El ecosistema es el conjunto de especies de un área determinada que
interactúan entre ellas y con su ambiente abiótico; mediante procesos como la depredación, el parasitismo, la competencia y la simbiosis, y con su ambiente al desintegrarse y volver a ser parte del ciclo de energía y de nutrientes. Las relaciones entre las especies y su medio resultan en el flujo de materia y energía del ecosistema. El significado del concepto de ecosistema ha evolucionado desde su origen. Recientemente, se le ha dado un énfasis geográfico y se ha hecho análogo a las formaciones o tipos de vegetación; por ejemplo, matorral, bosque de pinos, pastizal, etc. Esta simplificación ignora el hecho de que los límites de algunos tipos de vegetación son discretos, mientras que los límites de los ecosistemas no lo son. En décadas recientes, científicos, economistas y legisladores han reconocido que la naturaleza nos proporciona beneficios gratuitos que por lo general no se reconocen. Estos servicios de los ecosistemas son los procesos a través de los cuales los ecosistemas naturales sostienen y mejoran la vida humana. Los servicios de los ecosistemas incluyen purificación de aire y agua, reabastecimiento de oxígeno, polinización de plantas y dispersión de sus semillas, generación de suelo y mejoramiento de su fertilidad, otorgamiento de hábitat a la vida silvestre, desintoxicación y degradación de los desechos, control de la erosión y las inundaciones, control de plagas, y otorgamiento de oportunidades recreativas. Estos servicios literalmente son invaluables porque sostienen a la humanidad. Pero, dado que no se paga por ellos, y su valor económico es difícil de medir, los servicios de los ecosistemas casi siempre se ignoran. Cuando la tierra se convierte en viviendas, por ejemplo, generalmente no hay un incentivo para que los desarrolladores preserven los ecosistemas y sus servicios, pero existe un considerable incentivo económico para destruirlos. Históricamente, la gente rara vez ha tratado de sopesar los verdaderos costos de la pérdida de los servicios de los ecosistemas contra los beneficios económicos de alterar el ambiente.
En 1997, un equipo internacional de ecólogos, economistas y geógrafos calculó
que los servicios de los ecosistemas proporcionan aproximadamente 33 billones de dólares en beneficios a la humanidad cada año, casi el doble del Producto Nacional Bruto del mundo. En 2005, el Millennium Ecosystem Assessment (Evaluación de los ecosistemas del milenio), un reporte que es resultado de cuatro años de esfuerzo de más de 1.300 científicos en 95 países concluyó que el 60% de todos los servicios de los ecosistemas de la Tierra se degradaron o usaron en una forma no sustentable. Éstas son sólo estimaciones burdas, pero apuntan a un problema fundamental: la humanidad depende de los ecosistemas de la Tierra para servicios de enorme valor, pero no usa dichos servicios en una forma que pueda sostenerse. Estos resultados subrayan la necesidad de preservar los ecosistemas naturales, así como tratar de recuperar los que ya se han dañado. Las personas usan directamente algunos bienes de los ecosistemas, lo que deriva en la degradación de ecosistemas Los ecosistemas saludables brindan una variedad de recursos directamente a las personas. Casi cualquiera puede comprar pescado capturado en la naturaleza, así como otros alimentos provenientes de ambientes marinos saludables. La caza por alimento y deporte es importante para la economía de muchas áreas rurales. En algunas partes de África, Asia y América del Sur, se caza animales salvajes para obtener alimento, los cuales brindan una importante fuente de proteína para una población creciente, y con frecuencia mal nutrida. En muchos países menos desarrollados, los residentes rurales dependen de la madera de los bosques locales para hacer fuego (calentarse) y cocinar sus alimentos. La selva tropical proporciona valiosas maderas duras como teca para los consumidores alrededor del mundo. Las medicinas tradicionales, que consume 80% de la población mundial, se derivan principalmente de plantas silvestres. Más de tres cuartas partes de las medicinas que se recetan con mayor frecuencia en Estados Unidos contienen ingredientes activos que ahora se extraen, u originalmente se extrajeron, de fuentes naturales, de plantas. A continuación, se describen solo algunos ejemplos importantes de los servicios que los ecosistemas brindan a las personas: Formación de suelo El suelo, en el que se encuentra una diversa comunidad de organismos desintegradores (bacterias, hongos, gusanos, muchos insectos y otros), tiene un papel fundamental en la