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CODIGO CIVIL ANULABILIDAD

CONTENIDO:

INTRODUCCION....................................................................................................................... 2
LA ANULABILIDAD DEL ACTO JURÍDICO....................................................................... 3
1.- SEMEJANZAS ENTRE NULIDAD Y ANULABILIDAD ................................................ 3
2. LAS DIFERENCIAS ENTRE NULIDAD Y ANULABILIDAD: ....................................... 4
3. ACTO JURIDICO ANULABLE: .......................................................................................... 6
3.1 Delimitación Conceptual................................................................................................... 6
4. LA ANULABILIDAD DEL ACTO JURÍDICO: ................................................................. 6
4.1. INCAPACIDAD RELATIVA DEL AGENTE: ............................................................. 7
4.2. VICIO RESULTANTE DE ERROR, DOLO, VIOLENCIA O INTIMIDACIÓN: ... 8
4.3. ANULACIÓN POR SIMULACIÓN QUE PERJUDICA A TERCEROS ................ 10
4.4. OTROS SUPUESTOS DE ANULACIÓN PREVISTOS POR LEY ADEMÁS DE
LAS CAUSALES YA SEÑALADAS. .................................................................................. 10
5. CARACTERÍSTICAS DEL ACTO ANULABLE: ............................................................ 12
8. PRESCRIPTIBILIDAD DE LA ACCIÓN DE ANULABILIDAD................................... 16
CONCLUSIONES: ................................................................................................................... 17
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INTRODUCCION

La nulidad y la anulabilidad, debiendo quedar claramente establecido que el sistema


nacional no reconoce la categoría de inexistencia, como sucede en otros sistemas jurídicos
como el italiano, francés y español. Debe quedar, por tanto, claramente establecido que
en el sistema jurídico nacional existen únicamente los supuestos de nulidad y de
anulabilidad conforme se detalla en nuestro Código Civil a partir del artículo 219 y
siguientes. En menester en ese sentido de este trabajo monográfico el avocarnos de la
figura de la anulabilidad de los actos jurídicos, para lo cual hacemos un pequeño recorrido
de los conceptos fundamentales que se deben delimitar para el mejor entendimiento de la
figura de la anulabilidad, así como, a la vez pretendemos establecer las características
más resaltantes de la figura que nos ocupa y sus semejanzas y diferencias con la de la
nulidad.
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LA ANULABILIDAD DEL ACTO JURÍDICO

Para poder referirnos a la figura de la anulabilidad del acto jurídico tenemos que hacerla
haciendo un análisis comparativo con la de la nulidad.

Pues como se sabe la nulidad puede ser absoluta o relativa, pues a actos nulos se les
denomina actos con nulidad absoluta o nulidad radical, y a los actos anulables se les
denomina, actos con nulidad relativa o actos impugnables, en ese sentido podríamos
afirmar que la figura de la anulabilidad vendría a ser una figura que nos lleva a la nulidad
del acto jurídico y por ende una subespecie de esta.

Pues bien, a fin de establecer las características de la nulidad y de la anulabilidad,


mencionaremos las semejanzas y diferencias entre ambas categorías.

1.- SEMEJANZAS ENTRE NULIDAD Y ANULABILIDAD

- Todas las causales de nulidad como aquellas de anulabilidad se presentan siempre al


momento de celebración del negocio, es decir, al momento de su formación y por ello es
que se habla de ineficacia originaria.

- Las causales de nulidad al igual que las de anulabilidad suponen siempre un defecto en
la estructura negocial y se dice por ello que son supuestos de ineficacia estructural. Esto
significa en consecuencia que los negocios nulos, al igual que los anulables, son siempre
negocios que tienen una estructura defectuosa, es decir, negocios jurídicos mal
conformados y por ende inválidos. Por eso, en el caso de la rescisión, aun cuando la causal
es también coetánea a la celebración del negocio jurídico, no se trata de un supuesto de
ineficacia estructural, por cuanto la causal no supone un defecto en la estructura del
negocio jurídico, sino que se trata de un defecto ajeno a la conformación estructural del
negocio jurídico. Los supuestos de invalidez suponen siempre, además de una causal que
se presenta al momento de la formación o celebración del negocio jurídico, un defecto
estructural y es por ello mismo que se habla de ineficacia estructural, por tratarse de
negocios jurídicos mal conformados, cosa que no sucede con ninguno de los supuestos
de ineficacia funcional, llamada también por ello mismo ineficacia por causa extrínseca.

