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BIBLIOTECA

DE RELIGION,
Ó SEA

COLECCION

DE OBRAS CONTRA LA INCREDULIDAD

Y ERRORES DE ESTOS ÚLTIMOS TIEMPOS.

Comede volumen i s t u d , et vadens loquero.


EZECD. I H , I.

TOMO I.
ENSAYO
SOBRE

LA INDIFERENCIA
m MATERIA DE RELIGION,

LA MENNAIS.

venerit... conlcmnil.
^ PROT. XVIII , 3.

PONDO BIBLIOTECA PUBLICA


DEL "

110988

PARÍS,
LIBRERÍA DE A. B O U R E T Y MOREI.,

IMPRENTA DE BEAU,
CALLE DE L'KPERON, C.
San G e r m a n en I . a j e .

18-46
3 7502
1080047033

A LOS ILLMOS. Y RMOS.

•SEÑORES A R Z O B I S P O S Y OBISPOS

DE ESPAÑA.

11,USTlí i S I M O S SEÑORES,

r j i r n ADirouaia OCHO^

M03J 0 V 3 P 3ci OQAiy £1

La tendencia natural de un proyecto literario de


Religión, es como d su centro á los primeros Pasto-
res, á quienes el Espíritu Santo ha puesto para regir
la Iglesia de Dios. Estos son los maestros de la sana
doctrina, los jueces natos en las controversias, los
órganos del Espíritu Santo en sus decisiones, y los
consenadores del depósito de la fe. La Iglesia de Es-
paña en todos tiempos ha podido justamente gloriarse
a
por este medio'cooperar del modo posible al desem-
del mérito relevante de sus Pastores: desde el primer
peño del cargo pastoral con el desengaño de los sedu-
Concilio general de Nicea; hasta el último de Trenu;
cidos por los impíos, y lectura de malos libros, con
desde el primer nacional de Elvira hasta los de estos
un preservativo para los débiles, y con una obra que
últimos tiempos en Lima y Méjico, ha brillado la sa-
comunicando ¡nuevas luces á los sabios, las emplea-
biduría y piedad de los Obispos españoles: los Osios,
rán en beneficio de sus semejantes.
Leandros, Fulgencios, Isidoros, Braulios, Ildefon-
Beciban pues VV. Ulmas este segundo, aunque
sos, Julianes, Eugenios, Toribios en los concilios de
pequeño obsequio, á cuyo feliz resultado los Editores
Toledo, Sevilla, Braga, Tarragona y Zaragom,
sacrifican sus intereses y su reposo, no dudando del
forman época en los fastos de la Iglesia, y el nume-
acreditado zelo de unos Prelados tan respetables á
roso catálogo de los sabios y zelosos Prelados del siglo
ledas luces, que cooperarán por cuantos medios dic-
XVI es el mejor ornamento de la España, y honor de
tan la Beligion y las circunstancias imperiosas de
la Iglesia católica. El Obispado español jamás se ha
nuestro siglo á la lectura y circulación de esta obra.
desmentido : las revoluciones mismas ele estos últimos
siglos conservan en sus archivos los nombres de tus
mayores enemigos en los Prelados de España : la
posteridad misma se admirará de su sabiduría y de
su fortaleza apostólica, y no podrá menos de tributar
los mas justos homenajes al mérito extraordinario que
arrojan de sí los documentos justificativos que com-
prende la Coleccion eclesiástica e s p a ñ o l a , monumento 1 Ll'STItisiMOS

eterno de honor, y de gloria para la presente'\¡ venide-


ras generaciones.

Bajo la garantía de esta verdad colocada á una


inmensa distancia de la adulación, y de la misma 1!. I.. M. de VV. limas, con el debido respeto s u s mas
maledicencia, ofrecemos á VV. Illmas nuestro pe- átenlos y obedientes Capellanes
queño trabajo en la formacion de la Biblioteca de
Keligion que presentamos al pueblo español; y si el
proyecto ha sido de la aprobación de VV. Ulmas, Basilio Antonio Carrasco F. Juan Antonio Díaz
esperamos que su desempeño logrará igual suerte, y Hernando. Merino.
es lo único á que aspiran los editores, prometiéndose
DISCURSO PRELIMINAR

.Negar el influjo de la Religión en la sólida y v e r -


dadera p r o s p e r i d a d de las Naciones, es contradecir
su m i s m a conciencia, el testimonio de los h o m b r e s
m a s sabios, y el consentimiento universal d e todos
los pueblos : la Religión ha sido y será siempre el
norte fijo d e las sociedades m o r i g e r a d a s , y el v e r d a -
dero b a r ó m e t r o d e su grandeza y elevación. Los Ate-
nienses, los Griegos y los R o m a n o s , las m i s m a s nacio-
nes b a r b a r a s en el mas alto g r a d o de su prepotencia
c o m o en el ú l t i m o de su declinación, nos presentan
la tuerza moral de la Religión. Asi es q u e ni ha exis-
tido, ni m e n o s existirá sociedad ni pueblo sin Reli-
gión : todos los esfuerzos de los ateos en esta p a r t e
•Li»' h a n sido i n f r u c t u o s o s , y los m i s m o s observadores
o c u l a r e s de los pueblos incultos y m e n o s civilizados
h a n sido testigos, y no pocas veces á pesar s u y o de
los indelebles vestigios de una v e r d a d p r o c l a m a d a
d e s d e el principio del m u n d o , sellada p o r una no in-
t e r r u m p i d a confesion de todas las naciones, g r a b a d a
en el c o r a z o n de todo h o m b r e p o r la m a n o ' s a b i a del
Hacedor, y conservada, a u n q u e bajo de diversas y á
veces m o n s t r u o s a s formas, en medio de i n n u m e r a -
bles r e v o l u c i o n e s de los i m p e r i o s , y en la dilatada
serie de m a s de seis mil años : El Hombre es natural-
mente Religioso: la Religión nació con él, le a c o m p a ñ ó
e n su c u n a , dirigió sus pasos en la j u v e n t u d , y no le
a b a n d o n ó en la ancianidad.

El h o m b r e sin religión nada c r e e ; sin fe no h a v


i. i
blos, figurado en s u s ritos, ceremonias y sacrificios :
esperanza, y h o m b r e sin Peni esperanza para lo p o r -
hecho sellado p o r Moisés en su P e n t a t e u c o , p r i m e r
venir es un a u l ó m a l o , es una q u i m e r a . Si existiesen
m o n u m e n t o d e la a n t i g ü e d a d en esta clase, conser-
pueblos d e esta naturaleza inconcebible, s u s habitan-
v a d o c o n m a s especialidad p o r el pueblo j u d í o e n su
tes serian en esta hipótesi h o m b r e s sin principio vital
culto, en su fe, en sus misterios, y en los prodigios
del conocimiento, sin o b j e t o y sin fin q u e moviese y
o b r a d o s por su m a n o o m n i p o t e n t e : Dios ha hablado á
d e t e r m i n a s e sus a c c i o n e s ; y por una consecuencia
los hombres por medio de su Unigénito Hijo : o t r o he-
n a t u r a l estos h o m b r e s - f e n ó m e n o s serian p o r su mis- cho, si es posible, mas evidente q u e el primero, p r e -
m a naturaleza insociables é irreligiosos por falta de figurado y anunciado en aquel m i s m o libro divino,
r e s o r t e s , de v í n c u l o s , d e relaciones; h o m b r e s sin creido p o r los P a t r i a r c a s , señalado p o r los Profetas
d u d a vaciados en el m o l d e intelectual d e Rousseau : con los c a r a c t é r e s de la v e r d a d , m a n i f e s t a d o por el
h a s t a este exceso d e d e g r a d a c i ó n ha llegado la filo- m i s m o Jesucristo con e s t u p e n d o s m i l a g r o s , y con
sofía de n u e s t r o siglo, ó para hablar con m a s propie- predicciones a s o m b r o s a s c u m p l i d a s á la vista de s u s
d a d , u n o s h o m b r e s nacidos p a r a oprobio d e la h u - enemigos : hecho autenticado por los Evangelistas, y
m a n i d a d . La idea de la Religión, si no n a c e con los sellado con su s a n g r e ; anunciado en todas las nacio-
h o m b r e s , es de aquellas q u e se hallan al alcance de nes por los Apóstoles, p r o b a d o con toda clase de s e -
su luz intelectual, como d i m a n a d a del conocimiento ñales y prodigios, creido y atestiguado en lodos los
del Ser S u p r e m o q u e ilumina a todos los h o m b r e s , países del m u n d o , c o n f e s a d o en m e d i o de los m a s
g r a b a n d o en s u s a l m a s su imagen y s e m e j a n z a , los atroces t o r m e n t o s por i n n u m e r a b l e s Mártires, consig-
principios v los medios para conocerle y adorarle. n a d o en los registros públicos del I m p e r i o , e n los
Todo c u a n t o hay de m a s g r a n d e , de m a s a d m i r a b l e escritos de s u s sabios, -y en los m o n u m e n t o s de sus
en el cielo y en la t i e r r a , todo conspira en favor de ritos supersticiosos : hecho indudable por la misma
esta idea tan propia del h o m b r e , c o m o digna de su conversión del m u n d o ; milagro el m a s a s o m b r o s o ,
H a c e d o r ; v a u n c u a n d o esta prodigiosa n u b e de tes- c o m p r o b a d o por la serie de diez y n u e v e siglos, y
tigos m u d o s , pero elocuentes é irrecusables, no nos c u y a s p r u e b a s se hallan á la vista y alcance de t o d o s .
d e m o s t r a s e n una verdad de t a n t a trascendencia para
Descorramos p o r u n m o m e n t o el velo de las nacio-
la sociedad, la voz del m i s m o Dios se ha dejado oir
n e s ; r e g i s t r e m o s su historia, y á la p r i m e r a página
e n todos los á n g u l o s de la t i e r r a , y s u s testimonios
n o s veremos obligados á c e r r a r los ojos p o r no p o d e r
se h a n hecho creíbles de u n m o d o a d m i r a b l e : Dios s u f r i r t a n t o e n v i l e c i m i e n t o , tanta d e g r a d a c i ó n del
ha hablado á los hombres; y esta voz de u n a virtud h o m b r e . La idolatría y la superstición eran los p r i m e -
omnipotente, escrita por el" d e d o de Dios, divulgada ros artículos de su símbolo religioso : una Venus obs-
e n todas las n a c i o n e s , t r a n s m i t i d a de siglo en siglo, cena ocupaba para ellos el t r o n o d e la divinidad; J ú -
d e generación en g e n e r a c i ó n , es la q u e disipa las ti- piter m i r a b a con zelos á los ajos y los p u e r r o s : no
nieblas del e r r o r , y n o s d e s c u b r e el lleno de las rela- habia cosa, p o r i n m u n d a , p o r a b o m i n a b l e , que no
ciones esenciales, la íntima unión de la Religión con recibiese h o n o r e s divinos : los Dioses llegaron á ser
la Sociedad. Dios ha hablado á los hombres: este es un en m a y o r n ú m e r o q u e las familias; cada cual se for-
h e c h o tan i n n e g a b l e á los ojos de la r a z ó n , como maba su ídolo, y este el dios a quien a d o r a b a n . La
m a r e a d o en la opinion y creencia de todos los pue>
moral no desmentía el carácter de s u s deidades : la y costumbres, y todo esto p r o p u e s t o b a j o la g a r a n t í a
b a r b a r i e , la crueldad, la ferocidad, la indecencia, la de su palabra, y de haber sido testigos oculares de
obscenidad en toda su extensión, e r a n obsequios dig- u n o s acontecimientos en u n todo extraordinarios v
nos de sus deidades : en s u s a r a s s e i n m o l a b a n la ni- acaecidos en un rincón de la J u d e a . ¿ Seria creíble q u e
ñez y la ancianidad : la m e n t i r a , el h u r t o y la rapiña los Reyes, los S a c e r d o t e s , los s a b i o s , y los pueblos
e r a n una p a r t e de su m o r a l : el a m o r c o n y u g a l , la pie- m a s feroces, n a c i d o s y e d u c a d o s en la idolatría e n
d a d con los padres, la misericordia con los p o b r e s , la toda clase de superstición, familiarizados con los vi-
caridad con los enfermos, la conmiseración con los cios m a s g r o s e r o s , con las pasiones m a s vergonzosas
afligidos no e n t r a b a n en los planes de la educación con el g o c e d e los d e s e o s m a s crimínales, de los
m o r a l , y a u n la m a y o r p a r t e d e estas virtudes eran placeres y deleites m a s sensuales, á solo e s t e anuncio
desconocidas del pueblo : el orgullo, el egoísmo, el a b j u r a s e n la Religión de s u s p a d r e s , s u s leves, u s o s
i n t e r é s , la v e n g a n z a , el p e r j u r i o , la infidelidad en los costumbres, tan análogas á su felicidad temporal ? La
m a t r i m o n i o s , la n i n g u n a fe en los contratos, la sen- m u e r t e cruel de los.Apóstoles es la p r u e b a p e r e n t o -
sualidad y e m b r i a g u e z en la mesa, la prostitución sin ria y decisiva de la resistencia de los pueblos á una
p u d o r ni reserva, hallaban protección en el código Religión tan austera y p e n i t e n t e como la del Crucifi-
d e s u s leyes. c a d o ; pero no lo es m e n o s del f r u t o copiosísimo q u e
p r o d u j o la semilla de la divina p a l a b r a , a n u n c i a d a
A esta m o n s t r u o s i d a d d e c o s t u m b r e s séanos licito
p o r ellos, confirmada con los m a s e s t u p e n d o s mila-
oponer en el siglo XIX y al f r e n t e de s u s apologistas
gros, sostenida c o n una invencible fortaleza, r e g a d a
u n b r e v e paralelo de la moral del Evangelio, y pre-
y sellada con su s a n g r e : el d e d o de un Dios Omnipo-
s e n t a r u n diseño de la a s o m b r o s a m u t a c i ó n q u e o b r ó tente marcaba esta e m p r e s a t o d a divina, disipaba las
la Religión del Crucificado; aquella Religión divina, tinieblas, movía los corazones, c o m u n i c a b a sus d o n e s
cuyos felices anuncios f u e r o n la paz y t r a n q u i l i d a d d e y gracias e x t r a o r d i n a r i a s , y a q u e l p e q u e ñ u e l o r e b a ñ o
t o d a s las n a c i o n e s : s u s fundamentos la verdad e t e r n a , de! escogidos en poco tiempo, se multiplicó con una
p r o m e t i d a d e s d e el principio del m u n d o , anunciada rapidez incalculable.
y manifestada por el S u p r e m o Legislador Jesucristo :
los medios de su establecimiento y propagación d e s d e Con este hecho, q u e no h a n podido n e g a r los incré-
el Oriente al Occidente, y d e s d e el Norte al Mediodía, dulos de nuestro siglo, esforzaba esta p r u e b a de la
al parecer los m a s débiles, los m a s i m p r o p o r c i o n a - divinidad de la Religión cristiana u n o d e sus p r i m e -
dos : doce Pescadores, h o m b r e s rústicos, i g n o r a n t e s r o s a p o l o g i s t a s , r e p r o d u c i e n d o lo q u e sus mismos
y tímidos : sus enemigos, los E m p e r a d o r e s , los Filóso- e n e m i g o s sabían y veian, que no existia reino, pro-
fos, los s a c e r d o t e s , los pueblos todos e n m a s a : las vincia, ciudad, villa ni aldea en donde no hubiese un
armas p a r a la conquista del m u n d o , la m a n s e d u m - gran número de Cristianos: la m i s m a capital del
bre, la paciencia, el s u f r i m i e n t o de t o d a clase de t r a - m u n d o p a g a n o vino á ser en b r e v e tiempo la capital
b a j o s , y el a n u n c i o de u n a n u e v a Religión, f o r m a d a del m u n d o cristiano, el alcázar de la Religión, y la
de u n o s misterios incomprensibles á la r a z ó n , y de silla de u n p o b r e P e s c a d o r : el trono Pontificio suce-
u n g r a n n ú m e r o de preceptos en u n a total é i n m e - dió al de los Césares, y su c o n s t a n t e y no i n t e r r u m -
diata oposicion con su c r e e n c i a , con sus leves, usos
pida sucesión es u n t r i u n f o visible de la m i s m a Reli- paganas, las ideas groseras se t r a n s f o r m a n en s u b l i -
gión. . . , , m e s , se r e c o n o c e la verdadera dignidad del h o m b r e ,
El m u n d o idólatra se hizo cristiano : es v e r d a d , s e contempla en él con admiración la imagen y seme-
dicen los incrédulos de n u e s t r o s dias ; pero este mismo j a n z a de la divinidad, a d m i r a n con entusiasmo el
suceso, al p a r e c e r tan maravilloso, señala la epoca ó r d e n maravilloso de la creación, conocen la causa
de la decadencia de los imperios, y de la infelicidad de los extravíos de la razón en el pecado del primer
d e los pueblos. La Religión Católica es incompatible h o m b r e , la necesidad de un R e d e n t o r , de un Legis-
c o n la felicidad de las naciones, dijo Maquiabelo, y lador, de un Maestro Dios, q u e ilumine sus tinieblas,
repitió Juan J a c o b o : no dijeron m e n o s Celso y el disipe s u s e r r o r e s , enseñe los c a m i n o s de la s a l u d , y
Apóstata c o r o n a d o , y la experiencia de m u c h o s siglos por los medios incomprensibles de su sabiduría infi-
los ha d e s m e n t i d o . No d e b e m o s e n s a n g r e n t a r la nita r e n u e v e la faz de la tierra a b a n d o n a d a al e r r o r ,
pluma c o n t r a u n o s visionarios q u e h a n m u e r t o en a la superstición, á la idolatría.
los b r a z o s d e la i n c r e d u l i d a d , y colocados en el pan- El culto del v e r d a d e r o Dios se establece c o n toda
teon de la infamia c o n s e r v a n e n t r e los h o m b r e s de m a j e s t a d sobre las r u i n a s de la m a s g r o s e r a idola-
bien u n a f a m a p o s t u m a digna de s u s servicios socia- tría : cesan los sacrificios i n m u n d o s , se ofrece la víc-
les y religiosos; p e r o sí d e b e m o s , siguiendo el hilo tima pura en las a r a s del Dios vivo: el incienso de los
del establecimiento d e la Religión, y conversión del corazones r e n o v a d o por la penitencia s u b e h a s t a el
m u n d o à la fe del Crucificado, insinuar las m e j o r a s , t r o n o del O m n i p o t e n t e ; la Religión c u b r e con su
el sublime estado de perfección á q u e elevó a las n a - m a n t o á los nuevos hijos, y recibe el h o m e n a j e de su
ciones esta institución v e r d a d e r a m e n t e divina en su fe y de su obediencia : se respetan sus leves, se o b -
culto, en s u s leves, en la m o r a l , e n s u s instituciones, servan con placer sus preceptos, y al t u r b u l e n t o im-
en sus gobiernos, en s u s usos y c o s t u m b r e s . Con su p u l s o d e las pasiones s u c e d e la paz, la tranquilidad
influjo todo orden de cosas recibe una n u e v a p e r f e c - del corazon. Este n u e v o ó r d e n de ideas divinas n o
ción, el h o m b r e recobra su dignidad, y las naciones podia m e n o s de influir en la felicidad de las n a c i o n e s ,
s u s legítimos derechos. en su c u l t u r a , en s u legislación, y en t o d o s los r a -
Dad á Dios lo que es de Dios, y al César lo que es m o s capaces de c o n t r i b u i r a su prosperidad.
del César, p r o n u n c i ó el S o b e r a n o Legislador Jesu- Así es q u e desde luego s e mejoran s u s institucio-
cristo, y en esta breve sentencia descubrió de u n nes, las leyes se u n i f o r m a n con los principios de la
m o d o el m a s enérgico y el m a s expresivo el enlace Religión, y d e esta reciben la m a s firme, la m a s e s -
esencial de los d e b e r e s sociales y religiosos, y s o b r e t a b l e s a n c i ó n : en su virtud d e s a p a r e c e la ferocidad
ellos trazó el plan a d m i r a b l e d e su Religión, y la fe- y barbarie, y ocupan su debido lugar la h u m a n i d a d ,
licidad de las naciones. El eco del Evangelio, d e la la c o m p a s i o u , la dulzura y la a m i s t a d : el vínculo
n u e v a Lev, de la Religión Cristiana, se hace sentir e n matrimonial recibe el sello del a m o r legítimo, y su
todos los á n g u l o s d e la t i e r r a : y á proporcion q u e p e r p e t u i d a d : cesa el b á r b a r o espectáculo de la e x p o -
los pueblos conocen las ventajas q u e les proporciona sición d e los hijos, la natural rivalidad en Ja poliga-
u n a Religión p u r a , y sin mezcla de las supersticiones m i a , y la c o m u n i d a d brutal d é l a s m u j e r e s : los pa-
d r e s entran en el goce de los derechos de la n a t u r a -
leza, la educación moral en los planes de los legisla- la superstición, y la idolatría se puso en alarma con-
dores, y el debido respeto al d e r e c h o de propiedad : tra una Religión q u e la obligaba á cederle el trono, y
la pobreza evangélica ocupa el t r o n o q u e habia usur- a u n á desaparecer de la faz d e la t i e r r a : no hay g é -
pado la avaricia, y la virginidad el d e la m a s v e r g o n - nero de a t a q u e q u e n o se e m p l e e para impedir su pro-
zosa y a u t o r i z a d a p r o s t i t u c i ó n : á influjo de la Religión pagación : todas las baterías del e r r o r r u e g a n á un
las leyes suavizan las cadenas d e la esclavitud, y es- m i s m o t i e m p o : la o p i n i o n , r e i n a del m u n d o , las
tas víctimas d e s g r a c i a d a s e x p e r i m e n t a n su protec- ideas, las pasiones, los intereses, la autoridad, la vida,
ción : la pobreza pierde su d e f o r m i d a d , y la indigen- la m u e r t e , sus dioses son o t r o s tantos ejércitos e n
cia ve con placer asilos de misericordia: con la Reli- o r d e n de batalla contra u n a institución toda divina,
g i ó n la conciencia recobra s u s derechos, y se h a c e t o d a paz, t o d a a m o r , toda beneficencia, toda felici-
r e s p e t a r : c o n ella se a f i r m a n los T r o n o s , las leyes se d a d , y q u e por u n o s medios i n c o m p r e n s i b l e s á la sa-
observan p o r a m o r , y los mismos d e b e r e s sociales s e biduría del m u n d o t r a s t o r n a b a el imperio del error, y
enlazan con los religiosos p o r la m a s intima u n i ó n : la m o n a r q u í a universal de la superstición. El h o m b r e
desconoce su propia u t i l i d a d : a r r a s t r a d o por las pa-
p o d r í a m o s decirlo todo en pocas p a l a b r a s : al desor-
siones m a s groseras, tan a n á l o g a s , t a n propias de[
d e n sucede el o r d e n , á la superstición la v e r d a d e r a
h o m b r e animal, c o m o indignas d é l a r a z ó n , y envile-
Religión, á la inmoralidad autorizada l a s v i r t u d e s del
cido p o r las p r e o c u p a c i o n e s de la educación y del
Evangelio, y al e g o í s m o sistemático las relaciones
ejemplo g e n e r a l , á un mismo tiempo declara y h a c e
sociales con s u s s e m e j a n t e s , con la sociedad, y p o r
la m a s cruel g u e r r a á la Religión y á su felicidad : el
m e d i o de la Religión con el v e r d a d e r o Dios.
h o m b r e se h a c e e n e m i g o de sí m i s m o , y todos los
Solo el h o m b r e poseído del frenesí d e la increduli- tiros de su maledicencia contra la Religión del Cruci-
dad, podrá p o n e r en d u d a la g r a n influencia de estas ficado son o t r a s t a n t a s h e r i d a s hechas á sus verdade-
virtudes religiosas en la v e r d a d e r a felicidad d e las r o s intereses y á los de la sociedad.
n a c i o n e s : una p a r a d o j a d e esta naturaleza no es, n i
p u e d e ser obra d e la r a z ó n : los mismos impíos al gra- Sin e m b a r g o , el carácter obstinado de la preocu-
barla en el papel conocían q u e su corazon les e n g a - pación, la violencia de la c o s t u m b r e , la fuerza de la
ñ a b a . La conversión del m u n d o á la Religión, la m e - pasión y la c e g ü e d a d del e n t e n d i m i e n t o h a b i t u a d a s á
j o r a de s u s instituciones, leyes, usos y c o s t u m b r e s , deferir con placer al dictámen de los sentidos, j u r a n
n o h a c e r j a m á s las paces con una n u e v a Religión,
c o m o su tendencia rápida á la felicidad, es u n hecho
e n e m i g a por principios d e s u s dioses, de sus leyes,
i n c o n t r a s t a b l e : en su f a v o r c o n c u e r d a n las historias
usos y c o s t u m b r e s : los E m p e r a d o r e s , los Magistra-
p r o f a n a s y religiosas, los m o n u m e n t o s d e la a n t i g ü e -
dos, los P o d e r o s o s , los Sacerdotes, los g r a n d e s y
d a d , la tradición oral de p a d r e s á h i j o s : los mismos
p e q u e ñ o s , todos se declaran s o l d a d o s , ó m a s bien
judíos, y sobre todo sus m a y o r e s enemigos, obligados
v e r d u g o s de los Cristianos. Los E m p e r a d o r e s sellan
p o r la fuerza de la v e r d a d , han sido s u s apologistas,
s u s edictos, se p r o m u l g a n en todas las provincias y
a u n q u e involuntarios. ciudades del imperio, se establecen tribunales, se for-
Esta prodigiosa m u t a c i ó n q u e ( á despecho de los m a n circos y anfiteatros, se h a c e pesquisa de fieras,
impíos de n u e s t r o siglo) ú n i c a m e n t e p u d o ser obra de se i n v e n t a n y premian nuevos géneros ó i n s t r u m e n t o s
la diestra del Excelso, conmovió los f u n d a m e n t o s d e
1.
10 DISCURSO PRELIMINAR,
para martirizar y quitar la vida á los Cristianos; y blanco de sus operaciones, es la que constantemente
estas víctimas inocentes, ¿ d e s p e d a z a d a s por las fieras, se ha presentado en la palestra ya con ataques fin-
ó fritas en aceite, ó tostadas en parrillas, eran un es- gidos, ya disfrazados, ya por el frente, ya por los
pectáculo de placer para aquellos b á r b a r o s que úni- costados, ya minando sus f u n d a m e n t o s , ya debili-
camente se entristecían cuando las fieras se postraban tando las fuerzas con el proselitismo, ya en fin con
v lamían con su lengua los piés de los Mártires, cuan- todas las arterías de la maledicencia.
do el acero n o podia cortar sus cervices ó el f u e g o no Los herejes de los primeros siglos adoptaron en
les quemaba. Solo una Religión t o d a divina pudo p a r t e este p l a n ; pero erraban sus cálculos, atacando
triunfar de diez y siete á veinte persecuciones g e n e - !a Religión con unos sistemas abstractos q u e intere-
rales, tan crueles, tan feroces, tan sanguinarias las saban m u y poco las pasiones del h o m b r e : aun aque-
últimas como las p r i m e r a s : por espacio de casi t r e s - llos m a s decantados enemigos del Crucificado Celio y
cientos años los Cristianos sufrieron estas pruebas de Juliano, y que son r e p u t a d o s por precursores dé los
su fe en todo el ámbito del imperio, sin que en los de n u e s t r o s siglos 110 habían descubierto los princi-
siglos siguientes hayan cesado en la Persia, en el pios luminosos de estos : ignoraban en lodo rigor la
láctica antí-cristiana : les era desconocido el a r t e do
África, en la España y en otras naciones iguales o
m i n a r por sus f u n d a m e n t o s la Religión : esta inven-
mavores persecuciones. Este es uno d e los caracteres
ción, que considerada en todas sus partes es esencial-
mas expresivos de la divinidad de la Religión, colo-
mente diabólica, en nada se parece á las anteriores
cada como su Divino F u n d a d o r in signum cui contra-
p e r s e c u c i o n e s : un descubrimiento de tanta.trascen-
dicetur, como una señal de c o n t r a d i c i o n : en su cuna
dencia estaba reservado á los herejes y a los impíos
se regó, se alimentó y fortificó con la persecución de
d e los últimos siglos : los del XVIII perfeccionaron la
s a n g r e ; en su juventud con la persecución de los h e - obra, y la revolución francesa, su hija primogénita ,
rejes, v en su edad varonil con la m a s formidable de puso en movimiento todas sus a r t e r í a s ; pero ella
todas las persecuciones, con la seducción de los in- m i s m a , á despecho d e s ú s a u t o r e s , h a d a d o un nuevo
crédulos é impíos. La b á r b a r a c r u e l d a d de los E m - y brillante testimonio de la verdad de la Religión
peradores lejos de debilitarla, impidiendo su propa- cristiana, y de la soberana influencia q u e ejerce en
sación, la daba el más brillante r e a l c e : la sangre d e la felicidad de las naciones.
íos Mártires era u n a fecunda semilla que producía
un fruto centuplicado, como se explicaba Tertuliano. Es verdad que un Mahoma en el Oriente privó al
Este nuevo milagro de la incalculable rapidez con q u e cristianismo de los primeros frutos de su c u n a , y con
de entre los arroyos de sangre y d e los innumera- la e s p a d a , con la persuasión, con los embustes y pa-
trañas consiguió formar un imperio de i d o l a t r a s , ó
bles cadalsos se multiplicaban y reproducían los
mas bien de bestias e p i c ú r e a s ; pero el Occidente
Cristianos, íes obliga á m u d a r de r u m b o , y cambiar
a b o r t ó por d e s g r a c i a , y para oprob'o de la h u m a -
de dirección: el odio á los Cristianos se a u m e n t a , y
nidad, no sabremos decir si -uno, si tres, e n t r e innu-
los medios de ataque reciben un n u e v o impulso de
merables que se han disputado la gloria de haber
malignidad: á la violencia substituyen la persuasión,
sido padres de un aborto sin semejante en los anales
v a la fuerza el raciocinio. Esta nueva tactica, tanto
de la impiedad Lulero, Rousseau, Vollañe, lié a q u í
mas peligrosa, cuanto que ingeniosamente oculta el
tres fenómenos intelectuales, sin q u e p o d a m o s clasi- g r a c i a s de la n a t u r a l e z a , y hasta la m i s m a Reli-
ficar su especie ni d e s i g n a r el p r e d i c a m e n t o á q u e gión.
pertenecen : si la incredulidad los r e c o n o c e y a c l a m a A estos m o n s t r u o s , que h a n r e u n i d o todas las heces
por sus h é r o e s , n o s o t r o s c r e e m o s de n u e s t r o deber de la i m p i e d a d , d e b e n sin d i s p u t a a g r e g a r s e los co-
colocarlos en otra esfera : no es posible p e r s u a d i r n o s rifeos de o t r a secta m a q u i n a d o r a por principios, q u e
q u e el h o m b r e p o r si solo pueda p r o d u c i r u n o s mons- ha trazado el plan d e t r a s t o r n a r la Religión ocultando
t r u o s de esta naturaleza : tal f u é sin d u d a el exceso su m a n o traidora, y a u n a n h e l a n d o á c u b r i r s e con su
incalculable de su inmoralidad , de la impiedad de m i s m o m a n t o : los jansenistas , es u n hecho incon-
s u s i d e a s , de su rabia ferina contra la Religión , testable, con una m a n o h a n atizado el f u e g o de las
c o n t r a los tronos, contra la sociedad, contra el mismo revoluciones, y con la otra p r e p a r a b a n la r u i n a de la
h o m b r e . Lutero e n c e n d i ó la tea de la independencia Religión p o r medio de u n a s arterías, de u n o s a m a ñ o s
religiosa, Rousseau la applicó á la política, y Voítaire tan sagaces y tan pérfidos, c o m o desconocidos hasta
las reunió en su pluma desoladora. Lulero d e u n solo n u e s t r o s dias , p e r o q u e s e g u í a n el mismo r u m b o y
golpe d e su p l u m a trastornó el o r d e n de Dios y de la los mismos pasos q u e la revolución d e los imperios.
n a t u r a l e z a ; quitó la a u t o r i d a d de d o n d e Dios la habia Para s e p a r a r el s u p r e m o h o n o r y la s u p r e m a a u t o -
p u e s t o , la colocó en el espíritu, en el juicio privado , ridad del jefe d e la Iglesia, en quien la depositó su
y asi de cada uno de los h o m b r e s f o r m ó u n jefe d e divino F u n d a d o r , f o r m a b a n la apología del obispado
ía Religión y un m o n a r c a : ele este m o d o preparó la elevándolo sobre sí m i s m o , ó, p a r a h a b l a r con m a s
r u i n a de la Religión y de los t r o n o s . p r o p i e d a d , desquiciándolo p a r a destruirlo tan luego
c o m o h u b i e s e n ejecutado otro igual e n s a y o con el
No p u e d e d u d a r s e : de este mismo principio parten
clero inferior : a d u l a n d o á este, le s u b l e v a b a n contra
todas las líneas del pacto social de Rousseau, y á su el obispado : e x t e n d i e n d o los límites d e este, depri-
s o m b r a h a n avanzado Volíaire y todos los impíos al mían La s o b e r a n a potestad de su c a b e z a ; y c u a n d o ,
término fatal q u e h e m o s tocado con n u e s t r o s propios p a r a n o p e r d e r el concepto d e c a t ó l i c o s , se veian
ojos en la Francia, y q u e ya habia contagiado o t r a s n o obligados á confesarla con las p a l a b r a s , la negaban
pocas naciones. La pluma de Voítaire, m o j a d a en la de hecho con u n g r a n n ú m e r o de s u p o s i c i o n e s ,
hiél del odio á la Religión católica, h a sido m a s f u - restricciones y apelaciones. Conmovido así el c e n t r o
nesta al Occidente q u e la espada de Mahoma en el de la u n i d a d católica, t o d o el edificio debia r e s e n -
Oriente : con ella ha podido este t r a n s f o r m a r el país tirse, y por este medio m i n a b a n la Iglesia y la Reli-
de la Religión en una m e d i a l u n a h a b i t a d a de b á r b a - gión. De t o d o trastorno, de t o d a revolución, de todo
r o s sensuales, sin educación, sin ciencias ni a r t e s , y incidente político ó religioso p r o c u r a b a n n u e v a s ven-
a b a n d o n a d o s á las p a t r a ñ a s de u n visionario feroz, tajas á la secta : en todas h a n e n t r a d o su m a n o des-
q u e a u n d e s p u e s de m u e r t o se h a c e adorar en la t r u c t o r a ; no h a n omitido medio, p o r r a s t r e r o , p o r
Meca : m a s la pluma de aquel i m p í o , a b o r t o del i n m o r a l , por impío q u e fuese p a r a alucinar, para se-
jacobinismo f r a n c é s , h a sabido f o r m a r un nuevo ducir, p a r a descatolizar el m u n d o : parecerían increí-
imperio de incrédulos s i s t e m á t i c o s , tanto m a s p e - b l e s los c o n a t o s tan r e d o b l a d o s c o m o impudentes de
ligrosos, c u a n t o q u e p a r a p r o p a g a r l a irreligión lla- esta s e c t a , y los d a ñ o s casi irreparables q u e ha e a u -
man en su auxilio todas las ciencias, ¡as artes, las
DISCURSO PRELIMINAR. 15
s a d o a la Religión, si la historia y la experiencia no. independencia : es f r u t o del pecado del primer h o m -
estuviesen de a c u e r d o en su apoyo: b r e , . e s t a la herencia de todos s u s h i j o s , y por una
Sin embargo, si nos es permitido e x p r e s a r nuestro consecuencia n a t u r a l el flanco de tudo h o m b r e : asi
dictamen en esta materia, la impiedad v el espíritu es q u e todo y u g o de a u t o r i d a d y dependencia se le
d é l a revolución deben r e n d i r parias a l ' F i l ó s o f o d e hace i n s o j oí tí blla R e l i g u \ sola la Religión es la
Ginebra : este ser incaracterizable r e u n i ó en un mal q u e le hace s u a v e , y ella sola es poderosa p a r a conte-
f o r m a d o corazon toda la malignidad del h o m b r e , ó n e r l e en los límites de la subordinación debida á Dios
para expresarlo de un m o d o m a s a n á l o g o , toda la y á los h o m b r e s : sin este f r e n o el h o m b r e s i e m p r e
perversidad del demonio de la rebelión, q u e le sugirió aspira á la independencia absoluta : A ' O ? Í serviam.
el proyecto de sepultar al h o m b r e en las r u i n a s de Dios mismo con toda su omnipotencia no les es un
las sociedades y de la Religión. Este genio del mal j u s t o título de subordinación y d e p e n d e n c i a . Et quis
hallo la p i e d r a filosofal de la i n d e p e n d e n c i a abso- est Omnipotens ut serviamus ei? Tal es el abismo á
luta del h o m b r e , descubrió el p u n t o céntrico de las q u e c o n d u c e n los principios del Pacto S o c i a l : a d m i -
pasiones sin f r e n o , ó si le halló trazado por Lutero, tidos u n a vez, no es posible evitar sus consecuencias :
poseyó el a r t e de d e s e n r o l l a r el misterio de la ini- le es i n c o m p a t i b l e toda modificación : su tendencia
q u i d a d , s u b l e v a n d o las pasiones de u n o s contra o t r o s , esencial es á sacudir el y u g o de la a u t o r i d a d y de la
de los hijos contra los padres, de los s u b d i t o s contra Religión : a u n c u a n d o su mismo a u t o r no h u b i e s e
los S o b e r a n o s , y en su d e c a n t a d a fabuia del Pacto hecho esta i n g e n u a confesión, y a u n c u a n d o hubiese
Social e s t a m p ó el g é r m e n de la irreligión, las semi- s u p r i m i d o el capítulo q u e habla de la Religión, u n o
llas del d e s t r o n a m i e n t o de los R e y e s , f o r m ó y d e s - mismo habría sido el resultado : con una m a n o mina
cribió el círculo de las revoluciones, de las g u e r r a s los f u n d a m e n t o s del T r o n o , y con la otra los del
civiles, y del t r a s t o r n o universal así político como Altar : la independencia absoluta de toda a u t o r i d a d ,
moral del m u n d o . No hay q u e ir m a s lejos para ver este es el Dogma social que se quiere p e r s u a d i r al
el origen de t a n t a s desgracias c o m o h a n sufrido el m u n d o , y c u y o ensayo h e m o s visto en la Francia : la
Trono y el Altar en el último medio siglo ; y no te- irreligión preparó el camino á los revolucionarios : el
m e m o s avanzar n u e s t r o calculo a s e g u r a n d o q u e igua- e s t a n d a r t e de la impiedad t r e m o l a b a en las Socieda-
les ó mayores revoluciones e x p e r i m e n t a r a n todos los des patrióticas, en la A s a m b l e a , en la Convención, y
países del m u n d o , d o quiera den e n t r a d a al Pacto en el Directorio : ios mismos Franceses q u e han s o -
Social : las m i s m a s murallas de la China se resienten brevivido á aquel fanatico entusiasmo de irreligión se
a su vista, y la Religión en todos los á n g u l o s de la a d m i r a n , y como quien dispierta de un p r o f u n d o
tierra teme sus f u n e s t a s consecuencias. Un reflexivo s u e ñ o recuerdan con a s o m b r o que f u e r o n testigos
conocimiento del h o m b r e y de s u s propensiones basta, del t é r m i n o fatal d e e s t e sistema diabólico : la p l u m a
para convencerse de esta-verdad, y esío mismo pudo se cae de la m a n o al q u e r e r estampar un decreto ori-
servir de base a una invención tan a l h a g ü e ñ a c o m o ginal en los anales del m u n d o , la proscripción de todo
monstruosa. culto : se cumplieron los deseos de aquel m o n s t r u o
(el frenético Dupont) q u e e m b r i a g a d o con las heces
El h o m b r e es de to los los países : en la m i s m a de la impiedad solo aspiraba á poder a n u n c i a r d e s d e
masa de su n a t u r a l e z a lleva s r á b a d o el deseo de la
la tribuna : no hay Dios : d e s d e aquel d i a , - é p o c a
h o m b r e reflexivo, y ha cooperado contra su voluntad
m e m o r a b l e p a r a la Francia v p a r a todo pueblo reli-
á c o r r o b o r a r m a s y mas una verdad q u e es de todos
gioso, la Razón en t r a j e de p r o s t i t u t a es el Dios de los
los siglos, el origen divino, la firmeza, la estabilidad,
revolucionarios : en e s t e acto de impiedad el h o m b r e la indestructibilidad de la Religion católica : sus f u n -
se aniquiló à sí mismo : c o n él d e s a p a r e c i e r o n los d a m e n t o s son la verdad e t e r n a , la p a l a b r a de Dios;
templos, el c u i t o , el sacrificio, la Religión, Dios; v y antes d e s a p a r e c e r á n el cielo, y la tierra q u e la ver-
h o m b r e sin Dios es una v e r d a d e r a q u i m e r a . dad de sus palabras y p r o m e s a s . Murieron sus pri-
¡Tal es el aspecto formidable d e esta persecución m e r o s p e r s e g u i d o r e s , el abismo recibió los tiranos
sin s e m e j a n t e en los fastos de los t i r a n o s ! Sus a u t o - m a n c h a d o s con la s a n g r e de t a n t a s víctimas inocen-
r e s y propagadores se regocijaban ya con la s e g u r a t e s , y el sepulcro g u a r d a las cenizas h e d i o n d a s d e
esperanza del triunfo : ya se d a b a n el parabién de u n o s h o m b r e s f e r o c e s , q u e fallecieron con el descon-
h a b e r d e s t r o n a d o la Religión y su a u t o r ; y al p a r e c e r suelo de h a b e r puesto en ejecución todos los medios
m o r í a n contentos con la satisfacción de h a b e r e m p r e n - q u e les sugería su encarnizado odio á la R e l i g i o n , y
dido y c o n s u m a d o una obra q u e no estuvo al alcance les proporcionaba su ilimitada a u t o r i d a d , sin h a b e r
de los Emperadores ni sabios del m u n d o . Es i n d u - logrado m a s t r i u n f o q u e c o o p e r a r a! esplendor de la
d a b l e , ellos e r r a r o n el calculo : su malicia los misma con un n u m e r o s o catalogo d e héroes. Sus
cegó para no ver, q u e errando en los principios e s m u e r t e s á todas luces d e s g r a c i a d a s , y a d o r n a d a s d e
infalible el extraviarse en las consecuencias : p o r su b a r b a r a c r u e l d a d y de una infamia p o s t u m a , es
una como forzosa de su impiedad llegaron á p e r s u a - lo ú n i c o q u e n o s ha conservado la historia.
dirse q u e la Religión era o b r a de los h o m b r e s , y q u e Murieron aquellos m o n s t r u o s con q u e de siglo e n
el m i s m o Dios subsistía ú n i c a m e n t e por la opinion ; siglo castigaba Dios los d e s ó r d e n e s del m u n d o : m u -
y en esta hipótesi debemos confesar q u e el genio del rieron los jefes de un n ú m e r o sin n ú m e r o de herejías,
mal y el espíritu de la revolución poseían el talento y b a j a r o n al sepulcro sin otro m é r i t o ni o t r o premio
de Lutero, de Voltaire, d e Rousseau, Diderot, d'Alem- q u e s u s e r r o r e s y apostasía : á nuestra misma vista
bert , Condorcet y s u s asociados, y con su auxilio h a n fallecido los corifeos de la irreligión , y hasta las
podrían haber m u d a d o la opinion del m u n d o à pesar m i s m a s circunstancias de su m u e r t e son un t e s t i m o -
de su imperio exclusivo. Sus esfuerzos casi diabólicos nio decisivo en favor de la Religion q u e odiaban con
h a n añadido esta irrecusable d e m o s t r a c i ó n á las i n - tanto e n c a r n i z a m i e n t o . R o u s s e a u , c a n s a d o de una
contrastables p r u e b a s de los apologistas de la Reli- vida e m p l e a d a e n hacer la g u e r r a á Dios y á los hom-
gión católica : Dios m i s m o se ha valido de sus m a s b r e s , se quitó la vida de u n p i s t o l e t a z o : Voltaire,
encarnizados e n e m i g o s p a r a q u e den testimonio á la r e c o r d a n d o la e a d e n a interminable de sus c r í m e n e s ,
verdad : salutem ex inimicis. y q u e r i e n d o , sin q u e r e r , reconciliarse con la Religion,
a quien tan d e s c a r a d a m e n t e liabia u l t r a j a d o , y cor.
Nosotros c o n v e n i m o s con ellos en que este a t a q u e
Dios d e q u i e n t a n t a s veces y tan á s a n g r e fría habia
al Trono v al Altar es el m a s d i r e c t o , por lo m i s m o
b l a s f e m a d o ; m u r i ó en los brazos de la i m p i e d a d , e n -
q u e es el m a s a s t u t o y el m a s a l h a g ü e ñ o á las g r a n d e s
vuelto en su misma hediondez : Condorcet pereció en
p a s i o n e s ; pero al m i s m o tiempo deben confesar con
la cárcel á impulsos de la desesperación y el v e n e n o :
nosotros que el lleno de su impiedad ha hecho ver al
d e e s t e mismo m o d o podríamos f o r m a r la apoteosis
los talentos superficiales, para los semisabios, q u e ,
de los impíos q u e les h a n s u c e d i d o ; pero solo dire-
careciendo d e principios sólidos, se dejaban a r r a s t r a r
mos q u e su epitafio se c o m p o n e de los a n a t e m a s de
de sus atavíos, y c o n t e n t á n d o s e c o n a d m i r a r el fo-
la Iglesia, y de las imprecaciones de todo h o m b r e reli-
v l l a j e , j a m á s analizaban s u s p r u e b a s . Estos h a n sido
gioso. .
las tropas auxiliares v los destinados para el e n g a n -
Sin e m b a r g o , la experiencia a r r a n c a de nosotros c h e : los jóvenes han s i d o , p o r desgracia de la g e n e -
una confesion dolorosa : m u r i e r o n c a r g a d o s sin d u d a ración p r e s e n t e y f u t u r a , los m a s fáciles de s e d u c i r :
con la infamia de su i m p i e d a d ; e m p e r o viven en s u s una j u v e n t u d fogosa, en la m a y o r efervescencia de las
o b r a s tan alabadas de los iniciados en los misterios p a s i o n e s , sin conocimiento ni experiencia de sus a r -
de la i n i q u i d a d , c o m o o d i a d a s de todo h o m b r e s e n - dides irreligiosos, impelida de los deseos de gloria, y
sato v reflexivo. El s a r c a s m o , las sales p i c a n t e s , el d e m a s i a d o blanda para resistir á los a l h a g o s , y m e -
ridículo h o m i c i d a , c o m o le llamaba Voltáire, los colo- n o s p a r a h a c e r s e superiores á los dicterios y apodos
ridos de la elocuencia, el estilo alambicado, los sofis- d e sus iguales, h a n contagiado todas las clases y p r e -
m a s artificiosos, p i n t u r a s o b s c e n a s , m á x i m a s de p a r a d o al siglo XIX el c o m p l e m e n t o de sus desgracias.
libertad é i n d e p e n d e n c i a , y todo p r e s e n t a d o con los
No p u e d e d u d a r s e q u e a l g u n o s sabios se h a n aluci-
poderosos atractivos de las pasiones propias de g r a n - n a d o , se h a n d e j a d o s e d u c i r , y con sus e s c r i t o s , con
des y p e q u e ñ o s , han conseguido f o r m a r un imperio la viva voz y con su ejemplo se han declarado parti-
de ateos, p r o p a g a r s u s ideas irreligiosas y antisociales darios de la irreligión; m a s esto n o d e b e ser un m o -
en la mayor parte del m u n d o civilizado, y á su im- tivo de admiración para el h o m b r e reflexivo : la i r r e -
pulso los T r o n o s y el Altar a m e n a z a b a n d e s p l o m a r s e ligión y la impiedad tienen su origen en el corazon, y
s i m u l t á n e a m e n t e . Un n ú m e r o incalculable de folletos, t a n t a s c u a n t a s son las pasiones viciosas, son otros
de libretes de f a l t r i q u e r a , d e obras de (odas clases y tantos a r r o y o s q u e entran en este m a r proceloso: con
m a t e r i a s s e m b r a d a s de i m p i e d a d e s , de b u f o n a d a s s u s a l h a g o s triunfan de la voluntad, y con el h u m o de
sacrilegas, de blasfemias las m a s execrables, de chis- s u s inagotables deseos obscurecen la r a z ó n , la hacen
tes obscenos, de paralogismos r i d i c u l o s , pero envuel- cambiar de i d e a s , y la nada del mal viene á ocupar el
tos en la mas-retinada impiedad, h a n circulado por l u g a r del v e r d a d e r o bien del h o m b r e , la Religión.
toda la Europa y A m é r i c a , y por una gran parle del Por u n a como t r a n s f o r m a c i ó n m á g i c a , el e n t e n d i -
Asia y Africa. A pesar de las leyes prohibitivas, de la m i e n t o obra como pasión, y la pasión juzga como de-
vigilancia de los gobiernos, d e los tribunales destina- bería h a c e r l o la razón ; y p a r a expresarlo con t o d a
dos a impedir su circulación, se ha h e c h o una intro- p r o p i e d a d , la impiedad del corazon pasa á ser la Re-
ducción escandalosa de este g é n e r o de c o n t r a b a n d o : ligión del entendimiento.
la sola sospecha de la prohibición de uno de estos El r e s u l t a d o de este t r a s t o r n o de ideas es bien
folletos, era causa b a s t a n t e , y un titulo j u s t o para conocido de todos : la Religión ha vencido una b o r -
triplicar su p r e c i o : y por la razón inversa, en ¡os r a s c a sin i g u a l , ni a u n s e m e j a n t e en los anales de la
desgraciados dias de su libertad indefinida se vendían impiedad. Omitamos por ahora la historia de las
a precios c ó m o d o s , y á la vez s e repartían como un variaciones religiosas de o t r a s naciones : h o m b r e s
obsequio : su lectura era un v e r d a d e r o anzuelo para sabios las h a n consignado á la p o s t e r i d a d como un
DISCT'RSO PRELIMINAR.
preservativo, c o n t r a la irreligión p a r a l a s generaciones la Religión verdadera y la a u t o r i d a d legítima c o n s o -
venideras : n o s o t r o s d e b e m o s c o n t r a e r n o s á n u e s t r a lidada con s u s bases. « Con el influjo de esta Religión
E s p a ñ a , á esta Nación privilegiada e n t r e todas las » sublime, dice el sabio y reflexivo La Mermáis, el
del m u n d o . ¡Ojalá hiciésemos justicia á esta v e r d a d , » g é n e r o h u m a n o c a m i n a b a al t é r m i n o de su perfec-
a nuestra gloria y a n u e s t r o propio interés! La n a t u - » c i o n , c u a n d o r e p e n t i n a m e n t e a p a r e c e n de n u e v o
raleza y la gracia se h a n disputado s u s d o n e s : tenaz » en la sociedad las doctrinas del p a g a n i s m o s o b r e el
y obstinada en r o m p e r los lazos d e las supersticiones •» Poder. El e n s a n g r e n t a d o espectro de la Soberanía
paganas, n o ha sido m e n o s inflexible e n conservar el »individual ó absoluta, invocado por la Reforma,
depósito de la v e r d a d e r a Religión : en los tiempos d e « sale del sepulcro d o n d e le habia d e s t e r r a d o el Cris-
Recaredo se p u s o el sello á nuestra c r e e n c i a , y los » t i a n i s m o . Al m o m e n t o el espíritu de independencia
Españoles parece h e m o s h e r e d a d o con la naturaleza » subleva las pasiones c o n t r a la a u t o r i d a d : g u e r r a s
la religión Católica. Doce siglos se h a n sucedido u n o s » a t r o c e s desoían toda la E u r o p a , y la discordia con
á o t r o s , y la Religión Católica, Apostólica, Romana ha » su implacable e n c o n o p e n e t r a hasta el seno d e las
sidoy es la Religión de todos los Españoles, con exclusión » familias. Lutero y sus discípulos justifican la r e b e -
de toda otra; este eco ha r e s o n a d o s i e m p r e entre n o s - » l i o n , la autorizan, la p r o m u e v e n con s u s escritos y
otros : la d o m i n a c i ó n Agarena asoló s u s h e r m o s a s y » s e r m o n e s sediciosos. Un no sé q u é violento f e r -
fértiles c a m p i ñ a s , d e s t r u y ó s u s m a s bellas y ricas '» m e n t a en lo interior de los corazones, y el fanatismo
p o b l a c i o n e s ; el t e r r o r , la f e r o c i d a d , la esclavitud, la » de la libertad religiosa p r o d u c e el fanatismo de la
e s p a d a , el f u e g o y la m u e r t e pasearon c o m o en t r i u n f o » política. La Alemania, la Francia, los Países Rajos,
p o r s u s m a s a b u n d a n t e s p r o v i n c i a s ; p u e d e decirse » Inglaterra y-Esebeia, sirviendo de presa á los f u r o -
c o n v e r d a d q u e todo desapareció d e este h e r m o s o « r e s de u n a m u l t i t u d e m b r i a g a d a en d o c t r i n a s a n t i -
suelo : solo la Religión y el valor h a n sido las r i q u e - » sociales, se c u b r e n de r u i n a s y n a d a n en su s a n g r e .
zas q u e no pudieron r o b a r n o s : esta es nuestra h e r e n - » Vacilan los t r o n o s , y l l e g a n á h u n d i r s e algunos. »
cia y el feliz o r i g e n d e la emulación e x t r a n j e r a : la El espíritu de i n d e p e n d e n c i a política y religiosa se
España siempre ha sido la m i s m a , j a m á s se ha d e s - a p o d e r a de las naciones e u r o p e a s : u n a s se vieron al
mentido. Por m a s d e setecientos años luchó dia y b o r d e del precipicio, o t r a s n a u f r a g a r o n , y todas sin
n o c h e c o n t r a los enemigos de su Religión y de sus saber como se c o n t a g i a r o n : la España es una n a v e
l e y e s : el corazon religioso d e los Españoles solo p u d o perfectamente carenada, que camina boyante por
hallar descanso c o n la expulsión de los m o r o s y j u - e n t r e los terribles y peligrosos escollos de t a n t a s h e -
díos : un Dios, u n a Religión y un Rey, h é aquí todo el rejías y de tan violentas revoluciones conio la rodea-
carácter español : la p a z , ía r i q u e z a , las a r t e s , las b a n : ella m i s m a , sin o t r a s a r m a s q u e su Religión, es
ciencias coronaron s u s t r i u n f o s , y el siglo XVI ador- un testimonio i n c o n t r a s t a b l e de una v e r d a d q u e d e -
n a r á e t e r n a m e n t e s u s sienes. bería g r a b a r s e en el corazon d e todos los h o m b r e s y
No es d a b l e señalar o t r a causa d e p r e f e r e n c i a ; con e n los u m b r a l e s de sus casas. La Religión salva las
solo f o r m a r uri paralelo, ó m a s bien un simple cotejo naciones. Así es q u e el siglo XVI, tan f e c u n d o de h é -
con o t r a s naciones, v e r e m o s q u e la razón en perfecta roes de la Religión, c o m o de sabios de p r i m e r o r d e n
armonía con los hechos, no reconoce o t r o origen q u e «TI oda clase de literatura, a r t e s y bellas letras para
- - DISCURSO PRELIMINAR. B:SCÜRSO PRELIMINAR. 23

la E s p a ñ a , tan. ominoso f u é p a r a o t r a s naciones c o s t u m b r e s , n u e s t r a s leyes religiosas, y m i n a d a s con


m e n o s religiosas. El f u é la c u n a de los p r i m e r o s un f u r o r innominable los f u n d a m e n t o s indestructi-
ensayos contra la Iglesia y su a u t o r i d a d infali- bles de nuestra siempre a m a d a Religión Católica,
ble : el taller d o n d e se prepararon las a r m a s con- Apostólica, Romana : hablamos á la faz de todos los
tra la Religión, y el semillero de toda indepen- Españoles, de aquellos mismos testigos de estas ver-
dencia de a u t o r i d a d asi civil c o m o religiosa : el dades a m a r g a s ; su testimonio es irrecusable, y en
siglo XVII vió con dolor, a u n q u e c o n la mayor apatía, u n a hipótesi no esperada, los escritos y las prensas se
los rápidos p r o g r e s o s de la r e b e l i ó n ; el XVIII la m i r ó hallan aun m a n c h a d a s con esta tinta irreligiosa.
c o n placer sentada en el trono d e la felicidad de las En sus escritos, es indudable, proclamaban la li-
naciones, y el XIX nos ha hecho sentir toda la a m a r - b e r t a d , se gloriaban de Padres de la p a t r i a , de rege-
g u r a , las heces m i s m a s de sus e n v e n e n a d o s princi- n e r a d o r e s benéficos, de p r o t e c t o r e s de la religión y
pios. Casi por tres siglos la irreligión se ha m o f a d o d e enemigos del despotismo civil y religioso; m a s á
la pureza de nuestra fe, de nuestra constancia reli- linea seguida tiranizaban la libertad y la conciencia,
giosa : los corifeos de la impiedad nos i n s u l t a b a n á su m i n a b a n las leyes q u e h a b í a n p o r t a n t a s veces sal-
s a l \ o en los folletos; y p a r a d a r n o s á beber con d u l - v a d o la patria, sacaban de quicio las instituciones
zura el espíritu revolucionario, nos i m p u t a b a n dos benéficas de u n g o b i e r n o dulce y religioso, c o m p r o -
siglos de atraso en la cultura y civilización, y lo q u e bado por la serie no interrumpida de t a n t o s siglos,
en realidad era una p r u e b a evidente de nuestra reli- autorizaban un doble despotismo, y quitando de una
giosa y firme adhesión á la creencia d e n u e s t r o s p a - plumada el a n t e m u r a l de la Religión con el especioso
d r e s , s e n o s i m p r o p e r a b a c o m o una falta de ilustra- título d e protección, la dejaban a disposición de s u s
ción, y se nos hacia pasar en o t r a s naciones ya enemigos. Prevalidos de estas a r t e r í a s lograron s e d u -
contagiadas la plaza de hijos legítimos de los siglos cir á una j u v e n t u d incauta, p r o p a g a r el veneno d e la
b a r b a r o s , adheridos á las ideas de u n a educación fa- irreligión, descatolizar á no pocos, introducir la im-
nática, supersticiosa y e n e m i g a de las luces. ¡ P l u - piedad en todas las clases del Estado, y a r r e b a t a r á la
guiese al cielo hubiésemos los Españoles p e r m a n e c i d o Religión los f r u t o s preciosos d e tantos siglos. No hay-
en aquel dichoso fanatismo, en aquella feliz supersti- motivos para e x a g e r a r : todos lo hemos visto, y la
ción, y en aquellas l u m i n o s a s tinieblas! 110 nos vería- posteridad sensata se llenará de r u b o r al fijar su vista
m o s a h o r a obligados a llorar los e x t r a v í o s de t a n t o s en el cuadro h o r r o r o s o q u e presentan u n n ú m e r o
de n u e s t r o s compatriotas, ni c o m p r o m e t i d o s á r e p a - considerable de Españoles i m b u i d o s en los tenebrosos
r a r las r u i n a s de una Religión q u e m o r a b a e n t r e nos- misterios d e la i m p i e d a d ; y a u n c u a n d o nuestro c a -
otros como en su v e r d a d e r o y legítimo suelo : 110 tolicismo ó n u e s t r a delicadeza nacional tratase de
habríamos tenido el imponderable sentimiento d e ver s e p u l t a r e n el olvido los extravíos religiososde nues-
atacada la Religión de n u e s t r o s p a d r e s por u n o s seres tros compatriotas, sus mismos escritos hablarán p o r
desnaturalizados é hijos e s p ú r e o s de una tierra toda ellos, y lo que es a u n m a s sensiblería irreligión trans-
católica; no h a b r í a m o s tenido el d e s c o n s u e l o de v e r , mitida por herencia d a r á un testimonio siempre
n o sin admiración, entronizada la impiedad, p e r s e - vivo de la inmoralidad de sus progenitores.
guidas con u n odio encarnizado n u e s t r a s piadosas No es fácil llegar á persuadirse h a s t a q u é p u n t o ha
s u b i d o el encono contra la Religión : la generación insulsa, pero a todas luces la m a s sacrilega critica. El
presente p o r su mismo h o n o r trataría d e d e s m e n t i r - h o m b r e mismo ha s u f r i d o , h a e x p e r i m e n t a d o todo el
nos si no tuviese a la vista t a n t o s d o c u m e n t o s incon- lleno d e d e g r a d a c i ó n : el h o m b r e , imágen viva de s u
testables del a t e í s m o r e d u c i d o á s i s t e m a , d e Ja impie- Hacedor, se ha visto asociado al n ú m e r o de las b e s -
dad a principios, d e la irreligión á regias, y la misma tias : su alma se ha h e c h o mortal, s u s esperanzas y
obscenidad convertida en arte. La decencia, el p u n - su fin c o m o el de a q u e l l a s ; su voluntad la única ley :
d o n o r , la conciencia misma no permiten f o r m a r el la b o n d a d y h o n e s t i d a d de s u s acciones la opinion d e
diccionario de las i m p i e d a d e s , blasfemias, herejías, los h o m b r e s , y la diversidad de c l i m a s : su felicidad
b u r l a s sacrilegas, s a r c a s m o s escandalosos, c a l u m - el placer y el deleite : su estado n a t u r a l s i l v e s t r e : su
n i a s a l t a m e n t e i m p í a s , suposiciones irreligiosas, y conservación, propagación y d e b e r e s en el mismo
t a n t a s o t r a s a b o m i n a c i o n e s c u a n t a s p u d o sugerirles o r d e n . Para c o m p l e m e n t o , p a r a llenar las m e d i d a s
el Émulo d e la d i v i n i d a d . La creación de cielos y de la impiedad, s e hacia indispensable desquiciar la
tierra, el origen primordial d e los h o m b r e s , su c i v i - piedra a n g u l a r del edificio : pusieron su loca en el
lización y Religión, su p r i m e r c r i m e n , la pena t r a n s - Cielo y dijeron •• No hay Dios. Tal es el catecismo abre-
cendental á t o d o s s u s descendientes^ el diluvio viado de la incredulidad, y tales los artículos del Sím-
universal, las p r o m e s a s de Dios á los Patriarcas, sus bolo de los a t e o s .
visiones á los Profetas, la libertad del pueblo judio, Sin e m b a r g o , ¿quién lo creyera ? m u c h o s Españoles,
el paso milagroso del m a r R e r m e j o , la historia, los d e g e n e r a n d o de s u s p r o g e n i t o r e s y del suelo católico
preceptos, la m o r a l , las profecías, los libros canóni- en q u e h a b í a n nacido, h a n suscrito á las m a y o -
cos del a n t i g u o T e s t a m e n t o , todo se ha negado á la r e s extravagancias de 1a i m p i e d a d , y a u n se h a n
vez, todo se ha ridiculizado. d e c l a r a d o s u s decididos apologistas". En p r u e b a
El Evangelio, t a n t a s veces p u e s t o en el crisol de la de e s t a tan dolorosa verdad bastaría leer los fo-
lletos publicados en los a ñ o s de n u e s t r a s desven-
razón h u m a n a , y o t r a s t a n t a s victorioso d e toda clase
t u r a s , y f o r m a r u n índice de los m o n s t r u o s o s
d e enemigos, h a s u f r i d o una contradicción al parecer
a b o r t o s de la impiedad francesa en los años d e s u s
inconcebible p o r el h o m b r e : los a s o m b r o s o s m i s t e -
extravíos, traducidos, glosados, adicionados, aplau-
rios de u n Dios h o m b r e , su n a c i m i e n t o d e una Madre
didos y p r o p a g a d o s p o r n u e s t r o s mismos c o m p a t r i o -
Virgen, s u s leyes, sus preceptos, sus m á x i m a s , s u s
tas. E n t r e estos h a n circulado p o r t o d a s partes el
e j e m p l o s , s u s milagros, su m u e r t e a f r e n t o s a de Cruz,
Citador, el nuevo Citador, las Ruinas de Palmira, la
y su Resurrección, lodo ha servido de j u g u e t e , d e Moral Universal, m u c h o s de los folletos vaciados e n el
mofa y escarnio a la i m p i e d a d , á la filosofía de n u e s - m o l d e del Raron de Holbach y socios en la i m p i e d a d ,
t r o s días. La Ley evangélica, su propagación p r o d i - las obras de Voítaire, de MaquiaveLo, Rousseau, D i -
giosa, la conversión del m u n d o , q u e p u e d e con razón d e r o t y d ' A l e m b e r t : entre los Españoles el Dicciona-
llamarse el Milagro permanente d é l a Religión católica, rio critico burlesco de G a l l a r d o , la Triple Alianza
la r u i n a de las supersticiones p a g a n a s , el estableci- a d o p t a d a p o r Megía, los folletos de Bernabeu, los Diá-
miento de la Iglesia, los Mártires, los milagros, Sacra- logos Argelinos d e B l a n c o , los tres Enmascarados
m e n t o s , gerarquia, disciplina, todo ha caido bajo la contra el celibato eclesiástico, la Inquisición sin más-
g u a d a ñ a ílestructofa.del ridiculo impío, y de !a m a s
f u e r t e nos h a salvado de los mismos escollos en q u e
cara, las obras de Llórente, de Toreno, de Yillanueva,
han n a u f r a g a d o o t r a s Naciones católicas : c u a n d o
de . . . un comercio escandaloso de e s t a s impiedades
h e m o s militado b a j o sus b a n d e r a s , el triunfo y
ha circulado p o r todas n u e s t r a s provincias, ciudades,
victoria nos han seguido p o r t o d o s los ángulos de la
villas v aldeas : en todas las clases, en todos los esta-
t i e r r a ; y p o r m a s q u e los é m u l o s de las glorias d e
dos y s e x o s han hecho sus conquistas, y adquirido
España "traten de obscurecerlas, j a m a s p o d r á n aven-
u n g r a n n ú m e r o de prosélitos; y si es v e r d a d q u e
t u r a r su opinion, ni m e n o s n e g a r , q u e los Españoles
u n a s mismas causas en igualdad de circunstancias
han e x t e n d i d o el imperio de la'Religíon hasta el mismo
s i e m p r e producen los mismos efectos, no s e n a aven-
p u n t o d o n d e h a n llevado sus conquistas, y es casi el
t u r a r n u e s t r o juicio, después de una experiencia tan
círculo de la t i e r r a ; y lo q u e e n n u e s t r o concepto es
deplorable, copiar el i n f o r m e del Conde de P a s s e r a n ,
a u n mas digno de consideración, q u e esta firmeza re-
testigo n a d a sospechoso á los impíos, s o b r e el influjo
ligiosa de los Españoles ha sido u n a c o n t r a b a r r e r a á
de los principios irreligiosos en ciertas clases del Es-
la incredulidad d e u n a s naciones, á la irreligión de
tado : sin e m b a r g o no t r a t a m o s d e a t r a e r n o s ni a u n
o t r a s , y acaso la salvación de todas : el catolicismo
p o r medios indirectos la odiosidad, y sí de presentar
de los Españoles (así había M. Clausel de C o n s e r g u e s
a la vista de todos los Españoles los males incalcu-
despues del n a u f r a g i o religioso de la Francia) h a s a l -
lables de los libros é ideas irreligiosas s e m b r a d a s en
v a d o del naufragio á la F r a n c i a , la A l e m a n i a , la
nuestra España. . , ,
Prusia, la Rusia y h a s t a la misma Inglaterra : los
Esta h a sido la m a s fatal desgracia, la m a y o r de
m i s m o s Franceses, rivales eternos de n u e s t r a s glo-
t o d a s las p é r d i d a s p a r a la católica, p a r a la religiosa
rias, obligados y c o m o violentados de los hechos in-
E s p a ñ a . A pesar de esta gloria tan poco conocida de
n e g a b l e s d e que" h a n sido testigos o c u l a r e s , nos h a n
otras naciones, la España ha s u f r i d o y ve con el m a y o r
hecho justicia e n esta ocasión; é ' i m i t a n d o n u e s t r a
dolor el extravío d e u n g r a n n ú m e r o de s u s hijos :
conducta religiosa, h a n d a d o una lección práctica á
una llaga de tan difícil curación d e b e llenar de a m a r -
gura á todo español. Sin Religión no hay vínculos, no todas las Naciones, volviendo á religar el hilo de la
h a v u n i ó n , no h a y ni puede h a b e r relaciones del Religión en el mismo p u n t o en q u e u n a revolución, a
h o m b r e consigo m i s m o , con s u s s e m e j a n t e s , con la todo aspecto impía, lo habia cortado : s u s m a y o r e s
sociedad, ni con el mismo Dios. Es p u e s de u n a a b s o - i n g e n i o s se h a n puesto al f r e n t e d e la Religión, se
luta necesidad r e t r o g r a d a r en las ideas, y volver al h a n d e c l a r a d o sus m a s decididos apologistas, y c o n
mismo p u n t o en que nos desviamos del respeto, de la su p l u m a h a n detenido, ó para expresarlo c o m o es en
veneración, del a m o r , d é l a práctica de las m a x . m a s sí, han obligado á r e t r o c e d e r el i m p e t u o s o t o r r e n t e
religiosas heredadas de n u e s t r o s p a d r e s , si q u e r e m o s de la irreligión : la F r a n c i a m i s m a , c o m o a s o m b r a d a
r e c u p e r a r el h o n o r , la gloria, la paz, la a b u n d a n c i a , el de su letargo religioso, h a l e v a n t a d o su cabeza o r -
v e r d a d e r o carácter español. gullosa, y m i r a n d o con h o r r o r los f r u t o s d e la impie-
a d , h a vuelto presurosa á la fe de s u s p a d r e s , y des-
La religión t i e n e u n derecho de preferencia en los
cansa tranquila en los brazos de la R e l i g i ó n : los n o m -
Españoles : genio, índole, c a r á c t e r , propensiones,
bres de C h a t e a u b r i a n d , Ronald, Maistre, La Mennais,
leves, u s o s y c o s t u m b r e s todo respira un aire reli-
¿ r a y s s i n o u s y otros r e s o n a r á n en los siglos v e n i d e r o s
gioso : A SIL s o m b r a h e m o s sido f e l i c e s : con su brazo
c o n el entusiasmo q u e j u s t a m e n t e se lían merecido
Esta dolorosa apostásía d e m u c h o s d e n u e s t r o s
s u s o b r a s en defensa de la Religión y de los t r o n o s ; y c o m p a t r i o t a s es, y d e b e ser, la q u e llame toda la
n o d u d a m o s a s e g u r a r q u e han d e m o s t r a d o hasta la atención d e u n Gobierno Católico, y de todos a q u e -
evidencia dos v e r d a d e s del m a y o r mérito, la necesi- llos q u e p o r s u s luces y talentos p u e d a n c o o p e r a r á
dad de la Religión católica para la felicidad de la felicidad de s u s c o n c i u d a d a n o s ; y si, c o m o es in-
las naciones, y q u e la práctica de sus máximas es el dudable, los libros irreligiosos h a n pervertido su jui-
verdadero barómetro q u e señala el g r a d o de felicidad cio, han cambiado s u s ideas, y h a n sido él origen
de los E s t a d o s ; y a u n p o d r í a m o s añadir otra digna de s u s extravíos, presentémosles u n v e r d a d e r o antí-
del h o m b r e reflexivo^ q u e si bien a p a r e c e algún astro d o t o , las obras m a s luminosas y m a s sólidas de
irregular en esta m a t e r i a , es un v e r d a d e r o fósforo q u e Religión, aquellas q u e r e ú n a n en sí el doble atrac-
debe d e s a p a r e c e r c o n la m i s m a velocidad q u e se h a tivo de instruir y d e l e i t a r ; aquellas q u e siendo aco-
formado. m o d a d a s á la capacidad de t o d a clase de lectores
La España, m a s feliz en esta p a r t e q u e o t r a s n a - hagan a p a r e c e r en toda su belleza la verdad de una
ciones, n o ha llegado al término fatal d e s u s d e s g r a - Religión t o d a divina. En su defensa d e b e m o s se-
cias. Nuestros Augustos S o b e r a n o s y u n a inmensa g u i r los pasos, la táctica artificiosa d e s u s e n e m i g o s :
m a y o r í a de la Nación siempre han c a m i n a d o b a j o la estos, sin oTxas a r m a s q u e u n estilo florido, u n a s f r a -
égida de la Religión católica, han detestado esos fo- ses s o n o r a s , u n o s períodos recortados, han l o g r a d o
lletos t e n e b r o s o s : la sola sospecha de p e r d e r su reli- seducir á los talentos superficiales, y toda esa n u b e de
semisabios, h o m b r e s en v e r d a d susceptibles de ideas
gión ha puesto en m o v i m i e n t o todos sus resortes, y
tan inconsecuentes c o m o impropias á u n talento s ó -
n o h a d u d a d o sacrificar en su defensa s u s intereses,
lido : p o r lo m i s m o es d e n u e s t r o d e b e r p r e s e n t a r l e s
s u r e p o s o , su tranquilidad, t o d o lo m a s a m a b l e : nos
las verdades d e la Religión en todo su esplendor
l a m e n t a m o s sí de los m u c h o s prosélitos q u e ha reu-
y c o n toda dignidad. El e r r o r y la m e n t i r a s i e m p r e
nido la impiedad en los i n t e r r e g n o s d e n u e s t r o A u -
h a n m e n d i g a d o los a d o r n o s y atavíos, y p o r un
g u s t o y Católico Monarca. L a f a t a l i d a d d é l o s sucesos^
m e d i o tan r a s t r e r o han logrado no pocas veces ócu
las arterías de los Masones, la s i e m p r e o s a d a impu- par el solio d e la verdad : ésta, sin necesidad de a j e -
d e n c i a d e l a impiedad l o s v i n o á c o l o c a r en el gobierno-, n o s c o l o r i d o s , con un aire sencillo a u n q u e m a j e s -
ó m a s bien prevalidos d e estos m a n e j o s irreligiosos, t u o s o , con el brillo q u e comunica-al a l m a , y con la
se erigieron en Legisladores de u n a nación q u e luz con q u e h i e r e los ojos del e n t e n d i m i e n t o , se ha
cifra su m e j o r divisa en su c a t o l i c i s m o ; v a l mismo hecho a m a b l e en todos tiempos, en t o d a s épocas a
tiempo q u e extendían s u s conquistas c o n t r a el h o m b r e reflexivo.
t r o n o d e n u e s t r o s Soberanos, las preparaban y ur-
dían c o n t r a la Religión ¿ e x p e n s a s de u n sinnú- Sin e m b a r g o , c o m o h a y v e r d a d e s a m a r g a s para
m e r o de folletos a n t i - r e l i g i o s o s é impíos. Con ellos el corazon, la delicadeza de n u e s t r o siglo exige c o m o
fascinaban á los incautos, y á J o s q u e por s u s ex- d e justicia que se le presente la v e r d a d con todos
travíos é i n m o r a l i d a d se h a l l a b a n dispuestos á sacu- los atractivos, con todas las bellezas de una elocuen-
d i r e l y u g o p a t e r n a l de n u e s t r o s Monarcas, y los debe- cia p e n e t r a n t e y persuasiva, pero sin d e g r a d a r l a .
res de la Religión. En tiempos mas felices la verdad desnuda de todo fo-
DISCURSO PRELIMINAR-
30 DISCURSO PRELIMINAR,
llaje postizo schacia a m a b l e por sí misma : en n u e s t r o s f u n d a m e n t o s en o t r a s , y socabados ~ e n t o s
desgraciados días a p e n a s llama la atención, a u n en todas : lo repetiremos r . ^ S nos
c u a n d o se nos p r e s e n t e revestida de una elocuencia p r o f u n d a s raices d e la rel.g.os.dad e pa. o , nos
c
patética de u n e s t i l o p n o , y de aquellas e x p r e s i o n e s h a n salvado del naufragio, a J
favoritas al genio y gusto de n u e s t r o siglo : t a n t a es p e r i m e n t a d o los violentos y r e p e t ¿ ^ J
sin duda nuestra degradación. la i m p i e d a d , y á pesar de muchos Lsp no e d e * e n e
La fuerza de esta v e r d a d es la q u e ha enriquecido r a d o s que han suscrito a sus planes* a d e a s , 4 s u s
a t a q u e s , y de no pocos q u e han ^ a n g r e n a d o u s
á las Naciones de obras m a e s t r a s en esta elase; y c o m o
plumas contra la misma Religión, en cuyo seno ha
por una consecuencia natural la m i s m a tierra q u e
aborta los e r r o r e s p r o d u c e los apologistas de la ver- b ¡
S t f d l " n f e s i o n de nuestra apatía nacional
d a d , la F r a n c i a , la Italia, la Holanda y o t r a s naciones
n o s resenta un doble motivo d o i n t e r ^ p a r a l a e n ,
nos suministran p r u e b a s nada equivocas de esta v e r -
presa q u e h e m o s t o m a d o á nuestro cargo. . p r o p o r
d a d ; y esta m i s m a nos d e m u e s t r a la causa de la es-
cionar u n feliz d e s e n g a ñ o a los Españolee> s e d * .dos
casez "de esta clase de obras en n u e s t r a España. Po-
v un preservativo eficaz á los incautos, tal es el plan
cosaños b a q u e l o s n o m b r e s d e Rousseau, Voltaire,etc.
q u e nos h e m o s p r o p u e s t o en b e n e f i c í e l e n ue t o
los oíamos en el mismo sentido q u e las noticias de la
compatriotas : las obras m a s selectas de los siglos
China ó del Oran M o g o l : las ideas confusas q u e se
XVI11 v XIX f o r m a r á n esta preciosa coleccion . ellas
n o s d a b a n de sus e r r o r e s y extravagancias religiosas,
h a n sido parto feliz de los mayores talentos de la
e r a n miradas por los Españoles á s a n g r e fría - s i n duda
E u r o p a , hijas de m a y o r e s y m a s tristes circunstan-
d e s c a n s á b a m o s de b u e n a fe en la b o n d a d de n u e s t r a
cias, y vaciadas en e l molde del genio, del g u s t o d e
causa, y en los f u n d a m e n t o s indestructibles d e n u e s -
la presente, v a u n d e las generaciones v e n i d e r a s . No
tra adorable Religión : nos parecían s u e ñ o s los p r o -
p u e d e d u d a r s e q u e cada siglo lo tiene diverso, y los
yectos avanzados de aquellos incrédulos, y p o r lo
apologistas de los primeros siglos, los d e la edad me-
mismo q u e ataeaban de f r e n t e y por los costados la
dia v la p r e s e n t e han tratado de hallar el secreto de
R e l i g i ó n ; la indiferencia y el desprecio característico
r e f u t a r los e r r o r e s e n el idioma m a s universal y m a s
de los Españoles ocupó el lugar debido á la i m p u g n a -
bien recibido, y con las expresiones m a s analogas al
ción de t a m a ñ o s e r r o r e s para p r e s e r v a r á n u e s t r o s
convencimiento y á la persuasión.
compatriotas. No faltó, es verdad, quien previendo
Si tratásemos de acumular erudición, acaso n i n -
las f u n e s t a s consecuencias que hemos e x p e r i m e n t a d o
g u n a o t r a verdad podría proporcionarnos la gloria
se presentó en la palestra, y dió la señal de a l a r m a á
de ocupar m u c h a s paginas, y con notoria utilidad
los Españoles (el P. Ceballos); pero nuestra confianza,
de cierta clase de lectores : con solo abrir la historia
siempre perjudicial por excesiva, y la sagacidad de
de la Iglesia, dar una rápida ojeada s o b r e el mapa de
los va iniciados en las t r a m a s antisociales é irreli-
los errores y extravíos del h o m b r e , y colocar á su
giosas, impidieron el feliz resultado. La experiencia
f r e n t e los c a m p e o n e s de la fe. sus mas sobresalientes
debe hacernos cautos : al inílujo de estos pestilentes
apologistas, manifestaríamos de un solo golpe de
folletos h e m o s visto trastornados los Tronos, p r ó -
vista el triunfo de la Religión en Justino é I r e n é o ,
f u g a la Religión en u n a s naciones, desplomados s u s
Me|ito Sardiano, Atenágoras, Clemente Alejandrino, d a n instruirse en los f u n d a m e n t o s de la v e r d a d e r a y
Tertuliano, Orígenes, J e r ó n i m o , Agustino y todos los p o r lo tanto única Religión, c o m p a r a r la sublimidad
d é l a e d a d m e d i a , en c u y o n ú m e r o no p o d e m o s m e - d e s u s v e r d a d e s con los extravíos y e r r o r e s del h o m -
nos de colocar al g r a n T o m á s de Aquí no en su obra b r e incrédulo, y pesar en la balanza d e un juicio libre
clásica contra los e r r o r e s de los gentiles y árabes de su d e preocupaciones los i n c o n t r a s t a b l e s m o t i v o s d e su
tiempo : e r r o r e s q u e h a n r e p r o d u c i d o los impíos de credibilidad. En este m a p a del Cristianismo t r a z a d o
n u e s t r o siglo bajo de d i v e r s a s f o r m a s y figuras; pero p o r los p r i m e r o s talentos del siglo, se manifiestan las
q u e analizados por los m a y o r e s ingenios de los dos úl- v e r d a d e s m a s interesantes, se ven r e b a t i d o s los e r -
t i m o s siglos, h a n patentizado y m a n i f e s t a d o á todo r o r e s , d e s e n m a r a ñ a d o s los sofismas d é l o s incrédulos,
h o m b r e reflexivo los poquísimos p r o g r e s o s d e los in- c o n v e r t i d a s las calumnias contra los m i s m o s a g r e -
crédulos, y a u n estos ú n i c a m e n t e a p a r e c e n c o m o ta- sores, cubiertos de oprobio los impíos, y la .Religión
lentos d e perspectiva, de adornos sobrepuestos, pero triunfante.
de n i n g u n a solidez. El h o m b r e religioso al fijar s u vista en estas b r i -
Mas p a r a oprobio e t e r n o d e la incredulidad y de llantes apologías de su Religión, c o m o q u e se engríe
s u s p r o p a g a d o r e s b a s t a n los n o m b r e s de IJuetio, Val- al verse superior á esos tan d e c a n t a d o s genios d e la
sechi, Gotti, Bergier, Nonote, Pey, Feíler en el siglo i n c r e d u l i d a d , y compadecido d e t a m a ñ o s e x t r a v í o s
XVIII, y los.de La Mennais, F r a v s s i n o u s , Chateau- d e s u s semejantes, en su m i s m a d e g r a d a c i ó n a p r e n d e
b r i a n d , M a i s t r e v Bonald en el XIX: en n u e s t r a m i s m a á a d o r a r sus incomprensibles m i s t e r i o s , y á respetar
España se leen con aplauso el Preservativo contra la u n a s v e r d a d e s q u e f o r m a n su mayor gloria y todo el
irreligión, y las Apologías del t r o n o y del altar de c ú m u l o de sus esperanzas. T a l e s el f r u t o de la lectura
Velez, la Pastoral de los Obispos refugiados en Ma- de estas obras luminosas, en las q u e la Religión, en
llorca, las Cartas del Rancio, las dos i m p u g n a c i o n e s vez d e c u b r i r con u n velo s u s m i s t e r i o s , c o m o n o s
del Citador, la Coleccion Eclesiástica, el Dominio Sa- i m p r o p e r a n sus enemigos, aparece en todo su esplen-
grado de I n g u a n z o , y o t r a s varias o b r i t a s q u e impug- d o r , les presenta u n a s verdades q u e , si bien son a m a r -
n a n los e r r o r e s de L l ó r e n t e , Villanueva y o t r o s ; y gas á un corazon c o r r o m p i d o , t a r d e ó t e m p r a n o las
si bien no podemos m e n o s de confesar q u e ios extran- verán cumplidas los mismos q u e a h o r a se mofan de
j e r o s nos aventajan en la delicadeza d e la expresión, ellas.
y en la cultura del estilo, con igual satisfacción deci- No d u d a m o s a s e g u r a r q u e los v e r d a d e r o s católicos,
m o s q u e la solidez d e los conceptos y la rectitud del los seducidos por los malos libros, los incrédulos p o r
juicio están por los Españoles. s i s t e m a , y aun los mismos indiferentes en m a t e r i a de
Por lo mismo," el m a y o r obsequio q u e p o d e m o s Religión, ú l t i m o ' g r a d ó a q u e p u e d e llegar u n a razón
h a c e r á n u e s t r o s compatriotas es proporcionarles una e x t r a v i a d a , hallarán en esta Biblioteca luz a b u n d a n -
Biblioteca selecta de Religión, en la q u e r e u n i d a s las tísima p a r a conocer el precipicio á q u e se h a n d e j a d o
o b r a s de m é r i t o conocido por la solidez d e s u s p r i n - a r r a s t r a r , desengaños á s u s p r e o c u p a c i o n e s , p u n t o
cipios, p o r la fuerza de s u s raciocinios, por la fluidez s e g u r o d o n d e fijar su inconstancia, c e n t r o d o n d e des-
y elegancia del estilo, y p o r el nervio d e la elocuencia, cansar despues de t a n t a s y tan i r r e g u l a r e s r e v o l u c i o -
hija de la verdad y m a d r e del c o n v e n c i m i e n t o , pue- nes de ideas, norte a d o n d e dirigir sus m a s intere-
sanies especulaciones, y medios los mas poderosos
para hacerlas útiles á la sociedad y á sí mismos.
Los editores, siempre constantes en sus ideas, pro-
claman á la faz de toda la España la sinceridad de
sus deseos: no ambicionan empleos, no calculan s o -
bre intereses, ni sus especulaciones tienden á otro
objeto;que á cooperar al bien de sus compatriotas:
conocen el deplorable estado de la literatura española,
y no menos el gusto d o m i n a n t e de nuestro siglo: hay
hombres sabios, n o puede n e g a r s e : nosotros cono-
cemos á unos, y oíros se han dado á conocer al pú-
ENSAYO
blico por sus escritos llenos de ideas sólidas; pero que SOBRE
reducidos á este pequeño círculo, parece miran con
desden los adornos y cultura del estilo, y sea efecto
de la educación ó genialidad española, el resultado es
q u e chocan de f r e n t e con el gusto del siglo, y s u s LA INDIFERENCIA
obras se hallan cubiertas de polvo en las librerías,
EN MATERIA
c u a n d o por la solidez y exactitud d e s ú s ideas son dig-
nas de mejor s u e r t e : la experiencia debería desen-
g a ñ a r n o s : los triunfos q u e han conseguido los ene-
migos de la Religión han sido f r u t o del estilo llorido
DE R E L I G I O N ,
y seductor con que h a n vestidosus folletos. ¡ Cuantas
ventajas podría conseguir la Religión si al p r o f u n d o P O R EL ABATE D E LA MENNAIS.
estudio de sus verdades reuniésemos el buen g u s t o !
¡ Cuántos d e los hombres sabios q u e h a n tomado la
pluma en nuestros dias habrían excusado el humillan- Impiut cum inprofvnduiñ venerit.... contemnit
P R O V . XVIII, 3 .
te desprecio que por su falta d e gusto, por su d e s -
aliño , se ven obligados á s u f r i r al ver que no hay
quien pase la vista por sus o p ú s c u l o s ! No podemos
m e n o s de aplicar a este asunto las palabras de Jesu-
c r i s t o : Filii hujus sceculi prudentiores jiliis lucia
suní.
ADVERTENCIA.

Deseando los editores merecer la confianza de los su-


bios en la elección de lav obras que tratamos de publicar
hemos fijado la consideración en el primer tomo del
Ensayo de la Indiferencia en materia de la Religión,
obra de F. de la Mermáis, uno de los primeros sabios de
la Europa, y oráculo de la Religión Católica, Apostólica,
Romana en el presente siglo. No es posible leer este pri-
mer tomo sin ser poseído de la admiración al contemplar
la energía, la vehemencia con que presenta el inminente
peligro en que se hallan las Naciones á consecuencia de
los errores de e<tos últimos tiempos, la delicadeza y so-
lidez con que descubre el funesto origen de estos extravíos
religiosos, la claridad con que señala los pasos por don de
la Europa ha llegado al borde del precipicio, la precisión
con que ha sabido concentrar las arterías y amaños de
que se han valido los enemigos de la Religión para desa-
creditarla, la viveza inimitable con que.finia el- termino
fatal, el caos á que caminan con la mayor rapidez los
gobiernos protectores de estas doctrinas antisociales é ir-
religiosas, el abismo, á que les conduce la Indiferencia en
orden á la Religión, vicio característico de nuestro
siglo, aunque poco conocido, pero que es una verdadera

i S. M. ( que Dios guarde ) por su Real decreto de 10 de mayo de


esle año de 1826, encarga al Eminentísimo Señor Cardenal Arzo-
bispo de Toledo don Pedro Inguanzo y Rivero, nombre tres Ecle-
siásticos q u e , en u n i ó n j J e los dos editores, formen u n a Junta de
Censura, j de elección de materias y obras. Los nombrados; por su
Eminencia son el Doctor don Serapio Serrano, Arcediano de T r a -
sancos, y Ayo del Serenísimo Señor Infantedon Sebastian, el Reve-
rendísimo Padre l"r. Clemente Barbagero, ex-General del orden de
San Bernardo, y el Reverendísimo Padre Fr. Miguel de Godos, e x -
General del orden de San Benito.
I. 3
tisis de las daciones que las consume, y sin otra espe-
ranza de remedio que la Religión misma á quien atroz- >> Gobernaron la F r a n c i a ateístas, y en el espacio
mente persiguen, y en fin, aquel estilo sostenido, aquella de algunos meses a m o n t o n a r o n en ella mas r u i n a s
elocuencia encantadora con que alhaga, arrastra el co- nue un ejército de t á r t a r o s habria podido dejar en
razón y convence al entendimiento, todos son unos justos toda E u r o p a á los diez a ñ o s de invasión. Jamas d e s d e
títulos para que los sabios y los menos instruidos reci- el principio del m u n d o f u é d a d o al h o m b r e tal p o d e r
ban con gusto la primera muestra de nuestros trabajos ; n a r a d e s t r u i r . . . Se r e d u j o á sistema la m u e r t e h a s t a
y para que no se crea que en estos primeros rasgos tiene en las p e q u e ñ a s p o b l a c i o n e s ; y acabando c o n d e -
parle la exageración, presentarnos á nuestros lectores el cretos lo q u e se habia comenzado con p u ñ a l e s , fueron
elogio y analisis que M. (ienoude, célebre por sus traduc- e x t e r m i n a d a s clases e n t e r a s de ciudadanos. E n t r e
ciones de los libros de Job, Isaías y los Salmos, hizo de tanto el odio al o r d e n , considerándose d e m a s i a d o
esta obra, y nos prometemos será del agrado de cuantos estrecho en este vasto t e a t r o d e destrucción, rompio
lo lean : dice así: sus b a r r e r a s v f u é á a m e n a z a r á todos los s o b e r a n o s
« Aparecieron en el último siglo unos h o m b r e s do- ¡le Europa sobre s u s mismos tronos. Tuvo el ateísmo
tados en g r a d o e m i n e n t e del talento de seducir, a n - sus apóstoles, y la a n a r q u í a s u s seides K La F r a n c i a
siosos de gloria á cualquier precio, y q u e escogieron cubierta de r u i n a s presentaba la imagen d e u n in-
la destrucción c o m o m e d i o p a r a llegar á ella; sedien- m e n s o cementerio c u a n d o . . . . ¡ cosa e s p a n t o s a ! h e
t o s de d o m i n a c i ó n , d e v o r a d o s por u n espíritu in- aquí q u e en medio de estas r u i n a s las cabezas m i s m a s
quieto de d e s o r d e n ; tales, en fin, cuales nunca dejan de del d e s o r d e n , sobrecogidas de un t e r r o r repentino ,
aparecer cuando el cielo quiere descargar sobre los pue- r e t r o c e d e n a s o m b r a d a s , como si el espectro d e la
blos algún castigo grande. » Las naciones no viven n a d a se les hubiese aparecido. Su orgullo cae por
sino por las creencias. Las i m p u g n a r o n t o d a s , é h i - tierra de i m p r o v i s o , conociendo q u e una f u e r z a i r -
cieron la g u e r r a en todas p a r t e s al depósito de la resistible les a r r a s t r a á ellos mismos al sepulcro.
verdad confiado á la sociedad. Metafísica, p o l í t i c a , Vencidos p o r el t e r r o r proclaman p r e c i p i t a d a m e n t e
poesía, n o v e l a s , la literatura toda f o r m ó una conspi- la existencia del Ser S u p r e m o y la inmortalidad del
ración i m p í a . F u é ridiculizado el Cristianismo, y el alma y puestos de pié sobre el cadáver palpitante de
m u n d o m o r a l e s t u v o cercano á s u c u m b i r / P e r o a q u e l la sociedad, llaman á g r a n d e s gritos al Dios q u e solo
x
q u e h a dicho á las olas del m a r hasta aquí llegaréis, y puede reanimarla. »
no pasaréis mas adelante, ha señalado al e r r o r y á las P e r o el odio á la Religión católica se conservo to-
pasiones h u m a n a s u n t é r m i n o q u e no p u e d e n t r a s p a - davía en los corazones. Se seguia proscribiendo a
los ministros de su c u l t o ; solo se habia r e n u n c i a d o
s a r . Del mismo exceso del mal sale el r e m e d i o ; y en
al ateísmo v la a n a r q u í a . Entonces aparecieron la
este caso se ve o b r a r aquella g r a n ley de conserva-
Teoría del poder político y religioso, la legislación pri-
ción, q u e sin violentar la libertad del h o m b r e le de-
mitiva y el divorcio. Quedaron descarnados los f u n d a -
tiene en el b o r d e del a b i s m o q u e él m i s m o se habia
m e n t o s d é l a s o c i e d a d ; y M. de B o n a l d l e y o e n ellos
abierto. La Francia, extraviada p o r los sofistas, f u é
a b a n d o n a d a á sí misma, y la v e r d a d no reinó m a s e n
1 Seide, asesino y parricida en la tragedia de Volta re, i n t i t u -
ella.
lada : El Fanatismo.
ADVERTENCIA. _ 41
<50 ADVERTENCIA.
ciones con la imaginación, el sentimiento, y todas las
esta v e r d a d , escrita con caracteres d e s a n g r e : una
facultades del h o m b r e ; y e n un estilo lleno de e n c a n -
filosofía irreligiosa destruye la sociedad; sola la Religión
tos y q u e hizo brillar tanto su i m a g i n a c i ó n , probó
puede fijar a los hombres en un estado conforme á la na-
que todo tiene conexion en el h o m b r e c o n el senti-
turaleza de los seres. La filosofía m o d e r n a confundía
miento religioso, y que el cristianismo p r e s e n t a e s t e
en el h o m b r e el espíritu con ios ó r g a n o s , en la so- testimonio en toda su pureza.
ciedad el Soberano con los s u b d i t o s , en el universo
No por esto se dieron p o r vencidos los enemigos del
la n a t u r a l e z a con el mismo Dios, y destruía así todo
cristianismo; respondieron á M. de Bonald q u e s u s
el o r d e n general y particular, quitando todo poder
escritos n o eran mas q u e una p u r a m e t a f í s i c a ; ¿ Cha-
real al h o m b r e sobre sí mismo, á los jefes de los esta-
teaubriand q u e había c o m p u e s t o u n a m i t o l o g í a ; y
dos sobre el pueblo, al mismo Dios sobre el universo. a b a n d o n a n d o los sistemas de Helvecio y los sarcas-
M . d e Bonald resucitando entre nosotros la metafísica m o s d e Voltaire se refugiaron á la indiferencia. Aquí
d e Platón, Descartes, Malebranche y Leibnitz, con la es d o n d e M. de La Mennais vino á atacarlos. P r e t e n -
política d e los Bossuet, Domat, Aguesseau y Fenelon, dieron i n ú t i l m e n t e sostenerse en este atrinchera-
puso d e nuevo la Religión á la cabeza de la sociedad miento'; su terrible contrario les privó de esta última
y d e todos los pensamientos del h o m b r e . Nadie p r o b ó defensa. Vamos ¿ exponer los a r g u m e n t o s de su lógica
m e j o r q u e él la unión íntima de la Religión con la so- rigorosa.
c i e d a d ; y p o r lo q u e hace á la metafísica, sus ideas -« Mr. de La Mennais reconoce dos géneros d e indi-
acerca de la palabra comunican grandes luces á esta ferencia : la una q u e no es m a s q u e apatía, pereza y
ciencia, y la u n e n con lazos indisolubles á la revela- s e d u c c i ó n , de la q u e se ven ejemplos en todos los
ción. De este modo la razón elocuente d e M. de Bo- siglos, y contra la cual clamaron los p r e d i c a d o r e s en
n a l d vindicó al catolicismo de la política de Rousseau, t o d o s tiempos.
y d e la metafísica de Helvecio. » La o t r a indiferencia q u e m a s p a r t i c u l a r m e n t e
Pero q u e d a b a otro genero de a t a q u e m a s frivolo, pertenece ¿ este siglo, y q u e p u e d e l l a m a r s e d o g m á -
y por consiguiente m a s usado. Voltaire e n el siglo tica, consiste en decir q u e todas las v e r d a d e s , ó u n
pasado, P a r n v á principios de este, y u n a t u r b a m u l t a cierto n ú m e r o de ellas s o n indiferentes en sí m i s m a s ,
de escritores en pos de ellos, prodigaron al cristia- ó q u e es indiferente n e g a r l a s ó a d m i t i r l a s ; v. g r . si
nismo insultos, sarcasmos y calumnias. E r a la Reli- existe Dios ó 110, si la única obligación q u e t e n e m o s
gión p a r a muchos una superstición añeja y triste, una es la d e satisfacer n u e s t r o s apetitos, ó si d e b e m o s ar-
producción informe de la edad m e d i a , con la cual reglarlos como t a m b i é n n u e s t r a creencia á u n a ley
podía a c o m o d a r s e la política; pero q u e no se había fija y divina : hé aquí lo q u e ciertos h o m b r e s tienen
hecho m a s q u e para el pueblo. Apareció el Genio del por u n objeto indiferente. No es esta u n a d o c t r i n a ,
Cristianismo. Entonces se desenvolvieron las bellezas no es t a m p o c o una d u d a , es, c o m o dice Mr. d e La
poéticas y morales del cristianismo : entonces se vio Mennais, una ignorancia sistemática 5 u n s u e ñ o vo-
c u a n t o debían las artes, el ingenio, las letras y las luntario del alma, u n e n t o r p e c i m i e n t o universal de
ciencias también á una Religión , cuyo objeto es la las facultades morales. No p u e d e ser d u r a d e r o este
perfección completa del h o m b r e en todo su ser. estado sin d e s t r u i r la s o c i e d a d , p o r q u e las doc-
M. de Chateaubriand se dedicó á hacer ver sus rela-
t r i n a s tienen el m a y o r influjo en su existencia, p o r - incomprensible, á saber, Dios y el h o m b r e m i s m o .
q u e son n e c e s a r i a m e n t e verdaderas ó falsas, y porque P o n e á los protestantes e n t r e los i n d i f e r e n t i s t a s ; n o m -
necesariamente p r o d u c e n el b i e n ó el mal, p o r q u e el bre q u e el mismo Lulero daba á Zuinglio, el q u e no
error vicia y la verdad perfecciona. Si n a d a hay indife- era indiferente en c u a n t o á la divinidad de Jesucristo,
r e n t e en política ni en m o r a l , con m a s razón t a m p o c o p e r o lo era sobre la presencia r e a l : y el m i s m o Lu-
puede darse n a d a indiferente en lo q u e toca á la Re- t e r o era indiferente en c u a n t o á la primacía del Papa
ligión. ¿ Q u é delirio, p u e s , e n a j e n a á estos m d i t e - y la t r a n s u b s t a n c i a c i o n , p u e s q u e declaró se podía no
rentistas sistemáticos, q u e , á fuerza de h a b e r oído r e - c r e e r estos d o g m a s sin d e j a r de ser cristiano.
petir q u e todas las religiones son i n d i f e r e n t e s , las Cualquiera, pues, q u e esté convencido q u e no e s
menosprecian todas sin conocerlas, y r e h u s a n exami- posible ser indiferente e n m a t e r i a d e Religión, p o r
n a r si alguna es v e r d a d e r a ? Mr. d e I.a Mennais re- fuerza está obligado á p r o b a r q u e es posible y c o n -
d u c e á tres sistemas generales la doctrina de los que f o r m e á razón d e t e n e r s e en uno de los tres sistemas
no quieren a d m i t i r la v e r d a d católica : a t e í s m o , q u e n i e g a n , y a sea la a u t o r i d a d de la Iglesia, y a la.
deísmo y herejía. La herejía consiste e n escoger en- a u t o r i d a d del m e d i a d o r , y a la a u t o r i d a d de Dios, ó
tre las v e r d a d e s reveladas aquellas de q u e m a s se bien q u e f u e r a de la Religión católica h a y u n c u a r t o
paga la r a z ó n , d e s e c h a n d o las o t r a s c o m o inútiles o sistema. Hasta tanto q u e esto s e h a g a , Mr. de La
dudosas, ó como e r r o r e s ciertos. Aquí comienza el Mennais tiene derecho p a r a concluir de sola esta p a r t e
desorden : « se convierte la r a z ó n q u e d e b e obedecer d e su libro q u e f u e r a de la Religión católica no h a y
» en a u t o r i d a d q u e d e b e m a n d a r ; y t r a n s f o r m a n d o m a s q u e sinrazón y falsedad, d e d o n d e se d e d u c e la
obligación de abrazarla q u e tiene t o d o h o m b r e q u e
.»la Religión en p u r a o p i n i o n , s e d e s t r u y e el f u n d a -
no quiera p e r m a n e c e r e n la indiferencia.
.. m e n t ó mismo de las verdades q u e se p r e t e n d e con-
». s e r v a r . » Si el h o m b r e se resiste á oir á la Iglesia, Mr. de La Mennais h a c e ver a d e m á s q u e e n t r a n d o
p o r q u e su razón no c o m p r e n d e , m u y p r o n t o se resis- n e c e s a r i a m e n t e u n o en o t r o los tres s i s t e m a s g e n e r a -
tirá á oir á su F u n d a d o r , p o r q u e su r a z ó n no p o d r a les de i n d i f e r e n c i a , vienen á p a r a r en la indiferencia
c o m p r e n d e r l e ; r e h u s a r á t a m b i é n luego c r e e r la traoi- d o g m á t i c a absoluta de Religión; d e q u e s e sigue, q u e
cion universal' del género h u m a n o q u e atestigua la r e f u t a n d o los principios en q u e se a p o y a esta indife-
existencia de Dios, p o r q u e su razón n o es capaz de rencia general*, se r e f u t a n al m i s m o t i e m p o todos los
c o m p r e n d e r á Dios. «Al p u n t o q u e se desconoce la sistemas p a r t i c u l a r e s de indiferencia. La indiferencia
a b s o l u t a en m a t e r i a de religión n o p u e d e apoyarse
» regla es indispensable llegar h a s t a e s t e e x t r e m o ;
m a s q u e e n la no importancia de la religión; ó s u p o -
.. falta todo medio para d e t e n e r s e ; el principio a r r a s -
niendo esta i m p o r t a n c i a , e n la imposibilidad de dis-
» t r a , v c u a n t o m a s vigor y r e c t i t u d tenga el espíritu,
cernir e n t r e las diversas religiones aquella q u e es
» m a s se h a d e e x t r a v i a r . » Los q u e dicen q u e Mr. de
verdadera. Difícil seria establecer con m a s fuerza q u e
La Mennais llamaba á los protestantes ateos o deístas,
lo h a c e el autor la infinita i m p o r t a n c i a de la Religión
no le han entendido. Lo q u e p r u e b a Mr. de La Mennais
con respecto al h o m b r e , con r e s p e c t o á la sociedad, y
es q u e el principio de independencia, q u e q u i e r e no c o n respecto al mismo Dios. Se p r o p o n e a d e m á s pu-
se admita u n articulo del símbolo sino c u a n d o la ra- blicar otro tomo, en el q u e d e s t r u i r á la s e g u n d a base
zón le ha c o m p r e n d i d o , lleva á n e g a r todo lo que es
M ADVERTENCIA.
ADVERTENCIA. 45
en q u e se apoya la indiferencia, probando que hay
pitiese seria la imposibilidad de o p o n e r algo formal.
para todos los h o m b r e s u n medio fácil y s e g u r o para
Digámoslo lioy porque es u n a v e r d a d : así como el
distinguir la Religión verdadera d e cualquiera o t r a .
último siglo abortó un e n j a m b r e h o r r o r o s o de t a l e n -
El titulo solo de esta obra es un r a y o de luz, y está
tos c o n t r a la Religión, el décimo n o n o comienza de
tan b i e n a p r o p i a d o á las circunstancias v t i e m p o ,
u n a m a n e r a e n t e r a m e n t e o p u e s t a . Se p r e s e n t a n h o m -
c o m o el n o m b r e q u e dió Bossuet á s u historia de la
b r e s d o t a d o s de u n v e r d a d e r o ingenió, y p e n e t r a d o s
R e f o r m a , c u a n d o la llamó Historia de las Variaciones.
e n un todo de la i m p o r t a n c i a d e la Religión y de su
Solo con haberla h e c h o conocer d e b e tener fin la i n -
v e r d a d . El cielo, pues, echa ojeadas de clemencia so-
diferencia. Así el libro ha sido acogido con tanta a n -
b r e nuestra patria.... ¡ Infelices de nosotros si c e r r a -
sia, q u e la c u a r t a edición está ya casi a g o l a d a . Al
m o s todavía los ojos á la luz !
p r o n t o n o se mezcló censura a l g u n a con los aplausos
El m é r i t o del estilo e n el Ensayo sobre la Indife-
q u e por todas partes se le d a b a n . Hoy se hace oír en
rencia se hace tan d i g n o de a t e n c i ó n , q u e no h a y
a l g u n a s bocas la n o t a d e intolerancia. Los q u e acusan
r a z ó n q u e alcance á d i s p e n s a r n o s d e hablar d e el.
á Mr. de La Mennais de intolerante p o n d e r a n al mis-
Nunca se h a visto d e s d e Pascal r e u n i d a t a n t a p r o f u n -
m o tiempo la tolerancia de Feneloir. Pero e n t e n d á -
didad de pensamientos con t a n viva fuerza en los
m o n o s . Si se llama tolerancia á q u e l s e n t i m i e n t o de
coloridos. Hav e n esto algo q u e se asemeja á Tacito
caridad q u e no pide c u e n t a de su YÍCÍO al vicioso, del
y á Bossuet. Aquel estilo p i n t o r e s c o , la dicción tan
e r r o r al q u e y e r r a ; q u e distingue s i e m p r e e n t r e opi- enérgica, aquellas e x p r e s i o n e s tan vivas con los ras-
niones y p e r s o n a s , la encuentro por todas partes en gos de un patético sombrío y u n a elocuencia irresis-
la obra de Mr. d e La Mennais c o m o en la de F e n e l o n : tible, finalmente aquel a r t e t a n vigoroso de abrazar
no p o r q u e e s t e sea u n espíritu particular y privativo el todo sin confundir lo m a s m e n u d o , h a c e n ver en el
d e ellos, es el espíritu del Cristianismo, y a m b o s lo u n escritor superior. De tal m o d o enlaza s u s pensa-
tienen p o r q u e los dos son cristianos. Si se llama i n - m i e n t o s con una vasta erudición, q u e f o r m a u n todo
tolerancia la declaración f r a n c a de q u e no se p u e d e indestructible. Seria m u y e m b a r a z o s o escoger con
ser i n d i f e r e n t e á la v e r d a d , y de q u e la Religión c a - preferencia a l g ú n trozo q u e p r e s e n t a r aquí, siendo
tólica c o m p r e n d e t o d a v e r d a d , hé a q u í lo q u e dice tantos los pasajes sobresalientes, las ocurrencias fe-
Fenelon en sus c a r t a s al d u q u e de O r l e a n s : <• No tiene lices y observaciones a d m i r a b l e s , t a n t o en política
» el h o m b r e q u e escoger ni d e l i b e r a r ; cualquier o t r o como" en moral é historia. Solo u n a cosa n o s parece
» culto q u e el católico n o es una Religión.» Mas a b a j o p u e d e llamar en esta o b r a la atención de u n a critica
a ñ a d e : « No hay medio e n t r e el a t e í s m o y el catoli- escrupulosa, y es u n a a c u m u l a c i ó n m u c h a s veces
» cismo si se ha de ser c o n s e c u e n t e . » E s t o , y n a d a desmedida de i m á g e n e s ; pero p u e d e ser q u e otro
m a s , es lo q u e p r e t e n d e Mr. de La Mennais. Nada m a s gusto m e j o r q u e el n u e s t r o le absuelva de este d e -
r e s p o n d e r e m o s t a m p o c o nosotros á aquellos á q u i e - fecto. Se ve bien q u e así es c o m o s e debía h a b l a r á u n
nes este raciocinio p a r e c e u n a r e c o n v e n c i ó n ; p e r o siglo indiferente. Tàcito n o escribió ía historia como
c r e e m o s q u e la luz es intolerante e n este s e n t i d o , Tito Livio, q u e escribía en tiempos mas pacíficos.
p o r q u e d o n d e quiera q u e ella está n o p u e d e h a b e r ti- Hay un tono propio y p e c u l i a r que viene á hacerse,
nieblas : lo m a s que probaria esta acusación si se r e - general en cada siglo.' Es claro, preciso y p r o f u n d o e n
s u estilo, y todas las bellezas de e s t e en el Ensayo so« y t e n d r á la s u e r t e de las obras de los g r a n d e s talentos
del orden m a s sublime, y al m i s m o tiempo originales. c u a n d o vienen á tiempo. = G é n o u d e '.
Se conoce q u e el autor era todavía m u y joven cuando Lo que es mas que suficiente para conocer el verda-
vio el espectáculo horroroso q u e h e m o s dado al m u n - dero mérito de la obra y de su autor. M. de La Men-
do : se estremeció su a l m a ; h a b u s c a d o ahora la causa, nais, como decia bien el Barón de Eckstem (Le Catholi-
y tiembla todavía al e s c r i b i r ; t e m e que las mismas que n u m . 2 ) , e.s un soldado de la Iglesia militante, que
causas produzcan de n u e v o i g u a l e s efectos. Se d a armado del raciocinio como de una espada de dos filos,
prisa, porque es preciso a p r e s u r a r s e c u a n d o todo lo se arroja entre las filas enemigas, y asaltando la Cinda-
q u e nos r o d e a es instantáneo y p a s a j e r o ; así su estilo dela en que se ha encastillado la orgulloso Razón, re-
ha t o m a d o el colorido propio d e esta posicion. Se ad- suello á morir antes,que ceder, trastorna todos sus ba-
vierte, s i n g u l a r m e n t e por lo q u e tiene de enérgico y ludíes, derriba sus atrincheramientos, é imperturbable
sombrío, q u e temia siempre no d e c i r con la presteza enorbola entre sus ruinas el estandarte de la Religión
necesaria todas las verdades q u e a n u n c i a , recelando y de la fe. Si en la vehemencia de sus expresiones pa-
sea demasiado t a r d e c u a n d o l l e g u e n á oirse. En la rece alguna vez deprimir demasiado la Razón, no es
i n t r o d u c c i ó n , q u e es un trozo s e p a r a d o , es d o n d e es- porque la desconozca; el uso que lime de ella es la me-
pecialmente s e echa de ver esta i n q u i e t u d : son treinta jor prueba de todas; sino para enfrenarla y avergon-
y dos páginas q u e ofrecen c u a n t o h a y m a s brillante zarla al presentar sus desvarios. Asi los PP. antigua-
en la elocuencia. Nadie, ni a u n el mismo B o s s u e t , mente al impugnar un error parecían propender al ex-
p r e s e n t ó con m a s fuerza las c o n s e c u e n c i a s de la Re- tremo opuesto.
f o r m a , ni el desorden de las filosofías h u m a n a s . Sin embargo, paraqueaun los mas sencillos no hallen
Mr. de La Mennais ha visto lo q u e aquel talento s u - en que tropezar, debemos advertir con él mismo (Pró-
perior solo pudo p r e v e e r . Tal vez s e e c h a r á n de me- logo de su segundo tomo) que esta palabra Indiferencia
n o s en esta obra trozos que d e n l u g a r al alma para varia según que se aplica á las personas, y á los juicios
descansar, p o r q u e el a u t o r nos a r r a s t r a tras si sin de-
i Este elogio de La Mennais lo h e m o s tomado del prólogo q u e el
j a r n o s respirar : desde la R e f o r m a nos lleva a la Indi- R P F r . José María Laso de la. Vega, doctor en teología y lector e n
ferencia : allí n o s hace s o n d e a r el abismo, y al p u n t o el' convento d e San Francisco de Cádiz, puso á su traducción del
n o s eleva para hacernos c o n t e m p l a r las alturas de la p r i m e r t o m o de aquel, y lo copió del periódico de París titulado el
Consenador, t. II, página 193. Es b i e n conocido e n c u e s t a E s p a ñ a
Religión y el cielo. Su talento se m e c e s o b r e los aires
el m é r i t o s la ilustración de este s a b i o . religioso El a n o de 1820
c o m o el águila. El capítulo m a s h e r m o s o q u e escribió hizo la traducción del 1.1 de La Mennais, sin d u d a con el objeto de
Malebranche, es aquel en q u e t r a t a d e la importancia preservar á la Nación de los desastres q u e la a m e n a z a b a n con la
de la Religión con respecto á D i o s ; ni a u n las eleva- "nueva instalación dél sistema constitucional ; pero como La M e n -
nais ataca por sus 'bases las constituciones republicanas, e P. Luso
ciones sobre los misterios p r e s e n t a n cosa que sea m a s para poner á cubierto la publicación de esta o b r a , no pudo menos
sublime. M. de La Mennais d e r r a m a torrentes de luz de añadir correctivos á los principios generales de aquel, y a u n con
sobre las cuestiones m á s incomprensibles al entendi- esta estratagema f u é conocido por los mismos liberales. Ln el ano
d e 24 dio á luz la impugnación del C i t a d o r , y en ella descubre su
miento h u m a n o . Su libro se c o n s e r v a r á como un m o -
vasia e r u d i c i ó n , y los sólidos conocimientos de un sabio tcoU. S o
n u m e n t o de su e d a d , é i n ú t i l m e n t e se pretenderá im- i Ojalá estuviera en manos d« todos!
p u g n a r l o , p o r q u e su triunfo irá. s i e m p r e en a u m e n t o *
de las doctrinas: en el primer sentido equivale y viene
á ser sinónimo de indolencia y apatía; y en el segundo
que es la d o g m á t i c a , cuando se juzga que todas las
doctrinas son indiferentes, y ninguna obligatoria. Como
el primer capítulo son Consideraciones g e n e r a l e s ,
abraza una y otra, y de la primera se deben entender
aquellas palabras que la indiferencia es como «extinción
» de todo sentimiento en la poluntad, en razón de la
No es el siglo m a s c o r r o m p i d o el q u e se apasiona
»falta de todo juicio en el entendimiento; que el juzgar
p o r el e r r o r , sino el que desatiende, menosprecia, y
" es vivir; el creer, el amar es vida » no porque el hom-
desdeña la v e r d a d . Cuando en u n e n f e r m o se ven
bre que actualmente no ama, no viva, sino á la manera
violentas convulsiones, a r r e b a t a m i e n t o s furiosos, de-
que al sueño llamamos imagen de la muerte, asi quien
lirios, a u n tiene fuerzas,, y h a y l u g a r a esperar su
no ama, ni cree, ni juzga, ni siente, parece podía de-
cirse muerto. s a l u d ; pero c u a n d o cesa en él todo movimiento, de-
saparece el pulso, el frió d e los e x t r e m o s llega hasta
Si contraponiendo en lapág. 90 la Iglesia al gobier- el corazon, ¿ q u é h a y ya q u e esperar sino una próxi-
no civil llama á la primera « Sociedad espiritual •> y m a é inevitable disolución?
que impone solo penas espirituales, no es porque no la E n v a n o nos lo q u e r r í a m o s d i s i m u l a r : la Sociedad
entienda corporal y sensible, pues emplea páginas en- en Europa se avanza r á p i d a m e n t e hacia este ter-
teras en demostrar contra Jurieu que es visible, sino para m i n o f a t a l : esos estrepitosos r u i d o s q u e r e s u e n a n en
contraponerla al gobierno qué sobre las cosas de Religión su seno, los sacudimientos q u e la a g i t a n no son el
se usurpó la Inglaterra. Im Mennais, eminentemente ca- s í n t o m a m a s terrible q u e ofrece aí o b s e r v a d o r ; pero
tólico, sabe bien que los Concilios están llenos de penas esa indiferencia letárgica en q u e la vemos caer, de ese
exteriores, y unas y otras son del resorte de la Iglesia, a d o r m e c i m i e n t o p r o f u n d o en q u e yace s u m i d a ¿ quien
aunque ordenadas á la santificación y bien del espíritu. la d i s p e r t a r á ? ¿ q u i é n soplará s o b r e esos h u e s o s ári-
Siendo demasiado largos en esta advertencia, mas ade- dos p a r a r e a n i m a r l o s otra vez? El bien y e l m a l , el
lante daremos su nota biográfica. Solo nos resta aña- árbol de la vida y el q u e p r o d u c e la m u e r t e , n u t r i d o s
dir, que la presente traducción se ha hecho por la sexta p o r un mismo suelo, crecen en medio de los pueblos,
impresión de París , y la, del P. Laso por la cuarta. q u e sin alzar siquiera la cabeza p a r a distinguirlos,
Creemos de nuestro deber hacer esta advertencia, para p a s a n , alargan la m a n o , y cogen sus f r u t o s á la v e n -
que si nuestros lectores notasen alguna diversidad en t u r a . Religión, m o r a l , h o n o r , d e b e r e s , los principios
determinados períodos ó expresiones, puedan cotejarlos m a s sagrados y los m a s nobles sentimientos, n o s o n
por sí mismos. ya m a s q u e una especie de s u e ñ o , unos brillantes y
f u g a c e s f a n t a s m a s , f u e g o s f a t u o s q u e s e - d e j a n ver
m o m e n t á n e a m e n t e á lo Tejos del pensamiento p a r a
desaparecer en b r e v e y n o volver mas. No, n u n c a ja-
m á s se vió cosa semejante, ni a u n se h u b i e r a podido
i m a g i n a r : h a n sido necesarios largos y pertinaces e s -
t u e r z o s , . u n a l u c h a i n f a t i g a b l e ^ h o m b r e c o n t r a su
tuales ó q u e no estén al alcance de sus sentidos.
conciencia y c o n t r a su razón para llegar hasta esta
indolencia b r u t a l . Fijad p o r un m o m e n t o los ojos en El cultivo d e las ciencias físicas ¡ cosa n o t a b l e ! esas
ese Rey d e la c r e a c i ó n : ¡ ó qué envilecimiento tan in- ciencias q u e á cada paso y á cada instante advierten
c o m p r e n s i b l e ! Su espíritu postrado v decaído n o se al h o m b r e de su superioridad s o b r e los brutos, no
halla bien s i n o en las tinieblas. Ignorar es su "ozo su p a r e c e ha servido sino p a r a c o r r o b o r a r en él esa vil y
paz, su f e l i c i d a d ; ha p e r d i d o hasta el deseo de cono b a j a inclinación d e abatirse hasta ponerse al nivel de
c e r lo q u e m a s le i n t e r e s a . Contemplando con igual los seres m a s despreciables, o c u p á n d o l e incesante-
ted.o y aversión el e r r o r y la v e r d a d , afecta creer que m e n t e en objetos materiales y terrenos. Desde enton-
no se p u e d e n d i s t i n g u i r á fin de confundirlos en un ces el alma s e h a d e s a g r a d a d o de sí m i s m a , se h a aver-
desprecio c o m ú n ; u l t i m o exceso de depravación in- gonzado de su origen celestial y divino, y a u n e s f o r -
telectual á q u e es d a d o llegar al h o m b r e : cura in pro- zado á b o r r a r hasta el último vestigio. Ha desviado de
fvndum venerit, contemnit.' su curso n a t u r a l ese a m o r i n m e n s o , q u e forma c o m o
el fondo de n u e s t r o ser, p a r a aplicarlo ú n i c a m e n t e á
Cuando s e llega a considerar este portentoso ex- los cuerpos : p o n e en estos todas s u s miras : los a m a
travio, s e e x p e r i m e n t a no sé qué indecible compasion c o m o su fin; h a querido identificarse con ellos, ser
de la n a t u r a l e z a h u m a n a ; p o r q u e , en verdad ¿ p u e d e perecedera c o m o ellos, y en esta loca imaginación
c o n c e b i r s e condicion m a s desgraciada y miserable diciéndose á sí misma : Tú también morirás, lia sal-
q u e la de u n ser q u e i g u a l m e n t e ignora sus obliga- t a d o d e placer, y regocijádose con esta esperanza.
ciones y su fin; ni t r a s t o r n o mas e x t r a ñ o de la razón
Ciertamente, si b u r l a n d o su destino le fuera posible
q u e el d e p o n e r su d i c h a , su gloria, su felicidad en
al alma conquistar la m u e r t e , e l medió-que habia e l e
aquella m i s m a ignorancia q u e debería ser m a s bien el
gído p a r a ello seria infalible; y en efecto d e s t r u y e n d o
objeto de un llanto inconsolable, de un continuo gemir?
por lo q u e respecta a sí y a n i q u i l a n d o la ver.iad, en
La causa p r i m e r a d e tan vergonzosa degradación c u a n t o le era d a d o se ha "aniquilado á sí m i s m a , p o r -
n o es tanto la debilidad de nuestro espíritu como su q u e én c u a l q u i e r a sentido q u e se quiera l o m a r , la
vergonzosa sujeción al c u e r p o . El h o m b r e s u b v u - a d o v e r d a d es la vida, y la única causa de la existencia
por los sentidos se h a b i t ú a á no juzgar sino por ellos del h o m b r e y de la sociedad. Así en el orden m o r a l
ó por lo q u e ellos le comunican y t r a n s m i t e n : no vé c o m o en el político todo camina á la destrucción, y
realidad sino en lo q u e á ellos les a f e e t a ; todo Jo de- m a r c h a mas ó m e n o s r á p i d a m e n t e hácia este término
m á s son para él vagas abstracciones y q u i m e r a s : no fatal á proporcion q u e la g u e r r a contra la v e r d a d e s
vive sino en el m u n d o físico, y el m u n d o intelectual m a s Ó m e n o s activa, m a s ó menos feliz. Una n u e v a ,
es como si 110 f u e r a p a r a él. Negaría su p e n s a m i e n t o t r i s t e y demasiado m e m o r a b l e experiencia no n o s
mismo si no le fuera Tan íntimo, y le tuviera tan pre- d e j a d u d a alguna sobre este p u n t o , y para el q u e n o se
s e n t e ; pero ya q u e no le es dado, si m e es lícito h a - q u i e r e c e g a r v o l u n t a r i a m e n t e , es evidente q u e la revo-
blar así, separarse de él, n e g á n d o s e á lo m e n o s a re- lución f r a n c e s a , tan e m i n e n t e m e n t e destructiva,no h a .
conocerle por lo que es, le materializa, le llama el re- debido ese c a r á c t e r mortífero sino al delirio impío de
sultado de la organización, d é l a s afinidades químicas s u s p r o m o v e d o r e s , q u e con u n a rabia y f u r o r hasta
{.ara no verse obligado á admitir substancias éspiri- e n t o n c e s inaudito atacaron todas las verdades j u n t a s .
INTRODUCCION. INTRODUCCION.
Esto no es decir que no l.aya existido siempre en el b r e , por lo que tiene d e su Criador, participa de las
corazón h u m a n o una secreta oposicion a l a verdad perfecciones de la Divinidad, cuya imágen e s ; á s a -
ber, inteligencia y amor : un deseo infinito de amar y
? l C f l ° l r a r i f T i n d í n a c i 0 n e s ' Y tailla su orgullo.' de conocer le eleva incesantemente hácia el Cielo,
El la ama y la t e m e ; la desea, la busca por una i n d i d o n d e contemplando la verdad que nunca muere,
nación natura, como el principio de todo su £ gusta, y se saborea, y goza como las dulcés primicias
pero frecuentemente en el momento mismo cansado d e su propia inmortalidad. La simple apariencia del
de su yugo, se u n t a de haberla e n c o n t r a d o ; cor t r a - bien le enajena d e alegría : imaginad, si es posible,
sífL n8' qUe n 0 P ° d r a GXP,icada 'a una acción m a g n à n i m a , un movimiento generoso
sofia sola. Después de haber fatigado inútilmente
nuestro espíritu, es necesario q u e ^ a Uelig on su- q u e no sea natural à su corazon. ¿Se tratan de hacer
pliendo su impotencia é inaptitud, v e n g a a d e k U r por uri noble fin, los m a y o r e s , los m a s grandes sacri-
el nudo cuyos cabos p r o f u n d a m e n t e ocultos s H s c a ficios? Un instinto sublime mas veloz que el pensa-
miento le hace palpitar de alegría : n o duda, n o cal-
Z s L ^ T T °j°S T a n U e s t r a cons^eracion á c u l a ; bendice su suerte, se olvida d e sí mismo, y se
n u e s t r a s miradas y a nuestras conjeturas : es nece- sacrifica á ella. ¿Le hablan la humanidad y la con-
sario, en una palabra, que ilustrados é instruidos ciencia? En el momento le veréis, con el sagrado
sobre n u e s t r a verdadera condicion por una n o m b r e de Dios en los labios, volar entre los pueblos
viva que la de nuestra vacilante razón, el autor mismo salvajes, hasta el cabo del m u n d o , para ensenarlos,
de nuestro s e r n o s revele la causa y principio de las ilustrarlos, aliviarlos, consolarlos en sus males, s u a -
contrariedades que nos asombran Entonces so a
vizar sus trabajos, dulcificar sus costumbres, y e x -
mente, entonces es c u a n d o cae el velo que cubre
tender entre ellos el imperio santo de la verdad :
nuestros ojos, y vemos al h o m b r e cual es en si; á esta
uz descubrimos en él como dos seres diferentes q u e veréisle bajar á los calabozos mas profundos, salir al
luchan y c o m b a t e n s i n c e s a r , y a l t e r n a t i v a m e n t e t r i u u - e n c u e n t r o á las torturas y suplicios para dar d e ella
un brillante testimonio, y morir con alegría para pre-
, S
, l T S : u n 0 p r e n d a d o y apasionado de parar su triunfo.
todo lo que es bueno, verdadero, n o b l e ; el o t r o i n c l i - Hay pues en cada hombre, y por u n a conexion
n a d o a todo lo malo, falso, vil :'uno l a n z a n T s e con necesaria en cada pueblo, dos potencias que se hacen
amor h a c a la verdad y la v i r t u d ; el otro hundiéndose m u t u a m e n t e la guerra y luchan entre si, á saber :
rabiosamente, en el crimen y el e r r o r : la fe descu los Sentidos y la Hazon; ó para explicarnos con el len-
b n e n d o a nuestros ojos este misterio de grandeza guaje profundamente filosófico de nuestros Libros
y aba imiento, en el p r i m e r o nos muestra al h o m b í e Santos, la Carne y el Espíritu 1 ; y según que uno ú
primitivo cual salió de las manos d e Dios y en el se- otra prevalecen, la verdad ó el error, el crimen ó la
gundo a este mismo h o m b r e degradado, y c o r - virtud, dominan en la sociedad y en los individuos.
rompido por ¡a primera c u l p a , llevando obre ía
En efecto, el h o m b r e por su razón aspira á la pose-
frente ia marca indeleble de su caida, y recibiendo
con la vida una funesta herencia de inclinaciones v ° 1 Caro cnim conc'upiscit adversus spiritum : spiiitus autem ad-
ciosas y d e dolores, que transmitirá de generación en versus camera : l i s e enim sibi invicem adversantur. Ad Galat.
V, 17.
generación hasta su último descendiente. Así el hom
INTRODUCCION, INTRODUCCIO:;. 55-
sion de la verdad, alimento noble de su inteligencia
Pero ¡esfuerzos v a n o s ! en el momento mismo en que
y camina con una fuerza ¡„vencible hacia e U r S
va se cree vencedor, cuando lleno de orgullo se
conservador de las criaturas. De ahí en él esa i n d aplaude de haber abatido, y logrado destruir esta ver-
na .on que manifiesta hacia las creencias subí m dad implacable, ella como una visión majestuosa,
por las doctrinas elevadas y rígidas, y por los dogmas mas amenazadora y formidable qué antes, vuelve á
mas e s p i r i t u a l e s : de ahí esa a n s i a i n s a c i a b l e T s t afligirle y contristarle de nuevo.
,Wh5? ^ f } ^ ^ d e la inmortalidad ese Pero sí esclavo de. los sentidos el hombre es ene-
m mto rehgmso, esa fe tanto mas ilustrada cuan o migo de la verdad, y por consiguiente d e las elevadas
y sublimes doctrinas que e m a n a n del cielo y le l l a -
sublime ni'0 l ° d 0 y h á C Í a t 0 d 0 10 b u e " 0 ' h e r m o s o ' m a n á él, no lo es menos d e las leyes eternas del or-
s u b l i m e , útil, y por consiguiente real y verdadero •
de ah. ese asombroso dominio que ejerce sobr¿ den, porque el orden en substancia n o es mas que el
si mismo, sobre sus s e n t i m i e n t o s , p a s i o n e f y has a conjunto de las verdades que resultan de la n a t u r a -
leza de los seres y de sus relaciones; verdades á que
?ert S S ^ ' e s e desprecio ¿ í o s ^
ceres frivolos y fruiciones físicas v materiales - ese s e l e s da el nombre de obligaciones y d e b e r e s , por-
edio insuperable de todo lo t r a n s i t o r i o : esosTmpu ! que no son sólo objeto del entendimiento, sino que
sos h a c a un bien inmutable é infinito que apremian deben influir también en la conducta que ellas arre-
glan, imponiendo la doble obligación de abstenerse
rende Z ° r U n ^ ^ §U e n t e n d i
m i e n ? o no E m -
prende : ese amor inmenso de la virtud, v esas a n - u s - de ciertas acciones, y practicar las contrarias. Siendo
pues conexas entre sí las virtudes, y confundiéndose
b e cuando ha obrado mal, y se ha apartado de ella - en algún modo en su origen, el h o m b r e está preci-
sado á atacarlas todas, luego que el interés de las pa-
esa tierna compas.on de todas las miserias así físicas
siones le arrastra á contrariar y trastornar u n a . Así
como morales, y esa disposición constante a sacrifi-
es como por u n a conexion necesaria la corrupción de
carse por-sus prójimos, origen y raiz única de todo lo las costumbres produce la corrupción del entendi-
ü
humana ° y amable se
encuenti a en la r d a m i e n t o ; el desorden de las acciones arrastra al d e s -
orden d e las ideas ó al error, y la depravación del ser
Por los sentidos al contrario, inclinado hacia la
moral trae otra igual depravación del ser inteligente.
ua es' r r g t °', e H C e n a g a d 0 e n l o s P I a c < ^ s s e n - La inconsecuencia a t o r m e n t a al corazon h u m a n o al
suales ^ gusto alguno por los de! espíritu, se ase- tiempo mismo que ofende la razón; y de ahí viene
SllTnf n r U t ° ' í a U " 1 C ° m p l a C e 6 1 1 <* t a S e ^ n z • q u e m u c h a s veces basta m u d a r de vida para creer las
o r o n t n í l T ' 1 ! ° 8 6 ° b s c u r e c e 5 Y no siendo esío tan verdades que antes se negaban. Pero la verdad a u n
( u,s,e, a
l ; ' trabaja y ¡oh cuanto! para considerada e n sí misma, en abstracto, viene á ser in-
" ¡ O s c u r e c e r l e él también. No p a r e c e sino faliblemente un objeto de odio ínteriñ que la virtud
que la verdad es su suplicio; tan vivo v tan p r o f u n d o práctica no sea objeto de a m o r ; y como el odio por
es el aborrecimiento, que su vista le inspira v excita su naturaleza es un principio de destrucción, así como
en su corazon : persigúela incansablemente, la ataca el amor lo es de producción y conservación, el h o m -
l ' S ? C O n f U , ' 0 r e n l o s o t r o s T e n s i mismo, en bre embrutecido por los sentidos y abandonado á los.
su entendimiento, en su voluntad, en su conciencia.
p l a c e r e s del c u e r p o , se hace n a t u r a l m e n t e d e s t r u c -
SÍ m i s m a n o i n s p i r a b a ni fe ni v e n e r a c i ó n . L o s s a b i o s
t o r : s u a l m a se e n d u r e c e y s a b o r e a con las r u i n a s y
v los g r a n d e s la a b a n d o n a b a n c o n d e s p r e c i o al p o p u -
e s p e c t á c u l o s s a n g r i e n t o s ; c o n t r a e JLiábitos f e r o c e s ; y
lacho q u e acaso m e n o s c o r r o m p i d o q u e ellos q u e n a
por u n a observación s i n g u l a r m e n t e n o t a b l e se ve q u e
q u e los vicios q u e a d o r a b a b a j o n o m b r e s s u p u e s t o s ,
todos los pueblos impíos, ó , lo q u e e s lo m i s m o , incré-
p r e s e n t a s e n á lo m e n o s , e n los e m b l e m a s q u e l o s
d u l o s , ó sin fe a l g u n a , h a n sido v o l u p t u o s o s , y t o d o s
r e p r e s e n t a b a n a l g u n a cosa d i v i n a . Sin e m b a r g o ,
l o s p u e b l o s v o l u p t u o s o s c r u e l e s . C o n s i d e r a d las nacio- e n r e a l i d a d n o h a b i a m a s r e l i g i ó n q u e los delei-
n e s p a g a n a s , ¡ q u é olvido d e la h u m a n i d a d así e n la tes- v l a s sectas m a s s e v e r a s e n s u s p r i n c i p i o s , d e -
paz c o m o e n la g u e r r a , en las leyes y e n las c o s t u m - g e n e r a n d o p r o n t a m e n t e d e su a u s t e r i d a d facticia,
b r e s , e n los templos y en el t e a t r o , e n el c o r a z o n d e p o r u n t r a s t o r n o d e i d e a s q u e se c o m u n i c o al len-
los a m o s , y a u n e n el d e los m i s m o s p a d r e s ! p e r o al g u a j e m i s m o , h a b í a n llegado á identificar la v i r t u d
m i s m o t i e m p o ¡ q u é m a t e r i a l i s m o t a n b a j o e n la R e l i -
g i ó n ! ¡ q u é a v e r s i ó n á las d o c t r i n a s q u e se o r d e n a n á c o n el p l a c e r . -
P o r estas sencillas o b s e r v a c i o n e s s e p u e d e j u z g a r
e l e v a r al h o m b r e , y á e s p i r i t u a l i z a r s u p e n s a m i e n t o 1
d e la b u e n a fe d e los e s c r i t o r e s q u e han p r e t e n d i d o
La c u l t a y sabia Grecia c o n d e n a á S ó c r a t e s á m u e r t e
q u e el Cristianismo se estableció n a t u r a l m e n t e . En
p o r q u e a n u n c i a la u n i d a d de Dios; y esta m i s m a Gre-
e f e c t o n o t u v o q u e s u p e r a r m a s q u e los i n t e r e s e s ,
cia, c o r o n a d a d e ñ o r e s , d e g ü e l l a c a n t a n d o v í c t i m a s
las p a s i o n e s v l a s o p i n i o n e s . A r m a d o d e u n a cruz d e
h u m a n a s , y cubresu h e r m o s o suelo d e altares infames.
m a d e r a v i ó s e l e s ú b i t a m e n t e a d e l a n t a r s e eon p a s o firme
La s e r v i d u m b r e á los s e n t i d o s p r o d u c e s i e m p r e
v denodado en medio d é l o s deleites que embriagan,
u n a f u e r t e o p o s i c i o n á las v e r d a d e s m o r a l e s é inte- v d e las religiones r e l a j a d a s d e u n m u n d o e n v e j e c i d o
l e c t u a l e s , y a q u í y n o e n otra p a r t e s e d e b e b u s c a r la en la c o r r u p c i ó n : o p o n e r á l a s fiestas b r i l l a n t e s del
c a u s a d e l e n c a r n i z a d o o d i o q u e h a n m o s t r a d o en todos p a g a n i s m o , á las graciosas y r i s u e ñ a s i m á g e n e s d e u n a
t i e m p o s contra el Cristianismo a l g u n o s p u e b l o s y al- m i t o l o g í a e n c a n t a d o r a , á la c ó m o d a licencia d e la m o -
g u n a s p e r s o n a s : e s e o d i o e s el c o m b a t e e t e r n o , la lu- ral filosófica, á t o d a la s e d u c c i ó n d e las a r t e s y d e
c h a i m p l a c a b l e d e la c a r n e c o n t r a el e s p í r i t u , la r e - l o s p l a c e r e s , la p o m p a d e l d o l o r , g r a v e s y l ú g u -
belión d e los s e n t i d o s q u e la Religión q u i e r e s o j u z g a r , b r e s c e r e m o n i a s , las l á g r i m a s d e la p e n i t e n c i a , a m e -
c o n t r a la razón á q u i e n ella l i b e r t a , i l u s t r a , diviniza; n a z a s t e r r i b l e s , t r e m e n d o s m i s t e r i o s , el f a u s t o es-
p o r q u e s u s p r e c e p t o s y sus d o g m a s n o s o n o t r a cosa p a n t o s o d e la p o b r e z a , el saco y la c e n i z a , y t o d o s
q u e el c o n j u n t o y la m a n i f e s t a c i ó n d e t o d a s las v e r - los símbolos d e u n d e s a p r o p i o y d e u n a r e n u n -
d a d e s ú t i l e s al h o m b r e . ciación absoluta, y de u n a consternación p r o f u n d a ;
C u a n d o el C r i s t i a n i s m o se d e j ó ver s o b r e la t i e r r a , p o r q u e esto y n a d a m a s es lo q u e el m u n d o p a g a n o
el g é n e r o h u m a n o , p e r m í t a s e n o s decirlo así, no vivía d e s c u b r i ó á p r i m e r a vista e n el C r i s t i a n i s m o . E n el
ya sino p o r los s e n t i d o s . El c u l t o , r e d u c i d o á u n a m o m e n t o m i s m o las p a s i o n e s se l a n z a n f u r i o s a s con-
v a n a s o m b r a , n o e s t a b a u n i d o ni e n l a z a d o á c r e e n c i a t r a el e n e m i g o q u e se p r e s e n t a á d i s p u t a r l e s el i m -
a l g u n a : se c o n s e r v a b a p o r h á b i t o , p o r r a z ó n d e s ú s p e r i o Los p u e b l o s á b a n d a d a s c o r r e n a p o n e r s e b a j o
p o m p a s y fiestas, y s o b r e t o d o p o r q u e e r a u n a de las - s u s b a n d e r a s : la avaricia c o n d u c e á ellas a los s a c e r -
instituciones del E s t a d o . Por lo d e m á s , la Religión e n d o t e s d e los ídolos, el o r g u l l o á los sabios, la política
á los e m p e r a d o r e s . Comiénzase una g u e r r a espantosa; Por otra p a r t e , el Cristianismo, apenas nacido, no
ni sexo, ni e d a d , n a d a s e p e r d o n a ; las plazas, lasealles habia podido disipar a u n las n u b e s aglomeradas sobre
los campos, hasta los l u g a r e s m a s desiertos se llenan el espíritu h u m a n o , ni familiarizarle con las p r o f u n -
de i n s t r u m e n t o s de m u e r t e , de potros, h o g u e r a s v ca- das consideraciones de u n a metafísica exacta v de
d a l s o s ; los j u e g o s se mezclan á la m a t a n z a ; d e t o - uña teología toda espiritual. Su doctrina, demasiado
das partes s e corre á gozar de la vista de la agonía y elevada s o b r e las ideas habituales de los pueblos pa-
m u e r t e de los inocentes q u e se degüellan á millares- g a n o s , p a r a q u e ellos pudiesen ni c o m p r e n d e r l a en
y ese grito b á r b a r o de los Cristianosá las fieras hace toda su e x t e n s i ó n , ni p e n e t r a r su p r o f u n d i d a d , no p o -
saltar de gozo á u n a m u l t i t u d q u e se e m b r i a g a con día a u n ser m a t e r i a d e un exámen ilustrado, ni de
sangre-. Pero en estos e s p a n t o s o s holocaustos q u e se u n a discusión rigorosa. Era necesario q u e el Cristia-
a p r e s u r a n a ofrecer á s u s divinidades moribunda« nismo f u e s e poco á poco rectificando y e n g r a n d e -
era necesario también q u e cada u n o tuviese s u s vícti- ciendo la razón del h o m b r e para q u e esta misma ra-
zón se hallase en estado d e c o m b a t i r contra él sin
m a s escogidas; y una c r u e l d a d refinada invenía n u e -
d e s h o n r a r s e d e m a s i a d o p o r la inepcia de sus sofismas.
vos suplicios contra el p u d o r y la honestidad. Por fin
Es cierto que.Celso movió y agitó cuestiones de s u m a
os v e r d u g o s cansados de m a t a r se detienen, cáeseles
i m p o r t a n c i a ; y en efecto, en los fragmentos que nos
la hacha homicida de las m a n o s ; no sé q u é virtud ce-
q u e d a n de s u s escritos, e n t r e u n a multitud de opi-
lestial e m a n a d a d é l a Cruz comienza á c o n m o v e r l o s á
niones a b s u r d a s y de p e n s a m i e n t o s e x t r a v a g a n t e s , se
ellos mismos, y, á ejemplo de naciones e n t e r a s sub-
e n c u e n t r a el germen de las objeciones contra el
yugadas antes q u e ellos, se a r r o j a n s u m i s o s , s e f u n d a m e n t o de la fe, r e p r o d u c i d a s hoy con m a s arti-
p r o s t e r n a n á los pies del Cristianismo, q u e , levan- ficio por R o u s s e a u ; p e r o la excesiva superioridad de
tándolos en s u s brazos, en cambio de su a r r e p e n - e s t e , las e l e v a d a s ideas q u e sobre Dios y su natura-
timiento Ies p r o m e t e la vida eterna, y va Ies pro- leza, s o b r e n u e s t r o s d e b e r e s y n u e s t r o s destinos
diga la esperanza. Su e s t a n d a r t e l u m i n o s o , signo mezcla el a u t o r del Emilio á s u s e r r o r e s (ideas d e s -
sagrado de paz y de s a l u d , tremola á lo lejos sobre conocidas á los antiguos y p u r a m e n t e cristianas ),
las r u m a s del paganismo desplomado. Los Césares m u e s t r a n el inmenso espacio que el Cristianismo ha
envidiosos habían j u r a d o su r u i n a ; y h é l o a h í s e n t a d o echo c o r r e r al espíritu h u m a n o en los siglos q u e s e -
ya sobre el solio m i s m o d e los Césares. ¿ Y cómo h a p a r a n á los primeros adversarios de nuestra doctrina
vencido tanto p o d e r ? P r e s e n t a n d o su pecho á las es- del sofista de Ginebra. Dificultades y soluciones, luces
padas, su cuello al cuchillo, á las c a d e n a s sus m a n o s y s o m b r a s , todo está previsto y o r d e n a d o con antici-
desarmadas. ¿ Cómo h a t r i u n f a d o d e t a n t o f u r o r ? E n - pación c o n u n a sabiduría p r o f u n d a ; todo se d e s e n -
tregándose sin resistencia á sus perseguidores. vuelve p r o g r e s i v a m e n t e en la época precisa en q u e
Si, los p r i m e r o s a t a q u e s q u e debió sostener f u e r o n esta mani festacion era necesaria, y siempre p a r a tri unfo
los de una violencia ciega. Dios sin d u d a lo disponía de la v e r d a d , t r i u n f o tanto m a s glorioso c u a n t o m e n o s
asi porque sabia q u e el valor y la constancia de los pacífico.
m á r t i r e s eran m a s á propósito q u e n i n g ú n o t r o es-
pectáculo para a s o m b r a r y convencer á h o m b r e s do- A medida que la razón se perfecciona, y por medio
m i n a d o s por los sentidos. d e la meditación de las v e r d a d e s intelectuales q u e
I a P , í l i 8 i o " C ! l s e , i a igualmente á los niños q u é á los
mismo de. la evidencia el h o m b r e es y q u e d a l i b r e ,
h o m b r e s del m a s vasto ingenio, e x t i e n d e la esfera d e
n o p a r a e n g a ñ a r s e , sino para rebelarse y resistir, no
s u s c o n o c i m i e n t o s , ella h a c e causa común con las
de n o ver, sino d e n e g a r lo q u e ve : libertad terrible,
pasiones, se declara su aliada, y e n s a v a n d o sus fuer-
q u e puesta f r e c u e n t e m e n t e en u s o , es para todo el
zas contra las v e r d a d e s á q u e es d e u d w a de aquellas
q u e s a b e p e n s a r la p r u e b a menos equívoca del vicio
se disputa a si m i s m a el pan que le da la vida En-
original de n u e s t r a n a t u r a l e z a , y al mismo tiempo la
tonces nuevas v e r d a d e s , q u e en b r e v e serán también
explicación d e las p r u e b a s á q u e h a ' e s t a d o p e r p e t u a -
a t a c a d a s , a c u d e n á la defensa de las que una razón
m e n t e expuesta la Religión desde su principio. Agi-
hostil ha p u e s t o en peí,gro.Cada dogma es ocasión de
tada sin cesar por alguna b o r r a s c a , su destino como
ma herejía part.cular, p o r q u e es necesario q u e todos el del h o m b r e , es el de no gozar j a m á s en la tierra
s u f r a n el contraste y sean p r o b a d o s para que queden de u n perfecto descanso. Él o r g u l l o , la l i c e n c i a , la
consolidados : las p r u e b a s se multiplican con las obfe- a v a r i c i a , las pasiones t o d a s coligadas en su d a ñ o , le
c i o n e s , y el Cristianismo se desarrolla todo entero suscitan i n c e s a n t e m e n t e nuevas g u e r r a s , p e r o tam-
A la persecución de los sofismas sucede la persecu- bién le p r e p a r a n n u e v o s t r i u n f o s . ¡ Ó fuerza asombrosa
ción de los s e n t i d o s : la fe queda intacta , v sin e m - de la sociedad c r i s t i a n a ! La h e r e j í a , ya d e f e r e n t e ,
b a r g o las c o s t u m b r e s se d e p r a v a n . Aquellos cristianos ya a t r e v i d a , t o m a todas las f o r m a s , se c u b r e con mil
tan a u s t e r o s seducidos por los deleites, se e n t r e g a n máscaras, s e vuelve y revuelve e n todos sentidos p a r a
a unos d e s o r d e n e s , de los cuales hasta el n o m b r e alterar sus d o g m a s ; pero la Iglesia c o n s t a n t e m e n t e
debiera serles e t e r n a m e n t e desconocido. La licencia invariable en s u d o c t r i n a , ve á las sectas rebeldes
penetra hasta el S a n t u a r i o ; el altar v el s a c r i f i c i o ^ u n a en pos de otra espirar á sus piés : el espíritu de
pro añado p o r m a n o s indignas. ;Ah! ¿ q u é s e , á del i n d e p e n d e n c i a , la ambición d e d o m i n a r excita en s u
Cristianismo? De p r o n t o un principio vivificante m i s m o seno divisiones, á q u e f r e c u e n t e m e n t e siguen
cismas d e p l o r a b l e s ; l u e g o á l u e g o de s u s e n t r a ñ a s
saludable t i f ™ " * » * Una ^mentactón despedazadas, p e r o siempre f e c u n d a s , salen e n tropas
saludable; todo s e m u d a , se r e n u e v a todo : apóstoles
inflamados de u n zelo divino hacen c o r r e r las l a " r i - nuevos hijos q u e la consuelan de los q u e ha p e r d i d o .
m a s d e la p e n i t e n c i a ; el orden r e n a c e con la santa Los príncipes envidiosos atentan c o n t r a sus d e r e c h o s ,
disciplina; por todas partes las decaídas v langu 1 y se esfuerzan á t u r b a r su j e r a r q u í a divina : á pesar
virtudes se reaniman y florecen ; prodigios de c . de sus ardides y violencias, su gobierno afirmado por
dad, m i l a g r o s de a m o r a s o m b r a n de n u e v o á la tieñ'a los golpes q u e se le d a n , subsiste i n a l t e r a b l e , y se
consolada : segunda vez el Espíritu triunfa de 1a CaZ p e r p e t ú a de siglo en siglo en medio de los t r a s t o r n o s
} la Iglesia vuelve a e n c o n t r a r á sus hijos y r u i n a s de los gobiernos h u m a n o s : s e m e j a n t e a
Mas no nos lisonjeemos que esta paz sea d u r a d e r a • aquellas a n t i g u a s é inmobles pirámides de Egipto, de
solo unas treguas de descaecimiento i n t e r r u m p e n el las que el á r a b e v a g a b u n d o al levantar por la m a ñ a n a
c o m b a t e del e r r o r c o n t r a la v e r d a d , c u v o p o d e í L la tienda q u e habia puesto á su a b r i g o por la t a r d e ,
quiere a r r a n c a r de paso a l g u n a s p i e d r a s , pero que
noes, P v r a I T ¡ r r e ] S Í S t Í b l e P a r a e l entendimiento, bien presto fatigado de un t r a b a j o i n f r u c t u o s o se
no se e x t i e n d e hasta d e s t r u i r por su propio peso la e n t r a y desaparece en desiertos no conocidos.
oposic.on de una voluntad pervertida. Bajo él imperio

