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Unidad I – Conceptos Básicos de Derecho Constitucional:

Se recomiendan lecturas acerca de:


Fuentes del Derecho Constitucional.
Principios del Derecho Constitucional.
Orden Jurídico y Jerarquía de las Normas.
Estado de Derecho: Justicia/Bien Común/Seguridad Jurídica.
La Constitución Vigente y su estructura.
Relación del Derecho Constitucional con otras disciplinas.
1. Derecho constitucional:

La rama del derecho encargada de analizar y controlar las leyes


fundamentales que rigen al Estado se conoce como derecho
constitucional. Su objeto de estudio es la forma de gobierno y la
regulación de los poderes públicos, tanto en su relación con los
ciudadanos como entre sus distintos órganos. Más concretamente aún
podemos determinar que el derecho constitucional se encarga de llevar
a cabo el estudio de lo que es la teoría de los derechos humanos, la del
poder, la de la Constitución y finalmente la del Estado.
El poder político está formado por las instituciones a las cuales la
sociedad les ha otorgado el monopolio del uso de la violencia. Es decir,
el poder político tiene la capacidad de coerción para obligar a cumplir
sus mandatos imperativos a través de la violencia legítima, siempre y
cuando este uso sea necesario.
El derecho constitucional, que pertenece al derecho público, se sustenta
en la Constitución, un texto jurídico-político que fundamenta el
ordenamiento del poder político. La Constitución es la norma suprema
de un país, por lo que prevalece sobre cualquier otra normativa o ley.
La Constitución se caracteriza por su rigidez, ya que sólo puede ser
modificada bajo ciertas condiciones excepcionales que se encuentran
recogidas en su propio texto. La estructura constitucional contempla un
preámbulo, una parte dogmática (con los derechos fundamentales
procesales y sustantivos) y una parte orgánica (con la creación de los
poderes constituidos).
En el caso, por ejemplo, de la Constitución Española, que data del año
1978, está conformada por un preámbulo, una parte dogmática que está
conformada por el título preliminar y por el título primero, así como por
una parte orgánica que va desde el título segundo hasta el título décimo,
y finalmente por un conjunto de disposiciones (cuatro adicionales, nueve
transitorias, una derogatoria y una final).
Es importante subrayar que en el mencionado preámbulo adquieren el
protagonismo el respeto a los derechos humanos, los valores
democráticos, la consagración del Estado del Derecho y lo que es el
conjunto de objetivos fundamentales que se establece la Constitución
como elemento a conseguir.
En la parte dogmática, por su parte, se dan cuenta de los citados
derechos fundamentales así como de sus garantías, los principios
rectores de la política social y económica y finalmente los los principios
constitucionales. Estos no son otros que los valores superiores del
ordenamiento jurídico (igualdad, libertad, pluralismo político y justicia),
que España es un Estado Social y democrático de Derecho así también
como un conjunto de principios de organización política. En este caso
toman protagonismo la monarquía parlamentaria, la unidad de la nación
española o la solidaridad interterritorial, entre otras cuestiones y pilares
fundamentales dentro del país.
Mientras, la parte orgánica lo que hace es desarrollar el diseño de la
división de poderes: ejecutivo, judicial y legislativo.
Entre los principios doctrinales del derecho constitucional, aparece la
división de poderes (Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y Poder Judicial)
y la protección del Estado de derecho (el poder estatal sometido a un
orden jurídico), la soberanía nacional y los derechos fundamentales
(estabilidad y control de la constitucionalidad, que es el mecanismo
jurídico que garantiza el cumplimiento de las normas constitucionales).
Según el Derecho Constitucional Internacional, un Estado tiene
separación de poderes cuando tiene ramas independientes en el poder
público, tales son: ejecutivo, legislativo y judicial (junto a electoral y
ciudadano en el caso venezolano). Este principio de separación también
existe en la Constitución Bolivariana, cada rama tiene sus propias
atribuciones y ninguna debe usurpar a la otra.
Al mismo tiempo hay un vital principio de "controles y contrapesos" que
permite a cada rama vigilar a la otra. Se trata de una desconcentración
del poder público saludable para el funcionamiento de un sistema
político democrático porque promueve equilibrio entre sectores
sociales, pluralismo, debate y legalidad.
No es conveniente un sólo poder, ni siquiera si es el poder de "Dios". Un
país necesita al menos tres "Dioses" para que haya democracia.
Actualmente existe una Asamblea Constituyente (ANC) que ejerce las
funciones de todas las ramas del poder porque la Constitución lo
permite en su artículo 349 y la situación política lo hizo necesario para
neutralizar la violencia de 2017.

