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EVALUACIÓN PSICOLÓGICA INFANTIL


La evaluación infantil es una rama de la psicología que se ha desarrollado como consecuencia a
las demandas y la necesidad de identificar, describir y explicar los comportamientos o elementos
psicológicos de la niñez. La evaluación de los fenómenos psicológicos en esta población está
mediada por la utilización de pruebas ya sea proyectivas o psicométricas, de acuerdo a la
conducta que se pretenda medir, el objetivo de evaluación y su pertinencia con la situación de
cambio y evolución del menor (Moreno, 2001). De acuerdo con esto, se ha determinado la
evaluación infantil como método de referencia del uso de técnicas, en la que se permite
contextualizar y ejemplificar la necesidad de utilizar adecuadamente ya sean las pruebas
proyectivas y/o psicométricas en determinada situación, con el fin de dar un uso correcto de
acuerdo a los factores psicológicos presentados y los objetivos de evaluación.

Dentro del ejercicio del psicólogo, los métodos de evaluación y diagnóstico han sido utilizados
como guía efectiva en la toma de decisiones y en la proyección de futuros desempeños –sea de
carácter individual o grupal–, ya que a partir de los resultados se logran proponer adecuadas
estrategias de intervención y continua evaluación, posibilitando el bienestar y mejora del
fenómeno psicológico explorado.

La evaluación en la infancia se ha desarrollado como consecuencia a las demandas sobre el


trabajo en problemas de comportamientos infantil y la necesidad de explicar y describir rasgos o
patrones de actuación comunes en niños y niñas (Del Barrio, 2009).

En el siglo XVIII el niño y la niña eran considerados como adultos en miniatura, por lo que el
método utilizado para evaluarlo cumplía los mismos principios de valoración y desarrollo de los
adultos, y únicamente es a partir de la década de los 70 del siglo XX que se reconocen como
sujetos cambiantes diferentes al adulto, que cumplían con principios propios de desarrollo
(Moreno, 2001).

Comparemos y contrastemos le evaluación psicológica y las pruebas psicológicas. Ambas


implican la identificación de preguntas críticas y de áreas de cuestionamiento y la planeación de
recolección de datos. Sin embargo, también difieren.

Las pruebas psicológicas implican la aplicación y calificación de instrumentos psicométricos; se


enfocan en la recolección de datos. La evaluación psicológica abarca una variedad de
herramientas clínicas, tales como pruebas formales e informales, observaciones y entrevistas. El
enfoque de la evaluación psicológica no se limita a la recolección de datos, pues también incluye
la integración de los hallazgos, la interpretación de los datos y la síntesis de resultados. La
aplicación de pruebas produce hallazgos; la evaluación da significado a dichos hallazgos dentro
del contexto de la vida del niño. Por ejemplo, la información proveniente de los niños y de sus
padres puede encontrarse sesgada a causa de sus intereses personales, o por un deseo de
complacer al evaluador, o por una actitud negativa hacia la enfermedad mental o hacia los
medicamentos.

Es posible tener que considerar estos factores al interpretar los resultados de la valoración y
formular estrategias de intervención.

Es normal, en cada valoración, compartir los hallazgos y recomendaciones con la fuente de


derivación, el niño, padres, la escuela u otras personas involucradas.
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Pruebas proyectivas y psicométricas en la evaluación infantil


En la evaluación infantil son diversas las técnicas a utilizar de acuerdo con el objetivo de estudio
que se deriva del el rango de edad en la que se encuentre el niño. El principal aspecto a tener en
cuenta en la valoración infantil es que debido a que es una población cambiante, el uso de las
técnicas de evaluación se determinará a partir del hecho, problema o comportamiento que quiera
ser medido, y que la aplicación ya sea de una prueba psicométricas o una proyectiva, será un
factor importante en la evaluación (Del Barrio, 2009).

El niño es definido como un ser en continua evolución, aspecto que convierte la evaluación en un
hecho puntual, prestando atención a la edad, sexo, el nivel de desarrollo y los patrones de
conductas tanto psicomotores como sociales (Moreno, 2001). En este sentido, la edad es un dato
esencial que condiciona todo el proceso de evaluación, ya que no es sólo el número que indica el
paso del tiempo, sino la necesaria aparición de un distinto repertorio de actividades motoras,
psicológicas y cognitivas. Del Barrio (2009) señala que en cada momento el niño tiene “un umbral
temporal de normalidad” que depende del punto de maduración en el que se encuentra, lo cual
está influenciado por la vinculación biopsicosocial señalada anteriormente.

