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Fantasma

Fantasía, fantasear es un término que inmediatamente evoca, al menos en su noción vulgar,


aquello que se opone a la realidad. Se habla de la fantasía como el producto más genuino de la
imaginación que confina con el capricho, lo ilusorio, y lo carente de realidad. Para Freud el
términoPhantasie no se sitúa en esta relación de oposición con la realidad;por eso , se ha
preferido traducirlo no por fantasía sino por fantasma.

El fantasma aún cuando en su presentación más evidente parece fundar negativamente la


realidad, Freud nos mostrará que es aquello que soporta la realidad del sujeto e impregna su
vida entera.Está siempre presente y forma parte de la cotidianeidad de todo ser parlante que
está sumido ,una parte notable de su vida despierta, en los ensueños, en esas escenas e
historietas que le son parcialmente accesibles y en las que se consuela de los sinsabores de su
existencia.La presentación más evidente de estas secuencias es imaginaria y su función es
figurar un sueño de placer y de goce que funda negativamente la realidad. Pero el fantasma no
se agota en esta vaga ensoñación. El fantasma es una manera de ser del sujeto respecto al
Otro.¿Qué es el carácter? podríamos decir que es algo que vuelve siempre al mismo sitio.Esa
fijeza está asociada a la dimensión fundamental del fantasma y al hecho de que éste le
procura al sujeto una significación absoluta .Es decir que tanto lo pasado, como lo presente,
como lo futuro, está modulado y modelado por la función del fantasma.

Significación absoluta quiere decir también desatada,es decir una significación antes de la
cual no hay nada. Esto marca una diferencia con el síntoma. Así como con el síntoma siempre
es posible remontarse de significante en significante, con el fantasma estamos ante un
comienzo absoluto. Y ello porque, el fantasma no procede, como el síntoma, del Otro del
significante,del Otro del saber, sino de la falta en el Otro. Esto explica asimismo otra
diferencia muy notable respecto al síntoma. Del síntoma los analizantes hablan, y mucho; en
cambio en cuanto a sus fantasmas callan. El fantasma proporciona una certeza allí donde hay
ausencia de saber.Es lógico entonces que no demande una interpretación,que no se dirija ,
como el síntoma , al Sujeto Supuesto Saber. Precisamente la dificultad mayor de un análisis
estribará en como remover esta certeza fantasmática. Certeza fantasmática que es el hueso ,
el corazón de toda la realidad del sujeto.
Podemos tomar el juego que Freud sitúa en El poeta y los sueños diurnos como un análogo
del fantasma. Aunque no carece de relación con la función clásica de la imaginación, nadie
diría que el juego en el niño se opone a la realidad. Al contrario , constituye una actividad
central en la vida del sujeto infantil. Es a través del juego cómo el niño organiza e interpreta ,
en el doble sentido de la palabra , su relación con los otros, con el mundo; es a través del
juego como fabrica su realidad.

Un día este niño deja de jugar y la pregunta que surge es qué cosa puede estar
reemplazando al juego.La respuesta de Freud es muy clara:el fantasma , es decir,las historias
que el niño se cuenta a sí mismo pero que ya no lleva al juego como antes.

