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Historia Americana”
por: Feti
1. Planteamiento
Introducción
No seré muy extensa en la introducción, ya que extensa seré en el desarrollo
del trabajo. Así que plantearé directamente mi objetivo. Tras una lectura rápida
a la Introducción del libro de Leopoldo Zea titulado Filosofía de la Historia
Americana, me vino el interés por reflexionar acerca de ese tema. Hay dos
razones: la primera tiene que ver con las propuestas que el mismo autor
plantea en su libro, la segunda fue producto de una reflexión previa y que está
relacionada más con la historia. Y es que la filosofía de la historia
latinoamericana entraña a mi parecer una cuestión que corresponde
fundamentalmente a los historiadores: el conocimiento escaso y superficial de
la historia de esta parte del mundo. Hecho que imposibilita el desarrollo de lo
que Zea llama una filosofía de “nuestra” américa.
Si la filosofía de la historia es una reflexión y una crítica acerca del proceso por
el cual el conocimiento histórico se adquiere, así como del mismo
conocimiento, entonces el paso previa a tal reflexión es el verdadero
conocimiento y conciencia del pasado, de la historia. Sólo así puede ser posible
la filosofía de la historia. En caso de no errar en esta aseveración, deduzco que
la fiosofía de la historia latinoamericana se enfrenta al problema de que los
latinoamericanos no conocemos nuestras histori a partir de ella misma.
Antes de empezar cualquier reflexión acerca del tema principal, creo importante
aclarar(me) lo que es la filosofía de la historia. Como mero dato (curioso)
mencionaré que el término tal cual fue acuñado en el siglo XVIII por Voltaire.
Pero mejor busco su significado paso por paso. La primer pregunta sería: ¿qué
es la filosofía?
Pregunta obligada para quien es la primera vez en cuatro años que vuelve a
hacer contacto con la filosofía. Como historiadora mes es indispensabel
aclararme a mi misma lo que la filosofía. El primer recurso es la etimología:
filosofía viene del griego philein que significa amar, y sophia que significa
sabiduría. Así pues puedo concluir que filosofía es el “amor a la sabiduría”.
Pero hay cosas vagas en esta definición. ¿Qué es la sabiduría? ¿Y la filosofía
esa única que ama la sabiduría? Por eso buscaré otra.
La misma autora cita también a Zea en una definición que este hace de la
filosofía:
Así pues, para Walsh la filosofía de la historia implica abordar los problemas del
conocimiento histórico. Menciona que para Hegel, quien es el que le da cuerpo
a esta disciplina, la pretención de la filosofía de la historia era ir mucha más allá
de los testimonios históricos en busca de una visión más penetrante de la
historia, es decir, recurrir a consideraciones puramente filosóficas. Según esto,
la filosofía de la historia significaba un
Consideraciones previas
Sea o no sea así, el concenso es que fue Voltaire el que acuño el término tal cual es hoy. Es
decir, que de cualquier forma surgio en el siglo XVIII en Europa, en plena época iluminista.
¿Podría suponerse que, si el término nació en Europa, entonces la filosofía de la historia se
refiere a la historia europea? Es decir, ¿cabe la posibilidad de que la filosofía de la historia sea
una reflexión y crítica al conocimiento histórico europeo?
Un concenso que existe entre los filosófos y entre los historiadores se refiere al hecho de que la
cultura europea siempre se ha visto a sí misma como el orgien de la verdad y del conocimiento
verdadero. Los europeos se consideran a sí mismos como los hombres que poseen el caliz de
la civilizacion y el progreso, del conocimiento científico, de la verdad acerca de la historia. Algo
así como que se consideran los herederos divinos del derecho a llevar hacia el buen camino al
resto del mundo, que por cierto siempre ha vivido en la barbarie y en el salvajismo. Estoy de
acuerdo con esto, ya que como historiadora he podido percibir este hecho en el proceso de
expansión europea en América, sin mencionar lo referente a Asia y Africa.
Surge otra duda. ¿Es la filosofía de la historia, entonces, algo privativo de Europa? ¿Puede
haber filosofía de la historia referente a otras partes del mundo? Existe aquí una doble
cuestion: si se pretende que la filosofía de la historia haga referencia a una historia en
específico, entonces ya no se está hablando de la filosofía en sí, sino de la historia. Pero como
ya se dijo en el apartado I, la filosofía de la historia no es otra cosa sino el análisis y la crítica al
“conocimiento histórico” y al proceso que se sigue para obtener tal conocimiento. Pero el
conocimiento histórico de Europa difiere en mucho al conocimiento histórico de Asia, Africa y
América. Entonces, si este conocimiento histórico (que estoy suponiendo es acumulativo) debe
encarnar en sí una reflexión de diferente típo acerca del conocimiento, los conceptos y el
proceso de obtención de ambos. Seré más explícita, y para esto debo iniciar por aclarar que mi
reflexión se basa en un texto de Leopoldo Zea referente a la Filosofía de la Historia
Latinoamericana.