La evaluación infantil hasta los tres años de vida


Los cambios psicológicos en los tres primeros años de vida son los de mayor aceleración, donde
las primeras conductas o manifestaciones psicológicas se describen como un principio o patrón
necesario y básico de desarrollo. En este período el niño no domina el lenguaje y sus
manifestaciones psicológicas se realizan a través del cuerpo, comenzándose a presentar el
desarrollo psicomotor. Así mismo, en éste periodo, las vivencias del niño están ligadas a los
vínculos establecidos con los padres, especialmente con la madre.

Es por esto que en este período de tiempo, la evaluación se realiza a partir de las informaciones
procedentes de los padres, los cuales incluyen sus propios valores, expectativas y motivaciones
en los datos suministrados en la recolección de información, por lo que los datos podrían estar
sesgados. De acuerdo con esto, se debe evaluar directamente al niño por medio de medidas
objetivas de la conducta y esto se realiza específicamente con pruebas estandarizadas en las que
se presenta al niño determinado estímulo, y se registran los comportamientos y registros de
conducta con el fin de detectar comportamientos, reacciones y comportamientos emocionales
esperados que ayuden a visualizar el estado actual del menor.

Segunda etapa: de los tres a los siete años


El periodo comprendido entre los tres y siete años, se caracteriza por la evolución del desarrollo
psicomotor del niño, el cual comienza a desarrollar el lenguaje y las vinculaciones afectivas con
los padres (Del Barrio, 2009). En esta edad y conforme estas características, se realizan
evaluaciones partiendo de la utilización de las técnicas en donde: a) la aplicación de pruebas
psicométricas se relacionarán con el modo de ejecución, denominación y elección de los niños y
b) las evaluaciones psicodinámicos se basaran en constructos como el juego y mecanismos
proyectivos.

Las primeras intentan evaluar la evolución psicomotora así como el desarrollo de la inteligencia
del menor, en donde la observación es de gran importancia en la obtención de resultados ya que
a medida que el niño realiza una tarea, el evaluador debe observar la operación y computarla (Del
Barrio, 2009). Estas evaluaciones se exponen dentro de un marco de aprendizaje y desarrollo,
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por lo que se debe prestar atención tanto a la edad cronológica del niño como al modo de
aplicación de la prueba, puesto que una vinculación no apropiada con el evaluador, podría dar
resultados erróneos. Por otro lado, la atención del evaluador es importante ya que es éste quien
está documentando las actuaciones del niño en un protocolo de respuesta.

En cuanto a las evaluaciones con enfoque psicodinámico, se utiliza el juego y las técnicas de
dibujo con el fin de conocer la subjetividad del niño en este período de edad (del Barrio, 2009). El
juego permite que el niño se encuentre en un medio dinámico y seguro el cual posibilita mayor
establecimiento de confianza con el evaluador y por lo mismo la comunicación. Sin embargo, las
interpretaciones resultantes en estos espacios deben ser cuidadosas evitando demostraciones y
conjeturas negativas en relación con la evaluación y la interpretación realizada. Este tipo de
evaluación pretende medir como se han establecido las relaciones vinculares del niño con sus
padres y por lo tanto establecer las causas de determinadas aflicciones o problemas en los niños
(Asturizaga y Unzeta, 2009).

En otras proyectivas, la interpretación se hace a partir de láminas y dibujos que intentan identificar
las situaciones vividas por los niños de acuerdo al nivel de inferencia utilizado y conocer cómo el
niño interpreta su ambiente, es decir valorar y percibe el mundo, logrando examinar el psiquismo
del menor y entender determinados tipos de relaciones con el ambiente. (Maganto y
Garaigordobil, 2009).

Tercera etapa: de los siete a los doce años


En la etapa comprendida de los siete a doce años, donde se concluye el aprendizaje del lenguaje
escrito y se instauran las vinculaciones parentales, es común la aplicación de pruebas como los
cuestionarios y la participación del niño en cualquier clase de interacción con la persona que está
realizando la evaluación (Del Barrio, 2009) menciona que en esta edad los niños son
colaboradores y asequibles, por lo que pueden aplicar tanto las pruebas proyectivas como las
psicométricas, donde ambas evalúan eventos relacionados principalmente con el rendimiento
escolar y adaptación social.

