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CA PÍ TU LO V

DE LA PRO PIE DAD

§ 25. Sea que consideremos la razón natural, que nos mues-


tra que los hombres, una vez nacidos, tienen derecho a su pre-
servación y, consecuentemente, a comida y bebida, y a las
demás cosas que la naturaleza provee para su subsistencia, o
la revelación,1 que nos da cuenta de la cesión que Dios hizo
del mundo a Adán, y a Noé y sus hijos,2 es palmario que Dios,
como afirma el rey David, “[les] ha dado la tierra a los hijos
de los hombres” (Salmo 115. 16),3 [se la ha] dado, en común,
a la humanidad. Mas, supuesto esto, les parece a algunos una
dificultad muy grande [explicar] cómo podría jamás un indi-
viduo llegar a tener la propiedad de alguna cosa.4 No me con-

1 El intertexto bíblico comprende Génesis 1. 26 y 28-30; 6. 19; 9. 2 y


7. 14; el lockeano, Primer Tratado, § 21 y siguientes.
2 Otro ejemplo de sobredeterminación argumentativa (cf. cap. II, n. 26).
Locke traza aquí dos vías epistémicas alter nativas que dan acceso al statu
quo inicial, el estado de cosas en que ha de asentarse la base justificatoria úl-
tima de la propiedad privada y que posee, según el autor, el estatuto de una
comunidad de bienes cuya titularidad reside en la humanidad en su conjun-
to. Por un lado, la razón natural nos permite conocer la ley de naturaleza.
La que resulta aquí relevante es la ley natural fundamental (en particular,
su primera cláusula), que, al imponer a cada hombre la obligación de preser-
varse, le confiere (¿so pena de inconsistencia pragmática, o de violación del
principio de que “deber implica poder”?) tanto el derecho a la subsistencia co-
mo a los medios de manutención que proporciona la madre natura. Cf. Pri-
mer Tratado, §§ 86 (en que la adscripción del derecho a preservarse se funda
en el “fuerte deseo” de mantenerse en la existencia, no en el imperativo de
hacerlo), 87 y 91. Por otra parte, la revelación nos devela la ley divina posi-
tiva (cf. cap. I, n. 7), que da cuenta de la cesión gratuita del mundo efectua-
da por el Creador en beneficio de las criaturas humanas.
3 “Los hijos de los hombres”: fórmula bíblica para “los hombres, en ge-
neral”. La misma cita de Salmos se encuentra, sin mención de fuente, en el
Primer Tratado, § 31.
4 La dificultad les parece “muy grande” tanto a Filmer (cf. Patriarcha, VIII)
–que, puede conjeturarse, descree de que un estatuto de propiedad común su-
ministre una base suficientemente sólida para la institución de la propiedad
privada– como a los levellers –que rechazan la privatización de lo común–.

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formaré con responder que si es dificultoso dar cuenta [del que naturalmente produce y las bestias que alimenta9 perte-
surgimiento de] la propiedad a partir de la suposición de que necen, en la medida en que son producidos por la mano espon-
Dios [les] dio el mundo, en común, a Adán y a su descenden- tánea de la naturaleza, a la humanidad en común, y nadie tiene
cia, es imposible que un hombre, excepto un monarca univer- originalmente un dominio privado,10 que excluya al del resto
sal, posea alguna propiedad, dada la suposición de que Dios de la humanidad, sobre ninguno de ellos, tal como se encuen-
[les] dio el mundo a Adán y a sus herederos, con exclusión tran en su estado natural, sin embargo, al haber sido conferi-
del resto de su posteridad.5 [No me conformaré con esto], si- dos para usufructo de los hombres, tiene que haber
no que intentaré mostrar cómo podrían los hombres llegar a necesariamente algún medio de apropiárselos de un modo u
detentar [un título de] propiedad sobre distintas partes de lo otro antes de que puedan ser de algún uso o [resulten] siquie-
que Dios le dio a la humanidad en común, y ello sin ningún ra beneficiosos para algún individuo.11 El fruto o el venado
pacto expreso por parte de todos los copropietarios.6, 7 que alimentan al indio salvaje, quien nada sabe de cercamien-
tos y es aún un poseedor en común, deben ser suyos, y a tal
§ 26. Dios, que [les] ha dado el mundo a los hombres en co- punto suyos, i.e., una parte de él mismo, que [ningún] otro
mún, les ha dado también la razón, para que hicieran uso de él puede ya tener derecho alguno sobre ellos, antes de que pue-
en aras del mayor beneficio y provecho de su vida. La tierra y dan ser de algún provecho para el sustento de su vida.
todo lo que hay en ella les fue dado a los hombres para el sus-
tento y la comodidad de su vida.8 Y aunque todos los frutos § 27. Aunque la tierra, y todas las criaturas inferiores,12 son
comunes a todos los hombres, cada hombre detenta, sin em-
5 La mención de Adán deja en claro (por si, a esta altura, era necesario bargo, la propiedad de su propia persona. Sobre ella, nadie,
esclarecerlo) que la contratesis de la tesis lockeana es la postura filmeriana excepto él mismo, tiene derecho alguno.13 El trabajo de su
de que la apropiación humana del mundo se inicia, privadamente, con un cuerpo y la obra de sus manos son, podemos afirmarlo, pro-
hombre en particular, en vez de, en común, con la humanidad. Locke ensaya piamente suyos. Por ende, cualquier cosa que ha sacado del
una reductio ad absurdum de esta posición (un solo propietario allá y otrora, un estado en que ha sido suministrada por la naturaleza y en el
solo propietario aquí y ahora), análoga a la expuesta en § 113 (cf. cap. VIII, n.
57) en referencia a las implicancias políticas de la concepción adánica.
6 El vocablo inglés es “commoners”. Hemos optado por “copropietarios” 9 “La tierra” (o “el mundo”), “los frutos que produce” y “las bestias que
para evitar paráfrasis barrocas y no enteramente precisas como “los que po- alimenta” (los animales no humanos, véase § 27): la comunidad originaria de
seen los mismos derechos en común”. Con todo, ha de hacerse esta reserva: bienes engloba, como puede verse, el conjunto de recursos naturales (entre
“copropietarios” mienta “propiedad”, y la cuestión de si, para Locke, la expre- los que se cuenta un activo productivo, bienes de consumo y materias pri-
sión “propiedad común” (que nunca utiliza) encierra o no, como es el caso en mas, véase § 43).
10 Sobre la expresión “dominio privado”, que opera, en el texto de Loc-
Pufendorf y Grotius, una contradictio in adjecto (toda vez que, para ambos au-
tores, la propiedad, al implicar la posesión exclusiva de algo, es necesariamen- ke, como una marca de intertextualidad filmeriana (cf., v.g., §§ 1 y 39), véa-
te privada) es materia abierta de controversia entre los schollars lockeanos. se cap. I, n. 11.
7 La tesis de que la apropiación privada no tiene un basamento consen- 11 Dado que el acto de consumo es privado, su materialización requie-
sual constituye un componente estructural del modelo lockeano de justifi- re de una apropiación igualmente privada.
cación de la propiedad privada (Sreenivasan, 1995: 5) 12 “Criaturas inferiores” (énfasis añadido): sobre el especieísmo antropo-
8 Preservación y confort: los dos parámetros teleológicos lockeanos céntrico lockeano, véase cap. II, n. 17.
que sirven de standards para especificar en qué casos el uso de los recursos 13 Locke presenta en sociedad su celebérrima tesis de la autopropiedad:
naturales es apropiado. El primero de ellos, es obvio decirlo, es deducible de cada quien es propietario de sí mismo, de su persona, y de sus poderes sub-
la ley natural fundamental. No se ve, empero, cómo podría inferirse de di- jetivos (su trabajo, sus dotes). Mas, ¿no ha dicho en § 6 que todo hombre es,
cha norma el segundo. como criatura, propiedad del Creador (cf. cap. II, n. 15)?