Leopoldo Zea menciona, en el apartado dos del primer capítulo de su libro Filosofía de la
Historia Americana, que:
Esta cita me sirve para lo siguiente: según Zea la filosofía de la historia surge gracias a la
conciencia que el hombre europeo hace de toda su historia. Pero hay un supuesto detrás: la
conciencia implica previo conocimiento de tal historia. La historia de Europa, al igual que en
todas partes del mundo, ha sido la historia del poder, de los imperios, de la expansion, del
predominio de uno sobre otro, la historia de europa es una manifestación de la historia del
hombre por dominar y eliminar sus obstaculos para “progresar”. Probablemente peque de
simple, pero no voy a ahondar en lo que ha sido la historia de Europa. El punto central es que
el europeo, según Zea, conoce su pasado, tiene conocimiento de su historia, pero no es sino la
conciencia de esta historia la que le permite cuestionarla, Europa hace conciencia de como ha
sido y como es su historia, y esto nos lleva a formular un cómo debería ser.
Este como ha sido, el como es, el cómo debería ser, implica una reflexión acerca de la historia:
“Reflexión sobre la historia (…) como una forma a través de la cual el hombre tomaba
conciencia de sí mismo. Buscaba ya el sentido de us propia historia al cruzarse con la historia
de otros hombres y pueblos”[5]
Es pues, a partir de una historia que se conoce cuando el hombre europeo reflexiona sobre la
misma, y esa reflexión los lleva a hacer una crítica del conocimiento histórico que posee. Surge
así la filosofía de la historia. Esto me hace suponer, tras las lecturas hechas que han sido muy
explícitas, que la filosofía de la historia, es decir, la reflexión, el análisis y la crítica del
conocimiento histórico (los problemas que la obtención de este conocimiento encierra), tiene
una sorpresa bajo el brazo. Y mi razonamiento responde a lo siguiente: ¿bajo qué supuestos
un hombre analiza y critica algo? ¿Bajo que supuestos un filósofo o un historiador abordará la
problemática del conocimiento histórico? Definitivamente bajo sus supuestos, los cuales son
irrepetibles.
La sorpresa a la que hago mención atrás se refiere al hecho de que la filosofía de la historia
debe implicar un proyecto, que responde al cómo debería ser.
Si toda reflexión filosófica responde a situaciones específicas, es decir, que está históricamente
determinada, ¿debo suponer entonces que igual sucede con la filosofía de la historia? Según lo
que traté en párrafos anteriores, la filosofía de la historia necesita como paso previo el
conocimiento de la historia. Los europeos lo hicieron y así surgio la disciplina en cuestión.
¿Qué sucede con latinoamérica?
Segú lo hasta aquí expuesto, debe existir un conocimiento, después la conciencia del
conocimiento, después una reflexión del mismo para en seguida hacer un análisis y crítica,
finalizando con una sentencia o una conclusión tendiente a hacer menos fuerte la influencia de
los errores en el conocimiento. América Latina podría enfrentarse a un problema en este
sentido. Parto de algo elemental: las historia de esta parte del mundo gira alrededor de la
conquista. La historia latinoamerciana puede abordarse en cuatro momentos: precolombina,
colonia, independiente, contemporánea. Aun la tercer está en íntima relacion con los imperios
coloniales del siglo XIX, y la cuarta está en estrecha relación con la historia estadounidense. Es
decir, que existe un doble problema entrañado en la historia latinoamericana: no sólo el
desarrollo histórico de esta parte del mundo depende del desarrollo de otros entes, sino que el
entendimiento de la historia, el estudio de la historia latinoamericana se aborda a partir de la
dependencia. El mismo término “América Latina” hace referencia a esa dependencia, ya que se
define como la parte de América que fue dominada por imperios coloniales cuya lengua
proviene del latín, de las lenguas romances, como lo son España y Portugal. Peor resulta el
término “Hispanoamérica”.
De esta forma, puede evidenciarse que el conocimiento real de la historia de América Latina
puede decirse que no abarca ni un 10%, ya que atrás de América Latina, es decir, antes del
siglo XV no hay nada, y empieza a existir en relación con la conquista. ¿Con esta historia es
posible hacer una filosofía de la historia? Si seguimos el razonamiento de Zea, la respuesta es
no. Porque la condicion para que ésta exista es la conciencia, y no puede haber conciencia de
algo que no se conoce. Pero, y en esto radica la propuesta de Zea, la “conciencia de que no
conocemos nuestra historia”, la conciencia de nustra dependencia, son el punto de partido para
que los latinoamercianos iniciemos una filosofía de nuestra historia.