A través de este filtro , de esta pantalla ,el sujeto fabrica su realidad. Dicho de otro modo,
la realidad, que no es lo real , está enmarcada por el fantasma,no es sino una
fantasmatización de lo real, una construcción del sujeto de su relación con el mundo. El mundo
para el sujeto humano , es ante todo el mundo de los otros , de aquellos que hablan y con los
cuales toda relación está mediada por la palabra y el lenguaje. En la obra de Freud hay un
lugar clave para estudiar el problema del juego infantil como análogo del fantasma:el famoso
juego del carrete en el capítulo II de Más allá del principio del placer.Se trata de un niño
pequeño que tiene un carrete atado a un hilo y que juega a arrojarlo fuera de la cuna y
volverlo a recoger.Un juego repetitivo acompañado de un par de exclamaciones en su media
lengua;cuando lo arroja dice Fort (fuera) y cuando lo recoge Da (aquí). El niño manifiesta un
verdadero júbilo ante este juego respecto del cual Freud nos hace observar que se dedicaba a
él cuando la madre se encontraba ausente.Es decir , lo que Freud nos marca es que en este
juego el niño no juega solo sino que la partida se juega con el Otro materno. Este juego está
en relación con la ausencia de la madre, es con esta ausencia con la que el niño juega, juega
con un Otro domesticado hasta tal punto que se le puede identificar con el carrete mismo. El
niño juega con la ausencia de la madre , ausencia que hace presente su deseo;cuando no está
se puede preguntar a qué se debe esa ausencia,cual es su deseo.Ante la angustia suscitada
por el enigma del deseo del Otro materno el niño produce esa maquinación del Fort-Da a
través de la cual trata de situarse en su relación al deseo del Otro.
Se trata de domesticar ese deseo del Otro que suscita angustia y obtener a partir de ese fondo
de angustia un placer a través de su maquinación lúdica. Lo que ilustra este juego es
generalizable al fantasma:el fantasma es una máquina que se pone en juego cuando se
manifiesta el deseo del Otro, una máquina destinada a protegerse de la angustia coordinando
el goce al placer.El fantasma se desencadena por tanto cuando encontramos una falta en el
Otro, una falta de significante que responda de cual es su deseo. Ante este enigma del deseo
del Otro la respuesta es el fantasma.

Volviendo a la pregunta por el deseo del Otro, ¿cómo se manifiesta este deseo más allá
de esta alternancia presencia -ausencia de la madre que Freud destaca a propósito del juego
del carrete?. La pregunta por el deseo del Otro es una consecuencia de la inconsistencia de la
lengua. La lengua es inconsistente porque un significante sólo se define por su relación a otro
significante, sin que haya un ultimo significante que sea la garantía de la significación. En otras
palabras: no hay Otro del Otro.

Ya sabemos que el primer Otro de la lengua queda soportado para el niño en la figura de la
madre.En lo que dice una madre siempre hay algo incomprensible."me dice esto, ¿pero qué
quiere?". En los intervalos de su discurso entre palabra y palabra se desliza, huidizo como el
hurón,-dice Lacan-, el enigma de su deseo.Si lo que dice una madre es incomprensible no es
porque el niño no comprenda el significado de cada una de sus palabras sino, porque más allá
de su valor de signo ,las palabras en la lengua tienen valor de significantes, remitiendo las
unas a las otras en una remisión indefinida de significaciones. Multiplicidad de nombres
encadenados que evoca un deseo opaco enigmático.¿Qué respuesta puede haber frente a tal
vacío , frente a tal ausencia de lo que diría la significación de su deseo enigmático? ¿El cuerpo
es aquello que viene a paliar tal vacío y a ofrecerse para completar a ese Otro cuyo deseo se
escurre en la remisión indefinida de las significaciones?

Efectivamente,ante lo insimbolizable, ante lo real del deseo del Otro, el fantasma ofrece
una respuesta que implica siempre al cuerpo.Encontraremos en el fantasma al cuerpo como
imagen;pero descubriremos también que esas imágenes del cuerpo que habitan, que
conforman el argumento del fantasma, son la vestidura que rodea a otro cuerpo que no es el
cuerpo tranquilizador que nos devuelve el espejo o el cuerpo tal como esperamos sea
reconocido por la mirada del otro. En otra palabras encontraremos al cuerpo en el fantasma
como imagen pero también en relación a las pulsiones que es aquello que articula la
sexualidad en el ser parlante desprovisto de instinto.

Teorías sexuales infantiles es un texto fundamental de Freud para entender el modo de


