un dominio brahmánico (illam) del
mismo rango del cual él descendía. Sivaguru se unió entonces, según los ritos védicos
tradicionales, a Aryâmba.
Al ritmo de los baños rituales cotidianos, de comidas estrictamente vegetarianas y de
diversas ceremonias, la vida de la pareja transcurrió con sencillez. Sivaguru y Aryâmba,
como verdaderos brahmanes Nambûtiri, fueron conocidos por su generosidad y su buen
corazón. Rogando tres veces al día por el mundo, distribuían equitativamente las
riquezas materiales que el cielo les había proveído.
A pesar de la vida de estricta ortodoxia fielmente llevada a cabo por la pareja, y a
pesar de los frecuentes ayunos que Sivaguru y Aryâmba se imponían, los dioses no
parecían querer favorecerles. Es preciso recordar que, en la India tradicional, el
nacimiento de un descendiente, particularmente de un hijo que cumpliría tras la muerte
de sus padres los ritos funerarios anuales y las ofrendas para los sacrificios en honor de
los ancestros, era considerado esencial.
Cierto día, Sivaguru confesó a su esposa su certeza de que no tendría un
descendiente. La antharjanam (es el nombre que tienen en Kerala las mujeres de casta
brahmánica) le dijo: “partamos en peregrinación al gran templo de Shiva en Tirusivaperûr
(la actual ciudad de Trichûr, situada a 60 kilómetros al norte de Kâladi), e imploremos
juntos la compasión y la gracia del Gran Señor”. Sivaguru y Aryâmba abandonaron pues
Kâladi. En Trichûr, ambos se sometieron a un bhajanam: periodo de austeridad de varios
2
El frangipán (Plumeria Rubra) es un árbol de aproximadamente 10 metros de altura, que se caracteriza por
estar provisto de unas hermosas flores de un agradable e intenso perfume. Suelen decorar los templos y otros
edificios sagrados. También se denomina jazmín magno (N. del T.).
5
Justo antes de ser investido con el cordón sagrado (upanayana) a la edad de cinco
años, relatan sus biógrafos, Shankâra había aprendido, por ser su lengua materna, el
sánscrito y había leído los grandes poemas (mahâkâvya) así como numerosos relatos
cosmogónicos y mitológicos (Purâna). Es en esta época cuando el padre de Shankâra
abandonó este mundo. El joven Shankâra consoló tiernamente a su madre. Tras algún
tiempo, ella lo envió a realizar sus estudios a un pâthasâlâ3 próximo donde aprendió los
Samhitâ védicos y los Seis Vedânga 4 anexos: fonética (sikshâ), ritual (kalpa), gramática
(vyâkarana), etimología y lexicología (nirukta), prosodia (chandas), astronomía y
astrología (jyotisha).
3
Escuela (N. del T.).
4
La palabra Vêdânga significa literalmente “miembro del Veda”. Se aplica a algunas ciencias auxiliares del
Veda, porque se comparan a los miembros corporales por cuyo medio un ser actúa exteriormente. Los
tratados fundamentales que se refieren a estas ciencias forman parte de la Smriti (aplicaciones de los textos
védicos), mientras que la Shruti es el conocimiento revelado en los textos védicos (tomado de Introducción
general al estudio de las Doctrinas Hindúes, de René Guénon, publicado en Sanz y Torres/Ignitus, Madrid
2006) (N. del T.).
6
Pudiera esta guirnalda de miradas de la diosa nacida del mar darme la prosperidad,
guirnalda ingenua de incesantes idas y venidas ante el rostro de Murâri, movimientos de
amor y pudor, como un círculo de abejas sobre un gran loto.
Pudiera una mirada fugaz de los ojos de Indira, parecidos a una flor de loto azul
completamente abierta, posarse un instante sobre mi, mirada capaz de regalar como un
juego el puesto de Maestro de los dioses y del mundo, inmensa fuente de la misma
felicidad para El (Vishnu) que destruyó al demonio Mura.
Pudiera una mirada fugaz ociosa e indolente de la Hija del Océano caer sobre mi, mirada
que permitiría al dios-amor (Manmatha) obtener por primera vez un lugar en Vishnu,
receptáculo de buen augurio.
Postración ante la joven esposa del Señor supremo de los tres mundos, renombrada
como la diosa de la palabra, como la esposa de Garudadhavaja, como Sakambhari y
como consorte de Sasisekhara, ocupada en los juegos de crear, preservar y destruir.
Postración ante ti, Revelación, que engendras el fruto de las buenas acciones.
Postración ante ti, diosa Rati, océano de eminentes virtudes.
Postración ante ti, Energía, que habitas en la flor de loto.
Postración ante ti, Prosperidad, amada de Purushottama (Vishnu).
A través de las colinas y los bosques de Malabâr, Shankâra proseguía, semana tras
semana, su viaje hacia el norte. Desde Cranganore y Trichûr, había llegado a Sringeri y
de allí a Kollur, a Gokarnam y a Nasik. Tras algunos meses de marcha, el joven
caminante (parivrâjaka) alcanzó Shankâragangâ, a orillas del río Narmada. Allí se le
mostró la presencia de un maestro que vivía una vida puramente ascética.
Govinda Bhagavatpâda, tal era el nombre de este maestro y futuro gurú de Shankâra,
había sido a su vez discípulo del célebre Gaudapâdâchârya, el gran comentarista
advaitín. Gaudapâda escribió versículos mnemónicos (kârikâ) sobre el Mândûkya
Upanishad, y su nombre, tanto para los ermitaños como para los miles de seglares
ortodoxos, representaba autoridad5.
Shankâra se aproximó a la gruta donde Govinda Bhagavatpâda permanecía retirado.
Encontró a su maestro en éxtasis (samâdhi). Rodeó por tres veces la caverna, anunció
su llegada y pidió, según las reglas, ser aceptado como discípulo. El maestro Govinda,
saliendo bruscamente del estado cataléptico en el que se encontraba, le preguntó:
“¿Quién eres tu? …”. Shankâra le respondió con un poema de diez sentencias sánscritas
(Dasasloki) con el cual declara no ser nada distinto de la Pura Consciencia absoluta (ver
capítulo 4, selección de textos). El maestro Govinda, maravillado por la deslumbrante
demostración de los principios fundamentales del Advaita mostrada por el joven
5
Así como tenemos bastantes reseñas sobre Gaudapâda (poseemos al menos una de sus obras: las kârikâ
sobre el Mândûkya upanishad), no podemos decir lo mismo de Govinda Bhagavatpâda, el preceptor de
Shankâra. El único testimonio de interés que tenemos nos ha sido transmitido por la tradición: Govinda
bhagavatpâda sería una nueva encarnación de Patanjali (también llamado Adisesha), el autor del Gran
Comentario (Mahâbhâshya) sobre los aforismos gramaticales de Pânini. Es gracias a los cuidados del
maestro Govinda que este gran libro haya llegado hasta nosotros. Esto explicaría al menos una cosa: el
dominio con la que su discípulo Shankâra, que penetró desde la más temprana edad en los textos sagrados de
los Upanishad, mostraba en sus exposiciones con todas las reglas de gramática.
8
A lo largo del camino, Shankâra recogió sus primeros discípulos, a los cuales les dio los
nombres de Padmapâda, Hastâmalaka y Totaka. Emprendieron juntos una peregrinación
al Himalaya, donde Shankâra tuvo la buena fortuna de encontrar al sabio Gaudapâda, el
maestro de su maestro (paramaguru), el cual, completamente apartado del mundo,
terminaba sus últimos días terrestres en una caverna, en las fuentes del Ganges.
Gaudapâdâchârya bendijo a Shankâra y le invitó a descender a Benarés para cumplir la
obra para la cual había sido destinado.
De regreso a Kâsî, Shankâra empezó a redactar su comentario (bhâshya) de los
Brahamasûtra. Un día que estaba explicando un fragmento del texto a sus discípulos, un
anciano brahmán se aproximó al lugar en que enseñaba y pidió ser admitido a escuchar
la lectura del comentario. Seguidamente, comenzó a criticar vivamente las
interpretaciones dadas. Durante cuatro días, el anciano y Shankâra polemizaron entre
ellos. Padmapâda, el discípulo amado, intuyendo que el viejo brahmán no era otro que el
sabio Vyâsa, rogó a los dos oponentes que cesaran su querella porque, según esto, la
justa filosófica no tendría fin si Shankâra, una encarnación de Shiva, y Vyâsa, una
encarnación de Vishnu, disputaban entre ellos. Habiendo sido revelada su identidad,
Vyâsa bendijo a Shankâra, aprobó el contenido del comentario, y le anunció que
prolongaría su vida terrestre por un periodo de otros dieciséis años. Antes de
desaparecer, el sabio Vyâsa le dijo a Shankâra que deseaba que el Advaita Vedanta
fuera expandido por él en toda la India.
Es, por cierto, de la misma época en que apareció Shankâra que la península del
Deccan tomó consciencia de su originalidad. El conjunto de la India no era más que una
yuxtaposición de reinos y principados en constante lucha por su hegemonía. Pero
mientras que el norte, tras el ocaso de la dinastía Gupta y los primeros ataques
musulmanes, se hundía en una división de tipo feudal, el sur aprovechaba su magnífico
esplendor cultural que había favorecido en el siglo VII la dinastía Pallava.
Desde el punto de vista religioso, las rivalidades estaban vivas: el budismo cedía ante
el ritualismo mîmâsakâ que, en la interpretación del Veda, ponía más énfasis en las
prácticas rituales. La población no practicaba más que un tantrismo de lo más elemental,
y ofrecía sacrificios, en cualquier ocasión, a las divinidades locales. En las escuelas
filosóficas, ortodoxos y heterodoxos estaban enfrentados.
La más relevante de todas las escuelas ortodoxas a comienzos del siglo VIII era la
Pûrva Mîmânsa, que interpretaba el Veda según el sentido primero de ritual (karma
kânda) y en tanto que código de los deberes individuales (dharma). Shankâra tendrá, en
contra de lo mantenido por esta escuela, mucho que realizar.
En esta época vivía en Prayâga (la moderna Allahabad), aproximadamente a 120
kilómetros al oeste de Benarés, Kumârila Bhatta, uno de los más grandes maestros de la
9
Mîmânsa que hubo jamás. Según la tradición, Kumârila era una encarnación del señor
Subrahmanyan, segundo hijo de Shiva y Pârvati, con el fin de restablecer las
conminaciones védicas frente al budismo decadente de la época. Siendo muy joven,
Kumârila, a pesar de haber nacido en una familia brahmánica, consiguió que le
aceptaran en un monasterio budista (vihâra) donde estudió todas las doctrinas
heterodoxas. Tras estos estudios, apenas abandonó el monasterio Kumârila, conociendo
a fondo los argumentos y los puntos de vista doctrinales de los budistas, se dedicó a
refutarlos públicamente y a restituir solemnemente la validez del ritual védico.
Si bien Shankâra admiraba sinceramente el encomiable trabajo llevado a cabo por
Kumârila, sin embargo le reprochaba su postura en la Mîmânsa sobre la existencia de
Dios. En su inmenso trabajo de restauración del Veda (Vedapramanâ), Kumârila Bhatta
había mantenido varias veces que no había ninguna necesidad de postular un dios
omnisciente y omnipotente. El maestro de Kâladi se dirigió entonces a Prayâga para
encontrar a Kumârila, convencerle de la verdad de la interpretación del Advaita y, a ser
posible, unirlo a su causa.
Llegando a Prayâga, en la confluencia de tres ríos sagrados (Ganges, Yamunâ y
Sarasvatî), Shankâra supo que Kumârila iba a realizar un rito de expiación (Agnikunda).
En su ardor por restablecer la Religión eterna (Vedikamatha), Kumârila Bhatta cometió,
en efecto, dos errores muy graves. El primero: pretendió en su juventud ser budista y fue
admitido como tal en un monasterio, y luego engañó como gurú, pues traicionó
públicamente la enseñanza recibida. El segundo: defendiendo ferozmente el punto de
vista de la Mîmânsa, negó en repetidas ocasiones la existencia de Dios. Kumârila decidió
reparar sus dos errores inmolándose. Sentado en el centro de un gran cúmulo de glumas
de arroz, él mismo encendió con fuego la pira. Cuando el cuerpo de Kumârila empezó a
consumirse, llegó Shankâra. El gran maestro de la Mîmânsa, manteniendo su
consciencia en medio de las llamas, le dijo que el proceso de expiación había
comenzado y no podía ya hacerse nada para impedirlo. Justo en el último segundo,
Kumârila conservó el pleno control de sus facultades y su vivacidad de espíritu,
explicando que estaba dichoso de pasar sus últimos instantes en compañía de un
tradicionalista (smârta), y que aprobaba las tesis no-dualistas. Sugirió a Shankâra que
fuera en busca de otro gran maestro de la Mîmânsa, Visvarûpa, ante quien podría
defender su punto de vista.
Shankâra se dirigió entonces a Mâhismatî (al norte de Bihar). Encontró cerradas las
puertas de la residencia. Visvarûpa estaba celebrando en su interior la ceremonia ritual
del srâddha por las almas de sus antepasados. Shankâra, utilizando sus poderes de
yogui (sindhi) penetró en ella. Cuando Visvarûpa le vio aparecer ante él, en tenue color
ocre, se enfureció. ¿Con qué derecho un sanyâsin, que había renunciado al mundo y en
consecuencia no tenía nada que hacer en los ritos domésticos, podía perturbar el
desarrollo de la ceremonia ofrecida a las almas?...Los brahmanes que oficiaban con
Visvarûpa, aunque estaban de acuerdo con él, le recordaron que si bien es cierto que un
sanyâsin no tiene nada que hacer en una sesión de sacrificios rituales, no hay que
olvidar las conminaciones de los textos jurídicos (Dharmasastra). Estos remarcan
expresamente que, sea quien sea el que se presente durante el desarrollo de un rito, los
participantes no deben perder su sangre fría. Pidieron a Visvarûpa que olvidara el
incidente, e invitaron al sanyasîn a compartir su comida. Shankâra respondió que él no
había venido a mendigar su alimento (anna bhiksa), si no a abrir un debate filosófico
(vâda bhiksa) con Visvarûpa. Este aceptó el debate para el día siguiente.
Tras haber fijado las obligaciones del vencido, sea quien sea, los dos antagonistas
entablaron, a partir del alba, su discusión. El desafío consistía en que, si Visvarûpa era
derrotado, abrazaría a partir de entonces la vía del Advaita Vedanta. Si por el contrario
era Shankâra el perdedor, debería renunciar a su doctrina no-dualista, adoptar las
vestiduras blancas de los seguidores de la Mîmânsa y aceptar los puntos de vista de los
ritualistas. El árbitro del debate fue Bhârati, la esposa de Visvarûpa, reconocida por la
elegancia de su conocimiento. Ella dispuso alrededor de la nuca de cada adversario una
guirnalda de flores frescas (mâlâ) y anunció, abandonando la sala de los debates, que el
primero al que la guirnalda se marchitara, sería el vencedor. Al cabo de seis horas,
Visvarûpa, quedándose sin argumentos ante las irrefutables exposiciones de Shankâra,
empezó a perder terreno en la discusión. Poco tiempo después, la guirnalda de flores
que llevaba en el cuello se marchitó. Finalmente, Visvarûpa tuvo que darse por vencido
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Regreso a Kâladi. Los funerales de Aryâmba. Shankâra retoma sus viajes de conversión.
