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Videollamada con los libros

Borges siempre se imaginó al paraíso como una biblioteca y, no se refería a una


virtual sino a una de estanterías, libros físicos, llenos de recuerdos, memorias. Pero en la
época de Borges, la tecnología no estaba tan avanzada ni existía el libro digital. Muchos
románticos se rehúsan a esta herramienta, mientas otros creen que el e-book le dará muerte
al formato físico en un futuro cercano.

Sin duda, al analizar objetivamente los puntos a favor y en contra de cada uno, la
ventaja la tendría el libro digital debido a todas sus funciones en sentido de practicidad.
Pero la idea romántica del libro creada desde la antigüedad y nuestra percepción subjetiva
del mismo no nos permite ser tan objetivos y le damos favoritismo al libro en físico.

Como estudiante, investigador o cualquier actividad en donde los libros sean la


materia prima, es una gran ayuda tener dos opciones: porque según tu necesidad o tu
propósito puedes seleccionar la mejor opción para dicho trabajo. Pero con una visión de
simple amor por la lectura, de su disfrute, el libro físico siempre ganará. Por el sentido de
pertenencia que te otorga el comprarlo, le tenerlo; su olor, los viajes, que sea tangible,
hojearlo, escribirle, tenerlo, coleccionarlo; poder recurrir a él constantemente, prestarlo,
regalarlo, juntar firmas. En utilidad, el e-book es óptimo: para sentidos de búsqueda, de
definiciones, de tamaño, espacio o precio le gana a los físicos. Sin embargo, en esta
sociedad consumista, nos gusta poder comprar para hacer las cosas nuestras. El libro
digital no permite ese disfrute persona, si lo borras de la memoria de tu dispositivo
desaparece, como si nunca hubiera existido. Un libro, si se le tienes cuido, durará durante
algunos considerables años.

El libro digital funciona como una herramienta de ayuda para hacer algo cotidiano,
más fácil. Pero cuando empiezas a hacerte cercano a los libros, al empezar a verlos como
amigos, el tenerlos se vuelve una prioridad para satisfacer tu necesidad, los quieres
presentes, contigo, en vez de hacer una videollamada con ellos. Esta analogía puede
parecer algo absurda, pero en ella recae mi punto: puedes hablar de lo mismo con tu amigo
por una videollamada que si va a tu casa ese día, pero no es lo mismo, no lo hace real, no
le da el sentido de realismo, de pertenencia, de estar con alguien y disfrutar el momento.
EL e-book puede encontrarse guardado en tu lector electrónico o en tu celular, pero no se
siente como una presencia; el contenido es el mismo, pero el recipiente no está, como tu
amigo en una videollamada.
La piratería se da de manera más fácil en los libros digitales al ser internet una
plataforma donde se puede encontrar una copia ilegal del libro electrónico autorizado.
Son muy fáciles de consumir sin darse uno cuenta. Esto también pasa con los impresos,
pero es más fácil deducir que el puesto de afuera de la Liberia donde vende a mitad de
precio un libro es pirata.

Como dije, ambos formatos contienen lo mismo, sólo cambia la presentación, de


practico a la idealización de lo que debe ser un libro. Como estudiante, el libro digital
funciona como una gran ayuda para mis lecturas, pero Borges tenía razón cuando se
imaginó el paraíso como una biblioteca. Queremos tener este paraíso, no sólo en una
pantalla sino en un cuarto, como logro personal, para presumir, para reconforte.
Queremos estar con los libros y ellos con nosotros, tan ridículo como suene, pero desde
mi punto de vista siempre es mejor tener las cosas, que tenerlas sin que realmente sean
tuyas.

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