- Tanto las causales de nulidad como las de anulabilidad son de carácter legal, es decir,
establecidas e impuestas por la ley, no pudiendo ser creadas por los particulares. Esta
característica es muy importante por cuanto existe en el Perú la mala costumbre de
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invocar sin fundamento algunos causales de nulidad, tanto por abogados como por
magistrados en general. Permanentemente escuchamos y leemos que cuando un abogado
o un litigante considera que un contrato o negocio jurídico no le es conveniente, se invoca
siempre que existe una causal de nulidad o una causal de anulabilidad. Este proceder
típico de nuestro medio es totalmente equivocado y lleva a gran confusión, por ello todos
los autores y todos los códigos civiles de los diferentes sistemas jurídicos son unánimes
en que las causales de nulidad y de anulabilidad son siempre legales, se fundamentan
siempre en el principio de legalidad. Esto significa, en consecuencia, que las causales de
invalidez no pueden ser pactadas o ser resultado de la voluntad de las partes o, lo que es
lo mismo, no deben sustentarse en el principio de la autonomía privada, sino
exclusivamente en el principio de legalidad. La invalidez, sea la nulidad o la anulabilidad,
es una sanción que impone el ordenamiento jurídico a los negocios jurídicos que no se
ajustan a determinadas aspectos estructurales de orden legal. Las causales de invalidez
solamente pueden venir establecidas por ley. Cosa distinta es que en materia de nulidad,
las causales pueden considerarse tácita o implícitamente consideradas en las normas
jurídicas o en las bases del sistema jurídico en general, bien se trate del orden público o
de las buenas costumbres. Ni la doctrina ni la jurisprudencia, ni el juez, pueden crear
causales de invalidez. El juez solamente está facultado a declarar una nulidad de oficio
cuando la misma resulte manifiesta.

2. LAS DIFERENCIAS ENTRE NULIDAD Y ANULABILIDAD:

Habiendo establecido las semejanzas entre ambas categorías de invalidez, corresponde


ahora, en este panorama introductorio, precisar muy brevemente sus diferencias:

-La definición es distinta: el negocio nulo es aquel que carece de algún elemento,
presupuesto o requisito, o aquel que teniendo todos los aspectos de su estructura tiene un
contenido ilícito, por contravenir las buenas costumbres, el orden público o normas
imperativas. Por el contrario el negocio anulable es aquel que tiene todos los aspectos de
su estructura y su contenido es perfectamente lícito, sólo que tiene un vicio estructural en
su conformación. Se dice por ello que el negocio anulable es el negocio viciado.

- El negocio nulo nunca produce los efectos jurídicos que tenía que haber producido y se
dice por ello que nace muerto. Sin embargo, debe mencionarse que el negocio nulo, si
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bien no produce nunca efectos jurídicos de los que tenía que haber producido
abstractamente, puede eventualmente producir otros efectos jurídicos aunque como un
hecho jurídico distinto, no como el negocio celebrado por las partes originariamente. Por
eso se dice que los negocios jurídicos nulos nunca producen los efectos que en abstracto
tenían que haber producido. Por el contrario, el negocio anulable nace con vida y
produciendo todos sus efectos jurídicos, pero por haber nacido con un vicio en su
conformación tiene un doble destino alternativo y excluyente: o es confirmado, es decir,
subsanado por la parte afectada por la causal, en cuyo caso seguirá produciendo
normalmente todos sus efectos jurídicos, o es alternativamente declarado judicialmente
nulo, en cuyo caso la sentencia que declara la nulidad opera retroactivamente a la fecha
de celebración del negocio anulable.

- La acción de nulidad puede interponerla no sólo cualquiera de las partes, sino cualquier
tercero, siempre que acredite legítimo interés económico o moral. Incluso puede
interponerla el Ministerio Público al cumplir su rol de defensor de la legalidad. Por el
contrario, la acción de anulabilidad, cuyo objetivo es que se declare la nulidad del negocio
anulable, sólo puede interponerla la parte perjudicada por la causal en cuyo beneficio la
ley establece dicha acción. Más aún la nulidad puede también ser declarada de oficio por
el juez cuando resulte manifiesta.

- Las causales de nulidad están basadas en la tutela del interés público, mientras que las
causales de anulabilidad tutelan el interés privado.

- Los negocios nulos no son confirmables, a diferencia de los negocios anulables que sí
son subsanables por la confirmación.

- La sentencia en materia de nulidad es simplemente declarativa, se limita a constatar que


se ha producido la causal de nulidad y que el negocio nunca ha producido efectos
jurídicos, mientras que la sentencia en materia de nulidad del negocio anulable es
constitutiva y por ello tiene efecto retroactivo a la fecha de celebración del negocio
jurídico:
-La anulabilidad siempre es expresa, es decir, viene siempre declarada directamente por
la norma jurídica, mientras que la nulidad puede ser expresa o tácita. La nulidad expresa
o textual es aquella que se presenta cuando la norma declara directamente la nulidad del
negocio en un determinado supuesto, mientras que la nulidad tácita o virtual es aquella
que se configura cuando el negocio celebrado contraviene las buenas costumbres, el orden
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público o una o varias normas imperativas. Las nulidades virtuales son pues aquellas que
se infieren o se deducen de una interpretación integradora del sistema jurídico en su
totalidad. Como es evidente, la mayor parte de nulidades son tácitas o virtuales.
Asimismo, debemos mencionar que las causales genéricas de nulidad se encuentran
reguladas en el artículo 219, mientras que las causales genéricas de anulabilidad en el
artículo 221 del Código Civil.

-Finalmente, debemos señalar que en el Código Civil peruano no se aplica el principio de


la imprescriptibilidad de la acción de nulidad, por cuanto la acción de nulidad prescribe
a los diez años, mientras que la acción de anulabilidad a los dos años.

