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Alberto Lleras
1
de producción y quienes solamente aportaban su capital de trabajo. El reto
del liberalismo consistía en adaptarse al nuevo enfoque socialista sin dejar
de lado la doctrina defendida a sangre y fuego durante las interminables
guerras del siglo XIX. En 1931, como parte de uno de sus discursos más
representativos en el que defiende la intervención estatal durante el
gobierno de Olaya, Gaitán intenta sintetizar ambos componentes en su
liberalismo “izquierdista”. Mientras la defensa de las libertades
individuales se resume en “postulados” “exclusivamente políticos” que
representan el patrimonio liberal, el enfoque socialista es indispensable
para enfrentar los problemas económicos del mundo contemporáneo:
López y la idea de revolución, tan presente en la política y la cultura de los años 30, ver
el texto de David Jiménez “Revolución: imágenes, ideas relatos” en Rubén Sierra (editor).
República Liberal: sociedad y cultura, Universidad Nacional, Bogotá, 2009. Para una
presentación panorámica del anticomunismo de Lleras, otros liberales y conservadores,
ver el texto de Rocío Londoño “El anticomunismo en Colombia” en Rubén Sierra (editor).
La restauración conservadora. 1946-1957, Universidad Nacional, Bogotá, 2012.
2
unas instituciones republicanas. Esas instituciones, que para Gaitán no
son más que el medio de buscar una sociedad más justa, para López y
sobre todo para Lleras se transforman en una tradición imposible de
abandonar que adquiere matices cada vez más conservadores.
Determinada en gran parte por las vicisitudes de la política internacional,
la transformación de la posición liberal oficialista parece reconocer, a veces
a regañadientes, a veces con entusiasmo, los méritos de la tradición
republicana y democrática que se opone a la revolución comunista
asociada con la vertiente socialista del liberalismo de Gaitán. El
republicanismo de los liberales se vuelve contrarrevolucionario y
tradicionalista en este sentido de la palabra. El sarcástico López de los
años veinte y el combativo crítico del republicanismo de 1938 es el
sosegado estadista de la propuesta de Frente Nacional en 1956. A su lado,
el amanuense de la Revolución en marcha parece haber aprendido la
lección política imprescindible: si las libertades individuales entraron en la
vida pública y constitucional del país durante la República Liberal, la
lucha contrarrevolucionaria solamente podrá consolidarse con una síntesis
histórica la doctrina anticomunista de ambos partidos.
3
mundial como en su defensa de la tradición republicana en Colombia.
Tomando como base algunos de los principales discursos de Lleras como
secretario de la OEA, en la tercera sección ilustraré el indispensable
aspecto internacional de ese liberalismo clásico resaltando su carácter
anticomunista. Luego me ocuparé del valor de la tradición en el ámbito
nacional del pensamiento político de Lleras desde su discurso del 45 a su
oposición a Rojas. La democracia se transforma entonces en una tradición
y juega un papel muy semejante a cualquier defensa de la tradición en el
partido conservador involucrando elementos como la tradición literaria y la
religión. Finalmente rastrearé los elementos de este liberalismo clásico,
contrarrevolucionario, enemigo del populismo y defensor de la tradición
republicana en algunos de los discursos más importantes de Lleras con
respecto al Frente Nacional.
1. Oficialismo y disidencia
3 Desde las furiosas diatribas de Gómez a favor del franquismo durante el gobierno de
Santos (cf. “Conflicto de dos culturas” en Ricardo Ruiz Santos (compilador) Laureano
Gómez. Obras Completas, Tomo IV, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1986.) al perspicaz
análisis de la realidad rusa desarrollado por Gaitán en 1942 (cf. “Rusia y la democracia”
en Jorge Mario Eastman (compilador) Jorge Eliécer Gaitán. Obras selectas, Parte 1,
Cámara de Representantes, Bogotá, 1979), pasando por el elogio del fascismo y del
nazismo de Villegas (No hay enemigos a la derecha, Casa Editorial Arturo Zapata,
Manizales, 1937) y de Alzate (“La candidatura de Ospina Pérez” en Jorge Mario Eastman
(compilador), Gilberto Alzate Avendaño. Obras selectas, Parte 1, Cámara de
Representantes, Bogotá, 1979) a finales de los 30, el debate político colombiano parece
completamente atravesado por la segunda guerra mundial, por sus motivos y su
desarrollo.