Algunos meses más tarde, Shankâra, que se encontraba en Deccan, fue advertido en
sueños que los días de su madre estaban tocando a su fin. Regresó rápidamente a
Malabâr. La anciana mujer derramó lágrimas de felicidad cuando vio a su hijo: había
cumplido su promesa de estar con ella en los últimos momentos. El la invitó a afrontar su
última prueba terrestre sin ningún temor y con la mayor calma posible. Aryâmba, tres
días más tarde, falleció dulcemente.
El nombre de Shankâra empezó a conocerse en toda la India. Celosos de su
popularidad, los brahmanes de Kâladi, fervientes seguidores de la Mîmânsa, le
rehusaron su colaboración durante su duelo. “Shankâra es un asceta (yati)”, se dijeron,
“no puede cumplir los ritos sin nosotros”. Le prohibieron el acceso al campo de
cremación (smashâna). Shankâra construyó entonces una hoguera en un rincón del
jardín familiar con troncos de plataneros, e incineró en ella el cuerpo de su madre,
transgrediendo de esta forma las leyes de su comunidad.
Poco después, emprendió de nuevo sus viajes de conversión (digvijaya). Visitando
todos los santos lugares (tîrtha) y realizando los principales peregrinajes (yatra),
provocaba constantemente debates con los principales representantes de las otras
escuelas, ya fueran ortodoxas o heterodoxas. Su propósito no era en absoluto convertir a
su Advaita, por un confuso proselitismo, a los partidarios de las otras escuelas, si no
establecer en la India la unidad y la paz. La doctrina de la no-dualidad integral, de la
unicidad de lo disperso (kevalâdvaita) se apoya en la autoridad de la Sruti (ver nota 7).
Shankâra interpreta los Upanishad al amparo de la pura intuición intelectual. Su
implacable lógica desconcierta y desmonta toda argumentación. El Advaita Vedanta no
es un sistema que tenga que rivalizar con las otras escuelas ortodoxas y heterodoxas.
Sin combatirlas expresamente, por el contrario las ilumina desde el interior y muestra a
todos que una Verdad única polariza su unión. Las vías tradicionales del Sâmkhya y la
Mîmânsa, al igual que las doctrinas del budismo y el jainismo, son buenas a condición de
no perder nunca de vista la Suprema Realidad absoluta (Brahmâdvaita). Las diferentes
tradiciones no son el fin en sí mismas. No son dioses. No hacen más que mostrar la vía
divina. Los dioses, al igual que los hombres, nacen y mueren, es una cuestión de
milenios. El Ser único, Brahma, del cual habla Shankâra, es eterno. No tiene principio ni
fin. Situado más allá de los nombres y de las formas (nâma-rûpa), es casi inconcebible
por un ser humano ordinario. La creencia en un dios personal (istha devatâ) no es
solamente legítimo, es necesario en la aspiración a la liberación. Pero para Shankâra,
este dios que posee nombre y forma no es la concepción más elevada. En el retorno a la
fuente luminosa de donde cada uno de nosotros ha descendido, la devoción (bhakti)
puede ser utilizada en los primeros estadios. Shankâra, al contrario que Râmânuja que,
dos siglos después que él interpretará los textos de la Shruti en el sentido de la no-
dualidad cualificada (vishisthâdvaita), no vio en la devoción el medio por excelencia para
obtener la beatitud. Para el maestro de Kâladi, es por el conocimiento del Ser (jnâna)
que se accede finalmente a Él. La devoción es, sin embargo, necesaria, y Shankâra la
ha mostrado más de una vez. Durante sus peregrinaciones, compuso más de sesenta
himnos devocionales (stotra), todos ellos poemas de gran fervor, a los diferentes dioses
y diosas del panteón hindú.
He aquí, por ejemplo, la traducción de las Seis Estrofas sobre el Nirvâna
(Nirvânashatkam). Shankâra, en este poema, expone la naturaleza de âtmâ utilizando
preferentemente la forma negativa, un poco a la manera de los sabios de los Upanishad.
Forma negativa que destaca aún más con la afirmación del estribillo: “Cidânandarûpah
Shivoham Shivoham” (Yo soy Inteligencia y Felicidad puras. Yo soy Shiva, Yo soy Shiva).
En todas las regiones de la India que Shankâra visita, los distintos grupos de fieles
adoraban exclusivamente alguna forma particular de la divinidad. En algunos lugares,
era Vishnu el soberano, en otros era Pâshupati (Shiva). Para algunos, no se podía llegar
al Ser más que por mediación de Ganapati 7 (el primer hijo de Shiva, el dios de la cabeza
de elefante y Señor de las huestes celestiales). Para otros, la Gran Diosa (Shakti Devî)
era la madre de todos los dioses, y a ella se dirigían en caso de necesidad. En todos sus
encuentros con los diversos grupos de fieles, Shankâra nunca puso en duda ni la
intensidad de su fe ni la sinceridad de sus creencias. Predicó la unicidad del Ser, que se
revela a cada uno bajo indefinidas formas. El gran principio que afirmaba Shankâra en
todos los lugares que visitaba no era la vacuidad (sunyatâ) de los budistas, si no al
6
Las cinco funciones o acciones vitales se denominan vâyus, aunque no sean, para hablar con propiedad, el
aire o el viento (este es en efecto el sentido general de la palabra vâyu o vâta, derivada de la raíz verbal va
(ir, moverse), que designa habitualmente al elemento aire, cuya movilidad constituye una de sus propiedades
características), sobre todo en la medida que se relacionan con el estado sutil y no con el estado corporal.
Son modalidades del soplo vital considerado principalmente en sus relaciones con la respiración (tomado de
El hombre y su devenir según el Vedanta, obra citada) (N. del T.).
7
Ganapati es conocido también como Ganesha o Vinâyaka. El nombre de Ganesha significa literalmente “El
Comandante Supremo de los gana”. Los gana son las huestes o ejércitos divinos que dirigía Shiva, por lo
que a Ganesha también se le denomina el Señor de las categorías (de seres) (alusión a los estados múltiples
del Ser) (N. del T.).
12
contrario, un Ser único, Brahma, que en su manifestación se presenta bajo una triplicidad
de aspectos principales (la Trimûrti o Triple Manifestación), y que resulta inconcebible
para la limitada razón humana, dado que lo finito no puede en absoluto comprender lo
infinito.
Frente a las afirmaciones de las diversas sectas religiosas 8 (habían más de setenta
en la India en su época), Shankâra anteponía el punto de vista del Vedanta, explicando
que la adoración de un dios personal, puesto al mismo nivel que lo más inferior (árboles,
serpientes, flores), debía culminar en el Ser único, no pudiéndose obtener la liberación
final más que por la realización efectiva de la identidad entre el Sí-mismo (âtmâ) y el
Principio absoluto (Brahma).
Shankâra restauró y purificó considerablemente el ritual tántrico. Exhortó a los
sacerdotes de los templos para que reemplazaran las ofrendas de bebidas alcohólicas
(madya), de carne (mâmsa) y de pescado (matsya) por ofrendas de arroz, flores y
productos lácteos. En el nombre de varias divinidades locales de rangos inferiores, se
realizaban sacrificios de sangre. En ciertas regiones de la India, los sacrificios tanto
animales como humanos, eran frecuentes. Shankâra fue muy firme: el verdadero sentido
del sacrificio es interior; es necesario ofrecer el alma al Espíritu Universal, y no manchar
de sangre los ídolos de piedra.
Durante su estancia en el Maisur, Shankâra visitó en Harihara el célebre templo de
Vishnu. Los brahmanes le impidieron la entrada al santuario, con el pretexto de que
llevaba alrededor del cuello un collar de granos de mirobálano (rudrâksha), y tenía la
frente marcada por tres trazos horizontales de cenizas sagradas (vibhuti) (dos símbolos
inequívocos de su pertenencia a la orden de los ascetas shivaítas). Shankâra explica a
los brahmanes que en esencia no hay ninguna diferencia entre Shiva y Vishnu, puesto
que los dos grandes dioses del panteón hindú no son más que dos aspectos de una sola
y misma realidad. Tras largas controversias, los sacerdotes le permitieron la entrada en
el Santo de los Santos (Sri Kovil). Con gran sorpresa, vieron que la estatuilla (vigraha)
instalada en el interior de la hornacina (garbhagriha) había cambiado su aspecto: la parte
derecha de la estatua representaba a Vishnu, la otra parte a Shiva. Este milagroso
incidente transformó de raíz todo el ritual, dando lugar al culto de Hari-Hara (Vishnu-
Shiva adorados en una misma figura).
Debemos relatar otro incidente que ilustra muy bien el clima y el ambiente en el que
se desarrolló la vida de Shankâra. Tuvo lugar en Mallikârjuna (en Andhra Pradesh). Al
poco de llegar a la ciudad, Shankâra se había propuesto exponer a los kâpâlika (secta
shivaíta muy intolerante) los fundamentos del Advaita. Cuando los miembros de esta
secta vieron que no era posible vencerlo con los argumentos regulares de la discusión
filosófica, buscaron otro medio. Decidieron pura y simplemente suprimir el problema. Uno
de ellos visitó una tarde a Shankâra y le dijo: “seguramente vuestra misión terrestre es
admirable: restituir la Verdad y acudir en ayuda de los demás por medio de los
argumentos lógicos y la interpretación magistral de la Shruti!... Yo soy, como vos sabéis,
un portador de calaveras9, un kâpâlika, y deseo realizar un sacrificio a Shiva. Para
obtener la gracia del Gran Señor, debo ofrecerle la cabeza de un rey o de un asceta. Vos
nos habéis mostrado la profundidad de vuestros conocimientos. Vengo, entonces, a
pedir la vuestra”. Shankâra le respondió que estaría encantado de satisfacer su
demanda: “mi única condición”, añadió, “es que vos separéis mi cabeza de mi cuerpo
cuando esté en meditación, y todos mis discípulos alejados”. A la mañana siguiente,
mientras el kâpâlika se preparaba para ejecutar su acto, Padmapâda, el discípulo amado
de Shankâra, tomaba su baño en el río. Tuvo el presentimiento que su maestro estaba
en peligro. Padmapâda meditó intensamente sobre su divinidad elegida: Narasimha,
cuarta encarnación de Vishnu. El dios con la forma de un hombre (nara) y un león
(simha) poseyó inmediatamente a Padmapâda, y se precipitó sobre el kâpâlika en el
mismo instante en que, armado con una larga espada de sacrificios, se disponía a
8
Para ser precisos, no podemos hablar de religión hindú, dado que la Tradición ha adoptado en la India una
forma metafísica, y no religiosa como en el caso del Cristianismo, el Judaísmo ó el Islam. Sugerimos la
atenta lectura de la obra Introducción general al estudio de las Doctrinas Hindúes, obra citada (N. del T.).
9
Los kapalika realizaban sacrificios sangrientos, ofreciendo a Shiva (en su aspecto terrible y destructor)
cabezas de humanos con cuyos cráneos elaboraban ornamentos (N. del T.).
13
Peregrinaciones al Himalaya.
Shankâra retomó a continuación, con sus discípulos, el gran peregrinaje a través del
Himalaya (mahâ yatra) hacia el monte Kailâsa, residencia tradicional del dios Shiva y de
su esposa Pârvatî. De este viaje regresó con falos de cristal (sphatika linga) que
consagró por toda la península en cinco templos shivaítas. El mismo llevó a cabo la
instalación ritual (jiva prathisthâ) de los linga en Kedârnath (Muktalinga) a orillas del
Ganges, y en Pashupatinath (Varalinga) en el Nepal. Consagró los otros tres en la India
Meridional, concretamente en Sringeri (Bhogalinga), en Citâmparam (Mokshalinga) y en
Kâncîpuram (Yogalinga).
10
Cada uno de los aspectos divinos de la Trimurti, o Triple Manifestación del Ser, se considera como dotado
de un poder ó energía propia denominada shakti, y que se representa simbólicamente bajo una forma
femenina. Algunos se vinculan más particularmente a la consideración de las shaktis, y por esta razón son
llamados shâktas (tomado de Introducción general al estudio de las Doctrinas Hindúes, obra citada). (N. del
T.).
14
11
Hemos sido poco clarificadores sobre esta cuestión de la fundación de las diez órdenes de ascetas. Al
parecer, Shankâra lanzó la idea, pero todo el mérito de la organización de las mismas recayó en un tal
Prithvîdhara, discípulo que pasó inadvertido y en quien el maestro había observado innegables cualidades
naturales y un extraordinario sentido del orden. Recogemos este detalle de: Vaikunthapuri, Dvâdâsha
mahâvâkya vivarana, citado por Th. Aufrech en su Sanskrit manuscripts in the Bodleian Library, Oxford,
1864.
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tradicionales (shanmata) del Hinduísmo, y enseñó a sus discípulos que estos dioses y
diosas no son más que medios para acceder al Gran Uno, pero su inclinación personal
(yuchi) y la intensidad de su adoración deberían finalmente conducirles a la percepción
de la Realidad trascendente.
No se conoce nada sobre los últimos años del maestro. Kedarnath, Kashmîr, Trichûr
de Kerala, Nepal, son varias veces citadas por sus hagiógrafos. Según la tradición más
generalmente aceptada, es en Kancîpuram donde fue visto por última vez.
Hay que estar atentos de este mal que lleva el nombre de hambre.
Cada día hay que tomar esta medicina que es el alimento obtenido como limosna.
No hay que reclamar alimentos refinados.
Contentarse con lo que se obtiene de la suerte del mendigo.
Acostumbraos al calor, al frío y a todas las adversidades.
No pronunciar ninguna frase inútil.
Desear ardientemente el estado incondicionado.
En la proximidad de los demás, abandonar toda conmiseración y dureza.
(Vivekacûdâmani, 580).
Si bien la personalidad de Shankâra sólo se deja entrever a través de las huellas que
su actividad ha ido dejando, se muestra directamente en todo su esplendor ante los ojos
de quien lee su obra didáctica, sus famosos Comentarios. Louis Renou ha señalado el
entusiasmo que a uno le invade, por la enérgica densidad del estilo y el rigor de la
dialéctica. Pero este mismo ardor, lejos de dejarse llevar por el espíritu de la polémica,
sólo está animado por un movimiento de generosidad.
Para Shankâra, se trataba de llevar a las puertas de sus desasosegados
contemporáneos lo que él consideraba como la mejor vía de acceso al Absoluto.
Rechazando a los materialistas y a los heterodoxos, se esforzó en restablecer la pureza
del brahmanismo. Con él, la espiritualidad de la India ha encontrado sus fuentes y su
vitalidad. Tras él, centenares de otros comentaristas, sus discípulos, han sabido
mantener viva la tradición del Advaita.
