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Universidad Católica Santa Rosa

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales


Escuela de Comunicación Social
Cátedra: Ética y Legislación
Sección: N06A

Servicio de Interés Colectivo,


Libertad de Expresión y Derecho a
la Información. Decisiones que
coarten la Libertad de Expresión y
Libre Acceso a las Fuentes y
Medios de Información.

Profesor: Integrantes:
Javier Laila Ramírez Nazrldin CI: 27.234.923
Kelvin Reyes CI: 26.396.884

Caracas, Marzo de 2019


A partir de 1999 y por primera vez en Venezuela, la acción para tutelar la
protección de los derechos e intereses colectivos y difusos encuentra consagración
constitucional. En efecto, el artículo 26 de la Constitución de 1999 dispuso que “toda
persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de justicia para
hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos”, así como “a la
tutela efectiva de los mismos”.

La interpretación de esta disposición constitucional debe llevar a la conclusión de


que fue consagrado el derecho de accionar contra toda actuación, hecho u omisión que
incida sobre los titulares de derechos colectivos o difusos; de forma que ellos,
colectiva o individualmente considerados, subrogándose la representación del grupo,
pueden accionar y acceder a los órganos de administración de justicia, para obtener la
tutela judicial de su derecho transindividual.

Adicionalmente, el artículo 281, numeral 2 de la Constitución, atribuyó a la


Defensoría del Pueblo la competencia para interponer acciones para la protección de
derechos e intereses colectivos o difusos por el funcionamiento de los servicios
públicos, en los términos siguientes:

“Velar por el correcto funcionamiento de los servicios públicos, amparar y proteger


los derechos e intereses legítimos, colectivos o difusos de las personas, contra las
arbitrariedades, desviaciones de poder y errores cometidos en la prestación de los
mismos, interponiendo cuando fuere procedente las acciones necesarias para
exigir al Estado el resarcimiento a las personas de los daños y perjuicios que les
sean ocasionados con motivo del funcionamiento de los servicios públicos”.

Con fundamento en el reconocimiento que efectúa la Constitución de los derechos e


intereses colectivos o difusos, así como de la legitimación atribuida a toda persona y al
Defensor del Pueblo para procurar su protección judicial, es necesario explicar ahora
concretamente qué debe entenderse por cada uno de estos conceptos.
En consecuencia, de acuerdo a las normas constitucionales y, en particular, la
derivada del artículo 26, el derecho o interés colectivo y difuso ya no es un grado de
legitimación para acceder al Contencioso Administrativo, que fue la forma tradicional
de interpretación de esa expresión, antes y por el contrario designa un derecho de
acción de rango constitucional, a fin de proteger derechos supraindividuales, no
susceptibles de fragmentación, por la acción, actuación u omisión de sujetos tanto de
Derecho Privado como de Derecho Público

“Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de justicia


para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos; a la
tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente.
El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,
transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa, y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismo o reposiciones inútiles”.

Una característica o diferencia podemos establecer que los colectivos,


corresponden a un grupo de carácter no ocasional, concreto y determinado, mientras
que los difusos, carecen de una base organizativa y que algunos han calificado como
sujetos fungibles, es decir, sustituibles sin que se produzca alteración alguna en el
ámbito social.
Intereses Colectivos

Son aquellos tipos de intereses de un grupo determinable, aunque no cuantificable


o individualizable y respecto de los cuales puede existir un vínculo jurídico común.
(Grupos gremiales, asociaciones vecinales, etc.). Al respecto, Brewer Carias señala que
los intereses colectivos “(...) se concretan en comunidades compuestas por sujetos de
derecho más o menos determinables, siendo en definitiva, intereses de grupo que se
persiguen en forma unificada, al tener el grupo características y aspiraciones comunes,
quienes en defensa de los intereses de grupo, podrían interponer recursos de anulación
contra los actos administrativos (...)”.

De otra parte, José Luis Villegas Moreno señala que podemos diferenciar los
intereses colectivos de los intereses personales, ya que no constituyen una suma de
éstos, sino que son cualitativamente diferentes, pues afectan por igual y en común a
todos los miembros del grupo y pertenecen por entero a todos ellos. Se asemejan a los
intereses difusos en que pertenecen a una pluralidad de sujetos; pero se diferencian
de ellos en que cuando el interés es colectivo, esta pluralidad puede ser determinada o
circunscrita como una colectividad limitada.

No se trata entonces de la sumatoria de intereses o derechos individuales para


alcanzar el bien común, antes por el contrario, lleva de suyo la suma de “(...) aquellos
bienes que, en una comunidad, sirven al interés de las personas en general de una
manera no conflictiva, no exclusiva y no excluyente”.

En ese sentido, el interés colectivo es directamente el interés de la comunidad. Así,


lo que prevalece ante el individuo es aquel interés que trasciende a él, de forma que
“(...) si la acción procesal es ejercitada por el individuo o por la estructura organizada de
la comunidad, entiéndase que, el interés que ambos tutelan es el mismo: “el bien jurídico
del grupo”.
Respecto al interés colectivo, la doctrina señala que pertenece a personas situadas
en un mismo nivel o plano con relación a un determinado bien respecto del que tiene
exigencias del mismo tipo. Se trata entonces, de situaciones en donde cada
consumidor cautela su propio interés, que es similar al interés de otros consumidores.

Del mismo modo, se puede decir que los intereses colectivos son los intereses de
los grupos profesionales y económicos o de índole similar, encargados ordinariamente
por corporaciones representativas.

Vigoritti (1980, 105), en referencia al fenómeno procesal de los intereses


colectivos, cita conocida la jurisprudencia italiana, que considera expresamente que
las expresiones interés colectivo e interés difuso son consideradas por la gran
mayoría de autores, como sinónimos. Para Giannini (1976, 354), “Son intereses
colectivos los intereses que tiene como portador un ente representativo de un grupo no
ocasional”.