4
de esa época sin tomar en consideración la disputa entre totalitarismo y
democracia. Desde la defensa puramente táctica de la democracia de
Alzate y Villegas hasta la distinción entre democracia como forma de
gobierno y como forma de organización económica de Gaitán, el debate
recurrente era el mismo. Y Lleras no pudo sustraerse a él. De esa disputa
heredaría una repugnancia por toda clase de regímenes totalitarios y una
concepción contrarrevolucionaria de la democracia. Pero también una idea
del liberalismo como un conjunto de compromisos intelectuales.
a) Totalitarismo y democracia
“Las democracias no se asemejan entre sí, por lo mismo que los hombres
ilustres buscan diferenciarse. Pero la calidad misma de la democracia se
podría resumir en la ausencia de sorpresa. El régimen totalitario, el
dictatorial, el despótico, conducen al ciudadano de sorpresa en sorpresa,
gratas unas, otras detestables. La democracia no debe tener sorpresas, y
las leyes tienen esa misión: anticipar cómo deben ocurrir las cosas, por
qué cauce han de rodar naturalmente los hechos, y adiestrar al ciudadano
en la esgrima contra el azar, la estupidez o la perfidia. Es un régimen de
previsión, porque es inteligente. Es lento y parece torpe ante los fenómenos
sociales relámpagos que provoca la decisión de un iluminado. Pero prevé
también que el que gobierna sea tan veloz para el éxito como para el
fracaso. Es un régimen viejo, porque es la acumulación de toda la
experiencia humana, desde el despotismo de la tribu hasta el régimen
5
parlamentario. Lo preveía todo, menos lo que escapa a su límite natural:
es decir, el proceso internacional.”4
b) Democracia y contrarrevolución
Nuevos y los centenaristas ver Ricardo Arias Los leopardos. Una historia intelectual de los
años 1920, Ediciones Uniandes, Bogotá, 2013.
6
“comunistas” de la República liberal. Una síntesis útil de esta posición la
encontramos en Alzate Avendaño cuando defiende la candidatura de
Mariano Ospina Pérez en 19378:
“No hay que equivocarse. Del antiguo liberalismo sólo queda el rótulo y un
vago fondo mitológico, que tienen cierta vigencia sentimental para las
muchedumbres. Pero el régimen, lo que llamaban los centenaristas con
escasa novedad literaria “la nave del estado”, no se encuentra anclado en
el malecón de Mánchester, sino que se dirige entre tumbos hacia las
dársenas rusas. El área ideológica de los antiguos partidos está
rebasada.[…] El gobierno imperante en Colombia pertenece a la izquierda.
Cada vez acentúa más su filiación revolucionaria.”
8
“La candidatura de Ospina Pérez” Jorge Mario Eastman (compilador) Gilberto Alzate
Avendaño. Obras selectas, Parte 1, Cámara de Representantes, Bogotá, 1979, p. 85.
9 Alberto Lleras “Liberalismo y totalitarismo”. En Obras selectas de Alberto Lleras. Tomo
7
responder a lo que Gaitán llamara el “quiste psicológico”10 de los liberales
oficialistas. Ese prejuicio está esbozado en el debate del oficialismo liberal
con el liberalismo disidente de los años 40 y parece una herencia
intelectual de la disputa ideológica con los conservadores. Lleras
incorporará el elemento contrarrevolucionario pero no la admiración por el
fascismo. El liberalismo se definirá entonces como una defensa de la
civilización liberal, de sus valores (incluida la libertad religiosa) frente al
atropello y el horror que una revolución significa. En su tono e ímpetu nos
hará recordar las encendidas diatribas de Villegas, Alzate y Gómez en
contra de la disolución moral y social producida por la República liberal.
Conservadores, disidentes y oficialistas, y liberales oficialistas le temerán a
la revolución como a la muerte. La retórica de la revolución no volverá a
hacer parte durante mucho tiempo del discurso liberal oficialista. La
cerrada defensa de una concepción austera de la democracia, ese lento
pero seguro sistema político, será su recurso retórico predilecto.
Ocupado del mismo tipo de problemas, es decir, del papel del liberalismo
frente al totalitarismo y nacionalismo imperantes en Europa, Jorge Eliécer
Gaitán desarrollará durante los 30 y los 40 un elaborado análisis
histórico-económico de los orígenes y alcance del liberalismo clásico que
resulta esclarecedor para ilustrar por qué éste puede ser entendido ante
todo como un compromiso intelectual. A la retórica contrarrevolucionaria
de Alzate, Villegas y Gómez, Gaitán opondrá un genuino estilo
revolucionario. A las críticas a todas las formas de totalitarismo de Lleras,
Gaitán opondrá una defensa sostenida y minuciosa de la Rusia comunista.