2. Origen y antecedentes constitucionales:


En el siglo XVIII dos movimientos marcaron historia y fueron
antecedentes muy importantes para la independencia. En primer lugar,
los Estados Unidos se independizaron de Inglaterra en 1776, abriendo el
camino y dando la idea a otras colonias, como Venezuela. En segundo
lugar, en 1789, la revolución francesa, con su proclama de libertad,
igualdad y fraternidad, traía un antecedente que tuvo mucho impacto
entre todos los intelectuales que veían que el régimen existente en
Venezuela no se ajustaba a esos ideales que se estaban poniendo de
moda.
El golpe de Estado del 19 de abril de 1810 y la Junta Suprema de
Venezuela Conservadora de los Derechos de Fernando VII. El
ayuntamiento de Caracas, en efecto, en sesión del 19 de abril de 1810,
al día siguiente de conocerse la situación política de la Península, depuso
la autoridad constituida y se erigió, a sí mismo, en Junta Suprema de
Venezuela Conservadora de los Derechos de Fernando VII.

Con este acto, se dio un golpe de Estado, habiendo recogido el Acta de


la sesión del Ayuntamiento de Caracas, el primer acto constitucional de
un nuevo gobierno y el inicio de la conformación jurídica de un nuevo
Estado.

En efecto, la decisión adoptada por el Ayuntamiento de Caracas,


deponiendo al Gobernador Emparan del mando de la Provincia de
Venezuela, consistió en la asunción del "mando supremo" o "suprema
autoridad" de la Provincia, "consentimiento del mismo pueblo". Se
estableció así, un nuevo "gobierno" que fue reconocido en la capital, la
cual quedaron subordinados "todos los empleados del ramo militar,
político y demás". El Ayuntamiento, además, procedió a destituir las
antiguas autoridades del país y a proveer a la seguridad pública y
conservación del Monarca cautivo, y ello lo hizo "reasumiendo en sí el
poder soberano".

3. La Revolución en las otras provincias de la


capitanía general de Venezuela.
Luego de la Revolución de Caracas del 19 de abril de 1810, la Junta
Suprema de Venezuela envió emisarios a las principales ciudades de las
otras Provincias que conformaban la Capitanía General de Venezuela
para invitarlas a adherirse al movimiento de Caracas. En todas esas
Provincias, con excepción de Guayana, Coro y Maracaibo, y ante la
creencia de que Napoleón había disuelto el Gobierno Supremo, se
desarrolló un proceso revolucionario provincial con manifiestas
tendencias autonomistas, en muchos casos mediante la creación de
Juntas Supremas Provinciales.

En consecuencia, el 27 de abril de 1810, en Cumaná, el Ayuntamiento


asumió la representación de Fernando VII, y "su legítima sucesión".

El 5 de julio de 1810, el Ayuntamiento de Barinas decidió proceder a


formar "una Junta Superior ".

El 16 de septiembre de 1810, el Ayuntamiento de Mérida decidió "en


representación del pueblo", adherirse a la causa común.
El Ayuntamiento de Trujillo convino instalar "una Junta Superior
Conservadora de nuestra Santa Religión, de los derechos de nuestro
amadísimo, legítimo, soberano Don Fernando VII y su Dinastía y de los
derechos de la Patria".

El 12 de octubre de 1811, se reunieron "las personas visibles y honradas


del pueblo de Barcelona" y resolvieron declarar la independencia con
España de la Provincia y unirse con Caracas y Cumaná, creándose al día
siguiente una Junta Provincial para que representara los derechos del
pueblo.

