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La teoría cromosómica
La genética de poblaciones
Geología y evolución
A finales del XIX se tenía la idea de que el enfriamiento paulatino de la
Tierra producía una disminución de volumen que “arrugaba” la corteza
provocando la elevación de cordilleras y depresiones de los lechos marinos.
Pero las observaciones contradecían la teoría. Por un lado las
superposiciones de en las capas de la corteza y por otro distintas
composiciones del material de los continentes, menos denso, y de los
lechos marinos.
Se suponía que los continentes, aunque estables, eran una especie de balsas
flotando en un medio de mayor densidad, hundiéndose o elevándose según
adquiriesesn o no masa de sedimientos o fuesen aligerados por la erosión.
Este proceso fue denomiado “isostasia” por el geólogo CLARANCE
DUTTON (1841-1912).
Este es el contexto en el que surgió la idea de que los continentes podrán
sufrir desplazamientos horizontales. La idea fue propuesta por F.B.
TAYLOR (1860-1938) y de manera independiente por el meteorólogo
ALFRED LOTHAR WEGENER ) 1880-1930) quien la desarrolló ese
mismo año en su libro EL ORIGEN DE LOS CONTINENTES Y
OCÉANOS. Sostenía que todas las masas continentales habían estado
unidas en otro tiempo en un solo continente al que llamó “PANGEA”,
separándose entre sí en un ‘proceso que proseguiría en la actualidad.
Sugirió como causa un efecto de marea producido por el movimiento de la
Luna o una acción centrífuga, debida a la rotación terrestre, que desplazaría
a los continentes hacia el ecuador. En apoyo de su teoría presento como
argumento una cierta coincidencia de los perfiles continentales, la similitud
de las formaciones geológicas entre America del Sur y África, y las
semejanzas del registro paleontológico en diversos continentes. Además
explicaba la formación de las grandes cadenas montañosas, como las que
recorren el borde occidental de América o el Himalaya, por un efecto de
compresión de los bloques continentales en su desplazamiento, América
hacia el oeste y el Himalaya por el empuje de la India sobre el resto del
continente. La datación de la separación se haría por el registro fósil.
Constituye el precedente de la tectónica de placas. En su momento fue
recibida con escepticismo y hostilidad.
Las objeciones se centraron en la existencia de un punto de partida para la
fragmentación inexplicado y en la inverosimilitud de un movimiento
transversal sobre una estructura que siempre se había considerado estática.
También tuvo defensores. ARTHUR HOLMES (1890-1965) destacó los
efectos del calentamiento producidos por la radiactividad, sugirió en 1929
la existencia de una circulación conectiva por debajo de las masas
continentales; esta circulación mostraría las corrientes ascendentes hacia el
Oeste a causa de la rotación de la Tierra. La fragmentación se explicaría
porque, siendo mayor la radiactividad de las rocas continentales respecto de
las que se conformaban los lechos oceánicos, las corrientes conectivas
fluirían desde el centro de los continentes hacia sus bordes, creando así
esfuerzos centrífugos.
ALEXANDER DU TOIT (1878-1948) sugirió que el continente original,
PANGEA, se había dividido inicialmente en otros dos, LAURASIA y
GONDWANA.
De cualquier manera, el desplazamiento de los continentes no fue aceptado
hasta después de la Segunda Guerra Mundial, gracias a las investigaciones
sobre paleomagnetismo y la exploración de los fondos marinos.
Ciertas rocas con alto contenido en hierro guardan un registro de la
dirección del campo magnético terrestre en el momento de su formación.
Las mediciones mostraron que la dirección del campo habían cambiado con
el transcurso del tiempo y que en una misma época, esta no era la misma en
los distintos lugares, lo que indicaba que se habían producido
desplazamientos continentales. Se descubrió que se habían producido
inversiones de la polaridad del campo.
Las investigaciones de los fondos marinos eran relativamente uniformes,
que existía una configuración de amplias cordilleras de formación
volcánica y que sus rocas eran relativamente jóvenes.
Estos datos comenzaron a integrarse en 1960. HARRY DRUMMOND
HESS (1906-1969) sugirió que las dorsales oceánicas serían el lugar de
formación de nueva corteza por la aportación de las corrientes convectivas
emergentes. La corteza sería arrastrada por la corriente convectiva a ambos
lados de la dorsal y la corteza más vieja, arrastrada por la corriente
descendente se iría sumergiendo debajo de las trincheras o fosas marginales
oceánicas. Los continentes, más ligeros, flotarían arrastrados por el
movimiento horizontal de la parte superior de las células convectivas.
En 1963, FRED J. VINE y DRUMMOND H. MATTHEWS (1931-1997) lo
confirmaron, mostrando que a ambos lados de la cadena oceánica las rocas
formadas por el material que iba emergiendo y magnetizándose al enfriarse,
deslizándose hacia los costados, mostraban el mismo patrón de inversiones
del campo magnético de manera especular.
En 1965, JOHN TUZO WILSON introdujo la idea de “fallas de
transformación”. Consideró la superficie del planeta dividida en grandes
placas, siendo sus bordes lugares de actividad volcánica y sísmica. Estos
bordes estarían señalados por las dorsales oceánicas, las cadenas
montañosas y arcos de islas, y las fallas de transformación, en las que un
borde deslizaría horizontalmente respecto del otro.
Poco después, la teoría que se conoce como “tectónica de placas” fue
formulada a partir de las ideas de WILSON, por JOHN MORGAN, DAN
McKENZIE Y XABIER LE PICHON. Se abrió una etapa de desarrollo que
llega hasta la actualidad. Un aspecto de este desarrollo es la recostrucción
del pasado geológico, la determinación de la evolución de las distintas
masas continentales surgidas tras la ruptura de PANGEA. A esta
recostrucción se suman actualmente disciplinas como paleoclimatología y
paleobiografía, configurando una imagen de los cambios de la corteza
planetaria y de la evolución de la vida sobre ella.