La lucha no es, para Gaitán, entre la civilización liberal y la barbarie
totalitaria. La lucha es entre el modelo liberal de libertades (la libertad
política y la libertad de conciencia) y las contradicciones inherentes a la
falta de libertad económica11:
“Cierto es que hay que ganar la guerra, sí, pero victoria que no lleve un
contenido ideológico de justicia, no es victoria que se gana, sino guerra que
se pierde. No puede ni debe haber victoria si sólo ha de servir al
imperialismo; no puede haber victoria si las batallas se ganan sólo para
que los hombres sigan devorados por la tragedia mecánica, perdiendo cada
día su individualidad.”
10
“Rusia y la democracia” en Jorge Mario Eastman (compilador) Jorge Eliécer Gaitán.
Obras selectas, Parte 1, Cámara de Representantes, Bogotá, 1979, p. 277.
11
“Rusia y la democracia” en Jorge Mario Eastman (compilador) Jorge Eliécer Gaitán.
Obras selectas, Parte 1, Cámara de Representantes, Bogotá, 1979, p.304.
8
conceptos heredados de la Revolución Francesa. Desconoce los conflictos
propios de la libertad económica develados por el enfoque científico que
solo el socialismo puede ofrecer. El hombre liberal está condenado a
ejercer sus libertades en el vacío. Intentará defender la democracia como
concepto pero nunca podrá defenderla como estructura social realizable.
Desde el izquierdismo liberal, la posición oficial se ve como un compromiso
abstracto con ideales que no tienen en cuenta el tipo de libertad que surge
cuando se tiene una seguridad económica garantizada por el Estado. Eso
permite entender por qué el compromiso de los liberales clásicos con la
democracia formal les impide comprometerse con la democracia real
(encarnada en la seguridad económica). La defensa de la democracia es,
entonces, puramente intelectual o, como lo denomina Gaitán, está
incrustada en “el panorama psicológico” del liberalismo. Mientras el
criterio puramente psicológico de adhesión a unas ideas abstractas puede
ser compatible con el individualismo liberal y con la búsqueda de la
estabilidad de la que habla Lleras, el liberalismo revolucionario de Gaitán
implica un compromiso con la rebeldía y la justicia12:
12 Ibid.
9
ejercicio del poder”13. Ese ensayo, el del republicanismo como estrategia
política, fracasó. Pero el republicanismo como ejercicio de convivencia
condujo a una nueva distinción ideológica donde los partidos dejaron de
diferenciarse por sus posiciones más sectarias y sacaron de la discusión
política “todas las cuestiones fundamentales”14. El republicanismo se
transformó de una opción política inviable en una actitud intelectual
acerca de cómo establecer las fronteras entre los partidos políticos. Y,
desde ese punto de vista, fue para el liberalismo oficialista un elemento
fundamental e imprescindible en la tradición democrática colombiana, una
herencia política invaluable y genuina.
Los textos del liberalismo parecen recoger este cambio de postura de la
hostilidad ideológica manifiesta a la comprensión de la lección republicana
como lo puede comprobar quien se enfrente con los discursos de López
durante su primera presidencia y los discursos de Lleras al reemplazarlo
en 1945. Las diferencias entre las dos versiones del liberalismo a primera
vista son profundas e irreconciliables. En primer lugar porque hay una
distinción tajante de la concepción del papel del gobierno en la lucha
política. En segundo lugar porque las nociones de legitimidad tampoco
parecen coincidir en uno y otro caso. Con respecto al gobierno de partido
Lleras, en lo que parece un acto de contrición, dedica buena parte de sus
discursos del 45 al 46 a mostrar que es producto de un error de
perspectiva histórica. Con respecto a la legitimidad, parece transformar
una idea radical basada en la movilización social en un reconocimiento de
derechos muy semejante al que usan algunos conservadores y Restrepo.
