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MIGUEL ÁNGEL GARRIDO GALLARDO

LUIS ALBURQUERQUE GARCÍA


(Coordinadores)

EL QUIJOTE
Y EL PENSAMIENTO
TEÓRICO-LITERARIO
Actas del Congreso Internacional
celebrado en Madrid
los días del 20 al 24 de junio de 2005

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS


Madrid, 2008
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Impreso en España. Printed in Spain
POÉTICA DE LA TRADUCCIÓN EN EL QUIJOTE

TOMÁS ALBALADEJO
UAM
Madrid

Hablar de la traducción es hablar de una forma de creación lingüística y, si


se trata de traducción literaria1, es hablar de una forma de creación literaria. La
traducción es una de las más complejas e interesantes actividades de comunica-
ción lingüística, pues implica la recepción de un texto en la lengua de partida,
su interpretación y la producción de otro texto en la lengua de llegada, que es
distinto del texto que es traducido puesto que está en otra lengua y, sin embar-
go, ha de ser equivalente, de tal modo que el texto original pueda ser sustituido
por él, siendo aceptado como transformación válida del original. El resultado de
la traducción de una obra no puede ser idéntico a la obra original, pues se ha
producido una transformación con transferencia de la misma2, una transducción
en el sentido de Lubomír Doleøel3, una interpretación en función reproductiva
o representativa de acuerdo con las clases de interpretación de Emilio Betti4. La

1
Sobre la traducción en general véase VALENTÍN GARCÍA YEBRA, Teoría y práctica de la
traducción, Madrid, Gredos, 1984, 2 vols., 2ª ed. revisada, y sobre la traducción literaria
véase ESTEBAN TORRE, Teoría de la traducción literaria, Madrid, Síntesis, 1994.
2
TOMÁS ALBALADEJO, «Del texto al texto. Transformación y transferencia en la interpre-
tación literaria», en ESTANISLAO RAMÓN TRIVES y HERMINIA PROVENCIO GARRIGÓS (eds.), Es-
tudios de lingüística textual. Homenaje al Profesor Muñoz Cortés, Murcia, Universidad de
Murcia, 1998, pp. 31-46.
3
LUBOMÍR DOLEØEL, «Semiotics of Literary Communication», en Strumenti Critici, 50,
n.s., I, 1, 1986, pp. 5-48, 28 y ss.; LUBOMÍR DOLEØEL, Occidental Poetics. Tradition and Pro-
gress, Lincoln, University of Nebraska Press, 1990, pp. 167-175 (hay trad. al español de
LUIS ALBURQUERQUE: Historia breve de la Poética, Madrid, Síntesis, 1997).
4
EMILIO BETTI, La interpretación de la ley y de los actos jurídicos, trad. de JOSÉ LUIS DE
LOS MOZOS, Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado - Editoriales de Derecho Reuni-
das, 1975, pp. 40-55.
68 TOMÁS ALBALADEJO

traducción es interpretación, para Steiner traducimos siempre que interpreta-


mos, pues toda interpretación es traducción dentro de una lengua o de una len-
gua a otra5. Por su parte, Claudio Guillén considera que el traductor es en cier-
to modo un crítico literario minucioso que aclara el sentido6. La relación entre
la obra original y su traducción como obra literaria es de tensión, que se articula
sobre la dinámica relación entre la semejanza y la diferencia7.
Con la expresión ‘Poética de la traducción’ me refiero al tratamiento teóri-
co-literario y crítico-literario de la traducción del texto literario, insistiendo en
el carácter creativo-literario de la traducción, en su condición poiética y en su
inserción en el extenso campo de la Poética. Por supuesto, la traducción lite-
raria está también relacionada con la actividad receptora e interpretativa y con
el estudio de la misma, por lo que al emplear la expresión ‘Poética de la tra-
ducción’ no estoy excluyendo esta dimensión interpretativa, pero sí estoy vin-
culándola explícitamente a la imprescindible proyección hacia la creación de
la interpretación que tiene lugar en la traducción. Interpretar textos para pro-
ducir textos es lo que hacen los traductores, leer para escribir, comprender
para expresar, intentando en todo momento que el texto resultante de la acti-
vidad de traducción pueda sustituir en otra lengua adecuadamente al texto ori-
ginal. La Poética de la traducción se apoya en la Poética lingüística, según la
noción y la denominación de Antonio García Berrio, moderna Poética provis-
ta de instrumental analítico lingüístico8. Una fundamentación lingüística lite-
rariamente orientada y textualmente planteada9 es imprescindible para el aná-
lisis crítico y para la reflexión teórica sobre la traducción literaria, en cuya
dimensión lingüística un componente hermenéutico10 desempeña una activa
función. En la Poética de la traducción se incluyen las distintas perspectivas
y planteamientos que se hacen y pueden hacerse a propósito del tratamiento
teórico-crítico-literario de la traducción literaria, y respecto de la explicación

5
GEORGE STEINER, After Babel. Aspects of Language and Translation, Oxford, Oxford Uni-
versity Press, reimpr., 1977, pp. 17-48 (hay trad. al español de ADOLFO CASTAÑÓN: Después
de Babel: Aspectos del lenguaje y la traducción, Madrid, Fondo de Cultura Económica,
2001).
6
CLAUDIO GUILLÉN, Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura comparada (Ayer
y hoy), Barcelona, Tusquets, 2005, p. 324.
7
Véase UMBERTO ECO, Dire quasi la stessa cosa. Esperienze di traduzione, Milano, Bom-
piani, 2003; Tomás Albaladejo, «Similarity and Difference in Literary Translation», en
STEFANO ARDUINI y ROBERT HODGSON (eds.), Similarity and Difference in Translation, New
York - Rimini, Nida Institute for Biblical Scholarship - Guaraldi, 2004, pp. 449-461.
8
ANTONIO GARCÍA BERRIO, «La Poética lingüística y el análisis literario de textos», en
Tránsito. Revista de Poesía, h-i, 1981, pp. 11-16; ANTONIO GARCÍA BERRIO, Teoría de la Lite-
ratura (La construcción del significado poético), Madrid, Cátedra, 2ª ed. revisada y amplia-
da, 1994, pp. 39 y ss.
9
TOMÁS ALBALADEJO, «Aspectos pragmáticos y semánticos de la traducción del texto
literario», en Koiné. Quaderni di ricerca e didattica sulla traduzione e l’interpretazione, II,
1-2, 1992, pp. 179-200.
10
A propósito del carácter lingüístico de la experiencia hermenéutica, véase HANS -
GEORG GADAMER, Verdad y método, Salamanca, Sígueme, 1977, pp. 461 y ss.; HANS-GEORG
GADAMER, Verdad y método. II, Salamanca, Sígueme, 1992, pp. 225 y ss.; J OSÉ M ANUEL
CUESTA ABAD, Teoría hermenéutica y literatura (El sujeto del texto), Madrid, Visor, 1991,
pp. 54-57.
POÉTICA DE LA TRADUCCIÓN EN EL QUIJOTE 69

