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MANUAL LITURGIA

LITURGIA
La liturgia es obra del pueblo dedicada a Dios. En otras palabras diríamos que la
liturgia es el culto espiritual o servicio sagrado a Dios de cada uno de nosotros, que
formamos su pueblo.

Es el culto oficial de la Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, a la Santísima Trinidad, para


adorarle, agradecerle, implorarle perdón y pedirle gracias y favores

Es el modo como la Iglesia puede ponerse en contacto y comunicación con Dios, a


través de gestos, palabras, ritos, acciones y así poder participar de la maravillosa
gracia de Dios, santificarnos y entrar en esa vida íntima de Dios.
EL SENTIDO DEL DOMINGO
Dios mandó a Moisés celebrar el sábado como día del Señor, pero los cristianos,
después de la Resurrección de Cristo celebramos el Domingo en conmemoración de
ese gran acontecimiento, pues Jesús resucitó el “primer día de la semana” y el primer
día de la semana, al modo judío, es el que sigue al sábado. Al inicio se le llamaba el
día del Señor, el día primero de la semana, el día siguiente al sábado, el día octavo, el
día del sol. Hoy ya lo llamamos domingo.

Para los cristianos el domingo reemplaza al sábado. Es la primera fiesta cristiana. Es


el día del Señor, día de alegría y de gozo. El domingo es la primera fiesta cristiana, la
fiesta primordial. Durante bastante tiempo fue la única. Es día de alegría y de
descanso.

“La Iglesia, por una tradición apostólica que tiene su origen en el día mismo de la
resurrección de Cristo, celebra el
misterio pascual cada ocho días, en
el día que es llamado, con razón,
Día del Señor o domingo. En este
día, los fieles deben reunirse a fin
de que, escuchando la Palabra de
Dios y participando en la eucaristía,
recuerden la pasión, resurrección y
la gloria del Señor Jesús, y den
gracias a Dios que los hizo renacer
a la viva esperanza, por la
resurrección de Jesucristo de entre
los muertos

¿Cómo santificar el domingo?

Junto con la obligación de participar en la Santa Misa dominical, la Iglesia nos


recuerda también la forma de santificar el domingo: “La institución del Domingo
contribuye a que todos disfruten de un reposo y ocio suficientes para cultivar la vida
familiar, cultural, social y religiosa”

El domingo nos ofrece una buena oportunidad para ejercitar algunas “obras de
misericordia” como visitar enfermos o ancianos.
LA MISA
La Santa Misa es tres cosas: Sacrificio, Memorial y Banquete

Sacrificio: La Misa es, sobre todo, un Sacrificio, el sacrificio del Cuerpo y la Sangre de
Jesucristo, que se ofrece a Dios Padre en el altar de la Cruz, para la redención
(perdón) de todos los pecados de todos los hombres.

Memorial: En la Última Cena dijo Jesús: “Haced esto en memoria mía”. Es natural al
corazón humano desear conservar el recuerdo de las personas a quienes hemos
amado. Nuestro Señor Jesús nos ha dejado también un memorial de sí mismo como
sólo Dios podía hacer: su presencia viva que diariamente viene a nosotros en la Santa
Misa.

En la Misa no sólo recordamos su Pasión y Muerte, sino también la Resurrección y la


Ascensión a los cielos.

Banquete: Además de ser un sacrificio y un memorial, es un banquete sagrado. En


ese banquete Jesús nos alimenta con su propio Cuerpo y Sangre, como había
prometido en Cafarnaún:

“Yo soy el pan de vida: el que viene a mí no tendrá hambre; y el que cree en mí
no tendrá sed jamás...

“Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por
vosotros” “Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre...”

FINES DE LA MISA

El Sacrificio de la Misa tiene 4 finalidades principales:

1. Alabar

“Te alabamos, Padre Santo, porque eres grande, porque hiciste todas las
cosas con sabiduría y amor.

A imagen tuya creaste al hombre....Y, cuando por desobediencia perdió tu amistad, no


lo abandonaste al poder de la muerte...Y tanto amaste al mundo, Padre Santo, que, al
cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo...”.

2. Dar gracias

“En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias,


Padre Santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado”.

3. Pedir perdón

”Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he


pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión...Dios todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna”

“...tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el
pecado del mundo, atiende nuestra súplica...”
4. Pedir ayuda

“Acuérdate, Señor, de tus hijos y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega
bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación
que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti,
eterno Dios, vivo y verdadero.

Acuérdate también, Señor, de tus hijos, que nos han precedido con el signo de
la fe y duermen ya el sueño de la paz...Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que
confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos
apóstoles y mártires...”.

PARTES DE LA MISA

Es muy importante conocer las partes de la misa para vivirla como Dios quiere.

La Celebración Eucarística es una fiesta y tiene sus momentos: Primero se crea un


clima de fiesta y de comunidad (ritos de entrada); luego se entabla un diálogo (Liturgia
de la Palabra); enseguida se pasa al momento central (Sacrificio y Banquete Sagrado);
y luego somos despedidos para volver a nuestra casa renovados y renovando (Ritos
concluido).

Así la Eucaristía tiene esta estructura: Un solo acto de culto en dos partes principales:

Liturgia de la Palabra
Liturgia del Sacrificio

Con unos ritos iniciales y unos ritos conclusivos.

1.- RITOS DE INICIALES

- Canto de entrada
Mientras entra el sacerdote comienza el canto de entrada. El fin de este canto es abrir
la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido y elevar sus pensamientos
a la contemplación del misterio litúrgico o de la fiesta.

- Veneración del altar


Cuando llega, el sacerdote se inclina profundamente ante el altar (gesto de intenso
respeto), besa el altar ( a nombre de todo el pueblo reunido, es el beso de la Iglesia a
su esposo que es Cristo).
- Saludo al pueblo congregado
Terminando el canto de entrada, el sacerdote y la asamblea hacen la señal de la cruz,
y se comienza todo con estas solemnes palabras: “En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo”. Algo muy importante va a ser, pues se realiza en el nombre de la
Santísima Trinidad.

A continuación el sacerdote, por medio del saludo, manifiesta a la asamblea reunida la


presencia del Señor: “La gracia de Nuestro señor Jesucristo, el amor del Padre y la
comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes”. Que vivamos en gracia, con
todos los elementos maravillosos que conlleva: ser hijo de Dios, heredero del cielo,
capaz de ganar méritos etc, que tengamos sintamos el amor del Padre, como hijo, hija
de Dios, que el Espíritu santo viva en nosotros como en su templo.

La respuesta: “Y con tu espíritu”. Que también tú, sacerdote del Señor, lo tengas.

- Acto penitencial
Porque vamos a asistir al sacramento, a la actividad litúrgica que realiza nuestra
redención; la liberación de nuestros pecados, debemos reconocerlos. Pero, además,
de forma pública. Por ello rezamos el “Yo Confieso”.

- Aclamaciones; Kyries: es un canto de súplica en el que los fieles aclaman al Señor y


solicitan su misericordia.

“Señor, ten piedad”


“Cristo, ten piedad”
“Señor, ten piedad

- Himno Gloria.
Este es un antiquísimo y venerable himno con que la iglesia, congregada en el Espíritu
Santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero, y le presenta sus súplicas. Es oración de
alabanza, de agradecimiento, de petición de perdón y de petición de gracias. El gloria
suele cantarse en los domingos, fiestas. Se omite en las épocas de penitencia como
Cuaresma y Adviento
- Oración colecta
Primera oración formal, que reza el sacerdote

¿Qué es lo que se pide? Casi siempre es lo mismo: Lo único necesario, la salvación


eterna o cosas relacionadas con ella.

Concluye casi siempre así: Por nuestro Señor Jesucristo, Por Cristo Nuestro Señor”.
No es por casualidad. Estamos pidiendo al Padre que nos obtenga la redención, el
perdón de los pecados, el cielo. ¿Quién nos ha conseguido la redención? Jesús. Lo
lógico es, pues, pedirla al Padre por medio de Jesucristo, su Hijo muy amado en quien
tiene todas sus complacencias.

2.- LITURGIA DE LA PALABRA

- 1º Lectura bíblica
Se toma del Antiguo Testamento y nos sirve para entender muchas de las cosas que
hizo Jesús.

-Salmo responsorial.
El salmo responsorial es como una respuesta a la palabra de Dios: una frase de
alabanza, de petición, de acción de gracias.

- 2º Lectura bíblica
Se toma del Nuevo Testamento, ya sea de los Hechos de los Apóstoles o de las cartas
que escribieron los primeros apóstoles. Esta segunda lectura nos sirve para conocer
cómo vivían los primeros cristianos y cómo explicaban a los demás las enseñanzas de
Jesús

- Canto de preparación al Evangelio: Aleluya


Que es un canto alegre que recuerda la Resurrección u otro canto según las
exigencias del tiempo litúrgico

- Proclamación del Evangelio


Se toma de alguno de los cuatro Evangelios de acuerdo al ciclo litúrgico y narra una
pequeña parte de la vida o las enseñanzas de Jesús. Es aquí donde podemos conocer
cómo era Jesús, qué sentía, qué hacía, cómo enseñaba, qué nos quiere transmitir.
Esta lectura la hace el sacerdote o el diácono.

- Homilía
Es una predicación del sacerdote o del diácono que comenta la Palabra de Dios a
partir de las lecturas que se han escuchado, para ayudar a los fieles a captar el
mensaje que transmiten.

- Profesión de fe: Credo


Los domingos y fiestas suele decirse o cantarse el credo. Es el resumen de nuestra fe.
Se está de pie en señal de aceptación

- Oración de los fieles


En la oración universal u oración de los fieles, el Pueblo, ruega por todos los hombres
(Papa, Iglesia, Estado, necesidades....)

3.- LITURGIA EUCARISTICA

a) PREPARACION DE LOS DONES

- Preparación de la Mesa
Primero se prepara el altar colocando el corporal, el cáliz y el misal en el altar.

- Procesión de ofrendas
Se ofrecen pan y vino que se convertirán en el cuerpo y sangre de Jesucristo.
Acompaña el Canto de Ofertorio
- Colocación en al altar, y presentación de los dones
El sacerdote toma entre sus manos la patena con la hostia y elevándola un poco recita
una plegaria de bendición. Hace lo mismo con el cáliz

Antes de presentar el vino se depositan en el cáliz unas gotas de agua. La gota de


agua unida al vino representa nuestra participación, nuestra ofrenda. Sola no sirve de
nada. Unida a la ofrenda de Cristo, sí vale. También simboliza el agua y la sangre que
brotaron del costado de Cristo al ser traspasado con la lanza

Luego viene la oración privada del sacerdote.

- Incensación (en ocasiones, misas solemnes)


De las ofrendas sobre el altar y del altar mismo.

- Lavatorio
El sacerdote se lava las manos, diciendo en secreto: “Lava del todo mi delito, Señor,
limpia mi pecado”. Expresa el deseo de purificación interior y celebrar más dignamente
el Santo Sacrificio de la Misa.

- Invitación a orar
El sacerdote invita al pueblo con estas palabras: “Orad, hermanos, para que este
sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre Todopoderoso”. Respuesta: El
Señor reciba de tus manos…”

- Oración sobre las ofrendas


Es la segunda oración formal que se hace. Se pide específicamente que Dios Padre
acepte las ofrendas de pan y vino, y unidos a ello los fieles ofrezcan su existencia
entera a Dios Padre.

b) PLEGARIA EUCARISTICA

- Acción de gracias: Prefacio


Es un himno de alabanza con un inicio y una conclusión dialogada del pueblo con el
sacerdote en el que nos invita a levantar el corazón hacia Dios y a darle gracias a
través de la oración que él en nombre de toda la comunidad va a dirigir al Padre por
medio de Jesucristo.:

El señor esté con ustedes…….y con tu espíritu


Levantemos el corazón…….lo tenemos levantado hacia el Señor
Demos gracias al Señor Nuestro Dios……………es justo y necesario
En verdad es justo y necesario…………………..