Pfeffer (1997, 25), sostiene desde la perspectiva del ejercicio procesal del interés,
que acciones de intereses colectivos son “aquellos en que los titulares son un grupo,
categoría o clase de personas ligadas entre sí o con la parte contraria por un relación de
base”.
Intereses Difusos

Son intereses que se refieren a un bien o derecho que atañe a la comunidad,


asumido por un cúmulo de ciudadanos que no conforman un sector cuantificable o
particularizado y entre los cuáles no existe un vínculo jurídico común. Surgen de una
prestación indeterminada cuya omisión afecta a todo el colectivo sin distinción. En tal
sentido, González Pérez comenta que el interés difuso se encuentra caracterizado por
“(...) corresponder a una serie de personas indeterminadas entre las que no existe
vínculo jurídico, de modo que la afectación de todos ellos deriva de razones de hecho
contingentes”.

El interés difuso tiene, por tanto, el objeto de garantizar una mejor “calidad de
vida” a ese grupo indeterminable, de modo que ante una eventual desmejora de ella,
puede surgir en cada miembro la legitimación para accionar. Este interés puede ser
invocado, bien por particulares que se encuentren legitimados para actuar en nombre
de esa colectividad indeterminada, bien a través de grupos determinados, tales como
las asociaciones (asociaciones ambientales).

Varias normas de rango legal han desarrollado el derecho que tienen las personas,
organizadas o no, de acceder a los órganos de administración de justicia a los fines de
obtener la tutela de sus derechos e intereses colectivos o difusos.

De acuerdo con la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios


Electrónicos, los usuarios de los servicios de radio y televisión tienen la facultad de
asociarse, en cualquier forma lícita, mediante organizaciones de usuarios, a los fines
de proteger los derechos de éstos como destinatarios de los mensajes transmitidos
por los servicios de radio, servicios de televisión, servicios de difusión por suscripción
y medios electrónicos.
Al respecto, el artículo 12, numeral 3 de la Ley de Responsabilidad Social de Radio,
Televisión y Medios Electrónicos, establece como derecho de los usuarios: “Promover
y defender los derechos e intereses comunicacionales, de forma individual, colectiva o
difusa ante las instancias administrativas correspondientes”.

En opinión de Villegas (1999), el concepto de intereses difusos es difícil de precisar


y de clarificar esencialmente. Sin embargo, por interés difuso se puede entender un
interés jurídicamente reconocido pero que corresponde a una pluralidad
indeterminada o indeterminable de sujetos. En general, la figura del interés difuso
puede aplicarse a muchos de los llamados derechos sociales o a muchos de los
enunciados programáticos fijados por las constituciones que adoptan el modelo de
Estado social.

Estos intereses dice Xiol (1992), “(…) son también en ocasiones caracterizados como
intereses reflejos”. De allí, que objetivamente considerado el interés difuso es el interés
que cada individuo posee por el hecho de pertenecer a la pluralidad de sujetos. Por
tanto, la consecuencia jurídica del interés difuso es el reconocimiento de una
pluralidad de situaciones subjetivas relativas a sujetos individuales.
Diferencias de Interés Colectivo e Interés Difuso

Cabe destacar, asimismo, que entre ambos intereses existe un vinculo por el cual,
normalmente, el interés colectivo es una concretización posterior, y en el tiempo, del
interés difuso.

Por su parte, Jiménez (1990, 330), distingue los intereses colectivos de los difusos
de la siguiente manera:

“Los intereses difusos quedan distinguidos de los intereses colectivos en que éstos
son típicos intereses de grupo, imputables a la colectividad organizada como un
todo para la consecución de intereses propios a la categoría de pertenencia.
Lo básico de los intereses difusos es… a) La pluralidad de sujetos receptores; b) Que
no estén unificados en una colectividad. Por ello son intereses dispersos en esa
misma pluralidad sin la determinación concreta de un sujeto organizado
especifico”.

En tanto, en los intereses colectivos la comunidad de personas sí es determinada o


determinable, en la medida que dichas personas constituyen un grupo, una categoría o
una clase, y en que, además, existe una relación jurídica base entre esas personas, o
entre éstas y un tercero.

Barbosa (1987, 103) expone los siguientes ejemplos:

“Se calificará como difuso, por ejemplo, el interés de los habitantes de cierta región
en la preservación de la pureza del agua de los ríos que la bañan, indispensable
para el uso personal y domestico; sería colectivo, en cambio, el interés de los
estudiantes de una universidad en la regularidad de las clases”.

La distinción entre los intereses colectivos y los difusos tiene cierta relatividad,
pues en ambos casos se trata de intereses supraindividuales de naturaleza indivisible.
Como señala González (1986, 34), “(…) entre estos tipos de intereses no existe una
diferencia ontológica, sino que la distinción se basa en el aspecto extrínseco del grado de
agregación y delimitación a que se refieren”.

Asimismo, Rondón (1996) tiene en relación con el concepto de estos tipos de


interés, criterio diametralmente opuesto, pues estima que el interés es colectivo
cuando está referido a grupos humanos en general que afecta sujetos no
determinados (justicia, buena marcha de la administración, buen uso de los recursos
públicos, aprovechamiento natural de los recursos) y este interés colectivo se
convierte en difuso cuando radica en personas que aducen su lesión directa por
encontrarse en una especifica situación de hecho frente al acto u omisión de un
organismo público.

Tal criterio se encuentra expuesto en sentencia de la Sala Político Administrativa de


la Corte Suprema de Justicia de fecha 2-5-1996, caso Petróleos de Venezuela, en la que
bajo su ponencia se afirma que:

“(…)No puede confundirse la noción del interés difuso con la del interés colectivo,
aun cuando entre ellas exista una relación de especie a genero, ya que este último
está representado por el interés colectivo y la especie es el interés difuso (…) el
interés colectivo es el de toda la comunidad (interés a la seguridad pública; a la
puntualidad del transporte colectivo; a la eficiencia de los hospitales; a la
idoneidad de los maestros; a la pureza del aire, etc.) en cuanto al interés difuso es
el de un grupo particularmente afectado por un acto concreto de la
Administración, grupo este, cuyo integrantes si bien no están identificados uno a
uno ni tampoco puede cuantificarse su entidad, si son perfectamente ubicables en
un tiempo y lugar específicos”.
Libertad de Expresión

La libertad de expresión e información constituye un derecho humano


fundamental que asegura el libre intercambio de ideas y opiniones en una sociedad
democrática y plural. No son acordes con el sistema democrático las limitaciones o
restricciones al derecho de informar e informarse objetivamente.