de ésta en relación con la literatura comparada, así como en cuanto a todo lo


que supone una relación entre traducción y literatura, como puede ser el tra-
tamiento que en algunas obras literarias se hace de la traducción. También
puede ser considerada en relación con el amplio espacio de la Poética de la
traducción la conexión existente entre la Retórica y la traducción literaria, en
lo que se refiere a la traducción de figuras y tropos y a una explicación de esta
clase de traducción que cuenta con el instrumental de las operaciones retóri-
cas11. Puede considerarse que la Poética de la traducción es la parte de la Teo-
ría de la Literatura y de la Literatura Comparada que se ocupa de la traduc-
ción literaria12.
El examen crítico de las traducciones de obras literarias y la reflexión teórica
sobre el fenómeno de la traducción literaria permiten observar desde distintas
perspectivas aspectos y rasgos de la literatura, del texto literario, de su produc-
ción y de su recepción, por el hecho de que la traducción implica la interpre-
tación literaria en una lengua determinada y la producción literaria en otra len-
gua. Muchas de las traducciones de obras literarias, especialmente de las
grandes obras literarias, ofrecen problemas clave para la reflexión y la crítica
literarias. La literariedad13 está muy estrechamente relacionada con la traduc-
ción, en la medida en que la especificidad de la obra y de la lengua literaria ha
de mantenerse en el texto resultado de la traducción, en la obra en la lengua de
llegada14. El análisis teórico-crítico de la literatura no puede dejar inalterados
los instrumentos con los que se accede a la obra literaria, por lo que el trata-
miento de la traducción literaria y la reflexión sobre la misma inciden en la
propia Teoría de la Literatura; la propuesta de una Poética de la traducción es
resultado de ello. La presencia de una perspectiva teórico-literaria y compara-
da, como la que propongo con la Poética de la traducción, por un lado, puede
contribuir a incrementar el de por sí amplísimo conjunto de perspectivas15 de

11
Véase STEFANO ARDUINI, Retorica e traduzione, Urbino, Università degli Studi di Ur-
bino, 1996; HELENA BERISTÁIN, «Poética, Retórica y traducción literaria», en HELENA BE-
RISTÁIN y MAURICIO BEUCHOT (comps.), Filosofía, Retórica e interpretación, México, Univer-
sidad Nacional Autónoma de México, 2000, pp. 129-141; Francisco Chico Rico, «Retórica
y traducción. noVhsi~ y poiV hsi~ en la traducción del texto literario», en PIERRE-YVES RAC-
CAH y BELÉN SAIZ NOEDA (eds.), Lenguas, literatura y traducción. Aproximaciones teóricas,
Madrid, Arrecife, 2001, pp. 257-285.
12
Claudio Guillén se refiere a la Poética histórica de la traducción como consideración
de las traducciones históricamente, con inclusión de su itinerario ético, de sus presupues-
tos y de los criterios que las dirigen, dentro de la historia de la traducción; cfr. CLAUDIO
GUILLÉN, Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura comparada (Ayer y hoy), cit.,
p. 327. Mi planteamiento de Poética de la traducción es de base teórico-literaria, sin ex-
cluir el examen diacrónico de la traducción.
13
ANTONIO GARCÍA BERRIO, «Lingüística, literaridad/poeticidad (Gramática, Pragmática,
Texto)» en 1616. Anuario de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, 2,
1979, pp. 125-170; ANTONIO GARCÍA BERRIO y TERESA HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, Crítica Lite-
raria. Iniciación al estudio de la literatura, Madrid, Cátedra, 2004, pp. 43 y ss.
14
TOMÁS ALBALADEJO, «Especificidad del texto literario y traducción», en CONSUELO GON-
ZALO GARCÍA y VALENTÍN GARCÍA YEBRA (eds.), Manual de documentación para la traducción
literaria, Madrid, Arco/Libros, 2005, pp. 45-58.
15
Véase ANTONIO GARCÍA BERRIO, Teoría de la Literatura (La construcción del signifi-
cado poético), cit.; DARÍO VILLANUEVA (comp.), Avances en Teoría de la Literatura: Estéti-
70 TOMÁS ALBALADEJO

la Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada, al insistir en un aspecto


de la literatura tan importante como es la traducción; por otro lado, puede pro-
porcionar a los estudios de traducción un instrumental teórico-literario o poten-
ciar el ya existente en dichos estudios y puede contribuir al futuro y a la deter-
minación crítica de las posibilidades y los límites de la traducción16.

II

Roman Jakobson ha establecido una ya clásica distinción entre tres tipos de


traducción: traducción interlingüística, traducción intralingüística y traduc-
ción intersemiótica17. La traducción interlingüística es la que llamamos tra-
ducción sin adjetivarla, es la traducción de una lengua a otra lengua, es la
traducción por antonomasia. La traducción intralingüística es la que se produce
dentro de una misma lengua, es la que se da en la paráfrasis o en la defini-
ción. La traducción intersemiótica o transmutación es para Jakobson la trans-
formación de signos verbales en signos no verbales, si bien esta clase de tra-
ducción puede ampliarse a la transformación de un texto de un sistema de
signos en un texto de otro sistema de signos, es el caso, por ejemplo, de la crea-
ción de una obra literaria a partir de una obra pictórica.
Estas tres clases de traducción están relacionadas con el Quijote, tanto en
lo que se refiere a la presencia de la traducción en la propia novela como a la
traducción de ésta a otras lenguas. En el Quijote hay traducción intralingüís-
tica cuando, dentro de la misma lengua, se dan explicaciones metalingüísticas,
mediante las cuales se traduce de un código sociolingüístico particular al có-
digo común. Es lo que sucede en el episodio de los galeotes, en el capítulo XXII
de la primera parte del Quijote, cuando, al no comprender don Quijote deter-
minadas expresiones de los galeotes, éstas le son explicadas:

–No son los amores como los que vuestra merced piensa –dijo el ga-
leote–; que los míos fueron que quise tanto a una canasta de colar,
atestada de ropa blanca, que la abracé conmigo tan fuertemente que,
a no quitármela la justicia por fuerza, aún hasta agora no la hubiera
dejado de mi voluntad. Fue en fragante, no hubo lugar de tormento;
concluyóse la causa, acomodáronme las espaldas con ciento, y por
añadidura tres precisos de gurapas, y acabóse la obra.

ca de la Recepción, Pragmática, Teoría Empírica y Teoría de los Polisistemas, Santiago de


Compostela, Universidad de Santiago, 1994; ANTONIO GARCÍA BERRIO y TERESA HERNÁN-
DEZ FERNÁNDEZ, Crítica Literaria. Iniciación al estudio de la literatura, cit.; MIGUEL ÁNGEL
GARRIDO GALLARDO, Nueva introducción a la Teoría de la Literatura, Madrid, Síntesis, 2004.
16
Véase MARÍA CARMEN ÁFRICA VIDAL CLARAMONTE, El futuro de la traducción: últimas
teorías, nuevas aplicaciones, Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 1998; MARÍA CARMEN
ÁFRICA VIDAL CLARAMONTE, En los límites de la traducción, Granada, Comares, 2004.
17
ROMAN JAKOBSON, «En torno a los aspectos lingüísticos de la traducción», en ROMAN
JAKOBSON, Ensayos de lingüística general, trad. española de JOSEP MARIA PUJOL y SEM CA-
BANES, Barcelona, Seix Barral, 1974, pp. 67-77.
POÉTICA DE LA TRADUCCIÓN EN EL QUIJOTE 71

–¿Qué son gurapas? –preguntó don Quijote.