Hace alusión a la fiesta o al tiempo litúrgico: cuaresma, Pascua, adviento etc.


Termina con el Sanctus: un pequeño himno de alabanza al tres veces Santo.
- Aclamación de todos: Santo
Con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta o
recita las alabanzas a Dios.

- Epíclesis
Con ella la Iglesia, por medio de determinadas invocaciones, implora el poder divino
para que los dones que han presentado los hombres queden consagradas, es decir,
se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada
que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes la reciban.

- Narración de la Institución y consagración


Con las mismas palabras de Jesús. Es lo más importante. La esencia de la Misa. Es el
momento más solemne; en él ocurre el misterio de la transformación real del pan y el
vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros para que
podamos estar muy cerca de Él. Es un misterio de amor maravilloso que debemos
contemplar con el mayor respeto y devoción. Debemos aprovechar ese momento para
adorar a Dios en la Eucaristía

Finaliza con:
Este es el sacramento de nuestra fe. Recalcar ante el pueblo qué es lo que se está
realizando en el altar: la pasión, muerte y resurrección de Jesús de forma incruenta.
Por eso, asistir a Misa es asistir a lo esencial de la religión católica, a lo más
importante.

“Anunciamos tu muerte… proclamamos tu resurrección…Ven, Señor, Jesús. Ven,


Señor Jesús, A mi vida, a mi familia…”

No es necesario decir en voz alta “Señor y Dios mío”, pero sí con el corazón; con la
fuerza del primero que lo dijo: Santo Tomás.

- Anámnesis
La Iglesia, realiza el memorial del mismo Cristo, recordando principalmente su
bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

- Oblación
La asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno de
los participantes.

- Intercesiones
Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la
Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros,
vivos y difuntos Se piden cosas muy importantes:
- La unidad de todos los que comen y beben la Eucaristía. Hermanos
separados. “Que todos sean uno”.
- Se pide por toda la Iglesia, hoy tan necesitada: Unidad, fe, fidelidad,
obediencia, vocaciones, santidad, almas apóstoles…
- Por el Papa. Ha pedido oración por él mismo. Por el obispo del lugar y por
todos los demás obispos y sacerdotes
- Se pide que la Iglesia vida la caridad, la esencia del cristianismo, el mandato
de Cristo.
- Se pide por la Iglesia purgante, por los difuntos que están en el purgatorio en
espera de ir al cielo.
- Por último, se pide por nosotros. Ten misericordia de todos nosotros…Por
intercesión de María, los apóstoles y todos los santos, pero sobre todo por medio de
Jesucristo, la vida eterna.

- Doxología final y aclamación del pueblo (Amén)


En ella se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amén del
pueblo.

Se levanta la patena con la hostia y el cáliz diciendo esto:


Por Cristo, con Él y en Él a Ti Dios Padre Omnipotente en la unidad del Espíritu Santo
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén

c) RITO DE COMUNION

- Padre Nuestro:
Es la mejor manera de prepararse para recibir la Sagrada Comunión

- Rito de la Paz:
Con que los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia
humana y se expresan mutuamente la caridad antes de participar de un mismo pan.
- Fracción del Pan
Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión de un solo pan de vida,
que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo. Acompaña el Cordero de Dios: Un acto de
humildad repetido tres veces: No somos dignos

- Conmixtión, Inmixión o mezcla


El celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz. Significado: la
resurrección

- Preparación privada del Sacerdote

- Invitación y acto de humildad


El sacerdote hace una genuflexión, toma el pan consagrado y sosteniéndolo sobre la
patena lo muestra al pueblo diciendo: Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo. Dichosos los invitados a la Cena del Señor. A Jesús se le llama Cordero a
semejanza de los corderos que se sacrificaban en el templo, pero con una gran
diferencia: los corderos del templo no quitaban el pecado del mundo, en cambio el
Cordero de Dios quita el pecado del mundo.

Antes de comulgar decimos el “Señor no soy digno…” usando las palabras del
centurión de Cafarnaún cuando se reconocía indigno de recibir a Jesús en su casa.

- Comunión (del Celebrante, luego los fieles).


El sacerdote comulga y a continuación los fieles. Sólo pueden comulgar los fieles
bautizados, que se han examinado y han reconocido que están en gracia de Dios (que
no tienen ningún pecado mortal que confesar)

Significa 'común unión'. Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro


de nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en
esa misma alegría y amor. Acompaña el canto de Comunión, canto que debe
expresar, por la unión de voces, la unión espiritual de quienes comulgan, demostrar, al
mismo tiempo, la alegría del corazón y hacer más fraternal la procesión de los que van
avanzando para recibir el Cuerpo de Cristo.
Las Iglesia nos recuerda que los que van a recibir la comunión deben haber estado
una hora antes en ayunas de alimento sólidos y bebidas, exceptuando agua y
medicamentos, así como a ancianos, enfermos y quienes los cuidan.

- Acción de gracias: Oración privada

- Canto comunitario.
Terminada la distribución de la comunión, el sacerdote y los fieles, si juzgan oportuno,
pueden orar un rato recogidos. Si se prefiere, puede también cantar toda la asamblea
un himno, un salmo o algún otro canto de alabanza

- Oración después de la Comunión


Tercera oración. Alude a la misa celebrada, a la comunión. El sacerdote ruega para
que se obtengan los frutos del misterio celebrado. El pueblo hace suya esta oración
con la aclamación “Amén.”

4.- RITO DE CONCLUSION

- Saludo y bendición sacerdotal


El Señor esté con ustedes: Un saludo final, semejante al del principio. Y se da la
bendición en nombre de la Santísima Trinidad.

- Despedida.
De los fieles: Pueden ir en paz.
Del altar: veneración mediante un beso como al principio, expresión de amor y
veneración de toda la Iglesia a Cristo.

LOS CUATRO POLOS DE LA CELEBRACIÓN

Se distinguen claramente cuatro polos en la celebración eucarística:

El templo: Lugar de la asamblea


El Altar: Lugar de la Eucaristía
El Ambón: Lugar de la Palabra
La Sede: Lugar del Presidente, celebrante

TEMPLO: Lugar de la asamblea.

Es un edificio dedicado al culto. El templo está consagrado para el culto a Dios. Es


verdad que Dios está presente en todas partes, pero quiere tener un lugar visible de su
presencia en este mundo. Es también la casa del pueblo de Dios, reunido para
escuchar su Palabra, para rezar, para fraternizar como hijos de Dios.
Se construye el templo para una asamblea ya que es el primer y básico signo de todo
acto litúrgico. La asamblea, es uno de los signos de la presencia de Cristo, Él mismo lo
dijo: Donde dos o tres se reúnen en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos.

Los templos se pueden construir de diferentes formas:

Trazados en forma de cruz y orientados hacia el este, es decir hacia Jerusalén.


Otros se construyen de forma cuadrada. Símbolo del Norte, Sur, Este y Oeste,
es decir una iglesia para todas las naciones.
También se construyen de forma octagonal que simboliza los ocho días desde
el nacimiento de Jesús hasta el día de su circuncisión.

Ya que la asamblea es el actor principal de la celebración, la disposición del lugar


debe expresar claramente lo que significa ser asamblea. La ubicación ideal de la
asamblea es en forma de medio círculo, cuyo centro es el altar. Pero en general en
nuestros templos los fieles ocupan una nave en forma rectangular y los ministros en
presbiterio.

¿Qué es la nave?
Es cada una de las partes longitudinales de un templo reservada a los fieles. Es decir,
desde la puerta hasta el espacio del presbiterio. La nave debe ser un lugar cómodo de
modo que permita participar con la vista y con el espíritu en las sagradas
celebraciones, es conveniente que se dispongan para su uso bancas o sillas, de modo
que los fieles puedan adoptar las distintas posturas recomendadas para los diversos
momentos de la celebración litúrgica y puedan moverse fácilmente con comodidad
cuando llegue el momento de la comunión.

¿Qué es el presbiterio?
Se llama presbiterio al área en torno al altar, un poco elevada y distinta de la nave, en
el cual se sitúan los ministros. El presbiterio es un espacio particularmente digno y
significativo.
El presbiterio se divide en tres partes importantes:

1. El Altar: mesa de la comida eucarística.


2. El ambón: donde se proclama la palabra
3. La Sede: Lugar del sacerdote presidente.

EL ALTAR: Lugar de la Eucaristía.

Es la piedra angular de un templo, la mesa de la Eucaristía alrededor de la cual se


reúnen los cristianos para dar gracias a Dios y alimentarse del cuerpo y la sangre de
Cristo.

El altar es el centro del espacio celebrativo, es decir la mesa sagrada del Señor. El
altar representa los dos aspectos de un mismo misterio: El altar del sacrificio y la mesa
del señor.

El altar se venera con algunos signos expresivos como:

Inclinación profunda.
Beso
Incensación y se deposita sobre él el evangeliario, libro de los evangelios.

En la celebración Eucarística, el centro del altar lo utiliza exclusivamente el Obispo o el


sacerdote, nunca el diácono ni menos el acólito o laico, porque es ahí donde se realiza
el memorial de Cristo: La Eucaristía.

Al principio el altar era de madera, pero más tarde se prefirió que fuera de piedra que
simboliza a Cristo como roca viva.
El altar es consagrado por el Obispo y es el lugar que debería estar mejor situado,
arreglado e iluminado para concentrar todas las miradas.

EL AMBON: Lugar de la palabra.

Designa un sitio elevado desde donde se proclama al pueblo la palabra, hacia el cual
se dirige espontáneamente la atención de los fieles durante la liturgia de la Palabra.

La dignidad de la palabra de Dios, exige que en el templo haya un sitio reservado para
su anuncio durante la liturgia de la palabra, por eso el ambón es uno de los cuatro
polos simbólicos junto con el altar, la sede y el templo.

Se usa sólo para proclamar las lecturas, cantar o leer el salmo responsorial y el pregón
pascual, hacer la homilía y la oración de los fieles.

Vale la pena repetir que el ambón debe ser exclusivamente para la proclamación
de la palabra de Dios: Lecturas y Evangelio. Ni el monitor, ni el cantor deben
utilizarlo, tampoco es el lugar de donde se dan avisos, para esto debe haber otro atril
con micrófono en distingo lugar que no sea necesariamente el presbiterio.
Tampoco debe hacerse la oración de los fieles ni la homilía. En el caso de la homilía,
el lugar que se recomienda es la sede del Presidente.

LA SEDE: Lugar del Presidente.

Se llama Sede sobre todo, al asiento reservado para el que preside la celebración en
nombre de Cristo. La sede es el lugar propio del que enseña.

La sede del sacerdote celebrante debe significar su oficio de presidente de la


asamblea y director de la oración.
La colocación de la sede debe ser de cara al pueblo y en un lugar donde se haga
posible la comunicación entre el pueblo y el sacerdote. Desde 1969 está previsto que
el lugar más propio de la homilía es la sede, desde la que el sacerdote preside toda la
primera parte de la celebración.

Si la sede no está bien colocada, la homilía se podrá hacer desde el ambón.

Lugares anexos al templo

Las capillas laterales:


Son como otras tantas pequeñas iglesias dentro de la principal. Responden al deseo
de dar culto a santos locales y universales de mayor devoción.

Bautisterio:
Hoy el bautisterio ha cedido su lugar a la pila bautismal. Está colocado en los pórticos
de las grandes basílicas o muy contiguos a ellas.