. , - . ': 4' - .
Mas ya el Cristianismo y el m u n d o moral van a
rodando de abismo en a b i s m o , c o r r i e n d o en su caída
ser combalidos por su base : se ha reconocido q u e la
todos los grados del e r r o r , sin poderse detener e n
Iglesia y todos s u s d o g m a s reposan s o b r e la a u t o r i d a d
c o m o s o b r e una roca inmoble é inalterable : al p u n t o n i n g u n o , agobiados b a j o el peso vengador de las ver-
la multitud de los s e c t a r i o s , divididos en lodo lo d e - dades q u e blasfeman , se precipitan y h u n d e n en el
m á s , se u n e n p a r a m i n a r este f u n d a m e n t o de todas abismo tenebroso de la i n d i f e r e n c i a , d o n d e el c r i m e n
las v e r d a d e s . I.a reforma es en el principio su grito de e s t ú p i d a m e n t e t r a n q u i l o , s e d u e r m e en los brazos de
g u e r r a ; luego será la filosofía: escuchadlos; vienen á la voluptuosidad sentada á los piés del h o r r o r o s o
limpiar la tierra de los abusos q u e el tiempo y las ídolo de la nada.
pasiones han i n t r o d u c i d o , y á c u r a r al espíritu h u - Tal es el l a m e n t a b l e fin en que viene n e c e s a r i a -
m a n o de las preocupaciones q u e le obscurecen v m e n t e á p a r a r toda esa filosofía sin r e g l a , que, en vez
d e g r a d a n . A r m a d o s de este pretexto seductor multi- de dejarse conducir por u n a guia superior, por la
plican sin t é r m i n o las destrucciones : la supremacía m i s m a razón divina, se esfuerza a substituir a esta la
del Jefe d e la I g l e s i a , el Episcopado, el orden d e los razón h u m a n a , hace de ella la base d e su fe, y acaba
Pastores, los S a c r a m e n t o s , el culto y s u s s a n t a s cere- p o r negarlo t o d o , p o r q u e nada p u e d e c o m p r e n d e r , y
m o n i a s , nada se libra d e la t e m e r i d a d de su zelo n a d a q u i e r e practicar. Uno de aquellos h o m b r e s sin-
r e f o r m a d o r . Mutilando á porfía la fe, y a p r e s u r á n d o s e gulares q u e descubren las cosas á largas distancias
en algún m o d o á librarse del tormento de creer c o m o p o r q u e saben colocarse en una g r a n d e a l t u r a , Ros-
del de o b e d e c e r , proclaman r á p i d a m e n t e en sus s í m - s u e t , o b s e r v a n d o q u e todos los d o g m a s habían sido
bolos efímeros é inconstantes la abolicion de todos sucesivamente atacados sin éxito a l g u n o , predecía
los d o g m a s religiosos y sociales. Bajo diversos n o m - m a s de u n siglo h a lo q u e v e m o s cumplirse en
bres q u e indican las fases sucesivas d e una misma n u e s t r o s dias. Espíritus débiles, q u e palpando los
doctrina, Luteranos, Socinianos, Deístas, Ateos, pro- efectos quereis a u n desconocer la c a u s a , oíd las pa-
siguen con una tenacidad incansable su plan de ata- labras proféticas del o r a d o r cristiano : « Yo p r e v e o ,
q u e c o n t r a la a u t o r i d a d . Niegan los misterios del » d i c e , q u e los libertinos, y los espíritus fuertes llega-
Cristianismo, niegan su m o r a l , niegan á su Autor, » r á n á verse d e s a c r e d i t a d o s , no p o r q u e se conciba
« niegan á Dios, y se niegan á sí mismos. En esto » horror de sus s e n t i m i e n t o s , sino porque t o d o ,
» viene á t e r m i n a r la razón h u m a n a 1 ». ». excepto los placeres y los n e g o c i o s , v e n d r á a mi-
» r a r s e y á d a r en la i n d i f e r e n c i a . » ¿Lo habéis oido?
Hasta aquí h e m o s p i n t a d o el delirio de s u s opinio- Dad ahora u n a ojeada al r e d e d o r de v o s o t r o s , y r e s -
nes ; pero su rabia desenfrenada ¿ q u i é n la p i n t a r á ? p o n d e d . ¿Qué veis p o r todas partes sino una indife-
¿ q u i é n c o n t a r á s u s esfuerzos impíos y n e g r a s maqui- rencia p r o f u n d a sobre las obligaciones y c r e e n c i a s ,
n a c i o n e s ? ¡Insensatos! En vano atacan una Religión j u n t o con u n a m o r d e s e n f r e n a d o á los placeres y u n
c o n t r a la cual n o es d a d o al h o m b r e p r e v a l e c e r ; ella apego v sed insaciable del oro, por cuyo medio n a d a
levanta su cabeza coronada de luz, m i e n t r a s q u e ellos h a y q u e no se p u e d a alcanzar? Todo se c o m p r a , por-
q u e todo se v e n d e ; la conciencia, el h o n o r , la reli-
gión, opiniones, dignidades, p o d e r , el respeto mismo;
1 Ensayo ti noli! ico sobre las leyes del Orden Social, por M. de
Bonald. vasto y general n a u f r a g i o de todas las verdades y d e
todas las virtudes.
La absoluta extinción del sentido moral hace que
ni a u n merezca atención el e r r o r e s p e c u l a t i v o ; se le no hay ni p u e d e h a b e r m a s q u e un cierto n ú m e r o de
desprecia por lo q u e e s , lo m i s m o q u e la v e r d a d ; no objeciones contra las m i s m a s v e r d a d e s , irritándose
se piensa, ni a u n se hace caso d e e l l o : y no p u d i e n d o de su impotencia, la q u e s e creía tan poderosa con su
aniquilar el libro de la naturaleza q u e se desplega razón cesa e n t e r a m e n t e d e raciocinar. Ya no dice :
m a g n í f i c a m e n t e á los ojos de todos, se b o r r a con c u i - escuchad mis p r u e b a s ; sino, no quiero oir, ni a t e n d e r
d a d o el n o m b r e de D i o s , y a p r e s u r á n d o s e á volver las vuestras. No h a b i e n d o podido, despues de innu-
las hojas q u e r e c u e r d a n al Criador, se detiene única- merables tentativas, h a c e r la m e n o r b r e c h a al Cristia-
m e n t e la vista en las q u e nos instruyen d é l a s p r o p i e - n i s m o , lo declara i n d i g n o d e s u s a t a q u e s , y a u n d e
dades de los c u e r p o s , y de los placeres q u e de ellas su e x a m e n . Llegada al f o n d o del abismo lo m e n o s -
se p u e d e n sacar. precia, y d e m a s i a d o i n s t r u i d a para a r r o s t r a r la evi-
Observad cuán i n m e n s o c a m i n o ha sido necesario dencia q u e resultaría en b r e v e de una discusión
c o r r e r antes de llegar á los ú l t i m o s excesos q u e a c a b o seria, á todo lo q u e se le p u e d e decir, responde : ¿ q u é
d e pintar. La o r g u l l o s a r a z ó n , q u e no solo q u i e r e m e importa? y sonriéndose con d e s d e n vuelve á otra
c o n o c e r , sino a n i q u i l a r y c r e a r s e g ú n su capricho y parte la cabeza.
el interés d e las pasiones, a r r o j a d a s u c e s i v a m e n t e de El a t e i s m o , decia Leibnitz, será la última de las
todos los p u e s t o s q u e o c u p a b a , se r e f u g i a de r u i n a en h e r e j í a s ; y e n efecto, la indiferencia q u e le sigue, y
r u i n a s i e m p r e p e r s e g u i d a p o r la v e r d a d q u e la e s t r e - c a m i n a en pos de é l , ya 110 es una doctrina, p o r q u e
c h a , y no la deja r e s p i r a r . Repelida h a s t a los límites los indiferentistas v e r d a d e r o s ni niegan ni a f i r m a n
del m u n d o intelectual, n o teniendo ya m a s asilo q u e n a d a ; 110 e s d u d a , p o r q u e esta, c o m o estado de s u s -
el ateísmo, se precipita c i e g a m e n t e en él p a r a ocultar pensión e n t r e dos probabilidades c o n t r a r i a s , supono
en las tinieblas la humillación d e su d e r r o t a . P e r o un e x á m e n previo; es sí u n a ignorancia sistemática, u n
allí comienza un n u e v o s u p l i c i o : p a r a a s e g u r a r s e este s u e ñ o voluntario del a l m a q u e a p u r a su vigor en r e -
asilo c o m p r a d o á t a n t a costa le seria necesario des- sistir á sus propios p e n s a m i e n t o s , y l u c h a r conDra
t r u i r a u n , y no le q u e d a n a d a q u e d e s t r u i r m a s q u e recuerdos i m p o r t u n o s , u n e n t o r p e c i m i e n t o universal
á sí m i s m a . En situación tan d e s e s p e r a d a ¿ q u é hará? d é l a s facultades m o r a l e s , una privación absoluta de
¿ q u é resolución tomará? Tiembla, s e h o r r o r i z a , p e r o no ideas acerca de las c o s a s q u e m a s le importa al hom-
d u d a ; el orgullo la a r r e b a t a , y c o n s u m a el sacrificio. b r e conocer.,; Tal e s , á lo m e n o s en c u a n t o el dis-
c u r s o puede r e p r e s e n t a r , lo q u e nada ofrece q u e 110
Desde entonces á la a g i t a c i ó n y á la a r d o r o s a fie-
sea v a g o , indeciso y n e g a t i v o ! \ tal es el h o r r i b l e y
b r e , tristes p e r o al fin s e g u r o s indicios de vida, suce-
estéril m o n s t r u o q u e se llama indiferencia ! Todas las
d e n la c a l m a y el silencio de la m u e r t e . Ya no hay
teorías filosóficas, todas las d o c t r i n a s de impiedad
altercaciones, no h a y d i s p u t a s ; p a r e c e q u e reina
vienen á c o n f u n d i r s e V desaparecer e n este "sistema
una perfecta p a z ; p e r o ¡ a y ! paz l ú g u b r e , paz triste,
d e v o r a d o r , v e r d a d e r o sepulcro de la inteligencia, al
paz mil veces m a s destructora q u e la g u e r r a q u e la
cual ella baja sola-, d e s n u d a , a b a n d o n a d a i g u a l m e n t e
ha precedido.
d e la verdad y del e r r o r ; sepulcro vacío, en donde ni
Desengañada la filosofía de s u s propios desvarios, a u n huesos se perciben.
no atreviéndose á r e p r o d u c i r los sofismas tantas veces
De esta fatal disposición, hecha casi universal, h a
r e f u t a d o s , ni p u d i e n d o i n v e n t a r otros nuevos, p o r q u e
4-
resultado b a j o el n o m b r e de tolerancia un nuevo gé- sin n ú m e r o , leyes o p r e s o r a s , disgustos continuos y
nero de persecución y d e pruebas, la última sin d u d a cadenas; lié aquí las liberalidades magnificas con
que debe sufrir el Cristianismo K En vano una filo- que n o se sacian de obsequiarla muchos de los go-
sofía hipócrita hace resonar á lo lejos las palabras biernos. Instruidos por una experiencia terrible n o
seductoras de moderación, indulgencia, condescen- se atreven á ensayar el pasarse e n t e r a m e n t e sin e l l a ;
dencia m ú t u a y de paz : la miel pérfida de estas pala- pero un sentimiento mas fuerte que la voz de la expe-
bras disfraza muy mal la hiél amarga de los senti- riencia los lleva a demoler con una m a n o lo q u e edi-
mientos que abriga en su corazon. Su odio inveterado fican con la otra. El interés mismo, ese ínteres por lo
contra todo principio religioso se descubre al través común tan poderoso, no tiene fuerza bas ante para
d e esas fingidas demostraciones de benevolencia ge- empeñarlos á disimular la aversión secreta que les
neral y de dulzura. ¡ E x t r a ñ a moderación en efecto, y inspiran las creencias que son su salvaguardia La
mas extraña tolerancia!. Hemos oido m u c h a s veces alta política de nuestros dias, convencida a su pesar
decir que la prudencia aconseja tolerar por algún de la necesidad de unir la tierra con e cielo, al hom-
tiempo ciertos'errores ; pero tolerar la verdad, ¿ q u é bre con su C r i a d o r , va a buscar en lo mt.enor^ del
otra cosa es sino u n a pretensión insolente y sacri- Santuario al Soberano Ser q u e en el se adora, le cubi e
lega, una protestación sediciosa contra la soberanía con unos harapos de p ú r p u r a , le pone un cetro d e
que le pertenece en el m u n d o m o r a l , una confesion caña en la mano, una corona de espinasen la cabeza,
implícita de la imposibilidad de destruirla? ¿ Q u i é n , v mostrándole al pueblo dice : Hé aquí a Dios
antes de este siglo de luces, oyó jamás tolerar la in-
' En vista d e e s t o , ¿ n o s a d m i r a r e m o s que la Religión
mortalidad del a l m a , la vida f u t u r a , el castigo del
así humillada v deshonrada no encuentre mas que
crimen, y las recompensas de la v i r t u d . . . . . tolerar á
indiferencia? Después de mas d e mil y ochocieivtos
Dios?¿ Y á qué se reduce en realidad esta tolerancia?
años de combates y d e triunfos el Cristiañismo sufre
Contemplad el estado de la Religión : n o se la pros-
al fin la misma suerte q u e su F u n d a d o r . Citado por
cribe, pero se la esclaviza : no se degüellan sus mi-
decirlo asi, a comparecer, n o delante de un procón-
nistros, pero se les degrada y empobrece para enca-
sul, sino ante todo el género h u m a n o , se le p r e g u n t a .
denar el ministerio. El envilecimiento es el arma con
Reí es tul ¿ Eres tú Rey? ¿Es cierto, como te acusan,
q u e se le combate, se le menosprecia, se le prodigan
que pretendes reinar sobre nosotros ? H lo has dicho
ofensivos y afrentosos disfavores, y la injuria aun
responde: sí, p soy Rey, yo reino en los entend.m, n -
m a s a m a r g a d e u n a protección insultante. Algunas
tos i l u s t r á n d o l o s , en los corazones a r r e g l a n d o ^
monedas, que la avaricia del que las da, envidia á la
movimientos v aun sus deseos; reino sobre la socie-
miseria del que las recibe, honores irrisorios, trabas
dad por mis beneficios. El m u n d o yacía sepultado en
las tinieblas del e r r o r ; yo he venido a traerle la verdad.
h é aquí mi t í t u l o : El que ama la verdad oye mi
i La que se nos predice para el íin de los tiempos, será en algún
me escucha. Pero ya esta palabra no tiene sentido
modo u n a guerra personal del hombre de pecado contra Dios; y el
estado á que caminamos es una de las señales por doude se recono- alguno para u n a razón pervertida; y es necesario ex-
cerá esta última guerra anunciada por Jesucristo. ¿ Creeis que p ¡carsela. ¿ Qué es verdad 1 pregunta d juez estúpido
cuando venga el Hijo del Hombre hallará todavía fe sobre la v distraído y sin esperar la respuesta, sale, declara
tierra ? Luc. x v m , 8.
INTRODUCCION.
nada halla en el a c u s a d o q u e lo h a n , ] ¡ » n n .
de » todos los d o g m a s ? Conocemos el f r e n o q u e se
condenación, y le enfriara rnn • ®
«»«I para ¿ ¿ te^ íTaHi i » puede poner al fanatismo r e l i g i o s o , p u e s q u e la
de víctima 1 b
' y ü e a " ' a Poco » Religión misma le señala; pero ¿ q u é arbitrio h a y
» p a r a c o n t e n e r el fanatismo filosófico ? ¿ d ó n d e e s t a r á
-» su contrapeso? y ¿cómo hacer oir la razón á u n o s
» h o m b r e s q u e no tienen m a s r e g l a de v e r d a d q u e su
» propia razón, y q u e al m o d o q u e aquellos fariseos
» locamente p r e s u n t u o s o s de q u e habla san J u a n , nos
» dicen fria y d o g m á t i c a m e n t e : nosotros s o m o s s a -
.. bios porque s o m o s sabios, y v e m o s p o r q u e v e m o s :
.. quia videmus * ? E n fin, podemos c o n t e n e r u n t o r -
» r e n t e en su curso i m p e t u o s o ; p e r o ¿quién m o v e r á
esas a g u a s cenagosas y e s t a n c a d a s de una c o r r u p -
» cion reflexiva q u e s e complace e n su reposo, y no
» conserva e n e r g í a sino p a r a la intriga y la avaricia ?
» ¿ q u i é n las m o v e r á ? y ¿quién sino Dios por u n m i -
» Iagro singular de s u misericordia p u e d e sacarnos
.. d e este e n t o r p e c i m i e n t o inexplicable q u e descon-
^' P ¿ eac o , w a g s í f f i a ?S cómo"
q u e r e h u s a n toda especie d e S
S .. cierta á u n tiempo las observaciones de los sabios,
o y la solicitud d é l o s p a s t o r e s ; y d e esta c o n s u n c i ó n
»' v postración moral, c o n t r a las q u e nada p u e d e n 111
• ^ t f f i a t s s S S . » l a f u e r z a de la razón, n i la vehemencia del zelo, ni
•» el vigor d e las leyes, ni la fuerza t a m p o c o de las
» armas 2 ?»
¡ Estupor incomprensible el de los h o m b r e s de
nuestros d i a s ! Cuanto m a s heridos se ven d e la luz,
m a s se e n d u r e c e n : c u a n t o m a s esfuerzos hace la ver-
dad p a r a atraerlos á sí, m a s indiferentes s o n á la
v e r d a d . Mueran, p u e s , ya q u e q u i e r e n m o r i r ; pero
u
g u r i d a d d e la s a l u d ? ¿quién Je quitémosles al m e n o s toda e x c u s a ; h a g a m o s p a t e n -
' \ de
™«nera se puede r e f u t a r un e 0
tes s u s inconsecuencias y s i n r a z ó n ; obliguémosles a
avergonzarse del ídolo a quien todo lo s a c r i f i c a n ,
q u t w S í ™ 8 ; R,3S ¿<Iué r e f u t a c T o S v e r d a d , v i r t u d , y h a s t a la misma vida.
da
. duda de n d n i f " ® " ^ ' ' ^ ' a » d o se
dC t0d0
' ? d d o g m a es despreciar
1 Joan, ix, 41.
l Joan, xviii, 37, 3s. 2 Mirh. , • 9, 2 Carla pastoral del señor Obispo de Troyes en la entrada en su
- diócesis, p. 1.1.
INTRODUCCION.

L o g r a r e m o s este fin si d e m o s t r a m o s que la indi- m i n a r s e r i a m e n t e lo q u e hasta aquí han menospre-


ferencia en materia de Religión, q u e se ensalza hoy ciado sin conocerlo. Esto es ú n i c a m e n t e lo q u e les
como el último e s f u e r z o de la r a z ó n , y el mas p r e - p e d i m o s ; no Ies decimos : creed, sino examinad.
cioso beneficio de la filosofía, es tan a b s u r d a en s u s A u n q u e la materia q u e n o s p r o p o n e m o s n o e x i g e
principios c o m o f u n e s t a en sus efectos: y e s p e r a m o s q u e se d e m u e s t r e la v e r d a d del cristianismo, con
d a r tanta evidencia á estas dos proposiciones, q u e t o d o d a r e m o s p r u e b a s suficientisimas para convencer
aun los mismos q u e tuvieren el triste valor de n e g a r - á los incrédulos d e b u e n a fe. Acaso e n c u e n t r e n tam-
las, no lo tendrán p a r a combatirlas é i m p u g n a r l a s bién aquí u n a instrucción m a s ventajosa y útil que la
con la fuerza del raciocinio. q u e podrían s a c a r de una refutación directa de sus
Y desde l u e g o , no h a y cosa m a s a b s u r d a que la e r r o r e s ; pero siempre y s e g u r a m e n t e hallarán moti-
i n d i f e r e n c i a , p o r q u e r a z o n a b l e m e n t e n o se p u e d e vos bastantes q u e justifican, y a u n i m p e r i o s a m e n t e
a p o y a r sino en estos dos principios, á s a b e r : ó q u e m a n d a n el e x á m e n q u e les e m p e ñ a m o s á e m p r e n d e r .
no nos interesa el a s e g u r a r n o s d e la v e r d a d de la ; Quiera Dios se d e t e r m i n e n á ello p o r la gloria de la
Religión, ó q u e nos es imposible d e s c u b r i r u n a ' v e r - v e r d a d , y por su propio b i e n ! Sea lo q u e f u e r e d e su
dad q u e tanto nos importa c o n o c e r : d o s principios persuasión, estas d o s cosas son inseparables : q u e no
q u e h a r e m o s ver son i g u a l m e n t e falsos q u e a b s u r - h a y dicha ni felicidad sino en el seno de la v e r d a d ,
dos ; manifestando a d e m á s q u e todos los h o m b r e s en p o r q u e no hay tranquilidad sino en ella. El e r r o r e m -
g e n e r a l y cada uno encparticular tienen u n m e d i o b r i a g a , la indiferencia a d o r m e c e ; pero ni una ni otra
s e g u r o , fácil é infalible d e c o n v e n c e r s e d e la necesi- llenan el vacío del corazon. Lo repetimos, n u e s t r o
dad de la Religión, y discernir la v e r d a d e r a . ú n i c o deseo es q u e se e x a m i n e de b u e n a fe; esto es
lo q u e ú n i c a m e n t e nos h e m o s propuesto, y si lo
Nada es m a s f u n e s t o q u e la indiferencia, p o r q u e c o n s e g u i m o s de u n o solo q u e s e a , n o s d a r e m o s
ella c o n d u c e d i r e c t a m e n t e á todas las c a l a m i d a d e s y p o r c o n t e n t o s , y n u e s t r o t r a b a j o esta pagado con
á todos los c r í m e n e s e n e r v a y d e s t r u y e insensible- usuras.
m e n t e todas las f a c u l t a d e s m o r a l e s ; y en fin, es i n -
compatible con el orden de la sociedad.
Por último, para q u i t a r asi á la pereza como á la
ignorancia a u n el m a s ligero p r e t e x t o d e t r a n q u i l i -
zarse en este estado deplorable, o m i t i r e m o s c u i d a -
d o s a m e n t e t o d a discusión que suponga conocimien-
t o s e x t r a ñ o s al c o m ú n d e los h o m b r e s , de m a n e r a
q u e la luz n a t u r a l m a s r e g u l a r baste p a r a q u e se lea
con f r u t o este libro.
Tal vez a l g u n a s a l m a s débiles, a l g u n o s espíritus
ligeros no e n t e r a m e n t e pervertidos, despues de h a -
b e r s e dejado a r r a s t r a r por lo q u e llaman el movi-
miento del siglo, p e n e t r a d a s de u n j u s t o horror a la
vista del abismo a d o n d e c o r r e n , se decidirán á exa-
INTRODUCCION.

L o g r a r e m o s este fin si d e m o s t r a m o s que la indi- m i n a r s e r i a m e n t e lo q u e hasta aquí han menospre-


ferencia en materia de Religión, q u e se ensalza hoy ciado sin conocerlo. Esto es ú n i c a m e n t e lo q u e les
como el último e s f u e r z o de la r a z ó n , y el mas p r e - p e d i m o s ; no Ies decimos : creed, sino examinad.
cioso beneficio de la filosofía, es tan a b s u r d a en s u s A u n q u e la materia q u e n o s p r o p o n e m o s n o e x i g e
principios c o m o f u n e s t a en sus efectos: y e s p e r a m o s q u e se d e m u e s t r e la v e r d a d del cristianismo, con
d a r tanta evidencia á estas dos proposiciones, q u e t o d o d a r e m o s p r u e b a s s u f i c e n t í s i m a s para convencer
aun los mismos q u e tuvieren el triste valor de n e g a r - á los incrédulos d e b u e n a fe. Acaso e n c u e n t r e n tam-
las, no lo tendrán p a r a combatirlas é i m p u g n a r l a s bién aquí u n a instrucción m a s ventajosa y útil que la
con la fuerza del raciocinio. q u e podrían s a c a r de una refutación directa de sus
Y desde l u e g o , no h a y cosa m a s a b s u r d a que la e r r o r e s ; pero siempre y s e g u r a m e n t e hallarán moti-
i n d i f e r e n c i a , p o r q u e r a z o n a b l e m e n t e n o se p u e d e vos bastantes q u e justifican, y a u n i m p e r i o s a m e n t e
apoyar sino en estos dos principios, á s a b e r : ó q u e m a n d a n el e x á m e n q u e les e m p e ñ a m o s á e m p r e n d e r .
no nos interesa el a s e g u r a r n o s d e la v e r d a d de la ; Quiera Dios se d e t e r m i n e n á ello p o r la gloria de la
Religión, ó q u e nos es imposible d e s c u b r i r una v e r - v e r d a d , y por su propio b i e n ! Sea lo q u e f u e r e d e su
dad q u e tanto nos importa c o n o c e r : d o s principios persuasión, estas d o s cosas son inseparables : q u e no
q u e h a r e m o s ver son i g u a l m e n t e falsos q u e a b s u r - h a y dicha ni felicidad sino en el seno de la v e r d a d ,
dos ; manifestando a d e m á s q u e todos los h o m b r e s en p o r q u e no hay tranquilidad sino en ella. El e r r o r e m -
g e n e r a l y cada uno encpartícular tienen u n m e d i o b r i a g a , la indiferencia a d o r m e c e ; pero ni una ni otra
s e g u r o , fácil é infalible d e c o n v e n c e r s e d e la necesi- llenan el vacío del corazon. Lo repetimos, n u e s t r o
dad de la Religión, y discernir la v e r d a d e r a . ú n i c o deseo es q u e se e x a m i n e de b u e n a fe; esto es
lo q u e ú n i c a m e n t e nos h e m o s propuesto, y si lo
Nada es m a s f u n e s t o q u e la indiferencia, p o r q u e c o n s e g u í m o s de u n o solo q u e s e a , n o s d a r e m o s
ella c o n d u c e d i r e c t a m e n t e á todas las c a l a m i d a d e s y p o r c o n t e n t o s , y n u e s t r o t r a b a j o esta pagado con
á todos los c r í m e n e s e n e r v a y d e s t r u y e insensible- usuras.
m e n t e todas las f a c u l t a d e s m o r a l e s ; y en fin, es i n -
compatible con el orden de la sociedad.
Por último, para q u i t a r asi á la pereza como á la
ignorancia a u n el m a s ligero p r e t e x t o d e t r a n q u i l i -
zarse en este estado deplorable, o m i t i r e m o s c u i d a -
d o s a m e n t e t o d a discusión que suponga conocimien-
t o s e x t r a ñ o s al c o m ú n d e los h o m b r e s , de m a n e r a
q u e la luz n a t u r a l m a s r e g u l a r baste p a r a q u e se lea
con f r u t o este libro.
Tal vez a l g u n a s a l m a s débiles, a l g u n o s espíritus
ligeros no e n t e r a m e n t e pervertidos, despues de h a -
b e r s e dejado a r r a s t r a r por lo q u e llaman el movi-
miento del siglo, p e n e t r a d a s de u n j u s t o horror a la
vista del abismo a d o n d e c o r r e n , se decidirán á exa-
DE I A INDIFERENCIA
EN

MATERIA DE RELIGION.

"•• • • •. . • -. .
CAPITULO I.

CONSIDERACIONES G E N E R A L E S SOBRE LA I N D I F E R E N C I A RELIGIOSA.

Exposición de los tres sistemas á que se reduce la indiferencia


dogmática.

El espíritu humano tiene sus épocas de sabiduría y de


vértigo de grandeza y de decadencia como las tiene la
sociedad - y la sociedad no está sujeta á estas revolucio-
nes diversas, sino porque ellas son naturales al espíritu
humano, cuya suerte participa invariablemente. Esta
verdad que, enlazando y uniendo la mora con la legisla-
ción da á las teorías políticas una base fija, no se había
ocultado al talento penetrante de Pascal: nadie mejor
nue él conoció el imperio de la opimon, a quien llamo
Thadd Mundo, v fácilmente se conocerá que no exa-
eera nada si se profundiza un poco su pensamiento y
f l S n n l entienden las doctrinas dominantes. Su
F m S obre l o f h o S r e s es absoluto, aunque alguna
uno por el inmediato, cada oleada como si no tuviera
mas impulso que el de la que inmediatamente la impele política. Conocían bien que la estabilidad dedos estados
en vez de remontarse y subir desde luego á la impulsión dependía de la estabilidad de la creencia. Observadlas,
general que las produce todas. Así es como seSente principalmente en la época de su mayor gloria y poder,
seatribuyo a la envidia de un fraile- la Reforma del s - cuan zelosas se mostraron de la conservación de las doc-
trinas establecidas. Sabido es el juramento que hacían los
Í 2 ' y 3 U,n S ™ p l , e d , : f ' c i t d e a l S u n o s millones en las ióvenes Atenienses en el templo de Agraule: « Juro pelear
rentas la revolución francesa.
Es necesario decirlo, porque nunca llegaremos á pe- í, hasta morir por los intereses de j a Religión y de la
netrarnos demasiadamente de esta verdad" que todo sale » patria, y que constantemente viviré en la te de mis
» mavores. ,)• Catón no temía tanto la introducción de la
i t l f h ° S T T S í U r n b r e s - , l i t e r a t u r a ' constituciones, filosofía de los Griegos en su patria, sino porque preveía
eyes, la felicidad de los estados y sus desastres, la civil
tizacion o su barbarie, y esas crisis espantosas que h a - que los Romanos, aprendiendo á disputar s o b r e t o d o ,
cen desaparecer los pueblos ó que los renuevan según acabarían por no creer n a d a 1 , y el suceso justifico com-
que en ellos hay mas ó menos resto dé vida pletamente sus temores. Los filósofos, aunque desterra-
El hombre no obra sino porque cree, y los hombres dos muchas veces de Roma, triunfaron al fin de la resis-
reunidos y formando cuerpo obran siempre conforme á lo tencia de las leyes, de la prudencia del senado, y aun
que creen, porque las pasiones de la multitud están de- de los mismos' destinos de la Ciudad eterna. Algunos so-
terminadas también por su creencia. Siesta es pura x fistas armados de la duda, hicieron lo que no habían po-
verdadera, la tendencia general d é l a s acciones es recta dido conseguir las fuerzas del mundo entero : vencieron
y esta en armonía con el orden : si es errónea, las accio- con opiniones á aquella república soberbia que había
nes ai contrario se depravan; porque el error vicia v la vencido á toda la t i e r r a ; y es un hecho digno de la mas
verdad perfecciona. Esto se hizo sensible en el principio atenta consideración, que todos los imperios, cuya histo-
de Cristianismo, cuando puestas al lado una de otra la ria es conocida, y que el tiempo y la prudencia habían con-
Religión de los sentidos y la Religión del espíritu en una solidado v afirmado, fueron trastornados por los sofistas.
misma sociedad, los ojos podian á cada hora comparar Los grandes trastornos en el orden político van siem-
pre unidos con iguales trastornos en las opiniones, y el
sus doctrinas. m i S m ° t Í e m P ° ^ I& r a Z n
° COm aral)a
P Secreto de conmover los pueblos es el arte de persuadir-
De aquí se sigue primeramente, que no hay, con res- los : cuanto mas viva es esta persuasión, mas poderosa
pecto a la sociedad, doctrina alguna indiferente en Re- es la acción que resulta de ella. Mahoma persuade a al-
ligión, en moral, en política; en segundo lugar, eme la gunos Arabes qué su cimitarra debe someter el mundo al
indiferencia considerada corno un estado permanente del Alcorán y en menos de un siglo la media Luna tremola
alma es opuesta á la naturaleza del hombre, v destruc- desde las orillas del Eufrates á las del Ebro. Lulero y sus
tiva de su ser. " discípulos persuaden á una parte de la Europa que la 5o-
ierania reside en el Pueblo, y bien pronto la sangre de
Decimos, que con respecto á la sociedad no hav doc-
los reyes corre sobre los cadalsos. La lógica de las nacio-
trina indiferente y es extraño se nos obligue á probar
nes es tan rigorosa como la misma verdad de Dios. Ln
en el siglo de las luces, y á pueblos cristianos, un princi- individuo puede retroceder al ver ciertas consecuencias;
pio tan evidente que las naciones paganas habian llega- la sociedad nunca. Una cosa mas fuerte que el Horror ae
do a sentar como una de las primeras máximas de su su destrucción la arrastra, y aun pereciendo, obedece a

1 Hé aquí porque nuestros revolucionarios trabajaron con tanto


J a w r ° r,íid°' a , g n 0 S d e q u e n o Ie
" ' encarcaron a él la afán por excitar en sus periódicos tantas cuestiones y disputas: el fin
predicación de las indulgencias, j prefirieron d otro.
e va conocido : hacer perder el respeto á las cosas m a s santas.
la ley general conservadora de los seres inteligentes, á la indigencia, que se levantaban á cada paso en las ciu-
esa razón inmutable y universal que f o r m a , por decirlo dades en los campos y en los caminos públicos, como
asi el íondo de todos los espíritus, y cuya rectitud infle- o ros 'tantos arcos triunfales de la caridad Entonces no
xible no puede alterarse por cosa alguna, bien sea que se se creía haber cumplido todos los deberes de a human -
aplique al error o á la verdad. dad alargando un pedazo de pan a un miserable; se sabia
En toda doctrina hay necesariamente ó verdad ó er- que un ser sensible é inteligente no vive con solo pan y
r o r ; luego toda doctrina influye ó en bien ó en mal de la que los dolores físicos no son los mas penosos. Lna doc-
sociedad; luego no hay doctrina alguna que sea indiferente trina eminentemente espiritual y compasiva p r o d u j o u n a
para ella, a menos que no se diga que el vicio y la virtud nueva especie de conmiseración sublime, ocupada cons-
el orden y el desorden son cosas indiferentes. Se ha sos- tantemente en recoger los entendmyentos exü-av.ados y
distribuirles con medida un alimento saludable. i\o me
tenido en efecto así, y esta es la mejor prueba á mi en-
nos noble en sus emociones que inagotable en s u s n w u r -
tender de la existencia d e e s a ley de que acabamos de
sos, la piedad no se extendía únicamente a las necesida-
hablar, y que tarde o temprano obliga á salir de su prin-
des de los c u e r p o s : las almas enfermas, los corazones
cipio las consecuencias mas extremadas , porque cuesta lastimados tuvieron también sus hospicios; y l a s c r e e n -
menos al orgullo confesarlas, y alguna vez á la con- cias establecidas, obrando á un tiempo s o b r e l o s gobier-
ciencia practicarlas, que le cuesta el negarlas á la razón nos y sobre las naciones, la sociedad se hallo gobernada
, !°.s tiempos que se llaman bárbaros, el cristianis- por un poder infinito de amor. . .
mo había afirmado y templado el poder, santificado la
1
obediencia, establecido las verdaderas relaciones so- Es inútil observar, que al recordar el influjo de la Re-
ciales, purificado las costumbres, y .muchas veces también ligión sobre los destinos del género humano en esta épo-
suplía por las leyes. El enriqueció la Europa con institu- ca, considero únicamente sus efectos generales, perma-
ciones admirables, q u e , llenando el vacio siempre in- nentes v uniformes en todas las regiones sin que por eso
menso que dejan las instituciones políticas, por el dulce ignore en cuantas circunstancias fue turbada la felicidad
influjo de una caridad pródiga en beneficios, estrecharon pública, ya por las pasiones particulares, ya por as opi-
con el estado la clase innumerable de los desgraciados niones mas ó menos opuestas á las doctrinas r e c a d a s y
Gracias al imperio que ejercia sobre las ideas, y mas aun bajo este respecto, la mayor parte d é l a s calamidades,
sobre los corazones, el hombre llegó á ser sagrado para cuya noticia nos conserva la historia ¿ j a q u e l tiempo,
el hombre. Hubo sin duda pasiones, y por consiguiente confirman singularmente lo que h e m o s ¡ d i c h o a e r a r a d e l
poder absoluto de la creencia sobre los hombres reunidos
crímenes y delitos; pero la Religión sabia hacer brotar
en un cuerpo ; porque entre todas estas calamidades las
de ellos por medio del arrepentimiento nuevas virtudes
que se pueden atribuir al pueblo, o a una parte de el
Las acciones, sujetas á la regla invariable de las obliea-
nacieron de algún error religioso o político en que estaba
ciones, lo mismo que los pensamientos, se dirigían en su
mayor parte al bien general, y esto es lo que caracteriza imbuida la multitud. , , . . v A
aquella época. El que era poderoso lo era para bien del Sin embargo, á pesar de los desordenes parciales, y de
débil, y el rico para favorecer al pobre. En vez de deli- algunos ligeros extravíos, la Europa se adelan aba a la
rar sobre un orden de cosas exento de toda imperfección perfección, á que el cristianismo llama, así a los p u e b os
se dejaba al orden existente perfeccionarse poco á poco como á los individuos, cuando la Reforma 2 vino subita-
por si mismo, y cada uno en su esfera se dedicaba á re-
mediar _el mal particular que mas llamaba su atención. 1 Non in solo pane vivit homo, sed in omni verbo quod procedit
De aquí, ademas de esas limosnas pasajeras y diarias
tantos establecimientos permanentes erigidos en favor de * Y S 2 ? e s í — d i e r o n á su cisma todas las sectas que se
progresos, y á precipitarla en un
abismo donde ella se hunde de dia en dia, y cuyo fondo

separaron d é l a Iglesia Romana á principios del siglo XVI Como


hablamos a lodos, no se extrañará que insertemos á veces n o t a s ^ T
s s h i í é ^
luyó el principio de examen, es decnr,se puso
á l S ¡nS,rUÍd S L a H i s t 0 r i a
° ° - E c l e s i S a no pr ! humana en lugar de la divina, o a11^ombre e r a
Dios El h o m b r e entonces vino a sei enemigo a e nu
SacVmenín , s S i a S u n , d a s P o r u n a ®isma fe y unos mismos
Sacramentos : todas sumisas al Romano Pontífice, á quien recono-
2iS3Un
b r e p o r q u e creyéndose cada uno soberano, d d / ecko,
político como
la soberanía, y quiso ^ S l ^ S n S ^ d a ,
ls esi univeisa
! f ' - Lulero én S i m - razon particular, y poder parücufcr p e n s i o n
pleza a.declamar contra el abuso d é l a s Indulgencias• en s c u i d a pero consiguiente, y que i n e v i t a b l m e n t e d e b a t e
las impugna y ataca, al Papa que las concede, la Iglesia' su a u t o í
en la servidumbre política Y » " ^ ^ V p Jodos los en~o-
Í S ' Í S ? ! ? d e la ,gIesia R o m a n a : a ™ a ^ > - &
^ P o o n h V S n S f 8 ' ' a r r 3 S t r a á 19 D ¡ n a m a r a ' S u e c i a > v parte
ue lolon,a j Hungría en su cisma. Zuinglio en Suiza"principia casi
í : P a - s , quita lasceremoí ¿
l , n n « / v m a y 0 r p a r t e d e l o s dogmas, etc., y uno y otro
llaman Reforma la variación que hacen en ellos y en el culto v
toman la cualidad de Reformadores 6 R e f o r m a c i ó n m i l
natismo, y forman discípulos que llevan su» errores d e S n a s par
nS,aterra
negado la autoridad; al p r i m e r una
' J ia an
= ' i c a n a adopta una
l0s Pais de la obediencia, y cada nueva negación conaujc,
Ur t í n ^ - B a j o s : ocasionan la República de
q ü e , l a S pr0V¡nCÍaS y h a d e n d 0 d
nueva destrucción. Negando el sacrificio
22" ^rdST^f — e e n culto y los monumentos de é l : negando el l i b r e j a b c u n o
S
™ de Calvino : penetran en Francia, se multiplican y k vida futura, se destruyeron.las obligaciones; ne D an
como tolerados, y obtienen el libre ejercicio de su religión pm ma
de un siglo, formando en ella un semillero de sedictona contiiSas
que tanta parte han tenido en sus últimos trastorno fa S fia g raciones; cada uno juzgó é i n — a
*us eiTorps S í d C 1 3 F e - N ° CS d e n U e S t ' ° i n t e n t o exponer aquí Reforma de Lulero, Zuinglio y Calvi.o ¡a los
C ü h m per0 C0nviene m u c h 0 á
m l ¿ T r ' nuestro propósito t e s , tan opuestas entre: si, c o m „ c t a s particula-
manifestar los principios que les eran comunes. No queriendo dis- Anabaptistas que se dividieron en trece o n \ i e v e los
ingmr entre los abusos ó excesos de algunos particular 7 q u e l a r e s ; los Sacraméntanos d.stnbuvdos uego ^ _
! ' n u n c a a P r o b o ) , y entre la Iglesia misma que reprobaba es- Confesionistas divididos en ve.n e y cuatro de
ian f S n ° i 3 " ' 0 ' ? f 6 , C " , p a r S e á S í m i s m o s ' ** o S n a n y ar- es decir , los que teman sentimiento, m en fío-
rojan a decir : I- que la Iglesia Romana ha caido en error ha p r e -
varicado :, desconocida su autoridad, y no teniendo va a

e S
S l f íCen : 2
° P0 '' Ún¡Ca r e § l a d e , a fe
la Escrlura y
S St0TeS n
intérníeí- ° ^ ° h a b ¡ a m a S r a z o n P a r a ^ a l a r poí
interpretes a unos que a otros, enseñan : 3° que todo fiel es iuez del
verdadero sentido de la Escritura, y tiene derecho á juzga d lo q u
pertenece a la fe, de separarse de la sociedad que ha caido en erre" «cuencia, casi rno se sábelo ique creen fsi se sab hoje l
y ltonene,rtra' Ó f
r a r U D a n U 6 V a en ,a
¿C él
restablezca é saber m a ñ a n a ; pero siempre es fermentación y
I Z t , pureza
- H e aqU1 el § é r m e n de la
división, V de la i n - principios aplicados á lo político , h a n <causadoHKjue cs.
6 0011 t 3 n t 0 S d e S Ó r d e n e S h a
r t r , f tai
Pasad0
»b¡en á lo po- trastorno general en casi todo el mundo, H W ; ™ . ^ si
- » n o y principio de autoridad q u e contenia, é intre- tas sectas, cual m a s , cual menos, se van precipitando al ueism ,
el derecho de
examinar, ya no hubo término á las interpre- no han dado ya en el Indiferentismo.
el entendimiento; porque ser inteligente es juzgar, es pro-
Despues de una experiencia tan decisiva no creo ha™ nunciar que son buenos ó malos, que hay bien ó mal, ver-
dad ó error en los objetos ó en las ideas que el alma con-
tedocSSlnlreT,dUda 61
— sidera. Nuestra razón puede sin duda engañarse porque es
las aoctnnas en la sociedad, ni suponer que pueda haber finita, limitada ; es decir, imperfecta, y mil causas extra-
algunas que sean indiferentes para ella. E no s i ñas concurren también á turbarla : juzga mal, porque no
quiere creer á la experiencia, créase á lo meno a la f lo ye mas que una parte de lo que debería ver para juzgar
sofia. ¿i\o se autorizaba ella poco ha para acredi ar sus bien, ó no lo ve sino entre sombras que lo obscurecen:
errores que llamaba verdades, con la relación í tima I sin embargo, aun entonces no queda indiferente, necesa-
M f f i hay entre la creencia y las S o n e t en riamente juzga según lo que percibe ó cree percibir.
« e laA ieJicidad
R R
oI desgracia de género humano
s
v s Es cierto que cuando libres de toda preocupación, r e -
P O R e ]
conocemos que no estamos suficientemente instruidos.,
no na cesado de repetirnos esta máxima ; v las pruebas
tenemos la facultad de suspender el juicio; pero esto
de hecho con que ha querido ú l t i m a m e n t e a f f
mismo es un juicio de otra especie, ó sea declaración de
la ten demostrado hasta la evidencia aun para los m a s
una verdád claramente conocida; á saber, de nuestra
ignorancia, ó invencible ó voluntaria. En este caso, la
r a , B , n f a r Í a ' ] í u e s ' s a I ) e r c I u e 110 hay doctrina alguna indi- indiferencia es no solo posible sino inevitable; porque
fòmite p a r a l a sociedad, para concluir que la i n d i - ¿ cómo se ha de amar ni aborrecer lo que no se conoce ?
c a es opuesta á la naturaleza del hombre, que es e s m - Sin embargo, esta indiferencia parcial ó relativa no es la
cialmente sociable. Sin embargo, sin insis i r e n u n a c o n -
destrucción de la inteligencia, como lo es la indiferencia
,e
S, f riad 5 eXatÍU,d acaso
«oS- absoluta: es únicamente el estado penoso y aflictivo de su
p o r otro cambio.' ^ ^ de e
™ d limitación natural, ó de los límites arbitrarios que le
prescribe una voluntad débil ó corrompida; y la indife-
P e d e d e f i n i r la
» ,ílw " , tediferenóiá absoluta la extinción rencia, considerada bajo este último respecto, vuelve al
» de todo sentimiento de amor y de odio en la S S dominio de la moral; porque cuando depende de nos-
» en razón de la falta de todo juicio y de toda creenaa en otros el conocer, puede ser un delito, y delito gravísimo,
» el entendimiento. » Juzgar y creer, amar y a l Z ce permanecer indiferentes.
IT 1 6 3 la DatUraleza d e los s e i e s
hSS ' Por lo demás, la indiferencia, de cualquiera clase que
le sea, solo es propia para humillarnos, pues siempre resulta
£ , ; e s t e e s s u m o d o esencial de existir-
despojarlos de el, seria aniquilarlos. Quitad el deseo ó el de la falta de conocimientos, ó de imperfección del e n -
amor y destruís la voluntad ; quitad la convicdon ó k fe tendimiento. Y ¿ qué gloria puede resultar á una criatura
(entiendo por esta palabra la acquiescencia' ó conforcni! racional de una ignorancia que la degrada? Supongamos
dad de la razón á una verdad real ó presunta) , y destruís que esta ignorancia va siempre en a u m e n t o \ a . indife-
rencia crecerá proporcionalmente, y se llegará á un mis-
J A ? ! r'eCC c
,0nfundiraqnícl acl
° con Ja
potencia, pero nos- ino tiempo á una total indiferencia, y á un idiotismo
e
v de hrrbn ^ "tiéndase 110
P«*¡«e1 aZl absoluto.
J de hecho, sino la facultad ó poder de adherir ó asentir ¿ | '
0 ÍntelÍ entC es n o 8010 el
Para que el hombre fuese indiferente sobre aquello que
h choSr^T ? ' actualmente y de
h & e n l t a d
conoce, seria necesario que hubiese alguna cosa indife-
"ar etc de n'tra « P V - ™ ' P o d e r d p P ^ s a r , uz!
rente en él mismo : « mas yo no temo asegurar, dice uno
Snsa^emn rteKd'rT0S qUe la e s e n c i a d e l a l m a
^ t á en e l
Kente lo m k m n il'i 0 m f d ? r m i d ° 110 s e r i a £ei
" i a c i o n a l « inteli-
» de nuestros escritores mas profundos, 110 temo afirmar
- • 'o mismo debe entenderse del deseo. i» que nada se halla de este género, nada hay indiferente
» ni en la naturaleza, ili en jas leyes, ni en las costum- nende el orden del universo : no lo serán en manera al-
» bres, ni en las ciencias, ni en las artes, y con mucha 5 a para el astrónomo, que demuestra su existencia
» mas razón en la Religión En todo hay verdadero y calcula ñor ellas los fenómenos celestes, y no se cansa
» falso, bien y mal, orden y desorden : bien y mal moral, de contetópláf su regularidad admirable y fecund.dad
» bien y mal filosófico, político, literario, oratorio, poé-
P r
» tico, etc., etc. ; bien y mal en las leyes y en las artes, S e e l dominio de la indiferencia se estrecha y
» en las costumbres y en los modales, en los procedi- reduce á proporcion que la inteligencia se dilata y desen-
» mientos y en las opiniones, en la especulativa v en la vuelve. Dios sobre ninguna cosa es indiferente porque
» práctica i . ». Así el hombre en realidad no es indiferente o conoce todo : al contrario la materia es indiferente a
sino respecto á lo que ignora, ó lo.que no existe para él. odo , porque nada conoce. El hombre colocado entre
Él está en relación de amor ó d e odio con todos los obje- estos dos extremos, es mas ó menos indiferente según
tos de sus pensamientos, y á veces se aferra mas á sus que conoce mas ó menos-, es decir según que se acerca
opiniones que á su misma vida?'. De ahí ese deseo innato m a s á los seres puramente materiales, o al Ser sobera-
de que prevalezcan nuestras opiniones, aun sobre las namente inteligente : de donde nace que el materialismo
cosas mas frivolas; de ahí ese encanto, esa afición al conduce á la indiferencia especulativa, y por consiguiente
estudio, tanto mas viva cuanto el entendimiento está al embrutecimiento, al paso que la Religión elevando al
mas cultivado, y los conocimientos son mas extensos ; de hombre hácia Dios, y familiarizándole con los pensa-
ahí las controversias en todas materias, ya sobre física, mientos mas sublimes, y las doctrinas mas espirituales
ya de moral, de teología y de gramática ; de ahí las sec- perfecciona infinitamente su inteligencia 1 , y no le permite
tas y academias, las discordias públicas, los espectáculos, ser indiferente sobre nada de lo que esencialmente le
las pasiones que turban la sociedad y las virtudes que la
interesa. , , . . .
conservan ; de ahí en fin el espíritu de proselitismo, tan
Es necesario recordar aquí nuestra degradación primi-
ridiculamente echado en cara á los cristianos, y que se
tiva, y la perpetua lucha de los sentidos contra el espíri-
encuentra en todas partes donde quiera que haya una
tu, que es consecuencia suya, para comprender como la
persuasión, lo mismo en las tertulias que en las cátedras,
Religión, en virtud de la perfección que exige de nos-
en la política que en la literatura, en las ciencias que en
otros , y de la suva propia, viene á ser para muchos un
las costumbres, en la filosofía y en-la Religión, con sola
objeto de odio, y en seguida de indiferencia. Como en
la diferencia que en la Religión es mas duradero y mas
ella (la Religión) todo es de rigorosa verdad, nada hay a
noble, porque encierra mas verdades, y verdades mas
sus ojos indiferente, ni en el dogma, ni en las costum-
importantes.
bres , ni en el culto : por consiguiente no puede dejar al
Hablad á un labrador ocupado en cultivar la tierra de- hombre libre para creer y obrar á su arbitrio; antes le
las leyes de la atracción que la contienen en su órbita ; obliga á someter su razón á la fe, sus apetitos á las obli-
como-son ininteligibles para él vuestros discursos, le de- gaciones , su mismo cuerpo á las prácticas que le impo-
jarán indiferente sobre esas leyes de que le habíais, y él ne ; y es claro que sujetando de esta suerte al hombre en
no conoce. Sin embargo, nadie por eso dirá que tales todo" cansa y desespera sus pasiones. Estas, nunca r e n -
leyes son indiferentes en sí mismas, pues que de ellas didas, aun cuando obedecen, trabajan sin descansar por
romper el yugo que sufren, á mas no poder, murmuran-
1 Bonald, sobre la tolerancia de las opiniones : el Espectador
francés en el siglo X I X , t. lV.pág. G9 y 71. 1 Es claro que únicamente se habla de la Religión verdadera; las
2 La opinion suele preferirseá la vida, cuyo amor parece t a n otras no son mas que opiniones, y en lo que tienen de falso opinio-
fuerte y natural. nes perniciosas.
do. El orgullo, padre de la mentira, y enemigo eterno de hombre donde no Í ^ S S ^ f f ^ f
la autoridad, sugiere al espíritu una multitud de sofismas rastrarestúpidamente un^ e s t o d e % £ !amuerte.

tanto mas seductores, cuanto mas lisonjean los deseos seos ni sentimientos sumei gn ^ poco ,
secretos del corazon. Estamos muy cerca de no recono- Sin duda depende deAo S t e doctrinas vitales,
cer una cosa por verdadera, cuando se nos figura tener esta disolución t e r n b l e protegienao i en ciei-
interés en que sea falsa: poco á poco las preocupaciones fuente fecunda de la e n e r g í a j M g r qa(í n u
se fortalecen y extienden; el ejemplo de otros nos arras- tas sociedades, contra ^ ^ ^ ^ J ^ e P . e l mal, pop-
i r a , y casi siempre dominados, á pesar nuestro, por el u l a r i d a d todolo p u e d f e X sobre los p u e -
principio de autoridad que combatimos, cada uno funda que tanto en uno como ® otro no se o« cuando
su convicción en la fingida convicción de otro. Tal es en ¿los sino por a a u t o n d a d y l a « ^ieCesariamente
compendio la historia de todas las rebeliones contra la es lo que debe ser, prevalece siempip lrasl0rnar
verdad : se duda, porque otros d u d a n ; se niega porque á las autoridades p u t o » que , con
niegan y porque nos acomoda negar y dudar. Con todo, el orden, ó á viva fuerza o o que e , n ^
al momento se advierte la necesidad de llenar el vacío de opiniones: y esta misma es la i a ^ d e a r i d a d g é n e r a l ,
las creencias ó símbolos que se desechan : se quiere toda- petua de la sociedad ^ ^ ^ ú T ^ v l o de los
vía y necesariamente creer, porque el creer es natural al en virtud de un pnv.leg.o d ^ no e ^ ^ cn
hombre, y este no se arroja sino por grados á la incredu- errores y debilidades a que se f ^ f l o gobiernos, lé-
lidad. Así es que ansiosamente se abrazan las apariencias ,a sociedad P ^ ^ ^ ^ S S de pensar,
de verdad que se presentan, y nos adherimos á ellas con
una especie de obstinación violenta, como quién se agar-
ra á una tabla en un naufragio, y la persuasión ciega del
error produce el fanatismo en el obrar. Mas cada error no
tiene sino un tiempo determinado, y este b r e v e : no pue-
den ellos estar de asiento en la casra de la razón; viven
allí como si dijéramos bajo de tiendas, y forzosamente se
pasa de uno á otro hasta haberlos andado todos. Entonces
antes que volver á la verdad que se t e m e , nos armamos
contra ella de la ignorancia, de la distracción y del olvido.
Una voluntad perversa la arroja del entendimiento, y se en lo íntimo de su corazon rodea con u n ^ r o s a ^ a ü o
la trata como á aquellos proscriptos á quienes no es posible sus esperanzas y consuelo. Pero.si m a vez -
convencer delante de la ley, pero que un tirano receloso b i r ; cuando á fuerza de corromperle se le h a h ^ h o n g u
y desconfiado hace desaparecer y destierra de la sociedad. rarse nuevos intereses; cuando los vicios mas feos y v e r
Cuando un pueblo llega á este estado de indiferencia , Malhesherbes, ministro y encargado del juzgado de i m p r e n t a s
absoluta hácia la verdad, su fin, no lo dudéis, está muy en Francia , hacia venir bajo su sobre las pruebas
cercano : esta es la señal menos equívoca de la decrepi- Eloísa, que se imprimía entonces cn Amsterdan, > hacia ejecutar
tud de las naciones: En su indolencia apática se asemejan otra en Francia por Rousseau : solicito ademas a e,te pa, a que , m
á un viejo que ha perdido hasta la memoria, y solo falta primiese el Emilio, prometiéndole su p r o t e e m n ; y en e cto por
medio de ella se hicieron dos ediciones de el, "na n H a n ^ J
destruir en él algunos órganos gastados, cuva descompo-
otra en París. ¡ Quién le diría á Malhesherbes que a efecto de aquel
sición desagradable acaban de d i a e n día las causas natu- desenfrenada licencia habia de tener que abogar un día poi su
rales. Objeto de compasion y fastidio aun para los niños, buen Rey para librarle de la guillotina, sin poderle librar.
á quienes un noble instinto no los permite reconocer al
nnonrii puede decirse que
les incomodan, y en su ^ una fe estéril y d é -
míos y castigos de la o ra S v I T ' ' m n á ° I o s P r e ' no pertenecen á l a R e l i g i ó n s m ^ ^ á eslos dcs_
6 parecen biles remordimientos. 6 yue- u
ciones de la niñez • en n n V n . i ! ? Preocupa- S u r a z ó n no
perdidoparaél s S e s i t n l ' " - ? 1 3 Re,i^onha venturados? ^ s e c o n ^ a - i ,araíz dc su
mas y los p r e c e p t o s r > S g a
^»almente los dog- se niega á confesion algu a - ' ^ sino de
oir ei santo n o X d e L s emnnC; CO,n ? e S ' ) r e c Í 0 a l mal. A estos no hay necesidad oe fuQesta suerle

pregunto á mí t0dü
« a n d o me moverlos y atemorizarloscon a J - ^ d u c i r e l t e r r o r
mano para redtícir á este puehln ^ algún medio en l o h u - que les amenaza. Lo que m porta | ^ ^ formi_
Y á la práctica d é l a S % í C r e e n c i a d e l a vertad dable t r u e n o de k s wnganzasde mi Dios, cuya paciencia
ciados se puede t o d a v ¿ ^ ¡ ¡ ¡ S S ^ * »
dad que responder c o m p r e s ! \ no se en ver- S£n?y c n y ^ — E n s a y o úni-
No es este ^ o r a nuestro interno sisle ma,
camente nos d i n g m p s a os mdilereD^ P oido
c l u K n t ero d e T * T " se debe»
á muchos Í S T ^ peales y verdaderos á
St S S S * * l a s des

mo se piensa, á n o ¡ e r X ^ m 6 8 t a n f á c i l co-
repetir que todas las rengiuu , e x a m i n a r si
rante, que un honih e s e - S ? ? ^ a m e r i t e igno-
que por todas S S ? S R
f*0?' precian todas s i n ^ ^ T S S f t S S o s y s e aver-
haY
presenta, la halla dentro v fea de s, v '6 ¿ b r e la fe
de quiera
hace su tormento ó su esperanza A" A l
GS q u e 111 a u n
esa secta de filósofos m u ' Z f r f t P ^
i i i i s ^ i «
• las luces v conocimientos de cada u n o . s e
^ S & q ^ s u V e r e n c i a varia hasta lo infinito,
v presenta tantos grados diferentes, c u a n t o s son no solo

o S dúos, sino aun los grados de extensión de su in-


teligencia , las combinaciones de pensamientos, i las si
tuaciones posibles del alma en cada individuo.
Sin embargo, considerada, no en las personas sino en
las doctrinas, se reduce á tres sistemas, en u n o de los
W cuales es indispensable entrar luego que se sa e de a \ e i _
espíritu 7 & M o T n ^ dad católica; porque esta no se puedeimpugnar si no ne
tibie de abrirse á L duCs^SonTs gando, ó la autoridad de la Iglesia, ó la a u t o n d a d de
sucristo, ó la autoridad de Dios: tres grandes d i u r n o
toMS^ £ que tampoco nes ó errores que constituyen la herejía, el deísmo > ci
que débfles,
^ D i v i d i r e m o s , pues, en tres ciases los indiferentistas dog-
máticos. La primera comprende aquellos que, n o v i e n a
en la Religión sino una institución política, no ia u w
necesana sino para el pueblo : la segunda los que admi-
ten la necesidad de una Religión para todos los bomb e
pero desechan la Revelación; y la tercera, en fin secom-

CAPÍTULO II.

Reflexiones sobre el primer sistema (le indiferencia, ó sea sobre la


1 1 1 9 3 reil iones s
doctrina de los que, no viendo en la Religión mas que una i n s t i -
sisSr^li?^ f <>bre cada uno de estos tución política, no la creen necesaria sino para el pueblo.
r n n S ' r e í 5 e x i , ? n e s ? U e b a § t a r á n P 3 ™ demostrar su in-
™ J i a Y absurdos, haremos ver que en último re-
2 1 t0d S X m i
? f á P a r a r á u n n «smo .término , á un Se halla al lado de la cuna de todos los pueblos á la Re-
mismo punto a saber : en la-indiferencia absoluta de la ligión , así como á la filosofía cerca de su sepulcro. « No
verdad en materia de Religión. Nos dedicaremos pues á » se ha fundado estado alguno, dice Rousseau, que no tu-
indiferencia monstruosa, e c h S d o T j o » viese por base á la Religión 1 .» Y cuando la filosofía
quiso poco ha fundar un estado sin ella 2 se vió forzada á
L r r n C 1 | ) I O S e n q u e , e l r a c i o c i n i o puede querer
apoyarla; de manera que todos los indifereiitistas cual- cimentarle sobre sus ruinas : estableció el poder sobre el
derecho de trastornarle, la propiedad sobre la expolia-
£ 5 ? ¡l S Ü general
rán rpfntaíinc
t T " &
de la indiferencia, se
Cada no
quié-
halla- ción, la seguridad personal sobre los intereses sanguina-
16mP
rios de la multitud, las leyes sobre sus caprichos. Este
do ° P °es
t H n f la cual probaremos
doctrina,
r 10
<*Ue dái rtodos
común
emos de
ellos ^ t a orden social filosófico ha existido algunos meses, y du-
t o n el mayor encarecimiento que podemos rogamos á rante ellos la Europa ha visto acumularse en su seno mas
calamidades y crímenes que cuantos presenta la historia
¡ ™ ¡ f a ? l " e i \ e s s e d i r i 8 e e sla obra, alejen°de s t a l de los diez siglos precedentes y si Dios no hubiera abre-
lee, la todo espíritu de contención y departido. ¿ D e g u l viado estos dias horrorosos, no sé si habría quedado vivo
serviría engallarnosá nosotros mismos? La verdad no se un solo hombre para recoger el fruto de la lección mas
2 e / 0 r ° f S Ü n a r S e e n 110 c o »°cerla : ella no de a terrible que jamás se ha dado sobre la tierra.
y a r d e ó t e m r a n o Ile
.
0
día tFn Ie sIt e' V ? q U C 6 S ' Í P
> ya acaso cerca de nosotros, y que n o p o d r e -
*ará su Digan lo que quieran algunos sofistas, la experiencia
mos evitar, sera de poco consuelo la vanidad de haber ha hecho ver ya que no puede subsistir un pueblo de
resistido a su luz. Recibámosla pues con regocijo, venga ateos 3 , pues sola la tentativa de substituir el ateísmo á la
de donde viniere. Honremos el entendimiento que se nos
^ e l e V a i ! d l ) e h a S t a I a c o n t e m P ' a c i ó n de la verdad 1 Contrato social, lib. iv, c. 8. — 2 En la revolución francesa.
infinita e inmutable, que encierra en su seno nuestros in- 3 El ateísta Diderot, apreciador poco sospechoso de su propia doc-
tereses eternos Nuestra perfección es conocerla, v u e s - trina, conviene en esto, y su confesion es de tanto mas peso, cuanto
que está consignada en una correspondencia familiar, que, como se
tra dicha amarla. Criados para ella y para la inmoí al -
creia no había de ver la luz pública, debe presentar m a s fielmente
dad, reflexionemos que la vida se nos huye, y se nos huve
que sus demás obras los verdaderos sentimientos del autor. Hé aquí
para siempre : elevemos mas alto nuestras miradas ? sus palabras : « Se ha dicho alguna vez que u n pueblo cristiano que
como viajeros que solo por momentos transitamos ñ o r » siguiese en un todo el espíritu del Evangelio no podría subsistir.
f 2 " i e s extranjeras, no pongamos nuestro org¿lio » Con mas razón y con mas verdad se verificaría esto de un pueblo
en persuadirnos que no tenemos patria. » filósofo, si fuese posible formar uno : este tal encontraría su ruina
» al salir d é l a cuna en el vicio mismo de su constitución. » Cor-
respondencia literaria, etc., por Grim. y Diderot, t. I, pág. 492.
necesaria sino p a r a el pueblo : la segunda los que admi-
ten la necesidad d e una Religión para todos los hoiiibre
p e r o desechan la Revelación; y la tercera, en fin s e c o m -

CAPÍTULO II.

Reflexiones sobre el primer sistema (le indiferencia, ó sea sobre la


a g U n a S reil i o n e s so )re
doctrina de los que, no viendo en la Religión mas que una i n s t i -
sisSr^l - f ' cada uno de estos tución política, no la creen necesaria sino para el pueblo.
r n n S ' r e í 5 e x i , ? n e s ? U e b a s t a r á n P a r a demostrar su i n -
2 S ' a y a b s i " ' d 0 s ' h a r e m o s v e r q - e en último r e -
t0d S X m i
2 1 ? f á P a r a r á u n n « s m o .término , á un Se halla al lado de la cuna de todos los pueblos á la Re-
mismo p u n t o a saber : en la-indiferencia absoluta d e la ligión , así como á la filosofía cerca de su sepulcro. « No
verdad en materia de Religión. Nos dedicaremos pues á » se ha fundado estado alguno, dice Rousseau, que no tu-
— - t a indiferencia monstruosa, echaTdo 1 a b i j o » viese p o r base á la Religión 1 .» Y cuando la filosofía
quiso poco ha fundar un estado sin ella 2 se vió forzada á
L r r n C 1 | ) I O S e n q u e , e l r a c i o c i n i o puede querer
a p o y a r l a ; de manera que todos losindiferehtistas cual- cimentarle sobre sus ruinas : estableció el poder sobre el
derecho de t r a s t o r n a r l e , la propiedad sobre la expolia-
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d e la indiferencia,
Cada no
quié-
se halla- ción, la seguridad personal sobre los intereses sanguina-
rios d e la multitud, las leyes sobre sus caprichos. Este
d o c t r i n f l f S a / m 1 6 m p ° P ° r 1 0 q u e d ^ m o s de esta orden social filosófico h a existido algunos m e s e s , y d u -
doctrina, la cual probaremos es común á todos ellos
t o n el mayor encarecimiento que podemos rogamos á rante ellos la Europa ha visto acumularse en su seno mas
calamidades y crímenes que cuantos presenta la historia
t E f ' T ' ? T L e S s e d i r i ° e e s l a ^ r a , alejen d e s t a l de los diez siglos precedentes y si Dios no hubiera abre-
leerla todo espíritu decontencion y d e p a r t i d o . ¿De qué
serviría engallarnosá nosotros mismos? La verdad no se viado estos dias horrorosos, no sé si habría quedado vivo
u n solo hombre para recoger el fruto de la lección m a s
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2 / 0 r ° f S Ü n a r S e 6 , 1 1 1 0 c o " ° c e r i a : ella no de a terrible que j a m á s se h a dado sobre la tierra.
día Fn e í p S v , 1 0 q u e e S ' y i a r d e Ó t e m P r a n o " e o a , ' á su
tn este Digan lo que quieran algunos sofistas, la experiencia
. > ya acaso cerca de nosotros, y que no podré-
i s evitar, sera de poco consuelo la vanidad de haber h a hecho ver ya que no puede subsistir un pueblo de
resistido a su luz. Recibámosla pues con regocijo, venga ateos 3 , pues sola la tentativa de substituir el ateísmo á la
de donde viniere Honremos el entendimiento que se nos
^ e l e V a i ! d l ) e h a S t a I a c o n t e m P ' a c i ó n de la verdad 1 Contrato social, lib. iv, c. 8. — 2 En la revolución francesa.
infinita e inmutable, que encierra en su seno nuestros in- 3 El ateísta Diderot, apreciador poco sospechoso de su propia doc-
tereses eternos Nuestra perfección es conocerla, v n u é s - trina, conviene en esto, y su confesion es de tanto mas peso, cuanto
que está consignada en una correspondencia familiar, que, como se
tra dicha amarla. Criados para ella y para la inmoí al -
creia no había de ver la luz pública, debe presentar m a s fielmente
dad, reflexionemos que la vida se nos huye, y se nos huve
que sus demás obras los verdaderos sentimientos del autor. Hé aquí
para siempre : elevemos mas alto nuestras miradas ? sus palabras : « Se ha dicho alguna vez que u n pueblo cristiano que
como viajeros que solo por momentos transitamos por » siguiese en un todo el espíritu del Evangelio no podría subsistir.
t ' 2 n e s extranjeras, no pongamos nuestro org ¿lio » Con mas razón y con mas verdad se verificaría esto de un pueblo
en persuadirnos que no tenemos patria. » filósofo, si fuese posible formar uno : este tal encontraría su ruina
» al salir d é l a cuna en el vicio mismo de su constitución. » Cor-
respondencia literaria, etc., por Grím. y Diderot, t. I, "pág. 492.
Religión ha trastornado de arriba abajo la sociedad en por consiguiente su aborrecimiento; por eso la filosofía
Francia, y destruídola enteramente. Así es que la opi- dejando en paz á la idolatría, dirigió sus principales tiros
nion contraria, sostenida en un principio como una sim- contra las verdades importunas á las pasiones, contra los
ple paradoja por algunas cabezas desconcertadas, no ha principios de la moral, contra las penas, y premios de la
podido llegar á ser, ni formar creencia, sino para un corto otra vida, la inmortalidad del alma, y la existencia de
número de insensatos tan faltos y escasos de luces como Dios. La licencia de costumbres que protegía, la dió nu-
sobrados de orgullo, y tan profunda y miserablemente per- merosos discípulos : pero léjos de poner en duda la nece-
vertidos, que cada pensamiento en ellos era un delito. sidad política de la Religión, estuvieron tan penetrados de
En todos tiempos se ha conocido que la Religión era el ella que la confundieron con las instituciones puramente
único fundamento de las obligaciones y deberes, así co- políticas, y la creyeron invención de los legisladores. Por
mo las obligaciones y deberes son el único lazo y vínculo este título se conservó exteriormente como una cosa tan
de la sociedad. Nada hay que pueda suplir por la con- sagrada como las leyes; y aun el magistrado, imbuido en
ciencia, y ella suple por todo. Por mas que se hable á los las máximas ateas de Epicuro, hubiera castigado con una
hombres de bien público, y de interés general, el parti- severidad inflexible, cualquier a atentado contra el culto
cular será su móvil constantemente, y el poder mismo de establecido.
la Religión consiste en que ofrece y muestra á cada uno Antes pues de examinar este sistema filosófico, será
el interés inmenso que tienen en concurrir al bien gene- oportuno verle en acción, digámoslo así, entre los anti-
ral y común. No se necesita mas que tener sentido común guos y modernos; pues este es el mas breve y seguro me-
para convencerse de esto : los legisladores dé la antigüe- dio de formar de él una idea exacta.
dad lo conocieron bien; y así en vez de raciocinar loca- Introdújose entre los Romanos hácia el tiempo de la de-
mente contra la Religión, se sirvieron de ella para con- clinación de la república, y su principio concurre con la
solidar el edificio social•; ía hicieron intervenir en todas decadencia de las virtudes públicas .y privadas. Sin e m -
las cosas, la colocaron en todas partes, en las familias, bargo, se hizo desde luego lugar entre los grandes y p o -
cerca de los hogares domésticos, y en el estado como parte derosos, siempre mas fáciles á dejarse seducir por todo
de su constitution y del gobierno. Ellos hicieron descen- lo que lisonjea el amor propio, tranquilízalas pasiones, y
der las leyes del cielo, y por medio de la opinion fijaron alivia el disgusto del tedio : el pueblo por mucho tiempo
un no sé qué de divino á todos los acontecimientos de la no dió entrada á la nueva filosofía, y á esta época se debe
vida humana, á todas las instituciones civiles, á los mis- referir sin duda el cuadro del estado religioso del imperio
mos objetos inanimados, á los bosques, á los ríos, hasta trazado por Gibbon.
las piedras destinadas á servir de linderos, y separar las « El pueblo., dice, miraba las diversas especies de cul-
h e r e d a d e s 1 ; y si se miran las cosas de cerca se verá que » t o s que reinaban en el mundo romano como igualmente
el paganismo no multiplicó hasta lo infinito sus dioses, » verdaderos, el filósofo como igualmente falsos, y el ma-
sino por un efecto de la necesidad infinita que el hombre » gistrado como igualmente útiles; y esta tolerancia pro-
tiene de la divinidad. » ducia no solamente una indulgencia mutua, sino una
Cuando las costumbres se corrompieron, y la razón co- » verdadera concordia entre las religiones.
menzó á examinar con aversión su fe y creencia, le fué » La superstición del pueblo no abrigaba odio alguno,
fácil sin duda reconocer la falsedad del politeísmo; pero » ni rencillas teológicas, ni estaba encadenada en el cír-
no era esto, no era lo que tenia de falso la.Religion lo que » culo de un sistema exclusivo. El devoto politeísta, por
contrariaba las inclinaciones de su corazon, y excitaba » adherido que estuviese á su culto y rito nacional, admi-
1 De ahí en efecto tantos dioses, tantos genios para todas y cada
» tia con una especie de fe implícita todas las religiones
u n a de las cosas: los dioses Lares, Penates, el dios Término, etc. » de la tierra.....
» Los filósofos conservaban en sus escritos y conversa- descripción horrorosa del vicio interior que irremedia-
)> ciones la independencia y dignidad de su razón; pero blemente debia conducir á Roma á su r u m a K
» en las acciones se sometían á las reglas establecidas por Si se considera atentamente al género humano en la
» las leyes, el uso y la costumbre. Mirando con una son- época en que comenzó esta grande revolución, á p o c o
» risa de compasión é indulgencia los errores del vulgo, trabajo, en medio de los acontecimientos brillantes, se
» practicaban con exactitud las ceremonias religiosas de descubrirán las causas que la hacían necesaria. El cuerpo
» sus antepasados, frecuentaban devotamente los templos social estaba debilitado, y el vigor aparente que continuó
» de los dioses; y aun hubo entre ellos alguno que h a - mostrando por algún tiempo, casi únicamente dependía
» tiendo gran papel en el teatro de la superstición, ocul- de la disciplina militar, que se altero bien presto como to-
t a b a los sentimientos de un ateo bajo la toga de pontí- do lo demás. El poder absoluto de los emperadores suplió
» fice. Hubiera sido muy difícil determinar á unos hombres momentáneamente por las leyes, por las costumbres y por
» que pensaban de este modo á disputar entre sí sobre las la Religión: habia en esto no sé qué fría y triste imitación
» diferentes especies de culto ó de creencia: les era muy del orden, porque al fin obedecía, y se obedecía por p u -
» indiferente que las locuras de la multitud tomasen esta ro miedo. La espada del soldado legionario fué el cetro
)> forma mas bien que la otra; y con el mismo desprecio con que se gobernó á aquellos fieros y orgullosos Roma-
» interior, y el mismo respeto aparente, se acercaban á los nos que habian subyugado al mundo entero; y como
» altares del Júpiter de Libia, que del Olímpico ó del Capi- nunca se habia visto ejemplo de semejante dominación,
»tolino » tampoco lo hubo de igual esclavitud.
Nos sorprendería menos la complacencia con-que pinta Desde el reinado de Tiberio se ven depravarse las almas
Gibbon la incredulidad romana si hubiese ignorado sus hasta tal punto que aun hoy mismo nos asombra; ó mas
espantosos efectos. Pero él sabia mejor que ningún otro bien diremos, que se manifestó sin rebozo la degradación
que el desprecio interior de los filósofos, no solo del Júpi- ya existente , que solo esperaba para presentarse con des-
ter de Libiay Olímpico, sino de toda divinidad cualquiera, caro, y tomar, digámoslo así, en algún modo la posesion
no tardó en propagarse entre los devotos politeístas, y que solemne del oprobio, un primer ejemplo, y un premio o
á ejemplo de los grandes la multitud, hecha indiferente á salario indigno y vil. A la verdad, aparecían de cuando en
todo menos á los placeres, se desengañó de tal modo de cuando en la sociedad algunas raras virtudes, semejantes
las locuras y supersticiones antiguas, que el imperio pri- á aquellos fuegos que se suelen encender de noche en las
vado del apoyo que le daba y tenia en la Religión, bam- costas de un mar borrascoso para indicar el rumbo á los
boleó de golpe como un hombre embriagado, y al fin des- navegantes ; pero no alumbraban sino para hacer ver los
apareció en el fango adonde le arrastraron con ignominia
los.pueblos fuertes y robustos por su creencia y por sus 1 No se debian esperar de Gibbon otras descripciones. Este i n -
costumbres. Móntésquieu no teme atribuir su caida á la fi- glés convencido por la lectura de la historia de las variaciones, y
losofía de Epícuro, cuyo resultado admira tan candorosa- hecho de protestante católico, y de católico otra vez protestante por
mente Gibbon 2 . Éste sin duda no advirtió que el cuadro estar en la casa de un ministro de la secta, parecía nacido para mi-
que quería sacar agradable y atractivo, no es mas que una rarlo todo con indiferencia. Su carácter filo no podia admirar los
rassos de una virtud sublime, y solo parece que los crímenes a r r e -
1 Historia de la decadencia y caida del imperio romano, 1.1, c.xi. bataban su imaginación : enemigo de la Religión cristiana echaba
.2 Bolingbrocke piensa en un todo sobre este punto como Montes- de menos el paganismo, y él mismo lo confiesa en su carta al Lord
S h e f f i e l d diciendo : « que si habia hablado bajamente de loscristia-
quieu. « El olvido y el desprecio de la Religión, dice, fueron la causa
» principal de los males que sufrió Roma en lo sucesivo : la Reli- > no« era porque estaba adicto y apasionado al paganismo. » E s -
» gion y el estado se destruyeron en la misma p r o p o r c i o n . » T . IV, tuvo empleado en el Parlamento, y en el ministerio del Lord North,
pág. 228. y murió en 179*.
naufragios que habrían debido evitar. Y aun estas virtu- ciedad, \amuerte del género humano seria el resultado de
des examinadas sin pasión, ¿qué venían á ser al fin mas la victoria que la sabiduría moderna se esfuerza á alcan-
que el fácil y débil valor de morir, ó diremos mejor, de zar sobre lo que llama preocupaciones. Lo sabíamos ya ;
escapar del trabajo de vivir ? El vigor de las almas mas ele- pero es útil oírlo de su propia boca.
vadas consistía en ceder al peso de estos tiempos terribles: El Cristianismo, pues, encontró al imperio en aquel es-
júzguese, pues, del pueblo entero p o r estas excepciones. • tado de desfallecimiento moral que resulta de la priva-
El espíritu humano no sabia ya en que fijarse. Despo- ción de la verdad, y anuncia una disolución próxima; y por
jado de su creencia, y aun de sus opiniones, erraba á la lo mismo para establecerse tuvo que vencer la indiferencia
ventura en un inmenso océano de dudas é incertidum- general, y la resistencia de los magistrados decididos á
bres. Ya no habia paganismo, ni tampoco filosofía, á no • sostener el paganismo, no como Religion sino como una
ser que se quiera dar este nombre á aquellos pueriles, institución del estado. Este fué casi el único motivo que
dictó tantos edictos sanguinarios : el fanatismo tuvo tan
juegos del ingenio, con que algunos Romanos entretenían
poca parte en ello, que el filósofo Marco-Aurelio y Trajano
su ociosidad en los jardines d e s ú s quintas [villa), ó bajo
no fueron menos perseguidores que Nerón : proscribieron
los pórticos de sus palacios, sin que de todos estos discur-
á los Cristianos como enemigos de las leyes, y es de notar
sos ingeniosos saliese una regla fija de .conducta, ni un que la intolerancia política es l a m a s implacabley bárba-
principio para la conciencia. Se disertaba sobre los dioses ra, porque no está suavizada por la Religion que prohibe.
para dudar si existían : sobre las- obligaciones, para elu- En toda Religion, aunque sea falsa, hay algo de grande,
dirlas ; sobre la muerte, para inferir que se debían procu- generoso y favorable á la humanidad ;la política, al con-
rar todos los placeres de la vida; y sobre todo, se abando- trario, no conoce la piedad, y se mantiene constantemente
naban gustosa y descuidadamente al torrente que arreba- en calma y fria, aun cuando es atroz y cruel. Así se ha vis-
taba confundidos entre sí las ruinas del orden social, y los to en todas las épocas, y.bajo esterespecto no hay cosa
hombres, y las instituciones, y el mismo imperio. que se parezca mas á las persecuciones de los emperado-
Con todo, á pesar de la indiferencia general, y tal vez res contra los primeros cristianos, que las persecuciones
por un efecto de esta misma indiferencia, se conservaba de la Inglaterra contra los católicos. Pero tratraremos des-
el culto; pero era un culto vacío de fe, y por consiguiente pues este importante objeto, que merece una atención
incapaz de producir efecto alguno. En la tribuna se conti- particular.
nuaba invocando por testigos á los dioses inmortales :
jamás los retóricos fueron mas fecundos en máximas se- No hay mas que un medio para arrancar á los hombres
veras, y pomposas sentencias de m o r a l ; pero en el entre- de la indiferencia en que los precipita el abuso de la r a -
tanto la sociedad se debilitaba visiblemente, porque las zón ; y este es el domar esta razón altanera, obligándola
frases y discursos pomposos no son creencias, ni las fúti- á humillarse bajo una autoridad tan elevada y brillante
les declamaciones pueden suplir por las doctrinas sociales. que no pueda desconocer sus derechos. Es preciso conven-
La misma filosofía, aunque decidida á no ver en estas doc- cerla de que hay una. razón superior, regla inmutable de
la verdad, á la cual debe someterse como al supremo Mo-
trinas mas que preocupaciones, ha reconocido en nuestros
narca de todos los seres inteligentes; en una palabra, es'
dias su necesidad indispensable. «Indudablemente las
preciso que, reconociendo la soberanía de Dios, se eleve
»preocupaciones son necesarias á los hombres, dice uno
hasta una obediencia absoluta, q u e ; conteniéndola en su
» de sus mas célebres discípulos, en una obra en que e n - esfera, de Ja cual nunca sale sino para extraviarse, la im-
» seña el ateísmo; sin ellas, ni hay resorte, ni acción, todo pida despojarse á sí misma de la posesion de la verdad.
» se entorpece y muere''.» Así es que, la muerte de la so- Pues esto es lo que de un modo admirable hizo el Cris-
tianismo. Anunciase desde luego con caracteres exterio-
1 Correspondencia literaria de Grim. y Diderot, t. V, pág. 8.
res de divino; y tan pronto como hubo probado su origen un sistema de filosofía anárquica, y un atentado monstruo-
celestial, destierra todas las dudas, sin dejar indecisa nin- so contra el poder general, que rige y gobierna la socie-
guna verdad necesaria, y obliga á la razón humana á pros- dad de los seres inteligentes. Ella hizo retroceder el espí-
ternarse ante la razón divina, y á escuchar silenciosa- ritu humano hasta el paganismo 1 , y al punto, causas se-
mente y con un pleno asenso las sublimes, lecciones que mejantes á las que habian obrado entre los Romanos en
le dictaba. Adquiriendo entonces el principio de acción, los tiempos de su mayor corrupción, produjeron iguales
ó sea la fe, un grado de fuerza proporcionado á la auto- efectos en algunas naciones modernas, víctimas, sin co-
ridad infinita que enseñaba, se le pudo decir al h o m b i e : nocerlo, de los mismos principios destructores. Conside-
Sé perfecto como Dios mismo loes, se le pudo mandar to- remos sino por un momento á la Inglaterra en particular.
do, porque todo es posible al que cree1; y ciertamente, Su posicion aislada permitió á la Reforma desenvolverse
cualquiera que tenga idea de lo que era el género huma- allí-con menos obstáculos, de suerte que en ninguna par-
no bajo Tiberio y sus sucesores, confesará qüe no se ne- te se puede observar mejor su marcha progresiva, y su
cesitaba menos que un poder infinito para substituir á las influencia en la sociedad.
costumbres abominables de aquellos siglos la severa mo- Los anarquistas de 1793 trataron de establecer también
ral del Evangelio, y su doctrina rígida á la filosofía escép- el orden social sobre la libertad y la igualdad, libertad
tica, cuyas máximas relajadas habían echado tan profun- absoluta de acción-, é igualdad de autoridad y de dere-
das raíces en todos los corazones. A los ojos de quien sa- chos, loque no era. mas que una consecuencia exacta de
be ver y apreciar las cosas por lo que son, este milagro lasoberanía del pueblo, la cual, excluyendo, por una parte
es mayor que la resurrección de un m u e r t o ; y la palabra todo superior, deja á cada uno enteramente libre, ó se-
que reanima un cadáver restituyéndole á la vida de los sen- ñor de sí mismo; y por la otra, perteneciendo igualmente
tidos, es menos maravillosa acaso que la que hace revivir á todos, debe repartirse y participarse por todos igual-
á un pueblo entero, restituyéndole la vida del alma. mente. Se sabe muy bien cual f u é el resultado de esta
Por el espacio de quince siglos una fidelidad constante doctrina; pero lo que yo quiero hacer observar aquí es su
al principio fundamental de la Religión cristiana preservó perfecta y entera conformidad con la doctrina teológica
á la Europa, no de escándalos pasajeros del error, sino de los protestantes 2 . Sentando estos como principio la so-
del letargo mortal de la indiferencia; y no se vió renacer
esta enfermedad terrible en su seno hasta el momento en » m i s m o ; y si lo omitió por las infamias que los poetas les a t r i -
» buyen, ¿eran menores las de Hércules? El mismo Lulero se h o r -
que la razón rebelde á la autoridad suprema, que la había
J> rorizó de ver á la Reforma caer desde su nacimiento en la indife-
guiado hasta entonces, se esforzó á recobrar la servil in- » rencia de religiones; y así escribió que Zuinglio se habia hecho
dependencia de que el Cristianismo la habia libertado. »pagano colocando á unos paganos impíos, y hasta un Escipion epi-
La Reforma, que desde luego mostró una inclinación » cureo, hasta un Numa, órgano del demonio, para establecer la ido-
baja y vil, y una veneración impía á los héroes de la filo- » latría entre los R o m a n o s , en el número de los bienaventurados.
sofía antigua 2 , no fué en verdad desde su origen mas que » Porque ¿ d e qué servirían el bautismo y los demás sacramentos,
» la Escritura y Jesucristo mismo, si los impíos, los idólatras y los
» epicúreos son santos y bienaventurados? ¿' qué otra cosa es esto
1 Omnia possibilia sunt credenti, Marc. v, 20. » sino enseñar que cada uno se puede salvar en su Religión y creen-
2 En la profesión de fe presentada por Zuinglio á Francisco I, » c i a ? ( P a r í ' . Confes. Lutli. liosp. p. 2, 187). »
aquel jefe de la reforma helvética ponia en el cielo, al lado de Jesu- 1 ¿ Qué diremos al ver la ansia, con que hoy se nos quiere r e d u -
cristo y de los Apóstoles, no solo á Arístides, Sócrates, Anlígono, cir por nuestros filósofos á lo m i s m o , haciéndonos gentiles en todo,
N u m a , Camilo,los Catones y los Escipiones, sino también á Hércules sin hablarnos m a s q u e d e sus héroes, y gen ti/izando todas las co-
y Teseo. « Yo n o sé, dice Bossuet ( H i s t . de las Variuc., lib. 2, sas?
» n ú m . 19), porque n o puso también á Apolo y Baco, y á Júpiter 2 Pudiera a ñ a d i r , v de los jansenistas. Siendo republicana la
G
i. '
beranía de la razón humana, ó de cada particular en ma- la autoridad del rey. « Si, cuando el soberano h a sancio-
teria de fe, intentaron dar por base á la Religión la libertad nado m símbolo: es una inmoralidad é impiedad dice
y la igualdad, es decir, la libertad de creer, y la igualdad un célebre filósofo inglés, negar ó poner en duda la a u -
de autoridad, y esta doctrina,común á.los revoluciona- toridad divina de una línea, ó de u n a sola jflaba de es e
rios políticos y religiosos, h a debido tener y tuvo r e a l -
S o l o , puesto que el testimonio y la autoridad de las
leves son la única garantía que tenemos contra el er-
mente un resultado igual en el orden religioso y en el
rol"' >>%ual es el modo de pensar de Hobbes; según el,
político : en el uno produjo todos los - crímenes, y en el
los cristianos están obligados ¿ o b e d e c e r a as e y e s d e
otro todos los e r r o r e s ; y durante las fatales discordias
un príncipe infiel, aun en materia d e Rehgion^ «El pe
que condujeron á u n o de sus reyes al cadalso, la Ingla-
» Sarniento, dice, e s libre : pero en lo que toca a l a c ó n
terra experimentó simultáneamente en uno y otro orden ; S n d é la fe la razón particular *
el mismo efecto.
» razón "enera!, ó al soberano, que esta en lugai de D I O S .»
Sin embargo, cada una de las sectas, al sentirse desfa-
llecer, procuraba apropiarse sobre sus miembros una au- No es posiMe confundir mas entera y completamen e e
toridad reguladora de su creencia y de sus acciones, ó órden político y religioso, ni mostrar mayor indiferencia
echar m a n o de algunas reliquias del principio Conserva- p o r la verdad. Se conocía la necesidad de un culto, y p o r
dor que habían imprudentemente destrozado. ¡ Tentativa consiguiente de una autoridad que le defendiese contra la
inútil! Al punto se le hacia ver que nopodia reclamar se- inconstancia de las opiniones; pero como no se conocía
otra autoridad exterior que la autoridad ? ¿J^Q
mejante autoridad sin condenarse á sí m i s m a ; y la i m -
za se hizo al depositario de la fuerza publica, el arbitro
poten tía absoluta de encontrar un p u n t o ' d e apoyo sobre
independiente y supremo de la fe. Las pasiones y el inte-
las arenas movedizas de la Reforma, obligó á los espíri-
Religión como se hab.an dado una
tus consiguientes á atravesar rápidamente todo e,l Cristia-
constitución 3 ; y la Religión no fué ya m a s q u e un articulo
nismo para llegar al mismo término que la filosofía anti-
de esta constitución : una especie de contra o en r el
gua ; es decir, primero al ateísmo, y luego á la indiferen- pueblo v el soberano, en que el pueblo estipulaba ^
cia, que encierra en sí todos los errores juntos, p o r q u e e claritud religiosa, en cambio de la p a r t ^ u e se tomaba
excluye á la vez todas las verdades.
Entonces se verificó en las ideas una revolución igual á dé k libertad política. Digo f ^ f ' ^ Z ^ t
la que acaeció en Roma hácia los fines de la república : se reflexión porque la esclavitud consiste no en la obedien
dejó de pensar en la Religión como en una cosa verdadera, d a á l a autoridad, en la que por el contrario e s t n y a la
por considerarla solo bajo un punto de vista puramente s L libertad verdadera, sino
político. Se hizo de ella una institución de estado sometida
^Lu^e^o m t ó ^ ^ e h g i O T d t e g d á ser una simple institución
en u n todo á la cabeza de él aun en lo tocante, al dogma.
p o S T l a f e una lev del estado, debió mirarse como
Se habían negado á creer el Cristianismo bajo la garantía
u n e S ü g o d e ' estado y un rebelde á las leyes a todo d
y autoridad de Dios, y se llegó á no creer en Dios sino bajo
a u e p r o f é s a s e públicamente una fe diferente. De aquí las

persecuciones que padecieron los disidentes en Inglaterra,


doctrina jerárquica de estos, ¿qué liabian de ser sino republicanos
en la política? Igualando á los obispos con el p a p á , á los curas y persecuciones f u r a m e n t e políticas p o r su naturaleza;
simples presbíteros con los obispos; y reputando á este por el mejor
1 Lord Shaftsbury's Characteristics, volum. 1, páginas 231, 3G0.
gobierno, «qué podria esperarse de ellos sino u n a d e m o c r a c i a ? ó
por mejor decir, asegurando, como lo hace Febronio, que el gobierno
* í o ^ S ' í a f t s S S s v los intereses forman esas constitucío-
de la Iglesia no debe ser m o n á r q u i c o ; estableciendo por otra
parte que no es aristocrático , y no pudiendo ser en toda razón de- ,,e no'et amor y el bien de los pueblos: todo por el pneb o , y bajo
mocrático, se infiere que no quieren que haya ninguno. el nombre del pueblo, decía Bonaparte, pero nada para el pueblo.
porque notad la diferencia : la iglesia, sociedad espiritual, no es va una nación cristiana: toca en el último término
y que no considera las diversas religiones sino bajo un de la indiferencia religiosa, y hé aquí lo que la preserva
aspecto espiritual, es decir, como verdaderas ó falsas, es del fanatismo de la impiedad. Por lo demás, creciendo
soberana y absolutamente intolerante con los errores, siempre la indiferencia, debilita progresivamente la into-
pero no impone contra las personas mas que penas espi- lerancia política, y tarde ó temprano triunfara de ella.
rituales. Al contrario el poder político, considerando á la Este momento será el de la tan deseada época de la eman-
Religión bajo un respecto independiente de su verdad, es cipación de los católicos. El común, ó la masa de la na-
sumamente tolerante con los errores, y reserva toda su ción indiferente á todos los errores, será también muy
severidad para las personas, porque no puede conocer pronto indiferente á la verdad; y á fuerza de despreciarla,
mas que los delitos exteriores ó las acciones extrínsecas. vendrá á tolerarla. La opinion lo ha hecho ya casi todo en
Así es que las leyes en Inglaterra no declararon por falsas este punto , y solo el gobierno resiste y se sabe bien el
tales o tales doctrinas; pero privaron de los derechos porqué.. La existencia de la iglesia anglicana esta ligada
civiles á los seguidores de tal ó tal culto, condenaron á con la constitución del estado; el gobierno tiembla colocar
las personas convencidas de haber ejercido estos cultos su Religión facticia delante de una religión verdadera. Sera
proscriptos, á la prisión, al destierro ó la muerte; penas necesario al fin que se resuelva á ello, porque este acon-
todas puramente civiles. tecimiento es indispensable. Una política penetrante, cau-
Sin embargo, la indiferencia por la verdad que formaba ta previsiva, tal vez lo aceleraría, en lugar de retardar-
el fondo de estas leyes, protegió cada día mas contra el lo' Por otra parte, es fácil de percibir que esto no podía
rigor de ellas á las sectas nacidas del protestantismo, las deiar de ser ventajosísimo á la Inglaterra. Victima hoy
cuales todas participaban mas ó menos de la misma in- de esa codicia devoradora, que jamás deja de apoderarse
diferencia. Hermanas, por decirlo así, de la Religión es- de las naciones cuando caminan á su ruina, desplega una
tablecida, se asemejaban en sentimientos é intereses co- inquieta v prodigiosa actividad, que á algunos parecera
munes, mientras que ía Religión católica, igualmente vida pero que en realidad solo puede llamarse asi en el
opuesta á cada una de ellas, las tuvo á todas por enemi- sentido que lo es una calentura, ó como lo son las contrac-
gas, y acabó por llevar sola sobre sí todo el peso de una ciones de un cuerpo que se galvaniza. Está muerta en sus
legislación opresiva. Lo mismo habia sucedido al Cristia- costumbres, y al primer golpe imprevisto que llegue a
nismo bajo los emperadores, los cuales le proscribieron herir su riqueza, veremos con asombro este gran cuer-
rigorosamente á causa de su incompatibilidad con la reli- po que se suponía tan vigoroso, espirar de debilidad
gión del imperio, y toleraron los cultos idólatras, porque despues de algunas convulsiones. Existen sin embargo en
fundados estos sobre un mismo error, no se excluían m u - este pueblo semillas de regeneración; pero no se reani-
tuamente. Paralelo vergonzoso, y no menos indisputable, mará sino por la creencia. Siendo nula hoy bajo este res-
porque ¿cómo se podrá contestar su exactitud cuando se p e c t o 1 la Religión establecida, la Inglaterra debe elegir
ve á la Inglaterra prescribir minuciosamente á sus agen- entre el fanatismo de algunas sectas turbulentas, y la Ke-
tes en el Canadá medidas odiosas de persecución contra l k i o n católica; es decir, entre opiniones que despues de
la Religión católica, y al mismo tiempo garantir, afian- haberla agitado por algún tiempo, la traerían al mismo
zar y asegurar p o r un tratado solemne á los habitantes de
la isla de Ceylan la libertad de la idolatría? ¿ autorizar y 1 W a r b u r t o n , que murió obispo de Glocester en 1779 , se horro-
asistir por sus embajadores á las ceremonias religiosas de rizaba d é l a suerte que preparaba á la Inglaterra la anarquía de las
estos pueblos, y ofrecer dones sacrilegos á sus divinidades. doctrinas de que se veia hecha presa. « ¿Qué será, decía y en que
», vendrá á parar esta pobre nación situada, á la manera de un c u e r -
Una nación, á quien un escándalo tan afrentoso no ha » po de tropas entre dos fuegos, entre el furor de la irreligión y el
arrancado un grito universal de indignación y de horror, » f u r o r del fanatismo? » Warburton's Lelters, pag. 47.
6.
e S e s?vL e n C U e n t r a al p r e s e n t e
, ' y u n a d^trina Un museo. Gracias á esta nueva invención, la Religión pú-
a ' P 0 r q u e e s p e r f e c t a ' eminentemente con- blica no es mas qué la reunión de todas las Religiones
f a anp n ; . r r q i i e G ? e ™ n e n t e m e n t e verdadera, y la úni- particulares. Se pagan ministros que enseñen que Jesu-
de l a i n 5 l t fC1iVa a yr l ad , ae ? n t Í e m P ° d e l a ^ t a disolución cristo es el Salvador del mundo, y se pagan otros que lo
,l l n í ' - , , S turbulencias desastrosas en nieguen: el sacerdocio envilecido y puesto como un me-
nor, bajo la tute-la ó tutoría de la administración, depen-
de de los caprichos del último comisionado, ú oficial de
tó'írnQ^^q/^6 la Europa, á excepción de algunos países ca- ella: y mientras que entre los paganos no habia un t e m -
l c i c o s , padece interiormente la misma enfermedad. Por plo que no tuviese sus rentas sagradas, ni una divinidad
? indiferencia para con la verdad conduce á la cual sus adoradores no hubiesen hecho en alguna ma-
al sistema de la libertad e igualdad religiosas. Este siste- nera independiente, dotando sus altares, el Dios de los
.ma se desenvuelve aim en muchos países con mas rapi- cristianos, admitido á duras penas á un salario provisio-
& r ? f \ I a ^ a t e r r a , P°rque no tiene que vencer la nal, figura todos los años en un presupuesto vilipendioso,
barrera de las leyes y de la constitución política. Se con-
como un asalariado del estado, esperando sin duda que
nesa, es verdad, que es necesaria al pueblo una Religión
llegue el momento de reformarle.
H I T f ° , n c u , a l ^ i e r a : importa poco que sea esta Sonríase enhorabuena la política del siglo complacida
o aquella ; se le deja la elección; y para que se decida mas y satisfecha de este sublime resultado de sus máximas;
libremente, se le presentan todas con igual respeto, ó di- vanagloríese de la paz que ha sabido establecer entre Re-
remos mas bien, con igual menosprecio. Los gobiernos ligiones enemigas: gemimos, pero no nos sorprendemos.
si hay alguno aun que mire como cosa importante las Paz, una profunda paz reinaba también en los lúgubres
doctrinas, en vez de procurar servirse y auxiliarse de ellas campos en que Germánico encontró confundidos los hue-
y sostenerse con ellas, loman de su cuenta el neutralizar- sos de los Gemíanos con los de los soldados de Varo.
las reciprocamente por uña mezcla ingeniosa. Deslum- Contemplad la sociedad; solo observándola viva y
hrados igualmente que sus subditos, y mas que sus sub- atentamente, es como se puede únicamente apreciar en
ditos por las luces del siglo, no parece sino que se justicia el sistema filosófico que tanto se celebra. La Reli-
complacen en agitar sobre los pueblos la antorcha de la gión, conio creencia, se extendía á todas partes, y hoy
sabiduría moderna, á cuya luz nada hay que no parezca en todas se hace sentir su falta. Estaba en el gobierno
indiferente o falso, empezando por sus mismos derechos para velar sobre los intereses del pueblo, y protegerle
No parece smo que se figuran que los hombres serán mas contra los abusos del poder ó de la tiranía; estaba en el
dóciles y menos sediciosos é inquietos, cuando lleguen á pueblo para velar sobre la perpetuidad del gobierno, y
quedar sm acción las creencias. Ni aun siquiera se les escudarle y protegerle contra las pretensiones de la mul-
ofrece que la obediencia á la autoridad, aun á la civil titud, ó la anarquía, de donde resultaba que el gobierno
cuando 110 es resultado de la violencia, es el mayor es- era á un tiempo suave y fuerte, y el pueblo libre y su-
fuerzo de la fe. Si pudiese haber alguna cosa ridicula ó miso. Mas apenas la Religión dejó de mirarse como una
mirarse como tal, cuando la suerte de las naciones está creencia divina, cuando los gobiernos y los pueblos pues-
comprometida y expuesta al mayor peligro, lo seria cier- tos como en una especie de estado de guerra, porque el
tamente ver á esos absurdos despreciadores del sentido poder sin contrapeso propende al despotismo, y la obe-
común y de la experiencia, prodigando su protección á to- diencia sin seguridad á la rebelión, se han visto obliga-
das las extravagancias llamadas religiosas que han d e - dos á pedirse garantías mutuas, y buscar su seguridad en
gradado al género humano, y formando collecciones de pactos ilusorios; ilusorios sí, pues que sus infracciones
cultos como se pudiera hacer de cuadros v pinturas en no tienen otro juez que las partes mismas. Tal es la causa
que ha producido en Europa esa multitud de constitucio- Y los nobles esfuerzos de este,pueblo fiel, y católico, por
nes medio monárquicas, medio republicanas; verdaderos conservar su independencia, esfuerzos que coronó lavic-
tratados temporales, armisticios entre el despotismo y la
tiempo u n cuartel general francés. ¿ Quién será pues el que i n t e r -
anarquía. cederá por la Prusia? Una potencia que no negocia, sino con la
La Religión era aun en las naciones como un resorte, espada en la mano; la España, la España sola, obligando á los
y un manantial de energía patriótica, donde la sociedad franceses á llevar ciento cincuenta mil hombres á la otra parte del
bebía en los momentos de crisis una fuerza infinita de re- Pirineo. El territorio prusiano queda desocupado, Federico Guillelmo
sistencia y de conservación. Lo que ha pasado en nues- vuelve á su capital : ¿ q u i é n lo restituyó á ella? La nación española.
tros dias en la España lo hace bien sensible: nunca se ol- Cuando Napoleon, admirado de los pocos progresos de sus gene-
rales, trató de d a r en persona un golpe decisivo á aquella nación,
vidará v no, aquel grito generoso inspirado por su catoli-
cien veces vencida y siempre invencible, el gabinete austríaco (en
cismo á todo un pueblo : muramos por la justa causa1. 1809) calculó que se le ofrecía u n a ocasion favorable á sus designios.
La división de las fuerzas de la Francia multiplica las probabilidades
1 Para desengaño de los enemigos de la Religión , y de nuestra de su b u e n éxito. Era ya u n a gran ventaja el sacar á Napoleon de
España, n o podemos menos de a ñ a d i r á.este pasaje de La Mennais E s p a ñ a , y prolongar aquella guerra devoradora. Napoleon se separa
otro 110 menos interesante de M. Clausel de Conserges, miembro rabioso de las orillas del Manzanares, y c o r r e á las del Danubio; p e -
de la Cámara de los Diputados de F r a n c i a , y confirmado por M. Bi- lea y vence; está en Viena por segunda vez. Todos los obstáculos se
gnon, de igual clase, en el q u e , á pesar de la rivalidad eterna de a l l a n a n , prodígale la victoria sus laureles en los campos d e - W a -
nuestras glorias,-la verdad triunfa de la envidia y de t a s preocupa- gram ; se detiene y negocia. Estando en su mano extender m a s allá
ciones m a s envejecidas. M. Clausel, después de haber manifestado sus conquistas, solo anhela firmar la paz. ¿Cuál es la fuerza supe-
en sus Observaciones sobre la Revolución de España, dadas á luz rior que le inspira t a n repentinamente esta moderación inesperada ?
el año de 1823, que la Religión y el amor al rey y antiguas i n s t i t u - ¿Quién salva á la Austria del enojo de u n enemigo vivamente ofen-
ciones ha sido el móvil de su heroicidad desde el año de 8, excita la dido? El mismo auxiliar que salvó á la Prusia, la nación
cuestión siguiente : ¿ Cuál fuera el estado de la Europa si los española.
Españoles (en vez de haber conservado con todo su vigor aquel Una guerra vastísima, conduce á Napoleon á Moscovv; el vencedor
espíritu de cristianismo, que hace que se tenga en nada el per- de Smolensko y de la Moscowa vuelve fugitivo á París, como Jerjes
der la vida, cuando se trata de conservar la ReligionJ, corrom- á Persépolis ¿Dónde están pues aquellas huestes aguerridas,
pidos y relajados por el epicureismo moderno, hubiesen quedado cuya presencia le volvería su dominación pasada sobre la Alémania
sujetos al dominio de fíónaparte, y le hubiesen entregado sus y la Polonia? ¿Quién las detiene, quién las ocupa, cuál es el ene-
hijos para hacer la guerra á la Europa? La contestación es bien migo infatigable que batieron ayer y las desafia hoy á nuevos c o m -
sencilla; Bonaparte hubiera tenido para atacar á la P r u s i a , á la bates? c quién salva en fin á la Rusia, como á la Prusia y á la
Austria y á la Rusia los seiscientos millones que gastó en la guerra Austria? La nación española.
' de E s p a ñ a , y otra canlidad á lo menos igual que hubiera impuesto La lucha que se ha empeñado en España no ha sido contra un
á aquel reino"; los seiscientos mil hombres que allí perecieron desde gabinete, pero sí contra una nación; solo allí h a sido negado á
1808 hasta 1814, y otros tantos á lo menos que hubiera podido nuestras armas un triunfo definitivo. Si reinara Napoleon, todas las
sacar de la Península en aquellos seis años. M. Bignon ha d e m o s - potencias del Continente estarían aun á s u s p i é s ; y la Inglaterra
trado muy bien cuales fueron los resultados de la resistencia de hubiera sufrido por segunda vez la paz de Amiens, si, limitándose á
España al nuevo A tila. u n a s guerras de gabinete contra gabinete, y de ejército contra ejér-
cito, no la hubiese declarado al carácter moral de u n a nación.
Si despues de la dilatada lucha que ha sostenido durante veinte
El carácter moral de la España es, como lo hemos demostrado en
años el gobierno británico (dice este diputado), ha quedado dueño
todas las partes de este escrito, u n a adhesión invencible á la Reli-
del campo de batalla, ¿á quién lo debe? ¿ á su política, á sus teso-
gión. Esta nación se ha visto sorprendida otra vez en 1820 por un
ros, al continente entero? No; á un aliado solo, á la nación espa-
ejército revolucionario, formado en gran parte de todos los foragidos
ñola.
de E u r o p a , atrincherado en aquella inmensa Península, y a m e n a -
La P r u s i a , despues de una empresa temeraria (en 180G), fue zando ó insultando desde allí á todas las monarquías. Si la Religión
aniquilada El palacio de Federico II podia ser aun por mucho
y-- —>.-"M / JH"'T