–Gurapas son galeras –respondió el galeote18.

En este mismo capítulo tiene lugar un diálogo con intervención de don


Quijote, un galeote y uno de los guardianes, en el que se produce un efecto
humorístico por la separación sociolingüística entre don Quijote y el galeote,
dándose traducción intralingüística como en el ejemplo anterior:

[...] Lo mesmo preguntó don Quijote al segundo, el cual no respondió


palabra, según iba de triste y malencónico; mas respondió por él el
primero, y dijo:
–Éste, señor, va por canario; digo, por músico y cantor.
–Pues ¿cómo –repitió don Quijote–, por músicos y cantores van
también a galeras?
–Sí, señor –respondió el galeote–, que no hay peor cosa que cantar
en el ansia.
–Antes, he yo oído decir –dijo don Quijote– que quien canta sus ma-
les espanta.
–Acá es al revés –dijo el galeote–, que quien canta una vez llora toda
la vida.
–No lo entiendo –dijo don Quijote.
Mas una de las guardas le dijo:
–Señor caballero, cantar en el ansia se dice, entre esta gente non
santa, confesar en el tormento. A este pecador le dieron tormento y
confesó su delito, que era ser cuatrero, que es ser ladrón de bestias,
y, por haber confesado, le condenaron por seis años a galeras, amén
de docientos azotes que ya lleva en las espaldas. Y va siempre pensa-
tivo y triste, porque los demás ladrones que allá quedan y aquí van le
maltratan y aniquilan, y escarnecen y tienen en poco, porque confesó
y no tuvo ánimo de decir nones19.

La traducción intersemiótica está aquí al servicio del contraste entre la com-


petencia lingüística de don Quijote y el código sociolingüístico de los galeotes,
al que se refiere el guardián con «se dice entre esta gente non santa», contraste
que contribuye a la presentación del protagonista como desconocedor de di-
cho código y también de otros aspectos de la realidad que le rodea.
En el Quijote se encuentra un peculiar acto de traducción intersemiótica en
el capítulo XXVI de la segunda parte, el del episodio del retablo de maese Pe-
dro. Lo que se relata en este capítulo es la transformación en signos verbales
de las escenas y personajes que aparecen en el retablo, es decir, la traducción
a lenguaje verbal de una construcción de signos visuales. En este sentido es
importante que Cervantes se refiere al criado de maese Pedro que relata lo que
sucede en el teatrillo como ‘trujamán’ y como ‘intérprete’. ‘Trujamán’ (también
‘trujimán’ y ‘truchimán’), que significa ‘intérprete’, ‘traductor’, es palabra de
origen árabe (turyuman), está relacionada con el verbo taryama, ‘traducir’:

18
MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha, en MIGUEL DE CERVANTES, Obras
completas, edición de FLORENCIO SEVILLA ARROYO, Madrid, Castalia, 1999, 2ª ed., I, XXII,
p. 207.
19
Ibidem, I, XXII, pp. 207-208.
72 TOMÁS ALBALADEJO

Puestos, pues, todos cuantos había en la venta, y algunos en pie, fron-


teros del retablo, y acomodados don Quijote, Sancho, el paje y el pri-
mo en los mejores lugares, el trujamán comenzó a decir lo que oirá y
verá el que le oyere o viere el capítulo siguiente20.

Hay que tener en cuenta las implicaciones aurales y visuales que en las ante-
riores líneas, finales del capítulo XXV, hay en el anuncio del capítulo siguiente
(«lo que oirá y verá el que le oyere o viere»). Más adelante, llama ‘intérprete’ al
muchacho: «No respondió nada el intérprete; antes, prosiguió, diciendo: [...]»21.
El criado de maese Pedro va expresando lingüísticamente el espectáculo que
aparece en el retablo, el relato de Gaiferos y Melisendra; va traduciendo a sig-
nos lingüísticos una construcción dinámica de signos visuales:

–Esta verdadera historia que aquí a vuesas mercedes se representa es


sacada al pie de la letra de las corónicas francesas y de los romances
españoles que andan en boca de las gentes, y de los muchachos, por
esas calles. Trata de la libertad que dio el señor don Gaiferos a su es-
posa Melisendra, que estaba cautiva en España, en poder de moros, en
la ciudad de Sansueña, que así se llamaba entonces la que hoy se lla-
ma Zaragoza; y vean vuesas mercedes allí cómo está jugando a las ta-
blas don Gaiferos, según aquello que se canta:
Jugando está a las tablas don Gaiferos,
que ya de Melisendra está olvidado.
Y aquel personaje que allí asoma, con corona en la cabeza y cep-
tro en las manos, es el emperador Carlomagno [...]22.

Son constantes las expresiones que indican que se está viendo la historia que
el intérprete está narrando: «Miren vuestras mercedes también cómo el em-
perador vuelve las espaldas y deja despechado a don Gaiferos, el cual ya
ven cómo arroja, impaciente de la cólera, lejos de sí el tablero y las tablas»23,
«Veis cómo vuelven las espaldas y salen de la ciudad, y alegres y regocijados
toman de París la vía»24, «Miren cuánta y cuán lúcida caballería sale de la ciu-
dad en siguimiento de los dos católicos amantes»25. Incluso se hacen visibles los
sonidos, en una sinestesia que funciona al servicio de la situación de traducción
intersemiótica: «Veis también cómo los relinchos del caballo dan señales que va
contento con la valiente y hermosa carga que lleva en su señor y en su señora»26.
En cuanto a la traducción interlingüística, en el Quijote son varios los pasa-
jes en los que se trata de ésta27. En el capítulo VI de la primera parte, al refe-