Narayana
(el Ser supremo)
↓
Brahmâ
(El Principio Creador)
↓
Vasishtha
(hijo espiritual de Brahmâ)
↓
Shakti
(el mayor de los cien hijos de Vasishtha)
↓
Parâshara
(presumible autor del Vishnu Purâna,
hijo de Shakti)
↓
Vedavyâsa
(compilador de los Vedas,
hijo de Parâshara, padre de Shuka)
↓
Shuka
(gurú de Gaudapâda)
↓
Gaudapâda
(autor de los kârikâ sobre el Mândûkya upanishad)
↓
Govinda Bhagavatpâda
(última encarnación de Patanjali,
gurú de Shankâra)
↓
Shankâra
(encarnación completa de Shiva)
↓
DISCIPULOS INMEDIATOS DEL MAESTRO DE KALADI
↓
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
↓ ↓ ↓ ↓
Padmapâda Hastâmalaka Totaka Sureshvara
(encarnación (encarnación (encarnación (encarnación
parcial de parcial de parcial de parcial de
Nârâyana) Vâyu) Agni) Brahmâ)
12
No se trata de una revelación en el sentido religioso y occidental de la palabra, sino que constituye el fruto
de una inspiración directa, de tal modo que posee en sí misma la autoridad que le es propia (tomado de El
hombre y su devenir según el Vedanta, obra citada) (N. del T.).
13
Hay que tener en cuenta que en muchos casos, no hay que considerar literalmente el número de años que
se indica, pues están disimulados a conciencia para evitar, precisamente, desviaciones profanas. Para mayor
amplitud de este tema, recomendamos la atenta lectura de la obra de René Guénon Formas Tradicionales y
Ciclos Cósmicos, Ediciones Vía Directa, Valencia 2007 (N. del T.).
19
De esta manera, a través de sus comentarios o de sus glosas, Shankâra tiene como
objetivo un gran propósito: reafirmar el contenido original de la Revelación.
Esta Revelación védica, ¿no se da de una vez para siempre a todos los seres?... Sin
duda, pero si las profundas palabras anotadas en los himnos védicos son eternas, los
hombres las han interpretado de diversas maneras a lo largo de los siglos. A medida que
avanza el Ciclo, la Ley se suaviza, y las querellas surgen y aumentan en el seno de los
sistemas tradicionales. Aparecen las herejías. El maestro Shankâra, avatâra literal del
dios Shiva (Shankâra sha Shankarastaksat), tomó forma humana para restablecer la
unidad en el seno del brahmanismo.
Seis siglos antes de nuestra era, nació en Râjgir de Bihar el Gran Héroe del jainismo,
Mahâvîra. Tanto él como los jaina reprochaban sobre todo a los brahmanes de realizar,
durante los ritos védicos (yajña), sacrificios de animales.
Casi en la misma época, y en el nordeste de la península, nace el príncipe Siddharta
(que llegaría a ser el Buda) en una familia real de descendencia nepalí. Educado por los
brahmanes, recibió de ellos la enseñanza tradicional reservada a los reyes y a los
guerreros (kshatriya). Siddharta se casa, y poco después renuncia al mundo. Abandona
una noche a su mujer y a su hijo, anda errante por los caminos y alcanza la iluminación a
la edad de treinta y cinco años. Pronuncia entonces en Benarés su primer sermón sobre
la universalidad del sufrimiento (duhkha). Durante los últimos cuarenta y cinco años de
su vida, el Buda lleva una vida de monje errante. Tras su muerte, deja una comunidad de
discípulos (sangha) que van a dar a las palabras de su maestro las interpretaciones más
20
Los jainistas y los budistas no otorgan ningún valor al conjunto de los textos de la Shruti
en los cuales los brahmanes basan todas sus argumentaciones. Los discípulos de
Mahâvira y del Buda, sobre todo los segundos, difundirán sus doctrinas en toda la India.
Durante más de doce siglos se podría hablar de una India budista.
Sin embargo, tanto una como otra de estas doctrinas, organizadas ellas mismas en
religiones, debido a la falta de comentaristas originales y a la decadencia de sus ritos,
llegarán casi a desaparecer.
Al final del siglo VII de nuestra era, el budismo, incluso allí donde estuvo más arraigado,
se encontraba en franca decadencia. Los ritualistas como Kumârila Bhatta y Mandana
Mishra, y los ascetas como Gaudapâda y Shankâra, le dieron el golpe de gracia. Con
ellos, empezaría el renacimiento hindú y ya no dejaría de reafirmarse.
La India propone seis maneras de ver (puntos de vista, dharshana), seis formas de
aprehender la realidad. Es costumbre presentar a estos sistemas, denominados
ortodoxos, por parejas, reconociendo todos ellos, al menos en teoría, la autoridad de la
Revelación védica (shruti), y organizándose a partir de un grupo más o menos extenso
de aforismos (sûtra): así tenemos el Nyâya y el Vaishêshika, el Sânkhya y el Yoga, la
Pûrvamîmânsâ y el Vedanta. De todos ellos, sólo el Sânkhya y el Vedanta desarrollan
verdaderamente una metafísica.
Dualismo del espíritu y de la materia, el Sânkhya presenta por un lado una causa
primera del universo material (Prakriti), puesta en marcha por las tres energías (guna); y
por otro, un espíritu único (Purusha)14 que se multiplica en indefinidas miríadas de almas.
Se atribuye su exposición al sabio Kapila15.
14
“Contrariamente a lo que piensan algunos, la consideración de estos dos principios no presenta el menor
carácter dualista: no derivan uno del otro y no son reductibles uno al otro, sino que los dos proceden del
Ser universal, en el que constituyen la primera de todas las distinciones. Por lo demás, el Sânkhya no tiene
que ir más allá de esta distinción misma” (extraído de Introducción General al estudio de las Doctrinas
Hindúes, obra citada) (N. del T.).
15
“A decir verdad, este nombre no designa a un personaje, y todo lo que se dice de él presenta un carácter
puramente simbólico” (ibídem) (N. del T.).
21
De los seis sistemas, sólo el Vedanta deriva verdaderamente de ellos. Los otros cinco
proponen una vía de acceso a la liberación, pero todos comportan un dualismo al que
precisamente combatió Shankâra, más particularmente en el Sânkhya y la
Pûrvamîmânsâ, con la doctrina del no-dualismo absoluto (Advaita).
Autoridad última y suprema, corazón mismo de toda ontología 16, objeto esencial de las
investigaciones seculares de los maestros del Advaita, los Upanishad constituyen los
textos revelados. Pero dichos textos, formados por entidades sonoras y series rítmicas
que el joven brahmán debe memorizar durante su estancia en la escuela védica
(pâthasâlâ), no se recitan siguiendo un procedimiento mnemotécnico elemental;
adquieren su verdadera dimensión cuando son salmodiados durante los ritos. El oficiante
debe evitar hasta la más mínima falta de acento, de entonación o de duración que
podrían resultar fatales para el desarrollo de la ceremonia. Es con este exigente coste
que ellos se elevan y nos elevan. Un valor ritual dobla, pues, su valor especulativo. Bien
considerado, los doctores del Vedanta, como nuestros filólogos modernos, no sostienen
más que el armazón propiamente dicho. Sin embargo Shankâra, basando sus estudios
en los Upanishad, extrajo una metafísica del Ser (jnâna kânda) y fundó su doctrina. Por
otro lado precisó, en su Tratado de las mil enseñanzas, lo que es necesario entender en
estos términos: “Los Upanishad han sido redactados para establecer la ciencia de
Brahma, de tal forma que la ignorancia sea definitivamente rechazada y el devenir de las
existencias detenido. La palabra upanishad proviene de la raíz sánscrita shad, precedida
de los prefijos upa y ni, y seguida del sufijo nulo kvip. Porque debilita los
condicionamientos de la existencia y destruye el nacimiento, se llama Upanishad.”
(Upadesasâhasrî I, 25-26).
La gran ecuación de los Upanishad que, durante las justas de oratoria que tenían lugar
en las cortes de los príncipes o a través de las cuestiones planteadas por los grandes
maestros en la soledad de las ermitas, trataban de resolver los brahmanes, los reyes y
los ascetas, es la identidad del Sí-mismo (âtmâ) y el Principio trascendente y absoluto
(Brahma).
Parte integrante de uno u otro de los cuatro Vedas, y redactados en una prosa
atravesada por versos métricos o irregulares, los antiguos diez Upanishad comentados
por Shankâra han sido varias veces traducidos a lenguas europeas. El lector que hoy día
abre una u otra de estas recopilaciones, una vez asimilados los nombres de los bardos,
las ermitas y las divinidades elementales, puede seguir sin demasiada dificultad la trama
del relato. En efecto, los poetas de los Upanishad, expertos conocedores de los antiguos
mitos védicos y preocupados por transmitir su enseñanza, no escatiman esfuerzos para
desarrollar historias, revistiéndolas con una formulación grandiosa y sobrecogedora,
donde lo fabuloso, lo maravilloso y las leyendas cosmogónicas permiten acceder de
golpe a la evidencia misma, a la realidad de lo Real (satyasya satyam).
16
Hay que tener en cuenta que, estrictamente hablando, la ontología no va más allá del Ser (que corresponde
a Ishwara en la Tradición hindú), mientras que la metafísica pura (que constituye la esencia misma del Veda)
se sitúa más allá del Ser, es decir, en el ámbito de Brahma o Principio Supremo (N. del T.).
22
El conocimiento supremo será aquí revelado por la diosa Umâ, el dios del Fuego Agni, el
dios de la muerte Yama; allí por un letrado en la corte del rey de Videha o de Benarés, un
sabio austero del que se adivina que se retiró desde hace tiempo del mundo, un padre
indulgente que, en vez de enviar a su arrogante hijo a casa de su preceptor, decide
exponerle de manera muy sencilla la esencia misma del Veda; aún en otro lugar por
seres inesperados, un toro, un flamenco, un simple pájaro acuático.
17
Remitimos al lector al capítulo XVI de la obra (ya citada) de René Guénon, El hombre y su devenir según
el Vedanta. Consideramos que todos los capítulos de dicha obra son básicos, no solo como estudio a partir de
los conceptos básicos que aparecen en el presente libro, sino sobre todo para adquirir una base rigurosa de
los principios metafísicos del Vedanta y evitar, al mismo tiempo, los numerosos errores, deformaciones y
desviaciones que los orientalistas y pseudo-ocultistas occidentales han desarrollado y extendido al respecto
de las tradiciones orientales en general, y de la tradición hindú en particular. Con este fin, también citamos
aquí las obras del mismo autor: El error espiritista (Sanz y Torres/Ignitus, Madrid 2006) y El Teosofismo,
historia de una pseudo religión (editorial Obelisco, Barcelona 2003). También es muy esclarecedora la obra
Thánatos: el Hombre, la Muerte y los destinos de ultratumba, por Víctor Pascual Kavod, Ediciones Vía
Directa, Valencia 2008. (N. del T.).
23
Veamos ahora los temas sobre los cuales Shankâra elabora su doctrina de la no-
dualidad y la sostienen incansablemente. Vivió, en efecto, en un tiempo en que el grupo
brahmánico es todopoderoso en La India. Sus contemporáneos no destacan mucho más
que los pedantes y los eruditos que frecuentaban las antiguas cortes reales. Creemos
entender al rishi upanishádico cuando declara: “Escuchad pues el significado del pasaje
revelado abandonando toda vanidad, ya que la vanidad no ocupa ningún lugar en este
estudio, el sentido real del Veda no podrá jamás ser comprendido, ni aún en cien años,
por aquellos que pretenden ser eruditos” (Prajna up. bhâshya IV, 5).
Los presuntuosos, los vanidosos, los furiosos ritualistas, los hombres ordinarios e
ignorantes son todos ellos destructores del Sí-mismo. ¿Quiénes son estos
destructores?...El mismo Shankâra nos lo aclara: “aquellos que son ignorantes, ¿cómo
pueden destruir el Sí-mismo que es eterno?...Velando por desconocimiento (avidyâ) el
Sí-mismo que existe. El signo propio del Sí-mismo que existe es la consciencia de su
inmortal e indefectible naturaleza, que permanece velado como si el Sí-mismo hubiese
sido destruido. De esta manera los hombres ordinarios e ignorantes son llamados
18
Hiranyagarbha es, así pues, el principio macrocósmico de la manifestación formal (sutil y corporal) y el
origen de la vida. Otras denominaciones que se atribuyen a Hiranyagarbha son: Brahmânda, es decir,
Brahmâ (no confundir con Brahma; Brahmâ es el principio productor de los seres manifestados, y constituye
uno de los aspectos de la Trimurti o Triple Manifestación) envuelto en el huevo del mundo, y Jîva-ghana
(conjunto sintético de vida) (extraído de Thánatos: el Hombre, la Muerte y los destinos de ultratumba, obra
ya citada). (N. del T.).
24
destructores del Sí-mismo19. Y por haber cometido esta falta, ellos transmigran” (Isa up.
Bhâshya III).
19
“El Sí-mismo no es verdaderamente distinto de âtmâ, salvo cuando se lo considera de modo particular y
‘distintivo’ en relación con un ser y, más precisamente, en relación con un determinado estado definido de
este ser, tal como el estado humano, y solamente en tanto se lo considere desde este punto de vista
especializado y restringido [...] Lo que se hace necesario decir es que en la misma medida en que se hace
esta distinción, se descarta la consideración directa del Sí-mismo para no tomar en cuenta más que su
reflejo en la individualidad humana o en otro estado del ser [...] Este reflejo determina lo que se puede
denominar el centro de la individualidad, pero si se le aisla de su principio, es decir, del Sí-mismo, no es
más que una existencia puramente ilusoria” (extraído de El Hombre y su devenir según el Vedanta, obra ya
citada de René Guénon). Es desde esta perspectiva que se puede decir que se destruye el Sí-mismo, al
confundir la ilusión del reflejo con la realidad misma (N. del T.).
20
Lo que el autor escribe como espacio (espace en el francés original), en realidad se trataría del elemento
éter (que sería la traducción correcta de Akâsha). Remitimos al lector al capítulo III de la obra de René
Guénon ya citada El Hombre y su devenir según el Vedanta (N. del T.).
25
ninguna relación con una determinación cualquiera: “La sentencia: Satyam jñânam
anantam brahma (Brahma es verdad, conocimiento e infinito) sirve para señalar a
Brahma. Porque las tres palabras satya, etc. son determinantes de Brahma que es el
sustantivo. Por el hecho que Brahma, en tanto que objeto de conocimiento, es lo que
quiere significar la frase, es el sustantivo. Puesto que Brahma, en tanto que cosa a
conocer, es el principal objeto que quiere significar la frase, debe ser comprendido como
el sustantivo. Y debido también a que Brahma y las tres palabras satya, etc. están en
relación de sustantivo a determinantes, tienen la misma flexión casual y figuran en
aposición. Brahma, estando cualificado por las tres determinaciones (satya, etc.), está
diferenciado de cualquier otro sustantivo. Verdaderamente una cosa deviene conocida
cuando está diferenciada de otras cosas análogas, como por ejemplo en el lenguaje
corriente un loto particular es conocido cuando se describe como siendo azul, grande o
de olor agradable. En este caso, el sustantivo está especificado por un determinante, al
mismo tiempo que está excluido cualquier otro determinante: el loto es azul o rojo. De
esta manera, cuando varios sustantivos de la misma especie tienen sus respectivos
determinantes, entonces el determinante es útil. Este no es el caso cuando se trata de
un solo objeto, por ejemplo el sol que es único. O Brahma es único. No hay otros
Brahma que sean diferentes, como el loto azul lo es de los demás lotos. No hay, pues,
necesidad de un determinante que sirva para conocer un objeto” (Taittirîya up. Bhâshya
II, 1, 1).