Sacristía:
Lugar sagrado para guardar los ornamentos y vestiduras sagradas, cálices, y objetos
del culto. También es el lugar donde normalmente se revisten y preparan los ministros
antes de salir a la celebración. Con frecuencia se encuentra dentro de la sacristía el
relicario, o capilla donde se custodia y expone el tesoro de las reliquias de santos y
vasos de orfebrería.

Torres y campanarios:
Que indican la presencia de Dios en ese lugar. Las flechas de los campanarios
rematan, las más de las veces, con una cruz, una veleta o un gallo. La cruz proclama
el signo de Cristo; la veleta recuerda los vaivenes de la fama y lo efímero de la vida; y
el gallo es símbolo de la vigilancia.
En cuanto a las campanas, es muy antiguo el uso de este objeto para señalar con su
sonido la fiesta a la convocatoria de la comunidad. Las campanas convocan a la
comunidad cristiana, señalan las horas de la celebración, diversos momentos de dolor
o alegría y sobre todo con su repique gozoso anuncian las fiestas

La cripta:
Los primeros cristianos la usaban como sepulcro para sus santos mártires y para sitio
de reunión en el día del aniversario de su martirio. Con el tiempo, cada cripta sepulcral
se convirtió en una pequeña capilla sobre la que se erigieron luego otras iglesias
superiores, haciendo coincidir los altares de ambas.

Atrio:
Patio de entrada. Atrio, es el pórtico o espacio que está delante de un templo, como
zona de transición entre la calle y el edificio. Litúrgicamente puede tener un buen
sentido pastoral el que haya un atrio, ya que defiende el espacio interior del templo
como espacio de silencio y oración y a la vez sea un lugar de reunión, saludo o
despedida antes y después de la celebración.
Mobiliario litúrgico del templo

Sagrario:
El sagrario o tabernáculo es el pequeño recinto a modo de caja o armario, donde se
guarda la Eucaristía después de la celebración, para que pueda ser llevada a los
enfermos o puedan comulgar fuera de la misa los que no han podido participar de ella.

Junto al sagrario luce constantemente una lámpara con la que se indica y honra la
presencia de Cristo.

Ábside:
Es la parte saliente, generalmente semicircular, situada detrás del altar de un templo.
En ella se encuentra la Cátedra del Obispo, los asientos de los Ministros, el coro, el
ambón y el altar.

Retablo:
Es un elemento de decoración de proporciones considerables, detrás del altar. Los
retablos, suelen ser de madera, con nichos para instalar imágenes de santos. En el
centro del retablo está el patrón o la patrona de la iglesia.

Nicho o camarín:

Es una cavidad que se hace en la pared de un templo para colocar una estatua.

Crucero:
Es el lugar donde se unen el presbiterio y la nave. Esta estructura está en desuso,
sirve para que el templo tenga forma de cruz.
Cúpula:
Es la bóveda que algunos templos tienen. En sus cuatro esquinas están pintados a
veces los cuatro evangelistas. Evoca el mundo divino.

Ciborio:
Es el artesonado que corona o cubre el altar, apoyado en cuatro columnas, hecho de
madera, piedra o metal (si es de tela se llama baldaquino). El ciborio quiere simbolizar
la bendición y la protección divina sobre el altar y lo que en él se realiza o sea la fuerza
del espíritu de Dios.

Pila de agua bendita:


Lo primero que se encuentra al entrar en una iglesia, es una o dos pilas de agua
bendita. Es un símbolo: purificarnos antes de comenzar una acción litúrgica en el
templo sagrado. Esta agua bendita es un sacramental, que debemos aprovechar con
devoción, fe y reverencia.

Pila bautismal:
Los antiguos bautisterios han quedado hoy reducidos a una pila de piedra o de
mármol, más o menos grande y artística. Se la coloca en un ángulo de la Iglesia o
también en una capilla separada por una verja. Hoy se tiende a emplazarlas en el
presbiterio.
A todo buen cristiano debe inspirar agradecida devoción la pila, donde fue
espiritualmente regenerado y hecho hijo adoptivo de Dios y miembro de la comunidad
eclesial.

Púlpito:
Estaba adosado al muro o en alguno de los pilares de la nave o del presbiterio. Hoy lo
suplen los ambones o simples atriles de la sede presbiteral con su micrófono. Desde el
púlpito se predicaban los sermones, la voz llegaba fuerte a la gente y el sacerdote
podía ver a todos desde el mismo.

Los confesionarios:
Donde Cristo, a través de su Iglesia, en la persona del sacerdote, administra y ofrece
el sacramento de la confesión para el perdón de los pecados de los hombres.

Alcancías:
Destinadas a recoger las limosnas de los fieles, para el culto, la caridad de los
necesitados, o necesidades de la parroquia, para las vocaciones. Dichas alcancías
sirven para fomentar la caridad y la generosidad de todos.
Bancos:
Para sentarnos y escuchar la Palabra de Dios, pasar un rato de meditación íntima con
el Señor.

Imágenes:
Ya sean pinturas (cuadros, mosaicos), ya sean esculturas (estatuas). Son incentivos
de devoción, medios de instrucción y elementos decorativos para el culto de Dios y de
los santos. No deben ser excesivos, deben ponerse en justo orden, y no distraer la
atención de los fieles. No son signos de superstición ni de idolatría, como creen los
protestantes.

A Dios Padre se le representa como un anciano venerable. A Cristo: se le representa


en el crucifijo, o el Sagrado Corazón, o sus emblemas: Buen Pastor, el Cordero, el
Pelícano. La figura típica del Espíritu Santo es la paloma, o las lenguas de fuego. Los
ángeles son figuras aladas.

El Vía Crucis representa el camino de la cruz y las escenas de la Pasión del Salvador,
recordándonos el camino doloroso de Jesús para salvarnos.

Las lámparas:
Las velas se encienden para los actos litúrgicos. Siempre queda encendida una
lámpara, la del sagrario, ella es fiel centinela que asiste día y noche, en nombre del
pueblo cristiano, al Divino solitario del sagrario, Jesús. Esa lamparita da fe de la
presencia real de Jesús sacramentado. Simboliza también nuestra vida que debe ir
consumiéndose al servicio de Dios, en el silencio de nuestra entrega generosa y
abnegada.

Credencia:
Mesita lateral situado a un lado del presbiterio donde se colocan los diversos
elementos de la celebración, los corporales, platillos, etc.

Reclinatorio:
Es una silla que sirve al mismo tiempo para que una persona pueda sentarse y
arrodillarse, apoyando los brazos en el respaldo.
Basílicas y catedrales
Basílica: Se llama así, a los grandes edificios de reunión. Actualmente el título de
Basílica se concede a los templos cristianos que destacan por su capacidad, su
historia y su significado para la vida de fe de una comunidad cristiana.

Hay algunas basílicas que reciben el título de basílicas mayores o patriarcales, sobre
todo las cuatro de Roma:

San Pedro
San Juan de Letrán
Santa María la Mayor
San Pablo

Cátedral: Derivada de cátedra, es el templo principal de la Diócesis, donde tienen su


sede el obispo y sus ayudantes. Se llama Catedral precisamente porque contiene la
cátedra del Obispo.

La cátedra es la sede del obispo desde la cual enseña, santifica y dirige a su diócesis.
Es el símbolo más antiguo del Ministerio Episcopal.

La Cátedra Episcopal está al fondo del ábside, detrás del altar. En ella normalmente
sólo toma asiento el Obispo o alguien a quien él se lo conceda. Los demás cuando
presiden la Eucaristía en la Catedral lo hacen desde otra sede.
OBJETOS LITÚRGICOS
VASOS SAGRADOS
Se llama vasos sagrados a los recipientes utilizado para la celebración eucarística que
sirven para celebrarla o conservarla. Los vasos sagrados deben hacerse de materiales
sólidos, irrompibles e incorruptibles.

Cáliz: El cáliz es el vaso en forma de copa que contiene el vino que se convierte en la
sangre de Cristo. El cáliz es el vaso sagrado por excelencia.

Patena: Es una bandejita o un platillo poco profundo, ligeramente cóncavo,


normalmente dorado donde se deposita el pan consagrado en la Eucaristía.

Copón: Vaso sagrado que se usa para distribuir la comunión a los fieles y luego
guardarle para conservar el cuerpo eucarístico de Cristo.

PAÑOS LITÚRGICOS
Se llaman paños litúrgicos o lienzos litúrgicos a las diferentes lienzos de tela que se
usan en la celebración de le eucaristía y otras celebraciones litúrgicas. Entre ellas
tenemos:
Corporal: Su nombre proviene del cuerpo del señor que va a reposar sobre este lienzo
en la celebración de la Eucaristía así como en la adoración del Santísimo si se hace
sobre el altar. También se puede colocar en una mesita cuando se lleva la comunión a
un enfermo.

Purificador: Pañito blanco que se utiliza para purificar los dedos, purificar el cáliz, la
patena después de la comunión. También sirve para limpiar la cruz cuando es besada.

Palia: Es un trozo de tela endurecido a modo de cartón, con el que a partir del
Ofertorio se cubre si se cree conveniente el cáliz cuando ya contiene el vino.
Manutergio: Es un lienzo blanco de forma rectangular con el que el sacerdote se limpia
los dedos en señal de purificación después de haber presentado el pan y el vino en el
ofertorio.

PAÑOS DEL ALTAR

Mantel: Lienzo que cubre el altar, en señal de respeto a la mesa en la que Cristo nos
invita a comulgar. Suele ser blanco, pero admite adornos y franjas de color.

Antipendio: Velo que cuelga cubriendo la parte delantera de algunos altares.

OTROS OBJETOS LITÚRGICOS UTILIZADOS EN LA SANTA MISA.

Incensario o Turíbulo: Es un braserillo metálico suspendido por unas cadenas y con


una tapa en cuyo interior se quema el incienso. Sirve para incensar.

Incienso: Es una resina que produce un agradable aroma al arder. El incienso es


utilizado para manifestar la adoración. El incienso simboliza la oración que sube hasta
Dios. Se guarda en la naveta.
Naveta: Pequeño recipiente que contiene el incienso y que tiene precisamente forma
de nave.

Cirial: Son los candeleros altos con sus correspondientes velas en la cima que llevan
los acólitos en la procesión a ambos lados de la cruz y en el evangelio.

Candeleros: Candelero es el soporte o sostén de la candela.

Vinajeras: Botellas, una contiene el vino y la otra el agua.


Lavabo o Aguamanil: Es el recipiente que contiene el agua con la que el lava sus
dedos después de haber presentado el pan y el vino.

Campanilla: Es utensilio en forma de copa invertida de tamaño pequeño que se utiliza


para convocar a la plegaria Eucarística, llamar la atención y expresa sentimiento de
alegría.

Platillo o Bandeja: Es utensilio a modo de platillo muy poco cóncavo, generalmente de


forma ovalada que sirve para recoger las partículas del pan consagrado o las gotas de
vino que pudieran caer en el momento de comulgar los fieles.

Atril: Es el utensilio de madera o metal que sirve de apoyo a un libro litúrgico para
facilitar su lectura.
Cirio Pascual: Es un cirio grande que se enciende al principio de la vigilia pascual y
que simboliza a Cristo Resucitado. Durante todo el tiempo de pascua está en el
presbiterio. También se coloca cerca del féretro en las exequias.

Cruz procesional: Es el signo de nuestra redención del sacrificio de Cristo y de su


victoria sobre la muerte. La cruz la situamos sobre el altar o cerca de él, de modo que
todo el pueblo la pueda ver bien. También es la que abre las procesiones litúrgicas.