3. ACTO JURIDICO ANULABLE:

3.1 Delimitación Conceptual


El acto jurídico anulable, o sea, el que padece de nulidad relativa, es aquel que reúne los
elementos esenciales o requisitos de validez, y, por tanto, es eficaz, pero, por adolecer de
un vicio, a pedido de una de las partes, puede devenir en nulo. No ofrece, al contrario de
lo que ocurre con el acto nulo, dificultades serias en su delimitación conceptual.

Para Betti, anulable es el negocio que, aun no careciendo de los elementos esenciales y
hasta originando la nueva situación jurídica puede, tras la reacción de la parte interesada,
ser removido con fuerza retroactiva y considerando como si nunca hubiera existido: la
nulidad surge sólo por efecto de sentencia cuando un interesado toma la iniciativa de
hacerla pronunciar por el juez como consecuencia de los vicios que afectan al negocio.

La idea de anulabilidad de un acto jurídico apareció en el Derecho Romano con


posterioridad a la de la nulidad. Se originó como un medio de protección concedido por
el Pretor a quien podía ser perjudicado por un acto jurídico al que se le reconocía validez
por que reunía las condiciones exigidas por el Ius Civiles, pero adoleciendo de un defecto
en su formación.
El acto anulable produce normalmente los efectos que le son peculiares, pero, a petición
de parte interesada, puede declararse nulo judicialmente con efectos retroactivos al
momento de su celebración, siempre que concurra alguna de las causales (vicios o
defectos de los requisitos de validez) legales que lo invalidan. El acto anulable no es nulo
por sí, pero está afectado de un vicio que lo invalida. Produce efectos, pero éstos pueden
ser eliminados si, y sólo si, el acto es impugnado por la parte en cuyo interés se ha
establecido la invalidez. La eficacia del acto anulable, pese a la invalidez, puede llegar a
ser definitiva por efecto de la prescripción de la acción de anulación o de la confirmación

4. LA ANULABILIDAD DEL ACTO JURÍDICO:


Por lo que hemos señalado, la anulabilidad del acto jurídico es aquella figura por la cual
un acto jurídico pierde su eficacia al encontrarse inmerso en alguna causal que afecta su
validez, de acuerdo a lo previsto por ley. Es decir, las causales de anulabilidad, así como
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las de nulidad, son previstas por ley. A efectos del presente informe, haremos referencia
a las causales de anulabilidad previstas por el Código Civil. El artículo 221º del Código
Civil dispone que un acto jurídico es anulable cuando se encuentra inmerso en alguna de
las siguientes situaciones:
• Por incapacidad relativa del agente.
• Por vicio resultante de error, dolo, violencia o intimidación.
• Por simulación, cuando el acto real que lo contiene perjudica el derecho de tercero.
• Cuando la ley lo declara anulable. Veamos cómo se configura cada una de estas causales.
4.1. INCAPACIDAD RELATIVA DEL AGENTE:
La capacidad es el atributo jurídico en virtud del cual una persona puede ejercer sus
derechos y ser exigida de sus obligaciones, distinguiéndose entre la capacidad de goce y
la capacidad de ejercicio. La capacidad de goce, es aquella en virtud de la cual una persona
posee una serie derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico. En tanto que la
capacidad de ejercicio es aquella en virtud de la cual una persona está en la posibilidad
de ejercer por sí misma tales derechos. Así, toda persona posee capacidad de goce, pero
no todas poseen capacidad de ejercicio. Cuando una persona se encuentra privada de su
capacidad de ejercicio, se le considera, jurídicamente, un incapaz. El Código Civil prevé
causales de incapacidad absoluta, por las cuales una persona no puede realizar ningún
acto por sí misma, y causales de incapacidad relativa, por las cuales una persona está
privada de la posibilidad de realizar determinados actos por sí misma. Los artículos 42º,
43º, 44º y 45º del Código Civil regulan las situaciones en las cuales un sujeto goza de
capacidad de ejercicio y aquellas en las que se le considera incapaz:

“Artículo 42º.- Plena capacidad de ejercicio Tienen plena capacidad de ejercicio de sus
derechos civiles las personas que hayan cumplido dieciocho años de edad, salvo lo
dispuesto en los artículos 43º y 44º”.
“Artículo 43º.- Incapacidad absoluta Son absolutamente incapaces:
1. Los menores de dieciséis años, salvo para aquellos actos determinados por la ley.
2. Los que por cualquier causa se encuentren privados de discernimiento.
3. Los sordomudos, los ciegosordos y los ciegomudos que no pueden expresar su voluntad
de manera indubitable”.
“Artículo 44º.- Incapacidad relativa Son relativamente incapaces:
1. Los mayores de dieciséis y menores de dieciocho años de edad.
2. Los retardados mentales.
3. Los que adolecen de deterioro mental que les impide expresar su libre voluntad.
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4. Los pródigos. 5. Los que incurren en mala gestión.