De este modo, todas las almas son libres por toda la eternidad. Los grandes maestros
utilizan las figuras de estilo para transmitir su enseñanza; pero ellos no han
sobreentendido jamás otra cosa: “Las almas no están ni recubiertas de un velo ni
sometidas al no-saber (avidyâ). Ellas son, por naturaleza, puras, despiertas y liberadas
por toda la eternidad. Si ello es así, ¿cómo los maestros perfectamente competentes
enseñan que las almas pueden conocer la última realidad?...Como respuesta, se ha
dicho: esto es una figura de estilo. De la misma manera que se dice que el sol brilla,
aunque su naturaleza sea brillar, y análogamente a como se dice que las colinas inertes
se alzan, lo mismo aquí” (Mândûkya kârikâ bhâshya IV, 98).
El texto sobre el cual está fundada la exégesis del Vedanta, aquel que Shankâra y los
principales maestros vedantinos se aplicaron a comentar, es el Brahmasûtra. Si los
sabios de los Upanishad no vacilaron en desarrollar en varios capítulos largas historias
míticas, con el fin de exponer su enseñanza con todos los matices, el autor de este
tratado, el sabio Bâdarâyana, utiliza en todo momento la forma muy concisa del aforismo
(sûtra). El Brahmasûtra contiene quinientos cincuenta y cinco.
Ciertos historiadores proponen, como posible fecha de su redacción, el siglo III antes
de nuestra era. Lo que es seguro en todo caso es que los aforismos del Brahmasûtra,
No-Supremo mismo es ilusorio en tanto se distingue del Supremo, así como el efecto no es nada verdadera y
esencialmente diferente de la causa. Hemos de señalar que jamás deben traducirse Para-Brahma y Apara-
Brahma por Brahma superior y Brahma inferior, pues estas expresiones suponen una comparación o una
correlación que no podría existir de ningún modo (extraído de El Hombre y su devenir según el Vedanta,
obra ya citada) (N. del T.).
23
La metonimia es una figura retórica que consiste en trasladar el significado de una palabra a otra palabra
distinta, aunque juntas posean una relación de cercanía de significado ya conocida (N. del T.).
28
24
Debemos señalar que, en este caso, el autor se está refiriendo a Brahma cualificado, que es Ishwara (el Ser
Puro). Recordemos que más allá del Ser Puro es Brahma no-cualificado (es decir, el Absoluto Brahma) (N.
del T.).
25
En suma, según Shankâra la “determinación primordial” del sistema del Sânkya, siendo
no-inteligente, no puede ni crear ni actuar sin estar guiada por un ser inteligente, a saber:
Brahma. De forma parecida es refutada la doctrina del Vaishêshika según la cual el
universo está producido por los átomos puestos en movimiento por una fuerza invisible
(adrishta)27.
Shankâra emprende entonces (II, 2, 18-32) una condena general de las tres escuelas
heterodoxas del budismo: la de los Realistas (Sarvâstitvavâdin) que declaraban que los
objetos materiales y sus percepciones son igualmente reales; la de los Idealistas
(Vijñânavâdin) para quienes sólo las ideas son reales, no teniendo los objetos exteriores
existencia propia fuera de nuestras percepciones; y finalmente la de los Nihilistas
(Sarvashûnyavâdin o Mâdhyamika) cuya doctrina, expuesta originalmente por
Nagaryûna, declaraba que todo es vacuidad. También se encuentran igualmente
refutados “Aquellos que van desnudos”, a quienes podemos identificar con los jainistas
(sûtra 33-36).
De esta manera, Shankâra se desembaraza rápidamente, en varios parágrafos y de
un plumazo, de estas doctrinas heterodoxas. Los historiadores de la filosofía, que lo han
presentado como el gran defensor enfático del budismo, sin duda no han visto, leyendo
el Brahmasûtra, que él dedica mucha más energía contra los seguidores del Sânkya y
los sistemas ortodoxos que contra el budismo que, en su época (siglo VIII de nuestra
era) estaba en plena decadencia. Según Daniel H. H. Ingalls, Shankâra refuta a las
escuelas heterodoxas mucho más por preocupaciones “académicas”, que por combatir
verdaderamente a aquellos que de hecho ya no molestaban más a nadie en la
península.
27
El nombre del Vaishêshika se deriva de la palabra vishêsa, que significa “carácter distintivo” y, por
consecuencia, “cosa individual”; así pues, este darshana está constituido por el conocimiento de las cosas
individuales como tales, consideradas en modo distintivo, en su existencia contingente. […] La
manifestación universal puede ser considerada de dos maneras diferentes: ya sea sintéticamente, a partir de
los principios de los que procede y que la determinan en todos sus modos, y es lo que hace el Sânkhya; o ya
sea analíticamente, en la distinción de sus elementos constitutivos múltiples, y es lo que hace el Vaishêshika
[…] Es en la teoría de los elementos corporales donde aparece más especialmente la concepción atomista
[…] Esta concepción es expresamente contraria al Veda, que afirma, por el contrario, la existencia de los
cinco elementos (en lugar de los cuatro clásicos de la teoría atomista) […] Así, el atomismo no representa
más que una imposibilidad….pero, puesto aparte el atomismo, el punto de vista del Vaishêshika, reducido
entonces a lo que tiene de esencial, es perfectamente legítimo (N. del T.: extraído del capítulo X, de la
tercera parte, de la obra ya citada de René Guénon: Introducción General al estudio de las Doctrinas
Hindúes).
30
Parece que el autor, dadas las definiciones que está considerando, confunde el Sí-mismo trascendente (lo
que llamaríamos la personalidad del ser) con la individualidad (que constituye, con las dos modalidades
sutil y corporal en el estado humano, lo que se define como jîvâtma o alma viviente). Remitimos al lector,
para una mayor claridad y rigor en los conceptos, no solo a las obras de René Guénon citadas hasta el
momento, sino también al libro: Thánatos. El Hombre, la Muerte y los destinos de Ultratumba que ya hemos
indicado en notas precedentes. Recomendamos también los artículos que, bajo el título El Arte de Glauco,
han aparecido en los números 22, 23 y 24 de la revista de estudios tradicionales Letra y Espíritu (N. del T.).
31
poco tiempo. Las almas entran en el alimento (el arroz por ejemplo), pero no participan
en la vida vegetativa. Ligadas al alimento, penetran en la sangre, y después en el
esperma que fecunda a la mujer. El alma establecerá su morada en el cuerpo del recién
nacido29.
Tras haber descrito el paso del alma individual de nacimiento en nacimiento (samsâra
gati), se discuten las maneras de ser del alma en el sueño profundo y en el sueño.
La creación en el sueño, ¿es también tan real como la creación donde se encuentra
sumergida el alma individual en el estado de vigilia?...En efecto, la creación en el sueño
existe. Algunos textos de la Shruti lo afirman. Pero, precisa Shankâra, no se trata más
que de pura ilusión, porque su naturaleza no se manifiesta ella misma con la totalidad de
los atributos de la realidad (el espacio, el tiempo, etc.). El sueño proporciona
indicaciones, pero es ilusorio. Por lo tanto, debemos admitir que los sueños anuncian a
veces buena o mala fortuna. Podemos entonces otorgar al sueño una realidad relativa.
Brahma no-manifestado trasciende las formas, y por eso los ascetas que se libran a
la meditación intensa lo realizan. Cuando la luz entra en contacto con diversos objetos
que la condicionan, no se modifica en sí misma. Entre el espíritu supremo (prâjna) y el
alma individual (jîva) existe la misma relación que entre una serpiente y sus anillos, dos
elementos que no son más que un mismo ser. Toda distinción es irreal, repetirá
Shankâra, sólo existe Brahma. No hay otro ser inteligente que El. Las limitaciones
(upâdhi) que se aplican a Brahma no tienen más que un sentido metafórico, puesto que
el carácter ilimitado de este último no sabría estar comprometido.
Las dos últimas partes de la tercera lección examinan cuales son las meditaciones
(upâsana) propuestas en los Upanishad con el fin de conocer a Brahma. Estas diferentes
meditaciones, no teniendo más que un único objeto, Brahma, no es necesario
practicarlas todas, con una sola es suficiente. En el fondo son idénticas, puesto que
todas las conminaciones de los Upanishad que recomiendan varios caminos, están de
acuerdo con el objetivo último, al igual que las diferentes ramas (shâkhâ) de los Vedas.
Pero existen dos formas de liberación: la liberación gradual (krama mukti) y la liberación
inmediata (sadyo mukti). En el caso de un sabio, la liberación se obtiene en el instante
en que el alma abandona el cuerpo.
Las meditaciones sobre Brahma con atributos (saguna) o sin atributos (nirguna) que
encontramos en los Upanishad, nos dice Shankâra que no tienen más que un objetivo:
revelar al único Brahma.
Para los ascetas, la vía del conocimiento es la recomendada, aunque determinados
actos o sacrificios prescritos por los Vedas pueden inducir un deseo de conocimiento. No
se pueden entonces despreciar en su totalidad. Pero los ritos no tienen más que una
29
Recordemos que, en muchas ocasiones, se hace referencia a una nueva manifestación terrestre pero sólo por
analogía al estado humano. Lo que se quiere indicar con esto es una nueva existencia formal, que en
cualquier caso ya no será en el estado humano, pues cuando las posibilidades concretas de manifestación en
un estado se han agotado, si hay transmigración a otro estado formal ya no será el mismo que se ha
abandonado. No se trata en absoluto de la pseudo teoría moderna y antitradicional de la reencarnación (se
puede consultar, respecto a esto, la esclarecedora obra El error espiritista, de René Guénon, ya citada) (N.
del T.).
30
Este estado de desvanecimiento extático, así como el estado propio de la muerte, no se enumeran aparte
pues no son esencialmente distintos del sueño profundo, estado extraindividual en realidad, donde el ser
vuelve a entrar igualmente en la no-manifestación o, al menos, en lo no-formal, al retirarse el alma viviente
(jîvâtma) al seno del Espíritu Universal (Atmâ) por la vía que conduce al centro mismo del ser, allí donde
está la morada de Brahma (extraído del capítulo XI de El Hombre y su devenir según el Vedanta, obra ya
citada) (N. del T.).
32
Y ahora, ¿qué camino emprende el alma para ascender hasta Brahma? Hay dos vías
de acceso: la de los dioses (devayâna), que es la que sigue el sabio; y la de los
antepasados (pitriyâna), seguida por aquellos que han cumplido sobre la tierra los ritos y
los sacrificios. Shankâra explica que, en el caso de una liberación gradual (krama mukti),
el alma queda a cargo y guiada sucesivamente por el dios del Fuego (Agni), el día, la
quincena clara del mes, los seis meses que siguen al solsticio de invierno, el año, el aire,
el sol, la luna, el relámpago, los grandes dioses védicos Varuna, Indra y Prajâpati y
accede finalmente a Brahma32. Estas estaciones, por las cuales pasa el alma del vidvân,
31
Ver particularmente, a este respecto, los capítulos XVIII, XIX y XX de la obra ya citada de René Guénon:
El Hombre y su devenir según el Vedanta (N. del T.).
32
Ibídem el capítulo XXI (N. del T.).
33
no son más que estados, divisiones del trayecto. No obstante, como hay movimiento del
alma hacia cualquier cosa, ésta no accede más que a Brahma con atributos (saguna). En
el caso de una liberación inmediata (sadyo mukti), el alma accede instantáneamente a
Brahma supremo, omnipresente.
El alma individual recupera su verdadera naturaleza en Brahma, y no adquiere
ninguna característica. Hay identidad absoluta (avibhâga) con Brahma. El alma liberada,
dirá Shankâra, es inteligencia pura y simple desde el punto de vista de la verdadera
realidad (paramârthatah), pero puede poseer atributos respecto al plano de la existencia
fenoménica. El alma liberada es omnipresente; puede realizar todos sus deseos por el
simple efecto de su voluntad (samkalpa). Participa en todo lo que realiza Brahma, pero
no posee los poderes de creación ni de mantenimiento del orden universal. Liberada, y el
último sûtra lo recalca en dos ocasiones, el alma no regresa nunca a nuevas formas de
existencia (ni formal ni informal): lo proclaman todos los Upanishad.
33
Prakriti no corresponde en absoluto con la noción de “materia”, la cual es completamente extraña al
pensamiento hindú tradicional. Si se puede traducir por una expresión, equivaldría más bien al concepto de
substancia, en el sentido de sustrato o soporte que es lo que en realidad representa Prakriti: el soporte de
toda manifestación, de la manifestación universal (N. del T.).
34
En resumen, las dos vías de realización propuestas por los Vedas. La primera es la
vía de los actos (pravritti mârga), la segunda la de la renuncia (nivritti mârga). Es por
ellas que se mantiene el orden universal. Cuando a consecuencia de la pérdida de las
facultades de discriminación en los seres se instala la irreligiosidad por todas partes,
Vishnu se encarna y se encarga él mismo de preservar el orden cósmico.
Todo lo que es no perecerá. Todo lo que muere, renacerá. No hay ningún motivo para
la aflicción. Todos los seres no son más que una combinación de elementos materiales
sometidos a las causas y a los efectos. Son no-manifestados en su principio y
manifestados en su medio. En el momento de la muerte, regresan a la no-manifestación.
Todos aquellos que nos rodean no son tanto más nuestros familiares o nuestros amigos
como nosotros los suyos. Todos los seres provienen de lo invisible (avyakta) y regresan
en su momento a lo invisible.
Aquellos que están faltos de discriminación no pueden elevarse hasta el conocimiento
del supremo Brahma. Están llenos de deseos que persiguen sin cesar: su único objetivo
es alcanzar el paraíso (svarga). Muy pocos consiguen la liberación final (moksha). La
realización del ser implica la cesación de toda dualidad, de cualquier tipo de distinción
entre los indefinidos pares de opuestos (dvandva). Es únicamente en este nivel que el
Ser supremo hace descender sus gracias (Iswhara prasâda).
Ciertamente las acciones deben ser efectuadas después de todo, pero en completo
desapego, sin buscar los frutos de las mismas. Porque una vez alcanzados los frutos de
las acciones, el hombre se apresura a disfrutarlos. Convirtiéndose en la presa de deseos
cada vez mayores, pierde de vista lo esencial. A su muerte, cae en los tormentos de la
transmigración (samsâra), por el sólo hecho del apego a este mundo perecedero.
Las características obtenidas por el sabio (vidvân) en la firme contemplación
(samâdhi prajnâ) son el abandono completo de los deseos y la satisfacción de haber
desvelado en su ser (pratyâgâtmân) este néctar inmortal que es la Verdad Suprema. Una
vez bien establecida la distinción entre el ser y el no-ser, los tres tipos de desgracias, a
saber: los males que provienen de nuestro propio cuerpo (âdhyâtmika), los que proceden
de los objetos externos (âdhibhautika) y los que son desencadenados por las fuerzas
cósmicas del universo (âdhidaivika), ya no le afectan más.
De manera parecida a como una tortuga, intuyendo un peligro próximo, esconde sus
miembros en el interior de su caparazón, el sabio ya no se ocupa del mundo exterior
cuya vanidad ha medido. Se concentra en contemplar en él mismo la luz que ha logrado
hacer surgir.
En los primeros estadios de la búsqueda interior, los objetos de los sentidos (vishaya)
son los peores enemigos y deben ser amaestrados por el yoga. El adepto, sentado
35
Para ser un perfecto aspirante a la liberación (mumukshu), el discípulo sabe que debe
renunciar al mismo tiempo a la religión y a la irreligiosidad, a la verdad y al error.