La libertad de expresión, es el presupuesto de la libertad del ser humano ya que en


ella se asienta el pilar fundamental de donde emanan las demás libertades
públicas. La existencia de la libertad de expresión es incuestionable; sólo debe ser
materia de interpretación, el grado y la medida de su ejercicio, teniendo como límites
las normas constitucionales y legales encaminadas a no permitir el abuso de esta
libertad, quebrantando las libertades individuales.

Expresión es expresar públicamente en forma oral o escrita (incluyendo el lenguaje


de signos y las expresiones no verbales como imágenes y objetos artísticos) cualquier
idea u opinión de interés para las personas. Dentro de estos intereses se incluye el
pensamiento político y religioso, así como los asuntos propios y los públicos. También
abarca la expresión por la vía de campañas, la discusión sobre derechos humanos, el
periodismo, la expresión cultural y artística, la enseñanza y la publicidad comercial.

Medios de Expresión: El pleno ejercicio de la expresión se garantiza con la más


amplia y plural existencia de medios para difundirla. Los medios de expresión
comprenden la prensa, los libros, los folletos, los carteles, las pancartas, las prendas de
vestir y los alegatos judiciales, así como los medios audiovisuales, los electrónicos y
los de Internet.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos estableció en la Opinión Consultiva


oc-5/85; del 13 de noviembre de 1985: “La libertad de expresión es una piedra angular
en la existencia misma de una sociedad democrática. Es indispensable para la formación
de la opinión pública. (…)”

La Constituyente de 1999 recogió la importancia de la libertad de expresión e


información y lo plasmó en la Carta Magna elaborada. A pesar de que dichas libertades
están íntimamente relacionadas, se separó con tratamientos jurídicos diferentes, el
derecho a la libertad de expresión por una parte, del derecho a la libertad de
información por la otra.

La Constitución Nacional sancionada por la Asamblea Nacional Constituyente en


1999 establece en su artículo 57: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente
sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier
otra forma de expresión, y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y
difusión, sin que pueda establecer censura. Quien haga uso de este derecho asume plena
responsabilidad por todo lo expresado. No se permite el anonimato, ni la propaganda de
guerra, ni los mensajes discriminatorios, ni los que promuevan la intolerancia religiosa.
Se prohíbe la censura a los funcionarios públicos o funcionarias públicas para dar
cuenta de los asuntos bajo sus responsabilidades”.

Por su parte, el artículo 58 referido a la libertad de información dicta lo siguiente:


“La comunicación es libre y plural (…) Toda persona tiene derecho a la información
oportuna, veraz e imparcial, sin censura (…) así como el derecho de réplica y
rectificación cuando se vean afectados directamente por informaciones inexactas o
agraviantes. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir información
adecuada para su desarrollo integral”.

A partir de dichos artículos se desprende le relevancia de la prohibición de la


censura previa, como una condición fundamental para la existencia de libertad de
expresión; El Pacto de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 19 reitera la libertad
de expresión en términos similares; y la Declaración Universal de los Derechos
Humanos señala en su artículo 29.2: “En el ejercicio de los derechos y en el disfrute de
sus libertades toda persona estará sujeta a las limitaciones establecidas por la Ley con el
fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y
de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general
en una sociedad democrática”.

Los derechos de libertad de expresión e información conllevan una doble


dimensionalidad: informar y ser informado, expresar y recibir ideas de los demás. En
ambos casos, resulta fundamental que el periodista no se entrometa en la esfera de los
derechos individuales, salvo aquellos casos en los que se encuentre involucrada una
verdad pública.

El derecho a informar es posterior al de expresar ideas, hechos y opiniones. Sin


posibilidad de emitir información, se anula el derecho del individuo a enfrentar una
postura ante ciertos hechos que le interesa conocer. Por ello, la libertad de expresión
es participe y complemento de otros derechos igualmente importantes, tales como el
derecho a manifestar pacíficamente, a la educación, a la libertad religiosa, entre otros.

Bases Legales
En la Exposición de Motivos Capítulo III de la Constitución de 1999 explica lo
siguiente:

“Se garantiza la libertad de expresión sin que sea posible censura alguna. Por ser
consustancial con ese derecho, quien lo ejerza asume la plena responsabilidad por
todo lo expresado. Así mismo, se reconoce el derecho a una información veraz,
oportuna, imparcial y sin censura. Esta regulación responde a la necesidad de
elevar a rango constitucional los parámetros éticos indispensables para el ejercicio
del derecho a la información, con el objeto de que los medios de comunicación
como parte de su actividad y de la responsabilidad que ella genera, establezcan
mecanismos de autoevaluación informativa a los que tenga acceso toda persona,
natural o jurídica, pública o privada, que se considere perjudicada por
informaciones emitida por los medios de comunicación y que tengan relación con
ella, a fin de que se revise la veracidad y oportunidad de la información.”
De igual manera, en la Exposición de Motivos del Código de Ética del Periodista
Venezolano explica que la libertad de expresión “es un derecho fundamental y piedra
angular de todas las libertades consagradas en la carta de las Naciones Unidas (…) y es
factor esencial en el desarrollo, ampliación y profundización de la democracia en
nuestro país”.

LEY DEL EJÉRCICIO DEL PERIODISMO

Artículo 4 “Todos los ciudadanos nacionales o extranjeros pueden expresarse


libremente a través de los medios de comunicación social, sin más limitaciones que las
establecidas en la Constitución y las Leyes”.

Artículo 5, numeral 5 “Salvaguardar la libertad de expresión, el derecho de


información y el derecho a la información”.