6. Los ebrios habituales.
7. Los toxicómanos.
8. Los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil”.
“Artículo 45º.- Representante legal de incapaces Los representantes legales de los
incapaces ejercen los derechos civiles de éstos, según las normas referentes a la patria
potestad, tutela y curatela”. Como podemos apreciar, existen causales de incapacidad
referidas a situaciones que físicamente le impiden a un sujeto ejercer sus derechos, en
tanto que otras están referidas a condiciones jurídicas que los inhabilitan legalmente para
ejercer por sí mismos sus derechos. A efectos de la anulabilidad, sólo consideraremos las
causales que generan la incapacidad relativa de una persona, pues si aplicáramos las
causales de incapacidad absoluta, estaríamos en realidad ante supuestos de nulidad del
acto. Siendo así, los actos realizados por una persona inmersa en una causal de
incapacidad relativa son anulables. La anulación del acto surte efectos desde que es
declarada, es decir, no opera de pleno derecho, como sí ocurre con la nulidad, sino que se
requiere que el sujeto ejerza la acción para solicitar la declaración de anulación del acto.

4.2. VICIO RESULTANTE DE ERROR, DOLO, VIOLENCIA O


INTIMIDACIÓN:
Se trata de una causal que vulnera la libertad con la que debe emanar la voluntad de la
persona que celebra un acto jurídico. En la medida que estos factores alteran o
distorsionan la manifestación de voluntad del agente, el ordenamiento jurídico ha
considerado conveniente establecer la posibilidad de que el acto sea anulado, en el
entendido que puede resultar perjudicial para la persona, pero podría también ser
confirmado, como veremos más adelante, en el supuesto en que el acto haya sido
beneficioso. El Código Civil define al error como aquella situación en la cual la persona
que celebra el acto manifiesta su voluntad sobre la base de información errónea sobre el
objeto del acto, su contraparte o sobre los efectos del acto jurídico, de forma tal que de
no haberse encontrado en dicho error, el acto jurídico no habría sido celebrado. El artículo
201º del Código establece que el error es causal de anulación del acto si es que es esencial
y conocible por la otra parte. Es decir, que el acto jurídico podrá ser anulado cuando,
como hemos dicho, el error fue una causa fundamental para que la persona celebrara el
acto y si este error era conocible por la contraparte. Para estos efectos, se considera que
el error es esencial cuando:
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• Recae sobre la propia esencia o una cualidad del objeto del acto que, de acuerdo con la
apreciación general o en relación a las circunstancias, debe considerarse determinante de
la voluntad.
• Recae sobre las cualidades personales de la otra parte, siempre que aquellas hayan sido
determinantes de la voluntad.
• El error de derecho haya sido la razón única o determinante del acto.
Además, se asume que el error es conocible cuando del contenido del acto, las
circunstancias o las características de las personas que celebran el acto, alguien diligente
podría haber detectado el error. Debe quedar claro que el error que da lugar a la anulación
del acto debe ser de carácter esencial, es decir, trascendente para los efectos del acto y
que haya consistido en un factor importante en la decisión tomada por las partes para
celebrar el acto. Por ejemplo, en la celebración de un contrato de compraventa en virtud
del cual se transfiere la propiedad de un bien inmueble, no será un error esencial el hecho
de que se haya consignado erróneamente la dirección de alguno de los contratantes o el
número de su documento de identidad. Es decir, a efectos de la anulación no estamos
haciendo referencia a los errores materiales del documento por el cual se celebra el acto,
sino a los errores inherentes al acto mismo, su contenido o a las personas que lo celebran.
Sí será un error esencial por ejemplo, el hecho de que el inmueble sea un departamento
sobre el que el vendedor afirma que es de estreno, cuando en realidad ya tuvo ocupantes
anteriores. Ahora bien, puede producirse un error sobre las cantidades relacionadas con
el bien, como su área, peso, contenido o factores similares. Estos errores no dan lugar a
la anulación en tanto puedan rectificarse, salvo que la cantidad haya sido determinante
para la celebración del acto y que su rectificación no subsane la situación. Asimismo, el
error en el motivo, que consiste en la situación por la cual una persona celebra un acto
por una razón trascendente para ella, ya sea que tenga vinculación directa con el acto
jurídico o no, sólo origina la anulación del acto si es que el motivo fue manifestado
expresamente y aceptado por la contraparte. Así por ejemplo, si se celebra un contrato de
arrendamiento en el que el arrendador señala que le arrienda el inmueble al arrendatario
porque éste forma parte de la misma congregación religiosa, se podrá anular el acto si
resulta que el arrendatario en realidad no forma parte de dicha congregación. Cabe señalar
también que la acción para solicitar la anulación del acto celebrado por error, no es
procedente si es que se le ofrece a la parte que ha incurrido en error, cumplir con el acto
de acuerdo al contenido que ésta quería. Otro de los vicios que afectan la manifestación
de voluntad es el dolo, concebido como el engaño cometido contra una persona a fin de
que ésta celebre el acto jurídico. A diferencia del error, aquí estamos frente a una figura
que conlleva la intención de una persona de someter a la otra a engaño, a fin de obtener
un beneficio con la celebración de un acto jurídico que, sin haber mediado tal engaño, no
se habría celebrado. El Código Civil prevé también la posibilidad de que el engaño sea
de tal magnitud que aún sin haberse presentado el acto jurídico se habría celebrado, pero
en condiciones distintas. En tal caso, no existe la acción por anulación, pero la parte que
actuó con mala fe, deberá indemnizar a la otra por los perjuicios causados. Tampoco
procede la acción de anulación del acto por dolo si es que éste se hubiera utilizado en
forma recíproca, es decir, que ambas partes hubieran cometido un engaño contra la otra.
La intimidación, que también es causal de anulación, es aquella por la cual se inspira a la
persona un temor fundado sobre la posibilidad de sufrir un daño inminente y grave hacia
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ella, su cónyuge o sus parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de
afinidad, o en el patrimonio de estas personas. Es posible que la figura de la intimidación