Ambas rectificaciones apoyan la tesis del liberalismo como un tipo de
compromiso intelectual con una tradición política defensora de las
libertades individuales (las políticas y las de conciencia).
a) El gobierno de partido
10
puede decirse que habremos dado un paso en firme hacia ideales más
civilizados y a la constitución de agrupaciones menos rígidas e
intransigentes.”15
“En anterior ocasión hice públicas algunas de las reflexiones que me han
llevado a la conclusión de que el gobierno de un solo partido no le conviene
a la Nación en el período actual de su evolución política, aunque pueda
ser, como es, y principalmente dentro del sistema parlamentario, una
etapa superior, más seria y responsable del ideal democrático. He
confesado, pues, con cándida espontaneidad, el abandono de una tesis
que fue muy cara para mí durante mucho tiempo, y por la cual libré más
de un combate apasionado. Como abstracción, como filosofía política,
nada más claro, en verdad, que quien solicita el voto para un conjunto de
propósitos e iniciativas de gobierno, y obtiene la mayoría de los sufragios,
asuma la responsabilidad de ejecutar su programa hasta tanto que la
opinión, decepcionada o insatisfecha, le retire su apoyo. Pero es ésta una
15
Orientación Republicana, II, Imprenta editorial, Medellín 1930, página 319.
16
Alberto Lleras. “El gobierno y los partidos”. En Alberto Zalamea (Ed.). Alberto Lleras.
Sus mejores páginas. Biblioteca básica de cultura colombiana. Bogotá. 1959. Páginas 61-
62.
17
Alberto Lleras. “Último mensaje de 1946”. En Alberto Zalamea (Ed.). Alberto Lleras. Sus
mejores páginas. Biblioteca básica de cultura colombiana. Bogotá. 1959. Páginas 106-
107.
11
tesis que contiene el pecado original de nuestras leyes, el de adelantarse
audazmente por sobre una realidad social incapaz de sostenerlas.”
18
En el contexto de esta discusión Lleras cita como ejemplo laudable la propuesta de
Nicolás Esguerra en 1897 de un “Ejecutivo Plural”. Como sabemos, Nicolás Esguerra
participó en el movimiento republicano. Ver Alberto Lleras. “Último mensaje de 1946”. En
Alberto Zalamea (Ed.). Alberto Lleras. Sus mejores páginas. Biblioteca básica de cultura
colombiana. Bogotá. 1959. Páginas 112-113.
12
sean las diferencias entre el López reformador y Gaitán, parecen coincidir
en este punto. López interpreta esos intereses en términos reformistas,
Gaitán pretende despertar la conciencia de clase, pero ambos dan por
sentado que sin esos intereses, el conservatismo y el liberalismo no son
grupos representativos sino, en palabras de López “emociones petrificadas,
que se espían y se odian, se miden y se injurian, y no tienen más visión
que neutralizarse.”19. En sus discursos, el liberalismo oficialista de los
años 30 quiere encauzar ese interés mediante un ejercicio de pedagogía
política, un criterio político “experimental”: despertar a la opinión pública,
hacerla interesarse en los problemas nacionales excitándola desde el
gobierno, consultándola en cuanto a las reformas, respetando su carácter
netamente popular. Una de las ideas más interesantes de López durante
su primera administración es justamente la de combatir las élites políticas
tradicionales señalando su carácter exclusivista y burocrático. La
Revolución en marcha pretende restituir a la opinión pública el derecho a
pronunciarse sobre los problemas nacionales sin necesidad de recurrir a
una tradición intelectual específica. A López poco le interesa si el
liberalismo colombiano es francés o inglés. Le interesa, por el contrario,
promover un ejercicio de popularización de la política que reconozca la
preeminencia de los intereses de los grupos sociales por encima de lo que
los políticos piensen o crean. Si se me permite la expresión, López quiere
“desintelectualizar” la política colombiana, es decir, abandonar las
disputas de identidad ideológica que no respondan a intereses sociales
representativos y abandonar toda discusión ideológica que no sea útil para
la coyuntura. No es ésta una tesis nueva en el partido liberal y puede
encontrarse en autores como Manuel Murillo Toro con respecto al tema del
sufragio universal. En la versión de Murillo Toro, a votar se aprende
votando y no apelando a la autoridad intelectual de una élite20; en versión
de López Pumarejo, para resolver problemas sociales hay que escuchar a
los movimientos sociales y no a quienes consideran estar intelectualmente
por encima de ellos.
El republicanismo, por su origen elitista, defiende la idea de que el derecho
adquirido y formalizado es el origen de toda legitimidad, incluida la
política. Esta tesis tiene sus raíces, según creo, en José Eusebio Caro
quien, en el contexto de su lucha con el utilitarismo y egoísmo liberales,
sostiene una defensa de la tradición a través del derecho. Una vez
consignada como derecho, la libertad religiosa (la libertad de los católicos
de escoger una educación para sus hijos) como origen de toda libertad se
19
Alfonso López “Mensaje al Congreso nacional en la instalación de sus sesiones
ordinarias de 1938.” En Benjamín Ardila Duarte (editor). Alfonso López Pumarejo,
polemista político. Instituto Caro y Cuervo. Bogotá. 1986. P. 86.
