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Facultad de Filosofía y Educación

Instituto de Música

¿Cómo podemos hacer que los


estudiantes se motiven a estudiar la
asignatura de educación musical?
EPE 1109
Profesor: Edison Santibañez Cerda

Camilo Paredes Fernández


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Fecha de Entrega: 01/08/2018

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¿CÓMO PODEMOS HACER QUE LOS ESTUDIANTES SE MOTIVEN
A ESTUDIAR LA ASIGNATURA DE EDUCACIÓN MUSICAL?

La asignatura de música, en su mayoría siempre ha estado desvalorada


dentro del sistema escolar tradicional, esto se debe a no ser una asignatura medida
por pruebas estandarizadas como lo son el SIMCE o la PSU. (Buscar fuentes que
lo corroboren) Esto trae por consecuencia que de parte de las direcciones de los
colegios no le den tanto énfasis a esta, teniendo un número muy reducido en horas
de clases, no teniendo espacios físicos ni materiales aptos para una clase, por lo
que es común que los estudiantes no tengan una buena visión sobre la asignatura
trayendo de la mano una baja motivación por esta. Esta baja motivación trae en su
mayoría una educación musical deficiente, donde los estudiantes no conocen la
teoría musical ni están introducidos dentro de este lenguaje debido a que en
educación básica las clases de música son realizadas por profesionales no
especializados en el área, realizando actividades ajenas al área o de muy bajo nivel,
por lo que en educación media es muy complejo realizar un trabajo óptimo, haciendo
que en muchos casos se generen frustraciones dentro de los cursos.

En el siguiente ensayo se quiere trabajar como los profesores y la familia


influyen directamente en la motivación que presentan los estudiantes en la sala de
clases.

La Real Academia Española define la motivación como “conjunto de factores


internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona”, es decir,
la energía que uno tiene para realizar una determinada acción, la que a su vez se
subdivide en dos categorías, las motivaciones intrínsecas y las extrínsecas. Las
primeras son enfocadas “a partir del propio sujeto, está bajo su dominio y tiene como
objetivo la experimentación de la autorrealización, por el logro de la meta, movido
especialmente por la curiosidad y el descubrimiento de lo nuevo” (Ospina, 2006)
buscando el aprendizaje como una finalidad y una forma de cultivar el ser culto. En
cambio, las motivaciones extrínsecas son todo lo contrario, puesto que “el alumno
extrínsecamente motivado asume el aprendizaje como un medio para lograr
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beneficios o evitar incomodidades. Por ello, centra la importancia del aprendizaje en
los resultados y sus consecuencias” (Ospina, 2006) más que en el amor al saber,
trayendo problemas tales como la memorización solo para poder aprobar pruebas
y exámenes, más que un medio que facilita el aprendizaje; la predominancia sobre
el resultado como indicador de tener un vasto estudio a cerca de un tema, en vez
del proceso y de la retroalimentación que genera el reflexionar cuando algo sale
mal, e incluso cuando algo sale bien.

Hay que tener claro estas dos categorías al momento de aplicarlas en los contextos
educativos, puesto que al saber cómo funcionan cada una de ellas hace que las
formas de motivar a los estudiantes sean más fructíferas y que no genere frustración
o desencanto con la asignatura.

Por otro lado, también tenemos que conocer que es educar, que según la Real
Academia Española es la capacidad de “desarrollar o perfeccionar las facultades
intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios,
ejemplos, etc.” En sí, educar es un proceso humano y culturalmente complejo,
puesto que, si queremos definirlo, tenemos que tener en cuenta varios factores para
tener un entendimiento a mayor cabalidad del proceso de educar. Estos factores
que están involucrados en la palabra educar son: los valores, la moralidad, el hecho
de formar personas y no objetos, la exploración del bien y de la sabiduría, etc.

“Todos estos aspectos son tematizados, organizados y conceptuados por la


reflexión pedagógica que se da cuenta de su importancia para el hombre y la
sociedad, que entiende que el conocimiento y la actividad cognitiva, la concepción
de totalidad del ser, la ciencia y el lenguaje son definidos por la cultura, y termina
creyendo que la educación expresará a la cultura y mediará entre ella y el ser
humano desde muy temprano; desde la concepción misma del ser, y se vuelve
sobre la pregunta original sobre la que no duerme la educación.” (León, 2007) En
fin, al comprender todos estos aspectos y factores que están inmerso en el acto de
educar no lograremos tener una definición satisfactoria respecto a este concepto.

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Aun así, tendremos un camino más visible de cómo llevar la educación a los nuevos
rumbos que necesita en pleno siglo XXI.

Teniendo en claro ambos conceptos, motivar y educar, se puede afirmar que el


profesor y la familia son muy influyentes en la motivación por el estudio que
presenten los estudiantes, puesto que es responsabilidad de ambas partes, formar
una actitud culta en las niñas, niños y jóvenes.

En América Latina el proceso de enseñar de una manera distinta a la tradicional es


un avance muy lento, incluso “es más frecuente encontrar prácticas educativas
centradas en el almacenamiento de información más que en el desarrollo de las
capacidades para procesarla. Los énfasis están puestos en la pasividad más que
en la actividad de los sujetos. Los maestros, responsables por el aprendizaje,
raramente prestan atención a las interacciones y factores que influyen en la
capacidad de motivarse y aprender. Los espacios escolares, a su vez, no
acostumbran utilizarse como un ámbito que favorece las relaciones del alumno con
los maestros, con los otros alumnos y, de ambos, con el conocimiento” (Calvo,
1996). A pesar de esto, el profesor debe investigar, leer y poner en práctica nuevas
formas de enseñanza, dirigidas a nuevas didácticas de aprendizaje respecto a los
contextos educativos en los que se encuentre, para lograr de esta manera influir
motivacionalmente a los estudiantes.