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que ésta la ha dejado, [y] con la que ha mezclado su trabajo dió algo más que lo que les había dado la naturaleza, la ma-
y a la que le ha añadido algo que es suyo propio, la convierte, dre común de todo, y, así, llegaron a constituir su derecho pri-
consecuentemente, en su propiedad.14 Al haberla sacado del vativo. ¿Habrá alguien que diga que [quien efectuó dicha
estado [de posesión] común en el que la naturaleza la puso, tarea] no poseía derecho alguno sobre las bellotas o manza-
le ha anexado, por medio de dicho trabajo, algo que excluye nas de las que se apropió de esa manera, a causa de que no te-
el derecho común de otros hombres. Pues al ser este trabajo nía el consentimiento de toda la humanidad para hacerlas
la incuestionable propiedad del trabajador, ningún hombre, suyas?17 ¿Constituyó un robo que se arrogase de esa manera
excepto él, puede tener derecho sobre aquello a lo que, pre- lo que pertenecía a todos en común? Si un consentimiento co-
viamente, le ha añadido [su trabajo], al menos allí donde se mo ese hubiera sido necesario, el hombre habría muerto de
ha dejado suficiente y tan bueno en común para los demás.15 hambre, a pesar de la abundancia con que Dios lo había pro-
visto.18 Observamos en las [tierras] comunales, que perma-
§ 28. El que se alimenta con las bellotas que recogió bajo un necen en tal condición por pacto, que es el [hecho de]
roble, o con las manzanas que recolectó de los árboles, en el apoderarse de una parte de lo que es común y de sacarlo del
bosque, indudablemente se las apropió para sí mismo. Nadie estado en el que la naturaleza lo ha dejado lo que da origen a
puede negar que el alimento es suyo. Pregunto, entonces, la propiedad, sin lo cual lo común en modo alguno es utiliza-
¿cuándo comenzaron a ser suyas [estas bellotas y manza- ble. Y [el que uno] se apodere de tal parte o de tal otra no
nas]?: ¿cuándo las digirió?, ¿o cuándo las comió?, ¿o cuándo depende del consentimiento expreso de todos los copropieta-
las coció?, ¿o cuándo se las llevó a casa?, ¿o cuándo las reco- rios.19 Así, la hierba que mi caballo ha mordido, el césped que
gió? Es evidente que si el primer [acto de] recolección no las mi sirviente ha cortado y el mineral que he extraído de la tie-
hizo suyas, ningún otro podría [haberlas hecho].16 Esta la- rra, en cualquier lugar en el que tenga derecho a ellos en co-
bor estableció una distinción entre ellas y lo común, les aña- mún con otros, se convierten en mi propiedad, sin [que se
requiera] la concesión o el consentimiento de nadie. El tra-
14 Primera respuesta de Locke a la pregunta de qué es lo que hace que bajo, que era mío, sacándolos del estado [de posesión] común
el trabajo legitime la apropiación privada: al entrar en contacto con lo co- en el que se encontraban, ha fijado mi propiedad en ellos.20
mún, lo individualiza. Mas, ¿cómo es que entra en contacto?: el trabajo, ¿se
mezcla con los “materials” que aporta la naturaleza, o se le añade a ellos? La
diferencia no es trivial (cf. Nozick, 1974: 175): de optarse por la primera for-
mulación, el trabajador deviene propietario de la totalidad del producto; de instancia de recolección (y siguió siéndolo en las de transporte, elaboración
preferirse la segunda, sólo de su surplus. e ingesta).
15 “Suficiente y tan bueno” (¿por qué no “tanto y tan bueno”?): Locke 17 Quienes lo han dicho, por cierto, son Grotius y Pufendorf, cuyas teo-
enuncia una primera condición limitativa de la apropiación privada, que No- rías de la propiedad poseen un carácter contractual. Cf., respectivamente,
zick, el neolockeano más afamado, ha hecho famosa como la “estipulación De iure belli ac pacis, 2, 2, 1, 5, y De iure naturae et gentium, 4, 9, 2.
18 Tal como el rey de Borges, que “muere de hambre y sed entre fuen-
lockeana” (“lockean proviso”, 1974: 174-182). Cf. Gauthier (1994), cap. VII.
16 Luego de haber presentado el argumento de la mezcla en el aparta- tes y jardines”. Véase Borges, J. L., “Poema de los dones”, en El Hacedor,
do anterior, Locke ofrece aquí lo que parece constituir una variante del mis- Obras Completas (1974), Buenos Aires, Emecé, p. 809.
19 En “las [tierras] comunales, que permanecen en tal condición por
mo. Admitido que, v.g., la manzana que un individuo ha incorporado a su
organismo, una vez que la digirió, es parte de él (mas, ¿lo es en algún sen- pacto”, sí se requiere el consentimiento expreso de todos los copropietarios
tido normativo relevante?), y siendo que el acto de incorporación es el extre- para que alguno de ellos se apodere para sí de una parcela. El propio Locke
mo de un continuum de acciones entre las que no es posible trazar diferencia lo reconoce en § 35 (cf. n. 36).
relevante alguna, debe aceptarse que el fruto en cuestión llegó a ser de su 20 Los dos primeros ejemplos no están en línea con el tercero (ni con el
propiedad desde el momento en que tuvo inicio tal secuencia, esto es, en la principio que Locke busca ilustrar). Mientras he sido yo quien ha mezclado

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§ 29. Si se estableciese como necesario, para que uno se apro- en propiedad suya. Y aun entre nosotros se piensa que la liebre
pie para sí mismo de una parte de lo que ha sido dado en co- que alguien caza es suya, ya que la persigue durante la cacería.
mún, [el] consentimiento explícito de cada copropietario, los Pues, tratándose de un animal que es considerado todavía [un
niños o los sirvientes no podrían cortar la car ne que su padre bien] común –[esto es, que no es considerado] la posesión pri-
o su señor les ha provisto en común, sin asignar a cada uno vada de ningún hombre–, cualquiera que haya empleado tanto
su porción propia. Aunque el agua que mana de la fuente sea trabajo en algo de esa especie como para encontrarlo y perse-
de todos, ¿quién puede dudar, sin embargo, de que la del cán- guirlo lo ha sacado, de ese modo, del estado de naturaleza, en
taro es sólo de quien la ha extraído [del manantial]? Su tra- el que era común, y ha dado origen a [un título de] propiedad
bajo la ha arrancado de las manos de la naturaleza, en donde [sobre él].23
era común y pertenecía igualmente a todos sus hijos, y, de es-
te modo, se la ha apropiado para sí.21 § 31. Tal vez se objete a esto que si recoger bellotas, u otros fru-
tos de la tierra, genera un derecho sobre ellos, cualquiera pue-
§ 30. Así, esta ley de [la] razón establece que el venado perte- de acaparar tanto como desee. A lo que respondo que no es así.
nece al indio que lo ha matado; aunque constituyera antes el La misma ley de naturaleza que, por este medio, nos confiere
derecho común de todos, se admite que, [al] haber invertido propiedad, de igual modo limita también esta propiedad.24
su trabajo en [cazarlo], configura su propiedad. Y entre aque- “Dios nos ha dado en abundancia todas las cosas”, (1 Timoteo 6.
llos que se cuentan entre la parte civilizada de la humanidad, 17), es la voz de la razón confirmada por la inspiración.25 ¿Pe-
los que han instituido y multiplicado leyes positivas para de- ro en qué medida nos las ha dado? [En la medida en que] las
terminar [los derechos de] propiedad, esta ley primordial de usufructuemos. Uno puede fijar su propiedad, por medio de su
naturaleza relativa al origen de la propiedad en lo que era an- trabajo, en tantas cosas como pueda utilizar, antes de que se
tes común todavía tiene vigencia. Y, en virtud de ella, el pesca- echen a perder, en beneficio de [su] vida.26 Todo lo que sobre-
do que alguien captura en el océano, ese gran [reservorio] pasa [este límite], excede su porción y pertenece a otros. Na-
común de la humanidad que aún permanece [en ese estado], o da fue creado por Dios para que el hombre lo desperdicie o lo
el ámbar gris que recoge en él, se convierten, merced al traba-
jo que los despoja de [la condición] de bienes comunes en que es lo que hace que el trabajo legitime la apropiación privada: al entrañar es-
la naturaleza los ha dejado y al esfuerzo que se toma en ello,22 fuerzo (“pains”), comporta alguna clase de mérito moral. Cf. §§ 34, 42-43.
23 ¿La liebre es del que la encuentra y la persigue, o de quien le da el
su trabajo con la tierra, adquiriendo de tal suerte, sin requerir el consenti- tiro de gracia (no necesariamente el mismo)?
miento de nadie, un título legítimo sobre el mineral extraído, el que ha mor- 24 Cual las categorías kantianas en relación al conocimiento, la ley na-
dido la hierba ha sido mi caballo (mío, debe sobreentenderse, porque, v.g., fui tural lockeana valida la apropiación privada y, concurrentemente, demarca
yo quien lo domó), y el que ha cortado el césped, mi sirviente (que, hay que el dominio en que dicha validación tiene lugar. Otro tanto ocurre, según el
presuponer, ha asentido convertirse en tal y, concurrentemente, cederme, al autor, con el trabajo (§ 36).
firmar el contrato de servidumbre –§ 85–, el usufructo de su actividad.). Por 25 La ley divina natural es confirmada por la ley divina positiva (la “ins-
lo demás, obsérvese que Locke presenta un caso de compra-venta de servi- piración” de Dios en el espíritu del hombre). Cf. cap. I, § 1 y n. 7.
cios laborales nueve apartados antes de hacer referencia a la invención de la 26 Se enuncian en esta oración dos de las condiciones limitativas de la
moneda (en la interpretación macphersoniana estándar, la llave que abre las apropiación privada lockeana: la del uso propio y la del no desperdicio. Se-
puertas al desarrollo de un mercado de trabajo more capitalista). gún se verá (cf. n. 72), la primera es subsidiaria de la segunda –la cual con-
21 La madre natura es poco mater nal: sus hijos (que ganarán el pan con
tribuye (en circunstancias de escasez al menos –cf. n. 27–), a maximizar la
el sudor de su frente) tienen que arrancarle el alimento de las manos. preservación distributiva y colectiva de la humanidad, que es lo que prescri-
22 Locke desliza al pasar una segunda respuesta a la pregunta de qué be la ley fundamental de naturaleza–.