se extienda más allá de los grados de parentesco señalados, si así lo considera pertinente
el juez. La violencia implica el sometimiento por la fuerza de la persona para obligarla a
celebrar el acto jurídico. Tanto para la calificación de la intimidación y de la violencia se
deben evaluar las características de la persona.
4.3. ANULACIÓN POR SIMULACIÓN QUE PERJUDICA A TERCEROS
La simulación del acto jurídico consiste en aquella situación en la cual se ha pretendido
aparentar la realización de un acto jurídico sin que éste se haya producido efectivamente.
Como tal, la simulación puede producirse en dos formas:
• La simulación absoluta, que es aquella en la cual se aparenta celebrar un acto jurídico
sin que exista voluntad real de celebrarlo.
• La simulación relativa, por la cual se aparenta la realización de un acto pero en realidad,
se tiene la intención de celebrar otro distinto. Veamos ambos casos con un ejemplo.
Supongamos que dos personas suscriben un documento en el que se expresa la
compraventa de un bien. Sin embargo, ni el vendedor tiene la intención de transferir el
bien ni el comprador tiene la intención de pagar el precio ni de adquirir la propiedad. En
tal caso, estaremos ante una simulación absoluta, pues nunca existió la voluntad de
celebrar la compraventa y no se ha realizado ningún acto que conlleve a la ejecución de
dicho contrato. Bajo este mismo esquema, supongamos que el documento de
compraventa ha sido suscrito pero el comprador no tiene la intención de pagar el precio
en dinero, sino que estaba de acuerdo con el vendedor en entregarle otro bien como
contraprestación. En tal caso, estaremos en una simulación relativa en la que se expresa
la intención de celebrar una compraventa pero que en los hechos, se trata de una permuta.
En los casos de simulación relativa, el acto ocultado surte efectos entre las partes, siempre
que se hayan cumplido los requisitos de validez para tal acto y no exista perjuicio contra
terceros. Pero, si el acto real hubiera generado un perjuicio a un tercero, éste puede
solicitar la anulación del acto.
4.4. OTROS SUPUESTOS DE ANULACIÓN PREVISTOS POR LEY ADEMÁS
DE LAS CAUSALES YA SEÑALADAS.
Existen supuestos de anulación de actos jurídicos que han sido previstos de manera
específica por ley. A manera de ejemplo, hacemos una pequeña relación de actos jurídicos
sobre los que pesa una causal de anulación, tal como lo dispone el Código Civil en los
siguientes artículos:
“Artículo 166º.- Anulabilidad de acto jurídico del representante consigo mismo Es
anulable el acto jurídico que el representante concluya consigo mismo, en nombre propio
o como representante de otro, a menos que la ley lo permita, que el representado lo
hubiese autorizado específicamente, o que el contenido del acto jurídico hubiera sido
determinado de modo que excluya la posibilidad de un conflicto de intereses. El ejercicio
de la acción le corresponde al representado
“Artículo 277º.- Causales de anulabilidad del matrimonio Es anulable el matrimonio:
1. Del impúber. La pretensión puede ser ejercida por él luego de llegar a la mayoría de
edad, por sus ascendientes si no hubiesen prestado asentimiento para el matrimonio y, a
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falta de éstos, por el consejo de familia. No puede solicitarse la anulación después que el
menor ha alcanzado mayoría de edad, ni cuando la mujer ha concebido. Aunque se
hubiera declarado la anulación, los cónyuges mayores de edad pueden confirmar su
matrimonio. La confirmación se solicita al Juez de Paz Letrado del lugar del domicilio
conyugal y se tramita como proceso no contencioso. La resolución que aprueba la
confirmación produce efectos retroactivos.
2. De quien está impedido conforme el artículo 241º, inciso 2. La acción sólo puede ser
intentada por el cónyuge del enfermo y caduca si no se interpone dentro del plazo de un
año desde el día en que tuvo conocimiento de la dolencia o del vicio.
3. Del raptor con la raptada o a la inversa o el matrimonio realizado con retención violenta.
La acción corresponde exclusivamente a la parte agraviada y sólo será admisible si se
plantea dentro del plazo de un año de cesado el rapto o la retención violenta.
4. De quien no se halla en pleno ejercicio de sus facultades mentales por una causa
pasajera. La acción sólo puede ser interpuesta por él, dentro de los dos años de la
celebración del casamiento y siempre que no haya hecho vida común durante seis meses
después de desaparecida la causa.
5. De quien lo contrae por error sobre la identidad física del otro contrayente o por ignorar
algún defecto sustancial del mismo que haga insoportable la vida común. Se reputan
defectos sustanciales: la vida deshonrosa, la homosexualidad, la toxicomanía, la
enfermedad grave de carácter crónico, la condena por delito doloso a más de dos años de
pena privativa de la libertad o el ocultamiento de la esterilización o del divorcio. La acción
puede ser ejercitada sólo por el cónyuge perjudicado, dentro del plazo de dos años de
celebrado.
6. De quien lo contrae bajo amenaza de un mal grave e inminente, capaz de producir en
el amenazado un estado de temor, sin el cual no lo hubiera contraído. El juez apreciará
las circunstancias, sobre todo si la amenaza hubiera sido dirigida contra terceras personas.
La acción corresponde al cónyuge perjudicado y sólo puede ser interpuesta dentro del
plazo de dos años de celebrado. El simple temor reverencial no anula el matrimonio.
7. De quien adolece de impotencia absoluta al tiempo de celebrarlo. La acción
corresponde a ambos cónyuges y está expedita en tanto subsista la impotencia. No
procede la anulación si ninguno de los cónyuges puede realizar la cópula sexual.
8. De quien, de buena fe, lo celebra ante funcionario incompetente, sin perjuicio de la
responsabilidad administrativa, civil o penal de dicho funcionario. La acción corresponde
únicamente al cónyuge o cónyuges de buena fe y debe interponerse dentro de los seis
meses siguientes a la celebración del matrimonio”.
“Artículo 537º.- Acción de nulidad del pupilo por actos sin autorización La acción del
menor para anular los actos celebrados por el tutor sin las formalidades legales prescribe
a los dos años. Este plazo se cuenta a partir del día en que cesó la incapacidad”.
“Artículo 582º.- Anulabilidad de actos anteriores a interdicción Los actos anteriores a la
interdicción pueden ser anulados si la causa de ésta existía notoriamente en la época en
que se realizaron”.
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“Artículo 808º.- Nulidad y anulabilidad de testamento Es nulo el testamento otorgado por