Articulo 34, numeral 1 “Ajustar su actuación a los principios de la ética profesional,


al respeto y a la defensa de los derechos humanos, de la paz entre los pueblos, de la
libertad de expresión al servicio de la verdad y la pluralidad de las informaciones”.

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS SOBRE LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Principio 1 “Las libertades de expresión e información, en todas sus formas y


manifestaciones, son derechos inviolables de toda persona, esenciales para su propio
desarrollo y para el ejercicio de todos los demás derechos en sociedades libres y
democráticas”

Principio 5 “La censura previa, interferencia o presión directa o indirecta sobre


cualquier expresión, opinión o información difundida a través de cualquier medio de
comunicación oral, escrito, artístico, visual o electrónico, debe estar prohibida por la ley.
Las restricciones en la circulación libre de ideas y opiniones, como así también la
imposición arbitraria de información y la creación de obstáculos al libre flujo
informativo, violan el derecho a la libertad de expresión.”

Principio 6 “Toda persona tiene derecho a comunicar sus opiniones por cualquier
medio y forma. La colegiación obligatoria o la exigencia de títulos para el ejercicio de la
actividad periodística, constituyen una restricción ilegítima a la libertad de expresión.
La actividad periodística debe regirse por conductas éticas, las cuales en ningún caso
pueden ser impuestas por los Estados.

Principio 7 “Condicionamientos previos, tales como veracidad, oportunidad o


imparcialidad por parte de los Estados son incompatibles con el derecho a la libertad de
expresión reconocido en los instrumentos internacionales.”

Principio 9 “El asesinato, secuestro, intimidación, amenaza a los comunicadores


sociales, así como la destrucción material de los medios de comunicación, viola los
derechos fundamentales de las personas y coarta severamente la libertad de expresión.
Es deber de los Estados prevenir e investigar estos hechos, sancionar a sus autores y
asegurar a las víctimas una reparación adecuada.”

Principio 11 “Los funcionarios públicos están sujetos a un mayor escrutinio por


parte de la sociedad. Las leyes que penalizan la expresión ofensiva dirigida a
funcionarios públicos generalmente conocidas como “leyes de desacato” atentan contra
la libertad de expresión y el derecho a la información.”

Principio 13 “La utilización del poder del Estado y los recursos de la hacienda
pública; la concesión de prebendas arancelarias; la asignación arbitraria y
discriminatoria de publicidad oficial y créditos oficiales; el otorgamiento de frecuencias
de radio y televisión, entre otros, con el objetivo de presionar y castigar o premiar y
privilegiar a los comunicadores sociales y a los medios de comunicación en función
de sus líneas informativas, atenta contra la libertad de expresión y deben estar
expresamente prohibidos por la ley. Los medios de comunicación social tienen derecho a
realizar su labor en forma independiente. Presiones directas o indirectas dirigidas a
silenciar la labor informativa de los comunicadores sociales son incompatibles con la
libertad de expresión.”

DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

Articulo 19 “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este


derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y
de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por
cualquier medio de expresión”.

CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Articulo 12 “Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión.


Este derecho implica la libertad de conservar su religión o sus creencias, o de cambiar de
religión o de creencias, así como la libertad de profesar y divulgar su religión o sus
creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado.
La libertad de manifestar la propia religión y las propias creencias está sujeta
únicamente a las limitaciones prescritas por la ley y que sean necesarias para proteger
la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos o los derechos o libertades de los
demás”.

Articulo 13 “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.


Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de
toda índole, sin consideraciones de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma
impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección y gusto”.
PACTO INTERNACIONAL DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS

Articulo 19 “Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones. Toda persona tiene
derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir
y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea
oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro
procedimiento de su elección”.

Artículo 20 “Toda propaganda en favor de la guerra estará prohibida por la ley.


Toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la
discriminación, la hostilidad o la violencia estará prohibida por la ley”.
Derecho a la Información

Información: es la recepción, emisión y comunicación de datos por parte de las


personas sobre toda clase de asuntos que puedan transmitirse a otras. Incluye la
información que deben recibir, emitir y difundir los medios de comunicación para
cumplir su cometido de informar a la opinión pública; así como la que los medios
deben proporcionar al público sobre los resultados de su actividad.

Acceso a la Información Pública: es el acceso a la información en poder de los


organismos públicos. Comprende los registros de que disponga cada organismo,
independientemente de la forma en que estén almacenados.

El acceso a esta información es indispensable para la protección y defensa de


derechos humanos; el bienestar de las personas y de la sociedad; la transparencia y
la rendición de cuentas y la participación ciudadana en la formulación, ejecución,
evaluación y control de leyes y políticas públicas.

El acceso a la información pública también es un derecho humano contenido en la


libertad de expresión y de información. Su ejercicio permite la transparencia del
Estado, la efectividad de las políticas públicas, la lucha contra la corrupción y
la defensa de los derechos humanos.

El Artículo 58 de la Constitución de 1999 referido a la libertad de información dicta


lo siguiente: “La comunicación es libre y plural (…) Toda persona tiene derecho a la
información oportuna, veraz e imparcial, sin censura (…) así como el derecho de
réplica y rectificación cuando se vean afectados directamente por informaciones
inexactas o agraviantes. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir
información adecuada para su desarrollo integral”.
La información debe en principio resguardar la privacidad y la intimidad de las
personas, conforme a lo establecido en el artículo 60 de la Constitución Nacional:
“Toda persona tiene derecho a la protección de su honor, vida privada, intimidad,
propia imagen, confidencialidad y reputación (...)”

De estas libertades y derechos dependen:


 El libre desarrollo de la personalidad.
 El libre debate de ideas y de opiniones.
 La libre comunicación y flujo de información.
 El desarrollo y protección de los derechos humanos.
 La participación en las políticas públicas.
 El escrutinio social del desempeño de gobernantes y funcionarios.
 El desarrollo, la calidad y la consolidación de la democracia.
 El desarrollo del conocimiento y del entendimiento entre los pueblos.