20
Ibidem, II, XXV, p. 390.
21
Ibidem, II, XXVI, p. 391.
22
Ibidem, II, XXVI, p. 390.
23
Ibidem.
24
Ibidem, II, XXVI, p. 391.
25
Ibidem.
26
Ibidem.
27
Véase el importante estudio de MOHAMED EL-MADKOURI MAATAOUI, «Imagen de la tra-
ducción y del traductor en el Quijote», en MIGUEL ÁNGEL VEGA CERNUDA (ed.), ¿Qué «Qui-
jote» leen los europeos?, Madrid, Instituto Universitario de Lenguas Modernas y Traduc-
tores de la Universidad Complutense, 2005, pp. 107-119
POÉTICA DE LA TRADUCCIÓN EN EL QUIJOTE 73

rirse el cura, que está haciendo el escrutinio de la biblioteca de don Quijote, a


las traducciones del Orlando furioso de Ariosto, emite una valoración negativa
sobre las mismas y sobre las traducciones de obras en verso en general:

–Ya conozco a su merced –dijo el cura–. Ahí anda el señor Reinaldos de


Montalbán con sus amigos y compañeros, más ladrones que Caco, y los
doce Pares, con el verdadero historiador Turpín; y en verdad que estoy
por condenarlos no más que a destierro perpetuo, siquiera porque tie-
nen parte de la invención del famoso Mateo Boyardo, de donde tam-
bién tejió su tela el cristiano poeta Ludovico Ariosto; al cual, si aquí le
hallo, y que habla en otra lengua que la suya, no le guardaré respeto
alguno; pero si habla en su idioma, le pondré sobre mi cabeza.
–Pues yo le tengo en italiano –dijo el barbero–, mas no le en-
tiendo.
–Ni aun fuera bien que vos le entendiérades –respondió el cura–, y
aquí le perdonáramos al señor capitán que no le hubiera traído a Es-
paña y hecho castellano; que le quitó mucho de su natural valor, y lo
mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver
en otra lengua: que, por mucho cuidado que pongan y habilidad que
muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer naci-
miento28.

Sin embargo, el cura hace una valoración positiva de las traducciones de


Ovidio hechas por Barahona de Soto:

Cansóse el cura de ver más libros; y así, a carga cerrada, quiso que to-
dos los demás se quemasen; pero ya tenía abierto uno el barbero, que
se llamaba Las lágrimas de Angélica.
–Lloráralas yo –dijo el cura en oyendo el nombre– si tal libro hu-
biera mandado quemar; porque su autor fue uno de los famosos poe-
tas del mundo, no sólo de España, y fue felicísimo en la traducción de
algunas fábulas de Ovidio29.

En la segunda parte del Quijote se halla el interesante episodio de la visita


del protagonista a una imprenta en Barcelona, en la que se encuentra con un
traductor que está atento a la impresión de una traducción suya del italiano.
En las palabras que don Quijote dirige al traductor está la conocida valoración
de las traducciones según las lenguas de las que se hacen; don Quijote elogia
el trabajo del traductor, pero introduce una adversativa («Pero, con todo
esto,...») en la que lo limita en función de la lengua de partida:

–Osaré yo jurar –dijo don Quijote– que no es vuesa merced conocido


en el mundo, enemigo siempre de premiar los floridos ingenios ni los
loables trabajos. ¡Qué de habilidades hay perdidas por ahí! ¡Qué de
ingenios arrinconados! ¡Qué de virtudes menospreciadas! Pero, con
todo esto, me parece que el traducir de una lengua en otra, como no
sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es como quien mira
los tapices flamencos por el revés, que, aunque se veen las figuras, son
llenas de hilos que las escurecen, y no se veen con la lisura y tez de

28
MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha, ed. cit., I, VI, p. 163.
29
Ibidem, I, VII, p. 165.
74 TOMÁS ALBALADEJO

la haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución,


como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro
papel. Y no por esto quiero inferir que no sea loable este ejercicio del
traducir; porque en otras cosas peores se podría ocupar el hombre, y
que menos provecho le trujesen. Fuera desta cuenta van los dos famo-
sos traductores: el uno, el doctor Cristóbal de Figueroa, en su Pastor
Fido, y el otro, don Juan de Jáurigui, en su Aminta, donde felizmente
ponen en duda cuál es la traducción o cuál el original30.

Junto al juicio expresado por don Quijote sobre las traducciones de distintas
lenguas, es de interés la valoración que hace «fuera desta cuenta» de dos auto-
res y traductores y de sus traducciones del italiano: la traducción de Cristóbal de
Figueroa de Il pastor Fido de Guarini y la que Juan de Jáuregui hizo de Aminta
de Tasso, insistiendo en la consideración de estas traducciones como obras de
creación, al hacerse difícil distinguir el original de la traducción. En relación con
esto, no hay que olvidar que, en muchas ocasiones, traducciones de obras lite-
rarias se han incorporado a las literaturas de las lenguas a las que se han hecho,
llegando a formar parte de estas literaturas como obras propias de las mismas.

III

Pero, en mi opinión, el mayor interés para la Poética de la traducción lo


ofrece la propia construcción ficcional31 del Quijote. Como es sabido, Cervan-
tes se sirve del artificio narrativo que consiste en presentar el texto de la no-
vela como la traducción de una obra en árabe en la que Cide Hamete Benen-
geli cuenta la historia de don Quijote. El artificio es explicitado en el capítulo
IX de la primera parte, si bien anteriormente el narrador se refiere al «autor
desta historia»32 o primer autor, aunque no aparece con nombre propio, exis-
tiendo un «segundo autor desta obra»33, el propio Cervantes, que ha creado la
ficción de la existencia de un primer autor. El episodio del vizcaíno queda in-
terrumpido al final del capítulo VIII al no proseguir la fuente ficticia, por no
haber encontrado su autor nada más escrito de la historia de don Quijote. Es
en el capítulo IX en el que se relata cómo el narrador principal, trasunto del
propio Miguel de Cervantes, encuentra en Toledo un cartapacio en árabe con
la continuación de la historia de don Quijote de la Mancha. Un morisco alja-
miado, es decir, conocedor del castellano, es quien lo traduce y le permite sa-
ber que tiene delante la historia de don Quijote:

Cuando yo oí decir «Dulcinea del Toboso», quedé atónito y suspenso,


porque luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la

30
Ibidem, II, LXII, p. 481.
31
Sobre ficción y construcción ficcional, véase TOMÁS ALBALADEJO, Semántica de la na-
rración: la ficción realista, Madrid, Taurus, 1992; FRANCISCO JAVIER RODRÍGUEZ PEQUEÑO,
Ficción y géneros literarios (Los géneros literarios y los fundamentos referenciales de la obra),
Madrid, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1995.
32
MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha, ed. cit., I, VIII, p. 169.
33
Ibidem.
POÉTICA DE LA TRADUCCIÓN EN EL QUIJOTE 75

historia de don Quijote. Con esta imaginación, le di priesa que leyese


el principio, y, haciéndolo ansí, volviendo de improviso el arábigo en
castellano, dijo que decía: Historia de don Quijote de la Mancha, escri-
ta por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo34.

