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22/05/2008 20:00 Actualizado: 22/05/2008 20:00

JESÚS CENTENO

No sé si hay más libertad en la Rusia de Stalin que en la España de


Franco, pero me da igual: no tengo intención de pelearme con
ninguno de ellos, escribió Winston Churchill tras la II Guerra
Mundial. Una frase que resume el favorable contexto internacional
para Franco, una de las razones por las que el dictador se mantuvo
durante 40 años en el poder. Otra de ellas, que dedicó media vida a
ensalzar su figura y controlar su imagen hasta el límite. Fue poco
más que eso, un personaje de ambición desmedida para el que su
perpetuación en el poder era lo más importante, asegura a Público el
historiador británico Paul Preston, que acaba de publicar El gran
manipulador (Ediciones B), donde descubre y recuerda las mentiras
más aceptadas sobre el dictador.
Complejo de excelencia
Franco no dejó de pulir su propia biografía: cualquier incidente lo
reconstruía o lo perfeccionaba de alguna forma. Por ejemplo, hacia
1962, Franco escribió en el borrador de sus memorias el por qué de
la caída de la República. Se refirió a los republicanos como a una
conjura de masones, separatistas y socialistas... ateos, traidores,
delincuentes, defraudadores e infieles en el matrimonio. La realidad
es que, hasta días antes del alzamiento, Franco había guardado las
distancias con los conspiradores. Nunca fue decidido, pero vendió la
historia de que había salvado España, dice Preston. Lo consiguió con
el terror, unido a su capacidad para manipular a sus colaboradores y
a su habilidad para saber el precio de su silencio.
Franco tenía complejo de excelencia. Desde su campaña en África,
donde se cree el Héroe del Rif, comenzó a agigantar su figura, a
concebir una idea innecesariamente cambiada y mejorada de sí
mismo y de sus actos. Como en 1945, cuando alimentó la idea de que
había burlado a Hitler, diciendo que el regalo más precioso de los
muchos que había dado a España fue la neutralidad en la II Guerra
Mundial. Preston matiza: No cabe duda de que Franco quería entrar
en guerra, pero no pudo, entre otras cosas porque su participación
no le importaba tanto al Führer. Franco reescribió la historia e hizo
de la negativa una victoria.
Después, con la Guerra Fría, la autarquía dio pasó gobiernos de
técnicos que pusieron fin al aislamiento. Desde entonces, Franco
pasó a ser el jefe de Estado simbólico. Era un personaje muy
vulnerable que vivía dentro de un disfraz. Desde 1957, quiso
22/05/2008 20:00 Actualizado: 22/05/2008 20:00

JESÚS CENTENO

convertirse en el padre y abuelo del pueblo, afirma el hispanista.


Máscaras con las que encubría su ambición, todo con un barniz de
patriotismo. Quiso perpetuarse con obras como el Valle de los
Caídos pero, tras su muerte, su legado consistió en elevadas tasas de
inflación y desempleo, terrorismo y golpismo. Eso sí, sin quererlo y
en contra de sus planes, creó las condiciones para la llegada de la
democracia tras su muerte.

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