EN MATERIA DE RELIGION. 107


106 D E LA I N D I F E R E N C I A
lucion brutal, el vínculo conyugal aniquilado, y transfor-
toria, y debia necesariamente coronarlos, son mas nota-
mado en u n convenio temporal y transitorio; la anarquía
bles aun por el contraste de debilidad, ó pudiera decirse
en la familias, la ópo"sicion y resistencia á la autoridad
cobardía, de algunas otras naciones. Así e s c o m o la Reli-
en los inferiores, la insensibilidad y dureza en los g r a n -
gión, obligando al hombre á obedecer al poder ó autori-
des , y en todos el egoísiño; la mala fe en los contratos,
dad, asegura la libertad d é l o s pueblos rcuando la i n c r e -
el menosprecio sacrilego d e los juramentos, la discordia
dulidad, cuyo último término es la indiferencia, destruyen-
de los ciudadanos, y odios de pueblo á pueblo, que nos
do el principio de la sumisión y de la obediencia, dispone
recuerdan las épocas m a s horribles de la historia.
á la esclavitud, y tarde ó temprano nos. conduce á ella.
La Religión, en fin, existía en los individuos particu-
La Religión intervenía como arbitra y legisladora e n
lares como un f r e n o ; suíeste, las acciones á que no podia
todas las transacciones sociales. El matrimonio la debia
a l c a n z a r l a lev,, h a n quedado sin mas regla que las p a -
su s a n t i d a d ; y despues de haber afirmado y consagrado
siones., Toda la moral se ha escrito en las páginas del
el fundamento de la familia, la conservaba por una p r u -
código c r i m i n a l ; moral h o r r o r o s a , cuyo ministro es el
dente armonía de autoridad y dependencia. Todas las
magistrado, y su defensor el verdugo. La distinción de lo
instituciones tomaban de ella "algo de m o r a l ; mas como
bueno y de lo malo comienza al pié del cadalso, y allí so-
la autoridad es necesaria donde quiera que hay reunión
lamente es donde acaba el dominio de la indiferencia. Han
de seres semejantes, así en la mas pequeña escuela como
dicho al hombre que la Religión es una invención de
en el mas vasto imperio ennoblecía la obediencia p o r
hombres,-y al punto todo le h a parecido invención h u -
motivos sublimes. ¡Cosa admirable! Substituía la v e n e -
m a n a , hasta la sociedad, y la justicia misma ; y c o n o -
ración á la envidia, mostrando la imágen de Dios en todo
- riéndose bastante grande y elevado para no obedecer
lo que participaba de su poder. El espíritu de caridad,
sino á Dios, ha desechado desdeñosamente el yugo del
que le es propio é inséparable, aproximaba las clases sin
hombre. Desde este instante las layes no han sido para
confundirlas, y los beneficios y la gratitud formaban los
él sino obstáculos, y obstáculos débiles é ineficaces; por-
dulces vínculos que las unian. De este m o d o , despren-
que, si no se puede huir de la conciencia,, se puede esca-
diendo al cristiano de los intereses t e m p o r a l e s , unía y
par de la ley, y la esperanza de conseguirlo y burlar su
ligaba estrechamente al hombre con el h o m b r e , las f a -
vigilancia, es tan fundada, que sin el temor de la otra
milias con las familias, generaciones con generaciones,
vida, seria una locura el dejar de poner los medios. La
pueblos con pueblos. ¿ Y qué e s lo que hemos visto suce-
prudencia está únicamente en proporcionar y valuar el
der á este dichoso estado? En el matrimonio, u n a diso-
riesgo con el interés. De este modo no solo han desapare-
cido, y se h a n desvanecido las virtudes, sino que también
no hubiese conservado su influjo en España, y que el pueblo hubiese el crimen ( m e horrorizo en decirlo), el delito sin llevar
obedecido á los revolucionarios, se hubieran necesitado las fuerzas ya consigo la infamia ni remordimientos, no es m a s que
de todas las potencias del Continente para combatirle, y con las una s i m p l e combinación de probabilidades, una especula-
inteligencias que tienen los liberales e n l o d a s partes, ¡cuan difícil ción vulgar, un cálculo, menos a u n , un juego con que la
y sangrienta hubiera sido esta l u c h a , y á cuántos riesgos hubiera niñez entretiene su ociosidad, y viene á hacerse en ella
expuesto á la E u r o p a !
un hábito , antes que las pasiones la hagan una necesidad.
La Providencia parece haber permitido, para que no quepa duda
Tal es él efecto deda doctrina,' cuya historia acabo de
de que la Religión es el único móvil de la resistencia de la E s p a ñ a ,
que en las dos guerras contra la revolución, mandada por Bonaparte
bosquejar.. El mundo la h a visto dos veces, y la última
diez años a t r á s , y ahora por las Cortes, los grandes de aquel país con un ' carácter múcho mas peligroso, extender sus
hayan como renunciado á su derecho natural de ser los caudillos exlragos en las naciones enervadas y seducidas. Hace
del pueblo, y que el ejército de la verdadera España no haya podido •diez y ocho siglos que desapareció á la presencia del
titularse sino el Ejército de la Fe.
Cristianismo, cuando él estaba aun en su cuna, y de nuevo
desaparecerá otra vez delante del Cristianismo plena- la página en que está escrito : en tal año se inventó Dios.
mente formado y desenvuelto, ó la sociedad y el género ¡ Extravagante lógica en verdad la de esta filosofía!
humanó desaparecerán delante de ella. « Esto es así porque yo lo afirmo, y yo lo afirmo porque
» me parece que no puede ser de otro m o d o : » ¿ no es en
verdad una demostración poderosa ? ¡ qué lástima ! Pero
el desprecio se aumenta cuando se examinan de cerca los
incoherentes delirios que nos da por cosas sentadas y
CAPITULO III. evidentes, ¿ cómo pues no ve que antes que hubiese le-
gisladores había ya hombres reunidos, y por consiguiente
Continuación de la misma materia. sociedades, y por uña-consecuencia necesaria, como ella
misma lo confiesa,"una Religión? La sociedad es el estado
Vimos en el capítulo anterior que él sistema, cuyo orí- natural y necesario del hombre, pues fuera de la socie-
gen y efectos hemos presentado, es un sistema f u n e s t o ; dad no puede ni reproducirse ni conservarse. Luego la
vamos ahora á probar que es además un sistema absurdo. Religión, sin la cual no puede existir la-sociedad, es nece-
Sin Religión no hay sociedad: la filosofía lo confiesa ; sario. como la sociedad misma; luego no es una inven-
¿Pero qué infiere ella de aquí? Que, p u e s , la sociedad ción humana, A la verdad,-el hombre puede desechar lafe
no ha podido establecerse y conservarse sino con el y creencia antigua, y abrazar otranueva. Ciertas religiones
auxilio de las creencias religiosas, los legisladores son pueden variar en lo que tienen de arbitrario, sea en bien
los que inventaron la Religión. Preguntadla ¿quién son ó en mal, con ventaja ó detrimento del orden social; pero
esos legisladores á quienes es deudor el género humano el fondo lia subsistido siempre, pues sin él la sociedad
de una invención t a » importante ? No lo sabe. Decidla hubiera carecido de una condicion necesaria á su exis-
que señale siquiera un pueblo, en el cual se haya visto tencia.: pero estos filósofos que impugnamos discurren
comenzar la Religión, ó asigne la época poco mas ó como el fisiologista, que, de la necesidad del aire para dar
menos de este maravilloso descubrimiento : no se e x - acción y movimiento á los pulmones y vida al cuerpo hu-
tienden á tanto sus conocimientos históricos. Por mucho mano, concluyese que los hombres han inventado el aire.
que se remonte, encuentra siempre una fe y un culto an- Es verdad, y yo lo confieso, que los legisladores anti-
teriores, y todos los monumentos de la antigüedad se guos se prevalieron de las creencias antiguas para impri-
reúnen para desmentir sus conjeturas. mir á sus leyes una especie de consagración divina; pero
Podríamos contentarnos con esto, y decirla : tú sos- si la Religión no hubiera sido mas que una parte de estas
tienes un hecho nuevo, un hecho contrario á todos los mismas leyes-, si no las hubiese .precedido ¿cómo hubiera
documentos de la historia, y á la tradición del mundo podido darles la autoridad y "sancionarlas ? La necesidad
entero: una simple aserción no basta para trastornar ese de las leyes es manifiesta y conocida por todos los hom-
conjunto poderoso y autorizado de testigos: es necesario bres ;' y sin embargo ¿los legisladores, en vez de apoyarse
alguna cosa mas; se necesitan pruebas; ó dadlas, ó callad. sobre esta necesidad palpable, habrían ido á buscar fue-
ra de la razón humana un absurdo para formar de él la
¿Qué podría replicar á quien le hablase de este modo ?
base del orden social ? ¿ quién lo podrá creer ?
La que se gloria de no deferir ni respetar autoridad
Por otra parte, no debemos figurarnos que el hombre
alguna, ¿exigiría que nos sometiésemos ciegamente á
pueda mudar con una palabra las ideas de los otros hom-
la°suya'? Los anales de los pueblos están también en •
bres. No se concibe, es cierto, que un pueblo pueda sub-
nuestras manos; lo que ha leido en ellos, podemos tam-
sistir sin Religión; pero si la Religión es.falsa (o en otros
bién nosotros del mismo modo leerlo: muéstrenos, pues,
términos) siiio es mas que una invención de la política,
Cristianismo, cuando él estaba aun en su cuna, y de nuevo
desaparecerá otra vez delante del Cristianismo plena- lapágina en que está escrito : en tal año se inventó Dios.
mente formado y desenvuelto, ó la sociedad y el género ¡ Extravagante lógica en verdad la de esta filosofía!
humanó desaparecerán delante de ella. « Esto es así porque yo lo afirmo, y yo lo afirmo porque
» me parece que no puede ser de otro m o d o : » ¿ no es en
verdad una demostración poderosa ? ¡ qué lástima ! Pero
el desprecio se aumenta cuando se examinan de cerca los
incoherentes delirios que nos da por cosas sentadas y
CAPITULO III. evidentes, ¿ cómo pues no ve que antes que hubiese le-
gisladores habia ya hombres reunidos, y por consiguiente
Continuación de la misma materia. sociedades, y por uña consecuencia necesaria, como ella
misma lo confiesa,"una Religión? La sociedad es el estado
Vimos en el capítulo anterior que él sistema, cuyo orí- natural y necesario del hombre, pues fuera de la socie-
gen y efectos hemos presentado, es un sistema f u n e s t o ; dad no puede ni reproducirse ni conservarse. Luego la
vamos ahora á probar que es además un sistema absurdo. Religión, sin la cual no puede existir la-sociedad, es nece-
Sin Religión no hay sociedad: la filosofía lo confiesa ; sario. como la sociedad misma; luego no es una inven-
¿Pero qué infiere ella de aquí? Que, p u e s , la sociedad ción humana, A la verdad,-el hombre puede desechar lafe
no ha podido establecerse y conservarse sino con el y creencia antigua, y abrazar otranueva. Ciertas religiones
auxilio de las creencias religiosas, los legisladores son pueden variar en lo que tienen de arbitrario, sea en bien
los que inventaron la Religión. Preguntadla ¿quién son ó en mal, con ventaja ó detrimento del orden social; pero
esos legisladores á quienes es deudor el género humano el fondo lia subsistido siempre, pues sin él la sociedad
de una invención t a » importante ? No lo sabe. Decidla hubiera carecido de una condicion necesaria á su exis-
que señale siquiera un pueblo, en el cual se haya visto tencia.: pero estos filósofos que impugnamos discurren
comenzar la Religión, ó asigne la época poco mas ó como el fisiologista, que, de la necesidad del aire para dar
menos de este maravilloso descubrimiento : no se e x - acción y movimiento á los pulmones y vida al cuerpo hu-
tienden á tanto sus conocimientos históricos. Por mucho mano, concluyese que los hombres han inventado el aire.
que se remonte, encuentra siempre una fe y un culto an- Es verdad, y yo lo confieso, que los legisladores anti-
teriores, y todos los monumentos de la antigüedad se guos se prevalieron de las creencias antiguas para impri-
reúnen para desmentir sus conjeturas. mir á sus leyes una especie de consagración divina; pero
Podríamos contentarnos con esto, y decirla : tú sos- si la Religión no hubiera sido mas que una. parte de estas
tienes un hecho nuevo, un hecho contrario á todos los mismas leyes-, si no las hubiese .precedido ¿cómo hubiera
documentos de la historia, y á la tradición del mundo podido darles la autoridad y "sancionarlas ? La necesidad
entero: una simple aserción no basta para trastornar ese de las leyes es manifiesta y conocida por todos los hom-
conjunto poderoso y autorizado de testigos: es necesario bres ;' y sin embargo ¿ los legisladores, en vez de apoyarse
alguna cosa mas; se necesitan pruebas; ó dadlas, ó callad. sobre esta necesidad palpable, habrían ido á buscar fue-
ra de la razón humana un absurdo para formar de él la
¿Qué podría replicar á quien le hablase de este modo ?
base del orden social ? ¿ quién lo podrá creer ?
La que se gloria de no deferir ni respetar autoridad
Por otra parte, no debemos figurarnos que el hombre
alguna, ¿exigiría que nos sometiésemos ciegamente á
pueda mudar con una palabra las ideas de los otros hom-
la°suya'? Los anales de los pueblos están también en •
bres. No se concibe, es cierto, que un pueblo pueda sub-
nuestras manos; lo que ha leido en ellos, podemos tam-
sistir sin Religión; pero si la Religión es.falsa (d en otros
bién nosotros del mismo modo leerlo: muéstrenos, pues,
términos) si" no es mas que una invención de la política,
es mas difícil aun de concebir que haya podido estable-
hombres es uno mismo en todos ellos 1 . Enteramente a
cerse y perpetuarse en todos los pueblos, sin exceptuar
cubierto de los extravíos de la opinion, nada le desna-
ninguno. NO hay ejemplo alguno de un error adoptado de
turaliza ni le altera. El pobre salvaje, que en los bosques
este modo umversalmente, y sobre todo de un error que
desiertos del nuevo Mundo adora al gran genio, no tiene
contraríe á las pasiones : esto tiene tal oposicion - con la
sin duda una idea tan clara y tan extensa de la divinidad
naturaleza del hombre, quesería mas fácil comprender la
como Rossuet, pero tiene el mismo sentimiento. ¡Ah!
adopcion general de una lógica errónea, pues á lo menos
¿Y qué? ¿está en el poder de las leyes, ni alcanzan estas
esta no hallaría oposicion en las inclinaciones del corazon.
á crear sentimientos, y sentimientos universales é inven-
Notad de paso que mientras las leyes, igualmente que cibles? ¿Qué pensaríamos de un hombre que con toda
las formas de gobierno, varían casi al infinito-, los dog- seriedad viniese á decirnos: el género humano vivía dis-
mas fundamentales* de la Religión son siempre, é inmu- perso por los bosques: nadie pensaba mas que en si, ni
tablemente, y en todas partes los-mismos. ¿Reconocéis amaba mas que á sí mismo : entre el padre y los hijos no
acaso en esta asombrosa uniformidad el carácter de una habia vínculo alguno moral, ni afecto recíproco, ni socie-
invención humana? El error es arbitrario : por eso las dad durable; el legislador inventó el amor paterno y el
Religiones, en lo que tienen de f a l s o n i se asemejan ni reconocimiento filial; y de aquí formaron las familias?
convienen unas con otras, antes se contradicen; pero hay Mas aun cuando nos desentendiésemos de estos absur-
ciertos puntos que son comunes á t o d a s : ¿y cuál es la dos, se nos presentaría otra multitud de ellos. Quitad la
causa ? expííqueseme esta maravillosa concordia y uni- Religión, y queda destruida toda moral obligatoria; y en
formidad entre inventores enteramente desconocidos unos efecto, los filósofos, así antiguos como modernos, que han
de otros. ¿Se dirá qué con el pensamiento de servirse de impugnado las verdades fundamentales de la Religión,
él para el establecimiento del orden social, un mismo
error casualmente ha caído en el espíritu de los legislado-
• Nada decimos aquí que la filosofía antigua n o haya formalmente
res de todos los países y de todos los siglos ? ¡ Casualidad confesado, v de que no haya inferido de buena fe la consecuencia
extraña, á la cual debemos la sociedad! Pero la casualidad natural. Hay verdades tan poderosas, que pocos espíritus tienen la
en substancia nada significa, y ciertamente no se admiti- . triste fuerza de resistir á ellas. « Una prueba indestructible de la
ría como causal, ni nadie quedaría satisfecho, si pidiendo » existencia de los dioses, decia Cicerón, es que no hay pueblo tan
razón de la geometría, se respondiese que la casualidad » bárbaro, ni hombre tan embrutecido que no tenga el sentimiento
habia hecho que los inventores de esta ciencia en los di- » d é l a divinidad. Es cierto que muchos engañados por costumbres
versos, pueblos, tuviesen la misma idea de la extensión, ». viciosas se forman ideas indignas de los dioses; pero sin embargo,
.. todos creen que hay u n poder y una naturaleza divina. No es esta
de la magnitud, y de las figuras,.y les atribuyeran las mis-
» u n a opinion que los hombres se hayan comunicado unos a otros
mas propiedades. La cuestión queda siempre en p i é , y » por el discurso, ó que se hayan convenido en adoptar; ni u n a
jamás se resolverá, sino suponiendo una tradición general J> opinion afianzada por las instituciones y las leyes. En todas m a -
mas antigua que los legisladores; es decir, una Religión >. terias el consentimiento u n á n i m e de los pueblos debe mirarse
anterior á las instituciones humanas y á las leyes positivas. » como una ley de la n a t u r a l e z a . » Firmimmum Iwc afferri vide-
tur, cur Deosesse credamus, quod rutila gens tam fera, mmo
La historia, el raciocinio, la experiencia propia y la de
hominum tam sit immanis, cujas mentem non imbuerit Deoram
nuestros semejantes , todo nos reduce á esta conclusión. opinio. Mul/i de.Diis prava sentiüñt: id enun vitioso more effici
La Religión es tan natural al hombre, que acaso no hay solet: omnes tamen esse vim et naturam divinam arbitrantur.
en él un sentimiento mas indestructible. Aun cuando su Nec vero id collocutio hominum, aut consensus efficit, non
.entendimiento la repele, todavía queda en su corazon un institutis opinio est confírmala, non legibus. Omni autem in re
no sé qué, que se la recuerda y trabaja por conservarla; consensio omnium gentium, lex natura putanda est. Tuscul.
l i b . 1. •
y este instinto religioso que se encuentra en todos los
han trastornado al mismo tiempo los principios funda- conciencia misma no es mas que una preocupación, una
mentales de la moral. Los inventores de la Religión se- creación del legislador. No hubo pues conciencia, ni mo-
rán también sin duda inventores de aquella. Antes de ellos ral, ni Religion hasta que á este legislador desconocido le
no habia justo, ni injusto, ni crimen ni virtud; nada era ocurrió el inventarlas. ¿ Y hay hombres que pongan su
bueno ni malo en sí; alimentar á su anciano padre ó de- gloria en persuadir locuras tan inconcebibles? Deberían
gollarle eran acciones indiferentes 1 . No, n o : esta sola idea á l o menos conocer que no les está bien tachar de cré-
ofende á todo hombre, y la conciencia al oiría da un grito dulos a los demás.
horrorizada: ¿mas qué digo la conciencia?. Si la moral no Pero no paran las cosas aquí. El sistema que examina-
tiene fundamento alguno en la naturaleza de los seres; si mos supone por una parte la falsedad de la Religion, y
como lo han dicho, y debian decirlo los que no ven en la por otra su necesidad para la conservación del orden so-
Religión mas que una institución política, ella no se apoya cial. Y bien, la Religion no es útil sino en tanto que se la
ni estriba mas que en las leyes ó voluntades arbitrarias, la cree : es preciso pues, ó que todos los miembros de la so-
ciedad crean la Religion, ó que no sea necesaria sino á
una parte de los miembros de ella. Y como seria una con-
l Según H o b b e s « t o d o hombre por ley de naturaleza tiene d e r e - tradicción manifiesta que los que tienen por falsa á la Re-
» cho á todas las cosas y sobre-todas las personas; de manera que la ligion la crean, es forzozo establecer como principio, qué
» condición natural del hombre és un. estado de guerra de todos la Religion no es- necesaria al pueblo: principio por con-
» contra cada uno, y de cada uno contra todos : la razón persuade á fesión de Condorcet 1 , destructivo de toda Religion, y que
» cada hombre que trate de sujetar, sea por fuerza, sea por maña ó
incluye m a s inconsecuencias de las que se pudieran d e -
» astucia, al mayor n ú m e r o posible de sus semejantes, y por todo
cir ni estamparse en un volumen.
» el tiempo que no corra algún peligro de parte de otro poder s u p e -
» rior al suyo : las leyes civiles son la única regla del bien y del m a l , Y desde luego, en el lenguaje filosófico, todo el que
» de lo justo é injusto, de lo honesto, ó;de lo q u e no e s ; y así antes c r e e , aunque sea el jefe mismo del estado, es vulgo y
» que existiesen estas leyes, todas las acciones eran indiferentes por pueblo; luego cuando se sostiene que la Religion no es
» su naturaleza. » (De Cive, cap. G, sect. 18, cap. 10, sect. primera
necesaria mas .que al pueblo, es como si se dijera que es
cap. 12. Leviathan, páginas 2 4 , 25, 60, 61, G2, 63, 71.)No creemos
que Hobbes querría establecer directamente estas máximas m o n s -
necesaria á todos los hombres, fuera de aquellos que no
truosas; pero debió ver que en buena lógica necesariamente se d e - la creen : de donde se sigue que si nadie la cree, á nadie
ducían de sus principios, y qiiiso mas bien admitirlas que no a b a n - será necesaria. A la v e r d a d , no es fácil de comprender
donar aquellos. Un primer error por lo común arrastra mas allá de como en este caso no dejaría de ser indispensable á la
lo que se piensa á las personas que raciocinan. — (Thomas Hobbes sociedad; pero este es un misterio, cuyo secreto no se ha
nació en Malmesbury en 1588, fué ayo del conde de Devonshire; dignado la filosofía revelarnos a u n , y que parece desti-
viajó con él.por la F r a n c i a , é Italia, y con este motivo trabó cono- nado á ejercitar por largo tiempo aun la fe de sus adeptos
cimientos con Galilco y con Descartes: habiendo excitado un odio é iniciados.
general sus obras de Cive y Leviathan contra él en París, donde
las publicó, se retiró á Londres, donde tuvo también que estar En segundo lugar, la Religión no se dice necesaria al
oculto por la misma causa. Murió en 1679 en Harvích á los 92 años, pueblo mismo, sino porque es la base de las obligaciones
con tanta pusilanimidad como audacia habia mostrado en impugnar y deberes, y la regla de las costumbres. ¿ Y qué ? ¿el filó-
los dogmas m a s sagrados. Algunos le pintan como buen ciudadano, sofo se creería independiente bajo estos dos respectos, ó
y amigo fiel; pero todas estos cualidades se concilian mal con la habría hallado á la moral otro fundamento ? Yo sé que le
reputación de ateísta que se adquirió, y la cualidad de impío que no
se le puede negar. Es mirado como uno de los corifeos de la moderna 1 « Toda Religion que se permite defender como u n a creencia que
secta filosófica, y no le podían fallar elogios: fué célibe, pero como » e s útil dejarla ai pueblo, n o puede esperar otra cosa que u n a
sucede en-los que no lo son por Religión, vivió como un libertino, » agonía mas ó menos prolongada. » Esquissc d'un tableau des
abandonado á los mujeres : ¡ tales son los héroes de la filosofía! progres de l'esprit hitmain.
han buscado con un ardor igual al interés que se figura- con lástima, como el sabio de Gibbon, los errores delvulgo,
ban tener en descubrirle: pero sé también lo que pensaba es una consecuencia natural d e sus m i s m o s errores.; m a s
Rousseau de esta vana tentativa, que no tuvo jamás otro p a r a s e r c o n s i g u i e n t e s d e b e r í a n , c o m o el m i s m o s a b i o ,
fin q u e el interés particular. Él como filósofo conocía bien practicar con exactitud las ceremonias religiosas de sus
á fondo á sus cohermanos; y puedo por consiguiente con antepasados, y frecuentar devotamente los templos de Dios.
toda confianza apoyarme en su testimonio y autoridad so- Su s i s t e m a los obliga á ello : m a s c ó n t o d o . ¿ l o h a c e n asi?
bre un punto en que seguramente no es sospechoso de P o r el contrario, ¿ n o s e a v e r g o n z a r í a n d e c o n v e n i r , a u n
preocupación. O t«,. que sobre, la palabra de algunos so- e n la apariencia, con las o p i n i o n e s del pueblo, y d e disi-
fistas, te imaginas qtfé^es lo mejor no creer nada, pero m u l a r su m e n o s p r e c i o hácia los objetos d e su respeto y
cuya alma generosay honesta mira todavía con algún apre- d e s u f e ? S u o r g u l l o t e n d r í a m u c h o q u e s u f r i r si p e n s a s e n
ció á la virtud, conserva bien en la memoria, y nunca q u e s e los p o d i a c o n f u n d i r c o n la m u l t i t u d d e los fieles.
olvides estas palabras del autor del Emilio. « No entiendo Miran á estos con desprecio, se s e p a r a n d e ellos con d e s -
» como se pueda ser virtuoso sin Religión. Por mucho delirio n o lo confesasen, se diría que se inventaba para calumniar.
» tiempo seguí la opinion contraria, de la que ya estoy No son ya los tres millones y m a s de libros impíos, e inmorales que
» bien desengañado \ » En efecto, sin descender á los ar- h a puesto en circulación en estos últimos años, lo que asombra
gumentos personales, es fácil observar que los anales m a s es ese amaño propiamente diabólico de acomodarlos a todas
filosóficos no pueden en esta parte sostener la mas ligera las clases, reduciéndolos á compendios, sumarios, extractos, piezas
comparación con los anales religiosos. Si es pues alguna sueltas de cuatro y cinco cuartos para que no haya quien no los
vez honroso separarse del pueblo, al menos no lo es cuan- pueda comprar, a E n 10 años se h a n hecho en Francia treinta y
do con la Religión se le abandona la virtud. . cinco ediciones de Voltaire, u n a con otra de á dos mil ejemplares.
» Así dice el escritor liberal de quien toma este calculo la Gaceta
Mas concedamos por un momento que el interés bien „ d e Lyon (del 30 de abril de 1826), a n d a r á n en las manos de los
entendido, ó cualquiera otro motivo de esta clase supla » hombres cuatro millones y doscientos mil volúmenes de Voltaire
en ciertos individuos la falta de los preceptos obligatorios „ solo, que respiran en cada p á g i n a , en cada f r a s e , en cada linea el
de una moral divina y la conciencia : quiero suponer en » horror al fanatismo (es decir á la Religión), y á la opresion (es
fin, que la Religión no sea realmente necesaria mas que > decir los Tronos).»— Toda espécie de materias, Religión, historia,
al pueblo : pues por solo este título debe ser la ley mas derecho público, sátiras, comedias, melodramas, todo se trata y
sagrada de todas, pues que es la mas importante de las todo se pone al alcance de los m a s rudos con notas explicativas de
instituciones. Combatirla, impugnarla, desquiciarla, a r - los pasajes en que se pudiera echar de menos alguna claridad o
energía. Todas las obras de los tiempos del último termino de i m -
ruinarla en el espíritu de los hombres es minar el estado
piedad de la revolución francesa se han vuelto á reimprimir, y para
por los cimientos, es hacerse reo del enorme crimen de
propasar sus doctrinas, por desgracia muchas de ellas se dan t r a -
lesa sociedad in primo capite. Y bien, entre los filósofos ducidas en español. No parece sino que hay un designio formal de
que admiten la necesidad política de la Religión, ¿cuán- corromper los pueblos para disponerlos á la revolución. Que antas
tos hay que no trabajen con todas sus fuerzas, cada uno d é l o s desastres pasados viesen la luz pública las obras impías del
según su carácter, y los medios que les son posibles, los siglo XYI11 se concibe," igualmente que los excesos de esta revolución
unos por escrito, otros de palabra, y todos con su ejem- m i s m a ; pero q u e d e s p u e s d e ella y de tantos escarmientos se vean
plo, en desacreditar la Religión, y propagar la increduli- á sangre fría tomar los mismos medios, es lo que asombra. Si las
dad hasta en las últimas clases del pueblo 2 ? Que miren mismas causas producen unos mismos efectos, ¡ como se h a olvidado
t a n pronto que los libros impíos fueron los que prepararon los i n s -
trumentos de muerte con que fueron asesinados los cristianos y os
1 Lettres sur les spectacles.
sacerdotes, los ricos hacendados y comerciantes, los nobles y los
2 Es cosa que pasma la incansable actividad de la filosofía de
reyes!
nuestros días en pervertir los ánimos. Si sus mismos hijos en su
den, se ríen de su sencillez con bufonadas é irrisiones tan jactáis. Pero no está en vuestras manos el impedirlo; por-
amargas como frecuentes; y ansiosos de ostentar una su- que, observadlo, si se necesita tener virtudes, y por consi-
perioridad de talentos imaginaria, sacrifican de propósito guiente fuerza para ser religioso, para ser incrédulo no se
á las vergonzosas illusiones de un ciego amor propio el necesilan mas que pasiones, y por consiguiente flaqueza:
interés sagrado del estado, y sus mismos principios; de el corazon se deja llevar por esta senda con todo el peso
modo que, aun dado que no fuesen los hombres mas in de su corrupción. ¿ Mas os imaginais que abandonando la
sensatos, todavía, juzgándolos por su misma doctrina" Religión al pueblo, y diciéndole que es ún freno necesario
serian los mas inconsiguientes y malvados. para él, se apresurará á recibirle, dejándoos á vosotros las
Mas aun cuando en obsequio .del bien público renun- riendas? Verdaderamente, veo que eso seria de g r a n co-
ciasen.á su miserable vanidad filosófica; aun cuando con- modidad. El se abstendría de gozar del mundo por vos-
sintiesen en mezclarse en nuestros templos con el vulgo, otros, y vosotros gozaríais por el : pero en este cálculo
no podrían disimular bastantemente sus verdaderos sen- ingenioso habéis olvidado dos cosas, que no eran de olvi-
timientos para que el pueblo no los conociese. No está en dar; á saber, el orgullo y la concupiscencia. Aun cuando
las manos del hombre el violentarse hasta este punto. Por fuese una opinion admitida que la Religión no es nías que
mas que el incrédulo componga su exterior, mida sus p a - un cebo, ó engaño con que seentretiene al pueblo, ¿quién
labras y modere sus movimientos, jamás se equivocará querrá ser pueblo é imponerse obligaciones penosas para
con un cristiano, y se le parecerá tanto menos cuanto mas adquirir la lisonjera reputación de necio? Tomando cada
rectitud y delicadeza conserve su alma; porque hay en uno por modelo la clase superior á él, tratará de ensal-
la hipocresía un no sé qué de vil, que repugna inven- zarse y elevarse á ella no creyendo, y no dejará de repetir
ciblemente á todo buen corazon. ¿Ni cómo el vago motivo con un tono desdeñoso que la Religión es necesaria al pue-
de la utilidad general, que solo él toca indirectamente, blo. Los grandes la dejarán con desprecio á los magistra-
alcanzaría del filósofo lo que la fe, aun con todas sus ame- dos , los magistrados a la clase media, esta á los artesa-
nazas, premios y esperanzas, no alcanza siempre del fiel ? nos, los artesanos á los simples menestrales y jornaleros,
Añadid á estas consideraciones el tedio y la mortifica- y estos á los últimos mendigos ó pordioseros, cuyo me-
ción inseparable de unas prácticas que se tienen por ridi- nosprecio experimentará también. Esta hija del cielo,
culas, y el orgullo secretamente irritado, y no dudéis en semejante á aquellos mensajeros divinos, de que se h a -
manera alguna que el desprecio interior, de que habla Gib- bla en nuestros santos libros, extranjera en medio de la
bon, no se descubra bien pronto á su pesar en medio del sociedad, y buscando en vano en-ella un lugar de reposo,
respeto aparente. Al punto renacen los inconvenientes se verá reducida á sentarse sobre las piedras de las pla-
que acabo de exponer. El pueblo advertirá <jue se le mira zas públicas, rodeada de una multitud mofadora, que se
como con lástima y desprecio, y no tardará en avergon- avergonzaría de ofrecerle hospitalidad y asilo.
zarse de una Religión que le humilla: y luego q u e se p e r - Apelo á la experiencia: ¿ qué es lo que ha introducido
suada que ella es la herencia de la imbecilidad y de la igno- la irreligión en las chozas y cabañas? ¿el raciocinio? no,
rancia, ¿ pensáis que le lisonjeará mucho este patrimonio ? sino el ejemplo contagioso, la vergüenza de parecer c r é -
Filósofos: ¡ó hablad menos dé la dignidad del hombre, ó dulo. Esta, junta con la licencia de costumbres, es la v e r -
respetadla mas! ¡ Cómo! á nombre de la razón, exaltando dadera causa de los progresos de la incredulidad. Y cier-
con énfasis sus derechos imprescriptibles, condenáis fría- to que la filosofía es demasiado confiada si ha llegado á
mente á mas délas tres cuartas partes del género humano prometerse seriamente dividir el género humano en dos
á ser el juguete necio de la impostura! Mostraos mas gene- clases, de las cuales una creyese para seguridad de la otra,
rosos para con vuestros hermanos; dejad-que lleguen hasta sin recibir mas premio que el desprecio, y la otra se rivera
ellos algunos rayos de esa luz, de cuya posesion tanto os de lo que la primera respetaba por complacerla: una que
no reconociese mas obligación que satisfacer sus apeti- tiene conexion con cosa alguna real, ni otro fundamento
tos, y otra que renunciase á sus inclinaciones por obede-
que la imaginación.
cer á obligaciones quiméricas; de modo que de una parte
2 o Que según las leyes de la naturaleza, que no son mas
se encontrase, juntamente con la independencia, todo lo
que la expresión d é l a s verdades eternas, ó de las rela-
que el hombre puede desear en la tierra, y de la otra
ciones necesarias de los seres, la sociedad no debia esta-
todo cuanto teme y aborrece, con la esclavitud de las
preocupaciones, sin mas compensación que el menos- blecerse, ni el género humano perpetuarse; y por consi-
precio. ¿ No es en verdad una feliz y acabada combina- guiente que la verdad es destructiva de la sociedad y del
ción ? ¡ Qué delirio! sin embargo, esto es lo que se cree, hombre. _
y se admira con proferencia a la yerdad. Pero la natura- 3o Que el desenvolvimiento ó desarrollo de estas facul-
leza, cuyas leyes no varían al gusto y capricho de la p a - tades intelectuales, ó el ejercicio de su razón, que solo
siones , refuta muy pronto de un modo terrible esas tiene lugar en estado de sociedad, es opuesto á la natu-
teorías que el orgullo humano quiere oponer al orden raleza, ó como se expresa Rousseau, que « el hombre que
eterno. Aquí los hechos hablan, y bien alto, para hacerse » piensa es un animal depravado 1 . »
oir de los mismos que cerrarían los oídos á la razón. Si hu- k" Que todo lo grande y noble que hay en el hombre,
biese alguno que tuviese la triste y miserable arrogancia sus luces, talento, ingenio, sus virtudes son el producto
de celebrarnos las religiones políticas en medio de las rui- del e r r o r : consecuencia tan absurda que el mismo Diderot
nas de la fe / d e las costumbres, y de la sociedad, todas estas sienta y establece como principio la proposicion contra-
ruinas levantarían juntas á un mismo tiempo la voz para ria. « Él error de derecho, dice (ó el error de la doctri-
confundirle. Así la Religión es indispensable en su sistema , ' » na), influye en toda criatura racional y consecuente, y
y admitiendo este sistema, la Religión no puede subsis- » no puede dejar de hacerla viciosa 2 . »
tir. Deduce tú, ó lector mió, y medita la consecuencia. 5 o Que la perfección del hombre, y su existencia misma
está fundada sobre la violación de las leyes naturales; el
Pero concedamos á los indiferentistas políticos lo que conocimiento de la verdad en la persuasión del error-, en
pretenden; admitamos que la Religión es un e r r o r , la fin... ¿ qué sé yo ? porque los absurdos se complican y mul-
moral otro, y veamos lo qué de esto se seguirá. Por su tiplican en términos que no es posible computarlos. Y sin
confesion misma, estos errores son necesarios á la socie- embargo, es preciso ó admitirlos todos, ó renunciar á la
dad. Ahora b i e n , el hombre no se conserva sino en el lógica, ó abandonar el sistema de donde se deducen y
estado de sociedad, pues solo en el estado de sociedad se derivan necesariamente. Y ¿habrá quién vacile en esta
desarrollan y desenvuelven sus facultades intelectuales, alternativa? ¿Es posible que la razón se.condene volun-
se eleva sobre los brutos por el ejercicio de su razón, el tariamente al tormento de creer, no digo ya lo que no
cultivo de las ciencias, y la práctica de. las virtudes. Por puede comprender, sino cosas cuya imposibilidad cono-
otra parte el error no existe necesariamente; pucío ser ó ce claramente? ¿Qué hay en esta credulidad estúpida y
no ser inventado, y es solo el producto contingente de lo degradante que pueda lisonjear su orgullo? Cualquiera
que se llama casualidad r luego es preciso inferir: eme en física imaginase una teoría fundada en . contradic-
I o Que la sociedad es un puro efecto de la casualidad, ciones tan palpables, excitaría la risa y el desprecio ge-
y que, según todas las apariencias y verosimilitud, el g é - neral : ¿ y es posible que las contradicciones muden de na-
nero humano debió perecer al nacer, pues que no ha po- turaleza", y se conviertan en pruebas cuando se trata de
dido perpetuarse sino con el auxilio de una invención
fortuita y casual, infinitamente menos probable que la d é 1 Discours sur l'origine el lesfondeménls de üinégalité parmi
los globos-aerostáticos ; porque en fin, esta es la aplica- Ies hommes.
ción de leyes ciertas'é inmutables, cuando la primera 110 2 Es sai sur le Mérite et'Ui. t'értu, parí. 11, secl. -3.
trastornar las. obligaciones y destruir la Religión? Én el dad sin Religión, y que la Religión no ha podido ser in-
sistema que examinamos es imposible que la Religión sea ventada ni establecida sino en una sociedad ya existente:
verdadera; en el mismo sistema es imposible también y en segundo lugar, porque de ella resulta que la socie-
que sea falsa : una de estas dos proposiciones es su fun- dad, que es por su naturaleza un estado necesario, es an-
damento, la otra su necesaria consecuencia : ¿ qué dire- tinatural ó contraria á la misma naturaleza, una inven-
mos pues? ¿cómo desembarazarse y salir de este labe- ción casual y fortuita, una institución arbitraria fundada
rinto sino negando la razón m i s m a , y transformando ó en el error, y que no subsiste sino auxiliada por el mis-
convirtiendo los absurdos en motivos de creencia ? Soy mo error :-qúe según las leyes inmutables del orden, y
cristiano, y me glorio en serlo; pero lo declaro expre- las relaciones que se derivan d é la naturaleza de los se-
samente, renuncio al Cristianismo, desapruebo su doc- res el hombre no debia conservarse; así que, su exis-
trina en el instante que se m e muestre que mi fe se apoya tencia es contraria á la naturaleza, sus deberes y obliga-
sobre una base tan humillante. ciones lo son igualmente; contrario á ella el desarrollo de
No puedo menos de ofrecer aquí al lector una reflexión, la razón h u m a n a ; y contraria también á la naturaleza la
que le suplicó medite seriamente. Al escribir este capítulo virtud: que la verdad es una causa de desorden y muerte,
no me propuse, ni mi intención ha sido probar la verdad y el error un principio de perfección y de v i d a : en fin,
de la Religión; únicamente he querido refutar un sistema que es imposible que la Religión sea verdadera, y al mis-
particular de filosofía; y por lo mismo la consecuencia mo tiempo es imposible que sea falsa. .
inmediata de todo lo que se acaba de leer es, que la Re- 3o Que este sistema, como que no permite considerar
ligión es necesariamente verdadera, pues, que es un a b - las diversas Religiones y la Religión en general sino bajo
surdo evidente el suponerla falsa: tan cierto es, que no un punto de vista puramente político, se apoya por con-
se puede pensar en la Religión, ni tratar de ella, ni con- siguiente en la indiferencia absoluta de la verdad en ma-
siderarla bajo cualquiera aspecto, sin que su verdad brille teria de Religión. Refutar pues la doctrina fundamental
de un modo tan admirable, claro y evidente, cual á veces de la indiferencia, será combatir por sus bases, y des-
no se podría esperar. Millares de caminos diferentes van - truir por los cimientos este sistema particular.
á parar al mismo término,.mil raciocinios diversos termi- Y á vista de todo ésto ¿ no tendré derecho para termi-
nan en la misma conclusión; de suerte que en la casi in- nar la discusión intimando á los contrarios, ó que aban-
finita multitud de pruebas que concurren á establecer la donen sus principios, ó prueben que no se siguen de ellos
verdad mas importante, no hay un solo hombre, por li- las consecuencias que, como he manifestado, natural-
mitados que sean sus alcances y talento, que nó descubra mente se deducen? Mas n o : sé cuanto le cuesta al hom-
con facilidad la que le conviene, la que le estaba, por de- bre el reconocer que se ha engañado, y que por mucho
cirlo así, destinada por la Providencia, con tal que la tiempo lucha contra esta dolorosa convicción. Lo que es-
busque, y no emplee todos sus esfuerzos en rechazarla. pero, v lo que únicamente pido es, que despues de h a -
Reasumiendo pues las reflexiones expresadas en este y ber meditado las reflexiones que anteceden, los filosofos
el anterior capítulo, se ve : á quienes se dirigen, se paren á dudar y sospechar que
I o Que la doctrina de aquellos para quienes la Religión es posible haberse engañado, y que la Religión no sea
no es mas que una institución política, únicamente n e - una invención humana. Esta simple duda les impone la
cesaria al pueblo," es una doctrina destructiva de la so- obligación de examinar: como criaturas racionales están
ciedad, porque lo es dé la Religión, sin la. cual se conce- obligados á ello, pero mucho mas diciéndose filosofos.
de, y se confiesa que la sociedad no puede subsistir. Porque al fin ¿ q u é e s lo que ellos echan en cara mas amar-
2 o Que esta doctrina es absurda y contradictoria : en gamente al pueblo? Que cree sin exámen, por habito, y
primer lugar, porque supone que no podría haber socic- por preocupación. ¿Y será decoroso, ni prudente, ser m-
crédulo-en los mismos términos en que se tiene por un
absurdo el ser creyente? El pueblo á lo menos en sus porque este cotejo ayudará mucho al lector para formarse
preocupaciones se reserva la esperanza ; y aun cuando una idea clara y distinta de unos y otros.
por imposible se engañase, si fuera necesario elegir entre El sistema de los indiferentistas 'políticos envuelve en sí
este sentimiento celestial y divino, y las sombrías y de- el ateismo, y trastorna y da por el pié á todas las obliga-
soladoras luces que no alumbran sino para entrever la ciones y esperanzas del hombre. Rousseau mira la exis-
nada, la suerte del Cristianismo siempre seria infinita- tencia de Dios, la espiritualidad del alma, la existencia de
mente mas feliz. la otra vida como dogmas sagrados y verdades incontes-
tables ; y aun se indigna de que se las quiera combatir .
1 Sabido es ya q u e el odio de d'Alembert y Diderot contra J . J .
Rousseau no tuvo otro motivo que el no baber querido reunirse con
ellos para i m p u g n a r la existencia de Dios : ¿Sabéis cuál es mi de-
CAPÍTULO IV. lito con ellos, y para ellos? le dijo varias veces á M. Anglanier de
S G e r m á n , á quien se dirigió desde Boúrgoin el 9 de noviembre de
1780 v el que nos lo h a dejado consignado en u n a carta suya ieclia
Consideraciones sobre el segundo sistema de indiferencia, ó sea
e n Grenoble á 10 de febrero de 1 1 8 3 ; Porque yo creo en Dios, y
sobre la doctrina de a q u e l l o s , que dudando d e la verdad de todas
ellos no creen en él. « He sabido, continúa el m i s m o Anglanier, por
las Religiones positivas, creen que cada uno debe seguir la del
„ otro conducto fidedigno q u e M . Rousseau agasajado y lisonjeado
país en que h a nacido, y n o a d m i t e n , ni reconocen otra por i n -
» por Diderot v d ' A l e m b e r t , se indispuso irreconciliablemente con
contestablemente verdadera que la Religión n a t u r a l .
» ello« por h a b e r s e negado con indignación á i m p u g n a r la existencia
, de Dios. ¿Qué h o m b r e sensato no se h u b i e r a tenido por feliz en tener
Obligados algunos filósofos á modificar el sistema an- o por enemigos á u n o s h o m b r e s entregados á un designio tan criminal
„ v nocivo á la sociedad? Pero su flanco era el temor de ser aborrecida
terior por los absurdos, y perniciosas consecuencias que
D "aun de los malos : n i la estimación, n i la a m i s t a d , ni el voto de
de. el se deducen, lian inventado una nueva teoría de in- , los buenos le consolaban e n t o n c e s , etc. - Lamentemos la d e s -
diferencia ; pero aunque menos audaz y atrevida que la crecía de este talento malogrado, obligado en fuerza de sus princi-
primera, no es mas satisfactoria, y en breve haremos ver pios á contradecirse á sí mismo siempre que el amor a Dios, y a la
que no puede sostener el mas ligero examen. Ni aun se virtud de que t a n t o se g l o r i a , le obligaban á raciocinar rectamente.
concebiría como ha podido producir ilusión en tantos es- Pero observemos q u e de a h í viene t a m b i é n el peligro de sus d o c t r i -
píritus, si por otra parte no supiésemos la vergonzosa fa- n a s , v el escándalo q u e causan, sus e s c r i t o s . . El entusiasmo de la
cilidad con que el hombre admite toda especie de opinio- » Francia, especialmente de las-mujeres, dice Proyart (Lotus de-
» troné, etc., piig. 81?,.por las producciones de este solista, si debió
nes, cuando estas lisonjean sus apetitos , favorecen su
,. m u c h o al n a t u r a l seductor y á la p o m p a de su estilo, no por eso
preocupación, y alientan sus pasiones. „ deja de acusar la corrupción de costumbres de su tiempo. . wra
Juan Jacobo Rousseau es sin contradicción el mas sagaz necesario que fuese esta m u y p r o f u n d a , pues que daba todavía
defensor y promotor de esta doctrina que vamos á com- cierta reputación de probidad y de virtud al cinismo personificado
batir; y por lo mismo creemos que no podremos proce- e n este escritor, al historiador complacido y satisfecho de sus propias
der mejor que valiéndonos de sus palabras para expo- i n f a m i a s , á un picaro sin remordimientos, que encuentra satisfac-
ción en referir q u e renegó, y abjuró su Religión por dinero que! pago
nerla; porque además de ser menos árido este método
los mas señalados beneficios con ingratitudes, que siendo lacavo
que el de un simple análisis, alejará de nuestra parte to- robó v h a b i e n d o robado imputó su delito á una persona inocente;
da sospecha de infidelidad al presentarla. en fin al libertino, q u e pretende q u e el.maeslro a quien se confia
Ante todas cosas hagamos ver en que se diferencian l a j u v e n t u d , puede seducirla sin dejar por esto de ser virtuoso, asi
los principios de Rousseau de los adoptados por los filó- como é l , sin dejar d e ser j u s t o y estando apasionado por la moral
sofos que . hemos refutado en los capítulos precedentes ; p u r a , llenó las casas de expósitos con el frulo de sus amores adullc-
crédulo-en los mismos términos en que se tiene por un
absurdo el ser creyente? El pueblo á lo menos en sus porque este cotejo ayudará mucho al lector para formarse
preocupaciones se reserva la esperanza ; y aun cuando una idea clara y distinta de unos y otros.
por imposible se engañase, si fuera necesario elegir entre El sistema de los indiferentistas políticos envuelve en sí
este sentimiento celestial y divino, y las sombrías y de- el ateismo, y trastorna y da por el pié á todas las obliga-
soladoras luces que no alumbran sino para entrever la ciones y esperanzas del hombre. Rousseau mira la exis-
nada, la suerte del Cristianismo siempre seria infinita- tencia de Dios, la espiritualidad del alma, la existencia de
mente mas feliz. la otra vida como dogmas sagrados y verdades incontes-
tables ; y aun se indigna de que se las quiera combatir .
1 Sabido es ya q u e el odio de d'Alembert y Diderot contra J. J.
Rousseau no tuvo otro motivo que el no baber querido reunirse con
ellos para impugnar la existencia de Dios : ¿Sabéis cuál es mi de-
CAPÍTULO IV. lito con ellos, y para ellos? le dijo varias veces á M. Anglanier c e
S G e r m á n , á quien se dirigió desde Boúrgoin el 9 de noviembre de
1780 v el que nos lo h a dejado consignado en u n a carta suya techa
Consideraciones sobre el segundo sistema de indiferencia, ó sea
en Grenoble á 10 de febrero de 1183; Porque yo creo en Dios, y
sobre la doctrina de aquellos, que dudando de la verdad de lodas
ellos no creen en él. « He sabido, continúa el mismo Anglanier, por
las Religiones positivas, creen que cada uno debe seguir la del
„ otro conducto fidedigno que M. Rousseau agasajado y lisonjeado
país en que ha nacido, y n o a d m i t e n , ni reconocen otra por i n -
» por Diderot v d ' A l e m b e r t , se indispuso irreconciliablemente con
contestablemente verdadera que la Religión natural.
» ello« por haberse negado con indignación á impugnar la existencia
, de Dios. ¿Qué hombre sensato no se hubiera tenido por feliz en tener
Obligados algunos filósofos á modificar el sistema an- o P o r enemigos á unos hombres entregados á un designio tan criminal
„ v nocivo á la sociedad? Pero su flanco era el temor de ser aborrecida
terior por los absurdos, y perniciosas consecuencias que
»i "aun de los malos : ni la estimación, ni la amistad, ni el voto de
de, el se deducen, lian inventado una nueva teoría de in- , los buenos le consolaban entonces, etc. - Lamentemos la des-
diferencia ; pero aunque menos audaz y atrevida que la crecía de este talento malogrado, obligado en fuerza de sus princi-
primera, no es mas satisfactoria, y en breve liaremos ver pios á contradecirse á sí mismo siempre que el amor a Dios, y a la
que no puede sostener el mas ligero examen. Ni aun se virtud de que tanto se gloria, le obligaban á raciocinar rectamente.
concebiría como ha podido producir ilusión en tantos es- Pero observemos que de ahí viene también el peligro de sus doctri-
píritus, si por otra parte no supiésemos la vergonzosa fa- n a s , v el escándalo que causan, sus e s c r i t o s . . El entusiasmo de la
cilidad con que el hombre admite toda especie de opinio- » Francia, especialmente de las- mujeres, dice Proyart (Lotus de-
» troné, etc., pág. 81?,.por las producciones de este solista, si debió
nes, cuando estas lisonjean sus apetitos , favorecen su
,. mucho al natural seductor y á la pompa de su estilo, no por eso
preocupación, y alientan sus pasiones. „ deja de acusar la corrupción de costumbres de su tiempo. . wra
Juan Jacobo Rousseau es sin contradicción el mas sagaz necesario que fuese esta muy p r o f u n d a , pues que daba todavía
defensor y promotor de esta doctrina que vamos á com- cierta reputación de probidad y de virtud al cinismo persomlicaüo
batir; y por lo mismo creemos que no podremos proce- en este escritor, al historiador complacido y satisfecho de sus propias
der mejor que valiéndonos de sus palabras para expo- infamias, á un picaro sin remordimientos, que encuentra satistac-
cion en referir que renegó, y abjuró su Religión por dinero que pago
nerla; porque además de ser menos árido este método
los mas señalados beneficios con ingratitudes, que siendo lacavo
que el de un simple análisis, alejará de nuestra parte to- robó v habiendo robado imputó su delito á una persona inocente;
da sospecha de infidelidad al presentarla. en fin al libertino, que pretende que el.maeslro a quien se cont.a
Ante todas cosas hagamos ver en que se diferencian l a juventud, puede seducirla sin dejar por esto de ser virtuoso, asi
los principios de Rousseau de los adoptados por los filó- como é l , sin dejar de ser j u s t o y estando apasionado por la moral
sofos que . hemos refutado en los capítulos precedentes ; p u r a , llenó las casas de expósitos con el frulo de sus amores adullc-
»Huid, dice, huid de aquellos, que bajo pretexto de expli-
» car la naturaleza, siembran en los corazones de los hom- un mismo tiempo por falso y nocivo, y nocivo precisa-
» Pres doctrinas desoladoras, y cuyo aparente e scepticis- mente porque es falso; lo que supone que en materia de
» rao es cien veces mas afirmativo y dogmático que el tono doctrina la verdad es inseparable de la utilidad; ó en otros
términos, que toda doctrina útil y provechosa al género
» decisivo de sus contrarios. Bajo el orgulloso pretexto
humano, y con mucha m a s razón, toda doctrina que le
» de que solos ellos son ilustrados, veraces,de buena fe,
es necesaria, es verdadera. Ruego encarecidamente al
» nos someten imperiosamente á sus secas decisiones, v
lector no eche en olvido esta observación.
» pretenden darnos por verdaderos principios de lasco-
» sas los ininteligibles sistemas que ellos se han forjado Hasta aquí Rousseau es el órgano de la tradición uni-
» en su imaginación. Por lo demás, trastornando, des- versal. Su razón está de acuerdo con la de todos los pue-
» trayendo, hollando todo cuanto respetan los hombres, blos, con la experiencia, y todas las autoridades dignas
» quitan a los afíligidos el último consuelo en su miseria, de ser citadas en una cuestión tan importante; y como su-
cede siempre cuando se siguen semejantes guias, la ver-
» a los ricos y poderosos el únicofreno de sus pasiones;
dad, poderosa por la excelencia de su causa y el consen-
» arrancan d é l o s corazones el remordimiento del delito,
timiento unánime de los siglos, toma en su pluma tal
» la esperanza de la virtud, y despues de esto se jactan
carácter de evidencia, que ni aun se ha intentado respon-
» de ser los bienhechores del género humano. La verdad. der á sus argumentos.
» dicen, jamás es nociva á los hombres; lo creo también
» como ellos, y esta es, á mi ver, una gran prueba de Pero en el momento que principia á dejarse llevar de su
» que lo que ellos enseñan no lo es, de que lo que dicen propio espíritu, y no escuchar mas que á sí mismo; que
» no.es v e r d a d 1 . » estrechado entre el Cristianismo, adonde le conducen sus
principios, y las tristes doctrinas, que tan elocuentemente
Según los indiferentistas políticos la Religión y la mo- ha refutado', trata de abrirse un nuevo camino, una senda
ral son instituciones humanas: Rousseau sostiene que «las quimérica que no pare en ninguno de los dos extremos,
» verdaderas obligaciones son independientes d e l a s i n s - sus ideas se confunden, y perdiéndose-de sofismaen so-
)) tituciones de los hombres... y que sin fe lio hay ninguna fisma, casi á cada paso cae en inconsecuencias tan grose-
» virtud verdadera 2 » : y como la virtud es un deber, y es ras, (pie todas las sutilezas de una fina dialéctica', no al-
de obligación en el hombre, admite « que hay dogmas que canzarán jamás á disimular.
» todo hombre está obligado á c r e e r 3 » : proposición di- Hemos visto que conviene en la necesidad de una Reli-
rectamente opuesta al principio que afirma que la Religión gión para todos los hombres : pues sentado esto, ¿ qué
es solo necesaria al pueblo. resta sino decidirse entre las diversas religiones despues
Rousseau pues desecha todo el sistema de los indife- de un exámen suficiente para determinar una elección de
rentistas políticos. Lo tiene, como yo también lo juzgó, á la cual no tenga que avergonzarse la prudencia ? Pero esto-
es positivamente lo que Rousseau no quiere. « Si se yerra,
ros ; y que no obstante en el principio de sus Confesiones desafía á » dice 1 se priva uno de una grande excusa ante el tribunal
Dios a q u e , cuando se oiga la trompeta del juicio, se presente otros » del supremo Juez : ¿no perdonará él mas bien el error
que sea mejor que él. — La contradicción entre s u s sentimientos y » en que uno ha sido criado, que el que se excogió por sí
principios le hizo tan inconsecuente en sus doctrinas, así como la » mismo ? »
falta de la moral religiosa le hizo violar frecuentemente con sus
acciones las virtudes que celebraba en sus escritos, pero privándolas
Pero este raciocinio, ó no tiene sentido alguno, ó el au-
de su mas f u m e apoyo y fuerza, que les viene de la revelación, tor supone que hay una Religión verdadera; porque si no
P. Laso, nota 7. la hubiese, ¿en qué estaría el peligro de extraviarse y de
1 Emite, tóm. 3, pág. 197, edit. d é l a l l a v e , 17G2.
2 /biil. pág. 196, 197. — 3 Ibid. pág. 187. 1 Émile, tom. 3, pág. 196.
errar buscándola? Extraviarse es alejarse del término y nir, la verdadera Religión : y como por otra parte recono-
lin adonde se cambia; y si este término es imaginario, ce la necesidad de una religión para todos los hombres,
¿cómo es posible alejarse de él? ¿se aleja nadie de lo que aconseja que cada uno siga aquella en que ha nacido 1 .
no existe? observemos por otra parte que Rousseau con- Ciertamente, si fuera imposible descubrir y conocer la
fiesa que en materia de Religión el error puede ser puni- verdadera, este seria sin duda el partido mas prudente,
ble, y digno d e castigo á los ojos del supremo y soberano si todas ellas llenasen el objeto p a r a el cual Rousseau las
Juez; es indispensable pues que confiese que hay una Re- juzga necesarias. Mas siendo, según su dictamen, el e r -
ligión verdadera; porque si en la materia no hubiese ver- ror esencialmente nocivo, las Religiones falsas no pueden
dad , el error seria inevitable, y un e r r o r inevitable no llenar aquel objeto : luego es preciso que haya de sostener
tiene necesidad de excusa ni de perdón. y decir que todas las Religiones son indiferentes; es decir,
Además, no siendo posible que dos doctrinas contrarias que todas son igualmente buenas, ó igualmente verdade-
sean á un mismo tiempo verdaderas, si hay y existe una ras ; porque estas dos cosas en sus principios están in-
Religión verdadera, no puede ser mas que una sola, como separablemente unidas y enlazadas : pero oigámosle co-
el mismo Rousseau formalmente también lo confiesa.« Én- mo se explica.
»•tre tantas Religiones diversas, dice 1 que se proscriben y <( Yo miro, "dice, todas las Religiones particulares como
» excluyen mutuamente, solo una es la buena, si es cierto n otras tantas saludables instituciones, que prescriben un
» que una lo sea. » Luego todas las Religiones, excepto » modo uniforme de adorar á Dios en cada país, por medio
una, son necesariamente falsas; todas excepto u n a , se- » de un culto público, las cuales todas pueden tener su ra-
gún el mismo Rousseau, cuyas palabras acabamos de ci- » zon en el clima, en el gobierno, en el carácter de los
tar, son dañosas y nocivas. Religiones nocivas y dañosas » pueblos, ó en alguna otra causa local que haga prefe-
no son ciertamente necesarias al hombre; luego si una Re- » rible la una á la o t r a 2 . » Y en otra p a r t e : « Honrad, en
ligión, como sostiene Rousseau, es necesaria, esta no pue- » general, á todos los fundadores de nuestros cultos res-
de ser otra que sola la Religión verdadera. Por lo mismo » pectivos; cada uno tribute al suyo la veneración que
que es la única verdadera, es la sola única buena, la sola » cree le es debida, pero no desprecie el de los demás.
y única necesaria, la única que viene de Dios. Y bien; ¿es » Ellos tuvieron grandes talentos, y grandes virtudes, y
creíble que habiendo Dios impuesto á los hombres el d e - » esto siempre es digno de aprecio. Se han llamado envia-
ber y obligación de seguirla les haya negado los medios » dos de Dios; y puede ser que sea así, y puede no serlo 3 .»
de distinguirla y conocerla? Es imposible; y sin embargo Es la primera vez que oigo hablar de las grandes vir-
es preciso que Rousseau así lo diga, ó q u e renuncie y tudes de Mahoma. Por lo demás, como seria un absurdo
abandone sus máximas; y no lo puede decir sin caer, co- suponer que unos enviados de Dios enseñasen el error, y
mo acabamos de patentizar, en palpables contradicciones. por otra parte una Religión fundada en la impostura no
Para salir de este laberinto, y romper por estos emba- puede ser verdadera, las últimas palabras querrán decir,
razos, se precipita en nuevas contradicciones. Por su con- y en efecto literalmente significan : Que es posible que to-
fesión resulta que hay una Religionverdadera, y solo una, das las Religiones sean verdaderas, y posible que todas
y que no hay mas que u n a : la consecuencia natural es que sean falsas. Y si no pareciese aun bastante, podemos ele-
todos los hombres deberían, y están obligados á abrazarla, gir entre esta proposición, y estas otras .dos que no me-
pero como esta ilación, esta consecuencia le conduciría nos naturalmente se deducen de los principios de Rous-
directamente al Cristianismo, el cual intenta y trabaja por
destruir, ¿qué hace pues? Afirma que no se puede discer- 1 Es decir, que el moro sea moro, e l judio judío, y-el cristiano
cristiano.
2 Émile, t. .3, pág. 184.— 3 Letlre á M. de Deaumont, pág. 184.
1 Émile, pág. 158.
seau: Todas las Religiones son igualmente v e r d a d e r a s :
» (era la religión deCalvino)...ellaesmuy sencilla, muy
No existe mas que una sola Religión verdadera.
» santa; en mi concepto es de todas las Religiones que hay
No es en verdad poco trabajo para quien quiere enten-
» en la tierra la que enseña la moral mas p u r a , y mas
der lo que lee, conciliar al autor del Emilio consigo mis-
i» completamente satisface á la razón humana \ »
mo ; y me persuado que el dialéctico mas sutil no hallaría
Hay pues en su dictámen : primero, diversos grados de
á veces medio de conseguirlo. En efecto con la diferen-
incertidumbre, y por consiguiente motivos de preferencia,
cia de pocas páginas Rousseau nos dice : «Que hay dog-
pues que hay una Religión que contenta y satisface mas
» mas que todo hombre está obligado á creer \ y que no
que cualquiera otra á la razón. Si esto es así, ¿ porqué
» hay mas dogmas verdaderamente esenciales que los d e -
fundamento estaré yo obligado á vivir en una Religión que
» beres y obligaciones de la moral' 2 .» Y como si inten-
no satisface á mi razón, ó la satisface menos? Juan Jacobo
tase hacer aun la contradicción mas palpable, añade
vitupera falsamente al Cristianismo el que exige el sacri-
inmediatamente que « el culto interior es la primera de
ficio absoluto de la r a z ó n ; y hé aquí que él impone á los
» estas obligaciones,» y que «sin fe no hay virtud v e r -
hombres la obligación de obrar contra las luces de ella
dadera 3 .» ¡ Qué confusion tan extraña de ideas ¡ ¿ El culto
misma. ¿De qué pues nos sirve, ni aprovechará ya, sino
interior es acaso la'moral? ¿lo es la fe? Y si no hay vir-
debemos consultarla en un punto de que depende nues-
tud alguna sin la fe, ¿cómo la virtud puede ser un deber
tra suerte eterna ? Rousseau nos dice en sus Confesio-
ú obligación esencial, sin que la fe lo sea igualmente?
nes que á él le f u é bien tirando á una suerte su predes-
Desde el momento en que nos apartamos de la verdad, tinación 2 , y en consecuencia aconseja á todos que hagan
la razón privada de todo punto de apoyo, semejante á un lo mismo. Por miedo de engañarse ó de ser engañado
bajel que no pudiendo arreglar sus movimientos fluctúa excluye juntamente razón y autoridad : es en verdad de-
á la merced de las olas, obra á la ventura, y sigue alter-
nativamente direcciones opuestas. La inconsecuencia es 1 Émile.
compañera inseparable del error, porque el hombre nunca 2 Oigamos su misma relación, pues de otro modo se haria i n -
creíble." Agitado sin duda de los remordimientos de su conciencia,
se desprende de una vez de todas las verdades; y no
despues de h a b e r convalecido de u n a grave enfermedad, y recor-
pudiendo las que conserva avenirse con el error, le f u e r - dando los vergonzosos extravíos de su vida pasada, se le represen-
zan á contradecirse inevitablemente. Esto es lo que su- taba la idea terrible de « si yo m e hubiera muerto en esta ocasion,
cede á Rousseau casi en cada página 4 . « En la incertidum- » ¿ qué seria de mí ? y á seguida se preguntaba á sí m i s m o : ¿ Y si en
» bre en que nos hallamos, dice é l , es una presunción » este instante m e muriese, m e condenaría? ¿ E n qué estado m e
» inexcusable profesar otra Religión que la en que se ha » hallo? » Y no pudiendo apartar de sí este pensamiento tan amargo,
» nacido, y una falsedad el no practicar sinceramente la h é aquí el expediente que tomó para salir de esta incertidumbre.
„ Un d i a , dice (1. 6 de sus Confesiones edit. de Ginebra de 1782
» que se profesa 5 . » Algunas líneas antes hace hablar así
» p á g . 194)':, pensando en este triste asunto repentinamente m e
á su h é r o e : « Volved á la Religión de vuestros padres » ocurre hacer u n a especie de pronóstico para calmar mis inquie-
» tudes. Dígome á mí mismo : Voy á tirar esta piedra contra aquel
1 Émile, t . 3, pág. 18G. — 2 Ibid. — 3 Ibid. pág. 195. » árbol que está enfrente : si le doy, es señal de predestinación; si
4 Y á todos los falsos filósofos ó incrédulos : sus obras no son » no le doy, señal de que m e condeno. Acabando de decir esto todo
otra cosa que un tegido de inconsecuencias y contradicciones : hoy »temblando, y palpitándome el corazon de sobresalto, tiro mi piedra
defienden el sí, y mañana el no : y por último no saben á que a t e - » t a n felizmente, que fué á dar en medio de su tronco, 10 que verda-
nerse. Barruel en sus Heluianas lo hace esto evidente, poniendo en » deramente no era difícil, porque yo había tenido cuidado de
las dos páginas las contradictorias doctrinas de unos mismos y en » excoger uno m u y grueso, y ponerme m u y cerca. Desde entonces
la misma materia : ¿qué remedio para esto ? el que les da, de e n - » no he dudado de mi salvación.»Hé.aquí un gran medio de acallar
viarlos á los Orates. remordimientos. Avergonzaos, filósofos, de seguir á tal maestro.
5 Emile, t. 3, pág. 195. , Véase la cita de la pág. 123.
raasiado: ¿ n a p o d r í a haber lugar á una composicion? La guíente nocivo, y por consiguiente injurioso á la suprema
casualidad suele tener á veces parte en las cosas; sin em- verdad, á nombre de la filosofía se os manda amarle; es
bargo, la filosofía me parece que la hace valer demasiado. una obligación, y seguramente obligación moral, pues
Segundo. A los ojos de Rousseau el calvinismo es una que no hay otras que sean esenciales sino estas. A vista
Religión sencilla, y muy santa. Ahora bien, una Religión de estos absurdos ¿no hizo bien el autor en excluir la ra-
muy santa es una Religión muy verdadera ; sino,¿ qué sig- zón de su sistema ?
nificaría esta voz santa ? La incertidumbre con que nos Veamos otra contradicción. Despues de haber hecho un -
asombraba poco ha el autor del Emilio no es en realidad magnifico elogio del Evangelio 1 , á renglón seguido aña-
tan formidable, pues que no le ha impedido á él descu- d e : «Con todo, este Evangelio está lleno de cosas in-
brir una Religión verdaderísima. Siendo pues otras nece- » creíbles, de cosas que repugnan á la razón, y que es
sariamente falsas, ¿ porqué no ha de ser permitido dejar- » imposible á un hombre sensato admitir ni concebir 2 .»
las por esta ? Toda la dificultad está en discernir cual es ¿ Parece esta decisión muy positiva? pues esperad un mo-
la única buena ; se ha hallado según Rousseau; ya no hay mento, y se os dirá : que « el Cristianismo, no el de hoy,
peligro de engañarse: y aun cuando, volviendo á sus » sino el del Evangelio es una Religión santa, subli-
propios testimonios, supusiese buenas todas las Religio- me, v e r d a d e r a s . » Tenemos, pues, que el Cristianismo es
nes, pero como no las pone en el mismo grado, cuando santo, sublime, y que es imposible á todo hombre sensato el
se tratase de saber cual es la mejor, tampoco se debería admitirle: que el Cristianismo repugna á la razón, y con
vacilar; porque no me llego á persuadir pretenda que nos todo eso que el cristianismo es una Religión verdadera.
debe detener el temor de que haya una Religión mas que Dóciles admiradores de este sofista inconsecuente, ¿ con
verdaderísima. qué cara vituperáis á los cristianos la obediencia de su
Tercero. Si se le cree, no hay otras obligaciones verda- fe? El Cristianismo, examinado con la mayor atención ,
deramente esenciales sino las de la moral•• sea así como lo les parece como á vuestro maestro una Religión verda-
supone; ¿ será pues una obligación esencial abrazar una dera, y la creen: ¡ pobres ignorantes! las preocupaciones
Religión cuya moral es la mo.s pura ? nada de eso; al con- los ciegan hasta el punto de no ver que es imposible á todo
trario seria una presunción inexcusable. hombre sensato admitir esta Religión santa, sublime, ver-
Esta consecuencia es tan absurda, que ha obligado al dadera, puesto que ella repugna á la razón.
mismo Rousseau á modificar sus principios, aunque como Por lo demás, el sistema de indiferencia adoptado por
de p a s o , en una n o t a , verosímilmente por no descon- J. Jacobo Rousseau no es todo suyo, ni propiedad que
certar la regularidad del texto. De cualquiera manera exclusivamente le pertenezca. Hasta en las contradiccio-
que sea, él conviene en que « la obligación de seguir y nes no es mas que un copista de Chubb \ y de otros deís-
» amar la Religión de su país, no se extiende á los dog-
» mas contrarios á la buena moral 1 ., » No le exijáis mas, 1 En el catecismo filosófico se verá en toda su extensión este
grandioso elogio.
porque no os concederá otra cosa. Sin embargo, esto
2 Entile, tom. 3, gág. 187. — 3 Contrat. social, pág. 194.
poco no deja de. ser tal vez demasiado embarazoso; p o r - 4 Thomas C h u b b , deista inglés, nació en 1679 en East H a r -
que sin preceptos religiosos, y sin ley positiva, ¿ cómo se n l i a m , cerca de Salisburv. En sus principios fué aprendiz de guan -
distinguiría con certeza lo que es ó no contrario á la sana tero, y despues fabricante, de velas de sebo; pero su gusto por la
moral ? En fin, cada uno se arbitrará como pueda. Pero metafísica le hizo dejar esta profesión : por desgracia los primeros
en cuanto,á lo demás, aun cuando uno estuviese mil v e - libros que cayeron en sus manos eran tales que podian extraviar á
ces convencido de que tal dogma es falso, y por consi- cualquiera : bebió en ellos ideas heterodoxas sobre la Trinidad, y
publicó una disertación intitulada. La supremacía del Padre esta-
bjecida, que le dio crédito entre ciertas gentes, y le suscitó enemi-
1 Emile, t. 3, pág. 187.
tas ingleses. Este reconoce « que no se puede explicar el
» establecimiento del Cristianismo sino admitiendo la ver- » clon de intentar buscarla y conocerla? que exista ó no,
» dad de la narración evangélica : que habiendo sido el » ¿qué te importa? no existe para tí. Tu obligación es obe-
i) ministerio de Jesucristo, y el poder que desplegó, favo- » decer ciegament-e á todos los impostores que se digan
» rabies, á lo menos en general, al bien público, es vero- » emiados de Dios. Sea cual fuere el error que enseñen de-
» símil que Dios era el primer agente de este poder, y diri- » bes amarle, y pract icar sinceramente su culto, cualquiera
» gia su ejercicio.» Y despues de algunas otras reflexiones » que sea el que establezcan. La casualidad te hizo nacer
semejantes añade : « Sigúese de aquí, á mi parecer, que » en tierra de gentiles é idólatras, adora los dioses de
» es probable que Jesucristo tenia una misión divina;» lo » tupáis-, sacrificaá Júpiter, áMarte, á Priapo, á Venus;
que no impide que el mismo Chubb piense que hay tam- » inicia piadosamente á tus hijas en los misterios de la bue-
bién motivos plausibles para atribuir á la religión de Maho- » na diosa. Si es en Egipto, tributarás honores divinos á
ma un carácter divino. Compárense estos pasajes con el » l o s cocodrilos sagrados, .y al buey Apis; en la Fenicia,
de Rousseau, cuando hablando de los fundadores de los » ofrecerás tus hijos á'Moloch; en Méjico, tomarás las ar-
diferentes cultos, dice: « Ellos se han llamado enviados de » mas para conquistar victimas humanas al horrible ídolo
Dios; lo que puede ser así, y puede no s e r ; » y se con-
» que allí se reverencia: en otras pártes, te prosternarás
vendrá en que la identidad de principios es completa: y
» humildemente ante el tronco de un árbol, de las piedras,
n o j o es menos la consecuencia, porque según el autor in-
» plantas, y aun de los despojos de los animales, restos
gles, «pasar del mahometismo al Cristianismo, ó del Cris-
» tianismo al mahometismo es únicamente dejar una for- »impuros de la muerte. ¿Viste-en Constantinopla la pri-
» ma exterior de religión por otra, procedimiento que no » mera luz ? repite de lo íntimo de tu corazon: Dios es Dios,
» ofrece otra ventaja real que la que encuentra un hombre » y Mahorna es su Profeta. En Roma despreciarás á ese Ma-
» en mudar el color desús vestidos, quitándose, por ejem- » boma como á un impostor. Todas estas Religiones, y otras
» pío, uno azul por tomar otro e n c a r n a d o 1 ; » y nótese » mil, son otras tantas instituciones saludables, que tienen
que lo que dice Chubb aquí de los mahometanos, lo re- » su razón en el clima, en el gobierno, en el genio y carácter
pite también despues de los gentiles 2 , que abrazaron en » de los pueblos, ó en alguna otra causa local que hace pre-
los primeros siglos el Cristianismo. » ferible la una á la otra. Hé ahí la única diferencia; y el
)> sabio, sin fatigarse, ni atormentarse por la elección, se
» atiene á la que le dió la casualidad al nacer. »
' La indiferencia absoluta pues de religiones es el funda- Tal es sencilla y llanamente la doctrina de Juan Jacob.o
mento de este sistema, cien veces mas injurioso á la divini-
Rousseau, porque la única restricción que la pone es vi-
dad que el ateismo, y mucho mas humillante para el hom-
siblemente quimérica. Dice así: «La obligación de seguir
b r e , á quien en él se tiene valor para decirle :.« Mortal
)> y amar la Religión de su país no Se extiende hasta los dog-
»imbécil, criatura limitada, incapaz de descubrir la
» verdad, ¿de dónde te viene á tí la inexcusable presun- » mas contrarios á la sana moral.» Está bien : ¿mas cuáles
* * ' - .
son los pueblos que obedeciendo á sus leyes religiosas se
gos : aunque encubrió sus opiniones, siempre se deja ver que no figuran ofender los deberes y obligaciones de la sana mo-
miraba á Jesucristo sino como puro hombre. Hay de él además una ral? Al contrario, violándolas es cuando creerían cometer
Coleccion de tratados sobre varios asuntos, y un discurso sobre un delito, y atraerse la ira del cielo. Cuando los discípulos
la Razón con respecto d la Revelación, en donde quiere probar que de Mahoma corriañ el Asia con la cimitarra en la una mano,
la razón basta en materia de Religión, y deja entrever que ni cree y en la otra el Alcorán, intimando cree ó muere, ¿pensáis
Providencia, ni tampoco otra vida. Murió este deista en Salisbury que ellos dudaban si tenian derecho de degollar á los que
hacia el 1747. Hé aquí el original del sofista de Ginebra. Véase se resistían á creer á la autoridad de su Profeta? Léjos de
Chubb posthumous Jf orks, v o l . 2 , páginas 41, 42, 43. sentir algún remordimiento por asesinarlos, se persuadían
1 Chubb, [ á g . 40. — 2 I Lid. páginas , 3 4 . hacer una obra agradable á Dios. La historia está llena de
ejemplos semejantes. Los habitantes de Cartago sacrifican- Este fué siempre el modo de proceder de la filosofía. Nóm-
do sus hijos á Saturno verosímilmente no sofocaban los breseme una virtud que haya respetado, ó un vicio de.
sentimientos de la naturaleza por el placer de creerse cul- que baya tenido rubor de ser apologista. Desde Aristipo
pables de un crimen horroroso. Lo repetiremos una y mil hasta Diderot nunca ha sabido mas que dar rienda y gusto
veces, porque no hay verdad mas desconocida , n i mas á las pasiones, esforzándose á conciliar las obligaciones
importante: la Religión de los puebles es toda su moral; y del hombre con sus apetitos, ó mas bien, haciendo de los
esto es lo que en parte hace.mas peligroso el sistema que apetitos la única regla de sus deberes y obligaciones. Así
impugnamos. Porque en efecto, santificando él todos los que, no hay Religión alguna en el mundo, aun cuando fuese
cultos, santifica por consiguiente todos los vicios, y aun la de los Drúidas, cuya moral no sea preferible á la moral fi-
todos los crímenes, todas las maldades. La poligamia, la losófica. LosDrúidasal menos recomendaban las virtudes
que mantienen y conservan el orden en las familias, el res-
prostitución, todo, hasta el asesinato, vieneá ser ya, no solo
peto á los ancianos, la fidelidad conyugal: es cierto que sa-
permitido, sino soludable, según el clima, gobierno, índole,
crificaban víctimas humanas á sus dioses sanguinarios; pe-
ó carácter del pueblo. ¡ Gran Dios! ¿Dónde estamos, si es
ro desde que la filosofía se complació y tuvo ábien el sacri-
necesario refutar tales doctrinas ? y qué ¿ no será uno res- ficarlas, y en gran número 1 , á una deidad no menos terri-
ponsable á la humanidad de todos estos desórdenes, ó que- ble, no veo que, aun baj o este respecto, presente ventaj a al-
dará libre y exento de ellos porque con pérfido artificio, en guna ; á menos que no sea mas dulce, de mas consuelo, mas
la dorada copa de un estilo alhagüeño y seductor se den á conforme á la dignidad del hombre ser degollado sobre los
beber estas execrables máximas, orleadas con las mentiro- altares de la diosa Razón, que sobre los del dios Teutates.
sas y lisonjeras voces de concordia, unión, tolerancia, y
paz? La experiencia, pues, nos hace ver, que desde que se
Notad además que Rousseau no quiere que se examinen considera á la moral independientemente y separada de
la Religión, la moral viene á ser tan problemática como
los dogmas para saber si son verdaderos, sino para ver si
la Religión misma. Por consiguiente la restricccion que
son conformes á la sana moral, como si este exámen fuera
Rousseau pone á su sistema, es verdaderamente nula.
mas fácil que el primero, ó estuviese mas al alcance de to-
Por una parte excluye el raciocinio, por otra le admite,
dos los hombres. Pero ¿cuántos hay que sean capaces de pero con condiciones que le hacen imposible á la mayor
percibir el enlace yconexion, muchas veces remota, aun- parte de los hombres, y peligroso para todos; porque qui-
que muy real y verdadera, que hay entre los deberes y tadas las promesas y amenazas de la Religión, todos tienen
obligaciones de la m o r a l , y los dogmas especulativos ? un interés sensible en engañarse sobre sus deberes y
¿Bajo qué principios, y con qué reglas se procederíaá obligaciones, y el mismo Rousseau nos ofrece en sus es-
este exámen? ¿por la de la conciencia?Por esta cuenta critos mas de un ejemplo del modo con que en benefi-
cada uno se quedará tranquilo en su Religión; porque no cio y por dar gusto á las pasiones, se pueden obscurecer
sé que hasta ahora la conciencia del Musulmán, del Chino, los mas claros y m a s esenciales, preceptos de la moral.
Indio, Otaitino, etc., haya disgustado á ninguno de su cul-
to. — Se consulta á la razón. — Rien : pero entonces la Para reducir la discusión á los términos mas sencillos,
moral quedará problemática, y esto por necesidad; p o r - 1 Doce tomos en 8° gruesos, y de letra muy metida, forman la
que para juzgar si un dogma es contrario á la sana moral. lista de las victimas sacrificadas .en los tribunales revolucionarios de
es indispensable conocer primero con certeza cual es la Francia, y esto sin contar las matanzas en m a s a , las mortandades
moral sana. Hablaremos sin fin, como los filósofos de la del septiembre, los arrojados á montones al m a r en los bárbaros
Grecia, y como los de nuestros dias, sobre los deberes y matrimonio.1! republicanos, los sacrificados por filas enteras por la
obligaciones, y cansados de buscar en vano su fundamen- metralla de los cañones, etc.'Véase L'influence de la philosophie
sur les forfaits de la rci olution.
to con vagas abstracciones, acabaremos por negarlas.
no hay mas que tres suposiciones posibles: ó todas las
como indiferentes, y como igualmente saludables; atri-
religiones son verdaderas, ó todas son falsas; ó en fin, no
buir al error, fuente impura del vicio, los mismos dere-
hay mas que una Religión verdadera.
chos que á la verdad, madre de la virtud; prohibir á un
La suposición de que todos las religiones son verdade-
ser racional el uso de su razón sobré el objeto que le inte-
ras es evidentemente absurda, porque dogmas contradic-
resa mas, y precisarle á respetar, y amar extravagancias
torios no pueden ser á un mismo tiempo verdaderos; se-
que repugnan invenciblemente al entendimiento ? ¿ Y es
ria verificar el si y el no á un mismo tiempo, y sobre una
esto lo que se llama filosofía? «Un hijo, dicen, nunca
misma materia. Esto el mismo sentido común lo dicta; y
» yerra en seguir la Religión de su padre. » ¿Con qué, el
aun Rousseau lo confiesa : « Entre tantas Religiones di-
nacimiento en materia de Religión decide de todo? Aquí
i) versas que se proscriben, y excluyen mutuamente,
es y será una obligación ser politeísta, allí no adorar
» solo una es buena, si es que hay una que lo s e a l . »
mas que un Dios. La.fe deberá variar con los climas, y
La suposición de que todas las religiones son falsas, mudarse según los diversos grados de latitud. Cuantos
arruina por los cimientos el sistema del autor del Emilio, países, otras tantas opuestas.obligaciones religiosas. El
porque en él la Religión es necesaria á la sociedad, y á hombre, cristiano en Europa, musulmán en Persia, idóla-
todos sus miembros. Es un deber y una obligación seguir tra en el Congo, deberá en las riberas del Ganges tribu-
y amar la Religión de su país. Es así que el error (el cual tar honores divinos á Vishnou. Vuestro padre un poco cré-
por confesion de Rousseau, de Chubb, de Diderot, es no- dulo adoraba una piedra, una cebolla; conservad este
civo por su naturaleza, y no puede dejar de hacer viciosa culto doméstico; un hijo nunca yerra en seguir la Religión
á toda criatura racional y consiguiente), no es ciertamente de su padre. ¿Y si esta Religión es indigna de Dios, y vi-
necesario al hombre, ni á la sociedad; ni el amar lo que lipendiosa al hombre? no importa ; nació en ella: profesar
es falso, y por lo mismo pernicioso, no puede ser un de- cualquiera otra, seria una presunción inexcusable.
ber, ni una obligación para nadie; luego, si todas las Re- Discípulos de Juan Jacobo : reconoced las palabras de
ligiones son falsas, la Religión léjos de ser útil es perju- vuestro maestro, y decidnos si en la hipótesis de una Re-
dicial ; léjos de estar obligados á amar y seguir alguna, ligión verdadera, es posible llevar á mas la inconsecuen-
deberemos despreciarlas, aborrecerlas y proscribirlas cia, ó digámoslo de una vez, la locura. ¡.Cómo ¡ ¡Hay una
todas como el mayor azote de la humanidad. Y en efecto, Religión verdadera, y la mayor parte de los hombres ha-
¿ quién se atrevería á constituir un deber y dar por obli- bían de estar obligados a, profesar sinceramente una fal-
gación á una criatura racional el amar el error, que no sa! ¿Será para ellos una obligación ú ultrajar la Divini-
puede dejar de hacerla viciosa ? ¿ Y qué seria por otra parte dad con un culto que reprueba? Todo deber y Obligación,
de aquel otro principio, que los deberes y obligaciones de aun en confesion de Rousseau, dimana y se deriva de la
la moral son los únicos esenciales? La suposición pues que voluntad de Dios 1 ; ¿con qué, la verdad suprema es la
examinamos es incompatible con el sistema de Rousseau. que impone á las tres cuartas partes del género humano
Admitir la una, es negar evidentemente el otro. la obligación de profesar el error y amarle? ¿ Dios es el
Resta la suposición de una sola Religión verdadera, y que prescribe á ciertos pueblos el deber de adorar al vi-
por consiguiente única, útil, y necesaria, pues que todas cio? Convengamos en que hay artículos raros en el sím-
las demás son falsas, y por una ilación natural dañosas bolo de la indiferencia.
y nocivas. Y bien, ¿qué cosa mas absurda, en esta hipó- Pero sea cual fuere la suposición que se adopte, el sis-
tesis, que imponer al hombre la obligación de seguir la tema de Rousseau repugna evidentemente al sentido co-
Religión en que ha nacido; presentarle todos los cultos
1 « Toda justicia viene de Dios, y él solo es la fuente de ella. »
1 Emite, t . 3, pág. 158. Contrat. social, lib. 2 , c. C.
mun. Mirado especulativamente, implica y envuelve con-
tradicción, y en la práctica es imposible; porque en él lisonjeáis poseer es nula, falsa, ilusoria ; se admite en la
J. Jacobo exige dos cosas manifiestamente inconciliables: especulativa, pero se la desecha en la practica. En efecto
á saber, que se crea que todas las Religiones son igual- yo pregunto particularmente á vosotros [que habéis na-
mente buenas, y que se profese sinceramente la del país cido en un país catóüco, y de padres católicos, decid-
en que se ha nacido. ¿ Pero no observa él mismo que las me : ¿profesáis sinceramente, como Rousseau quiere, la
diversas religiones se proscriben y excluyen mutuamente 1 Religión de vuestros padres? practicáis las obligaciones
Profesar sinceramente la una, ¿no es excluir y proscribir que la Religión católica impone á los que hacen profe-
todas las otras? Un judío sincero aborrece necesariamente sión de seguirla? asistís con la debida compostura y con
el Cristianismo, como un sincero cristiano no quiere la frecuencia en los templos á los oficios divinos, á los ser-
Religión judáica. Lo mismo debe decirse de un mahome- mones é instrucciones de los Pastores? obedeceis, cum-
tano, de un gentil, y de los sectarios de todos y cual- plís las leyes y mandamientos de la Iglesia? guardais
quiera de los cultos opuestos. La naturaleza de las" cosas escrupulosamente los preceptos de la abstinencia, y del
no se muda con hermosas frases retóricas; no es posible ayuno? h u i s d e los. espectáculos peligrosos? ¿frecuentáis
que el hombre pueda creer una misma doctrina verdade- el tribunal de la penitencia? Os sonreís de estas pregun-
ra y falsa á un mismo tiempo; y así esta imaginaria fe tas, y á l a verdad en vuestro sistema teneis razón. Per-
sincera, en dogmas que se excluyen mutuamente, no e s en suadidos de que todas las religiones son indiferentes ; é
substancia otra cosa que una incredulidad, ó una indife- ignorando si hay una verdadera, y cual sea esta, ¿ p o r -
rencia absoluta. qué, en tanta incertidumbre,. os habiais de sujetar á tan-
tas privaciones, á tantas prácticas penosas? Sin embargo,
De la reflexiones expuestas en este capítulo podemos, en fuerza de vuestros principios debeis hacerlo ; mas es-
á mi parecer, con toda razón inferir, que los principios tos principios contradictorios, exigiendo y suponiendo un
de Rousseau, despojados de los prestigios d e una elocuen- imposible, os obligan, y es la única utilidad que sacais de
cia falaz y seductora, no son mas que un conjunto informe ellos, á ser inconsecuentes hasta en el mismo error.
de incoherencias, absurdos y contradicciones. Esto debe- El sistema pues de Rousseau, compatible en la apa-
ría bastar para que sin mas exámen se abandonasen; sin riencia con todas las religiones, en la realidad las des-
embargo yo m e contento solo con pedir que se los exa- . truve todas. Destruye además toda virtud, porque en con-
mine atentamente. No os apresuréis á juzgar, diré á los fesión suya 1 : « no se comprende que pueda un hombre
partidarios de estas máximas; convenid solamente en que « ser virtuoso sin Religión : Si por mucho tiempo, añade,
hay motivos poderosos para dudar de su verdad ; des- » seguí esta opinion falsa, estoy ya bien .desengañado. »
prendeos de toda prevención, buscad sinceramente lo Ahora bien, destruyendo la virtud y la Religión, por boca
que es cierto y verdadero; estudiad las pruebas del Cris- del mismo Rousseau se destruye la Sociedad : el lo dice
tianismo con el mismo cuidado y buena fe que estudiaríais también 2 : « Nunca jamás se llegó á fundar un estado, que
cualquiera ciencia humana, pues seguramente os importa » la Religión no le serviese de base. » Quitada la base y
tanto saber si la Religión cristiana es verdadera, como co- los cimientos ¿ q u é será del edificio? ¡Ah! demasiado
nocer la teoría de la electricidad, ó las leyes de los gra- bien lo sabemos; y si hoy nos engañásemos no seria
ves ; haced una vez por el interés de vuestra suerte eter- ciertamente por falta de experiencia.
na, lo que hacéis todos los dias por satisfacer, vuestra cu- Fundado sobre esta experiencia eternamente memora-
riosidad. Por poca estima y valor que deis á la verdad, ble ¿no m e será permitido juzgar de la doctrina de Rous-
á la razón, á la virtud, estáis obligados mas que ningún
otro á buscar una regla lija de creencia y de conducta, 1 Lettre à d'Alembert sur les speclaclcs.
supuesto que careceis de ella mas que nadie. La que os 2 Contrai, social, lib. i , c. 8.
1 4 0
D E LA INDIFERENCIA
EN MATERIA DE RELIGION. 141
seau como él juzga de la de los filósofos que antes he r e -
lutado, y dirigirle á él sus mismas palabras? « Nunca ja- trinas filosóficas, es reducirlas á máximas fijas y precisas.
» mas decís, la verdad es nociva á los h o m b r e s ; v o t a m - En llegando á lograr esto está todo h e c h o , p o r q u e e las
)) bien lo creo como vos, y esta e s á mi parecer una grande se refutan y d e r t r u y e n p o r sí mismas. El error no e m b a -
)) e irrefragable prueba de que no es verdad lo que m e raza ni sorprende sino cuando disfrazándose bajo mil ter-
»ensenáis. » m a s diversas, y huyendo, digámoslo así, por su móvil e
En virtud de sus mismos principios, y con todo el peso inconstante inconsecuencia, el cuerpo de la vista del e n -
de ellos, cae también como Hobbes, en la indiferencia tendimiento que quiere examinarlo, á fuerza de variacio-
absoluta de religiones. En efecto, el uno las declara todas nes, logra ocultarse á los ojos de la razón. Este es el grande
lalsas, o de institución h u m a n a ; el otro no sabe si hav talento de Rousseau, y su método constante. Demasiado
alguna v e r d a d e r a ; y aun suponiendo que la h a v a , creé sagaz p a r a noconocer el vicio de su sistema; percibiendo
que es imposible el descubrirla. En ambas hipótesis es á cada paso las objeciones que desde luego se ofrecen a
igualmente absurdo el c r e e r , é igualmente inútil exami- millones, procura prevenirlas ó eludirlas, ya por discursos
nar. La conclusión es la misma, aunque las premisas sean ambiguos, ya por concesiones formales, que en seguida
inferen tes. Yo no examino ni reflexiono aquí sino sobre tácitamente r e v o c a : Y seguro de p o d e r , por medio de una
las máximas confesadas y reconocidas p o r sus a u t o r e s ; lógica flexible y en todo afectuoso y sentimental, enganar
porque en realidad de verdad Rousseau no evita el ateís- y hacerse creer de los lectores incautos, muda á cada paso
mo, adonde irremediablemente conduce s u sistema, sino de principios y de cuestión; pasa diestramente, según la
multiplicando contradicciones. De cualquier m a n e r a que- necesidad, de una hipótesis á otra; establece u n supuesto,
sea, probando que hay una Religión verdadera, acabaré y lo abandona, y lo r e p r o d u c e e n seguida para abandonarle
de refutar á los indiferentistas políticos; y r e f u t a r é á de nuevo; mezcla artificiosamente el e r r o r con la v e r d a d ;
Rousseau, manifestando que Dios ha dado á todos los pone en boca de s u s adversarios argumentos ridículos, y
hombres un medio seguro, fácil, infalible para discernir opiniones que no admiten para prepararse así un triunfo
la verdadera Religión de las falsas. brillante; acalora, enardece, deslumhra,fascina c o n t r a -
ses cuando no puede convencer por p r u e b a s , y de este
Si el lector sintiese alguna repugnancia al seguirme en modo consigue obrar en los otros u n a ilusión que el no
este exámen y discusión i m p o r t a n t e ; si dándoséle poco tiene. J a m á s h o m b r e alguno hizo uso mas hábil de las vo-
de la verdad, rehusase consagrar á serias meditaciones ces. Sin t e n e r casi u n pensamiento propio, todo su gusto
algunos de los instantes, que con-tanta prodigalinad de- al parecer es reunir los delirios y a de largo tiempo olvida-
dica á los placeres, no quedaría ya otro consuelo que dos : y sorprender el entendimiento, ofreciéndoselos h e r -
llorar _y gemir profundamente sobre la miseria del h o m - moseados con todas las gracias de una elocuencia encan-
bre, á quien todo le atree, agita, mueve é interesa menos tadora. El atractivo de su estilo es tal que se ensenorea de
sus destinos eternos. ios sentidos como una dulce y suave melodía, y en el e n -
tretanto el alma se embriaga con las seductoras maximas
de una filosofía que promete una lisonjera superioridad
de luces al orgullo, la independencia al pensamiento, pero
CAPITULO V. que en realidad ¡ a v ! no produce m a s que la esclavitud
vergonzosa de la razón y la m u e r t e del alma.
Siguen las consideraciones sobre el segundo sistema de indiferencia, La causa principal de las contradicciones que nos han
y reflexiones sobre la Religión natural. asombrado en Rousseau, proviene de que, estando inti-
mamente convencido que se destruiría la sociedad abo-
Toda la dificultad que se encuentra al impugnar las doc- liendo las Religiones positivas, sus principios n o obátante
seau como él juzga de la de los filósofos que antes lie r e -
iutado, y dirigirle á él sus mismas palabras? « Nunca ja- trinas filosóficas, es reducirlas á máximas fijas y precisas.
» mas decís, la verdad es nociva á los h o m b r e s ; v o t a m - En llegando á lograr esto está todo h e c h o , p o r q u e e las
)) bien lo creo como vos, y esta e s á mi parecer una grande se refutan y d e r t r u y e n p o r sí mismas. El error no e m b a -
)) e irrefragable prueba de que no es verdad lo que m e raza ni sorprende sino cuando disfrazándose bajo mil f o r -
»ensenáis. » mas diversas, y huyendo, digámoslo así, por su móvil e
En virtud de sus mismos principios, y con todo el peso inconstante inconsecuencia, el cuerpo de la vista del e n -
de ellos, cae también como Hobbes, en la indiferencia tendimiento que quiere examinarlo, á fuerza de variacio-
absoluta de religiones. En efecto, el uno las declara todas nes, logra ocultarse á los ojos de la razón. Este es el grande
lalsas, o de institución h u m a n a ; el otro no sabe si hav talento de Rousseau, y su método constante. Demasiado
alguna v e r d a d e r a ; y aun suponiendo que la h a v a , creé sagaz p a r a noconocer el vicio de su sistema; percibiendo
que es imposible el descubrirla. En ambas hipótesis es á cada paso las objeciones que desde luego se ofrecen a
igualmente absurdo el c r e e r , é igualmente inútil exami- millones, procura prevenirlas ó eludirlas, ya por discursos
nar. La conclusión es la misma, aunque las premisas sean ambiguos, ya por concesiones formales., que en seguida
diferentes. Yo no examino ni reflexiono aquí sino sobre tácitamente r e v o c a : Y seguro de p o d e r , por medio de una
las máximas confesadas y reconocidas p o r sus a u t o r e s ; lógica flexible y en todo afectuoso y sentimental, enganar
porque en realidad de verdad Rousseau no evita el ateís- y hacerse creer de los lectores incautos, muda á cada paso
mo, adonde irremediablemente conduce s u sistema, sino de principios y de cuestión; pasa diestramente, según la
multiplicando contradicciones. De cualquier m a n e r a que- necesidad, de una hipótesis á otra; establece u n supuesto,
sea, probando que hay una Religión verdadera, acabaré y lo abandona, y lo r e p r o d u c e e n seguida para abandonarle
de refutar á los indiferentistas políticos; y r e f u t a r é á de nuevo; mezcla artificiosamente el e r r o r con la v e r d a d ;
Rousseau, manifestando que Dios ha dado á todos los pone en boca de s u s adversarios argumentos ridículos, y
hombres un medio seguro, fácil, infalible para discernir opiniones que no admiten para prepararse así un triunfo
la verdadera Religión de las falsas. brillante; acalora, enardece, deslumhra,fascina c o n i r a -
ses cuando no puede convencer por p r u e b a s , y de este
Si el lector sintiese alguna repugnancia al seguirme en modo consigue obrar en los otros u n a ilusión que el no
este exámen y discusión i m p o r t a n t e ; si dándoséle poco tiene. J a m á s h o m b r e alguno hizo uso mas hábil de las vo-
de la verdad, rehusase consagrar á serias meditaciones ces. Sin t e n e r casi u n pensamiento propio, todo su gusto
algunos de los instantes, que con-tanta prodigalinad de- al parecer es reunir los delirios y a de largo tiempo olvida-
dica á los placeres, no quedaría ya otro consuelo que dos : y sorprender el entendimiento, ofreciéndoselos h e r -
llorar _y gemir profundamente sobre la miseria del h o m - moseados con todas las gracias de una elocuencia encan-
bre, á quien todo le atree, agita, mueve é interesa menos tadora. El atractivo de su estilo es tal que se ensenorea de
sus destinos eternos. ios sentidos como una dulce y suave melodía, y en el e n -
tretanto el alma se embriaga con las seductoras maximas
de una filosofía que promete una lisonjera superioridad
de luces al orgullo, la independencia al pensamiento, pero
CAPITULO V. que en realidad ¡ a v ! no produce m a s que la esclavitud
vergonzosa de la razón y la m u e r t e del alma.
Siguen las consideraciones sobre el segundo sistema de indiferencia, La causa principal de l a s contradicciones que nos han
y reflexiones sobre la Religión natural. asombrado en Rousseau, proviene de que, estando inti-
mamente convencido que se destruiría la sociedad abo-
Toda la dificultad que se encuentra al impugnar las doc- liendo las Religiones positivas, sus principios n o obstante
le precisaban y forzaban á desecharlas como falsas v
por consiguiente como nocivas. « Las revelaciones, dice
>» el mismo no hacen mas que degradar á Dios dándole dad de ellos, reproduciendo seriamente sus precedentes
» pasiones humanas. Los dogmas particulares, lejos de aserciones
» aclararlas nociones del Ser supremo, veo que las em- Así despues de haber afirmado que un hijo nunca hace
» Drollan y confunden; en vez de ennoblecerlas las envi- mal en seguir la Religión de su padre, añade: « ¿ Busca-
" l e 5 e , n ; f l u e a los inconcebibles misterios que le rodean » mos sinceramente la verdad ? pues no demos, ni con-
» añaden contradicciones absurdas, que hacen al hom- ii cedamos nada al derecho del nacimiento, ni á la auto-
» bre orgulloso, intolerante, cruel; que en vez, en fin, » ridad de los padres y de los pastores, sino llamemos y
» de establecer la paz sobre la tierra, traen á ella el » sometamos al éxámen de la conciencia y de la razón
» hierro y el fuego. De que, y para que sirve todo esto, me » todo cuanto nos han enseñado desde lá niñez » De lo
» pregunto v a n a s veces á mí mismo, y no sé que res- que se sigue, ó que Juan Jacobo se contradice grosera-
» ponder No veo en ellas otra cosa mas que los delitos de mente, ó que un hijo nunca obra mal en no buscar since-
» los hombres, y las miserias del género humano 1 . » ramente la verdad.
Atemendose rigorosamente áesta pintura, debierahaber Despues de haber promulgado, desenvuelto y aclarado
sido muy difícil imponer á cada hombre como una obliga- el precepto de amar y seguir la Religión de su país, nos
ción el ama?- y seguir la Religión de su país; es decir, creer dice con la mayor serenidad : « En tanto que conceda-
contradicciones absurdas; ser orgulloso, intolerante, cruel-, » mos algo á la autoridad de los padres, y á las preocu-
abrazar, seguir, y amar doctrinas que en lugar de estable- » paciones del país en que se ha nacido, las luces solas de
cer lo. ¡yaz sobre la tierra, traen á ella el hierro y el fuego • » la razón no pueden, según el orden é institución de la
y en las cuales, en fin, Rousseau no ve mas que los delitos » naturaleza, llevarnos mas allá de la Religión natural 2 .
de los hombres y las miserias del género humano; y sin ¿No es en verdad un modo singular de confirmar el pre-
embargo Rousseau lo hace. cepto de que se trata, enseñarnos que no tiene especie
Por otra parte él conoce que proscribiendo los cultos, alguna de fundamento en la razón ?
de los que forma un retrato tan poco lisonjero, se acabaría Pues esta misma proposicion ya lababia establecido ex-
toda Religión entre los hombres; y en su sistema le es presamente Rousseau en el principio de la segunda parte
absolutamente indispensable tener alguna. Por conse- de la Profesion de f e : « No veis, dice, en mi exposición
cuencia, no quedándole mas recurso que excoger entre las » mas que la Religión natural: ¡es bien extraño que se ne-
contradicciones, ha preferido sagazmente la que le era » cesite otra! ¿Por dónde conoceré yo esta necesidad?
útil en aquel momento; y dejando de representar las Re- » ¿ de qué puedo ser culpable serviendo á Dios segun.las
ligiones positivas como falsas y perniciosas, las ha decla- •» luces que da á mi entendimiento, y los sentimientos
rado todas igualmente saludables, ó igualmente verdade- » que inspira á mi corazoñ? ¿ qué moral pura, qué dogma
ras. El deber y obligación de profesar sinceramente la del » útil al hombre y decoroso á su autor, puedo sacar de
país en que se ha nacido se deducía de aquí naturalmen- » una doctrina positiva, que no pueda sin ella sacar del
te, y esto es lo que Juan Jacobo necesitaba por el pronto. » buen uso de mis potencias ? ,Mostradme lo que para
» gloria de Dios, y para mi propia utilidad se puede aña-
Sin embargo, no pensemos que por esto abandone sus
» dir á las obligaciones- de la ley natural; y decidme,
primeras máximas, n o : renunciar á ellas seria admitirla
» ' ¿ q u é virtud liareis nacer de ün nuevo-culto, que no
revelación que impugna. Sienta principios cuando le vie-
» sea una consecuencia del mió ? Las ideas mas grandes
nen bien á su intento, y los deja cuando no tiene necesi-
» de la divinidad nos vienen de sola la razón.' Poned los
. . •• * ''.
iv . . .
1 Emite, tom. .3, pnrt. 133. V -
1 Emile, tom. 3, pág. 139.^- 2 Emile f lom. 8, pág. 20í.

' v
l"'
negar el uno, y practicar el otro. Así, en la Religión ca-
» ojos en el espectáculo de la naturaleza; escuchadla - tólica el Sacrificio de la Misa supone la presencia real de
» voz interior. ¿No lo ha dicho Dios todo á nuestros ojos, Jesucristo, su divinidad, etc. Laconfesion supone en los
» á nuestra conciencia, á nuestro entendimiento? ¿qué sacerdotes la potestad de atar y desatar, y lo mismo en
» mas nos dirán los hombres? los demás sacramentos. Para practicar pues este culto,
» Era necesario un culto uniforme; convengo en ello: es necesario ser, ó católico de buena, fe, ó el hipócrita
» ¿pero este era tan importante, que fuese necesario mas v i l , y el mas cobarde impostor: no hay medio.
» todo elaparato del poder de Dios para establecerle ? No Rousseau seguramente no dirá que la mentira, la impos-
)> confundamos la parte ceremonial de la Religión con la tura y la hipocresía son compatibles con la buena moral;
» Religión misma. El culto que Dios nos pide'es el del cora- pero aun cuando lo dijese , la dificultad no seria m e n o r ;
» zon; y aquel, cuando es sincero, es siempre uniforme; porque el filósofo que contra su conciencia se mostrase
» y e s una vanidad bien loca imaginar que Dios toma un exteriormente católico, contribuyendo por su ejemplo á
» tan grande interés en la forma del vestido del sacerdote, conservar y propagar dogmas que, según Rousseau, ha-
i» en el orden de las palabras que pronuncia, en los sig- cen al hombre, soberbio, orgulloso, intolerante, cruel, y lle-
» nos que hace en el altar, y en todas sus genuflexiones. van el fuego y el hierro por toda la tierra, cometería uno
» ¡ Oh amigo mió! por mas elevado que e s t é s , siempre de los mayores delitos y crímenes que la justicia de Dios
» estarás muy cerca de la tierra. Dios quiere ser adora- puede castigar.
» do en espíritu y en v e r d a d : este es un deber de todas Para alucinar al lector, Juan Jacobo finge confundir el
» las Religiones, de todos los países, de todos los hom- culto con lo que no es sino un ligero accesorio ; á saber,
» bres. Por lo que hace al culto exterior, si debe ser uni- la forma ó hechura del vestido del sacerdote, sus signos
» forme por el buen orden, es puramente un negocio de y genuflexiones. Pero este yerro voluntario prueba úni-
» policía: para esto no se necesita revelación 1 .» camente que ha presentido la objecion, y le ha parecido
Partiendo de estos principios, y siguiéndolos hasta el mas fácil desfigurarla que responder á ella.
fin, se llega á un resultado opuesto á las conclusiones Su sistema; pues purgado de las contradicciones hete-
de Rousseau; pero siendo estas, como antes hemos d e - rogéneas con que lo reviste y carga con exceso, no es
mostrado, contradictorias é implicatorias, en sus mismos mas que un puro deísmo, especie de secta que abortó ef
términos, sus discípulos se ven necesariamente impeli- socinianismo 1 hácia los principios del siglo XVI. Me-
dos á abrazar el Sistema puro y simple de la Religión
natural; es decir, que mirando todas las Religiones posi-
1 Quitada por los protestantes ó reformados la autoridad de la
tivas como inútiles, absurdas, funestas, las desechan todas
Iglesia, de la tradición y de los Padres, y establecida en tínica re-
sin distinción, v se dispensan-de practicar ninguna. gla de fe la Escritura, y dado á cada fiel el derecho de juzgar de
Rousseau, es verdad que distingue el ceremonial de la su verdadero sentido, el cristiano abandonado á sí mismo.en la
Religión d é l a Religión misma, que mira el culto exte- interpretación de la Escritura, no tuvo mas guia que sus propios
rior como iin puro negocio de policía, y en el caso de que conocimientos, y cada pretendido reformado solo descubría en ella
deba ser uniforme, sobre lo que no decide, parece aprue- lo que era conforme á las opiniones é ideas que hab.ia recibido, ó á
los principios que él mismo se había formado : y como casi todas las
ba que haya conformidad por razón del buen orden. Pero
herejías no eran otra cosa que falsas interpretaciones de la Escri-
esta condescendencia es manifiestamente ilusoria; por- tura , casi todas las herejías volvieron á aparecer en un siglo en que
que en todá Religión el culto, enlazado íntimamente con el fanatismo y la licencia de costumbres habían esparcido por la
el dogma, no es, por explicarme así, mas que la expre- mayor parte de la Europa los principios-de la reforma. Bien presto
sión de este; de modo que no se puede racionalmente se vieron salir del seno de esta reforma sectas que ya-atacaban los
dogmas que el mismo Luterohabia respetado, tales como el de la
i, 9
l Emite, tom. 3, páginas 1-32,135.
lancthon, testigo de los rápidos progresos de la libertad
cayendo hasta que llegase al fondo del abismo. Aun-
de pensar entre los protestantes, preveía con espanto los
que el calvinista \ i r e t s e a el primero que en una obra
mayores desastres, y que no habría verdad ni dogma al- publicada el 1563 hace mención de ciertos sectarios
guno que fuese respetado por los novadores Lutero que tomaban el nombre de Deístas 1 , su origen es mas
habia dado el impulso fatal; el espíritu humano se habia antiguo; y en los escritos de los fundadores del protes-
por decirlo así, precipitado, y nada podía ya detenerle, tantismo, especialmente en sus cartas confidentiales se
ni suspender su caida ; era preciso que fuese siempre ve que la Reforma se sentía ya desde entonces interior-
mente atacada de no sé qué enfermedad terrible, que á
Trinidad, divinidad de Jesucristo, eficacia de los sacramentos, ne- ella misma la horrorizaba. Tristes presentimientos agi-
cesidad del Bautismo; pero entre todas ellas seJevantó con la fama taban a sus jefes, quienes no descubrían en lo porvenir
universal la de los Socinianos, dicha así de los Socinos, tío y so- mas que horrorosos combates de opiniones, y guerras mas
brino, Leíio y Fausto. El primero habia asistido con Okino y otros desapiadadas y crueles que las de los centauros. ¡ Buen
el lá4u á la famosa junta ó conferencia de Vicenza, donde resolvie- Dios, exclamaba uno de ellos, qué tragedias verá la poste-
ron la destrucción del cristianismo, -y él concentró sus esfuerzos ridad / S i n embargo, el contagio se propagaba de unos
para renovar el arrianismo y arruinar la Religión por sus cimientos,
en otros: la santa libertad evangélica preparaba infatiga-
atacando particularmente los misterios de la Trinidad y E n c a r n a -
ción : no pudiendo ocultarse aquella trama á la a u t o r i d a d , y teme-
blemente la destrucción del Evangelio, porque la libertad
roso de la Inquisición, huyó de Italia, y-mtírió en Zurich el 1562 : era entonces también el grito de reunión de los sectarios
heredero su sobrino de sus escritos, empezó á propagar sus errores, como lo ha sido despues de los revolucionarios y rebel-
escribió comentarios sobre la Escritura, y otros diversos tratados, des ; y la libertad de obrar que trastorna y ha destruido el
siempre con las mismas miras y objeto. Su fe, y la de todos los So- orden político, no era mas que una consecuencia déla li-
cinianos, estaba reducida á una naturaleza y simplicidad, dice el bertad de pensar que habia trastornado el orden religioso
célebre autor del Origen, progresos y estado actual de la litera-
tura, que contenia poco m a s que la religión n a t u r a l ; pero como Un siglo despues de Socino el veneno del deísmo cir-
ellos enseñaban con todos los protestantes que era necesaria la culaba ya por todas las venas de la Reforma, y sus teó-
Escritura, se aplicaron á interpretar del mejor modo posible los logos rígidos, pocos ya en número en esta época no ha-
pasajes que en ella presentan mas aire de sobrenaturalidad en los blan smo de los espantosos progresos de la indiferencia
dogmas de la Religión, y no admitían, ni querían abrazar dogma de las Religiones en su seno. Lloraban el m a l , pero no
alguno á que no pudiese alcanzar el entendimiento h u m a n o . T r a b a -
podían aplicarle el remedio. El árbol llevaba su fruto y
j a n d o siempre en esto, y huyendo de un lugar á otro, Fausto se fijó
últimamente en Polonia, donde murió el 1604. Sus discípulos se
este, por mas amargo y dañoso que pareciese cada día
hicieron allí un gran partido, pero por sus excesos fueron arrojados ¿ como se podría impedir que naciese y madurarse, mien-
del reino el 1654 : para escarmiento además, de orden de los magis- tras se conservaba y cultivaba con pasión el árbol que
trados se desenterraron las cenizas de FaustoSocino su maestro, y natural y necesariamente le debia producir?
llevadas á las fronteras d é l a pequeña T a r t a r i a , metidas en un-ca- . D e e s t e modo la Inglaterra y la Holanda, receptáculos
ñón , se arrojaron así ál país de los infieles ': decayeron con este impuros en donde fermentaba la hez de las sectas , que
motivo mucho sus sectarios en aquellas partes; pero si se considera •el furor de innovar abortaba incesantemente, se poblaban
que el deísmo es una rama muy natural de esta herejía, y que el de una nueva especie de h o m b r e s , que con el nombre
ateísmo moderno dimana y se deriva de ella de un modo igualmente •de tolerantes, de pensadores libres, minaban todas las co-
sesuro (como prueba nuestro autor, y afirma el Diccionario Enci- lumnas de la sociedad, y las bases todas del Cristianismo.
clopédico], podemos decir que esta herejía es una de las m a s fe-
En Francia, donde tomaron el título de espíritus fuertes,
cundas y mas formidables que jamás han existido; y en verdad que
en nuestros dias se han dejado ver bien los efectos de la dicha con-
juración tramada contra el cristianismo.
1 Véase el Dic. de Bayle, art. Viret.
1 Lib. 4, Epist. 14. 1 Historia de las Variaciones, lib. 5, n . 31.
contenidos por el temor de las leyes se multiplicaron con bres de Felipe, y sus opiniones conocidas habian p r o -
lentitud, y se ocultaron entre espesas sombras en tanto metido á los espíritus fuertes un protector digno de e -
que vivió Luis XIV. Si de cuando en cuando un ruido llos; y en efecto, apenas el vicio se apoderó del p o d e r ,
sordo de impiedad venia á alarmar el oido atento de Bos- conocieron que iban á reinar. El ejemplo del príncipe ',
la vanidad, el cebo del libertinaje y disolución, llenaron
suet, é indignar su grande alma, este ruido nó era toda-
sus tilas de una multitud de prosélitos salidos por la mayor
vía, digámoslo así, mas que subterráneo, y la increduli-
parte de las clases mas distinguidas de la sociedad. Su
dad temerosa se ocultaba de las miradas de los obispos
audacia, aumentada por el buen éxito, traspasó los últi-
y de los magistrados, custodios, conservadores y defen-
timos límites, y atacaron de frente todas las creencias é
sores de la sana doctrina. Aquel siglo fué para la Fran-
cia el de la gloria y el de la Religión. Con la regencia se dando al doblez la'apariencia de la rectitud. Esta moral tan horro-
dió principio á un periodo bien diferente 1 . Las costum- rosa era conforme al carácter de su favorito, y fué su reala cons-
tante. Desembarazados por este medio de las trabas de la conciencia
estos acusadores de la probidad de Luis el Grande, hallaron el se-
l Apenas habia espirado Luis XIV, dice P r o y a r t , cuando el Re-
creto de adelantar, pero fué en u n sentido deplorable. La F r a n c i a ,
gente duque de Orleans, dueño absoluto de los negocios, abrió la
que se habia recreado con la idea de un porvenir venturoso bajo e í
puerta en Francia á todo el mal que habia querido precaver el Rey
gobierno de un príncipe idolatrado por sus virtudes (el DelQn duque
difunto. Este príncipe al tiempo de morir le habia dicho en presencia
de Borgoña), privada cruelmente por su muerte (hay sospechas
de su corle : Vais á reinar : lo que especialmente os recomiendo
demasiado fundadas de veneno), de esta esperanza, se vio obligada
es la Religión. Pero apenas el Monarca cerró los ojos, cuando la
a gemir bajo el peso de todos los vicios. El Regente no la ofreció
Religión encontró en él y sus consejeros sus mayores enemigos. Con
m a s que escándalos domésticos, y calamidades en el estado, los
un descuido y abandono que tocaba en irreligión, y hay quien diga
asignados de I.aw, y la bancarrota pública. Este infame príncipe
que en ateísmo, suprimió el Consejo de cociencia, al que confiaba
habia convertido su palacio en un serrallo de prostitutas, donde
la piedad de Luis XIV las causas religiosas : era inútil para un im-
tenia por comensales á los hombres m a s disolutos, y los impíos mas
pío. Creólo despues, y fué peor, pues lo abandonó á los jansenistas;
famosos de su tiempo. Su corte, que era un volcan de disolución,
y sus miembros, incluso el presidente (el famoso Card. de
inundó en pocos años con sus lavas impuras la capital y las-pro-
Noailles, quien despues abjuró sus erroresJ, eran refractarios.
vincias. Su administración no parecía sino una crítica tan indecente,
Volvieron á entrar triunfantes en la capital todos los que la sabi-
como injusta del reinado-anterior; pero trastornándolo todo con sus
duría del gobierno tenia separados; el confesor del Rey difunto con
innovaciones, hacia correr la voz de que no hacia mas que poner en
otros varios jesuítas fueron desterrados, y aun todos ellos sufrieron
práctica los planes del duque de Borgoña para cubrirse con una
u n entredicho- general en París y toda la diócesis. Sin embargo,
sombra tan querida. No se respetaron m a s las disposiciones del di-
cansado el duque Regente y temeroso de las cabalas jansenísticas,
funto Rey relativas á la persona y educación de su sucesor; antes le
convirtió en rigor el favor que les habia dispensado, y los separó del
quitaron al Rey pupilo su confesor y su ayo. Cada día señalaba el
Consejo de conciencia. Pero no cesó este escándalo sino para dar
Regente, Felipe de Orleans, gu menosprecio d é l a s costumbres con
lugar á otro, pues tuvo la imprudencia, é impudencia de dar una
un nuevo escándalo. Su fin ftié digno de su epicureismo, y el último
plaza en él á Dubois, el hombre mas inmoral, y notoriamente cono-
acto de su vida f u é también él Ultimo de sus delitos. Encenagado.cn
cido en toda Francia por sus desórdenes: habia sido su maestro, y
la crápula y disolución, pasó repentinamente, y sin que mediase ni\
se convirtió en favorito despues de haber sido fautor de sus primeras
un instante, de los brazos de una prostituta á los de la muerte v-
disoluciones. Desde entonces se miráron con desprecio en el gabi-
eternidad: tal suele ser la suerte de quien vive así. Mas ¡ cuánto no
nete los intereses de Dios, para cuya gloria solo deben reinar los
recuerda este cuadro los dias de aquel Sibarita, en los que se abrie-
que solo reinan por é l , y la Religión fué humillada hasta ponerla á
ron las puertas también á nuestros males! Desde aquella época de-
nivel con las instituciones h u m a n a s que emplea la política para
bemos también nosotros datar la de los progresos de la impiedad :
contener y dirigir la multitud. Entonces se oyó por primera vez el
antes se oia una que otra voz de a l a r m a , desde entonces se empezó
monstruoso axioma de que con conciencia no se medra, y que para
á hacer c o m ú n , y así bailó preparados tantos espíritus en la revo-
un hombre de estado la fidelidad en las palabras, y la buena f e en
lución constitucional. P.Laso, nota octava.
los tratados no debe ser mas que el arte de engañar con habilidad,
instituciones religiosas , Toussaint dió la señal por el su fama , y su reputación no seria completa, mientras
libro de las costumbres1, que sublevó contra él toda la
quedara un adorador á Jesucristo. La actividad increi-
Francia cristiana. Pero otros escándalos mucho mayores
hicieron bien pronto olvidar este primer escándalo. Un
hombre de un ingenio extraordinario, pero no menos cor- todacreencia religiosa; pero especialmente la que uniá á los p u e -
rompido y depravado 2 , se persuadió que faltaría algo á blos á Jesucristo, sin la cual ni hay salvación en la otra vida, ni
civilización en esta; dirigía en una Correspondencia confidencial
' la ejecución del plan que debia.traer el trastorno de los Tronos y de
1 a Toussaint (Francisco Vicente), que en u n principio,'dice los Altares; lanzaba incesantemente de su fecunda pluma libros s e -
» SI. Fievee, había sido jansenista y aun convulsionario, se. hizo diciosos, inmorales, henchidos de licencia é i n f a m i a ; y tiernamente
» deista para ser acogido de los filósofos, y ateo para conservar el pan inquieto por los discípulos á quienes podia alcanzar la vindicta de
» que le daba el rey de Prusia. > Su libro de las Costumbres, pu- las leyes, prescribe y traza á cada uno con u n a previsión ^maternal
blicado el 1748, abrió la marcha á todos los de la impiedad; deista la conducta que en un caso imprevisto deberían tener. Ábrase la vo-
en é l , bajo un título que parece debía prescribir reglas de sana luminosa coleccion de sus o b r a s : ciertas apariencias de orden y re-
moralidad, las trastorna t o d a s : permite los amores y conversa- gularidad; máximas graves sobre la existencia de un primer S e r ;
ciones galantes; defiende y llama al concubinato unión mas pura, brillantes homenajes á la Providencia, á la Religión, á su divino
mas santa y mas estimable que el matrimonio; aniquila el respeto Autor, á la Iglesia, etc., h a r á n acaso admirar un hombre grande ;
de los hijos para con sus padres; condena el juramento en juicio, pero penétrese hasta el secreto de sus confiahzas. íntimas, donde se
niega á la autoridad el derecho de castigar con pena de muerte á descubren los misterios, y él manifiesta sus verdaderos sentimientos
los malvados, e t c . : pero volvió en si en sus últimos dias. « Este in- con tanta m a s violencia y energía, cuanto que fuera de allí se ve
» feliz, añade el mismo Fievee, en la hora de la muerte hizo reunir obligado ¿contenerlos en su corazon : ¿ q u é veis? un h o m b r e sin
» á toda su familia al rededor de su c a m a , la pidió perdón de haber l)iós, sin fe, sin ley: u n h o m b r e que no reconoce m a s divinidad que
» ridiculizado delante de ellos una Religión, que siempre en su in- la sagrada majestad del Acaso ( C a r t . de 29 de Marzo de 1773);
» terior habia creído verdadera, y con lágrimas en los ojos, confe- m a s Providencia que su divina majestad el Destino (ibid.); otra
» sando que solo el interés le habia conducido á tanta vileza é infa- moral quela del Placer[21 de Diciembre de 1772); otro fin que el de
» m i a , conjuró á su hijo que viviese como hombre de bien , y como una máquina, ó de un pájaro que está en una jaula ( J u n i o de
» buen cristiano, pues que el crimen que Dios no podría perdonar á 1758); un hombre á quien nada le importa lo que des pues de
» un padre seria el haber corrompido á sus hijos, y no procurar el muerto harán de su miserable cuerpo, y de su imaginaria alma
» desengañarlos. » Nació en París el 1715, y murió en Berlín el 1772: (22 de Diciembre de 1772). La palabra sola de Religión excita en él
ejerció en París la abogacía, que dejó por darse á la literatura; tra- accesos de rabia y de delirio : dice y repite que todas las religiones
bajó en Bruselas en les Nouvelles publiques, y el 1764 se le dió la no se han hecho sino para los picaros é imbéciles; que la Reli-
cátedra de elocuencia en la academia de Berlín : los artículos de gión cristiana en particular no es mas que un pan negro que se
jurisprudencia de los dos primeros tomos de la Enciclopedia son debe dejar á los perros ( 5 de Enero 1767), y sin contradicción la
suyos, y varias memorias de los últimos tomos de la academia de mas ridicula, lamas absurda, y mas sanguinaria que jamás
Prusia. ha inficionado al mundo, (ib.) Encarnizado personalmente con-
2 Voltaire: este hombre, no menos extraordinario por la p r o - tra el Fundador de esta Religión d i v i n a , como contra un rival, cree
f u n d a perversidad de su corazon, que por la extensión de su genio, no poder satisfacerla horrible ansia que tiene de exhalar su odio,
empleó los años de su larga vida en hacer la guerra al Cristianismo, sino vomitando injurias á borbotones. Groseramente sacrilego halla
en corromperlas costumbres, en esparcir por todas las clases el espí- un placer estúpido en tornar el nombre de Burla-Cristo (24 de Julio
ritu de orgullo, de rebelión é independencia, en ensalzar la razón de 1760) : el infierno le sugiere llamar Infame (perdónesenos el de-
sobre todo, en presentarla como la única divinidad digna de ser hon- cirio por que se le deteste) á Jesucristo y á su culto, y obedece á es-
rada, en apresurar y acelerar aquellos dias de espantosa memoria tas diabólicas sugestiones; y dirigiéndose á todos los que el orgullo
en que la persona de u n a prostituta debia presentarse sobre los al- del entendimiento, la depravación de la voluntad, el desarreglo de
tares, y recibir las adoraciones públicas de un pueblo que habia ve- las pasiones, la impaciencia d é l a subordinación, el ansia de los bie-
nido á ser ó" tan estúpido que le diese culto, ó t a n aterrado para nes ajenos debia alistar bajo las banderas de su filosofía; en una
permitir que se le tributase. Trabajaba en las sombras para acabar palabra, á todos los revolucionarios presentes y futuros, les grita :
ble de este hombre, sus grandes talentos, su odio impla-
cable contra la Religión, todo contribuyó á colocarle á según el parecer de Jurieu, quien nos asegura que m u -
la cabeza del partido fdosófico, por el que trabajó mas chos de los ministros refugiados en Holanda, despues de
que ningún otro en aumentarle y fomentarle. La muche- la revocación del edicto de Nantes, eran indiferentistas
dumbre se atropó al rededor de su gloria, y pública- ocultos, que formaban en las iglesias reformadas de Fran-
mente se tramó una violenta conjuración contra el Cris- cia, de muchos años atras, aquel desventurado partido
tianismo. Ya habia mucho tiempo que existia en secreto,, que conjuraba contra el Cristianismo ( Tablean au Soci-
ninisme, let. 1, p. 5 ) . Este testimonio no es sospechoso,
y nos hace saber también á que escuela pertenecían los
Guerra aI infame; oprimid, acabad con el infame, y no se aflige primeros autores de la guerra contra la Religión revelada.
al tocar ya á las puertas de la muerte sino por no poder ayudar á
los que combatirán contra el infame ; ni se consuela en morir Esta escuela no ha cesado un momento de suministrar
sino por esta exclamación que lo manifiesta todo entero : Dentro de y proveer de tropas auxiliares á la misma causa. Bayle
veinte años, bueno estará Dios (2ó de Febrero de 1758). El P . Le era protestante : Rousseau, protestante también de naci-
J a y , herido del atrevimiento de sus ideas cuando pequeño, le pre- miento, no ha hecho mas que desenvolver los principios
dijo que vendría á ser en Francia el Corifeo del deismo, y el su- de los protestantes : los deístas ingleses, de quienes Vol-
ceso ha justificado la profecía. — No hay fuerza en el m u n d o que taire y sus discípulos han tomado casi toda su ciencia anti-
pueda soportar el peso de indignación y de oprobio, q u e c a e s o b r e los
cristiana, eran protestantes, y protestantes mas conse-
Carrier, Lebon, S a i n t - J u s t , los Marat, Robespierres, y sus atroces
cuentes que los otros, como probaremos. S í : se princi-
cómplices; sin embargo para no ser injustos con estos "desventura-
dos, es preciso reconozcamos que ellos ño hicieron mas que realizar
pió por reformar ó abolir ciertos dogmas, y se acabó por
los votos, llenar las intenciones, y en algún modo ejecutar el testa- reformarlos todos, inclusa la revelación. En este punto
mento del Patriarca de la Filosofía. Cuando el edificio social agi- tomaron los filósofos modernos el protestantismo, y siem-
tado en sus diversas partes se desplomaba lodo, en aquella hora de pre reformando, llegaron hasta reformar el mismo Dios,
ruinas uno de los obreros de la destrucción proclamó la grande obli- y querer realizar la monstruosa ficción de un pueblo ateo,
gación que le tenia el mundo : « No lia visto todo lo que ha hecho, inventada por Bayle, y tan del gusto de Diderot y de to-
» pero él ha hecho todo lo que vemos. Los observadores ilustrados, dos los sabios de su escuela. Desde entonces fué fácil con-
» los que sepan escribir la historia, probarán á los que saben refle- vencerse que la impiedad tan humana y tan dulce en sus
» xionar, que el primer autor de esta grande revolución que asom- palabras, sabría á su tiempo valerse igualmente de la ha-
» bra hoy la Europa, es sin contradicción Voltaire. Él f u é el primero
cha del verdugo y de la pluma del sofista.
» que hizo caer la primera y mas formidable trinchera del despo-
» tismo, el poder religioso y sacerdotal. Si él no hubiera quebrado Durante los primeros años que siguieron á esta san-
» el yugo de los sacerdotes, jamás se hubiera roto el de los t i r a - grienta época, la filosofía, que apenas acababa de bajar
» nos.... » (Mercurio de Franceáe 7 de Agosto de 1790, redactado
de los cadalsos, donde habia tenido y tenia sus cortes
entonces por sus discípulos L a h a r p e , Marmontel y C h a m f o r t ) .
Cuando en la asamblea los hermanos llevaron como trofeo las i n -
y sesiones, todavía, si puede decirse así, respirando muer-
signias de la superstición destruida, su digno presidente Lalov les tes, no fué mas que un ateísmo horroroso y fanático. Poco
dijo : « En vuestro aire republicano veo que la filosofía os h a con- á poco se fué acostumbrando á oir pronunciar sin enfure-
» ducido : habéis hecho desaparecer diez y ocho siglos de e r r o r . » cersé el nombre de Dios. Robespierré habia dado el ejem-
( Moniteur de 93.) ¿ Cuándo se abrirán los ojos para ver á donde guia plo de tolerar al Ser Supremo, y á la inmortalidad del
esa filosofía altanera? Testigos de tantos desastres, ¿no escarmen- alma, y se juzgó cuerdamente que nadie tenia derecho
taremos nunca ? Despues de treinta v m a s años de castigos enviados para mostrarse menos tolerante q u e Robespierre \
á la Europa para hacerla comprender que cuando se desconoce la
Religión se destruye la majestad, que trastornado el altar, lleva
en sus ruinas los tronos, ¿serán perdidos aun para ella ? Véase la 1 Como el autor hablaba á u n pueblo que h a presenciado estos
cita de la pág. 114. horrores y extravíos, se contenta con indicaciones; permítasenos
recordarlos á nuestros jóvenes para que vean á donde conduce la
9.
Hoy la opinion se inclina hácia la indiferencia univer- ¿ quién lo diria ? se esfuerzan á arrastrar al Cristianismo
sal. Los gobiernos la favorecen con todo su poder, y á este sistema: nuevo género de persecución, cuyos efec-
tos estamos todavía muy léjos de conocer en toda su
lectura de los malos libros. Despuesde haber asesinado á los minis- extensión. El tiempo los desarrollará, y decidiendo de la
tros de Dios, declaró la impiedad la guerra al mismo Dios, v quiso suerte de las doctrinas sociales, decidirá de la suerte de
hacer del ateísmo una institución política. Para llegar á este fin la sociedad, y de la existencia del género humano. Pero
insensato, imaginaron fiestas tan sacrilegas como extravagantes,co- volvamos á nuestra discusión.
nocidas con el nombre de Fiestas de la Razón: Chaumettc, su co- La soberanía de la razón humana en materia de fe,
rifeo entoncés, hizo derribar los altares de las iglesias, quitar los
que es el dogma fundamental del protestantismo, es
cuadros, y todo cuanto podia ofrecer algún vestigio de Relision, y
rodeado de una turba numerosa de vándalos, q u e h a b i a n tomado
también el fundamento del deismo, y su carácter distin-
parle en su delirio, vino á dar cuenta á la Convención de la primera tivo es la exclusión absoluta de toda revelación.
celebración de las solemnidades. Presentóse en la Asamblea rodeado « El deismo, dice un autor inglés, no es otra cosa que
de una turba inmensa de gente; un grupo de músicos jóvenes abría » la Religión esencial al hombre, la verdadera Religión
la m a r c h a ; seguía á estos una tropa de niños coronados de flores, y » de la naturaleza y de la razón» Rousseau usa el rnis-
u n a horda de clubistas con el terrible gorro encarnado, haciendo
resonar el aire con las voces de Viva la República. La Diosa de la
» mas sacerdotes , ya no mas dioses que los que la naturaleza
Razón se descubría despues sobre una especie de andas llevadas por
, nos ofrece. Nosotros, sus magistrados, hemos acogido y aceptado
cuatro hombres, y adornadas con guirnaldas de hojas de encina.
* este voto; os lo traemos desde el templo de la Razón; venimos al
Una actriz de la ópera, llamada Maillard, hacia el papel de Diosa :
» d é l a Ley para festejar á la Libertad; pedimos que la metrópoli
un hermoso manto azul hondeaba sobre su espalda, tenia una larga
» de París se consagre á la Libertad y á la Razón. » Estas blasfe-
pica en la mano, y sobre la cabeza el gorro fatal. Apenas se presen-
mias insensatas hacen la mas viva impresión en los legisladores de
tan en la barra, la Diosa es recibida con aclamaciones, se la i n t r o -
la Francia, y la proposición de Chaumette convertida en mocion
duce en la Asamblea, se la coloca frente á frente del Presidente,
especial por"el apóstata Chabot, se decreta solemnemente con e s -
quien á la cabeza de los representantes de la Nación le prodiga sus
panto de la Europa y del m u n d o . E n seguida algunas secciones de
admiraciones. Chaumelte entonces tomando la palabra : « L o h a -
París prohiben á los sacerdotes decir m i s a : se mandan q u i t a r l a s
» beis visto, dice, ciudadanos legisladores : el Fanatismo n o ha p o -
estatuas que se conservaban aun en los templos; y a u n alguna de
» dido resistir mas, y ha abandonado el lugar que ocupaba á la Ra-
ellas hace derribar hasta el campanario, y propone que se derriben
» zon, la Justicia, y á l a Verdad; sus ojos extraviados no han p o -
todos los de la capital, como contrarios al sistema de Igualdad, etc.
» dido sostener el brillo de la luz, y ha huido. Nos hemos apoderado
etc., y se sicuió así hasta el 7 de Mayo de 1794, en que á propuesta
» d e los templos <5116 nos a b a n d o n a b a , y los hemos regenerado*
de Robespierre, no menos impío que los otros, pero m a s astuto e n -
» Hoy (10 de Noviembre de 1"93) lodo "el pueblo de París se h a
tonces, que lo creía u n medio de llegar á uft poder mas absoluto aun
»transportado á las bóbedas góticas, á donde por tanto tiempo r e -
que el que ejercía, decretó la Convención que el pueblo francés re-
» sonó la voz del Error, que por la primera vez h a n resonado coi:
conocía la existencia del Ser Supremo, y la inmortalidad del
» los gritos de la Verdad; y allí hemos sacrificado en honor de la
alma, y lo declaró su Pontífice; y el 8 de Junio, vestido de una. espe-
» Libertad y de la Igualdad. Hemos gritado : ¡ Viva la Montaña
cie de dalmática de azul violado, traje de luto de los reyes de Fran-
» ( l o s m a s acalorados alcistas)! y la montaña .ños ha respondido,
cia, celebró públicamente en el jardín de las T u l l e r a s , acompañado
» porque venia á reunirse con nosotros en el templo de la Razón. No
de cánticos llenos de imprecaciones contra la Religión católica, y
» h e m o s ofrecido sacrificios á ídolos inanimados, n o ; una obra
aquel d i a e r a el de Pentecostés. Por estos pasos caminó la Francia : los
» maestra déla naturaleza es la que hemos escogido para represen-
malos libros quitaron el amor y respeto á la Religión : el abandono
» tarla, y esta imagen sagrada ha inflamado todos los corazones.'»
del culto católico trajo desde luego el culto constitucional; a este
Dice, y fijando los ojos en su Diosa, invita con sus gestos á todos los
sucedió el culto de la razón, y en seguida vino el culto del Ser Su-
espectadores á que la consideren bien para que se inflamen por la
premo inventado por el apóstol Robespierre para disculpar de
imagen sagrada. « Un solo voto, añade, se ha hecho oír allí, y u n
ateísmo á la Convención regicida.
»solo grito ha resonado por todas partes :' Fuera sacerdotes, no
1 Deism fairly siated, andfully vindicated, p. S.
mo lenguaje « Las mayores ideas de Dios, dice, nos víe-
bemos arrepentimos de nuestras faltas, y si así lo hace-
» nen por sola a razón. Poned los ojos en el espectáculo
mos Dios nos perdonará; 5 o que los buenos serán pre-
» de la naturaleza ; escuchad la voz interior : ; No ha
miados, y los malos castigados en la otra vida 1 .
» hablado, y lo ha dicho en efecto Dios todo á nuestros
Se podían pedir al Lord Cherbury mil explicaciones
» ojos, a nuestra conciencia, á nuestro entendimiento'
sobre este corto símbolo. Por ejemplo, ¿qué entiende
» ¿Que es lo que nos añadirán los hombres? Sus revela-
por piedad? ¿ q u é por virtud? ¿.cómo sabe con certeza
Aciones no hacen mas que degradar á Dios, dándole ó
que Dios perdonará al arrepentido,:etc. ? Él insinúa que
» atribuyéndole pasiones h u m a n a s . 1 »
la Religión cristiana es demasiado indulgente en este
Réstanos saber en que consiste esta Religión de la na-
p u n t o 2 ; luego conoce la medida precisa del arrepenti-
turaleza y de la razón, esta Religión esencial al hombre
miento que merece el p e r d ó n , como si un sentimiento
y con la cual sin embargo e f h o m b r e nunca ha podido con-
cualquiera tuviese una medida que pudiera valuarse. Así
tentarse; porque es un hecho constante y notable, que
es que no se atreve á fijarla, y deja al hombre en la
jamas ha existido un pueblo deista, antes bien todos han
ignorancia mas terrible en que una criatura racional y
tenido Religiones que creian reveladas, y por consiguien-
débil puede hallarse.
te Religiones opuestas á la razón y á la naturaleza, lo
¿El símbolo que antecede os ha parecido insuficiente?
que no impide a Rousseau para mandar é imponer á todo
Rlount 3 nos presenta otro en siete artículos: I o que hay
hombre la obhgacion de seguirlas y amarlas, Mas eso ;qué
un Dios eterno, infinito y criador de todas las cosas;
importa? pasemos por alto este juicioso precepto, v á
2 o que gobierna el mundo con su providencia; 3o que es
ejemplo de os discípulos de Juan Jacobo, dejémosle
una obligación nuestra el darle culto como á nuestro
como olvidado ; y pues toda Religión se compone esen-
Criador y Señor; k" que este culto consiste en la oracion
cialmente de dogmas, de culto y de moral, examinemos
y alabanzas; 5 o obedecer á Dios es conformarse con las
la Religión natural bajo estos tres respectos.
reglas de la recta razón practicando las virtudes morales;
Primeramente, por lo que hace á los dogmas, la Reli- 6" que' debemos esperar en la otra vida penas ó premios
gión de la naturaleza parece que deja á cada uno en plena según que ha vamos obrado en esta, lo que envuelve en
y entera libertad de elegir los que le acomoden, y muy sí la inmortalidad del alma; 7o enfin, que si nos hemos
pronto veremos que no podia ser de otro modo : por
consiguiente cuantos deistas otros tantos símbolos. El 1 DeReligione gentilium.
del. lord Cherbury 2 , patriarca de los deistas ingleses, se 2 Appendix ad op. de Religione laici, q. 6.
reduce a cinco artículos. I o Que existe un Ser Supremo • 3 Carlos Blount, famoso deista inglés, nació en Upper-Halloway
2o que debemos darle culto; 3o que la piedad y la virtud el 1654 : empezóse á dar á conocer por una traducción de los dos pri-
son y forman la parte principal de este culto; 4° que de- meros libros de la Vida de Apolonio de Tiana , por Filostrato, con
notas aun mas extravagantes que la obra misma, todas ellas dirigi-
das á desfigurar la Religión, y ridiculizar los Libros Santos , co-
1 Emite, tom. III, p. 132, 133. piando las blasfemias, que él daba como originales, de los m a n u s -
2 Eduardo Herberto, mas conocido con el nombre de Lord Cher- critos del Lord Herberto, que tenia la misma Religión que el. Su
bury-, nació en el país de Gales el 1581. Estuvo de embajador cerca libro fué proscrito en Inglaterra el 1693. En este año enamorado
de Luis XIII por Jacobo I : escribió varias obras, todas ellas llenas de Blount de la viuda de su h e r m a n o , y no hallando esperanza de p o -
deísmo y naturalismo, y se le considera como uno de los primeros der casarse con ella, se quitó á sí mismo la v i d a ; fin natural de u n
que redujo el deísmo á sistema, y de ser el padre de los latitudi- hombre que no conocía mas felicidad que el deleite, y veia que no le
nanos, o racionalistas. Se dice que en sus escritos bebieron sus podia conseguir. Entre otras obras donde compilen las extravagan-
errores Spinosa y Hobbes. Un sabio aleman llamado Korthold p u - cias con las mentiras, fué el principal autor del libro intitulado : Los
blico el 1680 una Disertación sobre los tres impostores de su siglo : Oráculos de la razón. El pirronismo que descubre en ella fue re-
Spinosa, Hobbes y Cherbury. Este murió el 1648. futado por Gildon.
separado de la regla de nuestras obligaciones, debemos
arrepentimos, y confiar en la misericordia de Dios que Sin embargo, parece inclinarse mucho al materialismo 1 ;
nos perdonará 1 . y aun suponiendo que haya castigos y recompensas en la
La razón de Blount, como se ve, pide un poquito mas otra vida,"cosa para él muy dudosa, la totalidad del gé-
en materia de fe que la razón del lord Cherbury. Este nero humano no tiene por que inquietarse de ello, por-
no admite explícitamente la inmortalidad del alma en su que estas recompensas y castigos, según él, no serán sino
símbolo; puede ser que fuese olvido, porque no se pue- para hombres cuyas acciones hayan influido poderosa-
de tener todo presente. mente en la felicidad ó desgracias del género humano :
Por lo demás Blount, arguyendo contra la revelación, los demás no tienen nada que esperar ni t e m e r : su vida
escribía a s í á S y d e n h a m : «En nuestro viaje al otromun- es muy insignificante para que Dios se digne pedirles
» d o , el camino común es sin duda el mas seguro; y cuenta" de ella. Esto seria lo mismo, dice Chubb, que ima-
» aunque el deísmo sea una buena preparación para la ginarse ó creer que Dios ha de juzgar un dia á todos los
» conciencia, si se siembra en ella el Cristianismo pro- animales 2 . r

» ducirá una cosecha mas abundante 2 .» Según esto, se ve que la existencia de Dios es el único
dogma que admiten formalmente los dos últimos autores
Bolingbrocke poco satisfecho de los símbolos de sus
de quienes acabamos de hablar. Esta grande y sublime
antecesores, ensanchó extrañamente la senda de la Re- v e r d a d , en medio de las ruinas de todas las doctrinas
ligión natural. Niega que Dios puede ser ofendido por el religiosas, ha quedado en pié en su alma, como suele
hombre, y por consecuencia ataca la doctrina de los pre- subsistir una columna de un templo antiguo que el tiem-
mios y castigos de la otra vida 3 . ¿ Qué mucho ? Todo se po y los bárbaros destruyeron.
perfecciona con el tiempo.
Juan Jacobo Bcusseau extiende un poco mas el sím-
Si el alma es material ó inmaterial; si es distinta del
bolo de la Religión natural; pero én breve haremos ver
cuerpo, y en este caso, si es perecedera como él, ó debe
que según sus principios no tiene derecho alguno para,
sobre vivirle, son cuestiones que Chubb no decide, p o r - exigir que'nadie adopte de él ni un solo artículo. Admite
que no encuentra sobre que pueda fundar la decisión *. la existencia de Dios, la distinción entre el alma y el
c u e r p o , y una vida f u t u r a , en la que cada uno se acor-
dará dé lo que ha sentido, y lo que ha hecho durante su
1 The órneles of Reason, p. 197. — 2 Ibid. p. 91.
v i d a ; y no duda que esta memoria formará un dia la feli-
3 Bolingbroke's Works, vol. V, pág. 209, 356, 493, 495, 498,
507, 508, 510. — El vizconde de Bolingbroke nació en Bat'ersea, del
cidad délos buenos, y el tormento de los malos. «No me
condado de Surry , el 1672. Fué secretario de Estado de la reina
)) preguntéis, añade, si habrá otras fuentes de felicidad
Ana : tuvo mucha parle en los negocios y las revoluciones ocurri- » ó de penas; yo no lo s é 5 . »
das en los últimos años del reinado de esta princesa, y fué enviado Esta doctrina es muy satisfactoria para los malvados, es-
á París para concluir la negociación ó tratado de paz entre Francia é pecialmente si se les junta la esperanza de que sus recuer-
Inglaterra. Despu'es de la m u e r t e de la reina se retiró de la corte y dos ó memorias se acabarán con su existencia; y es pun-
repartió su tiempo entre el estudio y los placeres. Temeroso de sus
tualmente lo que Rousseau les hace esperar, igualmente
enemigos que lo habian hecho excluir del parlamento, pasó á Fran-
cia, donde se casó con Mad. Villete, sobrina de Mad. Maintenon.
que á los buenos el temor de que llegue un dia el térmi-
\ olviose despues á Inglaterra, donde murió el 1751. Hay de él va- no fatal de la vida feliz que les promete. «¿ Cuál es esta
rias obras políticas, etc. Se h a publicado también bajo su nombre el » vida? se pregunta á sí mismo : ¿y el alma es inmortal
Examen importante de la Religión cristiana, escrito violento con- » por su naturaleza? mi limitado entendimiento, se res-
tra el Cristianismo; pero aunque Bolingbroke f u é incrédulo, no
llegó su furor á tanto : se sabe que es obra de Voltaire.
1 Chub's pág. 317, 318, 324, 326.
4 Chubb's posthumous JVorks , vol. 1, p. 312,313.
2 Ibid. vol. 1, p. 395, 400. — 3 Émile, t. ni, pág. 87, 88;
» p o n d e , nada conoce que n o sea limitado; todo lo que nada ¿No es en verdad u n a certeza maravillosa, y una
» se llama infinito es p a r a m í imperceptible. ¿ Q u é puedo esperanza bien consoladora? Cuanto mas se esfuerza a
contemplar la esencia divina, menos la concibe; es decir,
» negar, ni afirmar, ni qué raciocinios hacer sobre una
que no la conoce ni en sí m i s m a , ni en sus atributos ; y de
» cosa que no puedo concebir ? Creo que el alma sobre-
esta suerte es como las mas grandes ideas de la Divinidad
» vive al cuerpo lo suficiente para la conservación del
nos vienen por sola la razón. ¡ Cosa admirable, y que sola
» orden, ¿ pero quién sabe si esto es lo bastante para que
la filosofía nos podia enseñar : la idea mas grande que
» d u r e s i e m p r e 1 ?»
tenemos de la Divinidad, es no tener idea alguna de ella!
De este modo es como Dios se lo ha dicho todo á sus
ojos, á su conciencia y á su entendimiento. Notad además Mas en fin, se dirá que existe, y esto basta: su exis-
que deduce el dogma de la otra vida de la nocion de los tencia es un dogma admitido por todos los sectarios de
atributos de Dios. Porque d i c e : « Si yo llego á descubrir la Religión natural. Sea e n h o r a b u e n a ; pero siempre sos-
» sucesivamente estos atributos, de los que no tengo idea tendré, y sostengo, que en sus principios se puede legí-
» alguna absoluta, es p o r el buen uso de la razón, y por timamente negar este dogma, y no como quiera se p u e -
d e , sino que á veces se debe h a c e r .
» consecuencias forzadas2; p e r o los afirmo sin c o m p r e n -
» derlos, que e n substancia es lo mismo que no afirmar En efecto, la primera regla de Rousseau, y de todos
» nada. Por m a s q u e yo m e diga : Dios es así; lo siento; los deistas, su principio fundamental es formar su fe por
» m e lo demuestro; no p o r eso concibo mejor como Dios solas las luces de la r a z ó n , y por consiguiente no creer
» puede ser así. En fin, cuanto mas m e esfuerzo á contem- nada sino lo que claramente se conciba : ahora b i e n ;
» piar su esencia infinita, m e n o s la concibo; p e r o ella exis- supongamos un filósofo p a r a quien la existencia de Dios
» t e , m e b a s t a ; cuanto m e n o s la concibo, mas la a d o r o 3 . » no sea m a s clara que lo e s para Rousseau su esencia y
atributos; este podrá y deberá negarla, si es consecuente;
Así es que Rousseau f u n d a la esperanza del justo sobre quedarse indeciso, él mismo nos asegura q u é es imposi-
atributos, de que no tiene idea alguna absoluta, u que ble- luego deberá negarla. « L a duda en cosas que nos
afirma sin comprenderlos, q u e en substancia es no afirmar » importa conocer es un estado demasiado violento para
» el espíritu h u m a n o , y no puede resistir y estar en el
1 Emite, t. III, p. 86. » mucho t i e m p o ; y así á pesar suyo se decide por una u
2 Rousseau se sirve a q u í , y tal vez con estudio, de u n a voz
» otra p a r t e 1 . »
equívoca. En el modo común de hablar, por consecuencias forza-
das, se entienden consecuencias violentas, falsas, ó al menos d u -
Figurémonos por un momento el hecho s u p u e s t o :
dosas. Se podría decir también que son consecuencias necesarias, pongamos en boca de Rousseau sus mismas p a l a b r a s , y
que el entendimiento se ve forzado á admitir. El buen uso de la veamos que respondería el filósofo de que h a b l a m o s ;
razón, que antes menciona Rousseau, favorece este último sentido; cuidaré para m a s exactitud no atribuirle otras opiniones
pero lo demás de la frase lo contradice, porque sacar ó deducir una que las de uno de los mas célebres partidarios de la
consecuencia, es afirmar alguna cosa; y quien no afirma n a d a ,
' . Religión natural.
nada concluye. Además, Rousseau cae en un error grave, supo-
niendo que para afirmar realmente es necesario comprender; y no ROUSSEAU
es así, basta tener una idea clara de lo que se afirma. Por ej. la p a - Os compadezco de todas veras al ver no creeis en el
labra atracción, siempre y cuando se nos ofrezca una idea, y en Ser infinito. No concebís que existe; ¿eso que hace? yo
todos ofrezca la m i s m a , podemos afirmar ó negar la existencia de tampoco concibo mas claramente sus atributos, y lo creo.
esta fuerza oculta, que.no comprendemos en sí misma. Por lo d e - « El uso mas digno de mi razón es anonadarse delante
más, el pasaje sobre el cual recae esta n o t a , no es el único en que » de é l 2 . » Seguid mi ejemplo.
Rousseau procura ocultar la inconsecuencia é instabilidad de sus
doctrinas á la sombra de expresiones ambiguas.
1 Émile, t. 3, p. n . - 2 Ibid. t. 3, p . 96.
3 Emite, t. ni, pág. 96.
FILÓSOFO.
sofismas, y los sofismas no me convencen. Por otra parte,
« Decirme que someta mi razón, es ultrajar á su au-
m e habíais de un Dios, al cual rodean misterios inconce-
» tor : otro tanto me puede decir cualquiera que me
bibles1; pues si yo comienzo una vez á creer misterios
» engañe: para someter mi razón, necesito razones 2 . »
inconcebibles ¿quién sabe adonde esto m e llevará? en
ROUSSEAU.
qué, ó dónde me detendré ? quién me guiará en la elec-
Y bien. « Poned los ojos en el espectáculo de la nátu-
ción que debo hacer? con q u é derecho ni fundamento
» raleza; en este grande y sublime libro es donde vo
» aprendo a servir y adorar á su divino Autor. Nadie es he de desechar la revelación ? Vos mismo lo habéis di-
» excusable de no leer en él, porque habla á todos los cho. «El que me presenta misterios, y contradicciones
» hombres una lengua de fácil inteligencia para todos los » en el culto que me predica, por el mismo hecho m e
» entendimientos 3 . ¿ Dios no lo ha dicho todo á nuestros » enseña á desconfiar de é l 2 . »
ROUSSEAU.
» ojos ? Responded.»
« O s he abierto mi corazon sin reserva alguna; lo que
FILÓSOFO.
» creo por cierto es únicamente lo que os' doy por t a l ;
A los vuestros puede ser, pero á los mios no : además, » y os he manifestado las razones que me asisten para
permitidme os diga, que raciocináis muy mal. «Tomar » creer. Ahora vos solo sois quien debe jusgar". Yo no
» fundamento del curso y orden de la naturaleza para )> pretendo darme por infalible, ni me creo tal : otros
» inferir la existencia de una causa inteligente que haya » pueden hallar dudoso lo que á mí me parece demos-
» establecido, y conserve el orden en el universo, es abra- )> trado, v falso lo que á mí me parece verdadero : r a -
» zar un principio incierto é inútil j u n t a m e n t e ; porque » ciocino para m í ; y no para ellos : ni los vitupero ni
» este objeto no puede caer en modo alguno bajo la expe- » los imito : su juicio puede ser mejor que el mío; pero
» riencia humana: está muy léjos de su esfera 4 . » » no es culpa mía que no lo sea el m í o 4 . » Para mi la
ROUSSEAU. existencia de Dios está atestiguada por sus obras : nin-
A lo menos convendréis en que Dios lo ha dicho todo guno, os lo repito, tiene excusa para no leer en este
á nuestro entendimiento. « No creo que negueis la eterna grande y sublime libro : convengo en que esta máxima
» correspondencia del efecto con su causa, de donde yo es demasiado general, y que como otras muchas se m e
» t a n claramente he deducido la existencia del primer ha escapado sin reflexionar bien en ello : sin embargo,
» Ser.» en el fondo habéis debido conocer que este no era ni mi
FILÓSOFO.
primero', ni mi último pensamiento. La prueba está
¿ Y porqué no? A mi entender «no se puede sacar ar- clara en las palabras que anteceden un volumen entero
á las que acabo de citar, y las modifican bastantemente.
» gumento, ni aun probable, de la relación de la causa
« El filósofo que no c r e e , obra mal, porque usa mal de
» con el efecto, ó del efecto con la causa 5 : el enlace del
» la razón que ha cultivado, y se halla en estado de en-
» efecto con su causa es enteramente arbitrario , no solo
» tender las verdades que desecha 5 . » Confieso que este
» en su primera nocion á priori, sino aun despues que texto es muy duro : porque si pone al pueblo á cubierto,
» l a experiencia nos ha sugerido esta nocion indicada 6 .» al filósofo lo deja lleno de embarazos. Lo siento por vos,
\ a veis que estamos muy léjos de convenirnos. Vuestras á quien filosóficamente condeno, y por m í , que abor-
pruebas hacen muy distinta impresión en mi entendi- rezco la bárbara intolerancia. Pero al fin «no es cosa de
miento que en el vuestro; yo no veo en ellas mas que » poca monta conocer que Dios existe; pero cuando

1 Emite, t. 3, p. 180. — 2 Ib. p . 139. — 3 Ibid. p. 177."


4 Huine's Philosophicul Essais, pág. 224. l Émile, t. 3, p . 133. — 2 Ibid. pág. 150. _
5 Ibid. pág, 62, 63- — 6 Ibid. pág. 53, 54. 3 Émile, t. 3. p. 192.— 4 Ibid. p. 179. — 5 Emile, t. 2, p. 350.
» hemos llegado hasta aquí, y nos preguntamos ¿ qué
» es, ó dónde está? nuestro entendimiento se confunde, » las fuerzas para pasar adelante,, ¿dé qué podéis ser
» se extravía, y no sabemos ya que pensar 1 . » Hé aquí )> culpable? ella es la que debe acercarse á n o s o t r o s »
justamente lo que os sucede : « las ideas de creación, ¿Qué e s , pues, en vista de esto, la Religion natural
» aniquilación, ubiquidad, eternidad, omnipotencia, la sino un abismo, un sumidero profundo donde vienen á
» de los atributos divinos, todas estas ideas que pocos hundirse todos los dogmas, hasta el de la existencia de
» hombres alcanzan á ver tan confusas y obscuras como Dios? Bossuet la definió completamente cuando dijo, que
» son, se os presentan en toda su fuerza, es decir, en el deísmo no es mas que un ateísmo disfrazado. Entre sus
» toda su obscuridad 2 . » ¿Y no seria una crueldad verse sectarios unos admiten lo q u e l o s otros desechan, niegan
condenado por haber tenido mas talento que los demás lo que afirman, y así recíprocamente. Con dificultad se
hombres? ¿seria posible que no hubiese salvación sino hallarán dos que profesen una misma doctrina ; ninguno
para los tontos? Pues Sentado lo que acabo de decir, esto tiene derecho para exigir que otro se someta á sus deci-
es lo que infaliblemente resultaría del principio vulgar : siones; cada uno como supremo juez de su fe, tiene la
« que es necesario creer en Dios para salvarse 3 . » No facultad de extenderla ó restringirla á su gusto, y nin-
permita la filosofía que yo me obstine en sostener esta guna creencia por consiguiente es esencial en la única
máxima cruel; veo claramente las consecuencias. « Este Religion esencial al hombre. ¡Extraña Religion, cuyo sím-
» dogma mal entendido es el principio de la sanguinaria bolo puede reducirse al ateísmo !
» intolerancia, y la causa de todas las vanas instituciones En segundo lugar, no siendo el culto exterior mas que
» que dan el golpe mortal á la razón humana acostum- un vano ceremonial y un negocio puramente de policía, es
» brándola á contentarse con palabras 4 . » Vuestra causa indiferente en sí, y nada por tanto impide que nos p a -
es pues la de la razón humana, y no debeis temer que yo semos sin él.
la dé un golpe mortal. « Es claro que un hombre que lle- « Las verdaderas obligaciones de la Religion son índe-
» gase á l a vejez sin creer en Dios, no seria por esto » pendientes de las instituciones de los hombres 2 ; y el
» culto que Dios quiere y pide es el del corazon 3 . «
» privado de su presencia en la otra vida, si su cegue-
¿'Quién se atreverá á exigir lo que Dios no pide ? Debe
» dad no ha sido voluntaria, y yo digo que no siempre
pues haber plena libertad en este punto, y podrá algún
» lo e s 5 . » Envejeced, pues, tranquilo en vuestra incre-
hombre no dar en toda su vida ni una sola señal de Re-
dulidad, bien diferente de aquellos que se persuaden es ligion, sin ofender por eso, ni faltar á las verdaderas obli-
necesario confesar tal ó tal artículo « pienso por el con- gaciones de la Religion. ¿De qué sirven ni para qué se
,)> trario que lo esencial de la Religión consiste en la quieren ceremonias, ni templos 4 ? Un corazon recto es
» práctica ó en la moral : que no solo es necesario ser el verdadero templo de la Divinidad 5 . ¿Qué importa
» hombre de bien, misericordioso, humano, caritativo, que desde el principio del mundo no haya existido na-
» sino que cualquiera que lo es verdaderamente tal, ción alguna sin culto público? « Nosotros prescindimos,
» cree lo bastante para salvarse 6 . » » dice Rousseau,, de toda autoridad humana 6 .... Yo por
« Habéis hecho lo que habéis podido para llegar á la » mí despues de haberlo meditado muchos años he to-
» verdad; pero su origen es muy elevado : si os faltan » mado mi partido ; y áél me atengo 7 .» Esta razón no tiene

1 Émile, t. 3, p . 341. — 2 Ibid. p. 346. 1 Emile, t . 3, p . 12S. - 2 Ibid. p . 1 9 6 . - 3 Ibid. p. 134.