El escoger entre una prueba u otra está determinado por el enfoque de quien está realizando la
evaluación y el aspecto que se intenta medir.

Así mismo, el proceso evolutivo acelerado de esta etapa relacionada con los cambios fisiológicos,
cognitivos y conductuales, hace que se presente atención en la evaluación infantil referida a las
condiciones familiares, escolares y sociales en las que el niño se desarrolla, donde aplicación de
pruebas psicométricas pueden constituirse en el estudio de las desviaciones evolutivas, la
variación en determinado comportamiento en relación a un grupo de referencia, la forma de
afrontamiento en cuanto la variedad de demandas situacionales o la desviación inesperada del
curso previsto de evolución individual, los cuales se determinan en referencia a un juicio
normativo (Vives, 2008).

Por su parte, las pruebas proyectivas se enfocan principalmente en el análisis clínico de casos ya
que como se mencionó anteriormente, se buscan establecer las estructuras de personalidad que
comienzan a desarrollarse en los infantes con el fin de conocer los procesos con el que el niño se
relaciona con el ambiente, los mecanismos de defensas y las conceptualizaciones que tienen
frente al contexto para de esta manera se intente realizar un abordaje terapéutico planificado
sobre un síntoma determinado que posibilite un adecuado enfrentamiento a las etapas posteriores
de desarrollo como lo son la adolescencia y la adultez.
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Vistas las relaciones de las pruebas proyectivas y psicométricas en cada una de las etapas del
niño, se puede establecer que cada una de las técnicas se utiliza de acuerdo a un objetivo de
medición diferente y que finalmente estos enfoques no tienden a medir los mismos aspectos
aunque si similares debido a que ambas trabajan desde un marco teórico diferente. Por lo tanto
es factible llegar a relacionar y utilizar ambos tipos de prueba para explicar determinado
fenómeno ya que se complementarían las conceptualizaciones de de los fenómenos psicológicos,
pero que se debe tener en cuenta que los objetivos de los enfoques proyectivos y dinámicos son
diferentes, así como los métodos de trabajo, la obtención de resultados y el lenguaje diagnóstico.

Entrevistas

Se obtendrá información valiosa para la evaluación mediante entrevistas al niño y sus padres,
maestros u otros individuos familiarizados con el primero (el término padres se refiere a los
progenitores u otros proveedores de cuidados del niño, tales como padres sustitutos, abuelos o
familiares que se encuentren criándolo). Los resultados de una evaluación pueden carecer de
significado o ser poco concluyentes si se examina al niño sin entrevistar a aquellos que
representan un papel importante en su vida.
Además, los tres formatos de entrevista permiten la observación directa de las habilidades de
interacción social, lenguaje y comunicación del niño.
A continuación se encuentran algunos ejemplos de los tipos de información que es posible
obtener a partir de entrevistas no estructuradas y semiestructuradas con un niño, padre o
maestro.

NIÑO
• Perspectiva del niño acerca de su derivación
• Preocupaciones del niño en cuanto a que se le valore
• Perspectiva del niño acerca de las materias escolares que le parecen fáciles o difíciles
• Autopercepción del niño acerca de sus fortalezas, debilidades, intereses y metas, incluyendo
sus pensamientos acerca de por qué está teniendo dificultades
• Capacidades lingüísticas conversacionales del niño, cooperación, habilidades de interacción e
higiene personal
• Intereses y pasatiempos del niño
• Perspectiva del niño acerca de su familia, maestros y grupo coetáneo
• Factores de estrés en la vida del niño

PADRE
• Perspectiva del padre acerca del motivo de la consulta del niño
• Conocimientos del padre acerca de los motivos de la consulta del niño
• Historia del desarrollo del niño
• Historia médica, social y académica del niño
• Conducta, temperamento, personalidad, estilo interpersonal (incluyendo relaciones con los
padres, hermanos y maestros), intereses y pasatiempos del niño
• Situaciones familiares, incluyendo variables socioculturales (p. ej., nivel socioeconómico [NSE],
ocupación de los padres y nivel de aculturación), lenguaje utilizado en casa, individuos que viven
en el hogar y factores que puedan estar contribuyendo a los problemas del niño (como problemas
de pareja, presiones económicas, alcoholismo o abuso de drogas)
• Intentos anteriores de intervención
• Estilos de crianza infantil
• Técnicas de disciplina parental• Recursos de los que dispone la familia
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• Factores que pueden interferir o enriquecer los esfuerzos de intervención