Habiéndolo abandonado, junto con la verdad y el error, todavía tendrá que sacrificar
aquello por lo que ha abandonado esto y aquello, de tal forma que su “yo” desaparezca
por entero ante la evidencia. A este nivel, sin trabajar ni mendigar más que lo justo para
mantener la existencia de su cuerpo carnal, aquel que ha retirado su espíritu de los
objetos exteriores (pratyâhâra) ve todas sus acciones consumidas en el fuego del
conocimiento y aniquiladas. Aquellos que cumplen los ritos y sacrificios cotidianos, que
llevan una vida de estricta austeridad y de ardientes oraciones, esperan los frutos de sus
acciones, pero el verdadero sabio concentra su actividad en la no-acción, y viceversa.
Para él todo es Brahma, y el sacrificador, el sacrificado y el Sacrificio no constituyen más
que una sola y misma cosa.
El Sí-mismo no tiene principio, tampoco causa alguna. Aquello que posee una causa,
perece por este motivo, mientras que el Sí-mismo, al no poseer ninguna causa, no
36
34
Por manifestación del Âtmâ (al cual es idéntico el Sí-mismo) debe entenderse aquella que se relaciona con
él como principio esencial, pero no debería interpretarse por ello que Âtmâ se manifieste de manera alguna,
pues jamás entra en la manifestación, y por esto no es afectado en nada por ella. En otros términos, Âtmâ es
aquello por lo cual todo se manifiesta, pero que no es a su vez manifestado por nada (N. del T.: extraído de la
obra de René Guénon ya citada El Hombre y su devenir según el Vedanta).
37
por excelencia. Los tres documentos forman entonces un conjunto vital para el estudio
de la dialéctica advaitina. El texto del Mândûkya ofrece, por otra parte, la ventaja de ser
corto:
“Hari es OM. OM designa al todo. He aquí un claro enunciado: Lo que ha sido, lo que es,
lo que será, todo es verdaderamente OM. Además, todo lo que está más allá de los tres
tiempos constituye igualmente la sílaba OM. (1)
Todo lo que existe es Brahma. El Sí-mismo es Brahma. El tiene cuatro condiciones. (2)
Se considera como cuarta condición (turîya) aquella que no distingue el mundo exterior
del interior, ni uno u otro de estos mundos, ni la consciencia ni la inconsciencia. Es
invisible, inaccesible, indefinible, impensable, imperceptible, innombrable. Esencialmente
pura consciencia, niega toda diversidad. Está en paz, pleno de felicidad y sin ninguna
dualidad. Es en verdad Âtmâ, es El a quien hay que realizar. (7)
Este Âtmâ está representado por la sílaba OM. Las condiciones o elementos constituyen
las partes de la sílaba en relación con los elementos silábicos. Estas partes son ellas
mismas los elementos A + U + M. (8)
35
Para un estudio más detallado, recomendamos al lector la atenta lectura de los capítulos XI, XII, XIII,
XIV, XV y XVI de la obra de René Guénon ya citada: El Hombre y su devenir según el Vedanta (N. del T.)
38
De esta manera, dicen los comentaristas, quien quiere reencontrar la Verdad total no
debe contentarse con las nociones aportadas por su vida iluminada, sino dominar todos
los aspectos de la experiencia por “el método de los tres estados” (avasthâtraya)36:
¿No podemos despertar del estado de vigilia de la misma forma en que despertamos de
un sueño? ¿Reconocer que somos víctimas de la ilusión cuando buscamos la realidad
en el mundo de las apariencias? ¿Desnudar nuestro “yo” superficial de toda preferencia
personal, de todo deseo, de todo temor?
En efecto, comenta Gaudapâda, no existe nada más que Brahma-âtmâ. Nada ha tomado
jamás nacimiento. Es mâyâ quien ha producido este universo de los fenómenos sin
realidad. Âtmâ es semejante al espacio total, y las almas individuales son como los
espacios contenidos en el interior de un cántaro. Cuando se destruye el cántaro, el
espacio contenido en su interior se mezcla con el espacio total; de la misma forma, el
alma individual liberada de sus cinco envolturas (kosha), se une a Brahma. No hay pues,
en ningún momento, nacimiento o destrucción.
La palabra que permite en la meditación acceder, etapa por etapa, al extremo límite
de la representación infinita, es la sílaba sagrada OM, cuya pronunciación evoca la
tonalidad del gong. Se encuentran contraídas las tres sonoridades marcadas por las
letras A, U, M, donde cada una corresponde a uno de los tres estados del ser. El sonido
empieza por una nota grave que se prolonga en la M antes de regresar al silencio.
Quienquiera que haya podido oír, durante el desarrollo de una ceremonia brahmánica,
el resonar de este sonido en el recogimiento, sabe cuan dulce y penetrante es su fuerza.
El cuarto estado o condición trascendente (turîya) corresponde precisamente a la
totalidad de la sílaba en vibración, que representa a Brahma indivisible, la no-dualidad
absoluta.
36
En lo que concierne a los efectos que se obtienen por medio de la meditación (upasana) del monosílabo
OM, en cada uno de sus tres elementos en principio, y luego en sí mismo, independientemente de estos tres
elementos (mâtrâs), agregaremos solamente que dichos efectos corresponden a la realización de diferentes
grados espirituales que pueden caracterizarse de la siguiente manera:
(N. del T.: tomado de la obra ya citada de René Guénon El hombre y su devenir según el Vedanta, capítulo
XVI).
39
Los estudios precedentes muestran el armazón metafísico del que dispuso Shankâra.
No hace falta decir que él no ha inventado la no-dualidad (algunos conceptos, como el
de mâyâ, se remontan a los Vedas), y que ha aprovechado los trabajos de sus
predecesores vedantinos, entre los cuales Gaudapâda ocupa el puesto de honor.
Sin embargo, su genio se reafirma en la manera en que supo conciliar determinados
pasajes aparentemente contradictorios de los Upanishad para establecer una doctrina
coherente. Ordenando los elementos, serán presentadas las etapas que él ha
recomendado seguir a todo discípulo decidido a conseguir su liberación.
El método.
Si la Shruti admite dos vías de acceso a la liberación, y teniendo en cuenta que para
Shankâra el verdadero conocimiento del Sí-mismo (lo repite incansablemente en sus
introducciones) está en flagrante conflicto con las acciones y los ritos, se dirigirá
entonces exclusivamente a aquellos aspirantes que han elegido la segunda. Es esto, por
otra parte, lo que destaca en la enumeración que hace de las cualidades exigidas al
discípulo que se prepara a estudiar el Advaita. Un nacimiento en un cuerpo masculino,
en el seno de una familia de brahmanes muy versada en los textos védicos, es difícil de
obtener, comenta en su Diadema del discernimiento; más raro aún llegar a ser un erudito
en las Escrituras sagradas, hacer la justa discriminación entre el ser y el no-ser, lo real y
lo irreal. El aspirante a la liberación (adhikârin) debe confiarse a un maestro despierto
(cosa que no puede obtenerse más que gracias a considerables méritos anteriores),
aplicar un recto razonamiento sobre todo lo que le es presentado y meditar las
enseñanzas recibidas. Escuchemos los versos donde expone, uno a uno, los ocho
preceptos fundamentales:
La ausencia de pasión (vairâgya) consiste, en consonancia con las lecciones del gurú,
etc., en renunciar a los gozos pasajeros, después a los del cuerpo e incluso a los de
Brahmâ.
Cuando se llega a depender los dos grupos de órganos (de sensación y acción) de sus
objetos correspondientes y a relegarlos en sus centros respectivos, adquirimos sobre
nosotros mismos un absoluto imperio (dama). La suspensión de las funciones mentales
(uparati) alcanza su grado máximo cuando no se depende más de los objetos externos.
No ceder jamás a una distracción del espíritu, sino concentrarse en todo momento en el
puro Brahma, en esto consiste la estabilización de la consciencia (samâdhâna).
Con estos preceptos bien arraigados en el espíritu, el discípulo podrá retomar, bajo la
tutela de un maestro reconocido, el estudio de las Escrituras sagradas cuyo propósito es
conducirnos hasta la fuente misma de la Revelación mediante la investigación metafísica
(brahmajijnâsâ). Este conocimiento de Brahma no depende de la ejecución de los ritos;
tiene como único objetivo el bien soberano (nishreyasa). En la investigación, los Textos
41
debe meditar como estando relacionado con las limitaciones, y lo que debe ser conocido
como estando desprovisto de cualquier tipo de relación con las limitaciones”
(Brahmasûtra bhâshya I, 1, 2).
La ilusión (mâyâ).
La liberación (moksha).
38
Siempre que lo consideremos separado de su principio esencial, que es Brahma (N. del T.).
43
Todos los maestros que han comentado los Brahmasûtra merecen el mismo título de
vedantinos. Además de la de Shankâra, otras cuatro escuelas, cuyos maestros
responsables eran también nativos del Sur de la India, admiten que Brahma es la causa
suprema del universo, que este Brahma es omnipresente y eterno, que los fundamentos
de la doctrina del Vedanta son los Upanishad, los Brahmasütra y el Bhagavadgïtä
(Vallabha añadirá el Bhâgavata Purâna) ; que estas tres Escrituras sagradas son la
autoridad última y que el objetivo de la investigación es la liberación del curso del devenir
de las existencias (samsâra).
Nimbârka, el tercero de los grandes doctores del Vedanta (siglo XIII), sostiene tres
principios eternos: Brahma manifestado (es decir, Ishwara, el Señor), la substancia
universal (prakriti) y el espíritu (Purusha, âtmâ). Las almas individuales son a la vez
distintas y no-distintas de Brahma, y de ahí el nombre de su sistema: bhedâbheda.
Nimbârka recomienda para obtener la liberación la prapatti, el perfecto abandono a
Krishna y a su consorte Râdhâ.
La obra de Shankâra es tan amplia como variada. Si bien los grandes Comentarios
constituyen lo esencial de su metafísica, supo hacer llegar a todos el fundamento de su
Advaita a través de un himno devocional tan simple de memorizar como es el
Bhajagovindam, que contiene los elementos más relevantes de su doctrina. También los
numerosos manuales preparatorios (prakana) son otros tantos medios que el aspirante al
conocimiento y a la liberación debe superar antes de iniciar el estudio de los Tres textos
básicos del Vedanta (prasthânatraya).
Bhajagovindam.
populares del maestro de Kâladi. Las treinta y una estrofas, redactadas en un sánscrito
muy simple, son cantadas cada día en La India por millones de jóvenes hindúes (chicos
y chicas) en el interior de las casas, en los templos o en los diversos lugares de
peregrinaje, durante las asambleas (satsang) donde se salmodian en grupos de himnos
(bhajan o kirtana).
La tradición quiso que Shankâra, durante su estancia en Benarés, encontrara una
mañana, cuando se dirigía al Ganges con sus catorce discípulos para cumplir con sus
abluciones rituales, a un letrado ocupado en memorizar la gramática de Pânini. El
maestro entonó entonces este bello canto en el cual le invita a buscar preferentemente
las gracias indecibles del Bienaventurado Señor Krishna, en lugar de perder su tiempo
en fútiles especulaciones gramaticales. Cantó ininterrumpidamente las trece primeras
estrofas, y después cada discípulo habría compuesto una. Finalmente Shankâra,
bendiciendo a todos aquellos que le escuchaban, habría añadido otras cuatro sloka. El
poema no sólo pone en guardia a los letrados y a los gramáticos contra la vanidad de su
erudición. Se dirige de hecho a todos aquellos que aspiran, con un corazón sincero, a
liberarse del insípido círculo de los renacimientos (samsâra chakra).
Entre los mil nombres de Vishnu, el de Govinda es particularmente querido por
Shankâra, por una simple razón: es el nombre que llevaba su bien amado maestro,
Govinda-Bhagavatpâda. Veamos la definición que él da a este término en su Comentario
sobre los mil nombres de Vishnu: (539) GOVINDAH: go: la palabra, las conminaciones
védicas; vid: el es conocido por ellas. Puesto que debe ser conocido por los Vedas, es
llamado: Govinda.
Reproducimos aquí la primera estrofa del Bhajagovindam, retomada como refrán tras
cada una de las otras treinta: “Honrado Govind, Honrado Govind, Honrado Govind, oh!
Loco (mudhamate). Cuando el tiempo del gran paso llegue, las reglas de gramática
(dukringkarane) no te serán de ninguna ayuda”.
Dashashloki.
“Ni la tierra, ni el agua, ni el fuego, ni el aire, ni el espacio, ni los órganos de los sentidos,
ni el conjunto de todo esto: todas estas cosas son inciertas. Lo que permanece presente
en el estado de sueño profundo, lo que queda, es el Uno, Shiva, la Liberación, Yo soy
(tadeko vashistah shiva kevalo ham).
Las castas, las observancias, los deberes asociados al sistema de las castas y a las
diversas fases de la existencia, no están hechos para mí, ni la concentración de espíritu,
la meditación o el yoga. La sobre imposición del yo y de lo mío establecido sobre el no-
ser ha sido abolido. Lo que permanece es el Uno, Shiva, la Liberación, Yo soy.
Los puntos de vista de los Sâmkya, de los Shivaítas, de los Pancarâtrâ, de los Jaina, y
de los Mîmâmsaka no existen. Por la experiencia, ha sido demostrado que el Sí-mismo
es extremadamente puro. Lo que permanece es el Uno, Shiva, la Liberación, Yo soy.
Ni blanco, ni negro, ni rojo, ni amarillo, ni delgado, ni grueso, ni corto, ni largo, sin forma
como la luz, lo que permanece es el Uno, Shiva, la Liberación, Yo soy.
Para mí, ni estado de vigilia, de sueño o de sueño profundo. Formando estos tres
estados parte de lo condicionado, yo soy el cuarto (turîya). Lo que permanece es el Uno,
Shiva, la Liberación, Yo soy.
Porque el Sí-mismo es considerado como el bien supremo, porque está establecido por
él mismo, y no depende de nada, todo este universo es insignificante. Lo que permanece
es el Uno, Shiva, la Liberación, Yo soy.
No es el primero. ¿Cómo podría haber un segundo que sea otro? No está más aislado
que no aislado, no tiene más vida que no vida, puesto que él es sin dualidad. ¿Cómo
podría yo describir Esto que está demostrado en todos los Upanishad?...”
Manishâpancakam.
“Este Príncipe consciente que se manifiesta tan claramente en los tres estados de
experiencia (vigilia, sueño y sueño profundo), penetra todas las encarnaciones desde
Brahmâ hasta la hormiga; es el testigo del mundo.
Si una semejante inquebrantable realización existe en cualquier persona, sea quien sea,
ya se trate de un intocable (chândala) o de un dios bien nacido (dvija), esta persona
merece ser honrada. Esta es mi opinión (manishâ mama)”. (1).
Dakshinâmûrti stotra.
48
“A El, que ve el universo como una ciudad reflejada en un espejo dentro de Sí mismo,
pero siendo como proyectado fuera de Sí mismo a causa de la ilusión (mâyâ) semejante
al sueño; a El, que percibe en el momento del despertar su propio Sí-mismo; a El, que
posee la forma perfecta del Instructor, en el Bienaventurado Dakshinâmurti, ofrezco mi
obediencia (tasme srî gurumurtaye nama idam srî dakshinâmûrtaye). (1).
