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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA

el propósito del legislador de la Ley Nº 19.585 no fue alterar el


sistema sucesorio sino en cuanto era necesario como efecto de la
igualdad de filiaciones, no se aprovechó la reforma para limitar el
alcance de la sucesión familiar. Ya nadie conoce a sus posibles
colaterales del sexto grado, y si los conoce, no existen con ellos
relaciones de afecto que justifiquen que se les llame a heredar.
716-728.Suprimidos.

Sección V
ORDEN DEL FISCO

729. Principio. Es el último orden en la sucesión intestada. Dispone


el art. 995: “A falta de todos los herederos abintestato designados en
los artículos precedentes, sucederá el Fisco”. Ya el art. 983 ha-bía
señalado al Fisco entre los herederos llamados a la sucesión
intestada. Y por el art. 1250: “Las herencias del Fisco y de todas las
corporaciones y establecimientos públicos se aceptarán preci-
samente con beneficio de inventario” (inc. 1º) (vid. Nº 37). Son
éstas las disposiciones que en el Código tratan de los derechos del
Fisco, por lo que se refiere a las herencias que carecen de otro
heredero abintestato.

729.1. Historia. El Derecho Romano había reconocido al pueblo y


más tarde al Fisco del emperador la facultad de recoger las he-
rencias sin heredero, aunque también reconociendo derechos a las
corporaciones a las que el difunto pudo pertenecer (vid. Bon-fante,
ob. cit., Nº 233, pág. 681). Fue la Lex Julia la que introdujo el
derecho del Fisco (D. 96.1, de legato 1). En Roma, se trataba de un
verdadero derecho de sucesión del Fisco.
Algo distinta era la situación en la antigua Francia. Primero, el
derecho de sucesión de las herencias sin herederos perteneció a los
señores; pero luego el rey lo reclamó en tanto soberano. Aparece así
la sucesión del rey, fundada en el derecho de so-beranía y no como
un heredero propiamente tal. Pero al fin del Antiguo Régimen, ese
derecho ya plenamente consagrado, presenta caracteres comunes con
la vocación hereditaria y de allí que se hable de la sucesión del
Estado (vid. F. Terré e Y. Le-quette, ob. cit., Nº 214, pág. 199).
Domat trata, por ejemplo: “De

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los que hacen las veces de herederos, aunque no lo sean” (Les Lois
civiles, lib. 1, tít. 1, sec. XIII) y señala que “No hay propiamente
sino dos especies de herederos: aquellos a quienes la ley defiere la
sucesión, y aquellos que son llamados por un testamento; y no se da
ese nombre de heredero sino a quienes suceden de una o de la otra
de esas dos maneras. Pero hay otros títulos que hacen pasar todos
los bienes de una persona después de su muerte, a otras especies de
sucesores, o más bien poseedores, que, sin ser herederos, tienen los
mismos derechos que da esa calidad, y quedan sujetos a sus mismas
cargas” (ob. cit., Oeuvres Complètes, t. 2, págs. 375 y 376, París,
1835).
El Código Civil francés parece recoger esa tradición, lo que
resulta de varias disposiciones que no se refieren a un derecho
sucesoral del Estado, sino a un derecho propio y particular. Así, el
art. 723 decía que “La ley regla el orden de sucesión entre los
herederos legítimos, los herederos naturales y el cónyuge sobre-
viviente. A falta de ellos, los bienes pasan al Estado” y el art. 731,
que trataba de la delación, no mencionaba al Estado. Pero de ese
derecho se trataba a propósito de las sucesiones, indicándose así la
asimilación existente entre la vocación sucesoral y el derecho
soberano del Estado como heredero de las herencias vacantes.
Luego de la reforma de 2001, el art. 724, luego de señalar que los
herederos designados por la ley obtienen la delación de pleno
derecho, en el inciso final agrega: “A falta de ellos, la sucesión es
adquirida al Estado, el que debe hacerse conceder la delación”.
La reforma de 2006 ha creado un capítulo V al Título I del Libro
III, sobre “De las Sucesiones Vacantes y de las Sucesiones sin
Herederos”, del que resulta claramente que el derecho del Estado a
suceder proviene de su soberanía y no de una calidad de heredero
(así, Ph. Malaurie, ob. cit., Nº 125).
Bello, al explicar las razones que tuvo para asignar las herencias
al Fisco a falta de otros herederos, escribió: “La principal razón que
hay para deferirle ciertas herencias, no es, según creemos, por los
inconvenientes que resultarían si hubiese de abandonarse un
patrimonio al primer ocupante, sino para proporcionar a las arcas
nacionales un ingreso, que no invade la propiedad de per-sona
viviente, ni frustra la más leve esperanza. Este es un recurso fiscal,
que ni aun puede rigorosamente llamarse impuesto; porque ¿a quién
se impone?, ¿a quién grava? ¿Podría designarse alguna persona que
alimentase la expectativa de suceder a un pariente del séptimo grado,
contando con el caso fortuito de que falleciese