• Metas de los padres en la evaluación

MAESTRO
• Perspectiva del maestro acerca del motivo de la consulta del niño
• Calificaciones e historial académico del niño
• Fortalezas y debilidades académicas del niño
• Registro de asistencias escolares del niño
• Conducta del niño en el aula
• Situaciones en que el niño exhibe conductas problemáticas
• Factores que exacerban el problema del niño
• Situaciones que estresan al niño
• Habilidades sociales y relación del niño con sus compañeros
• Intereses del niño y participación en clase y en actividades extracurriculares
• Opinión del maestro acerca de los padres (en caso de que haya tenido contacto con los mismos)
• Intervenciones que se han intentado y resultados obtenidos
• Metas del maestro en la evaluación

Algunas indicaciones para ajustar la entrevista al nivel de desarrollo


PREESCOLARES (3-5 AÑOS)
➪ Facilitar la comodidad en la situación de entrevista permitiendo la presencia de los padres y
juguetes propios.
➪ Utilizar juegos no verbales (dibujos, juguetes, muñecas).
➪ Realizar preguntas específicas sobre situaciones familiares, pero evitar las cerradas.
➪ Utilizar ayudas si se pregunta sobre personas y situaciones no presentes.
➪ Usar frases cortas y términos concretos.
➪ Emplear el vocabulario del niño.

ESCOLARES (6-11 AÑOS)


➪ Establecer rapport indagando sobre intereses y puntos fuertes.
➪ Utilizar dibujos y juegos de mesa o con mayor contenido verbal.
➪ Evitar juzgar, y mostrar aceptación incondicional.
➪ Utilizar preguntas abiertas, pero evitar preguntas «por qué».
➪ Simplificar las frases que no se entiendan.
➪ Explicar los términos nuevos que se introduzcan.

ADOLESCENTES (12-18 AÑOS)


➪ Favorecer la iniciativa y la expresión de opiniones al inicio de la entrevista.
➪ Comentar la confidencialidad.
➪ Indagar sobre las opiniones y posibles soluciones personales y mostrar respeto hacia ellas.
➪ Utilizar, si es adecuado, formatos más estructurados y alternativas de respuesta (menor
probabilidad de sugestión).
➪ Utilizar lenguaje más abstracto, pero evitando términos técnicos y patológicos.
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Observaciones conductuales

Obtendrá información valiosa mediante la observación del niño a lo largo de la evaluación formal,
así como dentro de su entorno natural como el aula, el patio de juegos o el hogar

Pautas para llevar a cabo las evaluaciones

Un evaluador clínico no debe enfocarse, de manera exclusiva, en las puntuaciones de prueba de


un niño; en lugar de ello, debe interpretarlas preguntándose lo que las puntuaciones sugieren
acerca de las competencias y limitaciones del niño. Cada niño cuenta con un rango de
competencias y limitaciones que se pueden evaluar cuantitativa y cualitativamente.
Nótese que la meta es evaluar tanto las limitaciones como las competencias, no sólo las
limitaciones.
Las pruebas y otros procedimientos de evaluación son herramientas poderosas, pero su
efectividad depende del conocimiento, habilidad y experiencia del examinador. Las evaluaciones
clínicas y psicoeducativas conducen a decisiones y acciones que afectan las vidas de los niños y
de sus familias. Cuando se utilizan de manera sabia y cautelosa, los procedimientos de
evaluación son útiles para ayudar a niños, padres, maestros y otros profesionales. Cuando se
utilizan de manera inapropiada, los procedimientos de evaluación pueden ser engañosos y
dañinos. Se debe tener cuidado con las palabras elegidas al redactar informes y con la manera de
comunicarse con los niños, sus familias y otros profesionales.

Pasos del proceso de evaluación psicológica infantil (ámbito escolar)

Los pasos en el proceso de evaluación no necesariamente se llevan a cabo en el orden que aquí
se presenta. A medida que lleve a cabo la examinación y revise los resultados, es posible que
modifique sus hipótesis iniciales y que surjan nuevas. En entornos escolares, es habitual que las
estrategias de intervención y las recomendaciones se lleven a cabo por un equipo
multidisciplinario, más que por una sola persona.