A El, en quien sólo la luz, propia de la existencia, resplandece, irradiando el mundo
fenoménico que es como la no-existencia; a El, que enseña por conminación védica:
“Esto eres tú”, a aquellos que se entregan a El; a El quien, si se realiza, no regresa más
al océano de los renacimientos; a El, que posee la forma perfecta del Instructor, en el
Bienaventurado Dakshinâmûrti, ofrezco mi obediencia. (3).
A El, cuya forma es al mismo tiempo este universo cambiante y permanente, que
aparece como tierra, agua, fuego, aire, éter, sol, luna y alma, por encima del cual,
supremo y todopoderoso, no existe ningún otro para todos aquellos que buscan; a El,
que posee la forma perfecta del Instructor, en el Bienaventurado Dakshinâmûrti, ofrezco
mi obediencia”. (9).
Shivânandalaharî.
“En mi corazón adoro a Shiva conocido por los tres Vedas, Aquel que arrebata el
espíritu, el destructor de las tres ciudades, el primero, con tres ojos, majestuoso en su
profusión de prolongados cabellos, con serpientes bulliciosas por collar y un antílope, el
Gran Señor, la Divinidad que ha tenido piedad de mi, el maestro de las almas y la
consciencia elemental, el esposo de la Madre, el supremo Ilusionista. (3).
39
Se conoce también con el nombre de higuera de La India (N. del T.).
49
De la misma forma que las semillas se unen de nuevo al árbol ankola, la aguja al imán,
la mujer virtuosa a su marido, la liana al árbol y el río al océano, así mismo la corriente
del espíritu alcanza los pies de loto del Señor de las almas y reside en ellas por siempre,
es esto lo que se llama: devoción. (61).
¡OH, Shambhu!...Tus pies están habituados a caminar sobre los pétalos de loto del
espíritu de los ascetas. ¿Cómo pueden entonces llamar a la puerta que constituye el
duro pecho del dios de la muerte (Yama)? Tus pies son muy dulces. Mi espíritu medita.
OH Señor, permíteme que pueda ver tus pies. Los tomaría en mis manos. (79).
No hay la más mínima felicidad en la adoración de aquellos dioses que están sujetos al
nacimiento y a la muerte; no hay ninguna duda al respecto. Aquellos que adoran al
Señor de Pârvati que no ha nacido nunca, que es por tanto eterno, están
verdaderamente bendecidos, porque conocen la suprema beatitud. (83).
Atmabodha.
El Sí-mismo, sol del conocimiento, se revela en la cavidad del corazón y destruye las
tinieblas de la ignorancia. Dominando y sustentándolo todo, el Sí-mismo resplandece por
él mismo, y todas las cosas son iluminadas por Él”. (67).
Vivekacûdâmani.
Hay almas buenas, tranquilas y magnánimas que hacen surgir el bien alrededor de ellas
como la primavera. Habiendo franqueado ellas mismas el océano de los nacimientos y
las muertes, ayudan a las demás a atravesarlo, sin pensar en ninguna recompensa.
(37).
Un padre puede contar con sus hijos para liberarse de sus deudas, pero no puede contar
más que consigo mismo para su liberación. (51).
El yo está afectado por el placer cuando los objetos de los sentidos le son favorables, y
afectado por el sufrimiento cuando le son hostiles. Ahora bien, placer y sufrimiento son
propiedades del yo, y no del soberano âtmâ. (105).
40
En realidad, la primera envoltura (ânandamaya-kosha) estaría más allá de la individualidad, es decir, en el
ámbito de lo no-formal. Las siguientes tres (vijnânamaya-kosha, manomaya-kosha y prânamaya-khosa)
constituirían la forma sutil del estado individual humano, y el quinto y último vehículo (annamaya-kosha) es
la forma corporal grosera que corresponde, en el estado humano, a su modo de manifestación más exterior.
Remitimos al lector, para un mayor detalle, al capítulo IX de la obra de René Guénon ya citada: El hombre y
su devenir según el Vedanta (N. del T.).
51
Mirarlo todo con el mismo desapego en este mundo lleno de cualidades y defectos,
naturalmente diversos, es un privilegio del hombre liberado. (433).
Como el cielo, estoy más allá de toda contaminación; como el sol, soy diferente de las
cosas iluminadas. Soy inmóvil como una montaña. Soy ilimitado como el océano. (499).
A veces loco, a veces sabio; a veces revestido del esplendor de un rey; a veces dulce, a
veces peligroso como una serpiente; a veces honorable, a veces despreciable, a veces
desconocido, así vive el sabio siempre dichoso de la suprema beatitud. (542).
Aparokshânubhuti.
“Las cuatro cualificaciones preliminares, tales como la renuncia, etc., pueden aparecer
en los hombres gracias al culto al Señor Hari (Vishnu), a sus austeridades, al
cumplimiento de los deberes relativos a las diferentes castas y periodos de la existencia.
(3).
¿Quien soy yo?... ¿De donde viene el mundo?.... ¿Quien es su creador?... ¿De qué
sustancia está hecha el mundo?...Esta es la manera con que se debe dirigir la búsqueda
(vichâra). (12).
De la misma manera que un objeto de oro tiene siempre la naturaleza del oro, un ser
nacido de Brahma posee siempre la esencia de Brahma. (51).
Así como existe siempre una relación de causa a efecto entre la tierra y la jarra,
análogamente existe la misma relación entre Brahma y el mundo manifestado. Esto ha
sido establecido por la fe en los textos de las Escrituras y por el razonamiento. (66).
Transformando la visión ordinaria en una visión de conocimiento, se debe mirar el mundo
como Brahma. Esta es la más noble de todas las visiones, y no aquella que consiste en
fijar su atención en la punta de la nariz. (116).
Las personas que son muy hábiles en discutir sobre Brahma no alcanzan la realización
del Sí-mismo. Están muy apegadas a los placeres del mundo. Estos seres nacen y
mueren constantemente por el sólo hecho de su ignorancia. (133).
Upadeshasâhasrî.
Maestro: “Que la confusión reside en la combinación del cuerpo, de los sentidos y del
sentido interno, o que está producida por el Sí-mismo, ¿a qué conclusión conduce?”.
Discípulo: “Si yo no soy nada más que una combinación del cuerpo, de los sentidos y
del sentido interno, entonces no soy inteligente y existo por mediación de otro. En
consecuencia, la confusión del cuerpo con el Sí-mismo no está establecida por mi. Si yo
soy el supremo Sí-mismo, diferente de la combinación del cuerpo, de los sentidos y del
sentido interno, entonces soy inteligente e independiente. Por lo tanto, la confusión que
es el germen de todos los males está aplicado sobre el Sí-mismo por mi que soy
inteligente”.
Maestro: “Si sabes que esta confusión errónea es el germen de todos los males,
entonces no la tengas en cuenta”.
Maestro: “Entonces no eres inteligente. Existes por tu propio interés. Aquel que te
ordena actuar es inteligente y es independiente. No eres nada más que una combinación
del cuerpo, de los sentidos y del sentido interno”.
Discípulo: “Si no soy inteligente, ¿cómo es posible que pueda percibir las sensaciones
de placer y tristeza, y cómo puedo comprender esto que os he dicho?...”.
Discípulo: “Porque percibo las dos como objetos. Si fuera idéntico a ellas, no sería
capaz de percibir ni una ni otra, pero de hecho las percibo. Entonces soy diferente de
ellas...”.
Maestro: “He aquí lo que es correcto. Eres independiente, eres inteligente y no estás
dirigido por otro. Un ser inteligente no existe por interés de otro, ni está obligado por otro.
Es inconcebible que un ser inteligente dependa de otro ser inteligente. Son iguales como
53
las luces de dos lámparas. No existe en absoluto ningún ser inteligente que dependa de
un ser no inteligente”. (Prosa II, 62-71).
“De la misma manera que el sufrimiento de un hijo está sobreañadido por el padre sobre
sí mismo, que no le cuesta nada, análogamente el ego está sobreañadido sobre el Sí-
mismo que es eternamente libre de cualquier tipo de sufrimiento”. (Verso II, 18, 20).
Pancîkaranam.
Veamos ahora el texto completo del Pancîkaranam, sobre el cual Sureshvara, discípulo
de Shankâra, ha redactado una glosa (vârttika) de sesenta y cuatro versos.
“OM...Viraj43 es el nombre que designa la suma total de los cinco elementos combinados
por quíntuple dosificación, y sus modificaciones. Es lo que se llama el cuerpo grosero de
âtmâ. El estado de vigilia es aquel donde los sentidos permiten obtener el conocimiento
de los objetos. Cuando âtmâ se identifica a la vez con el estado de vigilia y el cuerpo
grosero, es llamado Vaishwânara. El conjunto de los tres (cuerpo grosero, estado de
vigilia y Vaishwânara) corresponde a A, la primera letra de la sílaba OM (pronunciada
Aum).
Los cinco elementos rudimentarios, antes de ser combinados por quíntuple dosificación,
así como sus modificaciones, junto con la forma sutil con sus diecisiete partes (los cinco
soplos vitales, las diez facultades de sensación y de acción, el sentido interno y la
consciencia individual), constituyen en conjunto lo que se llama Hiranyagarbha44. Esto es
la forma sutil del Sí-mismo (âtmâ).
Cuando los órganos de los sentidos están inactivos, el conocimiento nacido de las
impresiones del estado de vigilia y las representaciones imaginales son llamadas en su
conjunto estado de sueño. Taijasa45 es el Sí-mismo (âtmâ) que se identifica con el estado
41
Ver nota 38 (N. del T.).
42
Manifestación grosera o corporal (N. del T.).
43
Viraj designa a la inteligencia cósmica en tanto que rige y unifica en su totalidad al conjunto del mundo
corporal (N. del T.: extraído de El hombre y su devenir según el Vedanta, obra ya citada).
44
Para un mayor detalle, remitimos al lector al capítulo XIII de El hombre y su devenir según el Vedanta (N.
del T.).
45
Ibidem (N. del T.).
54
de sueño y la forma sutil. El conjunto de los tres (forma sutil, estado de sueño y Taijasa)
corresponden a U, la segunda letra de la sílaba OM.
Esto está mostrado en la Shruti: “Esto eres tú”; “Yo soy Brahma”; “Brahma es
Consciencia y Beatitud”; “Este Sí-mismo es Brahma”; etc. Es esto lo que se denomina la
quíntuple dosificación (Pancîkaranam).
Aquí finaliza el corto tratado intitulado Pancîkaranam, compuesto por Bhagavan Sri
Shankarâchârya.
Gaudapâda: “Los sabios liberados de los apegos, del temor o de la cólera, muy
instruidos en los Vedas, han visto plenamente a âtmâ sin-dualidad, desprovisto de toda
determinación ilusoria, en quien se extinguen todas las diferencias”.
Shankâra: “El conocimiento perfecto, tal y como está descrito más arriba, es glorificado
así: los sabios que están siempre limpios de toda mancha como el apego, el miedo, el
odio, la cólera, que se dedican a la reflexión, que saben distinguir lo real de lo irreal, que
captan el significado de los Vedas, y que han comprendido el sentido profundo de los
Upanishad, ven, es decir, aprehenden el Sí-mismo exento de cualquier determinación
ilusoria. Solo los ascetas (sannyâsin), cuyo espíritu está libre de toda mancha y que han
encontrado la verdad del Vedanta, pueden percibir verdaderamente el Sí-mismo, y no los
lógicos cuyo corazón está lleno de pasión y que no ven más que la verdad de su propio
sistema”. (Mândûkya Kârikâ bhâshya II, 35).
46
Ibidem capítulo XIV (N. del T.).
55
Gaudapâda: “Es a causa de la ilusión, y no por ninguna otra razón, que el Sí-mismo que
no ha nacido nunca aparece como diferenciado; porque si fuese realmente múltiple, el
Principio inmortal se convertiría en mortal”.
Shankâra: “Lo único verdaderamente real está diversificado por la ilusión (mâyâ); al
igual que la luna, que es única, parece múltiple a cualquiera cuyo órgano visual estuviera
defectuoso, la cuerda aparece como una serpiente o como un chorro de agua. La
multiplicidad no existe, el Sí-mismo no tiene partes; lo que tiene partes está diversificado
por las modificaciones de estas partes, como la tierra por los diferentes objetos, un jarro,
etc. Pero aquello que es sin partes, no-nacido, no se diversifica bajo ninguna forma, de
ninguna manera y de ningún modo. Tal es el sentido de este verso. Si fuera
diversificado, este Único inmortal, no-nacido, que existe por naturaleza, se volvería
mortal, sería entonces como si el fuego se volviera frío. No se puede aceptar esto,
porque un cambio de naturaleza es contrario a toda evidencia. El Sí-mismo, que no ha
nacido jamás, que es sin-dualidad, está diversificado únicamente por mâyâ, pero no
realmente. De esta manera, la dualidad no es la suprema verdad”. (Mândûkya Kârikâ
bhâshya III, 19).
Bhagavadgîtâ Bhâshya.
Comentario: “Lo irreal no tiene existencia. Lo irreal, por ejemplo los pares de opuestos
como el frío y el calor con sus causas, no tiene ser, es decir existencia, porque la pareja
56
La intención es así formulada: Tú también (OH Arjuna) adopta el punto de vista de estos
sabios que ven la realidad, abandona la pena y la perdición, considera que las parejas
frío-calor, etc., de manera inconstante, son una modificación irreal que constituyen una
falsa apariencia, como el agua vista en un espejismo. Sé paciente”. (Bhagavadgîtâ
bhâshya II, 16).
Brahmasûtra Bhâshya.
Algunos dicen: “Es imponer a una cosa determinada las propiedades de otra cosa”.
Varios: “Es el error que se produce cuando no se aprehende la distinción entre la cosa
que se superpone y aquella que es superpuesta”.
Otros explican: “Es asumir que tal cosa tiene propiedades contrarias a tal otra a la cual
ella está superpuesta”.
En todo caso, se dan estas concordancias de que las propiedades de una determinada
cosa aparecen en otra. Es, por ejemplo, lo que el sentimiento común expresa cuando se
dice que el nácar se parece a la plata; que la luna, que es única, aparece como si fuera
doble.
Objeción: “Pero, ¿cómo podría haber superposición de los objetos y de sus propiedades
en el Sí-mismo interno (pratyagâtmâ), que no es un objeto? Cada uno, en efecto,
superpone este objeto a tal otro puesto ante sus ojos: ahora bien, has dicho que el Sí-
mismo interno, estando despojado de la noción del tú, no era un objeto”.
Desde la mitad del siglo VIII hasta nuestros días, han aparecido un gran número de
comentaristas del Advaita (bhâshyakâra) en todos los rincones de la península. La
mayoría de ellos eran nativos del Sur de La India (Malabâr, Kânsipuram, Tanjore), o del
Noroeste (Mithilâ y Bengala). Se pueden contar por centenas los maestros que, a partir
de Shankâra, ilustraron la gran tradición del Advaita Vedânta. Podemos encontrar más
de 500 comentarios sobre los Upanishad, 185 sobre el Brahmasûtra, 35 sobre el
Bhagavadgîtâ.
En este último capítulo mostraremos la lista de los principales autores, algunos de los
cuales (Padmapâda, Sureshvara, Vâcaspatimishra, Srîharsha, Anandagiri,
Appayyadîkshita y Madhusûdana Sarasvatî) merecerían cada uno un estudio particular.