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destruya. Y así, considerando la abundancia de provisiones na- dad. Dios, cuando le dio el mundo en común a la humanidad
turales que hubo por largo tiempo en el mundo y la escasez de en su conjunto, también le ordenó al hombre que trabajara,30
consumidores,27 y [teniendo en cuenta] cuán pequeña era la y la penuria de su condición [así] se lo demandó. Dios y su
fracción de ese abasto que la industriosidad de un hombre po- razón le ordenaron dominar la tierra, i.e., mejorarla para be-
día abarcar y acaparar en perjuicio de otros, especialmente si se neficio de su vida, y derramar sobre ella algo que fuera suyo,
mantenía dentro de las limitaciones, fijadas por la razón, [que su trabajo.31 El que, en obediencia a este mandato de Dios,
le permitían apoderarse solamente de] lo que pudiera servir preparó para el cultivo, labró y sembró una parcela, le anexó,
para su provecho, había entonces poco espacio para querellas o de tal suerte, algo que constituía su propiedad [y] sobre lo
contiendas sobre la propiedad así establecida.28 cual otro no tenía título alguno ni podía quitárselo, sin
[perpetrar] una injusticia [en contra de él].
§ 32. Pero como la cuestión principal concer niente a la pro-
piedad no versa hoy en día sobre los frutos de la tierra ni so- § 33. Y esta apropiación de una parcela de tierra, por medio
bre las bestias que se alimentan en ella, sino sobre la tierra de la introducción de mejoras, no representaba perjuicio al-
misma, la cual contiene y da sustento a todo el resto,29 juzgo guno para ningún otro hombre, ya que quedaba todavía [tie-
evidente que la propiedad sobre ella también se adquiere de rra] suficiente y tan buena, y más que la que podían usar
la misma forma que sobre las cosas anteriores. Tanta tierra quienes estaban aún desprovistos [de ella]. De modo tal que,
como un hombre labre, plante, mejore, cultive y cuyo produc- en realidad, nunca quedaba menos para los demás a causa de
to pueda usar, así de extensa será su propiedad. Por medio de que [uno] cercara [un lote] para sí. Pues quien le deja a otro
su trabajo, por así decir, la cerca, [cercenándola] de lo co- tanto como [éste] pueda usar es como si no tomara nada en
mún. Y no invalidará su derecho el que se afirme que todos absoluto.32 Nadie que tuviera un río entero para calmar su
los otros tienen un título igual sobre [dicha tierra] y que, por sed podría considerarse perjudicado por el hecho de que otro
tanto, él no puede apropiársela, no puede cercarla, sin el con- hombre bebiera de la misma agua, aun cuando tomase un
sentimiento de todos sus copropietarios, de toda la humani- buen trago. Y el caso de la tierra y el agua, [allí] donde hay
suficiente de ambos, es exactamente el mismo.
27 En condiciones de superabundancia, el que alguien desperdicie un
bien del que se apropió ¿comporta, como Locke sostiene aquí, la sustracción 30 El trabajo es un mandato divino: así lo dicta el Génesis –“someted la
a terceros de algo que les pertenece (¿tiene alguno, en el estado de posesión tierra”, 1. 28–, así lo dictamina la ley natural (cf. § 35) –si cada hombre es-
común, un derecho privativo sobre tal o cual porción de recursos?), o invo- tá obligado a preservarse, tiene el deber de subvenir a su subsistencia aran-
lucra solamente una ofensa contra Dios, que no quiere que nada de lo que do, cazando, etc., etc.–. ¿Es el ocio, consecuentemente, un pecado –o, peor
creó se destruya? aún, un crimen–?
28 Dadas condiciones de superabundancia, no hay bases para que se 31 La voluntad de Dios, la razón humana y las necesidades de los hom-
susciten conflictos en tor no de la adquisición de recursos, por lo que, cabe bres y mujeres trabajan por el mismo fin. Cf. § 35.
colegir, cualquier teoría de la apropiación privada (incluyendo, por cierto, la 32 En rigor, una vez que alguien cerca una parcela, sí queda menos pa-
lockeana) carecería, pragmáticamente, de toda razón de ser. ra los demás; empero, dado el hecho de que, en las circunstancias en que se
29 En una economía de base agraria, como la inglesa del siglo XVII, la produce el cercamiento, la oferta de tierra sobrepasa la demanda, es como si
tierra constituye el principal activo productivo, por lo que no llama la aten- sobrara tanto como antes. Con su “argumento retrospectivo”, Nozick (1974:
ción que Locke considere que su adquisición configura el asunto central de 176) llama la atención sobre el que la superabundancia actual no es más que
la teoría de la propiedad. Por lo demás, en el contexto de época, los cerca- escasez potencial: basta que uno diga “esto es mío” (Rousseau dixit) para que
mientos de terrenos comunales eran moneda corriente, lo que ponía a la pri- se ponga en marcha una secuencia de apropiaciones que, alcanzado cierto
vatización de la tierra en el centro del conflicto social y del debate político. punto, dejarán a tal o cual con menos que lo que desea obtener.

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§ 34. Dios [les] dio el mundo a los hombres en común. Pero como producto de un pacto, i.e., de la ley de la tierra, que no
puesto que se los dio para beneficio de ellos y para que [ob- debe ser violada. Y aunque sea común con respecto a algunos
tuviesen] la mayor cantidad de cosas útiles para su vida que hombres, no lo es [en relación con] toda la humanidad, sino
fuesen capaces de extraer de él,33 no puede suponerse que ha- que es la propiedad conjunta de tal país o de tal condado.
ya tenido la intención de que permaneciese siempre [en esta- Además, con posterioridad a dicho cercamiento, el remanen-
do de posesión] común y sin cultivar.34 [Dios] hizo entrega te no sería tan bueno para el resto de los comuneros como lo
del [mundo] para el usufructo de los industriosos y raciona- era la totalidad, cuando todos podían hacer uso de ella. Mien-
les (y el trabajo había de ser el título [que les diera derecho] tras que, en los comienzos, cuando el mundo, la gran [tierra]
a él), no para el capricho y la avaricia de los pendencieros y común, se pobló por vez primera, [la situación] era entera-
contenciosos.35 Aquél a quien le ha quedado, para su propio mente distinta.36 La ley por la que el hombre se regía [lo
progreso, una [parcela] tan buena como la que ya había sido obligaba] antes bien a apropiarse. Dios le ordenaba trabajar
ocupada, no tiene necesidad de quejarse ni debe inmiscuirse y sus necesidades lo forzaban a hacerlo. Sea lo que fuere aque-
en [la tierra] que ya había sido mejorada por el trabajo de llo sobre lo que hubiese aplicado [su trabajo], constituía su
otro. Si lo hace, es evidente que [lo que] desea es el beneficio propiedad, la que no podía serle quitada. Y, por ende, prepa-
[resultante] del esfuerzo de otro, a lo que no tiene ningún rar o cultivar la tierra y detentar el dominio [de ella] vemos
derecho, y no la tierra, que Dios le ha dado en común con los que iban siempre juntos. Lo uno daba título a lo otro. [Fue]
demás para que la trabaje, y de la que quedaba [una frac- así que Dios, ordenando dominar [la tierra], dio con ello au-
ción] tan buena como la [que] ya [había sido] poseída y torización para apropiársela. Y la condición de la vida huma-
[de] más [extensión] que la que sabe cómo usar o que la que na, que requiere trabajo y materiales a los que aplicarlo,
su industriosidad puede abarcar. introduce necesariamente posesiones privadas.