3 Y tan vulgar como enseñado por el Apóstol san P a b l o : Acce- 4 Hé aquí la razón del desprecio que hacen los libertinos de todas
den tem ad Deum oportet credere, qiiia est, etc. las prácticas, y de su ninguna asistencia é irreverencia en los t e m -
4 Entile, t. ir, p . 350. — 5 Ibid. p. 352. plos • es Consecuencia de sus ideas.
C l.ettre á M. de Beaumnnt, p . 59. 5 Émile, t. m, p. 196. — 6 Ibid. p. 15L — ' Ibid. p . 193.
réplica, y si sus discípulos hubieran sabido tornar su par- cuanta razón nos ensalza Rousseau una religión que deja
tido tan decididamente, y descargado con tanto cuidado en la obscuridad las grandes verdades que nos enseña, que
la Religión natural de toda especie de ceremonias, no no forma ni traza en nuestro espíritu sino ideas confusas
hubiéramos visto establecerse en Francia en el siglo de la Divinidad, y cuyos secuaces en substancia nada afir-
XVIII, el culto de la Razón representada por una pros- man porque nada comprenden. Confieso ingenuamente,
tituta 1 . Pero no insistamos en esta ligera observación, que por mas conmovido que se encuentre el buen Juan
pues al íin es puramente un negocio de policía. Jacobo al darnos esta clara y sublime doctrina, por mas
El único culto esencial según Bolingbrocke, y 2 lo mis- que se explique con la mayor vehemencia, no creo cierta-
mo confiesa Rousseau, es el interior: ahora bien piénsese mente « oir al divino TJrféo cantar los primeros him-
lo que se quiera del culto exterior, es seguro al menos » nos, y enseñar á los hombres el culto de los dioses 1 .»
que el primero depende de los dogmas, y debe dima- Por el contrario, mi grande.embarazo está en compren-
nar de ellos. El mismo Rousseau impugnando la Religión der como saldrá de estas obscuridades, y de estas ideas
revelada se explica en estos términos : « Viniendo como confusas, un culto cualquiera.
» viene esta doctrina de Dios, debe traer consigo el ca- Yo en verdad no veo mas que discordancia y contra-
» rácter sagrado de la Divinidad; y no solo debe acla- dicción en todo lo que los deistas nos dicen de este culto
)) rar las ideas confusas que el raciocinio nos hace for- misterioso que nunca definen. Si Blount le hace consis-
» mar de ella en nuestro espíritu, sino que debe también tir en la oracion y la alabanza, Rousseau cercena al ins-
» proponernos un culto, una moral, y máximas corres- tante la mitad del precepto. « Yo, nos dice, m e ejercito
» pondientes á los atributos, por los cuales solo concebí- )> en contemplaciones sublimes. Medito en el orden del
amos su esencia1 .d ^ » universo, no para explicarle por vanos sistemas, sino
Ahora bien: ó la Religión natural no viene de Dios, es » para admirarle incesantemente, y adorar al sabio au-
decir, es falsa, ó debe presentar los caracteres que Rous- » tor que se hace sentir en él. Hablo con el autor del
seau juzga inseparables de una Religión que viene de » universo, mis facultades todas se penetran de su divina
Dios: debe pues proponernos un culto correspondiente á » esencia; me enternezco con sus beneficios, le ben-
los atributos por donde únicamente concebimos su esencia: » digo por sus dones; pero no le suplico, no le pido, ¿qué
mas por desgracia vemos que cuanto mas nos esforza- » le pediría y o 2 ? » En efecto, es claro que el hombre
mos á contemplar esta esencia infinita, menos la concebi- nada tiene que pedir á Dios; ¡ es tan rico él por sí mismo,
mos; que no tenemos idea alguna absoluta de los atributos su espíritu está tan lleno de luces, su corazon abunda
de Dios, que los afirmamos sin comprenderlos, que es lo tanto, es tan fértil de buenos sentimientos!
mismo en substancia, que no afirmar nada'\ De suerte, Pero en fin, no pienso que en la enumeración que se
que «.si la Religión natural es insuficiente, es por la obs- acaba de leer pretenda Rousseau obligar á todos los
» curidad que deja en las grandes verdades que nos en- hombres á cada una de sus prácticas personales. Ejercí-
» seña 5 ; » obscuridad que resulta de que ella se apoya tese cuanto quiera en sublimes contemplaciones, medite en
en solo el raciocinio, el cual.no forma en nuestro espíritu . el órden del universo, enternézcase hasta derramar lágri-
sino ideas con fusas de la Divinidad. mas, nada mejor; pero el enternecerse no és cosa que
No me detendré á observár el estrecho enlace y p e r - se puede siempre que se quiere, y un pobre rústico que
fecta concordancia de estas ideas, ni á hacer notar con con mil trabajos cultiva un rinconcillo de. este globo
cuvo orden no conoce, seria ciertamente muy digno
de lástima si fuese necesario que meditase sobre este
1 Véase la nota de la pág. 153, 154.
2 Bolingbrocke's Works, vol. 5, p . 97.
1 Émile, 1. III, p. 128. - 2 Émile, p. 126.
3 Emite, 1. ni, p. 148. - 4 Ibid. p . 96. - 5 Ibid. p. 150.
órden a él desconocido, y se exigiesen absolutamente sion, Sed justo, dice, y esto basta; lo demás es arbitrario.
de él las mas sublimes contemplaciones. A lo menos lo Este demás es simplemente el culto, la doctrina, la in-
sublime se debe c r e e r que no es de rigoroso manda- mortalidad del alma, los premios y penas de la otra vida,
to : y aun también m e imagino que la mayor parte de la existencia de Dios; y nada mas.
los hombres no tienen una obligación rigorosa de que to- Pues que los dogmas son arbitrarios, y solo los debe-
das sus facultades se penetren de la divina esencia del Au- res de la moral son esenciales, es indispensable que estos
tor del universo. Seria necesario explicarles antes lo que subsistan independientemente de los dogmas : esta con-
esto significa, y no seria fácil el hacérselo entender. secuencia es en todo rigor necesaria. Y por eso sin duda
Después de tantos escritores como han hablado de la Bolingbrocke se irrita y declama contra los que « pien-
Religión natural, a u n ignoramos á que nos debemos ate- » san que sin Dios no puede haber ley natural, á lo menos
ner sobre la naturaleza y necesidad del culto interior » obligatoria 1 ; » proposicion en efecto evidentemente
que ella recomienda; y la incertidumbre se aumenta contradictoria á sus principios, como á los de Voltaire y
cuando se considera que deja una entera libertad de Rousseau.
creer los dogmas, d e los cuales, según Rousseau, se debe Ahora bien, si se quiere s a b e r q u e cosa es la Innatu-
derivar este culto. Querría que se m e dijese, por ejem- ral para los ateos, se podrá tomar alguna nocion leyen-
plo, que motivo p u e d e n tener de practicar un culto sea do este pasaje de Voltaire : « Yo no quisiera, dice, ver-
exterior, ó interior, los que 110 esperan otra vida, y que » me empeñado en ningún lance de honor con un Prín-
culto se puede d a r á Dios cuando no se cree en Dios. » cipe ateo, que hallase su interés en hacerme m a j a r e n
Se me responderá que el Ateo está fuera de la Religión » un mortero; porque estoy seguro que lo h a r i a : ni si
natural; muy bien : pero según los principios de la Re- » fuera Rey querría tampoco empeñarme en nada, ni
ligión natural no se puede condenar al Ateo; y si este no » fiarme de cortesanos ateistas, que hallasen convenien-
está obligado á practicar ningún culto, el culto no es de » cia en emponzoñarme, porque á cada paso tendría que
obligación para todos los hombres : cuando mas será un » estar tomando contravenenos. Es pues absolutamente
» necesario á los Príncipes y á los Pueblos que la idea de
deber relativo á la creencia, así como la creencia no es
» un Ser Supremo, criador, gobernador, vengador, r e -
mas que un deber relativo á la r a z ó n ; aunque en dictá-
» numerador, esté profundamente grabada en los cora-
men de Rousseau e s razón sin 'principio, entendimiento
» zones 2 .» Sí, en verdad lo e s : mas ¿Cómo lo que un mo-
sin regla; mas no p o r eso deja de ser árbitro soberano mento ha era solo arbitrario, es ya absolutamente necesario ?
del culto y de la f e , así- para el docto como para el Qué ¿la verdad se,muda, ó varía según las movibles é in-
ignorante, para el m a s imbécil de los mortales como para constantes conveniencias de la filosofía, y la necesidad
Bossuet y Newton; porque, como añade Rousseau, « e n de sus sistemas? Pero abramos el Emilio, y veamos si
» queriendo mitigar este método, y dar el menor ensan- Rousseau es mas consecuente.
» che á la autoridad de los hombres, en el instante se lo
» abandonais todo 1 . » Despues de haber pintado la influencia que debe tener
En tercer lugar, no permitiendo los principios de la en su discípulo la doctrina, nueva para él, de la existen-
Religión natural determinar la-creencia de ningún dogma, cia de Dios, y de una vida futura,.« Salid de ahí, dice,
ni por consiguiente exigir la práctica de culto alguno, » y yo no veo mas. que injusticia, hipocresía, y mentira
se sigue que toda ella se reduce á las obligaciones de la »'entre los hombres; el interés particular,. que triunfa
moral; y así es que Juan Jacobo nos asegura que solo es-
tas son esenciales 2 . Tampoco Voltaire las da mas exten- 1 Bolingbrocke's Works, voí. 4, p. 284.
2 OF.uvres de Voltaire, 1. XXVIII, p. 12, edil, en 8", artículo
1 Émile, t. iii, p. 175. — 2 Ibid. p. 196. Athéisme da Dictionaire philosophique.
I, 10 "
» necesariamente de todas las cosas, enseña á cada uno )> eterna 1 , y hubiese en cualquiera punto de él un solo
» de ellos á cubrir y disfrazar el vicio con la máscara de » mortal que de buena fe no estuviese convencido de su
» la virtud. Que todos los otros hombres s e desvelen » evidencia, Dios 2 seria el tirano mas inicuo y mas
» por mí y por mi utilidad; y me hagan bien aunque sea » cruel5. »
» á costa suya; que todo se refiera á mí solo, que él gé- Todos los deístas convienen en esto; y en efecto se-
» ñero humano perezca y muera de miseria y dé penali- ria un absurdo no admitir la revelación bajo el pretexto
» d a d , si esto es necesario para que yo 110 sufra un de que encierra obscuridades, si no se hiciese mas que
» momento la hambre, y el dolor; hé aquí el lenguaje substituirle obscuridades de otro género. Bolingbrocke
» interior de todo incrédulo que raciocina. Sí, lo sosten- lo conoció bien, y así sostiene que la ley natural, la cual
» dré toda mi vida. El que ha dicho en su corazon, no dice no es mas que la ley de la razón4 « igualmente inte-
» hay Dios, y se expresa de otro modo, ó es un embus- » ligible en todos tiempos y en todos los lugares, y p r o -
» tero, ó un insensato i . » » porcionada á los mas débiles entendimientos 5 , tiene
La imposibilidad de imponer á todos los hombres la » toda la claridad y precisión que puede dar Dios, y el
obligación de creer dogma alguno, aunque sea la exis- » hombre desear 6 . »
tencia de Dios, ha precisado á Rousseau á sostener que Tal es la ley en sí misma : no se trata mas que de
las únicas obligaciones escenciales al hombre son las de la saber donde está, y por qué medios llega el hombre á
moral; y la imposibilidad no menos completa de hallar conocerla. Escuchemos á Rousseau.
en el Ateismo un fundamento para las obligaciones mora- « Todo lo que yo siento 7 que es bueno, es bueno, y
les, le ha forzado á confesar que sin la fe no hay verda- » todo lo que siento ser malo, es malo; el mejor de todos
dera virtud, y que hay dogmas que todo hombre está obli- » los casuistas es la conciencia, y solo cuando se regatea
gado á creer. ¿Qué pensaremos de un sistema del cual » con ella es cuando se recurre á las sutilezas del racio-
salen inevitablemente tantas y tan groseras contradic- » ciñió... 8 . La razón nos engaña muchas veces, y tene-
ciones? » mos adquirido demasiado derecho para recusarla 9 ;
Pero aun supuesta la existencia de Dios, ¿por qué m e - » pero Ta conciencia no engaña nunca; esta es la verda-
dios, y conforme á qué reglas descubriremos cón certi- » dera guia del hombre; es para el alma lo que el instinto
dumbre los deberes y obligationes esenciales de que habla » para el cuerpo; quien la sigue, obedece á la natura-
Rousseau? No estando nadie dispensado de practicarlas,
tampoco debe haber persona alguna á quien no sea fácil 1 Rousseau deja en duda la eternidad de las p e n a s ; pero aun
cuando la negase formalmente, basta que admita castigos en la otra
conocerlas; y como con respecto á la salvación, Juan
v i d a , para que nuestro raciocinio conserve toda su fuerza.
Jacobo dice de la moral lo mismo que el cristiano dice de 2 Rousseau dice : El Dios de esta Religión.
la Religión, las mismas consecuencias que él deduce de 3 Émile, t. III, p. 139.— 4 Bolingbrocke's Works, vol. V, p . 83.
la doctrina del cristianismo con respecto á la fe, pode- 5 Ibid. p. 9 Í . — 6 Ibid. p . 26.
mos nosotros deducir de la suya con respecto á las obli- 7 Aunque la voz francesa sens, dice aquí con razón el P . Laso,
gaciones. « Es necesario pues que la verdadera moral puede traducirse conozco, la h e dejado en el significado vago que la
» tenga caractéres que sean propios de todos los tiempos da su a u t o r ; pues el conocimiento en rigor pertenece al juicio, y
» y de todos los lugares, igualmente sensibles á todos los aquí pretende huir de él..
8 Emile, t. III, p . 97.
» h o m b r e s , grandes y pequeños, sabios é ignorantes,
9 Hé aquí como habla R o u s s e a u un poco despues de este sobrado
» Europeos, Indios, Africanos y Salvajes. Si se diese en derecho que hemos adquirido : « Decirme que mi razón me e n -
» el mundo una moral que solo prescribiese la pena » gaña, ¿no es refutar cuanto ella m e ha dicho por vuestro medio?
» El que quiere recusar la r a z ó n , debe convencer sin servirse de
1 Emite, t. 111, p. 206. • » ella. » Emile, t. III, p. 153, 154.
»> leza, y no teme extraviarse... 1 ¡Conciencia! ¡O con-
» ciencia! instinto divino, voz inmortal y celeste - guia » añade, puede hasta cierto punto adquirirse por una
» segura de un ser ignorante y limitado, pero inteligente » larga costumbre, y por una especie de devoción filosó-
») y libre; juez infalible del bien y del mal, que liares al » fica; pero formar de ello una facultad natural, es una
» hombre semejante á Dios; tú eres la que forma la ex- » ilusión de la fantasía 1 .»
» celencia de su naturaleza, y ¡amoralidad de sus accio- ¿A quién, pues, hemos de creer? ¿á Rousseau ó á
" n e s s i n ti, nada siento en mí que me eleve sobre las Bolingbrocke? ¿Qué harán los discípulos cuando están
» bestias, smo el triste privilegio de extraviarme de er- tan discordes los maestros? Lo que uno mira como un
11 r
° r e n error, por medio de un entendimiento sin regla principio innato2, es para el otro una quimera, una ilu-
» y de una razón sin principio 2 . » sión de la fantasía. Si el uno nos dice que la ley natural es
La ley natural pues, según Rousseau, no es la ley de la la ley de la razón, el otro nos asegura que por sola la
razón puesqueesta razan sin principio, que tenemos tanto razón no se puede establecer ninguna ley natural5. Y no
derecho de recusar, no nos eleva sobre las bestias sino por olvidemos tampoco que en estas aserciones opuestas se
el triste privilegio de extraviarnos de error en error. Por halla, y encuentra la moral clara, precisa, igualmente in-
lo demás ya hemos visto antes que las mas grandes ideas teligible, según nos dicen, en todos tiempos y lugares, y
que tenemos de la Divinidad nos vienen por sola la razón proporcionada á los entendimientos mas rudos.
es decir, por aquella noble facultad que, exhumándonos Pero no es esto lo mas singular; el mismo Rousseau
de error en error, lejos de elevamos sobre las bestias, nos destruye la seguridad coíisoladora con que nos lisonjea-
deprime y hace inferiores á ellas; porque en verdad la ba, manifestándonos que la conciencia, esa guia segura y
ignorancia es menos degradante que el error. No deja esto verdadera del hombre, no camina sino apoyada en la
de ser un poco singular; pero pues que en su dictóme» razón. « Sola la razón nos enseña, dice á conocer el
es asi, pasemos adelante. Buscamos la regla de las obli- » bien y el mal. La conciencia que nos hace amar lo uno
gaciones, y Rousseau nos la muestra en la conciencia » y aborrecer lo otro, a u n q u e es independiente de la ra-
guia segura de un ser ignorante y limitado, y juez in falible » zon, no puede desenvolverse sin ella. » Y poco antes :
de lo bueno y de lo malo. La razón nos engaña muchas ve- « Conocer el bien no es amarle : el hombre no tiene tal
ces, la conciencia nunca; y antes bien es para el alma 'lo » conocimiento innato; pero en el instante en que su ra-
que el instinto para el cuerpo. » zon se le hace conocer, su conciencia le mueve á amarle;
Esta doctrina sentada con tanta seguridad por él pa- » este sentimiento es el innato 6 . »
rece hacernos vislumbrar la certeza que deseamos' Por El juez único así de las obligaciones como de la fe, es en
desgracia no hallo entre los partidarios de la Religión último resultado la razón : la conciencia viene despues
natural aquella unanimidad de sentimientos que era de de ella, pues que sin ella no puede desenvolverse; ama lo
esperar en un punto de tanta importancia. Bolingbrocke que la razón le da á conocer como bien, y aborrece lo que
por ejemplo, trata de entusiastas, y gentes que hacen le señala como mal: en fin, es una esclava pasiva del en-
ridicula la Religión natural á los que pretenden que « hav tendimiento, cuyas funciones se limitan á aplicar á cada
" u n instinto ó sentido moral, por medio del cual los idea que él la presenta u n sentimiento, cuya naturaleza
» hombres distinguen lo que es moralmente bueno de lo está determinada de antemano por el juicio de la razón.
» que es moralmente malo; de manera que de ello resulte Esta sola conoce el bien y el mol-, luego sola ella puede
» una sensación intelectual agradable ó molesta ! . Esto, instruirnos en nuestras obligaciones, en lo que Rous-
seau parece convenir, p o r q u e despues de habernos ad-
1 Emite, t. III, p. 98. — 2 Ibid. p. 114.
3 liolingbroeke's JVnrks, vol. V, p. 86. 1 Ibid. p. 479. — 2 Emite, t. III, p. 107. — 3 Ibid. t. II, p. 263-
4 Emite, 1.1, p. 112. — 5 Ibid. p. 75.
vertido que « los actos de la conciencia no son juicios ralidad de las m u j e r e s , y estimularon á la monogamia,
» sino sentimientos 2 , » añade : « toda la moralidad de es, dice en su lenguaje cínico, « porque contrayendo ta-
» nuestras acciones está en el juicio que nos formamos » les matrimonios, nada, á no ser la Jaita de ocasion, im-
» de ellas 5 . » y mas expresamente en otra parte : « El » pedia á los maridos, y lo mismo á las m u j e r e s , satis-
» hombre escoge lo bueno, si lo juzga rectamente; si el » facer libremente sus apetitos, á pesar de los vínculos
» juicio es falso, elige mal, ó escoge lo malo \ » » sagrados que los unian, y el derecho reciproco de pro-
Es verdad que en otra parte pone en la conciencia la » piedad que la ley concedía á cada uno sobre la persona
moralidad de nuestras acciones-, mas es porque entonces » del otro 1 . »
tenia necesidad de encontrar allí la regla infalible de las Rousseau, aunque tan grande preconizador de la vir-
obligaciones y deberes. Por lo demás, esta regla está tud , no es tampoco mas rígido en esta parte que Boling-
tan lejos de ser universal y suficiente á todos los hom- brocke. Confiesa, es verdad, que la Continencia es un de-
bres, grandes y pequeños, sabios é ignorantes, que al con- ber, una obligación moral-, pero a ñ a d e , que los deberes
trario, por confesion de Rousseau, « es enteramente nula morales tienen sus modificaciones, y excepciones2; y no
» para el p o b r e , es decir, p a r a las tres cuartas partes las deja de hallar para el deber y obligación de la. conti-
» del género humano.» « L a voz interior, dice, no se nencia, fundado en que la debilidad humana hace algu-
» hace oir, ni sabe hacerse entender del que no piensa nas veces el delito inevitable. Así es que basta ser flaco
» mas que en buscar como h a de c o m e r » ó frágil, para tener el derecho de faltar á e l l a 3 ; y así ,
¿Qué podremos pues, ni debemos concluir de aquí, no obligando los deberes, sino en proporcion de la facili-
sino que en el sistema de la Religión natural no apoyán- dad que se tiene de cumplirlos, habrá tantas morales di-
dose las obligaciones mas q u e en la razón , que frecuen- ferentes como individuos y personas , y todo le será lí-
temente nos engaña, no tienen ellas ninguna regla cierta, cito al malvado envejecido y consumado, para quien el
y que la moral del deísmo e s tan vaga, indecisa, varia- crimen ha venido á ser una necesidad casi invencible. Al
ble, é insubsistente como lo son sus dogmas? Cada uno estampar esto mi rostro se llena de rubor, los colores
se formará, y tendrá la suya, así como cada uno tiene su encienden mis mejillas, bajo los ojos, y me avergonza-
símbolo, y bastarán algunos de esos sofismas tan fami- ría de ser hombre, si no m e acordase que soy cristiano.
liares á las pasiones, para q u e la razón engañándose so- No temo.ya decirlo; el deismo, que s e n o s representa
bre las verdaderas obligaciones, engañe por su parte a como la Religión de la naturaleza, y la única Religión
la conciencia, adornando al vicio y cubriéndole con la esencial al hombre, es la destrucción de toda doctrina, de
máscara de la virtud. ¿Se quiere una prueba efectiva de todo culto, de toda moral; y diga lo quequieraLa Harpe 4 ,
ello? Héla aquí. Bolingbrocke, raciocinando sobre la ley
natural, tan clara, tan precisa á su parecer, llega , no 1 Bolingbrocke's. p . 1 6 7 . - 2 Emile, t. I I I , p. 280.
digo hasta.justificar la poligamia, la relajación, el liber- 3 Es decir, de pecar : moral bien p u r a , propia de Rousseau,
tinaje, el adulterio, el incesto, e t c . , sino á ponerlas en abandonado al adulterio, y vicios semejantes; y siendo, como acaba
ciertos casos, en la clase de las obligaciones 6 . Si los Ro- antes de decir, inevitable, seria también inevitable el p e c a r : ¡ cómo
manos, los Griegos, y otros pueblos prohibieron la plu- se ve aquí el lenguaje de Calvino, así como se d a n la mano las cos-
tumbres ! Véase la página 124.
4 ¡ Qué decoroso es este entonces para La H a r p e ! Él nos denota
que fué, es verdad, pero que dejó de ser ülósofo impío : designa al
1 Así,'tenemos'que la conciencia no juzga, y sin embargo ella es
hombre de talentos y de conocimientos sublimes, cuyos extravíos
un juez infalible. lloró un día la Religión; pero que supo también dócil y sumiso v e -
2 Emile, t. IIIj p . 111. — 3 Ibid. p . 100. — 4 Ibid. p. 75. nir á enjugar sus lágrimas. Como por desgracia al principiar su car-
5 Emile, 1.111, p . 11. rera en las bellas letras la filosofía del siglo había empuñado el ce-
<; Bolingbrocke•s Works, vol. V, p . 163, 172, 176.
entonces filósofo, Condorcet tenia razón para negar que hubiese una- religión puramente natural 1 ; á menos
que no se entienda por Religión cuatro frases bien di-
chas, ó que las dudas son una Religión, y que sea Reli-
tro de la opinion, y dominaba imperiosamente , el gozar de su favor,
gión también el ateísmo disimulado.
y sus necesidades obligaron á La Harpe á rendirle sus homenajes •
t r a b ó amistad con todos los corifeos de la impiedad , y Voltaire le Ahora pues, un sistema en que todo entra, todo se ad-
llamaba su hijo querido. Dióse á conocer desde luego por las trage- .mite, hasta el ateísmo, ¿ qué otra base puede tener sino
dias del JVarwick y el Filoctetes, que son las mejores de las suyas, una indiferencia la mas absoluta por la verdad? Tal es la
y el partido filosófico aplaudió también su Melania, a u n q u e i n d e - esencia del deísmo, así como la exclusión de toda reve-
cente, por lo mismo que lo e r a , y que en su arrepentimiento tuvo lación es su carácter distintivo. Le refutaremos pues, pro-
cuidado de recoger. Los Elogios de Henrique ¡V, Racine y Fenelon bando la necesidad, y la existencia de una Religión re-
le abrieron las puertas de la academia , en la que f u é recibido el velada.
1776. Poco tiempo despues publicó la tuisiada de Camoens , con
notas y la vida de este: compendió hacia el 1779 la Historia de los Pero antes de concluir esta materia, permítaseme aña-
Viajes, que es la obra traducida entre nosotros con el título de El dir á las consideraciones que se acaban de leer una últi-
viajero Universal. Empleóse por el espacio de cuarenta años en ma observación. ¿ Quién lo creería ? ¡ Quién se podría
enriquecer los Diarios con varios artículos literarios, y en este es- imaginar que el deismo fundado única y puramente en
tado le halló la revolución francesa : acalorado filósofo, abrazó sus el raciocinio habia de conducir á la razón á negarse á sí
principios con entusiasmo, aplaudió en sus escritos las nuevas r e - misma 1 Sin duda que la filosofía orgullosa en su misma
formas, y cuando la revolución tomó el carácter espantoso que la
distingue, se le vió con el gorrode la libertad incensar á su ídolo, y
contra el partido filosófico, le atrajeron una orden de Bonaparte que
c a n t a r himnos á la patria. No obstante, no pudo escapar á la p e r -
le desterraba veinte y cinco leguas de la capital; pero al fin obtuvo
secución, y el 1794 fué arrojado en las prisiones de I.uxembourg.
permanecer en Corbeil, y despues debilitándose su salud se le per-
Allí, Dios, este padre amoroso, á quien habia insultado, habló a su
mil ió volver á París. Desde este momento se vieron en él los efectos
corazon, y abriéndole sus brazos recibió su arrepentimiento :1a lec-
de una resignación c r i s t i a n a : ocupado únicamente en ejercicios de
tura casual de aquellas hermosas palabras de la imitación de J e s u -
piedad, trató solo de prepararse para parecer delante del tribunal de
cristo ó del Kempis. Heme aquí, hijo mió, yo vengo á tí, porque
Dios, y en estos santos sentimientos murió el 11 de febrero de 180-3,
me llamaste; quia invocasti me : venció su espíritu, obró su con-
á los sesenta y cuatro años de su edad. Además de las obras indica-
versión , y desde entonces f u é otro h o m b r e : tradujo en la prisión
das, y de otras de que no hemos hecho mención, dejó varias inédi-
los Salmos, á cuya frente puso un excelente Discurso sobre el espí-
tas, entre las cuales se hallan unos Fragmentos de la apología de
ritu de los Libros Santos: alentado de su fe no temió dar á su c o n -
la Religión, en la que además de la pureza y elegancia que son co-
versión la publicidad que exigien los escándalos que habia causado;
munes á todas las suyas, se nota una unción y una elevación a d m i -
y arrostrando á un tiempo los sarcasmos de los revolucionarios y de
rables bebidas en sus sentimientos religiosos y en la santa Escritura,
los filósofos, se le vió en sus lecciones públicas hacer u n a clara y
que fué el objeto de sus meditaciones en los últimos años de su
honrosa retractación de todos sus errores. Entonces publicó su
vida. ¡ Qué gozo debió haber entre ios ángeles de Dios sobre este p e -
Curso de literatura antigua y moderna, que habia empezado el
cador convertido á penitencia!
1786, el que le mereció, y con razón el título de Quintilianofran-
1 Véase su vida de Voltaire. En su Plan de Educación presen-
cés. Unióse por el mismo tiempo con MM. de Fonlanes y de Vaux-
tado á la Asamblea legislativa el 21 y 22 de Abril de 1791, o b -
celles para redactar el Memorial, periódico en donde.atacó sin des-
servando Condorcet que los filósofos ateístas no están mas acordes
canso la dominación del üiiectorio, y procuró a t r a e r á las buenas
que los teólogos sobre la idea de Dios, y sus relaciones morales con
costumbres y sanas doctrinas al pueblo, á quien las malas lecturas
los hombres, concluye que « la proscripción debe extenderse hasta lo
habían arrastrado á tantos desórdenes y excesos. Su franqueza, y
» que llaman Religión natural. » Conocía la imposibilidad de p a -
sobre todo el escrito que dió á luz bajo el título dcF.l Fanatismo de
rarse ó detenerse en este medio vago, y para asegurar el triunfo de
ta lengua revolucionaria, lleno de u n a energía incomparable, le
la filosofía sobre el Cristianismo, no veia otro medio que proscribir
hizo comprender entre los proscriptos del 18 Fructidor, y se vió obli-
también á Dios.
gado, á ocultarse en las cercanías de París. Sus escritos y discursos
bajeza, no ha sabido comprender en que consiste la ver- que piensa es un animal depravado 1 El uso mejor de la
dadera grandeza de esta n o b l e facultad, á la cual unas razón es aprender á no hacer uso alguno de ella: ella mis-
veces la hace inferior al instinto del bruto, y otras su- ma nos advierte que sofoquemos su voz engañosa, y ani-
perior al mismo Dios. Hemos visto á Rousseau caer al- quilemos, en cuanto esté de nuestra p a r t e , la facultad
ternativamente en estos d o s excesos, casi envidiar la que concibe y juzga, y extingamos £on el mas escrupu-
suerte de las bestias, de las cuales no juzgaba distinguir- loso cuidado todas las luces del entendimiento, « Su-
se sino por el triste privilegio de extraviarse y perderse de » puesto que cuanto mas saben los hombres , mas s e e n -
error en error, con el auxilio de un entendimiento sin re- )> gañan, el único medio de evitar el error es la ignorencia.
» No jusgueis, y nunca os engañaeris. Esta es la lección
gla, y de una razón sin principio; y querer que esta mis-
» que da la naturaleza igualmente que da razón 2 . »
ma razón sin apoyo a l g u n o , ni mas guia, ni mas ense-
ñanza extrínseca, sea el a r b i t r o exclusivo de la fe, deci- ¿ Y era necesario raciocinar tanto, y tanto discurrir
diendo por sí sola de los m a s elevados dogmas. ¿ Y qué para venir por ultimo á darnos este consejo? Comparad
otra cosa es tomar á n u e s t r o entendimiento por única r e - ahora métodos con métodos, doctrinas con doctrinas. El
gla de creencia, repeler desdeñosamente las verdades Christianismo promulgando con autoridad, y sin vacilar un
que él no haya descubierto inmediatamente, negar á Dios punto las verdades necesarias al hombre, no exije de él que
el derecho de revelarnos p o r otro; medio algunos de los las conciba plenamente, porque el hombre nada concibe
arcanos de su Ser; ¿ qué otra cosa e s , repito, sino e n - de este modo; pero quiere que los motivos de su fe sean
cadenar su sabiduría y omnipotencia, someterle á las evidentes á la razón, rationabile obsequium vestrum 3.
La fisoloafía temblando propone dudas, á estas opone al
leyes que se nos antoje dictarle; y sujetar la razón eter-
momento o t r a s , y desesperanzada de poder conocer lo
na á nuestra débil r a z ó n ? ¡Delirio extraño! ¿Quién so-
cierto, para evitar el error que la amenaza y estrecha
mos nosotros para prescribir altaneramente á Dios un
por todas partes, renuncia á la verdad, y proclama so-
modo de obrar, dcl cual n o pueda ni tenga acción, ni li- lemnemente este axioma, que encierra en compendio
bertad de separarse? ¿ q u i é n somos nosotros para o s a r , toda la sabiduría humana : La lección de la razón es des-
y atrevernos á decirle : h é ahí el medio único que te truirse á sí misma ; y no pensar, no juzgar, ignorarlo
permitimos emplear para ilustrarnos? ¿Mas si este m e - todo, la perfección del ser racional.
dio es insuficiente; si c o m o conviene el mismo filósofo,
nuestra razón sin principio no es buena sino para extra- La pluma se me cae de las manos ¿Qué he de decir
viarnos de unos errores en otros, ¿ será necesario de toda á unos hombres que han llegado á este extremo ? El es-
necesidad, ó perdernos y extraviarnos escuchándola, ó cepticismo absoluto es una doctrina sensata en compara-
imponerla silencio, y consumirnos eternamente en una ción de estos delirios. ¡ Cómo! ¿ Dios nos. ha dado el co-
ignorancia irremediable, y en las espesas tinieblas de nocimiento para que nos sirva de lazo; y el pensar es
una voluntaria imbecilidad? Tal e s , en conclusión, la errar casi infaliblemente ? En fin, hé aquí lo que la filo-
única elección que dejais al h o m b r e ; y la verdad para sofía promete á los que se empeñan en seguirla; el er-
él no es mas que un e n i g m a insoluble, una quimera, una r o r , y nada mas que el error. Hemos visto, y pienso que
con bastante claridad, que en este punto se la puede
ilusión.
creer. El Christianismo por el contrario, promete con no
•¿ Y quién lo d u d a , r e s p o n d e Rousseau? ¿lie dicho yo menos seguridad y certidumbre la verdad. ¿Habrá acaso
por ventura que el hombre hubiese nacido, ni fuese forma-
do para conocer la v e r d a d ? ¿qué él puede descubrirla, ni
1 Diseours sur [origine et les fondéments de l'inégr¡lit¿ ¡ktrmi
que debe buscarla? N o , e n manere alguna; comprended
les hommes.
mas bien mi doctrina, y acordaos que á mis ojos el hombre 2 Émile, 1. 2, p. ISí!. — 3 F.pist. irdBom. mi, 1.
tanto riesgo en escucharle? Si por un imposible nos en-
gañase ¿(pie habremos perdido? Algunas de esas horas, y justiciero es el único fundamento d e estas nociones.
cuyo peso frecuentemente nos fatiga, ¿Y nonos quedaría ¿Qué hicieron pues nuestros filósofos para conciliar su
siempre sobrado tiempo que consagrar al cuidado su-' sistema con la conciencia del género humano ? Convinie-
blime de extinguir <yi nosotros las luces de la razón, y ron en la necesidad de la Religión, y de esta misma ne-
y elevarnos á la ignorancia, á la sabia estupidez de los cesidad concluyeron que la Religión no era mas que una
brutos? institución política; dijeron : para que los hombres re-
nuncien á su independencia natural, y acepten el yugo
de las leyes, es necesario hacerles creer hay sobre ellos
un poder infinito que les impone este yugo pesado, y que
algún dia reparará con una rigorosa equidad las injusti-
cias de los poderosos del mundo, y aun las sinrazones
C A P I T U L O VI. de la fortuna : sin esta creencia, no puede haber socie-
; • • •• • ' . • " • . - - .-.. dad ; los legisladores lo advirtieron, é inventaron á Dios.
Consideraciones sobre el tercer sistema de indiferencia, ó sobre la Aim mas : no h a y , ni puede haber sociedad sin deberes
doctrina de los que admiten una religión revelada, pero de tal mutuos y obligaciones recíprocas, de las cuales resulte
m a n e r a , que quede libertad para desechar las verdades que e n - una concurrencia general de voluntades al mantenimiento
seña , á excepción de algunos artículos fundamentales. y conservación del orden, y el sacrificio de los intere-
ses particulares al interés común de todos: advirtiéronlo
Algunos filósofos formados en la escuela del protes- también los legisladores, éinventaron la moral. Tales la
tantismo y criados con su doctrina, á fuerza de meditar, doctrina de los indiferentistas ateos.
ahondar y profundizar en un solo error, se vieron con- Los deístas, convencidos de los absurdos que ella en-
ducidos á negar todas las verdades religiosas-, morales y cierra, y de las funestas consecuencias á que arrastra, a r - .
políticas. Precisados por un encadenamiento de conse- mados con argumentos irresistibles, demuestran hasta la
cuencias inevitables á desechar una primera causa inteli- evidencia su extravagancia y peligro. Enhorabuena, di-
gente, explicaron el orden por el acaso, el universo por cen á sus adversarios, deséchense, todas las Religiones
el caos, la sociedad por la anarquía, los deberes y obli- - positivas; .por ahora os lo concedemos, porque aun
gaciones por la fuerza, el pensamiento mismo por la ex- J cuando alguna de ellas fuera verdadera, nosotros no ten-
tensión animada de un movimiento ciego. Sin embargo, dríamos medios para discernirla. Pero negar la existencia
dos hechos los embarazaban. En todas partes, y en to- de Dios, una vida futura, la diferencia esencial de lo
dos tiempos veían que el hombre tenia idea de Dios, y bueno y lo malo, es cegarse voluntariamente, es auto--
le ha dado culto público; que en todas partes y en todos riza'r todos los delitos, es trastonar la sociedad por sus
tiempos ha reconocido distinción esencial entre lo bueno cimientos. Escuchad la voz interior, y ella os dirá que
y lo malo, lo justo é injusto; y á pesar de los diversos hay una Religión verdadera, necesaria; Religión que des-
engaños y equivocaciones que suele haber en la estima- cansa y se apoya en sola la razón, y que nosotros llama-
ción y aprecio de las acciones libres," consideradas como mos natural porque la naturaleza la enseña á todos los
punibles ó virtuosas, jamás pueblo alguno ha confundido hombres, cuyo juicio no ha pervertido la pasión. Así
las nociones opuestas del vicio y de la virtud. Estas no- hablan los deistass pero cuando se llega á examinar de
ciones inmutables, junto con los sentimientos y obliga- cerca su sistema, ño-se encuentra en él mas que inconse-
ciones que se derivan de ellas, son la base de toda socie- cuencia y contradicissái Lanaturaleza tiene para-cada uno
dad, así como la existencia de un Ser Eterno, remunerador de ellos ,distinto lenguaje : no se pueden convenirni en
símbolo;-ni en culto alguno. Precisados á concedérselo to-
tanto riesgo en escucharle? Si por un imposible nos en-
gañase ¿que habremos perdido? Algunas de esas horas, y justiciero es el único fundamento d e estas nociones.
cuyo peso frecuentemente nos fatiga, ¿Y nonos quedada ¿Qué hicieron pues nuestros filósofos para conciliar su
siempre sobrado tiempo que consagrar al cuidado su-' sistema con la conciencia del género humano ? Convinie-
blime de extinguir <yi nosotros las luces de la razón, y ron en la necesidad de la Religión, y de esta misma ne-
y elevarnos á la ignorancia, á la sabia estupidez de los cesidad concluyeron que la Religión no era mas que una
brutos? institución política; dijeron : para que los hombres r e -
nuncien á su independencia natural, y acepten el yugo
de las leyes, es necesario hacerles "creer hay sobre ellos
un poder infinito que les impone este yugo pesado, y que
algún dia reparará con una rigorosa equidad las injusti-
cias de los poderosos del mundo, y aun las sinrazones
C A P I T U L O VI. dé la fortuna : sin esta creencia, no puede haber socie-
; • • •• • ' . • " • . - - .-.. dad ; los legisladores lo advirtieron, é inventaron á Dios.
Consideraciones sobre el tercer sistema de indiferencia, ó sobre la Aim mas : no h a y , ni puede haber sociedad sin deberes
doctrina de los que admiten una religión revelada, pero de tal mutuos y obligaciones recíprocas, de las cuales resulte
m a n e r a , que quede libertad para desechar las verdades que e n - una concurrencia general de voluntades al mantenimiento
seña , á excepción de algunos artículos fundamentales. y conservación del o r d e n , y el sacrificio de los intere-
ses particulares al interés común de todos: advirtiéronlo
Algunos filósofos formados en la escuela del protes- también los legisladores, éinventaron la moral. Tales la
tantismo y criados con su doctrina, á fuerza de meditar, doctrina de los indiferentistas ateos.
ahondar y profundizar en un solo e r r o r , se vieron con- Los deistas, convencidos de los absurdos que ella en-
ducidos á negar todas las verdades religiosas-, morales y cierra, y de las funestas consecuenciás á que arrastra, a r - .
políticas. Precisados por un encadenamiento de conse- mados con argumentos irresistibles, demuestran hasta la
cuencias inevitables á desechar una primera causa inteli- evidencia su extravagancia y peligro. Enhorabuena, di-
gente, explicaron el orden por el acaso, el universo por cen á sus adversarios, deséchense, todas las Religiones
el caos, la sociedad por la anarquía, los deberes y obli- - positivas; .por ahora os lo concedemos, porque aun
gaciones por la fuerza, el pensamiento mismo por la e x - J cuando alguna de ellas fuera verdadera, nosotros no ten-
tensión animada de un movimiento ciego. Sin embargo, dríamos medios para discernirla. Pero negar la existencia
dos hechos los embarazaban. En todas partes, y e n to- de Dios, una vida futura, la diferencia esencial de lo
dos tiempos veian que el hombre tenia idea de Dios, y bueno y lo malo, es cegarse voluntariamente, es auto--
le ha dado culto público; que en todas partes y en todos riza'r todos los delitos, es trastonar la sociedad por sus
tiempos ha reconocido distinción esencial entre lo bueno cimientos. Escuchad la voz interior, y ella os dirá que
y lo malo, lo justo é injusto; y á pesar de los diversos hay una Religión verdadera, necesaria; Religión que des-
engaños y equivocaciones que suele haber en la estima- cansa y se apoya en sola la razón, y que nosotros llama-
ción y aprecio de las acciones libres," consideradas como mos natural porque la naturaleza la enseña á todos los
punibles ó virtuosas, jamás pueblo alguno ha confundido hombres, cuyo juicio no ha pervertido la pasión. Así
las nociones opuestas del vicio y de la virtud. Estas no- hablan los deistass pero cuando se llega á examinar de
ciones inmutables, junto con los sentimientos y obliga- cerca su sistema, ñq-se encuentra en él mas que inconse-
ciones que se derivan de ellas, son la base de toda socie- cuencia y c o n t r a d i c ^ í . L a naturaleza tiene para-cada uno
dad, así como la existencia de un Ser Eterno, remunerador de ellos ,distinto lenguaje : no se pueden convenirni en
símbolo;-ni en culto alguno. Precisados á concedérselo to-
do á la razón, y á negárselo igualmente todo, no atinan con soberanamente; ó para expresar la misma idea con pa-
los dogmas, la moral se desvanece á sus ojos, y de cual- labras mas conocidas, de poder decidir infaliblemente
quiera modo que se expresen ú obren, se ven impelidos las cuestiones relativas á la fe y á las costumbres; no
hasta la tolerancia del ateísmo, ó la indiferencia absoluta. creando nuevos dogmas, porque esto seria crear verda-
Aquí se presenta una nueva clase de indiferentistas, des, lo que es imposible; ni citando tampoco al tribunal
que probando sin mucho trabajo la insuficiencia, ó mas de la razón los dogmas antiguos para examinarlos en sí
bien la nulidad de la Religión natural, establecen inven- mismos, porque esto habría sido someter la revelación
ciblemente la necesidad de una revelación, y la verdad ó la razón divina á la razón h u m a n a ; sino por via de tes-
del Cristianismo. Pero partiendo sustancialmente del timonio , contestando ó testificando la tradición ó la fe
mismo principio qne los deístas, á saber, de la sobera- universal por la tradición ó fe de cada iglesia particular.
nía de la razón humana en materia de fe, someten la r e - — La doctrina que anunciáis, se les decia á los novado-
velación misma á la razón, y sostienen que con tal que res, es inaudita; ayer aun no se habia oido hablar de
se crean ciertos dogmas revelados, se pueden desechar ella; luego no es la verdadera doctrina: la verdad no es
los demás sin dejar por eso de ser cristiano, ni quedar de hoy ni de ayer, es de todos los tiempos; existia en el
excluido de la salvación. principio, y existirá hasta el fin : al contrario el error
Contra estos, pues, que son d e los que nos falta que lleva consigo el sello de la novedad, y esta es su carác-
hablar, haré ver, que reduciendo en esta forma el Cris- ter mas seguro. Ahora bien, ó no nos enseñáis lo que
tianismo á algunos artículos fundamentales, los que ja- enseñó Jesucristo, y en este caso ni aun oiros se debe, ó
más se han podido determinar ni definir, el hombre in- vuestras doctrinas son conformes á las suyas, y entonces
mediatamente es conducido al deísmo, y á la tolerancia debeis mostrar .que son conformes con las de la Iglesia;
de todos los errores sin excepción alguna; y como este porque Ta Iglesia docente, con la cual ha prometido Je-
sistema ha venido á ser la base de la Teología protes- sucristo estar todos los días hasta la consumación de los
tante, manifestaré que la Reforma forzosamente ha sido siglos *, no ha podido ni un solo dia enseñar otra doctrina
conducida á este término en virtud de sus mismos p r i n - que la recibida de su maestro Jesucristo. Insistiendo en
cipios, de. donde por último se concluirá que, según la este principio inalterable é indestructible, sin argumen-
predicción de Bossuet 1 , ella debía venir á p a r a r necesa- t a r 2 , sin discutir arriesgadamente lo sustancial ó el
riamente en la indiferencia absoluta de Religión. fondo de los dogmas, sin perderse en interminables dis-
putas con los heresiarcas, los concilios pronunciaban la
Es demasiado importante probar la íntima conexion
sentencia irrevocable, y la Iglesia entera anatematizaba
del protestantismo con la filosofía moderna para que t e -
á Arrio, Nestorio, Eutiques, y á todos los insensatos que
mamos poder desagradar á los lectores, haciendo un
análisis circunstanciado de las controversias que hacen
palpable esta verdad.
En la época en que Lutero comenzó á dogmatizar, 1 Euntes ergo docete omnes gentes... et ecce ego vobiscum sum
omnibus diebus, usque ad consummationem scecuti, Matth, x x y i i i ,
hacia ya quince siglos que existia una Iglesia ó sociedad
20.
religiosa, gobernada por un cuerpo de pastores subordi- 2 No quiere decir que no se examinase, ni discutiese absoluta-
nados, bajo la autoridad de un jefe ó cabeza suprema, mente en los concilios, no ; en el mismo de Jerusalen facta est
los cuales, conforme á las palabras de Jesucristo, siempre conquisitio magna, ni como dice bien Melchior Gano, oscituntibus
se habían creído, y los miembros de esta sociedad los et dormientibus Spiritus Sanctus assistit, allí se discutía, se
habian creído igualmente revestidos del poder de juzgar examinaba, se inquiría para ver cual era la tradición de los mayores,
y averiguada e s t a , entonces se proponía á creer sin argumentación
alguna.
i Véase la sexta Advertencia á los Protestantes, parte 3, n ú m . 3,
en los textos formales de la Escritura, que aun no se
se atrevían á sustituir los delirios de su propio espíritu
habia atrevido á tergiversar, no le permitía concebir la
á la antigua creencia.
idea de que se pudiese destruir esta poderosa barrera
Antes de la Reforma ningún-sectario atacó directa-
que Jesucristo habia opuesto á las innovaciones. Pero
mente la autoridad de la Iglesia, ninguno la disputó el
luego que en Roma fueron proscriptos sus errores, y el
derecho de juzgar de la fe, ni puso en duda la infalibili-
rápido acrecentamiento de su partido llevó su audacia
dad de sus decisiones. Introdujeron, sí, varios incidentes
hasta lo sumo, entonces no tomando consejo sino con
ó cuestiones sobre la forma de los juicios ; negaron que
sus sombríos resentimientos, mudó repentinamente de
los concilios-que los condenaban fuesen legítimos y ver-
lenguaje, y no guardando moderación alguna, enfurecido,
daderos concilios, que se- hubiesen observado con ellos
lanzó anatema contra anatema, y enarboló el estandarte
las reglas indispensables; pero á ninguno de ellos se le
de la rebelión.
oyó jamás pronunciar, ni aun murmurando, la palabra
Entonces se abrió en Europa como un vasto curso de
fatal de independencia, ni pretendió no tener otro juez
Religión experimental, porque en el espacio de tres si-
que su razón; tan vivo era aun y tan eficaz el terror que
glos no ha quedado una sola doctrina religiosa de que no
inspiraban aquellas fulminantes palabras: « Si él no oye
se haya hecho la aplicación á alguna sociedad. Con todo,
» á la Iglesia, miradle como un publicano ó un gentil'. »
en el primer momento la antigua creencia estaba aun
El mismo Lutero en un principio protestaba con sin- muy arraigada en el corazon de los pueblos, y aun en el
ceridad, al menos aparente, su sumisión al juicio de la espíritu mismo de los Jefes de la Reforma para que el
Iglesia : pedia con instancia y solicitud la convocacion sistema de los errores que se esforzaban á sustituirle, se
de un concilio, y este hombre exaltado, cuya alma no desplegase sin obstáculos en toda su extensión. Algunos
parecia sino un conjunto de pasiones violentas alimen- hombres de penetración y de un caráeter incapaz de re-
tadas por un orgullo sin límites, al pronto se mostró r e - troceder por temor de consecuencia alguna, divisaron de
suelto á humillar su orgullosa frente á la autoridad de una sola mirada su último término, y avanzaron á él, y
los primores pastores, y de su cabeza el Romano Pontí- le arrostraron. Mas el pueblo, caminando con disimulo
fice2. La práctica constante de todos los siglos, fimdada y con lentitud sobre sus huellas, descubriendo á lo lejos
él término fatal que ellos le señalaban, y acercándose á
1 Si autem Ecclesiam non audierit, sil Ubi sicut ethnicus et
publica ñus. Matth. xvui, 17. 1 Nos contentaremos con citar aqui á.Melnncthon, qué es uno de
2 « No soy tan temerario, decia, que prefiera mi opinion parti- los que m a s brillan á la frente d e s ú s literatos. Este, en u n a carta
cular á la de todos los demás ( P r o t e s t . Lut. titulo 1, fol. 195). » confidencial, se expresa en estos términos : « No hay que discutir
En sus escritos contra el Dominicano Prierias repite « que esperaba » nada sobre la superioridad del Papa y la autoridad de los obispos :
con profundo respeto el juicio de la Iglesia » declarando a u n mas, » el P a p a , así como estos, pueden muy bien conservar esta a u t o r i -
« que si no se atenía á su determinación, consentía en que se le » d a d , porque es de necesidad que la Iglesia tenga inspectores que
» tratase como hereje {Contra Prierias, tit. 1, fol. 117). » El 1518 » vigilen para conservar el o r d e n , y atender á los que son llamados
escribía también en estos términos á León X. « Dad la vida, ó la » al servicio de la Iglesia, para examinar la doctrina de los sacer-
» muerte, llamad ó repeled, aprobad ó reprobad como os pa-- d o t e s , y hacer ejecutar las sentencias eclesiásticas; y lié aquí por-
» rezca, que yo escucharé vuestra voz como la del mismo Jesii- » que si no hubiese obispos, seria necesario crearlos ó establecerlos.
» cristo. »Y porque no se crea que habla sin fundamento, da en » La monarquía del Papa contribuiría también mucho á conservar
otra parte la razón. « Doy gracias á Jesucristo porque con un gran » la unión en la doctrina entre las diferentes naciones : si se e n t e n -
» milagro conserva en la tierra á esta única Iglesia, la única que » diesen sobre los otros puntos, se estaría bien pronto de acuerdo
» puede mostrar que nuestra fe es verdadera; de suerte que ella j a - » sobre la supremacía del Papa ( M e l a n c t h o n resp. ad Reí). » Lo
» m á s se h a apartado de la verdadera fe con decreto alguno suyo mismo repite en otras cien partes, y esto mismo confirman otros de
»(Disp. líps. tit. 1, fol. 251). » Parece que n o se puede llevar á los suyos.
m a s la deferencia.
él con repugnancia, se miraba con indignación turbu- pública; ó mas bien una anarquía religiosa 1 , en la cual
lenta adelantada y prevenida p o r ellos. Las sectas primi- la autoridad, sin estabilidad y sin regla, pertenece al mas
tivas estaban aun fuertemente asidas á muchas de las hábil, ó al mas a t r e v i d o p e r o el principio de autoridad,
principales verdades del Cristianismo, y ¡cosa notable! á pesar de las máximas que lo proscriben, subsiste, y
cuantas mas de estas conservaban, tanta mas inclinación subsistirá mientras se crea en ella alguna c o s a 2 . Este no
mostraban á retener el principio de autoridad, tan nece- perece sino con la última v e r d a d , y aun dudo yo que
sario, que sin él nada subsiste ni en el orden político, ni hombre alguno creyese firmemente en Dios, si el testimo-
en el moral, ni en el religioso. Rousseau, que le excluyó nio de su razón no estuviese confirmado por la autoridad
en la especulativa, cuando quiere establecer preceptos del género humano 3 . Hé aquí porque todo sistema reli-
positivos, le restituye todo su vigor en la práctica, y gioso, fundado sobre la exclusión de la autoridad,
aun abusa de él hasta destruir la razón enteramente, obli- encierra en sí el. ateísmo, y tarde ó temprano lo da i
gando á cada uno á seguir sin exámen la Religión de su luz.
país, por mas absurda que sea, y aun cuando lo sea con En un principio los teólogos de la Reforma admitían
toda evidencia. No aniquila la autoridad, la muda y saca los primeros Concilios ecuménicos, y oponían sus deci-
de su quicio, y quita de su l u g a r ; y de hecho ella existe siones á los nuevos arríanos y socinianos : por lo gene-
donde quiera que se hallan dogmas, donde hay un culto ral hablaban con respeto de los antiguos padres, los
cualquiera, una ley moral, sea la que fuere. La única
diferencia es haberla trasladado de la autoridad legítima í En efecto, como n o h a y cabeza á -quien estén subordinados los
á la autoridad usurpada, de la monarquía establecida á diversos m i n i s t r o s , no puede dársele otro título que m a s bien le
la anarquía ó despotismo. La Iglesia anglicana en su corresponda.
1 La falta de u n a autoridad general, según observa Burke, hace
organización esencial no es m a s que una sociedad reli-
que la autoridad personal de cada pastor sea altí mucho mayor que
giosa gobernada despóticamente, pues en ella uno solo lo entre los católicos. Un protestante no cree á la Iglesia; pero cree á su
arrastra todo'par su voluntad y sus caprichos1. La Reforma ministro ó predicante. Véase á Edmund Burke's Letterto his son
en general, por la misma ley de su existencia, es una re- Ortodox. Journal, vol. 4 , n . 31 june 1816.
3 El consentimiento general de todas las gentes e n la fe de un
Dios, viene con su testimonio á confirmar lo q u e ya antes dictaba
1 F.sprit des lois, lib. 2, ch. 11. La Iglesia anglicana, como que
a l h o m b r e su razón, y como-que le quita todo motivo ó pretexto de
no reconoce mas cabeza que al rey, depende en u n todo d é l o que
recelar. Si viese que los demás hombres no pensaban a s í , podría
este ó sus ministros quieran : así todos obran únicamente como
sospechar si le engañaba su razón, p u e s » los otros no dictaba lo que.
comisionados suyos, y los rigores despóticos de Henrique VIII p r u e -
á é l , y no debía sin soberbia creerse mas sabio y de m a s penetración
ban bien lo que deben esperar cuantos se separan de la verdadera
q u e todos ellos; ve al contrario que todos piensan así, y gozosamente
Iglesia: mas contribuciones impuso él solo á sus vasallos, que todos
se afirma en su creencia. ¿Cree pues u n Dios Criador, etc., precisa-
sus antecesores j u n t o s : esta felicidad trajo al pueblo inglés la u s u r -
mente porque los demás creen ? No : el sabio c r e e , ó diremos mas
pación de las rentas de las iglesias y monasterios que confiscó, y se
b i e n , asiente á esta verdad preliminar de u n Dios Criador, etc.
atribuyó con pretexto de utilidad c o m ú n ; y nunca se vió m a s p a t e n -
porque sus ojos, su razón, le persuaden la necesidad de u n primer
temente que los bienes de la Iglesia distraídos de su verdadero des-
ser, de u n a primera c a u s a , un primer motor, un remunerador que
t i n o , son u n orín que consume los del erario : declarado el rey
equilibre, digámoslo a s í , en otra vida las diversas suertes de buenos
cabeza suprema de la Iglesia, vió el m u n d o con asumbro mezclado
y malos, que no reciben en esta su castigo ó galardón el testi-
de compasion á una mujer (Isabel) tomar el dictado de jefe supremo
monio de los hombres viene y confirma con su peso esta verdad. En
de la Religión, dar autoridad para todos los negocios espirituales, y
u n a palabra : el rústico fiel cree porque Dios lo dice, y la Iglesia lo
arreglarse y formar u n a Religión á su gusto : el fondo es la Refor-
propone : el filósofo cristiano cree un Dios sobrenatural, y autor de
m a ; pero modificada al gusto y capricho de sus reyes. Cuando d e -
la gracia; mas como autor de la naturaleza lo conoce por demostra-
mos la Ilistoria de la Reforma de Inglaterra recicnlemente publi-
ción física, metafísica y moral.
cada , se verá lo que h a n adelantado aun en literatura.
citaban con honor, procuraban apoyarse con su autori-
dad, y se la atribuían muy grande en la decisión de las los Concilios. Tenian que defenderse á un mismo tiempo
controversias 1 . En efecto, es fácil de conocer que, ó la de los Católicos, y de una turba de teólogos de su propio
Religión cristiana no es mas que una palabra vana, ó se partido. O reputáis, les decían los Católicos, á los anti-
la debe hallar tal cual la estableció Jesucristo en los. es- guos Concilios por infalibles, ó pensáis que pudieron
critos de los santos doctores que vivieron tan inmediatos errar : si lo primero, su infalibilidad no puede tener otro
al tiempo de los Apóstoles : de otro modo seria necesa- fundamento que las promesas de Jesucristo, promesas
rio decir que la doctrina de salud, esta doctrina celestial indefinidas, y cuyo efecto no está en vuestro arbitrio li-
que el Hijo de Dios vivo vino á anunciar á los hombres, mitar á un determinado tiempo, ó punto de la duración
no se ha principiado á entender hasta quince siglos des- de la Iglesia. Si ha sido infalible por el espacio de seis
pues de su predicación : que Lutero ha sido el primer siglos, lo es también hoy, y lo será siempre; por lo
Cristiano; pero cristiano aun m u y niño, y en gran ma- tanto, resistiendo á sus decisiones, resistís al mismo Je-
nera ignorante, pues que sus discípulos han modificado sucristo, porque de todas las objeciones que hacéis con-
tan extrañamente su símbolo. El corazonse estremece, y tra los últimos Concilios, y especialmente contra- el que
el sentido común tiembla de horror al ver tantos absur- os condena, no hay una que no se pueda aplicar con la
dos ; y sin embargo la Reforma se ha visto obligada á misma Verosimilitud.á los Concilios que recibís. Negarla
sostenerlos, al menos implícitamente, cuando oprimida autoridad de uno, es negar la de todos ; despreciar uno,
por los testimonios de los Padres, le fué forzoso recono- despreciarlos todos ; y así, ó subsisten todos, ó caen todos
cer que la fe de estos ilustres defensores del Cristianismo untos. Los discípulos de Eutiquesy de Dioscoro hablaban
no se diferenciaba en nada de la misma que ella contra- del concilio de Calcedonia como vosotros habíais del de
decía é impugnaba : que habian creído y enseñado todo Trento; decían como vosotros, que sus enemigos dominaban
lo que ella censuraba y zahería á la Iglesia católica en él, y la verdad había sucumbido á las cabalas é intrigas.
creer y enseñar h o y ; y que ella misma no podia abrir No se les escuchó, y vosotros mismos confesáis la justicia
sus obras inmortales sin leer en cada página su expresa de este procedimiento ; porque en efecto, ¿qué contienda
condenación. se acabaría jamás, si fuese necesario que el juicio ó sen-
tencia, para ser firme y valedera, hubiera de t e n e r l a
No fue menor el embarazo de los novadores respecto á aprobación de cada una de las partes interesadas? Siendo
incompatible la fe con l a m a s pequeña incertidumbre, no
l Stillingfleet, a u n q u e uno de los defensores de la doctrina de la hay medio-, ó no hay un tribunal para terminar las con-
inspiración particular, confiesa que los Padres son de un grande testaciones que sobre ella se originen, ó si lo hay es in-
auxilio, were admirable helps, para interpretar la E s c r i t u r a . ' falible. No podréis pues admitir la autoridad de un solo
Stillingfleet fué limosnero de Cárlos II de Inglaterra, y encargado concilio general sin reconocerlos á todos por infalibles, y
despues por el rey Guillelmo H i p a r a reverla Lilurgia anglicana; por una consecuencia inevitablesin declararos rebeldes á
y entre sus sectarios es de mucho crédito : escribió contra L o e k e , y la Iglesia y á Dios.
en uno de sus tratados sostiene lo mismo que los otros doctores p r o -
testantes consultados por Henrique IV de Francia, que u n protes- Y si para evitar estas dificultades urgentísimas, negáis
tante que deje su secta por abrazar la comunion de la Iglesia la infabilidad á los antiguos concilios generales, ¿qué
católica, puede salvarse en esta. Vid. Catholicon, vol. .3, pág. ventaja sacareis entonces de ellos contra los arríanos y
100. Vid. etiam Daillé, De vero usu Patrum, lib. 2 , c. 6, y á Cave, socinianos? ¿Les impondréis el deber de obedecer á de-
Grabe, Reeves, Blakvaal. Pearson, Beveridge, Bullus, H a m m o n d , cisiones humanas? ¿no os opondrán ellos vuestros mis-
F e l l , e t c . , y el mismo Mosheim, Vindic. antiq. christian. disci-
mos principios y ejemplo? Yen efecto : ¿por qué razón
plinen advers. Tolaneli Kazarenum. S e d . 1, cap. 5, v. 3 y 4. Disc.
sobre la Hist. Ereles. Sect. 9, tom. 1, p. 238. s e h a de deferir en materia de fe al juicio de quien puede
errar? ¿no seria esto evidentemente abandonar su salva-
li.
cion á la casualidad, y creer por puro capricho, sin cer- sobre sus ruinas otra tiranía mas irritante ? Porque al fin,
teza, y sin regla alguna? ella tenia en su favor por lo menos una posesion larga y
Pero los primeros concilios, decis, aunque sujetos á tranquila, y usando del poder que vosotros pretendeis
errar, no erraron. Dios permitió que conservasen en su usurparla, no contradecía como vosotros sus propias m á -
primitiva integridad el depósito de las verdades santas. ximas. Vosotros recibís algunos concilios, y desecháis
Esto es precisamente lo que negamos, os dirán los discí- o t r o s : ¿ e n qué principios fundáis esta elección? ¿Cómo
pulos de Socino : dais p o r supuesto lo mismo de que se sabéis que habiendo entre estos concilios algunos que
disputa. Probadnos por la razón y la Escritura los dog- han enseñado el error, los q u e vosotros recibís han e n -
mas que desechamos, y entonces será superfluo alegar señado fielmente la verdadera doctrina? ¿Qué otra cer-
la autoridad de los concilios • y si no podéis probarlo de teza teneis, ni qué otro criterio mas que vuestro juicio
este m o d o , aun es mas i n ú t i f p a r a convencernos alegar particular, y vuestra opinion? En una palabra, lo que
unos concilios , que como vosotros mismos confesáis, pu- pretendeis es sujetarnos á vuestra autoridad particular.
dieron errar. ¿Qué podréis responder, continuábanlos Pero os engañais : despues de habernos enseñado á n e -
católicos, ni qué replicaríais á los sectarios que os h a - gar la infalibilidad de los obispos de todos los siglos, y
blasen así? Será necesario, á pesar vuestro, volver á d e la Iglesia entera, no es fácil decidirnos á reconocer
discutir la doctrina en sí misma, prescindiendo y desen- vuestra infalibilidad personal.
tendiéndose de lo que h a creído y definido la antigüe- Las doctrinas, lo mismo que los ríos, no retroceden
dad ; y con riesgo de extraviarse en el tenebroso labe- hácia su origen; y así la Reforma se esforzaba inútil-
rinto del raciocinio, examinar una tras otra todas las mente en detener la corriente que la arrastraba. Fué ne-
verdades del Cristianismo : porque esto es lo único que cesario que todos sus miembros proclamasen de común
resta, quitada la autoridad; y en materia de fe toda a u - consentimiento este gran principio : « La Escritura es la
toridad falible es nula por derecho. )> única regla de f e , independientemente de toda inter-
Por otra parte, los tolerantes y los imitar ios, mas con- » pretacion particular, y con exclusión de toda autoridad
secuentes en los principios de la teología protestante, se » visible.» « Para conocer la Religión de los protestantes,.
quejaban con ardor de que, por tal de obligarles á admi- )> dice Chillingworth 1 , no débemos considerar ni l a d o c -
tir dogmas repugnantes á su r a z ó n , se trastornaba el » trina de Lutero, ni la de Calvino, ó Melancthon, ni to-
fundamento de la Reforma, y se daban a r m a s , y aun se » mar la Confesion de Augsbourg ó de Ginebra, ni el Ca-
decidía la causa á favor de los papistas. O la antigua Igle- li tecismo de Heidelberg, ni los artículos de la Iglesia
sia, decian ellos, era infalible, ó no lo era. Si lo era to- i) Anglicana, ni aun la harmonía de todas las confesiones
davía lo es, y no se debe buscar la verdadera fe sino e n » protestantes; sino aquello en que todos convienen, y
sus decisiones; nuestro deber incontestable es callar y
someternos. Mas si la Iglesia de hoy no es infalible, tam- 1 La Religión (tes proteslants, une roie súre au salut. Chap. (i,
poco lo ha sido nunca; y siempre, aun despues de sus 56. * Chillingworth f u é convencido por los misioneros jesuítas que
decisiones, se habrá podido y debido examinar; querer entraron en Inglaterra en los reinados de Jacobo I y Carlos I , y obli-
gado á confesar la necesidad de u n juez infalible en materia de f e , y
por consiguiente ahora obligarnos á cautivar nuestro en-
de resultas de estas conferencias abrazó el Catolicismo; pero el i n -
tendimiento á la autoridad de algunos de sus decretos, cuan- terés le sedujo d e s p u e s : la cancillería de Salisbury, y la prebenda
do por otra parte os désentendeis de obedecer á todos los de Brixworth en el N o r t h a m p t w i , le hicieron abjurarlo de nuevo :
demás que no son menos importantes, ni menos claros, ni siempre alguna p a s i ó n vil ha sido el móvil de todos los que h a n
menos solemnes, es una grosera ilusión. ¡Qué! ¿no habréis abandonado la fe de la Iglesia : entonces fué cuando escribió esta
rompido con la Iglesia católica sino para poneros en su obra que le sirviese de excusa; pero la verdad no v a r í a , es u n a : l a s ,
lugar? ¿no la acusásteis de tiranía sino para establecer pasiones son las que hacen al hombre abandonarla»
» á que todos suscriben como á una regla perfecta de
plicará? Siendo llamados todos los hombres al conoci-
» su fe y de sus acciones, es decir, la Biblia. Sí, la Biblia,
miento de la Verdadera Religión, es necesario que todos
» sola la Biblia es la Religion de los protestantes 4 . »
los hombres descubran claramente en la Escritura las
Hé aquí] adonde habia llegado ya la Reforma en m e - verdades que deben creer. Los reformados convienen en
nos de dos siglos despues de su nacimiento. Avergon- ello; porque no era posible negar tampoco una conse-
zada y cansada de errar de símbolo en símbolo, los des- cuencia tan manifiesta; pero no han podido convenirse
aprobó todos, igualmente que á sus autores. Leyendo sin tropezar y caer en dificultades tan intrincadas, y con-
nuestras numerosas profesiones de fe, no es como se ha tradicciones tan extrañas que causan rubor, y desacredi-
de venir en conocimiento de nuestra creencia, dicen los tan el entendimiento humano. Despues de haber imagi-
protestantes; no : nosotros nos burlamos de'Lulero, de nado el extravagante sistema de la inspiración particu-
Calvino, de Melancthón, de todas nuestras iglesias, de lar, y haber sostenido que los dogmas necesarios á la
todas nuestras confesiones, y aun de la harmonía que salud se reconocían en los|libros santos por sentimiento,
se hizo de ellas : la Biblia, sola la Biblia es nuestra Reli- por cierta especie de sabor ó gusto interior, como distin-
gion. guimos el frió y el calor, lo dulce y amargo, avergonza-
Mas como la Biblia es muchas veces y en varios pasa- dos de esta ridicula Religión sensitiva, acabaron por atri-
jes oscura 2 , y no se explica á sí misma, ¿quién la ex- buir á la razón el derecho exclusivo de interpretar las
divinas Escrituras, y la declararon único juez y árbitro
de la fe. No tratamos ahora de examinar á fondo esta
1 De aquí dimana ese frenélico proselitismo de las Sociedades doctrina, ni es este su lugar; nos limitaremos por el
Bíblicas, especie de misiones (dice La Mennais, Conservador, t. 3,
pronto á considerar sus efectos.
pág. 49, 291 ) , encargadas de p r o p a g a r l a independencia de toda
autoridad en la interpretacion .de las saritas Escrituras;-misiones La Religión transformada por ella en una ciencia de
verdaderas de anarquía religiosa, que por sí solas bastarían para puro raciocinio, tomó tantas formas cuantas eran sus ca-
arrastrar á la anarquía política. M. W i x en una docta obra las ha bezas : nacieron unas sectas de otras, y de estas otras,
combatido, haciendo ver que ellas, obrando de concierto con p e r - sin término ni fin. Jamás se habia visto tal fecundidad de
sonas de todas sectas, caminan ciertamente á propagar un vasto opiniones extraordinarias, semejante profusión de sím-
sistema de indiferencia: se las creen debidos los movimientos r e - bolos opuestos, y todos, según ellos decian, fundados en
voltosos de la juventud alemana en estos últimos años, y los de los
la pura palabra de Dios. Por otra parte no fallaban ejem-
radicales de Inglaterra. Su furor propagandista es t a l , que en los
once años que precedieron al 1815 habian empleado mas de veinte plos para justificar las innovaciones, En la Reforma se
millones en repartir un millón y trescientos mil ejemplares de la conservaba como si dijéramos una tradición de duda y
Biblia, traducida en cincuenta y cinco lenguas ó dialectos, sin de inquietud; y las variaciones personales de Lutero, y
nota, explicación, ni comentario alguno. Despues acá la Sociedad las de sus discípulos, y sobre todo sus máximás, las au-
madre de P a r í s , con sus treinta y seis auxiliares, lleva repartidos torizaban todas.
diez millones de Biblias protestantes (Ami de la Religión et du Roí). No obstante, á pesar de estas máximas, el apego na-
Y cuando el hombre enemigo siembra á vueltas de la buena semilla
tural del hombre á su propio dictamen, y tal vez un resto
tanta zizaña, ¿ no velarán los encargados del padre de familias P Des-
confiemos de toda traducción, que según lo prescrito por la Iglesia, moribundo de respeto á la fe, y de amor á la v e r d a d ,
no lleve sus notas ó explicaciones de los PP. Véase la Encíclica del
santo P. León XII al tiempo de su exaltación.
antem unius non est: Deus autem unas est}. ¿ Cuál se habrá de
2 El doctor Thiess ha contado ochenta y cinco explicaciones d i f e - sesuir? Convengamos en que si n o se quiere que la Escritura sea
rentes de protestantes de la Parábola tan clara del mal administra- inútil, v aun perniciosa, y si h a de ser regla cierta de nuestra fe,
dor {Villicim.iniquitatis),f\\K se halla en el cap. XVI de san Lucas, debe absolutamente estar acompañada de un tribunal que decida de
y 150 del veis. 20, del cap. 3 de la Carta á los Cálalas ( M e d i a t o r su sentido, y tenga autoridad infalible.
conducían á los protestantes anatematizados por la Igle-
ra siempre; y á pesar de todos cuantos delitos y críme-
sia Romana á anatematizarse mutuamente unos á otros.
nes pudiese cometer, permanecía plenamente seguro de
Sabido es hasta qué extremo aborrecía Lutero 1 la doc-
su salvación. Uno y otro llegaron también á un mismo
trina de Cal vino, y el suplicio de Serveto 2 prueba bas-
fin, que era la abolicion de todas las obligaciones, ense-
tantemente que Calvino no aborreció menos la doctrina
ñando que no habia otra para el cristiano que la fe, como
de los unitarios. No se percibe fácilmente que es lo que
que estaba exento de todas las leyes eclesiásticas y divi-
podian echarse en cara mutuamente estas dos cabezas
nas en virtud de la libertad que habia adquirido en el
del protestantismo en punto á dogmas abominables; por-
Bautismo. El temor les hizo no eximirle también de las
que si Lutero destruía y aniquilaba la moral negando el
leyes civiles, aunque sus principios conducían á eso; pe-
libre albedrio, y declarando las buenas obras nocivas á
ro" los metodistas1 como buenos lógicos, franquéaron este
la salvación; Calvino no la destruía menos de raíz con el
paso, y uno de los artículos de su símbolo e s no recono-
dogma inaudito de la inadmisibilidad de la justicia, según
cer ni en el orden religioso, ni en el político, mas supe-
el cual, un hombre una vez justificado 3 , lo quedaba pa-
rior que á Jesucristo. Máxima q u e , en verdad no temo
decirlo, no será estéril. Cuando, por una terrible permi-
1 No se pueden leer las expresiones soeces de este contra los s a - sión de Dios, el infierno prepara al género humano cala-
craméntanos y calvinistas : u n a s veces los llama hombres de dos midades espantosas, -y el espectáculo de algunos gran-
lenguas, otras los amenaza que se retractará de todo lo que ha des crímenes, arroja un error en el mundo, y deja al
dicho contra el pupa, para que queden abandonados; los epíte-
tiempo que complete y acabe la obra.
tos áe diablos, endiablados, diabólicos, endemoniados, son los
mas frecuentes con que los saluda. — Estas y otras semejantes p a - No es mi intento s e g u i r á la Reforma en todos sus
labras hicieron decir á Bayle que eran « dos sectarios que se a b o r - extravíos, ni recordar todas las opiniones insensatas que
»recian enlre sí aun m a s que al tronco de que se habian separado.» h a abortado; seria mas fácil contar las nubes que en un
La historia de la Reforma ofrece u n a infinidad de semejantes ejem- día de tempestad pasan y oscurecen el sol. En vano se
plos. Léase la de las Variaciones de Bossuet. hacían esfuerzos para contener este torrente é inunda-
2 Es bien conocida la conducta de Calvino con este desgraciado : ción de Religiones y creencias nuevas; la Escritura, esa
habiéndose refugiado en Ginebra donde se hallaba Calvino, su m a s regla tan perfecta de fe, no decidía, no fijaba, nada d e -
cruel enemigo, y que gozaba de mayor crédito, este le hizo prender, terminaba, callaba, ó hablaba á cada sectario un lenguaje
y á fuerza de instar a los jueces, de clamar y hacer clamar que
diferente. Con la Biblia en la mano se enseñaba el sí y el
Dios pedia el suplicio de este anti-trinitario, le hizo quemar
vivo en 1553. Mas hizo aun : escribió u n a apología de esta con- no, el pro y el contra con una confianza imperturbable.
ducta , probando que se debían castigar con pena de muerte los Los reformadores, viendo que todas las verdades cris-
herejes : lo notable es que los ministros calvinistas de Basilea, tianas sucesivamente unas en pos de otras se les desliza-
Berna y Schaffousa, consultados antes de la condenación, respon- ban y perdían, quisieron, á ejemplo de los católicos,
dieron unánimemente que el acusado merecía la m u e r t e : hasta el retenerlas por la fuerza de la autoridad; pero este medio,
dulce y pacifico Melancthon aprobó el juicio y suplicio de Serveto, cuyo uso minaba por sus cimientos la Reforma, no tuvo
y felicitó á los magistrados de Ginebra por el castigo que habian
otro efecto que hacer patente la desesperación á que
impuesto á este unitario. Mas si su delito era el interpretar la
Escritura según su capricho, y á su parecer ver e n e l l á sus nuevos
estaba reducida. Se burlaron de los sínodos; de sus.
dogmas, ¿qué otra regla tenia Calvino de interpretarla? Y si la
pena según él fué j u s t a , j u s t o , justísimo hubiera sido habérsela
aplicado á él mismo. 1 Secta que j u n t a los principios jacobinos con la Religión. El
Metodismo, hoy muy extendido en Inglaterra, reconoce por sus
3 Por consiguiente un niño que lo queda en el Bautismo ya no autores á J u a n Wcsley y á Jorge Whilelield, este muerto el 17G9, y
podrá perder la gracia, y hé ahí á todos los hijos de los cristianos aquel el 1791.
impecables, aunque se abandonen á los mayores delitos.
energía, una profundidad de ciencia y una fuerza de ra-
™ Í 0 T y de sus decretos
' y c a d a uno continuó ciocinio irresistible. La Reforma aterrada no supo que
dogmatizando según su capricho.
El medio de conciliación no tuvo mejor éxito. Todo responder, calló, ó mas bien confesó las innumerables y
vino a parar en algunas reuniones aparentes, ó á tra- evidentes variaciones de que se le reconvenía, y aun
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^ t o l e r a n c i a , que bajo el pretexto de pareció admirada de no haber variado m a s 1 : ¡tan vi-
car dad , acostumbraban los espíritus á mirarlo v te- vamente conoció su instabilidad!
nerlo todo por indiferente. Por otra p a r t e , esas nego- Despues de una confesion semejante no le quedaba
ciaciones religiosas eran un escándalo inaudito en el mas que una defensa, y era sostener que los dogmas
Cristianismo : en ellas se pretendía comprar la paz por sobre que variaba, no eran esenciales, y que se podían
cesiones, o concesiones mutuas de dogmas; se cedían admitir ó desechar siii perjudicar por eso en cosa alguna
de una y otra parte artículos de f e , á la manera que al Cristianismo, ni quedar excluido de la salvación. De
después d e una desastrosa g u e r r a , cansados los prín- esta manera nació el sistema de los artículos fundamen-
cipes se ceden mutuamente territorios y ciudades, y en ~ tales , que reduciendo á algunos puntos no definidos la fe
donde se estipulaban indemnizaciones impías por' las necesaria , y tolerando como indiferentes todos los de-
verdades-que se abandonaban. más , consagra á un mismo tiempo la libertad de creer
aun los errores mas execrables, y la libertad de negarlo
En el entretanto los católicos, testigos de estas con-
todo hasta el mismo Dios.
tinuas variaciones que desde un principio habían p r e -
Los protestantes se vieron también forzosamente con-
i f n , ; , r e q U e r í a n á l o s n o v a d o r e s P a r a que declarasen ducidos á este sistema por la controversia sobre la
de una vez clara y sencillamente el término en que se Iglesia; controversia, cuya decisión lo terminaba todo, y
lijaban, y mostrasen entre tanta multitud de profesiones
que los católicos por lo mismo procuraron aclarar é
nn.i!:lc0n ct0rias unas
, de otras
' ac ueI
I carácter de ilustrar con particular cuidado. Habiendo de tratar des-
.* /• / O R — .. GI d s d G r ^ F
pues este importante asunto, no hablaré de él aquí sino
según san Pa-
blo una fules . La Religión de Jesucristo, les decían, lo muy preciso para hacer comprender como la Reforma
se tunda y apoya en la revelación; siendo pues Ja reve- se vió estrechada á abrazar la doctrina de los artículos
S T — 6 ' í o d ? s e c t a < c u y a doctrina varía, no fundamentales.
posee la Religión de Jesucristo. Bossuet en su Historia Siendo la verdadera Religión, como la verdad, esen-
de las Variaciones, modelo inimitable de análisis v de cialmente una, la Iglesia que profesa esta Religión, es
elocuencia , presenta este formidable argumento con una decir, la incontestablemente verdadera, debe ser una
igualmente : Unus Deus, una fides, unurn baptisma -.
1 Siempre ha sido la caridad el pretexto de que se han valido
s ectanos para q u e se les deje m a q u i n a r y p e m r t i r : po"q n
La Religión no es un simple pensamiento sepultado
allá en el fondo del espíritu; es una creencia que se
Ze, C0,
V d i T t a S ¡ndÍSCretas extendi,i « manifiesta exteriormente por obras ó acciones, ó por un
ía S a d de S V3 í " ^ 6 ' y a u n s e ^ ' P'etadiú culto conservador de los dogmas, de que él mismo es
la piedad de Carlos V para publicar el Interin que trajo tanto mal
cuanto n o acriminan los enemigos de Roma al Papa Honorio
una viva expresión; luego la Iglesia ó congregación de
e ta su connivencia ó falsa caridad en no turbar el e r r o f í Jos los fieles que profesen la verdadera Religión, debe ser
onothehtasP No es caridad dejar el error que cunda como caSc r y es una sociedad visible. Por otra parte, ó la Religión
es querer perderse en él; al menos es indiscreción. Sobre la v c r d a -

c o n ios 1 Vid. B u r n e t , Crit. des Variat. pág, 7, 8. J u r i e u , Le tires 5,


a s o t r r *** — — ^ e G, 7 y 8, de l'an 1686. Basnaje, Re.íp. nux Variat. Prcf.
Y 2' Ep, ad-Ephes. IV, 5.
2 Ep. ad Eplies. iv, 5.
no es mas que un ser moral, una pura abstracción, ó
por una serie no interrumpida de pastores, desde los
hay hombres que creen las verdades que ella enseña •
actuales hasta los apóstoles : luego la Iglesia es apos-
ahora bien, para creerlas es necesario conocerlas; para
conocerlas es necesario oirías anunciar; porque, en tólica.
electo , la fe, dice el Apóstol, viene por eloido; ; y cómo Estas nociones fundadas en la razón y en los formales
creerán lo que no oyeron? ¿y cómo oirán si no hay quien testimonios de la Escritura, están confirmadas por una
les ensene1? J
* tradición unánime, por la autoridad de los concilios, de
Luego la Iglesia necesariamente se compone de pas- los Padres, de los escritores eclesiásticos de todas las
tores que enseñen, y de un pueblo que cree todo cuanto edades, por las liturgias, y la historia toda de la Iglesia
se le ensena : un pueblo y pastores son seres visibles- desde su principio; de manera que la razón, los libros
uego la Iglesia es visible : y en efecto, el Evangelio así sántos, el consentimiento unánime de los siglos, todo
lo supone cuando compara á la Iglesia, y nos la repre- concurre á presentarnos como las señales, ó notas dis-
senta como una ciudad edificada sobre un monte2 como tintivas de la Iglesia, los caractéres que acabamos de
un tribunal adonde los cristianos deben recurrir en sus indicar.
contiendas y contestaciones, dic Ecclesim \ Y ¿seria Supuestos y admitidos estos principios, que 110 se po-
posible para ser juzgados dirigirse á un tribunal invi- dían tampoco negar sin trastornar de arriba abajo todo
sible ? Además, que Jesucristo ha prometido á los pas- el Cristianismo, los protestantes que atacaban una Iglesia
tores que son los que enseñan, estar con ellos todos los establecida hacia ya tantos siglos, debían y estaban obli-
días hasta la consumación de los siglos: luego la Iglesia gados á probar dos cosas: que la Iglesia católica no tenia
ha sido, y será siempre visible. las notas ó caractéres esenciales á la verdadera Iglesia,
y que estos pertenecían exclusivamente á la Reforma.
Habiendo establecido Dios la Religión para todos los
Luego que la cuestión se redujo á estos precisos y s e n -
hombres y no solamente para algunos, la Religión
cillos términos, no es fácil explicar el conflicto y emba-
establecida por Dios debe subsistir y subsistirá perpe-
tuamente según sus promesas, ómnibus diebus : luego razo de los novadores, convencidos de que no les era
por o que respeta al tiempo, la Iglesia es y debe ser menos imposible arrogarse con alguna verosimilitud una
Católica, o universal, es decir, que abraza todos los sola de las notas ó propiedades de la verdadera Iglesia,
siglos, todos los tiempos : aun mas, Jesucristo mandó á como dejar de reconocerlas en la Iglesia antigua, de la
sus apóstoles anunciar el Evangelio á todas las naciones cual se habían separado.
docete omnes gentes5; luego por su institución la Iglesia Y en efecto, ¿qué podían responder, cuando los cató-
es católica, o universal, también en cuanto á los lugares licos apoyados en máximas innegables, y sobre hechos
o países. ° tan claros y visibles como el sol, les decian : la fe es
una, y vosotros no habéis podido concordaros en ella,
No pudiendo pues acabarse jamás la Religión, y de-
ni convenir en un símbolo común, ni quedar satisfechos
p e n d o por otra parte ser visible la sociedad de los que
con ninguno de los símbolos particulares que sucesiva-
la profesan, los pastores deben sucederse en ella sin
mente ha adoptado cada uno de vosotros, sino que fluc-
interrupción, de suerte que en todos tiempos, y en to-
tuando á la ventura como niños abandonados á su propia
das las épocas de su duración, se pueda subir'ó llegar
flaqueza, y dejándoos arrebatar de todo viento de cloc-
trina \ no habéis hecho otra cosa que ir vagando sin
1 Fides est ex auditu... quomodo credent el quem non a u d i e r u n t ? término ni fin, de dogma en dogma, de-opinion en opi-
quomodo autem audient sine p r e d i c a n t e ? Ep. ad Rom v 17 14 nion, incapaces eternamente de fijar la inconstancia de
2 Matli. v, 14. ' '
3 Ibid. xvin, í7; _ | jbid. xxviM, 20. - 5 Ibid. 19.
1 Episl. ad Ephcs. iv, 14.
vuestro espíritu, y la instabilidad de vuestra f e ; luego
no formáis, ni sois aquella Iglesia santa que Jesucristo mayor parte de la doctrina que ella recibe. Avergon-
ha edificado sobre una roca inmoble é indestructible 1 . zándose al fin de los mayores que se habían escogido,
La verdadera Iglesia es una, y vosotros estáis dividi- renuncian á una filiación tan deshonrosa como falsa, y
dos en mil sectas diferentes, esencialmente opuestas, se reducen ásostener que siempre hubo en el seno d é l a
que tan presto se toleran como se anatematizan mutua- Iglesia católica un cierto número de justos ocultos, que
mente : luego no sois la verdadera Iglesia. profesaban en secreto los principios que ellos profesan.
La verdadera Iglesia ha sido siempre visible * decidnos ¿Sociedad graciosa! Pero si estos pretendidos justos,
pues ¿dónde estaba la vuestra antes de Lutero? Mostrad- replicaban los católicos, estaban tan ocultos que no ha
nos antes de este apóstata una sociedad en que se pro- quedado vestigio alguno de ellos, ¿cómo habéis descu-
fesase vuestra doctrina. ¿Calíais? Observad que callar, bierto vosotros su existencia? ¿cómo conocéis tan exac-
cuando s e trata de justificar su fe, es confesar que nada tamente las opiniones secretos de unos hombres, que no
hay que responder, y condenarse á sí mismo irrevoca- han sido jamás conocidos de persona alguna? ¡ Qué in-
blemente. \ e d l o s entonces con qué fogosa inquietud vención, qué descubrimiento este tan pasmoso! Hallarse
ojean los anales de la herejía, como amontonan en este al golpe con unos justos ignorados de todo el m u n d o ;
cieno varios restos esparcidos de e r r o r e s ; y siguiendo diremos mejor, crearlos de un rasgo de pluma para elu-
la serie de los tiempos, pero á largas distancias unos de dir un argumento que estrecha é incomoda, porque no
otros, se apresuran á recoger los despojos de algunos se halla respuesta. Pero aun cuando se admitiese esa
sectarios ya sepultados en el olvido, con el fin de for- absurda suposición, ¿qué podéis inferir en vuestro favor!
marse un vestido de gala, sin poder con todo eso llegar N a d a : con ella nada remediáis, á nada respondéis: por-
á cubrir su desnudez. Si encuentran en el siglo V un Vi- que unos justos ocultos no forman una Iglesia visible, y
gilando, enemigo de las santas reliquias, en el X un Be- una Iglesia risible compuesta de fieles que oyen, y de
rengario, que negaba la presencia real, hallan también pastores que enseñan es la que nos debeis mostrar. No
que estos heresiarcas\. condenados por la Iglesia entera lo habéis hecho hasta ahora, ni lo haréis j a m á s ; luego
tan luego como aparecieron, apenas tuvieron un discí- no sois, la verdadera Iglesia.
pulo, y que el uno de ellos abjuró públicamente su im- La verdadera Iglesia es universal, y vosotros sois de
piedad. Por otra parte, no teniendo ningún error común, ayer :• cada una de vuestras sectas, considerada por sí
se diferenciaban también de los reformados en puntos de sola, apenas es conocida en un rincón del mundo ; por-
la mayor importancia. En vano pues se esfuerzan es- que, contad, si es posible, en Francia, Inglaterra, Ale-
tos á inquietarlos y despertarlos en sus sepulcros, á mania, la multitud de diversas doctrinas comprendidas
fin de que los adopten por hijos sus sombras proscriptas. bajo el nombre general de Iuteranismo, calvinismo, an-
Los diez primeros siglos pasan, y al verse sin padres, y glicanismo, e t c . 4 , y cada familia os ofrecerá una dife-
sin ascendientes, su único recurso es buscarse antepasa- rente Religión. Aspiráis tan poco á la universalidad, que
dos entre los albigenses, aquella colonia infame de ma- aun habéis abandonado á la antigua Iglesia ese glorioso
niqueos, que pasaron del Oriente á la Italia, y de esta á timbre de católica ó universal, que exclusivamente la
las Galias, á cuyos habitantes horrorizaron con delitos y distingue, y la hace reconocer en toda la tierra. Lo que
crimines no conocidos ; entre los valdenses, puñado de propiamente os pertenece es el espíritu particular, ese
fanáticos oscuros, imbuidos en muchas opiniones des- espíritu privado, que separa y divide hasta lo infinito;
echadas por la Reforma, y que no "admitían tampoco la
1 Solo en Inglaterra se cuentan m a s de doscientas sectas: propie-
tario h a y que tiene en su territorio trece religiones diferentes. V.
1 Math. xvi, 18.
L'Étoile, 15 de Nóv. de 1826.
ese es vuestro carácter indeleble; luego no sois la ver- m a 1 : Claudio despues viendo la causa desesperada, trató
dadera Iglesia. de sostenerlo á todo trance para afirmar á sus hermanos
En fin, la verdadera Iglesia es apostólica, y vosotros vacilantes. Hablóles de «un cuerpo de cristianos dividido
lejos de poder subir hasta los apóstoles por una no in- » en muchas comuniones particulares, al cual en algún
terrumpida sucesión de pastores, que hayan enseñado » sentido se puede dar el nombre de Iglesia, porque to-
en todos los tiempos la misma f é ; por vuestra confesion » dos los cristianos, bajo ciertos respectos, están también
misma no sucedeis á nadie, ni por el espacio de quince » en el recinto general de la vocacion del Evangelio 2 .»
siglos podéis nombrar, no digo un solo pastor, pero ni un Parece que la conciencia del ministro detenia á cada pa-
solo h o m b r e , cualquiera que sea, que haya tenido la labra su pluma ¡ siempre habla como quien no se atreve
misma Religión que vosotros teneis : luego no sois, re- á expresar, vacilando, dudando, temblando: las fórmu-
pito, la verdadera iglesia. las de bajo cierto respecto, en alguna manera, en cierto modo
La ignorancia y la necedad son atrevidas, no se amila- en algún sentido, no se le caen de la pluma, como si se
nan por objecion alguna; charlan, y creen que esto es res- diese en esta parte un medio, ó como si habiendo Jesu-
ponder. Pero entre los teólogos reformados habia hom- cristo establecido una sola Iglesia verdadera, cualquiera
bres ciertamente instruidos y de mucha penetración; y otra sociedad, en manera alguna, y bajo cualquier respecto
estos comprendieron bien pronto que era absoluta é in- pudiese ser la Iglesia establecida por Jesucristo.
dispensablemente necesario, ó renunciar á l a defensa de Jurieu 3 , mas atrevidamente desatinado, pero también
la Reforma, ó mudar y trastornar todas las ideas que los
cristianos habían tenido hasta entonces acerca de la Igle-
sia. • ' ' .'• ,- V... ' . : cion pusiesen el mayor esmero, con el doble objeto de que los protes-
Mestrezat \ y Jacobo 1 2 bosquejaron el nuevo siste- tantes no se hiciesen estúpidos y sombríos, y de atraer á su creencia
á los católicos: ¡ medios á la verdad maravillosos para propagar el
puro Evangelio! Murió el año de 1625.
1 Traite de l'Eglise, páginas 186 y 371. * J u a n Mestrezat, este 1 Este ministro, célebre entre los de su secta, nació en Sauvetat,
f u é u n teólogo protestante, que nació en Ginebra hácia el año de cerca de Agen, en 1619 : enseñó la teología en Nimes por espacio de
1592, y murió el 1657, despues de haber sido empleado por los de. ocho a ñ o s ; y habiéndose opuesto á los que trataban de la reunión
su partido en diferentes negocios : dejó varias obrillas : tuvo un so- de los protestantes con los católicos , se vió obligado á salir del
brino ( F e l i p e Mestrezat) que fué ministro, y enseñó la teología en Lansuedoc; llegó á París, y nombrado ministro de Charenton, per-
Ginebra, y murió el 1690 : compuso n n tratado contra Socino, y maneció allí desde 1C66 hasta el de 1685, en que revocado el edicto
otras obras de controversia. de Nanles pasó á la Holanda. E s el mas seductor de todos los protes-
2 Rey de Inglaterra (Véase la Réplica del Card. du Perron, tantes ; pero f u é rebatido vigorosamente por Bossuet.
c. 60). * Este príncipe, hijo de u n a madre tan católica como María 2 Defense de la Reforme, pág. 200.
Stuart, señaló su advenimiento al trono con un edicto que obligaba, 3 Pedro J u r i e u , sobrino de los famosos Olivet y Moulins, nació
so pena de muerte, á salir de Inglaterra á todos los católicos, é hizo en la diocesis.de Blois el 1637, y sucedió a su padre en el ministerio
correr arroyos de sangre por los cadalsos en casi todas las c i u d a - p r o t e s t a n t e : enseñó;teología y hebreo en Sedan, de allí se r e t i r ó á
des de sus tres reinos : ¡ tal es la moderación y tolerancia de las R ú a n , y últimamente á Roterdam : señalóse por sus extravagancias
sectas cuando se apoderan de la autoridad! En su tiempo se forma- y profecías, y sus disputas con los filósofos de su partido, y parti-
ron los famosos partidos de los Torj-s y Wigts : en vez de gobernar cularmente con Bayle, cuyo trato amoroso con su mujer ignoró por
el reino se mezclaba en la controversia, y entregado á sus favoritos, largo tiempo, á pes'ar de que en s u conocimiento profético veía t a n -
mereció de los mismos protestantes el sangriento epigrama, Rex tas cosas ocultas en el Apocalipsis : no perdonó en sus furores á las
fuit Elisabetli, nunc est regina Jacobus. Escribió varias obras potencias de la Europa, opuestas al protestantismo : hizo acuñar
contra Belarmino, Comentarios sobre el Apocalipsis, y creyó e n - monedas que eternizasen su demencia y odio contra Roma : era de
grandecer su n o m b r e autorizando por un edicto los bailes en dias m u c h a imaginación; pero es común sentir que f u é mas propio para
festivos, mandando á todos los obispos anglicanos, que en su ejecu- predicar á frenéticos q u e á hombres racionales : él fué el que aclaró
mas consiguiente, tomando unas veces el tono de pro- materia de opinion y no de f e \ no rompe la unidad.
feta, y otras el de sofista, controversista impetuoso, y el Defendeis que la verdadera Iglesia ha sido siempre
terror de su propio partido, en el que era temido por la visible, nosotros también. « Es cierto que ha habido y
aspereza de su carácter, y la violencia d e s ú s arrebata- )> hay siempre en el mundo una Iglesia visible ; pero es
mientos ; Jurieu tomó á su cargo desenvolver manifies- » falso que esta Iglesia sea una Congregación ó Comu-
tamente, y publicar sin rodeos el sistema que hasta en- » nion determinada, distinta de todas las demás Congre-
tonces no se habia propuesto sino con reserva. » gaciones. La Iglesia permaneció y se conservó visible
Sostuvo pues y defendió que la verdadera Iglesia, lé- » en todos los siglos en aquellas Comuniones, que á pe-
jos de formar una sociedad distinta y separada de todas » sar de su separación y los anatemas que mutuamente
las demás, por el contrario se compone de la reunión dé » lanzaban unas contra otras, conservaron siempre las
todas las sectas cristianas, que hacen profesion de creer » verdades principales 2 . »
ciertas verdades, que él llama fundamentales. « Quere- Sosteneisv decis que la verdadera Iglesia es universal,
)> mos, dice, que la Iglesia Católica y universal esté e s - también nosotros lo decimos ; tenemos satisfacción en
» partida por todas las sectas, y que tenga verdaderos confesarlo; este carácter le es esencial3. ¿ Pero qué mayor
» miembros en todas aquellas sociedades, que no han ni mas completa universalidad que la que no tiene otros
» trastornado el fundamento de la Religión cristiana, aun límites que la extensión, no ya de una comunión sola,
» cuando estén tan desunidas entre sí, que lleguen á ex- sino de todas las comuniones que en todos tiempos han
» comulgarse mutuamente i . >> conservado las verdades.principales?
Imperiosa necesidad debiaser la que obligaba á l a Re- Sosteneis que la verdadera Iglesia es apostólica, nos-
forma á precipitarse en esta doctrina: en efecto, lo e r a : otros también; porque 4 esta es una consecuencia evidente
veíase reducida á no poder ya aspirar á formar parte d e de su perpetua visibilidad. Pero observad que el dia de
la verdadera Iglesia establecida por Jesucristo, sino in- hoy no os acusamos de haber desechado alguna verdad
troduciendo consigo en ella todos los errores, y aniqui- fundamental ; os concedemos que sois miembros d é l a
lando el Cristianismo; y tomó este medio ; por lo d e - Iglesia, miembros enfermos sí, pero miembros vivos al
más, no consistiendo la verdadera Religión, según ésta fin ; y por último, á falta de otra sucesión constante, en
extraña hipótesis, sino en un corto número de dogmas vosotros hallaremos u n a , cuya legitimidad verosimil-
comunes á la mayor parte de las sectas, y por una con- mente no negareis.
secuencia inmediata, no formando estas mas que un No se puede menos de convenir en que estas conse-
cuerpo, ó una sola Iglesia, todas las objeciones de los
católicos, se desvanecían por sí mismas.
1 La Religion des proles tans , une voie sûre au salut, chap.
'Sostenéis, decían los reformadores, que la verdadera vi, 56.
Iglesia es una, también nosotros; pero esta unidad re- 2 Le vrai système de l'Eglise, pág. 226.
sulta de la creencia de unos mismos dogmas f u n d a - 3 Accomplissement des prophéties, p a r Jurieu, pág. 82.
mentales ; todo lo que se cree fuera de esto, como que es 4 « Dicen que es necesario recibir el ministerio de manos de la
» Iglesia, fuera de la cual no se da el Espirittu Santo : convengo en
« ello ; pero esta Iglesia, que da el derecho de ejercer el ministerio,
en un todo el sistema de los artículos ó dogmas fundamentales, » no e s n i la Iglesia R o m a n a , ni la Griega, ni la Protestante, es la
por los cuates abre l a puerta de la Iglesia á todas las herejías ': m u - » Iglesia Universal; la cual tampoco da este derecho por sí misma,
rió el 171.3, de setenta y seis años. — Como el autor va señalando » sino por las diversas sociedades cristianas que viven bajo diferen-
los pasos de la Reforma, nos h a parecido conveniente señalar la » tes confederaciones, y las cuales tienen cada u n a en sí misma el
época de sus propagadores. » poder de establecer el ministerio para la edificación de los p u e -
1 Le vi-ai systéme de tÉglise, pag. 79. » blos. » T.e vrai système de l'Eglise.
i. 12
cuencias se deducían claramente del sistema de Jurieu; Con todo eso, muchos de sus discípulos sacuden el
pero en el capítulo siguiente demostraremos que este sis- yugo de hierro que pretendía imponerles, y oponiéndole
tema es absurdo é insostenible, y que la doctrina de los opiniones á opiniones, orgullo á orgullo , arrostran
x puntos fundamentales es destructiva de toda Religión y y desprecian sus furores, dividen y menoscaban su im-
de toda razón. perio. Nuevas sectas se levantan, y al punto se divi-
En el ínterin consideremos el espacio inmenso que ha- den, y se subdividen luego al infinito Se enseña
bían corrido ya los reformadores en la época que toca- toda especie de doctrinas, y se niegan igualmente; la
mos. El pensamiento se estremece al calcularlo. ¡ Qué confusion del infierno no es m a y o r , ni mas espantoso
terrible y espantosa es la marcha rápida del error 1 Lu- su desorden. La Reforma entonces, perdiendo la espe-
tero ofendido de algunos abusos reales, en lugar de r e - ranza de establecer la paz en su seno, y de sostener-
conocer en ellos el efecto inevitable de las pasiones h u - se por sus propias fuerzas, llama en su socorro á la
manas, los imputa, y a t t r i b u y e á l a doctrina misma : antigua Iglesia que habia repudiado : llama á los he-
ataca un punto al parecer poco importante de la fe cató- rejes de todos los siglos; llama á sus numerosos h i -
lica : ¡ espíritu débil, no conocía el íntimo y rigoroso jos; los junta al rededor de sí á pesar de su recíproco
enlace de las verdades del Christianismo 1 ! no bien d e - é implacable odio, de su fogoso encono, y d e s ú s símbo-
sunió un anillo de esta cadena, cuando toda ella se des- los contradictorios : de este heterogéneo é incoherente
hizo : un error llama , á otro error : ya no son algunos agregado de errores y de verdades trata de formar una
dogmas aislados los que impugna; de un solo golpe der- sola Religión; y de esta anarquía monstruosa de sectas
riba el fundamento de todos ellos. Le embaraza la tradi- que se repelen mutamente, de estos partidos irreconci-
ción, la niega : la Iglesia proscribe sus máximas; niega liables, una sola Iglesia... ¿O eterno oprobio y vergüenza
la autoridad de la Iglesia, y declara que no admite mas de la razón h u m a n a ! Ved ahí la verdadera Religión; sí,
regla de fe que la Escritura: en fin, la Escritura misma le del mismo modo que los pensamientos inconstantes del
condena; excluye osadamente de los libros santos una hombre son los pensamientos inmutables de Dios : hé
Epístola canónica toda entera 2 : y cuando se le pre- ahí la Iglesia; del mismo modo que el imperio dividido
gunta con qué derecho ó autoridad hace esto, responde de Satanás es el reino de Jusucristo. Mas al fin, estas
con arrogancia : Yo, Martin Latero, lo quiero asi 1 yo lo ideas habían prevalecido en la Reforma: á pesar y despe-
mando ! mi voluntad vale por toda razón3. De esto modo, cho suyo cedía á la superioridad y predominio invencible
Lutero no era solamente el fundador y jefe de la Re- de sus máximas; y ofreciendo la paz á todos los errores,
forma, era también su Dios, pues que su voluntad, sin tolerándolo todo, "hasta la verdad misma, se avanzaba á
otra razón alguna, prevalecia contra las revelaciones di- pasos agigantados hácia la indiferencia absoluta de Reli-
vinas consignadas en un monumento auténtico y sa- gión , adonde inevitablemente conduce el sistema de los
grado. dogmas ó artículos fundaméntalos, como inmediatamente
lo vamos á ver.
1 « Lutero, dice Sartorio, autor de la Historia de ta guerra de los
i paisanos (pág. 42}, no conocía el camino que dehia correr, y así
» m u c h a s veces dio en escollos que absolutamente n o habia p r e - 1 Véase la nota pág.
» v i s t o : no tenia idea alguna de esos planes concebidos con un espí-
» r i t u extenso, y ejecutados despues con v i g o r . » E l Barón d'Ecklein
» conviene en l a mismo. Le Catholique, tom. II, n . 5.
2 La Epístola de Santiago.
•3 Ego Martinus Luther, sic volo, sic jubeo, sit pro ratione volun-
vacion? No, Jesucristo no se explicó así, ni dijo cosa se-
mejante. ¿ Qué es lo que dice? « I d , instruid á todas las
» naciones : enseñándoles á guardar todo lo que os he
CAPITULO VII. »> mandado 1 ; » todo sin excepción, omnia quceeumque :
ó como se expresa otro escritor sagrado : «Id por todo el
» mundo, predicad el Evangelio á toda criatura; el que
Sigue la misma materia. Examen del sistema de los artículos ó
dogmas fundamentales.
» creyere será salvo, el que no creyere se condenara . »
Luego es necesario creer, implicitamente á lo m e n o s , to-
das las verdades reveladas, pues que el Evangelio, o lapa-
Sí no hubiésemos hecho ver como la Reforma, des- labra de Jesucristo las comprende todas : y es necesario
pues de haber agotado todos los otros medios de defensa, creerlas, ó condenarse : lo que hizo decir á san Pablo que
se había visto por su naturaleza misma obligada á refu- el hereje se condena á sí mismo 5 . porque reconoce la
giarse al sistema de los artículos ó dogmas fundamenta- autoridad de los libros santos en donde está escrita su
les, tal vez se hubiera podido creer por alguno, que este condenación. Ahora pues, un sistema de f e , al cual se
sistema no era mas que una. opinión arbitraria, y no ha- opone la Escritura, ó por lo menos que no esta clara-
bría sido fácil comprender los motivos que determinaron mente establecido en ella, es incompatible con el prin-
á los protestantes á abrazar una doctrina no solo absurda cipio ya sentado , que no se debe admitir otra regla de fe
en sí misma, sino incompatible además con sus máximas; que la Escritura. Los protestantes pues no pueden adop-
una doctrina en fin q u e no podia ser verdadera á menos tar el sistema de los artículos fundamentales sin renun-
que el Cristianismo no sea falso, y que inevitablemente ciar á sus máximas y principios, ó contradecirse grosera-
va á terminar en la tolerancia del ateísmo. mente. - ,
Para justificar ante todas cosas la reconvención de in- Añado aun mas, que este sistema no puede ser verda-
consecuencia que dirigimos á los reformados, recorde- dero, a no ser que el Cristianismo sea falso : porque en
m o s , que según ellos la Escritura es la única regla de fe. primer lugar, Jesucristo, como acabamos d e ver, ha en
Deben pues probar q u e la Escritura establece claramente señado una doctrina contraria; de donde se sigue,o que
la distinción de artículos fundamentales y no fundamenta- él se ha engañado, ó nos ha. engañado á nosotros, y por
les , y que con la misma claridad especifica lo que se debe consiguiente que era, ó un fanático ó un impostor.
entender por unos y p o r otros, cuáles son fundamenta- En segundo lugar, sus discípulos, fieles ejecutores de
les, y cuáles no. Mas esto es justamente lo que nunca las órdenes que de él habían recibido, no permitieron
han podido hacer, aunque se les instó y ha estrechado á jamás que se alterasen, ni se tocase en lo mas mínimo, a
ello repetidas veces. Nunca jamás han producido un solo los dogmas revelados. .
texto que en su sentido natural y verdadero, favoreciese San Pablo declara que la fe es una, asi como el mismo
ni aun indirectamente tan extravagante doctrina. Al con- Dios es uno 4 : y por lo mismo nada se le puede añadir,
trario, la Escritura está llena de testimonios que la con- ni quitar sin destruirla; y á su consecuencia fulmina
denan, ¿Cuándo Jesucristo envió á s u s apóstolesá anun-
ciar el Evangelio á las naciones, les dijo acaso, enseñad 1 Euntes ergo docete omnes gentes.... docentes eos servare omnia
á los hombres á discernir cuidadosamente los dogmas qufficumque mandavi vobis. Maíth. xxvni, 19, 20.
fundamentales de los que no lo son; á no confundir los. 2 Euntes iri m u n d u m universum predica te Evangelium omni
artículos de fe que están absolutamente obligados á creer, creatura?. Qui crediderit et baptizatus fuerit, salvus e n t : qui vero
con los que pueden negar sin quedar excluidos de lasal- non crediderit, condemnabitur. Marc. xxvi, 15,16.
3 Epist. ad TU. in, 2. — '4 Epist, ad Ephés. ív, 5.
anatema contra cualquiera que se atreviese á predicar de la salvación á todas las sectas separadas de esta unión
otro Evangelio, ú otra fe que la anunciada por é l 1 ; manda y verdadera Iglesia. Ahora bien, si un error tan trascen-
evitar y huir del hereje-, enseña que todos los novadores dental ha podido reinar umversalmente por el espacio de
jactándose de una falsa ciencia, han decaído de la fe1-, y diez y seis siglos; si durante todos ellos nadie ha sabido
comprende formalmente entre los delitos que excluyen lo que era Iglesia; si recitando el símbolo de los Apósto-
del reino de Dios los cismas y herejías : Secta3. San P e - les, los cristianos de todo el mundo han profesado un
dro las llama á todas en general sectas de perdición, y error absurdo, que Jurieu califica de prodigio de crueldad
mira á los que las introducen corno blasfemos \ « Cual- y déla idea mas insensata que haya cabido jamás en enten-
» quiera que se separa, dice san Juan, y no persevera dimiento humano *; si todos estos cristianos y todas las
» en la doctrina de Jesucristo, no tiene Dios 5 .» No puede Iglesias particulares constantemente han arrreglado su
ser más terminante : el Apóstol no encuentra diferencia conducta sobre este error absurdo y cruel, el Cristianismo
alguna entre n e g a r á Dios, y negar un solo artículo de la es evidentemente falso, pues que un Enviado de Dios no
doctrina de Jesucristo; y en vano seria buscar distinción ha podido ensenar un error, cuyas consecuencias son
ni restricción alguna en sus palabras. « Si alguno, conti- tan terribles, ni hombres verdaderamente inspirados
núa despues, viene á vosotros, y no trae esta misma consagrarle en sus escritos,y autorizarle con su ejemplo;
doctrina..... ¿Qué pensáis va á decir? ¿examinareis si ó en todo caso, Dios no hubiera permitido que él h u -
las verdades que desecha son ó no fundamentales; y si biera prevalecido sin reclamación por tanto tiempo, en
no ataca el fundamento, le tolerareis, y admitiréis en una Iglesia que había establecido para recibir un culto
vuestra comunion como un miembro de la verdadera digno de su grandeza, de su santidad, de su verdad.
Iglesia?» Esa es la respuesta que debia dar según los pro-
Dejamos á los protestantes el cuidado de examinar so-
testantes; ¿pero cuál es la del Apóstol? Yedla aquí :
bre qué fundamentos estriban para tranquilizarse en sus
« No le recibáis en vuestra casa, ni aun le saludéis; por-
principios anticristianos. La Escritura no e s ; no lo es
» que el que le saluda participa en su pecado, operibus
igualmente la autoridad de los primeros siglos, como
» ejus malignis 6 . » Tal es la tolerancia de los Apóstoles,
hemos demostrado; y que no es tampoco la razon, lo
y tal es su doctrina : esta doctrina seria falsa, si el sis-
vamos á manifestar considerando bajo un punto de vista
tema de los artículos ó puntos fundamentales fuese ver-
mas filosófico ó mas general el sistema de los puntos, dog-
dadero; luego este sistema y el Cristianismo, según y
mas ó artículos fundamentales.
como le enseñaron los Apóstoles, son incompatibles.
¿Qué hacen los partidarios de este sistema para d e -
En tercer lugar ¿odos.los Padres,todoslos concilios y to- mostrar contra los Deístas la necesidad de la revelación?
dos los cristianos,así católicoscomo herejes,han ignorado, Valiéndose de las confesiones de los Deístas mismos,
hasta que apareció la Reforma, la distinción de los dogmas prueban que es necesaria una Religión, y que por consi-
fundamentales y no fundamentales; y creyeron que no ha- guiente existe una Religión verdadera. En seguida, con
bía mas que una sola fe, por la cual pudiésemos ser sal- los Anales de la Filosofía en la mano hacen ver que es
vos; una sola Iglesia que profesase esta fe 7 , excluyendo imposible por sola razón asegurarse plenamente, ni tener
?
•• • certeza de dogma alguno, y que tomándola por única guia
1 Epist. ad Galat. i, 8 . - 2 Epist. II ad Timotli.n, IT. —
no se hace otra cosa mas que errar vagando de duda
3 Epist. ad Galat. y, 20. — i Epist. II. 1. — 5 Epist. II. S. en duda, de incertidumbre en incertidumbre, y que léjos
Joan, i, 9. —GIbid. i, 11. de llegar por su medio á tener una creencia fija, es p r e -
7 Véase le traite de l'Unité de l'Eglise, por Nicole; la quinta ciso tolerar hasta el ateísmo, ó la negación de todo dogma,
adven, de Dossuet á los Protestantes; Wallemlourir, dr control
tract. 3.
1 Le vrai systémc de l'Eglise, püg. 79, 92.
la exclusionde todo c u l t o , y la destrucción de toda moral.
toda entera; ó en términos mas precisos y acomodados á
De donde exactísimamente concluyen que si, como con-
la materia que tratamos, que el sistema de los artículos,
fiesan, es necesaria u n a Religión verdadera, es necesario
dogmas, ó puntos fundamentales es mas absurdo, mas
también que Dios h a y a revelado esta verdadera Religión.
irracional, é inconsecuente, mas injurioso á Dios, y mas
¿ Y qué,Dios revelará á los hombres verdades que les son desconsolador aun para el hombre que el deísmo.
absolutamente necesarias y los hombres no estarán obli- En efecto, el deísta no admite la revelación, porque
gados á creerle, y s e r á n árbitros de desechar las verda- no cree que Dios haya hablado ó revelado; el cristiano
des que les revela? E n t o n c e s ¿para qué se necesita la re- de Jurieu niega una parte de esta revelación, á pesar de
velación? Mejor, y m a s decoroso seria para Dios guardar que cree que Dios la ha hecho, y dicho ó anunciado á los
un profundo silencio, y no revelar cosa alguna, si el hombres. El p r i m e r o , persuadiéndose, aunque falsa-
hombre es libre p a r a desmentirle, y reformar sus instruc- mente, que el Cristianismo está fundado en una autoridad
ciones, diciéndole : te conocemos nosotros mejor que tú te puramente humana, no lo admite sino en cuanto le consi-
conoces á tí mismo. P u e s tal es la libertad que consagra la dera conforme á su razón : el segundo, convencido de
tolerancia. Porque q u e r e r escudarse con el pretexto de que el Cristianismo se apoya en la autoridad de Dios,
oscuridad p a r a t e n e r suspensa la autoridad de la revela- niega la: obligación de someterse en todo y siempre á
ción, ó de una parte d e ella, no siendo otro el objeto de esta misma autoridad : atribuye al hombre en un gran
la dicha revelación, q u e disipar las dudas del entendi- número de casos y circunstancias el derecho de antepo-
miento humano acerca d e las verdades que debe creer, ner y preferir su razón á la del mismo Dios, y de deso-
es contradecirse visiblemente,es burlarse de los liombres, bedecer á sus leyes. En fin, el deísta 'conociendo la
y del mismo Dios. insuficiencia de la razón para establecer inmoblemente
Me parece oigo r e s p o n d e r á los discípulos de Jurieu : los dogmas, no hace depender la salvación de la creen-
« nosotros no p r e t e n d e m o s que sin renunciar á la salva- cia de ninguno de ellos : Jurieu por el contrario, declara
» cion se puedan n e g a r todos los dogmas revelados, sino que la fe y creencia de los dogmas fundamentales es de
» precisa y únicamente los que no son fundamentales.» indispensable necesidad ; y como ni él, ni sus discípulos
De aquí á poco v e r e m o s que esta distinción es entera- han podido jamás definir clara y sencillamente cuáles
mente ilusoria. Pero admitámosla por un momento , y son estos dogmas fundamentales; como no h a y un punto
tomemos el sistema c u a l nos le presentan, con las res- de doctrina sobre que los protestantes estén menos acor-
tricciones arbitrarias, q u e una especie de pudor cristiano des ; no hay por consiguiente uno solo entre ellos que
se esfuerza á ponerle. Siempre es verdad que nuestras pueda estar cierto de que cree todo lo que es necesario
objeciones conservan t o d a su fuerza con respecto á los creer para la salvación : incertidumbre, supuesta la fe y
dogmas no f u n d a m e n t a l e s , es decir, respecto á la mayor verdad de la revelación, tan desoladora que no es posi-
parte de los dogmas revelados. Además, permítaseme ble figurársela mayor.
preguntar á los indiferentistas mitigados, ¿de dónde sa- Pues hé aquí adonde irremediablemente se llega
ben que Dios ha r e v e l a d o verdades no necesarias? ¿Có- cuando se quiere obligar al Cristianismo á capitular con
mo , ó por dónde, d e c i d , ha. llegado á vosotros esa la razón humana, con sus inconstantes caprichos, y opo-
noticia? Esta arbitraria y gratúita hipótesis repugna á la s i c i o n e s verdaderamente desdeñosas. Ni se sabe lo que se
sabiduría de Dios, y trastorna enteramente el principio puede ceder, ni lo que se debe conservar. Faltan los
en que apoyais, y s o b r e que estableceis la necesidad de principios para hacer una distinción, lo diré sin temor,
una revelación. Ni e s esto todo; sostengo aun mas, que sacrilega: porque imaginarse que Dios habla en vano, y
es un absurdo infinitamente mayor pretender sea lícito que revela dogmas superfinos, es ultrajar su sabiduría, y
negar solamente una p a r t e de la reyelacion, que negarla acreditarse de loco á sí mismo censurando los decretos
de sus impenetrables consejos. Además, ¿ quién no ve
rnos examinado la Religion natural, bajo el triple respecto
que todos los dogmas de la fe cristiana están intimamente
de dogmas, culto, y moral ; y la identidad de principios
enlazados, y encadenados entre sí ? Ahora bien, donde
se manifestará por la identidad de consecuencias y r e s u l -
todo está intimamente unido, todo es esencial. El objeto
tados.
de la Religión es señalar al hombre su lugar en el orden
Supuesto que h a y dogmas que se pueden negar sin
de los s e r e s , y mantenerle en él arreglando sus pensa-
quedar por eso excluidos de la salvación, y otros que es
mientos, sus afectos, y sus acciones por las dos grandes
absolutamente necesario creer para salvarse, lo primero
leyes de la verdad y la justicia, cuya viva expresión son
que deben hacer los protestantes es dar una regla segura
los dogmas y preceptos. Y estas leyes ¿qué pueden pres-
para juzgar « cuáles son unos y cuáles otros, » « cuáles
cribir, ni qué puede haber en ellas que sea indiferente ?
» son los fundamentales y distinguirlos de los que no lo
¿ Por qué título será menos inviolable la verdad que la
» s o n ; cuestión, añade sencillamente Jurieu, espinosísi-
justicia? No. Ambas se hermanan en su origen; separar-
» m a , y muy difícil de resolver K Y vedle ahí desde el
las, es destruirlas: la justicia no es otra cosa que la v e r -
primer paso embarazado por una dificultad terrible ; por-
dad sensibilizada por las obras, según aquella profunda
que en fin, la salvación, á lo menos para un gran número
sentencia del Apóstol : « El que obra la verdad, viene á
de personas, depende d e la solucion de esta cuestión tan
» la luz, para que se manifieste que sus obras vienen de
espinosa, y tan difícil de decidir. Los artículos fundamen-
» Dios, son hechas en Dios 4 . » Tan repugnante como es
tales se encuentran en là Escritura. — Enhorabuena;
en Dios el pecado, es el e r r o r ; no puede tolerar mas el
pero como en la Escritura, según vuestro testimonio,
uno que el otro; y así la tolerancia del crimen es un r e -
« además de las verdades fundamentales se encuentra
sultado necesario de toda doctrina que consagra la tole-
» un sin fin de ellas, así de hecho como de derecho,
rancia del error. En el sistema mismo que examinamos
» cuya ignorancia no puede hacernos reos de condena-
hallaremos la prueba.
n c i o n 2 , » y en ninguna parte especifica lo que es f u n -
En el entretanto, obsérvese la inconsecuencia de sus damental y lo que no lo e s , jamás nos da reglas para
partidarios. Admitir la revelación, es creer las verdades hacer este discernimiento. Es necesario pues que los
reveladas por la autoridad infalible de Dios que las reve- mismos protestantes se las formen á su arbitrio ; y vedlos
l a ; luego siendo esta autoridad siempre la misma, sea ya dueños y señores de su fe, pues que lo son de las
cual sea la importancia relativa de las verdades revela- reglas por las cuales ellos la determinan.
das, hay siempre la misma obligación de creerlas: y des- Tres propone Jurieu enteramente inadmisibles, y que
echar u n a , es negar la autoridad en que todas se f u n - la Reforma también hace mucho tiempo mira con des-
dan 2 , es destruir la base de la revelación, y abandonarla precio. La primera s e puede llamar regla de sentimiento,
sin defensa á los deístas. Según Claudio y Jurieu se sienten las verdades funda-
Mas para hacer sentir mejor el enlace íntimo y co- mentales « como s e siente la luz cuando se la v e , se
nexión de la doctrina de Jurieu con el Deísmo, examine- » siente el calor cuando estamos cerca del fuego, lo
mos el sistema de los artículos fundamentales, como he- » dulce y amargo cuando se come 3 . » Otro tanto dicen
)> los deístas : oigamos á Rousseau « El sentimiento
• i . . . "