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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA

sin testamento?” Y agregaba, apoyando la norma: “Así es que ape-


nas hai lejislación en que no se llame o se haya llamado al Fisco, ya
a concurrir con los colaterales o extraños que suceden por
testamento o abintestato, ya a tomar toda la herencia en ciertos
casos” (Opúsculos Jurídicos, págs. 403 y 404).
Los autores que propician reducir el orden de sucesión legal sólo
hasta el cuarto grado pretenden, así, que un mayor núme-ro de
herencias pasen al Fisco. “Para conciliar los derechos de la familia y
los de la sociedad, teniendo en cuenta el grado de desarrollo y de su
organización, haría falta, según Cimbali, fijar el cuarto grado como
límite de la sucesión legal de los colatera-les sobre la totalidad de
los bienes y con exclusión completa del Estado” (Cosentini,
Francisco, La reforma de la legislación civil y el proletariado, pág.
567, Madrid, 1921).
Theodor Kipp escribe: “En principio es deseable una deter-
minada limitación del derecho de suceder de los parientes, en
beneficio del Estado o del Municipio. En todo caso, teniendo en
cuenta que en derecho romano antiguo y en el antiguo derecho
alemán esta limitación ya existía, no se la puede presentar como una
innovación contra la cual deba mantenerse una actitud fun-
damentalmente repudiadora” (ob. cit., vol. 1, pág. 40).
El art. 830 del Código Civil del Perú de 1984 dice: “A falta de
sucesores testamentarios o legales, el juez que conoce del proce-
dimiento de declaratorias de herederos, adjudicará los predios
rústicos, ganado, maquinarias e instalaciones que los integran al
correspondiente organismo del Estado, y los demás bienes a la
Beneficencia Pública del lugar del último domicilio que tuvo el
causante en el país o de la capital de la República, si estuvo
domiciliado en el extranjero o al organismo que haga sus veces. Es
obligación de las entidades adjudicatorias pagar las deudas del
causante hasta donde alcance el valor de los bienes adjudicados.
Corresponde al gestor de la declaratoria respectiva el cuarenta por
ciento de su valor neto”.

730. Naturaleza de los derechos del Fisco. Aunque los arts. 983,
995 y 1250 expresan que el Fisco es llamado a la sucesión legítima;
que a falta de otros herederos sucede el Fisco, y que la respon-
sabilidad de éste, como heredero, es a beneficio de inventario y por
ello no debería ponerse en duda que es un heredero, es lo cierto que
dos son las posibles justificaciones del derecho del Fisco a recoger
las herencias sin otros herederos.

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DERECHO SUCESORIO

Así, es posible concebir que el Fisco es el último heredero y


recoge las herencias no aceptadas por otros preferentes en esa
calidad. Tendría, por tanto, los mismos derechos y las mismas
obligaciones que todo sucesor a título universal. El Estado ten-dría,
de acuerdo a este tesis, un derecho de naturaleza sucesoral a esos
bienes.
Pero existe la tesis que entiende que el Estado no recibe esos
bienes como heredero, sino que los hace suyos por el simple
ejercicio del derecho de soberanía. El Estado no es, por tanto, un
heredero más del difunto: pasa a tener los bienes al mismo título que
recoge las tierras que no tienen otro dueño (art. 590).