Acetre: En la liturgia, es el recipiente metálico provisto de asa, que contiene el


agua bendita usada en las bendiciones y aspersiones. El acetre siempre va
acompañado del aspersario o hisopo.

Hisopo: Se llama así al utensilio que se emplea en los ritos de aspersión y purificación
con agua bendita. Consta de un mango redondo y corto, rematado con una bola
metálica con orificios que ayudan a esparcir el agua bendita. Es el complemento del
acetre.

Custodia: Como indica su nombre, la custodia es algo que sirve de guarda, protección
y defensa. La custodia, es un objeto metálico, en forma circular, como un sol con
rayos, que sirve para exponer una Hostia consagrada en su centro. También se le
puede llamar ostensorio.

Viril: Es un recipiente pequeño que se desprende de la custodia, con un vidrio que


protege y que deja ver a la ostia consagrada.

Palio: Es un dosel de tela bordada, sostenido por cuatro varales, que cobija al
santísimo sacramento sobre todo en las procesiones Eucarísticas la del Jueves Santo
y el día de Corpus.

Óleos: Significa aceite. Los oleos son un elemento importante en varios sacramentos.
Actualmente son cuatro los sacramentos en que los óleos son la materia para las
diversas unciones: el bautismo, la confirmación, la unción de los enfermos y el
sacramento del orden.
Santo Crisma: El aceite de oliva perfumado con especies aromáticas que consagra el
Obispo el Jueves Santo.

Crismera: Recipiente o ampolla donde se guardan los óleos.

Pixide: Se llama así a la cajita pequeña que se utiliza para llevar la comunión a los
enfermos

VESTIDURAS LITÚRGICAS

Tienen su profundo significado. Vestir una determinada ropa significa asumir la


personalidad correspondiente, asumir una identidad, puesta de manifiesto en esas
vestiduras; por ejemplo, la bata del médico, el uniforme militar, la sotana del sacerdote,
etc. Estas vestiduras no indican un poder sobre nadie; sino un servicio a los demás.

Vestiduras del diácono

Dalmática: Vestido litúrgico en forma de túnica hasta las rodillas, con mangas amplias,
que usan los diáconos sobre el alba y la estola. Los primeros cristianos la tomaron de
los romanos y éstos, del pueblo de los dálmatas (hoy países balcánicos). La vestían
las personas de dignidad.

Estola cruzada: de hombro izquierdo hacia el derecho, en forma descendente.


Vestiduras del presbítero o sacerdote

Amito: pequeño lienzo rectangular, de lino blanco, colocado debajo del alba que
pueden usar los ministros sobre los hombros y alrededor del cuello, debajo del alba,
para ocultar los vestidos comunes. Tenía un significado alegórico: servía en defensa
contra las tentaciones diabólicas y la moderación de las palabras. Hoy ya no se suele
usar, porque las albas vienen confeccionadas de forma que cubran el cuello, y ya no
con cuello en forma de V.

Alba: Es una vestidura litúrgica común a todos los ministros. Es una túnica talar blanca
de mangas largas que cubre todo el cuerpo y se reviste sobre el vestido común. El
sacerdote representa con esa alba la pureza que el hombre recibe por los méritos del
misterio pascual de Cristo. También significa la penitencia y la pureza de corazón que
debe llevar el sacerdote al altar. El alba se coloca sobre el clergyman o la sotana.

Sotana: Es una prenda larga, abotonada y entallada que llega hasta los talones propia
de los clérigos. Negra es la sotana de los presbíteros, violeta la de los obispos, roja la
de los cardenales y blanca la del Papa.
En la celebración litúrgica cuando se lleva sotana, normalmente luego se reviste
roquete o sobrepelliz.

La sotana no ha sido exclusiva de los sacerdotes, también la usan los sacristanes,


coristas.
Roquete: Especie de alba corta, hasta la altura de las rodillas, que se usa sobre la
sotana o el hábito religioso. También se llama sobrepelliz. Puede ser usada por el
sacerdote o el diácono para exponer el Santísimo, para una celebración de Bautismo,
para un matrimonio.

Lo visten también los acólitos siempre sobre el alba o la sotana.

Cíngulo: Es cuerda o cordón con la que se ajusta el alba a la altura de la cintura.


Aunque su uso es simplemente utilitario, sin embargo, podríamos ver que con el
cíngulo el sacerdote ata a la pureza del alba a todo el mundo, a los fieles y los lleva al
altar para ofrecerlos en la celebración.

Estola: Es prenda de tela alrededor del cuello del sacerdote, usada para las
celebraciones litúrgicas. La usan los obispos y presbíteros, colgando del cuello hacia
delante; es símbolo de los poderes sagrados que recibe el sacerdote, como pastor que
lleva a sus ovejas sobre sus hombros, como maestro que enseña a sus discípulos;
como guía que conduce a las almas hacia la vida eterna.
Casulla: Vestimenta litúrgica amplia y abierta por los costados para la celebración de
la Misa. Se usa sobre el alba y la estola. Confeccionada en tela, tiene la forma de una
capa cerrada por delante o poncho. Cambia su color según la celebración y el tiempo
litúrgico. Simboliza la caridad que cubre todos los pecados y por apoyarse sobre los
hombros, el suave yugo del Señor.

Capa Pluvial: Es una ropa larga sin margas a modo de manto, con un broche en la
parte delantera. Se usa sobre todo en las procesiones dentro y fuera de la iglesia y en
otras celebraciones como la bendición con el Santísimo.

Velo Humeral: Es un paño a modo de chal que cubre los hombros del sacerdote para
llevar la custodia en una procesión, el viático a un enfermo y dar la bendición a los
fieles con la custodia.
Vestiduras del obispo

Mitra: Gorro que usan los obispos y abades desde el siglo X. Está formado por dos
trozos de tela acartonada cosidos o pegados por los costados, y abierto en la parte
superior. Símbolo del poder y servicio espiritual.

Ínfulas: Cintas que cuelgan detrás de la mitra. Significan que el ministro debe poseer la
ciencia del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Anillo: Insignia propia de los obispos. Simboliza su desposorio con la Iglesia local o
diócesis. También pueden usarlo algunos abades y abadesas. “El anillo que se impone
al obispo significa que contrae sagradas nupcias con la Iglesia. Este anillo expresa el
vínculo especial del obispo con la Iglesia.

Báculo: Bastón. Insignia litúrgica propia del obispo como pastor de la comunidad; lo
recibe el día de su ordenación y lo usa cuando preside una celebración en su diócesis.
Simboliza que es buen pastor de las ovejas, que apacienta, instruye, guarda y las
defiende, como Cristo, el Buen Pastor.

Solideo: Gorro de tela en forma de casquillo que usan los obispos, y cubre la coronilla.
Si son obispos, el color del solideo es violeta; si son cardenales, es rojo, y el Papa lo
usa de color blanco. Simboliza la protección de Dios y la dedicación a solo Dios.

Pectoral: Es cruz de metal, madera, marfil que llevan los obispos sobre el pecho, como
insignia de su cargo y dignidad. En la celebración de la Misa pueden llevarla sobre la
casulla.
Palio Arzobispal: Es una insignia a modo de faja blanca, con seis cruces que cuelga
del cuello de los Arzobispos

Muceta: Es una especie de esclavina ajustada a los hombros que cubre espaldas y
pecho. Como un distintivo de autoridad forma parte del hábito coral del Obispo y de los
canónigos.

Birreta: Es un gorro redondo o poligonal sin alas y con flecos, también tiene forma
cuadrada con tres picos. Hay tres tipos de birretas: Negra de los sacerdotes, Morada
de los Obispos, Roja de los Cardenales.

Vestiduras del papa

Tiara: Especie de mitra circular con triple corona que, desde el siglo XII hasta el Papa
Pablo VI, usaban los obispos de Roma como insignia propia. Representaba el triple
poder del Papa como obispo de Roma, supremo pastor de la Iglesia y jefe de los
Estados Pontificios.

Las vestiduras del Papa son blancas: sotana, faja, solideo.


Vestiduras de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión

Túnica o toga: Vestidura sagrada que deben colocarse los ministros para repartir la
Comunión. Indica el respeto y la veneración con que hay que repartir la Sagrada
Comunión.

LIBROS LITÚRGICOS

Entre los elementos de la liturgia se destacan por su importancia y riqueza los libros
sagrados. En ellos están contenidos todos sus ritos y fórmulas, su canto y sus
ceremonias.

Al inicio de la Iglesia sólo se usaban el Antiguo y el Nuevo Testamento. Al


desarrollarse las ceremonias litúrgicas también se hizo necesario el desarrollo de los
libros para una riqueza litúrgica.

Los libros litúrgicos latinos tradicionales son éstos: el Misal, el Breviario o Liturgia de
las Horas, el Ritual, el Pontifical, el Leccionario. Complemento del Misal es el
Oracional.

a) El Misal contiene todos los textos oficiales necesarios para la celebración del
Santo Sacrificio de la Misa.

b) El Breviario o Liturgia de las Horas reúne los salmos, antífonas, lecturas,


versículos, responsorios, cánticos, himnos y oraciones de la Divina Alabanza
de cada día.

c) El Ritual es el manual sacerdotal que contiene las preces y fórmulas y ritos


oficiales para la administración de los sacramentos y sacramentales, las
procesiones clásicas y toda clase de bendiciones.
d) El Pontifical contiene los textos y rúbricas de ciertas funciones solemnes
propias de los obispos: confirmación y orden sagrado; consagraciones y
dedicaciones de templos y altares; coronación de sagradas imágenes, santos
óleos; bendiciones de abades y abadesas; consagraciones de vírgenes, etc.

e) El Leccionario repartido en varios tomos, contiene las lecturas bíblicas de todo


el año litúrgico, en tres ciclos anuales (A,B,C). Recoge lo más importante de la
Biblia. Son lecturas muy bien escogidas y concuerdan con el espíritu del ciclo
anual temporal y santoral, y particularmente dominical.

f) El Oracional es el libro de la oración de los fieles, que se reza después del


Credo y donde elevamos nuestras peticiones por la Iglesia, por el mundo y por
nuestras necesidades particulares.

g) Libro de la Sede: Es el libro que contiene las oraciones fórmulas y moniciones


que el sacerdote hace desde la sede como ser: Ritos Iniciales, Ritos de
conclusión así como parte de la liturgia de la palabra (oración de los fieles).

h) Evangeliario: Se llama así al libro que contiene los cuatro evangelios


distribuidos para su lectura en la liturgia. El libro de los evangelios es elaborado
con el máximo interés, es adornado y goza de una veneración superior a la de
los demás leccionarios. En la procesión de entrada de la misa se puede llevar
solemnemente por parte de un diácono u otro ministro y se coloca en el altar,
cuando llega la hora de proclamar el evangelio se lleva al ambón y allí se abre.
i) Bendicional: Es el libro que contiene las bendiciones con que la iglesia, alaba
la bondad de Dios e implora su protección.
ACTOS EN LA LITURGIA
Los elementos humanos son todas las ceremonias del culto, las actitudes, posturas y
gestos que hace y vive el hombre en la liturgia.

Actos internos

Adoración: por ser Dios.

Agradecimiento: por habernos dado todo.

Arrepentimiento: por haberle ofendido.

Súplica y petición: porque Él es la fuente de todo don.

Actos externos
Son todas las ceremonias expresadas con la boca, lengua, sentidos, gestos,
movimientos.

Las ceremonias son como la etiqueta sagrada y el comportamiento tanto de los


ministros sagrados como también de los fieles participantes. La finalidad de las
ceremonias es poner nuestro cuerpo al servicio del alma, y ambos al servicio de Dios.
Al mismo tiempo reflejan externamente la fe y piedad de la Iglesia y de los fieles
cristianos.

