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Debates filosóficosPregunta 1Diego Ticchione Sáez

En el texto El problema nacional (1917), capítulo 12, Darío Salas se propone explicitar la relación que existe entre la
educación y la democracia (o la vida democrática bajo sus términos). Para lograr dicha exposición, el autor se enfoca en ver la finalidad
de la educación apuntando a su utilidad, así como también las implicancias que la finalidad presenta -en este punto divisa dos
implicancias. En el presente ensayo se intentará explicitar la relación que el doctor en educación estableció.

Darío Salas parte el capítulo XII exponiendo tres puntos bajo los que el capítulo se sustenta, estos son: el fin de la educación
es la eficiencia social; igualdad de oportunidades; participación correcta en la vida democrática. De estos tópicos desprenden otros
subtemas que articulan la relación entre educación y democracia.

La relación que hay entre educación y democracia es principalmente ética y práctica, y su posibilidad se halla en la finalidad
de la educación, pues esta misma es para Salas una finalidad que repercute directamente en la sociedad de forma -éticamente- positiva.
Puede verse en la siguiente cita lo explícito de la finalidad a la que apunta Salas: “Pero el adónde, el para qué, o sea, el propósito que la
educación persigue es algo que concierne no solamente al profesor sino a la sociedad entera (…). Se trata de averiguar en qué dirección
orientaremos nuestro esfuerzo, de decidir sobre la clase de hombres que deberíamos empeñarnos en forjar. Y en este punto, no es ya la
Fisiología o la Sicología lo que puede guiarnos, sino la Sociología y la Ética.” (Salas, 2011, págs. 195-196)

En el primer tópico del capítulo XII, el autor establece que la finalidad de la educación es la eficiencia social, este concepto -
central para la discusión de esta pregunta- en relación con la educación planteada en el texto refiere a que quienes son educados puedan
armonizar con la sociedad para así aprovechar sus bienes y lograr para esta también un bien, logrando así generar el bien común. Ahora
bien, para Salas este concepto tiene implicancias en la educación ya que esta no tiene sólo un rol -en tanto institución- de difundir
conocimiento, sino también preparar moralmente a los estudiantes.

Frente a este último punto, el autor tiene como supuesto una ética Kantiana, es decir, una ética en la que busca que los
individuos se inclinen a cumplir con un deber que siga una máxima que todas las personas puedan seguir, y dejar de lado los deseos. En
este sentido, aquel deber se enlaza con un bien para la colectividad -asunto que impulsa un modelo democrático-, mientras que aquel
deseo se enlaza con un desemboque egoísta -ya que deja de lado aquel deber que considera a los otros. Frente a esto, el modelo educativo
expuesto tiene por finalidad lograr que las personas tengan una instrucción suficiente para tender a este deber, y así entonces, lograr un
bien común. Si bien Darío menciona a Kant -y a Jesús- en el primer apartado del capítulo, se ve que para él la educación está en constante
relación con la realidad nacional, y la relación entre ambos recurre por parte de la educación a buscar una mejoría de la realidad nacional,
lo que en términos de Salas sería una mejoría colectiva.

Ya en esta primera sección del capítulo puede verse una relación entre educación y democracia, la cual refiere a que en tanto
que la educación debe atender a una mejoría de la sociedad (por ser formadora de individuos más allá de un ámbito académico), siendo la
sociedad de tipo democrática, entonces la educación debe preparar a los individuos para vivir en democracia. Si bien este primer atisbo
no visibiliza un cómo, hay que tener en cuenta que la relación se mantiene en un ámbito ético político; esto es, poner a la educación como
base ética para el funcionamiento de un modelo político, y también, por lo tanto, también como base práctica.

Antes de continuar, es necesario decir que Salas concibe a la democracia de forma republicana, esto implica que no concibe a
la democracia de una forma clásica en la que los ciudadanos deliberan el quehacer de su sociedad por sí mismos, sino con un Estado
fuerte, el cual asegura, a través de las leyes, la libertad y otros bienes para sus habitantes, aparte de ser el ente que debe asegurar todo el
plan educativo propuesto por el pedagogo. Una evidencia que refleja este supuesto en Salas es el hecho de que concibe a los habitantes
como ciudadanos, los cuales tienen injerencia en el Estado. Es por esto último (la injerencia de los ciudadanos) que Salas apunta a un
bien común, concibiendo aquí que los ciudadanos deben estar preparados para contribuir correctamente en esta injerencia y así lograr un
bien colectivo; es aquí donde entra el rol preparador de la educación.