A continuación se relata la adquisición de los cartapacios por el narrador


principal (y personaje de la obra) y su acuerdo con el traductor para que le
tradujese del árabe al castellano todo lo que se refiriese a don Quijote:

Apartéme luego con el morisco por el claustro de la iglesia mayor, y ro-


guéle me volviese aquellos cartapacios, todos los que trataban de don
Quijote, en lengua castellana, sin quitarles ni añadirles nada, ofrecién-
dole la paga que él quisiese. Contentóse con dos arrobas de pasas y dos
fanegas de trigo, y prometió de traducirlos bien y fielmente y con mu-
cha brevedad. Pero yo, por facilitar más el negocio y por no dejar de la
mano tan buen hallazgo, le truje a mi casa, donde en poco más de mes
y medio la tradujo toda, del mesmo modo que aquí se refiere35.

La ficcionalización de la traducción es un paso necesario para la continua-


ción de la novela. Con ello, ya puede seguir Cervantes con el relato del episo-
dio del vizcaíno, pues dispone de la traducción castellana del original árabe de
Cide Hamete Benengeli.
La literatura ofrece la posibilidad de la ficcionalización, en la literatura se
representa la ficción del mundo y, en tanto en cuanto la escritura forma parte
del mundo, también se ficcionaliza la escritura, lo cual implica ficcionalizar la
instancia autora y la instancia lectora. Autores y lectores, como participantes
en la escritura ficcionalizada, se incorporan así como seres ficcionales a la
propia obra literaria. Cuando la escritura ficcionalizada es traducción, el con-
junto de comunicantes se complica, llegando a ser ficcionalizados no solamente
el autor y los lectores del texto original, sino también el traductor; esto es lo
que sucede en el Quijote. Cide Hamete Benengeli es un personaje de ficción,
como lo es el traductor que traduce sus escritos del árabe al castellano y que,
por tanto, es lector del texto del autor árabe y productor de la traducción al
castellano.
Pero hay más traducción ficcionalizada en el Quijote. Dentro del propio texto
de Cide Hamete Benengeli que es traducido, está la historia del cautivo, en la
que hay actividad de traducción como la que lleva a cabo uno de los renega-
dos a petición del cautivo, Ruy Pérez de Viedma:

»Pues uno de los renegados que he dicho era este mi amigo, el cual
tenía firmas de todas nuestras camaradas, donde le acreditábamos
cuanto era posible; y si los moros le hallaran estos papeles, le quema-
ran vivo. Supe que sabía muy bien arábigo, y no solamente hablarlo,
sino escribirlo; pero, antes que del todo me declarase con él, le dije que
me leyese aquel papel, que acaso me había hallado en un agujero de
mi rancho. Abrióle, y estuvo un buen espacio mirándole y construyén-
dole, murmurando entre los dientes. Preguntéle si lo entendía; díjome

34
Ibidem, I, IX, p. 170.
35
Ibidem, I, IX, pp. 170-171.
76 TOMÁS ALBALADEJO

que muy bien, y, que si quería que me lo declarase palabra por pala-
bra, que le diese tinta y pluma, porque mejor lo hiciese. Dímosle lue-
go lo que pedía, y él poco a poco lo fue traduciendo, y, en acabando,
dijo: “Todo lo que va aquí en romance, sin faltar letra, es lo que con-
tiene este papel morisco: y hase de advertir que adonde dice Lela Ma-
rién quiere decir Nuestra Señora la Virgen María”.
»Leímos el papel, y decía así:
Cuando yo era niña, tenía mi padre una esclava, la cual en mi len-
gua me mostró la zalá cristianesca [...]»36.

El renegado traduce del árabe al castellano en la narración de una historia


que es verdadera respecto de la narración de Cide Hamete Benengeli, aunque
en realidad se trata de una narración tan ficcional como la de éste. La ficcio-
nalización de la traducción contribuye a la creación en los receptores de un
efecto de superación de la lejanía lingüística y de conciencia de la comunica-
ción que es posible por la acción de traducir37. Esto sucede tanto en la narra-
ción general del Quijote como en el relato inserto de la vida y sucesos del cau-
tivo; en ambos casos, la lengua de la que se traduce es el árabe, lengua lejana
y a la vez cercana, por la confrontación histórica y por la proximidad geográ-
fica y de convivencia entre las dos culturas38.
La traducción es una actividad al servicio de la comunicación; la traducción
hace posible y facilita la comunicación entre personas que no poseen la com-
petencia de la misma lengua, pero también produce interferencias, que actúan

36
Ibidem, I, XL, p. 279.
37
El bachiller Sansón Carrasco, dirigiéndose a don Quijote, hace un elogio de la la-
bor de Cide Hamete Benengeli y de quien promovió la traducción de la obra de éste, que
no es otro que el «segundo autor desta obra», el narrador principal y trasunto de Cervan-
tes: «–Deme vuestra grandeza las manos, señor don Quijote de la Mancha; que, por el
hábito de San Pedro que visto, aunque no tengo otras órdenes que las cuatro primeras,
que es vuestra merced uno de los más famosos caballeros andantes que ha habido, ni aun
habrá, en toda la redondez de la tierra. Bien haya Cide Hamete Benengeli, que la histo-
ria de vuestras grandezas dejó escrita, y rebién haya el curioso que tuvo cuidado de ha-
cerlas traducir de arábigo en nuestro vulgar castellano, para universal entretenimiento de
las gentes», ibidem, II, III, p. 332. El bachiller no incluye en su elogio al traductor; sin
embargo, más adelante equipara elogiosamente el texto original, que es debido a su au-
tor ficcional, y el texto en castellano, que atribuye al narrador principal o autor segun-
do, pero, al ser deudor el trabajo de éste de la labor del traductor, se puede considerar
que éste está implícito en la equiparación elogiosa: «–Si por buena fama y si por buen
nombre va –dijo el bachiller–, solo vuestra merced lleva la palma a todos los caballeros
andantes; porque el moro en su lengua y el cristiano en la suya tuvieron cuidado de pin-
tarnos muy al vivo la gallardía de vuestra merced, el ánimo grande en acometer los peli-
gros, la paciencia en las adversidades y el sufrimiento, así en las desgracias como en las
heridas, la honestidad y continencia en los amores tan platónicos de vuestra merced y de
mi señora doña Dulcinea del Toboso», ibidem, II, III, p. 333.
38
Hay que tener en cuenta la presencia en la memoria de la importancia que en Es-
paña, en las zonas de la frontera entre el territorio cristiano y el territorio árabe, tuvie-
ron en la Edad Media los intérpretes de árabe y castellano, que también se ocupaban
de negociar los rescates de personas cautivas. Véase MERCEDES ABAD MERINO, «Exeas y
alfaqueques: Aproximación a la figura del intérprete de árabe en el periodo fronterizo
(ss. XIII-XIV)», en RAMÓN ALMELA PÉREZ, DOLORES A. IGUALADA BELCHÍ, JOSÉ M. JIMÉNEZ CANO
y AGUSTÍN VERA LUJÁN (coords.), Homenaje al Profesor Estanislao Ramón Trives, Murcia,
Universidad de Murcia, 2004, 2 vols., Vol. I, pp. 35-50.
POÉTICA DE LA TRADUCCIÓN EN EL QUIJOTE 77

de manera diferente según se trate de una traducción literaria o de una traduc-


ción no literaria39. El traductor ficcional que vierte del árabe al castellano el
texto de Cide Hamete Benengeli no se limita a traducir, sino que interviene en
el texto; así, decide qué deja sin traducir, como se aprecia en este pasaje del
capítulo XVIII de la segunda parte, en el que se omite la descripción de la casa
del Caballero del Verde Gabán, don Diego de Miranda:

Aquí pinta el autor todas las circunstancias de la casa de don Diego,


pintándonos en ellas lo que contiene una casa de un caballero labra-
dor y rico; pero al traductor de esta historia le pa[re]ció pasar estas y
otras semejantes menudencias en silencio, porque no venían bien con
el propósito principal de la historia, la cual más tiene su fuerza en la
verdad que en las frías digresiones40.

El criterio según el cual el traductor ha intervenido al suprimir detalles y


circunstancias «porque no venían bien con el propósito principal de la histo-
ria», aunque estuvieran presentes en el texto original, es apoyado por el narra-
dor principal, trasunto de Cervantes, que es quien recibe e interpreta en pri-
mera instancia la traducción ficcional de la obra ficcional de Cide Hamete
Benengeli y quien narra a partir de su recepción e interpretación, dentro de la
ficción, de aquélla.
En la narración aparecen otras intervenciones del traductor aljamiado. Es
de gran interés la que hace el traductor interpretando y justificando un jura-
mento cristiano de Cide Hamete Benengeli en el comienzo del capítulo XXVII
de la segunda parte, que podría resultar poco creíble. El narrador principal o
segundo autor hace suyas la interpretación y la justificación del traductor:

Entra Cide Hamete, coronista desta grande historia, con estas palabras
en este capítulo: «Juro como católico cristiano...»; a lo que su traduc-
tor dice que el jurar Cide Hamete como católico cristiano, siendo él
moro, como sin duda lo era, no quiso decir otra cosa sino que, así
como el católico cristiano cuando jura, jura, o debe jurar, verdad, y
decirla en lo que dijere, así él la decía, como si jurara como cristiano
católico, en lo que quería escribir de don Quijote, especialmente en
decir quién era maese Pedro, y quién el mono adivino que traía admi-
rados todos aquellos pueblos con sus adivinanzas41.

El traductor aljamiado, que no deja de ser un personaje del Quijote, da cuen-


ta de las anotaciones al margen escritas por Cide Hamete Benengeli:
39
TOMÁS ALBALADEJO, «Traducción e interferencias comunicativas», en Hermeneus. Re-
vista de Traducción e Interpretación, 2001, 3, pp. 39-58.
40
MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha, ed. cit., II, XVIII, p. 368. La omi-
sión del traductor contrasta con el hábito narrativo del autor del texto original: «Fuera
de que Cide Mahamate Benengeli fue historiador muy curioso y muy puntual en todas las
cosas; y échase bien de ver, pues las que quedan referidas, con ser tan mínimas y tan ra-
teras, no las quiso pasar en silencio; de donde podrán tomar ejemplo los historiadores
graves, que nos cuentan las acciones tan corta y sucintamente que apenas nos llegan a los
labios, dejándose en el tintero, ya por descuido, por malicia o ignorancia, lo más sustan-
cial de la obra», ibidem, I, XVI, p. 188. En otro pasaje se lee: «Dice Cide Hamete, pun-
tualísimo escudriñador de los átomos desta verdadera historia [...]», ibidem, II, L, p. 447.
41
Ibidem, II, XXVII, p. 393.
78 TOMÁS ALBALADEJO

Dice el que tradujo esta grande historia del original, de la que escri-
bió su primer autor Cide Hamete Benengeli, que, llegando al capítulo
de la aventura de la cueva de Montesinos, en el margen dél estaban
escritas, de mano del mesmo Hamete, estas mismas razones:
«No me puedo dar a entender, ni me puedo persuadir, que al vale-
roso don Quijote le pasase puntualmente todo lo que en el antecedente
capítulo queda escrito [...]»42.

Si en otra ocasión el traductor omite circunstancias presentes en el texto


original, en este caso traduce lo escrito por el autor ficcional, aunque no for-
me propiamente parte del texto, al tratarse de una anotación marginal.
En el conjunto comunicativo que forman el texto de Cide Hamete Benen-
geli, la traducción del morisco aljamiado y la narración del narrador principal,
se da una curiosa relación metacomunicativa, en la que el autor ficcional ori-
ginal llega a opinar sobre la traducción de su texto en un capítulo concreto,
el XLIV de la segunda parte, en cuyo comienzo se lee:
Dicen que en el propio original desta historia se lee que, llegando Cide
Hamete a escribir este capítulo, no le tradujo su intérprete como él le
había escrito, que fue un modo de queja que tuvo el moro de sí mis-
mo, por haber tomado entre manos una historia tan seca y tan limi-
tada, como esta de don Quijote, por parecerle que siempre había de
hablar dél y de Sancho, sin osar estenderse a otras digresiones y epi-
sodios más graves y más entretenidos43.

Cervantes lleva al extremo la relación entre el texto original y la traducción,


con la situación imposible de doble precedencia entre ésta y aquél, la cual
puede interpretarse en el sentido de que en el Quijote no hay traducción si no
hay original y no hay original (en la forma que tiene en el capítulo menciona-
do) si no hay traducción. Considero que éste, lejos de ser un fragmento sin
sentido, es un fragmento clave en la configuración del Quijote como novela, en
relación con lo que más adelante expondré.
Que tanto el autor ficcional Cide Hamete Benengeli como el traductor fic-
cional aparezcan en la narración se explica por el hecho de que lo que Cervan-
tes nos presenta en su narración del Quijote no es en todos sus términos la
traducción que a cambio de dos arrobas de pasas y dos fanegas de trigo ha
hecho dicho traductor, sino un texto que el narrador principal construye a
partir de dicha traducción. De este modo, en el último capítulo del Quijote (ca-
pítulo LXXIV de la segunda parte) el narrador se refiere a la intención de Cide
Hamete Benengeli de impedir, con la muerte del protagonista, que otro autor
«le resucitase falsamente, y hiciese inacabables historias de sus hazañas»44 así
como a la razón de que no quisiera precisar de qué lugar de la Mancha era45.