Las ceremonias se llevan a cabo a través de actitudes, posturas y gestos.

a) Actitudes
Las actitudes del cuerpo son reflejo de lo que siente el alma. Estas son las actitudes
más importantes en la liturgia:

Estar de pie: es una forma de demostrar nuestra confianza filial, y nuestra


disponibilidad para la acción, para el camino. El estar de pie significa la dignidad de
ser hijos de Dios, no esclavos agachados ante el amo. Es la confianza del hijo que
está ante el padre a quien respeta muchísimo y a quien al mismo tiempo tiene cariño.
Al mismo tiempo, al estar en pie manifestamos la fe en Jesús resucitado que venció a
la muerte, y la fe en que nosotros resucitaremos también

De rodillas: sólo ante Dios debemos doblar nuestra rodilla. Ante nadie más. También el
ponernos de rodillas significa que nos reconocemos pecadores ante Él. La genuflexión
ante el Santísimo es un saludo reverencial de fe, en homenaje de reconocimiento al
Señor Jesús. Debemos hacerlo en forma pausada y recogida.

Sentados: significa la confianza de estar con los amigos, sin demasiado apuro, con
paz y tranquilidad. Estamos en casa, cuando estamos en el templo. Sentados
podemos hablar con intimidad y largamente con el Señor que está ahí presente.
También uno se sienta para escuchar y aprender cuando un maestro habla. En la misa
estamos sentados durante las lecturas y la homilía

Postrados: se usa en ciertos momentos escasos, en que el alma cristiana se siente


más indigna de dirigirse a Dios, cargada de responsabilidades, o en un luto universal
como el del Viernes Santo por la muerte de Jesús, o cuando la pena y desconsuelo
son tan inmensos que no se ve solución. Por ejemplo: el futuro sacerdote, cuando se
postra el día de su ordenación sacerdotal; o algunas monjas, el día en que entran al
convento o hacen su profesión religiosa, se postran en el suelo, indicando no tanto el
abatimiento, sino la necesidad de protección de Dios y la impotencia personal. Es
signo de humildad y penitencia.

La procesión, más que un gesto litúrgico, es un rito. En las celebraciones habituales,


por ejemplo, en la santa misa, los ministros realizan movimientos que tienen carácter
procesional: al principio, antes del evangelio, etc. También los fieles adoptan esta
actitud al presentar las ofrendas y cuando comulgan. Además, hay procesiones
excepcionales unidas al año litúrgico, como la del Domingo de Ramos y la del Corpus
Christi, o en circunstancias particulares de la vida de la Iglesia, por ejemplo, la de una
comunidad parroquial el día de las fiestas patronales.

La procesión simboliza, principalmente, el carácter peregrinante de la Iglesia.


También, a veces, es un signo muy expresivo de fe y devoción. Deben hacerse con
dignidad y respeto, huyendo tanto de la rigidez como del sentimentalismo.

b) Posturas

Manos juntas: Es señal de respeto y de oración. Es un gesto de humildad y de actitud


orante y confiada. Es el gesto más acomodado cuando las manos no han de
emplearse en otros ritos o no se prescribe que se tengan levantadas. Es la mejor
postura a la hora de ir a comulgar

Extender las manos y elevar a la vez los brazos son súplicas solemnes: colecta,
plegaria de la misa, paternóster, prefacio. Levantar y extender las manos al rezar
expresa los sentimientos del alma que busca y espera el auxilio de lo alto. Hoy es un
gesto reservado al ministro que celebra la santa misa.

Extender y volver a juntar las manos es el deseo del sacerdote de estrechar a la


asamblea en un común abrazo de fraternidad, de recoger las intenciones y deseos de
todos para ofrecérselos a Dios, y derramar sobre ellos las misericordias de Dios.

Manos que dan y reciben la paz: Las manos extendidas, abiertas y acogedoras
simbolizan la actitud de un corazón pacífico y fraternal, que quiere comunicar algo
personal y está dispuesto a acoger lo que se le ofrece. Cuando unas manos abiertas
salen al encuentro de otras en idéntica actitud, se percibe el sentimiento profundo de
un hermano que sale al encuentro de otro hermano, para ratificar, comunicar o
restablecer la paz.

Manos que reciben el Cuerpo del Señor: las manos dispuestas para recibir la Santa
Comunión han de ser signo de humildad, de pobreza, de espera, de disponibilidad y
de confianza. También son signo de veneración, de respeto y de acogida, pues el Pan
eucarístico no se coge sino que se acoge, se recibe.

c) Gestos litúrgicos

Señal de la cruz: es el gesto más noble y el más frecuente y elocuente. No es un


garabato, que termina besándose uno el dedo pulgar ¡Esta no es la señal de la Santa
Cruz!

Se produce de dos modos: sobre uno mismo, con los dedos extendidos de la mano
derecha; o, cuando un sacerdote debe bendecir en nombre de Cristo, sobre las
personas u objetos con la misma mano levemente encorvada.

Debe hacerse desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo al derecho.
¿Qué significa hacerse la señal de la cruz? Primero venerar la cruz redentora de
Cristo. Segundo, sellar con ella nuestra persona cristiana y así fortalecerla para hacer
el bien y evitar el mal.

Esta señal comienza en la frente, para que Dios, con su Santa Cruz, nos quite los
malos pensamientos y nos proteja los buenos. Después de la frente va al pecho para
que nos quite los malos deseos del corazón y nos proteja los buenos. Y finalmente,
nos envuelve de izquierda a derecha, para proteger del mal todo nuestro ser.

La reverencia: consiste en ligeras inclinaciones de cabeza, ante el altar, ante


imágenes, al recibir la Sagrada Comunión, cuando el acólito inciensa al sacerdote y al
pueblo; o al incensar el mismo sacerdote hace reverencia al crucifijo o a la imagen de
los santos, a modo de saludo reverente. Aquí no sólo es señal de cortesía humana,
sino que las reverencias están revestidas de culto sagrado. Tienen que ser hechas
despacio, y sólo con la cabeza, no con todo el cuerpo, a no ser que sea en la misa
después de ofrecer el pan y el vino y antes del lavado de las manos, donde se inclina
ligeramente también el cuerpo. Aquí ya no es sólo reverencia, sino total inclinación.

Las miradas: unas veces invitan a la admiración y adoración callada, de fe sentida y de


recogimiento; por eso, clavamos la mirada en la Hostia consagrada y en el cáliz al
levantarlos el sacerdote en la consagración, en la custodia de la exposición y
bendición del Santísimo. También la mirada del sacerdote a la gente es señal de
comunicación fraterna, de saludo cordial.

Cuando los ojos están cerrados simbolizan, no tanto que estamos durmiendo, sino que
estamos en profundo silencio y recogimiento para saborear la comunión, o las lecturas
leídas. Es falta de respeto, cuando se da la homilía, no mirar al predicador.
Simbolizaría desinterés total, despecho; también sería falta de cordialidad e interés si
el predicador no mirase a los fieles a la hora de predicar.

Cuando uno eleva los ojos hacia arriba está indicando petición a Dios o desagravio por
los pecados propios y de la humanidad.

Los ósculos o besos: el sacerdote da un beso al altar al comenzar y al terminar la


santa misa; es Cristo quien recibe ese ósculo. Los fieles se dan el beso en el momento
de la paz. Son señales de afecto, de gratitud, de adhesión, de veneración y de
reconciliación. Besamos las reliquias, el crucifijo, la mano del sacerdote que bendice y
perdona. Cada uno de estos ósculos imprime un sello religioso especial en las
personas o cosas que los reciben. En muchas partes no es oportuno el beso de la paz,
por motivos culturales; entonces se prefiere el apretón de manos.

Golpes de pecho con la mano. Es una de las señales más expresivas de dolor y
contrición de corazón, en un pecador. Se hace en la confesión, al momento de decir el
acto de contrición. Lo hacemos en el momento del “Yo confieso” de la santa misa. Así,
con ese gesto humilde, aplacamos y agradamos mejor a Dios y expresamos más
sentidamente nuestra compunción ante los demás hermanos. Los golpes deben ser
hechos con suavidad, como cuando uno llama a una puerta que no tiene timbre ni
aldaba.

La imposición de las manos significa varias cosas: transmisión de poderes superiores


a personas o grupos de elección, o de algún carisma o misión, o absolución de culpas.
También es signo de bendición de Dios y de consuelos en la unción de enfermos. En
el momento de la consagración manifiesta el poder maravilloso de los sacerdotes de
convertir el pan y el vino en Cuerpo y Sangre de Cristo. También es señal de expulsión
del demonio en los exorcismos.
Caminar hacia el altar: No es un simple gesto, es un rito. Es también símbolo de
nuestro peregrinar al cielo. Caminamos con otros, no solos. Así, en las procesiones,
peregrinaciones, vamos con alegría, sin temores, pues sabemos que Cristo es el
Camino vivo y verdadero.

Cantar. El que canta ora dos veces, decía san Agustín. El canto es el afecto del
corazón hecho música.
AÑO LITÚRGICO
Se llama año litúrgico o año cristiano a la organización del año como celebración
progresiva del misterio de Cristo.

En el círculo del año se desarrolla todo el ministerio de Cristo desde antes de su


nacimiento hasta la ascensión, pentecostés y las expectativas de la dichosa esperanza
y venida de Señor.

El comienzo del año litúrgico es distinto del año civil o del escolar. El año litúrgico
comienza con el primer domingo adviento y termina con la solemnidad de Jesucristo
Rey del universo que se celebra el domingo 34 del tiempo ordinario.

El año litúrgico se compone de dos ritmos:

El temporal que sigue los misterios de Cristo.


El santoral que recoge las celebraciones de la virgen y de los santos.

Cada semana en el día llamado del Señor o domingo se hace memoria de la


resurrección de Cristo.

CICLO TEMPORAL
El año litúrgico se divide en varios tiempos:

Adviento: se utiliza color morado


Navidad: se utiliza el color blanco.
Cuaresma: se utiliza el color morado.
Pascua: se utiliza el color blanco
Tiempo ordinario: se utiliza el color verde.
Adviento:

Esta palabra significa retorno, llegada y viene del latín “adventus”.

Adviento es el tiempo de 4 semanas antes de la navidad.

Al celebrar la iglesia, el adviento, nos invita a meditar fundamentalmente la venida del


Señor. Esta venida se nos presenta en tres dimensiones:

 Por Adviento Histórico se entiende la espera en que vivieron los pueblos que
ansiaban la venida del Salvador. Este período va desde Adán hasta la
Encarnación.

 Por Adviento Místico se entiende la preparación moral del hombre de hoy a la


venida del Señor.

 Por Adviento Escatológico se entiende la propia acción a la llegada definitiva


del Señor, cuando volverá para coronar definitivamente su obra redentora
dando a cada uno según sus obras

Navidad:

Todos los años el 25 de diciembre los cristianos celebramos el nacimiento del Hijo de
Dios. Este tiempo litúrgico comienza al atardecer del día 24 de diciembre y termina el
domingo después de la epifanía, es decir el domingo del bautismo del Señor. La
solemnidad de la epifanía es muy importante; en ella celebramos la manifestación de
Cristo a todos los pueblos de la tierra representados en los magos de oriente.

Las celebraciones de la navidad abarcan la misa vigilar del 24 de diciembre, la misa


del gallo en la medianoche, la misa de la aurora y la misma del día.

Celebramos esta fiesta no tanto como un aniversario histórico entrañable sino como la
presencia viva del misterio de este nacimiento en Belén. Dios ahora resucitado y
glorioso, sigue estando en medio de su pueblo y le comunica la gracia específica de su
nacimiento. Dios se hace hombre para que el hombre llegue a compartir la vida de
Dios.