1 Qui facit veritatem, venit ad lucem , u t manifestentur opera


ejus, quia in Deo sunt facta. Joan, ni, 21. 1 Le vrai système de l'Eglise,-pág. 237.
2 Se creen porque Dios, que no puede m e n t i r , las ha revelado : 2 Jurieu,'Axis, Tr. I, art. 1, pág. 19. Tabl. Lett.IIl.
todas las h a revelado; luego todas deben creerse : t a n infalible es 3 Le vi-ai syst. de l'Eglise, lib. 2, cap. 2 5 , pág. 453.
Dios revelando unas como otras ; por consiguiente si se duda de la 4 Apenas hay error que no contenga alguna verdad, y esta es la
verdad de unas, con la misma razón se podría dudar de las d e m á s . causa por que él se introduce t a n fácilmente en el cspírilu del h o m -
» interior es el que m e d e b e guiar y c o n d u c i r 1 : mi regla ¡conoce? Fuera de esto, es evidente que Jurieu padece
» es entregarme al sentimiento mas que á la razón 2 : Yo una ilusión grosera, y quiere hacerla sufrir á los demás.
)> diviso á Dios en todas sus obras; le siento en mí; le veo Porque en efecto, ¿ q u é otra cosa es el fundamento déla
» en todo al rededor de m í 5 . Siento mi alma, la conozco Religión cristiana sino ciertas verdades de f e , á las que
» por el sentimiento y por el pensamiento 4 . » La diferen- es necesario dar crédito para ser cristiano? Lo mismo
cia única es que los deístas n o sienten mas que la Religión es pues fundamento que verdades fundamentales, y por
natural, y Jurieu sentia t a m b i é n la revelada. El ateo que consiguiente la regla de Jurieu se reduce á este grande,
nada de esto siente, es digno de compasion: pero al fin y luminoso principio. El fundamento del Cristianismo se
según esta regla no se le p u e d e condenar; porque nadie conoce por su enlace y unión con el fundamento del
es dueño de darse un sintimiento que no tiene. En el Cristianismo.
seno mismo de la Reforma, teniendo cada uno su modo No habiendo parecido, ni aun al mismo Jurieu, de
de sentir; el arminiano 6 , p o r ejemplo, no sintiendo la mucha utilidad en la práctica esta regla, propuso otra
necesidad de la gracia, ni el Sociniano la Trinidad, ni la tercera concebida en estos términos : « Todo lo que los
divinidad de Jesucristo; el luterano sentiendo la presen- » cristianos han creído unánimemente, y creen aun en
cia real, que el calvinista n o siente, fué necesario aban- « todas partes, es fundamental y necesario para la sal-
donar luego á luego esta r e g l a extravagante, propia solo » vacion : y yo también creo, añade, que esta entre to-
para fomentar un insensato fanatismo. » das es la regla mas segura 1 . » Lo que debemos con
La segunda regla de Jurieu para discernir los artícu- verdad inferir e s , que entonces lo mas seguro es n©
los fundamentales se toma del enlace de estos con el fun- creer n a d a , ó no creer sino lo que á cada uno se le
damento del Cristianismo. Mas como los protestantes no antoje; porque como no hay un solo dogma que no
se han podido convenir j a m á s entre sí en determinar el haya sido negado por algún hereje, se sigue que no
constituvo de dicho f u n d a m e n t o , esta regla por consi- hay semejantes verdades fundamentales, y que el bus-
guiente- viene á ser inútil; porque ¿ quién puede juzgar carlas es perder el tiempo. Que lo mas seguro es pen-
del enlace ó unión de un d o g m a con otro dogma que no sar que se puede Uno salvar en todas las sectas, aun
en el mahometismo; porque si, según Jurieu, los ma-
hometanos no son mas qué una secta del Cristianis-
bre : abraza lo falso por razón de lo verdadero que con él se encuen- mo2, nada de cuanto niegan podrá ser fundamental;
tra mezclado. En el segundo tomó de esta obra se verá que h a y efec- y el deista Chubb tendría razón «en sostener « que
tivamente verdades de s e n t i m i e n t o , es decir, verdades que pasan » pasar del mahometismo al Cristianismo, ó del Cris-
del entendimiento al corazon, d o n d e se conservan ; y todas las v e r -
» tianismo al mahometismo, es únicamente abando-
dades sociales son de esta clase. Pero no se sigue de aquí que el
sentimiento sea.el medio que se n o s ha dado para conocer con c e r - » nar una forma exterior de Religión por otra forma ex-
teza la verdad; y la consecuencia opuesta, falsamente deducida de »: terior 3 . »
u n hecho incontestable, y exagerada sobre toda ponderación por Pero aun cuando no nos horrorizaran tales conse-
Claudio y J u r i e u , y aun por R o u s s e a u , conduce primero á un fana- cuencias', la regla de que se deducían no seria me-
tismo absurdo, y últimamente á la destrucción de toda verdad. nos inadmisible en los principios de los protestantes.
l Émile, tom. III, pág. 129. — 2 Ilid. p . 42. — 3 Ibid. p . 63 — Su máxima principal es no reconocer ninguna au-
4 Ibid. p- 87.
toridad humana en materia de f e ; según ellos mis-
5 Los a nn ¡rúanos ó remonstrantes. tomaron el nombre de J a -
cobo Arminío, natural de O n d e - W a t e r en Holanda , donde nació el
1560 : fué ministro en Amsterdam quince años, y despues catedrá- 1 Le vrai systemc de VEglise, pág. 237.
tico en Leyden. Su secta prevalece aun en-Brandemburgo, Brema y 2 Ibid. p. 148.
Ginebra. Grocio fué de ella. Son sumamente tolerantes. 3 Cbnbb's posthumoas Works, vol.!!, p. 10
mos 1 el consentimiento de todos los cristianos, de cual -
Sar cierto que la Escritura obliga á creer; es decir, se
quiera manera que se entienda, no forma mas que una
autoridad humana, y por consiguiente expuesta y sujeta creería sin razón, lo que es contra la primera regla.
á .errar; luego en sus principios es insuficiente para de- 3 a Que donde la Escritura enseña al parecer cosas inin-
terminar'con toda certeza lo-que es 1"undamental, y lo teligibles, y que no están ál alcance de la razón, es necesa-
que 110 lo es, y de servir por lo tanto' de base y ci- rio darla un sentido acomodado á la misma razón, aun
miento á la fe. cuando por ello aparezca que se violenta el texto:lo que es
también una consecuencia, ó sea aclaración de la pri-
Hay en todos los entendimientos una cierta rectitud
mera regla. En el mismo hecho de suponer que la razón
natural, que aun cuando se extravian, los obliga, si
es el único intérprete de la Escritura, es necesario esta-
puedo explicarme así, á. extraviarse en regla : e r a por
blecer que no puede interpretarla contra j o que le dicten
lo tanto imposible que la Reforma, permaneciendo en
sus luces, ni atribuirla un sentido que choque á su modo
este estado, adoptase las reglas arbitrarias de Jurieu. Se
de entender. En una palabra, las interpretaciones de la
formó pues otras diferentes,' las cuales umversalmente
razón deben ser evidentemente racionales; pues d é l o
han prevalecido, porque salen del fondo mismo de su
contrario, si fuesen á un mismo tiempo claras, como la
doctrina. Jurieu las vió establécer, y Bosáuet le demos-
segunda regla prescribe, y por otra parte, según se su-
tró que 110 podía desechar ninguna 2 .
pone, absurdas, resultaría la obligación de creer un ab-
La I a e s : que no se debe reconocer otra autoridad que la
surdo claro y manifiestoi.
Escritura, interpretada por la razón. En efecto, siendo
Admitido el principio fundamental del Protestantis-
esta regla el fundamento del protestantismo, no se puede
mo es necesario admitir las reglas que deducen de él
desechar sin dejar de ser protestante.
los indiferentistas. ¿ Pero quién no ve también que
2a Que la Escritura para obligar debe ser clara. El sen- entonces la autoridad de la Escritura viene á ser la au-
tido común lo dicta así: porque de otro modo se creería sin toridad de la razón sola, de modo que en sustancia to-
saber lo que se cree, y es un absurdo; ó á lo menos sin es- das las reglas se reducen á esta : cada uno debe creerlo
que su razón le dicte claramente que-es v e r d a d ? ' P r i n -
1 Para los Católicos el consentimiento general de todos los cris- cipio idéntico con el del deísta y el ateo, conio ya h e -
tianos forma una autoridad divina é infalible , y no como quiera el
mos manifestado. Pero en breve volveremos á tratar este
de los cristianos todos, sino también el de los pastores, unidos con
su cabeza el Romano Pontífice : son hombres, es verdad; pero hom- punto.
bres asistidos del Espíritu Santo según sus promesas : los cristianos En el ínterin, para evitar de nuestra parte hasta la
con sus pastores y cabeza son la Iglesia, y la Iglesia no puede er- mas leve sospecha de exageración en las consecuencias
rar ni en creer, ni en enseñar : Dios se desposó con ella en la fe, del sistema que impugnamos, añadiremos á la fuerza
según la expresión de un Profeta : ha prometido asistirla hasta la del raciocinio la incontestable autoridad de los he-
consumación de los siglos; y si errase, así cuando consintiese en el chos.
error, como sí se lo enseñasen los pastores con su cabeza, el error
Jurieu, el mas intolerante de los hombres por carác-
se atribuiría al mismo Dios. No : el padre de la mentira, que son las
puertas del infierno, no prevalecerán contra ella : Satanás podrá
solicitar acribar sus hijos y pastores como el trigo; pero el Hijo del 1 Los deístas no tienen dificultad en reconocer la autoridad de
hombre rogó á su Padre para que no faltase ni desfalleciese en la la Escritura con la restricción puesta en esta tercera regla : « La Bi-
f e : su testimonio por consiguiente es mas que humano. Los protes- » blia no puede ser una guia segura para el género humano á m e -
tantes que han negado estas promesas, no tienen que replicar: son » nos, dice Chubb, que no se la interprete dé mi modo conforme á
envueltos en sus mismos principios. » las reglas de la recta razón, lo que exige que se la. haga viol'en-
2 Sexta Advertencia á los Protestantes, part. 3 , números IT y » cía alguna vez. » Chubb's postkumoiis Jf 'orl.s, vol. 11 , pág.
siguientes.
ter, y el mas tolerante de todos por sus máximas, se
negó á admitir á los socinianos en el número de las tenian todas igual derecho á la tolerancia. Así s e esta-
sectas que han conservado el fundamento del Cristia- bleció poco á poco el latitudinarismo 1 mas excesivo,
nismo; pero en el momento se le preguntó, ¿ c o n q u e cuyos progresos eran también favorecidos singularmente
derecho excluía de la salvación á unos hombres que por una disposición de espíritu, generalmente extendida
admitían como él la Escritura? ¿qué privilegio tenia entre aquellos protestantes, cuyo carácter repugnaba los
para pretender que su razón fuese superior á la de los excesos del fanatismo. El calor con que algunos sectarios
demás? ¿con qué motivo ni derecho, en fin, decidía él sostenían dogmas evidentemente impíos ó insensatos, les
lo que no decidía la Escritura, determinando los dog- inspiraba un disgusto interior á toda especie de dogmas.
mas que era necesario creer para salvarse? No era La razón, incapaz por sí sola de soportar el peso de los
fácil, en v e r d a d , satisfacer á estas preguntas; la Re- misterios, abatía toda la sublimidad del Cristianismo,
forma lo conoció, y extendió la tolerancia á los soci- allanaba, digámoslo así, todas sus alturas, y á fuerza de
nianos 1 . Fué permitido ya negar la-divinidad de Jesu- ahondar para descubrir sus cimientos, acabó por 110
cristo, la Trinidad, la eternidad de las penas del infier- dejar en él piedra sobre piedra. Cercenando siempre, y
n o ; en fin, cuanto se quiso. siempre simplificando, la Reforma vino á ser aquella
Religión llana y vulgar (de plctin pied), que Jurieu echaba
Esto supuesto, ¿de qué servían las confesiones de fe,
en cara á los indiferentes 2 querían introducir, y que en
sino de coartar la razón y la libertad que tienen todos los
realidad, aunque bajo- otro n o m b r e , no es mas que un
hombres de interpretar la Escritura ? La enseñanza, .por
deismo tímido y mal disimulado. Tal es el estado á que
sencilla que fuese, preocupando el espíritu de los pueblos
Hoadlv y sus discípulos han reducido el Cristianismo en
con ciertas opiniones, se encaminaba á sustituir la. au-
Inglaterra. Obligados por sus principios á tolerar basta
toridad de los ministros ál exámen particular, absoluta-
los mahometanos 3 , á los deistas 4 , y aun á los idólatras
mente indispensable, según las máximas de los protes-
tantes. Movidos de estos inconvenientes los brownistas 5
ó independientes, desecharon todas las fórmulas, cate- 1 ; 0 Racionalismo! Hácia el último tercio del siglo XVII se
formó en Inglaterra esta secta de los racionalistas ó latitudina-
cismos, símbolos, hasta el de los apóstoles, para
rios, cuyos fundamentos echó lord Eduardo HerbCrto Cherburv en
atenerse únicamente, según decian, á sola la palabra de la obra intitulada : Religio Gentilium, impresa en Ainslerdam el
Dios; y en verdad que de todos los reformados estos 1663. No admitían mas dogmas que los que fuesen; acomodados á la
eran los mas consecuentes. razón, y perceptibles por ella. Véase la nota dé !a pág. 156.
Sin embargo él fanatismo, abusando del texto sagrado, 2 Especie de. anabaptistas, que no tomaban partido en mate-
multiplicaba las Religiones á medida de sus insensatos ria de Religión, y las creían todas igualmente buenas.
delirios, y la Reforma se poblaba de mil sectas extrava- 3 Vid. Milner's Letters toa Prebendary.
4 El doctor Watson , que murió obispo de S a i n t - A s a p h , no hace
gantes , que por absurdas y contradictorias que fuesen
dificultad en salvar á los deístas de buena fe, cuya conducta moral
sea buena. « Eos cristianos, dice, esperamos y creemos que el S u -
1 « M. de Hui¿:e iu , ministro de Sauinur , publicó habrá u n í s »;prenlo Juez mirará con compasion, y atenderá á nuestros hábitos
» quince ó veinte afios una Reunión del Cristianismo, sobre el pié » originados tlei estudio y de la reflexión, por las diversas circuns-
» de la tolerancia universal, sin excluir hereje alguno , ni aun á los »tancías que influyen en el espíritu de los hambres con una efica-
» socinianos. » Bossuct, Jdv. sexta á los Protestantes, part. 3, » cia y actividad que 110 podemos calcular ni Comprender. El D.
n . 5. — Por confesion de Jurieu estos modos de opinar estaban g e - » Watson no se equivoca en ponderarnos tanto la moderación de la
neralmente extendidos entre, los calvinistas de F r a n c i a , Inglaterra, »Iglesia anglicana, que llega á permitir á cada individuo et sen-
y de las Provincias-Unidas. » tire quee ve/it, et qute sentiat, dicere. » yin apology for Chris-
2 Rama de Presbiterianos, discípulos del inglés Roberto Biown, tianity, in á series of letters , addressed to Edwatd (iibban liy
los cuales negaban toda cracion vocal, hasta la del Padre nuestro. R. Watson, professor of Divinityin the university of Cambridge.
mismos 1 , han abierto un abismo donde todas las Reli-
giones van á reunirse, diré mejor, van á perderse; p o r - mentario ni explicación alguna, en las manos del pueblo,
que ninguna Religión puede subsistir sino excluyendo to- último juez de. las controversias que han apurado la sa-
nas las demás. Estasen llegándose á abrazar espiran. Así gacidad, y cansado la paciencia de sus doctores; y dán-
es como derribando el muro que separa al cristianismo dole un libro que no lee, ó que lo lee sin entenderlo, se
de los cultos inventados por el hombre, se ha llegado á cree darle una Religión.
destruir hasta el signo ó señal distintivo del Cristiano. La Alemania protestante ofrece un espectáculo acaso
El Bautismo, cuya necesidad enseña tan claramente el aun mas deplorable. Diríase, y en efecto parece que
Evangelio 2 , no es á,los ojos de Hoadly mas q u e n n rito únicamente sé trabaja allí con todo empeño en destruir
vano, una ceremonia pueril; y ha sido necesario en toda la Escritura, sin dejar por eso de reconocerla exte-
algunos Estados protestantes que intervenga la autoridad riormente como la única "regla de fe. Se sostiene que
civil para estorbar su entera abolicion. Si el niño, en Jesucristo no tuvo designio, ni intentó establecer una
aquellos países, es aun un ser sagrado, si la Religión Religión distinta del judaismo; que la Iglesia, obra de la
rodea todavía su cuna con su protección poderosa, se casualidad, no fué en el principio m a s que una reunión
debe a la política, que ha defendido á la humanidad fortuita de personas, ó de cortas sociedades particulares,
contra la inexorable indiferencia de aquella bárbara de las cuales algunos hombres ambiciosos, favorecidos
teología. por las circunstancias, formaron una confederación ge-
neral 1 . A merced de lo que se llama Exegésis bíblica,
Estas doctrinas anticristianas han pasado de Inglaterra
es decir, de una crítica desenfrenada, se niegan las
á la América. La juventud va á imbuirse en ellas á la
profecías, los milagros, la verdad de la narración ele
universidad de Cambridge, y desde allí las extiende por
Moisés; y el Génesis, e n el juicio de estos doctos intér-
todas las provincias dé aquel vasto continente. Allí f e r -
pretes, es un tejido de alegorías, ó , para usar de s u .
m e n t a n , brotan, se desarrollan, y se propagan con una
mismo lenguaje, de mythos, ó puras fábulas.
celeridad que ya la vieja Reforma parece como sofocada
najo su sombra.. Allí, como en Europa, los ministros de Y en los principios establecidos, ¿quién probará que-
las diversas sectas, evitan chocar entre sí predicando los estas cómodas interpretaciones, hoy casi umversalmente •
dogmas controvertidos, ó en que no convienen; y como recibidas, ofenden ni perjudican el fundamento del
en ninguno convienen, y todos están disputados, no se Cristianismo? Es verdad que parecen opuestas á la
enseña ningún dogma, y se contentan con disertar v a - Escritura; pero si bajo este pretexto se desechan, será
gamente sobre la moral, á la que, á ejemplo de los necesario desechar también al mismo tiempo la regla
deistas, miran como la tínica esencial. Sin perdonar que prescribe violentar en ciertos casos el texto sagrado.
gastos, ni medios, se pone la Biblia, sin notas, sin co- No se podrá menos de tolerarlas, y aun, si se ha de
guardar consecuencia, de admitirlas, como mas claros,
y mas satisfactorias ó acomodadas á la razón.
1 El autor de una refulacion de Gibbon, intitulada : Observacio-
Así es como se llega al Cristianismo racional tan cele-
nes sobre los dos últimos capítulos ele la Historia de la decaden-
cia y ruina del imperio Romano, por M. Gibbon, protesta , en brado en Alemania é Inglaterra. Se separa de la Religión
n ó m b r e l e la Iglesia anglicana, conlra doctrina que Gibbon atri- todo lo que la razón no comprende, es decir, todos los
buye á todas las Iglesias cristianas, tocante á la. condenación de los misterios, y por consiguiente todos los dogmas ; porque
i d ó l a t r a s : « No temo a f i r m a r d i c e , que las suaves decisiones de
» nuestra Iglesia no están manchadas con un bonon tan negro cual
1 Geshicieder Chnstlick. — Kirliclien, etc., von D.',Planc¡¡,
» lo seria la-condenación de ¡os paganos mas sabios y virtuo-
tom. I , ch. 1. — K i r c l i e n s t a a t der drey Iahrhunderte, von F. H.
sos.
üokmer, pág. 8. — Obcrthir Idea Bíblica F.cclesiee Dei, tom. I ,
2 Joan, ni , 5 .
pág. i.c, ioo.-ioí.
né hay un solo dogma que n o incluya algún misterio ,
pues que no lo hay que por alguna parte no diga- relación » gion, ni secta alguna de las que reciben la Santa Escri-
al Ser Infinito. Y entonces, ¿qué resta mas que el deismo? » tura, ni aun á los judíos, pues que ellos pueden decir
I ero no puede pararse aquí: el principio arrastra mas allá; » como nosotros : creo todo lo que Dios quiere, y todo lo
es preciso hacer violencia no solo á la Escritura, sino t a m - » que ha hecho decir del Mesías á sus profetas; lo que e n -
men a la razón, á la conciencia, al testimonio unánime del » cierra toda v e r d a d , y en particular la.fe en Jesucristo,
genero humano; es preciso negar á Dios, porque no se » como la proposicion con que nuestro protestante se da
puede dejar de confesar que le rodean misterios inconce » por satisfecho. Por este modelo se. puede formar t a m -
Oíbles . En llegando á este punto las divisiones cesan, n o » bien otra fe implícita, que el mahometano y el deísta
por la concordancia de doctrinas, sino por su entera des- » pueden tener igualmente que el judío v el cristiano;
trucción. La discordancia de opiniones, la diversidad infi- » á saber, creo todo lo que Dios sabe; y si se quiere lle-
nita de creencias llenan todo el espacio que separa Ia:Reli- » var aun mas adelante, y por explicarme así, dar hasta
gion católica del ateísmo : la unidad no s e halla sino en » al ateo una fórmula de fe implícita, fácil e s ; lióla a q u í :
estos dos términos extremos. Unidad de fe en la Religión i) creo todo lo que es verdadero, todo lo que es conforme
católica, porque encierra la plenitud de la verdád • y » á la razón; en lo que implícitamente se comprende to-
vmdad de indiferencia en el ateísmo, porque el ateísmo » do, y hasta la fe cristiana, pues que indudablemente ella
no es en sustancia mas que la plenitud del error. » es conforme á la verdad, y nuestro culto es racional,
)) como dice san P a b l o »
En vano los protestantes se esfuerzan á mantenerse á
una distancia igual de estos.dos extremos; la razón no
puede sostenerse en el m e d i o , como ellos erradamente 1 Sexta Advertencia á los Protestantes, part. 3 , número 109-
se imaginan : tolerar dogmáticamente un solo error es — Chillingworth, conociendo la fuerza de estas objeciones, procura
obligarse á tolerarlos todos. En el caso supuesto era ne- volverlas contra los católicos; modo de argüir viciosísimo en el caso
cesario resolver este problema : Conservar el Cristianis- presente. P o r q u e , a u n cuando tuviese razón, solo probaria que la
mo, sm exigir fe especial de dogma alguno; y ¿cómo se Religión católica es f a l s a ; pero no que el protestantismo es verda-
verificará? Por mas que- se h a g a , nunca se 'pudo ni s e dero, que es Jo que debia probar. ¿ Por qué regla de derecho se jus-
tificará uno de u n delito, por que acuse de complicidad á otro t e r -
podra jamás hallarle otra resolución que la de Chilling-
cero? Además, que la acusación del ministro es palpablemente falsa,
worth, el cual reduce los artículos fundamentales « á una o ¿ Por qué, pregunta él á Un católico , no ha de bastar u n a fe i m -
fe implícita en Jesucristo, y en su palabra 2 . » Símbolo en » plícita en Jesucristo y e n su palabra, así como basta una fe im-
verdad breve, pero que por mas compendioso que p a - » plícita á vuestra iglesia ? ¿ Por qué? Oigamos responder á Bossuet.
rezca, Bossuet precisaba al ministro inglés á abreviarle » No hay u n a persona s o l a , dice e s t o , que no conozca la diferencia
todavía mas; estrechándolo, sin que pudiese defenderse » que hay entre un católico, que dice : Creo lo que cree la Iglesia,
hasta conceder la tolerancia del ateísmo. « Esta fe, con s y nuestro protestante, que d i c e : Yo creo ¡o que Jesucristo quiere
» que crea, y lo que ha querido enseñar en su palabra : porque
)> la cual se da por satisfecho , decía el obispo de Meaux:
» es fácil saber lo que cree la iglesia , cuyas decisiones sobre cada
» á saber, yo creo lo que quiere Jesuscristo, ó lo que en- » error se hallan en manos de todo el m u n d o ; y si queda en ellas al-
» seña su Escritura, es lo mismo que decir : creó todo lo a g u n a oscuridad, siempre está viva para explicarlas y explicarse;
" ^ e quiero , y todo lo que m e agrada atribuir á Jesu- » de manera, que estar dispuesto á creer lo que cree la Iglesia, es
» cristo y á su palabra, sin excluir de esta fe ninguna Reli- » someterse expresamente á renunciar á su propia opinion si es
» contraria á las de la Iglesia, las cuales.se pueden fácilmente cono-
» c e r ; lo que envuelve una renuncia absoluta de. todo error que ella
3
I Emite, t. III, pág. 133. . » condene, ó haya condenado. Pero el protestante que y e r r a , está
1 La Religión des Protestante, une voie sñre an salut. Rep. á » muy lejos d e e s l a disposición , pues aunque él diga : Creo todo lo
la Préf. de son advers. n . 26. » que quiere Jesucristo, y todo lo que está en su palabra , Jesucristo
13:
Bayle, .aunque interesado como protestante en justifi-
«ion en que debe vivir 1 . Su obligación se limita á creer
car el sistema dé los artículos fundamentales, es del mis-
todo cuanto á su parecer enseña claramente la Escritu-
m o m o u o d e pensar que Bossuet; y p r u e b a ' q u e seguirlos
ra y no lo contradice su razón ;,y como ningún hombre
principios de Juneu, no se puede excluir de la salvación
tiene derecho para decir á los otros h o m b r e s : « yo t e n -
a ningún hereje, ni á los judíos, ni mahometanos ni sen-
go mas razón que vosotros, mi juicio es mas acertado y
tiles : es decir, que aboliendo la verdad, como lev de
seguro que el vuestro » se sigue de aquí que cada uno se
todo, ser inteligente ó racional, se proclama la libertad
debe abstener de condenar la interpretación de los otros,
absoluta de creencia, y se establecen otras tantas Reli-
y debe mirar todas las Religiones como tan seguras y tan
giones, como pensamientos pueden ocurrir.al hombre •
buenas como la suva. Por otra parte, aun cuando se lle-
porque no admitiendo límites el principio de donde se
gase á persuadir q u e él solo tenia, é infaliblemente ra-
parte, en vanóse le querrían poner á sus consecuencias
zón, como nadie es dueño y arbitro de darse esta mlali-
En cualquier punto que se pretenda detener su curso
bilidad, 110 se podría excluir de la salvación a los q u e ,
al momento el principio de donde dimanan reclama con-
en una hipótesis, s e engañasen haciendo el mejor uso
tra la violencia que se le hace, y triunfa de la conciencia
posible-de la razón que recibieron. .
misma en el tribunal de una lógica inflexible.
Por la misma -causa no se puede tampoco excluir de
Lo lie dicho, y lo repito nuevamente : todos los erro- la salud á aquellos á quienes no mostrándoles claramente
res se enlazan entre sí, lo mismo que las verdades - y •su razón que la Escritura es inspirada, dudan de la r e -
asi tolerar algunos errores en un sistema religioso fun- velación , ó formahnente la niegan, porque despues de
dado únicamente en el raciocinio, y no tolerar los demás haberla, á su parecer, con la mayor diligencia examina-
que se derivan de ellos, es lo mismo que absolverá una do, sé imaginan que hay contra ella objeciones perento-
clase de hombres porqué son inconsiguientes, y conde- rias. Siendo pues la razón en último analisis el tunda-
nar a otros porque raciocinan mejor. Por mas que se mentó de la fe, como que en su dictámen es el único in-
quiera arrostrar contra lo que dicta el sentido común él térprete y juez de la Escritura, sería absurdo, contra-
siempre triunfará, y la tolerancia universal, ley eenéíal dictorio, impío obligarlos á creer lo que repugna a su
y necesaria del error, establecerá su imperio sobre las
rumas de todas las verdades. 1d
\ ° hé aquí va á los protestantes, ó indiferentistas mitiga-
En efecto, partamos del principio que sirve de base al dos precisados á tolerar no solo todas las sectas que reci-
protestantismo, y especialmente al sistema de los artí- ben la Escritura, como los arríanos, socinianos e mdepen-
culos fundamentales. Siendo en él la Escritura la tínica - dientes, sino también á los deístas q u e la desechan, o mas
regla de fe, y no habiendo dejado Jesucristo sobre la bien oue desechan las interpretaciones humanas de los
tierra autoridad alguna v iva p a r a interpretarla, cada uno protestantes; porque realmente del modo que estos admi-
esta obligado a hacerlo por sí, y buscar en. ella la Reli- ten la Escritura 2 , la admiten también ellos, la interpretan
según el mismo método, y, como ellos, no rehusan creer
» no vendrá a desengañarle de su error, ni la Escritura tomará otra
.. forma q u e la que tiene para sacarlo de é l ; de manera que esta fe
1 . Todo h o m b r e , dice el D. Míddleton, tiene derecho de juzgar
» i m p l í c i t a , que se jacta lener en Jesucristo y su palabra, no es en
» realidad m a s que una indiferencia absoluia á todos los sentidos por'sí m i s m o ; v la diversidad de opiniones es tan natural como la
« q u e s e quieran d a r á la Escritura; y contentarse con s e m e j a n t e »» 'diversidad de gusto.»»Introductory Discourse toafree Enqiury
8
P™«»0» « es expresamente aprobar toda suerte de Relisfo- into thc miracutouS powers, pág. 38.
» nos. >>ííossiiet, ut sttprit. 2 Es decir, como otro cualquier libro, cuya doctrina y contenido
se examina, y se asiente ó no se asiente á lo que dice, según nos
1 .'anua Cxelurum ómnibus resentí«, OEuvrcs de Ba\le, t. II.
parece conforme ó no conforme á nuestra razón.
sino lo que les parece oscuro y contrario á la razón Rous-
seau hace elogios manifiestos délos libros santos ¿e s l e rejes sin excepción. Esta reconvención 110 tiene fuerza en
que los leía con frecuencia, y confesaba que la Z'dad la boca de los sectarios, porque todos tienen igual derecho
fiEmugeho hablaba ásueorazon*. El lord H e r í e r t o d e para hacérsela mutuamente. Lo que el luterano dice del
Cherbury llama al Cristianismo la rrns hemosadJlodat ateo, el ateo lo dirá del luterano: y ¿quién será el juez
ks Religiones* Los demás deístas usan el mfsmo Ten- que lo decida? ¿la razón? Su juicio y sentencia es lo que
guaje, y negando la revelación, lo mismo que los so- se disputa; porque cada parte sostiene que ella decide á
su favor : apelar á la razón para terminar esta diferen-
c manos negando la divinidad de Jesucristo p r e t e n d e n
cia , es resolver la cuestión por la cuestión misma; es
entender mejor la Escritura que los r e f o r m a d ^ y obe-
responder lo mismo que se pregunta; es mofarse clara-
decer mas fielmente á Jesucristo, quien, según eilos n o
mente del sentido común.
predico m enseñó mas que la Religión natural '
Por mas esfuerzos que haga el protestante para poner
j L e S e n t f ! t a , m b i e n e l A t e o Por su parte, y con aire límites á la indiferencia, exigiendo la fe de ciertas ver-
de segundad dice : Yo no reconozco, como vosotros dades, que arbitrariamente llama fundamentales, 110 con-
mas autoridad que la de la razón; como ZsotvTTe¿
seguirá mas que mostrar á las claras su inconsecuencia.
0 que comprendo claramente, y nada mas El e a h S
Porque, en primer lugar, él no determina cuales son es-
ta no comprende la presencia real, la niega; según es
tas verdades fundamentales; y en segundo, porque le es
tos principios tiene razón : el sociniano no c o m C i f e
imposible determinarlas. Y en efecto, ¿cómo se ha de se-
la Trinidad, y la desecha, en el mismo orden tiene ra™
parar lo que está esencialmente unido ? En J a Religión
el dasta, que-no comprende ningún nnstorio los dese'
nada hay aislado é inconexo; una verdad se apoya en
cha todos é igualmente tiene razón; pues pam mí con
otra, que es como su fundamento : todas ellas mutua-
cluye, la Divinidad es el misterio mas i m p e c a b l e mas
mente se enlazan, unas se derivan de otras, se siguen y
inconcebible : no alcanzando mi razón f c o n p n d e T I
encadenan entre sí; de modo que de una en otra, sin la
Dios, tampoco debo admitirle : reclamo pues p a a m T l a
menor división ni interrupción, se sube hasta el mismo
d Z j l T Z r * f Ca,VÍnÍSta' e U o c i S ^ 5 Dios, fuente siempre y eternamente viva de todas las ver-
deísta. Iodos tenemos la misma regla dé fe é í p - L i dades. No se puede negar una sin verse forzado á ne-
mente todos excluimos la autoridad: ¿ Pues con cíál ¡ garlas todas, y el ateismo no es mas que la última con-
? T L C h T d e n a r n í e ? ¿eHál es muestra pa?a hacei o " secuencia del sistema de los reformados, y su comple-
Si yo debo renunciar á mi razón, si me juzgáis culpaMe mento necesario; y en efecto, hasta que no se llega á él,
porque doy oídos á lo que ella me dicta°, r e n u S no se encuentra mas que contradicción en sus ideas.
también vosotros á la vuestra, que no es m a s T n f S Parece que Jurieu llegó á conocerlo, pues para conser-
que a mía; abjurad vuestra regla de fe, v S r a d var la Religión, no 'halló otro recurso, que ponerla en
sencillamente que todo lo que habéis enseñad ha S t a manos del príncipe, ó transformarla en una institución
v i S f f 0 3 ' " f r » ni fundamento a l g ú n ? política; que es el grado de indiferencia mas inmediato
S o d e S ^ ; ^ ' t 0 d a V Í a dad0
- ei al ateismo, sino es el ateismo puro, como antes hemos
En efecto, á no abandonar sus máximas, los protestan demostrado i . El ministro 110 quiere que se dude ni por
tes no pueden negar la tolerancia al ateo. D i r á n » QS¡ un momeñto de esta doctrina; tan urgente es la necesi-
él usa mal de su razón, y que carece de buena fe Otro íanto dad que d e ella tiene la Reforma. Es cierto, dice, que
se puede decir del deista, del sociniano, y de todos los he los príncipes son jefes natos dé la Iglesia cristiana, lo
mismo que de la sociedad civil; tan igualmente señores
1 Emite, t. ÍH, p . , 7 9 . - ¿Mígío l„ici, p. 28.
1 Véanse los cap. ¡i y 1:1.
de la Religión corno del Estado 4. No dieen mas Hobbes y culativas para t e n e r un culto propiamente dicho. El
Shaftsbury. Péro si los príncipes son arbitros y dueños deísta admite un Dios, y no le da culto alguno, ó no sabe
de prescribir á su antojo símbolos de fe, y su voluntad qué culto d a r l e . ¿ Y porqué ? Porque el-deísmo no es
forma toda la Religión, es excusado hablar de Escritura, una Religión, sino una opinion. La fe quiere manifestarse
de revelación, ni de verdad; las creencias envilecidas exteriormente con obras y acciones, porque reside prin-
vienen á ser una especie de impuestos que el soberano cipalmente en el corazon ó voluntad 1 , donde está el
carga sobre la razón pública, por el bien del Estado, los principio de acción. Por el contrario las Opiniones no exis-
cuales unas veces alivia, y agrava otras, según las circuns- ten m a s q u e en el entendimiento, y su expresión natural
tancias, ó según sus caprichos 2 . es la palabra. Así es que los protestantes, cuyas máximas
Entre los protestantes las revoluciones en el culto han destruyen el fundamento de la f e , mostraron desde el
seguido á las de los dogmas ; porque en toda Religión el principio una gran repugnancia á las ceremonias religio-
culto es la expresión del dogma ó de lo que se cree. sas,1 ó culto exterior. Sus frías liturgias compuestas casi
De una doctrina, digámoslo así, indigente, pobre y únicamente de oraciones: enfáticas, y sin jugo de devo-
mezquina, nace un cultq pobre.y mezquino como ella. ción, excluyen todos los signos sensibles, que son la len-
Cuantos mas dogmas ha conservado una secta, tanto mas gua del corazon; y las notas de idolatría, que la Reforma
vida, pompa y grandeza tiene su culto. Esto se ve clara- imputaba en otro tiempo á los católicos, nacian menos
mente comparando el culto de los luteranos con el de de la diferencia de doctrina, q u e d e la variación total que
los calvinistas, y aun mucho mejor con el de los socinia- ella había obrado en la naturaleza de la fe. Todos los
nos. Los independientes, que desechan toda fórmula ritos de un culto majestuoso, que era la sublime expre-
exclusiva de fe, desechan también toda fórmula exclu- sión de una fe sublime, debieron páreceríe opuestos á la
siva de culto, y en esto obran consiguientes ; porque las
liturgias, respecto á los símbolos, son poco m a s ó menos
lo mismo que las palabras con respecto á las ideas; 1 Esta expresión de La'Mennais, en la. que funda toda la fuerza
cuando las ideas se pierden, desaparecen las palabras, ó del presente raciocinio, pudiera parecer oscura ó falta de solidez á
á lo mas, subsistén como aquellas inscripciones en len- los menos instruidos, y por lo mismo nos ha parecido conveniente
guas desconocidas, monumentos misteriosos de algún darla alguna claridad. Es indudable que la Ce es una virtud intelec-
tual, y por lo mismo reside en el entendimiento. Mas como para el
pueblo antiguo, que ya. no existe.
ejercicio de sus actos, y es de lo que ahora trata La Mennais, n e c e -
Sin embargo, no basta admitir algunas verdades expe- sita indispensablemente de la voluntad, que es el principio de toda
acción, con justo motivo atribuye at corazon , ó á la voluntad, la
1 Tabi. Lett. VIH, pág; 478, 482. principal parte en las obras de la fe, como lo hizo el Apóstol cuando
2 Ese viene á sei' el término de la decantada máxima de que la dijo, que con el corazon se cree para justicia; y en esta justicia
Religión está e n e i E s t a d o , cuando no se quiere debidamente en- de la i'e se incluyen principalmente las obras de esta.subliine virtud
tender; v el buscar su explicación en autores protestantes es la que obra por la caridad, en frase del mismo Apóstol, esto e s , que
causa de que los jóvenes, á quienes se les ponen en Jas manos, se recibe de la caridad acción, movimiento y e n e r g í a , siendo cierto
impresionen insensiblemente de ideas perniciosas. Con esta cautela que la fe sin obras es u n a fe imperfecta , u n a fé muerta , en sentir
debe leerse el Grocio, p u e s fué hereje arminiano. Está en el Es- dél apóstol Santiago.
tado, pero en lo espiritual, no como esclava , sino como señora é Así q u e cuando La Mennais hace residir la fe principalmente en
independiente, así como el Estado lo es en lo que toca al orden ci- el corazon ó en la voluntad, habla de la fe en toda su extensión, y
vil : si este quisiese decidir de la fe , m u d a r el c u l t o , tocar á.la je- . comprende toda la Religión , como aparece del periqdo a n t e r i o r , y
rarquía, modificar su gobierno, en este caso no habría en él ya Igle- habla de la fe en su debida perfección en cuanto al ejercicio de sus
sia católica, sino una Iglesia cismática , herética, separada de la actos, y estos dimanan principalmente del corazon ó de la voluntad
c-omunion de Jesucristo. animada por la caridad, que es la vida de la fe.
esencia del Christianismo, cuando el Christianismo se gunos otros doctores de la misma escuela autorizaron
convirtio para ella en una simple opinion. formalmente la poligamia, permitiendo al Lándgrave de
Por lo demás, es evidente que obligando el sistema de Hesse contraer matrimonio con una segunda mujer,
los artículos fundamentales á tolerar todas las doctrinas viviendo y cohabitando con la primera.
obliga á tolerar también todos los cultos, y conduce n a - ¿Pero quién no ve que apenas se desecha toda auto-
turalmente á la abolicion de todos ellos," conduciendo ridad viva, la regla de las costumbres ha de ser tan v a -
como conduce á la negación de todos los dogmas. riable , y tan incierta como la regla de la fe? En efecto, es
Pero y la moral, ¿ no escapará de este naufragio de necesario distinguir en el Evangelio, primeramente, lo
todas las verdades ? ¡. O dolor f esto es lo mismo que que es de precepto de lo que no es mas" que de consejo;
preguntar, si el hombre consentirá en ser inconsiguiente primera cuestión importante que el Evangelio deja inde-
por tener el placer de desconsolar y afligir á lo que mas cisa : segundo, discernir los preceptos-fundamentales de.
ama, a sus pasiones, Las obligaciones dependen de la los que no lo son, y para esto explicar la Escritura según
te : cuantos sean los símbolos, otras tantas serán las las reglas generales de la interpretación protestante, las
especies de moral : será necesario tolerar todas estas, cuales permitiendo en algunos casos hacer violencia al
como se toleran todos aquellos. La regla de las costum- texto sagrado, se reducen, como hemos visto, al juicio
bres es perfecta entre los cristianos, y completos los ódictámen de la razón particular, y por consiguiente d e -
preceptos de justicia, porque en el Cristianismo se en- jan á cada uno igualmente árbitro de su conducta y de
cuentra toda verdad , y se conserva por medio de una su fe.
regla de fe perfecta. El mahometismo, mezclando con la Aun se extiende á mas la Reforma; pues como el
verdad el e r r o r , corrompe en parte las nociones de lo Evangelio expresa tan claramente algunos preceptos,
honesto y d é lo justo, y u n e á los preceptos de la virtud que es imposible desconocerlos, ó desnaturalizarlos,
otros preceptos del vicio. El deismo, como creencia encuentra y pone excepciones al Evangelio, que es el
incierta y limitada, no ofrece mas que preceptos limitados último exceso que se puede imaginar. « La buéna fe, y
é inciertos : su moral es toda de opinion, todo frases » las leyes del príncipe, dice Jurieu, son los intérpretes
pomposas lo mismo que su doctrina. El ateo no tiene » de las excepciones que se pueden ciar á la ley evangé-
mas que un deber, una obligación, y e s , no conocer » lica que prohibe el divorcio, y ellas bastan para t r a n -
ninguna. «Propiamente hablando, dice un filósofo cé- » quilizar la c o n c i e n c i a » Era muy natural q u e el mi-
lebre, 110 hay mas que un deber, y es el de hacerse fe- nistro, despues de haber hecho al Príncipe árbitro
liz » Consagrando pues Jurieu la indiferencia absoluta soberano de la fe., lo hiciese igualmente árbitro sobe-
de dogmas, consagra por consiguiente la indiferencia rano de las costumbres. « Las conciencias, dice á este
absoluta en punto de obligaciones. Cualquiera será libre » propósito el obispo de Meaux, están tan adormecidas,
de obrar como le pareciere, así como lo es de creer, ó » y los corazones tan endurecidos en la Reforma, q u e ,
de negarlo todo; porque estas dos facultades son inse- » á pesar de todas las decisiones del Evangelio, viven
parables. » tranquilos, fundados en las excepciones que le ponen
La Reforma no lo puede ignorar, pues desde su prin- » las leyes, y una autoridad humana. No es esta como
cipio, en su misma cima, se vió obligada á unir la tole- » quiera la opinion de un ministro particular; es el modo
rancia del crimen á la tolerancia del error. Sabida es la » de pensar dé Ginebra, donde ha nacido el derecho
famosa consulta, en la cual Lutero, Melancthon, y al- » canónico de la Reforma*, lo es el de la Iglesia angli-
» cana, que es su parte principal, como la llama nuestro
1 Uist. philostiph. ds '¿l ibl des Éurop. ddns lrs rfeux hules,
Jib. ífi. • 1 Tall. Lett., y I , p. 30S.
» ministro; y M. Legrand acaba de hacer ver á M. Bur- » dumbre de la salvación, y la imputación, en fin, de la
» net, que según las leyes de esta Iglesia, puede verifi- » justicia de Jesucristo en el modo que esto se ense-
» earse el divorcio por haber abandonado la consorte, por » ñaba en la Reforma ? Esto es mas que suficiente para
»> una larga ausencia, por enemi.ja capital, por malos » convencerlos que se pueden hallar en la Escritura, así
» tratamientos; y que en todos estos casos se puede pasar » sobre las costumbres como sobre los dogmas, genera-
» á otras nupcias. Hé aquí cuatro excepciones al Evan- » lidades en que se ocultan tantas opiniones, y tantos
» geho, sacadas del Código de las leyes eclesiásticas de » errores diferentes. ¿Y dónde iremos á parar si, como
» Inglaterra, resueltas y admitidas como leyes en una » frecuentemente se hace, nos ponemos á disputar en
» junta en que predicaba Tilomas Cranmer,* arzobispo
materia de costumbres sobre las enemistades, usuras,
» de Cantorbery, el gran reformador de aquel reino »
» mortificación, mentira, castidad, matrimonio, etc. si-
De este modo.la Reforma, tan débil contra los vicios » guiendo el principio de que es necesario reducir la santa
como contra el error, sacrifica la Escritura á las pasiones, » Escritura á la recta razoñ *? ¿ No se lia visto ya á los
se aparta de su base, y se le vanta contra ella, para abrirles » Protestantes enseñar práctica, y especulativamente la
IUI campo mas vasto y mas desembarazado. Pero oiga- » poligamia? ¿Y no será igualmente fácil persuadir á los
mos de nuevo á Bossiiet. » hombres, que-Dios no ha querido extender sus obliga-
« Nuestros Indiferentistas, avergonzados de las divi- » ciones y preceptos mas allá de las reglas de un buen
n siones adonde los conduce el método que proponen » sentido común, como lo ha sido el persuadirles que no
» para entender este libro divino, creen hallar un r e - » ha querido extender su fe mas allá de lo que dicta su
» medio desentendiéndose de los dogmas especulativos y » recta razón? Y en llegando á esto, ¿qué será ese buen
» abstractos, corno ellos los llaman, y fijando toda su » sentido común en las costumbres, sino lo que ha sido
» atención en la doctrina de las costumbres. Esta es la
» máxima de esos Latitudinarios, de que acabamos de
1 En efecto, se ha ido bien lejos. Ha habido teólogos protestantes
» hablar, quiénes dicen que eii las costumbres es donde que no han tenido rubor de hacer la apología del vicio con un des-
» se debe estrechar el camino del cielo, dilatándole y caro-tan escandaloso, que ni aun rae atrevería á copiar sus p a l a -
» ensanchándole en lo que respeta á los dogmas No bras. Las virtudes, que m a s formalmente recomienda el Evangelio,
» hablan sino de vivir bien, como si el creer bien no fuese h a n sido despreciadas públicamente como restos de monaquisino,
» el fundamento del bien obrar. Pero ciñéndonos siinple- y no se ha temido-decir que la doctrina de las costumbres no tiene
» menté a lo qtie ellos llaman costumbres, en lo que al otro apoyo que una fe ciega (Véanselos n ú r a . 1 y 3 de la segunda
parte da Magasin de M. Henke de Iielmstadt, y el n ú m . 3 de su
)> parecer quieren consista toda la Religión, los socinia-
Eusebia, y la Critica de la doctrina cristiana práctica, pág. ISO,
» nos y demás que tanto las ponderan, ¿no han sido los por el superintendente Cann'abich). En fin, para derribar de un solo
» primeros en censurar los principios de la Reforma, en golpe toda la m o r a l , se ha enseñado y defendido que « la Religión
» cuyos dias se habia resfriado la "práctica de las buenas " nada tiene que" ver con las obligaciones ( I n v e s t í g a t e l a - biblique,
» obras, enseñando claramente que no eran necesarias » par M. Scherér, n ú m . l ), » de donde se sigue que se pueden co-
» para la justificación, ni para la salud, ni aun el amor de meter habitaalmente lodos los delitos, sin ser por esto menos reli-
» Dios, sino solo la fe de las promesas, como tantas veces gioso. Tales son las m á x i m a s que se enseñan hoy en la Reforma, y
todavía la oiremos hablar de Cristianismo ( Esto asemeja á los que
» lo hemos demostrado? ¿Los misinos socinianos, igual-
tanto ensalzan hoy el Cristianismo de los griegos, sin acordarse que
» mente quedos Católicos, no probaban invenciblemente son cismáticos). Los que deseen conocer m a s circunstanciada-
)> que no hay cosa m á s perniciosa para las buenas cos- m e n t e e l estado actual del protestantismo, pueden consultarla obra
» tumbres que la inadmisibilidad de la justicia, l a c e r t i - intitulada : Conversaciónes-Jilosoficas sobre la reunión de las di-
ferentes comuniones cristianas, por el barón de Stark, ministro
protestante.
1 Sexta Mvert. á los Protest. Pait. 3. n. 80.
» ya la recta razón en los dogmas, es decir, lo que
» perdonarse de este modo; se trata sí, de buscar excu-
» agrade á cada uno? Asi perderemos toda la utilidad de
» sas al pecado en el pecado mismo, y esto es lo que han
» las decisiones de Jesucristo : la autoridad de su pala-
. » pensado en el particular los protestantes que mas se
» bra, sujeta á interpretaciones arbitrarias, no tendrá
» precian de conservar en todo su vigor la regla de las
» mas fuerza para calmar nuestras agitaciones, que lo
» costumbres.. Por lo dicho se ve cuan relajados son en
» haría la libertad natural de nuestro raciocinio, y nos
» esta parte, cuando por otra se nota en ellos un excesivo
» veremos sepultados de nuevo en las interminables dis-
» rigorismo, pues con los anabaptistas condenan entre
» putas que han trastornado el juicio á los filósofos. De
» los cristianos el juramento, la magistratura, la pena de
)) este modo será necesario tolerar á los que yerren en
» muerte y la guerra, por justa que parezca, y aunque
» punto á costumbres, igualmente que á los que yerren
» sea emprendida por la autoridad pública 1 .»
» acerca de los misterios, y reducir el Cristianismo, como
Se ve pues que ciento cincuenta años ha, la Reforma
» lo hacen muchos, á la generalidad del amor de Dios y
habia llegado á tener p o r indiferentes todos los dogmas,
» del prójimo, dejando á cada uno la libertad de aplicarle
y que arrastrada por sus principios, al mismo tiempo que
» del modo que mejor le parezca. ¿Cuánto no han dog-
ensalzaba la moral como la única cosa esencial, caia en
» matizado los anabaptistas y demás entusiastas, ó p r e -
materia de costumbres en una relajación inaudita, tole-
» tendidos inspirados, sobre el juramento, los castigos,-
rando hasta el asesinato, con tal que no se hiciese ya
» el modo de orar, el matrimonio, la magistratura, y so-
por hábito y costumbre 2 : monstruosa doctrina.
» b r e t o d o el gobierno eclesiástico y secular, cosas tan
Queda pues demostrado por la razón y la experiencia
» esenciales á la vida cristiana? Los socinianos, que n a -
que el Protestantismo, ó sea el sistema de los artículos
» da ponderan ni creen importante sino una vida recta,
fundamentales que forma su base, conduce inevitable-
» y el camino estrecho en materia de costumbres,
mente á la tolerancia universal, ó á la indiferencia abso-
» ¿cuánto no la ensanchan sometiendo únicamente los
luta de religiones : que en él la doctrina, culto, moral,
» hábitos viciosos á la pena de condenación, y á la priva-
todo irremisiblemente se desploma, y solo queda el
» cion de la vida eterna? Su laxitud es tal que Socino no
ateismo en medio de estas ruinas.
» teme decir que el asesino ü homicida que se juzga digno
Ahora que hemos visto ya como los sistemas de indi-
» de muerte, y que no puede tener par ie en la vida eterna, no
ferencia, dándose la mano unos á otros, terminan todos
» es aquel que ha matado á un hombre, ó cometido un acto
• en la indiferencia absoluta, se concibe como, refutando
» de homicidio, sino el que ha contraído una especie de há-
la doctrina general de la indiferencia, se refutan estos
» Uto repitiendo este gran crimen. No hay en efecto cosa
diversos sistemas, y en particular el de los Protestantes,
» mas inculcada en todas sus obras. Esta es también la
contra los cuales-probaré además, que así como no hay
» opinion de la mayor parte de sus discípulos, entre
mas que una sola Religión verdadera, tampoco hay mas
» otros de Crellio, uno de los mas célebres, y apreciado
que una sociedad que profese esta verdadera Religión ;
» entre ellos por su moderación en la doctrina sobre las
sociedad, por consiguiente, fuera de la cual no hay salva-
» costumbres; y sin embargo este mismo hace consistir
ción.
» claramente 1a naturaleza del pecado que excluye de la
» vida eterna, en el hábito vicioso, ó costumbre de pecar... Sobre todo, no olvidemos que esta obra no es propia-
» No se trata aquí de libertarse de la condenación por una mente una apología del Cristianismo; y que si, despues
» verdadera y sincera penitencia de sus pecados, porque 1 • Sexta AAvcrt. á los Protest, paite 3, n. I t i .
» de esto no se habla palabra en todos estos discursos; 2 Claramente se ve, sin necesidad de" que yo lo diga, que no se
» y es bien sabido que todos los pecados, por enormes, trata aquí sino de las doctrinas. En la práctica, n o n o s metemos.
» por frecuentes y deliberados que hayan sido, pueden En todas partes se hallan , y en crecido n ú m e r o , hombres inconsi-
guientes así para el bien conio para el mal.
de haberla leído, el lector no se hallase penetrado v per-
época fatal en tiempo de Pericles; á los Romanos, un
suadido de la verdad de la Religión cristiana, con tal
poco antes del siglo de Augusto. Vióse entonces aparecer
que legue a convencerse de la necesidad de hacer un •
.una nube de sofistas, (pie esforzándose á hacer servir la
estudio seno de ella, mi fin se habría conseguido En
ciencia á las pasiones, sustituyeron descaradamente los
una palabra, mi objeto es, en ese abandono absoluto é
'desvarios de su espíritu extraviado á las tradiciones
indiferencia que en el siglo se ve, despertar en el ánimo
primordiales. A fuerza de sutilezas, y vanos discursos,
de los extraviados una duda saludable de su error v
confundieron todas las ideas, oscurecieron todas las
hacerles conocer que ese menosprecio ciego que hacen
nociones, enervaron todas las creencias religiosas, la fe
de lo que mas les puede interesar, y que la razón y el
de todo lo que se cree en la Religión. El mundo ya no
sentido común desaprueban, es una prenda tan mezquina
podia mas, cuando la antigua fe, desenvolviéndose de
de segundad, como débil título de superioridad de ta-
improviso á la voz de Dios en el pueblo encargado
ento : mostrar, en fin, que á no renunciará la raciona-
especialmente de conservar su deposito, reasumió con
lidad deben comparar con todo el esmero de que el
magnificencia la posesion del universo. Promúlganse
hombre es capaz, los débiles fundamentos de la incredu-
nuevos dogmas; pero derivándose estos de los primeros,
lidad, y los ineluctables de la fe. Entremos en materia
pertenecían cuando menos implícitamente á la fe primi-
tiva. Cúmplense profundos misterios; pero estos miste-
rios anunciados al primer h o m b r e , revelados con mayor
claridad á sus descendientes, se esperaban y presentían
por todo el género humano. Así en la historia, como en
CAPITULO VIII. los dogmas de la Religión, todo está enlazado, todo en-
cadenado. Las naciones comienzan y acabap, pasan y
Observaciones sobre la locura de los indiferentistas por descuido é desaparecen con sus costumbres, sus leyes, opiniones,
indolencia- ciencias; solo una doctrina permanece, siempre creída
á pesar del interés que las pasiones tienen en no creerla;
siempre inmutable en medio de ése rápido y perpetuo
movimiento; siempre combatida y siempre justificada;
Exposición de los únicos principios en que se puede fundar la
siempre á cubierto y exenta de las variaciones que in-
indiferencia, que se dice nacida de reflexión. troduce el tiempo devorador en las instituciones mas
sólidas, y en los sistemas mas acreditados; siempre y
cada dia mas grandiosa y mas admirable, y cada vez
Con placer lo decimos, ascendiendo de edad en edad mas admirada á proporcion que mas se la examina; que
por la sene de los siglos hasta el principio del género forma el consuelo del pobre y la mas dulce esperanza de
humano, siempre, donde quiera, y en todos los pueblos los ricos; la egida y amparo de los pueblos y freno de los
se encuentra establecida la fe y creencia de un Dios y reyes'; la regla del poder que modera, y de la obedien-
de una vida futura. Sobre esta fe, única sanción de todas cia que santifica : la gran Carta 1 de la humanidad, en
las obligaciones, y garantía única del orden y las leves
descansa y se apoya la sociedad, la cual inevitablemente
se conmueve, agita, destruye, se desploma" luego que 1 Hace alusión á la que sirve de base al gobierno de su país. Tal
se piensa en trastornarla. Sin embargo, tarde ó temprano ha sido el trastorno del m u n d o , que h a habido que inventar nuevo
lenguaje. Un periódico de París de 21 de noviembre último (Le
llega una época en que el lujo deprava las costumbres,
Globe, que los constitucionales no recusarán), la llama « la traduc-
} la filosofía corrompe la razón. A los Griegos llegó esta »cion legal de la Revolución francesa. » Nosotros-no calificamos.
de haberla leído, el lector no se hallase penetrado v per-
época fatal en tiempo de Pericles; á los Romanos, un
suadido de la verdad de la Religión cristiana, con tal
poco antes del siglo de Augusto. Vióse entonces aparecer
que legue a convencerse de la necesidad de hacer un •
.una nube de sofistas, (pie esforzándose á hacer servir la
estudio seno de ella, mi fin se habría conseguido En
ciencia á las pasiones, sustituyeron descaradamente los
una palabra, mí objeto es, en ese abandono absoluto é
'desvarios de su espíritu extraviado á las tradiciones
indiferencia que en el siglo se ve, despertar en el ánimo
primordiales. A fuerza de sutilezas, y vanos discursos,
de los extraviados una duda saludable de su error v
confundieron todas las ideas, oscurecieron todas las
hacerles conocer que ese menosprecio ciego que hacen
nociones, enervaron todas las creencias religiosas, la fe
de lo que mas les puede interesar, y que la razón y el
de todo lo que se cree en la Religión. El mundo ya no
sentido común desaprueban, es una prenda tan mezquina
podia mas, cuando la antigua fe, desenvolviéndose de
de segundad, como débil título de superioridad de ta-
improviso á la voz de Dios en el pueblo encargado
ento : mostrar, en fin, que á no renunciará la raciona-
especialmente de conservar su deposito, reasumió con
lidad deben comparar con todo el esmero de que el
magnificencia la posesion del universo. Promúlganse
hombre es capaz, los débiles fundamentos de la incredu-
nuevos dogmas; pero derivándose estos de los primeros,
lidad, y los ineluctables de la fe. Entremos en materia
pertenecian cuando menos implícitamente á la fe primi-
tiva. Cúmplense profundos misterios; pero estos miste-
rios anunciados al primer h o m b r e , revelados con mayor
claridad á sus descendientes, se esperaban y presentían
por todo el género humano. Así en la historia, como en
CAPITULO VIII. los dogmas de la Religión, todo está enlazado, todo en-
cadenado. Las naciones comienzan y acabap, pasan y
Observaciones sobre la locura de los indiferentistas por descuido é desaparecen con sus costumbres, sus leyes, opiniones,
indolencia- ciencias; solo una doctrina permanece, siempre creída
á pesar del interés que las pasiones tienen en no creerla;
siempre inmutable en medio de ése rápido y perpetuo
movimiento; siempre combatida y siempre justificada;
Exposición de los únicos principios en que se puede fundar la
siempre á cubierto y exenta de las variaciones que in-
indiferencia, que se dice nacida de reflexión. troduce el tiempo devorador en las instituciones mas
sólidas, y en los sistemas mas acreditados; siempre y
cada dia mas grandiosa y mas admirable, y cada vez
Con placer lo decimos, ascendiendo de edad en edad mas admirada á proporcion que mas se la examina; que
por la sene de los siglos hasta el principio del género forma el consuelo del pobre y la mas dulce esperanza de
humano, siempre, donde quiera, y en todos los pueblos los ricos; la egida y amparo de los pueblos y freno de los
se encuentra establecida la fe y creencia de un Dios y reyes - ; la regla del poder que modera, y de la obedien-
de una vida futura. Sobre esta fe, única sanción de todas cia que santifica : la gran Carta 1 de la humanidad, en
las obligaciones, y garantía única del orden y las leves
descansa y se apoya la sociedad, la cual inevitablemente
se conmueve, agita, destruye, se desploma" luego que 1 Hace alusión á la que sirve de base al gobierno de su país. Tal
se piensa en trastornarla. Sin embargo, tarde ó temprano ha sido el trastorno del m u n d o , que h a habido que inventar nuevo
lenguaje. Un periódico de París de 21 de noviembre último (Le
llega una época en que el lujo deprava las costumbres,
Globe, que los constitucionales no recusarán), la llama « Ja traduc-
} la filosofía corrompe la razón. A los Griegos llegó esta »cion legal de la Revo!Lición, francesa. » Nosotros-no calificamos.
la que la justicia eterna, no queriendo que ni aun el
mismo crimen quede sin esperanza y sin protección, Todo se desea saber; pero si hay Dios ó n o ; si á esta
ofrece y empeña 4a misericordia en favor del arrepenti- vida transitoria ha de seguir otra eternamente durado-
miento : doctrina tan humilde como elevada, tan sencilla*
como sublime y- magnífica; doctrina que subyuga los antes. Fué uno de los principales provocadores del terrible 10 de
mas poderosos genios por su sublimidad, y se propor- Agosto; y el que concibió el proyecto de las matanzas de septiembre,
ciona por su claridad á los espíritus mas débiles, y de donde murieron tantos mártires de la religión, y fieles servidores
menos talentos; doctrina en fin indestructible, que á todo del rey. Miembro de la Convención díó rienda suelta á sus furores :
resiste, de todo triunfa, así de la violencia como del en el monstruoso juicio de Loüis XVI se opuso á que se diesen abo-
gados que defendiesen al rey m á r t i r , y votó su muerte denlro de
desprecio, lo mismo de los sofismas , que. de los cadal-
veinte y cuatro horas, sin próroga ni apelación. Obra suya fué la
sos, y que fortalecida con su antigüedad, con sus pruebas comision de Seguridad general, para deshacerse de todas las p e r -
ineluctables, y con sus beneficios,'parece reinar sobre sonas que se creían sospechosas : presidió el club de los Jacobinos;
el espíritu humano por derecho de nacimiento, de con- y apenas hubo horror en que no tuviese parte activa. Sin embargo,
quista, de amor.- despues de su muerte la Revolución le decretó honores casi divinos :
Esta es pues la Religión que ciertos hombres han ele- en todas las plazas de París se le erigieron arcos triunfales y m a u -
soleos, y en la de Carrousel se levantó una pirámide, en cuyo inte-
gido por objeto dé su indiferencia. Lo. q u e , despues del -
rior se colocó su busto, su escribanía, etc., y se puso una centinela.
mas atento y delicado examen, creyeron los Bossuet, Hasta tal punto desnaturalizan á los hombres las revoluciones anti-
Pascal, Fenelon, Descartes,-Newton, Leibnitz, Eulero, religiosas. Cuando la Francia volvió algún lanto en sí, indignada
y fué el objeto continuo de sus meditaciones, no se juzga quebró sus estatuas, arrancó del panteón sus restos impuros, y los
digno de ocupar, ni aun por un instante, el pensamiento. arrastró por el lodo. Una joven, Carlota Corday, libró á la h u m a n i -
Despreciando el Cristianismo sin conocerle, se imaginan dad de este monstruo, quitándole la vida de una puñalada estando
sobreponerse y elevarse sobre lo mas grande que se ha en el baño.
visto en la tierra así en talentos como en virtudes, en el ¡ Qué contraste el de Marat y san Vicente á Paulo! Vicente á Paulo
espacio de diez y ocho siglos; y ridiculamente pagados mezclándose voluntariamente entre los forzados á galeras por liber-
de un desdeñoso descuido por la verdad, cualquiera que tar á un infeliz que dejaba sus hijos y mujer en la miseria; y Marat
pidiendo la prisión de cien mil parientes de los emigrados para h a -
ella sea, se llenan de orgullo, guardando la neutralidad
cer á unos y á otros infelices. Vicente á Paulo juntando los h u e r f a -
de la ignorancia entre la doctrina que,formó á un Vicente nilos en un templo, para escitar la caridad de las personas v i r t u o -
de Paul, y la que ha producido un Marat 1 . sas, erigiendo las casas de expósitos, y. las hijas de la caridad para
que cujdasen de estas desgraciadas criaturas; y Marat clamando
que se levantasen ochocientas horcas en las Tullerías para ahorcar
5 J u a n Pablo Marat nació de padres calvinistas en el país de
a los hombres de bien. Vicente á Paulo sumiéndose en los mas he-
Neufchatel el 174 i : aplicado á la medicina en sus primeros años ,
diondos calabozos para llevar á los desvenlurados los consuelos de
ganó en un principio la vida en París haciendo de empírico c u r a n -
la religión y de la h u m a n i d a d ; y Marat proponiendo como el medio
dero, vendiendo específicos para todas las dolencias, hasta que pudo
mas fácil y expedito de desocupar las cárceles el quemar á todos los
lograr entrar de médico de los dependientes de las caballerizas del
presos en ellas. Vicente á Paulo volando en las alas de su caridad
Conde de Artois. Desde los primeros días déla revolución se hizo no-
á llevar por sí y por sus discípulos los socorros, el pan y la a b u n -
tar por algunos folletos sanguinarios : apoyado de Danton y dé Ro-
dancia á provincias enteras desoladas por el hambre y p o r í a guerra;
bespierre emprendió la publicación del Amigo del Pueblo, perió-
y Marat pidiendo de u n a vez doscientas setenta mil cabézas para
dico en el que parecía haber tomado á pechos insultar diariamente
salvar la patria. Vicente á Paulo excitando los sentimientos y d u l -
al rey, á la r e i n a , los magistrados, generales, empleados, hasta Ja
zuras de.la religión en el corazon del moribundo rey Luis XIII; y
asamblea misma. Denunciado muchas veces, y decretada su prisión,
Marat rugiendo como un tigre sediento de sangre contra todos los
se sustrajo á ella por el favor de los jacobinos, y desde los subter-
que sentían algún remordimiento en el a t r o z \ público asesinato de
ráneos del club de los co'rdeliers continuó con el mismo furor que
Luis XVI.... Marat... lié ahí el héroe de la revolución filosófica. Vi-
r a ; si se ha de dar rienda suelta á las pasiones, ó de- una especie de .consuelo en hacerse admirar del pueblo
ben arreglarse por una ley lija y divina, se ignora con espectador, por las muestras de una alegría mas espan-
placer : no parece sino que los hombres han llegado á tosa que las angustias del temor, y las agonías de la de-
descubrir que todo les interesa menos su. suerte.eterna. sesperación : pero que un hombre,.en la duda de si den-
No hay tiempo, dicen, de.pensar en esto : ¡ah, no hay tro de pocas horas caerá ó no su cabeza bajo la cuchilla
tiempo! ¡y lo hay. tan de sobra para satisfacer el mas del verdugo, y seguro de salvarse con solo querer con-
frivolo capricho! Se tiene tiempo para los negocios, vencerse de la realidad de aquel peligro inminente, per-
para los placeres y diversiones, y no se podrá examinar manezca tranquilo en esta duda espantosa, y prefiera á
si hay cielo ó infierno : hay tiempo para instruirse en lo- la vida algunos momentos de placer, y aun de tedio, que
das las futilidades de este mundo, donde viven hoy y ya van á terminar un suplicio pavoroso é infame, es lo que
no serán mañana, y 110 lo tienen para asegurarse si. hay nunca se ha visto, .ni se verá jamás. Por mas desprecio
otro donde felices ó desventurados han de habitar eter- que se afecte de una vida fugitiva y llena de dolores, el
namente ;. tienen tiempo para regalar un cuerpo que.en hombre 110 se desprende tan fácilmente de ella; no hay
breve lia de perecer y reducirse á polvo, y 110 lo tienen apatía, no hay insensibilidad tan profunda de la que no
para informarse, si encierra un alma inmortal : tienen despierte el anuncio, la idea sola de una muerte próxi-
tiempo para ir aunque sea lejos á convencerse por sus ma.* ¿Qué digo? todo lo que nos toca dé cerca, sea en
ojos de la existencia de un animal r a r o , de lina planta la salud s en los bienes, diversiones, hábitos, opiniones,
curiosa, y no lo tienen para convencer su razón de la costumbres, lodo nos conmueve, sobresalta, inquieta,
existencia de Dios, ¡ Ceguedad increíble! ¡ Cómo! excla- nos enagena é inspira una actividad infatigable; ¿y nada
maremos con Bossuet: «¡El encanto de los sentidos es hemos de mirar con indiferencia sino el cielo, el inlier-
» tan fuerte, que fuera de ellos nada podemos proveer!» 110, la eternidad?
En efecto, esta falta absoluta de previsión, esta estú- Entiendan, al menos los que viven tranquilos en esta
pida seguridad con que se precipitan en un porvenir des- indiferencia monstruosa, ó que se glorian de ella, lo que
conocido, el cual no tiene término ni fin, ¿110 es. eviden- pensaba acerca de su conducta uno de aquellos hom-
temente una señal de un espíritu desconcertado? El bres, que p o r la superioridad de sus talentos parecen
mundo entero atestigua la existencia de una ley que no nacidos para ensanchar los límites de la razón humana.
se puede violar impunemente; y sin escuchar este im- «Es la inmortalidad del alma para nosotros de tanta
ponente testimonio, y sin desmentirlo tampoco, fiados »importancia, y tan intimamente nos toca é interesa,
en un miserable 'puede ser, arrostran y acceptan- todas » que es necesario haber perdido todo sentimiento para
las fatales consecuencias de una oposicion formal á esta » vivir en una fría indiferencia sin cuidar de saber lo que
ley, y por desidia y negligencia se forman y a traen so- » sobre esto hay. Todas nuestras acciones, y aun todos
bre sí la doble fatalidad del pecado-, y la desgracia. » nuestros pensamientos deben tomar rumbos landiver-
Se ha visto á algunos miserables ajusticiados r e i r , » s o s , según q u e haya ó no otra vida, bienes ó males
danzar sobre el cadalso, pero la muerte que arrostra- » eternos que esperar"ó temer, que no es posible dar un
ban era inevitable, y nada les podia exentar de ella : en » paso- con juicio y con acierto si no se arregla antes,
la irresistible é indispensable necesidad- de morir, se » puesta la mira en este punto, de cual es nuestro último
hacían fuertes contra su misma naturaleza, y hallaban »lin. -
» Así que nuestro mayor interés, y nuestra primera
conté á Paulo, uno (le los hijos que da la religión : r; qué m a s se nn- » obligación eS instruirnos en el particular, como que de
ccsila para detestar la p r i m e r a , y consagrarse enteramente a l a » él depende toda nuestra conducta ulterior. Por lo mis-
práctica y observancia de la'segunda ? » mo no debemos confundir, y yo encuentro una gran
» diferencia entre tos mismos que no están persuadidos » Por mas valor que aparentemos, este es el fin que e s -
» de esta verdad; entre los que procuran por todos m e - i> pera á la vida mas buena del mundo. En vano apartan
» dios instruirse e n ella, y los que viven tranquilos sin » su pensamiento de esta eternidad que les espera, como
» pensar jamás en este asunto. i) si con no pensar en ella la pudiesen aniquilar. La eter-
i) Compadezco ciertamente á los que hallándose por » nidad subsiste á pesar suyo; se va acercando sin sen-
» desgracia en esta d u d a , gimen sinceramente al con- tirla, y la muerte que la abrirá sus puertas, dentro de
» templarse en este miserable estado, y no perdonan » poco los pondrá infaliblemente en la horrible necesi-
» medio para salir de él, y mirándolo como el mayor de » dad de ser, ó eternamente aniquilados, ó desventura-
» todos los males, emplean en esta averiguación todos » dos para siempre, por todo una eternidad.
» sus cuidados. Mas los que pasan sus dias-sin querer ni » Hé ahí una duda de tan espantosa consecuencia,
» aun pensar en este último término de la vida; que solo » que solo hallarse en ella es un grandísimo m a l ; y por
» porque 110 encuentran en sí bastantes luces que les » lo mismo el que se encuentre en este estado, cuando,
» persuadan su verdad, reposan tranquilos sin buscarlas » menos tiene obligación indispensable de tratar de salir
-» en otra parte ; ni cuidan de examinar á fondo si esta » de ella. Así el que duda y no examina es á un tiempo
» es una opinion que el pueblo adopta ciegamente, ó si, » injusto y desdichado; y si en medio de esto vive tran-
» aunque oscura en si', se apoya en fundamentos soli- » quilo y satisfecho, y hace profesion de gloriarse vana-
» dísimos , estos no merecen nuestra compasion. Esta » mente de su estado, y en fin, si se ríe y goza en él, no
» apatía, descuido é indolencia en un negocio en que se - » sé, en qué términos poderlo definir, ni cómo calificar
» trata de su bien ó de su mal, y bien y mal eternos, de » semejante criatura. »
» ser ó no ser eternamente, me irrita en vez de enterne- » ¿Dónde, en verdad, puede haber bebido tales senti-
» cerme : me espanta, y me confunde: es una monstruo- » mientos? ¿qué motivo de gozo se encuentra en no espe-
i) sidad para mí. No me hace decir esto el zelo piadoso i) rar sino miserias sin remedio ? ¿qué objeto de vanidad
» de una devocion espiritual; el amor bien entendido de » verse rodeado de sombras y tinieblas impenetrables?
» sí mismos, el interés humano, y la simple luz de la » ¿qué consuelo no esperar jamás consuelo?
» razón, bastan para excitarnos estos sentimientos; no es » Esta quietud, este reposo en tal ignorancia es una
)> necesario para esto ver ni entender mas que lo que » monstruosidad, cuya extravagancia y estupidez es n e -
» entienden y ven las personas menos ilustradas. » cesario hacer sentir á los que viven así, representan-
» No es necesario, no, un genio sublime, ni un alma » doles vivamente lo que pasa en su interior, para que se
» superior á los demás, para entender que no hay en )> avergüencen siquiera, y se confundan con la vista de su
» este mundo satisfacción qun sea sólida y v e r d a d e r a ; » locura. Porqué hé aquí como es preciso discurran es-
» que todo en él es vanidad; que nuestros gustos y pla- » tos hombres cuando eligen el vivir en esa ignorancia
i) ceres se disipan como el h u m o ; que son infinitos nues- » de lo que son, y sin cuidar de averiguarlo.
» t r o s males; y que, en fin, la muerte, que-nos amenaza » Yo no sé quien me ha puesto en este mundo, ni que
i» á cada instante, dentro de pocos años, y acaso de pocos » es el mundo, ni que soy tampoco yo : nada absolu-
» dias, nos pondrá en un estado eterno de dicha ó de in- » támente sé, y estoy en una ignorancia terrible de to-
» felicidad, ó en el caos de la nada. Entre nosotros y el » das las cosas : no sé que es mi cuerpo, ni mis senti-
» cielo, el infierno ó la nada, no hay mas que la vida, y » dos, ni mi alma : y aun esta parte de mi mismo que
» sabemos ya cuan frágil e s ; y no siendo ciertamente el » piensa lo que digo, y que hace reflexión de todo,
» cielo para los que dudan si su alma es inmortal, ellos » y sobre todo, y aun sobre sí misma, no me es mas
» no tienen que esperar mas que la nada ó el infierno. » conocida que todo lo demás. Veo esos asombrosos es-
» Ni hay cosa mas cierta ni mas terrible que esta. » patios del universo que me rodean, y me hallo como
Jí.
fi enclavado en un rincón de esta vasta extensión, sin sa- ii Nada hay de tanta importancia al hombre como su
li ber por (pie estoy aquí, y no en ótro lugar, ni por que 4 •ii s e r ; ni nada debe serle tan temible como la eternidad:
» el poco tiempo que ine han dado de vida, me lo han ii y así es fuera del orden natural que haya hombres in-
» señalado en este punto, y no en otro de la eternidad >i diferentes á la pérdida de su. ser, y al peligro de su
» que me ha precedido, ó que me ha de seguir. No veo ii eterna perdición. ¡ Cuán otros no se muestran en todo
» por todas partes -mas que infinidades que me absorben ii lo demás! Las cosas mas pequeñas los agitan, sienten
» como á un átomo, y como una sombra que dura soló ii su pérdida y Ja procuran precaver; y el mismo hombre
» un momento, y pasa sin volver mas. No conozco otra » que pasa los dias y las noches abandonado á la rabia y
» cosa sino que muy pronto he de morir; y sin embargo ii á l a desesperación por no haber logrado, ó perdido al-
» lo que mas ignoro es esta misma muerte, que no pue- » gun destino, ó sufrido una. ofensa imaginaria contra su
» do evitar. ' ii honor, sabe que va á perderlo todo dentro de. pocos dias
» Así como no sé de donde vengo, tampoco adonde >i en la muerte, y vive sosegado, tranquilo, y sin la menor
» iré ; solo sé que al salir de este mundo caigo para siem- » conmocion. Esta extraña insensibilidad sobre las cosas
» pre ó en la nada, ó en las manos de un Dios vengador, » mas terribles en un corazón, al que tan vivamente afec-
» sin saber cual de estas dos suertes será la mia por toda ii tan las mas pequeñas y ligeras, es una monstruosidad,
} ii es un encanto incompresible, un sopor, un letargo su-
)) una eternidad. .
» Este es mi estado, lleno de miseria, flaqueza y .os- íí perior á la misma naturaleza,
» curidad : de donde infiero que debo pasar todos los - ;» Un hombre encerrado en im calabozo, ignorando si
» dias de la vida sin pensar en lo que me ha de sobrcye- ii se ha dado sentencia contra él, teniendo una sola hora
» nir, y dar rienda suelta á mis pasiones sin reflexión y ii para saberlo, y esta suficiente si lo averigua, para h a -
» sin inquietud, haciendo cuanto pueda-de mi parte para ii cerla revocar, es contra la naturaleza misma la emplee,
» caer en la desgracia e t e m a , caso que lo que se dice i) no en informase si se ha dado, no en procurar su revo-
i> sea Verdad, t a l vézpodria, preguntando ó inquiriendo, ii cacion, sino, en juegos y diversiones. Pues este es el
¡> hallar alguna luz qué aclarase estas mis dudas; pero ii estado de las personas cíe que hablamos, sin mas dife-
» yo n o m e quiero incomodar, ni dar un paso para ave- ii r e n d a de que los males de que se ven amenazados,
» riguarla; antes bien burlándome y mirando con des- «i son mucho mas terribles que la simple pérdida de la
» precio á los que procuran cón afan el inquirirlo, quiero ii vida, ó un suplicio momentáneo, única cosa que el
» aventurar este suceso, y sin temor ni pre vision, de- ii preso podría temer. Y sin embargo, ¡ellos corren sin
li jarme llevar hasta la. muerte, incierto d é l o que des- ii recelo al precipicio, cubriéndose antes los ojos para no
ìi pues será eternamente de mi. Así hablan prácticamente » v e r l o , y se mofan deloS que les advierten su peligro!
» estos desgraciados. ¡Qué gloria es para la Religión te- » Así es como prueba la verdadera Religión no solo el
li ner por enemigos hombres tan irracionales ! Su oposi- » zelo de Jos que buscan á Dios, si no también la cegue-
» clon le es tan poco peligrosa, qué al contrario sirve » dad de los que no le buscan, y viven en esta horrible
» para establecer las verdades principales que ella nos » negligencia. Es necesario que haya habido un extraor-
». enseña. Porque en efecto, la fe cristiana se apoya prin- » dinario trastorno en la naturaleza del hombre para-
» cipalmente en estas dos verdades, la corrupción de la » vivir en este estado, y aun mucho mas para hacer alarde
» naturaleza, y la redención de Jesucristo : y ya que los ii de él. Porque, aun cuando tuviesen una certeza total
» incrédulos no sirven para mostrar la verdad de la r é - » de que nada debían temer después de la muerte sino el
». dencion por la santidad de sus costumbres, al menos la »'.caer e n la nada, ¿110 seria esto mas bien un motivo de
» sirven admirablemente para manifestar la corrupción de » desesperación que de vanidad? ¿ n o e s pues una locura
•> la naturaleza con unos sentimientos tan fuera de razón.
DE LA INDIFERENCIA EN MATERIA DE RELIGION.
» inconcebible, sin hallarse asegurados, gloriarse de vi- » avergonzar sino de haber perdido la vergüenza. Nada
» vir en esta duda? » manifiesta masda pequenez de espíritu y la cortedad de
» Sin embargo, es innegable que el hombre ha llegado á !> talentos, que el no conocer cuanta es la desgracia de un
» tal estado de depravación, que en esto mismo halla en su » hombre que no cree eh Dios Dejen pues esas impie-
» corazon una como semilla de gozo y de contento. Este i> dades para los que son tan mal nacidos, que puedan ser
» sosiego brutal entre el temor del infierno y de la nada » capaces do ellas; y ya que no tengan valor de ser
» le parece tan agradable y lisonjero, que no solo los que » cristianos, sean á lo menos hombres de bien; y reco-
» tienen esta infeliz duda se glorian de él, sino aun-los » nozcan en fin que sólo hay dos clases de personas que
» mismos que no la tienen hacen vanidad de ella, y creen » con verdad se pueden llamar racionales; á saber, ó los
» que es cosa honrosa aparentar que realmente dudan. Y » que sirven á Dios con todo su corazon porque le cono-
» la experiencia, en efecto, nos hace ver que la mayor )» cen, ó los que de todo corazon le buscan para cono-
» parte de los que blasonan de ella, son de esta última » cerle V »
» clase ; gentes que disimulan sus sentimientos, y no son La mayor parte .de los indiferentes únicamente lo son
» lo que quieren parecer. Han oido que este es el gran to- porque se figuran acreditar superioridad de talentos.,
ri no-, que el gusto del siglo es hacer de espíritus fuertes, despreciando el modo común de sentir de los demás. Se
» y... y á esto llaman haber sacudido el yugo de las preo- •avergonzarían de tenercosa alguna común con el pueblo,
>• cupaciones, cuando la mayor parte no i o hace sino por aún la esperanza, y esto es lo que les aparta de examinar
» imitar á otros. los fundamentos de su fe. ¡ Pero qué vanidad tan mise-
» Mas si aun conservan algunas reliquias de sentido rable y tan ridicula la que se alimenta de la ignorancia!
» común, es bien fácil hacerles ver cuan engañados viven Los enemigos de la Religión v sus apologistas están de
» buscando por este camino el aprecio, y la estimación acuerdo en su importancia, y no hay un solo incrédulo
» S i lo meditasen seriamente, verían que no hay dogmático que.se la atreva á Contestar. Ahora bien : ¿el
» medio mas eficaz para granjearse el menosprecio y insensato que 110 da á todas las reflexiones mas contesta-
» aversión de las gentes, y hacerles pasar por personas ción que un necio, ¿eso qué importa? ¿en qué será su-
» sin juicio y sin talento. Y efectivamente, si se les pide perior al- cristiano, cuya fe, determinada por pruebas
» razón de sus sentimientos, y de los motivos en que s e positivas, se apoya en un conjanto de hechos y conside-
)> fundan para dudar de la Religión, dirán tales extrava- raciones que, cuando no otra cosa, exigen al menos
» gancias, cosas tan fútiles y triviales, que mas bien aplicación, investigación y reflexión?
» persuadirán todo lo contrario. Esto es puntualmente lo De cualquiera manera, el indiferentista, igualmente
» que con mucha oportunidad decia cierta persona á uno incapaz de negar y afirmar cosa alguna, se adormece
» de ellos : « Si continuáis discurriendo de este modo, sin fríamente entre estas dudas : es posible que la Religión
)> duda lograreis convertirme. » Y tenia razón ; porque, sea falsa; posible es también que sea verdadera : y des-
» ¿quién no se horrorizará de convenir en sentimientos pues de haber abortado estas dos proposiciones contra-
» con personas tan despreciables ? rias., su orgullosa razón en vez de deducir las consecuen-
» En verdad que los que fingen esos sentimientos que cias, se para y reposa dulcemente en la contemplación
•» no tienen, son bien desdichados, violentando su natu- de su sublimidad y fortaleza.
» ral, para que los tengan por extravagantes y ridículos.
» S i allá en lo interior de su corazon sienten el no tener
» mas luces y conocimientos, no lo disimulen : esta de- 1 Pensées de Pascal. ¡ Qué lástima que el autor de tan hermosos
pensamientos se dejase extraviar por un partido enemigo obstinado
» claracion no debe serles ruborosa. El hombre no se debe
f í e l a Iglesia, y sirviese con sus talentos á los hermitaños de P o r t -
B o v a l . a l fementido Jansenismo!
Sin entrar cri discusión, se podría ante todas cosas set¡ verdadero.; pues en ella se-incluyen todas las siguien-
observar qué estas dos proposiciones generales 110 tienen, tes, y acaso muchas mas.
ni con mucho, un mismo grado de verosimilitud. Porque Si es posible que la Religión sea verdadera, posible es,
no hay una persona que deje de conocer que si la Heíi- debe decir, la existencia de un Dios remunerador, que
¡riotícristiana fuese falsa, su existencia prolongada por premie á los buenos y castigue á los malos.
el espacio de diez y ocho siglos, la victoria que ha al- Posible es que mi alma sea inmortal, y no perezca con
canzado contra las opiniones y costumbres, leyes,.pa- el cuerpo.
siones y hábitos de tantos pueblos diferentes y rivales; Posible es que este supremo ser, este Dios, haya reve-
el dominio que ha ejercido siempre sobre los genios mas lado á los hombres verdades que ellos no pueden aquí
elevados y sublimes, y sobre las personas d é mas pro- perfectamente comprender, y les haya impuesto obliga-
funda reflexión ; seria el fenómeno moral mas extraor- ciones, de que no entiendan dar claramente la razón.
dinario, y el mas. inexplicable de todos cuantos se ha Posible es que yo esté obligado rigorosamente á creer
oido hablar en el. mundo. Error.maravilloso en efecto, estas verdades, y á cumplir y llenar estas obligaciones.
el que es no menos seductor para el hombre serio y Posible es que si creo y obro así, goce un día de una
reflexivo, que para las almas sensibles é imaginaciones felicidad eterna é infinita en premio de mi obediencia y
brillantes y ardorosas; que se enseñorea'del hombre, de. de mi fe.
los hombres todos, combatiendo y contradiciendo sin Posible es, en fin, que si me niego á obrar y creer así,
cesar sus inclinaciones; que favorece, fomenta y hace sea un día eternamente castigado con penas y suplicios
progresar los adelantamientos de la verdad en todos los espantosos.
ramos de los conocimientos humanos; error de donde En vista de esto no temo afirmar, que el permanecer
nacen innumerables virtudes, hasta entonces descono- en esta duda formidable, saborearse en ella con placer,
cidas ; error, en fin, que sucediendo á las tan ponderadas repeler de sí la esperanza de uña felicidad sin fin; y si
y no menos estériles especulaciones de la filosofía gen- le Religión es verdadera, como se confiesa que lo puede
tílica , y propagándose súbitamente por todo el mundo ser, entregarse alegremente, y con toda reflexión, á pa-
conocido , en el siglo mas ilustrado, rectifica todas las decer unos tormentos, cuya idea sola hace, estremecer,
ideas recibidas, depura todos los principios, perfecciona es un delirio inexplicable, una demencia, un furor que
los métodos del raciocinio, créa, por no decir m a s , las no sé como llamar. Porque aun suponiendo que nuestros
ciencias físicas .y metafísicas, hace olvidar todas las presentes intereses se hallen en contradicción con los
preocupaciones enemigas de la humanidad, santifica las futuros que han de sobrevenir, en la necesidad de sacri-
costumbres, suaviza las leyes, une .los pueblos entre sí ficar unos ú otros, no se debería, prudentemente obran-
con vínculos sagrados, substituye el amor al odio, protege do, vacilar en la elección. Pues de una parte hay una
á un tiempo al desyalido y al poderoso, al rico y al pobre, duración que no ha de tener fin, es la eternidad, y de la
al fuerte y al débil, al señor y al vasallo, templa la d o - otra un momento transitorio, que apenas se puede, per-
minación, consolida la obediencia, y por un efecto p r o - cibir, una sombra, menos aun, el sueño de una sombra,
pio v necesario produce la perfección del orden social. según el dicho de un antiguo 1 . Aun cuando pues esta
vida transitoria no fuese para el hombre religioso sino
Sin embargo, permitamos por un instante que se tenga
un continuo padecer, y para el indiferentista un placer sin
por igualmente dudosa la falsedad y la verdad de la Re-
interrupción, aquel tormento y pena transitoria, y este
ligión cristiana. Para demostrar hasta la evidencia la lo-
placer que se nos huye sin sentir, no balancearían un
cura de! indiferentista, no hay necesidad mas que de
sus propias máximas, y desenvolver esa misma proposi-
ción en que confia : á saber, posible es que lo Religión 1 Pindaro.
instante á los ojos de la recta razón la poderosa consi-
deración de la eternidad. El que por no privarse de un su gloria : no le interrumpáis, es necesario se dé prisa á
deleite momentáneo arrostra un perpetuo padecer, y se acabarla, porque la muerte se acerca, y ¡ qué dolor tan
expone voluntariamente á ser eternamente desgraciado inconsolable si llegase antes que la hubiese dado la últi-
merece serlo ciertamente, y no tiene derecho sino aí ma mano, y levantado este monumento á su celebridad!
desprecio que inspira toda pasión ciega y brutal. Es verdad que él no conoce su propia naturaleza, el lu-
gar que ocupa en el orden dé los: seres, su destino futu-
Cuando se consideran desde cierto punto de vista los
ro, lo que puede esperar, ó debe t e m e r ; es verdad que
objetos e n que ordinariamente emplea su actividad el
no sabe si hay Dios, una verdadera Religión, cielo ni
espíritu humano, asombra laestrechez del círculo en que
infierno; eso ¿qué importa? ya ha tiempo que sobre
voluntariamente se encierra, y que una nonada baste
todas estas cosas tomó su determinación; v 110 se in-
para entretener su curiosidad, v burlar el deseo infinito
quieta, ni piensa en ello mas : yo no lo entiendo, dice,
de saber que le devora. No se halla cosa que de mas á
no es evidente y claro para mí, y con esto obra, como
conocer la miseria del hombre que esa pasmosa facilidad
si fuese claro y evidente que todo ello no era mas que
d e contentarse con algunas distracciones frivolas é i n -
sueños y desvarios.
sustanciales, teniendo una capacidad inmensa para la
Si se pudiera evitar el infierno no pensando en él, se-
verdad. Naturalmente la ama : un instinto irresistible le
guramente se hallaría algún motivo á esta indolencia
obliga á buscarla incesantemente; ella es su objeto su
portentosa; mas por desgracia todo es al contrario : 110
reposo, su felicidad; y sin embargo, apenas hay cosa en
pensar en el infierno, es el camino mas seguro para
que mas se deslumbre y con que no la supla" y susti-
llegar á él. Apartar su éspíritu del conocimiento de la
tuya. No hablo, al decir esto, del pobre absorbido y
verdad, ser á ella indiferente, ese es el pecado que Dios
consumido en los trabajos corporales, ni del rico que
castiga allí, y ciertamente con justicia; porque si no
vegeta en el vacío de los placeres; sino de los mismos á
queremos engañarnos, comprenderemos fácilmente que
quienes,el cielo ha dado, junto con sentimientos eleva-
esta mentida indiferencia no es en realidad mas que un
dos, una condicion independiente. Y bien, ¿qué os parece
odio y aborrecimiento de la verdad.
que ocupa habitualmente su pensamiento? ¿Dios? ¿las
Apelo sin temor á la experiencia general, y á la con-
leyes inmutables que él ha establecido? ¡Ah! No, no lo
ciencia misma del indiferente : ¿no es verdad que siente
creáis ; pasarán la vida en combinar números, en valuar
una extrema repugnancia á todo lo que tiene visos de
el peso de las palabras, en estudiar las propiedades de
Religión, V le recuerda sus promesas y amenazas? no
los cuerpos; esto basta, no se necesita mas para conten-
es verdad" que interiormente desearía'que ella fuese
tar, para satisfacer esos genios sublimes. ¿ Qué habíais
falsa? no es verdad que ha huido siempre la ocasion de
de Dios á ese sabio que llena el mundo con la fama, de
instruirse en estos puntos por un secreto temor de verse
su nombre? ¿Cómo quereis que os escuche? ¿ n o v é i s
convencido, ó al menos turbado, con las innumerables
que en este momento su espíritu está todo ocupado en
pruebas en que se apoya su certeza? no es verdad que
la descomposición de una sal que hasta ahora ha resisti-
se contrista, y aun irrita, cuando en alguna de esas dis-
do al análisis? Esperad que haga conocer al mundo el
putas, que no siempre es fácil evitar, se presenta á favor
descubrimiento de un nuevo gas, de un ácido nuevo •
del Cristianismo alguna prueba, á la que hada plausible
entonces puede ser que le podáis hablar de ese Ser In-
se puede responder ? no es verdad, por el contrario,
finito que con 1111 fíat, como jugando, ha criado el uni-
que se regocija interiormente, cuándo se hacen objecio-
verso y todo lo que hay en él. Aquel otro compone una
nes contra él, y esto tanto mas vivamente cuanto ellas
historia, un poema, una tragedia, un romance, una no-
aparecen mas sutiles y embarazosas? ¿Pues qué es todo
vela, de que se imagina depende su reputación, su fama
esto sino odio á la verdad, y por consiguiente aborreci-
1. io
miento al mismo Dios, que es la verdad suprema? ¿Y
una criatura racional. El único caso en que un hombre de
deberemos admirarnos de que arroje de sí el Señora, los
razón podría permanecer indiferente sobre la Religión,
que le odian y aborrecen? ¿qué otra suerte podían ni de-
seria aquel en que no tuviésemos interés alguno de saber
bían prometerse estos desventurados?
si es falsa ó verdadera, ó medio alguno para asegurarnos
No hay que buscar en otra parte que en el orgullo, y de ello. En efecto, como observa profundamente Mr. de
en la corrupción del corazon humano, la causa de una Bonald : « Es necesario que los indiferentistas supongan
disposición tan deplorable. El hombre aborrece la suje- )> que no hay en la Religión, tomada generalmente^ y en
ción, y cabalmente la Religión refrena todas sus inclina- » todas sus diferencias, nada de cierto ni de falso; ó que
ciones. Cansado de un yugo tan pesado, trata de romperle » si lo hay en ella, como en todas las otras cosas, el
ó sacudirle. Para esto se rodea de distracciones, se hace » hombre no tiene medio alguno de distinguirlo; ó en
sordo á su impresión, se embriaga de placeres y sofismas » fin, que la Religión, sea falsa, sea verdadera, es igual-
con el objeto de sofocar con menos remordimientos una » mente indiferente para el hombre.
verdad que tanto le importuna; á la manera que un ase-
» La suposición, continúa el mismo escritor, de que
sino, no envejécido aun en el crimen, se embriaga a n -
i) todas las religiones son indiferentes, es insostenible en
tes de cometer un homicidio. Su indiferencia hácia los
» toda buena filosofía. No hay filosofía sin un primer
dogmas nace de su aversión á las obligaciones : si no
» principio, causa de todos los efectos físicos y morales,
temiese á estas, admitiría gustosamente aquellos : mas
» así como no hay, ni puede haber aritmética sin una
sabiendo que no se puede separar la regla de la fe de la
» primera unidad, m a d r e , digámoslo así, de todos los
regla de las costumbres, busca da independencia de las
i) números; ó geometría sin un primer punto generador
acciones en la independencia de los pensamientos, la
» de las líneas, superficies y sólidos. ¿Ni cómo es posible
libertad de obrar en la libertad de pensar. Quiere dudar,
» suponer que nada hay de verdadero ni falso en religio-
y d u d a : quiere á todo trance no creer, y su razón trabaia
» nes opuestas entre sí; que al fin, sean como quieran,
sin descansar en aniquilarse á sí misma. Verdadero sui-
» son en todas partes la relación verdadera ó falsa de
cidio moral, mil veces, mas digno de castigo que el que
» Dios al hombre, y del hombre á sus semejantes; la
solo acaba con el cuerpo.
)> razón del poder, la regla de los deberes, la sanción de
Que el bruto, privado de reflexión, viva y muera sin » las leyes, la base de la sociedad? ¿cuando hay verdad
inquietarse de lo porvenir, nada tiene de extraño : esta » y falsedad, verdadero y. falso en todo cuanto los hom-
indolencia es condicion suya natural y necesaria. Pero » bres alcanzan con su razón y sus pasiones; verdadero
que el hombre, dotado de potencias incomparablemente )> y falso hasta en los dramas, en la ópera, y hasta en los
mas nobles, capaz de elevarse hasta la idea de Dios, y » objetos mas frivolos de nuestros conocimientos, y de
extender sus deseos y esperanzas á l o infinito, y abrazarlo » nuestros placeres? Pues si hay verdad y falsedad, ór-
con su pensamiento, se precipite desde esta altura hasta n den y desorden en las diversas religiones consideradas
la baja condicion de las bestias; y como ellas no tenga » en general; ¿cómo es posible, en buena filosofía, supo-
mas Dios que sus pasiones, y satisfacer sus apetitos, y )> ner que el ser supremo, que es la inteligencia y. verdad
disgustado de la herencia inmortal que le señala el Cria- i) por esencia, haya negado á los hombres, seres también
dor, les envidie hasta su nada, y la aniquilación en que á » inteligentes y racionales, capaces de conocimiento y de
la muerte han de sumirse, es cosa que confunde, que » elección, de amar y aborrecer, los medios de distinguir
asombra; y no hay palabras para expresar el horror que » lo verdadero y lo" falso en las relaciones que deben
inspira.tan monstruosa degradación. » tener y tienen con él? ¿ de qué les serviría entonces, ni
Es pues sin contradicción la ceguedad de la indiferen- » para qué les habría dado ese ardor insaciable de saber,
cia el estado de mas envilecimiento en que puede caer oí y les habría permitido descubrir, las relaciones que tie-
» nen hasta con las cosas insensibles? Y si el hombre
i», puede distinguir io bueno y lo malo, el bien y el mal, Se dice que todas las Religiones en sí son indiferen-
» lo que hay ó no de bueno en las diversas religiones', t e s ; y nosotros probaremos que ninguna lo es en sí mis-
)> ¿ cómo le hemos de suponer indiferente al error y á la ma ; que en toda Religión hay bien ó mal, verdad ó er-
» verdad, cuando no debe serlo á cosa alguna, y que la ror ; que necesariamente existe una Religión verdadera,
» indiferencia es en él el carácter mas conocido y seguro es decir, una Religión de una verdad ó de una bondad
» de estupidez 1 ?» absoluta; y que esta no lo es sino una sola; de donde se
deduce la obligación de abrazarla, si es posible el llegar
Estas breves observaciones del filósofo mas profundo /
á reconocerla. -
que ha aparecido y se ha conocido en Europa desde Male-
Se dice que, aun cuando haya una Religión verdadera,
branche, hacen ver claramente lo absurdo de los únicos
el hombre no tiene medio alguno para distinguirla de las
principios en que se podria fundar la indiferencia de Re-
falsas; y nosotros probaremos que en todo tiempo han
ligiones. Sometiendo de nuevo estos principios á un exá-
tenido los hombres un medio fácil y seguro de recono-
men circunstanciado y rigoroso, esperamos no dejar ex-
cer cual es la verdadera Religión; de donde resulta que
cusa algnna racional ni á la credulidad que los adopta,
la indiferencia es no solo un estado irracional, y desti-
ni á la mala fe de los que fingen adoptarlos. Para esto
tuido de todo fundamento, sino también criminal.
no se necesita talentos ; el arte es necesario alguna vez
Dejamos á cada uno que juzgue por sí mismo de la
para vestir al error con los colores de la-verdad; pero
fuerza de las pruebas que vamos á presentar; pues
para restituir á esta su esplendor, no se necesita mas que
no queremos contestar á nadie este derecho. Pero di-
descorrer el velo con que se la ha pretendido cubrir.
remos si, que el que rehusare examinar los fundamen-
A fin de que el lector Siga fácilmente la discusión, con- tos de Ja indiferencia , no se debe contar entre los in-
viene que de antemano se forme de ella una idea clara diferentistas dogmáticos. Por el hecho solo, él mismo
y distinta, conozca el fin adonde se dirige, y la senda se constituye e n el número de aquellos insensatos , que
y camino que le ha de llevar á él. Pues hé aquí en po- queriendo á todo trance confundir los terrores de la con-
cas palabras lo que vamos á establecer y el método y ciencia con la repugnancia de la razón, temen mirar de
orden con que nos proponemos realizarlo. frente á la Verdad, y se forman contra ella una funesta
Se ha querido decir que la Religión, verdadera ó falsa, muralla de tinieblas, defensa débil, contra los remordi-
es indiferente para el hombre; y nosotros haremos ver mientos.
que, supuesta la existencia de una Religión verdadera,
esta es para el hombre, tanto considerado en particular i
como en unión y sociedad con sus semejantes, y con res-
pecto al mismo Dios, de la mayor importancia, de una
importancia infinita : de donde se sigue qué tiene un in- CAPITULO IX.
terés también infinito en cerciorarse si hay en efecto esta / • ' y .
Religión verdadera, y por consiguiente que es una locu- Importancia de la Religión con respecto al hombre en general.
ra infinita querer permanecer indiferente. Para aclarar
nuestros principios* aplicándolos á una Religión conoci-
La feücidad es el fin natural del h o m b r e , no hay uno
da, supondremos además que el Cristianismo es esta Reli-
que no desee de un modo invencible ser feliz; pero fre-
gión verdadera, cuya importancia se trata de manifestar.
cuentemente la razón incierta y las pasiones ciegas le
extravian y llevan léjos del término á que aspira con
1 Sur la tolérance. Spectateur français au XIV siècle, tom tanto ardor. El bruto sometido á leyes invariables, toca
IV, p a g . 7 ? , 73.
seguramente á su destino : ni error, ni afección alguna

<
» nen hasta con las cosas insensibles? Y si el hombre
i», puede distinguir lo bueno y lo malo, el bien y el mal, Se dice que todas las Religiones en sí son indiferen-
» lo que hay ó no de bueno en las diversas religiones', t e s ; y nosotros probaremos que ninguna lo es en sí mis-
)> ¿ cómo le hemos de suponer indiferente al error y á la ma ; que en toda Religión hay bien ó mal, verdad ó er-
» verdad, cuando no debe serlo á cosa alguna, y que la ror ; que necesariamente existe una Religión verdadera,
» indiferencia es en él el carácter mas conocido y seguro es decir, una Religión de una verdad ó de una bondad
» de estupidez 1 ?» absoluta; y que esta no lo es sino una sola; de donde se
deduce la obligación de abrazarla, si es posible el llegar
Estas breves observaciones del filósofo mas profundo /
á reconocerla. -
que ha aparecido y se ha conocido en Europa desde Male-
Se dice que, aun cuando haya una Religión verdadera,
branche, hacen ver claramente lo absurdo de los únicos
el hombre no tiene medio alguno para distinguirla de las
principios en que se podria fundar la indiferencia de Re-
falsas; y nosotros probaremos que en todo tiempo han
ligiones. Sometiendo de nuevo estos principios á un exá-
tenido los hombres un medio fácil y seguro de recono-
men circunstanciado y rigoroso, esperamos no dejar ex-
cer cual es la verdadera Religión; de donde resulta que
cusa alguna racional ni á la credulidad que los adopta,
la indiferencia es no solo un estado irracional, y desti-
ni á la mala fe de los que fingen adoptarlos. Para esto
tuido de todo fundamento, sino también criminal.
no se necesita talentos ; el arte es necesario alguna vez
Dejamos á cada uno que juzgue por sí mismo de la
para vestir al error con los colores de la v e r d a d ; pero
fuerza de las pruebas que vamos á presentar; pues
para restituir á esta su esplendor, no se necesita mas que
no queremos contestar á nadie este derecho. Pero di-
descorrer el velo con que se la ha pretendido cubrir.
remos si, que el que rehusare examinar los fundamen-
A fin de que el lector Siga fácilmente la discusión, con- tos de la indiferencia , no se debe contar entre los in-
viene que de antemano se forme de ella una idea clara diferentistas dogmáticos. Por el hecho solo, él mismo
y distinta, conozca el fin adonde se dirige, y la senda se constituye e n el número de aquellos insensatos , que
y camino que le ha de llevar á él. Pues hé aquí en po- queriendo á todo trance confundir los terrores de la con-
cas palabras lo que vamos á establecer y el método y ciencia con la repugnancia de la razón, temen mirar de
orden con que nos proponemos realizarlo. frente á la Verdad, y se forman contra ella una funesta
Se ha querido decir que la Religión, verdadera ó falsa, muralla de tinieblas, defensa débil, contra los remordi-
es indiferente para el hombre; y nosotros haremos ver mientos.
que, supuesta la existencia de una Religión verdadera,
esta es para el hombre, tanto considerado en particular i
como en unión y sociedad con sus semejantes, y con res-
pecto al mismo Dios, de la mayor importancia, de una
importancia infinita : de donde se sigue qué tiene un in- CAPITULO IX.
terés también infinito en cerciorarse si hay en efecto esta / • ' y .
Religión verdadera, y por consiguiente que es una locu- Importancia de la Religión con respecto al hombre en general.
ra infinita querer permanecer indiferente. Para aclarar
nuestros principios* aplicándolos á una Religión conoci-
La feücidad es el fin natural del h o m b r e , no hay uno
da, supondremos además que el Cristianismo es esta Reli-
que no desee de un modo invencible ser feliz; pero fre-
gión verdadera, cuya importancia se trata de manifestar.
cuentemente la razón incierta y las pasiones ciegas le
extravian y llevan léjos del término á que aspira con
1 Sur la tolérance. Spectateur français au XIV siècle, tom tanto ardor. El bruto sometido á leyes invariables, toca
IV, pag. 7?, 73.
seguramente á su destino : ni error, ni afección alguna

<
desordenada le separa del fin que le séñaló la naturaleza;
naturaleza, se sigue que ninguna criatura, y con parti-
y la muerte, de que ni tiene previsión, y cuyos terrores
desconoce, llegando para él en el momento"en que sus cularidad el h o m b r e , podría ser feliz sino por una per-
organos debilitados ya solo podrían hacerle experimen- fecta conformidad á las leyes, que resultan de su natu-
tar sensaciones dolorosas y desagradables, es para él un raleza. En una palabra, que no hay dicha, ni felicidad
beneficio. sino en el órden; y que el órden es la fuente del bien,
como el desorden del mal, tanto en el mundo moral co-
No sucede así con el hombre : inteligente y libre, si
mo en el mundo físico, lo mismo para los pueblos que
ha de gozar de la felicidad, es necesario que la busque,
para los individuos; y que cuando ellos desconocen esta
y se aplique á distinguirla de la que no es mas que su
sombra, ó imágen; que su voluntad la escoja libremen- verdad eterna, el castigo sigue de cerca, proporcionado
t e ; y nunca en verdad se aparta mas de ella, que cuan- siempre á la gravedad del desorden; y si este ha llegado
do, como el animal, obedece únicamente á sus apetitos. á ser extremo, si un pueblo ó particular se hace, digá-
Las nobles facultades que degrada, vengando entonces moslo así, culpable de un crimen ó delito capital, vio-
sus derechos ultrajados, le hacen sentir bien presto, por lando las leyes fundamentales de su s e r , la naturaleza
la amargura que derraman en sus placeres, que hay p a - inexorable le castiga de muerte.
ra él otra ley que la de los sentidos. Mas para conformarse á las leyes del órden, es nece-
sario conocerlas. Luego no hay felicidad para el hombre
La felicidad de las criaturas está y se encuentra en su
sin que se conozca á sí mismo, y sin que conozca á los
perfección; y así cuanto mas se aproximan á e s t a , tanto
otros seres y criaturas con quienes tiene relaciones ne-
mas se acercan á aquella. Hasta tanto que la consiguen,
se las ve agitadas é inquietas, porque todo ser que no cesarias, es decir, á sus semejantes; porque solo entre
ha llegado á Ja perfección que le es propia , ó que no es seres Semejantes es en quienes se halla sociedad y rela-
todo lo que puede y debe ser, se halla en un estado de ciones necesarias. Y en efecto, el hombre puede cono-
transito, y busca el lugar de su reposo, á la manera que cer á Dios, y á sí mismo, y por consiguiente conocer las
un viajero, extraviado en países desconocidos, busca con relaciones necesarias que le unen á Dios y á los otros
ansia solícita su patria. Y es digno d e n o t a r s e que todos hombres, y que se derivan de la naturaleza del hombre
los hombres, dominados sin advertirlo por el sentimien- y de la de "Dios. En otro caso seria un ser contradictorio,
to de esta vertad, unen constantemente á la idea de la porque teniendo un fin, que es la perfección ó felici-
felicidad la del descanso y quietud, que en sí mismo no dad, no tendría medio alguno para conseguirla y alcan-
es mas que esa paz profunda é inalterable, de que n e - zarla.
cesariamente goza un ser que ha llegado á su perfec- Esto muestra claramente cuan absurda es la doctrina
ción, y que tan sabiamente llama S. Agustín la tranquili- del fatalismo; porque si las acciones humanas fuesen
dad del órden; y así cuando la Escritura.quiere pintar- efecto de una necesidad invencible, todas ellas se orde-
nos la mansión horrorosa del sumo mal, nos la presenta narían necesariamente á la perfección del hombre, y por
como una región desolada, una tierra de oscuridad y consiguiente, él seria siempre tan feliz cuanto puede
de miseria, de tinieblas y de muerte, de la cual está des- serlo. Solo un ser libre puede obrar contra las leyes de
terrado todo orden, y habita un horror , y espanto sem- su propia naturaleza; y así ni la desgracia, ni el desor-
piterno l . den pueden explicarse sino por la libertad.
La naturaleza, que es inmutable, como que no es mas
Siendo pues la perfección de los seres relativa á su que el órden inmutablemente determinado por Dios, im-
• v - " . • pone y prescribe al hombre leyes inmutables como ella;_
t Terram miseria et tenebrarum , ubi umbra mortis, et nullus leyes necesarias, porque son la expresión de relaciones
ordo, sed sempiternus horror inhabitat. Job, x, 22.
necesarias ; leyes fuera de las cuales no se encuentra
fcllc ,d d
; ^' porque fuera de ellas no hay mas eme incompatible con el modo de existir que es esencial al
desorden. Nadie les puede señalar su origen ui m e S hombre.
nombrar su inventor. Se reconocen f á c i l n 4 n t e p o r S
Ni es menos frágil la base en que se apoyan los demás
tiguedad y universalidad, p o m o sé qué carácter L s S "
sistemas y teorías sobre la felicidad y sumo bien, que en
d i e z , de tuerza y de grandeza que jas tetin 'ue esen"
tanto número inventaron los sabios de la antigüedad 1 :
cialmen e, y las conserva i n d é s ¿ c t i b l e ^ n l S S l ¡
vacías de esperanza, no consideran al hombre sino en
el breve espacio de esta vida, sin mirar al destino eterno
que le ha de s u c e d e r : triste y*vana filosofía, que se viene
Sin embargo, el hombre seducido por una falsa cien á estrellar contra el escollo de la muerte.
c a, o arrastrado de las pasiones, f r e c u é n t e m e t e s e es" Conocer, amar, obrar, h é aquí el hombre, y lo que
entre los demás animales le. distingue. De la armonía de
s t m E ^ T e sa iesisiacion nau,rai
leza e o m o intentar mu estas facultades, y su perfecto desarrollo, resulta la feli-
e¿a y ? la de: rlos seres sus semejantes.d aDe
r su
estenatura-
modo cidad del individuo, porque es en. un todo conforme al
2 1 ? 3 ° S t r a t a n d 0 d e establ¿erse a g r a r i a m e n t e Órden, ó á la naturaleza de los seres que sus facultades
en sociedad con Dios, combine dogmas, é invente Re se desenvuelvan y despleguen; y todo ser privado de
hgiones; o q u e queriendo e s t a b l e c e r s e á s u m o l o e ñ una de ellas, ó en "quien se encuentre ociosa por falta de
sociedad con los demás hombres, combine S s de objeto correspondiente á que se pueda aplicar, está en
gobierno, é invente constituciones ™ 4 a S d u un estado contrario á su naturaleza, y por consiguiente
n a viene toda á parar en sustituir ^ t í o n é s á creen" doloroso.
cías pasiones á obligaciones y deberes v á c o W . El objeto propio del entendimiento ó de la facultad d e
tanto en el Estado como en las familias é i n d [ v £ ' conocer, es la verdad; luego la ignorancia, que es un
la agitación del desorden, y el frenesí de la S i n ? ' estado de imperfección, y el error, que lo es de desorden
en vez de la tranquilidad "del ó r d e T s i e n ^ d e S mental, son contrarios á l a naturaleza del ser inteligente,
que los mayores males que han afligido al » £ 0 é incompatibles con la felicidad.
humano en todas épocas, han n a c i d o 8 d e la c C s T Así como lo verdadero es el objeto del entendimiento,
teciones. arbitrarias, y de las Religiones i n v i t a d a s á así lo. bueno lo es de la voluntad, como que lo es del
a m o r ; y como nada puede ser amado, sin que antes sea
La Religión, la moral y la sociedad, son hechos gene- conocido, y el amor no es otra cosa en realidad que el
rales como la gravedad y pesantez : leves generales é"n- goce y fruición íntima de la verdad conocida, el amor
depenche.ites.de nuestras ideas, como lo pueden ser las depende de la inteligencia.
ra X & 1 Cl
f n t ° Cn 1 u e s e mire como p u - La inteligencia 2 , pues, es el principio del-amor; y el
ras abstracciones; cuéntese todo perdido. Entonces una
filosofía delirante lo querrá todo inventar, en l S ? 1 Varron cuenta doscientos ochenta y ocho.
2 Si por inteligencia entendemos el alma, no hay duda que ella
fisiSt ; 6 n R e l , S Í 0 , 1 ' P ° C 0 n i a s ó menos c o m o f u n es el principio del amor, como lo es del conocimiento, acción, etc.,
fisiologista, que no viese en la vida y sus fenómenos aunque-obra por medio de sus potencias; de la manera que en el
mas q u e u n sistema voluntario, p r e t e n k s e in e n S í sentido de la vista el alma es la que ve, aunque se vale para ello de
nuevo modo de existir : locdra á que efectivamente lie los ojos. Mas si por inteligencia se quiere significar el conocimiento
garon los - estoicos, cuando en la imposibilidTddes l ó acción de conocer, este podrá decirse principio remoto del amor,
traerse a todas las penas y aflicciones del ánimo y en cuanto nihil est volitum quin prcecognitum: si la potencia
misma, en igual f o r m a , por cuanto el entendimiento impera á la
t o d o s U K . f S i e r G n ¡ a í e l i c i d a d e n i a ^sensibilidad á
todos los dolores asi morales como físicos; insensibilidad voluntad para que elija y ame, aun cuando esta es la que inmedin-
15.
amor, principio de acción, tira á realizar exteriormente
su objeto es decir, el bien ó la v e r d a d : y así está escrito gencia extraña le conserve. El error, viciando al amor,
de la verdad suprema revestida de nuestra humanidad desarregla las acciones, y pone al hombre en relaciones
por efecto de un amor infinito, que pasaba siempre ha-
ciendo bien : pertransüt benefaciendo.
carrera, y es indudable que cuanto mas estúpidos, viven m a s y mas
El hombre eficaz, activo por sus sentidos, y por ellos sanos, como que viven y obran sin aprensión ; y a u n en el orden
inclinado también á las cosas materiales, dividido de este moral los impíos p r o s p e r a n , según la expresión de un profeta, y
modo entre dos amores y dos voluntades, que le impelen sabemos que en esta vida se h a n prolongado hasta la ancianidad.
Por lo mismo'creemos que las indicadas expresiones deberán enten-
violentamente a contrarias direcciones, no podrá gozar
derse en el primer sentido, ó en el orden intelectual. No puede d u -
de paz , sin que haya antes establecido el orden entre darse que la ignorancia es u n a especie de enfermedad intelectual,
sus facultades, y sujetado los sentidos á la ley de la r a - y que el error es una verdadera llaga del entendimiento , como los
zón, o de la verdad; orden que, en sus relaciones con crímenes lo son d é l a v o l u n t a d ; pero j a m á s la ignorancia ni el er-
as acciones de los seres libres, no es mas que la justicia ror podrán disminuir, ni mucho menos e x t i n g u i r , ó liaccr que el
inmutable del Hacedor : luego no hay felicidad sin vir- ser de la inteligencia se destruya, ni a u n es posible esta total extin-
tud m virtud sin amor predominante de los bienes in- ción, ni menos la destruccion'de su ser intelectual, y por consi-
guiente ni el físico ó el cuerpo. El ser de la inteligencia en todo
telectuales, o de la justicia y la verdad.
sistema filosófico, ó es el alma, que en cuanto aprende, juzga y dis-
Quitad esta armonía y dependencia entre nuestras fa-
curre se llama entendimiento, ó si quieren inteligencia, y en cuanto
cultades, y en el instante vereis nacer del mismo, desor- desea y ama se llama voluntad; ó bien la alma tiene sus potencias
den la pena, e dolor, que no cesarán sino cuando se ó facultades para entender y conocer, y á esta llamamos entendi-
acabe aquel. El hombre en el estado de ignorancia vive miento,y para querer y a m a r el bien, y llamamos voluntad : en
y obra a ciegas • ni sabe lo que debe amar, ni lo que es cualquiera de estos sistemas, así la facultad ó el ser intelectual, y
licito y se puede permitir; ni lo que debe huir, y el or- el ser volitivo , es u n ser espiritual, incapaz por lo mismo nf de
den le manda evitar; y si la ignorancia es total, como en d i m i n u c i ó n , ni menos de extinción ó destrucción, como prueba
el idiotismo absoluto, se acaba todo amor, toda acción se santo T o m á s ; y es tan evidente, que la sustancia espiritual no
destruye, y el individuo muere«, á menos que una inteli- tiene en sí mismo principio alguno de destrucción, ni causa alguna
•• .* extrínséca qne pueda obrar en ella esta m u e r t e , sino el mismo cria-
dor, el cual conserva, no destruye ni aniquila los seres que h a cria-
lamente ama y elige. Del mismo modo la voluntad ó el amor, que do, que no podemos persuadirnos sea este el sentido de La Mennais,
es aecion s u y a , se dice justamente principio de acción ó de obrar,- ni que se le pueda haber ocurrido una idea tan extravagante, y que
por cuanto e la es la que impele á las potencias exteriores á la eje- repugna al mismo sentido común. Resta pues únicamente que esta
cución. Nos lia parecido conveniente dar esta explicación por las di-, diminución ó extinción del ser inteligente, se entienda en cuanto á
versas acepciones que pueden darse á esta voz inteligencia, no. la inclinación del entendimiento y de la voluntad á sus respectivos
queriendo limitarla á u n a sola por noJiacerlo con el sentido del a u - objetos : ésta inclinación puede disminuirse, debilitarse, como en
tor, y parecemos que las dichas expresiones deben acomodarse unas efecto se ha disminuido y debilitado por el pecado o r i g i n a l , cuyas
veces a la misma alma, y otras á sus potencias. dos llagas principales son la ignorancia y la malicia, herencia de
1 Dos sentidos admiten estas frases, expresiones ó locucion : u ñ o todos los hombres, y se debilita asimismo por la multiplicación de
en el orden intelectual ó racional; otro en el orden físico , como pecados; pero jamás puede extinguirse ni destruirse su ser, porque
contrapuesto al intelectual: no podemos persuadirnos que M. de es la misma sustancia espiritual; y así dice santo Tomas que ni
L. M. hable del orden físico, á pesar que las expresiones suenan en los demonios ni en los condenados se destruye esta inclinaciqn,
después muerte física, aun del cuerpo; porque en este caso los que «antes bien de ella m i s m a dimanan los remordimientos de concien-
nacen estúpidos que nada entiendeu-,; los escépticos que de todo d u - cia que los atormentan. Debemos pues decir, que cuando La Mennais
dan ¡ l o s ateos que nada creen, y los hombres entregados á la "sen- afirma que el error causa diminución del ser en la inteligencia, ha-
sualidad y a todos los vicios, deberian morirse al principio de su bla del ejercicio ó de la acción propia del entendimiento, y lo m i s -
mo se ha de decir de la voluntad; porque si el entendimiento llegase
falsas, y por consiguiente dolorosas con sus semejantes- siente en sí un deseo infinito de saber y de amar, por-
Si permaneciendo la verdad en el entendimiento, la vo- que ^ u e d e v debe conocer la verdad infinita,.y antar e
luntad se extravia, se enciende entre la razón v las pa- sumo bien, no se ve atormentado de un deseo infinito de
siones una guerra terrible que desconcierta, y ¿ontrista obrar, porque su acción, como ser físico, es natura y
el alma, y es lo que forma los remordimientos con sus necesariamente limitada. El sabio que desea conocer las
terrores y angustias insufribles. Cuando los sentidos, ú leves del movimiento de los astros, y trabaja y vela por
orgajos destinados á servir 1 , se llegan á apoderar del descubrirlas, no piensa en someterlas a su voluntad;
porque sabe que su poder de obrar es limitado, y su in-
S t , L Í l , P O d f r ; - d deSÓrden basta lo sumo teligencia no conoce límites. ,
todo perece, la inteligencia, el amor, el cuerpo mismo 2 .
Cuando estabamos sometidos á la ley de la carne, dice
Sentados estos principios, consideremos a la íilosolia
energicamente ese libro divino en que s e encuentra toda y á la Religión relativamente á la felicidad : y j)ara co-
I T Z t f T ? nUeS/r'os m'emí>™ los pasiones desar- menzar por la primera, dígasenos de buena fe : ¿qué
regladas, daban frutos de muerte3 verdades son las que ella nos revela, y presenta á nues-
Es pues la primera condicion de la felicidad, que las tra consideración? ¿qué bienes son los que nos ofrece,
diversas facultades del hombre estén convenientemente los deberes y obligaciones que nos prescribe? ¿Qué nos
ordenadas entre si, y que cada una goce de su objeto enseña del lugar que ocupamos en el orden de los seres?
propio y peculiar. Alcanzar su perfecto desarrollo y ¿ qué de nuestro origen, de nuestra naturaleza, y nues-
gozar cada una del objeto que le corresponde en toda' la tro último fin? ¡ Ay! Mas débil é impotente aun que pre-
extensión de que es capaz, es indudablemente la segun- suntuosa, burla ó" degrada todas nuestras facultades y
da. Ahora bien, los deseos, no las obras, son el índice potencias. Nuestro entendimiento reclama, y le pide la
seguro de esta capacidad; y en efecto, el hombre que verdad infinita, que es la única proporcionada á sus de-
seos, y ella no le presenta mas que dudas, conjeturas
ñ"unaprivación lotal de la verdad ó del a m o r , se acabaría toda ac- vanas, absurdos palpables. Todas las creencias huyen á
ción dei entendimiento y voluntad, como que realmente carecían de su-vista; y cayendo ella como un sifón, ó tui furioso tor-
objeto, y a eslo sin duda llama La Mennaís extinción, destrucción
bellino sobre el entendimiento humano, trastorna todos
muerte,; porque, así comò cuando vemos á un liombre sin acción ni'
movimiento decimos que eslá muerto, así el entendimiento v la vo- los principios, arranca de raíz todas las ideas, acaba,
luntad sin acción pueden llamarse muertos intelectualment'e, p o r - destruye todas las esperanzas. Los sistemas son tantos
que no darían en este caso señal alguna de vida ; y aun en esta po- en número como los filósofos, y tan vagos y fugaces co-
sibilidad de esta hipótesis, podría ser tal el trastorno de los sentidos mo los sueños de la noche. Representémonos un hombre
que aun el cuerpo mismo muriese como dice La Mennais. Nos hemos á quien el deseo de la verdad, natural á todos los seres
extendido en su explicación para que nuestros lectores no hallen el racionales, le excita á buscarla, y que con este objeto,
menor tropiezo en una obra tan interesante.
auxiliado de una razón recta, emprende el exámen de los
1 Es bien conocida la hermosa definición que da del h o m b r e
de
sistemas filosóficos. ¡Quéoscuridades¡ ¡cuántas incer-
"OBald. á saber : El hombre es una inteligencia servida
por organos corporales.
tidumbres! ¡ qué de contradicciones! ¡qué mar inmenso
2 Entiéndese en cuanto los placeres sensuales embotan el e n - se le presenta, cuyas riberas nadie hasta ahora ha podido
tendimiento y embrutecen , y aun abandonándose ó entregándose divisar! O tú, á quien engaña la esperanza de descubrir
desmedidamente á ellos, gastan el cuerpo, acaban la salud, y q u i - en él algún día el dichoso puerto á que aspiras, cree á la
tan la vida prematuralmente. Véase la cita anterior." experiencia de los viajeros desengañados, y escucha la
3 Cùm enim essemus in c a r n e , passiones peccatorum.... opera- voz de Rousseau. «Yo he consultado, le dice, á los filó-
b a n t u r in membris nostris, ut fructificaren* morii. Ep. ad Rom. » sofos, he ojeado sus libros, he examinado sus diversas
» opiniones.; á todos los hallo soberbios, orgullosos, de-
EN MATERIA DE RELIGION. 267

» n S l ^ f que » grado : esta neutralidad es la esencia del pirronismo;


» lan unos de o r o s f e S m n í p r U e b a
*' * s e
^ » el que no está contra ellos, está manifiestamente á su
» m e p a r e c e el ú n i c o ^ r t o t ? ? ' ' ' ^ á t o d o s
' » favor. ¿Qué hará pues el hombre en este estado ? ¿ du-
» fantes y exaltados n . L i n i ? t i e n e n razon
- T
''iun- » dará de todo? ¿dudará si está despierto, si le punzan,
» vigor cuando ^ defienden ° 0 b a r d e s
> » ó le queman, cuando experimenta esta sensación? ¿du-
" razones, no las tienen s S t t f f 6 1 S 6 X a m i n a r s u s » dará si duda? ¿dudará aun si existe ó no? Es imposi-
»votos, cada u n T ^ Z S o T Z ^ ^ f 1 0 5 » ble, llegar hasta aquí., y no temo asegurar que no ha
8 U y ; 6 0 D a d a s e » habido jamás un pirronista que pueda decirse efectiva
» avienen sino e n disputarlo todo ^ °
» y perfectamente tal. La naturaleza sostiene á la razon
se c o n c e d é o s l o estó'desthi:rdnE'10meij^0S d e V ' d a * »
» débil, y la impide llegue á extraviarse hasta este extre-
si p a r a c o n o c e , ^ o b r a r v S p a r a d l s
P ^ = lo e s t á » mo ¿Dirá por el contrario que posee con certeza la ver-
Y ¡ a y d e a q u é l á^ q u i e n , a Z . T T T p a r a c r e e r
' » dad, cuando, á pocas instancias que se le hagan, no
1 ,a d u d a le a b r
sepulcro! e las p u e r t a s del » puede mostrar título ni dar razon alguna de ella, y
» está precisado á abandonarla?
» ¿Quién desembrollará este caos tan profundo? La
» versidad de s e n t i i E t o s ! y T o t ¡ ^ T ^ T dl
" » naturaleza confunde á los pirrónicos, y la razon á los
» t e n e m o s las m e d i d a s de esta 2 ,a S e g u n d a
- No » dogmatistas. ¿Qué será pues de t í , ó hombre; en qué,
» p o d e m o s calcular sus re l i o n a i q U , n a l n m e n s a ; *¡ » ó dónde irás á parar inquiriendo tu verdadera condi-
» m e r a s leyes, ni s u c a u S 3 S U S p r Í " )> clon pór tu misma razon natural ? Ni puedes evitar una
» nosotros m i s m o s ; n o con r p m ¿ " ' ? S I o <Iue s o m o s » d e estas sectas, ni subsistir tampoco en ninguna de
CUal 6 8 n u e s t r a n a
» turaleza, ni n u e s r o n r n í r m i n , - » ellas»
5 9 p e n a S
» si el h o m b r e e s w s e r s n n e * * * * * Criado el hombre para obedecer á las leyes del orden,
» Partes nos rodean i ^ S L e S í f 8 1 0 P
°r todas para vivir en sociedad con Dios, autor y vínculo de todos
» al o r d e n sensible : c r ^ S S S ? ® 8 ^SUPeri0res los seres 2 , para poseer la verdad infinita por la inteli-
l g e n c , a
» nemos mas que i m S S S f ' 5'no te" gencia, y gozar de ella por el amor; si por desgracia la
U
» vés de este L 2 S « ? "° s e a b r e al t r a - pierde, no viendo ya entonces cosa mas grande ni mas
6
» el ú n i c o v e r d a d e r o S S e Z ^ T ^ g a s e r perfecta que á sí mismo, comienza á amarse sin medida
» e s el q u e l l e v a al t é n W 7 P U e d e S a b e r 8 1 e l s u y ° en su interior, á enamorarse ciegamente de lo mas íntimo
que hay en sí, de su pensamiento y sensaciones; y,
a s ^ r consiguiente en el desorden, despues de haberse elegido
S Ce y p o s e s i o n á sí mismo por objeto de un amor infinito, se constituye
d e la v e r d a d , y sin p o d e r esta, S - °
d e ella a b r a z a la m e n t l / v í i ñ S a r ° s i e n I u & a <'
centro de todas las cosas, se hace un Dios : y la vana
mente de alcanzar S S d L t r T a d K ^ ^ f filosofía no viene á ser otra cosa que la idolatría del
p l i c i o p a r a él Sin P m i M r ' , a d u d a es u n s u p i- hombre, idolatría la mas funesta de todas, porque exal-
c o m o
» necesario que c a d f m ^ ' observa Pascal, «íes
Y 86 d e c i d a
» Ydeterminé t & ^ S S Z ^ 1 Penséesde Pascal, chap. xxxi, édit.de Paris, in-12.
C
» «las del „ °l0qUe ó e n las
2 Quitad á Dios del m u n d o , y todos ellos se desquician y desor-
denan : parecen entonces un monton de materiales para una obra,
sin orden y sin conexion : p o n e d á Dios, y todo está ordenado.
¡ Cuán otros aparecen colocados por el sabio arquitecto en su lugar ¡
1 Emite, t. III, p. 2?. __ 2 Ernile, t. III, p.'ág.
tando el egoísmo hasta lo infinito, rompe todos los vín-
culos sociales. taja, por mezquina que sea, aun en lo corporal, donde
Ciertamente, si hay un espectáculo triste y lastimoso, la vanidad no vaya á buscar deleites y placeres.
digno de compasion, es el de una criatura débil, igno- Mas ami cuando llegase á poseer todas estas ventajas
rante , oprimida por la calamidad, que habiendo perdido juntas, todo esto nunca seria mas que posesion del
de vista su verdadero fin, remueve con furiosa obstina- hombre imperfecto y miserable, y el c-orazon no tardaría
ción este fondo inmenso de miseria, para buscar en él su en pedirle nuevos bienes. Yo he sido todo, decia el em-
bien y su tranquilidad. Verásela á esta desventurada perador Severo, que desde la última clase del ejército,
criatura recorriendo el árido desierto de la vida, saltar de simple soldado habia llegado á ser emperador, y
de gozo y de contento al hallazgo de los mas viles pla- ocupar el trono de los Cesares; yo he sido todo, y por la
ceres, á la manera que los salvajes mas embrutecidos dan experiencia he visto que este todo de nada sirve \ Hé aquí
gritos de alegría, cuando errantes y hambrientos por el resultado de treinta años de trabajo, y de ima ambición
medio de los bosques, descubren cerca de sí algunas afortunada. Recorred los otros campos "de la gloria; pre-
frutas silvestres, ó los restos asquerosos de alguna presa guntad á los filósofos y favorecidos de las musas, desde
abandonada de las fieras. Homero .y Plinio el viejo, hasta Voltaire y Diderot, y
donde quiera no oiréis mas que quejas amargas, llantos
Todas las teorías filosóficas sobre la felicidad se redu-
y gritos de dolor. Semejantes á l o s dioses del paganismo,
cen á los sistemas de Epicuro y de Zenon, diversamente
á quienes la polilla y los gusanos roian en sus mismos
combinados y modificados; y por la razón poco antes
altares, el tedio, la zozobra, el disgusto y aversión des-
indicada, en las acciones y deseos del hombre separado
pedazan en secreto esas almas soberbias, cuya felicidad
de Dios, todo; en último resultado, se refiere y ordena
envidia un vulgo necio.
al orgullo ó al placer. Se ama con un amor infinito en lo
que hay mas íntimo y mas grande en sí , á saber, su Lo mismo podemos decir de las otras condiciones y
pensamiento é inteligencia. Pero este amor, lejos de h a - estados, porque el orgullo alcanza á todos. Plebeyos,
cerle feliz, le atormenta y le fatiga, porque siendo evi- grandes, sabios, ignorantes, todos se fatigan y anhelan
dentemente desproporcionado á su objeto, y pidiendo por ser admirados, y elevarse en el concepto de los otros,
sin cesar un nuevo alimento, que rara vez llega á obte- y en su propia imaginación. Casi todas las vanas ocu r
ner, y que jamás le sacia y satisface, le obliga á confesar paciones de los hombres no tienen otro fin : solo por
su extrema indigencia, y á pesar de sus repugnancias le esto, únicamente por engrandecer la idea que tienen
detiene y fija en el sentimiento penoso de su imperfec- formada de sí mismos, uno devasta, abrasa, asola toda
ción. El deseo de gloria, los empleos y destinos, los ho- la t i e r r a , y otro pasa la vida en estudiar sus produc-
nores, la pasión del estudio, el amor de las riquezas, ciones; aquél se encierra en su gabinete para escribir
cuando no tienen á los placeres físicos por fin ulterior; un libro, y este se va á hacer matar á mil leguas de
los enajenamientos y delicadezas suspicaces de la sensi- aquí, por obtener un pedazo de c i n t a , que ensalzándole
bilidad , las mismas -virtudes puramente morales no son, en su propia estimación, le distraerá, á su parecer, de
si me es lícito hablar así, mas que tentativas del orgullo, la memoria importuna de su miseria, y de su nada. No
para alejar de sí este Sentimiento doloroso. Se esfuerza tienen otro móvil nuestras opiniones y diversiones las
á suplir lá perfección absoluta por una superioridad úni- mas frivolas : buscamos ansiosamente en ellas un senti-
camente relativa. Engañado de esta vana esperanza, el miento dé superioridad, cualquiera que él sea, que nos
hombre trabaja para elevarse sobre sus semejantes en oculte nuestra imperfección real ; y nuestro orgullo es
poder, en reputación, ciencia y riquezas, y no hay ven- á un tiempo tan desordenado é indigente, que cualquie-