§ 35. Ciertamente, nadie puede cercar ni apropiarse, sin el § 36. La naturaleza ha dejado bien establecidos los límites de
consentimiento de todos los copropietarios, de una fracción la propiedad por referencia al alcance del trabajo de los hom-
de la tierra común, sea en Inglaterra o en cualquier otro país bres y al provecho [resultante para] su vida.37 No sería fac-
en el que haya una gran población bajo [jurisdicción de] un tible que un [solo] hombre pusiera bajo su dominio,
gobier no [y] [un sistema] monetario y comercial, ya que mediante su trabajo, todas [las cosas] ni que se apropiara de
[esa tierra] permanece [en la condición de acervo] común ellas,38 ni [tampoco] que su [capacidad de] usufructo consu-
miera más que una pequeña parte. De modo que era imposi-
33 “Cosas útiles para la vida”: “conveniences of life”, en la formulación de
Locke. 36 Sin contar con el aparato analítico adecuado, Locke vislumbra que el
34 “Común” e “improductivo” parecen ser, para Locke, expresiones in- estado de posesión común definitorio del statu quo inicial es conceptualmen-
tercambiables. Cf. §§ 37 y 42, en que el autor endosa la caracterización de te diverso del que corresponde a lo que Roemer (1985) llamará “propiedad
“baldía” que se aplica a la tierra no cultivada. colectiva”, una forma de apropiación conjunta en la que todo copropietario
35 ¿Dios les dio el mundo a todos los hombres, o sólo a algunos? Se lo es dueño de la enésima fracción de cada bien apropiado, y cuya privatización
dio a todos los que actúan según su genus (lo que, en el diccionario antropo- requiere, consecuentemente, el consentimiento unánime de quienes inte-
lógico lockeano, significa: que se comportan racional e industriosamente), gran el grupo de referencia. Sobre la índole peculiar de la posesión común
no a aquellos cuyas acciones ponen de manifiesto que se trata de degenera- lockeana, cf. Tully (1980), cap. I, y Waldron (1990), Segunda Parte, 6.
37 Nueva condición limitativa: la aportación de trabajo personal.
dos –§ 10– (los “pendencieros y contenciosos”, siempre prestos a infringir
los derechos de propiedad de los demás). 38 Ello, si por trabajar no se entiende señalar con el dedo y proclamar

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ble que un hombre cualquiera infringiese, por esta vía, el de- lestado, un terreno sobre el que no tiene más título que el
recho de otro, o que adquiriera para sí mismo una propiedad [que le otorga] el hacer uso de él. [Antes que culparlo de al-
en perjuicio de su prójimo, el cual tendría aún espacio (des- go], los pobladores, por el contrario, se consideran en deuda
pués de que aquél hubiera tomado la suya) para [hacerse de] con aquél que, merced a su industriosidad, [aplicada sobre]
una posesión tan buena y tan extensa como la que había sido una tierra abandonada y, consecuentemente, baldía, ha incre-
previamente apropiada. Este límite circunscribió la posesión mentado las existencias de trigo, del que tenían necesidad.41
de todo hombre a una magnitud muy moderada y [acorde a] Pero sea como fuere, no haré hincapié en esto. Me atrevo a
lo que era capaz de apropiarse [en beneficio de] sí mismo, sin afir mar, temerariamente, que la misma regla de propiedad
[acarrear] perjuicio [alguno] para nadie. [Ello fue así] en –a saber: que todo hombre debería poseer tanto como sea ca-
los primeros tiempos del mundo, cuando los hombres se ha- paz de usar– seguiría aún teniendo vigencia en el mundo, sin
llaban en mayor peligro de perderse, apartándose de su gru- [implicar] una restricción para nadie –puesto que hay tierra
po en la por entonces vasta soledad de la tierra, que de verse suficiente en el mundo como para abastecer al doble de habi-
constreñidos por falta de lugar en donde afincarse. Y el mis- tantes–, si la invención del dinero y el acuerdo tácito entre los
mo límite puede ser reconocido todavía [hoy], tan atiborra- hombres para asignarle un valor no hubieran dado lugar (por
do como el mundo parece, sin [comportar] perjuicio para consenso) a posesiones más vastas y a un derecho a ellas. En
nadie. Pues imaginemos a un hombre, o a una familia, en el lo que sigue, mostraré con mayor detalle cómo ha ocurrido
estado en el que se encontraban en [el tiempo en que] el mun- [semejante cosa].
do se pobló por vez primera con los hijos de Adán, o con los
de Noé.39 Figurémonos que [este hombre] se establece en al- § 37. Es indudable que, en los comienzos, antes de que el de-
gún paraje despoblado de América, tierra adentro.40 Encon- seo de tener más que lo que los hombres necesitaban hubiera
traremos que las posesiones que podría haber hecho suyas, alterado el valor intrínseco de las cosas, el cual depende sola-
sobre la base de la unidad de medida que hemos propuesto, no mente de su utilidad para la vida humana, o [con anterioridad
habrían sido muy extensas ni, inclusive hoy en día, aunque la a] que hubieran acordado que una pequeña pieza de metal
raza humana se haya desperdigado actualmente por todos los amarillo, susceptible de conservarse sin echarse a perder o de-
rincones del mundo y exceda infinitamente el pequeño núme- teriorarse, tendría el valor de un gran trozo de car ne o de una
ro [que] constituía en un comienzo, [representarían] un parva entera de trigo,42 aunque los hombres tenían derecho a
perjuicio para el resto de la humanidad ni [les] darían [a los
demás] razón para quejarse o para considerarse perjudicados
por la [presunta] intrusión de dicho hombre. Más aún, la ex- 41 Una breve noticia histórica puede encontrarse en Laslett (1988: 293).
tensión de la tierra es de tan poco valor, sin [la anexión de] 42 Dando por sentado que la “o” que precede a “[con anterioridad]”
trabajo, que he oído decir que en la misma España suele per- introduce una aposición, de la lectura del pasaje resulta que, para Locke,
mitirse a un hombre que labre, siembre y coseche, sin ser mo- la monetización repercute sobre las condiciones subjetivas bajo las que tie-
ne lugar la apropiación privada (aviva el “amor sceleratus habendi” –§ 111–,
inflamado por la ruptura de las barreras morales al atesoramiento, y, con-
secuentemente, sustituye el valor de uso por el valor de cambio como pau-
“esto pertenece a la Corona de Castilla”. Cf. Rousseau sobre Núñez de Bal- ta de valuación de los bienes), de igual modo que lo hace sobre las
boa en Del contrato social, I, ix. condiciones objetivas (crucialmente, provocando escasez de tierra: cf. n.
39 Cf. cap. VIII, § 109 y n. 45.
60). Repare el lector en la equiparación de valor de uso y valor intrínseco
40 ¿América, la tierra prometida para los hijos de los hijos de los hijos... (cuyo complemento parece ser la de valor de cambio y valor ¿extrínseco o
de Adán y Noé? adventicio?).

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JOHN LOCKE ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL

apropiarse, por medio de su trabajo, cada uno para sí, de tan- amansaba tantos animales salvajes como era capaz, el que de-
tos recursos naturales como fueran capaces de usar, ello, sin dicaba sus esfuerzos a transformar de algún modo los produc-
embargo, no podía ser mucho ni [redundar] en perjuicio de tos espontáneos de la naturaleza respecto del estado en el que
otros, toda vez que un abasto similar estaba aún disponible pa- la naturaleza los dejó, invirtiendo su trabajo en ellos, adquiría,
ra quienes emplearan la misma industriosidad. Permítaseme consecuentemente, propiedad sobre [esos bienes]. Pero si
agregar a esto que el que se apropia de tierra para sí mismo [estos] se deterioraban en su posesión, sin [que se les diera]
por medio de su trabajo no reduce sino que incrementa el su debido uso, si los frutos se echaban a perder o el venado se
acervo común de la humanidad.43 Pues las provisiones que pudría, antes de que pudiera consumirlos, atentaba contra la
sirven al sustento de la vida humana, producidas por un acre ley común de la naturaleza y se exponía a ser castigado: se
de tierra cercada y cultivada, representan (para hablar más es- apoderaba de la porción de su vecino,45 más allá de [lo] que
trictamente) diez veces más que las que son producidas por un requería su [necesidad de] consumo e [independientemente
acre de tierra de igual fecundidad que ha sido dejada, baldía, de que ello] pudiera servir para proporcionarle productos úti-
en [estado de posesión] común. Y, por tanto, el que cerca la les para la vida, cosa a la que no tenía ningún derecho.
tierra y obtiene, de [la explotación de] diez acres, una mayor
profusión de cosas útiles para la vida que la que podría haber § 38. Las mismas unidades de medida regulaban también la
obtenido de un centenar abandonados [a la mano] de la natu- posesión de tierra. Cualquier [parcela] que alguien cultivara
raleza, puede decirse, propiamente, que da noventa acres a la y cosechara, [y cuyos frutos] almacenara y consumiera antes
humanidad.44 Pues su trabajo le suministra ahora, a partir de de que se echasen a perder, constituía su derecho privativo.
[la explotación de] diez acres, tantas provisiones como las Cualquier [solar] que cercara, cuyo ganado pudiera alimen-
que eran, apenas, el producto de un centenar dejadas en [es- tar [y cuyos] productos [fuera capaz de] usufructuar era,
tado de posesión] común. He justipreciado aquí en muy poco asimismo, suyo. Pero si el forraje se secaba en el suelo de su
[el incremento de valor derivado de] la mejora de la tierra coto, o si los frutos de su plantío se pudrían sin [haber sido]
[en relación al de la tierra sin cultivar], al calcular que su pro- cosechados y almacenados, esa parcela, no obstante haber si-
ducto era solamente de diez a uno, cuando se aproxima mucho do cercada, debía ser considerada aún como tierra baldía y
más a cien a uno. Pues pregunto si en los bosques agrestes y podía llegar a ser la posesión de cualquier otro. Así, en los co-
en la [tierra] baldía y no cultivada de América abandonada [a mienzos, Caín podía tomar [para sí], y hacer suya, tanta tie-
la mano] de la naturaleza [y] carente de toda mejora, cultivo rra como fuera capaz de labrar; [fue posible], sin embargo,
o labranza, mil acres rendirán a los pobladores necesitados e que dejara, [a disposición de] Abel, una extensión de terre-
indigentes tantas cosas útiles para la vida como diez acres de no suficientemente [grande] como para que las ovejas de és-
tierra igualmente fértil plantados en Devonshire, donde son te pastaran en él. Unos pocos acres habrían bastado para que
cultivados de modo intensivo. cada uno [tuviera] su posesión. Pero a medida que las fami-
Con anterioridad a la apropiación [privada] de la tierra, el lias se agrandaron y que [su] industriosidad incrementó el
que recogía tantos frutos silvestres o mataba, capturaba o abasto de provisiones, sus posesiones se acrecentaron, con-
juntamente con su necesidad de ellas. Con todo, ello ocurrió,
43 Los cercamientos no sólo no hacen decrecer (en condiciones de supe-
por lo común, sin que se estableciera, en la tierra de la que ha-
cían uso, una propiedad permanente, [por lo menos] hasta
rabundancia) la tierra disponible (cf. § 33), sino que, además, acrecientan (in-
cluso bajo circunstancias de escasez) la disponibilidad de frutos de la tierra.
44 Noventa no representan diez veces más que diez. 45 Los dilapidadores, ¿han de recibir el mismo castigo que los ladrones?

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JOHN LOCKE ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL

que [las familias] se conformaron legalmente, se afincaron guna–,49 sino partiendo del supuesto de que el mundo [les]
juntas y erigieron ciudades, y entonces, andando el tiempo, fue [dado] en común, como lo fue, a los hijos de los hom-
llegaron a trazar, por consenso, las fronteras de sus distintos bres,50 vemos de qué modo pudo hacer el trabajo que los
territorios y convinieron los límites [que las separarían de] hombres [adquirieran] títulos diferenciales sobre diversas
sus vecinos, y, mediante leyes [acordadas] entre [las fami- partes [del mundo], para su uso privado; sobre esto no po-
lias] en cuestión, delimitaron las propiedades de quienes per- dría haber ninguna duda de derecho ni [existir] espacio al-
tenecían a la misma sociedad.46, 47 Pues observamos que, en guno para querellas.
aquella región del mundo que fue habitada en primer térmi-
no y que, por consiguiente, fue probablemente la más pobla- § 40. Y no es tan extraño, como podría quizá parecer antes
da, desde tiempos [tan] primitivos como los de Abraham de [someter el asunto a] consideración, que la propiedad del
trashumaban libremente de un lugar a otro con sus ovejas y trabajo sea capaz de contrabalancear la comunidad de la tie-
vacas, las que constituían su patrimonio. Y Abraham hacía es- rra. Pues, verdaderamente, es el trabajo lo que les confiere a
to en un país en el que era extranjero. A partir de lo antedi- todas las cosas su valor diferencial.51 Considere cualquiera la
cho es manifiesto que una gran parte, al menos, de la tierra diferencia [que existe] entre un acre de tierra plantado con
permanecía [en la condición de acervo] común [y] que quie- tabaco o azúcar, [o] sembrado con trigo o cebada, y un acre
nes habitaban en ella no le asignaban valor ni reclamaban de la misma tierra que se halla en [la condición de posesión]
propiedad más que sobre la [fracción] de la que hacían uso. común, sin [que se haya practicado en él] ninguna [tarea de]
Y cuando [ya] no hubo espacio suficiente en la misma co- labranza, y encontrará que [es] la mejora [resultante] del
marca para que sus [respectivos] rebaños pastaran juntos, se trabajo lo que constituye por lejos la mayor parte de su valor.
separaron y, por consentimiento, extendieron sus tierras de Creo que configurará un cómputo muy modesto afirmar que,
pastoreo hasta donde les pareció mejor, tal como hicieron de los productos de la tierra útiles para la vida del hombre,
Abraham y Lot –Génesis 13. 5–. Y, por la misma razón, Esaú 9/10 son el efecto del trabajo; más aún, si estimamos con pre-
se marchó de lo de su padre y de lo de su hermano, y se afin- cisión, [en] las cosas tal como llegan a nuestro uso, qué se
có en el monte Seir –Génesis 36. 6–.
mer Tratado, §§ 21 y ss., resulta extraño que Locke sostenga aquí que no
§ 39. Y así, sin presuponer ningún dominio privado ni la puede probarse que Adán detentó un dominio privado sobre el mundo: uno
propiedad de Adán sobre todo el mundo, con exclusión de esperaría que afirmara que es posible demostrar que no lo tuvo.
todos los demás hombres –lo cual de ningún modo puede 49 Aun admitiendo, ex hypotesi, que Adán sí tuvo tal dominio privado,
ser probado48 ni establecerse, a partir de ello, propiedad al- no se sigue que, aquí y ahora, haya alguien (sea Su Majestad, sea John Doe)
que esté en posición de acreditar que su presunto título deriva del de aquél:
¿qué notario certificará que es el único heredero legítimo? (cf. cap. I, n. 9).
46 ¿Un cuerpo extraño positivista jurídico-convencionalista en un cor- 50 Este pasaje deja ver con claridad que “los hijos de los hombres” (cf.
pus iusnaturalista-no consensualista? Es lo que afirma Tully (1980: 164-172) n. 3) configura el antónimo lockeano de “Adán, el padre de los hombres”.
y lo que, a partir de la exploración del campo semántico de los términos cla- 51 Tercera respuesta a la pregunta de qué es lo que hace que el trabajo
ve (“settle”, que tradujimos aquí y en § 45 como “delimitar”, “determinate” –en legitime la apropiación privada: valoriza todo aquello a lo que se aplica (en
§ 30–, y “regulate” –en § 50–), niega Waldron (1990: 232 y siguientes). una medida tal que representa, “por lejos, la mayor parte de su valor”). Afa-
47 La conjunción que precede a “mediante” sugiere una sincronía entre
narse en algo, replica Nozick (1974: 175), puede hacerlo menos valioso: un
el proceso interestatal de delimitación territorial y el proceso intraestatal de piromaníaco que le ha prendido fuego a un bosque de arrayanes, tomándo-
demarcación de tierras. se el trabajo de rociar el combustible y encender la cerilla, ha depreciado,
48 A tenor de la batería de objeciones exegéticas desplegadas en el Pri- por cierto, el stock de recursos forestales.