Cuaresma:

Esta palabra viene del latín “cuadragésima dies” y significa el día 40 antes de la
pascua.

Comienza el miércoles de ceniza y termina el jueves santo por la tarde, antes de la


misa de la cena del Señor.

Durante los 40 días de la cuaresma los cristianos nos preparamos para la Pascua y lo
hacemos escuchando la Palabra de Dios, rezando, haciendo obras de caridad y de
penitencia. De este modo nuestra vida se renueva muriendo al pecado y resucitando a
la vida de Dios.

Las características ambientales y celebrativas de la Cuaresma son:

La ausencia del aleluya en los cantos.


La austeridad en el ornato del espacio celebrativo.
Sin flores ni música instrumental.
El color morado en los vestidos del sacerdote (menos en el 4ºdomingo en
que puede usarse el color rosa).
El ejercicio del Via Crucis.
La celebración del Sacramento de la penitencia o reconciliación.

Al final de este tiempo encontramos la Semana Santa que comienza con el Domingo
Ramos y termina con el Domingo de Resurrección.

Triduo Pascual: La iglesia celebra cada año los grandes misterios de la


redención de los hombres desde la misma vespertina del Jueves Santo hasta
las vísperas del domingo de Resurrección. Este período de tiempo se
denomina Triduo Pascual.

o Jueves Santo: Con el jueves santo termina la cuaresma y se inicia el


Triduo Pascual. La celebración vespertina está centrada en la
institución de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal

o El viernes Santo: Se celebra la pasión de nuestro Señor Jesucristo así


como la adoración de la Santa Cruz. La iglesia siguiendo una
antiquísima tradición en este día no celebra la Eucaristía pero si se
distribuye la comunión solamente durante la celebración.

o Sábado Santo: Durante el sábado santo la iglesia permanece junto al


sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte en espera de la
resurrección del Señor y celebra los sacramentos de la iniciación
cristiana.

o El domingo de resurrección: Es el tercer día del triduo. Es el domingo


de los domingos. La victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.

Tiempo de Pascua:

Comienza el Domingo de Resurrección del Señor y dura solo 50 días hasta el domingo
de Pentecostés en que celebramos la venida del Espíritu Santo y el Nacimiento de la
Iglesia. Durante este tiempo vivimos la alegría de la Resurrección y la victoria del amor
de Dios sobre el pecado y la muerte.

Tiempo Ordinario:

No se celebra algún aspecto peculiar del misterio de Cristo, sino más bien se recuerda
el mismo misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los Domingos.

Este tiempo está conformado en 34 semanas, comienza el lunes siguiente a la fiesta


del bautismo del Señor y se extiende hasta el martes antes del miércoles de ceniza y
se retorna de nuevo el día siguiente después del domingo de Pentecostés para acabar
un día antes del primer domingo de adviento.

El nombre de Ordinario no tiene que interpretarse como poco importante, se llamó así
porque quiere distinguirse de los tiempos fuertes que son el ciclo de Pascua y el de
Navidad con su preparación y su prolongación.
Este tiempo presenta valores que no se pueden olvidar:

 Nos ayuda a ir viviendo el misterio de Cristo en su totalidad.


 Nos acompaña en la tarea de crecimiento y maduración de lo que hemos
celebrado en la Navidad y en la Pascua.
 Pone en evidencia la primacía del domingo cristiano.
 Nos ofrece la escuela permanente de la palabra bíblica.

CICLO SANTORAL

Paralelamente al ciclo temporal se celebra el Ciclo santoral que tiene por finalidad conmemorar
otros acontecimientos de la vida de Jesús, de la Virgen María y de los santos no incluidos en
aquél.

Son muchas las fiestas que celebramos en la Iglesia, pero no todas tienen la misma
importancia. Además, algunas de estas celebraciones quedan limitadas a una ciudad o a un
país.

Para poder clasificar todas estas fiestas, se les da una categoría determinada a cada una. Así
tenemos: las “Solemnidades”, las “Fiestas” y las Memorias” (obligatorias o libres).

Solemnidad:

Es la máxima clasificación de una celebración y su celebración comienza en las


primeras vísperas del día precedente (tarde).

Se distinguen también porque tienen tres lecturas propias en la misma y también en el


rezo de las horas todo lo tienen propio. Además el canto del gloria y el rezo del credo.

La Solemnidad de Navidad y Pascua se prolongan durante una octava que se refiere a


la semana que sigue a las fiestas muy importantes prolongando su celebración.

Tenemos:

1 enero Santa María, Madre de Dios.


6 enero Epifanía
19 marzo San José
25 marzo Anunciación del Señor
marzo-abril Pascua de Resurrección
Mayo Ascensión del Señor
mayo-junio Pentecostés
mayo-junio Santísima Trinidad
mayo-junio Cuerpo y Sangre de Cristo
Junio Sagrado Corazón de Jesús
24 junio Nacimiento de San Juan Bautista
29 junio San Pedro y San Pablo
15 agosto Asunción de la Virgen María
1 noviembre Todos los Santos
Noviembre Cristo Rey
8 diciembre Inmaculada Concepción

Fiesta:

Es una celebración importante en la que rompemos lo monótono y celebramos algún


acontecimiento con alegría.
Las fiestas no tienen primeras vísperas como las solemnidades y por tanto se celebran
dentro del día natural. Hay fiestas del Señor, fiestas de la virgen y de los santos.

Memoria:

En la jerarquía de las fiestas en el calendario cristiano se llama memoria a la tercera


categoría después de las solemnidades y fiestas.

Las memorias pueden ser obligatorias si se han considerado importantes para toda la
iglesia y libres si se trata de santos o celebraciones que tienen interés más local o de
una determinada familia religiosa.

Además en los sábados del tiempo ordinario en lo que no coincida una memoria
obligatoria puede hacerse memoria libre de Santa María Virgen.

Feria:

En la liturgia reciben el nombre de ferias los días de la semana que siguen al domingo.

No todas las ferias en liturgia tienen igual categoría. En orden de importancia se


catalogan así:

 El miércoles de ceniza y las ferias de semana santa.


 Las ferias de adviento y todas las ferias de cuaresma.
 Las ferias restantes.

COLORES LITÚRGICOS

Tienen también su sentido. Por un lado, expresan lo característico de los misterios de


la fe que se celebran, y por otro lado, exteriorizan con mayor eficacia el sentido
progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico. Son como los semáforos
para orientar nuestro camino y nuestra peregrinación al cielo. También nosotros nos
ponemos un vestido de color según el tiempo, la estación, la fiesta o la circunstancia
que celebramos.

Blanco: simboliza la luz, la gloria, la inocencia. Por eso se emplea en los misterios
gozosos y gloriosos del Señor, en la dedicación de las Iglesias, en las fiestas, en las
conmemoraciones de la Virgen, de los ángeles, de los santos no mártires, y en la
administración de algunos sacramentos (primera comunión, confirmación, bodas,
orden sagrado).

Rojo: es el color más parecido a la sangre y al fuego, simboliza el amor y el heroísmo


del martirio o sacrificio por Cristo. Se emplea para el Domingo de Pasión (domingo de
Ramos), Viernes Santo, Pentecostés, fiestas de la Santa Cruz, apóstoles, evangelistas
y mártires.

Verde: indica la esperanza. Es también signo de vida y de frescura del alma cristiana y
de la savia de la gracia de Dios. Se usa los domingos y días de semana del tiempo
ordinario. En la vida ordinaria debemos caminar con la esperanza puesta en el cielo.

Morado o violeta: es signo de penitencia, de humildad y modestia; color que invita a


una vida algo más austera y sencilla, exenta de fiestas. Se emplea durante el Adviento
y la Cuaresma, vigilias, sacramentos de penitencia, unción de enfermos, bendición de
la ceniza. Y hoy reemplaza al negro, que se utilizaba en las exequias de difuntos.

Negro: es el color de los lutos. Hoy se cambia por el morado.

Rosa: es símbolo de alegría, pero de una alegría efímera. Se puede usar en los
domingos Gaudete y Laetare , tercer domingo de Adviento y cuarto Cuaresma
respectivamente. Es para recordar a los ayunadores y penitentes de esas dos
temporadas la cercanía de la Navidad y Pascua.

Azul: color del cielo. Se puede usar en las misas de la Virgen, sobre todo el día de la
Inmaculada Concepción.

Color Dorado: Se puede utilizar en las solemnidades pero no es obligatorio, si no hay


color dorado se usa el blanco.
MINISTERIOS LITÚRGICOS
Ministerio significa servicio. El primer ministro es Cristo que vino a servir y no que le
sirvieran.

Hay tres tipos de ministerios:

Ordenados
Instituidos
Reconocidos

Ministerios Ordenados:

Son los ministerios que se reciben bajo el sacramento del orden. Los ministerios
ordenados son tres:

Diaconado
Presbiterado
Episcopado

Diaconado:
El diaconado propio es el paso previo o un estado de preparación antes del
Sacerdocio. Lo ejerce el Diácono.
Hay dos tipos de diaconado:

1. Como grado propio

2. Permanente: Este diaconado lo pueden recibir también los casados.

Su misión es servir; es ayudar al obispo o al sacerdote en su ministerio. Por eso, el


diácono bautiza, bendice matrimonios, distribuye la Comunión, proclama el Evangelio
y puede predicar la homilía.

Presbiterado:
Es el ministerio ejercido por el sacerdote, llamado también Presbítero.

En las celebraciones litúrgicas actúa como ministro de Cristo y representante del


obispo.
La misión más importante del sacerdote es celebrar la Santa Misa. También le
corresponde predicar la Palabra de Dios y administrar los sacramentos.

Los presbíteros pueden ejercer diferentes cargos como ser:

 Párroco: Es el responsable de la parroquia, bajo la autoridad del obispo.


Parroquia es tanto el edificio como a la comunidad. Refiriéndose a la
comunidad comprende todos los fieles de un territorio determinado.

 Capellán: Es el clérigo encargado de atender una comunidad pequeña como


hospitales, escuelas, cárceles, barcos
 Vicario Parroquial: Es el presbítero auxiliar del párroco dentro de una
parroquia, le ayuda en todas las funciones y en la enseñanza y gobierno de la
comunidad encomendada. También se le llama coadjutor.

 Abad: Es el superior de un monasterio, elegido por votación entre los


miembros de la comunidad.

 Deán: Es quien preside el cabildo (colegio de presbíteros) en una catedral.

 Canciller: Es el presbítero encargado de realizar los trámites legales en los


curias obispales, el vaticano y dentro de la iglesia local.

Obispo:
Es un presbítero ordenado o consagrado para regir una diócesis. La diócesis es una
porción del pueblo de Dios que se confía al obispo para que la apaciente con la
colaboración de sus presbíteros.

Los obispos pueden desempeñar distintos cargos o títulos:

 Arzobispo: Es el obispo encargado de la arquidiócesis. Usa como insignia el


palio arzobispal que cuelga del cuello.

 Cardenal: Los cardenales son consejeros del Papa como miembros de un


colegio, encargados sobre todo de elegir un nuevo Papa en sede vacante. A
los cardenales se les da el título de eminencias. Sus vestiduras son de color
rojo. Son prendas propias del cardenal, la birreta, la muceta, la capa magna.

 Papa: Se llama PAPA al Obispo de Roma, presidente del Colegio episcopal y


responsable de la dirección de la Iglesia Católica.

Ministerios de laicos para una comunidad celebrante.