incapaces menores de edad y por los mayores enfermos mentales cuya interdicción ha
sido declarada. Es anulable el de las demás personas incapaces comprendidas en el
artículo 687”. 5. Confirmación del acto anulable Como veremos más adelante, la
anulabilidad se diferencia de la figura de la nulidad por una serie de características. Una
de estas diferencias radica en la posibilidad de que el acto anulable puede ser confirmado,
esto es, convalidado o subsanado por declaración de la parte que es titular de la acción de
anulación, dejando así al acto con plenos efectos y ya sin la contingencia de que pueda
ser anulado por la causal subsanada. Veamos lo que señala el Código Civil sobre la figura
de la confirmación en su artículo 230º:
“Artículo 230º.- Confirmación explícita Salvo el derecho de tercero, el acto anulable
puede ser confirmado por la parte a quien corresponda la acción de anulación mediante
instrumento que contenga la mención del acto que se quiere confirmar, la causal de
anulabilidad y la manifestación expresa de confirmarlo”. La confirmación requiere que la
persona que es titular de la acción de anulación, manifieste en forma expresa su intención
de confirmar el acto, indicando la causal por la cual era aplicable la anulación. Existe
también la posibilidad de una confirmación tácita, que se da cuando el titular de la acción
por anulación, a pesar de conocer la causal que motiva la anulación, cumple o ejecuta el
acto jurídico, en forma total o parcial, o si a través de otros hechos se puede asumir de
manera indubitable que tiene la intención de renunciar a la acción de anulación. Cuando
el acto jurídico sobre el cual pesa la causal de anulación requiera de una formalidad
determinada para su validez, el acto de confirmación debe seguir la misma formalidad.

5. CARACTERÍSTICAS DEL ACTO ANULABLE:


Las características del acto anulable las resume el artículo 222° del Código Civil: “El acto
jurídico anulable es nulo desde se celebración, por efecto de la sentencia que lo declare.
Esta nulidad se pronunciará a petición de parte y no puede ser alegada por otras personas
que aquellas en cuyo beneficio la establece la ley”.

La norma fue adoptada por la Comisión revisora con algunos cambios a la redacción de
la propuesta por la Comisión reformadora y registra como antecedente al artículo 1126°
del código Civil de 1936.

Del acotado artículo 222° se infiere las siguientes características:


a) El acto anulable es válido y eficaz,
b) Requiere de sentencia que lo declare nulo con efecto retroactivo a la fecha de su
celebración.
c) La nulidad sólo puede ser alegada por quienes están legitimados especialmente para
accionar: y
d) Puede subsanarse mediante la confirmación.
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e) El acto anulable es válido y eficaz


El acto anulable es válido y eficaz mientras no sea declarado nulo por un órgano
jurisdiccional. Su eficacia está referida a los efectos generados por la manifestación de
voluntad, tanto respecto de las partes como para con los terceros.
f) Requiere de sentencia que lo declare nulo con efecto retroactivo a la fecha de su
celebración.