4. Estructura y análisis de conformación.


Con todos los antecedentes antes mencionados, fue que se sancionó la
Constitución de 1811 que dio origen al Estado de Venezuela luego de la
ruptura política con España. Durante los dos siglos que han transcurridos
desde entonces, el Estado venezolano independiente formalmente ha
estado regido por 26 textos constitucionales que fueron sancionados,
sucesivamente, en los años 1811, 1819, 1821, 1830, 1857, 1858, 1864,
1874, 1881, 1891, 1893, 1901, 1904, 1909, 1914, 1922, 1925, 1928, 1931,
1936, 1945, 1947, 1953, 1961 y 1999.

Sin embargo, ese excesivo número de textos constitucionales no


significa que en nuestro país haya habido, literal y jurídicamente
hablando, 26 "Constituciones" diferentes. En realidad, la gran mayoría de
dichos textos sólo fueron meras enmiendas o reformas parciales de los
precedentes, muchas provocadas por factores circunstanciales del
ejercicio del poder, que no incidieron sobre aspectos sustanciales del
hilo constitucional. Sin embargo, al no existir en nuestra tradición
constitucional hasta 1961, el mecanismo formal de la "Enmienda"
(recogido en las Constituciones de 1961 y 1999), aquellas reformas
constitucionales parciales efectuadas hasta 1953 dieron origen a la
promulgación sucesiva de Constituciones, autónomas unas de otras,
pero de contenido casi idéntico.

En todo caso, el análisis global de todas estas Constituciones y actos


constitucionales en nuestra evolución política pone en evidencia que
regímenes constitucionales derivados de verdaderos pactos o
imposiciones políticas a la sociedad, diferentes sustancialmente unos de
otro, ha habido pocos, por lo que nuestra evolución constitucional
pueden distinguirse cinco grandes períodos políticos: cuatro que se
sucedieron hasta 1998, y el último, que se inició en 1999 y que aún está
en proceso de conformación. Esos diversos regímenes políticos,
conforme a los cuales haremos el análisis de la conformación político-
constitucional del estado, son los siguientes:

El primer período (1811-1863) que corresponde al de la estructuración


del Estado independiente y autónomo (semi-descentralizado) que
comprende tres lapsos bien diferenciados: en primer lugar, el que
corresponde a las Constituciones del proceso primario de formación del
Estado independiente (1811-1819); en segundo lugar, el que
corresponde a la República de Colombia (1821-1830) en la cual
Venezuela fue inmersa; y en tercer lugar, el nuevo Estado venezolano
autónomo (1830-1863), que surgió de la Constitución de 1830, con la
cual se consolidó la República autónoma y conservadora, una de las que
ha tenido mayor años de vigencia, con reformas parciales en dos
oportunidades (1857-1858). Este período concluyó con las guerras
federales de 1858-1863.Este primer ciclo político-constitucional del
Estado independiente y autónomo (semi-descentralizado), estuvo
dominado por la generación de los líderes y próceres de la
Independencia y sus sucesores. El proyecto que lo caracterizó fue la
construcción e implantación de un Estado Nuevo, fundado en las ex
colonias españolas, basado, en cuanto a la forma de Estado, en la
organización de las Provincias que nos quedaron como legado del
régimen español; Provincias que se habían desarrollado en el sistema
colonial como organizaciones administrativas altamente
descentralizadas. Precisamente, fue por esa enorme descentralización y
autonomía provincial que existía en los territorios de la Capitanía General
de Venezuela que, como forma para estructurar un Estado nuevo que
fue lo que propuso ese liderazgo político, se escogió el esquema federal.
Por ello, puede decirse que Venezuela como Estado Independiente,
nació bajo una forma federal de Estado, porque, entre otros factores, en
el constitucionalismo de la época no había otra forma para construir un
Estado con base en la estructura político-territorial de ex colonias
descentralizadas. La "Confederación de los estados de Venezuela", por
ello, fue el esquema político tomado de la experiencia norteamericana
para unir lo que estaba y había estado siempre desunido, salvo en los
treinta años anteriores a la Independencia, a raíz de la creación, 1777, de
la Capitanía General de Venezuela, que comprendía el grupo de
Provincias que conformaron nuestro territorio; pero en todo caso,
incomunicadas entre sí y altamente disgregadas.La progresiva
instauración de un Poder Central dentro de las vicisitudes iniciales de la
Guerra de Independencia, antes y después de la separación de la Gran
Colombia, llevaron al mismo liderazgo que hizo la independencia, y que
asumió el control del Estado a partir de 1830, a no entender los cambios
que habían provocado, y a pretender aplicar, a finales de la década de
los cincuenta del siglo pasado, los mismos criterios políticos iniciales,
como si no hubieran transcurridos casi tres décadas de vida republicana.
Precisamente, hacia fines de la década de los cincuenta del siglo XIX, fue
la lucha entre el Poder Central, que había sido construido por los propios
líderes regionales en el Gobierno, y el poder regional, que se había
afianzado en las Provincias, lo que provocó la ruptura del sistema,
culminando con las Guerras Federales (1858-1863). No faltaron, en ese
período de crisis, reformas constitucionales en 1857 y 1858, las cuales,
en nuestra historia, siempre han sido el preludio del derrumbe de los
sistemas. De allí el gran temor que siempre hemos expresado en relación
con las reformas constitucionales cuando se plantean como la única
solución a los problemas de un sistema político en crisis.