La libertad de información puede definirse como el derecho a tener acceso a la


información que está en manos de entidades públicas. Es parte integrante del derecho
fundamental a la libertad de expresión, reconocido por la Resolución 59 de la
Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobada en 1946, así como por el Artículo
19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), que dispone que el
derecho fundamental a la libertad de expresión incluye el derecho de "investigar y
recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por
cualquier medio de expresión”.

La libertad de información también ha sido consagrada como corolario de la


libertad de expresión en otros instrumentos internacionales importantes, como
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966) y la Convención
Americana sobre los Derechos Humanos (1969).
La libertad de información es también fundamental en el marco de la Cumbre
Mundial sobre la Sociedad de la Información, que ha reafirmado la libertad de
expresión y el acceso universal a la información como piedras angulares de las
sociedades del conocimiento integradoras.

La libre circulación de la información y de las ideas es un pilar fundamental de la


noción misma de democracia y es decisiva para el respeto efectivo de los derechos
humanos. La democracia exige que los individuos sean capaces de participar
efectivamente en la adopción de decisiones y de evaluar el desempeño de su gobierno.
Esa participación depende del acceso a las diversas informaciones en manos de las
entidades públicas, ya se trate de información sobre las leyes o los derechos aplicables
en un país, o bien sobre el estado de la economía, los sistemas sociales y otros asuntos
de interés público, como el uso de los fondos públicos.

Puede afirmarse que el artículo 19º de la Declaración Universal de Derechos


Humanos de 1948 proclamó, por primera vez en la historia, que todo hombre tiene
derecho a la información, y catalogó esta declaración como el Acta de Nacimiento del
Derecho a la Información. Otros autores señalan que la libertad de información y el
derecho a la información están íntimamente relacionados y que dicha libertad viene a
constituir el resultado de todos los principios tradicionales de libertad de
pensamiento, de expresión y de prensa, aplicados a los modernos medios de
comunicación sonoros y audiovisuales.

Francis Balle define la libertad de comunicación como el derecho que tiene cada
uno de utilizar libremente el medio de su elección para expresar su pensamiento y
comunicarlo a los demás o para acceder a la expresión del pensamiento de otro,
independientemente de la forma o finalidad de esa expresión. Esta definición también
se configura como elemento fundamental en el derecho de acceso de los ciudadanos a
la información pública del Estado.
Se puede afirmar que las doctrinas sobre el derecho a la información y a la
comunicación del ciudadano están consagradas en el espíritu, propósito y razón de la
ONU y la OEA, lo cual se evidencia en las declaraciones de principios y las normas que
pretenden garantizar en los países miembros de estos organismos internacionales, el
libre goce de este derecho fundamental del ciudadano, el cual persigue la protección,
tanto de los ciudadanos como de los medios de comunicación que difunden la
expresión de las informaciones, opiniones e ideas.

Estas organizaciones internacionales consagran una combinación entre la doctrina


clásica liberal de la libertad de expresión, la teoría de la responsabilidad social, el
derecho a la información y la libertad de comunicación de todo ciudadano. Se puede
afirmar que estamos en presencia de un régimen jurídico de carácter global sobre la
libertad de expresión y del derecho a la información y a la comunicación del
ciudadano que los países miembros de estos organismos deben garantizar y acatar
como garantía fundamental del ejercicio de la libertad de expresión, el derecho a la
información y a la comunicación libre y plural.
LA TRANSPARENCIA DEMOCRÁTICA Y LA
SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN: OBJETIVOS
BÁSICOS DEL DERECHO DE ACCESO DEL
CIUDADANO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA

La búsqueda y recepción de informaciones por parte de los ciudadanos sobre las


actividades de los Estados o Gobiernos persigue, como objetivo básico, lograr la
transparencia democrática y el control sobre el mandato colectivo que el pueblo
soberano otorga al gobernante electo mediante el voto universal. De igual forma, el
acceso libre a la información pública también pretende que la información y el
conocimiento puedan estar al alcance de todos los ciudadanos sin discriminación.

A) La transparencia democrática

La OEA, a través de LA CARTA DEMOCRÁTICA INTERAMERICANA DE LA


ASAMBLEA GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS, establece
como premisa fundamental que los pueblos de América tienen derecho a la
democracia. Con base en esta concepción ideológica reconocida por la comunidad
internacional, los gobiernos de América que han suscrito esta Carta están en la
obligación de promover y defender la democracia, la cual es esencial para el
desarrollo social, político y económico de los pueblos de América.

El artículo 4º de la Carta es el siguiente:

“Son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia la transparencia


de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los
gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de
expresión y de prensa. La subordinación constitucional de todas las instituciones
del Estado a la autoridad civil legalmente constituida y el respeto al estado de
derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad son igualmente
fundamentales para la democracia”.

Según esta disposición, no basta con que un Gobierno sea elegido a través del
sufragio universal y secreto. Es necesario que dicho Gobierno, en ejercicio del poder,
sea transparente en sus actividades gubernamentales, refleje probidad y
responsabilidad en su gestión pública. Así mismo, debe reflejar un respeto por la
libertad de expresión y de prensa. No basta con que el Gobierno promulgue una
Constitución democrática; es preciso, además, que se aplique con transparencia y
probidad. Para ello es necesario el acceso de sus ciudadanos a la información sobre las
gestiones del Gobierno, a los fines de garantizar el cumplimiento de esta disposición.
“El derecho de acceso a la información gubernamental es una de las fuentes de
desarrollo y fortalecimiento de la democracia representativa en tanto permite a los
ciudadanos analizar, juzgar y evaluar en forma completa los actos de sus
representantes y estimula la transparencia en los actos del Gobierno y de la
Administración.

B) La Sociedad de la Información

El derecho de acceso del ciudadano a la información pública del Estado reside en la


exigencia ciudadana de que su derecho a la información y a la comunicación deba
responder a una auténtica democratización, en el sentido de que este derecho pueda
estar al alcance de todo ciudadano sin distinción de raza, credo, nacionalidad o
condición social. Es un derecho esencial, básico y fundamental del ser humano.