El acto anulable, teniendo validez y eficacia, para su anulación requiere necesariamente


que un órgano jurisdiccional lo declare nulo y cuyo fallo quede ejecutoriado, esto es, pase
a la autoridad de cosa juzgada.
Declarada la nulidad, el acto jurídico es nulo, se considera como si no hubiese producido
nunca efectos jurídicos y, por lo tanto, quedan destruidos los ya producidos, pues la
sentencia, como puede apreciarse del acotado párrafo del artículo 222°, tiene efecto
retroactivo para hacer nulo al acto anulable desde su celebración.
La retroactividad, explica Stolfi, implica en las relaciones entre las partes que todo ha de
reintegrase al estado en que se hallaba antes de la formación del acto. La misma
retroactividad opera también respecto de los terceros desde que el acto anulable ha
perdido su existencia jurídica.
La sentencia que declara nulo en acto anulable, por lo que queda expuesto, no es carácter
declarativo sino constitutivo, pues la nulidad es consecuencia, precisamente, de la
declaración del órgano jurisdiccional, aun cuando tenga un efecto retroactivo, pues al
contrario de lo que ocurre con el acto nulo, que es inexistente, el acto anulable es un acto
existente, con validez y eficacia, hasta que se le declare nulo.
g) La anulabilidad sólo puede ser alegada por quienes están legitimados especialmente
para accionar la nulidad relativa se concede a favor de ciertas personas cuyos intereses
privados han sido afectados con la celebración del acto anulable, mientras que, como
hemos visto, la nulidad absoluta se sustenta en consideraciones de orden público. Por ello,
como bien lo explica León Barandiarán, se justifica que la nulidad relativa no pueda ser
alegada por persona extraña al acto jurídico que se va a impugnar, ni ser declarada de
oficio, pues importa una medida de protección a favor de determinadas personas
perjudicadas con el acto, y sólo a ellas compete aprovecharse o no de sus causales.

En virtud de esta característica, la anulabilidad del acto ha sido establecida en beneficio


del incapaz relativo, de quienes en el proceso formativo de su voluntad y de su
manifestación han incurrido en error esencial y han sufrido perjuicio, o han sido víctimas
de dolo causante, de violencia o de intimidación, así como de quienes han sido
perjudicados por el acto oculto en los casos de simulación relativa. El prejuicio sufrido es
lo que legitima, de manera especial, a ejercitar la acción anulatoria.
h) El acto anulable puede subsanarse mediante la confirmación:
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La confirmación es un acto jurídico que tiene por finalidad convalidar un acto anulable.

6. EFECTOS ULTERIORES DEL ACTO ANULADO:


Como se ha expuesto en las características del acto anulable, declarada su nulidad el
efecto retroactivo de la sentencia lo hace nulo desde su celebración, es decir, quedan
extinguidos los efectos queridos y pretendidos y, por consiguiente, si el derecho emergido
del acto jurídico no ha sido ejercitado ni los deberes u obligaciones cumplidos, ninguno
de los sujetos puede reclamar ni está obligado a cumplir nada respecto del otro. Por el
contrario, si el derecho emergido ha sido ejercitado y los deberes u obligaciones han sido
cumplidos, cada una de las partes ha de restituir lo que haya recibido y puede reclamar lo
que ha entregado. Sin embargo, al igual que con el acto nulo, la nulidad del acto anulable
trae efectos ulteriores tanto interpartes como frente a terceros, aunque el código civil no
haya legislado al respecto, salvo los actos celebrados por incapaces.
El acto jurídico anulable, inicialmente eficaz, pero, por haberse celebrado con defectos,
amenazado de ineficacia, produce la totalidad de sus efectos (iniciales o posteriores) en
tanto en cuanto no se haya sido anulado mediante sentencia judicial 4.
A diferencia del acto nulo que lo es ipso iure, el anulable deviene en nulo solamente por
efecto de la sentencia definitiva que lo declare; de ahí que la sentencia que declara nulo
un acto anulable es constitutiva y no simplemente declarativa. La anulabilidad se traduce
en nulidad por efecto de la anulación y los efectos producidos se reducen a la nada. La
sentencia que declara nulo un acto anulable tiene efectos retroactivos al momento de la
celebración, borrándose los efectos producidos y como consecuencia las partes
devolverán lo recibido y si no fuera posible la devolución pagarán su valor.
El acto anulable impugnado eficazmente equivale al acto nulo. El acto nulo y el anulable
declarado nulo tienen las mismas consecuencias: ambos no producen efectos desde el
inicio. El acto nulo no produce efecto negocial alguno: no constituye, modifica o extingue
relaciones jurídicas, es decir, no constituye. Transfiere, modifica o extingue derechos
reales o de crédito, y no constituye causa eficiente justificativa de las prestaciones que se
han podido ejecutar, razón por la que deben ser restituidas. Lo mismo podemos decir del
acto anulable declarado judicialmente nulo. La sentencia de anulación priva de causa a
las prestaciones ejecutadas: lo que se expresa diciendo que la anulación tiene efectos
retroactivos.
El hecho de que tanto el acto nulo como el anulado no produzcan efecto negocial alguno,
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no significa que nunca hayan acaecido. Su estipulación puede determinar consecuencias


no negóciales. Así, de constituir actos ilícitos, determinarán la aplicación de sanciones y
responsabilidades.
La retroactividad de la sentencia de anulación no es absoluta (erga omnes). Sino relativa;
opera solamente entre las partes y respecto de terceros adquirentes, sobre la base del acto
nulo, a título gratuito sean de buena o de mala fe y a título oneroso solamente cuando son
de mala fe. Se aplica el principio por el cual los terceros no pueden adquirir derechos que
provengan de un acto nulo o anulable, o sea, se admite la vigencia del principio: nenio
pitis inris transferre potest quam ipse habet, cuyo cololario es otra máxima latina: resoluto
iure dantis, resolvitur ius accipientis (resuelto el derecho de quien da, se resuelve el
derecho de quien recibe), por lo que declarado nulo un acto anulable, los terceros deben
restituir lo recibido en base a aquel acto anulado.

