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Después de recibir información que daba cuenta de la posible comisión de conductas

anticompetitivas en el mercado de producción, distribución y comercialización de


pañales desechables para bebé en Colombia, la Superindustria efectuó en el mes de
noviembre de 2013, varias visitas administrativas de inspección en las que recaudó
importante material probatorio (documentos, e mails, testimonios, entre otros) que
daría cuenta de la posible existencia de un cartel empresarial para aumentar los
precios de los pañales para bebé y manipular artificialmente otras condiciones en
dicho mercado.
Posteriormente, varias empresas participantes en dicho mercado y sus respectivos
directivos y empleados, acudieron a la Superintendencia de Industria y Comercio con
el fin de reconocer su participación en dicho cartel empresarial, aportar las pruebas
que demostraran la existencia del mismo, su funcionamiento y la forma de hacerle
seguimiento a los distintos acuerdos realizados, contactos estos que t erminaron con
la efectiva suscripción de 2 acuerdos de colaboración por delación, según los cuales,
una de las empresas delatoras recibirá la exoneración total de las posibles sanciones
a imponer y la otra la exoneración parcial, todo de acuerdo con lo est ablecido en el
artículo 14 de la Ley 1340 de 2009 y el Decreto 2896 de 2010.

Según la SIC, representantes de las compañías acusadas se reunían de manera periódica


para manipular artificialmente el mercado de los pañales desechables colombianos,
acordando precios, la calidad de los productos y hasta sus mecanismos de
comercialización, privando así a los consumidores de las ventajas del libre mercado.

Se estima que esto se tradujo en sobrecostos de entre el 10% y el 15%, pues el aumento
artificial de precios parecía ser la principal motivación del "cartel de los pañales".

Con documentos en mano, Hellmuth Scharder argumenta que el cartel de los pañales no
empezó en 2001, como ha dicho la SIC, sino que su origen se remonta a 1998. Mientras la
valluna Tecnoquímicas atravesaba dificultades económicas, Kimberly le propuso invertir en
su subsidiaria Tecnosur y quedarse como accionista controlante.
Pero esa operación de integración no fue autorizada por la SIC porque iría en contra de las
leyes de competencia y quedaría con posición dominante de mercado (70 %).
Por eso cambiaron los términos de inversión, y cada parte tendría 50 %, no habría control
de ninguna y Tecnosur seguiría como otro competidor.

Todo se supo después de las visitas hechas por los investigadores de la SIC en noviembre
del año pasado. Las pruebas eran tan claras que dos de los implicados reconocieron su
participación y pidiendo protección de identidad soltaron la información de la que se
sospechaba. Desde ese momento y hasta hoy se tienen 700 correos electrónicos, más de
30 declaraciones y testimonios, además de otras pruebas sobre más de 20 reuniones
hechas en el exterior y donde se acordaban detalles de la implementación del ‘cartel’.

El caso tomó mayor fuerza si se tiene en cuenta que el mercado de pañales desechables
para bebé en Colombia ha vendido en los últimos 15 años más de $7,7 billones, que son
unos 11.300 millones de unidades. Actualmente hay más de dos millones de bebés que
usan este tipo de productos en el país y para quienes sus padres invierten medio billón de
pesos al año comprando 1.000 millones de pañales.
En noviembre de 2013, cuando se abrió la investigación de este cartel, las empresas
Drypers Andina y Tecnosur también hicieron parte de la lista. No obstante, la SIC
decidió archivar la investigación de Drypers porque, aunque sí participó de los
acuerdos, su intervención terminó en 2006 y ya se encuentra caducada la facultad
sancionatoria del Estado.

Y por el lado de Tecnosur, la investigación fue archivada por haberse comprobado que
esta compañía es únicamente fabricante de pañales y no participa en la
comercialización del producto. Su producción total es vendida a Tecno químicas.

Entre las declaraciones que entregó el exgerente de Familia Luis Carlos Uribe se indicó
que en las reuniones que se dieron en el marco de las reuniones que sostuvieron en la
ANDI, “ocasionalmente, se tocaban temas no tanto de precios, sino de descuentos
exagerados, pero a la hora de la verdad es casi lo mismo”.

Añadió que “si me dicen que si alguna vez, si conoce si hablamos de precios o
descuentos (…) que, si hablamos de eso, la respuesta es sí, sí hablamos”. No se trataba
de controlar los precios directamente. El asunto consistía en fijar las políticas de
descuentos, sobre todo a las grandes superficies, con lo que, indirectamente, se
manipulaba el valor que pagaba el consumidor final.

Dentro de las pruebas recaudadas en las visitas a las distintas empresas y aportadas por
las empresas que se acogieron al Programa de Colaboración se encuentran más de 700
correos electrónicos, más de 30 declaraciones y testimonios, pruebas sobre más de 20
reuniones llevadas a cabo en el extranjero y en el territorio colombiano en las que
acordaban las condiciones de implementación del cartel, así como el seguimiento, control
y verificación de los acuerdos previamente celebrados.

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