Son laicos los fieles cristianos que por el bautismo y la confirmación han quedado
integrados a la comunidad cristiana. Además de participar en la liturgia, orando,
cantando, puede participar en los diversos ministerios como lectores, acólitos,
monitores, músicos, etc.

Los ministerios instituidos son:

Acólito
Lector

Los ministerios reconocidos o de hecho son:

Acólito y lector no instituidos.


Salmista, cantor, monitor, sacristán, etc.

Acólito:
La función de estos acólitos en sentido propio, es la de ayudar al diácono y al
sacerdote en el servicio del altar, preparar y purificar los vasos sagrados en ausencia
del diácono, coordinar los otros ministerios, promoviendo la formación y la
espiritualidad del equipo litúrgico y también fuera de la esfera litúrgica, cuidarse de las
obras de caridad y beneficencia. Son ministerios extraordinarios la distribución de la
Eucaristía así como la exposición del Santísimo aunque no pueden a diferencia de los
diáconos dar la bendición final.

 Los monaguillos (acólitos de hecho): Son los niños o jóvenes que ayudan al
diácono, al sacerdote o al obispo en la celebración litúrgica y otros ministerios
del altar. También se les llama monaguillos o sea monjes pequeños. En italia
se les llama cleriguitos. En catalán se les llama escolanos y en Alemania
Ministrantes.

El lector:
Este ministerio es uno de los más importantes, ya que con la proclamación de las
lecturas, el lector ayuda a la comunidad a captar en las mejores condiciones posibles
la palabra de Dios.

Al lector no sólo se le encomienda la proclamación de las lecturas de un modo oficial y


estable, sino también el encargo de formar a los lectores no instituidos, etc.

Además de los lectores instituidos, que son exclusivamente varones, en las


comunidades cristianas, ejercitan este ministerio de una manera más o menos estable,
hombres y mujeres. A estos se les pide que estén aptos y diligentemente preparados.

El lector debe tener una preparación espiritual y técnica.

Sacristán:
El sacristán es el encargado de guardar, cuidar y preparar los objetos necesarios en
la liturgia. Se responsabiliza de la sacristía y de la iglesia.

Son muchas las cosas que se le piden:

Mantener en orden y buen estado los locales como ser: sacristía, presbiterio,
abrir y cerrar las puertas a su debido momento.
Cuidarse de los toques oportunos de campanas.
Asegurar la limpieza y el buen uso de los objetos relativos al culto como ser
libros, objetos, vasos sagrados, etc.
Preparar las celebraciones en su aspecto material como ser libros, vestidos,
iluminación, pan y vino etc.
Procurar que en la sacristía se cree un clima de paz y oración que favorezca la
preparación espiritual.

De un sacristán se espera también que tenga las cualidades humanas propias de una
persona que ha de recibir a muchos que viene a su territorio. Estas cualidades son:
paciencia, amabilidad, disponibilidad y ante todo debe ser prudente, evitar hacer
comentarios de los ministros, etc. También tendría que tener un conocimiento litúrgico
de las celebraciones y su estructura, tiempos litúrgicos y fiestas, uso de los libros, etc.

Monitor:
Es el encargado de las moniciones u orientaciones para ayudar al desarrollo de la
celebración. El misal lo define como el comentarista que hace las explicaciones y da
avisos a los fieles para introducirlos en la celebración y disponerlos a entenderla
mejor.
Cantor:

Uno de los ministerios que se realizan a favor de la comunidad celebrante es el de


cantar. Ya desde los primeros siglos tuvo importancia y también ahora ayuda a una
celebración más expresiva y digna cantando el salmo responsorial, cordero de Dios,
cantos de comunión, etc. Su función es iniciar y apoyar las melodías que cantan todos
fieles

Salmista:
El ministerio de cantar como salmista, es uno de los más importantes que pueden
realizar los laicos en la celebración. El salmista dirige el canto del Salmo Responsorial,
alternando con los fieles. En caso de no haber salmista, el lector recita –sin cantar– el
salmo, alternando como siempre con el pueblo
CÓMO EL ACÓLITO AYUDA A LA SANTA MISA

1.- AL ENTRAR EN LA IGLESIA

Sé puntual y respetuoso, limpias las manos y calzado.

Desde que entras en la Iglesia recuerda que Jesús, tu mejor amigo, te espera. Y copia
de El la alegría y el respeto con que entraba -a tus años- en el Templo de Jerusalén.

Puedes signarte con agua bendita -recuerdo de tu bautismo por el que eres hijo de
Dios-, y haz la señal de la Cruz despacio, como mostrando tu satisfacción por ser
cristiano.

Avanza hacia el altar sin correr. Junto a las primeras bancas, pausadamente haz la
genuflexión de adoración al Señor, y arrodíllate un poco para hablar con El.

Hazte tú mismo una oración para decírsela a Jesús.

2.- AL REVESTIRSE

Llegado a la sacristía, revístete la túnica que es un símbolo de tu dignidad de acólito y


una invitación a que la gracia santificante esté siempre en tu alma.

Para mejor hacerlo, antes de descolgarla de la percha, recógela desde el ruedo hasta
el cuello, por la parte de la espalda, para que no arrastre en el suelo; y mete la cabeza
cuidando que el alba no roce el pelo. Luego metes los brazos por las mangas y te
colocas el cíngulo. Si pudieses usar siempre la misma túnica acomodada a tu talla,
sería una ventaja. No son bonitas las túnicas cortas ni las que arrastran.

Ayuda al sacerdote a revestirse. Para ello, mientras él se coloca el amito (si usa), tú,
puesto a su izquierda recoges -desde el borde hasta el cuello, por la parte de la
espalda- el alba que está colocada sobre la mesa de la sacristía. Con las dos manos
levantadas, para que el alba no arrastre, mantenla fruncida y con el paso para la
cabeza bien patente. Cuando él haya metido la cabeza ayúdale tú a que el alba caiga
hasta abajo, y estira la manga derecha y después la izquierda para que él meta con
más comodidad los brazos.
Toma el cíngulo con ambas manos, dejando que descuelgue de tu derecha la mitad de
su longitud doblada con las borlas: y manteniendo horizontal la otra mitad, que
acercarás por detrás a la altura de la cintura para que el sacerdote la tome con sus
dos manos. Observa los posibles defectos que él no puede ver (si algo ha quedado
recogido o arrugado o arrastrando...) y procura corregir el fallo tirando de la tela en un
sentido o en otro.

Acércale por delante la estola con el vértice vuelto hacia su rostro y cuida de que la
cruz central quede en la mitad del cuello.

De forma parecida a como has presentado el alba, ofrece recogida la casulla; ayúdale
al sacerdote si tiene que cerrar una cremallera o un broche; y cuida especialmente de
corregir lo que quizá no haya quedado bien (casulla torcida o arrugada...)

3.- HACIA EL ALTAR DE DIOS

Al ir saliendo al altar recuerda que todos los detalles de educación, urbanidad y


cortesía natural cobran en ti un valor sobrenatural. (Piensa en tu aseo de cara, cuello,
manos, peinado: limpieza de ropa y calzado...) Vas a una fiesta sagrada.

Procura que todas tus posturas junto al altar reflejen respeto y devoción. No es
elegante ni correcto el estar con las manos en el bolsillo, o caídas y lacias; ni que
vuelvas sin necesidad la vista hacia la gente; ni el estar muy cerca del sacerdote como
curioseando lo que dice o lee; ni apoyarte o agarrarte al altar, o dejar sobre él algo
tuyo, como un pañuelo, un libro... Postura religiosa es llevar las manos juntas, palma
con palma (la que más suele adoptar el Papa) o con los dedos entrelazados. También
los brazos cruzados suele ser posición de quien está dispuesto a servir.

Delante del sacerdote y a uno o dos pasos de él sales al presbiterio, con las manos
juntas sobre el pecho si él las lleva así; y si no con los brazos cruzados (nunca
colgando ni con las manos en los bolsillos). Si son dos acólitos, el que sale primero al
llegar se retira un poco hacia atrás, dejando sitio para que pasen por delante su
compañero y el sacerdote.

4.- A LA LITURGIA DE LA PALABRA

Tu puesto podrá variar según sea el presbiterio y lo que haga el sacerdote.

Si comienza la Misa en la sede estarás mejor en el otro extremo y un poco vuelto


hacia él. Y si en la sede no tiene atril, sostenle tú el misal; si eres bajo de talla, puesto
delante de él, sujétale el libro con las manos y apoyado en la frente. Pero si eres alto
como para taparle la vista de los fieles, colócate a su derecha un poco de perfil, y con
ambas manos mantén el libro a pulso.

Si en cambio empieza la Misa en el altar, tu puesto más propio sería como


'adelantado' del pueblo, de espaldas a él y junto a una esquina del altar. También
puedes colocarte de medio lado sin caer en la tentación de volver la cabeza a mirar
hacia atrás o a los lados.

Para el Evangelio acompaña al sacerdote poniéndote de costado, no vuelto hacia el


pueblo, sino hacia el centro de atención que en ese momento es el libro y el propio
sacerdote. Persígnate a la vez que él en la frente, labios y pecho; pero no lo hagas si
le estás sosteniendo el libro o tienes tu derecha ocupada en el cirial o el incensario.
Si hay homilía te sientas, como durante la primera lectura, cerca del sacerdote.

Durante el credo, estás también como en el evangelio pero sin ciriales ni incienso,
aunque se hayan sacado ese día. Al recordar la Encarnación del Hijo de Dios haces
con él una profunda inclinación de cabeza. Y al nombre de Jesús o de María, una
venia sencilla.

5.- A LA PRESENTACION DE DONES

Terminadas las preces de los fieles el sacerdote va al centro del altar; y tú llevas con
diligencia pero sin correr el cáliz cubierto. Retira el cubrecáliz, entrega el corporal al
sacerdote, y mientras él lo desdobla, dobla tú en uno o dos pliegues el cubrecáliz. Y
vas enseguida a la credencia por las vinajeras. También puede el sacerdote
encomendarte a tí el desdoblar el corporal, mientras él está en la sede.

Preséntale, después de que ha hecho la bendición por el pan, la vinajera del vino con
el asa vuelta hacia su derecha. En cuanto él la tome, toma tú con la derecha la del
agua para que él la tome igualmente, a la vez que con la izquierda retiras la del vino
que él te devuelve.

Mientras él reza inclinado una oración, vuelve tú a la credencia y regresas con la jarrita
del agua en la mano derecha y el manutergio sobre el brazo izquierdo, deteniendo con
la mano izquierda la base donde cae el agua. Una vez retirado el lavabo a la credencia
y doblado el paño, toma la campanilla y colócate en tu sitio -de espalda o de costado
al pueblo- de pie. Los fieles se pondrán enseguida de pie cuando se les invite a orar.

6.- A LA ORACION EUCARISTICA

Cuando el sacerdote impone las manos sobre la hostia y el cáliz que va a consagrar,
avísaselo tú al pueblo tocando muy tenuemente la campanilla para que todos se
arrodillen. Cuida de no tapar con el sonido de la campanilla la voz del celebrante.
Mientras él eleva la Hostia y el Cáliz consagrados, repica tú como signo de adoración
y de alegría por la llegada de Cristo al altar.

Cuando el sacerdote hace la genuflexión para adorar a Cristo presente en el altar, tú,
que ya estás de rodillas, puedes acompañarle haciendo una reverencia. Pero cuando
él levanta la Hostia y el Cáliz, levanta tú los ojos hacia Cristo y adórale reconociéndole
con amor como tu Señor y tu Dios. No olvides que con tus actitudes reverentes ayudas
además a la devoción de los fieles.

Contesta a la aclamación después de la consagración, según la proclamación que


haga el sacerdote con voz clara y sonora similar a la del sacerdote.