1. Omnia fui, et nihil expedit.


ra cosa le sirve de pábulo y alimento ; la suerte de una
una acción infinita, el hombre trastorna las leyes funda-
carta, la vuelta favorable de un dado, y lo que sin hor-
mentales de su ser, y rompe, quiebra elfrágil instrumen-
rorizarse, no se puede imaginar, hasta la separación mis-
to que le fué dado para muy distinto fin.
ma de Dios, y la pérdida de toda esperanza.
Los filósofos materialistas, que no ven en el hombre
Hé aquí en lo que venimos á parar cuando empeñados
mas que los sentidos, muestran una aversión, y un odio
en buscar en nosotros mismos la felicidad y nuestro bien
insuperable á la castidad, y esto solo basta para probar
nos lisonjeamos de encontrarla en la triste contempla-
cuan perniciosa y falsa es su doctrina, aun considerada
ción de nuestra excelencia propia. Y como donde no hay
solo con respecto á la vida presente. Porque la casti-
regla ó verdad, todo es exceso y desorden, esta especie
dad , antes de ser un deber ú obligación moral, es una ley
de culto intelectual y de adoración, que el hombre se tri-
de conservación que la naturaleza impone á todos los
buta , le conduce á un desprecio excesivo de sí mismo.
vivientes; y si ella es también una obligación para el ser
Fatigado de un trabajo sin fruto, y sin utilidad, se abate
moral, en parte es, porque es una ley para el ser físico.
y envilece tanto, cuanto antes se había querido elevar.
Así es que los animales, si se exceptúan algunos cortos
Desprecia, desdeña su inteligencia, su r a z ó n , y la d e -
momentos destinados á la reproducción, son castos por
grada hasta preferirle el instinto de los brutos. Le da en
instinto, sin lo cual, mucho tiempo ha las especies h u -
rostro, y reconviene de haberle engañado con promesas
bieran perecido, se habrían acabado. Léjos de que la
lisonjeras, y buscando en adelante un bien estar, una fe-
. unión de los dos sexos tenga por fin el deleite ó el placer,
licidad independiente de su a l m a , ama en sí sus mas
este deseado y buscado como fin, contraría directamente
ciegas sensaciones, según la profunda observación del
las miras de la naturaleza en esta unión, y se encamina
Apóstol : (( Teniendo oscurecido con espesas tinieblas
aun á alejar al un sexo del otro, introduciendo costumbres
» el entendimiento; separados de la vida de Dios por
infames, hartó comunes entrelos. antiguos, y justificadas
» la ignorancia que produce en ellos la ceguedad de su
y aconsejadas por los filósofos de hoy. «¡ O, y qué criatura
» corazon, se abandonan ya desesperados á la disolución
» tan vil y despreciable es el hombre, si no conoce que
» y á todas las obras de i m p u r e z a 4 . »
» hay en él alguna cosa celestial que lo eleva de estas
Pero siendo mucho mayor aquí la desproporcion e n - » cosas materiales y sensibles M »
tre el amor y su objeto, entre las facultades y los deseos, Por poco que haya conservado, no digo de conciencia,
el hombre nunca es mas miserable que cuando se aban- de gusto á la virtud, ni de respeto de sí mismo, sino
dona, y deja dominar de los sentidos. Todo el ser mo- únicamente de previsión y de razón, nunca jamás se ha
ral padece entonces, y á la momentánea embriaguez del oido que hombre alguno haya llegado á engañarse hasta
deleite ó del placer, sucede repentinamente la turba- el extremo de poner la felicidad en una pasión brutal ,.que
ción , el remordimiento devorador, largas y dólorosas tarde ó temprano conduce al último exceso de miseria,
angustias. envilecimiento y degradación. Aprenda, aprenda la fogosa
Lo hemos dicho, los placeres físicos, cuando el hom- juventud, contemplando las funestas consecuencias del
bre apeteciéndolos por sí mismos, hace consistir en ellos desarreglo de los sentidos, á reprimir sus funestos apeti-
su felicidad, destruyen la inteligencia, el amor, el cuerpo tos , que fácilmente enfrena una voluntad decidida, y que
mismo, porque pidiendo á los órganos un bien infinito, ó eficazmente lo desea.
El primer efecto, y efecto inevitable de los hábitos y
1 Tenebris obscnratum habentes intéllectum, alienati á vita Dei, cpstumbres voluptuosas, es embotar las pasiones del al-
per ignorantiam qua; est in illis, propter cajcitatem cordis ipsorum, ma, y excluir de ella todo otro pensamiento que no sea
qui desperantes, semetipsos tradrderunt impudieitice, in operatio-
nem immunditia; omnis. AdEphes. iv, 18, 19.
1 Montaigne.
el de los hediondos y viles placeres de que se halla es- conducen á la perfección que les corresponde. ¡Oh hom-
clavizada. Distraído y disipado el espíritu por deseos que bre ! que hablas con tanto orgullo de tu dignidad y gran-
se reproducen sin cesar, y rodeado de fantasmas impu- deza, desciende, baja de ese trono que formaste en tu ima-
ros, pierde su vigor y su fecundidad; se altera todo y ginación y en tu pensamiento ; la filosofía te lo manda :
descaece; la memoria se pierde, el carácter se enerva ven á colocarte detrás de los brutos animales, mas ilus-
y debilita, y se endurece el corazon. Ya no se sabe lo trados y nobles que tú ; y sacia tus deseos disgustados ya
que es amar, ni tener compasion, ni derramar delicio- y fastidiados de Dios, con los deleites vergonzosos é in-
sas lágrimas de ternura ó enternecimiento. El semblante mundos, que ellos te abandonan sin pesar y sentimiento.
mismo se reviste de una expresión ceñuda y desagrada- Los dos sistemas absolutos de felicidad, fundados el
ble. Las facciones muertas y apagadas anuncian que el uno en el orgullo, y el otro sobré los deleites, se combi-
manantial, la fuente de los dulces sentimientos de las nan y modifican al infinito, según el carácter, tempera-
emociones puras, de las alegrías inocentes se ha secado mento, preocupaciones y situación de cada individuo ; y
y extinguido. Se diría que la vida se habia refugiado toda se puede observar , como una nueva prueba de la influen-
entera, y concentrado eñ los órganos de los sentidos. Pero cia necesaria de las doctrinas sobre las acciones, que los
estos mismos órganos, gastándose prontamente, se ven filósofos no varían menos en sus reglas práticas de con-
acometidos de tropel por los achaques, dolencias, enfer- ducta que en sus principios especulativos, y que hay
medades y dolores. constantemente una relación exacta entre estos principios
He visto, y ¡ a y ! no se borrará este espectáculo jamás y estas reglas. Y como el principio mas general de la filo-
d e mi memoria; he visto algunas de estas desgraciadas sofía es que ño hay ningún principio enteramente cierto,
víctimas de üna pasión devoradora, en la flor de la edad ni ninguna verdad absolutamente incontestable, su regla
ofrecer ya la asquerosa imágen de una completa decre- de conducta principal y mas general es también, que no
pitud. La frente calva, las mejillas pálidas' y hundidas, el hay regla alguna ciertamente verdadera, ó absolutamente
mirar lleno de una tristeza estúpida, el cuerpo trémulo y obligatoria. De manera, que siendo todo arbitrario, y la
como encorbado bajó el peso del vicio, cadavéricos, sin verdad misma no siendo tampoco ya el objeto eterna-
acción, sin pensamientos, sin amor, victimas horribles ya mente subsistente de la inteligencia, sino una operacion,
de la disolución; á su aspecto parecíame oír los pasos de abstracta del entendimiento, una propiedad, digámoslo
los sepultureros que venían á toda prisa á llevarse aquel así, individual, la§ voluntades individuales suceden, y se
cadaver. • sustituyen á las leyes inmutables del orden ; y el hom-
¡Hasta tal extremo, sin embargo, puede la filosofía de- bre, independiente de todo, aislado, separado de sus se-
gradar al hombre! ¡oh y qué bien justifica por los efec- mejantes , alejado de su Hacedor, rey de la nada que él
tos, lo que no ha tenido rubor de sostener de palabra ha creado al rededor de si, queda dueño y señor absoluto
como un principio incontestable, que entre el hombre y de creer, amar, y obrar á su arbitrio y según sus capri-
el bruto no hay mas diferencia real que la del vestido 1! chos.
Pero esto era colocarle aun á demasiada áltura, y para Pero por mas que haga, no podrá mudar la natureleza
ser consiguiente, es necesario hacerle inferior á las bes- de las cosas, ni hallar la paz en el seno del desorden. El
tias, porque al fin estas, mas felices en esta parte que el único deber, dicen, la única obligación es hacerse feliz ;
hombre, no están como él atormentadas de deseos inúti- cuando al contrario, la verdadera, única. y sólida felicidad
les, y obedecen á leyes inmutables que las conservan y e s sujetarse, y ceñirse á la práctica rigorosa de los debe-
res y obligaciones. Júntense en uno- todos los deleites y
1 Éssai sur les regties de Clauíle el de Néron; tom. II, pag. placeres-, diversifíquense cuanto quieran, multipliqúense
liO. sin fin, no se tardará mucho en sentir su insuficiencia y
vacío. Estos frutos de la tierra, incapaces de satisfacer el esta vida presente, las enfermedades, los pesares, desa-
hambre del corazón», aunque alhagüeños en lo exterior, zones, achaques y dolencias de la edad, la pérdida de los
ocultan todos una secreta y,punzante amargura. Los d e - amigos y de los parientes, las injusticias, é ingratitudes;
leites, y las afecciones mismas se gastan y consumen, con además de que las ventajas de la condicion, talento,
dolor y prontitud; y son bien conocidas las quejas lamenta- del cuerpo y de la fortuna no dependen en manera
bles que arrancaba al gran Bossuet la inconstancia de nues- alguna de nuestra voluntad, hay también entre los bienes
tras amistades pasajeras, que se van y pasan con los años, de aquí bajo, y las necesidades de nuestro corazon, una
y los intereses. Lo mismo sucede á ese ardor, y esa a n - desproporcion que no hay medio alguno en el mundo que
sia que nos arrastra hácia las ciencias, igualmente que á pueda hacerla desaparecer. Pero sobre todo, aun cuando
los dulces sueños, é ilusiones encantadoras con que nos estos bienes fuesen tan reales y verdaderos como son va-
saboreamos en la juventud. Todo pasa, y no deja en pos nos y quiméricos, no por eso, serian tampoco mas á pro-
de sí mas que el disgusto, la ansiedad, y ese tedio inexo- pósito, en suposición de que todo se acabe para nosotros
rable que forma el fondo de la vida humanai. Así es que en la muerte, para procurar la felicidad á que aspiramos.
todo lo que no hemos aun experimentado, lo que nos es Siendo como somos criaturas finitas, y por el hecho mis-
desconocido, viene á ser para nosotros una especie de in- mo esencialmente limitadas, incapaces de a b r a z a r á un
finito que el alma abraza ansiosamente, como un objeto tiempo todas las verdades que querríamos conocer, y to-
proporcionado á la extension de süs deseos. Pero cuando das las perfecciones que desearíamos amar, solo por una
ella á pocos momentos advierte y conoce su e r r o r ; cuan- serie infinita de actos sucesivos podemos llegar á tocar el
do descubre la limitación, y siente el vacío, y la nada, de término á que nos dirigimos, y alcanzar el fin para que
aquel objeto que la embelesaba y seducia ; entonces el fuimos criados : de donde se sigue que siendo necesaria
encanto cesa, y cae en una tristeza profunda; repeli- una duración sin término ó eterna, para el cumplimiento
endo, y alejando de sí hasta la esperanza, se alimen- de nuestros deseos, ó el desarrollo perfecto de nuestras
ta con un gozo sombrío y melancólico de sus propias facultades, la filosofía que no anuncia al hombre mas que
angustias, y busca en una estupidez, á que siguen largos la nada, es tan contraria á su naturaleza como conforme
sufrimientos, una fria imágen de descanso. Recurso v a - la Religión que le promete la inmortalidad. Y ciertamen-
no ; la enfermedad va en aumento, y en llegando á su úl- te, si hubo jamás una doctrina bárbara y desconsoladora,
timo término, conduce á los desgraciados que están to- eslo sin duda la que dice á los hombres, condenados por
cados de ella, á un crimen execrable, el único irremisible, la mayor parte á duros y continuos trabajos, á la indi-
porque es el único de que no se da ya arrepentimiento. gencia, privaciones, abatimientos y dolores de toda es-
Arrojados léjos de la fuente de la verdad y del amor, se li- pecie ; Padeced y morid-, esa es vuestra herencia, no es-
bran de una existencia que se les ha hecho intolerable; pereis otra jamás.
y el alma, privada de todo bien, pretende sepultarse bajo Rousseau, á pesar de sus extravíos, tuvo á lo menos
las ruinas del cuerpo, al modo que un rey destronado se horror de esta triste y desoladora filosofía. «Tiemblo,
sepulta bajo las de su palacio. » escribía á un discípulo de Diderot, y me estremezco al
Y no nos imaginemos que graduando y mezclando a r - Í> veros contristar, y afligir á la Religión en vuestros es-
tificiosamente los placeres, corriendo perpetuamente de » critos. Desconfiad, querido Deleyre, de vuestro genio
unos en otros, se pueda prevenir el tedio, y satisfacer » satírico. Sobretodo, aprended á respetar la Religión; la
plenamente los deseos. No ; porque además de que á nin- » humanidad misma os impone este respeto. Los grandes,
guno es posible evitar los innumerables males anejos. á i> los ricos, los dichosos del siglo se regocijarían en e x -
» tremo de que no hubiese Dios; pero la esperanza de
i Bossuet. » otra vida consuela en esta al pueblo y al miserable des-
» dichado. ¡Qué crueldad, el quererles quitar también su duración. Contenta y se goza poco de lo que al m o -
» esta esperanza 1 ! » mento nos falta, ó puede faltarnos á cada instante; dé
Por lo demás, ya liemos visto á que se reduce, y que allí esas anticipadas y largas previsiones, por las cuales
es en sustancia esa pretendida é imaginada felicidad de el hombre prolonga en su imaginación su existencia en
los grandes, ricos, y afortunados del mundo. Vista de
un porvenir indefinido. La filosofía misma, asombrada
léjos, se asemejan á aquellos 'maravillosos y encantado-
de ese deseo que tienen los hombres de perpetuar su
res palacios que parecen descubrirse en el horizonte de
ser, y desesperada de poder contrarestarle y vencerle,
los mares que bañan las riberas de Nápoles : acercaos,
se ha creido obligada por condescendencia sin duda á
¿y qué halláis? vapores condensados, y nubes preñadas
de tempestades y borrascas. una debilidad tan general, á prometernos la inmortalidad 1
Y no olvidemos que el mérito y valor de los bienes no 1 Véase la obra de Gondorcet, intitulada : Esquisse d'un Ta-
depende únicamente de su naturaleza, sino también de blean historique des pro gres de l'esprit htimain, en donde este
autor expone el celebrado sistema de la perfectibilidad del hombre
hasta lo infinito, y anunciando á las generaciones futuras, para
1 OEuires de Rousseau, édit. de París, 1788, tom. XXXI, p'ag.
cuando no haya reyes ni sacerdotes, unas luces, unas virtudes, una
202. Alejandro Deleyre, criado en. sus primeros años con buenos
felicidad de que no es posible formarse idea, promete al hombre
maestros, mostró por algún tiempo una piedad ejemplar; pero por
la prolongacion indefinida de su existencia en la tierra. En medio
desgracia habiendo trabado en París amistad con Montesquieu ,
de estas extravagancias, y de estas locuras, ¡ qué consuelo es para la
D'Alembert, Diderot, Rousseau y Duelos, se impregnó en los princi-
religión ver á lina filosofía atea obligada á confesar que la felicidad
pios filosóficos. Compuso varios artículos para la Enciclopedia, e n -
del hombre está en su perfección, y que.él es llamado á una perfec-
tre otros el Ae fanatismo, con un tono , y tal fanatismo filosófico,
ción infinita, la cual no puede lograr sino con una sucesión indefi-
que motivó esta carta de Rousseau. Pero Deleyre no se aprovechó de
nida de tiempo! Este solo principio, bien entendido, debe hacer
unos consejos que por otra parte Rousseau no apoyaba con su ejem-
abrazar la religión á lodo incrédulo que raciocine. El marqués de
plo. Su impiedad era tal, que los sacerdotes de su parroquia se ne-
Condórcet se hizo notar en un principio por sus progresos en las
garon á celebrar su matrimonio. Publicó entre otras obras el Genio
matemáticas, y despues m a s por sus furores contra la religión : ad-
de Montesquieu, y el Espíritu deSaint-Evremont; y por el favor
mirador exaltado de Voltaire, viajó de propósito á Ferney para visi-
del duque de Nivernais obtuvo la plaza de secretario "de los carabi-
tar ó venerar á aquel filósofo, y participó tanto d e i u veneno filosó-
neros : despues fué agregado á la embajada de Viena, y nombrado
fico, que sus mismos amigos le llamaban el carnero rabioso, le mou-
bibliotecario para la educación del duque de Parma, cuyo ayo prin-
ton enragé. Declarado republicano desde la guerra de la América, lo
cipal era Condillac. ¡ En qué manos se ponían los destinos de los
fué desde él momento en que estallóla revolución : escribió sobre
Príncipes! Vuelto á París, con u n a pensión de dos mil libras, ayudó
las juntas provinciales; y cuando el viaje desgraciado del rev
á Raynal en la elección de materiales para su Historia del Comer-
Luis XVI á Varenes, pidió en la asemblea su suspensión, y redactó
cio de las Dos Indias. Empapado en todas las ideas liberales sobre
e l , M a n i f i e s t o d los Franceses para motivar esta m e d i d a : adherido
la Soberanía del Pueblo, abrazó con furor la causa de la revolu-
al partido de la Gironda voto por la pena mayor contra el rev,
ción. Diputado á l a Convención, votó la muerte del rey Luis, sin
como no fuese la de m u e r t e ; y formó parte de la odiosa comision de
apelación , y pronunció con" esta ocasion un discurso lleno de in-
Salud pública, y d é l a de Constitución. Al fin proscripto por Bris-
vectivas contra los reyes y sacerdotes; que siempre los enemigos
sot,'y huyendo de unas en otras partes, se quitó la vida con un v e -
d e t a l l a r lo han sido del trono. En 1795 tuvo la dirección de las e s -
neno que llevaba siempre prevenido. Lo que asombra e s , que esta
cuelas norme/les, en seguida f u é miembro del consejo de los qui-
obra aquí citada, en que tanto declama contra los sacerdotes y los
nientos; y al fin en la erección del Institutoi-ctíúslituido individuo
reyes, la escribiese en este tiempo en que se veía perseguido de los
en la clase de las ciencias políticas y morales. Murió el 1797.; Qué
enemigos de unos y otros. Tan cierto es que cuantío el hombre se
influjo el de las buenas ó malas Compañías! Deleyre, subdito fiel,
abandona a los principios filosóficos, todo, hasta su interés, cede al
bueno, piadoso con los buenos, por juntarse con l o s filósofos se con-
deseo del triunfo de su opinion. Fomentado Condorcet en sus p r i -
viriió en u n impío y un regicida : teman los padres descuidados
meros años por el obispo de Lisieux, convirtió s u s tiros contra la
por sus hijos, y velen sobre ellos.
Iglesia y sacerdocio.; y malogrando sus talentos, que le pudieran b a -
i. . 16
en la tierra, pero dejando á los siglos futuros la ejecu-
ción de sus promesas consoladoras. vano; la eternidad sola le responde. Corramos un velo
Mientras llega, la ley general se ejecuta. El tiempo, á sobre lo que resta de esta escena espantosa, y dejemos
quien nada detiene, trae velozmente á cada uno su hora al infierno sus secretos.
postrera, y llegándose al ateo le anuncia que .es preciso Sin embargo es preciso decirlo para gloria de la f e ;
morir. ¿Qué le sucede, qué pasa en él en este momento? hay pocas incredulidades que no vacilen y se estremez-
¡Ah! Quiero suponer, lo que es casi imposible, que can al aspecto de la muerte. De cualquiera manera que
haya sofocado los remordimientos, y que ni duda alguna se haya vivido, al menos se desea morir en los brazos de
turbe ni alarme su incredulidad : ¿está por eso libre de la Religión, y en el seno de sus esperanzas : la razón
terror, de angustias y congojas? Preguntad á los que han íluctuante hasta entonces, se fija al acercarse la eternidad,
visto al ateo en el lecho de la m u e r t e ; no tocado de una cuya luz formidable disipando todas las ilusiones, au-
de esas enfermedades que privan del uso de los sentidos menta de tal modo el brillo de la verdad, que solo una
y de las facultades del alma, sino con todo su conoci- larga y funesta costumbre de no creer, junta con un o r -
miento, y gozando enteramente de sus facultades morales, gullo sin medida, puede entonces hacerla desconocer;
y sabiendo que va m u y pronto á espirar. La imágen efecto á veces de una espantosa permisión de Dios, que
viva de lo que pierde, ocupa todo el espíritu del mori- es principio ya de sus venganzas Él mismo Bayle, á
bundo. Inclinaciones, amistades, hábitos, costumbres, pesar de ser un escéptico, hace esta observación :
mil lazos que le unian á la vida se rompen de una vez ; « Casi todos los que viven en la irreligión, dice, no hacen
rompimiento horroroso, que separando repentinamente » mas que d u d a r ; -no llegan jamás á la certidumbre. Por
al alma de todo lo que amaba en este mundo, la deja » eso al verse luego en peligro, en el lecho de una en-
sola, herida, y lastimada en un vacío infinito. Aquel abis- »•fermedad, donde la irreligión ya de nada les sirve,
mo sin fondo adonde va á descender, aquella soledad » toman el partido mas seguro, que promete una felici-
oscura, aquel silencio eterno, aquel sueño frío, aquella » dad eterna, en caso que sea verdadero, y que no expone
noche perdurable que jamás tendrá aurora, aquella pri-
vación de todo bien, junto con el deseo invencible de ser
feliz, todas estas ideas, y otra infinidad de ellas no menos 1 Se puede formar u n a lista bien larga de los incrédulos que
en la hora de la muerte han rendido sus homenajes y respeto á
desoladoras, pesan sobre aquella alma miserable, la
la religión. No citaremos m a s que algunos de los mas célebres, y
trastornan, la despedazan, y dan principio á su espan- cuyo nombre es m a s conocido. Boulanger, Toussaint ( véase, so-
toso suplicio. ¿Mas qué diré de su miserable situación, si <• bre este la pág. 150). Boulainvilliers, el marqués de Argens,
la considero con algunos aunque débiles restos de duda Montesquieu, Maupertuis, BulTon, Dumarsais , Fontenelle, Damila-
sobre los principios que se habia formado? ¿Cómo pintar vtlle, Thomas, Bouguer, déLangle, Tressau, Mercier, Palissot, Sou-
sus ansiedades, sus remordimientos, su arrepentimiento lavíe, Larcher. Diderot quería también confesarse; pero le quita-
tardío casi sofocado por la desesperación, y aquel mirar ron todos los medios de conseguirlo. De d'Alembert, decia Condor-
consternado que no encuentra por todas partes mas que c e t : Si no ha sido por mi, canta la palinodia. Las mismas precau-
ciones, á lo que aparece, se tomaron c o n t r a í a debilidad de Vol-
inconsolables recuerdos de lo pasado, y un porvenir sin
taire, el c u a l , según la relación de Tronchin (médico protestante
esperanza? No es entonces la nada la que teme; al con- que le asistió), m u r i ó entre convulsiones rabiosas, y lanzando el
trario la desea, la llama de todo su corazon; pero en grilo fatal de : Huero abandonado de Dios y de los hombres. J u a n
Jacobo Rousseau, según todas las apariencias , se quitó la vida á sí
mismo. Habia escrito en favor del suicidio, despues en contra de él,
ber h e c h o célebre en las ciencias, se lia hecho odioso á la posteri-
y terminó autorizándole con su ejemplo ( en las Memorias para la
dad. Notable casa es que todos los filósofos impíos hayan sido revo-
lucionarios. historia del siglo XVIII, año de 1118, t. III, pág. 185, traduc.
española, se da por mas que probable que fué de.un pistoletazo.)
» á ningún riesgo, dado que fuere falso '. » La vanidad
cede entonces á otro interés mayor. ..« Si ellos son locos « Hé aquí lo que puede el hombre por sí mismo con
» con extremo , decia Montaigne, no" son igualmente » respecto á la verdad y á la felicidad. Ni el nogmatismo
)) fuertes y arriesgados : no dejarán de juntar y levantar » puede vencer la imposibilidad en que nos hallamos de
» sus manos al cielo, si les dais una estocada en el p e - » probar lo verdadero, ni el pirronismo puede triunfar
» cho; y cuando la enfermedad ha calmado ya el hervor » de la idea de la verdad que poseemos. Deseamos la
» licencioso de su humor voluble é inconstante, no deja- » verdad, y no encontramos en nosotros mismos mas
i) rán de volver en sí, y dejarse dirigir discretamente » que incertidumbre. Ansiamos, anhelamos por la feli-
» .por la creencia y los ejemplos públicos. Hay mucha » cidad, y no hallamos mas que miseria. No podemos
» diferencia de un dogma meditado seriamente, y esas » dejar de desear la verdad y la felicidad, y somos in-
» impresiones superficiales, originadas de la disolución » capaces de una y o t r a . . . . . La voluntad no da un paso,
» de un espíritu desconcertado, que temeraria é incierta- » por pequeño que sea, que no se dirija hácia este objeto •
» mente ruedan por la fantasía. Hombres miserables y » este es él móvil de todas las acciones de los hombres,
» descabellados, gentes sin seso, que se empeñan en ser » aun de los mismos suicidas: y sin embargo, despuesde
» peores de lo que pueden ser..» » tantos dias, de tan larga serie de años, no ha habido
51
No obstante, es por desgracia cierto, que á fuerza de uno que sin la f e , sin la Religión, haya llegado á este
pertinacia y de trabajo se. puede llegar, á corromper de « punto, adonde todos continuamente se dirigen. Todos
tal manera la razón, que sé haga casi imposible su vuelta » s e quejan de su suerte; reyes, príncipes, súbditos-,
á la Religión en 1a hora de la muerte. La duda, volunta-
ria en los principios, se arraiga luego en el alma, crece,
la Religión, único recurso capaz de consolarle. Pero había ya mucho
se afirma, y no se puede arrancar sino con grandes es- tiempo que la duda é indiferencia se habia enseñoreado de su alma
fuerzos. El prodigio mayor de la omnipotencia de Dios, para que diese lugar á ninguna creencia. — ¡ Creer! dijo : esto es
es una conversión repentina; pues no se necesita para propiedad exclusiva de los tontos : ya nadie cree cosa alguna sino
ello menos que la suspensión d e las leyes de la natura- los.necios. — Nada? ¿ pues no hay materia y cuerpos ? — Yo ni sé
leza y de la moral. No creer cuando se desearía creer y lo que es eso, ni lo -que con ello se quiere decir. — ¿ Pero interior-
cuando se conoce su ventaja y la necesidad, es el castigo mente la conciencia?... — Eso es efecto de las preocupaciones : si
m e hubiesen inspirado otras en mi niñez, ella creería bueno todo lo
de no haber creido por una resistencia culpable de la vo-
que cree malo, y no m e causaría ahora turbación alguna. — Pues
luntad, en aquel mismo tiempo en que nos arrastraba ¡ q u e ! « n a d a hay cierto para vos? ¿ p u e s no es mejor, por ejemplo,
con todo su peso hácia la verdad manifiesta. Negándose no asesinar á su padre que asesinarle? — Monsieur, replicó el e n -
el entendimiento pervertido á toda convicción, la única fermo, si se ha de hablar i n g e n u a m e n t e , yo en verdad no sé sobre
doctrina que queda es un escepticismo absoluto 2 . qué principio podemos, en buena filosofía, apoyarnos para decidirlo:
n a d a sé. — ¿ Pero las matemáticas no tienen alguna certeza á vues-
1 Dictlonnaire critique, art. fíiuu. tros ojos? — E n las matemáticas veo una serie de consecuencias
2 El ejemplo que voy á citar e s t á n convincente que me excusa perfectamente conexas; pero por lo que respeta á su b a s e , no sé
de dar otra prueba. Estando el celebre médico Barlhez próximo á cual es. — ¿ Estáis seguro que .no teneis nada que temer ? — Nada
la muerte (acaeció esta en 180G), una persona de ¡ a m a s alta reco- sé. — De allí á pocos dias Barthez ya no existía (Barthez f u é m é -
mendación, que tenia con él algunas relaciones, f u é a visitarle con dico de consultas de Bonaparte , y antes lo habia sido del re* •
la esperanza de hacerle'aceptar los consuelos de !a religión, que su amigo de la mayor parte de los filósofos impíos, y uno de los colabo-
situación debia hacerle tan apetecibles. Hallólo, como se lo había radores del Diario de los sábios, publicó varias obras de medicina,
pensado, triste, sombrío, inquieto. Por m a s que procuraba disimu- en las que trabajó por extender ese bajo materialismo que abate ai
lar, su turbación y angustias se manifestaban á cada instante. Este hombre á la triste condicion de las bestias. Sirva de cautela para
amigo, conmovido de su situación, y viéndole padecer, le habló de los profesores de esta facultad que lean sus obras. De n a d a sirven,
los conocimientos, si nos h a n de hacer eternamente desdichados. 1
i» vasallos, nobles, plebeyos, jóvenes, ancianos, fuertes también el desorden en los pensamientos para terminar la
» y débiles, sabios, ignorantes, sanos, enfermos, de todo guerra dolorosa entre los apetitos y la razón. Asimismo,
» país, tiempo, edad, sexo, condicion. cualquiera que despues de haber creido, deja de creer,
» Una experiencia tan larga, tan continua, y tan uni- cede sin duda á un interés de orgullo ó de deleite; y en
» forme, debería convencernos de la imposibilidad en que este particular apelo sin temor á la conciencia de todos los
» nos encontramos de llegar por nuestros propios esfuer- incrédulos
» zos á la felicidad. Pero la experiencia no nos instruye....
» Caido el hombre de su estado natural, no hay cosa á 1 Esíe carácter duplicado de orgullo y de voluptuosidad, se mani-
» que no sea y haya sido capaz de dejarse llevar. Luego fiesta singularmente en las palabras, obras, instrucciones, doctrinas,
» que perdió el verdadero bien, todo indistintamente conducta, y hasta en el tono altanero, arrogante, seco, decisivo, des-
» puede parecerle tal, aun su misma destrucción, por deñoso y amargo de los filósofos de todos los siglos, llamados con
tanta razón por san Jerónimo animales de gloria. Un filósofo man-
» mas contraria que sea á un tiempo á la naturaleza y á la
so y humilde de corazon, y u n filósofo casto, serian en efecto el fe-
» r a z ó n . . . . Extraviado visiblemente, siente én sí los nómeno moral m a s inexplicable; pero no hay que temer, no nos ve-
» restos de un estado feliz, de que ha caido, y que no remos en el embarazo de explicarlo : donde acaba el orgullo co-
» puede recobrar. Rodeado, y en medio de unas tinieblas mienza la fe. Siendo de tanto peso para los filósofos la áutoridad de
» impenetrables, le busca por todas partes con inquietud, Rousseau, apoyaremos estas observaciones con sus mismas confe-
» pero inútilmente y sin suceso \ » siones y ejemplo. « Aun cuando, dice, los filósofos se hallasen en
En efecto, es absolutamente indispensable que el s estado de descubrir la verdad, ¿cuál se tomaría interés por ella?
hombre busque su felicidad, y que la busque ó en Dios, ó « Todos y cada uno sabe bien que su sistema no está mejor fundado
» que el de los d e m á s ; pero lo sostiene, porque es suyo. No hay si-
en sí mismo, y en los objetos que le rodean. Si dócil á
s quiera uno de ellos, ni uno solo, que aunque llegue á conocer lo
las instrucciones de la Religión, considera á Dios como » verdadero y lo falso, no prefiera la mentira inventada por é l , á la
su verdadero bien, la virtud, que es el amor, al orden, ó » verdad descubierta por otro. ¿ Dónde está el filósofo que por u n
la preferencia que respecto de sí mismo da a los otros por » vislumbre de celebridad de gloria no engañaría voluntariamente
Dios, se identifica para él con el amor de la felicidad, ó » al género h u m a n o ? ¿ Cuál de ellos se propone en el secreto de su
del bien estar. D corazon otro objeto que el dé distinguirse ? Con tal que él sea e n -
Mas si busca su felicidad en sí, obligado á colocarla ó » salzado sobre el vulgo, ó eclipse la gloria de sus concurrentes ó
» r i v a l e s , lo demás ¿que le importa? El punto esencial está en
en el alma ó en el cuerpo, viene á ser infaliblemente
» pensar de distinta manera que los demás. Entre los que creen es
esclavo del orgullo ó de la sensualidad y del placer; p o r - n ateo, y entre ateos creyente. (Emile, t. III, p . 30). » — Séneca n o
que el orgullo no es mas que el sentimiento de una alma se detiene en colocar sobre Dios á su pretendido sabio. Horacio no
que se complace y se paga de sí misma, y se ama como á pedia á la Divinidad mas que salud y riquezas; por lo demás él sa-
su último fin. Así es que el efecto inevitable de toda bría adquirirse la perfección m o r a l : Del vitam, det opes, cequum
filosofía irreligiosa es un refinado egoísmo : por consi- mihimet animum ipse parabo; y en efecto, dió la prueba en sus
guiente, toda filosofía impía es esencialmente destructiva poesías licenciosas. Las costumbres de los filósofos griegos, sin excep-
t u a r l o s mas graves, son bien conocidas; y si se duda de su orgullo,
del orden y de la virtud; y así como la irreligión conduce
léase á Luciano, que con tauta gracia se burla de ellos, y que siendo
á todos los vicios, así.el hábito y costumbre de pecar él mismo también filósofo , .se rie según la máxima favorita de
conduce, á la irreligión; porque es muy natural que el d'Alembert, de todo, y lleva la inmoralidad hasta el último grado de
hombre se procure persuadir que la felicidad está donde cinismo. No nos quedan mas que algunos restos de los monumentos
él la busca, y que, cuando el desorden se ha enseñoreado de la antigüedad; pero eslo poco es mas que suficiente para justifi-
de los afectos é inclinaciones, la voluntad introduzca car la observación de Montaigne, de que enlodas las clases y escue-
» las de la filosofía antigua, un mismo obrero publicaba en ellas r e -
1 Pensées de Pascal, cliap. 21. » glas dc templanza, y juntamente escritos amorosos y de disolución
.« ¡ O hijo mió! exclama el autor del Emilio, despues de » tencia de Dios, y de una vida futura; ojalá que puedas
»> haber establecido los dogmas consoladores de la exis- i> algún dia sentir de cuanto consuelo es, despues de h a -
)i ber descubierto á fondo la vanidad de las opiniones hu-
» manas, y gustado la amargura de las-pasiones, hallar
»(Essai, libro 3, ch. 9 ). » - Pero pasemos, por abreviar, á los íi -
losofos modernos. El escéptico Boy le a b u n d a , hierve en obcenida-
» al fin tan cerca de sí la senda de la sabiduría, el premio
des groseras. Helvecio no menos licencioso, hace aun mas, forma » de los trabajos de está vida, y la fuente de aquella feli-
como Mandeville, la apología directa del vicio. A uno y otro superó » cidad, que ya no la esperabas! Todos los deberes y
La Mettne, quien parece no halla contento sino e n ' e l lodazal de » obligaciones de la ley natural, casi borrados de mi co-
las maximas mas disolutas. Volteare llegó hasta el incomprensible » razón por la injusticia de los hombres, se trazan de
orgullo de tener envidia del mismo Dios. Creeis acaso, decia él y )> nuevo en mi alma á solo el nombre de la justicia eter-
no puedo sin dolor repetir sus palabras sacrilegas, creeis que Je- » na, que m e los impone y me los ve cumplir. Ya no veo
sucristo tuvo mas talento que yo? Este mismoliombre, además de
» en mí mas que la obra é instrumento del Ser supremo,
u n a multitud de cuentosy folletos obscenos, escribió un poema i n -
f a m e q u e Condorcet justifica, alaba y celebra ardientemente, decla- » que quiere el bien y le obra, y hará también el mió
mando contra ta afectación de la austeridad en las costumbres, » por el concurso y conformidad de mi voluntad á la suya
y contra el aprecio excesivo que se hace de la pureza y de la cas- » y por el buen uso de mi voluntad : m e conformo con el
tidad (Vie de Voltaire). - El autor de la Histoire des Etablisse- » orden que establece, seguro de gozar algún dia de este
ments des Europeens elans les deux Indes (Ravnal), se queja t a m - » o r d e n , y encontrar en él mi felicidad : ¿y qué felici-
bién amargamente de importancia que se ha querido dará la » dad mas dulce y placentera, que verse ordenado y com-
disolución; delito, añade, ;«« digno de perdón en sí mismo, tau
» prendido'en un sistema donde todo está bien todo
indiferente por su naturaleza, y tan poco libre por sus ludasüe-
nos atractivos (lib. 19). - Diderot niega sin rodeos la distinción
» e s justo y arreglado? Si me veo expuesto al dolor, lo
délo bueno y de lo malo, del vicio y de la virtud. « Me parece » sufro con paciencia, considerando que es pasajero y
» dice, que si hasta hoy no se hubiese hablado sobre las costumbres, » momentáneo, y que proviene de un cuerpo extraño,
» todavía estañamos sin saber lo que es vicio, ni lo que es virtud » que no es mío. Si hago una buena acción á solas y sin
»( Essai sur les régnes de Claude et de Néron, t. II, pag 84) - » testigos, sé que Dios la v e , y en la otra vida pre-
» No reconvenir ni censurar cosa alguna á los d e m á s , ni arrepen- » miará la conducta que he observado en esta. Si pa-
»tirse de nada, he a q u í , escribía á un amigo suvo, los primeros
» dezco una injusticia, me digo á mí mismo : el Ser justo,
» pasos hacia la sabiduría ( Le tire á M. L"*". Correspondance de
» Grimm. et de Diderot, t. II, pag. 62). » No es posible dejar m a s
» que todo lo rige y gobierna, sabrá bien indemnizarme;
a sus anchuras Ios-vicios. El patriarca de los filósofos impíos, y mo- » y de este modo las necesidades del cuerpo, las mise-
dernos ateístas, á quien solo el nombre de Dios enfurecía, m i a n d o » rias de Ja vida me hacen mas soportable la idea de la
la practica á la especulativa, consagraba u n a parte de sus ocio-' á »muerte. Serán otros tantos lazos menos que romper,
dar a s u s contemporáneos, y á las generaciones v e n i d e r a s , leccio- » cuando sea necesario dejarlo todo 1 . » « Lo que le im-
pía mano su descrédito y deshonra, es hasta donde puede llegar el
S t r ? t n a P O r m e d i 0 d e r o m a n c e s 5' n °velas E s c e n a s orgullo. — Despues de haber citado á los maestros, seria superfluo
que compoma al miento. - De Rousseau todo el mundo sabe que hablar .de los discípulos, y ostenlar una lista triste y vergonzosa de
fotaba i cálmente embriagado, y loco de soberbia. E n su opinion se
nombres odiosos ó despreciados, desde el autor horrorosamente in-
e debían levantar estatuas ( L e t t r e ¿ M. de Beaumont). Y en el1 -
Í r ° : " Í Z ° e D q U f d e S C u b r e c o n u n G i n i s m ° impudente las numero- moral de la Guerra de los Dioses, hasta ese ridículo astrónomo
£ ¡ E S e z a s d U n
, ' V ! d a sumamente
infame y vergonzosa, c i - que poseía, según decia él mismo , todas las virtudes. Y por otra
t a n d o a todos los hombres a n t e el tribunal del soberano Juez los parte, ¿de qué serviría desenterrar del sepulcro del olvido esos nom-
3 qU e
S í , ^ Prfenl,e Uno ^ ten a
S valor para decir : Yo fui bres infectos y podridos , ni quién tendría valor tampoco para re
Esta
o p r e s i ó n puesta al frente de
volver este fango cenagoso ?
u n l . b i o . e n el cual parece que la Providencia habia obligado á
Rousseau a consignar y publicar por sí m i s m o , v firmar por s u p r o - 1 Emilr, t. III, p. 119,
» porta al hombre es llenar sus deberes, cumplir con sus En efecto, toda verdad dimana de Dios, que es por
»obligaciones en la tierra, y cuanto mas se olvida de sí esencia la verdad infinita; y donde Dios no está, como
» mismo, trabaja mas para sí. El interés particular, hijo dice Tertuliano, no hay verdad alguna l . Dios no está en
» uno, nos engaña; solo la esperanza del justo es la que el entendimiento del ateo; y el ateo, si es consiguiente,
» no engana jamas 1 . » 1
repele de sí todas las verdádes, aun las físicas, y cae en
P un pirronismo universal. Dios no está tampoco sino muy
f l q u e l a m i s m a f l l o s o f í a ' ^ los momentos imperfectamente en el entendimiento del deísta; y el
Z í ! u \ d e ? U G n a , f e ' n o s e n s e ñ a > a d v i e r t e q « e n o hay
deísta, indeciso, no posee mas que verdades imperfectas,
S Z 6 1 m U n d 0 f l i e r a d e l a R e l i ? i o n ' Porque fuera
oscuras, que varían á merced de las opiniones, é ince-
ae ella no hay certeza ni esperanza. «Cuando quiero ins-
samente arrebatadas por el torrente de la duda.
» truirme, dice Maupertuis 2 , sobre la naturaleza de Dios
» sobre la mía, sobre el origen del mundo,-y sobre su fin Sin embargo, no hay felicidad sino en la posesion de la
») mi razón se confunde. Si en esta noche profunda e n - verdad infinita, ó del bien infinito; porque el bien y la
»> cuentro el único sistema que puede satisfacer el deseo verdad son una misma cosa : luego no hay felicidad sino
» que tengo de ser feliz, ¿ no deberé en el héeho mismo, en la posesion de Dios; « y la vida eterna, dice la Escri-
» y por esto solo reconocerlo por verdadero ? ;No de- » tura, es conoceros á vos, que sois, el único Dios v e r -
» bere creer que el que me conduce á la felicidad, e s el )> dadero, y á Jesucristo á quien enviasteis 2 . »
» que no puede ni sabría engañarme?» Pero el hom- Dios es el supremo y soberano bien del hombre : luego
el ateísmo, que negando á Dios, separa al hombre de la
p n L , - ? r a , V °. P ° r e l o r S u l , ° - e s tan extrañamente verdad infinita, y de toda verdad, es la privación abso-
enemigo de si mismo, que aborrece la única doctrina luta de todo bien, ó el sumo mal.
S L ' , r y , ^ m a c i o n á su existencia; miraría
El deismo, que admite á Dios sin conocerle, porque
como un triunfo establecer sobre las ruinas de esta
niega ó no cree en Jesucristo, ó el mediador, por quien
doctrina celestial y divina, errores igualmente absur-
únicamente podemos conocer á Dios; el deismo, que
dos y desoladores, .y se gozaría, y tendría no sé qué
alegría desesperada en asegurarse, -si pudiese, á costa desconociendo las relaciones necesarias que unen al
ae su misma razón, una miseria sin remedio y sin iin. Hé hombre con Dios y con los demás hombres, establece
aquí la razón porque ha sido necesario que el Cristianis- otras arbitrarias, ó no establece ninguna : el deismo,
mo humillase, abatiese, aniquilase el orgullo humano que no presenta al entendimiento sino probabilidades sin
para reconciliar al hombre con la felicidad. «Si alguno' certidumbre; el deismo, como que no es mas que uná
» dice el apostol san Pablo, no abraza las sanas palabras pura opinion, deja al hombre dueño absoluto de sus pen-
» d e nuestro señor Jesucristo, y aquella doctrina que es samientos, amor y acciones, independiente de todaley de
» conforme a piedad, es un soberbio, nada s a b e ; flaquea justicia y de verdad : estado contrario á la naturaleza,
» y se consume sobre cuestiones y contiendas de pa- estado de desorden , y el mas miserable despues del
» abras de donde nacen y se originan envidias, renci- ateísmo, á que conduce.
l l a s , blasfemias, sospechas malas, pensamientos per-
liil sciens, s e d i a n g u e n s circa qujestiones et pugnas v e r b o r u m , ex
» versos, altercaciones continuas de opiniones entre
quibus oriuntur invidi®, contentiónes, blasphemias , snspiciones
» hombres de entendimiento corrompido, y que están- mal®, conflictationes h o m i n ü m mente corruptorum, et qui veritate
» privados de la verdad 3 » porque están privados de Dios. privati sunt. Epist. I ad Timoth, v i , 3.y sig.
1 Ubi Deus non est, nec veritas ulla est. De Preescript. adv. hce-
1 Emile, t. III, pág. 203. - 2 Essai de philosophie moral. retic., cap. 43.
i q S n 0 n ac uiescit 2 Hfficest autem vita a t o n a , ut .cognoseant t e s o l u m Deum ve-
,,2 "' V 9 sanis sermonibus Dominl noslrl J e s u -
chnsti, et ei quee secundum pietatem est doctrina;, superbus csl ni- ruiii, et quem raisisti Jesum Christum. Joan, xvn, 3. ,
Luego si la felicidad no es una ilusión; si nuestros d e - m o , se fatiga, deslumhra y se pierde en sus propios pen-
Seos no nos engañan; si al nacer no recibimos facultades samientos. Nada abraza en toda su extensión, nada
ó potencias sin objeto; si nuestra existencia tiene un fin, aprende con bastante firmeza para estar seguro que la
como le tienen todos los demás s e r e s , no podemos evi- duda no se lo vendrá á arrebatar. ¿Quién desatará esta
dentemente llegar áobtener este fin sino por la Religión, contradicción? ¿quién restituirá al hombre el reposo,
única que se atreve á asegurar que nos hará conocer restableciendo el equilibrio entre sus potencias y deseos?
ciertamente nuestra natulareza, nuestro origen, y nues- La filosofía hace sus ensayos; ¿pero cómo? ¿en qué con-
tros destinos, y única que nos promete la posesion de la formidad? Unas veces diciéndole que su razón puede
suprema verdad, y del soberano bien. Y ciertamente, aun abrazarlo todo por sí sola; otras persuadiéndole que por
antes de exponerse á examinarlos, es de gran consuelo sí nada puede alcanzar, y prohibiéndole su uso; es decir
saber, que despues de haber recorrido inútilmente todos haciendo de él ó Un Dios, ó una bestia; negando su natu-
los sistemas filosóficos, nos queda aun esperanza. raleza, sin poderla con todo aniquilar.
En la Religión todo es infinito, porque todo está lleno No e s así, no, como procede la Religión : para resol-
de Dios. Hay pues entre ella y nuestras potencias una a r - ver tan gran problema da principio abriendo á nuestra
monía perfecta; y lié ahí la razón porque en todos tiem- vista la eternidad, á la cual el tiempo sirve como de
pos, y bajo todos los climas, el hombre, llevado natural- pórtico,' y nos muestra en sus profundidades insondables
mente hácia ella, ha conocido la necesidad de ser ilus- como una serie infinita de grados, por los cuales, eleván-
trado por sus dogmas, consolado y vivificado con sus dose sin cesar nuestra alma, debe también, auxiliada de
esperanzas, dirigido por sus mandamientos; y cuanto una duración sin término, acercarse también sin cesar
mas p u r a , mas santa, y por decirlo así, mas rigurosa- á la fuente inagotable de la felicitad eterna *. Y desde
mente justa y verdadera es la Religión, tanto mas poder luego presenta y entrega á nuestra alma esta verdad i n -
tiene sobre el hombre, ó conformidad con su naturaleza; finita que es su vida y alimento, y desde ahora se la hace
y no se debe buscar en otra parte la causa de la inclina- poseer toda entera por medio de la fe, del amor, ó la
ción que muestran todos los pueblos al Cristianismo esperanza; porque la esperanza, modificación de un
luego que se les anuncia. El hombre no cesa de ser sen- sentimiento natural é indestructible, aunque de un modo
sible á esta divina armonía, sino cuando el orgullo ó los pasajero y relativo á la vida presente, no es otra cosa
sentidos, extrañándole y sacándole de sí, corrompen y que un amor que cree.
depravan su naturaleza, como de propia experiencia lo Hé aquí la razón del- dogma, que forma de la fe,
observa san Agustín. « Reflexionando conmigo mismo, de la esperanza y caridad otras tantas virtudes, pero
» dice, sobre el orden y heimosura soberana, en vano virtudes madres, virtudes divinas ó infinitas. La ley que
» ¡ ó verdad dulcísima ¡ probaba yo á elevarme hasta vos, manda creer la verdad infinita, único medio de
•-) para regocijarme en vuestra melodía interior-y éncan- poseerla aquí perfectamente ; la que dicta esperar
» tadora. Rodeado de fantasmas materiales, la voz del y amar el bien infinito, único, medio de gozarlo ple-
» error m e arrastraba fuera de mí mismo, y el peso del namente en la tierra, es la ley esencial del o r d e n , y
» orgullo iba sumergiéndome e n un abismo inson- por consiguiente la ley de la felicidad. Todas las demás
» dable \ » leyes se derivan de esta, como lá acción se deriva del
El hombre quiere gozar de la verdad, y gozarla sin amor, y sin esta ley fundamental, todas las demás son
término ni medida, pues nunca se sacia de amar y cono-
cer. Sin embargo, nuestro.espíritu, abandonado á sí mis- 1 Nos veró o ruñes, revelata facie gloriam Domini specuiantes, m
eamdem imaginera transformamur, á claritatc in claritatem, ( a n -
qnam Domini Spiritu. Ep. I I , ad Cnrimh. ni, 1P.
1 Confcss., til), i , cap.-i. n. i.
M
nulas, quiméricas, contradictorias; la moral es solo un Desde este punto el hombre ya nada tiene que inqui-
nombre vano, y no hay crimen tampoco ni v i r t u d ' . rir ; conoce el lugar que ocupa en el orden de los seres;
¡Maravillosa economía la de la Religión! Mientras que conoce á Dios, se conoce á sí mismo, y sin trabajo ni es-
la filosofía, comenzando por la ignorancia, quiere que la fuerzo halla en la contemplación de la verdad inmutable
razón incierta y limitada del hombre edifique, sin otro la paz de la inteligencia y del amor, del entendimiento y
auxilio ni socorro, sobre tan ruinoso fundamento el edi- voluntad. Enterado de sus obligaciones y destino, nada
ficio de la verdad y la felicidad, el Cristianismo investido ignora de cuanto le es necesario ó verdaderamente útil sa-
de una autoridad divina, cuya realidad acredita aun á los ber, y vive tranquilo sobre todo lo demás. De aquí esa
mismos sentidos con títulos incontestables, habla á los quietud y paz p r o f u n d a , ese bien inexplicable, indepen-
hombres con la confianza que inspira una perfecta certi- diente de las sensaciones, que nada es capaz de turbar,
dumbre, y desde el primer momento en que e í espíritu porque tiene su origen en lo mas íntimo del alma, aban-
se abre para recibir sus impresiones, deposita en su seno donada, entregada sin reserva enteramente en las manos
la verdad toda entera, para que á un mismo tiempo sea del Supremo Ser, esencialmente bueno y todopoderoso,
su luz, su bien, su regla; y aunque todos no la compren- que se manifiesta y une por medios inefables á los cora-
dan igualmente, todos igualmente la poseen, y pueden zones dóciles á sus impresiones. Ilustrado de una nueva
amarla del mismo modo. La fe borra todas esas diferen- luz, y apreciando todas las cosas por lo que son, el hom-
cias intelectuales, bien sean originarias, ó provengan de bre deja de ser el juguete de las pasiones. La regla inva-
la educación, de la condicion ó de otras circunstancias riable del orden determina y modera sus afecciones v de-
accidentales : y comunicando una fuerza infinita á la r a - seos, y en las vicisitudes inseparables de esta vida transi-
zón, aun á la de los niños, porque la üne en sociedad toria, no ve mas que unas ligeras pruebas, que hallarán
con la razón infinita que es Dios, decide irrevocablemente por término y galardón una felicidad eterna, que nunca
sobre todas las grandes cuestiones que han hecho perder tendrá fin. Casi insensible á los viles intereses d é l a tier-
el tino á los filósofos, y la eleva á una inmensa altura, ra, una abundancia inagotable de sentimientos puros y
desde donde, en la calma feliz de una inalterable convic- afectuosos le une estrechamente con sus semejantes, y le
ción, descubre á la sabiduría humana agitándose con in- hace tomar parte en sus males y compadecerse de ellos,
quietud en medio de incertidumbres desoladoras,_ y de y' lo inclina y mueve á aliviarlos por todos los medios y sa-
una duda eterna. De este modo, aspirando todos á una crificios de una caridad tierna é infatigable; y así es como
misma felicidad, á todos se ofrece esta misma felicidad: sacrificándose por sus hermanos, se sacrifica también por
y lo que es bien digno de notar, esta felicidad, que es su sí mismo : ¡ tan íntima es la unión que establece el Cris-
Ííltimo fin, es también su primera obligación, porque el tianismo entre los hombres, y tan poderoso el sagrado
amoresel primer precepto, y de él nacen todos los demás 2 . encanto de la misericordia ! Sí las obligaciones que im-
pone la Religión parecen á algunos duras y rigorosas, ¡ ah!
1 No se piense aquí que M. de La Mennais exige la fe divina para es porque no conocen la unción que Jas dulcifica ; es por-
que las obras sean buenas moralmente, y diese así en la proposicion que no han gustado sus consuelos, ni el atractivo amable,
abortada por el jansenismo de que.« todas las obras de los infieles y gozos deliciosos de la virtud.
sen pecados. » No ; para M. de L. M. (Pensées diyers.) « El janse-
Nos hablan de placeres: ¿dónde los hay que puedan
» nismo, con. sus dogmas absurdos y desoladores , y su Dios duro, y
i. siempre armado para castigar crímenes inevitables, es el infierno
» de la razón. » Hablando de virtudes (Uvinas, debe entenderse en y toda tu mente. Este es el mayor y el primer m a n d a m i e n t o , y el
el orden sobrenatural, ó merecedoras de vida eterna. Adviértase que segundo es semejante á é l : amarás á lu prójimo como á tí mismo.
va contraponiendo la religión á la filosofía. En estos dos mandamientos está pendiente toda la ley y los profe-
2 Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazon , de toda tu alma, ta?. Matih. xxn, 37, 39.
compararse con aquellos á que acompaña la inocencia?
"¿Se reputa y se tiene por nada el estar siempre contento » cia lo que dice el Evangelio; que cuando muchos de
de sí mismo, y contento y satisfecho con los demás? ¿Es » vosotros se reunieren en mi nombre, yo estaré en medio
cosa de poca monta verse libre de arrepentimientos, y del » de ellos. Hay aquí un sentimiento de paz y de felicidad
gusano roedor de la conciencia, ó hallar en aquellos un » que penetra el alma » Fundados pues en una expe-
asilo seguro contra este? !Ah¡ las lágrimas de la penitencia riencia que no se désmiente jamás, no temo repetir con
tienen en sí mas dulzura que tuvieron las faltas que las Montesquieu : « ¡ Cosa admirable! La-Religión cristiana,
hacen correr. En el corazon del verdadero cristiano se ce- » que parece no tiene mas que la. felicidad-de la otra vida
lebra una fiesta continua: mas gozo. recibe él en aquello » hace también nuéstra felicidad en esta 2 . » A s í se ve-
mismo que se niega, que el incrédulo en todo cuanto se rifican diariamente á nuestra vista las palabras del sobe-
permite. Dichoso en la prosperidad, lo es aun mas en los r a n o Maestro : « El q u e lo hubiere dejado todo por mí,
trabajos, porque estos le ofrecen un medio de acrecentar » recibirá aquí bajo cien veces doblado de lo que dejó, y
la felicidad que espera; y así atravesando las llanuras de i> despues la vida eterna 3 . »
la vida, abanza con paso tranquilo hácia la elevada mon- Las doctrinas filosóficas marchitan y secan la vida, y
taña en cuya cima está la ciudad permanente, celestial mo- privando al hombre de todo, menos del sentimiento de
rada de la paz, de las delicias eternas y de todos los su miseria, le conducen al sepulcro cercado de ta inquie-
bienes. tud y de mil pesares. ¿Y á cuantos incrédulos no vemos,
El anuncio solo, la fruición anticipada que se tiene de pasada la primera ilusión, envidiar la dicha de los creyen-
esta paz, llena el alma de un deleite inagotable. El que no tes? Fatigados por sus deseos, consumidos de tedio,
la conoce, no ha experimentado aun lo que es dulzura y atormentados de su vana ciencia, ¡ a y ! dicen, ¡ si yo p u -
suavidad; cuando mas podrá saber lo que son placeres, diera creer! Conocen que la fe los reanimaría y volvería
pero dicha y felicidad, no. Lo diré, sí, y lo afirmo con á vivificar su alma afeminada. La vista de un cristiano
toda seguridad; un cristiano humilde, orando en la sen- los asombra y los confunde. Su tranquilidad habitual, su
cillez de su corazon al pié de un altar solitario, experi- serenidad inalterable, un no sé qué de pureza y de dul-
menta un sentimiento de dulzura mil veces mas delicioso z u r a , que escapándose del corazon se extiende y pinta
que el deleite deslumbrador de las pasiones. El filósofo en las facciones, y da á su semblante una expresión ce-
mismo, no bien olvida el orgullo de sus sistemas para lestial y divina, los pasma, los enagena, y los arranca
entregarse dócilmente al atractivo de la fe, cuando al muchas veces suspiros involuntarios. Y con todo ¿qué
punto recibe la recompensa prometida á los que creye- es lo que ven? Solo algunos signos exteriores, débiles
ren. Juan Jacobo Rousseau y-el autor de los Estudios de indicios de los sentimientos ocultos en el fondo de.su co-
la naturaleza yendo un dia de paseo vinieron á parar razon. | Ah ! qué seria si pudiesen penetrar hasta su in-
al monte Valeriano, y tocando á la capilla de los hermi- terior, y. entrar en el santuario de la conciencia, donde
taños se entran en ella por curiosidad. Rezaban ellos e n - la virtud recibe ya el premio anticipado por el delicioso
tonces las letanías de la Providencia. Los dos filósofos consuelo que ella inspira! Si pudiesen-sent ir siquiera una
heridos, y tocados de la calma de aquel lugar, y pene- vez aquella paz llena y perfecta del entendimiento sacia-
trados de una religiosa emocion, se postran de rodillas, do con la verdad infinita, cuya posesion le da la f e ;
y mezclan sus oraciones con las de los asistentes. Ter- aquella esperanza divina, en la cual vienen á extinguirse
minadas las oraciones, se levanta Rousseau, y todo enter- todos los deseos de la tierra, y que se arroja y lanza sin
necido dice á su compañero : « Ahora veo por experien-
1 Véanse íes Eludes de la Xature, de Bernardina de Saint-
1 Ben nrdino de Saint-Pierre. Pierre.
2 Ésprit des Lois, 1. 24, ch. -3.— 3 Matth. xix, 29. Mitre, x, 30.
o b s t á c u l o n i fin e n l a s p r o f u n d i d a d e s d e l a e t e r n i d a d ;
e n su espíritu felices r e c u e r d o s de misericordia, le forti-
a q u e l a m o r d e l e i t a b l e e n q u e el a l m a i n c e s a n t e m e n t e s e
fica, le e n t e r n e c e , l e a n i m a . P a s a d o s u n o s i n s t a n t e s , d e
e m b r i a g a ; aquel gozo íntimo, inexplicable, procedente
a l l í á p o c o , t o d o s e h a b r á c o n s u m a d o ; la m u e r t e s e r á
d e D i o s , el c u a l c o n v e r s a y h a b l a , si m e e s l í c i t o d e c i r l o
v e n c i d a , y el p r o f u n d o m i s t e r i o d e s u l i b e r t a d y d e s u
así, f a m i l i a r m e n t e con su c r i a t u r a , c o m o u n a m i g o c o n
rescate se v e r á c u m p l i d o . Una p e q u e ñ a congoja, último
otro amigo, uniéndose y entregándose todo á ella, para
d e s f a l l e c i m i e n t o d e la n a t u r a l e z a , a n u n c i a q u e e s t e i n s -
q u e l e p o s e a y h a l l e e n él s u b i e n , s u g o z o , s u a l i m e n t o
t a n t e e s l l e g a d o : l a R e l i g i ó n e n t o n c e s h a c i e n d o el u l t i m o
incomprensible ; ¡ah 1 ¡de qué admiración no se verían
e s f u e r z o d e t e r n u r a , l e v a n t a la v o z , y d i c e : « P a r t e , a l m a
r e p e n t i n a m e n t e a r r e b a t a d o s ! Y e n t r e el p e s a r d e v e r s e
» c r i s t i a n a • s a l d e e s t e - m u n d o , e n el n o m b r e d e D i o s
privados de bienes tan inefables, ¿ con qué ardor, y con
» T o d o p o d e r o s o q u e t e c r i ó ; e n el n o m b r e d e J e s u c r i s t o ,
q u e gozo no se d e s e m b a r a z a r í a n de las fajas y e n v o l t u r a s
» Hijo d e Dios v i v o q u e p o r tí padeció m u e r t e de c r u z ;
d e u n a r a z ó n i m b é c i l , p a r a l l e g a r p o r m e d i o ' d e la f e , s e -
» e n el n o m b r e d e l E s p í r i t u - S a n t o , q u e t e i n f u n d i ó s u s
g ú n l a e x p r e s i ó n d e l o s l i b r o s s a n t o s , á la medida del
» g r a c i a s y s u s d o n e s . Al s e p a r a r t e d e l c u e r p o e n c u e n -
hombre perfecto, ó al perfecto conocimiento de Dios, en » t r e s a b i e r t o el c a m i n o p a r a la m o n t a ñ a d e Sion, y ac-
su hijo Jesucristoi. » ceso libre á la ciudad del Dios vivo, á la Jerusalen c e -
E n fin, la m u e r t e , t a n t e r r i b l e p a r a el i n c r é d u l o , p o n e » lestial, á la i n n u m e r a b l e sociedad d e los á n g e l e s y d e
el c o l m o á l o s d e s e o s d e l c r i s t i a n o . E s t e , c o m o s a n P a b l o , . » los p r i m e r o s h i j o s y p r i m o g é n i t o s d e la Iglesia, c u y o s
l a d e s e a para estar con Jesucristo1, y e m p e z a r á vivir, y >» n o m b r e s e s t á n e s c r i t o s e n el c i e l o . L e v á n t e s e D i o s , y
verse libre del peso de los órganos de este cuerpo3, de los » d i s í p e s e el p o d e r d e l a s t i n i e b l a s ; h u y a n t o d o s l o s e s -
lazos m a t e r i a l e s q u e le r e t i e n e n a u n s o b r e la t i e r r a , d o n d e » p í r i t u s m a l i g n o s , y 110 s e a t r e v a n á t o c a r á u n a o v e j a
los deleites p u r o s q u e goza, n o son m a s q u e u n a ligera » rescatada con la sangre d e Jesucristo. Líbrete de la
s o m b r a d e la f e l i c i d a d q u e s e p r o m e t e . ¿ S e h a v i s t o j a m á s » m u e r t e e t e r n a Jesucristo, que m u r i ó y f u é crucificado
en aquella hora á un cristiano d a r esos-ejemplos q u e h e - » p o r t í ; r e c o n o z c a este b u e n Pastor á su oveja, y coló-
m o s visto en tantos i n c r é d u l o s , d e a b j u r a r su d o c t r i n a , y » quela en el r e b a ñ o d e sus escogidos. Veas e t e r n a m e n t e
arrepentirse de haber creído? ¡ A h ! en este m o m e n t o es » á t u R e d e n t o r c a r a á c a r a , y s i e m p r e p r e s e n t e a n t e la
c u a n d o él e s p e c i a l m e n t e c o n o c e t o d o s u v a l o r y p r e c i o , y » d i v i n a e s e n c i a , d e s n u d a d e t o d o v e l o , la c o n t e m p l e s y
la v e r d a d c o n s o l a d o r a brilla á s u s o j o s c o n t o d o s s u s r e s - » l a g o c e s s i n fin e n u n e t e r n o é x t a s i s d e f e l i c i d a d 1 . »
p l a n d o r e s . L a m u e r t e e s el ú l t i m o r a y o d e l u z q u e v i e n e á
E11 m e d i o d e e s t a s b e n d i c i o n e s , e l a l m a e l e v a d a h á c i a
h e r i r l e ; p e r o luz t a n v i v a q u e h a c e casi i m p e r c e p t i b l e el
Dios, r o m p e las t r a b a s q u e la d e t e n í a n e n el m u n d o 2 , y
t r á n s i t o d e la fe á la visión clara d e s u o b j e t o . La e s p e -
v a á r e c i b i r el p r e m i o d e su fidelidad y d e su a m o r . Aquí
r a n z a m o v i e n d o d u l c e m e n t e s u a n t o r c h a j u n t o al l e c h o
el h o m b r e d e b e c a l l a r ; s u p a l a b r a e s p i r a c o n s u p e n s a -
d e l m o r i b u n d o , l e s e ñ a l a c o n el d e d o el c i e l o a b i e r t o , á
m i e n t o . « N o , e l o j o n o v i ó , n i e l o i d o o y ó , n i el é n t e n d i -
d o n d e l a c a r i d a d le l l a m a . L a c r u z q u e t i e n e e n t r e s u s
» m i e n t o p u e d e c o m p r e n d e r lo q u e Dios tiene r e s e r v a d o
m a n o s débiles, y que d e tiempo en tiempo aplica á sus
» ¿ l o s q u e le a m a n 3 . « No e s esto un m a r q u e tiene su
labios, y aprieta sobre su corazon, despertando de tropel
o flujo y r e f l u j o , e s el i n m e n s o O c é a n o , q u e r e b o s a á u n

1 F.pist. ad Epites. IV, 13. 1 Commendát. anima;.


2 Desiderium habens dissolvi, et esse cum Christo. Epist. tul 2 El sabio y piadoso P . Suarez, eslando.á punió de espirar , d e -
Philip, i, 23.
cía : Nunca había creído que fuese tan dulce el morir. Habia allí
3 Infelix ego h o m o , quis m e liberabit á corporc morlis h u j u s ? m u c h a virtud.
Jd Rom. vil, 24.
3 Epist. 1 ad Corinth. u , 9 .
tiempo por todas sus márgenes y riberas. « Tú , ¡ oh Dios
» m i ó ! exclama un profeta, eres.fuente inagotable de » descanso, la quietud, el reposo no está donde le bus-
» luz y de vida 1 , y yo me.saciaré en ella cuando vea vues- » cais. Buscáis la vida feliz; no está a l l í : ¿cómo podría
» tra gloria 2 . » » hallarse una vida feliz, donde ni aun vida se ha-
»lia1?»
Concluyamos. Es innegable que la filosofía, lejos de
hacernos felices, es incompatible con la felicidad, por- El que habla así, vivió engañado como vosotros; co-
que en lugar de la verdad infinita que desea nuestro en- mo vosotros recorrió por largos años, con increíble fati-
tendimiento, ella no le presenta mas que errores, incer- ga, los sombríos laberintos de una filosofía engañosa, y
tidumbres y dudas; en lugar del bien infinito á que nues- comió-el pan amargo del error con el sudor de su rostro.
tro corazon aspira, no le ofrece mas que placeres fugitivos Pero cansado,ya de errar tristemente léjos de la verdad,
y mentirosos, incapaces de satisfacerle; y en fin, porque y lejos de Dios, volvió en sí, y gustó la paz. Imitad su
exentando al hombre y dándole por libre de toda obliga- ejemplo, y cogereis el mismo fruto. Despues de haber
ción, le constituye en un estado de desorden, y por conocido los bienes de la tierra, y los del cielo, era cuan-
consiguiente lo tiene fijo en un estado de tormento. do su corazon se desahogaba en estas tiernas expresio-
No es menos cierto que la Religión hace la felicidad nes : «¿Quién desenvolverá los dobleces de una vana y
del hombre en la tierra, y si sus promesas no son enga- » falaz sabiduría ? ¿ quién escudriñará el fondo de sus en-
ñosas, que le conducirá á una felicidad todavía mayor, » t r a ñ a s tenebrosas, donde se ocultan tantos secretos
que no se acabará jamás. » vergonzosos? Yo no quiero ni aun pasar por ellos mi
» vista. Solo á vosotras, á vosotras solo me dirijo, ó jus-
. Tienen pues todos los hombres un interés inmenso en
» ticia é inocencia, á quienes rodea una luz pura y bri-
saber si la Religión es verdadera; deben desear ardiente-
» liante, y que saciais enteramente nuestros"deseos insa-
mente que lo sea.; y así, permanecer en este punto.indi-
» ciables. En vosotras se halla un reposo, una quietud
ferentes, es probar lo que la Religión por otra parte tam-
» profunda, una vida llena de una calma inmensa. El que
bién nos enseña, á s a b e r : que no hay locura tan incom-
»" entra en vosotras, entra en la plenitud de la alegría, y
prensible, ni exceso tan criminal y tan monstruoso, de
» apaga su sed, y se refrigera deliciosamente en la fuente
que no sea capaz el hombre despues de su caida.
» misma del sumo bien. ¡ Ay de m í ! En los dias de mi
0 vosotros, que extraviados por doctrinas funestas,
» juventud, corriendo de deleite en deleite, me alejaba
buscáis todavía la felicidad "en las ilusiones del orgu-
» rápidamente de vos, ó verdad inmutable! y errando á
llo, ó en los placeres y deleites d e los sentidos, p e r -
» la ventura, luego á luego, vine á ser para mí mismo
mitid que os dirija las palabras de uno de los.mavores
.» una región de indigencia y de dolor 2 . ¿ Y qué otra suer-
genios que ha producido el Cristianismo. « Donde está
» te debia prometerme ? Nos hicisteis, Dios mió para vos,
» Dios, ahí está la verdad : está en el fondo de vuestro
» y nuestro corazon estará inquieto eternamente, hasta
» corazon, pero vuestro corazon se ha alejado de él. Vol-
» que descanse en vos 3 . »
» ved, volved, entrad de nuevo en vosotros mismos, y
» allí hallareis, no lo dudéis, no, al mismo que os ha for-
» mado. ¿A dónde corréis por tantos lugares ásperos y 1 August. Confes., lib. 4, cap. 12, n. 1 y 2.
» desiertos? ¿á qué ese pasar y repasar, ir y venir in- 2 August. Confes., lib. 2, cap. 10. — -3 Ibid. 1. 1, c. 1, n. 1.
» cesantemente por esas sendas incultas y escabrosas? El

1 Apud te eslfons vita?, et i n l u m i n e tuo videbimus lumen. Ps.


xxv, 10.
2 Satiabor cum apparuerit gloria lúa. Ps. xvi, 15.
de la naturaleza. Se quiere crearlo todo instantánea-
mente con la imaginación, y en cierto modo fnndir la
sociedad de un golpe, en un modelo ideal, como se
funde una estatua de bronce. Se sustituyen en todo las
CAPITULO X. combinaciones arbitrarias del ingenio á las relaciones
necesarias, y á las leyes simples y fecundas, que se
Importancia de la religión con respecto á la sociedad. establecen por sí mismas cuando no se les pone obs-
táculo, como las condiciones indispensables de su
Seguramente nadie esperará que nos detengamos en existencia. Cuando llevados de teorías quiméricas se
probar la necesidad política de la ReHgion. Una verdad consiente en trastornar, de nada se duda, porque n a -
de hecho, tan antigua como el m u n d o , ¿ dejará de ser da se sabe; en seguida se cree saberlo todo, porque
incontestable, porqué despues de seis mil años de un se ha trabajado y sufrido mucho, y porque despues
consentimiento universal, se les haya antojado á algunos de haber disecado vivos á los pueblos para buscar en
insensatos oponer sus paradojas á la experiencia de sus entrañas los- misterios de la organización social,
los siglos, y. sus aserciones al testimonio del género hu- la ciencia debe ser Completa, y la sociedad estar p e r -
mano? « Mas fácil sería, decia el sabio Plutarco, edificar fectamente conocida. Con esta confianza, en nada se
» una ciudad en el aire, que formar un Estado que no repara, ni hay cosa que embarace : se constituye un
» creyese en Dios 1 . » Mas sin poner en duda ni un solo Estado, y se vuelve de nuevo á constituir, se escribe
instante la necesidad de una creencia religiosa, se pue- en un pedazo de papel : que somos una monarquía ó
den bien inquirir las razones de esta necesidad; y esto una república, esperando llegar á ser en realidad alguna
es lo que vamos á hacer en este capítulo, donde habre- cosa,, sea pueblo, sea nación. Saber qué tiempo podrá
mos de mostrar que la filosofía, destructiva de la felici- subsistir en este estado una reunión de criaturas h u -
dad del hombre, y del hombre mismo, lo es igualmente manas, es u n problema que está por decidir. Mas hay
de la felicidad de los pueblos, y de los pueblos mismos; una ley inmutable, contra la cual nada puede prevalecer.
y que la Religión, tínica que conserva al hombre y le Toda sociedad que, habiendo salido de las sendas de la
conduce á la felicidad, poniéndole en un estado confor- naturaleza, se obstina en no volver á ellas, no se renueva
m e á su naturaleza, es también la única que consérvalos sino por la disolución, y no recobra su vigor sino per-
pueblos y los conduce á la felicidad, estableciéndolos diéndolo todo, y muchas veces hasta el nombre de na-
en un estado conforme á la naturaleza de la sociedad. ción. Es indispensable que ella p a s e , lo mismo que el
Una de las locuras mas peligrosas de nuestro siglo es hombre, por las sombras del Sepulcro, para v o l v e r á la
la de persuadirse que se constituye un Estado, ó se for- vida segunda vez.
ma una sociedad de la noche á la mañana, como si fuese En esto no cabe excepción; y es cosa triste pensar
una manufactura. Las sociedades no se hacen; la natu- que lo que hoy se llaman luces, es decir, el menosprecio
raleza y el tiempo las forman de concierto; y lié aquí del buen sentido, y una curiosidad desmedida de saber
porque es tan difícil que renazcan, cuando el hom- plenamente lo que solo se debe creer firmemente, y un
bre las ha destruido; pues la misma acción que las des- deseo altanero de juzgar lo que se debe respetar, infali-
truye , se opone á la acción reparadora del tiempo y blemente producen este resultado. Como la Religión y la
política abrazan los mayores intereses de los hombres,
1 Contra Colot. Plut. opcr. pág. H25. Él como gentil dicelos estos hacen entrar á la parte, primero sus pasiones, y
Dioses, nosotros como cristianos liemos traducido Dios : creemos luego con mayor riesgo su razón; porque las pasiones
que n a d a se perderá por oslo. moviéndose siempre por lo presente, y deteniéndose allí.
nunca producen por sí solas las grandes revoluciones ;
que llenaría enteramente sus deseos, dice, que « cada uno
pero la razón, pasando repentinamente de lo que es, á lo
» se sentaría debajo de su parra y de su higuera, y nadie
que se imagina que debe ser, y no encontrando en las
ideas el obstáculo que las pasiones encuentran en las.co- » turbaría su r e p o s o s . » I
sas, arruina por su base el orden existente, y disgustán- El reposo ó tranquilidad, resultado del o r d e n , es, y
dose de todo, ó no contentándose con nada, todo lo des- forma la felicidad de los. pueblos ó naciones; y una socie-
truye. « El arte de desquiciar los estados, decia exeelen- dad donde reinase un orden perfecto, gozaría de un com-
» teniente Pascal, es trastornar, y mudar las costumbres pleto reposo, y de una tranquilidad perfecta; y esta es
» establecidas, sondeando, y queriéndolas penetrar y acaso la razón oculta de esa indolencia aparente que los
» profundizar hasta en su origen no hay medio mas pueblos imperfectamente; constituidos censuran y echan
» seguro de perderlo t o d o . » Nada hay que resista al ra- en cara á ciertas naciones mas adelantadas que ellos en
ciocinio, y mucho menos la sociedad. Asi cuando todo un la verdadera civilización 2 . Pero tarde ó temprano llega
pueblo se entromete á disputar.sobre la mejor forma de un tiempo, en que provocada y puesta á prueba la ener-
gobierno, se puede con seguridad pronosticar que n o ' gía de estas naciones perezosas, con sus nobles y genero-
conservará por mucho tiempo el suyo, suponiendo que sos esfuerzos, sorprende y enseña á esos mismos que las
aun lo tenga. insultan á discernir el noble reposo, que es fruto del
Ahora bien, pues que es constante que hay sociedades verdadero valor, de la degradante languidez y decai-
mas ó menos afortunadas ó, felices, sociedades pacíficas y miento, fruto de l a apatía.
otras agitadas é inquietas, unas estables v otras siempre
movibles, sin duda hay una causa de esta diferencia. 1 Et sedebit vir subtüs vitem suam, et subtús ficum s u u m , et non
Tratemos de descubrirla, y sentemos para ello algunos erit qui exterrea!. Mich. ív, 4.
principios sencillos, algunas de aquellas máximas sólidas 2 Aun cuando no fuera m a s que por esta expresión, era M. de
arraigadas en los siglos, y que el sentido común ha La Mennais acreedor á la estimación de los españoles : hé aquí u n
deducido inmediatamente de la observación de los hechos francés que ha conocido exactamente y hecho justicia á nuestro ca-
rácter : elevado sobre la pasión baja de la envidia, que arrastra á
de los cuales vienen á ser una expresión abreviada.
tantos otros nacionales suyos, y tantos espurios nacionales nuestros,
Toda sociedad aspira á la perfección, porque aspira y cuando t r a t a n de nuestras cosas, da el verdadero nombre á lo que
desea ser feliz; y la felicidad, así para las sociedades ellos neciamente , no pasando de. la corteza de las cosas, califican
como para el hombre particular, no es mas que la tran- de pereza y apatía : cuando ha llegado el caso, esta nación apá-
quilidad, del orden, en el cual está la perfección. Donde tica y perezosa ha sabido dar lecciones de actividad y virtud al
quiera que hay desorden, hay incomodidad, inquietud, mundo. En la elevación de'su alma el español mira con indiferencia
y por consiguiente esfuerzos para llegar á un estado mas ó con desprecio esos objetos frivolos, en que otros pueblos se entre-
tienen y enagenan, y aun en sus diversiones muestra la fortaleza
perfecto. La sociedad/cuando se. halla en esta situación
de su temple. La guerra sola de la independencia ocupará con h o -
penosa dé padecer y sufrir, procura colocarse en sus re- nor nuestro m u c h a s páginas'de la h i s t o r i a , y dirá lo que para su
laciones naturales, y se echa de ver que lo ha conseguido verdadera libertad debe la Europa á la España. « En los reveses y
por la calma y tranquilidad interior que disfruta, y por la » calamidades, cuando se trata de morir voluntariamente por su rey
profunda paz de que goza. Así la Escritura, que nos pro- » y por su patria, dice 51. de La Mennais (Métanges, pág. 20G), es
pone las verdades mas sublimes bajo de imágenes fami- ». donde se aprende á distinguir u n pueblo deísta ó indiferente de
liares, para que puedan percibirlas los mas pequeños y » una nación católica. Una batalla bastó para conquistar la Prusia,
» y despues de treinta victorias la España se conservaba como en un
sencillos, cuando anuncia al pueblo Judáico una felicidad
» principio. Se derrotaba un ejército, al instante renacía otro... Pero
» si hubiese reinado en aquella noble nación la filosofía, estada
1 Pensées de Pascal, cli, 25, n . G. » gimiendo bajo una dominación extranjera. » Véase la pág. 104.
La unidad es la esencia del orden, porque el fin y el Si la constitución expresa las verdaderas y naturales
objeto del orden es unir; y la sociedad misma en su no- relaciones de los subditos y de la autoridad, es perfecta;,
cion ó acepción mas general n o ^ s otra cosa que la reu- y bajo su imperio goza la sociedad del mas alto grado de
nión de seres semejantes. Donde no hay unidad, hay se- fuerza y de poder, de quietud y de felicidad. Estará al
paración ó división, oposicion, choques, desorden y . contrario en una continua agitación y llena de desdichas,
desgracias. si la constitución se forma sobre relaciones arbitrarias, ó
Para que haya unidad social, es necesario que cada que no se deriven de la naturaleza de los seres sociales;
parte este ordenada con relación ó respecto al todo; cada porque establecer relaciones arbitrarias, es constituir el
individuo, con respecto á su familia; cada familia con la desorden y sembrar calamidades.
sociedad particular de que es parte; cada sociedad parti- Nunca- jamás ha existido un Estado sin constitución,
cular con la gran sociedad del género humano; y el mis- pues que en todo Estado existe de absoluta necesidad un
mo género humano con respecto á la sociedad general poder y subditos ó personas sociales ligadas por rela-
de los seres inteligentes, cuyo supremomonarca.es Dios. ciones verdaderas ó falsas. Y así cuando un pueblo habla
En no remontándose hasta este principio, la idea mis- de darse una constitución, principia suponiendo un ab-
ma del orden es contradictoria. Porque no hay orden so- surdo, que es que no la tiene. Si no la tuviera, no seria
cial sin jerarquía social, sin superior y subditos, sin d e - pueblo, seria nada. Y así, darse una constitución es mudar
recho de mandar y obligación de obedecer. Ahora bien, de constitución; no es llenar un vacío, es crear uno, que
entre seres iguales, naturalmente no hay deberes ni d e - no se llenará tan pronto; es desquiciar él Estado por su
rechos, ni subditos ni superior, ni puede por consiguiente base, es obrar una completa revolución, por el gusto de
haber orden : y jamás se constituirá una sociedad con rehacer la sociedad á su arbitrio y á la ventura. Así esta
hombres solamente 1 ; es indispensable que el hombre manía por lo común no se apodera de las naciones sino
esté primero en sociedad con Diosj, para que pueda en- en su decadencia ó declinación.
trar en sociedad con sus semejantes. Hay entre las diversas sociedades relaciones necesa-
Aun mas : no hay orden social sin el sacrificio de los rias, cuyo conjunto forma lo que se llama derecho de
intereses particulares al interés común y general; mas gentes; y las sociedades están mas ó menos tranquilas,
no hay razón para este sacrificio, quiero decir, es absurdo son mas ó menos felices, según que este derecho es mas ó
el pedirlo, y no menos imposible el obtenerlo, cuando menos conforme al orden inmutable, ó á la naturaleza de
es un hombre el que lo pide á otro hombre; porque él los seres de que se componen las sociedades.
nada puede ofrecer en compensación, y porque este sa- Finalmente, hay relaciones necesarias, públicas y pri-
crificio, que no es otra cosa que la virtud, seria eviden- vadas , entre los miembros de una misma sociedad. Las
temente la locura mas inconcebible , si no hubiese una leyes son la expresión de las relaciones públicas, ó la
sociedad mas excelente y mas duradera, donde recibirá regla de las acciones públicas; y las leyes son mas ó m e -
su recompensa. nos buenas, mas ó menos, perfectas, según que expresan
Y supuesto que ni aun se puede imaginar sociedad sin relaciones mas ó menos perfectas, es decir, mas-ó menos
una autoridad ó jefe que gobierne, y subditos que sean naturales, mas ó menos verdaderas.
gobernados, estos y aquél, subditos y superior son cor- Las acciones privadas, ó las costumbres, deben tam-
relativos y seres necesarios, y entre ellos existen rela- bién, y aun mas necesariamente, si es posible, estar
ciones mutuas y necesarias. La expresión de estas rela- arregladas por leyes, que penetrando hasta el corazon
ciones ó respetos mutuos, es lo que se llama constitución. del hombre, establezcan el orden en los pensamientos y
afectos; porque los afectos y los pensamientos son el
l Es decir, sin Dios; ó una república de ateos. principio y móvil de todas las acciones humanas.
Constitución, leyes, costumbres, hé aquí toda la so-
ciedad. Donde quiera que hay hombres, la naturaleza forma
sociedades, y el estado de sociedad no es menos natural
Una simple agregación ó reunión de hombres viene á
al hombre que su existencia; pues que no se conserva,
ser sociedad, constituyéndose, es decir, por el estable-
ni se perpetúa sino en el estado de sociedad.. Esto consta
cimiento de la autoridad ó poder, que es el fundamento
y se prueba por los hechos, y si puedo decirlo así, se
necesario de todo orden; y aun en el universo físico no
prueba también físicamente, por la suma y larga necesi-
hay orden sino porque está gobernado por un poder in-
dad que tiene un niño, de socorros extraños, antes de ser
teligente.
capaz de proveer á su propia conservación.
Las leyes del derecho de gentes unen esta sociedad
La sociedad, cuyo gérmen es la familia, nace y se de-
naciente con las otras sociedades, ó con la grande socie-
sarrolla del mismo modo que el hombre, y muchas veces
dad del género humano, y la ordenan con respecto al
á pesar del hombre mismo, cuya acción, imprudente,
todo de que forma parte.
contrariando á la naturaleza bajo el orgulloso pretexto
Las leyes civiles y criminales, arreglando las acciones de pefeccionarla ó reformarla, retarda ó detiene los pro-
públicas, fijan las relaciones públicas de los miembros d e gresos de la sociedad que iba formándose, y altera su
la sociedad entré sí, y establecen el orden público. constitución, así como los errores de una falsa ciencia, ó
Las costumbres, ó las léyes morales-, acaban lo que las las pasiones alteran la dé los individuos.
otras leyes han comenzado, y ponen en orden las acciones Sin embargo, así como á pesar de los desórdenes p a r -
mas secretas é independientes de la justicia humana, ciales, el hombre subsiste ínterin respeta las leyes fun-
arreglándolo todo en el hombre, hasta sus pensamientos damentales de su s e r ; así también la sociedad subsiste, á
y deseos. pesar de los desórdenes, algunas veces gravísimos, mien-
El Estado está bien ordenado, y la sociedad es feliz tras que la ley fundamental de toda sociedad permanece
cuando la constitución, leyes y costumbres, concurriendo intacta.
acordemente.y con perfecta armonía al mismo íin, son la Esta ley es la ley de la autoridad, ley sagrada y divi-
expresión exacta de las relaciones naturales ó necesarias na, y que el hombre está tan léjos de-haberla inventado,
de los seres sociales. que ni aun la puede comprender, si no se la explica la
A estas relaciones verdaderas ó necesarias llamamos Religión.
verdades sociales. Cuanto mas participen de verdad la Esto es lo que se ve claramente, cuando el hombre,
constitución, leyes y costumbres de un pueblo, tanto despues de haber excluido á Dios, y colocádose en su
mayor será la felicidad de que este pueblo goce; y la lugar, se empeña en construir la sociedad por sola su
felicidad ó bien social no es mas que la verdad realizada razón, con esa razón, que de suyo no sabe mas que du-
por la constitución, las costumbres y las leyes. Así que, dar y destruir.
los pueblos, igualmente que los individuos, no son feli- La filosofía parte de este principio : « q u e cada hombre
ces sino por el conocimiento y amor de la verdad, que » es dueño absoluto ó Soberano de sí mismo, que nada
es el orden, ó el bien por excelencia, y por la práctica » debe á nadie, ni nadie le debe á él tampoco cosa al-
de las obligaciones que forman una parte de esta verdad. » guna. » En esta suposición, es indispensable que dé
Examinemos ahora el influjo de la filosofía sobre la so- por base á la autoridad ó la fuerza, ó un pacto libre.
ciedad bajo los tres respectos de constitución, de leyes y Rousseau prueba muy bien que de la fuerza ño puede
costumbres; y para llegar á un resultado independiente resultar derecho ni obligación alguna, y que así ella se
de toda teoría, de la que se pudiera disputar, limitémo- diferencia esencialmente de la autoridad 1 . La fuerza es
nos á consideraciones aplicables á todas las formas de
gobierno. 1 Contrat, social, lib. 1.
el poder de compeler por violencia; la autoridad es el lies de gobierno, si no habían tenido ninguno hasta allí?
derecho de mandar. Del derecho de mandar resulta la En este caso no solo establecerían la sociedad, la inven-
obligación de obedecer ; del poder de violentar ó com- tarían. ¡Idea extraña! hacer salir el orden social de una
peler por violencia resulta la necesidad de ceder. Hay deliberación, no de salvajes, porque los salvajes están
pues una distancia infinita entre estas dos nociones. Para unidos por vínculos sociales, sino de hombres reunidos
confundirlas, es necesario trastonar hasta el lenguaje, y por casualidad en los bosques, donde ocupados necesa-
decir, que el viento que arranca de raiz lina encina, usa riamente en soias.las necesidades físicas, á duras penas
de un derecho, y que la encina al caer, cumple una obli- se alimentarían de algunas bellotas, que escaparon de la
gación. voracidad de los animales 1 .
La fuerza, que es potencia física, mantiene el orden Si se dice que este pacto, explícito ó no explícito, existe
en el mundo físico, porqué obra siempre por ciertas de derecho, se supone lo mismo de que se disputa, y se
leyes inmutables y sabiamente ordenadas por una inteli- dice además un absurdo : porque la esencia de todo pacto
gencia infinita. La fuerza introduce el desorden en el es la voluntad expresa de los contratantes; de otra
mundo moral, porque en manos de agentes libres é im- suerte, ¿quién arreglaría las condiciones?
perfectos, no sirve las mas veces sino para realizar vo- Además, todo pacto incluye esencialmente la idea de
luntades imperfectas ó desarregladas. Además, poner una sanción que lo haga obligatorio. ¿ Y dónde se hallará
por base del orden social la fuerza, es suponer que el esta sanción, fundamento necesario de la obligación m o -
hombrees un ser puramente material, es deprimirle, es ral, y sin la cual n o hay ni puede darse verdadero con-
hacerle inferior á los animales, que conocen otra ley que trato? La concurrencia de voluntades, que tanto se quiere
la fuerza, pues resisten á esta obedeciendo al instinto. Y hacer valer, de nada sirve porque no siendo la voluntad
sin embargo se verá que en último análisis la filosofía no del hombre obligatoria para sí, ¿cómo lo seria obligatoria
ha podido descubrir otro fundamento de la sociedad, ni para los otros? El que cede pues su soberanía, ó el ejer-
dar otra nocion del poder ó autoridad. cicio de ella, en realidad nada cede; pues por confesion
Nos habla con una asombrosa confianza de un pacto misma de Rousseau, puede volver á tomar cuando quiera
primitivo, por el cual, todos y cada uno por su propio lo que ha cedido. El que recibe la soberanía no recibe
interés, ó utilidad particular, depositan bajo ciertas con- mas que una facultad temporal, una potencia física de
diciones su soberanía, ó el ejercicio de su soberanía, en gobernar, que se le puede quitar á cada instante; ni está
las manos de uno solo ó de muchos; y si se les ha de obligado con condicion alguna, pues ni puede obligarle
creer, este pacto es la base verdadera-del orden social. la voluntad de los otros, ni la suya propia. No veo pues
pAh! si hubo jamás una doctrina absurda, funesta y de- resultar del imaginario pacto social ni deber, ni derecho
gradante, esta es. alguno, y por consiguiente ni autoridad alguna verdade-
Y en primer lugar, jamás se ha visto que sociedad al- ra. No veo mas que una mutación, ó dislocación de la
guna comenzase por un pacto semejante, y es bien sen- tuerza, que en último recurso queda único árbitro de la
cilla la razón : el pacto supone á lo menos un principio sociedad. Si el pueblo tiéne mas fuerza, quitará y depon-
de sociedad, ó la reunión de un cierto número de hom- drá al soberano cuando le acomode; v todos los parti-
bres con un lenguaje común, una habitación común y re- darios de la soberanía del pueblo le conceden este dere-
laciones habituales; cosas imposibles todas si no existia cho, que en verdad no podían negarle segim sus princi-
entre ellas algún orden, y por consiguiente leyes, y una
autoridad encargada de su ejecución. Por otra "parte, ¿en
1 Véanse sobre este pacto ridículo é ideal las graciosísimas y no
dónde estos hombres que se reúnen de una plumada para menos eruditas y sólidas cartas del filosofó1 Rancio Carta IV Y
deliberar sobre intereses comunes, tomarían las nocio- VI y VII.
pios. Por el contrario, si la fuerza está de parte del so- originària, en lugar del derecho de ordenar que se ejerce
berano, este agravará las cadenas del pueblo según sus sobre las voluntades mismas, no tiene mas que el poder
caprichos ó sus temores, como se acorta la cadena de de obligar por la fuerza, poder que el pueblo, si es mas
una fiera por miedo de no ser devorado de ella. fuerte, cuando quiera puede quitar.
En lugar pues de la tranquilidad del orden, el supuesto Bajo el imperio, pues, del contrato social, no hay en
pacto social no establece mas que un choque ó compe- la sociedad otros derechos, ni mas obligaciones que la
tencia de voluntades arbitrarias; y destruyendo la no- voluntad del mas fuerte. Ni se atribuye al pueblo la so-
cion de derechos y de deberes, ó el principio de obe- beranía ó poder soberano, sino porque tiene la mayor
diencia, pone en un estado d e guerra, á la autoridad y fuerza física -, y esta fuerza es también el único derecho,
los subditos. Cuando la fuerza del soberano prevalece, en términos que el pueblo, dice Jurieu, no necesita de
entra el despotismo; si la del pueblo, la anarquía; y es razón para validar sus actos, ó , como se explica Rous-
indispensable que tarde ó temprano una de las dos pre- seau . la voluntad general ( es decir, la voluntad del
valezca. Cualquiera lucha que tiene por objeto el poder, pueblo) siempre es recta*. De este modo, las ideas de
es demasiado violenta para que pueda durar mucho autoridad, poder, derecho, orden y justicia vienen á con-
tiempo; y mientras dura, el Estado es víctima de todos fundirse y perderse en la idea de la fuerza, ley general
los males que pueden oprimir á un pueblo. Esto es lo y única razón de la sociedad.
que hace preferible con muchas ventajas el despotismo Observad además, que todo cuanto se dice del pueblo,
á la anarquía; porque la anarquía es el choque de todos debe decirse igualmente de cada parte de él, ó de cada
los poderes ó autoridades particulares, sobre todos los individuo, porque la voluntad y la fuerza general no son
cuales cada uno quiere prevalecer; y hasta tanto que mas que la coleccion de todas las voluntades y fuerzas
uno lo consigue, el desorden es general, llega á su col- particulares ó individuales; y seria una contradicción
mo , y la única ley es la destrucción. En este combate que la voluntad y la fuerza del pueblo fuesen la única
terrible de cada uno contra todos, todos perecerían sino regla y medida dé sus derechos, si los derechos de cada
fuesen vencidos. individuo no tuviesen igualmente á su voluntad por única
La soberanía, de que el hombre podría gozar antes regla, y á su fuerza por única medida.
del establecimiento de la sociedad, no siendo relativa En efecto, los partidarios del sistema que examina-
sino á sí mismo, no consiste mas que en no depender sino mos, parten de éste principio para establécer su pacto
de su voluntad ; y como la voluntad no puede natural- social. Exigen la adhesión formal dé todas las voluntades
mente enage.narse, tampoco la soberanía. Tan imposible particulares; adhesión que, no obligando por otra parte
es querer por la voluntad de o t r o , como pensar por su sino mientras le agrada á la voluntad, la deja por consi-
entendimiénto, ver por sus ojos, oir por sus oidos y guiente en su independencia primitiva, y no constituye
obrar por sus órganos. Luego miradas las cosas bajo orden alguno que no esté en su mano trastornar cuando
este aspecto, y en la mentida hipótesis, el hombre des- y como guste, solo porque le acomode.
pues del pacto social se queda- lo mismo que estaba an- Mas no determinándose la voluntad sino por algun
tes, es decir-, soberano de sí mismo, é independiente de motivo ó razón, ha sido preciso hallar uno que inclinase
cualquiera otra voluntad que la suya : ceder el poder, las voluntades de todos sm excepción á adherirse al
no es ceder su voluntad, ó d e j a r de ser lo que es, porque pacto social ; y como la idea misma de deber ú obliga-
esto es imposible, sino únicamente poner su fuerza á la ción es incompatible con el sistema, no queda mas que
disposición de otro. En el supuesto pacto, el depositario el amor de sí mismo, ó el interés particular ; y en efec-
del poder no es mas que el depositario de la fuerza; y
como todas las voluntades conservan su independencia 1 Centrai, soci"!, lil". 2, eli. 3.
to, sobre esta base se esfuerza la filosofía á fundar la so-
ciedad. Rousseau, que adopta esta doctrina, es tanto mas tiempo, es porque cierto número de intereses particulares
inconsiguiente, cuanto que él sienta por otra parte máxi- se ligan con el interés particular del poder ó autoridad,
mas contrarias. « Si, como dice, es tan poco lo que los y oprimen á todos los demás; verdad que no se ocultó á
» intereses particulares tienen de común, que nunca ja- Rousseau, y de que manifestó estaba bien penetrado
» más equilibrará ó balanceará á lo que tienen de opues- cuando examinando las instituciones de los pueblos a n -
» t o * ; » es claro que la sociedad no ha podido, ni pudo tiguos se preguntaba : ¿Pero cómo? ¿la libertad no se
jamás establecerse, ni podrá conservarse por el concur- mantiene ni conserva sino con el apoyo, y por medio de la
so unánime de las voluntades particulares, ó por la con- esclavitud? y con una sola palabra se daba esta respuesta
cordia de los intereses particulares; y el sistema que terrible : Puede ser\
exige esta concordia ó convenio imposible, es contrario Lo que él llama libertad, no es mas que la falta del
á la naturaleza del hombre; pues que este, por confe- poder general de la sociedad; ó en otros términos, el
sión de Rousseau, «.es sociable por su naturaleza, ó á lo reinado mas ó menos libre de todos los poderes particu-
» menos hecho y formado para serlo 2 . » lares. Es claro que en este caso, cada poder particular
debe tener sus súbditos á quienes gobierne por sus vo-
Obsérvese además, que así como excluyendo á Dios de luntades particulares, es decir, esclavos; porque la
la razón del hombre, se destruye toda verdad, toda ley esclavitud esencialmente consiste en la sujeción á la
moral, todo deber y obligación, y toda virtud, para voluntad del hombre; y todo el que obedece al hombre
dejar solo el amor exclusivo de sí mismo, ó el interés perso- solo, es esclavo, aunque este hombre fuese él misino.
nal; del mismo modo, excluyendo á Dios de la sociedad, Otro tanto sucede en las naciones, y la teoría de la so-
se destruye toda verdad social, todo poder y autoridad! beranía del pueblo no es mas que la teoría de la escla-
toda virtud, para establecer en su lugar el interés p a r - vitud. Esto e s lo que, bajo otro respecto, hacia necesaria
ticular, que viene á ser el único principio de orden en la esclavitud en los gobiernos antiguos, y esencialmente
la sociedad, igualmente que en los individuos. en las repúblicas: porque servia para aquietar el orgullo
Cuando estas opiniones funestas llegan á extenderse y de los ciudadanos, y. mantenerlos en la dependencia,
generalizarse en un pueblo; cuando se ha llegado á p e r - alucinándolos sobre su verdadera condicion : eran es-
suadir á los hombres que á nadie son deudores de cosa clavos, y se imaginaban libres , porqué veian bajo de sí
alguna sino á sí mismos; que el interés personal es la otros esclavos mas miserables 2 .
única regla.de la voluntad, y que se puede légítimamente No hay calamidad que no se origine de una doctrina
todo lo que se puede hacer impunemente; en una pala- que constituye á los seres sociales en tales relaciones,
b r a , cuando no hay mas autoridad que la fuerza, otro que no es posible imaginarlas mas arbitrarias, y que
orden social que la fuerza , ni otra moral que la fuerza abandona la sociedad á merced y discreción del mas
cada uno hace prueba de la suya-, y trabaja por a c r e - fuerte , al modo de aquellos animales flacos que se echan
centarla sometiendo y subyugando la de los otros, y la á morir á los bosques cuando no se puede sacar servicio
independencia produce una tendencia universal á la d o - de ellos. No estando la autoridad ligada por ninguna ley
minación. La sociedad se transforma en un vasto anfi- obligatoria, libre de todo deber y obligación, porque
teatro, o circo donde todos los intereses se atacan unos esta, desnuda de todo derecho, no tiene ni conoce mas
a otros, se combaten con furor, ya en masa, ya cuerpo
a cuerpo, según la conveniencia de las pasiones. En
medio de este desorden, si el Estado subsiste aun algún 1 Conlrat. social, lib. 3, cli. 15.
2 De propia experiencia lo heñios visto en los últimos trastornos:
los agenles del poder revolucionario no eran mas que unos esclavos
1 Emile, tóm. III, pág. I!)!), note. - 2 Ibid. pág. 112. que tenian otros esclavos bajo de sí.
regla que su voluntad ó su interés, y todo interés limitado
bicrno de las pasiones, en vez de satisfacerlas, las irrita;
á las cosas de la tierra, no siendo mas que un interés de
y el pueblo siempre;codiciando, y siempre destruyendo,
orgullo ó de voluptuosidad, él pueblo, instrumento vil
atormentado de vagos deseos , y de temores desasosega-
de la ambición ó de los placeres de su dueño, se verá
dos, se afana y fatiga en abrir su sepulcro, y busca con
reducido á la alternativa, ó de alimentar con su sudor
ansia el extremo del desorden con la esperanza de encon-
el lujo de un príncipe afeminado, ó de engrasar con su
trar en él un verdadero descanso. La sombra sola de la
sangre la gloria de un monstruo
autoridad le horroriza; toda desigualdad, cualquiera
Pero los pueblos tienen también su voluntad, su interés, distinción, excita su desconfianza y hiere su orgullo.
y orgullo, aun mas terrible que el de ningún tirano : de Honrando con su odio á todo lo que se eleva sobre él, á
ahí un odio secreto contra el poder que los humilla y toda clase de superioridad sin excepción alguna, castiga
oprime, odio que se extiende desde la primera autoridad inexorablemente los servicios que se tuvo la generosidad
á todos sus agentes, instituciones, leves y distinciones de hacerle, castiga las riquezas, los talentos, el genio, la
sociales; y si se les deja un momento conocer su fuerza, gloria, la virtud misma ; y Arístides es'desterrado de la
abusarán de ella hasta destruirlo todo, y se precipitarán ciudad que salvó, porque los Atenienses se cansaban de
en la anarquía creyendo correr á la libertad. oirle llamar el Justo
De este modo él principio desastroso de que todo poder ¿Cómo es que hay quien se atreva á celebrar una
ó soberanía viene del pueblo, conduce infaliblemente á doctrina tantas veces experimentada, y de la cual nunca
los pueblos ó á no t e n e r gobierno alguno, ó á tenerlo han salido mas que calamidades-y delitos ? Volved los
tiránico y opresivo. La misma doctrina que destrona á ojos á esa Grecia t a n c u l t a , tan sabía, si es que la filosfía,
Dios, destrona á los r e y e s , destrona al hombre mismo, como quieren suponer, es sabiduría, y vedla tal, cual nos
abatiéndole y deprimiéndole mas que á las bestias; y tan la pintan sus propios historiadores/En toda ella no se
luego como la razón se encarga de gobernar ella sola al hablaba de otra cosa que de independencia, y sus campos
mundo, él interés individual, manantial eterno de odios y ciudades hervían en esclavos 2 ; se encadenaban na-
y discordias, viene á ser el único vínculo social. Así
como la autoridad entonces no es mas que la fuerza, 1 Cuando por la ley que decían del Ostracismo, los Atenienses
tampoco la obediencia es mas que la debilidad, porque trataron de desterrar á Arístides, llegóse á este mismo un paisano
el interés del orgullo n u n c a ha sido el obedecer. El deseo que no sabia leer, y le rogó encarecidamente le escribiese en su con-
innato de dominar, comprimido por la violencia tiene su chita ("que era el método que tenían de dar su voto de destierro) el
reacción, é impele incesantemente á los súbditos á la nombre .de Arístides : ¿ te ha hecho ese hombre a tí algún daño,
rebelión. Cuando el p o d e r está errante y sin base fija en le dijo Aristides ? no, respondió el paisano; pero estoy .ya cansado
de oirle llamar continuamente el justo. Ésta es comunmente la
la sociedad, las turbulencias se suceden unasá otras, y
justicia d é l a s democracias.
él fin de una revolución es principio de la siguiente.
2 Habia en Atenas veinte y un mil c i u d a d a n o s , y cuatrocientos
La mas desenfrenada democracia, que no es otra cosa mil esclavos, de modo que correspondían á veinte "por ciudadano
que la exclusión de . todo orden y de toda ley, ó el go- (Athené, lib. 1, c. 20). En S p j r t a formaban casi otra nación los
Ilotas, que este era el nombre que les daban. El tratamiento era
1 Uno y otro experimentó, bien la Francia en su revolución, en horroroso. Durante la guerra del Peloponeso, según refiere T u c í d i -
esa lección tan imponente para todos los gobiernos y todos los p u e - des, temiendo que se rebelasen ofrecieron la libertad á todos los que
blos : sirviendo primero á la voluptuosidad de un Felipe de Orleans, se mostrasen valientes contra el enemigo, con el objeto de descubrir
y despucs á.la ambición de u n Bonaparte. Entre nosotros cada uno los m a s esforzados para deshacerse de ellos; y habiendo por este me-
liará sus aplicaciones, según lo q u e de público sabe de las costum- dio separado dos m i l , los llevaron de templo en templo para dar
bres de nuestros austeros c a t o n e s . Pueden servir de reseña las o r - gracias á los dioses por la libertad alcanzada, y luego les quitaron la
gias de las Carnestolendas en los años que dominaron. vida. Aun mas : era costumbre entreellos poner de noche de tiem-
ciones enteras á la estatua de la libertad. Pero no era
bastante vender los hombres y cambiarlos por viles ani- se llegó á tal exceso de indigencia moral, que ya no se
males ; los mas virtuosos de los Griegos los degollaban hallaba que oponer al crimen mas que el vicio.
para habituar á la juventud á derramar la sangre, y los Entretanto la razón se consumía en combinar formas
envilecían para dar lecciones de moral á la infancia. de gobierno, y complicar los resortes de la máquina po-
¿ Y estos bárbaros, propietarios de rebaños de criaturas lítica, esperando que el orden nacería de un equilibrio
racionales, lograron al menos lo que con tanto ardor justo de las fuerzas. En estos cálculos, mas vanos todavía
buscaban ? Ellos se decian, y se creían libres, y e n la que ingeniosos, todo se tenia presente menos las p a -
inconstancia perpetua de sus instituciones arbitrarias, no siones , y con mil trabajos se buscaba en la multiplicidad
hacían mas que mudar de yugo, pasar de una tiranía á de contrapesos, ó en la división del poder, una doble
o t r a , y sufrirla bajo todos sus aspectos, unas veces su- garantía contra la anarquía y el despotismo; pero este
jetos á la de uno solo, y otras ¡ y cuánto mas duramente ! poder dividido, ó estos diversos poderes, atacándose
esclavizados por una multitud envidiosa, -caprichosa é prontamente, desolaban el Estado por sus discordias
insolente. interminables. Todo el fruto de tantas precauciones se
La historia tan instructiva de esta nación célebre, casi reducía á prolongar una lucha funesta, y á comprar á
no es mas que la historia del crimen y de la desgracia, mayor precio una opresion mas dura. De modo que se
lln odio furioso sublevaba á unos Estados contra otros sufría la tiranía, y se sufrían además sus venganzas.
Estados, y á las guerras exteriores se unían las intestinas. En un principio Roma fué gobernada por reyes, y esta
Sediciones, conspiraciones, asesinatos, proscripciones, fué la causa de su duración. Rajo su autoridad pacífica
hé aquí el único objeto, y uniforme materia de los escritos tuvieron tiempo de arraigarse la Religión, las costumbres
de sus historiadores. No se citará una sola ciudad que no y las leyes. Casi no se puede dudar que fuese feliz, p o r -
estuviese dividida en muchas facciones y bandos, tanto que la historia ño ha conservado de esta época mas que
mas encarnizados é implacables, cuanto que en una po- una memoria oscura y muy incierta. Bruto, dice Tácito,
blación poco numerosa los odios públicos se convertían instituyó el consulado y la libertad 1 ; es decir, que puso
en rencores personales. Triunfando cada partido sucesi- el poder mas á la mano del pueblo, y desde entonces la
vamente , el mas débil tenia que sufrir la pena y ven- autoridad fué siempre decayendo 2 . Los grandes se esfor-
ganza no solo de la derrota presente, sino de sus triunfos zaban inútilmente á retenerla; su resistencia no tuvo.otro
anteriores ; y el destierro, acompañado ..siempre de la efecto que hacer mas ruidosas las victorias que alcanzaba
confiscación de bienes, era la condición mas suave que sobre ellos la plebe, la cual á nada menos aspiraba que
podián esperar los vencidos. De ahí esas bárbaras cruel- á realizar el sistema de una igualdad absoluta, que equi-
dades que nos asombran, y aquellos usos atroces que los vale á decir, un sistema de absoluta y total destrucción;
legisladores combatieron con otros usos infames. En fin, porque, en efecto, despues de haber destruido la socie-
dad , destruyendo las distinciones sociales, las pasiones
envidiosas de las distinciones naturales que solo la
po en tiempo en parajes ocultos por donde debían pasar los ilotas á muerte puede quitar, destruirían al hombre mismo, y
los jóvenes para que degollasen cierto n ú m e r o , cuidando antes de acabarían por establecer sobre un suelo desierto, en el
que los infelices no llevasen armas para defenderse, que es como
quien dice, llevarlos á la carnicería. Otras veces para que sus hijos
110 se aficionasen al vínolos embriagaban, y en esta disposición los 1 Urbem Romam á principio reges habuere. Libertatem et Con-
trataban indignamente. Estos eran aquellos célebres Lacedemonios, sulatum L. Brutus instituit. Anual, lib. 1, n . 1.
cuyas virtudes no acaban de ponderarnos Mably, y tantos filósofos 2 «. Interin quedaron algunos privilegios á los patricios los p l e -
de nuestros dias. «. »beyos no descansaron hasta que Se los quitaron. » Ésprit des
lois, lib. 11, c . l f i .
silencio de los sepulcros , la lúgubre igualdad de la nada.
Afortunadamente para Roma, las circunstancias impi- Pero no era solo en el campo de batalla, y en el furor
dieron este mal; y las naciones vecinas atacándola, la de los combates donde los ciudadanos caian bajo la espada
salvaron. Obligáronla á pensar ante todas cosas en su de los conciudadanos. Cada dia listas sangrientas d e
existencia, y á apoderarse de su propio territorio,-al que proscripción, fijadas en las puertas del senado, ó en las
en seguida enviaron colonias. Esto trajo dos grandes paredes de los templos, anunciaban á millares de Ro-
utilidades; la de reducir el número de la gente intima, manos que el vencedor les mandaba m o r i r 1 . Vióse en
y la de ofrecer un objeto exterior á la ambición. Si desde
un principio el orgullo de lós Romanos no se hubiera litos contra la h u m a n i d a d y sus leyes, contra Dios, y contra sus un-
dirigido hácia las conquistas, éste pueblo en breve tiempo gidos. Aquellas bandadas de buitres que en la huida de Rusia va-
nian siguiendo los desechos de un ejército, que se dijo grande,
se habría exterminado á sí mismo. La guerra suspendía
para acabarlo de sepultar en sus entrañas; aquellos batallones e n -
las disensiones intestinas, y como la pasión de mandar teros yertos, helados en los bosques, de p i é , cómo espectros, dirán
buscaba y hallaba siempre fuera nuevas satisfacciones, elocuentemente á l a posteridad el bien que trajo su soberanía : el
Roma subsistió ínterin el mundo le ofreció naciones que suelo español, engrasado con millares'do cadáveres, debe hacer abrir
conquistar. Vencido ya el universo, cada Romano pre- los ojos á sus hijos para no dejarse arrastrar de vanas teorías.
tendió reinar sobre él~, y el imperio fué trastornado hasta l Horroriza solo el recordar las proscripciones de Svia y Mario, y
sus fundamentos por conmociones, horrorosas. Se habia las de los t riunivi ros Octavio, Anlonio y Lèpido. Mario hizo correr
sostenido contra todos los pueblos, pero no pudo defen- á rios la sangre ; la orden dada á sus satélites á su entrada en Roma
después de su destierro, era m a t a r á todos lós que llegando á salu-
derse de sí mismo, de sil constitución, y de la doctrina
darle él no les contestase : los m a s ilustres senadores perecieron en
que la servia de base; y entonces fué cuando, para eterna esta ocasion, saqueándoles además las casas , y confiscando sus b i e -
instrucción de la sociedad, se descubrieron enteramente nes. — Svia, su competidor, llevó aun m a s léjos su fría atrocidad :
los espantosos , secretos d e la soberanía del hombre. No hizo asesinar de una vez en el anfiteatro de seis á siete mil prisione-
se qué furia rencorosa saliendo impetuosamente de los ros de guerra, á quienes habia prometido la vida, y como el senado
profundos senos del corazon humano, v arrastrando tras reunido entonces en el templo de Belona, contiguo al circo, é igno-
si todos los crímenes, s e arrojó sobre esta nación, con- rando un proyecto tan atroz, se conmoviese al oir los aves doloro-
sos de tantos moribundos ; nada es, padres conscriptos, dijo f r í a -
denada por el cielo á castigarse á sí misma. Sus ejérci-
mente S v i a , son unos cuantos rebeldes, á quienes se castiga de
tos, al modo de aquellos facinerosos á quienes se les mi orden. Todos los dias se fijaban los "nombres de los que se h a -
lleva a ajusticiar en el lugar mismo en que cometieron bian de asesinar : no se veia donde quiera sino u n a carnicería : se
el delito, conducidos p o r la mano de Dios, iban á sufrir premiaba al esclavo que presentaba la cabeza de su amo ; al hijo
su juicio allá en las mismas regiones que habian devas- que traía la de su padre : aquí f u é donde se ensayo Catilina, quien
tado; y no. hubo un rincón en el imperio, donde la despues de h a b e r quitado la vida á su h e r m a n o , se encargó del s u -
Providencia 110 obligase á estos fieros adoradores de la plicio de M. Mario Graciano, Pretor , haciéndole arrancar los ojos,
libertad a dejar montones de huesos, que fuesen otros cortar las m a n o s , y romper los huesos de las piernas, antes de c o r -
tarle la cabeza ; en premio de lo cual se le dió la comandancia de los
tantos monumentos de la sabiduría y de la felicidad del
soldados, que hacían la mayor parte de estas ejecuciones. — Si cabe-
Pueblo Soberano, del Pueblo Rey a u n fué m a y o r , por m a s reflexionada, la matanza y proscripción
de los triumviros : disputaron largo tiempo entre sí sobre los q u e
se habian de proscribir, y concluyeron cediéndose uno á otro la c a -
1 Esta misma lección tan imponente la ha repelido la Providen-
beza de sus mutuos amigos y parientes. La cabeza de Cicerón, á
cia en nuestros dias, y la E u r o p a toda , los arenales de la Siria y
quien Octavio debía tanto, f u é dada en cambio de la del tio de A n -
Egipto, y los climas abrasadores de las islas del Nuevo Mundo, p r e l
tonio y de la del h e r m a n o de Lèpido, y este tratado de sangre se c i -
sentaran al viajero espantado los restos de los feroces republicanos,
mentó con la palabra de matrimonio entre Octavio y Claudia, hija
que a las ordenes de un déspota fueron á sufrir el castiao de sus de-
de la müjer de Antonio. Mas de trescientos senadores y dos mil cu—
esta época horrorosa á los jefes de las facciones cederse
mutuamente la vida, la cabeza de un amigo, de un pa- interior de los corazones, y el fanatismo de la libertad
riente, de un hermano, y especular sobre las proscrip- religiosa produce el fanatismo de la libertad política. La
ciones. Uniéndose la sed del oro con la de mandar, se Alemania, la Francia, los Países-Bajos, Inglaterra y Es-
.vendían los asesinatos, se traficaba con la muerte. El cocia, sirviendo de presa á los furores de una multitud
imperio en fin, rendido y fatigado de tantas discordias \ embriagada en doctrinas anti-sociales, se cubren de rui-
vino a descansar en el seno del despotismo militar, v nas y nadan en su sangre. Los pueblos reclaman por
algunos monstruos devoraron tranquilamente ese pueblo primera vez despues de quince siglos, lo que ellos lla-
que había devorado al mundo. man sus derechos, es decir, el poder, objeto eterno de
los deseos desenfrenados del orgullo, citan con altanería
Establécense nuevos principios con una nueva Religión,
á los Príncipes á su tribunal, los miran únicamente co-
que salva la sociedad, haciéndola conocerlas verdaderas
mo sus mandatarios, y se esfuerzan á fundar la demo-
relaciones del hombre con su autor, y de los hombres
cracia sobre las ruinas del orden actual. Vacilan los tro-
entre si. Las voces tutelares de derecho y de deber a d -
nos, y llegan á hundirse algunos. El genio de Wicleff
quieren un sentido; la autoridad sucede á íá fuerza, y el
agita segunda vez la Inglaterra, destinada por la Provi-
remo de Dios, que es el orden por excelencia, sucede al
dencia para servir de ejemplo á las demás naciones. La
reino del hombre ó al desorden absoluto. Bajo el influjo de
Religion se retira, y abandona este pueblo á las opinio-
esta Religión sublime, el género humano caminaba á
nes que le han seducido : héle ahí ya soberano de sí
grandes pasos hacia la felicidad, abanzando al término de
mismo. En el momento desaparece el orden juntamente
su perfección, cuando repentinamente aparecen de nuevo
con la paz, y todas las plagas reunidas inundan esta tier-
en la sociedad las doctrinas del paganismo sobre el poder.
ra proscripta. Constitución, leyes, justicia, humanidad,
El ensangrentado espectro de la Soberanía del Pueblo.
todo desaparece; no quedan mas que la fuerza y las p a -
invocado por la Reforma, sale del sepulcro donde le habia
siones. La hacha de los niveladores paséandose de un ex-
desterrado el Cristianismo. Al momento el espíritu de
tremo del reino ai otro, allana todas las preeminencias
independencia subleva las pasiones contra la autoridad :
sociales, y hasta la dignidad real pereció sobre el cadal-
guerras atroces desoían toda la Europa, y la discordia con
so con el mas desgraciado de la familia de los Stuar-
su implacable encono penetra hasta e l seno de las fami-
dos1.
lias. Lutero y sus discípulos justifican la rebelión, la au-
En todos tiempos unos mismos errores tuvieron siem-
torizan , la promueven y excitan con sus escritos y ser-
pre unos mismos efectos, y pronto veremos una nueva
mones sediciosos. Un no sé qué violento fermentaren lo
prueba bien memorable. Desde el punto que se le dice
al hombre : tu razón es la fuente de la verdad, y tu vo-
belleros fueron asesinados: los hijos llegaron á entregar á sus m i s - luntad la del poder; ya no hay mas verdad que lo que
mos padres por aprovecharse de sus bienes, etc. Esta es la dulzura
lisonjea las pasiones, ni mas poder que la fuerza, la cual
y suavidad de ios gobiernos democráticos. — La Francia en los dias
de su delirio nos dio los mismos ejemplos, aunque aquí se mezclaba
las mas veces el odio de la Religión. Un tal Philip, presentándose 1 Carlos I , rey de Inglaterra, Escocia é Irlanda, que f u é degollado
en un día en la sala con dos cabezas , estas son, dijo, de mi padre en un cadalso el 9 de febrero de 1649 por sus súbditos rebeldes,
j de mi madre que acabo de corlar, porque no querían oir la acalorados por el pérfido Cromwel con las ideas de la Soberanía del
misa de un sacerdote, juramentado [intruso). No se pierdan estas Pueblo. El mismo escándalo dio despues la Francia, llevada de las
lecciones para nosotros, y veamos el fruto del árbol del bien y del mismas doctrinas. Eran su consecuencia necesaria: el filósofo Dide-
mal a que nos incitan que comamos los disimulados demagogos. j rot habia expresado su deseo » de ahorcar, al último de los reyes con
» las tripas de los últimos sacerdotes; »y Bar rere erigió luego en
l Cuneta discordiis civílibus fessa, nomine principis ( A u g u s -
máxima « que el árbol de la libertad no podia crecer si nó se regaba
tas) sub i m p e n u m accepit. Taciti Annal. lib. 1.
» con sangre de reyes : >> y sus bárbaros satélites lo ejecutaron.
dirigida.por el ínteres particular ó por las pasiones, in-
troduce el desorden y la muerte hasta en los últimos ele- que sustituye el amor universal de todos los hombres
mentos de la sociedad; y sus miembros, con derechos á ese patriotismo feroz, tan fatal á la humanidad, á esa
iguales e intereses contrarios, se destruirían hasta no pasión violenta, desapiadada y cruel que, léjos de pro-
quedar uno, s i , como dotados de fuerzas desiguales, el ducir un amor recíproco entre los ciudadanos, inspira
mas tuerte no sojuzgase é hiciese servir al mas débil á únicamente el odio á todo el que no es ciudadano. Rous-
sus caprichos, que vienen á ser la única ley, el único de- seau en esto va consiguiente. Yió con toda claridad que
recho única justicia. Tal es el resultado necesario del no se podría fundar un gobierno sobre el interés parti-
absurdo contrato social soñado por la filosofía, y que cular, sin que el odio fuese su principal resorte; y por
en realidad no es otra cosa que una sacrilega declara- otra parte tenia-el ejemplo de las repúblicas de la anti-
ción de guerra contra la sociedad y contra Dios. La ra- güedad. Lo único, que, si nos fuese menos conocido el
zón y la experiencia, los hechos y el discurso están acor- orgullo filosófico, nos podría sorprender, es, como Rous-
des en demostrarlo, y cualquiera que sabe ver y refle- seau, advertido por los fatales resultados y consecuen-
xionar, reconocerá, que abolida la nocion de la autoridad, cias no se estremeció á su vista, y horrorizado no retro-
y de todos los principios conservadores del orden, de la cedió y abominó de tal principio; porque ciertamente,
paz de la felicidad, y de la libertad de los pueblos, las cuando uno se llega á representar los funestos y horro-
doctrinas de independencia, carta sangrienta de la dis- rosos efectos de los odios nacionales entre los antiguos,
corcüa y de la opresion, jamás han producido, ni podido el alma consternada -busca por todas partes un refugio
producir, sean las que se quieran las formas de gobier- contra estos recuerdos espantosos; y poseída d e asom-
no desde el despotismo mas absoluto hasta la mas ilimi- bro, se pregunta á si misma ¿ cómo -el hombre ha podi-
tada democracia, otra cosa que tiranos y esclavos, revo- do ser suficiente para sentir tantos males, y para inven-
luciones y maldades. tar el solo bosquejo de tantos crímenes ?
Ni es esto todo. Cuando las relaciones sociales que Enemigos.natos unos pueblos de otroS, nunca en paz,
unen a los hombres en una misma sociedad, han sido cuando mas gozaban unas cortas treguas, cuya obser-
destruidas o alteradas, las que unen á los pueblos entre vancia no tenia otro garante que el interés particular de
si en la gran sociedad del género humano, se destruyen guardarlas, ó la impotencia de romperlas. No habia en-
y alteran igualmente. No se conoce va otro derecho de tre ellos vínculo alguno de justicia, y la fuerza no reco-
gentes que el interés particular de cada nación, ni mas nocía mas regla que un horrible derecho de exterminio,
derecho de guerra que la fuerza. El odio á los otros, lié ahí la verdadera causa de aquellos esfuerzos inaudi-
ruto del amor exclusivo de sí mismo, anima á los pue- tos, y de aquellas resistencias prodigiosas que nos
blos del mismo modo que á los individuos, y los hace asombran. Se peleaba por los bienes, por la libertad,
duros, envidiosos, destructores. Esta pasión bárbara por la vida.; porque todo pertenecía al vencedor 1 . ¿Mas
modificación odiosa del orgullo, forma especialmente el se quiere ver cómo la filosofía protegía entonces á la hu-
carácter de las naciones, en las que el principio ateo manidad? « Los Griegos , dice Platón, no destruirán á
de la soberanía del hombre está públicamente consagra- » los Griegos, no los reducirán á esclavitud, no talarán
do por instituciones populares. Y esto es tan cierto, que
el mismo Rousseau mira al Cristianismo como poco á l Una ciudad sin poder ó fuerzas corria a u n mayores riesgos. La
proposito para formar ciudadanos, á causa del espíritu conquista le hacia perder no solo el poder ejecutivo y legislativo
de dulzura y mansedumbre de corazon que inspira y como hoy, sino también todo cuanto seconoce bajo el título de pro-
desprendimiento de las cosas terrenas*; es decir, p o r - piedad entre los hombres : libertad civil, bienes,' mujeres; hijos,
templos, hasta las sepulturas mismas. Esprit des Lois, lib. 9.
1 Contrat. social, lib. 4, ch. S. ch. í , *
guna al vencido, la Religión misma le abría sus templos, y
» sus campos, 110 darán al saqueo y al fuego sus casas; el asesinato se suspendía alguna vez al pié de los altares.
» pero todo esto lo liarán con los bárbaros 1 . » En los tiempos modernos se encontrarían también, sin
La política de los Romanos, tan injusta como desapia- fatigarse m u c h o , no pocos ejemplos qüe confirmasen
dada, fué aun más funesta al mundo que sus armas. estas observaciones. Hay en Europa un país donde las
¿Quién no sabe la sentencia del austero Catón 2 , ácuyos opiniones religiosas han consagrado el principio de la
ojos toda acción útil á los intereses del Estado era lí- soberanía del pueblo. Desde entonces el gobierno medio
cita?. Con la misma razón, ó acaso con mas justo título popular de esta nación, mas célebre por su orgullo y
que se decia la fe púnica, se hubiera podido decir la fe altanería que por la pureza dé sus costumbres, parece
Romana : tan hábil era Roma en eludir sus juramentos, no haber conocido otra regla de conducta, ni mas justi-
ó tart osada en violarlos 3 . La ruina de Cartago es una cia política que el interés. Sirviéndose de la fuerza y de
buena prueba, así como el saqueo de las ciudades del Epi- la astucia lo mismo que los Romanos, ha extendido su
ro por Paulo Emilio, es un monumento de la mansedumbre pesada dominación sobre regiones lejanas, que oprime
y equidad del senado, cuyas órdenes ejecutaba este Gon- con una sagacidad desapiadada, y con una estudiada b a r -
sul 4 . Y nótese que estos dos rasgos son de los tiempos barie : reina como ellos, y por las mismas máximas, y
mas florecientes de la república, y que su historia ofrece acabará como ellos.
otros semejantes, si 1I0 mas horrorosos, en casi todas Iguales ó análogos principios, esparciéndose por la
sus páginas. La humanidad era un sentimiento tan ex- Europa, y penetrando con una filosofía anti-religiosa en
traño para este pueblo, que en su idioma ni aun se e n - la mayor parte de los gabinetes, han hecho retrogradar
cuentra la palabra que lo expresa 5 . visiblemente el derecho de las naciones, que ha vuelto á
Sola la Religión, suavizando los corazones, ó aterrando ser, poco mas ó menos, lo que era entre los paganos,
las conciencias, ponia algún límite á los furores y d e - á saber, el interés armado de la fuerza. Perdida la san-
vastaciones de la guerra, y defendía contra las pasiones tidad de la fe pública, los tratados faltos de sanción se
y las doctrinas del orgullo y del odio, una débil tradición han transformado en simples convenciones humanas,
de misericordia. Y cuando ya no quedaba esperanza al- muy semejantes por su naturaleza y efectos, al soñado
pacto social. Sustituyendo á la doctrina de los derechos
1 De Republ. lib. 5. el sistema de la conveniencia, se han roto y quitado los
2 Catón j a m á s daba su voto en el senado sobre ningún negocio, límites que separaban las herencias de los pueblos,
que no añadiese: Delenda est Cartílago. como las de los particulares. Así como en el orden m o -
3 Díganlo sino Viriato, Numancia, y Sertorio entre los españoles. ral unos sofistas envidiosos se cubrían con el velo de la
4 El cónsul Paulo Emilio, por sobre nombre Macedónico, h a - naturaleza y de sus leyes, para justificar la violacion de
biendo vencido á Perseo, rey de Macedonia, demolió setenta c i u d a - las propiedades particulares; del mismo modo en el or-
des del Epiro, se llevó ciento cincuenta mil esclavos, y asoló en t a - den político, otros sofistas autorizándose con las mismas
les términos el país, que sus soldados no tuvieron necesidad de
máximas, han usurpado las propiedades públicas, las
acamparse entiendas como acostumbraban, sino que se alojaron en
las casas que quedaron desiertas; y esta devastación se premió por provincias, los reinos, bajo el pretexto de que así lo
el senado con los honores del triunfo, y la facultad de usar, durante exigia la naturaleza. Desde entonces cada Estado, te-
los juegos del circo, el vestido triunfal. — Cartago en la tercera y miendo ser de la noche á la mañana invadido, y usur-
última guerra púnica fué tomada por Scipion, y solo quedaron vi- pado en nombre y por orden de la naturaleza, según
vas cinco mil personas de u n a ciudad, que por tanto tiempo habia pareciese á la desmedida codicia de sus intérpretes, la
disputado á Roma el imperio del mundo. P. Luso, nota 9. seguridad, madre de la paz, huyó de una tierra aban-
5 Humanitas, en los autores antiguos , no significa m a s que po- donada á los caprichos funestos de los hombre?. Las na-
lítica, cortesanía, dulzura , afabilidad, amenidad. tvi
ciones para conservarse no han contado mas que con la
fuerza, y no bastando los ejércitos mas numerosos para contra las naciones el decreto de arresto , ó manda-
conseguir este fin, los pueblos enteros; obligados á des- miento de prisión y confiscación. Cuando se ha llegado
cender á la arena, han combatido por su vida con el ya á este término, rio creo se deban celebrar tanto los
encarnizamiento que inspira un interés tan urgente y progresos del orden social, ni los d e la felicidad, ni los
ejecutivo. La sociedad, bajo el influjo de las doctrinas de la libertad.
filosóficas, h a retrogradado hasta el estado salvaje, y Incedo per ignes. Se conoce bien que yo apenas puedo
esos horrorosos duelos de nación á nación han espantado tirar una pincelada en un cuadro que cada uno acabará
y estremecido al universo, que desde el establecimiento fácilmente por sí mismo. Por otra parte mi objeto en esta
del Cristianismo no habia visto cosa semejante. Nunca obra no es tanto presentar un tratado ó un conjunto
jamás se llevó á tal extremo el arte de oprimir, ni j a - completo de reflexiones, cuanto el dar ocasion á refle-
xionar. Lo que un escritor, sea el que quiera, dice ó es-
más tampoco se supo aprovechar tan bien todo el fruto
cribe, no suele ser acomodado á toda clase de personas,
de la victoria. Una avaricia ingeniosa abrazando en sus
sino á cierto número de talentos; pero si logra de sus
tiznados cálculos á las generaciones futuras, ha sabido
lectores un grado de atención que los obligue á formar
hacer cómplices de sus exacciones al tiempo, al Suelo r sobre la materia que trata pensamientos propios suyos,
la industria, y hasta las necesidades mismas de los v e n - habrá adelantado mucho mas que si él por sí los hubiese
cidos. • expresado. Parece que la verdad nos hiere y toca mas de
En el entretanto, á i a estabilidad del orden, á la a n - cerca, y nos pertenece mas, cuando nosotros mismos la
tigua y santa union que formaba de los pueblos de la descubrimos; y nos inspira menos desconfianza y mas
Europa un solo cuerpo político, y casi una sola familia,' adhesión.
arraigada, como una encina robusta y majestuosa en
No pudiendo pues la filosofía establecer otra constitu-
esta tierra antigua de la civilización, ha sucedido repen-
ción ni otro derecho de gentes que la fuerza : no esta-
tinamente una movilidad espantosa, un espíritu turbu-
blece tampoco otra legislación, que la fuerza, porque no
lento de discordia; y sin que se haya mudado mas que
queriendo subir hasta el supremo legislador, y dete-
la Religion y las c o s t u m b r e s , esta misma Europa ha niéndose, en el hombre, no puede hallar la razón de los
venido á ser como una grande sucesión que unos here- deberes y obligaciones en voluntades iguales é inde-
deros codiciosos y mas poderosos que las leyes, se dis- pendientes.
putan con las armas en la manó, la devastan, despeda-
zan y empapan. en sangre - sus miserables restos. Una Las leyes son la expresión de las relaciones que unen
insaciable avaricia se ha apoderado de los Gobiernos,, y entre sí á los miembros de una misma sociedad. Cuanto
el interés particular disponiendo de los imperios, en mas naturales ó perfectas serán las relaciones que expre-
cierto modo los ha despojado de su existencia moral, san, tanto mas perfectas serán las leves, y mas propias
de la dignidad tutelar que tomaban de la noble idea de para conducir á los seres sociales á su fin, que es la fe-
licidad, ó la tranquilidad del órdert Al contrario, si las
la sociedad, para hacer de ellos ¿lo diré? un objeto leyes expresan relaciones arbitrarias ó falsas, serán un
de negociación, una especulación mercantil, una moneda manantial perpetuo de desorden y desgracia, y se enca-
corriente para el uso de los poseedores de la fuerza; y á caminarán á destruir al hombre, en lugar de conservarle.
fin de dar á ese rápido comercio de Estados unas segu-
Estando las leyes destinadas á arreglar las acciones,
ridades independientes de la buena fe de las altas partes
son "por su esencia obligatorias; de otra suerte no serian
contratantes, la fuerza ha intervenido también para su-
una régla, sino cuando mas un consejo, á menos que no
plir á la justicia, y en el siglo diez y nueve, en el siglo
se las suponga apoyadas por la fuerza.; y aun en este caso
de las luces y i de las ideas liberales,-se ha establecido
no prescribirían obligaciones j impondrían sBecesidad.
• h : -• ' . '...,"'. .
La nocion pues de la ley está intimamente unida y e n - sin alguna autoridad ó poder, la ley viene á ser de h e -
lazada con la nocion de la autoridad, y así toda doctrina cho la expresión de la voluntad del poder, ó de la volun-
que destruye la nocion de esta, destruye por consiguien- tad del mas fuerte. No téniendo otro fundamento que la
te la nocion de la ley. fuerza, tampoco tiene mas garantía: no se obedece, se
De este modo los filósofos, que excluyendo á Dios de cede. Es un interés particular que sofoca y oprime mo-
la sociedad, hacen dimanar el poder y la autoridad de mentáneamente á todos los otros. De aquí un manantial
un -pacto dependiente de las voluntades libres de los nuevo y perenne de odio; porque el hombre aborrece
hombres; ó en otros términos, que atribuyen á los hom- naturalmente todo lo que se opone á su bien estar, ú
bres la facultad de crear la autoridad y poder, se atri- ofende su interés personal.
buyen igualmente la de crear la l e y ; y la ley, según De este modo desaparecen todas las verdades sociales
ellos, no es mas que la voluntad del hombre, ó según la con la verdad suprema de que dimanan. Realizadas por
definición de Rousseau, la expresión déla voluntad gene- las leyes y forma de gobierno, producen el orden, la paz,
ral, es decir, de todas las voluntades particulares de los la felicidad, uniendo y estrechando con vínculos de amor
miembros del cuerpo social; y siendo (en su sentir) la las diversas partes del cuerpo social. Mas .cuando las
voluntad general siempre recta, las leyes serán siempre sustituye el error, todo padece, se desconcierta y divide
justas; el pueblo crea la justicia como crea la l e y ; y aun todo, y la sociedad cae á pedazos. Un rencor mutuo arma
para esto no es necesario que sus voluntades sean racio- incesantemente á los súbditos contra la autoridad, á
nales ó fundadas, porque no consistiendo la esencia de los pueblos contra los pueblos, á los ciudadanos contra
la ley en la razón, sino en la voluntad, no tiene nece- los ciudadanos"; y la anarquía reina y obra en todos los
sidad de razón para validar sus actos; por consiguiente miembros del Estado, aun cuando la fuerza conserva en
puede legítimamente todo lo que quiere, aunque sea lo exterior una apariencia de orden.
despedazarse y aniquilarse; «porque si le agrada, dice El principio conservador que advertimos, en las leyes
» Rousseau, hacerse mal á sí mismo, ¿quién tiene d e - y creencia, ó Religión de los antiguos, no era invención
» recho para impedírselo 1 ?» s u y a ; porque cuanto mas nos remontamos hácia la anti-
Al leer estas máximas tan fecundas en calamidades y güedad, tanto mas puras, y firmemente establecidas se
delitos, se cree leer el código mismo del desorden, v la encuentran las creencias. Ellas claramente provenían de
teoría de la muerte. Si el caos y el infierno tienen una la tradición primitiva, herencia común del género h u -
legislación, sin duda alguna, debe estar fundada sobre mano. Mas alteradas poco á poco por las pasiones, y la
esta base. razón, se ve decaer su infiuencia con el progreso de los
Él interés particular, único móvil de las voluntades tiempos, y doctrinas contrarias producir contrarios efec-
particulares, cuya coleccion forma la voluntad general, tos. Así el espíritu del gobierno, tanto en Roma, como en
es eñ este sistema la única razón de la ley. Ahora bien, la Grecia, poniendo incesantémente en movimiento al
corno por confesión de Rousseau, « l o que: tienen de co- interés personal, tiraba á oscurecer los principios de la
» mun ios intereses particulares- nunca equivaldrá á lo justicia, y favorecido de una filosofía corruptora, acabó
» que no lo es, y tienen de opuesto entre s í ; » si es ne- por borrarlos enteramente de los corazones. Las costum-
cesario que las leves sean efectivamente la expresión de bres entre los antiguos, exceptuadas las épocas de una
la voluntad general, ó de todas las voluntades particula- extremada disolución, eran mucho mejores, v, sin.com-
res sin excepción, los pueblos vivirán eternamente sin paración, valían generalmente mas que las leyes, porque
leyes. Y no pudiendo subsistir los pueblos sin ellas, y la Religión, que en parte había conservado las verdades
esenciales, formó en un principio las costumbres sin obs-
1 ConlM) social, l¡b.-2, ch. 12. .. táculo, mientras que las leyes, que vinieroáfcespues, se
acomodaron á la naturaleza del gobierno, y como él, no blar de las leyes de los Tebanos y Cretenses, y de las
expresaron casi siempre mas que relaciones falsas : y instituciones de Esparta? El divino Platón ¿ n o quería
esta diferencia explica las contradicciones singulares que establecer en su república la comunidad de mujeres, y
se observan en las mismas costumbres : lo que habia en fundar la sociedad sobre la abolicion de la familia ? Hé
ellas de bueno, puro, generoso, era propio del hombre aquí el mayor esfuerzo dé la razón humana en política,
ilustrado por la Religión primitiva; lo vicioso, violento, en el siglo de oro de la Grecia. Aristóteles pone el la-
atroz, venia del ciudadano pervertido por las institucio- trocinio en el número de las diferentes especies de c a z a ' .
n e s políticas, y las doctrinas que estas hicieron nacer. Y va consiguiente. Cuando se constituye al hombre en
Seria inexplicable la duración de esos Estados populares, guerra contra el h o m b r e , debe permitirse á cada uno
cuyos anales parecen tan gloriosos, si no hubiesen teni- hacer el daño que pueda á su enemigo, porque se con-
do fuera de su gobierno un principio de conservación; y serva destruyéndole. Y de tal manera era éste el espíritu
Montesquieu lo conoció bien cuando dijo : « Que Roma de los antiguos Estados populares, que Solon cuenta e n -
» era una nave en tempestad sostenida por dos áncoras, tre las otras profesiones ú oficios el de l a d r ó n 2 : y sola-
» la Religión y las costumbres 1 . » mente observa que no se ha de robar á los conciuda-
La legislación de los pueblos paganos, especialmente danos , ni á los aliados d e la república. No acabaríamos
en las repúblicas, oprimia al débil : y la razón e s , por- si hubiésemos de recordar todas las leyes y máximas se-
que las leyes, expresión en ellos de la voluntad del mejantes. Pero lo que no debemos pasar en silencio, es
mas fuerte , no tenian, ni podian tener otro objeto que q u e , aun las mas infames, han encontrado un crecido
proteger sus intereses. La esclavitud, oprimiendo la de- número de apologistas entre los filósofos modernos 5 ; y
bilidad de la condicion ó clase, protegía la soberbia, y el que algunos han llevado el cinismo de los principios á
orgullo del hombre libre; la poligamia y el divorcio, mayores excesos que los mismos paganos llevaron el ci-
oprimiendo la debilidad del sexo, protegían la voluptuo- nismo de las costumbres. Basta el buen sentido para ver
sidad y los caprichos inconstantes de los maridos; las que una ley inmoral debe producir malos efectos: un in-
horribles leyes sobre deudores , oprimiendo el hambre genio agudo, travieso, vivo, sutil, puede figurarse que
y la indigencia, ó tal vez la flaqueza ó debilidad de la los tiene buenos;, y dar aparentes razones; pero el ge-
naturaleza m i s m a , protegían la avaricia de los ricos; el nio, ó un juicio sólido, que abraza todas las relaciones
derecho de vida y muerte concedido á los padres sobre de su objeto, piensa como el buen sentido, esto es, que
sus hijos, oprimiendo la debilidad de la niñez, protegía de una ley mala no pueden nacer costumbres buenas.
la codicia bárbara y todas las pasiones del padre, ó del Montesquieu, cuyo ingenio no cedia á nadie en vivaci-
que era mas fuerte en las familias. Y cuando toda la d a d 4 , apenas ha encontrado en pueblo alguno leyes que
fuerza vino á concentrarse e n una sola mano, y el im-
1 Del'homme, 1.1, sect. 4 , note 2 1 , pag. 605. Quffist. sur l ' E n -
perio no conoció mas que u n dueño y Señor, tampoco
cyclop. Guerre. — 2 Ibid.
hubo mas que una sola ley, q u e fué su voluntad, la cual
3 Véase la nota de la pág. 283 y sig.
disponía de trescientos millones de hombres, de sus bie- 4 El barón de Montesquieu ( Cárlos de Seeondat), nació cerca de
nes, de su libertad, y de su vida, á medida de sus deseos Burdeos el 1G89. Empleado , desde muy tierna e d a d , en el parla-
é intereses. mento de aquella ciudad, se dió á conocer en él por su elocuencia ;
No parece sino que en el momento en que los anti- pero lo fué mucho m a s por sus escritos, por desgracia demasiado
guos trataban de legislación práctica, toda idea de jus- célebres. Aun estaba en el parlamento cuando publicó las Cartas
Persianas, llenas de invectivas contra la religión y las cosas santas,
ticia y de pudor los abandonaba. ¿Quién no ha oido ha-
y tales que él mismo se vió obligado á hacer una segunda edición
con varias correcciones para poder entrar en la acattemia francesa.
1 Esprit JPI.ois, lib. 8 , c h . Í 3 .
no haya justificado. Según él, siempre hay en el clima,
•debieron determinar al prudente legislador á corromper
costumbres ó constitución, algunas circunstancias, que
la legislación. Su libro,.hecho en un todo para el siglo
en que apareció, no ha producido en política ninguna
^ jajó por la Alemania, Hungría, Italia, Suiza, Holanda , y por dos
utilidad verdadera, y ha contribuido singularmente á de-
años permaneció en Inglaterra. De vuelta á su patria publicó las
Causas de la grandeza y decadencia de los Romanos, para cuya bilitar la moral pública. , . . .
obra no falta quien diga se aprovechó del escrito de Waltér-Moyle, Toda verdadera legislación e m a n a d o Dios, principio
aunque sin citarle. Pero su obra principal es el Espíritu de las eterno del orden, autoridad v poder general de los seres
Leyes, en la cual entre algunas buenas reflexiones, y bastante co- inteligentes. En. saliendo dé aquí, no se ven mas que
nocimiento de los gobiernos, se encuentran paradojas en lugar de voluntades arbitrarias,.y el imperio degradante de .a
verdades, ideas atrevidas, relaciones inexactas, sistemas singulares, fuerza; hombres qúe avasallan insolentemente á otros
epigramas en lugar de reflexiones, y lo que es-peor que todo, prin-
hombres; esclavos y tiranos. El código variable de los
cipios de deísmo y.de irreligión. El abuso actual de la filosofía puede
decirse que principia en esta obra desgraciadamente célebre. Im-
intereses sustituye al de la justicia, tan inmutable co-
pugnada desde un principio por Debonnaire, por Crevier y otros, mo la naturaleza de los seres que debe regir, y que con-
sintió y temió tanto Montesquieu d é l a impugnación del asentista serva manteniéndolos en sus-verdaderas relaciones^ En
general Dupin, que fué á quejarse á la marquesa de Pompadour efecto, considérense las leyeS tomadas y bebidas, si se
cuando no se liabian repartido m a s que cinco ó seis ejemplares á puede decir así, en esta fuente divina, y se verá que,
algunos amigos, y ella le obligó á recogerlos, é hizo quemar toda la inflexibles y severás como la verdad, y no obstante eso
impresión ; que tal es siempre la tolerancia de los que mas la p r e -
rebosando no sé qué espíritu de dulzura que consuela y
dican. Sin embargo, al fin de su vida Montesquieu dió las pruebas
m a s decisivas de su arrepentimiento, y no solo hizo una abjuración
tranquiliza á la humanidad, inspiran á un tiempo con-
de todos los errores vertidos en sus obras, sirio que tomó todas las fianza v respeto, temor y amor. - El h o m b r e , sin duda,
disposiciones necesarias para-reparar los escándalos por medio del puede violarlas, pero es violando su razón, su concien-
P. Routh, jesuíta, que le confesó. Preguntado por este, si había v i - cia, su naturaleza toda, y renunciando á la paz y á la fe-
vido algún tiempo en un estadode incredulidad, respondió que in- licidad. Siempre estables en medio de la movilidad de
teriormente n o ; é instado por el motivo de haber aventurado tales las cosas humanas, se afirman con los siglos, sobrevi-
ideas que hacían sospechar tanto de su fe , añadió sencillamente : , ven á las opiniones y sistemas, y reinan sin.envejecer
que el gusto á la novedad, el deseo de singularizarse, y de pasar
jamás sobre las generaciones, que se suceden unas á
por un genio superior á las preocupaciones y máximas comunes,
y la ansia de agradar y obtenerlos aplausos de las personas que otras, y pasan enriquecidas con sus beneficios. Por el
daban el tono a la estimación pública, que no la concedían mas contrario, si el interés particular viene á ser el principio
seguramente que cuando se les autorizaba á sacudir el yugo de de las leyes, al punto vuelven estas á entrar, en la clase
toda dependencia, etc., era lo que le habia hecho obrar así. Reci- de aquellos caprichos inconstantes y desordenados que
bió los santos sacramentos con m u c h a devocion , repitiendo, juntas o! tiempo arrebata con desprecio entre sus olas. Duras
las manos, las oraciones de la Iglesia. Acaeció su muerte el 10 de
febrero de 1755, á los sesenta y seis años. — Su retractación nos blieo, y siguiendo su voluntad, no podíamos hacer mejor servicio á
t r a e á la memoria la de otro célebre magistrado español de nuestros su memoria. El Señor parece quiso premiarle en el momento; pues
días (D. G. M. de Jovellanos), quien en su ú l t i m a enfermedad ex- siendo los tiempos que eran, durante la guerra de la independencia,
presó casi en los mismos términos su sentimiento de haber abanza- y fuera de su casa, entendida la noticia de sus sentimientos, se
do en sus escritos algunas expresiones é ideas poco conformes. No juntaron y asistieron á su entierro ciento nueve eclesiásticos entre
ponemos en una misma categoría á Jovellanos cón Montesquieu; seculares "y regulares. Hoy vive en Madrid de prelado, y predicador
pero es muy decoroso á un cristiano disipar hasta las sombras que d e S. M„ el religioso capuchino que le asistió en el puerto de Vega
pudiera haber sobre sus opiniones religiosas. Este.testimonio le en las Asturias : pues no murió en u n a conmocion p o p u l a r , como
honra m u c h o ^ r a que Je omitiésemos: él quiso que se hiciese p ú - dicen las biografías f r a n c e s a s , sino de enfermedad en su cama, v
«ion todos los auxilios de la religión. ^
o afeminadas, extravagantes y mudables, algunas veces
las obligaciones y deberes, se ha visto precisada á fundar
disolutas, siempre crueles y desapiadadas como las pa-
la m o r a l , J o mismo cpie la sociedad, sobre el interés
siones, no subsisten sino seduciendo y engañando al
personal limitado á la vida presente; doctrina, en dic-
odio con bajas condescendencias, ó consternado la in-
támen y juicio de Bayle y de Rousseau, subversiva de
docilidad con el terror. Pero ya sea que lisonjeen, ya
toda virtud.
que a t e r r e n ; siempre oprimen; y las leyes formadas
« Si no fuera por la esperanza de los bienes futuros,
para adular al pueblo, constantemente son las mas
» dice Bavle 1 , se podrían poiíer la virtud y la inocencia
opresivas. Todo el que en Roma aspiraba al favor del
» en el número de aquellas cosas, Sobre las que pronunció
populacho romano, proponía la ley agraria,.ó la'aboli-
)> Salomon aquella sentencia decisiva.: vanidad de vani-
ción de las propiedades; y en cierta nación que se cree
»dades, y todo es vanidad. Confiar en su inocencia seria
libre, no ha mucho que el que queria agradar al pue-
» apoyarse sobre una cañacascada, que atraviesa y hiere
blo, solicitaba leyes de expoliación y de sangre contra
» la mano del que se quiere servir de ella. » La virtud
los católicos. El hombre es siempre ej mismo en todos
pues, en esta buena filosofía, no es mas que para los
los países, y en todos los tiempos.
tontos : es el resultado de la ignorancia, ó de.la pobreza
Las legislaciones puramente humanas tienen aun otro
y debilidad de espíritu, y no debe ya sorprendernos el
inconveniente terrible, y es, que las leves protectoras
ver los progresos del vicio y del crimen seguir los pro-
del orden son las que la multitud sufre "con mas impa-
gresos de las luces cm tanta regularidad.
ciencia, porque se dirigen á sostener lo que su interés
pretende derribar. Tolerará leyes inmorales, p o r q u e Rousseau percibió claramente estas consecuencias del
consagran el desorden, del que se aprovecha mas ó me- ateísmo. « Por mas que se haya querido establecer la
nos; pero como sus pasiones no esperan sacar yentaja » virtud por sola la razón; ¿qué base sólida,.pregunto,
alguna de las buenas leyes, porque su objeto es repri- » se la puede dar ? La virtud, dicen, es el amor al orden :
mirlas, no encontrará necesariamente en ellas mas que » bien; ¿ pero este amor al orden, puede, ni debe sobre-
un obstáculo á sus deseos, y un atentado contra sus de- » pujar en mí al amor y deseo de mi bien estar ? Denme
rechos. l.como ninguna ley, emanada del hombre solo, es » una razón clara y suficiente para preferirlo. Digan lo
obligatoria para otro hombre, s e r á necesario poner á la » que quieran; su pretendido principio, en realidad de
equidad bajo la protección de la fuérza, y arrancar del » verdad no es mas que un juego de palabras; porque yo
temor lo que en vano se pediría á la conciencia. Cuanto y también diré, y digo, que el vicio es el amor al orden,
mas profundo sea el t e m o r , la sumission sera mas .» tomado este en un sentido diferente. Donde quiera que
grande; la segundad pública no tendrá otro fiador q u e » hay sentimiento é inteligencia, hay orden moral. La
el verdugo, y se proclamará la justicia en nombre de la » diferencia está en que el bueno se ordena todo al bien
muerte, por no haber querido proclamarla en nombre » general, ó al todo; y el malo todo lo ordena y dirige á
de Dios. » sí. Este se constituye centro de todas las cosas, y el otro
» mide su radio, y se mantiene en la circunferencia. De
Hemos manifestado que la filosofía destruve la auto-
» este modo está ordenado con respecto al centro c o m ú n ,
ridad, el derecho de gentes y las leyes ó reglas de las
» que es Dios, y con respecto á todos los círculos concén-
acciones publicas; réstanos probar que destruve también
»trieos, que son las,criaturas. Si no hay Dios, solo el
la moral, o regla de las acciones privadas. .
» malvado es el que raciocina, el.bueno es un insensato 2 .»
Lo que hemos dicho sobre esta materia al refutar los
diversos sistemas de indiferencia, nos dispensa de una 1 Dict. crit. a r t . Brutus. De Bayle diremos en otra p a r t e : de
larga discusión : bastará por lo tanto observar que la sus amores eon la mujer de Jurieu, véase la página 20-3.
hlosofia. no^pudiendo hallar fuera de Dios la razón de 2 Emile, t. III, p . 118.
Ciertamente, la filosofía debería hablar con menos v el razonador mas hábil que hasta hoy ha combatido la
arrogancia de la razón , cuando vemos que por sola la creencia unánime del género humano. Este es Espinosa :
razón no puede establecer mas que el crimen; debería oigámosle :
también no ponderar tanto sus beneficios,. cuando señala « Yo no entiendo por derecho natural otra cosa que
á la virtud por herencia de los insensatos. Todo su poder » aquellas leyes por las cuales concebimos que cada ser
consiste en el raciocinio, y en el momento que racioci- » está determinado á existir y obrar de una cierta y- de-
na, el hombre que la escucha se hace un malvado, y '» terminada m a n e r a : los peces, p o r ejemplo, están de-
entonces, y solamente entonces, es cuando comienza á » terminados por la naturaleza á nadar, y los mas gran-
ser verdadero discípulo suyo; y á cualquiera que se con- » des á comerse á los pequeños; por eso el agua perte-
serva y permanece bueno, le aleja de sí, y excluye como » nece á l o s peces, v los grandes se comen los pequeños
indigno de recibir sus lecciones, ó como incapaz de com- » por derecho natural. Sigúese de aquí que cada ser, o
prenderlas. Ahora b i e n , filósofos, id, reunid los hom- » criatura, tiene un derecho soberano a todo lo que
bres, dictadles leyes, escribid constituciones, códigos : » puede. Y en esto no admitimos diferencia alguna entre
buscad insensatos'que consientan en arreglarse ójwwerse » el hombre y los demás seres, ni entre los hombres do-
en orden, por vuestro i n t e r é s ; relativamente al todo, des-
p u e s q u e les habéis ensenado que la sabiduría consiste 1 Espinosa, hijo de un judío portugués, mercader de profesión,
en ordenar el todo á sí mismos. Filósofos, que ensalzais nació en Amsterdam el 1632. Estudió la lengua latina con u n m e -
con tanto orgullo, en vuestras frases pomposas la razón dico y se dedicó todo á la filosofía. Cuanto mas adelantaba esos co-
del hombre, es preciso que contéis extrañamente con su nocimientos , se excitaban en él dudas sobre el judaismo; y como
sus rabinos no acertasen á satisfacerle, se separó enteramente de su
imbecilidad. ¡Qué lenguaje el vuestro para persuadir !
comunion, y abrazó el calvinismo frecuentando las iglesias de los
(í O hombre : ninguno tiene derecho para mandarte : r e - ai-miníanos, mudando su nombre primitivo de Barach en el de Be-
» conoce pues por consiguiente un señor. ¡No hay mas nito. Aunque exteriormentesumiso á su secta, tomó de ella mas
» regla p a r a tí que tu voluntad; por consiguiente, obe- que otra cosa la libertad de p e n s a r , y su orgullo le precipito en un
j) dece á las leyes que se le oponen y la contrarían. Tu abismo aun mas profundo. Retirándose de Amsterdam se ocupo de
» única obligación y deber es hacerte feliz en la tierra ; tiempo en tiempo en hacer telescopios , y dió á luz su Tratado-teo-
» e l saber-cómo, importa n a d a ; en consecuencia, re- lógico, donde sembró los principios de ateísmo, que abiertamente
se enseña en sus Obras postumas. Sostiene atrevidamente que
» nuncia á todos tus intereses, ahoga la voz de tus de-
Dios no es un ser inteligente, ni infinitamente perfecto, ni otra cosa
»seos, y aun la de tus necesidades; sé justo á t u s e s p e n - sino esa virtud de la naturaleza que está esparcida en todas 1as cria-
» sas; sométete sin m u r m u r a r á las mas duras privacio- t u r a s : atribuye todo cuánto existe á la necesidad, y no reconoce
» nes, á la indigencia, al trabajo, al dolor, al hambre. m a s sustancia" que u n a , etc. Su aire tétrico, su color amarillento,
» Nada debes esperar despues de esta vida : en conse- y no sé qué rasgos siniestros, anunciaban en su fisonomía como un
» cuencia, obra como si esperases otra, respeta religio- carácter de reprobación. Dicen de él que sus costumbres eran b u e -
» sámente el orden establecido contra tí, hazte volunta- n a s ; pero prescindiendo de que todas esas aserciones son vagas, y
de que un epicúreo consiguiente, según sus principios, de nada so
» riamente nuestra víctima, y te pagaremos el servicio
debe p r i v a r , atendido su orgullo desmedido, ¿qué se concluiría de
» con un profundo desprecio. » Filósofos, dad gracias al ello que no se pudiera decir con mas razón de los ángeles degrada-
inventor de la h o r c a ; él solo ha encontrado el funda- dos v convertidos en demonios? la soberbia conduce á los mismos
mento y la sanción de v u e s t r a moral. precipicios que los vicios de la carne. Y sirva de respuesta para
cuantos nos hablan dé las costumbres rígidas de otros sectarios, que
Mas como se podría sospechar por alguno que Rous-
por desgracia con esta capa se disimulan y seducen á los inocentes.
seau ha exagerado, quiero presentar las consecuencias Espinosa murió á los cuarenta y cinco años. Las extravagancias de
que él mismo atribuye al ateísmo, deducidas metódica- sus errores han sido j e p r o d u e i d a s en el Systeme de la nature.
mente de este"error monstruoso por el hombre mas frió,
» tados de razón, y los que les falla. Así es, que míen- pasiones; y cuando se trata de formar las costumbres
» tras tos hombres viven bajo el imperio de sola la natu- por sola la razón, sin la intervención de Dios, es también
« raleza, el que no conoce todavía la r a z ó n , ó no ha indispensable no reconocer mas ley, ni mas derecho que
» adquirido el hábito de la virtud, vive únicamente s e - ía fuerza dirigida por el interés particular ó por los ape-
» gun las reglas de sus apetitos con igual derecho que el titos : es decir, que en uno y otro caso, se atribuye al
» que arregla su vida por las leyes de la razón : es decir, hombre la soberanía absoluta de sí mismo; y es de ad-
» que así como el sabio tiene un supremo y soberano mirar que Rousseau no haya visto que su doctrina del
» derecho á todo lo que su razón le dicta, ó á vivir se- contrato ó pacto social lio es mas que el ateísmo puro
» gun las leyes de su razón; el ignorante ó el hombre aplicado al orden social, y que ha adoptado en política
» apasionado, lo tiene á todo aquello á que 'sus apetitos tos principios cuyas consecuencias desecha con horror
» y pasiones le inclinan y arrastran; es decir, un dere- en la moral. Sin duda proviene esto de que queriendo
» cho soberano de vivir según las leves de sus apetitos. establecer una teoría rigorosa de la sociedad, se ha visto
» El derecho natural, pues,íio está determinado en cada obligado á seguir hasta donde sus máximas lo arrastra-
» hombre por la recta razón, sino por sus deseos y po- ban, y por consiguiente hasta el ateísmo, el cual no es
» der. Cada u n o , considerado bajo solo el imperio de mas que un Deísmo rigoroso.
» la naturaleza, tiene un derecho soberano de desear ¿Mas qué sociedad podrá conservarse, cuando tos de-
» lo que, ilustrado por la sana razón, ó arrastrado por rechos de tos hombres no tengan mas regla que tos
» las pasiones, juzga que le es. útil ; y puede lícitamente deseos de cada uno, ni otros límites que su fuerza, á la
» apoderarse de ello, sea á fuerza abierta, sea por dolo cual se añada por suplemento el doto, el fraude, la as-
» o astucia, ó por cualquier otro medio-, y por consi- tucia? ó mas bien : ¿cómo concebir bajo la nocion de
» guíente tener por enemigo á cualquiera que trate de sociedad, una reunión de seres humanos, enemigos n a -
» impedirle el satisfacer sus deseos. De donde se sigue, turales unos de o t r o s , . é incesantemente ocupados en
» que el derecho de la naturaleza, bajo el cual todos los hacerse daño mutuamente? En esta anarquía horrible de
» hombres nacen y viven comunmente, nada prohibe voluntades contrarias y de intereses opuestos, de fuer-
. » sino lo que no se desea, ó no se puede, v que p e r - zas é intereses desiguales, el amor de sí mismo se con-
» mite las contiendas, altercaciones, tos odios, la ira, el funde con el aborrecimiento de tos otros, y el hombre
» fraude, y absolutamente todo lo que excita nuestros sujeto únicamente á l a ley de tos apetitos, independiente
» apetitos. Así que el derecho natural no está determi- de toda, autoridad y libre de toda obligación, lo mismo
» nado en ninguno sino por su fuerza; y ninguno puede que el pueblo soberano, no tiene tampoco necesidad,
» estar cierto de la fe de otro, mientras no tenga mas como este tampoco la tiene, de razones para 'legitimar
» fiador y garante que su promesa, porque cada uno sus actos; basta que quiera y pueda : con estas dos con-
» por el derecho natural , puede obrar dolosamente, y diciones todo le es permitido. El campo, casa y mujer
» tos pactos no obligan sino por la esperanza de mavor de mi vecino, su vida misma m e pertenece por derecho
» bien, ó temor de mayor mal 1 ..» natural, si, la deseo y soy mas fuerte que él. La natura-
Constituyendo la sociedad por sola la razón, sin la leza nada prohibe al hombre sino lo que le es física-
intervención de Dios, el hombre se ve reducido á no mente imposible alcanzar : su derecho no tiene mas
reconocer otra autoridad, ni otro derecho, ni mas ley, límites que el de su fuerza ó el de sus apetitos. Tiene
que la fuerza, dirigida por el interés particular ó por las hambre y desea comer carne humana : si tiene fuerzas
bastantes contra su'semejante, puede comer su carne, y
1 Tract theólog. polit., c a p . 1 6 .Dejare uniuscujuaque nata- beber su sangre con tan poco escrúpulo como se comería
rali et civili, p a g . 8 5 . un pedazo de p a n , ó bebería un vaso de agua de la
fuente Y no hay que esperar en este conflicto de las cia al bien ó al mal por las doctrinas reinantes, apresu-
pasiones, un vislumbre siquiera de la posibilidad conso- ran con su propio movimiento el curso de las costumbres
ladora de la paz, ni aun. de tregua, porque ningún pacto que las arrastran, hasta que vienen á sepultarse junto
es obligatorio; cada promesa puede envolver un lazo con las instituciones, con las leyes y con la sociedad
pérfido, y nadie está ligado sino por su propio interés. entera en el propio abismo. En el entretanto, todo lo que
Por consiguiente, á Dios estado, familia, unión, seguri- forma y hace la felicidad de los hombres reunidos, á sa-
dad. El hombre temblará de terror al encontrar á otro ber, la concordia y la paz, la unión doméstica, la dulce
hombre, que será mas terrible á sus ojos que el caiman confianza, la amistad fiel, la tierna compasion, la seguri-
del Gángesyel tigre de Zara. Y si alguna vez el instinto dad mutua, todo desaparece. Ya no se siente, se calcula.
une casualmente á dos individuos de diferente sexo, Las combinaciones bajas del sórdido interés reemplazan,
satisfecho que sea su apetito brutal, se mirarán uno á y sustituyen á los movimientos generosos del corazon :
otro con horror, y el m a s débil se apresurará á huir por iin frió egoísmo ahoga hasta los sentimientos de la natu-
temor de ser por el otro devorado. raleza; porque el egoísta, ó el que solo se ama á sí
Si la filosofía pues llegase á establecer enteramente su mismo, no espere ser amado de nadie. Grandes y peque-
reino sobre las ruinas de toda Religión, destruiría la so- ños, ricos y p o b r e s , anhelando todos igualmente por
ciedad, acabaría con el género humano, y realizaría el gozar, devoran con furor una existencia de un momen-
aniquilamiento ó la nada, que forma la esencia de sus to. El matrimonio-, sin estabilidad, sin inocencia ni
doctrinas. Pero limitándonos aquí á lo que la experien- fidelidad, no es mas que upa sociedad rápida y pasajera
cia nos enseña de su influencia sobre las costumbres, del deleite, que un capricho lo forma, y un capricho lo
contemplemos los siglos filósoficos. ¡ Qué olvido tan pro- disuelve. El adulterio y el divorcio, que no es mas que
fundo en ellos de todas las obligaciones! ¡Qué insolente un adulterio legal, destruyen la familia por sus funda-
menosprecio de la virtud! Declarados el orgullo y el de- mentos. Lo que queda es una carga tan pesada, que
leite, por único móvil de las acciones humanas, abortan pocos hombres tienen valor de soportarla. En vano, para
y dan á luz una concupiscencia desenfrenada, triste pero aligerarla, se permite á la avaricia del padre calcular lo
infalible síntoma de la extinción del sentido moral. que le tendrá de coste la vida del hijo abandonado á su
Cuando la sed del oro llega á apoderarse de un pueblo discreción; la paternidad con este horrible derecho, es
se puede firmemente asegurar que se precipita en la aun demasiado onerosa, y el vicio casi solo se encarga
barbarie. Aun las ciencias no sirven entonces sino para de poblar el estado.
conducirle mas prontamente; porque ellas por sí mis-
« En Atenas, dice Montesquieu, el pueblo excluyó del
mas nada conservan, y estando determinada su tenden-
» número de ciudadanos á los bastardos, para que les
y, tocase mayor porcion del trigo que les habia enviado
1 Esto parecería una exageración si la filosofía no hubiese sacado » el Rey de Egipto S » Este rasgo solo puede dar una
por si misma esta horrible consecuencia de sus principios. En una idea del número de bastardos, y por consiguiente de las
obra publicada el 1791, Brissot ( a u t o r del Patriota, periódico f r a n -
costumbres de esa ciudad que tanto se admira.
cés tan celebre en los fastos d e j a s atrocidades revolucionarias ) es-
tableció claramente el derecho de la antropopliagia (esto es de co- Los Griegos, con sus instituciones'filosóficas, habian
m e r carne humana) ; ¿ y quién no ha oido hablar de los bebedores comenzado por quitar el pudor á la virtud; y siempre
de sangre durante aquellos dias de muerte? Se atribuven también filosofando, llegaron á perder el rubor y vergüenza del
al mismo autor la Teoría del robo, y la Apología del robo. ; Oué vicio mismo. La filosofía les enseñó desórdenes, que en
grande filosofo era este Brissot!... Lo cierto es que sus obras prece-
dieron a las grandes expoliaciones que se hicieron de todas las pro-
piedades , asi de corporaciones como de los particulares.
1 Esprit des Lois, 1. 2-3, c, (i.
la mayor efervescencia de sus apetitos, la naturaleza ni manos en tiempo de Augusto. Sin hablar ahora de la ex-
aun hizo sospechar á los animales. posición de los niños y de los' espectáculos sangrientos
Cuando las doctrinas materialistas, qué reducen la mo- del circo, no podemos formar hoy una idea cabal de cual
ral al interés particular, se introducen en un pueblo, su era la desgraciada suerte de los esclavos en aquel pue-
primer efecto por lo común es turbar el orden político, y blo heredero universal de los conocimientos y de los vi-
dividir los ciudadanos , exaltando desmedidamente el cios de todo el género humano. Estos infelices, á quienes
deseo de la dominación. Todos quieren mandar, y nadie se les escaseaban,hasta loS alimentos mas groseros, pa-
obedecer : se disputan unos á otros rabiosamente el sada la hora del trabajo yacian aherrojados en los cam-
poder, el mando, la autoridad; y el Estado despedazado pos en unas especies de subterráneos infectos , donde
sucumbirá á las facciones, si las almas degradándose poco apenas penetraba el aire. Expuestos á los caprichos de
á poco, y preparadas en fin para soportarlo todo, no se un amo avaro, y de unos celadores ó sobrestantes desa-
precipitasen por sí mismas y arrojasen voluntariamente piadados , se les oprimia con toda especie de trabajos
á los pié's del despotismo; porque, observémoslo, los mas soportables sin embargo que los caprichos crueles
elementos de la esclavitud se preparan en la anarquía, v de sus tiranos; y en llegando á viejos, ó cayendo enfer-
cuanto mas completa es esta, mas profunda es la escla- mos, se les enviaba á morir de hambre á una isla del Tí-
vitud que se la sigue. ber. Algunos romanos los hacian arrojar vivos en los vi-
Es muy notable este duplicado efecto de la deprava- veros de peces para engordar con .ellos á las murenas 1 .
ción de costumbres producida por la impiedad, el cual La muerte misma hacia, parte de todas las diversiones de
consiste en irritar de tal modo el orgullo de los hom- aquel pueblo. Para dar mas aire de verdad á las repre-
bres, que se les haga odioso el Gobierno mas suave, y sentaciones trágicas; degollaban, si así lo exigía el d r a -
en extinguir de tal manera en ellos el noble sentimiento ma, á uno sobre la escena-, se veía á Hércules quemado
de su dignidad, que nada se les haga intolerable, ni les vivo, y á Orfeo despedazado por osos cpie hacian el p a -
choque, ni asombre en la tiranía mas feroz. El que no se pel de bacantes. En fin, ¿qué sé yo? el hombre había
tiene en mas , ni piensa que es mas que una bestia, iio.se llegado á ser tan vil y despreciable á los ojos del hom-
indigna de ser tratado como ella, y se consuela de todo con bre , que se le mataba , para alegrar los festines ó para
tal que se le deje la vida y los deleites de los brutos. Pernera entretener el tiempo, sin que. se hiciese alto, ni formase
et circenses, era el grito de los romanos en tiempo de los el menor escrúpulo sobre ello. Y lo que "no se imaginó
Césares : un poco de pan empapado en sangre, hé aquí jamás hasta aquel siglo, tan brillante de literatura y filo-
todo lo que pedia á sus amos aquel.pueblo tan orgulloso sofía, se llegaron á sacrificar al Tedio víctimas humanas.
y civilizado, que habia conquistado el mundo. Pero aun añadiremos otra cosa acaso mas increible.
En el principio .dé las sociedades, los pueblos pelean Ephorion de Chalcide refiere 2 : que entré los Romanos
por la vida, y de ahí es que las guerras son entonces casi se proponía algunas veces cinco minas ó monedas de pre-
siempre atroces; pero la humanidad recobra su imperio mio ó recompensa al que se aviniese á dejarse cortar la
en el tiempo de la paz. Por el contrario, en las naciones cabeza, por manera que la suma ofrecida se habia de en-
corrompidas, la paz es mas cruel que la guerra misma. tregar á los herederos : y varias veces, añade el mismo
La codicia y el orgullo producen como un espíritu gene- autor, muchos concurrentes se disputaban á este precio
ral de barbarie fría y meditada, la cual rompe y se ma-
nifiesta según las circunstancias, unas veces en las cos- 1 Veilio Polion lo hizo así con un infeliz esclavo suyo, porque ha-
tumbres del pueblo, otras en la política de los Gobiernos. bia quebrado un vaso, sin que le pudiese valer Augusto César, que
Los conocimientos, dice Montesquieu, hacen á los comia convidado á la mesa.
hombres mansos y suaves : no es así. Véanse á los TO- 2 Jpttd Atheii., 1. (i.
la muerte. Júzguese en vista de esto cuál seria la mise- se en esta superioridad, se complace y recrea en some-
ria de las familias, cuando un miembro de'ellas, se sacri- terlos á sus caprichos; y cuanto mas bárbaros y desor-
ficaba así para librar á los otros de los horrores de la denados son estos, tanto mas grande le parece la de-
hambre, y de la atrocidad de un pueblo, en el cual la in- pendencia ó inferioridad de las personas que esclaviza
digencia estaba reducida á mendigar la preferencia en y domina. De aquí esos monstruos de atrocidad y de di-
estas execrables transacciones. Se encontraban hombres solución desenfrenada 1 : de aquí los bárbaros juegos del
que compraban el deleite monstruoso de sufrir un homi-
cidio; y no se hallaba quien fuese sensible á las dulces y matanzas, de que dejamos á Raynal y Diderot se disputen la prio-
ternuras de la piedad y compasion. ridad. Véase la nota de la pág. t50.
¿ Y qué diremos de los excesos, invenciones y refina- l Los cabellos se erizan solo al recordar los nombres de Ropes-
mientos espantosos de disolución, convertidos en cos- pierre, Marat, C a r r i e r , Lebon, Fouquier Tainvilie, Saint-Just, etc.
tumbres públicas en aquellos siglos abominables ? El pen- Carrier, habiendo oido decir que estaba muy poblada la Francia
samiento mismo se niega á recordarlos ni aun vagamente. para ser república , fué de dictamen que se suprimiese la tercera
parte de sus habitantes. Enviado de'comision á Nantes. el octubre
Hay ciertos vicios tan enormes, que debemos tratarlos y
de 1793 anunció su llegada con la proclama de « que harían antes
considerarlos como á aquellos grandes criminales, á quie- » un cementerio de la F r a n c i a , que dejar de regenerarla : » propuso
nes la ley, horrorizada de tamaños delitos, mandaba con- hacer perecer á todos los presos sin ser juzgados, y para verificarlo
ducir al suplicio, cubierta la cara con un Veto fúnebre. inventó el medio tan pronto como atroz de aquellos barcos que s u -
Parecen inexplicables tanta corrupción y barbarie, y mergiéndose en el Loira anegaban á cien personas de u n a vez : para
sin embargo es demasiado cierto que el corazon humano prueba hizo desde luego entrar á noventa y cuatro sacerdotes en una
abriga su gérmen, cuyo desarrollo sola la Religión es la barca con pretexto de trasladarlos a paraje m a s seguro, y levan-
tando las válvulas los sumergió en un m o m e n t o ; lo mismo hizo á
que puede impedirle. Sembrad en este terreno infecto
pocos días con oíros cincuenta y ocho eclesiásticos, y despues de
las doctrinas de la nada, y bien pronto cogereis la muerte, estos con otros muchos seglares, llamando á estas expediciones ¡ el
y todos los delitos. S í , lo d i r é , aunque supiese que por barbáro! baños y deportaciones verticales. Pareciéndole luego
ello habia de atraer sobre mí los gritos y anatemas de este medio muy lento., los hacia atar de dos en dos, y los arrojaba
los numerosos prosélitos de esa sabiduría* del dia; y lo al rio Loira, teniendo la bárbara complacencia de atar juntos á u n
diré sin emblemas ni rodeos, porque ya es tiempo de h o m b r e con una mujer para anegarlos, á lo que irrisoriamente l l a -
no ocultar nada; la filosofía irreligiosa, cuyo principio m a b a matrimonio republicano; y esta ejecución duró por mas de
un mes todas las noches. Otra vez, habiendo á causa de su disolu-
es el orgullo, necesariamente hace á los hombres crue-
ción contraído una enfermedad vergonzosa , hizo venir á sí cien
les 1 . El que quiere ser superior á los otros, y saborear- mujeres públicas, y las anegó é hizo ahogar todas. No perdonó sexo,
edad ni condicion,ni al ancianó-mas venerable, ni al niño de doce
1 En todos tiempos, dice un hombre sensato, ha habido una a ñ o s ; computándose de quince á veinte mil los muertos dé este
alianza m u t u a y completa entre los filósofos y revolucionarios. Los modo. — Fouquier Tainvilie en menos de un año hizo morir treinta
filósofos que escriben, son revolucionarios especulativos : los revo- mil personas, sin m a s proceso qué juzgarlos revolucionariamente,
lucionarios que degüellan , son filósofos activos j v como decia un es decir, sin fórmula alguna, m a s q u e l l e n a r con cualquiera nombre
miembro de la Convención francesa, cuando se trató de poner af- los huecos de las listas de proscripción que tenia impresas, lo que
autor del Contrato social en el Panteón entre Marat y Yoltaire : Lo m u c h a s veces hacia enire los brindis almorzando en un café cerca
que J. J. Rousseau quería , nosotros lo ejecutamos. Efectiva- de la Conserjería; no siendo una sola en la que equivocándose los
mente, hecho el cotejo, se puede con toda verdad decir que es im- satélites en traer unas personas por otras, respondía :« no importa,
posible citar una atrocidad,una l o c u r a , u n a necedad d é l a s practi- » lo mismo tiene hoy que m a ñ a n a . » — El apóstata oratoriano y
cadas durante la revolución , que no se encuentre aconsejada en un cura juramentado J.ebon todos los dias despues de comer se ponia
libro filosófico, principiando desde la mutación d é l o s nombres de en un balcón para asistir al suplicio de sus víctimas ; hacia alarde
las calles, propuesta por Yoltaire, hasta esas horribles ejecuciones- de su disolución y de su crueldad : varías veces hizo pasar á algu-
circo, y las sumersiones de Nantes : y como la acción
ansiando y afanando por gozar, cierran los ojos a lo pa-
de dar la muerte es el acto mayor de" superioridad que
sado y á lo porvenir, y atormentadas al parecer por el
el hombre puede físicamente ejercer sobre otro hombre,
presentimiento de su fin, no ven sino lo presente, y se
el orgullo, ó el amor de sí mismo produce el amor ó
apresuran á devorarlo. Bajo pretexto de acelerar la cir-
deseo del homicidio, y el hombre destruye á otro hom-
culación de las riquezas, es decir, para dar mas energía
b r e , impulsado del mismo sentimiento, y con la misma
y movimiento á los deseos, temores y esperanzas, a to-
complacencia que manifiestan los niños cuando hacen p e -
das las pasiones y á todos los vicios, se favorece todo lo
dazos sus juguetes ó entretenimientos.
posible el l u j o ; se llega hasta tender lazos á la codicia;
Y si las doctrinas filosóficas, y.las costumbres forma-
se multiplican los teatros, las mujeres públicas, las rui-
das por ellas, llegan á dominar en un Estado, ó aunque
nosas loterías v casas de juego : bancos horrorosos de
sea solamente en una parte considerable de sus miem-
crímenes, donde la inocencia misma arrastrada por una
bros, entonces el pueblo t o d o , como si fuese mía sola
debilidad imprudente, va bajo la protección de la auto-
persona, es arrebatada léjos del orden por los sistemas
ridad pública á abrir una cuenta fatal, que con demasia-
del orgullo y de la avaricia. Entonces el único objeto de
da frecuencia se cierra sobre el cadalso, ó con el suici-
todos los deseos, y el delirio de todos los espíritus es
dio 1 . La moral y la conciencia caen en tal menosprecio,
independencia en lo interior, y dominación sobre -los ex-
que se teme, v como que se avergüenzan de pronunciar
traños. No se conoce nías grandeza ni mas prosperidad
su nombre ; y si se presentan algunas de esas grandes y
que la gloria que acompaña á las conquistas, y las ri-
sencillas cuestiones, que-la justicia inmutable ha deci-
quezas que son su fruto. El frenesí de la guerra y la sed
dido,-digámoslo así, desde la eternidad, no espereis que
ardiente del oro agitan y consumen los pueblos. La cien-
su voz se haga oir, ni sea escuchada : sus máximas serán
cia de gobernarlos, que es toda moral, se pierde, y en
tratadas de escrúpulos, tal vez de escándalo, y entre el
su lugar entra el arte material de administrarlos, á es-
despojador opulento y su víctima contumaz á n o compa-
pensas de lo que constituye la estabilidad, vigor y felici-
d e c e r en juicio, la sabiduría del siglo no verá mas que
dad real y verdadera de los imperios. Toda la política
intereses que asegurar, y quejas que reprimir. Asi, mien-
se reduce á la Hacienda y rentas-, transformadas en una
tras que la verdadera política, que establece y conserva,
vil negociación de billetes y cédulas de banco, y sobre
es una profunda y soberana equidad, ó en otros térmi-
todo, de fondos públicos, aí comercio, las manufacturas
nos, la ciencia del orden aplicada al gobierno de las n a -
y los ejércitos;, porque el dinero es toda la felicidad de
ciones, la política 'filosófica, mezquina y ratera, como
los Estados, y el cañón toda su fuerza. Las naciones,
los intereses materiales en que se fija, y únicamente con-
sidera, no conoce mas virtud que la astucia, ni mas de-
ñas infelices, despues de . haberlas violentado, desde s u s brazos al litos que las pérdidas, porque toda se reduce á una espe-
cadalso : otra hizo suspenderla ejecución de uno al tiempo mismo
culación dé gloria ó de dinero.
de descargar el golpe, para que le leyesen las noticias ventajosas
que acababa de recibir del ejército, y que tuviese ese desconsuelo Las ciencias, vano alimento del orgullo, podrán por
mas. — Guffroy, su amigo , pidió guillotina permanente, hasta
que no quedasen-mas que cinco millones de habitantes : estos dos l En-efeeto, donde ha habido mag espíritu filosófico son m a s los
eran del mismo pueblo que Robespierre, y el último abogado como suicidios; por eso son tantos en Inglaterra, que hasta el célebre
él, y periodista. Sobre Marat véase la nota de la pág. 240. Saint- Young (inglés) no se detiene en darla el epiteto d z Nación suicida :
Just... Collot... ¿ q u é sé yo? La pluma se cae d é l a s manos al re- en Franciá con el espíritu filosófico se introdujo también esta peste.
cuerdo solo de t a n t a atrocidad; solo queremos recordar que todos El 1780 en sola la generalidad de París hubo mil cuatrocientos tres
ellos estaban impregnados de las máximas filosóficas, ó excitados suicidios de personas de uno y otro sexo, el 1S18 fueron trescientos
por los filósofos. treinta, y el 19 trescientos setenta y seis. Estos son los graudes
bienes que causa t a filosofía.
un momento dar algún brillo que deslombre; pero su y casi siempre para atormentarle; etquiaddit scientiam,
resplandor durará bien poco. ¿No las hemos visto en ìiddit et laborem.
toda la tierra seguir constantemente los progresos de la A proporcion que la verdad desaparece de la consti-
civilización, nacer, desarrollarse, estancarse v apagarse tución, de las leyes y costumbres, el Estado se debilita,
con ella? Mustia y pálida imagen de las verdades fecun- su vida se extingue,, "y llega por fin un momento en que
das que vivifican la sociedad, brillarán por un instante es preciso de toda necesidad, ó que todo perezca, ó todo
como vagos meteoros en el horizonte del mundo moral se renueve. Los pueblos no subsisten, ni se reaniman
desolado,.para desaparecer muy pronto y para siempre. sino por la Religión. Alejándose de Dios se acercan á la
El cultivo de las ciencias, además de "cierta estabili- nada, dominio propio de todos los seres finitos, y su
dad en el orden político, exige un vigor, una fortaleza única soberanía. Esta es la razón porque Maquiavelo, á
de alma, y una constancia de aplicación, que son incom- quien verosímilmente no se le tendrá por un fanático, ni
patibles con la movilidad de las instituciones, y las cos- espíritu débil, condena sin detenerse á la execración uni-
tumbres afeminadas dé un pueblo materialista. La con- versal á los que conmoviendo y destruyendo la Reli-
cupiscencia acaba y gasta las pasiones, porque los ape- gión, trastornan la sociedad : y no duda llamarlos « hom-
titos no son pasiones ; y por consiguiente acaban, con la » bres infames y detestables,"destructores de los reinos
literatura, ciencias y a r t e s , y no dejan actividad mas » y de las repúblicas, enemigos de las virtudes, de las
que para lo que dice relación á las necesidades y place- .» letras y de todas las artes que honran al género h u -
res de los sentidos. Y esa es la razón oculta de" la pre- .)) m a n o , y contribuyen á su prosperidad 1 . »
ferente estimación, que la filosofía concede á las cien- Mas de un siglo ha que Leibnitz veia con espanto mul-
cias físicas sobre las ciencias morales. Esta preferen- tiplicarse por toda Europa esta raza de hombres, que
cia se echará de ver hasta en la educación ; y si en siempre se dejan ver en el mundo, cuando el cielo quiere
el pueblo que suponemos la hubiese pública," infali- ejercer el rigor de su justicia sobre los pueblos; y este
blemente estará dirigida según las máximas que le di- profundo observador anunció desde entonces los d e -
rigen á él mismo, y. por el espíritu q u e le anima; es sastres, de que á nosotros estaba reservado ser testigos
decir, por un espíritu de orgullo, que da la mayor i m - y víctimas. Sus palabras, tan asombrosas cuando se
portancia á una instrucción fútil, propia para fomentar consideran con relación al tiempo en que escribió, m e -
la vanidad, sin reprimir las inclinaciones ni apetitos recen aun mas atención acaso hoy cha, despues que los
del corazón; por un espíritu de voluptuosidad, de sucesos ¡ay! tan completamente las han verificado.
donde resultará una indulgencia homicida por el des- • « Los discípulos de Epicuro y de Espinosa, creyén-
arreglo de las costumbres; ó , aun cuando se procuren D dose libres del temor importuno de una Providencia
reprimir por consideraciones puramente físicas, resul- » vigilante y del temor de una vida f u t u r a , dan rienda
tará una corrupción lenta, mil veces mas desastrosa en » suelta á sus pasiones brutales, y convierten su talento
sus consecuencias q u e d a ignorancia. Esta, por mas que » á seducir y corromper á los demás; y si son ambicio-
se pondere, ni es tan temible, ni tan digna de lástima; » sos y de un carácter un poco duro, serán capaces, por
porque en verdad, para la mayor parte de los hombres )> diversión y entretenimiento, de poner fuego á las cua-
destinados á pasar esta vida triste y transitoria en el tra- )> tro partes del mundo. He conocido á algunos de este
bajo continuo, el único conocimiento indispensable es el » temple, que por fortuna han muerto.
de Dios, y el de las obligaciones que nos impone. El que
esto sabe, sabe lo bastante para ser feliz, y para hacer 1 Sono infami e detestabili gli nomini destruttori delle Religioni,
dissipatori de' regni et delle republiche, inimici delle v i r t ù , delle
felices á los otros. Lo poco mas que el hombre puede
lettere e d'ogni altra arte che arrechi utilità honore e alla h u m a n a
aprender, por lo común no sirve sino para corromperle, eeneratione. Mach. Uh. 1, de' Discorsi.
» Veo que opiniones muy semejantes, insinuándose gai - , se lisonjean de que sus espectros trastornarán se-
)) poco á poco en el espíritu de los hombres del gran gunda vez el mundo. ¡Mas qué! ¡no hemos visto aun
» mundo, que dirigen á los demás, y de quienes depen- bastantes desgracias, y bastantes maldades! Y por insa-
» den los negocios, é introduciéndose en los libros de ciables que puedan ser. de calamidades y delitos, ¿no de-
» moda, disponen y preparan todas las cosas para la berían estar ya hartos y fastidiados ? Contemplad esa
» revolución general de que la Europa se ve amenazada. Europa, poco lia tan floreciente y ahora tan profunda-
» Se rediculiza á los que tienen á su cargo el cuidado mente miserable, que para pintar sus dolores no se ha-
» del público, y cuando algún hombre bien intencionado llan otras expresiones que las del Profeta: Su cabeza toda
» habla como presagiando el triste porvenir de la poste- es una llaga, y su corazon m gran desfallecimiento l . Fe-
)> r i d a d , fríamente se le responde : entonces como enton- liz aun, y felicísima, si este desfallecimiento no degenera
» ees, ahora como ahora. Pero acaso podrá suceder que en un entorpecimiento incurable, que la conduzca i n -
» estas personas lleguen ellas mismas á experimentar los sensiblemente, despues de algunas nuevas crisis, al últi-
» males que creen reservados á otras. Si no nos corre- mo sueño.
» gimos de esta enfermedad epidémica de espíritu,'cuyos Mas sea cual fuere el resultado de esta revolución
» efectos empiezan ya á ser visibles, si continúa creciert- memorable, procuremos sacar de ella algunas de las ins-
» do y progresando, la Providencia corregirá á los hom- trucciones que encierra. Nos ¡cuestan demasiado ca-
» bres por la revolución misma que ha de nace'r de ella 4 .» ras para que al menos no tratemos de sacar algún
Nació en efecto, llegó y se verificó esta revolución : frutó.
¿quién hay en el mundo entero que lo ignore? Los gol- Treinta años ha existia una nación gobernada por una
pes dados en Europa á la sociedad y á la Religión, re- estirpe antigua de Reyes, según una constitución ó for-
suenan todavía en este instante, en las riberas de la Amé- ma de gobierno el mas perfecto que se conoció jamás, y
rica, y hasta en lo intérior de sus bosques ensagrentados. por unas leyes, que con-mas justa razón que las de los
Sí, ha venido el castigo sobre los hombres; ni aun el or- antiguos Romanos, se pudieran creer bajadas del cielo:
gullo filosófico puede negarlo : han sido castigados como tan sabias eran, tan purás, tan beneficas, tan favorables,
nunca jamás lo fueron; ¿pero se han corregido? ¡Ay! á la humanidad. Esta nación célebre por su franqueza
Donde quiera que vuelvo los ojos veo al rededor de mí la agrado, benignidad y sus luces, por su amor á sus Reyes
rebelión escrita en las frentes señaladas por el rayo de y á la Religión, á quien debia catorce siglos de gloria y
las divinas venganzas, Si aplico el oido, oigo blasfemias felicidad, florecía en paz en medio de la Europa, cuya
altaneras y risas mofadoras. Dios es todavía un objeto de envidia excitaba, y cuyo ornamento era, por la belleza
escándalo para los que habían jurado aniquilarle, y guar- de su legislación, por l a noble cultura de sus costum-
dáos de pensar que han perdido la esperanza, ni aban- bres, y por los admirables y famosos modelos de todo
donado el designio de destronarle. Si queda todavía, si género, con que las letras, las ciencias y las artes la ha-
subsiste aun un resto de fe, si la tierra es aun esclava de bían como á porfía y de concierto enriquecido. Feliz en
la esperanza, soló es, dicen ,.porque se ha atacado mal lo interior y respetada exteriormente, su fama extendida
al cielo. Lleno?de esta idea, reúnen á nuestra vista de- en todas partes se atraía los homenajes de las regiones
lante de nuestros ojos, y vuelven á anudar l o s hilos rotos mas lejanas, y el Universo admiraba en ella á la Reina
y dispersos de su vasta conjuración. Provocando: ruido- .de la civilización.
samente y llamando del polvo del sepulcro á.los prime- Tal era el pueblo que Dios excogió para dar al género
ros jefes de la guerra sacrilega que han resuelto prolon- humano una grande y terrible lección. De r e p e n t e , á la