730.1. Doctrina. Derecho Comparado. Las dos resumidas tesis han


sido defendidas en la doctrina y han encontrado diferente acogida en
las legislaciones. La del Estado heredero es mantenida en el Código
de Alemania (art. 1936), en el de Suiza (art. 466), en el de Italia (art.
586), en el de España (art. 956), en el de Colombia (art. 1040,
modificado por la Ley 153/87, que llama al municipio de la
vecindad del finado), en el de Perú (art. 830), etc.
En Francia la mayoría de los autores entienden que el Estado no
es un heredero, sino que recoge la herencia en virtud del derecho de
soberanía (así, Marty y Reynaud, ob cit., Nº 129, pág. 101; Terre, F.
et Lequette, Y., ob. cit., Nº 215, pág. 200; Maury y Vialleton, en
Planiol y Ripert, ob. cit., Nº 155. En contra, Josserand, ob. cit., t. 3,
Nº 615, pág. 468; Colin A., en nota en Dalloz 1902, 2177). La
controversia ha terminado, a partir de la Ordenanza de 23 de
diciembre de 1958. Según ella, la transmisión de los derechos al
Estado, de las sucesiones sin herederos aceptantes, se contiene en un
capítulo especial, diverso de las normas legales que el Código Civil
destina a los diversos órdenes de sucesores (hoy, luego de la reforma
de 2006, es la Sección II, del Capítulo V del Libro III, la que trata de
las sucesiones sin herederos). Y la Corte de Casación entiende que el
Estado adquiere esos derechos en razón de su soberanía (Civ., 3 de
marzo de 1965, Dalloz, 1965, 428, con nota de Mazeaud; J. C. P.,
1965, 11, 14.280, con nota de Spitéri; y sus consecuencias en
sentencia de 6 de abril de 1994, en Rev. Trim. de Dr. Civ. Nº 3, julio-
septiembre 1994, págs. 652 y 653, con nota de Patarin, J., D., 1965,
somm. comm. 45 obs. M. Grimaldi; Ph. Malaurie, ob. cit., Nº 125).
En la doctrina italiana se sostiene la tesis del Estado heredero.
Copiamos: “En cuanto a la naturaleza de este derecho del Estado,

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diremos que es muy discutida, creyendo unos que el título es una


soberanía eminente por la que el Estado hace suyos por ocupación
todos los bienes vacantes; otros, que se trata de un verdadero y
propio derecho de sucesión, no diferente por naturaleza y con-tenido
del de los llamados antes que él. En nuestra opinión, esta última
doctrina es más conforme al espíritu y a la letra de la ley, pues
refiriéndose al Estado habla de atribución y la incluye entre los
sucesores” (De Ruggiero, ob. cit., t. 2, vol. 2, Nº 140, pág. 442. En
el mismo sentido, Polacco, ob. cit., t. 1, pág. 163; Messineo, t. 7, Nº
180, pág. 68; Barassi, ob. cit., vol. 1, Nº 131, pág. 443).
La anterior doctrina se sigue en España: “El Estado sucede, en
su caso, en calidad de heredero, único perceptor inmediato y
liquidador del caudal relicto” (Lacruz y Sancho, ob. cit., Nº 416,
pág. 563; García de Haro, notas a Barassi, ob. cit., vol. 1, Nº 131,
pág. 443, etc.).
En Argentina, Borda escribe que “¿Es heredero el Fisco? En la
nota al artículo citado (3588) dice Vélez, siguiendo una opinión que
puede considerarse unánime, que no lo es, y que el Fisco adquiere
los bienes en virtud del dominio eminente del Estado, a quien
pertenecen todas las cosas sin dueño, como es esta hi-pótesis (art.
2342, inc. 3º). Prueba de ello es que los bienes no se adjudican a un
solo Estado (al nacional, por ejemplo), sino a varios, si están
situados en más de uno; y también que se excluya completamente al
Estado extranjero, no obstante que el causante estuviera domiciliado
en él al tiempo del fallecimiento” (ob. cit., t. 1, Nº 42, págs. 40 y
41). En efecto, Vélez, en nota al art. 3588 decía que “El Estado, en
realidad no es un heredero ni un suce-sor en el sentido técnico de la
palabra; porque él adquiere los bienes de un muerto, precisamente
en virtud de un título que supone que no haya herederos… Es en
virtud de su derecho de soberanía que el Estado adquiere los bienes
sin dueño, que se encuentren en su territorio…”.