42
Ibidem, II, XXIV, p. 384.
43
Ibidem, II, XLIV, p. 430.
44
Ibidem, II, LXXIV, p. 505. Cervantes transfiere a Cide Hamente Benengeli su temor
de que el autor del Quijote apócrifo volviera a escribir otra novela sobre don Quijote. Véase
ALFONSO M ARTÍN JIMÉNEZ , Cervantes y Pasamonte. La réplica cervantina al «Quijote» de
Avellaneda, Madrid, Biblioteca Nueva, 2005, pp. 249-252.
45
MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha, ed. cit., II, LXXIV, p. 505.
POÉTICA DE LA TRADUCCIÓN EN EL QUIJOTE 79

El narrador principal interpreta así determinadas actitudes del autor ficcional,


que conoce por la traducción de su texto.
Puesto que la traducción es una forma de transducción y siendo así que
la narración del Quijote está hecha por el narrador a partir de su interpreta-
ción de la traducción ficcional hecha por el traductor ficcional del texto fic-
cional de Cide Hamete Benengeli, en la novela de Cervantes encontramos no
sólo transducción ficcional, sino también metatransducción ficcional: el narra-
dor principal lleva a cabo una transducción ficcional (su interpretación de la
traducción hecha por el morisco aljamiado) de otra transducción ficcional (la
mencionada traducción). Ello sin perjuicio del hecho de que la mayor parte del
texto de la narración puede entenderse que es la transcripción que el narrador
principal o segundo autor hace de la traducción al castellano del texto de Cide
Hamete Benengeli. Como ejemplo de la combinación de la interpretación ex-
plícita de la obra de Cide Hamete Benengeli traducida con la transcripción li-
teral de ésta, véase el comienzo del capítulo VIII de la segunda parte:

«¡Bendito sea el poderoso Alá! –dice Hamete Benengeli al comienzo


deste octavo capítulo–. ¡Bendito sea Alá!», repite tres veces; y dice que
da estas bendiciones por ver que tiene ya en campaña a don Quijote
y a Sancho, y que los letores de su agradable historia pueden hacer
cuenta que desde este punto comienzan las hazañas y donaires de don
Quijote y de su escudero; persuádeles que se les olviden las pasadas
caballerías del Ingenioso Hidalgo, y pongan los ojos en las que están
por venir, que desde agora en el camino del Toboso comienzan, como
las otras comenzaron en los campos de Montiel, y no es mucho lo que
pide para tanto como él promete; y así prosigue diciendo:
Solos quedaron don Quijote y Sancho, y, apenas se hubo apartado
Sansón, cuando comenzó a relinchar Rocinante y a sospirar el rucio,
que de entrambos, caballero y escudero, fue tenido a buena señal [...]»46.

«¡Bendito sea el poderoso Alá!», «¡Bendito sea Alá!» y el texto de la narra-


ción a partir de «Solos quedaron don Quijote y Sancho» son reproducción li-
teral de la traducción ficcional del árabe al castellano, frente al también fic-
cional resumen de ésta (y del texto ficcional original) que se hace en el primer
párrafo del capítulo mencionado.
El recurso cervantino de la presentación de la narración como resultado de
una traducción al castellano de un texto original en árabe tiene una función
decisiva en la configuración del Quijote. Como consecuencia de la utilización
de este recurso, se puede considerar que la novela existe gracias a la traduc-
ción, sin la cual, al menos en la forma en la que la escribió Cervantes, habría
terminado en el capítulo VIII de la primera parte, pero, a la vez, se puede con-
siderar que la traducción (así como el propio original que es traducido) existe
gracias a la novela, en tanto en cuanto es una traducción ficcional que debe
su existencia a su intensionalización47 en la novela de Cervantes. Este plantea-
miento es acorde con el antes referido fragmento del comienzo del capítulo

46
Ibidem, II, VIII, p. 343.
47
Es decir, la transformación de la extensión en intensión; sobre la intensionalización,
véase TOMÁS ALBALADEJO, Semántica de la narración: la ficción realista, cit., pp. 27 y ss.
80 TOMÁS ALBALADEJO

XLIV de la segunda parte, en la que el texto original es deudor de la traduc-


ción y ésta lo es a su vez de aquél, lo que hace de dicho fragmento un impor-
tante elemento funcional en el conjunto del Quijote. La traducción es así im-
prescindible para la configuración del Quijote y el texto novelesco es lo que hace
posible la traducción y el propio original de Cide Hamete Benengeli. Esta re-
flexión sobre la función de la traducción ficcional en el Quijote lleva a la inter-
pretación de que en esta novela Cervantes plantea que sin la traducción no
existe el mundo novelesco, al menos tal como él lo crea y expresa en esta obra.

IV

No se puede dejar de tomar en consideración el hecho de las numerosas


traducciones del Quijote a otras lenguas. El Quijote de 1605, es decir, la pri-
mera parte, fue traducido muy pronto a otras lenguas, la traducción inglesa de
Shelton se publicó en 1612 y la francesa de Oudin en 1614. En las palabras con
las que el bachiller Sansón Carrasco se dirige a don Quijote en el capítulo III
de la segunda parte, que, como es sabido, se publicó en 1615, aquel personaje
alude a la posibilidad de que se hagan traducciones a otras lenguas:

Hízole levantar don Quijote y dijo:


–Desa manera, ¿verdad es que hay historia mía, y que fue moro y
sabio el que la compuso?
–Es tan verdad, señor –dijo Sansón–, que tengo para mí que el día
de hoy están impresos más de doce mil libros de la tal historia; si no,
dígalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso; y aun
hay fama que se está imprimiendo en Amberes, y a mí se me trasluce
que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzga48.

En la segunda parte del Quijote está presente en numerosas ocasiones la


primera parte, incluso con la proyección comunicativa que supone su traduc-
ción a otras lenguas. La idea de la difusión y el conocimiento de la novela de
Cervantes incluye tanto las ediciones en lengua original como las traducciones.
El Quijote ha sido traducido a muchísimos idiomas. Además, ha sido obje-
to de transducción en numerosas obras, tanto en español como en otras len-
guas; piénsese, como ejemplos, en Vida de don Quijote y Sancho de Miguel de
Unamuno o en Monsignor Quixote de Graham Greene, dos obras de dos lite-
raturas y de dos géneros literarios diferentes. Se han inspirado en la novela
de Cervantes muchas obras musicales49 y cinematográficas, con los corres-
48
MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha, ed. cit., II, III, p. 332. Refiriéndo-
se a la traducción al inglés y a la traducción al francés, Martín de Riquer escribe en nota
en su edición: «Cervantes sin duda ignoraba la aparición de estas dos versiones, pues hace
hablar al bachiller de las traducciones del libro como cosa futura», cfr. MIGUEL DE CER-
VANTES, Don Quijote de la Mancha, edición, introducción y notas de MARTÍN DE R IQUER ,
Barcelona, Cupsa, 1977, 2ª ed., p. 598, nota 3.
49
Una interesante reflexión sobre la cuestión y un exhaustivo catálogo de las obras
musicales inspiradas en el Quijote se encuentran en JUAN JOSÉ PASTOR COMÍN, Música y
literatura: la senda retórica. Hacia una nueva consideración de la música en Cervantes, te-
sis doctoral, Universidad de Castilla-La Mancha, Facultad de Letras de Ciudad Real, 2004.
POÉTICA DE LA TRADUCCIÓN EN EL QUIJOTE 81