l Nouveaux Essais sur l'entendement"humain. 1 Liai. i, 5, según el hebreo,


i.
voz de algunos sofistas, opiniones nuevas, nuevos deseos una declaración pública de ateismo, ó de incredulidad.
se apoderan de este pueblo extraviado. Se disgusta y Pero consideremos los progresos, y por decirlo asi,
fastidia de su Religión, y de las doctrinas tutelares que la filiación lógica de los acontecimientos. Se proclamo
la habían elevado á tanta grandeza. Tentado por el fruto la Soberanía del hombre, y sus Derechos comprendidos
del árbol de la ciencia, quiere salir de su condicion, y todos en esta sola palabra, vinieron á ser el único dog-
ser semejante á Dios, á quien sola y únicamente perte- ma político y religioso : entonces necesariamente no
nece v de quien dimana toda soberanía. Súbitamente se vio en la antigua Religión del Estado, en su Símbolo,
este atentado recibe su castigo, como el del primer hom- y en su culto, mas que un atentado sacrilego contra la
bre, por un irrevocable decreto de muerte, que el culpa- razón del hombre. Dios es tratado como usurpador ; y
ble mismo está encargado de ejecutar. todo el que se declara por el, tomando partido en la
La muerte de una sociedad no es otra cosa que la ex- guerra que existe entre Dios y el hombre, y en la cual
tinción de toda verdad social : á su consecuencia se ve de nada menos se trata que del imperio, se hace á u n
que todas las verdades sociales abandonan de una vez á tiempo reo de lesa-majestad divina, negando la inde-
esta nación proscripta, y la dejan entregada á sí misma, pendencia absoluta ó la divinidad de la razón, y de lesa-
á sus propias fuerzas, sin protector y sin regla, como majestad h u m a n a , atacando la soberanía del hombre.
aquellos pueblos perdidos sin esperanza de remedio, de Debe pues como impío, y como rebelde, sufrir la pena
quienes los antiguos decian: los Dioses han huido. capital'. Todo cuanto pertenecía á la Religión pros-
De la verdad nace el amor, que produce y conserva; cripta, sus ministros, sus bienes, instituciones, usos, y
y esta nación poco ha tan amante, ahora ya sin verdad, hasta los nombres mismos que habia consagrado ; en
se ve al punto apoderada de un horroroso espíritu de una palabra, todo cuanto tiene relación, y recuerda, ó
odio que la anima é impele á su propia destrucción. trae á la memoria al Dios enemigo, debe perecer; todo,
La razón humana cansada de toda autoridad, y hasta todo, hasta sus templos y hasta sus imágenes : así como
del mismo Dios, emprende Constituir sin él la sociedad, á la vuelta del legítimo Monarca se rompen las estatuas
y hasta le misma Religión; porque la filosofía no solo del tirano. Así es que en el furor de está guerra asom-
se abrogaba y atribuía la dignidad r e a l , el trono y ce- brosa del hombre contra Dios, se trató de destruir has-
tro, ó el derecho de imponer leyes políticas á los pue-
blos, sino también el sacerdocio, ó la función de a r r e - 1 Digo como impío, porque quien niega á Dios, es castigado de
glar su creencia y su culto. « Vos sois el sacerdote de la muerte", ó separado eternamente de la sociedad de Dios, que es la
vida, porque es la verdad : Ego sum verità ? et vita (Joan, xix, 6).
» razón» escribía D'Alembert 1 al viejo de Ferney. Esta
Este terrible castigo es una consecuencia.ó relación necesaria con
frase no debe mirarse como una expresión sin conse- el delito, ó una ley inmutable de la justicia; y así porque esta ley
cuencia : la idea que ella enuncia es una deducción ri- revelada al hombre es eminentemente conforme á su razón, resulta
gorosa del principio de donde partía, ó. en que estribaba que luego que él se pone en lugar de Dios, separa para siempre de
la filosofía ; y desde el punto en que lo sometía todo, su sociedad, ó castiga de muerte, á cualquiera que rehusa ó se niega
hasta el mismo Dios, á la razón del hombre, era preciso á reconocerle por Dios : esto se vió. en los antiguos imperios de
que este viniese á adorar su razón; es decir, llegase á Oriente, y è n Roma en tiempo d é l o s Emperadores, como en n u e s 7
adorarse á sí mismo, ó á declarar por un acto solemne tros dias en Francia bajo el reino del ateismo. Dios, como que es
Eterno, no castiga (con l a . ú l t i m a pena se entiende) á sus súbditos
que no conocía nada superior á s í ; porque el culto p ú -
rebeldes sino cuando h a n entrado en la sociedad eterna, y hasta
blico no es mas que la declaración de la creencia pú- entonces da lugar y espera á que se arrepientan; mientras que el
blica ; y cuando un pueblo no cree nada, su culto es h o m b r e , sér de un d í a , ni a u n espera hasta la t a r d e , que acaso no
verá, y se da prisa á dar la m u e r t e , no sea que á él le llegue antes,
1 Lettre dé d'Alembert à Voltaire, del 13 de diciembre de 1764. y la reciba primero.
ta los libros mismos donde se exponían, y defendían
excluyendo todo sér superior, diviniza, 110 al hombre
los derechos del Soberano Sér Y esto no era mas que
individual, sino lo que es mucho mas, al hombre en abs-
una consecuencia justa de las máximas dominantes, y
tracto, ó á la humanidad concebida bajo su nocion
solo la imposibilidad de una destrucción total f u é la que
propia. De este modo el hombre se adora como hombre,
impidió al fanatismo filosófico dar á la Europa el mismo
y hallando en su orgullo, y en su concupiscencia desme-
espectáculo que en otro tiempo habia dado en Egipto el
dida el carácter de lo infinito, los escoge naturalmente
fanatismo musulmán 2 .
por objeto directo de su culto. Adora su orgullo bajo el
El mundo habia visto muchas veces el escándalo de la
nombre de razón, y le adora bajo el emblema del deleite
apotheosis individual del hombre, y tal fué el origen de
porque la voluptuosidad, ó la independencia desenfre-
la idolatría entre todas las naciones paganas. Pero el
nada de los apetitos, no es mas, si se me permite esta
hombre al hacerse Dios, dejaba de ser hombre. Trans-
expresión,:que el orgullo de los sentidos, así como el
formado por la opinion en otro sér mas perfecto, mudaba
orgullo es el deleite. de la inteligencia ó del entendi-
dé naturaleza ; y aun entonces mismo la tradición con-
miento. Y como no hay ningún vicio, ni deleite alguno
servaba la creencia de un Dios supremo, elevado eminen-
que no nazca necesariamente de estas dos pasiones ma-
temente sobre todas estas divinidades subalternas. Pero
dres, cuando el hombre no reconoce otra autoridad, ni
el escándalo de la filosofía ha sido mucho mayor : ella,
mas ley, ni mas Dios que su razón; para representarla
- \ ' . i' - dignamente, es necesario buscar todos los vicios y todos
* * . - N

los crímenes personificados en el mismo sér vivo, y este


1 Es decir, en defensa de la Religion. Esta fué siempre la práctica
d é l a impiedad. Así lo hacían los gentiles en las persecuciones, los
simulacro horroroso se encuentra en las pocilgas de la
Iconoclastas en el siglo VII, Lutero en el XVI con los de los teólogos, prostitución Y en efecto, ¿qué imágen mas perfecta
que hizo quemar públicamente; y nuestros impíos revolucionarios, del error absoluto que destruye toda verdad, que el des-
como hijos de un mismo padre, y animados de un mismo furor d i a - orden profundo que destruye toda virtud, acaba con el
bólico, con todo lo que podia decir relación á Dios. La Francia vio hombre, las familias, y con la misma sociedad ? ¡ Lec-
en esta clase horrores que hacen estremecer. Chaumette, uno de los ción para siempre memorable! La razón humana, cuyos
inventores de las fiestas de la razón, hizo quemar todos los libros
beneficios, anunciados de antemano con tanto fausto,
piadosos, y a u n los cuadro&que representaban objetos de Religion :
en su furor diabólico dejó su nombre de bautismo por el de Anaxá-
debían transformar la tierra en una mansión de paz y
goras, por tener por patrono, decía, un santo que hubiese sido de felicidad; esta razón poderosa rema en fin, se pro-
ahorcado por su republicanismo. Hasta donde hubieran llegado en clama su divinidad, y sus altares son ruinas, sus himnos
este camino nuestros demagogos, es bien de presumir : por de pron- cánticos de proscripción, sus sacerdotes los verdugos,
t o , en el plan de instrucción pública ya se habian suprimido los su culto la muerte , y la nada la esperanza de sus ado-
cursos de teología natural y de metafísicaes decir, de la parte radores.
filosófica que trata de Dios, el alma y espíritus, etc, : buenos discí-
pulos de Rousseau querían sin duda que no se hablase á los jóvenes
Hay en las doctrinas una virtud oculta, una fuerza
de Dios, hasta que lo discurriesen ellos mismos.-Se aumentaban las secreta, ó perniciosa ó benéfica, que no se percibe sino
cátedras de Zoologia, ó tratado de renacuajos é insectos, como cosa por los efectos; y esta sola verdad debería ser suficiente
de mucho interés; pero saber si tenemos a l m a , si hay Dios, n o para probar que el hombre no fué criado para elegirse
merecía su atención. Quien piensa aun y habla de sus buenas i n - sus creencias ó su Religión, sino para recibirla de aquel
tenciones, ó es ciego, ó no quiere vèr, ó es u n necio privado de r a - que ni puede engañarse, ni querer tampoco engañarnos;
zón , ó es sü partidario. porque si el juicio ó dictamen de la razón sola decidiese,
2 El califa Omar hizo quemar la famosa biblioteca de Alejandría
en Egipto; y MaribonMontaíit, su digno émulo, en la Francia r e -
volucionaria, propuso incendiar todas las bibliotecas. 1 Véase este espantoso suceso,, v monstruosas fiestas de la Razón,
p. 153, nota.
el hombre casi siempre engañado ó seducido de falsas vasallo se levanta contra su rey, y se declara libreé
apariencias, ó por.los sofismas de su espíritu, perecería igual á él. A nombre de la libertad se echan abajo
mil veces víctima de sus vanos discursos, antes de llegar la constitución, las leyes, todas las instituciones políticas
á descubrir las verdades convenientes á su naturaleza, y y religiosas; en nombre de la igualdad, se anula, se
necesarias á s u conservación, porque ellas le asombran borra toda jerarquía, y toda distinción religiosa y polí-
y confunden, aun cuando las conoce con certidumbre, y tica. Clero, Nobleza, Magistratura, Legislación, Religión,
las cree con entera fe. ¡Objeto grande de meditación todo se desploma de una vez, y hubo un momento en
para quien sabe reflexionar! el instrumento de un suplicio que todo el orden social se halló concentrado en un solo
ignominioso, la Cruz levantada en medio de los pueblos, hombre. En tanto que este hombre-poder \ mediador
detiene la efusión de sangre, é inspira al hombre una entre Dios y el hombre en la sociedad política, como el
dulzura celestial. Se echa abajo la Cruz, preséntase en Hombre-Dios lo es mediador entre Dios y el hombre en
su lugar á la adoracion pública un símbolo de ^ v o l u p - la sociedad religiosa; mientras tanto, repito, existia este
tuosidad , y en el momento la sangre corre á ríos, un hombre, no estaba todo desesperado, y el orden, reti-
furor nunca visto se apodera de los corazones, y los rado, por decirlo así, en él, podía salir un día, y volver
primeros sacrificios ofrecidos al ídolo obsceno son heca- á aparecer en lo exterior por un solo acto de su poderosa
tombes 1 de víctimas humanas. voluntad. Se conoció esto, y su muerte, resuelta desde
Hay verdades y errores que son á un tiempo religiosos- aquel instante, fué como la última ruina que debía con-
y políticos, porque la Religión y la sociedad tienen un sumar y eternizar todas las otras. Desde el deicidio de
mismo principio, que es Dios, y un mismo término, que los judíos no se había cometido jamás crimen mas
es el hombre. Así un error fundamental en Religión, lo énorme; porque el asesinato mismo de la inocencia no
es también en política, y recíprocamente. Si existiese puede comparársele. Cuando Luis XVI subió sobre el
pues un error destructivo del poder ó autoridad en la cadalso, no fué solamente un mortal virtuoso el que
sociedad religiosa, este error, el m a s general ó vago que sucumbió y cayó bajo la rabia de algunos malvados ;
se quiera imaginar, deberá igualmente ser destructivo fué el poder, la autoridad misma, imágen viva de la Di-
del poder y autoridad en la sociedad política 2 ; y en vinidad de quien dimana; fué el principio del orden y de
efecto, así nos lo demuestra prácticamente la historia de la existencia política; fué la sociedad entera quien pereció.
la revolución francesa. El h o m b r e , en virtud de su so- Y ciertamente no se pudo dudar de ello, cuando se vió
beranía, se subleva y levanta contra Dios, se declara colocar el derecho de rebelión en el número de las leyes
libre é igual á él; en virtud del mismo derecho, el fundamentales del Estado, y consagrar la insurrección
como el mas santo de los deberes, como la obligación mas
1 Asi llamaban á los sacrificios en que se degollaban cien santa. Nunca jamás en el trascurso de fas edades p r e -
víctimas: cedentes, se vió á ningún pueblo llegar á.este portentoso
2 lié ahí la razón porque los jansenistas y sus secuaces son y exceso de delirio, de protestar en el principio de su cons-
tienen.que ser siempre revolucionarios : como yerran en su fin, que titución contra toda especie de gobierno : este absurdo
es deprimir y quitarla autoridad del papa igualándolo con los obis- incomprensible estaba reservado al siglo de la razón.
pos, y deprimir la de los obispos igualándolos con los curas y Entonces, sobre las ruinas del" altar y del trono, sobre
simples presbíteros, figurándose en su delirio que este es el mejor los huesos del sacerdote y del monarca, .comenzó el reino
gobierno, de necesidad hacen la aplicación á los gobiernos civiles,
entablando en ellos las mismas máximas. La Francia é Italia en sus de la fuerza-, del odio y del terror, cumpliéndose espan-
revoluciones nos han dado de ello elocuentes testimonios, y entre
nosotros véase si todos los que estaban tildados dé jansenistas no 1 Así lo personiGca el autor, y no hallamos voz con que poder
han sido constitucionales. expresar la idea de un rasgo solo.
tosamente aquella antigua profecía : « Un pueblo entero « Si el mundo, habia dicho Yoltaire, hubiese de ser
» se arrojará con violencia, hombre contra hombre, y » gobernado por ateos, seria lo mismo que' estar bajo
» cada uno contra su vecino; tumultuosamente se levan- »el imperio inmediato de los demonios, de aquellos
» t a r á el joven contra él viejo, y el plebeyo contra el » seres infernales que se nos pintan encarnizados contra
» noble por cuanto la lengua de ellos y sus designios » sus víctimas 1 . » Gobernaron los ateos la Francia, y en
» son contra el Señor 1 . » Seria necesario para pintar esta el espacio de algunos meses amontonaron en < ella mas
escena espantosa de desórdenes y maldades , de disolu- ruinas que un ejército de tártaros hábria podido dejar en
ción y carnicería, esta orgía de doctrinas, este choque toda Europa, á los diez años de su invasión. Nunca ja-
confuso de todos los intereses y de todas las pasiones, más, desde .el principio del mundo, fué dado al hombre
esa mezcla de proscripciones y fiestas impuras, esos gri- tal poder de destrucción. En las revoluciones ordinarias
tos de blasfemia y esos cantares siniestros (patrióticos) 2 , el poder se disloca, pero desciende, cae poco. No así
aquel ruido sordo y continuo del martillo que demuele 5 , cuando triunfó el ateísmo. Como si hubiese sido necesa-
y de la hacha que hiere las víctimas, y aquellos terribles y rio que bajo el imperio exclusivo del hombre, todo to-
desentonados clamores, y aquella algazara f e r o z ' , anun- mase un carácter particular de envilecimiento, la fuerza
cio lúgubre de una Vasta mortandad, tantas ciudades huyendo de las nobles y altas partes del cuerpo social,
viudas de habitantes, aquellos n o s Cubiertos de cadá- se precipitó entre las manos de sus miembros mas
veres, tantos templos y pueblos reducidos á cenizas, tan- viles; y su orgullo i quien todo ofendía, nada esca-
tos asesinatos en fin, y voluptuosidad juntos, tantos seó , nada perdonó. No perdonaron al nacimiento,
placeres obscenos y vergonzosos con tantas lágrimas y porque ellos habian salido del polvo de la tierra; no á
sangre; seria necesario pedir al infierno sus coloridos y su las riquezas, porque hacia largo tiempo que las codicia-
lengua, como algunos monstruos la usurparon sus furores 6 . ban y envidiaban; no á los talentos, porque la natura-
leza se los habia negado todos : no á la ciencia, porque
se veían profundamente ignorantes 2 ; no á la virtud, p o r -
1 E l irruet populas, vir ad v i r u m , et unusquisque ad proximuin
s u u m : tumultuabitur puer contra senem, et ignobilis contra n o b i - que estaban cubiertos de crímenes : en fin, ni al crimen
lem... q u k ü n g u a eorum et adinventiones eorum contra Dominum. mismo, siempre que este les anunció alguna especie de
¡sai. ui, 5, S. superioridad. Emprender colocar todas las cosas á su
2 El ca irá, que equivale á trágala, y el vive le sori&e la Car- mismo nivel, era empeñarse en aniquilarlas todas. Así
magnate, que tan bien supo imitar el tqiron, ele., para que se vea desde aquel momento, gobernar, vino á serlo mismo que
cuales aun en esto eran los modelos. proscribir, confiscar y proscribir de nuevo. La muerte se
3 Mil y doscientas libras gastó la filósofa y económica Francia
solo en picar los bajos relieves del famoso templo de santa Geno-
veva, y arrancar las.estatuas de los santos del antiguo y nuevo gos se podrá venir en conocimiento de las atrocidades cometidas. La
Testamento que le adornaban, y h a d a n de él uno de los mejores Vendée, Marsella y León arrasadas, para que el viajero, según la
templos del m u n d o ; ¿y para qué? para convertirlo en un panteón expresión de su verdugo Gollot, viniese á contemplar sobre siis
nacional, sustituyendo en lugar de santa Genoveva á un Mira- r u i n a s , y en lugar de sus hermosos edificios recrease su vista con
b e a u , que m u r i ó podrido de gálico, y recibir á un Marat, u n algunos toscos monumentos, levantados á la gloria de los amigos de
Rousseau, etc., y á todos los furiosos hijos de la filosofía; mereciendo la libertad, nos recuerdan á nosotros las Provincias", Cataluña, y
con toda razón el titulo, no de panteón, sino de muladar nacional aquel negro paredón, único resto de dondíj estuvo Castelfollit.
que le dieron los buenos. 1 Homel, sur Cátheisme.
4 De Constitución ó muerte, mueran los birretes, l'aristocrate 2 « No estoy seguro, decia LaHarpe, que nuestros filósofos sepan
á la lanterne, etc. Véase la Historia de la-revolucion francesa por » muchas qosas que los otros hombres n o saben; pero me atrevo á
» asegurar que en sus libros á cada paso tienen aire de ignorar lo
Grimaud, y se hallarán tales fórmulas y otras semejantes.
» que todo el m u n d o s a b e . » '
5 Véanse las notas de las pág. 3(2 y 443, y por aquellos leyes ras-
redujo á sistema hasta en las pequeñas poblaciones; y Convertida la guerra en bárbaros ataques de salvajes,
acabando con decretos lo que se habia comenzado con se decretó no dar cuartel á los prisioneros. El honor del
puñales, se sacrificaron al exterminio clases enteras de soldado se estremece á tal determinación, y se niega á
ciudadanos l . Con la concesion del divorcio se estre- cumplir esta orden bárbara. Pero fuera de los campos
meció y conmovió el fundamento de -las familias; se atacó de batalla, ni aun la niñez pudo desarmar la rabia, ni
hasta el principio mismo de la poblacion, concediendo enternecer á los verdugos. Mi alma se fatiga al recordar
recompensas públicas á la disolución 2 . tantos y tan inespiables horrores. La Francia cubierta de
ruinas, presentaba la imágen de un inmenso cemente-
En el entretanto el aborrecimiento al orden, conside-
rio, cuando ¡ cosa admirable! hé aquí que en medio
rándose demasiado estrecho en este vasto teatro de des-
trucción, rompe sus barreras, y va á amenazar á todos de estas ruinas las cabezas mismas del desorden, sobre-
los Soberanos de Europa sobre sus mismos tronos. El cogidas de un terror repentino, retroceden asombradas
ateismo tuvo sus apóstoles, y la anarquía sus Seides como si el espectro de l a n a d a se les hubiese aparecido.
Sintiendo que una fuerza irresistible los arrastra á ellos
mismos al sepulcro, su orgullo cae por tierra de impro-
1 Los primeros los sacerdotes y clero, como que la guerra era con-
viso : vencidos por el terror, proclaman precipitadamente
tra Dios; después los nobles, como que se trataba de desguarnecer
el trono para derribarle á su salvo.
la existencia del Ser Supremo, y la inmortalidad del
2 La sabiduría de los legisladores de 1793 juzgó á las mujeres p ú - a l m a ; y puestos de pié sobre el cadáver palpitante de la
blicas, ó como ellos las llamaban , á las doncellas-madres (lesfil- sociedad, llaman á grandes gritos á aquel Dios que solo
les-méres); t a n útiles al e s t a d o , que se propuso asignarlas pen- puede reanimarla.
siones sobre el erario. Sin duda Consideraban en ellas á las sacerdo- Basta : ¿Qué se podria añadir á este ejemplo eterna-
tisas dé la razón, y para conservar la divinidad era preciso dotar mente memorable? El raciocinio, la autoridad, la expe-
su culto. Carlos Villete, casado con una sobrina de Voltaire, y m a s riencia están de acuerdo para demostrar que la Divinidad
bien ciego adorador. de este que discípulo, f u é el que en la Conven-
es el primer objeto, el primer interés de las naciones, y
ción reclamó la protección de la ley á favor de las dichas jóvenes
que se prostituyesen, pidiendo premios p a r a ellas. Y ¿ qué otro d i s -
la razón de su existencia, y que toda filosofía irreligiosa
cípulo podía salir dé tal maestro? En efecto , la lev autorizó para conduce apresuradamente á destruir el orden social, la
vivir con el fruto de la Corrupción de las costumbres públicas, como felicidad de los pueblos y á los pueblos mismos. Proba-
de cualquiera otro oficio, á toda mujer perdida que quería traficar remos ahora que sola la Religión los conserva, y guia y
con su h o n o r ; y bastaba para que se la absolviese la confesion q u e conduce á la felicidad, estableciéndolos en un estado con-
hacia ante el juez de esta profesión detestable : « Id, dijo á una de forme á la naturaleza de la sociedad.
» e l l a s benignamente uno de aquellos Catones, usad de vuestra l i -
i b e r t a d ; pero no turbéis el orden » como si poner en pública su-
basta por u n a parte, y estimular por otra u n a disolución, que es el destinados á quitar la vida á todos los monarcas de Europa, ó jefes
azote de todas las virtudes, y el incentivo dé todos los delitos, n o de los diferentes Estados; y parece que aun no se ha olvidado esta
fuese el último ultraje que pudiera hacerse al orden social. P. Laso, bárbara proposición. Los periódicos de Purís de 24 de octubre de este
en la nota 20,1.11. — No se olvidó tampoco esto á nuestros legisla-, año próximo pasado de 1826 hablan de los puñales fabricados en
dores; pues ya se hizo la mocion en las Cortes, de que se restable- Arau el 1823 con las inscripciones : unos de ad ¡nortem Alexan-
ciesen las mancebías públicas. Iionaparte despues llegó á impo- dri: otros, ad mortem Francisci, LudOvici decimi-octavi, Ferdi-
ner contribución sobre esta vergonzosa i n d u s t r i a , u n tanto al año nandi septimi, etc. : otros con las de, pereant reges, pereant no•
de cada una de ellas. ¡ Qué modo de fomentar las costumbres p ú - biles, pereant sacerdotes. La conjuración estallada en Rusia á la
blicas ! propio solo de la filosofía del siglo XIX. subida al trono del emperador Nicolás lo acredita bien, y los proce-
3 En el furor de las horrorosas.convulsiones con que la impiedad sos'de ella (L'Etoih, 24 de octubre de 1826):
filosófica agitaba la Francia, Juan Bry pretendió que se formase un
batallón de mil doscientos asesinos con el nombre de tiranicidas,
ella se habian conservado mejor, y en mas número, las
tradiciones primitivas.
Los mismos filósofos que en nuestros dias se han
formado una funesta gloria en combatir la Religión,
C A P I T U L O XI.
por la mayor parte no han podido menos de reconocer
su necesidad, aunque con riesgo de ser tenidos, y con
Sigue la misma matéría. bastante justicia, por malos ciudadanos, y hombres per-
versos, al ver sus esfuerzos para destruir una institu-
ción eminentemente útil, y aun indispensable por su
Ante todas cosas oigamos como pensaba la sabia antigüe-
propia confesion. « Buscad, dice Hume , un pueblo sin
dad. «La ignorancia del verdadero Dios es para los Esta-
» Religión; y si le hallais, estad seguros que no se dife-
» d o s la calamidad mayor que puede sobrevenirles; quien
» r e n d a r á en mucho de las fieras1. » Ya hemos citado
» trastorna la Religión, y echa por tierra el fundamento
también el dicho de Rousseau, de que «jamás se ha fun-
» de toda sociedad humana » «Es una verdad innega-
dado estado alguno que no tuviese por base la Religión 2 .»
)) ble, que si Dios 110 ha presidido al establecimiento de
La misma razón de este hombre y su corazon le a r r a s -
» una ciudad, y esta solo ha tenido un principio humano,
traban al Cristianismo, que solo su orgullo repelía, y
» no puede librarse de los mas grandes males. Es preciso
llevado de él se irritaba contra la Religión por los mis-
» pues tratar por todos los medios imaginables de imitar
mos motivos que le inspiraban aquel profundo odio á la
» el régimen primitivo; y poniendo nuestra confianza en
sociedad civil, que se nota en sus escritos. Mas luego
» l o que hay de inmortal en el hombre, debemos fundar
que sus pasiones calman, vuelve la verdad á cobrar su
» las casas, igualmente que los Estados, consagrando
imperio sobre su espíritu. Así es que en el Emilio se di-
» como leyes las voluntades de la suprema intelligencia.
lata con complacencia en manifestar los grandes y feli-
n Si un Estado está fundado sobre el vicio y gobernado
ces efectos de lá Religión en la sociedad. El pasaje es tan
» por gentes que huellan y miran con desprecio la jus-
interesante y á propósito, que aunque largo no temo co-
» ticia, no le queda medio alguno de salvación 2 . » —
piarlo todo entero, tanto m a s , cuanto que mi designio
« L a s ciudades y las naciones mas adictas y dadas al
es apoyarme cuanto me sea posible en las concesiones
» culto divino, han sido siempre las mas durables y mas
de los adversarios.
» sabias; así como los siglos mas religosos han sido siem-
«Uno de los sofismas mas familiares al partido filosó-
» pre los mas distinguidos en ingenios sublimes 3 . »
fico, dice, es oponer un imaginario ó supuesto pueblo de
Estas máximas de una razón elevada pertenecen con buenos filosófos á un pueblo de malos cristianos , como
especialidad á la escuela de Sócrates, la menos corrom- ' 7 -v
pida entre las filosóficas de la antigüedad; porqué en 1 Hist. nat. de la Reí. pág. 133. Cuando H u m e lo confiesa, se
puede creer con toda seguridad; pues en efecto es uno de los escri-
1 Pial. déleg. lib. 10. tores incrédulos mas peligrosos : rara vez ataca directamente : afecta
2 Ibid. t. VIH, edit. bisp. pág. ISO, 181". calma é imparcialidad; pero su metafísica sutil tira á minar la R e -
3 Xenvphon, Memor, Socrat. 1, 4, 16. El siglo XVI es entre nos- ligión : entre otros delirios sobre el alma, suicidio, etc., hace con-
otros una patente prueba de hecho. ¿Cuándo m a s sabios, mas l i - sistir la virtud en la aprobación general; y é l , además de la de los
teratos, mas célebres artistas, mas esforzados-guerreros, m a s san- filósofos, secoñoce buscaba la de las personas del otro sexo, pues en
t o s ? Pues no había libertad de imprenta. No es.esta la que fomenta su vida, escrita por él mismo, se gloria de los favores de las damas.
y da impulso á las ciencias,' sino la aplicación y la protección de- Estos favores parecen siempre ser la virtud favorita de\ los filósofos
bida, y la sana sobriedad en no desear saber m a s de lo que con- Murió Hume él 1776.
viene. 2 Contrat social, 1. i , c. 8.
I. 21
si fuese mas fácil formar un pueblo de verdaderos filó- rencia al bien; pues vaya todo como quiera le importa
sofos, que de verdaderos cristianos. No sé si entre los poco al pretendido sabio, con tal que él viva descansado
individuos, ó hablando de particulares, será mas fácil en su gabinete. Sus principios no hacen matar los hom-
hallar uno que otro; pero sé muy bien, y es constante, bres , pero estorban que nazcan, corrompiendo las cos-
que en tratándose de pueblos, es necesario suponer que tumbres que los multiplican; haciéndolos perder el amor
abusarían de la filosofía sin Religion, como los nuestros á su especie, "y reduciendo todos sus afectos á un egoís-
abusan de la Religion sin filosofía; y esto m e parece h a - mo secreto, tan funesto á la poblacion como á la virtud.
ce variar mucho el estado de la cuestión 4 . La indiferencia filosófica se asemeja á la tranquilidad de
'» Bayle, continúa, h a probado muy bien que el fana- un estado bajo el despotismo : es la tranquilidad de la
tismo es mas pernicioso que el ateísmo, y esto, es indis- muerte, es mas destructiva que la guerra misma.
putable 2 ; pero lo que no ha tenido cuidado de decir, sin » Así el fanatismo, aunque mas funesto en sus efec-
que por eso'deje de ser verdadero, es que elfanátismo,. tos inmediatos que lo que hoy se llama espíritu filosó-
aunque sanguinario y c r u e l , es sin embargo una pasión fico, lo es mucho menos que él en sus consecuencias.
grande y fuerte, que eleva el corazon del h o m b r e , le Por otra p a r t e , es muy fácil ostentar pomposas máxi-
hace menospreciar la muerte y le da una actividad p r o - mas en los libros; la cuestión es si son propias de la
digiosa, que solo necesita dirigirse mejor para producir doctrina, y se deducen necesariamente de ella; y esto es
las mas sublimes virtudes; en lugar de que la irreligion { . lo que hasta ahora no se ha visto con claridad! Resta sa-
y en general el espíritu razonador y filosófico, apega al ber también si la filosofía dejada á su libertad, v coloca-
hombre á la -vida, afemina y envilece las almas, con- da sobre el trono, dominaría bien sobre la vanidad, in-
centra todas las pasiones en la bajeza del interés parti- terés , ambición y demás pasiones bajas del hombre y
cular, en la abyección de si mismo, y mina de este modo si pondría por obra esa humanidad tan suave y apaci-
sordamente los verdaderos cimientos de toda sociedad; ble que tanto nos pondera en sus escritos
porque lo que los intereses particulares tienen de co- « La filosofía en fuerza dé sus principios, no puede
mún es tan poco, que nunca balanceará á lo que tienen hacer bien alguno que no lo haga todavía mejor la Re-
de opuesto. hgion; y la Religión hace muchos que no podría hacer
» Si el ateísmo no hace derramar la sangre de los la filosofía. » ,
h o m b r e s \ es menos por amor á la paz, que por indife- » En la práctica es cosa diferente: pero todavía es
necesario examinarlo. Ningún hombre sigue en un todo
1 Hay además esta diferencia esencial, que la filosofía tiene u n a su Religión, en caso de tenerla; esto es cierto 2- • la
tendencia directa al desorden, y conduce á él por su propio peso ó
efecto á cualquiera que raciocina y es consiguiente : cuando al con-
trario la Religion tiene tendencia directa á la v i r t u d ; de manera que menor el cálculo individual de las víctimas de su revolución v el
no se puede ser á un mismo tiempo vicioso y fiel sin contradicción resultado de las diversas partidas es el de ocho millones cuatro
y de aquí nace que el vicio inclina y Heve á los hombres á la incre- cíenlas setenta y seis mil trescientas cincuenta y nueve personas.
dulidad. Esto en la Francia sola. Vease ahora si la filosofía no ha hecho m a s
2 El ateísmo se encargó por sí, no mucho h a , en Francia de r e f u - extragos en treinta años que lo que ella infamemente llama f a n a -
tar las pretendidas pruebas de Bayle, a u n q u e incontestables á jui- tismo cristiano en diez y ocho siglos. P . Laso. El Citador ante el
cio de Rousseau; y en mi concepto habrá pocos hoy que se vean ten- tribunal de la Razón, t. III, pág. 501 y sig.
tados á desear al mismo precio u n a nueva refutación. 1 Lo que quedaba por saber en tiempo dé Rousseau, es bien
3 La h a hecho derramar á mares : esto si que es incontesta- b.do a h o r a ; y en puntos de. experiencia nada nos falta para n u e s l n
1 MUI
ble. Véase la n o t a d o la pág.. 135 — E n el Conservador, periódi- instrucción.
co que se publicaba en París el 1818, t. 1. pág. 37.0, se forma por 2 En cierto sentido, sí; porque es ciertotjüe ningún hombre es
mayor parte casi no la tienen , y aquellos que la tienen se puede llamar, dicen ellos, el tercero y último juicio,
no la siguen, no la practican del lodo, ó en toda su ex- v verdadero juicio final, porque allí es donde se hara la
tensión : esto es igualmente c i e r t o 1 ; pero al fin hay al- separación de los buenos y los malos. _
gunos que tienen u n a , y la siguen al menos en p a r t e , y » Los persas, continúa Chardin, están muy infatuados
es indudable que por motivo de Religión dejan frecuen- con este puente, y cuando uno padece alguna injuria de
temente de obrar mal, y por los mismos respetos reli- que por ningún medio ni camino puede esperar satisiac-
giosos practican virtudes y acciones laudables, que sin cion, su últmo consuelo es decir :¡Ak! Vive Dios, que
estos motivos no practicarían.,.. Todos cuantos delitos me la pagarás doblado en el último día: no pasaras el
se cometan así por los eclesiásticos, como por los segla- Poul-Serrho, sin que antes me hayas dado satisfacción :
res, no prueban que la Religión es inútil; sino que hay yo me asiré entonces de tu ropa, y me abrazaré de tus pier-
muy pocos que tengan Religión. nas. He visto á muchas personas distinguidas y de todas
»Nuestros gobiernos modernos incontestablemente de- profesiones, que temiendo que al pasar este puente for-
ben al Cristianismo la solidez de su autoridad, y'que sus re- midable, se gritase contra ellos ¡justicia! pedían perdón
voluciones sean' menos frecuentes: les ha hecho además á los que tenian de ellos algún motivo de queja; y a mi
menos sanguinarios, como se prueba por los hechos, com- mismo me sucedió así un sin fin de veces. Algunas perso-
parándolos con los gobiernos antiguos. La Religión mejer nas de calidad que con sus importunidades m e habían
conocida, destestando el fanatismo, ha dulcificado las cos- obligado á dar pasos, y hacer cosas que yo por nn no
tumbres critianas. Esta mutación no e s obra délas letras; hubiera hecho, al cabo d e algún tiempo, y cuando supo-
porque donde estas han brillado no ha sido mas respetada nían que ya se me habría pasado, el disgusto, venían a
la humanidad ; y las crueldades de los atenienses y egip- mí, y con todo rendimiento me deci.an : hola/ bechonant-
cios, las de los Emperadores romanos v chinos lo testifi- chirra; es decir, yo te suplico que.me hagas licito ó justo
can.... ¡Perocuántas obras de misericordia no ha produ- este negocio. Algunos llegaron hasta hacerme regalos, y
cido el Evangelio ¡ ¿Cuántas restituciones v reparaciones varios obsequios, á fin de que los perdonase, declarando
no ha obligado á hacer la confesión entre los católicos ? En- que lo hacia de todo corazon y de buena voluntad, y la
tre nosotros, ¿cuántas reconciliaciones y limosnas no ve- causa no era otra que esta creencia en que están, de que
mos al acercarse el tiempo de la comunion? El jubileo de 110 pasarán el puente del infierno sin haber antes satis-
los hebreos, ¿Cuánto no disminuía la avaricia de los usur- fecho hasta el último cuadrante á los que han vejado u
padores? ¿Cuántasmiserias no prevenía y evitaba? La oprimido 1 . , ,
fraternidad legal estrechaba y unia toda la nación, y no » ¿Y qué ? ¿se me podrá persuadir que la idea de este
se veia en toda ella un mendigo, como ni se ve hoy en- puente que repara tantas iniquidades, no las evita y pre-
tre los turcos, en donde las fundaciones piadosas son ¡nu- viene? No. Quítese á los persas esta idea, persuadiéndo-
merables. La hospitalidad en ellos, por principio de r e - les que no hay t á f p u e n t e , ni tal Poul-Serrho, ni cosa
ligión, se extiende hasta los enemigos de su culto.» que se le parezca, donde los oprimidos despues de la
» Los mahometanos, según Chardiñ, dicen, que des- muerte se verán vengados de los que los oprimieron é
pués del juicio que seguirá á la resurrección universal, injuriaron; ¿ no es claro que esto daria rienda suelta á los
todos los cuerpos pasarán un puente llamado Poul-Ser- opresores, y los libraría del cuidado de dar satisfacción
rho, que está echado sobre el fuego eterno; puente que á aquellos infelices ? Luego esta persuasión que se les
quisiese inspirar, seria nociva : y si novicia, claro es que
110 era verdadera.
absolutamente perfecto, m a s fuera de esta restricción m e parece que
Fenelon y Vicente de Paulo seguían muy bien su Religión. 1 Voyages de Chardin, t. YIl,pág áO.
1 F.1 autor dirá nn poco mas abajo lo contrario.
» Filosofo, tus. leyes morales son excelentes; pero
muéstrame, te ruego, su sanción. Cesa, cesa por un mo- ' El poder pues, ó la voluntad de la inteligencia suprema,
mento de hablar fuera del caso y desatinar, y dime clara- •es el medio general del orden, así como la fuerza dirigida
mente qué es lo que pones en lugar del Poul-Serrho!.» por voluntades libres no inteligentes 1 es el medio ge-
Por poco aprecio, pues, que se haga de la paz y segu- neral del desórden; y la sociedad humana, que se com-
ndad publica, de la moderación y estabilidad del gobier- pone de seres Ubres sujetos al error, está dividida entre
no de las.buenas costumbres y de la virtud, no se puede estos dos poderes, uno que pretende destruir, y otro que
dudar de la importancia de la Religión. Pero quiero hacer procura conservar.
sentir y conocer aun mas vivamente esta importancia de La filosofía, por un desconcierto y trastorno de ideas,
la que solo podría fonnarse una idea muy baja y muy hasta ahora nunca visto, s e afana y esfuerza por fundar
imperfecta, si, contentándonos con mirar la Religión por el la sociedad sobre el principio mismo del desórden. Ne-
lado de sus beneficios en cierto modo menos principales, gándose á reconocer otra inteligencia que la razón del
no la considerásemos por otro, sabiendo hasta la causa pri- hombre, no puede constituir otro poder q u e j a fuerza :
mera de tantos felices efectos, es decir, corno el único y y el género humano sometido á esta potencia destruc-
necesario fundamento de todo orden social. tora, perecería, si la Religion no acudiese pronto á su
El orden, según su nocion mas extensa, es el conjunto socorro.
de las relaciones que se derivan de la naturaleza de los « La Religion, dice excelentemente Mr. de Bonald,
seres; y estas relaciones son verdades, pues que existen « introduce el orden en la sociedad, porque sola ella
independientemente de los pensamientos del espíritu que » da la razón del poder y autoridad, y de las obligacio-
las considera. Toda verdad viene de Dios, porque él es i) nes 2 . ». .
el que es; es decir, el sér p o r excelencia . sin restricción En efecto, ¿qué es el poder en la sociedad sino el
ni limites, inmenso é infinito, ó la verdad infinita; y derecho de mandar, el cual trae consigo, é importa la
cuando determinó criar ó dar sér á las cosas, la creación
toda entera no fué mas que una manifestación magní- 1 Levantada u n a pared f u e r a de su nivel c a e , porque hay falta
fica de una parte de las verdades que incluye ó encierra de verdad, digámoslo así, en las leyes ó reglas de su construcción, ó
f a l t a de inteligencia en el arquitecto. Otro tanto sucede con la so-
el Sér divino. Estando estas verdades unidas y enlaza-
ciedad. El hombre t r a s t o r n a d a el universo si pudiese someterle á
das entre si por relaciones necesarias en la idea ó pensa- s u acción, porque solo conoce imperfectamente las leyes que m a n -
miento de Dios, su voluntad, al realizarlas ad extra, ó al tienen el orden en el mundo físico ; y cuando ignora ó no quiere co-
criarlas, por el mismo -hecho ha realizado estas relaciones nocer las leyes que conservan el orden "en el mundo moral, cuando
inmutables que constituyen el orden. Establecido este por no se conoce ó se conoce mal á sí mismo, su fuerza tira á destruir,
la voluntad de la inteligencia Suprema, ó la omnipotencia porque tira á colocar los seres bajo falsas relaciones, ó que son con-
y poder soberano del Criador, el mismo poder lo conser- trarias á su naturaleza. Quiere l o q u e la inteligencia no puede que-
rer, es d e c i r , cosas imposibles, absurdas y contradictorias. Desear
va, continuando en criar á cada instante los seres, ó en
la felicidad, ó el bien e s t a r , es un sentimiento natural á todos los
manifestar algunas de las verdades eternamente existentes hombres ; pero no todos ven igualmente en qué consiste su bien es-
en Dios, y sus relaciones igualmente eternas; v así reina- tar ó felicidad. El que la busca en el desorden, no tiene luces. Si t u -
ría un orden perfecto en el universo, si la voluntad no in- viese un talento mas ilustrado, comprendería que fuera del orden
teligente de los seres libres no le turbase frecuentemente no puede haber felicidad , pues que ni aun hay Vida. El desórden,
por un ciego abuso de una fuerza ciega, que empleada en pues, es producido por voluntades Ubres no inteligentes. El sér
realizar el error, ó lo que no es, se dirige por lo mismo y loberamente inteligente, es esencialmente b u e n o , feliz, perfecto; y
camina á destruir lo que es, ó á manifestar la nada. j a perfección de las criaturas libres, así como su felicidad, consiste
e n conformar sus voluntades con la de aquel supremo sér.
1 Emite, t. III, p. i o s , 202. 2 Divorce consideré au XIA' siècle. Disc. prél. p. 42.
obligación de obedecer? Mas el que manda es superior al ligencia, Juan Jacobo llegó hasta el ^ Z f ^ c S
que obedece, y tan superior que no se puede imaginar nue el hombre ave piensa es un animal depravado, conse
superioridad mayor; porque ella no envuelve en sí sola- c u e n c i a r ^ o r o f a m e n t e justa y exacta del error sobre que
se a^oya su sistema. De este modo, el orgullo proclama a
mente una simple diferencia de naturaleza. El ángel, por
Soberanía del hombre, y desde este U ^ » " » s a -
ejemplo, por su naturaleza es de un orden superior al
n o que el hombre sea el esclavo vfl de la fueiza en la
hombre; sin embargo el hombre .rigorosamente ha-
sociedad, ó esclavo todavía mas vil de apetitos y
blando nada debe al ángel. Tome un ángel una forma apenas igual á las bestias en lo interior de los bosques,
sensible, y descienda sobre la tierra : ¿en dónde está s í común morada. A la verdad, es extraño que se hallen
aquí la razón,de obedecerle? De una parte no veo dere- almas tan bajas que se complazcan en la abyeqcion y
cho alguno, ni obligación alguna por la otra. Todo sér cieno de las doctrinas filosóficas, o e s p i n a , a n d c b . l t ,
criado está en mía independencia natural de cualquiera que se dejen seducir de ellas. Pero conviene decía Ras
otro sér criado; y si el mas excelso de los espíritus an- cal , que haya muchas de estas gentes en el mundou para
gélicos viniese de su propio movimiento, y sin mas título hacer ver que el hombre es capaz y muy a ^ z deas
que su voluntad, á dictar leyes al hombre, y someterle opiniones mas extravagantes, y de los sentimientos mas
ó sujetarle á su dominación, yo no vería en "el mas que
un tirano, y esclavos en sus subditos. ¿Qué será pues
cuando el hombre mismo se arroga este imperio sobre ~ S n t a no brilla en los pensamieiUos de la
el hombre, igual á él en derechos, y acaso y muchas ve- Religión, comparados con estas máximas tan degradan-
ces superior en talentos, en conocimientos y virtudes? tes ! ¡Cuán sencilla y profunda es su doctrina! ,Queduz
¿Hay, ni puede darse, una pretensión mas inicua, mas no derrama y esparce sobre la s o c i e d a ^ ¡ Con o e n s ^ a
insolente, ni una esclavitud mas ignominiosa? cierta- y eleva al hombre, sin hsonjear.su orgullo! Jamas le d i c e .
mente 110 temo decir con Rousseau ? « que es necesario tú no tienes otro dueño y señor que a ti mismo, porque
» una extraordinaria alteración de sentimientos y de desde entonces el hombre seria esclavo de c u a l e i a
» i d e a s para poderse resolver á tomar á un semejante que se dignase dominarle; antes bien le dice y le r e p i t e .
» suyo por dueño y señor V » Y sin embargo, el mismo « el único sér que tiene sobre tí un poder legUuno y i a -
Rousseau, para constituir filosóficamente la sociedad, se » tur al, es el Sér infinito que te ha criado, te conserva
ve precisado á imponer al hombre el vugo del hombre >> v dispone soberanamente de tus destinos. Su voluntad
y someterle al imperio de la fuerza ciega y brutal. No >, Is tu única l e y ; y así tu felicidad,, ^ u f i b e r i a d
nos admiremos pues, que á consecuencia de sus princi- i) consiste en conocerla y someterte a ella. Ser übre es
pios, la sociedad civil le haya parecido contraria á la ,, caminar sin obstáculo á su fui ; el tuyo es 1a perlec-
naturaleza 2 . Confundiendo, como confundía, la indepen- » cion: obedece pues, y serás libre. Te c o n s e r v a r a s ^
dencia con la libertad, la falta de todo poder y de toda » tus verdaderas relaciones, que designan el ugar que te
obligación, es decir, de todo orden, debia ser á sus ojos » compete; tu razón no dependerá sino de a inteligen-
el estado mas perfecto, ó el estado natural del hombre. » cía suprema; ni tu voluntad mas que de tas leyes
Mas teniendo el*orden, y el poder ó autoridad que lo ,, inmutables, á que el.mismo Todopoderoso esta some-
mantiene y conserva, una relación necesaria con la inte-
" T o r mas que se hable con énfasis de independencia,
y de soberanía, esta orgullosa ficción de soberanía hu-
1 Contra!, social, liv. 4, c h a p . 8. mana no es mas .que el velo con que se cubre una-escla-
2 « Todo lo q u e no es n a t u r a l tiene sus i n c o n v e n i e n t e s , y la so- vitud irremediable. Luego que la filosofía quiere esta-
» ciedad civil m a s que n i n g u n a otra cosa. » Contrat. social, 1. 3, blecer la simple apariencia del orden, es necesario ni-
mediatamente que el hombre obedezca,- ; y á quién ? á
d e Dios el poder establecido sobre una base inalterable
su semejante : es preciso que ceda y se humille á la v o inspiró respeto y amor. El hombre pudo obedecer sin de-
E j T ' S u a l f y ü : c u a n d o P o r el contrario, el iar de ser libre, ó mas b i e n , fué libre porque obedecio.
hombre es tan grande que Dios solo tiene derecho de Y a ^ en efecto lo entendieron los cristianos desde un
mandarle : ¡ vasallo noble-, que solo depende del Eterno! principio como lo testifica Tertuliano. Tratabaseles de
Comprenda pues el hombre ló que e s ; y si dominado por rebeldes y enemigos del César, porque no querían ado-
n ^ n f / n f ^ i 6 S i e n t 6 - T m a > ' d é b i I para elevarse hasta ar las mágenes de los Emperadores; ¿ y que respondía
na plena obediencia a las leyes emanadas del poder su- su anolo-ista? « Los traidores no se deben buscai entre
premo que gobierna a todos los seres criados, conozca » nosotros, sino en vuestras propias filas ; esos mismos
que prodigan al Emperador las mas bajas adulaciones
I r i o s f t i e S T1 0 b
f e n c i eaS' , a e l m a s
P r e c ' o s o y el ma
r / r 1 0 5
' «nica que constituye su de la esclavitud, son los que traman en secretó las
Y q u e as » conspiraciones contra él, y no a n t e n a as solemnida-
quirirfa ' P i r é P°-r el momento de ad-
., des que se celebran en su honor, sino paraprofanar el
S o y alegría pública con votos criminales, m u -
n ™ ! r é l é ^ q i l e c o n o c i a t a n m a ! a I Cristianis-
mo como a la sociedad, se ha atrevido á decir que los dando en su corazón el nombre del Principe para pre-
s a g i a r la esperanza de otro reinado *. » « Por lo j o
verseros enanos han sido hechos para
Es verdad que el mismo creia que los antiguos" Griegos v » respeta á nosotros que jamás tuvimos parte en rebe-
Romanos eran libres y no nos debe extrañar esta £ ion alguna, si se duda aun de nuestra sumisión y re-
doja No vio que la libertad , independiente de la forma , ügioso amor, entiéndase que es para nosotros una obh-
S n religiosa respetar en el Emperador la elección
d l n o l e r S ? e S l , m C a m e n t e r e l a t i v a a I a naturaleza del Dios á quién adoramos, y al mismo soberano como
q ue c ueria
•nnírni , * hablar del Cristianismo
¿porque no consultó á lo m e n o s al Evangelio lev per- constituido y puesto por Dios. En cuanto a o que se
fecta de libertad-, como lo llama un Apóstol? H a b r i / l e - » nos manda y exige, consiento en dar al Cesar el non -
-do en e estas.palabras que confunden v llenan de adm - I bre de señor, con ial que no se me obhgiie, a tongo
811
Profundidad W - ,, por Dios. Fuera de esto, en lo demás soy libre. No ten-
dad os libertara3 .- Cristo nos hizo libres * : donde está el „ go mas señor que al Dios Todopoderoso y eterno, que
espíritu de Dios, allí hay libertad». En efecto cuando » es también señor del César 2 .»
De S a sublime idea del poder ó autoridad único fun-
S i l ^ 6 n 61 m u n d ° ' d como l o damento de toda obligación moral, se ve salir j u n t o c o n
hómbre FPara
a i a ve r s e ^ l°daS Partes escIa™ del todos ios deberes, el orden conservador de la sociedad.
™ : hbre .de- esta dura esclavitud era
necesario que entendiese esta profunda verdad ¿ el

» S í B?-
salud, a saber - que todo poder viene de Dios" Identifi-
% - t Non u t gaudia publica celebrarent, sed u t vola propria jarn
ed e e r e n t i a a iepa solemnitate, e t e x e m p l u m atque imogmem spe,
S r i n a u g u r a r e n ! , nomen principis i n corde mulantes. Jpolog.
cándose entonces la autoridad humana con ía autóridad
" ' r S d ^ í ^ a m p ^ d e religione alque pietate ebristiana in
l Contratsocial, 1. 4, c , S. - 2 Ep. Jacob.,, 25.
imperatorem quem necesse est suspiciamus ut e u m quem Doounu
í n ™ ' , t a t e m > e t g r i t a s liberabít vos. Joan, VIM 3" noster elegit. Et mérito dixerim, noster est magis C a s a r , u t u o s t i o
J Chnstus nos liberavji. Ep. ad fíalat. ,y 31 Deo consUtutus. _ Dieam plané imperatorem Dommum sed
in, 17. aUt6m Sp¡nius
»omití j b i libertas'. Ep. i , ad Coria,thl liuando non cogor ut D o m i n u m , Dei vice , dicam. Caterum líber
S i . Bominus enim mcus unus est Deus ommpotens el eetei-
<¡ Non est enhn pbtestasnisi'a Dco: Ep. ail Bom. x„., ,. nus, Ídem qui et ipsius. JpologeUitdv. Gentes, cap. 33 y 37.
« La autoridad quèda justificada, la obediencia ennoble-
» çida, y el hombre debe igualmente temer mandar v familia no es otra cosa que una pequeña sociedad; y
» honrarse de obedecer 1 . »> La justicia desarma á la fuer- desiguales, porque la sociedad es una gran familia, ó
za, y el imperio noble de la conciencia reemplaza la tira- la reunión de todas las familias particulares; no son
oV1 î e , l a s P a s i o n e s excitadas por el interés. ;Qué di- una ni otra sino el poder mismo de Dios, de quien toda
go? La Religion, concentrando los intereses particulares paternidad trae su nombre1, según la expresión de San
en el común y general, los hace concurrir todos á la con- Pablo, es decir, su autoridad; porque bajo la ley de la
servación del orden, uniendo/y enlazando la vida futura verdad y del orden, nada es arbitrario, ni aun los nom-
con la presente , y desasiendo al hombre de los bienes b r e s , porque es preciso que ellos expresen relaciones
caducos y perecederos que busca con tanto afan. Susti- verdaderas ó falsas ; y lié aquí porque, observémoslo de
tuye al odio que engendran las doctrinas filosóficas, un paso, el lenguaje se muda con las máximas, y se desna-
espíritu general de benevolencia mutua y de amor v turaliza con las ideas. Así pues como la autoridad paterna
este es el carácter distintivo del Cristianismo. En él todo es el poder social doméstico, ó de familia, así el poder
respira amor de Dios y de los hombres.- el amor es la social es un poder paternal en la sociedad , y esta es la
base de todos sus preceptos, y el compendio de la lev, razón de la inmortalidad, y al mismo tiempo de la sua-
J o amar, es lo mismo que no ser cristiano, es excluirse vidad del poder en los pueblos cristianos.
desterrarse a si mismo del reino de Jesucristo, sociedad Unir y enlazar al superior con los subditos y á los sub-
de amor, para entrar en la sociedad del odio, cuyo m o - ditos entre sí, no es mas que el principio de los benefi-
narca es el ángel de soberbia. El cristiano no solamente cios del Cristianismo. El espíritu de amor que inspira,
obedece a la autoridad, la ama; porque viene de Dios no se detiene, permítaseme decirlo así, en la frontera
y le representa en la sociedad ; y este amor, que se eleva Como el exclusivo y duro patriotismo de los antiguos.
desde los subditos á la cabeza ó al poder, v u l v e á d e l Jesucristo cuando manda amar al hombre, no distingue
cender en cierto modo bajo la forma de toda suerte de al compatricio del extranjero; no exceptúa ni aun á los
beneficios, desde el poder á los subditos, y es la prenda enemigos, ni á los que nos persiguen y maldicen; de
mas segura, y la mas sólida garantía de-la estabilidad de modo que por una admirable universalidad de amor, su
los gobiernos, y de la felicidad de los pueblos. Unidos doctrina no menos se dirige á unir los pueblos entre sí,
entre si por una confianza poderosa, de la cual nacen la que á los miembros de una misma sociedad, ó mas bien,
seguridad y un obsequio mutuo, se les puede con toda quiere formar una sola sociedad de todos los pueblos.
razón aplicar ^aquella sentencia profunda del Evangelio « El mundo, decia diez y seis siglos ha el autor del
vuestra fe os ka salvado2. 0
' » Apologético contra los gentiles, el mundo entero no es á
De-este modo para bien y felicidad de, los hombres v » nuestra vista mas que una vasta república, patria común
tranquilidad de los Estados, se establece v conser a l » del género humano 2 . »¿Nos deberemos ya admirar
culto sagrado del poder o autoridad, que Tertuliano, en qué unas máximas y sentimientos tan extraños á los
su enguaje energico, llama la Religion de la segunda ma- gentiles lo hayan mudado todo, derecho político y de
jestad.Y el mismo principio, que pone orden en la so- guerra, leyes y costumbres?
ciedad , cons tituyendo el poder ó autoridad social ordena Y ¿á quién, sino es al Cristianismo, somos deudores
también las familias constituyendo la autoridad domestica
Estos dos poderes o autoridades, semejantes, porque una I Hujus reí graliá flcclo g e n u a m e a ad Patrem Domini nostri Jcsu
Christi, ex quo ornnis patemilas in cceliset iu l e n a nominatur. Ep.
1 Le divorce considéré au XIX* siècle. Disc, prél n o¡ ad Ephes. w , 14, 15,
2 Fides tuâ.le salvum fecil. Marc, x, r,2. ' - 2 Unám omiiSum rempuSlicajn agnoscimusiriundum. ¿pologct.
ady. Gcrit. cap. -'¡8.
d e esta admirable civilización europea, de que no.se la Francia, el principio religioso había adquirido mas
encuentra modelo en la antigüedad? Admite esto en ver- vigor y perfección ? Este reino formado por obispos, se-
dad tan poca duda, que,el autor de la Historia filosófica gún la observación de Gibbon, ha permanecido catorce
de los establecimientos de los europeos en las dos Indias; siglos sin que su forma de gobierno haya sufrido alguna
conviene en ello formalmente, al menos por lo que toca alteración esencial; y todavía veríamos hoy este antiguo
á los pueblos del Norte. Donde quiera que se introduce gobierno en pié y floreciente, si para destruirle no se
el Cristianismo, produce los mismos efectos; y tan luego hubiese comenzado por arrancarle el apoyo de la Reli-
como se retira, entra la barbarie á reemplazarle. Él ci- gión , que con tanta solidez lo había fortalecido; Y cierta-
vilizó en otro tiempo una parte del Africa y del Asia; mente, no se querrá decir, que durante esa dilatada suce-
quince siglos despues convirtió en hombres á los antro- sión de reinados, y bajo la autoridad tutelar de setenta y
pófagos del Nuévo Mundo; y por las maravillas que se le seis reyes, cuyo cetro pacífico protegió á nuestros ante-
vió obrar en el Paraguay, se puede juzgar de lo que ha- pasados , y los guió por la senda de la civilización, hayan
bría sido la América bajo su influjo, si una política falsa tenido los pueblos que gemir de mutaciones obradas en el
y cruel no hubiera arrancado á la Religión estos pueblos orden social, ni hayan adquirido el derecho de menos-
niños, digámoslo así , á los que con la autoridad del cielo preciar ese magnífico don del poder divinamente consti-
y la ternura de una madre, conducía al orden por el ca- tuido, que recibieron del Cristianismo.
mino de la verdad. Mientras que la filosofía, armada de Hemos citado poco ha Jo que acerca de este dijo el au-
la ciencia y de la fuerza, y disponiendo como soberana tor del Emilio; no es menos formal el testimonio de
de veinte y cinco millones de hombres, y de sus bienes,- Montesquieu: « Mientras que los Príncipes mahometanos
en un. país rico y fértil, no ha podido realizar mas que » dan sin cesar la muerte, y la reciben, la Religión entre
la anarquía, la indigencia y todos los males, algunos »los cristianos hace á los Príncipes menoi tímidos, y por
pobres sacerdotes, sin mas armas que una cruz de madera » consiguiente, menos crueles. El Príncipe cuenta con sus
en la m a n o , penetrando en regiones incultas, habitadas » súbditos, y los súbditos con el Príncipe. ¡ Cosa admira-
por salvajes feroces, crearon en ellas, por solo el poder » ble! La Religión cristiana, que parece no tiene otro ob-
de la verdad y dé la virtud, una república tan perfecta, » j e t o que la felicidad de la otra vida, nos hace dichosos
que la imaginación mas risueña no se la pudo figurar ja- »también en esta.
más semejante en sus alhagüeños desvarios, Al verlos, » La Religión cristiana ha sido la (pie, á pesar de la
se hubiera creído eran algunos afortunados hijos de Adán, » grandeza y extensión .del imperio, y el vicio del clima,
que escapados de la maldición que hirió á toda su descen- " ha impedido que el despotismo sé establezca en Etio-
dencia, gozaban en paz de la inocencia y felicidad que » pía, y ha llevado al centro del África las costumbres y
sigue á esta, en los jardines deüciosos dé Edem. Quiso »leyes de la Europa.
Dios que al menos una vez la Religión, obrando sin
» Considérense por una parte las carnicerías continuas
obstáculo sobre un pueblo, le formase por sí sola al estado
» de los reyes y jefes griegos y romanos; y por otra la des-
social, á fin de mostrar con una grande é incontestable
»tracción de pueblos y ciudades causada por estos mis-
prueba, que todas las verdades realmente útiles al hom-
» mos jefes : á Timur y Gengis-kan, que han devastado
bre , y toda la felicidad de que aquí bajo le permite gozar
» el Asia, y se hallará que debemos al Cristianismo en el
su condieion, están encerradas en sus dogmas y-pre-
)> gobierno cierto derecho político, y en la guerra un de-
ceptos.
» recho de gentes, que la naturaleza humana no podrá
Pero considerando al Cristianismo sobre una escena » .agradecer bastantemente.
mas vasta, ¿qué fuerza de conservación no da él á los » Este ,derecho de gentes es el que hace que entre nos-
gobiernos. especialmente en los países donde , como en 9 otres la victoria deje á los pueblos vencidos la vida, la

\
» libertad, las leyes, los bienes, y siempre la Religión,
do la avaricia los protegía de la espada aherrojándolos
» cuando el hombre no se ciega á sí mismo 1 . »
La Religión cristiana que manda al hombre ver y con- con cadenas.
siderar en todos sus semejantes otros tantos hermanos, Despues de una sangrienta victoria alcanzada por Ger-
es naturalmente incompatible con la esclavitud 2 ; así es mánico contra los Germanos, algunos de estos infelices
que donde quiera se ha establecido, ha terminado por trepando á lo alto de los árboles buscaban entre sus r a -
aboliría 3 . Pero cuando los intereses en unión y de acuer- mas un asilo contra él furor de los Romanos; y se tomó
do con las doctrinas, alimentaban entre los pueblos una por diversión, dice con una indiferencia horrorosa el
enemistad implacable, cuando no se reconocía otro dere- grave Tácito, atravesarlos con flechas; admotis sagítariis
cho de guerra que el derecho'terrible del exterminio, re- per ludíbrium figebanturEl primer libro solo d e s ú s
ducir á esclavitud era un favor, un beneficio ; degollando Anales contiene otros muchísimos rasgos no menos atro-
se creía obrar en justicia, y la esclavitud era la misericor- ces, referidos co.n la misma indiferencia. El ejército ro-
dia pagana, y auii se reputaban felices los vencidos, cuan- mano en medio de la noche caé de improviso sobre los
Marsos sepultados en un profundo sueño de resultas de
una fiesta, en la cual se habían abandonado á toda suerte
1 Espritdes Lois,\. 24,C. 3.
de excesos. « César, continúa el historiador, divide en
2 No de manera que sea imposible ser cristiano y tener esclavos,
» cuatro cuerpos las legiones hambrientas, á fin de h a -
ó que el esclavo, en el hecho m i s m o de hacerse cristiano, quedase
libre, y dejase de serlo. Sabemos que P h i l e m o n , hombre j u s t o , y » cer mayor la devastación. En el espacio de cincuenta
amigo del apóstol San Pablo, los t e n i a ; y fuei;a de Onesimo es m u y » mil pasos todo es llevado á sangre y fuego; ni edad, ni
célebre, entre otros mil, el n o m b r e de la esclava Santa Blandina, en » sexo excitó la menor compasion; se arrasaron hasta el
las actas de los mártires de León, para entenderlo a s í ; sino en cuan- » suelo los edificios sagrados y profanos, entre otros un
to la religión cristiana por su espíritu de m a n s e d u m b r e inclina á » templo llamado Taufana, muy célebre entre aquellas
perdonar á los vencidos, se niega á hacer guerras determinada- » naciones. De parte de los Romanos ni mía sola gota de
mente para hacer esclavos, etc., y así en efecto, desde luego se i n -
» sangre se derramó, pues el soldado hería á su salvo á
trodujo, donde quiera que reinó el Cristianismo, la laudable c o s -
tumbre de que no se hiciesen esclavos. Por los mismos principios es
» enemigos medio dormidos, desarmados, ó errantes á la
constante que el cristiano que tuviese esclavos los trataría como o ventura 2 . » El año siguiente se toman de nuevo las a r -
h e r m a n o s , y como h e r m a n o s redimidos igualmente que él con la mas, y Germánico, dice también Tácito, « conjuraba á
sangre de Jesucristo; es decir, con dulzura y m a n s e d u m b r e , como » los soldados á encarnizarse en la matanza : ¿qué nece-
lo hemos-visto practicado, en las posesiones españolas de América. » s i d a d , les.decía, tenemos de cautivos? no se acabará
Por lo demás sabemos que á O n e s i m o , esclavo convertido por el » j a m á s la guerra sino exterminando, á estos pueblos sin
apóstol San Pablo entre sus c a d e n a s , el Santo le envió á s u amo,
» dejar un solo hombre vivo 3 .»
recomendado sí, pero no como liberto, sino es en Jesucristo. Cada
uno, décia también á los Corintios ( 1, cap. vil, v. 2 0 ) , permanezca
.No olvidemos jamás que la filosofía antigua, tan fecun-
e n la vocacion en que lia sido llamado : Servas vocatus es ? non sit da en especulaciones estériles, ni aun soñó en levantar
tibi curcc, responde; estoes, dice Santo Tomás, ut velis servitu- la voz en favor de la humanidad. No se encuentra un solo
tem effugere (ib. lect. 4 ).Véase á Santb Tomás en el 4 de las Sent. filósofo que haya tenido siquiera la idea de otro derecho
d . 30, a r t . l , donde explica con su claridad y solidez acostumbradas de gentes que el que acaba de representarnos Tácito, ni
esta materia. El autor habla de la esclavitud activa, y en este s e n - que haya reclamado por la abolicion ele la esclavitud, ni
tido y no en otro el espíritu del Cristianismo es incompatible con la aun formado de ello el mas simple deseo. La sabiduría
esclavitud. " '
3 Plutarco en la vida de Kiuua dice : « que en tiempo de S a -
1 Annal. lib. 2, cap. 1G. — 2 Anual. lil). 1, cap. 51.
»-turno no había ni amos ni esclavos. El Cristianismo ha renovado
3 Orabatque insisterent cíedibus : nil opus c a p t i v i s , solam i n t e r -
» entre nosotros esta edad. » Esprit des Lois, 1. 15, fc.,7.
necionemgentis finem bello fore. Anual. 1. 2, c. 21.
humana contemplaba sin conmoverse ni admirarse la embota su punta, y derrama también bálsamo en las he-
opresion del hombre, insensible él mismo por sii parte á. ridas que ha hecho.
su degradación, y estúpidamente sepultado en su infame y No quiere decir esto que la historia de las naciones
deshonrosa miseria. ¡ Cosa pasmosa! Fué necesario que la christianas no esté manchada alguna vez con rasgos hor-
sabiduría misma de Dios descendiese á la tierra, no digo rorosos de barbarie.'Pero ¿qué ganaría la filosofía con
solamente para librar al género humano de las calami- oponérnoslos? Prueban contra ella „y no contra nosotros;
dades que le oprimían, sino aun para darle esperanza, é porque siempre fueron efecto ó de un error expresa-
inspirarle el deseo de verse libre. mente condenado por l a Religión, ó del menosprecio de
La guerra ha sido en nuestros dias el tema general de sus máximas, desprecio q u e , como lo haremos ver muy
las declamaciones filosóficas, y jamás ha habido mas pronto, sustancialmente no es otra cosa que una ver-
guerras, ni mas destructoras, que en el siglo en que dadera incredulidad. Ciertamente seria muy extraño que
unos filántropos necios h a n declarado que todas las guer- se pidiese cuenta al Cristianismo de los excesos que di-
ras son injustas. El Cristianismo no declama; exhorta á manan del olvido de su doctrina, y que se negase qué él
la paz, y la establece por sus máximas, quitando la causa hace á los hombres mansos, misericordiosos y compasi-
de discordia ; y cuando el cuidado de su conservación vos , porque en dejando de ser cristianos, se hacen du-
obliga á los pueblos á recurrir á las armas, fija por pri- ros y crueles.
mera ley de los combates la humanidad. La Religión p e - Obsérvese además que las devastaciones y mortanda-
netra hasta el campo de batalla para desterrar de él el d e s , de que ofrecen tan frecuentes ejemplos los anales
odio y la inexorable avaricia, para contener el abuso de antiguos, eran de esencia del derecho de guerra, tal co-
la fuerza, para dulcificar la victoria, y cubrir al débil con mo ellos le concebían; cuando entre nosotros estos ac-
su protección inviolable 1 . No pudiendo quitar la espada, tos de un sumo rigor son una violacion de este mismo
derecho : así no se puede negar que en los pueblos cris-
i La historia ofrece u n ejemplo singular de la diferencia que hay tianos son infinitamente mas raros; y el profundo hor-
en este punto entre las doctrinas paganas y la del Evangelio, y nos ror que inspiran, prueba cuanto se ha mudado el espí-
enseña á bendecir á la Religión, que sustituyó á los usos y c o s t u m - ritu general en esta parte.
bres atroces, consagrados por el derecho de guerra entre los r o m a - No es menos completa y feliz la revolución que la Re-
nos, u n espíritu de d u l z u r a y, si puedo explicarme así, u n a delica- ligión cristiana ha obrado en la legislación, que la cau-
deza de h u m a n i d a d t a n tierna y tan sensible que hasta entonces
sada en el derecho político, y en el derecho de gentes.
e r a desconocida. « Se había visto á Constantino, después de s u s p r i -
» meras victorias ( es decir, antes de ser cristiano ), arrojar á las fie-
La ley no es ya la expresión de la voluntad del mas fuer-
» ras los jefes enemigos que había hecho prisioneros. Los panegíris- te ; ni tiene tampoco por objeto el proteger intereses par-
» tas paganos celebraron con el mayor encarecimiento esla barbarie ticulares, sino establecer la justicia, que es el interés
» y se complacían, y como que se recreaban en pintar este triunfo, supremo de todos; y no siendo la justicia otra cosa que
» en el cüal un Emperador realzaba la mágríiticencia de los juegos , el orden mandado por Dios, la ley, bajo el imperio del
» y a u m e n t a b a la diversión del pueblo coa la carnicería ó matanza Cristianismo, es la expresión de la voluntad del poder ó
» de los enemigos en el circo. Pero luego que el Cristianismo princi- de la potestad, y por consiguiente se debe desde luego
» pió á alumbrar su alma, un orador hizo también mención de estas
someterse á ella como á la voluntad del mismo Dios;
» victorias contra los Francos -, pero nada dice de su suplicio. Lejos
» de eso Constantino prometía á los soldados u n a suma de dinero porque el que resiste á lapotesdad, resiste á Diosl.
» por cada enemigo que le trajesen vivo. » Des cliangements ope- Así todas las. verdades sociales dimanan de esta grande
\
res dans toutes les parties de l'administra tiòn de l'empire ro-
main, sous les regnes de Dioclétien,Constantin et de leurs suc- 1 Qui resistit potestati, Dci ordinationi resislit. Ep. (id Rom,
cesseurs,jusques à Julien, par J. Naudet, 1.1, pag. :>i. xvi, 2. .
y primera verdad, que todo poder viene de Dios; y el
principio fundamental del derecho político es también el la necesidad de la esclavitud. Y si él pensaba asi en Fran-
principio fundamental de la legislación. Se obedece á las cia^n el siglo diez y ocho de la era Cristiana, ¿se podra
leyes por la misma razón que se obedece á la potestad; y c r e e r que en Romá, bajo la.república, el paganismo le
la doctrina que afirma y modera el poder, afirma igual- hubiese inspirado opiniones mas generosas •
mente la autoridad de las leyes, las dulcifica y perfecciona. Donde no hay familia, no hay Estado; ahora bien, la
No se admira, como se debe, la sabiduría y hermosura poligamia, y el divorcio, que es la peor e s p e c i e de poh-
de las leyes cristianas. Ellas expresan tan perfectamente- gamia, destruye lasfamilias, oprime a la madre y al h o
las verdaderas relaciones de los seres sociales, que su I introduce la anarquía en la sociedad domestica. Pues
misma conformidad con. nuestra naturaleza hace que ya bien, solo la Religión es la que ha proclamado la indiso-
no nos llamen la atención. Cuando todas las cosas son lo lubilidad del lazo conyugal. ¿Y la razón? la razón ífloso-
que deben ser, no se admiran sino haciendo atenta r e - fica aun despues de haber conocido el principio, \ ob-
r
flexión sobre ellas. La senciilez del orden oculta á nues- servado porlargo tiempo sus admirables efectos, üustrada
tros ojos su grandeza. El espíritu se detiene á contemplar con las luces del Cristianismo, recusando sin embargo su
los gobiernos artificiales, así como los ojos sé fijan sobre autoridad, ha juzgado que era mejor convertir el matri-
las obras complicadas del arte. La vista de un sér vivo monio en un contrato temporal, en una especie de arren-
no causa en nosotros impresión alguna; pero muéstrese- damiento revocable á su antojo, sin otra condicioni que
nos un autómato, al punto nos llenamos de admiración. repartir los hijos, como al espirar el termino cont,.atado
Las antiguas legislaciones se dirigían todas á oprimir al se reparten los animales nacidos en un rebano habido de
débil; las nuestras no dejan género alguno de debilidad á mancomún. Y obsérvese que al mismo tiempo que se
que no señalen protección; y esto no nos sorprende á daba á la mujer el derecho de repudiar al marido o su
causa de la armonía perfecta en que están la conciencia y cabeza, se concedía a los vasallos el derecho de repudiar
la ley . Sin embargo es cierto que solo la Religión ha po- su Soberano : ¡ tan íntima es la conexlon que hay entre el
dido dar á las leyes este carácter noble y consolador, y poder doméstico y el político 1 !
solo ella puede conservarle. En el momento en. que se Aun mas : ¿puede imaginarse un delito, un crimen que
prescinde de su autoridad, todo se conmueve y todo se repugne mas á la naturaleza, que el asesinato de un hijo
confunde; las verdades mas claras se hacen problemá- causado por su padre; ni costumbre mas barbara que la
ticas, y el orden inflexible é inmutable, es relegado des- exposición de esas inocentes criaturitas, condenadas por
deñosamente al dominio indeterminado de las opiniones. las pasionesánacer, y á n o vivir mas? Pues.rio obstante,
¿Qué cosa hay mas evidente que la igualdad natural de las leyes de casi todos los pueblos antiguos permitían
los hombres? Sin embargo la razón, por el espacio de
mas de veinte siglos, ha fundado la sociedad sobre la es- 1 El citado Yillete, m i e m b r o de la Convención, propuso no solo
clavitud de una parte de sus miembros, y ni aun siquiera el divorcio, sino la independencia de la mujer al marido y que
le ocurrió que fuese posible aboliría. Al Cristianismo es toda viuda v soltera en estado de mayoría q u e tuviese las condiciones
deudora también la humanidad de este grande beneficio : necesarias en el varón p a r a ser ciudadano, fuese admitida a votar y
y él solo es, el mismo Dios es el que ha querido que el resolver en las a s a m b l e a s p r i m a r i a s . Se observa en la historia del
hombre fuese libre; y para que lo lograse, ha sido nece- último siglo, q u e á proporcion q u e se iban extendiendo las ideas
filosóficas, se a u m e n t a b a n las c a u s a s de divorcio. E n el m o m e n t o
sario que tuviese fe en la libertad. El raciocinio, léjos de
de la revolución b a l d a cuatrocientas causas en apelación en el p a r -
dársela, hubiera remachado para siempre sus cadenas, l a m e n t o de P a r í s , v doble n ú m e r o en el tribunal dicho del Chatelet.
puesto que raciocinando sobre el orden social, el mismo 2 Sabido es q u e los Lacedemonios, por lev-expresa de su famoso
Rousseau establece, en un pasaje que ya liemos citado, Licurgo, á todos los niños q u e n a c í a n ó parecían de complexión
débil, los arrojaban á la cueva ó sima del monte Taijelo.
la exposición de los niños, y el infanticidio; y aun hoy blica, como lo acostumbran los Chinos, para que los de-
cha es universal este uso en una g r a n parte del globo 1 vorasen los perros, ó por la mañana los llevasen á un
Dejad a la razón filosófica q u e pese el pro y contrate muladar en los mismos carros que van recogiendo la b a -
esta atrocidad, que calcule hasta donde se extienden las sura é inmundicias de las calles? Entiéndanlo, si no lo
obligaciones de los padres, el interés del Estado sobre- saben, esos hombres que se creen sabios porque lo des-
cargado de una población embarazosa, el interés del precian todo, y profundos, porque no alcanzan J a s ver-
mismo niño a quien se le ahorran tantos trabajos v tal dades mas sencillas; sí, el Bautismo salva mas ninos entre
vez delitos, abreviándole una vida tan poco digna de las naciones Cristianas, que hombres destruye la guerra.
sentirse; y me engaño mucho, si fundada sobre estas Y sin embargo la filosofía no verá en el Bautismo mas
consideraciones, y otras mil semejantes á estas, por poco q u e una'superstición absurda, y la vereis reírse de esta
que el interés agite su sutileza sofística, no llega hasta institución sublime, que aún considerada bajo un punto
ver en este asesinato monstruoso el ejercicio de un d e - de vista puramente político, seria todavía un benefi-
recho legitimo, y aun un acto de humanidad. No se m e cio inapreciable, y la obra mas perfecta d e la humani-
acuse que recurro á suposiciones odiosas é inverosímiles - • dad.- ,
porque los razonamientos, que acabo de aplicar á la in- La dulzura y equidad de nuestras leyes criminales, su
fancia, pueblos enteros los . han aplicado á la vejez v inflexibilidad santa, las precauciones infinitas del legisla-
sustáncialmeñte son los mismos con que Rousseau" p r e - dor para evitar en su aplicación equivocaciones funestas,
tende justificar su conducta cruel con los tristes frutos de'1 son también otros tantos efectos del espíritu establecido
su disolución y libertinaje. ¡ Gracias eternas al Cristia- por el Cristianismo. Éí solo ha enseñado al hombre, á
nismo, que del niño, ser despreciable y vil á los ojos de respetar al hombre, cuando la filosofía, igualmente que el
Ja política, y frecuentemente carga insoportable á la ava- paganismo, no nos enseña mas que á despreciarle; y esto
ricia, ha hecho un ser sagrado á los ojos de la Religión' es lo que hizo decir á Tertuliano, reconviniendo y dando
¡Cuantos que insultan á esta Religión santa, la deben tai en cara á los perseguidores de los Cristianos con el me-
vez la vida ! ¿Quién sabe si á no ser por ella, unos pa- nosprecio feroz que hacían de la humanidad : ¡oh hom-
dres desnaturalizados no los habrían arrojado lue<*o oue bre. qué ser, qué nombre tan grande el tuyo, si supieras
nacieron á la corriente de un rio, como lo practican los conocerte1! El hombre en efecto se conocía entonces tan
Indios, o abandonado por la noche en alguna calle p ú - poco, que se valuaba á precio de dinero, se le compraba
ó vendía como el ganado mas vil; y para abolir este trá-
fico infame, fué necesario que el mismo Dios fuese ven-
1 En la C h i n a , Indias Orientales, ele. Los progresos de la filosofía dido en- treinta dineros. Esta venta execrable fué el tra-
vinieron también a dar este nuevo testimonio de su malhadada i n -
tado de nuestro r e s c a t e s .
fluencia : la serie progresiva de expósitos iba al nivel de la extensión
de sus luces En 1G70 eran quinientos doce los expósitos del Hos-
picio general de París : bajo la Regencia del duque de O r l é a n s e l 1 Tu homo, t a n t u m n o m e n , si intelligas t e ! Apolog. adv. Gen-
l 20 se contaban va mil cuatrocientos cuarenta y uno : hacia h tes , c. 48.
mitad del reinado de I.uis XV por los años de 1745 tres uni dos 2 En el tiempo de la conquista de América por los españoles la
cientos veinte y cuatro; y bajo el gobierno de Luis XVI en aue la Religión, cubriendo con su m a n t o á los pueblos vencidos, protegió
filosofía habia llegado á su colmo, ya no tenían número, y hubo que con todo su poder su libertadrLos protestantes y los mismos filósofos
c e a r nuevos hospicios donde recibirlos.. Hé aquí los grandes benefi'- no h a n podido menos de alabar la conducta del clero católico en
c o s de la filosofía del siglo. 3/. de La Mennais, m¡langeS. esta ocasion (Véase á Robertson, Histoire de TAmérique, y á M. de
2 Uno de estos fue d'Alembert, expuesto en París en la puerta de íiumbolt). Él solo íjfc en esta época memorable, se interesó por la
h u m a n i d a d , y defendió sus intereses eon válorosa constancia contra
T J ' C ° n t - a , ! a C U a l ' COn u n « e i m i e n l o propiamente
1
filosófico, convirlio después todos siis tiros. hr avaricia de los conquistadores. V véase aquí también cuan de
Las leyes paganas, no menos bárbaras que las cos-
bres con una indiferencia que horroriza. Si sucedía en
tumbres, se burlaban, y jugaban con la vida de los hom-
Roma que un ciudadano fuese asesinado, se hacia morir
acuerdo están los hechos con los principios establecidos en este ca- á todos sus esclavos. ¿Era su amo acusado? se les ator-
pítulo y en el precedente. Donde quiera que la política, guiada del mentaba. Si la ley habia olvidado, ó no previsto algún
interés particular, obró sola, los infelices naturales, oprimidos, e n - capricho del Príncipe, ó de la plebe, se remediaba por
cadenados, fueron destruidos en poco tiempo. Al contrario, donde se un duplicado crimen, como la historia lo observa con mo-
les puso en manos de la Religión, recibieron de ella los dos grandes tivo del asesinato de la hija de Seyarto. Convengamos en
beneficios de la civilización y la libertad. Por lo que respeta á la
que esto se parece bien pocó á las obligaciones sagradas
esclavitud de los negros, la Iglesia la tolera, m a s nunca la aprobó,
antes bien esta esclavitud sin duda se opone al espíritu de la Reli-
que la Religión impone á nuestros Reyes. « Yo juro,» este
gión cristiana, que la prohibe formalmente por sus leyes, f Entién- es el juramento que exige de ellos antes de ungir su
dase esto en el sentido que hemos dicho en la nota de la pág. 3T6. frente con el óleo santo : «juro guardar, y hacer guar-
y distingase bien entre la esclavitud ó servidumbre legal en co- » dar justicia y misericordia en todo juicio, para que Dios
m ú n , la que San Pablo no reprobó, y la esclavitud ó comercio de » omnipotente y misericordioso haya también misericor-
los negros, sin mas fundamento ni causa que el robo ó plagiato » clia de mí. » Todo se encuentra reunido en estas pala-
que se hace de estos infelices, y la codicia de los negociantes; lo bras : la equidad severa y la mansedumbre cristiana, la
que, como decía ei profundo D. Soto, es injusto é ilícito). Ella,
obligación y la razón de ella, el precepto y su sanción.
preparando poco á poco l a abolicion en nuestras colonias, suavi-
zando la suerte de los esclavos, formándolos para el estado social, Üno d e los caracteres ele la Religión es no entrar j a -
y cultivando con esmero en estos niños lardos, menores y pesados, más en contestación con los hombres. Dice á las socie-
las facultades y v i r t u d e s , cuya manifestación anunciaría para ellos dades , igualmente que, á cada uno de sus. miembros :
la edad oportuna de la emancipación. La Religión, así como la haz esto, y viviréisNada mas admirable que este m é -
naturaleza, no obra arrebatadamente. Va disponiendo las mutaciones todo, pero él conviene solo a Dios. Sola la verdad su-
apetecidas, y'las verifica por medios suaves y por grados insen-
prema tiene derecho de prescribir con autoridad lo que
sibles. Este es el modo de proceder de la sabiduría. La filosofía quiso
de golpe turbar esta m a r c h a : proclamó a g r a n d e s gritos la libertad
hemos de creer, y la soberana justicia el derecho'de im-
de los negros, sin precaución , ni previsión a l g u n a , sin examinar si poner leyes que obliguen sin exámen. Y como los pue-
estos hombres, á quienes súbitamente daba libertad, eran capaces blos no viven sino por la Religión 2 , ni el orden se sos-
de ser libres. ¿Y qué sucedió? El incendio de las colonias, el asesi- tiene y conserva sino con el auxilio de lás leyes , sigúese,
nato de los colonos, u n a anarquía completa, y guerras de.extermi- que ninguna sociedad puede subsistir sin una autoridad ó
nio. — & Nuestros r e y e s , llevados de los mismos principios de Re- poder divino, bajo el cual se humillen todos los entendi-
ligión, obraron siempre con la mayor humanidad respecio d é l o s
mientos y voluntades. El hombre que no tuviese mas
indios. A la Reina Católica doña Isabel desagradó tanto que Cristóbal
Colon trajese algunos pobres indios esclavos, que por un decreto real
medio de conservarse que su facultad de raciocinar ó
mandó que fueseu devueltos libres, otra vez á su país, y se declaró y discurrir, perecería en breve tiempo : lo mismo acaece
llamaba no tanto R e i n a , cuanto Patraña y Madre de los Indios. con las naciones. El discurso se extravía, se pierde, y
El Emperador Carlos V, por su cédula de 1528, ordenó : « que ni los titubea luego que la autoridad deja de sostenerle. Las
«jefes ni los capitanes inferiores hiciesen ni pudiesen hacer esclavo pasiones disponen entonces de é l , y le prestan su fuerza
» á ningún natural de aquellas partes, por ninguna vía ni m a n e r a ,
» ni por razón ó condicion a l g u n a , sino que los dejasen en su liber-
» t a d , como á vasallos suyos libres, y señores de sí mismos y de sus 1 Hóc f a c . el vives. Luc. x, 28.
» bienes y h a c i e n d a , como lo eran los vecinos y moradores de Cas- 2 Quien dice pueblos, dice sociedad; sociedad ninguna puede
» tilla. » Toda la legislación de Indias rebosa los mismos sentimien- subsistir (que esta es su vida) sin Religión; luego los pueblos no
tos. Las imposturas de las Casas se sabe hoy bien en el concepto viven sino por la Religión : por consiguiente, quien trata de quitar
que se deben tener. la Religión, trata de destruir los pueblos. Recuérdense los testimo-
nios de los mismos filósofos, citados en el principio de este capítulo.
enteramente destructiva. ¿Qué sucedería, por ejemplo,
sí se dejase el derecho de propiedad al arbitrio de la ra- preceptos! ¡ qué perfección en sus consejos! ¡qué amor
zón? i Qué no diría, y qué no ha dicho para probar su tan tierno á la humanidad ! ¡ qué dulzura tan amable, y
nulidad é injusticia? Filósofos, dejémonos ya de frases, qué unción tan penetrante en la sencillez de sus máxi-
y palabras, responded sencillamente. ¿ Con qué título m a s ! ¡ Oh, y cómo van directamente al corazon, y con-
querríais mejor poseer vuestras tierras, y qué garantía mueven la conciencia! Se puede quebrantar esta ley di-
os parece mas segura para ello, la ley que dice : « No vina; se puede violar, sí, verdad e s ; ¿pero poner en
codiciarás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su va- duda su excelencia, quién, á no haber perdido todo sen-
ca , ni nada que le p e r t e n e z c a 1 ; » ó los raciocinios de timiento de honradez, quién se atreverá? La paz y feli-
Raynal, Diderot, y Rousseau sobre el origen y funda- cidad son frutos suyos. Ella u n e , consuela, previene ó
mento de la propiedad? repara los males de la naturaleza y de la sociedad. Si los
hombres quisiesen, observándola, consentir en ser feli-
Las buenas costumbres acaban la obra de las buenas
ces, el cielo descendería sobre la tierra, ó en ella vivi-
leyes. ¿ Quid leges sine moribus vanee proficiunt ? decían
ríamos como en el cielo.
los mismos paganos. ¿De qué sirve que se escriban las
¿ Y qué hace el Cristianismo para obligarlos á ser fe-
leyes del orden en un código, si la Religión no graba
lices? ¡ Ah! No presenta á su vista una imágen abstracta,
su amor en los corazones? Por otra p a r t e , las leyes se
un fantasma ideal de virtud; que tal vez admirarían sin
limitan á proscribir ciertos delitos, y no mandan virtud
resolverse á imitarlo, n o ; les o f r e c e á la virtud misma,
alguna. La Religión se ha reservado esta parte sublime
la perfección viva en la persona de Dios Hombre; y aña-
de la legislación, que lo arregla todo en el hombre, hasta
diendo despues á sus preceptos una sanción de infinita
sus deseos mas secretos, y sus mas. ligeros afectos.
fuerza, abre á los piés del crimen el abismo tenebroso
¡ Cuánto.? delitos no se ocultan á la justicia humana!
del infierno, región desolada de dolores y suplicios eter-
¡ Cuántos otros no se ve obligada á tolerar ! la Religión
nos, y muestra á la virtud en lo alto de los cielos el pre-
no tolera ningún desorden; prohibe hasta el pensar mal;
mio inmortal que la espera. Una recompensa y un casti-
y nos manda aspirar á una perfección infinita ; sed per-
go finito no serian dignos de la justicia y bondad de Dios,
fectos como lo es vuestro Padre celestial-. Y ¡ cosa mara-
ni suficientes tampoco para contener al hombre en el
villosa ! al mismo tiempo que abate el orgullo humano
orden; pues que la esperanza misma del soberano bien,
con la sublimidad de sus preceptos, y reprime todo sen-
y el temor del sumo m a l , no alcanzan muchas veces á
timiento de presunción en el j u s t o , mostrándole ince-
vencer las ilusiones de los sentidos, y la ciega impetuo-
santemente nuevas virtudes que adquirir, anima la
sidad de las pasiones.
confianza del pecador, abriendo al arrepentimiento el
seno inmenso de la misericordia divina. Al contrario en En esto, como en todo lo demás, es incontestable la
todo de la filosofía, que arranca á la virtud hasta la es- eminente superioridad del Cristianismo sóbrela filosofía.
peranza, la Religión quita la desesperación al mismo cri- En los labios de esta, la palabra deber ú obligación carece
men. de sentido, no tiene significación alguna, y desafio á to-
dos los filósofos juntos á que me den una definición in-
¿ Qué hombre habrá de corazon tan empedernido teligible. Mas aun cuando lo verificasen, aun cuando lle-
que no se enternezca al contemplar la hermosura de la gasen á convencer á la razón de la realidad de la virtud;
moral evangélica? ¡ Qué p u r e z a , y profundidad en sus ¿qué vendría á ser esta virtud privada de sanción, sino
un vano simulacro? ¿y dónde encontrarían motivos b a s -
1 Deuleron. v, 24. tante fuertes que m e determinasen á seguirla, y me em-
2 Eslotc ergo' ves p e r f e r ü , sieut ni Palor vester«elcslis perícctus peñasen á sacrificárselo todo, hasta mi felicidad? Al con-
PS'. Ma/tk. v, ÍS.
trario, atiendo y oigo á la Religión, y la comprendo
cuando me habla de penas y premios eternos; veo en
ellos un motivo, un interés de infinita consecuencia : mi contrario sobre mí insultos, desprecio, odios y persecu-
razón lo aprueba, y mi corazon se conmueve..... Pero ciones? ¿Seria yo el primero que h a cogido este aciago
¿dónde está el cielo de la filosofía? dónde está su infier- fruto de su fidelidad en cumplir obligaciones penosas y
no? ¿dónde la palma inmortal y corona inmarcesible difíciles? En este caso se me ofrece por compensación la
que reserva para los que siguen la virtud ? que nos la alegría que lleva consigo el bien obrar, y aceompana al
muestre, y entonces puede que me anime á merecerla. buen testimonio de sí mismo. ¡Qué irrisión! ¡qué ale-
Pero que no pretenda seducirme con quimeras. Porque, aría, qué gozo el de la pobreza, de la h a m b r e , de la sed,
¿qué viene á ser ese desprecio con que me amenaza, si de las enfermedades y tormentos del cuerpo y de los
me dejo llevar de mis apetitos? ¿Cuál el bien verdadero dolores del alma, la alegría de las prisiones y cadalsos,
y el símbolo de mía miseria sin esperanza! ¡preciosa
que me quitará? La opinion de los demás y la opi-
alegría! yo en verdad no encuentro cosa alguna con que
nion agena ¿ en qué puede perjudicar á mi sér ? ¿me qui-
comparar esta alegría extraña, sino es con aquella otra
tará ella acaso la salud, las riquezas, la sensación del
que dicen nos debe hacer experimentar la estéril contem-
deleite , la independencia? no. El desprecio es nada, si
plación del orden, que quebranta y contradice todos nues-
yo mismo le desprecio, ó no hago caso de é l ; y aun
tros apetitos bajo sus leyes inflexibles. ¡Ah ! ¿qué importa
cuando fuese tan débil que el desprecio obrase en mí
la hermosura de la máquina al infeliz que es despedazado
alguna impresión, ¿ quién me impide el sustraerme de
y deshecho p o r sus ruedas ? .
él, como tantos otros lo h a c e n , ocultando mis acciones
y deleites viciosos bajo el velo espeso del misterio? Mas Sin embargo estos son los mas poderosos motivos que
ocultándolos á los otros, no m e los podré ocultar á mi ha podido hallar la filosofía para apartar á los hombres
mismo: y será necesario comprarlos.á costa de remordi- del crimen y moverlos á practicar la virtud. No sabiendo
mientos. Esto en verdad es algo más grave; siñ embargo sobre qué principio estribar para exigir de ellos el sacri-
veamos aun. Quiero conceder que en los sistemas filosó- ficio de sus intereses, sacrificio que constituye propia-,
ficos, la conciencia no sea una preocupación, ó que si lo mente la virtud, le ha ocurrido sostener que la virtud no
es, yo no haya podido vencerla; siempre es cierto, que es otra cosa que este mismo interés Esto seria cierto
puesto entre un placer, ó deleite que deseo, y el remor-
l «Todas las cuestiones que dicen relación á la moral tienen
dimiento que temo, la elección del crimen ó de la virtud » siempre en nuestro corazon una solucion pronta, que las pasiones
es un negocio de pura sensación. Si el deseo es mayor, » nos impiden seguir alguna vez; pero que nunca consiguen des-
sucumbo; y por el contrario, resistiré si el temor es mas. » truir, v la solucion de todas estas cuestiones viene á termincr
vivo que el deseo. Ahora bien, cítenme una pasión, que » siempre, con mas ó menos rodeos, á su centro ó tronco común, á
no teniendo que temer m a s castigo que este, se con- » saber, nuestro interés bien entendido, que es principio de todas las
tenga solo por la simple aprensión del pesar de haber » obligaciones morales. (D'Alembert, Eclaircissement sur les
» Elèni, des philos. t. 5, des Vélanges,. p. 6. ) » - Me admiro
violado las leyes abstractas del orden.
ciertamente de que teniendo talento se puedau decir tan grandes
No, la filosofía no puede imponer al vicio mas que necedades. ¿Cómo mi interés, que solo es relativos m í , puede i m -
frenos débiles é insuficientes, así como tampoco puede ponerme o b l a c i o n e s para con los demás? No creo que se hayan
proponer mas que premios quiméricos á la virtud. En unido jamás dos ideas menos conciliables. Equivaldría á decir lo
efecto: ¿qué es lo que m e promete? Un n o m b r e , que rio que francamente había dicho Diderot, que nuestra única obligación
es vivir contentos ; à lo menos esto se comprende. Pero sea lo que se
estoy seguro de gozar; una vana reputación, que el hom-
quiera de la maxima de d'Alembert, considérense sus cousecuen-
bre prudente desprecia, y no. puede aliviar un solo in- ' cías. Y lo primero, ¿ quién sale fiador de que la generalidad de los
fortunio de la vida. Pero y aun esto, ¿quién m e lo ase- hombres conocerá bien su interés, en el sentido en que este interés
gura? ¿quién me afianza que la virtud no atraerá por el es el de toda la sociedad, y depende de todas las relaciones.que puc-
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si la pràtica y cumplimiento de nuestras obligaciones r¡o¿ El interés de un cristiano es ganar el Cielo aunque le
hiciese siempre actualmente felices. Entonces los hom- sea necesario sufrir penas y trabajos en esta vida; mas
bres, que no pueden engañarse sobre lo que sienten, se- el que no espera otra, no tiene mas que un interés, que
rian virtuosos por la misma necesidad invencible que los es hacerse dichoso en esta por cualquier medio quesea.
obliga á desear su bien estar. Pero está muy léjos de su- ¿Y qué felicidad mas extraña, ni mas quimérica podría
ceder así; y la Religión, demasiado r i c a ' e n verdades proponerse al h o m b r e , que combatir y contrariar ince-
para necesitar jamás de la impostura, no teme advertirlo santemente sus deseos, sus inclinaciones, hasta las nece-
terminantemente á sus discípulos. « Si nuestras esperan- sidades mismas de la naturaleza; y sacrificarse en toda
» zas, dice San Pablo , se limitan solamente á esta vida, ocasíon por la felicidad agena, sin esperanza alguna de
» somos entonces mas miserables que todos los hom- recompensa? ¡Qué! ¿es interés del pobre verse privado
» bres » de lo necesario, cuando puede apoderarse de una parte
de lo que sobra al rico ? — Le ahorcarán si roba. — Lo
den existir entre sus miembros? ¿Cuántos conocimientos, luces y
entiendo, y es decir que el interés de vivir debe prevale-
experiencia; cuántas reflexiones , qué profundidad y sagacidad dé
espíritu no se necesita p a r a abrazar tantos objetos diversos, e x a m i -
cer al ipterés de saciar el hambre. Sea así; péro si el po-
narlos, compararlos , y deducir en cada circunstancia reglas para bre se cree seguro de evitar el suplicio, el.segundo inte-
conducirse debidamente en cada posicion ? La moral, pues, no sería rés, siendo ya solo, determinaría una obligación contra-
sino para los filósofos, cuando mas. En efecto, pues que nuestro i n - ria, le obligaría á robar. Quitad el verdugo y se mudó la
terés bien entendido es el principio de todas las obligaciones mo- moral; él es el padre de todas las virtudes . Sin embar-
rales, no habria obligación moral alguna para los q u e , por c u a l - go, por mas que se haga, este poderoso moralista no po-
quiera motivo, no pudiesen entender bien su interés. Si se engaña-
drá alcanzar á todo. La mayor parte de los vicios que a r -
s e n , sería una desgracia ; pero no un delito. Hay m a s : el picaro
que cree que robándome, conoce, bien su interés, léjos de merecer un
ruinan sordamente la sociedad, ó que turban su armonía ;
castigo es digno de elogio, pues cumple escrupulosamente su obli- la avaricia, el egoísmo, la ingratitud, la dureza de corazon,
gación, tal cual la conoce. Dirán que se engaña, y que debía racioci- lainvidia,elodió, la calumnia, el libertinaje, no son de su
nar mejor. ¿ M a s q u i é n os h a dicho que p u e d e ? Además, ¿ q u é de- jurisdicción. No pondrá á cubierto de seducción á vues-
recho teneis p a r a pretender que en lo que á él le toca particular- tra hija ni á vuestra esposa. Ahora bien, si en el ardor
mente deba prevalecer vuestro juicio" sobre el s u j o ? ¿ Cómo le p r o - de una violenta pasión, el hombre es dueño de compla-
bareis que entendeis mejor que él sus intereses? Nuestro interés, cerla en secreto, y con la certeza ó seguridad de no ser
que no es m a s que n u e s t r a felicidad, ¿ no depende de nuestro modu
jamás descubierto; ¿ me podréis persuadir que es mi inte-
de pensar y de sentir ? Vos temeis la infamia ; él la desprecia. — Le
mostráis la h o r c a ; pues q u é , ¿ á todos los ladrones los ahorcan? La rés propio el que me manda repeler obstinadamente el
probabilidad de robar i m p u n e m e n t e es uno de los elementos de su deleite que sé me' ofrece? ¿ s e r á también mi interés el
cálculo. — Pero dando este mal ejemplo, se expone á qué le imiten que me hará renunciar á mis hábitos y costumbres, á
algún dia á costa suya ; es decir, que á él también le roben. Sea en- mis comodidades, bienes, p a t r i a , familia, á todo lo que
horabuena : hay riesgo, y corre peligro ; pero, ¿ poi qué ha de p r e - mas amo por la utilidad de mis semejantes, ó del estado
ferir la certeza de no ser j a m á s robado por falta de bienes, al peligro á que pertenezco ? Hasta ahora, á lo menos que yo sepa,
hipotético de perder u n a paite de lo que adquirió por esta via ? Lo
no se ha echado de-ver, que en semejantes casos las vir-
peor que le puede suceder es volver al estado en que queríais que
permaneciese. E n t r e t a n t o , ya h a disfrutado de algo; y conio, m i -
tudes de los incrédulos, comparadas con las de los Cris-
rando solo á la vida presente, este es su interés bien entendido, el tianos, hayan tenido un carácter tan relevante de supe-
robo hecho con las debidas precauciones, es evidentemente para él rioridad, que acrediten mucho el principio del interés
una obligación moral. personal. .Ni ¿cómo es posible encontrar en este interés la
l Si in hac vita t a n t u m in Chrisío sperántes suinus, miserabi- razón del mayor sacrificio que la sociedad puede pedir á
liores s u m u s o m n i b u s hominibus..¿"/'. Iad Cor. xv, i!>. sus miembros, y que el hombre pueda hacer al hombre
el sacrificio de su existencia misma ? Todos nuestros pre- pueblos, ninguno lia subsistido sino, por la participación
sentes intereses se comprenden en el supremo de todos mayor ó menor de este espíritu, y de las verdades en.
ellos, que es la vida. El que la da, nada se reserva, ni que se apoya. Su extensión total en un pueblo seria la.
aun la esperanza. Antes pues dé aspirar á la virtud, cuyo, entera extencion de la vida de él ; así como de su perfecto
último grado es este sacrificio, busque la filosofía en "el desenvolvimiento resulta en las naciones la mayor fuerza
seno de la nada un interés que equivalga por sí solo á
todos los otros; que nos muestre en el fondo del sepidcro, Es uña inclinación natural en el hombre sacrificarlo
en medio de aquel polvo frió, y aquellos huesos áridos todo á sí mismo, porque naturalmente se prefiere á todo.
que, según ella, nunca han de reanimarse, el precio con Luego el p r i n c i p i ó l e ! interés particular y el de los d e -
que ha de pagar el mayor de todos los Sacrificios, el des- beres y obligaciones son esencialmente opuestos, v la
prendimiento mas sublime. criatura que no tuviese mas regla de ellas que su interés,
Con sofismas lio se destruye la realidad de las cosas. seria esencialmente insocial; porque en los miembros,de
Por mas que se quieran confundir los intereses particu- cualquiera sociedad el desprendimiento de sí mismo es
lares con el interés común, siempre habrá entre ellos la primera condicion de la existencia de esta sociedad.
una oposicion superior á todos los razonamientos del Así la Religión, que es una sociedad entre Dios y el
mundo. En mil ocasiones y circunstancias, el interés ge- hombre, está fundada en el mutuo don ó sacrificio de
neral exigirá que yo gima y me consuma en la miseria, Dios al hombre, y del hombre á Dios, y la sociedad h u -
que gaste mis fuerzas y salud en trabajos penosos, de mana lo está igualmente en el recíproco don .ó sacrificio
que otros cogerán el f r o t o , que sofoque mis deseos é in- d e un hombre á otro, ó de cada hombre, á todos los
clinaciones y afectos; en fin, que padezca, sufra y m u e r a : hombres; y eí sacrificio es de esencia de toda sociedad
é ínterin no se pruebe que la miseria, los trabajos, los verdadera." La doctrina evahgélica de la renuncia y a b -
padecimientos y la m u e r t e , son bienes preferibles á. las negación de sí misino, tan extraña para los sentidos, no
riquezas, á los deleites, á la vida, siempre será falso, y e s mas que la expresión de esta verdad , ó la promulga-
evidentemente falso, que el interés particular, separado ción de esta grande ley social lié aquí porque en las
del temor de los castigos y recompensas eternas, sea la naciones cristianas s e ve unida la idea de renuncia ó
regla de-las obligaciones, y el fundamento de la moral. abnegación de sí misino, y la de consagración á toda fun-
Si se diese un país donde esta doctrina se hallase umver- ción pública : idea sublime, que la Religión nos ha hecho
salmente recibida, reinaría en él la mas horrible confu- tan familiar que apenas llama y a nuestra atención. Go-
sión en vez del órden, y seria preciso huir apresurada- zamos desdeñosamente de los beneficios del Cristianismo,
mente de esta tierra desventurada, donde el crimen sin como d e los beneficios de la naturaleza ; cuanto mas
remordimientos dominaría arrogantemente con el nombre grandes, multiplicados y continuos son, menos nos ad-
de virtud. miran , y nòs mueven menos.
¿Quereis dividir en bandos y parcialidades á los hom- Sin embargo, si queremos conocer la diferencia de
b r e s , excitar entre ellos el odio, exaltar el egoísmo, la nuestro estado social al que le ha precedido, oigamos al
avaricia, todas las pasiones? poned en acción el interés mismo Jesucristo ; porque mas verdades hay en una sola
personal. Por el contrario ¿deseáis unir los miembros de de sus palabras, que en los discursos de todos los filósofos
las familias y del Estado, crear una dulce concordia entre juntos.
ellos, la tierna humanidad? haced que cada uno, olvi- Jesus, dirigiéndose á sus discípulos, les dice : « Sabéis
dándose de sí mismo, se sienta, por decirlo así , existir M que los que parecen poseer el poder entre las gentes,
en los otros, y no conozca mas interés que el interés d e » los dominan y se enseñorean de ellos; y sus Príncipes.
todos. Tal es el espíritu del Cristianismo; y desde que hay » tienen potestad sobre sus personas. »
Así, de una parte tenemos la apariencia, y, por decirlo particular. El abandono absoluto de este interés es como
así , la sombra del poder, y en realidad la dominación de el alma de nuestras instituciones religiosas y políticas; y
la fuerza, videnlur principar i..... dominantur; y la otra nada hay, ni es en los Estados duradero y verdadera-
la esclavitud , polestatem habent ipsorum; falta de autori- mente social, sino lo que descansa y se apoya sobre esta
dad , violencia ciega, sumisión tímida y servil, y nada de base. La abnegación de sí mismo es la primera condi-
obediencia : hé aquí la sociedad pagana. ción de todas las grandezas cristianas. No todos los hom-
« Ahora pues, añade el Salvador, entre vosotros no bres saben soportar este peso. La dignidad real, imágen
» será a s í : sino que, cualquiera que quisiere ser mavor y fuente de todos los poderes conservadores del orden
» ó elevarse sobre los' demás, será vuestro siervo, y el social, comienza en la desnudez del pesebre, se ejercita
» que quisiere ser el primero entre vosotros, será siervo y crece en los trabajos, fatigas y vigilias, recoge de paso
» de todos : porque el Hijo del hombre no ha venido algunas palmas, y algunas aclamaciones pasajeras, á que
» para ser servido, sino para servir y dar su vida por la siguen bien pronto gritos de muerte y de maldición, las
» redención de m u c h o s » angustias y pavor del huerto, los azotes del Pretorio, y
por último, agoviada bajo el peso de . la Cruz, y ceñida
, Aquí todo se muda : el poder 'establecido por el bien
con una corona de espinas la cabeza, va bendiciendo an-
é interés de todos, se convierte en un cargo, y ia obe-
diencia en un derecho. Reinar, es servir; y el Soberano tes y rogando por sus verdugos á espirar sobre la mon-
es el primer servidor.de los p u e b l o s 2 ; cuanto es m a s taña que corona el valle de Tophet.
grande que los demás, tanto tiene de mas laborioso su Es propio de talentos escasos y genios limitados asom-
ministerio; y mientras que no hay un. miembro solo de brarse de las debilidades de los individuos, y no pararse
la sociedad que no tenga el derecho de ser servido, solo en las del espíritu general de las, instituciones. Todo
él, despojado del privilegio de la obediencia, y sacrifi- cuanto se echa en cara á la nobleza y al clero, no tiene
cándose como el Hijo del hombre por la felicidad de los otro principio ni fundamento. Pero muéstrennos en la an-
hombres, vive en medio de la libertad general, esclavo tigüedad una cosa que sea comparable á esa consagra-
del orden y de la felicidad pública. Hé aquí la sociedad ción hereditaria de ciertas familias, y de ciertas clases
cristiana. de ciudadanos al servicio de la sociedad, en las elevadas
El espíritu de sacrificio-ó de amor, combate y pelea funciones del sacerdocio, de la magistratura, de la mili-
en ella sin descanso, y con un éxito proporcionado al cia ó.de las.armas; consagración tan completa, sacrificio
grado de f e , contra el principio desastroso del interés tan perfeto del hombre á su semejante, que nada excep-
túa, ni el descanso, ni los gustos y satisfacciones do-
mésticas, ni la hacienda, ni la vida. ¿Se quiere por un
1 Jesús autem vocan's e o s , ait lilis : scitis quia hi qui videnlur
solo hecho juzgar de la variación que en este punto ha
p r i n c i p a n gentibus, d o m i n a n t u r e ¡ s ; et principes eorum potesta.-
t e m habent ipsorum. Non ita est autem in vobis , sed quicumque obrado la Religión en las ideas? El austero Bruto desan-
voluerit fieri majov, erit vester m i n i s t e r ; et quicumque voluerit in graba á mano armada con usuras horribles las provincias
vobis p r i m u s esse, erit o m n i ú m servus.. n a m et Fiiius bominis non sin que su reputación padeciese en lo mas mínimo. Entre
venit ut ministraretur é i , sed ut m i n i s t r a r e t , et daret a n i m a m nosotros, cualquiera hombre público que en nuestros
suam redemptionem pro m u l t i s . Marc. x, -12,45. días se hubiera dejado dominar por el vil interés perso-
2 Pero no en manera a l g u n a el mandatario ó ministro que ellos nal, habría cargado con la execración pública, y se vería
se hayan puesto, dándole la autoridad, sino ministro de Dios, puesto despreciado como el m a s miserable de los hombres."
por Dios, que en su n o m b r e y con su autoridad los gobierne y sirva;
es decir, mire por su bien y felicidad, aun temporal, para que pa-
Hemos visto á la filosofía, que ha sucédido al Cristia-
sando u n a vida quieta y tranquila , puedan trabajar sin embarazos nismo, introducir en la sociedad toda especie de desór-
y turbación por la eterna denes'y delitos, y nadie se ha sorprendido, porque nada
396 DE LA INDIFERENCIA EN MATERIV DF. RELIG.'ON. 3';7
es mas fácil, ni mas fácilmente sé concibe que el tránsito )> la inocencia en vuestros registros? ó si cuando os pre-
del bien al mal, ó sea la depravación del corazon huma- » sentaron algún cristiano preso, ¿ os lo entregaron como
n o ; porque esta es la propensión de la naturaleza. Diez » culpable de alguno de estos delitos ? 110, no : de los
y ocho siglos antes de esta época", el Cristianismo, que » vuestros hierven las cárceles, y las minas; délos vues-
vino despues de la filosofía, habia introducido en la so- )> tros se engordan las fieras; y entre los vuestros es
ciedad todas las virtudes, y nunca jamás un prodigio tan » donde los empresarios de asesinatos reclutan incesan-
singular habia ásombrado la tierra; porque el paso del » tomento esas cuadrillas ó ufanadas de malhechores
mal al bien, el esfuerzo con que los pueblos se elevan )> destinados á vuestros juegos. Allí no se halla ningún
desde el seno de la disolución y de una anarquiá univer- » cristiano sino puramente porque lo e s ; si entró por
sal -á la perfección del orden, es visiblemente superior á )> otro delito, dejó en el mismo hecho de serlo bueno.
la naturaleza. Así es que los paganos al pronto nada p u - » ¿G011 qué vosotros solos, nos diréis, sois los inocén-
dieron comprender de la moral cristiana. Contemplaban » tes? ¿Qué os admira, si es p a r a nosotros de necesidad
sorprendidos y casi escandalizados, aquel sublime des- » el serlo? Sí, esta ilación es entre nosotros necesaria.
interés, aquella unión perfecta y caridad compasiva, » Enseñados por Dios ; conocemos perfectamente la vir-
aquella-suave severidad de costumbres, que contrasta- » tud como revelada p o r t a n perfecto maestro; y con
ban tan extraordinariamente con sus propios vicios. La » toda fidelidad la guardamos, porque lo manda así, y
virtud era para ellos como un misterio pavoroso. Una » porque tiene continuamente puestos los ojos en nues-
inquietud interior los enagenaba de los discípulos de Je- » tras acciones el inexorable, juez. Vosotros la aprendéis
sucristo, de aquella sociedad naciente, de que la Escri- » únicamente de los hombres, y un hombre es el que os
tura nos da en pocas palabras una idea tan maravillosa. » la manda cumplir. No podéis pues ni conocerla tan
« La multitud de los creyentes 110 tenia mas que un co- » pefféctamente como, nosotros, ni tan perfectamente
» razón y una alma : ninguno llamaba suyo lo que p o - » practicarla : os falta todo.,., la plenitud de la v e r d a d ,
» seia, sino que todo era común entre ellos*1.» El mundo » y la formidable sanción que impone la obligación de
absorto y pasmado de un espectáculo semejante, se so- » su observancia; por consiguiente ni ¡a enseñanza puede
bresaltó; y en su inquietud, no pudiendo la razón, desti- » ser llena, ni la trasgresion cumplidamente temida.
tuida de la fe, elevarse á tanta altura; los hombres, que » ¿ Qué prudencia y sabiduría es la del hombre para mos-
no coriocian otro móvil de las acciones humanas que el » tramos sin equivocarse lo que es verdaderamente
interés, se vieron precisados á imputar á. los cristianos » bueno? ¿ Ni cuál tampoco su autoridad para mandarlo,
crímenes y delitos secretos, para poder concebir y expli- » y" obligar á q u e se guarde ? tan fácilmente se engaña
car sus virtudes públicas. Y en parto, para refutar estas » ía una, como se desprecia la otra.
acusaciones indignas, é indicar á los paganos la fuente y
)> Y en efecto, ¿cuál l e y e s mas cumplida, mas llena
origen de las virtudes que calumniaban, publicó Tertu-
» de perfección y de inocencia; la que dice" 110 matarás,
liano su admirable Apologético.
» ó la que prohibe hasta él encolerizarse y enojarse?
« ¡ O Jueces, Jes decia, que presidís diariamente en los » ¿Qué es mas perfecto :' prohibir el adulterio, ó refrenar
» tribunales para juzgar á los reos, á vuestros mismos » hasta una simple concupiscencia de los ojos? ¿prohibir
» procesos apelamos : decidnos, ¿qué cristiano está ins- » las obras malas, ó. prescribir que ni aun se digan malas
» cnPto como ladrón, asesino, sacrilego, ó seductor de » palabras? ¿ mandar no. hacer injurias, ó impedir aun el
» repelerlas y vengarlas ? Sabed mas; que eso poco -de
. 1 Mullitudinis a u t e m e r e d e n l i u m erat cor u n u m , et a n i m a u n a - » virtud que aparece en vuestras leyes no nació d e v u e s -
n e c q u i s q u a m e o r u m qua? possidebat a l i q u i d , s u u i n esse dicebat » t r a prudencié; lo copiaron de una ley aun mas antigua,
sed evant itiis omnia c o m m u n i a . -Jet. iv, -32. » de la ley divina. • '
» Pero en fin; ¿qué es en sustancia, ni cuánta la a u - » contra los cristianos, ó por seguir vuestra inclinación
» toridad de las leyes humanas, pues que el hombre la » feroz y cruel, ó con pretexto de dar cumplimiento á
»elude ocultando-sus delitos, ó la arrostra voluntaria- » las leyes? ¿Cuántas veces el populacho enemigo, sin
» mente, ó por necesidad? Considerad por otra parte la » aguardar siquiera vuestras órdenes, y sin mas derecho
» brevedad del castigo, que por mas grande que sea, se » que su rabia, ha incendiado nuestras casas, y nos ha
» acaba con la m u e r t e . . . . . Pero nosotros, que sabemos » abrumado con piedras? En el furor de las bacanales,
» h e m o s de ser juzgados por un.Dios que todo lo ve, » ni aun se ha perdonado á los muertos, arrancándolos
» hasta los mas ocultos secretos del pecho, y siempre » de los sepulcros donde reposaban, arrebatándolos del
» nos está mirando, y que antevemos que la pena con » asilo sagrado de la muerte, aunque deshechos por la
» que castiga es eterna; no tenémos otro refugio, sino » putrefacción, seles ultraja, mutila, despedaza, arrastra
» acudir á la inocencia de la vida; abrazamos la virtud,
» y dispersan sus restos ¿Y qué? ¿en tan inhumanos
» porque ía conocemos perfectamente, y porque no hay
» tratamientos se nos ha visto usar jamás de represalias
» sombras, ni lugar por retirado que sea, donde podamos
» contra ese odio frenético y furioso cpie nos perseguía
» ocultarle el delito, y también porque el castigo con que
» aun mas allá de la muerte? Una sola noche, y algunas
» amenaza no solo es largo, sino eterno : tememos,, en
» t e a s encendidas bastarían para tomar una completa
» una p a l a b r a , no al juez que juzga á los que temen
» venganza, abrasando la ciudad, si fuera lícito al cris-
» á Dios, sino á su juez mismo; á Dios, no al Procón-
» tiano pagar un agravio con otro. Pero no plegue á Dios
» sul1. »
» que nosotros recurramos á medios humanos para ven-
Si la filosofía conoce otros motivos mas poderosos, » gar de sus enemigos una Religión divina, ni que ella
que los indique. Si no los halla, retírese y deje á la Reli- » se aflija de verse probada por toda clase de tormentos.
gión reinar pacíficamente en la sociedad, en la cual sola » Indiferentes á la gloria y á los honores, vuestras
ella establece y mantiene el orden. Diga el orgullo lo que » asambleas públicas no tienen para nosotros atractivo
quiera, es muy flaca la mano del hombre para sostener el » alguno. Renunciamos á vuestros espectáculos, á causa
cetro del mundo moral. Nunca jamás, ni á la voz de la » de su origen supersticioso. Nada común, ni que. se le
razón, ni bajo el imperio de las.leyes humanas, se vieron '» parezca tenemos con las extravagancias del circo, con
«lacer virtudes semejantes á las que nos pinta Tertuliano » las obscenidades del teatro, la barbarie y atrocidades
en el siguiente cuadro. » de la arena, ni con la futilidad de los gimnasios. No for-
«Obramos el bien sin acepción de personas, porque le » mamos mas que un c u e r p o , unido por los vínculos
» obramos por nosotros mismos, sin esperar recompensa » d e una misma fe , una misma disciplina, una
» de los hombres, cuyas alabanzas ygratitud no atende- » misma esperanza. Nos juntamos en una congrega-
» mos, sino de Dios que nos manda amemos á todos uni- » cion; pero es para hacer, como de común, una santa
» versalmente. Toda acción, y palabra que pueda perju- » violencia á Dios con nuestras oraciones. Esta violencia
» dicar á otro hasta el deseo y simple pensamiento del » le es sumamente agradable. Allí rogamos por los Em-
» mal, nos esta igualmente prohibido. ¿A quién pueden » peradores, por sus ministros, por todas las potestades,
» aborrecer los que deben amar á sus enemigos ? Si ni » por el estado presente del mundo, por la paz y por la
» aun tomar venganza debemos de los que nos ofenden, ti retardación del fin del universo. Nos reunimos para
» p o r q u e esto seria hacernos igualmente.culpables que » leer las Escrituras, y según las circunstancias, se dan
»ellos, ¿á quién podríamos ofender?..... Sed vosotros » l a s luces y advertencias de que tenemos necesidad.
a mismos los jueces. ¿Cuántas veces os ensangrentáis ti Ésta palabra divina alimenta nuestra fe, anima nuestra
» esperanza, arraiga la confianza, y estrecha los vínculos
i Tertul. apolog. ady. Gent. c. 45. » de la disciplina inculcando los preceptos.
» Presiden Presbíteros ancianos, que alcanzaron esta
» h o n r a 110 por dinero, sino por el testimonio de sus vir- » los teatros con trágicas, escenas , ó porque la hacienda
» tildes, que aquí el honor no se compra sino con cos- » que entre vosotros deshace la h e r m a n d a d , e n t r e nos-
» t u m b r e s . El dinero, no influye en nada en las cosas de » otros la establece v corrobora. Mas cuando los senti-
» Dios. Si se halla una especie de tesoro , su origen es » mientos v los corazones están unidos, ¿como podían
» m u y p u r o , y. 110 tenemos que avergonzarnos de haber » los bienes estar separados? Excepto las mujeres, todo
» vendido la Religión. Cada uno da una monedilla al mes, » lo demás es común entre nosotros. La umca cosa que
» ó cuando quiere, y de la manera que quiere, ó p u e d e ; » nos reservamos como propia y peculiar, es la so.a que
» sin q u é . á nadie se obligue, pues las ofrendas son ente- » los otros hombres miran y tienen como c o m ú n ; p u e s
» r a m e n t e voluntarias. Es como un depósito de piedad, » hacen entre sí un como cambio y permuta de los dere-
» del que no se saca para disiparlo en banquetes y gloto- » chos q u e les da el matrimonio, á ejemplo sin duda de
» nerías desordenadas, sino para sustentar los pobres, » sus sabios. Sócrates entre los Griegos, y un Catón en-
» e n t e r r a r los cuerpos de Jos indigentes, alimentar niños » (re los Romanos, que brindaban con sus m u j e r e s a su¡.
» y n i ñ a s h u é r f a n o s , sostener domésticos encorvados de » amigos, para tener en ellas hijos-de quienes 110 se re-
» la v e j e z , aliviar desgraciados que padecieron n'aufra- » conociesen por padres. No puedo decir sí era con r e -
» g i o ; y si por la causa de Dios h a y cristianos condena- » pugnancia d e ellas : pero ¿ qué estimación podían ha-
» dos á las m i n a s , ó presos en las cárceles, ó desterra- » cer de la fidelidad convugal unas m u j e r e s que a cada
» dos á las islas, la Religión a b r e sus maternales entrañas » paso se veían entregadas á otros hombres por s u s m a -
» en favor de los que la han confesado. » ridos-mismos? ¡Qué ejemplo tan maravilloso de la sa-
» Sin e m b a r g o , á pesar de esto, aun hay, quien nos » biduría de Atenas, y d e la gravedad r o m a n a ! ¡ unfilo-
» c e n s u r e estas obras de caridad. Ved, dicen, corno se ») sofo, y uií censor ministros é instrumentos; de prosti-
» aman : como nuestros enemigos se aborrecen recípro- »tucion1 í» , • i : •
» carnéate,' se admiran .de nuestro modo de obrar : m i - Tertuliano al pintar como hemos visto las virtudes cris-
» rad como están prontos á morir unos por otros; ¡ah! tianas, tan sublimes, tan humildes, tan puras y tiernas
» ellos lo están para degollarse mutuamente. NosCalum- apela á cada instante al testimonio de los mismos paga-
i) nian y difaman hasta por el nombre de hermanos con nos. Los provoca i n t r é p i d a m e n t e , y desalia á que le
» que-nos tratamos; porque entré ellos, y creó es laúni- d e s m i e n t a n , si afirma.alguna cosa que 110 esté pública-
» ca razón, todos los nombres de parentesco son, n o d e - m e n t e averiguada 2 . En nuestros mismos dias , la filoso-
» mostracionesdeamor, sino voces de cumplimientos afec-
» tados. Hermanos vuestros somos también nosotros por 1 Jpolog.-aih'. Cent. 38, 37, 38, 39.
» derecho de la naturaleza, que es madre común de to- 2 La idea qué tenían los gentiles de la pureza de las costumbres
» dos los h o m b r e s ; aunque vosotros no pareceis h e r m a - " cristianas forma una contraposición singular,con la depravación de
» nos de hombres , siendo como sois hombres sin h u m a - las súvas en las actas del martirio de Santa Afra, que fué quemada
» nidad-. ¿-Cuánto mas dignamente se llaman y son her- viva el año de 304 en Ausbourg, en la-Rlietia, durante la persecu-
ción de Diocleciano. F.i juez llamado Gayo, sabedor de que Afra ha-
» manos aquellos que reconocen por padre á un mismo
bía vivido hasta entonces desordenadamente, le dijo : « Sacrifica á
» Dios; que bebieron un mismo .espíritu de santidad; que .. los dioses; vale mas vivir que morir entre los tormentos. —Afra.
» esperan una misma herencia; y que habiendo salido » Hedido lina gran pecadora antes de conocer á Dios, y no añadiré
» del seno de una misma ignorancia, han contemplado » nuevos crímenes ¡i los que tuve la" desgracia de cometer , h a -
» enajenados y llenos de:un justo pavor, la luz d é l a ver- » ciendo lo que exiges de mí. — Gayo. Vé al templo, y sacrifica.—
» dad ? Pero acaso se tenga nuestra fraternidad por ile- Afra. Jesucristo es mi Dios', y siempre le tengo delante de mis
» gítjma, porque no ha dado ocasjon aun á que resuenen ,, ojos. Sin cesar le confieso mis pecados; y porque soy indigna de
» ofrecerle un sacrificio Los .pecadores, duran/e la penitencia ca-
fia, no atreviéndose á p o n e r en duda una verdad de he- la separa, la aleja de sí. Séneca tuvo valor para llamarla
cho que atestigua toda ia historia, ha procurado servirse vicio de una alma débil. No llorar con los que lloran, era
uno de los preceptos de Marco Aurelio, y la doctrina co-
5 1 l l p a ' ' r e x p n c a r n a t u r a l | n e n t e l a propagación rápida
de r S n f P ? r C0 nfesar ( ,,e el
, í establecimiento m ú n de los estoicos. El sabio, dice Virgilio, no se com-
del Cristianismo ha sido obra de Dios, se ha visto obli- padece de la indigencia ajena : ñeque dle,.aut dolmt mi-
a C o n f e s a r ( ue serans inopent, aut inviclit habenti. ¿Cuánto dista este trio
£ ( 1 ™ r y I P r o d u ( * y práctica vir-
egoísmo de la caridad cristiana? ¡ Q u é ! ¿tan sensible es
Por el espacio de treinta siglos, el hombre testigo de el hombre á los males de los o t r o s , que sea necesario
" s e n a s inseparables de la condicion humana*, no endurecerle, empapando su alma en b á r b a r a s doctrinas.
q m e r a en el alivi0 d e Por el contrario, el milagro mayor del Cristianismo es
I f Z sus hermanos atli-
n hacerle sensible á los males a j e n o s ; y este al menos no se
t f r S ' ° Seencuentra eñ t o d a la
antigüedad
negará, porque salta á los ojos de todos, aun cuando no
S S f f n a 1DSítuC10n á favor de
los desgra-
mueva todos los corazones. Venid pues, seguid los pasos
una ¿ i a i t í i ° S O f , 4 a m e l f a & a n i s m o enjugaron j a m á s d e esta Religión de amor-, c o n t a d , si es posible, los b e -
una sola lagrima. Aunque la compasion sea un senti-
miento natural, acaso p o r este mismo motivo la razón neficios que á manos llenas derrama sobre las criaturas,
las obras de misericordia que inspira, y que ella sola
! nJ"¡caJ P°di™ «¿ñtir á la celebración de. los santos miste- p u e d e recompensar. En una peste , que en el siglo ter-
r
^anecian á la puerta de la iglesia, á la parte ex e- cero desoló u n a parte del imperio, los paganos, abando-
nando á sus amigos y p a r i e n t e s , no pensaron mas q u e
slür,a de
, S ' 5" Q o m b r e < á ^ de que esle cuerpo, que e n preservarse del contagio por medio de la fuga. Los
Í : a v W
° C 0 " m ¡ S C u l " : l s - 8 6 P u r i f i 9 » « por los tor- cristianos, entonces tan cruelmente perseguidos, toma-
„ _ \ T G"y°- se
q u i c e s una prostituta. Sacrifica mies
r o n sobre sí el cuidado de todos los enfermos, asi idola-
n
5 2 ° T d e 4 """ir"r á
«>»"f"d del Dios 'de fo's tras como fieles, y se vengaron de sus enemigos, como
Nu estr S eñ0r jesucrist0 h a
S S Í , °. , dicho que había se vengan los cristianos, sacrificándose por ellos. ¿ Cuan-
S 9 V a r a IüS
que p e ™ T ' fecadores' ? Evangelio refiere
tos ejemplos semejantes, no nos ofrece la historia de la
» Piés r J 6 r P e C a d ° r a C o m o y o ' 1 u e l e besase los
» ios de W h ' T § n
Tas' y U
P er .donó sus pecados. L é -
Iglesia? Los discípulos de Jesucristo fatigaban con la pro-
» jo» de desechar a los pecadores, hablaba familiarmente con ello« fusión de sus beneficios á sus mismos destructores. «¿No
» y se sentaba á comer á su m e s a . - Garó S a c r S v w • „ es -una vergüenza para nosotros, escribía el Emperador
» muchos amantes que te llenarán de rípezZ - j/ra R n "
» Juliano Apóstata á Arsacio, Pontífice de Asia, que los
Sie
^ T , f t á S e m e j a n l e S a n a n c i a - M c "e desechl de todos os" » galileos, además de sus pobres, sostengan también los
e m r f q u e t h a b ' a a d ( , u i l ' i d ü d e e s a roerte. Ni aun los pobres de »nuestros?»
S r r o S herman S h a n
° querido recibirlos, a u n cuando se
" l o s daba para que rogasen á. Dios por mi [La Iglesia Zanel El Cristianismo no degenera con los siglos. Sus anales
están llenos de toda especie de servicios, que ha hecho
en todas épocas á la humanidad. El mismo espíritu de
amor que produjo tantos prodigios de amor en los prime-
ros tiempos, los produce semejantes é iguales todos los
dias entre nosotros. ¿Quién no recuerda con una tierna
" J Z la
antigua disciplina , no quería recibí ""'emípari
emocion aquellos religiosos españoles, q u e tocando una
campanilla, corrían lás calles de una ciudad apestada ,