Tú subraya en voz alta y firme: Amén, cuando el sacerdote termine la Oración


Eucarística.

7.- A LA COMUNION

Reza con el sacerdote, sin adelantarte ni atrasarte, el Padre nuestro y responde a los
otros saludos.

Si te da la paz con un abrazo, pon tus manos aproximadamente bajo sus codos. Si te
extiende la mano, tómala con las dos tuyas (algunos la besan en señal de reverencia,
no al hombre sino al que representa a Cristo y tiene poderes divinos).
Lleva al altar el platillo de comunión. Al Cordero de Dios si los demás se arrodillan
arrodíllate también tú.

Para poder comulgar cada día, vive siempre con el alma limpia de pecado mortal y haz
el pequeño sacrificio de no comer nada desde una hora antes. Confiésate cada mes
para hacerte cada vez más amigo de Jesús, a menos que tengas pecado mortal.

Quiere también la Iglesia que al acercarse a comulgar todos hagan una reverencia; la
genuflexión es la reverencia debida al Santísimo. Pero una persona de edad basta que
haga al acercarse una inclinación de cabeza. Como a tu edad eres ágil harás muy bien
en hacer genuflexión para comulgar.

Cuando actúas de monaguillo el sacerdote puede darte la comunión bajo las dos
especies o del Pan y de Vino. No tomes este privilegio para vanidad; sino como una
invitación del mismo Cristo a 'sangrar' tú sacrificándote cada día un poco por cumplir
con tu deber.

Si acompañas al sacerdote a su derecha mientras da la comunión, mantén el platillo


de la comunión con tu derecha y vuelto hacia él; si a su izquierda, con tu izquierda.
Pon bien el platillo para recoger las partículas que podrían caer; no la inclines de forma
que puedan caerse trocitos del Pan Consagrado que es el Cuerpo de Cristo. Por lo
mismo, evita poner los dedos encima. No lo coloques muy cerca de la barbilla de las
personas, sino al pecho, y sin tocar a las personas. Si puedes hacerlo dignamente,
puedes seguir su trayectoria del copón a la boca.

Si el sacerdote así te lo pide, puedes orientar a los comulgantes que se acercan; para
que circulen sin estorbarse: por ejemplo, que se acerquen en dos filas y que se retiren
sin pasarse al otro lado. Pero hazlo más con la mano y el gesto que con la voz.
Recuerda que el sacerdote tiene entretanto ocupadas manos y voz.

Al volverte no gires dándole la espalda, sino de frente. Lo mismo harás en otras


ocasiones parecidas.

Deja el platillo de la comunión cerca del sacerdote para que pueda recoger las
partículas. Si él ha ido a guardar el copón en el Sagrario, quédate tú mirando hacia
allá; y si él hace genuflexión, hazla con él, como despedida que tributas a Jesús.

Lleva enseguida las vinajeras de la credencia al altar para que lave el cáliz. Puede
para ello usar vino y agua o sólo agua; y lavar sólo el cáliz o el cáliz y los dedos; dale
pues la opción que elija él. Toma con la derecha por el asa la del agua y sírvesela.
Cuida de no colocar las vinajeras sobre el mantel: podría mancharse éste. No
vuelques la vinajera de golpe; ni te alargues demasiado; ni la muevas en círculos; un
ritmo conveniente es que contando despacio hasta 5 segundos vacíe la vinajera; si te
hace gesto de parar, levantando el cáliz, tú paras.

Ve retirando todo a la credencia: vinajeras, bandeja, copón vacío, si lo hay... Cubre el


cáliz con expedición y retíralo también. Si el sacerdote después de lavar el cáliz se
retira a la sede, a ti te toca doblar el corporal y purificador. Y vuelve a tu sitio -o junto al
altar o en tu silla- según él haya hecho.

Si es el caso, preséntale el misal para la oración final, como lo dicho antes.


8.- HACIA LA SACRISTIA

Con la cabeza inclinada recibe la bendición santiguándote despacio. Déjale paso sin
darle la espalda para que baje del altar a hacer la genuflexión; hazla junto con él. Y
delante de él vuelve a la sacristía con las manos juntas o los brazos cruzados.

Ayúdale allí a quitarse las vestiduras y guárdalas. Sin quitarte aún la túnica, completa
tu oficio retirando las cosas de la credencia...

Para quitarte bien la túnica, muévela lo más que puedas hacia tu izquierda -por
ejemplo- agarrando con tu derecha la costura del sobaco izquierdo y encogiendo el
codo izquierdo, sácalo de la manga; con la mano izquierda por dentro de la túnica y la
derecha por fuera recógela toda, frunciéndola desde el rueda al cuello; y pasa la
cabeza sin que roce. Saca finalmente la manga derecha; cuélgala en tu percha.

La Iglesia nos pide un serio esfuerzo para que -aun en cosas de menor importancia-
se unan la sencillez y la limpieza. Un poquito de ese esfuerzo te toca a ti.

Aunque haya habido después de la Comunión un rato de silencio, harás bien en


dedicarle a Jesús antes de salir de la iglesia unos minutos de acción de gracias. Ten
también cada día un ratito de visita y charla con Jesús; para mejor tratar con El,
procura tener un libro adecuado.

9.- DOS ACOLITOS

Si son dos acólitos se expresa mejor la dignidad del acto sagrado. Se colocan en
posición simétrica a ambos lados del altar.

Cuando uno de los dos tiene que pasar por delante del Sagrario y hacer genuflexión,
se juntan previamente en el centro y la hacen juntos. Si las distancias son excesivas (o
por el contrario, falta sitio) vienen juntos aunque sólo uno deba actuar.

Se reparten las actuaciones de antemano para no atenerse ni discutir; por ejemplo,


uno descubre el cáliz y pliega el cubrecáliz, mientras el otro presenta el corporal y el
copón al sacerdote, el primero trae y ofrece las vinajeras, mientras el segundo prepara
el aguamanil y el manutergio: entrega el pañito a su compañero y juntos se acercan al
borde del altar: uno sirve el agua y el otro el paño.

No se repartan los toques de campanilla ni otros servicios sencillos como apagar dos
velas contiguas.

Al Evangelio acompañan los dos al sacerdote. Lo mismo que al dar la comunión. (Al
volver hacia el altar giran hacia el sacerdote, evitando el darle inmediatamente la
espalda).

10.- DIAS MÁS SOLEMNES

Elementos de más solemnidad en algunas misas son la cruz procesional, los ciriales o
candeleros, y el incensario, la procesión de ofrendas.

Según sea el número de acólitos y la amplitud del presbiterio, deberán variar los
movimientos de unos u otros.

La cruz y los ciriales suelen abrir la procesión de entrada. Aunque esté el Santísimo en
el Sagrario, ni el cruciferario ni los ceroferarios hacen genuflexión sino sólo inclinación
de cabeza -a no ser que los astiles sean cortos, como para colocarlos sobre el altar-.
Luego dejan las tres cosas en el sitio oportuno. La cruz no se moverá hasta la
procesión de despedida; en cambio los ciriales podrán acompañar a la lectura del
evangelio. En algunos sitios a la Consagración se colocan dos o más acólitos frente al
altar y alzan los cirios o candeleros.

11.- OFRENDAS

Otra ceremonia de cierta solemnidad es la procesión de ofrendas.

Acompaña al sacerdote al borde del presbiterio y recoge lo que él te irá entregando:


las hostias y el vino los dejas sobre el altar; y lo demás (frutos, dinero, objetos varios),
al pie del mismo altar donde no estorben.

La actuación y las actitudes de los acólitos:

No es el mero hecho de moverse y ser útiles en una celebración, la presencia de los


acólitos en medio de una comunidad, abarcan más aspectos que afectan a su
formación, su espiritualidad, su forma de actuar. Entre estos aspectos tenemos:

Ante todo debe cuidar su formación espiritual y litúrgica. Así realizarán mejor su
ministerio si van recibiendo oportunamente la iniciación a estas actitudes eucarísticas
y litúrgicas.

Deben tener un adecuado sentido de lo sagrado que es la mejor condición para que su
actuación sea digna, respetuosa, para la comunidad. Su modo de moverse con
serenidad y no con precipitación, su aproximación reverente al altar y a todo el
ministerio al que sirven, suelen ser fruto de una motivación catequística y de unas
convicciones que alguien les ha ayudado a adquirir.

Debe tener una actitud celebrativa. Sus gestos y posturas y su atención activa hacia
los varios polos de acción, debe mostrar que se sientan miembros de una comunidad
que celebra, escucha, ora, canta y participa de un modo más expresivo que en otras
personas que no están tan a la vista de la comunidad.

Debe descubrir las varias presencias de Cristo en la celebración:

En la comunidad cristiana reunida: Por tanto debe amar y servir a la


comunidad que es la suya y en la que está presente Cristo Jesús.

En la Palabra de Dios que se proclama: Por tanto deberán hacer esfuerzos


por conocer cada vez mejor esta palabra y escucharla con atención en cada
celebración.

En la persona del Sacerdote u Obispo: Deberán tener como honra, realizar


el ministerio que Dios les ha confiado ayudar al Presidente que es el mismo
Cristo.

De modo especial en el Pan y el Vino: Por tanto deberán amar la Eucaristía,


acercarse con respeto al altar y expresar con su modo de actuar su fe en la
presencia de Cristo y en la dignidad de la Eucaristía, que la comunidad celebra.

Debe tener un buen espíritu de grupo. Por tanto deben apreciar y ser fieles a sus
reuniones, a sus programas de formación, a las actividades culturales y recreativas.
Buena educación en iglesias y capillas:

Por respeto a lo sagrado (todo lo que tiene que ver con el culto de Dios, tiene un cierto
sentido sagrado) y para que los objetos dedicados al culto luzcan bien para Dios
debemos ser extremadamente delicados en el cuidado de las iglesias:

Cuidar la limpieza:
Papelitos en el suelo por ejemplo, y los bancos: si se apoyan los pies en los
reclinatorios se arruina el tapizado, se ensucia, etc. Por supuesto no escribir, no dejar
papelitos en el lugar para Misales, no pegar chicles...

Obviamente el buen comportamiento no se limita a la duración de las


celebraciones litúrgicas:
Una vez que se ha entrado en la iglesia, se está en un lugar sagrado. Es para rezar.
Hay que estar en silencio. Quien no quiere rezar que no entre, o al menos que respete
a los que rezan con su silencio. Incluso cuando no está reservado el Santísimo
Sacramento en el sagrario.

Silencio sagrado.
Desgraciadamente se descuida bastante en muchas iglesias, donde la gente charla
con demasiada soltura. Esto hace que por más que insistamos nunca insistiremos
demasiado...

Silencio no es un mero no hablar. Expresa respeto, veneración. Es ya una forma de


culto, ante Jesús presente en la Eucaristía. Es necesario para descubrir a Dios y poder
escucharlo. Tiempo de recogimiento y meditación.

Tenemos que ser capaces de silencio. Muchas personas son incapaces. Nuestra
riqueza interior hará que podamos entretenernos con la mirada dentro de nosotros sin
aburrirnos.

No correr. Caminar despacio dentro de la iglesia.

Obvio: no comer, chicles..., jugar, muecas, bromas, molestar a otras (tirar del pelo...).

Evitar distracciones. Curiosidad de mirar quién entra o sale. Quien estornudó...

Elegancia en el vestir:
Cuanto más elegantes, mostramos más respeto y amor. No es sólo cuestión de no
usar prendas indecentes: hay cosas superdecentes que son demasiado deportivas:
nadie se las pondría para una sesión de gala en un teatro.

No es cuestión de si se puede o no: es cuestión de amor. Quien ama trata de dar lo


mejor a quien ama.

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