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debe en ellas puramente a la naturaleza, y qué, al trabajo, y y hojas o pieles. En efecto, sea cuanto fuere que el valor del
sumamos los diversos gastos [desembolsados] en ellas, en- pan sea mayor que el de las bellotas, el del vino que el del agua
contraremos que, en la mayoría, 99/100 han de cargarse en- y el del lienzo o el de la seda que el de las hojas, las pieles o
teramente en la cuenta del trabajo. el musgo, se debe enteramente al trabajo y la industriosi-
dad. Las cosas enumeradas en primer tér mino son el ali-
§ 41. No puede haber demostración más clara de algo que la mento y la vestimenta que la naturale za nos suministra por
que varias naciones de América [proporcionan de lo que afir- sí sola; las restantes, provisiones que están disponibles para
mo]. [Las mismas] son ricas en tierra y pobres en lo que res- nosotros merced a nuestra industriosidad y a [nuestro] es-
pecta a todas las comodidades de la vida; y, pese a que la fuerzo. Cuando se haya computado en qué medida el valor
naturaleza las ha provisto, con la misma liberalidad que [ha de éstas sobrepasa al de aquéllas, se comprenderá entonces
prodigado] a otros pueblos, de los elementos [imprescindi- hasta qué punto es el trabajo lo que constituye, por lejos, la
bles para la] riqueza –i.e., de una tierra fértil, capaz de pro- mayor parte del valor de los bienes de que disfrutamos en
ducir en abundancia lo que pueda servir de alimento [y] este mundo. Y [lo mismo cabe en relación con] la tierra que
vestimenta y [procurar] deleite–, no tienen, con todo, por produce las materias primas, [cuyo aporte], [si contribuye]
falta de las mejoras [resultantes del] trabajo, ni una centési- en algo [al referido valor], representa, a lo sumo, una vez
ma parte de las comodidades de que nosotros gozamos. Y el contabilizado, una fracción muy pequeña –tan ínfima que,
rey de un territorio vasto y fértil se alimenta, se aloja y se incluso entre nosotros, la tierra que queda abandonada en-
viste allí peor que un jor nalero en Inglaterra.52 teramente a las manos de la naturale za, la cual no ha recibi-
do ninguna mejora destinada al pastoreo, la labranza o la
§ 42. Para hacer esto un poco más claro, no tenemos más siembra, es llamada “un baldío”, [y] verdaderamente lo es–;
que trazar la secuencia [que recorren] algunas de las pro- y encontraremos que el beneficio [resultante] de ella as-
visiones usualmente [necesarias] para la vida hasta [estar ciende a poco más que nada. Esto muestra cuán preferible es
en condiciones de que] las consumamos, y comprobar cuán- [contar con] una población numerosa a [tener] vastos do-
to de su valor procede de la industriosidad humana. El pan, minios,53 y que la expansión de las tierras [de cultivo] y [el
el vino y el lienzo son cosas de uso cotidiano y [que exis- reconocimiento] del derecho a explotarlas es el principal
ten] en gran abundancia; no obstante, si nuestro trabajo no arte del gobier no. Y aquel príncipe que sea tan juicioso y de
nos hubiera suministrado estos productos [tan] útiles, condición divina como para brindar protección, por medio
nuestro alimento, [nuestra] bebida y [nuestra] vestimenta de la promulgación de leyes [que garanticen] la libertad, a
estarían constituidos, [respectivamente] por bellotas, agua la industria honesta de los hombres contra la opresión del
poder y la estrechez de partido, y como para [darle] alicien-
52 La comparación entre el rey americano y el jor nalero inglés su-
tes, se volverá pronto demasiado fuerte para sus vecinos.54
Mas esto [dicho] al pasar. Retomemos el argumento que
giere que el hecho de que el trabajo incremente exponencialmente el va-
lor de las cosas (o, de otro modo, que acreciente a la enésima potencia la [tenemos] entre manos.
productividad: § 37) per mite que se satisfaga, en condiciones de escasez
de tierra, el requerimiento de suficiencia, debilitado a la manera nozickia-
53 “Gober nar es poblar”, instará Alberdi lockeanamente.
na (1974: 176): quienes no pueden ya hacerse de su lote son suficiente-
mente compensados en tér minos de su cesta global de consumo –la que 54 Un príncipe “juicioso” (“wise”) y “de condición divina” (“godlike”) pro-
contiene, entre otros bienes, trigo, madera y lana (para ilustrar la tríada mueve la libertad económica, garantiza la seguridad jurídica y da incentivos
de Locke)–. a la actividad productiva, pontifica el príncipe del liberalismo.

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§ 43. Un acre de tierra que rinde aquí veinte fanegas de tri- [el listado] de las cosas que la industria [humana] ha pro-
go, y otro [situado] en América, que, si se lo cultivara con la visto y utilizado [para producir] una hogaza de pan, antes de
misma intensidad, produciría otro tanto, son, sin duda, del que estemos en posición de consumirla, constituiría un catá-
mismo valor natural, intrínseco. Sin embargo, el beneficio logo singular: hierro, madera, cuero, corteza, vigas, piedra,
que la humanidad recibe del primero, en el curso de un año, ladrillos, carbón, cal, lienzo, tinturas, resina, brea, mástiles,
vale el equivalente a cinco libras, mientras que el del segun- sogas y todos los materiales usados en [la construcción] del
do, si todo el beneficio que un indio [pudiera llegar a] obte- barco que transportó las mercancías consumidas por los ope-
ner de él fuese justipreciado y vendido aquí, posiblemente no rarios que [realizaron] alguna parte del trabajo. Sería casi
valga ni un penique; a decir verdad, estoy en condiciones de imposible, [o], por lo menos, [llevaría] demasiado tiempo,
afirmar que no [equivaldría] siquiera a una milésima parte.55 enumerar todas estas [cosas].
Es, pues, el trabajo lo que le confiere a la tierra la mayor par-
te de su valor; sin [la aportación de trabajo], no valdría casi § 44. A partir de todo lo [dicho] es evidente que, aunque los
nada. Es al trabajo a lo que debemos la mayor parte de los bienes naturales [le] fueron dados en común, el hombre, con
productos [de la tierra] que nos son de utilidad. En efecto, lo todo (siendo dueño de sí mismo y propietario de su propia
que [hace] que la paja, el afrecho y el pan [que rinde] un persona y de sus acciones y trabajo), tenía aún, en sí mismo,
acre [sembrado con] trigo tengan más valor que el produci- el principal fundamento de la propiedad,57 y que la mayor
do de un acre de una tierra de igual calidad [aunque] sin cul- parte de lo que [el hombre] destinó a [proveer] sustento o
tivar es, enteramente, el efecto del trabajo. Pues, [al calcular confort a su existencia, una vez que las invenciones y las ar-
el valor] del pan que comemos, no se ha de contabilizar, so- tes hubieran hecho progresar las comodidades de la vida, es-
lamente, el esfuerzo del [que empuñó] el arado, el trajín del taba constituido por algo que era enteramente suyo y no
que cosechó y trilló [el trigo] y el sudor del panadero; el tra- [les] pertenecía a otros en común.
bajo de los que domaron los bueyes, el de los que extrajeron
y moldearon el hierro y las piedras, el de los que talaron y § 45.58 [Fue] así como, en un comienzo, el trabajo confirió,
dieron forma a la madera empleada en el arado, el molino y el sea en lo que fuere que a alguien se le ocurriera aplicarlo, un
hor no, o en cualquier otro de los utensilios que, en gran nú- derecho de propiedad sobre lo que era común,59 lo cual per-
mero, se requieren para sembrar una semilla de trigo y trans- maneció por largo tiempo, en su mayor parte, [en tal condi-
formarla en pan, todo ello debe ser cargado en la cuenta del ción], y, sin embargo, sobrepasa [aún hoy] lo que la
trabajo y considerado como efecto suyo. La naturaleza y la humanidad [puede] usufructuar. Los hombres, al principio,
tierra suministran, [tan] sólo, las materias primas,56 que, en se conformaban con lo que una naturaleza virgen [les] brin-
sí mismas, carecen casi de valor. Si pudiéramos reconstruir daba para [la satisfacción de] sus necesidades. Y, aunque ul-

55 Como advertirá cualquier lector atento, Locke se muestra vacilante 57 El principal fundamento de la propiedad, ¿no el único? Cf. n. 59.
en tor no de la relación existente entre el valor “natural” o “intrínseco” de 58 Locke prosigue en este punto la línea argumentativa que quedó
los bienes y el que les añade el trabajo: la ratio fluctúa entre 10/90 (en § trunca en § 36, in fine.
37), 1/10 (en §§ 37 y 40), 10/110 (en § 37), 1/100 (en los mismos aparta- 59 “En un comienzo”: cf. § 51, in principio. El trabajo confiere un dere-
dos), 10/1000 (en § 37), 1 – n/240 (menos de un penique cada cinco libras cho inicial de propiedad sobre recursos naturales previamente no poseídos.
esterlinas de oro, en el pasaje que estamos comentando) y 1 – n/1000 Ulteriormente, se abren otras vías, no laborales, de adquisición legítima: la
(ibid.). herencia (cf. Primer Tratado, §§ 79-81, 84, 88, 93-103), la interacción de
56 “Materials”, en el original. mercado y la caridad (cf. Primer tratado, § 42).