Pero también propone algo que me parece igual de peligroso que la dependencia: al decir que
la filosofía de la historia latinoamericana debe entenderse como filosofía por la lucha libertaria,
sigue uniendo irremediablemente nuestro desarrollo con un factor externo. Es decir, eso me
suena a que “hay que hacer filosofía en relación a nuestra dependencia”. Creo que no es el
camino. De cierta forma se contradice él mismo, ya que una característica de su argumentación
es que los latinoamericanos hemos evadido nuestra historia y hemos decidido terminar con el
pasado y construir un presente y un futuro con ideas importadas de europa. Porque estas ideas
son la imagen del desarrollo, del progreso, de la civilización. Zea identifica en esta evasión de
nuestra verdad histórica el problema central al que se enfrenta una posible filosofía de la
historia latinoamericana. Entonces, si la evasión de nuestra historia es el obstáculo porque no
decidirnos a resolverlo. Y la única forma de solucionar dicho problema es a través del trabajo
de investigación de nuestra historia a partir de ella misma.
Otro cosa importante de mencionar está relacionada con lo que antes expuse del proyecto de
historia que implica la filosofía de la historia latinoamericana. Y la respuesta se dan sin siquiera
formular la pregunta: no creo que sea posible un proyecto de historia allí donde no se conoce la
historia. Allí donde el presente está orgánicamente desconectado con el pasado no puede
existir futuro. Lo que Eric Hobsbawm llama un “presente permanente producto del rompimiento
con el pasado”. Si la Historia da identidad, ¿puede tener identidad un pueblo que no conoce su
historia? Y no me refiero con Historia a nombre, fechas y eventos importantes. Me refiero a los
procesos previos que le dan cuerpo a nuestro hoy, me refiero al entendimiento que deberíamos
tener acerca de nuestro desarrollo como parte de una historia global, en donde cada pueblo
tiene un papel trasdendente. Entonces, si no nos conocemos, si no podemos decirnos a
nosotros mismos de donde venimos, de quien provenimos, quienes somos, si nos es casi
imposible definirnos sin otro referente que no sea la “dependencia”, entonces no es posible que
tengamos un proyecto de historia. Entonces, si no nos conocemos, si no podemos decirnos a
nosotros mismos de donde venimos, de quien provenimos, quienes somos, si nos es casi
imposible definirnos sin otro referente que no sea la “dependencia”, entonces no es posible que
tengamos un proyecto de historia. Y si no lo tenemos, entonces qué sentido tiene filosofar
acerca de la historia, si es que esta se puede dar.
Y ya para terminar, hare mención de algo que me parece pieza clave de este juego. Zea hace
incapie en que los latinoamericanos hacen filosofía de la historia con ideas importadas, ideas
cuya semilla fue sembrada en otra tierra bajo otras circunstancias. Ideas que quitan de la tierra,
les cortan las raices, y son producto para vender cuyo fin es dominar. Son estas ideas las que
hasta hoy nos forman nuestra imagen de nosotros mismos. Esta dependencias terminara con la
filosofía de la historia que:
Se hace indispensabel conocer nuestra historia, la génesis de ella a partir de nuestro propio
proceso, el proceso histórico que nació en esta tierra, no el que vino a sernos impuesto, no en
el que nos obligaron a entrar a punta de patadas. Sí, todo cabe en un jarrito sabiéndolo
acomodar, pero el jarrito tiene límite y si lo llenan demasiado se rompe. Y fuera del jarrito está
nuestra realidad. Esta idea que plantea Zea me parece trascendente, desde un aspecto:
recurrir hasta los orígenes de nuestra historia, la que nació en esta tierra, buscar la semilla,
buscar el sembrador, buscar el primer fruto. Es decir, escarbar en el pasado propio nuestros
orígenes y preguntarles qué pensaron cuando sembraron la semilla de nuestra historia.
Cualquiera que me lea diría que soy una patriota y nacionalista hasta el tuétano. Pero no. No
se trata de “amora a la madre tierra”, no se trata de reivindicar el pasado azteca o mayo sólo
por afan de reivindicar lo propio. Eso es indigenismo, eso es folklorismo. A lo que me refiero es
a que en estas culturas, que nacieron aquí, que se desarrollaron aquí, debió haber una
explicación al devenir histórico, debieron tener aquellos hombres una explicación al cambio,
una explicación al correr del tiempo. Ellos mismos debieron haberse cuestionado sobre las
cosas de las que se ocupa la actual filosofía de la historia. Eso prodría ser el punto de partida
para entender el devenir histórico en esta “nuestra” américa. No sin hacer una crítica del
mismo, recuerdo que no es mi intención exaltar el pasado indígeno por el sólo hecho de
exaltarlo. Pero creo necesario buscar los origenes de una posible reflexión de ese tipo aquí en
latinoamérica. Por supuesto que al llegar a la etapa actual ese entender del devenir histórico ya
no tendrá mucho que ver con el que pretendo que sea el origen. Porque todo cambia, nada es
inmutable.
CONCLUSIONES