Los terceros adquirentes a título oneroso y de buena fe, independientemente de que su


adquisición la hayan efectuado antes o después de la demanda de anulación, quedan
indemnes frente a la sentencia que pronuncia la anulación; la sentencia de anulación no
les puede ser opuesta.

Tanto la nulidad como la anulabilidad presentan problemas de oponibilidad frente a


terceros. La nulidad es siempre oponible a los terceros. Por ejemplo, si A vende a B un
inmueble con un contrato nulo, y B vende el mismo inmueble a C, A puede obtener la
restitución haciendo valer frente a C, tercero respecto a la venta A-B, la nulidad de ésta.
Se aplica el principio general por el cual no habiendo B adquirido el derecho de
propiedad, no podía transferirlo a otro. La situación es un poco diversa cuando se trata de
un acto anulable declarado nulo mediante sentencia judicial. No hay ningún problema
cuando el tercero sabía de la invalidez: la sentencia de anulación le es oponible; no hay
ninguna buena fe confianza del tercero que tutelar. Igualmente el tercero sucumbe si ha
adquirido a título gratuito, haya o no conocido de la invalidez. En cambio, prevalece el
derecho del tercero que ha adquirido de buena fe y a título oneroso. En tal caso hay una
buena fe confianza del tercero meritoria de tutela, por lo que resulta justo hacer recaer las
consecuencias dañosas del acto invalidado sobre las partes y no sobre el tercero.
Si el acto anulable versa sobre bienes registrados, la anotación en el Registro de la
demanda judicial de anulación, coloca a los terceros en grado de conocer la pendencia de
la anulación. Si no obstante adquieren el bien, la sentencia de anulación le es oponible.
El Derecho de los terceros también está tutelado por ci principio general que dice que en
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materia de bienes muebles: «la posesión vale el título» (art. 948), por el cual el tercero
subadquirente que ha obtenido la posesión de buena fe, no está sujeto a reivindicación,
aunque el título de su enajenante sea nulo, o haya sido anulado, salvo que se trate de
bienes perdidos o adquiridos con infracción de la ley penal.

7. TITULARES DE LA ACCIÓN
La anulabilidad obedece fundamentalmente a una razón de protección de intereses
privados, especialmente el de las partes intervinientes, por lo que la acción o excepción o
reconvención de anulabilidad constituye un derecho facultativo exclusivo de aquel en
cuyo favor ha sido establecida. Por ello, la anulabilidad es relativa, en tanto que la nulidad
es absoluta. En los actos bilaterales y plurilaterales el titular de la acción es la parte
afectada con la incapacidad relativa, o la parte que ha caído en error, o que ha sido víctima
del dolo, violencia o intimidación o su representante legal y en los actos unilaterales,
como en los mortis causa, cualquiera que se sienta afectado en sus derechos con tales
actos. También es titular de la acción de anulabilidad el tercero perjudicado con la
simulación relativa. La acción de anulabilidad está vedada a otros terceros (aun cuando
éstos tengan un legítimo interés derivado del acto anulable), a la contraparte, al Ministerio
Público y en ningún caso puede ser declarada de oficio por el juez. De este modo, el sujeto
tutelado con las causales de anulabilidad es el único árbitro de la suerte del acto, sólo a él
corresponde decidir si lo mantiene o no en pie.

8. PRESCRIPTIBILIDAD DE LA ACCIÓN DE ANULABILIDAD.


La acción anulatoria, de anulabilidad o de nulidad relativa, es prescriptible y así ha sido
siempre prevista en la codificación civil y admitida sin ambages por la doctrina.
El artículo 2001, inc. 4, del Código Civil la hace prescribir en un plazo de 2 años, que se
computa desde el día en que puede ejercitarse la acción conforme al artículo 1993 del
mismo cuerpo normativo.
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CONCLUSIONES:

- El acto jurídico anulable, o sea , el que padece de nulidad relativa, es aquel que reúne
los elementos esenciales o requisitos de validez, y , por tanto, es eficaz, pero, por adolecer
de un vicio, a pedido de una de las partes, puede devenir en nulo. No ofrece, al contrario
de lo que ocurre con el acto nulo, dificultades serias en su delimitación conceptual.
- Como se ha expuesto en las características del acto anulable, declarada su nulidad el
efecto retroactivo de la sentencia lo hace nulo desde su celebración, es decir , quedan
extinguidos los efectos queridos y pretendidos y, por consiguiente , si el derecho emergido
del acto jurídico no ha sido ejercitado ni los deberes u obligaciones cumplidos, ninguno
de los sujetos puede reclamar ni está obligado a cumplir nada respecto del otro.
- La anulabilidad sólo puede ser alegada por quienes están legitimados especialmente para
accionar

- La confirmación es un acto jurídico que tiene por finalidad convalidar un acto anulable.

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