La concepción del derecho a la información y a la comunicación del ciudadano


como un derecho básico y fundamental, aunada a la convergencia tecnológica y a las
aplicaciones telemáticas que han configurado los conceptos sobre las Tecnologías de
la Información y la Comunicación (TIC), ha dado nacimiento a la llamada Sociedad de
la Información.
La información, como representación del pensamiento y del conocimiento, nos
lleva a considerar que la sociedad recibe y está expuesta a aquella proveniente tanto
del lenguaje corriente de los medios masivos como de la generada por el lenguaje
literario, científico y técnico de la literatura especializada. En ambos casos la sociedad
produce la información y genera un interés consciente e inconsciente de transmitirla,
sea de manera individual o colectiva: puede ser información estratégica disponible
solo para un selecto grupo o de uso abierto a todos; puede ser solicitada, necesitada y
utilizada por individuos o por grupos de poder como el Estado, los consorcios
comerciales y los grupos políticos. La disponibilidad de la información debe garantizar
al usuario toda la que requiera para satisfacer sus necesidades, independientemente
del lugar en que se encuentre, coordinándose con efectividad los aspectos técnicos y
los factores sociales y políticos.
Decisiones que Coarten la Libertad de Expresión
y Libre Acceso a las Fuentes y Medios de
Información

La continuación ininterrumpida de actos de agresión e intimidación dirigidos


contra los comunicadores sociales en Venezuela se corresponde con la profundización
del conflicto de naturaleza institucional y política que afecta al país en los últimos dos
años. La legítima labor de los comunicadores sociales dirigida a informar sobre
diversas situaciones que afectan la vida social, cultural, económica, y particularmente
la situación política y de derechos humanos, ha provocado que ciertos actores
busquen acallarlos por distintos medios.

La CIDH y la Relatoría constataron la reiteración de agresiones verbales o físicas


ocurridas en los últimos años. No cesaron las amenazas y ataques contra
comunicadores sociales, especialmente con aquellos que cubren eventos,
concentraciones políticas y actividades relacionadas con las fuerzas de seguridad.
Antes, durante y después de la visita in loco, se informó que los comunicadores
sociales que trabajan en las calles eran blanco directo de agresiones y hostigamiento.
El estado general de la situación imperante en Venezuela ha generado un clima de
agresión y amenaza continuada contra la libertad de expresión y en particular contra
la integridad personal de periodistas, camarógrafos, fotógrafos y demás trabajadores
de la comunicación social. Los incidentes registrados abarcan desde amenazas y
lesiones a la integridad física hasta vulneraciones al derecho a la vida, como el
asesinato del reportero gráfico del diario 2001, señor Jorge Tortosa, ocurrido durante
los sucesos del 11 de abril de 2002

A fines de año 2002 y principios del 2003 la Comisión ha recibido información


sobre los siguientes comunicadores sociales agredidos: José Rodríguez, del diario El
Impulso; Martín Urteaga, del diario El Informador; Miguel López, de Telecentro; Clara
Reverol y Gustavo Escalona, de Televen; Cristián Rodríguez, de Promar TV; Yleana
Brett, de Diario Hoy; y Julio Torres, de Venevisión; todos ellos mientras cubrían una
manifestación de seguidores y opositores del Gobierno en la ciudad de Barquisimeto,
Estado de Lara. En Caracas, Fernando Malavé, de Diario 2001, y José Antonio Dávila,
de CMT. En la misma ciudad, la información recibida da cuenta que la policía golpeó a
los periodistas Luis Alfonso Fernández, de Venevisión, 5 y Aymar Lorenzo, de
Globovisión; Mauricio Cabal, Rubén Brito (camarógrafo) Marcos Martínez (asistente)
del canal Venevisión (amenazados en la entrada de la planta de la empresa estatal
Petróleos de Venezuela (PDVSA), ocasionando daños al vehículo en el que se
trasladaban, en la ciudad de Anaco, en el Estado Anzoátegui). Verioska Velasco, Luis
Mata (camarógrafo) y Alfonso Vásquez (asistente) del canal Promar Televisión;
Samuel Sotomayor (camarógrafo), del canal RCTV (agredidos, en la ciudad de
Barquisimeto). El 12 de enero, el fotógrafo del vespertino caraqueño "El Mundo",
Héctor Castillo, fue herido por bala de goma mientras cubría los incidentes ocurridos
entre efectivos militares y los integrantes de una marcha opositora que intentaba
llegar al monumento de Los Próceres, cerca de la base militar conocida como el Fuerte
Tiuna.

En síntesis, la situación anteriormente descrita tiene como objetivo generar un


efecto amedrentador sobre los comunicadores sociales: muchos temen identificarse
como trabajadores de la comunicación debido a las represalias que pueden sufrir.

Según el principio 9 de la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión


de la CIDH, las amenazas y agresiones a los comunicadores sociales violan los
derechos fundamentales de las personas y coartan severamente la libertad de
expresión. En consecuencia, sin perjuicio de la actuación de los medios de
comunicación reiteradamente denunciada por el Gobierno, los ataques a los
trabajadores e instalaciones de medios resultan inadmisibles e injustificados. La CIDH
recuerda que según el artículo 1 de la Convención Americana, los Estados se
comprometen no sólo a respetar los derechos y libertades reconocidos en ésta sino a
garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción. En
lo que se refiere a la obligación de “garantizar” el pleno y libre ejercicio de los
derechos reconocidos en la Convención, la Corte ha dicho que esta obligación implica:

“El deber de los Estados de organizar todo el aparato gubernamental y, en general,


todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder
público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el pleno y libre
ejercicio de los derechos humanos. Como consecuencia de esta obligación los
estados deben prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos
reconocidos en la Convención y procurar, además, el restablecimiento, si es posible,
del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la
violación de los derechos humanos”.