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teriormente, en algunas regiones del mundo, en las que el in- grandes extensiones de tierra por descubrir, las que (al no
cremento de la población y de [las existencias de] ganado, haber participado sus habitantes, juntamente con el resto de
conjuntamente con la utilización del dinero, han vuelto la tie- los hombres, en el acuerdo en tor no de la utilización de una
rra escasa y, subsiguientemente, de algún valor,60, 61 las di- moneda común)63 permanecen sin cultivar y exceden la
versas comunidades trazaron las fronteras de sus distintos [porción] que, [de hecho], la población afincada en ellas ex-
territorios y, por medio de leyes [promulgadas al interior de plota, o es capaz de explotar, y, así, permanecen aún en [la
cada una de ellas], establecieron regulaciones sobre la pro- condición de acervo] común. Aunque difícilmente pueda su-
piedad de los particulares pertenecientes a sus respectivas so- ceder esto entre [quienes integran] aquel sector de la huma-
ciedades y, así, delimitaron, por medio de pactos y convenios, nidad que ha dado su consentimiento a la utilización del
[sus derechos de] propiedad, la que tuvo origen en el traba- dinero.
jo y la industriosidad.62 Y los diversos Estados y reinos que
han concertado alianzas entre sí, al negar, de modo expreso o § 46. La mayor parte de los bienes realmente útiles para la vi-
tácito, [que poseían] algún reclamo [valedero] sobre el te- da humana y que la necesidad de subsistencia hizo que los
rritorio en posesión de los demás [firmantes], o un derecho primeros copropietarios del mundo, como ocurre hoy en día
[a él], han renunciado, de mutuo acuerdo, a [toda] preten- con los americanos,64 trataran de procurarse, son general-
sión al derecho natural común que tenían originariamente mente cosas de corta duración, tales que, si no se las consu-
sobre esas tierras y, consecuentemente, han delimitado, me- me, se deterioran y se echan a perder.65 El oro, la plata y los
diante pactos positivos, sus respectivos dominios sobre dis- diamantes son objetos que tienen un valor de fantasía y con-
tintas partes del orbe. Existen todavía [hoy], sin embargo, vencional,66 el cual no es producto de su utilidad real ni de su
necesidad como medios de subsistencia. Ahora bien, con rela-
60 La introducción de la moneda alimenta, junto con el crecimiento de ción a aquellos bienes que la naturaleza ha provisto en co-
la población humana y pecuaria, la escasez de tierra, en la medida en que, al mún, cada uno tenía derecho (como se ha dicho) a una
posibilitar el atesoramiento en contante y sonante del excedente de produc- fracción tan grande como pudiera usufructuar y poseía la
ción, crea incentivos positivos para la acumulación de ese activo productivo propiedad de todo aquello que pudiera transformar mediante
crítico.
61 Este pasaje es crucial para dar apoyo a la interpretación de Olivecro-
na (1974: 220), según el cual la introducción de la moneda marca el fin de 63 Siempre que Locke hace referencia a los sujetos que prestan su asen-
la “era de la abundancia” (“la Edad de Oro” –§ 111–, la fase inicial del esta-
do de naturaleza datada en “los primeros tiempos del mundo” –§ 36–) y el timiento tácito a la introducción del dinero, alude a “los hombres”, no a los
comienzo de la “era de la escasez” (la segunda etapa de lo que, en esta lec- ingleses, los franceses, ... (cf. §§ 47 y 50). ¿Significa ello que la adopción de
tura, constituye, antes que un statu quo estático, un proceso). un patrón monetario es producto del consenso del género humano? Es exac-
62 El pasaje tiene un paralelo casi estricto con el comentado en § 38, tamente lo que el autor da a entender al final del apartado que comentamos
(en donde menciona a “la humanidad”), y lo que sostiene en la Introducción
con dos salvedades: en primer término, los sujetos de las convenciones in- de sus Considerations of Interest and Money, publicadas en 1692 (aunque escri-
ter e intraestatal de referencia son aquí las comunidades, no las familias; en tas allá por 1668). Cf. Works, (1801), v. 22.
segunda instancia, a la afirmación de que las leyes positivas delimitan de- 64 Cf. § 49.
rechos de propiedad, se añade la de que aquéllas regulan ¿el ejercicio de?
65 La mayor parte de los bienes útiles son perecederos: esta generaliza-
éstos (aserción ésta última que, al no convalidar forma alguna de redistri-
bución o confiscación de títulos preestatales –§ 139–, no posee un efecto de- ción empírica no parece ser aplicable a la tierra (¿o sí lo es, desertización de
sestabilizador, como sí lo tiene la precedente, sobre la estructura de ius por medio?).
naturale en que se sostiene el entramado teórico de la concepción lockeana 66 “De fantasía o convencional”: “fancy or agreement”. Locke remarca el
de la propiedad). punto en § 184.

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su trabajo: todo lo que su industriosidad pudiera abarcar y re- to como quisiera, ya que la superación de los límites de la
mover del estado en que la naturaleza lo había dejado, era su- propiedad justa no residía en la magnitud de su posesión, si-
yo. El que recolectaba cien fanegas de bellotas o manzanas, no en el hecho de que alguna cosa se echara a perder inútil-
adquiría, consiguientemente, propiedad sobre ellas; se con- mente [en su poder].72
vertían en sus bienes en el preciso instante en que eran reco-
gidas. Sólo debía procurar consumirlas antes de que se § 47. Fue así como se introdujo el uso del dinero, una cosa
echaran a perder; de otro modo, tomaba más que su porción durable que los hombres podían conservar sin que se echara
y les robaba a los otros.67 Y, por cierto, era insensato,68 tan- a perder y que, por consentimiento mutuo, estarían dispues-
to como deshonesto,69 que acaparara más que lo que podía tos a intercambiar por [bienes] verdaderamente útiles para
llegar a consumir. Si regalaba parte [de las manzanas o be- el sustento, aunque perecederos.73
llotas] a algún otro, de modo que no se echaran a perder inú-
tilmente en su posesión, hacía también uso de ellas. Y, § 48. Y así como sus diferentes grados de industriosidad pro-
asimismo, si trocaba ciruelas que se hubieran podrido en una porcionaron probablemente a los hombres posesiones en dife-
semana por nueces que podrían conservarse en buen estado rentes magnitudes, la [referida] invención del dinero les dio
un año entero, no perjudicaba [a nadie]:70 en la medida en la oportunidad de seguir acrecentándolas.74 Pues supóngase
que no había nada que se echara a perder inútilmente en sus una isla, privada de todo posible comercio con el resto del
manos, no dilapidaba el acervo común [ni] destruía parte al- mundo,75 en la que hubiera sólo unas cien familias pero en
guna de la porción de bienes que pertenecía a los demás. En donde hubiese ovejas, caballos y vacas, además de otros ani-
igual sentido, si cambiaba sus nueces por un trozo de metal, males de utilidad [para el hombre], frutos nutritivos y tierra
porque le agradaba su color, o intercambiaba sus ovejas por suficiente para alimentar a grano a cien mil familias más. [Su-
conchillas o [su] lana por un diamante o alguna otra piedra póngase, asimismo], que en la isla no [se encontrase] nada
preciosa,71 y los conservaba toda su vida, no infringía el de- apropiado que sirviera como sustituto del dinero, sea a causa
recho de otros. Podía acumular, de estos bienes durables, tan- de la abundancia [de los recursos disponibles], sea [debido]
a su carácter perecedero. ¿Qué razón podría tener alguien allí

67 Lo deshonesto del acaparamiento no consiste, en sí mismo, en que se


acopie más que lo que se puede consumir, sino en que ello acarree desperdi- 72 Este pasaje deja en claro que la condición de uso propio es subsidia-
cio y, subsiguientemente, se prive a otros potenciales consumidores de los ria de la de no desperdicio (por lo que resulta dudoso que tenga sentido co-
medios de subsistencia sobre los que la ley natural fundamental les confie- mo requerimiento independiente).
re derecho, haciéndolos, así, víctimas de “robo”. 73 En las Considerations...(cf. n. 63), Locke caracteriza al dinero, en aten-
68 Lo insensato del acaparamiento que involucra desperdicio reside en
ción a su valor de cambio, como una “commodity”. Cf. Laslett (1988: 300).
que comporta un despilfarro de trabajo. 74 La monetización no genera desigualdad (ya existente en la fase pre-
69 Cf. § 51, en que el par “insensato”-“deshonesto” reaparece como “inú-
monetaria, como producto de las diferencias de industriosidad), sino que in-
til”-“deshonesto”, y en que se traza una línea de convergencia entre lo co- crementa el grado de la misma, dando lugar a “posesiones más vastas” (§ 36)
rrecto y lo conveniente. –tanto más extensas que la asimetría se tor na desproporcionada: § 50–.
70 Como se observa, la definición lockeana de “uso propio” no lo res- 75 La práctica de experimentos mentales insulares se encuentra entre
tringe al consumo: la misma comprende transferencias unilaterales (como los deportes favoritos de los neolockeanos. Cf., v.g., las peripecias de Joanna
regalos) y multilaterales (como intercambios de mercado). y Jonathan narradas por Gauthier (1986: VII, 3.1), o el caso de los diez Cru-
71 Nueces, conchillas, diamantes (y oro y plata): Locke traza aquí una soe de Nozick (1974: 185) que Gauthier (1986: VII, 4. 2), llevando su núme-
suerte de secuencia evolutiva de instrumentos monetarios. ro a dieciséis, reexamina.