Así, la Constitución se reformó en 1857 y 1858 y de allí, en medio de la


guerra, no hubo más remedio que llamar al prócer, al que había estado
actuando en la vida política del país desde la independencia, y la había
dominado por completo. José Antonio Páez fue llamado como salvador
del país, y la realidad fue que no duró sino meses en el poder, con la
dictadura y todo, acabando definitivamente con el sistema y
concluyendo la última fase de las Guerras Federales.

El segundo período (1863-1901), que corresponde a la federalización del


estado, fue marcado por la Constitución que configuró el Estado Federal
(1864), bajo cuya fórmula se desarrolló la autocracia liberal, con
modificaciones parciales en múltiples ocasiones (1874, 1881, 1891,
1893). Este período concluyó con la Revolución Liberal Restauradora de
1899 y las "guerras" libradas contra los caudillos regionales.

En efecto, del derrumbe del Estado autónomo semidescentralizado,


surgió un nuevo Estado, un nuevo liderazgo político en el poder y un
nuevo proyecto político, que fue el del Estado Federal. El cambio fue
radical. Basta preguntarse quién podía saber en 1856, por ejemplo,
quiénes eran Zamora o Falcón, que representaban o dónde estaban.
Eran, sin duda, líderes locales, pero sin que se sospechara siquiera de su
potencialidad para dominar el país. Incluso, el mismo Antonio Guzmán
Blanco no era la persona que en esos momentos de crisis podría
vislumbrarse como el que dominaría el segundo gran ciclo de la historia
política del país, que va desde 1863 hasta comienzo de este siglo.

Lo cierto es que en 1863 surgió un nuevo sistema político, un nuevo


liderazgo, un nuevo Estado y un nuevo proyecto político. El anterior
sistema fue barrido y comenzó la instauración de uno nuevo, en este
caso, basado en la forma federal del Estado, con una disgregación
extrema del Poder.

El tercer período (1901-1945), que corresponde a la consolidación del


estado Nacional, estuvo signado por las Constituciones que dieron
forma al Estado autocrático centralizado (1901, 1904, 1909, 1914, 1922)
que logró su versión más acabada en 1925, producto de la dictadura que
se iniciaba como "petrolera", y que fue reformada, luego, parcialmente,
en varias ocasiones (1928, 1929, 1931), incluso al final de la época del
predominio de los gobernantes andinos (1936-1945). Ese período
concluyó con la Revolución de Octubre de 1945.

El cuarto período (1945-1999), que corresponde al de la democratización


del Estado petrolero, estuvo signado por la Constitución de 1947, la cual
a pesar de su corta vigencia (1947-1948), inspiró el texto constitucional
de 1961, que ha sido el de más larga duración en el país. Este período
comprende la etapa inicial del populismo democrático (1945-1948), el
interregno (espacio de tiempo en que un Estado no tiene soberano) de
la intervención y dictadura militar (1948-1958) y el período del Estado
Democrático Centralizado de Partidos que comenzó en 1958 y que se
desarrolló al amparo del texto constitucional de 1961 hasta 1999.