Respecto del rol de la educación, su fundamento (su porqué) radica en que para Darío existen necesidades de tipo espirituales
que son superiores a la educación, pero que a través de esta son canalizables -es aquí donde la responsabilidad recae en el docente a la
hora de orientar al alumnado frente a estas necesidades- en tanto que se concretizan en un ámbito práctico (esto es, que son posibles de
satisfacer); de estas puede decirse que son para él de la sociedad (colectivas en sus palabras). La necesidad espiritual mayor que Salas
concibe es la de la eficiencia social, pues a través de esta la colectividad lograría un bien común y una mejoría siempre.

Cabe decir, además, que Salas tuvo una gran influencia de parte de John Dewey cuando realizó su doctorado en Estados
Unidos, desde el cual reforzó su “teoría pedagógica” -por así decirlo- en aspectos sobre la educación como formación de personas,
haciendo que el enfoque sobre este punto fuese mayor, aparte de reforzar su postura de la educación en favor de una correcta vida
democrática.

Entrando nuevamente en el texto, Salas establece dos implicaciones en la educación en base a su fin (el cual, como fue
mencionado, es la eficiencia social); estas dos implicaciones son: igualdad de oportunidades y participación correcta en la vida
democrática. La primera implicancia refiere, en términos básicos, a que todas las personas puedan educarse. Ahora bien, el “puedan” es
insuficiente frente a la propuesta del doctor, pues este postula que la educación primaria -o elemental- debe ser obligatoria. En sus
palabras: “¿Qué exige, a su vez, esta igualdad de oportunidades? Demanda, en primer lugar, es claro, que la educación sea universal a fin
de que nadie haya a cuyas expensas puedan comprar los otros su felicidad, nadie que sea irresponsable (…). Exige, enseguida, que la
educación sea, por lo menos tratándose del niño, obligatoria. Mientras la sociedad no evolucione hasta alcanzar un estado ideal quedarán
siempre ignorantes, egoístas o fanáticos que estorben el ejercicio del derecho de instruirse (…).” (Salas, 2011, pág. 200)

Cuando Salas postula a la educación elemental como obligatoria pone también el foco en preparar a los alumnos para la
sociedad en la que viven y que puedan contribuir a esta, dando así un piso firme a la finalidad que busca en la educación. Dentro de la
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implicación misma es, de todas formas, posible ver otra relación con el modelo democrático: el proponer que todos los alumnos se
eduquen para ser correctos ciudadanos anula la opción en la que no todos se eduquen, sino sólo unos cuantos -muy comúnmente los de
clase alta-, logrando entonces que todos reciban una correcta instrucción para vivir en sociedad de buena forma; y como ocurre en
democracia, todos los ciudadanos participan, que es lo que Salas estaría buscando a través de esta implicancia. Cabe decir también que
desde esta implicancia el autor logra materializar la idea de que todos participen, y aparte reafirma la idea de que todos lo hagan de una
manera correcta para que así la democracia -republicana- funcione.

En esta implicancia Salas reconoce que como sociedad es bueno que se reconozca el derecho universal para estudiar, y
muestra que a partir de esto no sólo se evita que los ricos gobiernen a los pobres, sino también que la gente pobre -a pesar de lo feo que
suena decirlo así- pueda desarrollar sus capacidades y lograr con aquello hacer un aporte a la sociedad, es decir, poder generar una
mejoría colectiva, y así también todos puedan verse beneficiados -teniendo al Estado como intermediario.

En el aspecto de la educación respecto de la igualdad de oportunidades, Darío concibe que todos tengan también el mismo tipo
de educación, pero también tiene en cuenta que las aptitudes entre los alumnos varían, por lo que su plan educativo contempla este hecho
y lo resalta a partir de la educación secundaria. El hecho de postular una educación igual para todos apunta de igual forma a buscar que
no haya diferencias sociales, pues esto desembocaría en que algunos podrían participar más o de mejor forma que otros en la sociedad, y
otros se verían afectados por esto y no por causa del Estado, sino por causa de las personas que mejor educación recibieron. De hecho,
Salas propone que el foco en la enseñanza debe darse en relación con las aptitudes de sus alumnos, y no con la clase social a la cual
pertenecen.

En este punto la relación entre democracia y educación es doble: por una parte, porque busca que todos se eduquen y no unos
pocos, y por otra porque la finalidad de aquello recae en que los alumnos (o ciudadanos) tengan una participación correcta en la vida en
sociedad, o, mejor dicho, en la vida democrática.