Sus obras han sido publicadas durante estos últimos cincuenta años, y son conocidas
por los especialistas. Pero muy pocas han sido traducidas a las lenguas occidentales, y
por tanto no han podido llegar aún al gran público cultivado. Aquí encontraremos algunos
extractos.
Los comentaristas indios, de manera general, son muy parcos en confidencias
personales. Algunos, sin embargo, aportan a veces, al final de sus obras, notas
biográficas. En la medida en que ellas nos informan al respecto, estas aportaciones han
sido incorporadas a la lista que sigue.
Padmapada.
Hastâmalaka.
Hastâmalaka stotra.
“¿Quien eres tú, mi niño, donde vas?... ¿Cual es tu nombre y de donde vienes?...Dime
todo esto claramente para sentirme feliz. Tu llenas mi corazón de alegría.
Esto que se entiende sin otra forma de cualificación, que asegura el funcionamiento de
la consciencia individual y de los sentidos, como el sol mantiene la actividad del
mundo, yo soy este âtmâ hecho de eterna experiencia (sa nityôpalabdhi svarûpo ‘ham
âtmâ). (2).
Esto que es conocimiento eterno como el fuego es calor, esto sobre lo que, único,
inmutable, se apoyan para actuar tanto la consciencia individual como los sentidos que
no son conocimiento, yo soy este âtmâ hecho de eterna experiencia. (3).
Así como el reflejo del rostro percibido en el espejo es idéntico al rostro, tal es este
reflejo de la consciencia en los pensamientos e idéntico a ella, que es el alma
individual, yo soy este âtmâ hecho de eterna experiencia. (4).
60
De la misma manera en que el reflejo desaparece cuando no está el espejo, y que sólo
permanece el rostro distinto de toda ilusión, es esta misma alma la que permanece sin
reflejo cuando se desvanecen los pensamientos, yo soy este âtmâ hecho de eterna
experiencia. (5).
Esto que brilla, único, por sí-mismo, esta consciencia pura, esta esencia de luz
multiplicada en los pensamientos, como el único sol reflejado en el agua de un cuenco,
yo soy este âtmâ hecho de eterna experiencia. (7).
Así como el sol ilumina los ojos sin nombre y al mismo tiempo constituye el objeto de
su visión, de la misma manera âtmâ ilumina los elementos sin nombre, él que es
consciencia única, yo soy este âtmâ hecho de eterna experiencia. (8).
De igual modo a como el ojo iluminado por el sol percibe una forma que, sin iluminar,
no la percibe en absoluto, de la misma manera es gracias a âtmâ, este sol único, que
es iluminada la facultad de la visión, yo soy este âtmâ hecho de eterna experiencia.
(9).
Así como el sol, aunque único, parece multiplicarse en las aguas agitadas mientras
que, en las mismas aguas tranquilas, debe ser distinguido de sus reflejos, del mismo
modo âtmâ aparece único en los pensamientos agitados, yo soy este âtmâ hecho de
eterna experiencia. (10).
Así como el sol aparece oculto y sin luz a aquellos cuya vista está nublada, del mismo
modo âtmâ aparece oculto a quienes su consciencia es presa de la ilusión, yo soy este
âtmâ hecho de eterna experiencia. (11).
Esto que es único, entretejido en todas las cosas, que ninguna cosa alcanza, que está
extendido, siempre puro, de naturaleza límpida, yo soy este âtmâ hecho de eterna
experiencia. (12).
Tal como los cristales puros aparecen como diferentes por la presencia de un
condicionamiento, del mismo modo tú apareces como diferente en las diversas
consciencias individuales; así como la luna tiembla en el agua, del mismo modo tú
resplandeces en este vasto mundo, ¡OH! Vishnu” (13).
Totaka Giri.
“OH Tú, que conoces todo el océano delicioso de las Escrituras, tú que has honrado
el tesoro de las ideas expuestas en los Upanishad, en mi corazón medito sobre tus
pies sin mancha. Sé mi único refugio, OH maestro Skankâra (Bhava Shankâra
desika me saranam).
61
¡Por Ti los seres conocerán la salud!...OH Tú, que muestras la inteligencia más
aguda para alcanzar el conocimiento del Sí-mismo, permíteme conocer lo que
distingue a Dios de las almas. Sé mi único refugio, OH maestro Shankâra.
Por Ti el deseo de la unidad vendrá únicamente cuando las acciones virtuosas sean
cumplidas en tu nombre. Protege mi persona tan desamparada. Sé mi único refugio,
OH maestro Shankâra.
¡OH maestro!...Para salvar el mundo, los grandes asumen formas muy variadas y
recorren la tierra bajo disfraces. Entre ellos tú resplandeces como el sol. Sé mi único
refugio, OH maestro Shankâra.
¡OH el más excelente de los maestros!... ¡Señor supremo con el toro por
estandarte!... ¡Ningún sabio puede igualarte!...Tú estás lleno de compasión para
aquellos que han recurrido a ti, tesoro supremo de la Verdad. Sé mi único refugio,
OH maestro Shankâra.
Ni una sola rama del conocimiento ha sido correctamente comprendida por mí.
Tampoco tengo ni siquiera un poco de oro que ofrecer. Haz descender lo más pronto
posible sobre mi tu innata compasión. Sé mi único refugio, OH maestro Shankâra”.
Suresvara.
48
Este término “filosofía” no tiene en absoluto, y menos en este contexto, nada que ver con el burdo
concepto y los múltiples sistemas conceptuales y limitados que, en el mundo moderno (originado a partir del
siglo XIV), se engloban bajo el mismo. Más bien hay que considerarlo en el sentido de los antiguos (N. del
T.)
62
El intelecto49 asume todas las formas; el Sí-mismo es sin forma. El intelecto existe
por otro; el Sí-mismo existe por él mismo. El intelecto, sujeto al pasado, al
presente y al futuro, es destruido momentáneamente. El Sí-mismo está más allá
del tiempo, inmóvil y firme como el pico de una montaña”. (Naishkarmyasiddhi, II,
74).
Vimuktâtmân.
Vâcaspatimisra.
Nativo de Mithilâ (al norte de Bihâr), Vâcaspatimisra es uno de los grandes nombres
de la literatura advaitina. Le debemos los comentarios sobre los principales puntos de
vista (darshana) de la especulación tradicional hindú. Uno de ellos, escrito en el siglo X,
sobre el Brahmasûtra bhâshya de Shankâra, lo tituló dándole el nombre de su esposa:
Bhâmatî.
Vâcaspatimisra llevaba una vida tan ascética y dedicada al estudio, que olvidó por
completo sus deberes conyugales. Bhâmatî, su esposa, una verdadera compañera
hindú, no le hizo jamás ningún reproche al respecto. Por el contrario, continuaba
sirviendo a su marido con mucho amor y atención. Cuando Vâcaspatimisra, hacia la
edad de sesenta años, hubo terminado la redacción de su Comentario, tomó consciencia
de los perjuicios que había causado a su mujer y le pidió perdón. Bhâmatî le respondió
que su único pesar es no haber tenido un niño que perpetuara su descendencia.
Vâcaspatimisra consoló a su esposa: “Daré tu nombre a mi Comentario y haré conocer a
la posteridad tu vida ejemplar de renuncia”.
De hecho, Bhâmatî se convirtió en el texto base de una de las dos escuelas de
interpretación. La otra, ya lo hemos visto, lleva el nombre de “escuela de iluminación”
(Vivaranaprasthâna) y se reclama hacia el año 975, por mediación de Prakâsârman, de
Padmapâda.
Sarvajnâtmân.
(avidyâ), y la naturaleza esencial de Brahma. Para él, existen únicamente diez palabras
que pueden cualificar a Brahma de una manera positiva; y estos diez términos sánscritos
son: eterno (nitya), puro (suddha), consciente (buddha), libre (mukta), verdadero (satya),
sutil (sûkshma), Ser (sat), omnipresente (vibhu), absoluto (advitîya) y beatitud (ânanda).
El Samkshepasârîraka fue honrado, a lo largo de los siglos, con doce comentarios,
siendo el más reciente el de Madhusûdana Sarasvatî, escrito en el siglo XVII con el título
de Sârasangraha.
Srîharsha
Uno de los maestros dialécticos posteriores a Shankâra fue Srîharsha, que vivía en el
Norte de La India, concretamente en Kanauj, en el siglo XI. Con la intención de refutar
las doctrinas budistas y las tesis de los lógicos hindúes (Naiyâyika), compuso la Dulzura
de la crítica (Khandanakhanda khâdya). Esta obra, con el paso de los siglos, fue honrada
con doce comentarios.
Srîharsha se sitúa históricamente en una época que, desaparecidos los antiguos
adversarios, los brahmanes-filósofos quisieron retomar, en el seno de la ortodoxia, sus
querellas. Dirige sus dardos contra las diversas escuelas budistas, y sobre todo, en el
Khandanakhanda khâdya, contra las teorías de la nueva escuela de lógica hindú que
oponía sus concepciones dualistas a los puntos de vista de Shankâra.
Krishnamisra.
Fue el autor del célebre drama sánscrito La subida de la luna del despertar (del
conocimiento), (Prabodhacandrodaya). Vivió en Kâlanjara, distrito de Bundelkhand, hacia
finales del siglo XI. El Prabodhacandrodaya, que Sylvain Lévi ha considerado como la
obra maestra incontestable del teatro alegórico, es una pieza escrita para la gloria del
sistema vedántico. Krishnamisra transformó muy hábilmente las abstracciones del
Vedanta en personajes escénicos.
Veamos un extracto del sexto acto de este drama, del que pronto podremos disponer
su versión completa en lengua francesa gracias a la minuciosa traducción de Armelle
Pédraglio.
Ser (Purusha), siendo presa del extravío, ya no sabe que él es el Señor supremo. De
un simple contacto espiritual entre Upanishad y Discernimiento, nacerán dos hijos
gemelos: Ciencia (Vidyâ) y Subida del Despertar (Prabodhodaya) que le conducirán a
reencontrarse como tal.
Ser (con curiosidad): “¡Reina! Deseo saber por vuestra gracia quien es entonces
este Señor (Iswhara)”.
Upanishad (fingiendo cólera): “¿Quien entonces dará una respuesta a aquel que,
como un ciego, no se conoce?”
Ser (con alegría): “¡Cómo! ¿Soy yo, Ser (Purusha), el Supremo Señor?”
Upanishad: “¡Si!...de esta manera: Este Ser eterno no es otro que tú; tú no eres
diferente de Dios, el Ser supremo (Purushottama). Esto mismo es distinto de ti a
causa de la Ilusión (Mâyâ) sin principio, como el disco solar tiene su reflejo en el
agua”. (25).
Discernimiento: “He aquí: una vez que se han destruido los principios cósmicos
(tattva) al mismo tiempo que su esencia, disociando (del Sí-mismo) la noción ‘yo soy
esto’ con la ayuda de la palabra ‘no’, se comprende en la audición de la frase ‘Tú eres
Esto’ (tat tvam asi) el sentido de la palabra ‘tú’ como consciencia pura. Entonces se
eleva, tranquila, infinita, felicidad naciente en lo más profundo de sí, la Luz que se
ilumina a sí misma y disipa la oscuridad del curso de las existencias”. (27).
Anandagiri.
Amalânanda.
Este autor escribió, en la segunda mitad del siglo XIII, comentarios sobre las obras de
Shankâra y Padmapâda. Su glosa intitulada El Árbol de los deseos del Vedânta (Vedânta
kalpataru) es uno de los seis comentarios de la Bhâmati de Vâcaspatimisra.
Citsukha.
65
Con la intención de refutar a los lógicos dualistas, Citsukha (a finales del siglo XIII)
compuso La Lámpara que ilumina el Principio (Tattva pradîpikâ).
Govindânanda.
Shankarânanda.
Sridharasvâmi.
Bhâratî Tîrtha.
Bhâratî Tîrtha fue el maestro del gran metafísico Vidyâranya. Según consta en los
archivos del monasterio de Sringeri, ocupó en este lugar las elevadas funciones de
maestro espiritual del mundo (jagadguru) hacia la mitad del siglo XIV. Se le atribuye
comúnmente la redacción del tratado intitulado: La Discriminación entre el espectador y
el espectáculo (Drg drsya viveka), uno de los más célebres manuales de iniciación
vedántica. El interés de este corto tratado, que tan sólo recoge cuarenta y seis versos, es
su descripción de los diferentes modos de concentración (samâdhi).
“La forma es la cosa percibida, el ojo es el que la percibe. Al mismo tiempo el ojo es
percibido, siendo el sentido interno (manas) el sujeto que percibe. Este mismo
sentido interno y sus modificaciones aún son cosas percibidas; y el que percibe
estas últimas cosas es el verdadero sujeto-testimonio (sâkshin), el cual no es
objeto de percepción. (1).
Las formas varían con las diferencias de sus cualidades (son azules o amarillas,
gruesas o sutiles, cortas o largas, etc.): el ojo las ve, él, permaneciendo idéntico a
él mismo. (2).
Las diversas características del ojo (es ciego, débil o penetrante) pueden ser
reconocidas por el sentido interno, en tanto que centro único. Ocurre lo mismo
para el oído, la piel y los demás órganos de los sentidos. (3).
50
Ver nota 53 (N. del T.).
66
En el éter, el aire, el fuego, el agua y la tierra, tanto como en los dioses, las bestias y
los hombres, Ser puro-Consciencia-Beatitud son atributos comunes a todos. Son
las formas y los nombres los que son diferentes. (21).
Vidyâranya.
“Los budistas, sumergidos en las tinieblas, no respetan la Sruti, no teniendo ojos más
que para la inferencia; han llegado a negar a âtmâ. El seguidor del Vedanta al
budista: tú dices: La vacuidad era. ¿Dices que está asociada a la existencia, o que
consiste en la existencia?...Ni una ni otra de estas propiedades son propias de la
vacuidad, puesto que la contradicen. El sol no sabría unirse a la oscuridad, ni tener
la naturaleza de la oscuridad. Al ser la existencia y la vacuidad contradictorias,
¿cómo puedes decir: La vacuidad era? (II, 31-33).
A menos de haber caído víctima de una ilusión, nadie se arriesgaría a sostener que es él
mismo no-existente: también la Sruti declara que resulta insostenible la posición del
hombre que afirma la no existencia del Sí-mismo. (III, 24).
Tú que estás habilitado a enseñar las Escrituras y a enseñar los Veda, eres libre de
consagrarte a ello. Pero a mí, la obra no me encadena; en consecuencia, las
conminaciones védicas no se me aplican. (VII, 257).
Tras un pasaje de la Katha upanishad, que declara que mucha gente no tiene la
posibilidad de entender hablar de la realidad de Brahma, los obstáculos que
encuentra un ser para retomar este estudio provienen de las acciones que ha
cometido en otros tiempos. (IX, 53).
Lakshmîdhara.
El que está dormido no conoce su sueño. Mientras que para aquel que no sueña,
no hay ni sueño ni estado de vigilia. Yo soy el testimonio de los estados de
sueño, de vigilia y de sueño profundo. Por tanto, yo no soy el sujeto de estos tres
estados. (11).
Yo soy el esplendor de sabor único, implicado en la fórmula: Esto eres tú, sin
mezcla, gracias a la renuncia, a la inaccesibilidad, a la limitación, a la diversidad.