20 Manuel Murillo Toro. “El sufragio universal”. En Jorge Mario Eastman (editor). Manuel
13
transforma en una realidad nacional, no sujeta a los vaivenes de la disputa
política21:
14
diferencias entre el liberalismo de los 30 y éste de mediados de los 40,
podríamos decir que para López parece como si la democracia se
controlara sola por medio del sufragio universal, como si el derecho fuera
redefiniéndose en virtud de los cambios sociales mientras que para Lleras
la democracia en Colombia siempre tiene que reconocer tradiciones
culturales (como la religión y la participación política) consignadas en la
forma de derechos. El derecho tiene componentes inmodificables que
pueden ayudarnos a probar que somos no “una democracia accidental,
sino eterna”.
Es tal vez debido a eso que Lleras cuando acepta la presidencia en 1945 se
presenta como un funcionario más, encargado de velar por los intereses
nacionales, una posición mucho más cercana al escueto discurso de
posesión de Restrepo en 1910 que a la arrogancia combativa de López en
1934. Su credo fundamental es el de la neutralidad ideológica del
gobierno que va a presidir, su equidistancia de los movimientos políticos. A
lo largo de su subsiguiente carrera política recalcará una vocación
republicana como su principal propósito:
“Voy a servir las ideas liberales desde esa altísima posición. Esas ideas no
están vinculadas, en manera alguna, al ejercicio del Poder, y son
preexistentes al hecho político que las hizo llegar al Gobierno de la Nación.
En todo caso, pueden vivir, viven y vivieron fuera del amparo oficial, y no
se extinguieron ni con la persecución de los gobiernos, ni con las derrotas
en las guerras civiles. El partido es el canal en donde confluyen todas las
ideas afines, y no es sino un instrumento para ejecutarlas, en el Gobierno
o en la oposición, y para concentrar las opiniones individuales que,
aisladas, no podrían prevalecer sin desatar la anarquía. El partido a que
pertenezco me puede imponer, y de hecho me impuso, compromisos
ineludibles en el servicio de sus ideas. Pero no tengo con él ningún
compromiso que salga del territorio intelectual, ni existe entre él y yo una
solidaridad que no pueda ser examinada a plena luz, o cuyas
consecuencias redunden en un privilegio indebido para mis copartidarios
contra otros colombianos.”22
22Alberto Lleras. “Propósitos”. En Alberto Zalamea (Ed.). Alberto Lleras. Sus mejores
páginas. Biblioteca básica de cultura colombiana. Bogotá. 1959. Páginas 26-27.
15
En la Conferencia de Chapultepec en 1945, antes de asumir como
presidente de la República, Lleras presenta con singular agudeza su
diagnóstico sobre la situación americana ad portas de la paz mundial. En
oposición diametral al análisis socialista de Gaitán, el futuro secretario de
la OEA sostiene que América Latina ha comenzado a surgir como bloque
económico y que está cerca de resolver los problemas sociales
fundamentales del mundo contemporáneo. El único eslabón suelto en este
progreso sostenido es la inestabilidad democrática:
“La otra cara de la moneda es la política. Claro que se han hecho avances,
porque el pueblo —que algo se va educando— empieza a saber cuáles son
los caminos que le pueden llevar al triunfo de la democracia. Pero la
democracia sigue siendo para nosotros no un hecho cumplido sino un
ideal por conquistar.”23
16
“Nosotros no somos, en realidad, sino una rama joven de la civilización
cristiana y occidental. No hay nada en nuestra cultura ni en las formas de
nuestra vida política y social en que un hombre del Viejo Mundo no pueda
reconocer la primitiva razón del esfuerzo. Al genio o a la voluntad de sus
antepasados. Pero por un explicable fenómeno, las grandes antítesis que
creó el pensamiento político occidental vinieron a resolverse, sin grandes
luchas, en síntesis americanas, en un ambiente más favorable a la
expansión ilimitada del hombre.”25
T
17
conquista del hombre contra el empleo de la fuerza a su capacidad de
deliberación.”27
4. El valor de la tradición
27 Alberto Lleras “El occidente tiene que avivar y estimular su tremendo poder moral” en
Alberto Lleras. Antología. Tomo V. Villegas Editores. Bogotá 2006, págs. 350-351.
18
establecer diferencias ideológicas genuinas. La tradición, como la
recibimos y aceptamos, impide pensar con acierto los problemas del país.