Puede verse en esta primera implicancia que opera nuevamente el supuesto de una democracia republicana, esto porque más
allá de buscar la participación de todos desde una correcta instrucción, quien debe articular y procurar por el correcto funcionamiento de
esta implicancia es el Estado, ente que -como se ha dicho antes- es constituido por todos los ciudadanos.

La segunda implicancia, la de la participación correcta en la vida democrática, exige como condición la de un cuerpo sano,
ámbito que se incluye también como parte de las enseñanzas que debe aportar la educación. En este aspecto Salas postula que un
ciudadano sano puede participar, mientras que uno enfermo no sólo no puede hacerlo, sino que también se vuelve una carga para el
Estado, y, por consiguiente, para la sociedad. Esto último refuerza la postura de buscar en la educación como fin una participación de los
ciudadanos, y así mantener y promover el modelo democrático.

Frente a la consideración sobre la salud del cuerpo que tiene el autor, este propone como parte de su modelo educativo la
enseñanza de la higiene y buenos hábitos para así promover la existencia de individuos sanos. Ahora bien, este punto lo incluye no como
una enseñanza dispuesta en segundo plano, sino como base también de la ética que deben aprender los alumnos, es decir, como parte de
la formación para vivir correctamente en sociedad; esto último por buscar la participación de todos en la sociedad -como ya se dijo antes-,
la cual requiere para Salas, por el hecho de ser democracia, el trabajo máximo y la cooperación de todos sus habitantes/ciudadanos.

La eficiencia económica para Darío es otro punto importante, pues este apunta directamente a la capacidad de aporte que
logran los individuos a través de sus trabajos. Aquí el autor explicita que la educación debe preparar para el trabajo (operando también la
ética que plantea, esto es, apuntando hacia un bien común). En este punto, el doctor apunta a la parte práctica de la educación, esto es, el
aporte de los individuos.

El problema que salta a la vista es que si bien puede existir la capacidad de aporte, no es necesario por aquello que tal aporte
exista, pero debido a que una de las exigencias de la vida democrática es que este aporte sea real, es entonces que Salas propone que la
educación también contemple la enseñanza de virtudes sociales a través de la reproducción de la vida en comunidad en la escuela, pues a
través de esto logra evitar que los ciudadanos sean egoístas con el logro de sus aptitudes y capacidades, y aparte fomenta valores con los
cuales se materializa el apoyo necesario para lograr la mejoría de una comunidad. Los valores que resalta el autor son la responsabilidad
y la cooperación.

Otro aspecto que resalta Darío Salas en esta segunda implicancia es la enseñanza de conceptos sobre la naturaleza -aunque
resulta un poco ambiguo en este punto- y sobre el Estado, entregando el conocimiento de la posición del Estado, y el rol del ciudadano en
relación con este, mostrando así los derechos y deberes que tienen ambas partes entre sí. Pero un aspecto más importante a resaltar es el
del patriotismo, el cual para Salas parece ser el símbolo que caracteriza la unión de todos los ciudadanos en busca de un bien común (del
cual el autor da cuenta bajo el término de felicidad). Este patriotismo aparece como una concepción cultural que debe enseñarse y que
tiene como eje la unión de los ciudadanos y sus costumbres, así como también como eje de unión entre el legado y las tradiciones de
quienes preceden con quienes todavía no existen (ciudadanos del pasado y ciudadanos del futuro), implicando en este mismo los valores
exigidos para una vida en democracia funcional.

En resumen, la relación entre educación y democracia se halla en la eficiencia social, esto en tanto que la democracia para
Salas exige, en base su concepción republicana de esta, la participación de todos a través del Estado, y la educación entrega las
enseñanzas necesarias para que las personas puedan aportar desde sus aptitudes a la sociedad, y así beneficiar a esta, y con esto ser
beneficiadas -en tanto que la finalidad del Estado está dirigida hacia los ciudadanos. Ahora bien, la relación presenta puntos más
profundos, tales como que en tanto que la democracia es constituida por la participación de todos, entonces es necesario que dicha
participación sea buena, lo que significa que sea en pos del beneficio de todos y no sólo de unos pocos; y que la mejoría de la sociedad se
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de a partir de que todos puedan desarrollar bien sus aptitudes para así lograr hacer un aporte efectivo a la sociedad. En otro punto, la
relación entre estos dos ámbitos se ve también en que la finalidad de la educación es práctica, pues busca que sus alumnos puedan
desarrollar una actividad en la sociedad y que esta sea útil para ella -que es cuando entra el factor ético, en donde más peso tiene la
relación entre educación y democracia.

Bibliografía
Salas, D. (2011). El problema nacional. Santiago: Biblioteca Fundamentos de la construcción de Chile.

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