Es por esta razón que el profesor debe estar actualizando cada vez sus métodos de
enseñanza y no quedarse con lo mismo que aprendió cuando estaba en sus
procesos de formación como docente, puesto que los tiempos van cambiando y lo
que motiva a los niños ahora, no serán los mismos factores que motivarán a niños
o jóvenes de 10 años o más.

No tan solo es el profesor quien tiene que cambiar sus prácticas educativas, sino
también el sistema educacional tradicional, puesto que es difícil que una sola
persona (docente) esté a cargo de un grupo grande de estudiantes. Además, esto
trae como efecto secundario que el profesor no se puede hacer cargo de cada niña,
niño y/o joven dado a la cantidad de realidades distintas que vive cada uno en su
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vida cotidiana, trayendo como consecuencia que siempre quede un grupo que se
desmotive o no esté preocupado de los objetivos de aprendizaje del profesor.
Incluso el estado ha provocado a través de sus políticas públicas una “reducción de
clases sistemáticas en todos los niveles de educación, inadecuada proporción de
profesores de música respecto del número de alumnos, alto número de niños por
clases, carencia de materiales, registros, equipos reproductores en condiciones que
permitan un justo nivel de audición, etc.” (Concha, 2014).

Con todos estos antecedentes, es complicado lograr un cambio sustancial en la


formación musical de los estudiantes y, además, lograr un real interés por la
asignatura, puesto que, como ya se ha dicho, motivar a los estudiantes con todos
estos problemas producto de las malas gestiones y enfoque dado por el sistema
tradicional que los gobiernos de turno han querido seguir implementando, es una
difícil tarea para el docente en el aula. Esto también causa una desmotivación por
parte del docente al no poder concretar cambios en sus estudiantes, con lo que a
su vez trasmite esta desmotivación a sus estudiantes formando un círculo vicioso
entre la desmotivación del profesor y de sus estudiantes.

Otro agente influyente en la motivación de los estudiantes es la familia de cada uno,


que a través de hábitos, valores y apoyo logran que estos puedan salir adelantes y
no tener miedo al fracaso. La familia cumple un rol fundamental en la formación
educativa del estudiante, puesto que por mucho que el profesor tenga
conocimientos para motivar a sus alumnos y siempre logre tener clases magnificas,
si la familia no apoya la labor escolar y no se hace cargo de la responsabilidad de
educar a sus hijos, todo el esfuerzo por parte de los docentes será inútil y por ende
se generará una desmotivación, frustración y miedo en los estudiantes.

Es por eso mismo que podemos encontrar tres temas principales que hacen que la
familia tenga una gran responsabilidad en la motivación de los estudiantes, donde
estos son: dar sentido a la experiencia escolar, promover la autoeficacia de los
estudiantes y por último, estimular el compromiso con los deberes asignados por la
Escuela (Precht, Valenzuela, Muñoz, & Sepúlveda, 2016). Si la familia da el ejemplo

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a través de acciones que tengan relación con estos tres temas o muestra una actitud
culta e interesada por las tareas que hacen diariamente en sus trabajos, será mucho
más fácil inculcarles a sus hijos una actitud de motivación, de interés y de disfrute
hacia el aprendizaje.

En síntesis, la motivación es un conjunto de factores que permiten el proceso de


educar, dándole un sentido a todo lo que conlleva la práctica de este proceso.
Además, está motivación se ve influida tanto en el sujeto propio, donde el mismo a
través de motivaciones intrínsecas y extrínsecas va desarrollando las capacidades
para cultivar una actitud culta, no tan solo en el ámbito académico, sino también, en
su vida. Pero esta motivación por parte del estudiante, también necesita de agentes
que le den las herramientas para poder desarrollarlas a cabalidad, como lo son los
docentes a través de sus didácticas que tienen que ir mejorando y actualizando para
que futuras generaciones puedan combatir los problemas del futuro con nuevas
herramientas; el sistema dado por los gobiernos de turnos, en los que tienen que
enfocarse en establecer condiciones propias para que tanto el docente como los
estudiantes puedan ser capaces de motivarse y que no se vuelva un círculo vicioso
donde tanto profesor como alumno no tengan claridad de los objetivos de
enseñanza, y por ende se genere una desmotivación en ambas partes. Por último,
la motivación también afecta a la familia, lugar donde mayor tiempo se desarrollan
los estudiantes y donde están las primeras referencias para construir de manera
eficaz la actitud de motivación y preparar un interés y disfrute con el aprendizaje.

En base a lo anterior se afirma que el profesor y la familia son muy influyentes en la


motivación por el estudio que presenten los estudiantes, puesto que es
responsabilidad de ambas partes, formar una actitud culta en las niñas, niños y
jóvenes.

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Bibliografía
Calvo, G. (1996). Nuevas formas de enseñar y aprender. Santiago: UPN.
Concha, O. (2014). Música, sociedad y educación musical. Revista de Pedagogía en
Música, 81-104.
León, A. (2007). Qué es la educación. Educere, 595-604.
Ospina, J. (2006). La motivación, motor del aprendizaje. Revista Ciencia Salud, 158-160.
Precht, A., Valenzuela, J., Muñoz, C., & Sepúlveda, K. (2016). Familia y motivación
escolar: desafíos para la formación inicial docente. Estudios Pedagógicos, 165-182.

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