1 Vease la Histoire de ladécad. del'Em pire ¿om. p a r Gibbon. I Málaga. Tampoco olvidará Tortosa la caridad aenerosa de las
avisando por este medio á todos Jos vecinos de su veni-
da, para que pudiesen reclamar sus socorros? ¡ Ah' Ca<i da en medio de las nieves \ acortaba su vida para sal-
tocios muiieron mártires de su caridad. var la del viajero extraviado y perdido en las montanas
de los Alpes. En otras paites hubierais visto al Agoni-
Pero dejemos hechos particulares con que podríamos
zante cerca del lecho del moribundo, ocupado en hacei e
henar innumerables volúmenes : pasemos en silencio los
mas dulce el último paso de la vida; o al hermano de; la
bórremeos, los Jieisunces, y aquel Vicente á Paul que en
buena muerte \ Uevandcren sus hombros y dando liei ra
tiempos de calamidad alimentaba provincias enteras
á su va frió y yerto cadáver de os indigentes. Al lado de
cuya inmensa caridad se dilataba-mas allá "dejos mares'
aquellos caballeros valientes, hijos v hermanos del Santo
basta las playas de Madagascar, y los bosques de la
Abad de Fitero % de. aquellos soldados rezadores^ casi
N u e v a í r a n c i a , y que parecía haber tomado i su careo
solos protegieron por largo tiempo ¡a Europa contra ía
aliviar por sí solo todas las miserias humanas; hombre
barbarie musulmana, • se descubría al P. Mercenario ro-
prodigioso, que ha forzado á nuestro siglo á creer en la
deado como un triunfador, de los cautivos que había no
virtud dejemos a estos y oíros mil, y consideremos úni-
encadenado, sino redimido de sus cadenas, exponiéndose
camente los establecimientos perpetuos, los beneficios '
á mil peligros y á fatigas increíbles. Sacerdotes y reli-
generales y permanentes de la Religión. ¿A quién sinoá
giosos de todas las Ordenes, rompiendo por una virtud
elia se deben esos asilos solitarios de la inocencia y del
sobrehumana los vínculos de su mas tierno amor, iban
arrepentimiento , que los pueblos echarán de menos ca-
con indecible gozo á regar con su sangre regiones leja- .
da oía mas?¿Quién sino ella levantó CSospaeüicosreco-
ñas v salvajes, sin otra e s p e r a n z a m deseo que la de ar-
gimientos de la desgracia, esos suntuosos palacios de la
rancar á la ignorancia, al crimen y a a infelicidad hom-
indigencia i La filosofía en el momento que dominó no
bres no conocidos. El laborioso Benedictino, después de
supo m a s q u e destruirlos. La razón humana nada per-
haber fecundado con su sudor nuestras colmas incultas,
dono de cuanto habia creado la fe. en favor de la huma-
v nuestros estériles desiertos, retirado en su celdilla des-
nidad. ¿ \ con cuanta profusión no había multiplicado el
montaba el c a m p o no. menos árido de nuestras antiguas
Cristianismo los institutos de caridad tan eminentemente
leves é historia. Ni la educación, ni el p e p i t o , m las
sociales? Su numero casi infinito igualaba al de nuestras
misiones, ninguna obra útil era extraña al Jesuíta. Su ze-
necesidades. Aquí la Hija de son Vicente á Paulx¡sitaba
lo lo abrazaba todo , y bastaba para todo. El Capuchino
al anciano enfermo, y al mismo tiempo que le hablaba
humilde recorría sin cesar las aldeas y los campos para
oel cielo curaba sus llagas asquerosas: ó transformada
por la ternura de su caridad en madre sin deiar de ser
virgen, fomentaba y acariciaba en su regazo al niño ex- 1 Los-monasterios establecidos en las cimas de los Alpes para el
pósito. Allí la Hermana hospitalaria asistía y consolaba a m p a r o de los viajeros.
ai e n f e r m o , y se olvidaba de sí misma para'prodigarle 2 E n l a ' a n t i g ü e d a d eclesiástica son m u y conocidos los n o m i n e ,
día y noche los servicios mas penosos y repugnantes d e los Coma tas y Fossaríos, q u e se empleaban por instituto en d a r
Allá el religioso de San Bernardo estableciendo su mora- s e p u l t u r a á los d i f u n t o s . En varias ciudades de E s p a ñ a hay otras
congregaciones semejantes de - p i a t a T o b í a s , , q u e se ocupan en
h a c e r este último, servicio á s u s h e r m a n o s en Religión, r.n Madrid

es m u v n o m b r a d a la piadosa congregación de l a r ? a z y Candad


para d a r s e p u l t u r a á los- delincuentes s no sabemos el n o m b r e de
II¡jas-de la Caridad y de los Jóvenes J e s u í t a s , q u e se consagraron las destinadas á esta obra de caridad entre los e x t r a n j e r o s , y p o r
ú l t i m a m e n t e á la asistencia de los apestados en los a ñ o s m i s m o s de eso h e m o s expresado así la idea del autor. _ ,
n u e s t r o s trastornos revolucionarios. Asi se vengaban los institutos .3 Los caballeros de las órdenes militares, a c u y a s proezas se d e -
religiosos de la persecución sangrienta y vilipendiosa, que entonces bió p o r t a n t o tiempo el e n f r e n a m i e n t o de la morisma en E s p u t a , d e
mismo les hacia la filosofía de la revolución. q u e dio el p r i m e r ejemplo San R a i m u n d o , Abad d e l ' i t e r o .
S ^ P - t o - s en sus santas funciones, bajaba al vaje. La Religión le civiliza; ella alimenta al pobre no
interior de los calabozos mas profundos para hacer oir menos con la verdad, que le sustenta con el p a n ; ilus-
palabras de paz a las víctimas de la justicia humana - y tra, engrandece su inteligencia, y el menor de los ninos
S f f i í l ! l a , T r a n z a ' ^ rainistro
e r a , acompa- enseñados-en su escuela, mas verdadero filósofo que
ñando basta el ultimo suspiro al infeliz que iba á morir esos pretendidos sabios que no conocen otra guia que su
participaba de sus angustias, reanimaba su valor abati- razón, con el catecismo en la mano, confundiría su al-
do, y le confortaba á un tiempo contra los terrores del tivez pof l a sublimidad de sus doctrinas. Era digno de
suplicio, y los dél remordimiento. Sus manos compasi- una filosofía materialista creer perfeccionar la educación
vas no «e desasían, digámoslo así, del desventurado que del pueblo, sustituyendo evoluciones a instrucciones,
habían recibido al pie.del tribunal inflexible del hombre y poniendo en sus'manos uná pizarra muda en lugar del
hasta haberle depositado al pié del tribunal del Dios cl<¿ libro en donde bebia estas profundas é importantes lec-
mente y misericordioso. . ^ ciones 4 .
¿Quereis detener vuestros ojos contristados por esta
escena dolorosa sobre un espectáculo mas dulce y alha-
1 Hace alusión á las Escuelas de Enseñanza mutua ó Lancaste-
gueno? Contemplad al Hermano dé las escuelas cristia- rianas, tan preconizadas en estos últimos tiempos. Este método,
nas ensenando a los niños los elementos de las letras salido de la cabeza de un Quákaro inglés, pedido por el regicida
Carnot, é introducido en Francia por Bonaparte durante el reinado
' l i ™ T t n 3S . C . ' e n C í a S ' y l a m a s P r e c i o s a d e ^ s obli-
gaciones hablandoles de Dios con unción, ypreparándo- de los Cien dias, si pudo por algún tiempo engañar la buena le d e
tos para la felicidad, formándolos en la virtud Nunca algünas personas bienintencionadas, hoy ya esta demostrativa-
mente reconocido no como quiera por un procedimiento, smocom.r
n iebfn m °c;in e fn es
, l a p a c i ó n única de un medio de propagación liberal. Él no es otra cosa que una apli-
pueblo. Sin la Religión nada sabría, nada especialmente c a r o n de la vergonzosa definición del hombre dada por Sa.nt-Lam-
de lo que mas importa á la sociedad que sepa, y que á b e r t ; que el hombre es una masa organizada, que recibe las im-
el mismo mas le interesa saber. Sin ella ignoraría no me- presiones de todo lo que le rodea..Haciendo de la educación un
nos sus obligaciones que su .fin; en medio de tantas aca- puro mecanismo, es de una parte nulo para el fomento de las buenas-
demia?, universidades y gimnasios, vegetaría en un em- costumbres, y de otra singularmente acomodado para sembrar las
brutecimiento feroz, cien veces peor que el estado sal- ideas de independencia en la juventud. En Francia desde luegoie o b -
servó que estas Escuelas tiraban todas á favorecer las nuevas doctri-
nas ; v los pueblos enseñados por la experiencia, en vista del a u m e n -
1 El instituto de los Hormonas de las Escuelas Cristianas es to progresivamente espantoso de desórdenes que se iba notando en
fundación del P. La Salle : ellos son los que en Francia S su los niños v jóvenes criados-en ellas , se han apresurado a desechar-
cargo en gran parte la educación de la niñez, viéndose con place, á la« v pedir al sobierno las sustituyan, y sustituir los Hermanos de las
los Consejos de los distritos pedir incesantemente que se pon-a la Escuelas cristianas (Véase la cita de la pág. anterior). El «do de
educación en manos de estos, y otras personas religiosas, y se quiten nuestros mas fososos constitucionales para establecerlas aun en los
las Escuelas Lancasterianas, ó d<S. enseñanza mutua!La expe- cuerpos militares en los días de su dominación, confirma la idea de
riencia les ha abierto los ojos, y hecho ver que una institución de Si Dubois-Bergerón, de que estaban secretamente dirigidas por los
un Quakara ingles, e introducida en Francia por Bonaparte para propagandistas de las nuevas luces. ¿Qué nos cansamos? Cítese u n
afirmar con la generación naciente su despotismo y dinastía no solo eñemieo de la Religión y de la monarquía, que no sea amigo del
podíamenos de ser nociva á su felicidad. Luego que se han visto v nuevo sistema de Enseñanza mutua ó l.ancastenana. J a en Alema-
palpado las consecuencias; no se ha dudado en la preferencia • -mié y nía los niveladores d é l a educación publica, con el objeto de saca.,
mucho ? < la cuestión era muy sencilla : se trataba nada mas dice al gobierno austríaco del embarazo en que se hallaba para suplir el
» el Ab La Mennais (Mélanges, fol. 379), de escoser entre la «ocie- vacío que había quedado en la educación general por la supresión
» dad y la anarquía. » Llámanse también los Hermanos de San délos Jesuítas, habian inventado unos cincuenta anos antes un sis-
3 on. Entre nosotros hay los PP. de las Escualas Pia= tema semejante; y contaban tanto con él, que para que no se d e s -
No acabaría si hubiese de recordar ana en compendió
iodos los servicios hechos á la sociedad por el Clero ca- sueño, y ya este.hombre caritativo anticipándose á la au-
joneo. ¡ Oh ! ¡ q u e hermoso pensamiento fué colocar al rora, lia vuelto á dar principio otra vez á sus obras de
lado de los ministros inexorables de las leyes los minis- misericordia. Va ha consolado al pobre,, visitado al en-
t r o s s a g r a d o s de l<i humanidad v de las costumbres v fermo, enjugado las lágrimas del desdichado, ó hecho
Hacer qiie la misericordia fuese, un cargo; una función correr las del arrepentimiento, instruido al ignorante,
p u b l i c a . Entrad, en el seno de las familias, preguntad á alentado al débil y afirmado en la virtud á muchas al-
sus individuos, y ellos es dirán lo que deben á esta ad- mas turbadas por el tumulto de las pasiones... Desjuíes de
mirable institución. ¡ Cuantas enemistades terminadas < un dia ocupado en tales o b r a s , empleado todo en hacer
; cuantos esposos,.parientes y conciudadanos'reconcilia- tales beneficios, llega la noche , pero no viene para él
d o s ! ¡ cuantas víctimas arrancadas al vicio, cuántos agra- el descanso. A la hora misma en que el placer os con-
vios reparados, cuántas iniquidades prevenidas, penas vida; y ós-llama á vosotros á los espectáculos y diver-
consoladas, miserias secretas redimidas! O vosotros á siones, viénen á toda prisa buscando al ministro sagrado.
quienes el.nombre solo de eclesiástico, de clérigo ó de Un cristiano está cercano á su ultimo instante, va á m o -
raile os irrita, ó hace r e i r d e menosprecio, ¿sabéisbien rir, y acaso de una enfermedad contagiosa : no importa,
lo que es un sacerdote? ¡Ah! un sacerdote por obliga- el buen-pástor lo deja t o d o , vuela al m o m e n t o ; no, 110
ción, por su estado, es el amigo del menesteroso, la pro- permitirá espire su pobrecita oveja sin aliviar sus con-
videncia viva de todos los infelices y desgraciados, el gojas, sin dulcificar su agonía, sin prestarle todos los
consolador de los afligidos, el defensor nato de todo el consuelos de la esperanza y de la f e , sin orar á su lado
qu<3 carece de defensa, el apoyo de la viuda, el padre del al Dios que murió por ella, y que en este misino instante
huertano, el reparador de todos los desórdenes v males la da, en el Sacramento de su amor, una prenda segura
q u e engendran vuestras pasiones, y doctrinas funestas.' de la inmortalidad.
Su y,da toda no es otra cosa que un' dilatado y heroico Ved ahí el sacerdote, miradlo bien ; lié ahí lo que es :
sacuhcio por la felicidad de sus semejantes. ; Quién de 110 cual, juzgándole por algunas excepciones escandalo-
vosotros consentiría en trocar como él todos los consue- sas (qué vuestro trato y doctrinas han producido), se
tos y satisfacciones domésticas, todos los bienes que con complace vuestra aversión en figurársele ; Sino corno real
tanta ansia buscan los hombres, p o r unos trabajos os- y verdaderamente existe èn medio de nosotros. Sí, la
curos y obligaciones .penosas, por funciones cuvo ejerci- Religión es la misma hoy que lo fué- en su origen. Hay me-
cio lastima, y quiebra el corazon, repugna v molesta - á mos cristianos ; pero los verdaderos cristianos no se han
los sentidos sin haber de recoger frecuentemente otro mudado. Las virtudes m a s puras, virtudes dignas de los
fruto d e tantos sacrificios que el desprecio, la ingratitud primeros siglos, honran todavía al Cristianismo. No quiero
el insulto? Aun estáis vosotros sepultados en un profundo alegar otra p r u e b a que'esas "Congregaciones piadosas,
esos establecimientos útiles, que un zelo lan vivo como
ilustrado f o r m a todos los dias á nuestra vista. ¡Cuántos
conociese ni su origen ni su fin, afectaron designarlas por el instru- hombres y m u j e r e s de todas clases y condiciones, y aun
mento simbólico m a s usual y co,nnn en las logias de los i l u m i n a -
cuantos jóvenes, recatándose de todos para obrar eìbien
dos , (lardólas c nombre de normales, de la palabra norma, esto
C , escuadra o nivel, que es s.f adorno favorito. ; Cuanto m e j o r e s conforme al precepto del Evangelio, dedican y consa-
gran á buscar la infelicidad y remediarla, el tiempo que
p r a los pue dos que sus hijos se formen cristianos que charlatanes
o filósofos | Veanse la vérité sur Venseignemeut mutuel consl£
vosotros perdeis en diversiones frivolas, ó que tal vez
reedans la nature, son origine et ses ejfets.-Les ncuJ.es empleáis en insultar la Religión santa que les inspira este
maravilloso desprendimiento 1 No los conocéis, ya lo sé.(
pero son bien conocidos en los hospitales, en las cárce-
les, en esos aposentillos y rincones oscuros, donde la y el grado de necesidad en que el hombre muere si no es
indigencia que han socorrido los bendice. La Hija de la socorrido: ¡ tanto teme el lujo de la conmiseración! Feliz
caridad no ha olvidado el camino que conduce á la choza aun y muy feliz el indigente, si no tiene que gemir m a s
del pobre, y si vosotros no la encontráis jamás, pregun- que de este favor irrisorio; pero por lo común no se
taos á vosotros mismos la razón. para aquí. A fin de evitar á los afortunados del siglo la
Mas no, la diré yo, porqué importa mucho que llegue vista importuna de los miserables, se les retira de la so-
á conocimiento de t o d o s ; es porque vuestros frios dis- ciedad, se levantan gruesas murallas entre los suspiros
cursos y apatica filantropía no tiran sino á extinguir hasta del pobre y los oidos del rico; se arrebata la libertad á
el mas pequeño germen y sentimiento de humanidad. los que han perdido todos los otros bienes; se trata
Cuando el Cristianismo empieza á entibiarse en un pue- como delincuentes á los que no tienen mas delito que
blo, bien presto se ve á este mismo pueblo sumergido, y el ser miserables y padecer; y sin embargo, ¿ aun se nos
hecho presa de la desgracia, conspirar contra todos los celebrará esta horrible inhumanidad como una obra,
infelices. Se inventan mil pretextos para excusarse de perfecta de administración? ¡ Ah! si sois indiferentes, al
socorrerlos. Dar limosna á un mendigo, es fomentar la menos no seáis bárbaros : abrid vuestros calabozos fi-
ociosidad y holgazanería i ¿el otro infeliz se muere de lantrópicos; no temáis, los desventurados Lázaros que
hambre ? ¿no tiene con que cubrir su desnudez? ¿se le encierran no os pedirán las migajas de pan que caen de
ve yerto en carnes vivas?. — Que trabaje. — Es un an- vuestras espléndidas mesas, no : tampoco la vida, que
ciano encorvado por la vejez.—En toda edad, si se quiere, esto seria m u c h o ; lo que os piden es, que les dejeis mo-
no falta ocupacion. — Es un niño. — Ah!' guardaos de rir echando sus últimas miradas sobre los lugares que
criarlo eh la ociosidad ; desdé un principio se deben los vieron nacer, sobre los campos que cultivaron para
combatir los malos hábitos. — Es ima pobre madre car- vosotros, y no los alimentaron á ellos; lo que única-
gada con una numerosa familia, rodeada de un enjambre mente os piden es lo que concede la naturaleza á to-
de hijuelos.—Lo dice, pero será ó no será así: antes de gra- dos los s e r e s , y.vosotros mismos no negáis á los ani-
tificarla magníficamente con una blanca, es necesario in- males.
formarse; pero no hay tiempo. — Aquel otro busca tra- Entre tanto, oidlo d e b o c a del gran Maestro : por mas
bajo, y no lo halla.. — Porque no quiere; si quisiera de que hagais, habrá siempre pobres entre vosotrosl. Sí, ha-
de veras, no le dejaría de hallar : en fin, se verá, lo pen- brá siempre pobres, para estorbar que el hombre se e n -
saremos; y en el ínterin no se Je d a , ni se socorre por durezca; para turbar el funesto reposo de la opulencia,
temor de dar mal ejemplo. Regla general. Todo el que pi- y despertar en el fondo de los corazones la piedad y
de, es sospechoso : dar oidos á los pobres, es invertir misericordia : habrá siempre pobres, , á fin de que siem-
el buen orden, y pensando hacerles bien, perjudicarles pre haya virtudes : habrá pobres y dolientes, para re-
á ellos mismos; es fomentar su perdición. presentar al linaje humano tan doliente, y tan pobre y
De este modo la filosofía, sin recurrir al mismo expe- miserable el mismo, que un solo movimiento de orgullo
diente que Galerio, que mandó reunir en barcos y su- en un hijo de Adán es un prodigio eternamente inexpli-
mergir á todos los mendigos de su imperio, la dulce filo- cable á la razón.
sofía logra con corta diferencia el mismo fin con sus Mas si siempre ha de haber pobres, también habrá
sabios sistemas y benéficas instituciones. Ella llama en su siempre una Religion que los consuele. He recordado
auxilio á todas las ciencias físicas, para arrancar á la solo una parte de sus beneficios, que son tan grandes,
naturaleza el secreto de algún alimento tan vil, que la como conocidos éindisputables. Pues ¿cómo es que una.
avaricia le pueda ofrecer sin pena á los necesitados, y
para calcular con precisión la medida de padecimiento,. 1 Semper p a u p e r e s habetis vobiscum, Matth. xxvi, 11.
Religión que tanto favorece á la humanidad, tenga ene- bremos de decir por esto que estas son cosas pernicio-
migos entre los hombres? ¿Es posible que tanto amor sas? ¿ Habremos de decir que no hay bueno mas que la
no haya de desarmar su odio? ¡Ay! este odio lo excita la nada?
hermosura,' la misma perfección de la ley evangélica. Las guerras, muertes, y las maldades todas, á que
Las severas obligaciones que i m p o n e a t e r r a n las pa- sirvió de pretexto el Cristianismo, están tan lejos de po-
siones, y se le dispula y no se quiere conocer el bien que der atribuírsele, que para impedirlas" hubiera bastado
hace, por 110 practicar el bien que manda obrar. aumentár su energía y fervor. Con algunos grados mas
-No hay sofisiña mas : común que el que quiere hacer de fe, la virtud hubiera triunfado con la Religión.
responsable al Cristianismo de "todos los delitos que se En efecto, ¿qué viene á ser un ladrón, un asesino, un
cometen entre los pueblos cristianos. Ha habido guerras avaro, un sacerdote desapiadado, ó. de perversas cos-
de Religión; luego ,1a Religión manda derramar la sangre. tumbres? Un hombre sin fe, ó de una fe débil y ñaca,
Hay latrocinios, asesinatos ; luego la Religión no reprime pues que ella cede á la pasión que-debería domar, es un
unos ni otros. Hay malos sacerdotes; luego la Religión rebelde, que la Religión condena á muerte, si él no se
no es mas que una capa con que el Clero.cubré sus des- condena á sí mismo por el arrepentimiento : es un incré-
órdenes. Pero, decidme : ¿pensáis que la moral es una dulo ó especulativo ó práctico, un ateo consecuente, ó
quimera, un origen y .manantial de calamidades ? Si así un inconsecuente cristiano. No se comete pues en- el
lo Creéis, ya concibo la causa de vuestras acusaciones mundo ni un solo delito, del que no tengamos derecho
contra la Religión, Perp si no lo pensáis así, responded para pedir cuenta á la incredulidad. Ella sola es la que
vosotros mismos á vuestra objecion; en otro caso, yo la los produce todos, aun los mismos que con tanta arro-
haré valer con mucha mayor fuerza contra la moral. gancia echa en cara al Cristianismo : ella es la que abortó
Seguramente es acreditar una pequenez bien rara de la matanza de San Bartolomé\ y movió el puñal de Ra-
talento, repetir con tanta simplicidad aquellas añejas de- vaillac %\ ' . • • ' • • • •
clamaciones que hacían reír de lástima y compasion á En poniendo á un lado las preocupaciones y sofismas,
Montesquieu. Recordad con qué desdeñoso desprecio no queda en propiedad á la Religión mas que sus benefi-
confunde-al sofista Bayle. « Decir que la Religión no re- cios. Ella sola establece el orden en la sociedad, dando
;> prime y contiene el. mal, porque no lo contiene y r e - la razón de 1 a potestad y de las obligaciones,perfeccionando
» prime siempre, es decir que las leyes civiles no son las leyes, purificando las costumbres, uniendo todos los
» tampoco un motivo que reprime. ES discurrir muy mal miembros del cuerpo social con vínculos de amor. ¿Habrá
» contra la Religión reunir en. una grande obra una larga pues quien niegue la importancia de una institución tan
». enumeración de los males que ha producido, sin hacer benéfica y necesaria? Y si esta se conoce y confiesa,
» otro tanto de los bienes que ha hecho. Si yo quisiera ¿con qué motivos se justificará la indiferencia apática,
» contar todos los inaíes que han producido en el mundo en que muchos afectan mantenerse respecto á una doc-
» las leyes civiles, la monarquía y el gobierno re'publi- trina de la cual dependen la felicidad del hombre en
» cano, diria cosas horrorosas 1 . » particular y la de los pueblos, y aun lo diré también, la
¿Qué cosa hay de que ñ o abusen los. hombres? Abu- gloria exterior de.Dios? Porque suponiendo la existencia
san de los alimentos destinados á sustentarlos, dé las de- una Religión verdadera, esta Religión, único medio
fuerzas que se les dieron para obrar y conservarse; abu- de sociedad entre Dios y el hombre, es. también, como
san de la palabra, del pensamiento, de las ciencias, d e probaremos en el capítulo siguiente, el medio que Dios
la libertad, de la vida;-abusan del mismo Dios. ¿ I í a -
1 Sobre esta hablaremos A su tiempo.
1 F.sprü dt-s Lote. l'.k 24, cl¡. I I. 2 Asesino de Henrique IV de Francia. ' _
ha elegido para manifestar exteriormente sus perfecciones los ojos y apartemos por un instante nuestra alma de las
ó su gloria, y para establecer el orden en la sociedad de impresiones de los objetos exteriores, que llenándola de
los seres inteligentes y racionales, de los que él es el vanos fantasmas la distraen de la contemplación de las
Monarca. Violar pues este o r d e n , es uno de los mayores realidades intelectuales, y la hacen olvidar hasta su pro-
delitos que un sér racional puede cometer; y exponerse pia naturaleza, extraviándola en el mundo corpóreo,
á violarlo, no queriendo asegurarse de su existencia, es patria fugitiva de las ilusiones que nos engañan sobre
una locura tan extraña, que no encuentro términos para nuestro verdadero ser, obligaciones y destino. Compren-
calificar la criatura que fuese capaz de ello. damos que los órganos no son el hombre, que la creación
Ahora bien, pueblos, oid. Desde el abismo de des- material no es mas que la sombra de una creación mas
gracias, adonde os ha precipitado vuestra crédula con- noble, que las sociedades de la tierra solo son una imá-
fianza en una falsa sabiduría, madre del desorden y de gen débil, una dependencia relativa á nuestro estado
la muerte, escuchad á la Religión que os dice : ¿Oh presente, de la grande sociedad de todos los seres inte-
vosotros todos los que infructuosamente trabajais para ligentes, cuyo monarca es Dios : sociedad perfecta, y
renacer, los que sucumbís bajo el peso de las institu- eterna, á la cual el hombre debe pertenecer, y en parte
ciones humanas, y de las doctrinas materialistas, venid pertenece desde este mundo;. pero en la cual no se le
á mí : naciones moribundas, venid; abandonad á esos señalará fija é irrevocablemente el asiento, que en calidad
empíricos falsos y engañadores que os prometen la fuerza, de ser libre ha de escoger por sí mismo, hasta tanto que
y no saben mas que acabar con la poca que os queda en despojado v a d e la librea mortal, haya dejado de perte-
convulsiones dolorosas. Venid, apresuraos, mirad que necer á la sociedad mixta, en la cual orden exige que sea
el tiempo insta : cada dia se debilita mas la vida en probado temporalmente. Comprendamos que esta última
vosotras; la corrupción cunde, la gangrena se extiende, sociedad no consiste tampoco en la reunión de los cuerpos
y la disolución va á consumarse : bien pronto ya no se- y combinación de intereses materiales; que ella no es
reis mas que un cadáver hediondo y podrido : venid á sociedad verdadera sino cuando sus miembros, únidos
mí, y os aliviaré : Venite ad me ómnes quilahoratis et por leyes relativas á su naturaleza inteligente, obedecen
onerati estis, et ego reficiam vos \ al poder Supremo, que rige y gobierna todos los seres
inteligentes ; porque no hay verdadera sociedad sino entre
ellos; y esta es una de las razones porque la sociedad
humana se disuelve cuando el hombre, materializándose,
no pone, digámoslo así, en la sociedad, mas que su
CAPÍTULO XII. cuerpo, su acción, y sus necesidades físicas. Compren-
damos en fin, que si el Criador ha establecido un orden
í Importancia de la Religión con respecto á Dios.
lleno de sabiduría y de majestad en la coleccion de los
seres materiales; si los ha sometido á leyes acomodadas á
su naturaleza, y de las que depende su conservación; es
Supuesto ya que hay una Religión verdadera, quiero un absurdo pensar que no hay ni existe orden alguno
hacer ver cuán injurioso es á Dios, y cuán criminal en determinado por Dios en la sociedad de las inteligencias,
el hombre el desprecio de sus dogmas' y la violacion de que estarán abandonadas sin regla y sin leyes al destino
sus preceptos. que. se formen ellas mismas. Esto repugna á las luces
Elevémonos sobre el imperio de los sentidos , cerremos mismas de la razón. Todo cuanto es, y existe, está orde-
nado. La existencia simultánea de muchos seres seme-
I Malth. XI, 28. jantes encierra en su nocion la de ciertas relaciones natu-
ha elegido para manifestar exteriormente sus perfecciones los ojos y apartemos por un instante nuestra alma de las
ó su gloria, y para establecer el orden en la sociedad de impresiones de los objetos exteriores, que llenándola de
los seres inteligentes y racionales, de los que él es el vanos fantasmas la distraen de la contemplación de las
Monarca. Violar pues este o r d e n , es uno de los mayores realidades intelectuales, y la hacen olvidar hasta su pro-
delitos que un sér racional puede cometer; y exponerse pia naturaleza, extraviándola en el mundo corpóreo,
á violarlo, no queriendo asegurarse de su existencia, es patria fugitiva de las ilusiones que nos engañan sobre
una locura tan extraña, que no encuentro términos para nuestro verdadero ser, obligaciones y destino. Compren-
calificar la criatura que fuese capaz de ello. damos que los órganos no son el hombre, que la creación
Ahora bien, pueblos, oid. Desde el abismo de des- material no es mas que la sombra de una creación mas
gracias, adonde os ha precipitado vuestra crédula con- noble, que las sociedades de la tierra solo son una imá-
fianza en una falsa sabiduría, madre del desorden y de gen débil, una dependencia relativa á nuestro estado
la muerte, escuchad á la Religión que os dice : ¿Oh presente, de la grande sociedad de todos los seres inte-
vosotros todos los que infructuosamente trabajais para ligentes, cuyo monarca es Dios : sociedad perfecta, y
renacer, los que sucumbís bajo el peso de las institu- eterna, á la cual el hombre debe pertenecer, y en parte
ciones humanas, y de las doctrinas materialistas, venid pertenece desde este mundo;. pero en la cual no se le
á mí : naciones moribundas, venid; abandonad á esos señalará fija é irrevocablemente el asiento, que en calidad
empíricos falsos y engañadores que os prometen la fuerza, de ser libre ha de escoger por sí mismo, hasta tanto que
y no saben mas que acabar con la poca que os queda en despojado v a d e la librea mortal, haya dejado de perte-
convulsiones dolorosas. Venid, apresuraos, mirad que necer á la sociedad mixta, en la cual orden exige que sea
el tiempo insta : cada dia se debilita mas la vida en probado temporalmente. Comprendamos que esta última
vosotras; la corrupción cunde, la gangrena se extiende, sociedad no consiste tampoco en la reunión de los cuerpos
y la disolución va á consumarse : bien pronto ya no se- y combinación de intereses materiales; que ella no es
reis mas que un cadáver hediondo y podrido : venid á sociedad verdadera sino cuando sus miembros, únidos
mí, y os aliviaré : Venite ad me ómnes quilahoratis et por leyes relativas á su naturaleza inteligente, obedecen
onerati estis, et ego reficiam vos \ al poder Supremo, que rige y gobierna todos los seres
inteligentes ; porque no hay verdadera sociedad sino entre
ellos; y esta es una de las razones porque la sociedad
humana se disuelve cuando el hombre, materializándose,
no pone, digámoslo así, en la sociedad, mas que su
CAPÍTULO XII. cuerpo, su acción, y sus necesidades físicas. Compren-
damos en fin, que si el Criador ha establecido un orden
í Importancia de la Religión con respecto á Dios.
lleno de sabiduría y de majestad en la coleccion de los
seres materiales; si los ha sometido á leyes acomodadas á
su naturaleza, y de las que depende su conservación; es
Supuesto ya que hay una Religión verdadera, quiero un absurdo pensar que no hay ni existe orden alguno
hacer ver cuán injurioso es á Dios, y cuán criminal en determinado por Dios en la sociedad de las inteligencias,
el hombre el desprecio de sus dogmas' y la violacion de que estarán abandonadas sin regla y sin leyes al destino
sus preceptos. que. se formen ellas mismas. Esto repugna á las luces
Elevémonos sobre el imperio de los sentidos , cerremos mismas de la razón. Todo cuanto es, y existe, está orde-
nado. La existencia simultánea de muchos seres seme-
I Malth. XI, 28. jantes encierra en su nocion la de ciertas relaciones natu-
rales entre sí, y por consiguiente la idea del orden; y de Dios se cumplen, y se restablece el orden « La pena
aquí viene que destruyendo el orden natural entre los » rectifica el orden :• el pecado es un desorden; castigar
seres, se destruyen los seres mismos. ,, cuando se ha pecado, es la regla. Pues por la pena se
Pero para concebir aun mejor la importancia del orden » vuelve uno al órdeñ de que se había separado por la
en la sociedad de las inteligencias, y el delito que se » culpa ó falta cometida. Pecar impunemente es lo sumo
comete violándole, es preciso saber que desde la eter- » del desorden; porque seria desorden, no del hombre
nidad el Sér soberanamente perfecto, amándose con un » que peca, sino de Dios que no castiga. Pero este desor-
amor infinito, gozaba en su inmenso reposo de una feli- ,> den nunca se verificará, porque Dios no puede estar
cidad infinita; y que cuando resolvió.crear, no debiendo », desarreglado en nada, siendo el mismo como lo es a
nada á nadie fuera-de sí, pues que no existia sino él, no » regla. Y como esta regla es perfecta, y perfectamente
pudo proponerse mas que un fin relativo á sí mismo, es » recta, y en ningún modo ni sentido torcida, todo lo que
decir, su gloria, ó la manifestación de sus'perfecciones » no está conforme á ella se rompe, quiebra, y sentirá
infinitas. . » el esfuerzo de la invencible é inmutable rectitud de la
Ahora pues, manifestar sus perfecciones, era mani-
festar su Sér, produciendo exteriórmente una viva imá- " ' l o t e s ' m i e s de desechar desdeñosamente la Religión,
gen suya, y el hombre en efecto, fué criado á la imagen aprenda el hombre á conocerla. El despreciar es muy
y semejanza de Dios. Participando, aunque en un grado fácil, es un placer que la ignorancia procura a poca costa
finito y limitado de todo su sér, fué y tuvo, como Dios, al orgullo; pero extendiendo la vista mas lejos, conven-
poder, entendimiento y voluntad : pudo conocer la ver- dría aun mirar á las consecuencias de este desprecio,
d a d , amar el bien, y realizarlo exteriórmente por sus v pensar en lo que se ha de responder al supremo le-
obras. gislador cuando llegue la hora de pedirnos cuenta. No
Y á fin de que su semejanza con el Sér supremo fuese basta sonreirse; Dios también se reirá, dice la Escritura :
mas perfecta, quiso Dios-que el hombre, concurriendo ridebit et subsannabil eosK Pero en aquel día formidable,
libremente á sus designios, se hiciese en cierto modo que será él dia de su justicia, la criatura rebelde contem-
voluntariamente su imágen, arreglando el uso d e las plando, v viendo con toda claridad el orden que ha vio-
facultades con que le habia enriquecido, sobre las rela- lado v turbado, v admirándole desesperada, le sentirá de
ciones inmutables ó leyes eternas, que ponen, si es lícito tal modo conforme á su naturaleza, que- sera para ella
decirlo así, el orden en Dios mismo. menos tormento concurrir á él por su suplicio, que tur-
Le reveló pues todo lo que. era "necesario que cono- barle, si posible fuese, por el goce injusto de la felicidad
ciese de estas leyés; y la Religión, vínculo de unión entre que mereció perder. .. .
Dios y el h o m b r e , como su nombre mismo lo indica, no ; Para qué es engañarnos ? ¿ Que ventaja nos resulta
es otra cosa que esta inmortal y sublime legislación. de ello ? ; Qué e s , ¡ ay ! qué vale ese corto adormeci-
Cualquiera pues que la quebranta, en cuanto está de miento, que se procura á favor de algunos sofismas e n -
su parte degrada al Sér eterno, le priva de una parte de cantadores, qué es, repito, comparado con aquel pervi-
su gloria, introduce el desorden en la sociedad de las v i ó terrible que le sucede, y al cual eternamente nada
inteligencias, se rebela contra la autoridad y poder que sucederá ? Sin embargo hay quien se tranquilice sobre
la gobierna : crimen tan -grande que solo Dios podria no motivos tan frivolos, que me avergüenzo de referirlos.
juzgarlo inexpiable; Una criatura soberbia, envileciéndose por orgullo, bus-
Mas es indispensablemente necesario que este crimen
ó se expie, ó sea castigado; porque así es como, á pesar 1 Médit. sur-rEvang-Ui t. L . p a g . 51, edil. i n - l 2 . •
de la culpable oposicion del hombre, los designios de 2 í'salm. xi, 1.
simo de que se le adore. Rehusas obedecer á Dios, y ¿poi-
f¡fnt¿a'Ín1depei!denCÍa e n elf o n d o d e la
abyección y
j o n j e á n d o s e de escapar, á fuerza d e su profunda b a - qué ? porque es todopoderoso é infinitamente sabio; es
decir, porque tiene muchos derechos á que se le obe-
S w 6 k V1S Í 3 d f ] S é r s u P r e m o < '»tentará atraves r dezca. No quieres amar á Dios, j ¿ por qué ? porque es
n n n t f " a , n e n M d m u n d ü m o r a I ' c o m o aquellos vaga-
infinitamente bueno, justo, santo; es decir, porque es
mundos miserables y oscuros que la policía ó no cono-
c e , o desprecia. Hasta en la humildad hipócrita de su muy amable. No me espanto ya que habiendo preparado
enguaje se reconoce el espíritu de rebelión, y la ave r - respuestas tan perentorias, espereis tranquilamente el
V , 9 * es el hombre, dice, r e ^ T d e juicio formidable que decidirá de vuestra suerte eterna.
Dios ¿ Gomo« la'infinita distancia que los separa po- Ciertamente es una prueba grande de la degradación y
» dría la criatura ofender al Criador ? ¿ Qué le importan caida originaL del hombre, el que estas extravagancias
puedan hallar lugar en su espíritu. Pero, aun cuando
S t é r l e S h e n a e s 6 Ios l o c o s
d e ^ m sér d / J , r J ' S o s fuesen otras tantas verdades incontestables, es necesario
» de un sei de un día ? ¿ Qué sus pensamientos senti- hacerle ver que no podria deducir de aquí ningún motivo
» nnentos y acciones ? Débiles mortales, dejad de á - sólido para tranquilizarse en el estado de independencia
>' buir al Altísimo vuestras ideas mezquinas.- Dios no lo absoluta en que procura colocarse; porque la Religión
» dudéis, es demasiado grande para bajarse hasta 1
nos enseña que entre Dios; y el hombre hay un Mediador,
» hombre, y el hombre es demasiado p e q í e ñ o para ele
» varse hasta Dios.» 1 1 e que uniendo en sí la naturaleza divina y la naturaleza
Inteligencia degradada, ¿ es esa tu excusa ? ; Es este humana. llena el espacio inmenso que nos separa del
el fundamento de tu estúpida seguridad en el olvSo de primer Sér, y da á nuestros homenajes unidos con los
^ obligaciones ? j El Sér que te ha criado es muy g r t d e suyos, á nuestras obras unidas con las suyas, un valor
para haberte criado p a r a s? ! ¡ Es muy perfecto para que infinito. Desde entonces todos los pretextos fundados
se ocupe en la perfección de su obra ! ¡ Dios es muy sobre la nada del hombre para dispensarse de dar á Dios
superior a ti para irritarse de que tú te prefieras á él el culto que exige dé nosotros, se desvanecen como som-
de que tu voluntad se oponga á su voluntad s o t e m bra. Nuestra
'J flaqueza natural, que parecía desterrarnos
, Dioses muy sabio para haber establecido orden alguno para siempre léjos del .Sér infinito, sirve aun para hacer-
entre sus criaturas inteligentes, y haberles p r e S o nos comprender la enormidad del crimen que comete-
mos violando las leyes dé una sociedad, que Dios ha esta-
l Z f 7 T S n v d e e U a S q u e l a s o b s e n ? e n ! Al ciarte el sé? blecido por medios y . caminos tan maravillosos.
te ha dicho : l o te crio para que me adores, ó me ultra- Sabemos que existe, y la analogía sola bastaría para
jes, como mejor te parezca , para que me ames ó m e
hacernos juzgar que deben existir inteligencias puras
aborrezcas según se antojare á tus caprichos : la verdad
mas perfectas que el hombre, y miembros como él de
el error, el bien el mal, todo en tí me es indiferente tü
esta excelsa sociedad, cuyo vínculo y lazo es el Media-
existencia aislada con nadie tiene conexion en mis con-
sejos ; vil producción de mis manos, no mereces fije en dor. Pero no nos es dado conocer plenamente la vasta
ti mis miradas : quítate de mi vista , sal de mi pensa" jerarquía de seres espirituales, ni el conjimto de leyes
miento, y el tuyo sea tu ley, tu regla, tu Dios! P que los gobiernan. Hay entre ellas algunas únicamente
relativas á un estado muy diferente del nuestro, para que
tni.oUe a S
^ b r o ! ¡ ( J u e e l h ° m b r e se desentienda de Dios haya querido descubrírnoslas. Nos ha dispensado la
sus
obligaciones para con su Criador por las razo medida precisa de luz de que teníamos necesidad en
nes mismas que prueban mas ineluctablemente la impor-
nuestra condicion y situación actual; pero nada mas.
tancia de estas obligaciones, y su criminalidad en v X -
Concediendo al hombre todo lo que le es necesario para
• T e "'«gas a adorar á Dios, y ¿ por qué ? poraue es
muy grande y perfectísimo, es decir, p o r q u e ^ s ^ í llegar á su fin, le niega lo que solo le serviría para satis-
facer su vana curiosidad; porque además de que la fe
Cualquiera que se separa de esta sociedad fundada
para ser meritoria debe estar mezclada -de oscuridad, y
por el Mediador, y.gobernada por él, no poseyendo, ni
parecerse, según la expresión de un apóstol, i una lám-
conservando ya ningún derecho al beneficio de la me-
para que alumbra en un .lugar oscuro \ hay un orden de
diación, se priva (cuanto es de su parte) de todo medio
conocimientos que nuestra naturaleza no puede, compor-
de comunicar con Dios. Le usurpa la gloria que el que-
tar aquí a b a j o ; y en los mismos conocimientos á que
ría sacar de los homenajes de su criatura, divinizados
podemos alcanzar, hay un cierto grado de claridad, que
por su unión con los del Mediador, y se declara dema-
léjos de sernos útil, seria peligrosísimo, y desconcertaría
siado grande para necesitar de la mediación del hombre-
enteramente la economía de los designios de Dios res-
Dios para unirse al Ser infinito. Se hace él mismo un
pecto de nosotros. Nuestra libertad y nuestra existencia
Dios, oponiendo su razón á la razón divina, que ha juz-
misma dependen de esta mezcla de luces y oscuridad.
gado necesaria la Encarnación pára establecer esta admi-
Si percibiésemos toda la grandeza del alma humana, sin
rable y asombrosa sociedad del hombre y de su. Hacer-
descubrir al mismo tiempo Jas perfecciones infinitamente
dor. Desecha y desprecia la señal mas grande de amor,
mas elevadas y excelsas del Ser supremo, arrebatados,
que lia podido darle el Todopoderoso. Desdeña sus bene-
sin poderlo resistir, de una admiración desordenada de
ficios, se rebela contra sus voluntades, turba la armonía
nosotros mismos, caeríamos al instante por la soberbia
de-la creación, y donde el Eterno, principio inmutable
como el ángel rebelde." Y si Dios, descorriendo repenti-
de todo bien, habia querido realizar una imágen de sus
namente el velo que le cubre, nos permitiese contemplar
perfecciónesele obligaá contemplar el mal. Ciertamente
una pequeña parte de su-glbria," el alma transportada y
se forman una idea bien extraña de Dios los que le supo-
fuera de sí, rompería lós lazos que la detienen! y quebra-
nen insensible á tal ultraje. Cuanto mas perfecto es, tanto
ría sus órganos, cuya fragilidad no podría resistir á ía im-
mas .opuesta es l a indiferencia á su naturaleza. Odia so-
petuosidad de sentimiéntos-que esta vista excitaría éñ ella.
beranamente 'el desorden; lo aborrece, como el hombre
Se ve pues, que las leyes generales d é l a Religión se su destrucción, con lá diferencia, de que este aborreci-
modifican según la naturaleza de los diferentes seres que miento en el hombre es un sentimiento ciego y limitado,
une, y conforme , á los diferentes „estados en que ellos y el odio del desorden, reglado en Dios, proscripto,
pueden encontrarse. Así el hombre, ser misto ó com- ordenado por su sabiduría infinita, es tan infinito como
puesto de alma y cuerpo, tiene obligaciones relativas ella.
á su doble naturaleza y á su condición presente; y como
Ahora bien, siendo indudable que la Religión com-
no se conserva, ni sus potencias, se desenvuelven sino "
prende y abraza en sí todas las leves á que el hombre
en el estado de sociedad, Dios tuvo cuidado de establecer
debe obedecer; desechar la Religión, esdesechar, es des-
una sociedad depositaría de las leves destinadas á arre-
aprobar de una vez todas las obligaciones; es r o m p e r á
glar el uso de estas facultades, ó á poner orden en todo el
un tiempo todos los vínculos de la sociedad de los seres
hombre, tanto .en sus pensamientos, contó en sus deseos
inteligentes, y constituirse en el estado mas completo y.
y obras : Sociedad espiritual y á un Mismo tiempo visible,
horroroso de desorden, en que una criatura libre se
porque el 'nombre es espíritu y cuerpo : sociedad ana,
puede hallar. El cielo y la tierra pasarán antes que un
porque la Religión es uná; saciedad universal, pórque la
delito tan enorme llegase á quedar impune • porque el
Religión es universal; sociedad perpetua, porque la Reli-
trastorno de la naturaleza física, y la aniquilación misma
gión-es perpetua; sociedad santa, ó perfecta, porque está
del universo, serian un mal infinitamente menor que la
regida .y gobernada por leyes perfectas, bajo la autoridad
violación de una regla sola de la justicia.
de un Monarca perfecto.
La-poca importancia y estimación que se afecta hacer
l B. Petri. Ep. cap. 111.!« de lá Religión, proviene de que no se la conoce; y la
i. 21
mayor desgracia es que se cree conocerla, porque se
puede el mismo definirse sino por esta sublime afirma-
ha oido hablar mucho de ella, y porque cada uno por su
ción : yo soy el que soy.
parte ha hablado también, sin tener de ella otra idea que
Mas la inteligencia humana, por el hecho mismo de
la qne por casualidad se ha formado bajo la influencia de
ser limitada, nada percibe con esta perfecta claridad.
mil preocupaciones, j de tantos intereses opuestos á la
Lo que ignora oscurece m a s ó menos lo que conoce;
verdad, cuantas eran sus pasiones. Si se comprendiese
porque teniendo cada parte relaciones necesarias con eí
solamente que la Religión es en el mundo moral el único
todo, es preciso conocer el todo para conocer perfecta-
medio de establecer y conservar él orden, se podria
mente la menor de sus partes. De donde nace que la ra-
aborrecerla sin duda, como se puede aborrecer á Dios;
zón nada comprende'perfectamente. Una débil y vaci-
pero no se menospreciaría. El delito de los que la que-
lante luz señala apenas algunos perfiles exteriores, algu-
brantan, no seria menos enorme, pero seria menos es-
nos ligeros rasgos de los objetos que considera. Pero
túpido. Escogerían á la manera que Luzbel, entre el bien
luego que quiere penetrar lo íntimo de su naturaleza,
y el mal, con conocimiento. La perversión de la voluntad
densas y espesas sombras detienen sus miradas, y la re-
no se extendería hasta la razón. Asombrarían al mundo
pelen hácia la ignorancia de que pretendía salir. Héaquí
por su audacia desesperada, pero no excitarían esa com-
su condicion tan triste como irremediable, cuando está
pasión humillante, que inspira su desden fatuo é im-
reducida á buscar la verdad por sus propias fuerzas. In-
bécil.
capaz de afirmar y de negar, fluctuando perpetuamente
Entiendan, piies, que Dios al criar al hombre á su imá- á merced de probabilidades contrarias en el vasto mar
gen, es decir, capaz de conocer, de amar y obrar con de la duda, no podrá jamás fortalecer y corroborar el
libertad, no habiendo tenido otro designio que manifes- pensamiento del hombre hasta hacerle tan firme é inal-
tar sus perfecciones, ha querido que las leyes inmutables terable como el pensamiento de D i o s 1 : y sin embargo
de su sabiduría fuesen la regla de sus potencias, de su esto es indispensable para que nuestra inteligencia sea
entendimiento y voluntad, ó lo que es una misma cosa, verdaderamente la imágen de la inteligencia divina tan
quiso establecer en el hombre, imagen suya, el mismo infinita en certidumbre como en extensión. ¿Quién
orden que en sí mismo. vendrá pues al socorro de esta débil inteligencia ? ¿Qué
Esto supuesto, rio hay duda que la Religión llena mano poderosa la levantará hasta esta altura? ¡ O hom-
eminentemente éste importante fin; y desde luego lo bre ! ¿ Quién pondrá en tus labios trémulos aquella pa-
primero : ella ordena los pensamientos del hombre, ar- labra que debes pronunciar con igual firmeza y segu-
reglándolos por la ley eterna de la verdad. Le enseña á ridad que Dios mismo : El es el que es? La Religión.
conocerse á sí mismo, á conocer al Mediador que le uñe ¿Y cómo? No pienses que ella vayá locamente á car-
á Dios, y á conocer al mismo Dios; de suerte que posee gar la razón con el peso de la verdad infinita que
implícitamente todas las verdades , pues que posee á no podria soportar. No : suplirá la flaqueza de la inteli-
Dios, que es el principio de ellas. Esto no es decir que gencia con la fe. Despues de haber probado su autoridad
abrazando por todas partes al sumo Sér, se pueda formar divina, mandará al hombre que crea lo que no puede
de éi una noción exenta de oscuridades; n o , porque
este conocimiento comprensivo es peculiar del mismo
Dios. Viéndose por un solo acto de su poderosa inteli- 1 Tengamos presente que todas las comparaciones y semejanzas
gencia cual es en sí, y según todo lo que es, ho es para que se toman de las cosas h u m a n a s respecto de las divinas : plus
sí mismo sino un gran pensamiento; y confundiéndose liabent dissimilitudinis quam similitudinis. El h o m b r e es cier-
en algún modo todas sus perfecciones en la idea inmensa tamente hecho á la imágen y semejanza de Dios; pero no es una
del Sér, que es la mas positiva de todas las ideas, no imagen perfecta que lo exprese todo : esto está reservado al Verbo,
que es la verdadera imágen de su sustancia.
comprender, y pondrá en sus creencias, infinitas en su
nos-que n o conozcamos á Dios mismo 1 sino por su Pa-
objeto, é infinitamente ciertas, porque se apoyan en un
labra ó su Verbo; ni que esta palabra inmaterial, que-
testimonio divino, el mismo orden que existe en las ideas
riendo comunicarse a nosotros, sin alterar nuestra na-
de Dios; y como unas, mismas verdades son conocidas
turaleza, se haya revestido de ella : y el Verbo se hizo
por la misma fe- de todos los seres inteligentes, hay so-
Carne, y habitó entre nosotros2; porque én el orden es-
ciedad entre ellos y el supremo Sér que las ha criado
tablecido era preciso que tomase cuerpo para hablar á
para si.
nuestro entendimiento. La Sabiduría e t e r n a , sin dejar
El Mediador es. el vínculo esencial de esta sociedad; de ser lo que era, se ha puesto en relación con el hom-
pues por él es por quien conocemos á Dios. Nadie co- bre, quedando también él. lo q u e . e s ; y la union de la
noce, al Padre sino el Hijo,, y aquel á quien el Hijo qui- divinidad con la humanidad en la Persona del V erbo re-
siere revelarlo1. Ciertamente en nosotros mismos, no po- presenta rigorosamente la union que vino á establecer èli-
dríamos encontrar esta sublime i d e a , que encierra el tre' Dios y el linaje humano. Yo. he venido, dice el misino
infinito. ¿Qué digo esta? no hallamos en nosotros mis- Hombre Dios, á traer al mundo la verdad, ó segunda
mos ni una verdad s o l a 2 ; todas nos vienen d é fuera : la expresión admirable del -Evangelio, para darla testimo-
razón no es mas que la capacidad de recibirlas, reco- nio-, es decir, no para hacerla comprender al hombre
nocerlas y combinarlas; y á causa de nuestra doble na- perfectamente, lo. que es imposible, sino para declararle
turaleza , para que se ñ o s hagan perceptibles, es pre- que ella es, y lo que es ella misma ; ó para manifestarle
ciso que se revistan de una forma sensible,'y por decirlo sin equivocación ¡a verdad, y su verdadero carácter : el
así, q u e s o encarnen. La palabra es como, el cuerpo., que que ama la verdad, me oye De esté modo, la certidum-
nos hace visibles' las ideas, las cuales se borran de nues- bre del testimonio reemplazando á la certeza de la evi-
tro .espíritu con su expresión. No debe pues sorprender- dencia, el hombre ha podido, sin mudar de naturaleza
poseer plenamente la verdad infinita ; ha-podidó hacerse
1 Nenio novit Patrem , nis'i Filies,- el cui vóluerit Fi 1 ius revelare. hijo de Dios, ó entrar en sociedad con é l , porque la fa-
Matth. xi, 27.
milia es la imagen-y elemento de toda sociedad; y lodo
2 Suponemos que M. de La Mennais habla de las verdades sobre-
esto librementè,, porque si el entendimiento no es libre
naturales, como lo indica en varias parles del capitulo , y en este
único sentido es cierto que la razón no es mas que la capacidad de
para dejar de asentir á la evidencia, la voluntad lo es
recibirlas, de reconocerlas y combinarlas; pero si quisiese exten- siempre para escuchar ó no un .testimonio, para' admitirlo
der este principio á las verdades naturales, no podemos convenir en ó desecharle,.y,así es. como,el hombre creyendo, sin ser-
principios, ni en sus consecuencias. En esta hipóles!, el e n t e n d i - forzado á ello, por una evidencia intrínseca é invenci-
miento, la m a s noble de todas las potencias, seria la única criada ble, rinde voluntariamente á Dios un homenaje digno de
por Dios, sin medios, sin virtud propia para conseguir su objeto él : verdadera adoración en espíritu y en verdad, que
proporcionado y connatural; y por consiguiente un h o m b r e ,
consiste en reconocer la dependencia infinita en que está
criado en los bosques, no teniendo quien le c.omu<jieasc la verdad ,
obraría sin libertad, y sin pecado aun en las acciones de suyo mas
nuestra razón de la razón divina por una sumisión p e r -
criminales, y viviría en la imposibilidad de conocer á Dios. No cree- fecta á su" palabra.
mos que para negar á la razón la soberanía en orden :í la verdad, sea No bastaba sin embargo haber promulgado la verdad.
justo privarla de la nías noble de sus atribuciones, cual es, / / i f j i t i r i r ,
investigar y hallar la verdad proporcionada á su capacidad. De lo
contrario todas las ciencias-son inútiles, y con solo formar la histo- 1 Como autor sobrenatural. Véasela nota 3 dé la página IS7.
ria de las poquísimas verdades que contienen , nos veríamos libres- "2 Et Verlium cavo.factum est, et habilavit in nobis. Joan, i, 14.
de aquella terribie verdad, que forma gran parle d e la pena del pe- .", Ego in hoc natus suiti, et ad hoc veni in m u n d u m , u t testimo-
cado original: qui addit.scientiam,addit el lab rem. . ninni per hibenm verilaii : omnis. qui est-ex veri l a t e , audit vocera
incanì. Joan, xvm, 37.
era también necesario proveer á su conservación , por- es veraz, y yo digo al mundo lo que le oí1 ; así estos
que su reino debe ser eterno; era necesario preservarla pastores dirán también : El que nos ha enviado es veraz,
de todo vicio ó mezcla de error, y hacerla accesible y de y nosotros decimos al mundo lo que hemos oido de él.
fácil conocimiento á todos los hombres por un medio ó Simples testigos, deponen de lo que han oido á su Maes-
camino análogo á su naturaleza. Jesucristo, ó el Media- tro , y su testimonio no es otro que el de Jesucristo, que
dor, llenó maravillosamente este grande objeto; y en el ha prometido estar con ellos todos los dias, sin interrup-
medio que escogió, se admira á un tiempo un tan pro- ción alguna.; así como el testimonio de Jesucristo es el
fundo conocimiento del hombre, que no podia pertene- testimonio de Dios que le h a enviado, y dice de él : ese
cer sino á un Ser sobre-humano, y aquel hermoso carác- es mi hijo muy amado ; oídle 2 . Por ésta razón añade Je-
ter de unidad tan particularmente propio de las obras sucristo.: el que á vosotros oye, á mi me oye, y quien á
de Dios. Y en efecto, ¿qué hace? ¿Escribe su doctrina vosotros desprecia, á mí me desprecia, quien á mí me
en un libro? ¿Procura circunvalarla de tantas pruebas desprecia, desprecia al queme envió3. Para entrar en so-
de razón que el entendimiento. lio pueda menos de a d - ciedad con Dios, ó seguii la expresión del Evangelio,
herir á ella? Esto es sin duda lo q u e hubiera tratado de para hacerse hijo suyo, es necesario recibir la verdad de
hacer un filósofo. ¿Pero quién no ve que atendida la de- la Iglesia docente, así como ella la recibió de Jesucristo,
bilidad de nuestro entendimiento , esto hubiera sido y Jesucristo la recibió, de su Padre : recibirla con toda
abrir un campo mas vasto á las dificultades, y que diri- seguridad y fe, ¡ide, porque este es en la tierra el único
giéndose de este modo á la razón del hombre, y por el medio de poseerla r y la mas pequeña duda seria una
hecho mismo autorizándole á no admitir sino lo que injuria á la autoridad'infinita que la atestigua. Salid de
concibiese plenamente, se habria levantado entre él y aquí, haced intervenir á la razón para juzgar si debe ad-
el Ser incomprensible una barrera insuperable ? Jesu- mitir ó no, ó si ha de desechar los dogmas que Dios nos
cristo, desdeñando todos los vanos apoyos de las opi- ha revelado, y al punto el magnífico é inmenso edificio
niones, desciende hasta el fondo de nuestra naturaleza de la Religión 'trasportado fuera de su cimiento, y es-
para-sentar en ella y cimentar el fundamento de la p e r - tribando sobre esta frágil base, se desploma por todas
petuidad de la Religión. Consérva la verdad en el pensa- partes, y oprime bajo sus ruinas a la presuntuosa razón,
miento del hombre, como el pensamiento mismo se con- que-se había creído capaz de sostenerle.
serva, por la palabra t r a s m i t i d a 1 ; y para asegurar su Obligados pues á oir á la Iglesia, y apoyándose el or-
trasmisión, une con vínculos exteriores é indisolubles á den de la sociedad espiritual sobre su testimonio, el de
los que ha unido interiormente por la misma f e ; los Jesucristo, y el de Dios, hay tres grados .correspondien-
constituye en sociedad bajo un gobierno de que él es, tes de desorden, ó tres grandes crímenes contra la ver-
cabeza; en una palabra, funda su Iglesia. Enviado dad : porque se la puede atacar negando el testimonio
por su'Padre , envía él también á su tiempo pastores dé la Iglesia, ó el testimonio de Jesucristo, ó el del mismo
á quienes reviste de su autoridad : Id y enseñad á Dios; negaciones que constituyen los tres sistemas ge-
todas tas naciones, y sabed,- que ya estoy con vos- nerales de error expuestos é impugnados en el principio
otros todos los dias hasta la consumación de los siglos2. de esta obra.
Y asi como él decia de sí mismo : el que me ha enviado El primero, que es la herejía, consiste según la sigm-
1 Qui.me misit, verax est; et ego qua; audivi ab eo baie loquor
in mundo. Joan, v m , 2G.
1 La tradición. 2 Hic est Filius meus charissimus : audite illùm. Marc, ix, 6.
2 Euntes doceteomnes gentes,... et ecce ego vobiscum suilvomni- 3 Qui v o s a u d i t . me audit : et qui vos spernit, m e spernit. Qui
bus diebns, usque ad consuniinationem s;ccu!i! Mattk. xxvii, 19,2Q, autem vos spernit, spernit cum qui misit me. Lue. x, 16.
íicacion misma de la palabra., en escujer ó elegir entre docente, quiere establecerse en relación inmediata con el
las verdades reveladas las que mas contentan á la razón, Mediador; asi él, desechando la intermediación del Verbo
desechando las otras ó como inútiles, ó como dudosas', encarnado, quiete establecerse en inmediata relación
ó como errores ciertos. Pero luego .que se rehusa escu- con Dios : tal es el earccter esencial de su doctrina.
char á la Iglesia sobre un punto, ya 110 hay razón'-, ni Niega.el testimonio del Mediador por quién únicamente
motivos para oiría ó escucharla sobre ninguno. Su auto- conocemos á Dios, así como el hereje niega el testimo-
ridad es indivisible como su testimonio; el que le recusa nio de la Iglesia, por la cual sola conocemos al Mediador.
en parte, le recusa todo entero. Esto ó aquello que se De este modo el desorden va creciendo en el pensamiento"
dice creer, nada importa, nada vale : desde el momento del h o m b r e , y esta imagen infiel de la divinidad, de-
en que se desecha una verdad, la fé se apaga, no hay jando de reflejar.sus perfecciones, se desfigura mas y
verdadera fe; porque en lugar de someter su juicio á la mas porque pretender conocer á Dios por otro medio
ley de la verdad, somete la verdad á su propio juicio. que por su Verbo, es querer conocerle como él mismo
Por lo mismo trastorna todas las relaciones de la sociedad no se conoce ; es querer, separándole de su sabiduría
espiritual; se hace de la razón que debe obedecer, la sustancial, mutilar su esencia, y trasladar á él nuestra
autoridad que. debe mandar; se trabaja por sustituir la tenebrosa razón para, aclarar y ver los restos de su Sér.
certidumbre de la evidencia á la certidumbre del testi- Así es como desde entonces todo se nos convierte en una
monio ; y trasformando por este medio la Religión en duda inmensa. Lo vernos rodeado de misterios tan im-
una pura opinion , se destruye el fundamento de las penetrables , que ni sabemos lo que es, ni aun si existe.
mismas verdades que se conservan, lo que hizo decir á « No es poco, dice Rousseau, llegar en fin á conocer que
un apóstol : el que viola un solo punto de la ley, que- » le hay (Dios); mas cuando hemos llegando á este pun-
branta toda la ley \; principio verdadero, va se aplique » to, cñando nos preguntamos ¿cuál es? ¿dónde está?
á las costumbres, ó á la doctrina. » ¡nuestro espíritu se confunde, se extravía, y ya 110 sa-
La herejía, pues, trastorna toda la economía de la me- » bemos qué pensar 1 ! »
diación. El herege negándose á creer por el testimonio Mas pára que se comprenda mejor cuán insensata es
de los enviados.de Jesucristo, niega su autoridad, y su la pretensión de quererse unir áDios, y conocerle por la
misión. Se erige en juez arbitro del medio que.el Media- pura razón V obsérvese que nosotros 110 conocemos así
dor ha debido escoger para hablarle, v por una conse- á ningún sér espiritual. ¿Cómo nos a s e g ú r a n o s l e la exis-
cuencia inevitable se constituye juez de" su palabra. So- tencia del alma en los otros hombres, sino por la comu-
breponiéndose á la Iglesia, se sobrepone igualmente so- nicación de los.pensamientos? ¿y el pensamiento de los
bre su cabeza y sobre el Hombre Dios. Y como realmente otros no nos seria enteramente desconocido, si no nos lo
todo cuanto sabe de él, 110 lo ha podido aprender sino manifestase por la palabra? Sin esta manifestación ó r e -
de la Iglesia, por su tradición y sus monumentos escri- velación, nuestra alma eternamente solitaria, viviría en
t o s ; de ahí es, que dejando de creer á la iglesia, en una ignorancia.absoluta de los seres que la son semejan-
. breve v si es consiguiente , llega á. no creer al Mediador tes. Ahora p u e s , si es necesario que el hombre hable al
mismo, á negar su autoridad, su misión, su existencia; hombre para ser de él conocido, ¿cómo conocería el
y es el segundo sistema general de error, ó el deísmo. hombre á-Dios, si Dios no le hablase? Buscando vana-
El deísta, asi como el hereje, desechando la inter- mente al Sér infinito en su razón, incapaz de formar por
mediación del cuerpo de pastores, que forma la Iglesia
1 Emile, t II, p. 341.
l Qiiifuinquc anteni lotam legém Serva veri t .,•oflendat aulem in 2 Véase la nota 3 de la pág. 187 , para excusar repetimos
ur.o, faclns csl <ininiu.ni reus, Ep. fí. Jarch. xi, 10. aquí.
si sola esta idea inmensa, el deista acaba por negar á de los apóstoles, y de sus sucesores, con quienes Jesu-
Dios, á quien no comprende : y hé aquí ya el tercer sis- cristo ha prometido estar todos los días hasta la consu-
tema general de e r r o r , ó el ateismo, mación de los siglos, deberá ceder á tu razón individual;
-y será necesario que la Iglesia, aquella Iglesia á la cual
Hasta aqui el hombre conservaba algunos, aunque dé-
San Pablo llama fundamento de lu verdad4, haya menti-
biles ragos, de semejanza con su autor : el ateismo aca-
do, porque tú no comprendes.
ba de borrarlos. Todos los fundamentos de la certidum-
Rousseau, ¿con qué fundamento, di, niegas la revela-
bre conmovidos á la vez, todos se desploman, y hunden.
ción y el Mediador? tú que dijiste que « los hechos de
Una noche profundá cubre, el entendimiento ; la razón ,
» Sócrates, en los que nadie pone d u d a , están menos
titubeando entre las tinieblas, no sabe á qué atenerse,
» atestiguados que los de Jesucristo 2 . » — Fundado en
y se sepulta en el escepticismo absoluto. Perdiendo á
mi razón, que no puede comprender la necesidad de la
Dios, pierde el hombre todas las verdades. Tal es el úl-
revelación, ni los dogmas revelados por el Mediador 3 .
timo término del desorden en el Ser- inteligente.
— ¡Según eso, el testimonio ele tantos millones de cris-
Temblemos á la vista de este desorden, mas horro-
tianos, que han creído con pruebas de hecho, el testimo-
roso en verdad que podría serlo el caos de la naturaleza,
nio mismo del Hijo de María, cuya vida y muerte son de
si apagándose el astro del día, se hallase repentinamente
un Dios \ debería ceder á tu razón individual; y será ne-
sepultada en una oscuridad impenetrable.
cesario que Jesucristo, el Verbo encarnado haya menti-
¿ Quién podrá concebir la desgracia de una criatura
dlo 5 , porque tú no comprendes!
sin Religión y sin Dios ? pero sobre todo, ¿ quién formará
una verdadera idèa de su crimen? Sectarios, deístas, Diderot, ¿con qué fundamento niegas la existencia de
ateos, 110digáis; ¿cómo, ó por qué hemos de ser cul- Dios, comprobada por la tradición universal del género
pables en engañarnos, buscando sinceramente la verdad? humano ? — Fundado en mi razón, que no puede com-
por que esto mismo es acusar á Dios, y suponei en él prender á Dios; — ¡ Según eso el testimonio unánime de
voluntades contradictorias ; á saber : que mandando al los pueblos, que atestigua de siglo en siglo un hecho r e -
hombre creer la verdad, le.niega los medios de cono- velado anteriormente, deberá ceder á tu razón indivi-
cerla. Ni la ignorancia, ni el error son un crimen en sí, dual ; y. será necesario que todo el género humano, y el
porque aquella y este pueden ser involuntarios. Ninguno mismo"Dios hayan mentido, porque tú no comprendes!
pues es culpable precisamente, porque ignora, ó porque El orgullo, Sí, un orgullo desmedido, que por n a d a s e
se engaña; y aun por esto m i s m o , porque el hombre amedrenta, es el pecado, el delito, el crimen del ateo,
ignora naturalmente, y se engaña con una facildad tan del deísta y del hereje. Todos tres, implícitamente al
lastimosa, 110 ha querido Dios hacer depender de su r a - menos, niegan el testimonio de Dios, se déclaran mas
zón, sino de su,voluntad, el conocimiento de las cosas grandes y mas perfectos que él, erigiéndose en jueces de
necesarias. El lo ha concertado y dispuesto todo de ma- su palabra: verdadera idolatría de la razón humana,
n e r a , que en todos los tiempos le fuesen atestiguadas cuya última declaración y confesion pública liemos visto
por un testimonio de una autoridad infinita. Por tanto su en él culto de la Diosa Razón 6 .
voluntad, desechándolas, se hace culpable, y sin excusa
1 Ecclesia Dei vivi, columna et firmamentum veritatis. Ep. I ad
alguna de un crimen infinito, cuyo principio es un or- Timoth. iii, 15. — 2 1 i m i t e , t. 111, p. 182.
gullo sin límites. 3 Émile, p . 183. - 4 Ibid. 1.111, p. 182.
Calvino, dinos : ¿ con qué fundamento niegas la p r e - 5 Qui credit in FiliumDei, habet testimonium Dei in se. Qui non
sencia real de Jesucristo en la Eucaristía, que la Iglesia credit Filio, mendacem facit eum •. quia non credit in testimonium
toda cree y atestigua? — Fundado, en mi razón, que no quod testiücatus est Deus de Filio suo. Ep. I Joan, v, 10.
G Véase la nota de la pág. 153.
puede comprender este misterio. — Luego el testimonio
En desconociendo la regla que dirige, es indispensable Aquí también el Cristianismo se eleva sobre las doctri-
llegar basta este extremo; no hay cosa que d e t e n g a : el nas humanas tanto, cuanto la Sabiduría divina es superior
principio arrastra hasta allí, y cuanto mas vigor y recti- á la nuestra. En efecto ¡ qué grandeza, qué profundidad n o
t u d 1 hay en el espíritu, tanto mas se pierde y extravia. se encuentra en aquel precepto al parecer tan simple y tan
Uua de las maravillas del Cristianismo es el que no solo sencillo : « Amarás al señor tu Dios de todo tu corazon,
nos ofrece la verdad, sino que nos asegura su posesion, » con toda tu alma y con todas tus fuerzas : este es el p r i -
y la defiende en el h o m b r e contra el hombre mismo. » mero, y él máximo y principal mandamiento. El se-
Esto solo bastaría para probar la divinidad de la Religión )> gundo le es semejante á é l : a m a r á s á tu prójimo como á
cristiana ; porque el hombre no tiene en sí medio alguno » tí mismo 1 .» El hombre semejante á Dios, debe ser amado
de resistirse á sí mismo, pues lo que remedia la flaqueza con un amor semejante al que debemos á Dios, pero no
de la naturaleza es evidentemente superior á ella. igual: debe entre estos dos amores reinar la misma distan-
Pero Dios no se h a acercado al h o m b r e por medios y cia que hay entre una imágen y su prototipo. Con una p a -
caminos tan admirables, para dejarle luego en la libertad labra sola ños lo enseñó Jesucristo, recordándonos nuestro
libre de separarse y alejarse de él. Si sus dones son sin origen, cuya grandeza es el titulo mismo de. nuestra d e -
arrepentimiento, es porque, admitidos ó despreciados, pendencia : « En estos dos preceptos se encierran la ley
sabe sacar siempre de ellos su gloria, ó bien sea coro- » y los P r o f e t a s 2 ; » es decir, que abrazan á un tiempo la
nándolos con el último don, que es el de la bienaventu- sociedad presente, y la sociedad -eterna, cuya puerta ó
ranza eterna, ó sea arrojando de sí á los que los han d e - entrada vino á abrirnos el Mediador anunciado por los
sechado y despreciado. La recompensa de haber amado Profetas.
aquí abajo la luz, será el poseerla eternamente en su Dios como infinitamente perfecto, ó soberanamente
misma f u e n t e : in.lumine tuo videbunus lumen*. Mas á amable, se ama a sí mismo coñ un amor infinito; esta es
los que la aborrecen, y se complacen en las tinieblas de la ley del orden que debe regir al hombre, como dirige
su entendimiento ó inteligencia, ¡oh Dios mió! ¿qué les al mismo Dios. Todo amor infinito y limitado eá indigno
reserváis, sino aquellas tenieblas horrorosas, de las cua- d e él. Es el bien por excelencia,, el bien sumo, el único
les está escriio qm altt habrá llanto y rechinar de dien- b i e n , y por consiguiente el fin único adonde deben di-
tes3? rigirse todos nuestros afectos y deseos. Debemos amar-
En segundo lugar, la Religión ordena los afectos del le sobre todas las cosas, m a s q u e á todas ellas, y m a s que
h o m b r e , arreglando su voluntad del mismo modo que su á nosotros mismos, ya por causa de nuestra imperfec-
entendimiento, su amor cómo su inteligencia, enseñán- ción, y ya también p o r q u e no siendo nosotros nuestro
dole á proporcionarle al grado de perfección de los se- bien para nosotros mismos, el amor bien entendido de
r e s ; y d e e s t e modo viniendo á ser bajo un nuevo respecto nosotros debe dirigirse hácia Dios, y fijarse allí por n u e s -
imágen de Dios, acaba de formar en sí aquella maravi- tro propio interés. Es necesario que nos amemos en él
llosa semejanza, para.la cual resolvió criarle el Todopo- como él se ama en n o s o t r o s ; que nada amemos sino p o r
deroso. él, y que le amemos como él mismo se ama. ¡ Insonda-
1 No moral . sinológica, porque deduciendo consecuencias é ila- 1 Diliges Dominum Deum t u u m ex toto c o r d e ' t u o , et ex tota
ciones de una en oirá, se precipita en este abismo. No hav duda
a n i m a tuá, et ex ómnibus viribus t u i s , et ex omni mente t u á . Luc.
cuando un caminante se ha apartado del c a m i n o c u a n t o mas veloz
x, 27. — Hocest m á x i m u m , et p r i m u m m a n d a t u m . Secundum a u -
ande m a s se extraviará.
t e m simile est h u i c : Diliges proximum t u u m sicut te ipsum. Madi.
2 Psalm. xxxv, 10.
XXII, 3 8 , 3 9 . ;:><: . . .
3 Ejicientur in tenebras exteriores: ibi erit fletus el slridor d e n -
2 In his duobus m a n d a o s universa -lex ppndot , ct Propiicta-.
tiuni. Matth. vm, 12; et ibid. xxn, 13.
Matth. xxn, 40. .^Jj. . < .-.;._;
i. " ' ; V ~ ' 25
ble misterio! porque ¿dónde hallará el hombre flaco y fundada en ninguna superioridad de naturaleza, seria
miserable el amor infinito que debe á Dios? ¿cómo sa- una violacion del orden. Y hé aquí el principio de "aquel
tisfará esta deuda inmensa? La naturaleza desfallecida sentimiento sublime que se llama humanidad, senti-
conoce su impotencia. Sin embargo ¡ oh h o m b r e ! alién- miento nacido del Cristianismo, y que extiende á todo el
tate : lo que te es imposible á tí, es fácil á Dios*. ¿No te género humano el amor cpie cada hombre se tiene así.
hallabas naturalmente en igual impotencia de conocerle 2 ? No quiere decir esto que la Religión destruya los afec-
El te ha enviado á su Hijo, y tú le conoces plenamente tos de familia, nielnoble amor d é l a patria; al contrario,
por la fe. Este Hijo divino, unido á su Padre, te enviará convierte en obligación esta inclinación natural, la for-
al Espíritu que los une, para remediar tu flaqueza3; y así talece y corrobora arreglándola, é impide que degenere
como tú conoces á Dios por su Verbo, le amarás p o r su en pasión exclusiva, azarosa é infausta, subordinándola
amor. Uniéndose á tí este Amor sustancial 4 , divinizará á esta gran ley general; á saber, la preferencia de to-
tu amor, le revestirá del carácter de infinito, que es solo dos á algunos, de la patria á la familia, de el género
el que puede hacerle digno de Dios. De este modo e n - humano á la patria, de la sociedad eterna á la sociedad
trarás en la sociedad inmortal de los verdaderos adorado- presente ó temporal.
res, que adoran al Padre en espíritu y en verdad5; es de- «El orden, dice Bossuet, será perfecto, si el hombre
cir,' por su Verbo, que es la verdad 6 , y por su Espíritu, » ama á Dios mas qué á sí mismo, á sí mismo por Dios,
que es amor; porque la verdad ha sido efectuada por Je- » al prójimo 'no por sí m i s m o , sino como á sí mismo
sús1, y el amor de Dios se ha difundido en nuestros cora- » por Dios. En esto está toda la virtud J . »
zones por su Espíritu que se nos ha dado8. El amor sin regla es egoísmo, esto es, una preferencia
El segundo mandamiento es semejante al primero : absoluta de sí á Sus semejantes y á Dios. El amor arre-
Amarás á tu prójimo como á tí mismo. Siendo todos los glado únicamente por las leyes de la sociedad presente, es
hombres iguales" por naturaleza, ó igualmente perfectos humanidad, ó amor igual de todos los hombres, á causa
tienen derecho á un amor igual. La preferencia que cual- de la igualdad de la naturaleza. El amor arreglado por
quiera de ellos se tomase sobre los otros, no estando las leyes de la sociedad eterna, es caridad; sentimiento
enteramente divino, pues que no es otra cosa que el
1 Quffi impossibilia s u n t apud l i o m i n e s , possibilia sunt apud amor mismo de Dios al hombre.
D e u m . Lüc. xviii, 27. Ahora bien, Dios ha amado al hombre hasta el extremo
2 Entiéndase siempre en el m i s m o sentido en que hemos dado á de darle su Hijo único, para adquirirle la vida eterna 2.
entender en las notas anteriores. Suponemos que el autor habla de El hombre pues debe amar al hombre hasta sacrificarlo
u n Dios sobrenatural, como se ve por el conocimiento de la Trinidad
todo, y ami la misma vida, para procurarle esta vida in-
que inmediatamente expresa, y que solo por la fe sabemos; pues
a u n q u e las criaturas nos lleven al conocimiento de u n Dios Cria-
mortal.
dor, como el relox nos lleva al conocimiento de un relojero que lo Y como ella no es otra cosa que la posesion de Dios,
formó, pero no al conocimiento de u n Dios Trino y Uno , que es el ó del sumo bien, el hombre nada debe amar, ni amarse
primero de los misterios. á sí mismo, sino el orden , y con respecto á este último
Spiritus adjuvat infirmitatem nostram, Ep. ad Rom. v m , 2G. fin. Todo cuanto le aparta de él, es un mal, y debe abor-
4 Por su gracia y dones. recerlo; lo que no tiene relación sino á una existencia
5 Venit hora, et n u n c est, q u a n d o veri adoratores adorabunt P a -
trem in spirilu et veritate. Joan. ív, 23.
6 Cliristus est veritas. Ep. I Joan, v, G. 1 Médit. sur l'Ecangile, 1.1, p. 475, in-12.
7 Gratia et veritas per Jesum C h r i s t u m facta est. Joan, i , 17. 2 Sic enimDeus dilexit m u n d u m , u t Filium s u u m unigenilum
S Charitas Dei diffusa est in cordibus nostris per Spiritum Sanc- d a r e t : u t omnis, qui credit in e u m , non pereat, sed habeat vitan)
t u m qui datus est nobis. Ep. ad Rom. v, 5. 3'temam. Joan, ni, 16.
pasajera y transitoria, no es un bien verdadero , y el atento á un vano rumor de reputación, decidirá interior-
orden siempre inflexible le prohibe fijar en él su cora- mente que hay mas perfección, ó bien real y efectivo en
zon. El tiempo es corto, dice el Apóstol; y la natura- este rumor que le embriagado en aquella pieza de oro
leza nos lo repite todos los dias; y todos los dias la que codicia,, que en el Criador del mundo, fuente eterna
m u e r t e , con mano de hierro, graba sobre millares de y perenne de todo bien ¡ Y qué! ¿ Dios podría ser insen-
féretros esta grande lección : « El tiempo es corto, el sible á tal ultraje? Aquel, á quien el orden obliga á que-
tiempo es b r e v e ; los que tienen m u j e r e s , vivan como rer ser amado como él se ama, ¿ aceptará los derechos
si no las tuviesen ; y los que lloran, como si no llo- de amor que las pasiones saciadas le abandonan con
rasen ; y los que se regocijan, como si no se alegra- desden, ó la indiferencia ó el odio. No: seria alucinarse
sen ; y los que c o m p r a n , cómo si no poseyesen; y los demasiado. El que desprecia al soberano bien, no debe
que usan de este m u n d o , como si no usasen ; porque prometerse sino el simio el último mal. No hay gracia
pasa la figura de este mundo 1 . » ¡ Infeliz de aquel que ni perdón para este crimen que los encierra todos. Al
viciase su amor, y lo dejase extraviar y encenagarse en que habla contrad Hijo del hombre, puede perdonársele su,
este mundo que p a s a ! p o r q u e , cuando dentro de poco culpa, porque puede volver todavía á la verdad por el
se haya pasado, ¿ q u é quedará á esta miserable alma sino amor; pero al que habla contra el Espíritu Santo; al que
un vacío infinito, y en una separación eterna de Dios, la se endurece obstinadamente contra el mismo amor, este
imposibilidad eterna de amarle? no tiene remedio, ni esperanza 1 ; porque ¿quién podrá
Él mismo principio que introduce el desorden en nues- hacerle volver en sí, habiendo resistido juntamente á la
tro entendimiento, desarregla también nuestra voluntad. luz de la verdad y á las inspiraciones del amor ? Dios
El orgullo ó desconcierto de la razón, por el cual nos mismo nada mas puede hacer por él; ha agotado el po-
queremos sobreponer y hacer superiores á todo, produce der y la misericordia del sér infinito; y su pecado, como
la concupiscencia, o el-desarreglo del amor, por el cual que envuelve en sí una oposicion total de la voluntad al or-
nos amamos á nosotros mismos mas que á todas las cosas; den, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el futuro
primero, mas que ánuetsros prójimos, y luego mas que Einalmente, la Religión ordena las acciones del hom-
á Dios. ¡ Exceso extraño ! Pero ello es así. El hombre bre , y por eso prescribe ciertos deberes y obligaciones
llega á tributarse un culto exclusivo de amor, y un culto exteriores, y prohibe los actos contrarios. Ahora bien :
no menos exclusivo de admiración ¡ enamorado de su el hombre está en relación con sus semejantes y con
propia excelencia, se ama sin regla y sin medida ; Dios. El" orden, en las acciones que dicen relación á
y al punto, juzgando de los bienes y de los males con Dios, se llama culto; y en las que_ dicen relación á
respecto á su naturaleza corrompida, llama bien á to- nuestros semejantes, se llama morat ó virtud.
do lo que lisonjea su orgullo y sus sentidos, y mal á Las acciones son determinadas por el amor, y este por
todo lo que los lastima y ofende. La gloria, las rique- el conocimiento del bien ó de la verdad. Hé aquí la razón
zas, los deleites, aun los mas vergonzosos, hé aquí lo porque la moral y el culto toman entre los sectarios un
que esta criatura inmortal buscará como su fin; y con
1 Se entiende h a b l a al [autor de la impenitencia final, que es
los ojos fijos sobre un vil metal, y el oido ansiosamente
consecuencia necesaria de la dureza del corazon en el orden regular.
Solo un milagro d é l a gracia puede evitarla. En el mismo sentido se
1 T empus breve e s t : reliquum est, ut et qui habent uxores, tan- entienden las siguientes palabras de que no le será perdonado ni
q u a m non habentes s i n t : e t qui flent, tanquam non flentes : et.qui en este siglo ni en el futuro.
-gaudent, t a n q u a m non gaudentes : et qui e m u n t , t a n q u a m non 2 Quicumque dixerit verbum contra Filium hominis remittetur
possidentes : et qui u t u n t u r hoc mundo , t a n q u a m non u t a n t u r : e i , q u i a u t e m dixerit contra Spiritum Sanctum, non remittetur ei,
p r s t e r i t enim figura h u j u s mundi. Ep. I ad Corinth. vu, 29, 31. ñeque in hoc sáculo, ñeque in futuro. Matth. x u , 32.
carácter vago como su fe y creencia, y propenden como Sin embargo, la ignorancia dejará entrever una son-
ella á su destrucción : á los ojos del deísta uno y otro risa de desprecio á solo el nombre de culto, sin advertir
(culto y moral) son indiferentes, pues no sabiendo lo que este conserva la fe, y alimenta la caridad. Ella no
que cree, permite no creer n a d a , y por consiguiente no descubre mas que prácticas molestas y pueriles, y cere-
amar cosa alguna; y á los del ateo, que no cree mas que monias extravagantes en esta sublime manifestación de la
en sí mismo, ni ama á nadie sino á sí, se convierten en fe. Filósofo, ríete cuanto quieras de nuestras genuflexiones,
la moral horrorosa del interés personal, y en el culto y d e h u e s t r a s ceremoniaspero despues de haber reído,
monstruoso del orgullo y de la voluptuosidad. dinos : ¿qué hubiera sido del género humano, si no se
El hombre, como compuesto de dos sustancias, debe hubiera arrodillado delante d é l a Cruz? Compara con tu
á Dios el homenaje entero de su sér; ó hablando con el culto interior, que consiste en ejercitarse en contempla-
lenguaje profundamente fdosófico del Catecismo', debe ciones sublimes2, el culto cristiano, que consiste en ejer-
conocer á Dios, amarle y servirle; conocerle con su en- citarse en sublimes sacrificios; cuenta las virtudes que
tendimiento, amarle con.su voluntad, y servirle con sus han producido tus coloquios solitarios con el Eterno 3 , y
sentidos. La necesidad pues de un culto exterior se deriva las que produce todos los dias una sola mirada echada
de la naturaleza del h o m b r e , sér inteligente y físico. Un sobre la imágen de su Hijo,
culto puramente espiritual es el culto d e los puros espí- Mas la Religión nos manda elevar nuestro espíritu a
ritus ; es el culto de los ángeles, pero no el del h o m b r e , consideraciones aun mas sublimes. No basta admirar
que por un efecto de la unión íntima del alma con el esta maravillosa unidad de plan, esa íntima correspon-
cuerpo, no puede entrar en sociedad sea con Dios, sea con dencia que enlaza los dogmas y el culto tan estrecha-
sus semejantes, sino por medio de los órganos de sus mente como el alma humana está unida con el cuerpo :
sentidos. — « El culto que Dios pide, d i c e n 1 , es el del de manera que habiéndosenos comunicado la verdad por
» corazon. » ¿ Quién quita ya decir del mismo modo : un medio exterior, ó por la palabra, la gracia, ó la can-
« que las virtudes que Dios exige son las del corazon; » dad, se nos dé y comunique también por medios exte-
y de aquí concluir que amando interiormente al prójimo, riores, ó por los Sacramentos : es preciso además conce-
se cumple toda justicia? ¡ Qué miseria! ¡ qué compasion! bir que el Culto, en su conjunto magnífico, no es mas
como si el amor no se manifestase necesariamente con que la realización exterior de la verdad infinita y del
actos externos. El que de veras ama al hombre, le sirve; amor infinito, el mutuo don, el sacrificio efectivo de
y del mismo modo, el que a m a á Dios, sirve á Dios. El Dios al hombre, y del hombre á Dios, ó la consumación y
culto, lo mismo que la virtud, consiste en obras y accio- complemento de "su sociedad. Y en efecto, yo veo sobre
nes; y así como cada uno debe concurrir con su acción ú nuestros altares á la Verdad infinita realmente presente
obrar en las sociedades políticas á la conservación del en la persona del Verbo Encarnado, aunque oculta bajo
orden., de donde resulta la felicidad del hombre, así tam- las apariencias ó especie de pan, símbolo de la vida que
bién en la sociedad religiosa debe concurrir por su acción nos comunica, así como el mismo Verbo estaba oculto
á la conservación del o r d e n , de que resulta la gloria de bajo el velo de la naturaleza humana : veo á este Verbo
Dios : y á la manera que el culto exterior es una relación hecho carne, dándose al hombre á quien redimió con su
que dimana y procede de la. naturaleza del hombre, el sangre, y alimentándole al mismo tiempo con su cuerpo
culto público es una relación que procede y dimana de la inmolado por él, con su verdad, con su amor, con su di-
naturaleza de la sociedad. vinidad toda entera, para divinizarle á él mismo, y pre-
pararle á una unión, mas real no, pero sí mas íntima,
1 Rousseau ( E m i t e , t. III, p. 134), y también los jansenistas, di-
simulando así su odio á las prácticas exteriores.
1 Emite, p. 135. - 2 Ibid. t. III, p. 126. — 3 Ibid.
mas deliciosa, y mas durable. Así el amor infinito do eme la del linaje h u m a n o ? contemplad á los Mártires.
Dios se manifiesta por Tuia acción infinita, y la Religión K s ha muerto ¿ara salvar
sin este misterio, m e seria mas incomprensible que lo es ciso ó que el hombre perezca, o que la v erdad, la car
el misterio mismo. dad, en una palabra, Dios perezca en él, el hombre a su
Por su parte el hombre asociado al Sacerdocio eterno
á estreiiaros c
de Jesucristo \ el Hombre-Pontífice, ministro é imágen
del Pontífice-Dios, realiza exteriormente la verdad y el
rar
p i e d r a s d e l altar, comprended ahora esta s e n t e n c a :
amor infinito, por la producción del Yerbo Encarnado E al señor tu Dios, y á él solo sermras .
sobre los altares ; producción prodigiosa, que nos hace Los homenajes exteriores, la oracion todos los
participantes de la Omnipotencia divina, y que la Iglesia actos del culto son
en su lenguaje tan asombrosamente profundo expresa esníritu. El amor por necesidad se ha üe maní
por la-palóbra absoluta de Acción, porque en efecto, S u S e r i o r m e n t e ; y en vano es que sacudiendo el
ninguna otra acción puede compararse con esta acción uuao de Dios^y rompiendo los vínculos de su sociedad,
infinita que se ejerce sobre el mismo Dios. os atrevais á decir ' non serviam! A pesar vuestro sera
El hombre realiza también la Verdad infinita por la preciso servir : servirás & vuestros deseos y pasiones
profesión pública de la fe, y el amor infinito que el Espí- harefs de e las otros tantos Dioses 3 ; porque todo lo que
ritu Santo le inspira, por los actos públicos de adoracion, anteponemos á Dios, es Dios para nosotros : les tnbuta-
obediencia y anonadamiento ; por el sacrificio entero de rei^elculto que negáis al Todopoderoso. Os adorareis a
su ser, y de su razón por la fe ; de su corazon, por el en vuestra a l t a n e r a r a Z o n , y e r v —
desapropio de los bienes temporales y .perecederos ; de orgullo insensato, t» omni colle.
sus sentidos, por las prácticas de mortificación que la delante de vuestros vicios; engireis en templos; las os
ley manda ó aconseja. Así es como cumple el precepto, curas Maridas de la prostitución, sub omni Ugno fi on-
y arria á Dios con todo su entendimiento, con todo su cora- doso tu prrttíerneharis meretri'x " : serviréis vilmente,
zon, y can todas sus fuerzas ; porque su fuerza, ó sus sen- comò un pueblo envilecido sirve al tirano que casual-
tidos, no obran sino para manifestar su amor. Ahora S e b domina, basta que f ^ f f ^ ^
bien, (( el mayor esfuerzo del amor es dar su vida por ñor el torrente impetuoso de la justicia', \ayais tammea
aquel á quien se ama 1 : » este es el último, el perfecto v nára siempre, léjos de la fuente eterna del amor y del
sacrificio, y también el medio necesario para l l e g a r á à i m o bien á servir, sin esperanza, en las regiones deso-
una union perfecta con Dios. Y he aquí lo que es la muerte í d a s del odio, y en el imperio del sumo,mal.
para el cristiano, el último acto del culto que debe al Del precepto de amar al prójimo como á si mismo por
Ser Supremo. Aquí también se nota la estrecha corres- Dios d i m a n a n todas las leyes de la moral y de la socie-
pondencia del orden de la naturaleza y el sobrenatural. dad e S precepto pone, orden en las familias en e
Pero ¿ se quiere ver á la Religión triunfar de la naturaleza Estado! y entre los pueblos; porque los pueblos tienen
misma, y subordinarse el orden de la sociedad presente , D o m i n u m t u u m adorabis, et illi soli seryies. T-uc. '
al orden de la sociedad eterna? ¿Se quiere ver una re- 2 Servientes desideriis et voluptatibus v a m s . E p . M u n ì , n i , -3.
dención, si me es permitido decirlo así, mas asombrosa •s Q u o r u m Deus v e n t e r est. Ep. ad Phihp. m , 12. _
t a S u I o eonfregisti j u g u m m e u r a , r u p . s t . vincula m e a , et
1 Tu es Sacerdos in ffternum s e c u n d ù m o r d i n e m Melchisedech. diíiá ^ n o n serviam. In o m n i enim colle sublimi et s u b o m n i Ugno

Ps. Cix, 4. fide et Joan, x n , 34. Ep. ad Ikebr. v, vi, Vil, 17. —
Pontifex factus in ¡e'.ei n u m , Ibid. vi, 20.
2 Majorem liác dilectioneni n e n i o h a b e l , u t a n i r o a m s u a m p o n a t
^STim^^ S i torrens

quis pro amicis suis„ Joan, xv, l o . fortis. Amos, v , 24.


acciones, servirle; bien sea inmediatamente por el ejer-
S S & S U K » S ¡ s s cicio del culto establecido por el Mediador en la sociedad
religiosa, ó bien sea mediatamente por el ejercicio de
las virtudes morales, ó del culto que tributamos á su imá-
gen en la sociedad política. Porque nosotros nada debe-
mos al hombre en cuanto tal; y Dios es el principio y
término de todas las obligaciones. Esto se ve claramente
en el Evangelio, cuando anunciando aquel dia formida-

ssmmma
ble en que todo el linaje humano comparecerá delante
de él para oir su sentencia final, el Hombre-Dios promete
recompensar las obras de caridad y amor, y castigar las
contrarias, no precisamente porque se habrá hecho bien
ó mal al hombre, sino porque sirviendo ú oprimien-
do al hombre, se habrá servido ú oprimido al mismo
Dios: Quamdiü fecistis uní ex his fratribus meis mini-
mis, mihi fecistis quamdiu non fecistis uni de rni-
noribus his, nec mihi fecistis1. Fuera de esto, no veo ni
crimen, ni virtud ; y nada menos se necesita que estas
Mas si. la virtud es un cufoo real PI^
palabras para explicarme las que siguen:«Venid, bendi-
»tos de mi Padre.... apartaos de mí, malditos v es-
»tos irán á las penas eternas, y los j ustos á la vida eterna 2 .»
Hé aquí lo que es la Religión por respecto á Dios, y lo
que es con respecto al hombre. Mas no nos engañemos:
no pensemos que ella es un sistema sometido á nuestro
juicio: no es un sistema; es una ley, á la cual debemos
someter nuestros corazones. Así es que la primera voz
que se hace oir en la aparición del Hombre-Dios sobre
la tierra, impone silencio al sentido humano, revelando
el secreto del orden que el Mediador viene á establecer:
Gloria á Dios en las alturas de los cielos, y paz sobre la
tierra ó, los hombres de buena voluntad3. Oigamos con aten-
J s s a s s r , " » - * i ? ción : Gloria á Dios: este es el objeto principal, la causa
primera de la encarnación, porque Dios no obra sino por
sí mismo. Si envia á su Hijo, al mundo, es para'hacer
resplandecer su gloria, para manifestar su sér, dar testi-

fipHS—
•t' 1 Matth. xxv, 40, 45.
2 Venite, benedicti t Patris mei... discedile á m e , maledicli... ct
ibunt bi i 11 supplicium aíternum, jusli autem in vitam a?lernam.
Matth. xxv, 34, 41, 46.
3 Gloria in altissimis Deo, et in Ierra pax hominibus bonée volun-
taos. Luc. ii, 14,
raonio á la verdad, y extender el reino del a m o r : hé común: la voluntad también, sometiendo las pasiones á
aquí la misión del Verbo hecho carne. Mas acaso, ¿él se la obligación, ó á la ley que manda sacrificarse por sus
dirigirá á la razón? no, sino á la voluntad, porque no hermanos, pone fin á este combate. Digamos pues otra
depende de la razón el comprender, pero sí depende v e z : Paz en. la tierra á los hombres de buena voluntad, y
siempre de la voluntad el creer 1 lo que está atestiguado en el cielo hartura eterna de gloria: satiabor cum appa-
i3or el testimonio de una autoridad suficiente; depende ruerit a loria t u a , ., ,
de la voluntad amar el bien, y obedecer las leyes del or- Pero á los hombres, cuya voluntad pervertida rehusa
den. Paz á los hombres de buena voluntad. Aquellos escu- oir la palabra divina, y no quiere amar al bien infinito,
charán á Dios en su Enviado, y le glorificarán por su fe, ni obedecer al orden inmutable; guerra, guerra eterna.
por su amor y sus obras, cuya voluntad será buena, Guerra primero, consigo mismos; todos sus pensamien-
exenta de la corrupción del orgullo, principio de todo tos, a r m a d o s los unos contra los otros, se atacan, chocan
mal, y que inclinarán su corazón á creer, á amar y obe- y se destruyen hasta no quedar u n o ; y su inteligencia de-
decer", en lugar de atormentar su razón con el deseo de vastada se asemeja en su espantosa soledad a una ciudad
comprender; ó mas bien, aquellos cuya razón ilustrada silenciosa, sombría y ensangrentada, en la cual bandos
comprenderá que es sumamente racional creer sin com- encarnizados y furiosos no dejaron ser ávida. Guerra en
p r e n d e r , cuando Dios habla para revelarnos verdades su corazon, atormentado de inquietudes, devorado por
tan elevadas, que solo él es capaz de comprenderlas deseos, c o r r o í d o de remordimientos. Guerra en las lami-
perfectamente. Paz á los hombres de buena voluntad; llas, en el Estado, hecho presa miserable de las disensio-
paz, es decir, sociedad, unión con Dios, fuera del cual nes y anarquía, agitado, trastornado, desecho por conti-
no hay paz para ningún sér inteligente: yaz sobre la nuas conmociones. Guerra entre los pueblos, que u ñ o s a
tierra,' por el goce íntimo del orden que la Religión es- otros se devorarán como se devora un pedazo d_e pan
tablece en sus pensamientos, en sus afectos, obras y ac- Guerra en fin con Dios, separación de su compama odio
ciones. Lo que turba la paz dé la inteligencia es el com- mutuo, rebelión impía del hombre contra su Hacedor, a
bate del error contra la verdad, del error que nace de la quien intentará aniquilar para ponerse en su lugar. Guer-
razón orgullosa, contra la verdad que no es conocida ra hasta el dia señalado para el triunfo del orden, en el
por el testimonio del Verbo: la voluntad obligando á la cual el Eterno, extendiendo su brazo, y apoderándose de
razón á someterse, y dándola la .fe por regla, termina sus débiles enemigos, sentirán en su profunda consterna-
este combate. Lo que turba la paz del corazon, es la lu- ción la espantosa verdad de esta palabra, que se ha de
cha de la carne contra el espíritu \ del amor,desarreglado cumplir como todas las s u y a s : ¡ Cuan horrible cosa es
de nosotros mismos contra el amor de Dios, que su. Espí- caer en las manos de Dios vivos!
ritu excita en nosotros: la voluntad, cediendo á sus im-
Basta. Hemos hecho ver que la Religión, si hay una
presiones, y consumando el Sacrificio de todo nuestro
verdadera, es de una importancia infinita para el hombre,
sér á su Autor, pone término á esta lucha. Lo que turba
para la sociedad, para el mismo Dios; y con esto liemos
la paz de la sociedad, es el combate perpetuo del inte-
destruido uno de los fundamentos de la indiferencia dog-
rés individual contra el interés general, y de todos en
mática. Para acabar de destruir la base sobre que se
apoya,' probaremos que efectivamente hay una Religión
l Aunque el creer es acto del entendimiento, le acompaña la pia
mocion de la voluntad. 1 P s . x x v i , 15. .
1 Caro enim concupiscit ádversus spiritum : spiritus autem a d - 2 Devorant plebem meam sicut escam pams. Ps. \ m , H .
versus carnem : haee enim sibi invicem a d v e r s a n t e . Ep. ad tíal. 3 Horrendum est incidere in m a n u s Dei viventis, MI HteOr,
Y, 1 7 .
s , 31.
verdadera, que no hay mas que una, que esta es para to-
dos los hombres el único medio de salvación, y que todos
también pueden fácilmente discernirla de las Religiones INDICE
falsas. Pero antes conviene investigar como en nuestra
presente condicion llegamos á tener un conocimiento
DEL TOMO PRIMERO.
cierto de la verdad. En el entretanto, procuremos excitar
en nosotros el amor de esta verdad santa; porque solo el
amor da precio á la verdad. Aun cuando á fuerza de tra-
bajo llegásemos á descubrirla, si no la amásemos, no se-
" Pag-
n a para nosotros mas que una estéril opinion filosófica.
Dedicatoria. i
Mas nosotros, como Pascal, «pensamos que toda la filo- I
Discurso preliminar.
sofía junta no vale ni merece una hora de t r a b a j o » Ensayo sobre la Indiferencia en materia de Religión de M. La
Mermáis. 35
0 . S. C. S. R. E A d v e r t e n c i a de los Editores, y juicio de esta obra por M . de
Genoude. 37
Introducción al Ensayo por el autor.
1 Pense'es de Pascal, t. II, p. 23-3, édit. de 1803.
CAPÍTULO I. Consideraciones generales sobre la indiferencia
religiosa. ^3
Exposición de los tres sistemas á que se reduce la indiferencia
dogmática. ib id.
Noticia sobre la Reforma de los Protestantes [en la nota). 77
CAP. II. Reflexiones sobre el primer sistema de indiferencia,
ó sea sobre la doctrina de los que, n o viendo en la Religión
m a s que u n a institución política, no la creeir necesaria sino
83
para el pueblo.
Noticia sobre Gibbon (en la nota . 93
Reflexiones de M. Clausel sobre lo que debe la libertad de la
Europa á la España (en la nota). 104
CAP. III. Continuación de las reflexiones sobre el primer sis-
tema de indiferencia. 108
Noticia de Hobbes (en la nota). 112
Propagación extraordinaria de los libros impíos (en la nota). 114
CAP. IV. Consideraciones sobre el segundo sistema de i n -
diferencia, ó sea sobre la doctrina de aquellos, que d u -
dando de la verdad de todas las Religiones positivas, creen
que cada uno debe seguir la del país en qúfe ha nacido,
y no a d m i t e n , ni reconocen otra por incontestablemente
verdadera que la Religión natural. 122
Noticia sobre Rousseau (en la nota}. 123
Fatalismo de Rousseau, y su extravagancia para acallar sus
remordimientos. '29
Noticia sobre el deísta Chubb, modelo de Rousseau. 131
Mortandad inmensa causada por los filósofos revolucionarios
en Francia (en la nota). 135
CAP IX. importancia de la Religión mirada t o n respecto al ^
CAP. Y. Siguen las consideraciones sobre el segundo sistema ^
de indiferencia y reflexiones sobre la Religión natural. 14o
Socinianismo : noticia de sus autores (en ta nota). 145
influencia del duque regente, Felipe de Orleans, en la c o r r u p -
ción de la F r a n c i a , y como preparó así la revolución [en la sér (nota). 276
n o t a
\ ' 148 Noticia sobre el impío Deleyre (nota). 277
v
Noticia sobre Toussaint, filósofo (ib.). 8
StííSSÜSfe- - — ' —

c p s :
Id. sobre Voltaire, y su influencia en la revolución (ib.). ibid.
Fiestas monstruosas de la Razan en la revolución francesa. 153
Noticia del deísta Cherbury (nota). 15c
Id. de Blount (ib.).
Id. de Bolingbrocke (ib.). J53
Noticia sobre el filósofo La Harpe (ib.). 175 de los impíos (nota). viennais (nota). 290
CAP. VI. Consideraciones sobre el tercer sistema de indife-
rencia , ó sobre la doctrina de los que admiten una Reli-
gión revelada, pero de tal m a n e r a , que quede libertad
¿ L : Concepto í . r m a d o por M. La Mennais ( • « ) . »
1 enseña ,yáuexcepción
-para desechar las verdades que v.ivw^.vii deUVaili
l -—
gunos artículos fundamentales. jgg
Conducta de Lutero en sus principios [en la nota). 184 Castiso de los romanos y republicanos fianceses (ñora,.
Id. de sus discípulos [ib.). í85
Iglesia anglicana : supremacía de la (ib.). \ 86
Como el consentimiento general prueba la existencia de Dios. 187
Noticia de Stillingfleet (ib.). j 88
M n 108
Id. de Chillingwoith (ib.). 1g1
* f— ™c,aos 3»
Sociedades bíblicas : Proselitismo de las (ib.). 192
N o S . r o M o n t e S q u U u , , m muerte ( - ) . g
Diversidad de interpretaciones de la Escritura por los protes-
tantes (ib.). J93
Furores de Lutero contra Calvino, v de Calvino contra S e r - S í del robo , ¡ J ^
veto (ib.). m
Metodistas (ib.).
Caridad : pretexto de todos los sectarios para que se les tolere.
Noticias de Mestrezat, y Jacobo 1 de Inglaterra (ib.).
Id. de Claudio, y de Jurieu (ib.).
196
202 Z
CAP. VII. Sigue la misma materia. Exámen del sistema de de los revolucionarios contra los objetos' religiosos 5 J
los artículos f u n d a m e n t a l e s . 20S
Noticia de los Arminianos (nota). 316 T ^ c u e n c i a de su doctrin, ¡ e r ^ l c a r e - ^
Latitudinarismo, ó Racionalismo [nota). 221
La iglesia está en el estado : recta explicación de esta m á x i - P a ^ L S ' t a n á ' , llardo ^ J5G
ma, 230
P.&wrapensas y premios dados á Jas prostitutas por losaevolu- ^
CAP. VIH. Observaciones sobre la locura de los indiferentis-
tas por descuido é indolencia. 238
Exposición de los únicos principios en que se puede fundar la
indiferencia que se dice nacida de reflexión. ibid. narios (nota). 3C.0
Noticia sobre Marat, y contraste suyo con San Vicente á Paulo C.AP XI. Sigue la misma materia. :ifi|

• í"otf')- 240 Noticia sobre el impío Hume (nota).


INDICE.

C á l c u b de las víctimas de la revolución filosófica francesa *

E 68 ÍnC
t : t o t a ) : °mpatÍb,e COn 13
y - qué s e n - 362

Constantino M. , su conducta diversa despues de convertido ™

378
Divorcios : A proporcion que se extendían las doctrinas flln
a n e n í a b a ac ue os e n
« r . r " * " Francia («oí«) 381
r e s i v o de
Ä Ä r estos en ~ dei

! n t s ß t a y ,os reyes catóiicos ,os h a n prote


=¡do - - 3 8 2

IUt E P a r a 13 m 0 r a l C u a n d 0 s e l a 383
(nota) " f l a á este por base

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- P ^ ™ de la Religion con respecto á Dios. T i l

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