No sólo los órganos de protección de los derechos humanos en el sistema


interamericano han establecido que el ejercicio de la labor periodística debe estar
libre de consecuencias gravosas; en el Plan de Acción de la Tercera Cumbre de la
Américas, los Jefes de Estado y de Gobierno señalaron:

“Asegurarán que sus legislaciones nacionales relativas a la libertad de expresión se


apliquen de igual manera para todos, respetando la libertad de expresión y el
acceso a la información de todos los ciudadanos, y que los Estados aseguren que los
periodistas y los líderes de opinión tengan la libertad de investigar y publicar sin
miedo a represalias, acoso o acciones vengativas, incluyendo el mal uso de leyes
contra la difamación.”

La Corte Europea de Derechos Humanos ha reconocido la importancia de la


protección de las fuentes periodísticas, como “una de las condiciones básicas de la
libertad de prensa.” La Corte Europea declaró:

Sin esa protección, las fuentes pueden ser disuadidas de asistir a la prensa en la
información al público en cuestiones de interés público. En consecuencia, el papel vital
de vigilancia pública de la prensa podría verse socavado y podría verse adversamente
afectada la capacidad de ésta para brindar información precisa y confiable. Teniendo
en cuenta la importancia de la protección de la fuente para la libertad de prensa en
una sociedad democrática y el posible efecto paralizante que podría ejercer para esa
libertad una orden de divulgación de las fuentes, dicha medida no puede ser
compatible con el artículo 10 de la Convención a menos que esté justificada por un
interés público superior.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos también indicó, a través de la


aprobación de la Declaración de Principios sobre la Libertad de Expresión, que la
protección de las fuentes es parte de la garantía general de la libertad de prensa. Es
preciso subrayar que este derecho no constituye un deber, pues el comunicador social
no tiene la obligación de proteger la confidencialidad de las fuentes de información
excepto por razones de conducta y ética profesionales.

En primer lugar, cabe recordar que los instrumentos internacionales de protección


de la libertad de expresión dentro del sistema interamericano claramente protegen el
derecho de toda persona a buscar y recibir información.

Por su parte, el artículo 14 de la Convención sobre el Derecho de Rectificación o


Respuesta establece: “Toda persona afectada por informaciones inexactas o
agraviantes emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión legalmente
reglamentados y que se dirijan al público en general, tiene derecho a efectuar por el
mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las condiciones que establezca
la ley”.

Dentro del Código Penal de Venezuela se encuentran una serie de normas que de
aplicarse, serían restrictivas al pleno ejercicio de la libertad de expresión al penalizar
la expresión ofensiva dirigida a funcionarios públicos. Ellas son:

Artículo 148. “El que ofendiere de palabra o por escrito, o de cualquiera otra
manera irrespetare al Presidente de la República o a quien esté haciendo sus veces, será
castigado con prisión de seis a treinta meses, si la ofensa fuere grave, y con la mitad de
esta pena, si fuere leve. La pena se aumentará en una tercera parte si la ofensa se
hubiere hecho públicamente. Si la ofensa fuere contra el Presidente de alguna de las
Cámaras Legislativas o el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, la pena será de
cuatro meses a dos años, cuando la ofensa fuere grave y con la mitad de esta pena,
cuando fuere leve.”

El artículo 13.2 de la Convención define a través de qué medios pueden


establecerse legítimamente restricciones a la libertad de expresión. Estipula, en
primer lugar, la prohibición de la censura previa la cual es siempre incompatible con
la plena vigencia de los derechos enumerados por el artículo 13, salvo las excepciones
contempladas en el inciso 4 referentes a espectáculos públicos, incluso si se trata
supuestamente de prevenir por ese medio un abuso eventual de la libertad de
expresión. En esta materia toda medida preventiva significa, inevitablemente, el
menoscabo de la libertad garantizada por la Convención.

Adicionalmente, ha establecido:

El abuso de la libertad de expresión no puede ser objeto de medidas de control


preventivo sino fundamento de responsabilidad para quien lo haya cometido. Aun en
este caso, para que tal responsabilidad pueda establecerse válidamente, según la
Convención, es preciso que se reúnan varios requisitos, a saber:

a) la existencia de causales de responsabilidad previamente establecidas,


b) la definición expresa y taxativa de esas causales por la ley,
c) la legitimidad de los fines perseguidos al establecerlas, y
d) que esas causales de responsabilidad sean necesarias para asegurar los
mencionados fines.
Exigencia de Información Imparcial, Oportuna y
Veraz

El artículo 58 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela


establece que “Toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e
imparcial”. Se considera que más allá de que el periodista debería utilizar todos los
medios a su alcance para verificar la información que difunde a la sociedad, la
exigencia de veracidad en la información, de ser impuesta por el Estado, podría
implicar la censura de toda aquella información que es imposible de someter a
prueba; ejemplo de ello es el debate político que se sustenta principalmente en ideas y
opiniones de carácter netamente subjetivo.

La doctrina de la información veraz representa un retroceso para la libertad de


expresión e información en el hemisferio ya que el libre flujo de información se vería
limitado a la calificación previa de la misma entre “veraz” o “errónea”, lo que va en
contraposición con la concepción amplia otorgada a este derecho dentro del sistema
interamericano.

Es indudable que precisamente el debate y el intercambio de ideas es el método


indicado para la búsqueda de la veracidad en la información y el fortalecimiento de los
sistemas democráticos basados en la pluralidad de ideas, opinión e información. Si a
priori se impone desde el Estado la necesidad de informar únicamente “la verdad”,
precisamente se negaría la posibilidad de efectuar el debate necesario para
construirla o poder llegar a ella. La posibilidad de sanciones por informar sobre un
tema que, con posterioridad y gracias al debate libre, se podría determinar cómo
incorrecto, conduce a la posible autocensura de los informantes para evitar sanciones,
y al consecuente perjuicio de todos los ciudadanos que no podrán beneficiarse del
intercambio de ideas.
El derecho a la libertad de expresión protege también aquella información que
hemos denominado “errónea”. En todo caso, de acuerdo a las normas internacionales
y la jurisprudencia más avanzada, únicamente la información que demuestre ser
producida con “real malicia” podría ser causa de atribución de responsabilidad. Pero
inclusive en este caso esa adjudicación de responsabilidad debe ser producto de una
actuación ulterior, y en ningún caso se puede buscar condicionarla con anterioridad.