(26).
Yo soy el esplendor en toda la plenitud, centrado sobre ella misma, sin principio ni
fin, en quien las apariencias del universo, del alma individual, del discípulo, del
maestro y del Señor se han desvanecido. (27).
Puede esta miel de la no-dualidad, recogida en los lotos del otoño que son los
versos del poeta Lakshmîdhara, ser degustada por las abejas que son los
sabios”. (28).
Sadânanda.
Sadânanda Yogindra Sarasvatî (mitad del siglo XV) pertenecía a una de las diez
órdenes de ascetas shankârianos, la de los Sarasvatî, que ha dado algunos de los más
eminentes maestros del Advaita Vedanta, como por ejemplo fueron Madhusûdana
Sarasvatî, Brahmânanda Srasvatî y Upanishad-brahmendra Sarasvatî. Sadânanda es el
autor de un excelente manual de iniciación, La Esencia del Vedanta (Vedântasâra). A lo
largo de este tratado, que recoge doscientos cuarenta sûtras repartidos en seis
capítulos, se revela que Sadânanda había leído y sacado provecho de las obras de sus
predecesores del Advaita: Gaudapâda, Shankâra, Hastâmalaka, Suresvara y Vidyâranya.
“Al igual que un bosque, desde el punto de vista de los elementos que lo componen,
puede ser llamado los árboles, y un depósito ser llamado las aguas, análogamente si
observamos la ignorancia en sus elementos, se la puede considerar como múltiple.
De esta manera, está dicho en el siguiente pasaje de la Sruti: Indra por sus mâyâ
reviste varias formas. (Rig Veda VI, 47, 18). (40).
Al igual que el éter (Akâsha) envolviendo al bosque parece el éter que rodea a los
árboles, e igualmente el espacio reflejado en el agua al espacio reflejado en el
depósito, análogamente el Señor (Iswhara) y el Conocimiento (Prâjna), asociados con
los atributos ilusorios, son idénticos. De esta manera está escrito en el siguiente
pasaje de la Sruti: El es el Señor. El es omnisciente. El es el testimonio interno. El es
la fuente de todo lo que existe. El es la causa del origen y de la destrucción de las
criaturas. (Mândûkya upanishad, VI). (48).
68
Este estado mental (que tiene la forma: ‘Yo soy Brahma’) junto con la reflexión de la pura
Consciencia que toma por objeto al supremo Brahma, desconocido, pero idéntico con
el Sí-mismo, destruye la ignorancia relativa a Brahma. Al igual que una tela se quema
cuando los hilos que la componen se queman, análogamente los efectos de la
ignorancia se destruyen cuando su causa, a saber la ignorancia, es destruida. Una
vez que la ignorancia es destruida, este estado mental es igualmente destruido.
(172).
Un liberado en vida (jîvan mukta) es aquel que por conocimiento del absoluto Brahma,
su propio Sí-mismo, cazó la ignorancia atada al Sí-mismo y ha realizado al absoluto
Brahma, su propio Sí-mismo, y quien habiendo destruido la ignorancia y sus efectos
(las acciones anteriores acumuladas, las dudas, los errores) es libre de cualquier
servidumbre y permanece en Brahma. (217).
Tras la realización, la humildad y todas las virtudes que sirven para obtener el
conocimiento, las cualidades que resultan de la ausencia de odio, persisten como
simples ornamentos”. (224).
Prakâsânanda.
Appayyadîkshita.
Bhattojî Dîkshita.
Dharmarâjâdhvarin.
Madhusûdana Sarasvatî.
Brahmânanda Sarasvatî.
51
Las perspectivas de transmigración que se les presentan a estos hombres son sustancialmente nefastas y
pueden llegar a implicar incluso la pérdida, junto con todas sus prerrogativas ontológicas, de la situación
central ocupada en el estado humano. Es decir, que su remanifestación a un nuevo estado de manifestación
podría darse en unas condiciones parecidas a las que ocupan los animales en el estado humano, una situación
periférica alejada en mayor o menor medida del centro. Se trata pues, sin ninguna duda, de una trágica
oportunidad perdida dado que, como dicen los orientales, el nacimiento humano es difícil de obtener debido
a sus características específicas, la más importante de las cuales es la posibilidad de obtener la Liberación
(extraído de la obra ya citada: Thánatos: el Hombre, la Muerte y los destinos de Ultratumba) (N. del T.).
71
Bhâskara.
Upanishadbrahmendra Sarasvatî.
Desde el siglo XIX hasta nuestros días, es muy difícil seguir el destino del Advaita
Vedanta. No significa esto que se haya periclitado, sino que todos los reformadores y los
numerosos movimientos sincretistas o neo-evolucionistas que ha conocido La India a
partir de 1814, apelan o se refieren a Shankâra. Estamos evidentemente muy lejos del
puro Advaita enseñado por Gaudapâda y el maestro de Kâladi.
Sabemos pocas cosas sobre las órdenes de ascetas (dasanâmî) fundadas por
Shankâra. Ciertos miembros de estas cofradías viven enteramente retirados del mundo.
Shankâra había fundado diez órdenes de ascetas exclusivamente reservadas a los
brahmanes: Tîrtha, Asrama, Sarasvatî, Bhâratî, Vana, Aranya, Pârvata, Sâgara, Giri y
Purî. Madhusûdana Sarasvatî extendió, en el siglo XVII, las seis últimas a las otras tres
castas52.
52
El eminente especialista de Shankâra, Paul Hacker, planteó en 1965, en un artículo del Wiener Zeitschrift,
una interesante cuestión. Tras un minucioso análisis de la obra, el sabio alemán ha revelado que Shankâra, al
menos en sus Grandes Comentarios, no nombró jamás a Shiva. Nos hemos ocupado de recabar aclaraciones
en el mismo lugar, en Malabâr, respecto a esta juiciosa nota, y veamos sustancialmente lo que se nos
respondió: el maestro Shankâra está considerado por todos los hindúes ortodoxos como una encarnación
plena del dios Shiva. Es un hecho que Shankâra, cuando evoca en sus comentarios a Brahma con atributos
(Saguna Brahma), nombra siempre a Vishnu. Por otra parte, se puede revelar en otras obras del maestro la
predilección que tenía por este aspecto particular de la Divinidad. ¿No ha escrito Shankâra un brillante
Comentario sobre la letanía del millar de nombres de Vishnu (Vishnu sahasranâma bhâshya), obra que goza
hoy día en La India de una inmensa popularidad entre los adeptos del Advaita? Además, es preciso aún
72
J.N. Farquhar había publicado en julio de 1925, en el Journal of the Royal Asiatic
Society, una nota sobre la organización de los sannyâsin del Vedânta. Es necesario un
estudio más profundo de este movimiento, el cual revelaría sin duda un gran número de
hechos insospechados. Se trataría, evidentemente, de un trabajo de gran envergadura
que debería ser efectuado por un equipo de especialistas de la etnología religiosa53.
La tradición del comentario es una de las constantes del espíritu hindú. Hemos visto
en este capítulo que todos los grandes comentadores eran o ascetas o brahmanes
protegidos por los príncipes. Si los renunciantes shankarianos escriben comentarios aún
hoy día, por contra los grandes letrados no se benefician más de protecciones reales.
Podríamos aún plantear, antes de concluir, una cuestión: ¿Existen actualmente seres
que la vía vedántica haya liberado?...Pero, ¿no es al mismo tiempo muy delicado
determinar en qué individuo particular se ha realizado realmente, o no, el supremo
Brahma?...
Una vez al año, durante los cuatro meses (câturmâsya) siguientes a partir de la luna
llena de junio (asâdha), periodo llamado de los monzones, los ascetas shankârianos que,
en condiciones normales no están jamás autorizados a permanecer más de dos días en
un mismo lugar, se fijan en un sitio preciso, generalmente cerca de un templo, donde
retoman, bajo la dirección de su preceptor, el estudio de los Upanishad con los
indispensables comentarios. Se celebra entonces un gran rito de homenaje (Vyâsa pûjâ).
Se honran conjuntamente seis grupos de cinco grandes maestros espirituales. El cuadro
señalar esto: cuando el maestro de Kâladi funda sus monasterios, los instala todos en lugares santos
vishnuítas: en Dvârakâ, la divinidad es Krishna; en Badarînath, Nara-Nârâyana; en Jagannâtha-Purî,
Krishna; por lo que concierne al Sâradâpîtha de Sringeri, se trata de hecho de un lugar muy antiguo de culto
a Vishnu. En lo más profundo de su ser, un advaitín es un sakta, es decir, alguien que adora a la Gran Madre
del Mundo, la Shakti universal; exteriormente lleva en su cuerpo los atributos de Shiva: cenizas sagradas,
collares de granos de rudraksha, etc.; en el plano de lo cotidiano, se conduce como un vaishnava, porque es
Vishnu quien ordena todas las actividades del mundo (antah sakto bahih vyavahare tu vaishnavah).
53
Dudamos de que el equipo adecuado sea de etnología religiosa, pues el Vedanta no tiene nada en común
con la religión, al ser una vía metafísica. Y dudamos más a causa del desconocimiento profundo, en
Occidente, respecto al sentido real de las tradiciones orientales (N. del T.).
73
Vocabulario.
nombre: vibhuti)
Brahmajijñâsâ Deseo de conocer a Brahma
Brahmâchârin Estudiante que ha hecho voto de castidad
Brahma Suprema Realidad idéntica, en el Advaita, al
Sí-mismo (âtmâ)
Shambhu Un de los mil nombres de Shiva
Shishya Discípulo
Srâddha Fe en el contenido de las Escrituras y en la
enseñanza del gurú
Sravanâ La audición
Srî Sakra Rueda de la Foruna que representa a la Diosa
Universal
Sruti Conjunto de los textos sagrados de la
Revelación védica
Dashanâmî Las diez órdenes de ascetas shankârianos
Dama Control del yo
Darshana Los seis puntos de vista tradicionales de La
India
Dharma Leyes del orden cósmico y de los deberes
individuales
Ekadanda Bastón de peregrino con un nudo, conferido
solemnemente a las tres primeras órdenes de
ascetas, a raíz de la entrada en la cofradía
shankâriana
Grâmam Ciudad brahmánica
Grantha Manuscritos en hojas de palmera (borassus o
coryphaea)
Grihastha Maestro principal
Iswhara El Señor (Principio de la Manifestación
Universal, Brahma cualificado)
Illam En Kerala, dominio brahmánico (otro nombre:
mana)
Istha devatâ Divinidad personal
Jagadguru Maestro espiritual del mundo
Japa Repetición de fórmulas sagradas
Jîvan mukta Liberado en vida
Jnâna El Conocimiento integral
Kamandalu Bote de abluciones de los ascetas
Kârikâ Versos mnemotécnicos
Kevalâdvaita (promulgado por Shankâra) Doctrina de la Unicidad de lo aislado
Kosha Las cinco envolturas del Sí-mismo
Krama mukti Liberación gradual
Mahâvâkya Grandes fórmulas upanishádicas
Manana Reflexión crítica
Manas La facultad o sentido interno
Matha Monasterio
Mauna Voto riguroso de silencio
Mâyâ La ilusión
Moksha La liberación
Mumukshu Aspirante a la liberación
Nâma rûpa Los nombres y las formas que nos impiden
percibir el Ser supremo
Nididhyâsana Meditación intensa
Nirvishesha brahma Lo absoluto desprovisto de especificación
Nivriti mârga Vía de la renuncia
Pâncâyatana pûjâ Rito ofrecido conjuntamente a las cinco
grandes divinidades del panteón hindú
Pandit Letrado
Pâthashalâ Escuela védica
Pradhâna En el sistema Sânkhya, la determinación
primordial
Prakarana Manual de iniciación
Prârabdha karma Actos que han determinado nuestro
75
nacimiento actual
Prasthânatraya Los tres textos de base del Vedanta,
incluyendo lod diez Upanishad, el
Brahmasûtra y el Bhagavadgîtâ
Pratibimba Reflejo
Pravritti mârga Vía de las acciones
Pûrva Mîmâmsâ Exégesis del ritual védico
Rishi Sabios que han “entendido y visto” el Veda
Sâdhana La realización
Sahasranâma stotra Letanía del millar de nombres de una
divinidad
Sâkshin El testimonio interior
Samâdhâna La concentración
Samâdhi Absorción completa en el Ser
Samhitâ Recopilación de himnos védicos
Samkalpa La voluntad
Samsâra gati Paso del alma individual de nacimiento en
nacimiento
Sanatâna dharma La Tradición eterna
Sannyâsin Aquel que ha renunciado al mundo
Satra Gran sacrificio védico
Savishesha brahma El absoluto especificado
Siddhi Poderes maravillosos adquiridos por los
ascetas
Smashâna Campo de cremación
Smriti Textos tradicionales por contraposición a Sruti
(textos revelados)
Sthûla sharîra Cuerpo grosero
Stotra Himnos devocionales
Sûkshma sharira Modalidad sutil del ser humano
Sushumnâ El cientounésimo canal que emerge por la
coronilla de la cabeza
Sûtra Colección de aforismos; literalmente: Hilo
Tapas Ascesis intensa
Tîrtha Lugares santos que comportan un vado
Titikshâ La paciencia
Turiyâ Cuarto estado trascendente, substrato de los
otros tres: vigilia, sueño y sueño profundo
Upâdhi Las limitaciones
Upâdhyâya Maestro de recitación de los textos sagrados
Upanayana Extremo del cordón sagrado para los jóveens
brahmanes
Upâsana La meditación
Vâda bhiksa Debate filosófico
Vairâgya La renuncia
Vârttika Textos concernientes a confirmar o a
enmendar un comentario precedente
Vatu Novicio
Vichâra Métodos de investigación
Vidvân Sabio
Vikshepa shakti Poder de proyección de mâyâ
Vivartavâda Doctrina de la emanación ilusoria
Viveka La discriminación
Vritti Glosa
Yâjña Sacrificio védico
Yatra Peregrinación
Cronología.
Constantemente revisadas en los últimos cincuenta años, las fechas propuestas aquí,
76
- 1000/500 Upanishad
500/550 Brahmânandi
700/750 Shankâra
720/770 Sureçvara
Siglo XI Çrîharsha
1350/1450 Çridharasvâmi
1520/1592 Appayyadîkshita
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Agradecimientos.
La Imprenta Nacional nos ha autorizado a reproducir una traducción del gran
hinduísta Louis Renou (Brahmasûtra Bhâshya). La señora Armelle Pédraglio nos ha
puesto muy amablemente a nuestra disposición un extracto del drama de Krishnamisra.
Nuestras traducciones, elaboradas bajo la supervisión del profesor Pierre-Sylvain
Filliozat, son inéditas.
Ilustraciones.
El fotógrafo Jean-Louis Nou ha recorrido La India junto al autor durante muchos meses.
De esta manera, ha podido inmortalizar la imagen de muchos lugares santos
mencionados en las hagiografías de Shankâra, y de numerosas ceremonias
brahmánicas y monásticas; el autor le reconoce y agradece las abundantes ilustraciones
que se han derivado de ello. El resto de fotografías tienen por fuentes: Cartier-Bresson
Magnum y Satyan-Rapho.
Este libro, el número treinta y nueva de la colección Maîtres Spirituels dirigida por
Paul-André Lesort, ha sido realizado por Dominique Lyon-Caen.