respuesta del fantasma a la falta en el Otro. Una falta que tiene una doble dimensión. Por un
lado indica el significante que falta en el Otro como deseo del Otro; al mismo tiempo indica
que no hay significante para inscribir la relación sexual; por eso justamente hay un deseo; hay
un deseo porque no se inscribe la relación sexual. Así la pregunta por el enigma de la
sexualidad, esa pregunta que - nos dice Freud - el niño se plantea ante determinadas
eventualidades como por ejemplo el nacimiento de un hermanito ,bajo la forma '¿de dónde
vienen los niños'? , está íntimamente ligada a la pregunta por el deseo del Otro. Ante estos
enigmas los niños inventan una serie de teorías que tienen el valor de una respuesta
fantasmática. Lo decisivo es que la respuesta al deseo del Otro - el falo - condenará al sujeto
a la ausencia de relación sexual, dado que un solo significante para dos sexos no basta para
inscribir la relación sexual. La primera de estas teorías infantiles - nos dice Freud- consiste en
dotar a toda persona y ante todo a la madre del atributo fálico. Esta teoría de que la madre
posee un falo hará fracasar la investigación sexual del niño al imposibilitarle postular la
existencia de la vagina. Desconocimiento de la vagina que-concluye Freud- afirmará al niño en
la segunda de sus teorías sexuales: el niño es expulsado como un excremento en una
deposición. Así pues el fantasma de la madre fálica que conlleva el desconocimiento,la
exclusión, de lo propiamente femenino, es el responsable del fracaso de la investigación
sexual, de la imposibilidad de inscribir en términos significantes la relación sexual.

¿A qué responde este fantasma de la madre fálica? Digamos que lo erróneo de esta teoría
devela una verdad, a saber: que la ausencia de un símbolo propio del sexo femenino es
necesaria a la existencia, a la vida, pues el niño hará de su cuerpo aquello que responde al
deseo enigmático de la madre:el falo. El niño hará de su cuerpo ese falo que completa a la
madre e identificado a él su madre no podría ser privada del mismo sin que él desaparezca.
Vemos así como queda implicada la imagen del cuerpo en el fantasma:el cuerpo como falo
imaginario viene a responder a la pregunta qué soy para el deseo del Otro. El fantasma es una
respuesta al ser por la vía problemática de responder al deseo del Otro. Ante la pregunta ¿qué
soy para el deseo del Otro? la metáfora paterna introduce una respuesta imaginaria- la imagen
fálica - respuesta que en tanto que viene a colocarse en la falta en el Otro, la encubre. Pero
sólo como tapón imaginario que no basta para tapar el agujero en lo simbólico, lo que
implicará correlativamente que el ser del sujeto no se confundirá con su imagen. En otras
palabras, el neurótico a diferencia del perverso nunca está seguro de qué es el falo del Otro.
Todas las preguntas del neurótico, su cuestión hamletiana ser o no ser -el falo para el Otro-,
revelan lo que en el fantasma tiene de señuelo esa respuesta imaginaria que es la respuesta
fálica. De ahí que ese ser o no ser es una pregunta sin salida porque cada vez que el sujeto
quiere asegurarse de que es el falo no lo puede certificar porque el falo no es sino un ser de
imagen, es algo a lo que se aspira, sólo funciona como algo imaginado y que en lo real no se
puede certificar. En este sentido, toda respuesta del analista del lado de asegurar al sujeto que
es el falo se paga cara, porque ese señuelo narcisista le va a impedir encontrar alguna
realización para su ser. Pues a la hora de realizar algo ¿con qué se encontrará el sujeto ?; con
el máximo de inhibición, lo único que podrá hacer es elucubrar en la pura ensoñación
imaginaria qué podría darle un lugar en el Otro ,si será reconocido por el Otro ,etc.

Si volvemos ahora al texto de Freud encontramos otra manera en que el cuerpo queda
implicado en el fantasma. Si la primera teoría infantil es la de que la madre posee el falo que
el niño es, esta teoría,dice Freud,al conllevar el desconocimiento de la vagina,afirmará al niño
en la segunda de sus teorías:" el niño es expulsado como un excremento en una deposición".
El niño se hace cagar. Tenemos pues en el fantasma la identificación con el objeto parcial ,con
el objeto pulsional recortado por la demanda del Otro y asimismo la identificación con el falo,
la aspiración a ser el falo de la madre. Esta última operación no se efectúa de cualquier
manera sino solamente en la medida en que el niño se adecua a la demanda del Otro materno.
Así la identificación al falo pasa por la vía de las pulsiones y por eso comer- hacerse comer,
cagar- hacerse cagar, pegar hacerse pegar,son paradójicamente los únicos medios de
realización de ese mito del cuerpo total , falo perfecto de la madre. Podríamos formularlo de
otra manera: el anhelo neurótico de querer ser el falo, la pasión de ser , tiene como correlato
lo que Lacan llama "las desgracias del ser", la identificación con ese objeto a que encubierto
por el yo y su narcisismo, del sujeto hace la miseria.

