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El emprendimiento es un campo que se empezó a explorar hace muy poco tiempo, y aún más el
emprendimiento sostenible, que además del componente económico, implica la protección
ambiental y el desarrollo social (Rodríguez D.C. 2016, p. 3). Tras los daños ambientales y sociales
que trajo la revolución industrial, el concepto de emprendimiento sostenible, desarrollo sostenible,
o economía sostenible, que de acuerdo a la Comisión Brundtland fue definido como “el desarrollo
que asegura satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las
generaciones futuras” (1987); adquirió una gran relevancia y en poco tiempo se ha posesionado
en los países desarrollados como una de las principales preocupaciones de la economía. No
obstante, en Colombia el término parece no tener mayor relevancia entre los pobladores debido a
que en el país se generan estrategias poco efectivas para promover su desarrollo.
A pesar de que son muchos los proyectos que el estado ha venido desarrollando con la finalidad
de reactivar la productividad en el país, implementando políticas públicas de emprendimiento e
innovación, que en este sentido van de la mano para la generación de ideas y aplicabilidad en el
entorno socioeconómico y cultural; en la evolución del contexto, dichas iniciativas carecen de algo
fundamental: no existe dentro de su concepción el Emprendimiento Sostenible; no se tiene como
núcleo en las políticas del Estado crear fuentes de desarrollo sostenible para el país.
Así mismo, otro rasgo de la deficiente estrategia educativa, es el escaso espíritu emprendedor que
poseen los habitantes, pues “la mayor parte de los universitarios a punto de graduarse tienen
como meta obtener un empleo que garantice estabilidad y, si hay suerte, una sólida carrera. Todo
eso en la empresa de otros, pero muy pocas veces en una propia” (Villegas G. 2012). Esto se traduce
en lo que podría señalarse como pobreza de emprendimiento, siendo una porción bastante
reducida de la población la que decide emprender, de la cual, un porcentaje bastante considerable,
emprende por necesidad. Según el informe global GEM, Colombia presenta una de las tasas más
altas en el emprendimiento por necesidad (Revista Dinero 2017); lo que ahonda aún más el
problema de pobreza de emprendimiento en virtud de que el emprendimiento por necesidad “es
de carácter informal, generalmente con bajos niveles de innovación y valor agregado” (Revista
Dinero 2017). En ese sentido, si el emprendimiento en Colombia es un concepto al cual un reducido
número de habitantes le apuesta, la participación en la iniciativa de emprendimiento sostenible,
es incluso menor.
A su vez, otro de los factores que limitan el desarrollo del emprendimiento sostenible, y que, en
lugar de formular estrategias para mitigarla, pareciera que en Colombia se hace lo contrario, es la
pobreza; la pobreza estructural como un derivado de la educación. Según López H. (2007), citado
por Duran J. P. (2013), “la pobreza estructural se puede explicar por las llamadas “trampas de la
pobreza”, en donde generación tras generación las familias quedan atrapadas en círculos viciosos
de pobreza con condiciones que se retroalimentan y empeoran su situación en el tiempo. Las
“trampas de la pobreza” pueden ser tanto individuales (Trabajo infantil, analfabetismo, capital de
trabajo, no aseguramiento, desnutrición, demografía, uso de tierras y criminalidad, entre otros),
como regionales (físicas y geográficas, fiscales, ambientales, de baja calificación, y de
desplazamiento forzado, entre otras)”.
En concordacia, la pobreza estructural se puede plantear, en gran medida, como una consecuencia
de la calidad de la educación, pues “la acción educativa entrega los elementos necesarios para
conseguir la promesa primera de educarse y de la consecuente vida mejor” (Bazdresch M. 2001.
P, 3). Dicho de otra manera, como resultado de la inefectividad de las estrategias educativas, la
pobreza representa una barrera extensiva que hay que superar para así introducir el concepto de
emprendimiento sostenible en el país, pues conviene subrayar que “poner en el actual momento
lo sostenible como el objetivo de nuestras preocupaciones […] suena […] poco menos que como
un chiste para sociedades cuyo nivel de satisfacción de necesidades básicas es mínimo” (Barrantes
R , 1991).
Finalmente denotamos a lo largo de este análisis que Colombia ha tenido frente a sus políticas
públicas, una visión miope del sistema educativo a nivel universitario, de educación media o
básica, y del emprendimiento, como base para estimular la productividad, en virtud de que en su
noción de economía y esquema educativo no existe el concepto “sostenible” como piedra angular.
Con esta síntesis se pone de manifiesto que en el país se generan estrategias poco efectivas para
promover el emprendimiento sostenible; situación que requiere con urgencia una mirada y un
cambio del actual enfoque, desde la dinámica económica, social, política y ambiental.
REFERENCIAS
Bazdresch M. (2001). Pobreza, desigualdad social y ciudadanía. Los límites de las políticas sociales
en América Latina. Recuperado de http://feae.eu/wp-content/uploads/2017/09/CLACSO-
POBREZA-Y-EDUCACI%C3%93N.pdf el día 20708/2018
Sanabria S. E. & Hurtado E. (2013). Emprendimiento verde en Colombia: el caso del mecanismo
de desarrollo limpio (MDL). Universidad Libre. Colombia. Recuperado de
http://www.redalyc.org/pdf/2654/265428385004.pdf el día 20/08/2018