En efecto, en 1945, de nuevo, terminó un ciclo histórico, y quedó barrido


el sistema, su liderazgo y la generación que había asumido el proyecto
político iniciado a principios del siglo XX, instaurándose, en su lugar, un
sistema de Estado Democrático, pero igualmente Centralizado. En esta
forma, el centralismo que se inició a principios del siglo pasado, como
sistema estatal, no terminó en 1945, al concluir el ciclo autocrático
centralizado, sino que se prolongó durante el ciclo democrático
centralizado que se instauró a partir de la década de los cuarenta,
basado en los dos pilares fundamentales que caracterizaron al Estado y
al sistema político durante el siglo XX: la democracia de partidos y el
Estado Centralizado.

El sistema político iniciado en 1945 y sobre todo, consolidado a partir de


1958, fue el de un régimen democrático, conforme el cual los partidos
políticos monopolizaron la representatividad y la participación política;
en definitiva, el poder, asumiendo la conducción política del país, sin que
hubiere otra forma de participar que no fuera sino a través de los
partidos políticos.
El quinto período de nuestra historia política constitucional (1999- ), aún
en proceso de configuración, se inició en 1999-2000, con la
conformación de un Estado autoritario centralizado y populista al cual
se le ha querido imponer un signo socialista, y que se ha desarrollado al
amparo de la Constitución de 1999, desmoronando las bases del Estado
de Derecho, de la separación de poderes, de la federación, de los
sistemas de control del poder y de la propia democracia representativa.

5. Control de constitucionalidad:
El Control de constitucionalidad es el mecanismo jurídico por el cual,
para asegurar el cumplimiento de las normas constitucionales, se realiza
un procedimiento de revisión de las normas ordinarias, y en caso de
contradicción con la Constitución se procede a la invalidación de las
normas de rango inferior que no hayan sido hechas en conformidad con
aquellas. El fundamento de este control es el mantenimiento del
Principio de Supremacía Constitucional.

El control de constitucionalidad tiene como fundamento el principio de


supremacía constitucional, esto es que la Constitución de un país es la
norma de mayor jerarquía a la cual deben sujetarse las normas de rango
inferior, entendiéndose por tales a las leyes dictadas por el parlamento,
los decretos y demás resoluciones dados por el Poder Ejecutivo o por
entidades autárquicas y las sentencias y demás resoluciones de los
jueces, por lo cual las normas que presuntamente no se ajusten al texto
o normas constitucionales serán sometidas a este procedimiento.
6. Reforma Constitucional

Toda Constitución, como manifestación de voluntad del pueblo


expresada como poder constituyente originario, prevalece y debe
prevalecer sobre la voluntad de todos los órganos constituidos del
Estado, incluyendo el órgano judicial que ejerce la Jurisdicción
Constitucional, por lo que su modificación o reforma sólo puede llevarse
a cabo conforme se dispone en su propio texto, como expresión-
imposición de la voluntad popular producto de ese poder constituyente
originario.

A esto es que se refiere el postulado de la Supremacía Constitucional, en


nuestra Constitución establecido en el artículo 7, que establece la
obligación de los órganos constituidos de respetar la Constitución, de
manera que el poder constituyente originario prevalezca sobre la
voluntad de dichos órganos estatales constituidos, es el derecho
constitucional que todos los ciudadanos tienen en un Estado
Constitucional, a que se respete la voluntad popular expresada en la
Constitución.

La rigidez de la Constitución se concretiza en la previsión de


procedimientos y vías institucionales específicas para la reforma de la
Constitución, la cual en ningún caso puede hacerse por la Asamblea
Nacional mediante el solo procedimiento de formación de las leyes. En
todo caso, se exige para la reforma constitucional la participación del
pueblo como poder constituyente originario.

En la Constitución de 1999 se han establecido tres mecanismos


institucionales para la reforma constitucional que se distinguen según la
intensidad de las transformaciones que se proponen, y que son las
Enmiendas Constitucionales, las Reformas Constitucionales y la
Asamblea Nacional Constituyente.

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