Las teorías sexuales infantiles son la respuesta que el niño se da ante la falta de
significante en el Otro: significante que falta en el Otro como deseo del Otro y falta de
significante de la relación sexual. Estas respuestas nos han mostrado que en el inconsciente el
sujeto no tiene relación con el Otro sexo sino con el falo o con el objeto. Esto nos conduce al
lugar que el fantasma ocupa en la estructura: obturando la falta en el Otro permite
enmascarar la ausencia de significante de la relación sexual ,la imposibilidad de la relación
sexual. Fantasmas histéricos y su relación con la bisexualidad es un texto que nos muestra
como la sexualidad hace síntoma en el ser parlante y ello precisamente vía el fantasma. En
este texto Freud articula la relación entre síntoma y fantasma en términos de un
determinismo del primero sobre el segundo:los fantasmas son la causa del síntoma y además
a todo síntoma histérico subyace un fantasma bisexual. Lo que Freud avizoraba tras este
término bastante confuso de bisexualidad Lacan lo traduce por nulisexualidad. Dado que en la
cadena simbólica del inconsciente falta la cláusula que diría al hombre como ser hombre para
una mujer y a la mujer como ser mujer para un hombre, esta falta de significante de la
relación sexual se obtura en el campo imaginario del fantasma con la figuración de la relación
sexual que se delata, por ejemplo, en el ataque histérico que Freud analiza en este texto , en
el que encontramos , por cierto, un trazo decisivo en el fantasma:el maltrato.

Si en el texto de 1908 Freud puntualiza que lo fundamental del fantasma apunta a una
relación de maltrato ¿ qué mejor que Pegan a un niño para confirmar que el maltrato no es
efectivamente, algo aleatorio en la constitución del fantasma, sino que es connatural a su
propia erección, a su configuración en cuanto tal? Este fantasma, con alguna variante para los
sujetos femeninos o masculinos, Freud nos lo descubre estructurado en tres tiempos. En el
tercer tiempo, primero en aparecer en análisis,la analizante confiesa con reticencia esta
fórmula y el placer a ella ligado: "Pegaban a un niño, no sé más". Este "no sé" nos recuerda
que el fantasma es correlativo con un defecto en el Otro del saber. Este fantasma tiene una
primera fase que la analizante puede reconocer : "Mi padre pega a un niño, al niño odiado por
mí". Se trata de un momento de rivalidad especular con el semejante, aquí hermano o
hermana. Pero el momento esencial de este fantasma es el "Yo soy pegada por el padre",
segundo tiempo del que Freud advierte que se trata de una construcción del análisis y no de
una rememoración, pues en ninguna caso puede esta enunciado llegar a la conciencia. El hilo
conductor de los tres tiempos es el significante 'pegar'. Que es un significante lo prueba el
hecho de que cambia de significado a lo largo de esta pequeña historia. Si en el primer tiempo
que el padre pegue al niño odiado por mí significa que no lo ama, en el segundo 'yo soy
pegada por el padre' equivale a 'yo soy amada'.

En el varón este fantasma presenta alguna variación : falta el primer tiempo y el tercero se
enuncia como 'Yo soy pegado por mi madre'; pero lo importante es que el segundo tiempo es
el mismo que en el caso de la mujer. En ambos casos se trata para Freud de la posición
pasiva y del ligamen incestuoso al padre.