pondientes procesos de traducción intersemiótica (de toda la novela o de parte


de ella).
Volviendo a las traducciones interlingüísticas del Quijote, éstas han hecho
posible el conocimiento de la gran novela cervantina más allá del conocimien-
to de las lenguas. La traducción supone una proyección comunicativa más allá
de la lengua de la obra original; la traducción permite una prolongación del eje
de la comunicación, en cuyo espacio correspondiente al receptor se sitúan lec-
tores que no habrían tenido acceso comunicativo alguno, o no lo habrían teni-
do fácilmente, a la obra en su lengua original. Las traducciones del Quijote han
proyectado esta obra de Cervantes a espacios lingüísticos y culturales diferen-
tes de aquel en el que su autor la escribió. Para Walter Benjamin, la traducción
proporciona a las obras literarias una expansión comunicativa amplia y reno-
vada50. Si la obra literaria renace en cada lectura que se hace de ella, no rena-
ce menos en cada una de las lecturas que llevan a cabo los traductores, con el
fin de interpretarla y reescribirla en lenguas distintas de la original. La traduc-
ción de la obra literaria es una forma de mediación textual, como también lo
son la actividad ecdótica y la crítica literaria; la traducción es una interpreta-
ción transitiva, una interpretación que el intérprete no guarda para sí, sino que
la expresa en la lengua de llegada51. Más allá de los espacios de las distintas
lenguas y de las distintas culturas, en un viaje de una lengua a otra, pero tam-
bién de una cultura a otra, en un planteamiento próximo al de la «travelling
theory» de Edward W. Said52, la traducción abre nuevos territorios a las obras
literarias, a sus autores y a las propias literaturas como conjuntos lingüístico-
culturales históricamente configurados53. La traducción literaria, como puente
entre culturas, entre espacios lingüísticos y literarios, es una actividad impres-
cincible en la comunicación humana y en la literatura como expresión artísti-
ca. Incluso cuando se trata de traducciones de obras a lenguas vinculadas a
culturas próximas, se construye el necesario puente que es la traducción54. Así,

50
WALTER BENJAMIN, «La tarea del traductor», trad. de H. P. MURENA, en MIGUEL ÁNGEL
VEGA (ed.), Textos clásicos de teoría de la traducción. Madrid, Cátedra, 1994, pp. 285-296.
51
TOMÁS ALBALADEJO, «Del texto al texto. Transformación y transferencia en la interpre-
tación literaria», cit.
52
EDWARD W. SAID, «Teoría ambulante», en EDWARD W. SAID, El mundo, el texto y el crí-
tico, trad. de RICARDO GARCÍA PÉREZ, Barcelona, Debate, 2004, pp. 303-330.
53
Sobre la traducción y la recepción en otros espacios culturales de las obras tradu-
cidas, véase JOSÉ LAMBERT, «Production, tradition et importation: une clef pour la descrip-
tion de la littérature et de la littérature en traduction», en Canadian Review of Compara-
tive Literature / Revue Canadienne de Littérature Comparée, 7, 1980, pp. 246-252.
54
A propósito de las implicaciones culturales de la traducción, véase ENRICO ARCAINI,
«La traduzione come operazione transculturale», en Lingua e Stile, XXVII, 2, 1992,
pp. 157-181; JOSÉ LAMBERT, «Cultural Studies, the Study of Culture and the Question of
Language. Facing/Excluding the New Millennium», en JAN BAETENS y JOSÉ LAMBERT (eds.),
The Future of Cultural Studies. Essays in Honour of Joris Vlasselaers, Leuven, Leuven Uni-
versity Press, 2000, pp. 187-197; JOSÉ LAMBERT, «Translation, Similarity, and Culture», en
STEFANO ARDUINI y ROBERT HODGSON (eds.), Similarity and Difference in Translation, cit.,
pp. 309-328; ROMÁN ÁLVAREZ (ed.), Cartografías de la traducción. Del post-estructuralismo
al multiculturalismo, Salamanca, Almar, 2002, y, desde una perspectiva de base retórica,
STEFANO ARDUINI, Retórica e traduzione, cit.; STEFANO ARDUINI, Prolegómenos a una teoría
general de las figuras, Murcia, Universidad de Murcia, 2000; STEFANO ARDUINI, La ragione
82 TOMÁS ALBALADEJO

las traducciones del Quijote han sido puentes entre la literatura y la cultura es-
pañolas y las más variadas culturas.
Del mismo modo que cada época lee de un modo propio las obras literarias
anteriores55, puede decirse que cada época traduce de manera distinta las obras
literarias que son objeto de traducción. Así, recientemente se ha publicado una
nueva traducción del Quijote al inglés56 que representa, como toda traducción,
una respuesta a la obra original, pero también a las traducciones inglesas an-
teriores.

La traducción vive en el Quijote y el Quijote vive como obra original y vive


en las traducciones, pero la novela de Cervantes también vive, es una realidad
como obra literaria, como construcción lingüística artística con una forma
determinada, gracias a la traducción y a su ficcionalización. La Poética de la
traducción nos ofrece unas perspectivas y un planteamiento analítico del Qui-
jote que revierten en la comprensión crítica de la obra y en la elucidación de
varios de sus aspectos y elementos constructivos. A su vez, el Quijote, como una
de las grandes obras literarias de todos los tiempos, ofrece constantemente
cuestiones a la reflexión sobre la literatura, continuamente le da interrogantes
y respuestas que contribuyen a un mejor conocimiento de la novela de Cervan-
tes y, desde ésta, de toda la literatura.

retorica, Guaraldi, Rimini, 2004. Es de gran interés el estudio de UTE BARBARA SCHILLY
principalmente sobre la traducción alemana de Cinco horas con Mario; véase UTE BARBA-
RA SCHILLY, Carmen spricht Deutsch. Literarische Übersetzung als interkulturelle Kommunika-
tion am Beispiel des Werkes von Miguel Delibes, Würzburg, Koenigshausen und Neumann,
2003.
55
Es evidente la relación de la teoría de la traducción con la Estética de la Recepción,
en este caso a propósito de la historia literaria. Véase especialmente HANS-ROBERT JAUß,
La historia de la literatura como provocación, trad. de JUAN GODÓ COSTA y JOSÉ LUIS GIL
ARISTU, Barcelona, Península, 2000.
56
MIGUEL DE CERVANTES, Don Quixote, A New Translation by EDITH GROSSMAN, Intro-
duction by Harold Bloom, New York, 2003.

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