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El moto-arrebatador

Un film especialmente interesante para reflexionar algunos aspectos éticos de la vida


humana. En él se presenta la vida de un saqueador, protagonizado por Sergio Prini. Él
representa a un hombre de bajos recursos, por la línea de la pobreza, roban a una
mujer junto con un amigo. Pero lo curioso es que el espectador puede ver los vaivenes
de su conciencia después de haber realizado el delito. El hombre se arrepiente, el
espectador no sabe muy bien si su expiación es verdadera o si oculta más delitos.
Pero sigue el hilo de la historia donde esa mujer robada es después internada en el
hospital y asistida por el mismo hombre que le hizo daño.

Él puede ayudarla, ocuparse de ella, en una suerte de mentira donde ella no sabe cuál
es la verdadera identidad del mismo. Sin embargo, la verdad sale a la luz casi al final
de la película y él va a la cárcel. Al finalizar, vemos que ella va a verlo a la cárcel, junto
con su hijo y no podemos ver el diálogo pero vemos una mirada y unas sonrisas
cómplices en una suerte de amistad y solidaridad.

Por otra parte, la mujer que es asaltada, interpretada por Liliana Juárez, no es de la
clase alta, por el contrario, representa a una clase media cerca de la baja, se dedica a
limpiar la casa de una vecina, con lo cual le alcanza para vivir diariamente. Él
delincuente representa a la clase pobre propiamente dicha. El director logra realizar un
salto que va más allá e independientemente de las clases, para mostrarnos que sin
importar si el hombre es pobre o ladrón y la mujer trabajadora y de la clase media,
pueden entablar un lazo afectivo de solidaridad.

Es decir, más allá de la diferencia entre una clase desposeída y otra no, lo que une a
los seres humanos es su especial capacidad de darse cuenta del dolor. Ella puede
darse cuenta de que está recuperándose de un accidente, de que necesita que la
ayuden a vestirse, a caminar, a comer. Él puede darse cuenta de que actuó
moralmente mal al tomar algo que no es de él y por eso termina en la cárcel . Y al
mismo tiempo ambos pueden intersecarse mutuamente. El ayuda a ella cuando lo
necesita. Y ella ayuda con el hijo a él mientras él paga sus culpas en la cárcel. Esto es
algo que los animales no lo pueden lograr. Pueden sufrir, porque pueden tener algún
tejido u órgano dañado por ejemplo, pero no pueden tomar conciencia de que están
sufriendo. Los hombres sí, y en eso reside su humanidad, a mi modo de ver, en esa
especial manera de sentir el dolor.

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