Que sea imposible de ser rememorada nos da la pista de que lo que allí articula Freud es la
represión primaria: el pumpum del padre sobre el cuerpo no es otra cosa -apunta Lacan en su
relectura de este texto- que los golpes del significante sobre el viviente haciendo nacer al
sujeto,pero abolido bajo la cadena del significante. ¿ Por qué la alienación al significante se
imaginariza como siendo pegado por el padre? En nuestro recorrido por el fantasma ya hemos
visto que éste supone la emergencia de una imagen allí donde hay una falla en lo simbólico. En
este caso si aparece la imagen del padre que castiga es porque la falla de la cadena es
precisamente la impotencia del padre para simbolizar el goce ,ese goce enigmático, opaco ,
que es el goce del Otro materno. El Nombre del Padre es impotente para simbolizar todo el
goce, hay un resto de goce que escapa a la pacificación que el Nombre del Padre impone. Así,
hay también otro padre presente en el fantasma que no es el padre que prohíbe gozar sino el
padre que ordena gozar: el padre como ese ser supremo en maldad o Superyo. Y es que el
fantasma no sólo conecta con el goce fálico sino que incluye el objeto pulsional donde se
refugia otro goce que es un goce más allá del principio del placer. 'Ser pegado' tiene el valor
erótico de 'ser amado' porque los azotes son también un goce recuperado.Así el castigo otorga
parcialmente ese goce que permite transgredir el límite que acaba de ser impuesto. El
fantasma es ese nudo donde la ley se impone con su transgresión.La imagen crística donde un
hijo en relación con su padre es golpeado da una idea del alcance universal de este fantasma
en la cultura y su malestar.

Para Lacan el fantasma al no ser el efecto de los significantes del Otro, sino ,
precisamente ,la respuesta a la falta de significante en el Otro, implica una posición subjetiva
respecto del deseo; el análisis permanece inconcluso mientras esta posición no sea desplazada
mínimamente y puesta en tela de juicio. Si como indica Freud el fantasma está implicado en el
síntoma, este no será seriamente movilizado tampoco mientras el fantasma permanezca
intacto. Vimos que la pregunta '¿ qué soy para el deseo del Otro?', tenía un primer modo de
respuesta que era la respuesta fálica. Desde esta perspectiva al final de un análisis, dice
Lacan, el analizante debe descubrir que no es el falo. En tanto el sujeto se mantenga en su
anhelo de ser lo que le falta al Otro no podrá él mismo pasar a desear lo que le falta. El anhelo
de ser el falo, el anhelo de ser el deseable no es lo mismo que ser un deseante. Al contrario, la
identificación al falo conlleva siempre una caída del deseo. En otras palabras,descubrimiento
de 'la falta en ser', pero no para quedarse ahí sino para, aceptando tenerlo o no tenerlo, lo que
implica ya un consentimiento, una posición subjetiva, poder situarse como deseante. Del lado
de la identificación del sujeto al objeto pulsional, al objeto de la demanda, se trata igualmente
de cesar en el empeño de obturar la falta en el Otro. Así el imperativo ético freudiano Wo es
war, soll Ich werden, podría traducirse como 'allí donde era objeto en el fantasma, miseria de
goce, desgracia del ser, debo advenir como sujeto de deseo. Mientras el fantasma está en su
sitio el sujeto es algo para el Otro; cuando esa certeza cae, es un momento de des-ser, de
destitución subjetiva, acompañado de una connotación depresiva por experimentarse una
pérdida.Pero el análisis no propone quedarse en la depresión, en el duelo, en la nada, sino que
propone volver al Otro sabiendo ya que es un Otro marcado por la falta. Diríamos que es como
el momento, tomando una frase de Charcot, en el que aparece que ser nada para el Otro no
impide existir. ¿Por qué? Porque el sujeto descubre que puede afirmar su existencia y que la
singularidad de su decir, de su enunciación, viene en el punto donde no se autoriza del Otro,
donde no necesita del Otro de la demanda para existir, donde no tiene que seguir esperando la
respuesta que el Otro no puede darle. Se trata al final de un análisis, de que el sujeto adquiera
un saber sobre su fantasma, un saber donde el goce queda a su cargo,pero no pretenderá ya
que su fantasma responda al deseo del Otro. Precisamente este saber es el que le permite
tomar distancia y no ponerlo en juego permanentemente. Sólo dejando de lado su fantasma,
desprendiéndose de querer ser algo para el Otro, podrá un sujeto ,dice Lacan, ocupar
verdaderamente la posición del analista. En la medida en la que el deseo del analista es no
querer ser nada para el analizante sino puro vacío de saber y de ser al servicio de su deseo.En
suma, es identificado a la barra misma que tacha al Otro, lugar de la falta radical, lugar de la
causa y de la imposibilidad, como el analista podrá ejercer ese oficio que consiste en
demostrar la imposibilidad de vivir, a fin de volver posible la vida en lo poco que ésta lo sea.

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