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JOHN LOCKE ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL

para acrecentar sus posesiones más allá de lo que su familia § 50. Mas, puesto que el oro y la plata, al ser poco útiles pa-
[pudiese] usufructuar y de lo que le [suministrase] una provi- ra la vida del hombre en comparación con la comida, la ves-
sión copiosa de [bienes de] consumo, trátese de lo que produ- timenta y el transporte, adquieren su valor, solamente, merced
jera la propia industriosidad [de sus miembros] o de lo que al consentimiento de los hombres, –cuyo trabajo constituye,
éstos pudieran intercambiar con otros por mercancías similar- sin embargo, en gran parte, la medida de [tal valor]–,80 es
mente perecederas y útiles? [Allí] donde no hay nada a la vez evidente que los hombres han dado acuerdo a una posesión
duradero y escaso, y tan valioso como para ser acumulado, no desproporcionada y desigual de la tierra.81 [En efecto], por
habrá hombres dispuestos a acrecentar sus posesiones de tie- medio de un acuerdo tácito y voluntario, dieron con un modo
rra, por más que ésta nunca sea tan fértil ni jamás les resulte de que un hombre pudiera poseer legítimamente más tierra
tan sencillo apoderarse de ella. Pues pregunto: ¿qué valor les que [aquélla] de cuyo producto él mismo fuese capaz de ha-
[asignaría] un hombre a diez mil o a cien mil acres de exce- cer uso: recibir, a cambio del excedente, oro y plata, los que
lente tierra, recién cultivada y, además, con muchas cabezas de pueden ser atesorados sin perjuicio para nadie, [al] [tratar-
ganado, [ubicada] en medio de las zonas interiores de Améri- se de] metales, que no se estropean ni se deterioran en ma-
ca, [y] en la que no abrigara esperanza alguna de comerciar nos de [su] poseedor.82 Los hombres han hecho posible esta
con otras regiones del mundo a fin de obtener dinero con la repartición de las cosas en posesiones privadas desiguales,
venta de la producción? No valdría la pena que cercara [un te- fuera de los límites de la sociedad,83 y sin [la mediación de
rreno] de mayor extensión que [la necesaria] para abastecer un] pacto, con sólo asignar un valor al oro y a la plata y dar
a él y a su familia con las cosas de utilidad para la vida, y, [si acuerdo tácitamente a la utilización del dinero.84 Pues bajo
lo hiciera], pronto veríamos cómo restituye [la fracción so- [la jurisdicción] de los gobier nos, las leyes regulan el dere-
brante] al basto acervo común de la naturaleza.76 cho de propiedad y la posesión de la tierra es determinada
por estatutos positivos.85
§ 49. Así, en los comienzos, todo el mundo era América,77 y
[ello] en mucho mayor medida que lo que lo es ahora, pues 80 El valor del oro y de la plata qua medios de cambio, ¿es puramente
en ninguna parte se conocía una cosa similar al dinero.78 [Pe- imaginario (cf. §§ 46 y 184), o se corresponde con un parámetro no conven-
ro tan pronto como un hombre] descubre entre aquellos a cional –el plus de trabajo contenido en los bienes que son objeto de inter-
quienes frecuenta algo que tiene la utilidad y el valor del di- cambio–?
81 En virtud de lo apuntado en n. 74, Locke debería decir aquí “a una
nero, se verá79 que el mismo comienza de inmediato a acre-
centar sus posesiones. posesión desproporcionadamente desigual”, en vez de “a una posesión despro-
porcionada y desigual” (énfasis añadido).
82 La desigualdad lockeana no se refrenda, como la rousseauniana, me-
76 La inexistencia de dinero, o de un sustituto apropiado, eliminaría in- diante un pacto inicuo, sino a través de un acuerdo que no acarrea el menor
centivos para la acumulación aun de no verificarse condiciones de aislamien- “perjuicio para nadie”. Cf. J. J. Rousseau, Discurso sobre el origen y los funda-
to. No se advierte qué relevancia argumentativa posee el que se delimite el mentos de la desigualdad entre los hombres.
contexto de referencia como una “isla privada de todo posible comercio con 83 “Fuera de los límites de la sociedad”: léase “antes e independiente-
el mundo”. mente de la conformación de la sociedad civil”. Toda una rareza: hay mone-
77 Cf., más adelante, cap. VIII, § 108 y n. 44. da sin un Estado que la acuñe.
78 Léase: “en los comienzos, todo el mundo era una América más ame- 84 “Es evidente”, “con sólo”: el acuerdo que convalida desigualdades
ricanizada que la América de hoy en día, esto es, una América en la que no desproporcionadas parece estar implicado, (cuasi)deductivamente, en el que
circulaba la libra esterlina (ni moneda alguna)”. da valor monetario al oro y a la plata.
79 Literalmente, “verás”. 85 Cf. § 45.

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JOHN LOCKE

§ 51. Y así, creo, es muy fácil comprender, sin dificultad al- CA PÍ TU LO VI


guna, cómo pudo el trabajo, en un comienzo, dar origen a un DEL PO DER PATER NAL
título de propiedad sobre los bienes comunes de la naturale-
za, y de qué modo el consumo [de estos para] nuestro pro-
vecho le puso límites [a tal derecho]. De modo tal que no § 52. Quizá pueda reprobarse, como una crítica impertinente
podía haber entonces ninguna razón para [que se suscitaran] en un tratado de esta naturaleza, que se encuentre algún de-
querellas en tor no del título ni ninguna duda sobre el alcan- fecto en las palabras y denominaciones que se han hecho co-
ce de la posesión que [dicho título] confería. Lo correcto y lo rrientes en el mundo. Sin embargo, quizá no sea inapropiado
conveniente iban juntos; pues, así como un hombre tenía de- proponer otras nuevas cuando las antiguas puedan llevar a los
recho a todas [las cosas] sobre las que pudiera aplicar su tra- hombres a confusión, como probablemente haya ocurrido con
bajo, no tenía ningún incentivo para trabajar en aras de [la expresión] “poder pater nal”, que parece depositar el poder
[obtener] más que lo que pudiese utilizar. Esto no dejaba de los padres sobre los hijos enteramente en el padre, como
ningún espacio para controversias sobre el título ni para que si la madre no tuviera participación alguna en él, siendo que, si
se infringiera el derecho de terceros. Era fácilmente recono- consultamos la razón o la revelación, hallaremos que posee un
cible de qué porción se adueñaba un hombre para sí mismo,86 título igual.1 Esto puede dar nos motivo para preguntar si [es-
y era inútil, tanto como deshonesto, que se adueñara de de- te poder] no podría ser llamado, con más propiedad, “poder
masiado o que tomara para sí más que lo que necesitaba. parental”. Pues sea cual fuere la obligación que la naturaleza
y el derecho de generación imponen a los hijos, debe, indudable-
mente, obligarlos por igual para con los dos agentes causales
concurrentes de [su procreación]. En consonancia con esto,
advertimos que la ley positiva de Dios, en todos los [pasajes]
en los que demanda la obediencia de los hijos, [alude] conjun-
tamente [a uno y otro progenitor], sin [hacer] distinción
[entre ellos]: “Honra a tu padre y a tu madre” (Éxodo 20. 12);
“Quien maldiga a su padre o a su madre...” (Levítico 20. 9);
“Que todo hombre tema a su madre y a su padre” (Levítico,
19. 3); “Hijos, obedeced a vuestros padres” (Efesios 6. 1). [Tal]
es el modo de hablar del Antiguo y del Nuevo Testamento.

§ 53. Pero si esta sola cosa hubiera sido adecuadamente con-


siderada, [aun] sin entrar en materia con mayor profundi-

1 Cf. I: §§ 6, 11, 55 y 61. En el Primer Tratado, los términos de referen-


86 Si es cierto que, “en un comienzo” (lo que es decir, en el estado de cia son, primariamente (i.e., arquetípicamente), Adán y Eva, y, secundaria-
naturaleza más primitivo), no entrañaba dificultad alguna delimitar los de- mente, los padres y las madres en general. El argumento racional es que el
rechos de propiedad respectivos, ¿por qué se requiere, entonces, de leyes po- padre y la madre son, en igual sentido y grado, “agentes causales concu-
sitivas que sirvan de base para demarcar dichos títulos (§§ 38 y 45) y rrentes” de la procreación (§ 52), por lo que tienen el mismo derecho a ejer-
determinar “la posesión de la tierra” (§ 50, in fine)? cer la autoridad parental (ya no pater nal) sobre sus hijos.

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