Desde su posesión de 1945, Lleras asumió una posición completamente
diferente. Con más intereses en la literatura, la poesía y las letras,
manifestó la necesidad de preservar toda esa cultura que a López nunca
pareció interesarle. El López del Doctorado Honoris Causa en la Nacional
relata sus peripecias vitales pero no defiende una determinada tradición
cultural. El Lleras de todas las épocas tiene una especie de debilidad
estética (y no sólo política) por la tradición. La tradición ordena, da sentido
histórico, establece pertenencia, civiliza. Una muestra interesante de esta
actitud vital puede encontrarse en un significativo pasaje de su discurso
de la aceptación del Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad
del Cauca28:
“Nuestro tiempo está formado por el de los que nos antecedieron y es parte
del tiempo de nuestros sucesores. Colombia no es un territorio, una
población, unas instituciones políticas, unas cifras de producción y
consumo, una serie de hechos actuales, sino, principalmente, lo que fue, y
las sucesivas transformaciones hacia lo que es y va a hacer en el futuro.
Sin nuestras guerras, nuestra devastación, nuestros experimentos
frustrados, nuestras mutilaciones, nuestros dolores, nuestros sacrificios,
lo que hoy tenemos no sería sino un conjunto de inexplicables
contradicciones.”
28 Alberto Lleras. “La tradición”. En Alberto Zalamea (Ed.). Alberto Lleras. Sus mejores
páginas. Biblioteca básica de cultura colombiana. Bogotá. 1959. Página 45.
29 Alberto Lleras. “Discurso del Tequendama”. En Alberto Zalamea (Ed.). Alberto Lleras.
Sus mejores páginas. Biblioteca básica de cultura colombiana. Bogotá. 1959. Página 137.
19
garantías para el habitante de nuestro suelo y una clarísima de
limitaciones para el Estado en sus relaciones con las personas.
Cualquiera, es cierto, puede tratar de dilapidarlo, pero hay muchos más
con la obligación de transmitirlo intacto, acrecido a las generaciones
innumerables de colombianos, las de nuestros inmediatos sucesores o
aquellas aún no nacidas.”
20
a) Lleras contra Rojas: liberalismo y populismo de derecha
30Alberto Lleras. “El Frente Nacional I”. En Alberto Zalamea (Ed.). Alberto Lleras. Sus
mejores páginas. Biblioteca básica de cultura colombiana. Bogotá. 1959. Página 180.
21
El Frente Nacional es la receta colombiana contra el populismo. Pero para
que el gobierno conjunto resulte realmente reconocible a nivel popular,
Lleras debe añadir el necesario ingrediente religioso a los componentes
puramente liberales e individualistas:
Tal síntesis genuina y tradicionalista de los dos partidos requiere, tal como
50 años antes el republicanismo, un proceso pedagógico y civilizatorio32.
Tal vez el precio que haya que pagar a los conservadores para garantizar el
Frente Nacional sea el de instituciones liberales basadas en el
individualismo y Religión católica como base popular. La civilización liberal
solo puede ser cristiana.
22
para hablar a su favor. Sin embargo, Lleras defiende el liberalismo en los
siguientes términos34:
“Pero se podría objetar, las cosas que hay por hacer son principalmente
reformas sociales radicales, imposiciones drásticas al concepto de derecho
de propiedad, distribución del ingreso más equitativamente y todos los
pasos conducentes a crear una sociedad más igualitaria. Esos
planteamientos son, en su esencia, más socialistas que liberales, pero si
les ha llegado su tiempo, como yo lo creo, y conmigo muchos colombianos,
lo fundamental es que para ejecutar las reformas no se rompa el marco
republicano y liberal de nuestras instituciones, no se resuelva el problema
con la dictadura del proletariado, ni se lance sobre el poder una oclocracia
ignorante y fatua, violenta y vengativa que consumiría las energías
nacionales en una revuelta escandalosa y un planificado desorden.”
23
los próceres liberales y conservadores. Pero la moral de la que habla Lleras
es la vieja moral, la que para Gaitán, los Leopardos y Alzate entró en crisis
con el desarrollo del capitalismo contemporáneo. El Frente Nacional es esa
estructura sobria y adusta en la que el liberalismo clásico encuentra su
natural defensa ante el absurdo ideológico de un socialismo democrático.
Si para Villegas no hay enemigos a la derecha, para Lleras no hay amigos a
la izquierda36:
36
Op. Cit., p. 359.
24