Paso 1: revise la información de la derivación


Cuando se reciba una derivación, leerla con cuidado y, de ser necesario, consultar con dicha
fuente para aclarar cualquier información ambigua o vaga. Por ejemplo, si un maestro pide se
averigüe por qué un niño está teniendo dificultades en clase, querrá saber las preocupaciones
específicas del maestro (p. ej., déficit de lectura, inatención, déficit en habilidades sociales). Se
deberá saber lo que la fuente de derivación espera lograr, e identificar las áreas de mayor interés
para la misma.
Si se identifican, así como las expectativas de la fuente de canalización, la evaluación se llevará a
cabo sobre bases sólidas.
Un rapport con la fuente de derivación también puede ayudar con el proceso de evaluación,
siendo posible que dicha persona proporcione un acceso oportuno a los registros escolares, lleve
a cabo observaciones conductuales en el aula y tenga contacto con otros individuos que puedan
tener discernimientos respecto al niño. Por último, una fuente de canalización que confía en el
proceso y en los resultados de una evaluación tiene mayores probabilidades de implementar las
intervenciones apropiadas.
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Paso 2: decida si aceptar la derivación


El examinador no está obligado a aceptar toda derivación, ni es necesario que aplique una
Batería de evaluación completa a todos los niños que se le derivan. También es importante que
conozca sus competencias.
En general, si hay una probabilidad de que los problemas sean neurológicos o fisiológicos, se
debe derivar al niño a un especialista del área adecuada. Si decide llevar a cabo una valoración,
obtenga el permiso de los padres.

Paso 3: obtenga la información pertinente de los antecedentes


Un conocimiento exhaustivo de los problemas actuales y de la historia pasada del niño es
esencial para planear y llevar a cabo una evaluación adecuada. Es importante obtener
información acerca del desarrollo físico, social, psicológico, lingüístico y educativo del niño.

Paso 4: considere la influencia de otras personas significativas


Con el objetivo de obtener una valoración completa de los problemas del niño, es esencial que
usted (o un miembro del equipo multidisciplinario o del personal clínico) entreviste a los padres,
hermanos, maestros y a otros adultos relacionados con el niño. Explicar con cuidado al padre las
políticas de la clínica, escuela o de su propio consultorio.
También explicar los límites de la confidencialidad, sus honorarios, limitaciones de tiempo y lo que
usted cree que puede lograr. Brinde a los padres la oportunidad de hacerle preguntas y
respóndalas de la manera más sencilla, clara y directa posible.
Cuando se entreviste a los padres y maestros del niño, encuentre cómo es que ven el problema y
lo que han hecho para resolverlo; además, explorar el papel que ellos han jugado en el
mantenimiento del problema. Debido a que cada adulto ve al niño en entornos distintos y
representa papeles diversos con él, no es sorpresa si los informes de los adultos difieren. Cuando
los hallazgos de la evaluación no coincidan con las descripciones de padres o maestros,
investigue las razones de tal discordancia.

Paso 6: seleccione y aplique una Batería de pruebas de evaluación


Una estrategia efectiva de evaluación requiere de elegir los procedimientos que ayudarán a
alcanzar las metas.
Las pruebas seleccionadas deben relacionarse con los objetivos de la derivación. Por ejemplo,
una prueba de memoria a corto plazo no responderá preguntas acerca de las dificultades con el
recuerdo a largo plazo
Con el fin de decidir si utilizar pruebas aplicadas de manera grupal o individual, una vez más será
necesario considerar los objetivos de la derivación.
Las pruebas de aplicación individual son más costosas y demoradas que las pruebas grupales,
pero son un complemento esencial –y en ocasiones un reemplazo– para las pruebas grupales.
También pueden ofrecer una segunda opinión cuando los resultados de las pruebas grupales
resultan cuestionables o cuando es necesario observar el desempeño del niño. Por último, las
pruebas de aplicación individual son requeridas, normalmente, cuando los niños son valorados
para servicios de educación especial.
Las pruebas grupales son valiosas cuando un gran número de niños no derivados necesita
evaluarse en un periodo corto. No obstante, las pruebas grupales presentan algunas dificultades:
Primero, normalmente las pruebas grupales requieren de cierto grado de capacidad de lectura (p.
ej., para leer las instrucciones) y muchos niños con necesidades especiales tienen problemas de
lectura.
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Segundo, debido a que los niños que realizan pruebas grupales a menudo las contestan mediante
el rellenado de círculos, encerrando letras o subrayando respuestas, en lugar de dar sus
respuestas de manera oral, es difícil determinar si saben las respuestas o si sencillamente están
adivinando.
Tercero, las pruebas grupales tienden a utilizar el reconocimiento más que el recuerdo al pedir
que los niños seleccionen una de varias respuestas
Cuarto, es posible que el examinador ni siquiera se percate de que los niños que están haciendo
una prueba grupal se están confundiendo, aburriendo, fatigando o sintiendo indiferencia.

