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De este modo, nuestro objetivo será analizar el género y la sexualidad, en términos

institucionales, mostrando cómo ambos aspectos pueden estar comprometidos, en los


distintos arreglos, por medio de los cuales, la escuela funciona.

Para comenzar, resulta indispensable reconocer que las escuelas no juegan un papel neutro y
que son instituciones que están constituidas por el género y, al mismo tiempo, construyen
género.

Esta distinción resulta útil, para denominar el carácter generizado de la institución escolar, así
como las prácticas generizantes que, en ella, toman lugar. Mientras lo generizado refiere a los
patrones de género, usualmente abstractos y naturalizados, que construyen a una
organización; las prácticas generizantes se refieren a todas aquellas prácticas que instituye la
organización y que están atravesadas y cargadas por la distinción dicotómica y excluyente,
entre lo femenino y lo masculino.

Así, desde la reflexión que queremos desarrollar, la escuela puede ser analizada de dos formas.

Por una parte, podemos entenderla como un agente institucional, atendiendo a cómo su
estructura y sus procesos contribuyen a la construcción del género y la sexualidad entre sus
actores. Y por otra, podemos entender la escuela como un escenario, donde otras agencias
entran en juego; especialmente, las del propio estudiantado.

Analizar la escuela, en tanto agente institucional, implica prestar atención sobre las normas
disciplinarias, los materiales didácticos, las propuestas pedagógicas, los temas de estudio y lo
que no se estudia, la presentación personal de docentes y estudiantes, el uso del espacio y en
múltiples otras formas, por medio de las cuales, las escuelas contribuyen a la construcción del
género y la sexualidad.

Otros ejemplos, podrían ser las sanciones disciplinarias diferencias por sexo, la diferenciación
en el deporte, o incluso, las políticas de selección, dependiendo si se trata una escuela mixta o
no.

Ahora bien, analizar la escuela en tanto escenario, implica atender aspectos como la función
que cumple la cultura de pares, en la construcción de género y la sexualidad, en la vida escolar.
Por ejemplo, cuando el prestigio ante el grupo se sostiene sobre el éxito heterosexual, en que
se juegan convenciones sobre el romance o, incluso, jerarquías de género.

Otro ejemplo podría ser el uso del lenguaje y su asociación con los estereotipos, el acoso o el
sexismo; no solo entre el estudiantado, sino, por ejemplo, en otros actores, como los docentes
o los directivos.

La totalidad de los arreglos de género que existen en una escuela, en tanto escenario o como
agente institucional, representan el régimen de género de la misma.

Los regímenes de género pueden variar de una escuela a otra, aunque dentro de los límites
interpuestos por la cultura y las reglas del sistema educacional local. Por ejemplo, las normas
sobre el vestuario tanto entre estudiantes, como profesores, puede ser considerados una
práctica de civilizaciones que depende del régimen de género una escuela los regímenes de
género pueden estar constituidos por al menos cuatro aspectos:

1. Las relaciones de poder, que involucran prácticas de supervisión y autoridad entre los
docentes. Patrones de dominación y acoso y el control sobre los recursos de
enseñanza.
2. La división del trabajo, que involucra aspectos como la especialización laboral o la
concentración disciplinar de profesores o estudiantes, en ciertas asignaturas, según
sexo.
3. Los patrones emocionales, como la sanción de sentimientos no heterosexuales o la
suspensión
4. Emocional y el rechazo a la intimidad que, eventualmente se demanda, en relación a
los roles educativos.

Y el simbolismo, como los códigos del vestuario o los códigos formales e informales del uso del
lenguaje. O, incluso, la generización de las disciplinas y ciertas áreas del conocimiento. Este
ejemplo, ilustra la necesidad de un análisis conjunto de los regímenes de género y el orden
sexual que opera en las escuelas; lo que constituye una de las contribuciones más importante
de la investigación feminista en educación.

Conectar ambos aspectos, nos ayuda a percibir como las escuelas funcionan con una informal,
pero poderosa, ideología de género; que, no solo reproduce la dicotomía femenino masculino,
sino que actúa normalizando el deseo, las prácticas e identidades sexuales, y presionando a los
estudiantes a que se ajusten a la norma heterosexual.

En esta lección, hemos querido mostrar cómo los regímenes de género y el orden sexual que
opera en las escuelas, las constituye como escenario, sus agentes institucionales, donde
potencialmente se aprenden y naturalizan las desigualdades de género y la violencia
normativa.

Se trata de algo que reside en la cotidianidad de las escuelas, muchas veces inadvertido o no
problematizado por ellas, en la interacción entre los y las estudiantes, entre el estudiantado y
la docencia, entre las escuela y la familia, en espacios como el aula y el patio, en momentos
como la clase, el recreo, etcétera.

No obstante, la forma en que todo esto ocurre depende de las relaciones que existen entre la
escuela, la sociedad y la historia en la que ésta, se inserta. En este sentido, la escuela puede ser
un escenario de continuidad y reproducción de las normas y convenciones de género ; pero
también, puede ser un escenario de discontinuidad, respecto a éstas, de acuerdo las políticas
educativas vigentes, a las dinámicas institucionales de cada escuela: si éstas son confesionales
o laicas, mixtas o diferenciadas, según el modo de convivencia generacional, que se da al
interior de ellas, o incluso el compromiso de sus actores con estas materias.

De este modo, la escuela se disputa entre prácticas de producción y reproducción del género y
la sexualidad, entre su carácter generizado y su función generizante, en un espacio marcado
por las tensiones sociales y políticas que estos temas conllevan y que interpelan a la institución
escolar y la práctica educativa.
Aceptar el desafío de incluir el género y la sexualidad entre los lenguajes de la pedagogía, nos
empuja repensar una serie elementos, que hemos querido abordar a lo largo este módulo.

El currículum y la organización escolar, las modalidades de enseñanza y aprendizaje, los


vínculos pedagógicos, los tiempos, los espacios, e incluso, las divisiones disciplinarias, por solo
mencionar algunos.

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