descomposición de desechos y reciclado de nutrimentos. Las personas dependen de los suelos para descomponer productos de desecho de la industria, las aguas negras, agricultura y actividades forestales. Por ende, el suelo realiza algunas de las mismas funciones que una planta de purificación de agua. Las comunidades del suelo también son importantes para casi todo ciclo de nutrimentos. Por ejemplo, las bacterias que fijan nitrógeno en el suelo convierten el nitrógeno atmosférico en una forma que las plantas pueden usar. Las actividades humanas han destruido el suelo como consecuencia del crecimiento urbano de las sociedades, la producción agrícola con fines de alimentación, uso de pesticidas y plaguicidas, compactación del suelo, entre otras actividades. Control de la erosión y las inundaciones Las plantas forman una barrera que bloquea el viento, el cual arrastra la tierra suelta. Sus raíces estabilizan el suelo y aumentan su capacidad para contener agua, lo que reduce tanto la erosión del suelo como las inundaciones. La inundación masiva de 1993 a lo largo del río Missouri, en Estados Unidos, cuyos daños se calcularon en 12 mil millones de dólares, fue provocada en parte por la conversión de los bosques, cenagales y pastizales ribereños naturales en tierra agrícola. Esto aumentó enormemente el escurrimiento y erosión del suelo a raíz de fuertes lluvias. Regulación del clima Al proporcionar sombra, reducir la temperatura y funcionar como rompevientos que disminuye la evaporación, las comunidades vegetales tienen un gran impacto sobre los climas locales. Los bosques influyen de manera dramática en el ciclo del agua al regresar ésta a la atmósfera mediante transpiración (o evaporación a través de las hojas). En la selva tropical amazónica, un tercio a la mitad de la cantidad de lluvia es agua transpirada por hojas. La tala inmoderada de la selva tropical puede hacer que el clima local se vuelva más caliente y más seco, lo que hace más difícil que el ecosistema se regenere y dañe también selvas cercanas intactas. Los árboles que forman en su conjunto a los bosques también afectan el clima global. Absorben dióxido de carbono de la atmósfera y almacenan el carbono en sus troncos, raíces y ramas. Aproximadamente 15% del dióxido de carbono producido por las actividades de los seres humanos resulta de la deforestación; a medida que los árboles se descomponen o queman, liberan CO2, el cual contribuye al calentamiento global. Recursos genéticos Las plantas de cultivo, como maíz, trigo y manzanos, tienen ancestros silvestres que los seres humanos han cultivado de manera selectiva durante siglos para producir modernos cultivos domésticos. De acuerdo con la United Nations Food and Agriculture Organization (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO), la mayor parte de la alimentación humana la proporcionan tan sólo 12 cultivos. Podría aprovecharse un número mayor de plantas silvestres como fuentes de alimento debido a que resultan más nutritivas y/o más adecuadas a las condiciones de crecimiento locales. Los investigadores identificaron genes en plantas silvestres que pueden transferirse a cultivos para aumentar su productividad y proporcionar mayor resistencia a enfermedades, sequías y acumulación de sal en suelo irrigado. Por ejemplo, algunos parientes silvestres del trigo tienen una considerable tolerancia a la sal, y los investigadores trabajan para transferir los genes que confieren la capacidad para florecer en agua salada de estas plantas silvestres al trigo doméstico. Dado que los científicos recién comenzaron a explorar el tesoro genético que representa la biodiversidad, de conservarse, éste promete convertirse en un recurso cada vez más importante en el futuro. Recreación Muchos, si no es que la mayoría de las personas, experimentan gran placer al “regresar a la naturaleza”. En Estados Unidos, más de 450 millones de visitantes abarrotan cada año los parques y los bosques nacionales. Cientos de millones más acuden a refugios de vida silvestre y parques estatales. En muchas áreas rurales, la economía local depende del dinero que gastan los visitantes que llegan de excursión, a acampar, cazar, pescar o fotografiar la naturaleza. A nivel mundial, el valor económico de la recreación en exteriores se estima en tres mil millones de dólares al año. El ecoturismo, que permite a la gente que viaja observar comunidades biológicas únicas, es una industria de rápido crecimiento a nivel mundial. Los ejemplos de destinos de ecoturismo incluyen arrecifes tropicales de coral y selva tropical, las islas Galápagos, la sabana africana e incluso la Antártica.