Finalmente, es importante también saber cómo presentar los materiales, cómo interactuar con
niños, cómo calificar sus respuestas y cómo llenar los cuadernillos de registro (o los protocolos de
prueba o formatos de prueba).

Paso 7: interprete los resultados de la evaluación


Una vez reunida toda la información antecedente y observacional, realizadas las entrevistas y se
hayan aplicado y calificado las pruebas, es necesario interpretar los hallazgos: hacer juicios
acerca del significado de los datos y explorar las implicaciones de los datos para propósitos de
diagnóstico, colocación e intervención.

Paso 8: desarrolle estrategias de intervención y recomendaciones


Una vez interpretados los hallazgos de la evaluación, es posible formular intervenciones y
recomendaciones. Para ello necesitará: depender de los hallazgos de la evaluación, y tomar en
cuenta los factores, dentro de la escuela, que pueden interferir con la capacidad de aprendizaje
del niño. Por ejemplo, considerar si se necesitan modificaciones en los cursos del niño, en los
métodos didácticos que se utilizan en el aula, en los horarios de curso o en la disposición física
del edificio. También considerar si el niño necesita de algún tipo de asistencia específica, si puede
tolerar el día completo o sólo medio día, si necesita equipo especial para comunicarse o si
necesita se le reasigne un nuevo maestro o enviar a otra escuela.
Tercero, guiarse por los servicios disponibles en un distrito escolar particular. Algunas escuelas
ofrecen capacitación de habla y lenguaje, clases de regularización en materias académicas
básicas, educación física adaptativa, clases de computación, etc.
Si un distrito escolar no puede proporcionar servicios legalmente decretados, está obligado a
encontrar alguna manera de proporcionarlos, incluyendo la contratación de agencias externas.
También considerar los recursos de la familia y la comunidad y determine las preferencias y
reacciones de los padres a las intervenciones propuestas.

Paso 9: escriba el informe


Poco después de completar la evaluación, escribir un informe que comunique, claramente, los
hallazgos, interpretaciones y recomendaciones. El valor de los resultados de la evaluación y de
las recomendaciones dependerá, en parte, de la capacidad comunicativa. Es posible que el
informe sea leído por padres, maestros, orientadores, terapeutas del habla y lenguaje,
psiquiatras, pediatras, neurólogos, trabajadores sociales, abogados, fiscales, jueces, autoridades
encargadas de otorgar libertad condicional, otros profesionales y el niño.
Así, el informe deberá ser comprensible para todos los interesados.
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Paso 10: reúnase con los padres, con el niño (en caso apropiado) y con otros individuos
interesados
Una vez redactado el informe, discutir los resultados con el niño (en caso apropiado), con sus
padres y con la fuente de canalización.

Paso 11: realice un seguimiento de las recomendaciones y lleve a cabo una reevaluación
La prestación efectiva de servicios requiere de un monitoreo cercano de las recomendaciones,
intervenciones y cambios en el desarrollo del niño. Los seguimientos tanto a corto como a largo
plazo son componentes importantes del proceso de evaluación. Los seguimientos a corto plazo
(dentro de dos a seis semanas) ayudan a identificar las intervenciones que resultan ineficaces
debido a los cambios de la situación del niño, porque fueron inadecuadas desde un principio o
porque no se llevaron a cabo. Es probable que existan otras cuestiones que requieren de
evaluación adicional después de que se revisa la respuesta inicial a la intervención.
Los seguimientos a largo plazo son importantes porque los niños cambian a causa del desarrollo,
experiencias vitales y tratamiento; en consecuencia, no se debe considerar que la evaluación
inicial sea un punto final.
Una consultoría efectiva requiere del monitoreo del progreso del niño con seguimientos a corto y
largo plazo. Resulta útil recomendar un intervalo de tiempo para la evaluación de seguimiento
dentro del informe.

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