731. Importancia de la solución. La solución que se adopte respecto


de la cuestión tratada no deja de tener interés práctico. Así, en las
legislaciones en que el Derecho Sucesorio se regla por la ley del
domicilio en que se abre, como entre nosotros (art. 955, inc. 2º) (vid.
Nº 63), corresponderán a un Estado extranjero todos los bienes
existentes en Chile, si el primero los reclama en su calidad de
heredero del difunto propietario, por haber tenido el de cujus su
domicilio en el territorio de ese Estado. Si, por el contrario, ha

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DERECHO SUCESORIO

de solucionarse la cuestión en el sentido que el Estado recoge los


bienes por su derecho de soberanía, es natural que no habiendo otros
herederos, el Fisco de Chile tenga la propiedad de esos bienes,
cualquiera sea la ley por la que se gobierne la sucesión del difunto
propietario.
El Código de Derecho Internacional Privado, por el art. 157,
dispone: “En la sucesión intestada, cuando la ley llame al Estado
como heredero, en defecto de otros, se aplicará la ley personal del
causante; pero si lo llama como ocupante de cosas nullius se aplica
el derecho local”.
Pero en el ámbito interno el asunto no pierde su interés. Al
contrario. Si es heredero, habría que admitir que el art. 1225, inc. 1º,
le sería aplicable: podría aceptar o repudiar libremente (vid. Nº 155),
con todas sus consecuencias. Si repudia, siempre pasaría a ser dueño
de los inmuebles, por aplicación del art. 590; pero los muebles
estarían sujetos a las disposiciones sobre la ocupación. Mientras
tanto, los acreedores de la sucesión verían impagas sus acreencias, y
los deudores, sin satisfacer sus obliga-ciones, extinguidas éstas.

732. En Chile el Fisco es heredero. De acuerdo al Código, en Chile


el Fisco es un heredero más de un difunto, llegado el caso. Los arts.
983, 995 y 1250 lo afirman. Debe siempre aceptar a bene-ficio de
inventario (vid. Nº 37). Esto refuerza la idea de que el Fisco es
heredero, porque el art. 1247 acuerda este beneficio a
los herederos.
Con el Fisco no concurre otro heredero. Frente a una disputa con
otros pretendientes, sobre mejor derecho a una herencia, los últimos
deben cargar con el peso de la prueba.

732.1. Jurisprudencia. Doctrina. Que el Fisco es un heredero, lo


dice el fallo de 12 de mayo de 1948 (Rev. de Der., t. 45, sec. 1ª, pág.
557). De acuerdo a los antecedentes que proporciona la sentencia, el
Consejo de Defensa del Estado demandó para que se resolviera que
el heredero de un difunto era el Fisco y no los emplazados, a
quienes se les había acordado la posesión efectiva de la herencia. En
lo pertinente, la sentencia expresa: “Admitiendo que el art. 955, del
Código Civil no establezca ‘presunción’ alguna, en el sentido
técnico jurídico de este vocablo, la verdad es que este precepto
consulta más que una presunción: es la institución de heredero en
favor del Fisco, en defecto de todos los herederos

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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA

abintestato llamados a la sucesión del causante. De modo que el


error de concepto anotado por el recurrente, en ningún caso podrá
alterar el fondo del razonamiento, ni variar la resolución final,
puesto que el carácter de heredero que hace valer el Fisco se
justifica con la disposición del tantas veces citado art. 995 del
Código Civil, sin que tenga trascendencia alguna para el fallo del
litigio esclarecer si su contenido contempla o no una presunción”
(consid. 8º).
Acerca del peso o carga de la prueba, el fallo sostiene: “Que...
son los sedicientes herederos abintestato quienes deben acre-ditar,
por medio de una prueba positiva, el estado civil que les daría
derecho a la herencia y no corresponde al Fisco producir prueba de
ninguna naturaleza, bastándole desconocer a los pretendidos
herederos su carácter de tales, porque éstos deben justificar su estado
civil y su derecho consecutivo a la herencia del causante. El Fisco es
llamado a sucesión intestada, porque así lo establece la ley, y ello
tiene lugar en defecto de todos los herederos ligados por vínculos de
parentesco con el difunto. Lógicamente, son éstos los que deben
comprobar su calidad de herederos; y en el evento de que no logren,
corresponde la sucesión al Fisco, sin que éste necesite rendir
probanzas sobre el particular” (consid. 6º).
Por lo que hace a la aplicación de la ley extranjera en Chile, al
ser gobernada la sucesión por la ley del último domicilio del
causante, es útil recordar que “la aplicación de una ley inter-na a una
relación internacional no plantea sólo dificultades en lo relativo a su
coordinación con las otras leyes internas interesadas. Nace un
problema muy delicado cuando la ley competente es una ley
extranjera, que debe ser aplicada en otro sistema jurídico, en el
sistema del foro. Dicha aplicación puede ser influida por las
concepciones de las relaciones so-ciales, de justicia o de equidad
que son propias del sistema del foro, y constituyen esto que
comúnmente se llama principio de orden público internacional”
(Simó Santonja, Vicente-Luis, ob. cit., pág. 141).
Resuelto que el Fisco es heredero, Polacco añade: “No cesan sin
embargo los problemas y las dudas. ¿Es él un sucesor como todos
los otros, o se trata, por el contrario, de un derecho here-ditario
anómalo? ¿Tiene obligación el Estado de recoger estas herencias o
puede, como podría hacerlo cualquier otro heredero, renunciarla? En
otras palabras, ¿es o no un heredero necesario?

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DERECHO SUCESORIO

Si es un heredero necesario, ¿ha de entenderse que responde de las


deudas incluso ultra vires hereditatis, cuando no haya aceptado la
herencia a beneficio de inventario?... Yo veo en el Estado un
heredero necesario: él es un último heredero llamado por supre-mas
razones de interés colectivo. Pero, por otra parte, me parece
inherente a esta cualidad de heredero necesario la limitación en la
responsabilidad del pasivo hereditario dentro de los límites del
activo aun cuando él no recurra al beneficio de inventario en los
términos y en las formas que la ley ha establecido para todos los
otros sucesores que son libres de aceptar o no” (ob. cit., t. 1, págs.
165, 166 y 167).
En España, según Borrel y Soler: “El Estado, como otro he-
redero cualquiera para apoderarse de los bienes que quedan vacantes
por causa de la sucesión intestada necesita obtener la declaración de
heredero de la autoridad judicial. Así lo dispone el art. 958 del
Código Civil, y una vez hecha la declaración de los derechos del
Estado, así como los de las instituciones o entidades a quienes se
asignen las dos terceras partes de los bienes, en el caso del art. 956,
serán los mismos que los demás herederos, si bien se entenderá que
la herencia se ha aceptado a beneficio de inventario, aunque no se
haya hecho declaración sobre este punto (art. 957 reformado)” (ob.
cit., t. 5º, Nº 358, pág. 373). Ya antes, por el art. 784, del Proyecto de
Código Civil de 1851, se había ideado lo siguiente: “Los derechos y
obligaciones del Estado, en el caso del artículo anterior, serán los
mismos que los de los otros herederos”. Y en el comentario, García
Goyena expresó: “El Estado o Fisco no puede ni debe ser de mejor
condición que los otros herederos; mas como para heredar ha de
preceder inventario, juicio y sentencia, nunca responderá con más de
lo que reciba” (ob. cit., t. 2, pág. 496).
En Chile, como se ha dicho, el Fisco es un heredero. Y go-
bernándose la sucesión por la ley del último domicilio, “en la
sucesión intestada de un chileno que fallece teniendo su último
domicilio en país extranjero, el Fisco chileno según la ley chilena no
tiene derecho alguno” (Abeliuk, Rojas y Tasso, ob. cit., Nº 110, pág.
121).
En Inglaterra, de acuerdo a lo que sostiene Jenks, “en defecto de
todos estos grupos (parientes), heredará en toda propiedad intestada
(capital y rentas), el cónyuge superviviente; y si no lo hubiese,
entonces heredará la Corona, considerándose la herencia como
bienes vacantes” (ob. cit., pág. 241).

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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA

733. Los derechos hereditarios del Fisco y los impuestos. Si bien el


Fisco ingresa al fenómeno sucesorio excepcionalmente, es lo cierto
que participa en la sucesión hereditaria mediante los impuestos
establecidos en la ley pertinente. Esos impuestos hacen que, en
ciertos casos, gran parte de los bienes relictos ingresen al patri-
monio fiscal, aunque no a título de herencia.

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