En Venezuela, dada la crisis política imperante, la ética periodística es fundamental


para el ejercicio de la libertad de expresión. Pero debe quedar en claro que no es el
Estado quien debe imponer las normas de conducta ética, indispensables en la labor
de los comunicadores sociales. Los Códigos de ética representan un instrumento
importante para orientar a los periodistas en el ejercicio de su profesión, que deben
ser adoptados voluntariamente por los propios medios.

El artículo 28 de la Constitución venezolana establece el derecho a la acción de


habeas data en los siguientes términos:

“Toda persona tiene el derecho de acceder a la información y a los datos que sobre
sí misma o sobre sus bienes consten en registros oficiales o privados, con las
excepciones que la ley establezca, así como de conocer el uso que se haga de los
mismos y su finalidad, y de solicitar ante el tribunal competente la actualización, la
rectificación o la destrucción de aquellos, si fuesen erróneos o afectasen
ilegítimamente sus derechos. Igualmente, podrá acceder a los documentos de
cualquier naturaleza que contengan información cuyo conocimiento sea de interés
para comunidades o grupos de personas”.

Por su parte, el artículo 51 de la Constitución venezolana prevé el derecho de


formular peticiones a las autoridades al decir:

“Toda persona tiene el derecho de representar o dirigir peticiones ante cualquier


autoridad, funcionario público o funcionaria pública sobre los asuntos que sean de
la competencia de éstos o éstas, y de obtener oportuna y adecuada respuesta.
Quienes violen este derecho serán sancionados o sancionadas conforme a la ley,
pudiendo ser destituidos o destituidas del cargo respectivo”.

Cadenas Nacionales
Otro ejemplo de afectación a la libertad de expresión es el uso abusivo de las
cadenas nacionales. Las cadenas nacionales obligan a los medios de comunicación a
cancelar su programación habitual para transmitir información impuesta por el
Gobierno.

El artículo 192 de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones publicada en la Gaceta


Oficial en marzo de 2002 establece:

“Sin perjuicio de las disposiciones legales en materia de seguridad y defensa, el


Presidente de la República podrá, directamente o a través de la Comisión Nacional
de Telecomunicaciones, ordenar a los operadores que prestan servicios de
televisión por suscripción, a través del canal de información a sus clientes y a las
empresas de radiodifusión sonora y televisión abierta la transcripción gratuita de
mensajes o alocuciones oficiales, de la Presidencia o Vicepresidencia de la
República o de los Ministros. Mediante reglamento se determinarán las
modalidades, limitaciones y demás características de tales emisiones y
transmisiones”.
LA INFORMACIÓN DEL ESTADO COMO SERVICIO DE
INTERÉS PÚBLICO

El acceso de los ciudadanos a la información pública del Estado es un derecho


fundamental y básico del ciudadano que implica, para el Estado, la obligación de
difundir y comunicar la información sobre su gestión administrativa. Así, entre las
funciones del Estado moderno está contemplado el deber de informar a la ciudadanía
sobre el manejo de la cosa pública. Esta obligación no queda solo en un deber ser, sino
que las constituciones y las leyes garantizan el acceso a la información sobre asuntos
de interés público, lo cual significa que, si el Estado no cumple su función de informar,
al menos debe garantizar el acceso a la información y no poner trabas a los
ciudadanos para que la obtengan.

En el acceso a la información pública por parte del ciudadano, el significado que


adquiere importancia es el que define la información como la acción que lleva al
conocimiento de un público ciertos hechos u opiniones con la ayuda de
procedimientos impresos, visuales, auditivos, incluyendo los digitales, los cuales
constituyen mensajes inteligibles para el público y el ciudadano en general; la
información es igualmente el resultado de esta acción sobre los destinatarios. Como se
puede apreciar, la información se entiende en un sentido activo y pasivo

El sentido activo corresponde a la acción que emana del sujeto activo Estado
enviando hechos y opiniones al conocimiento de los ciudadanos como sujetos pasivos;
el sentido pasivo corresponde al estado del conocimiento del público y del ciudadano
destinatario del mensaje ante la acción de la información.

En la teoría del Derecho Administrativo francés de la segunda mitad del siglo XX, la
información del Estado fue analizada por connotados tratadistas, dentro de los cuales
se puede mencionar André de Laubadère, quien distingue las siguientes categorías de
información del Estado:
 La información administrativa: referida a la actividad que ejerce el Estado
para comunicar a los administrados las medidas gubernamentales y
administrativas que son de interés para la colectividad, la cual corresponde
a la publicidad que deben tener las leyes y los actos administrativos. Esta
información se manifiesta a través de las gacetas oficiales que publican los
diversos Gobiernos.

 La información nacional: se refiere a la información que el Estado


transmite al público sobre su propia acción, su política, sus proyectos, a
escala tanto nacional como internacional.

 La información general: esta categoría está referida a la colecta y difusión


de información. La intervención del Estado en esta categoría de información
es considerada en la actualidad como necesaria debido a varios factores. La
idea de un derecho de los ciudadanos a la información es una noción que
progresivamente se ha desarrollado como una auténtica necesidad moderna
y sobre la cual el Estado debe intervenir con la sola finalidad de asegurar la
satisfacción de este derecho. Es decir, para garantizar, por una parte, que los
ciudadanos no sean privados de información y, por otra, que la información
que reciban sea lo más objetiva posible. Al mismo tiempo, el desarrollo de la
información, consolidada hoy en día con los procedimientos audiovisuales y
cibernéticos, impide que el Estado se desinterese de esta actividad; por tal
razón se nos presenta como materia que puede constituir un servicio de
interés público general.

Ahora bien, catalogar la información del Estado como un servicio de interés público
general no significa por ningún concepto que sea un monopolio del Estado; por el
contrario, este servicio de interés público del Estado debe interpretarse como una
obligación que tiene el Estado frente al derecho del ciudadano a recibir, buscar y
difundir informaciones.
Referencias Bibliográficas
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Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. (2019). Retrieved
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