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CEGUERA MORAL

Presentado por:
Lorna Andrea Sánchez Gutiérrez

Presentado a:
Hernán Mauricio Rojas
Ética.

Universidad San Buenaventura de Cali


Santiago de Cali, 2018
La ceguera moral es obvia en nuestra vida cotidiana. Es una ceguera
de alto riesgo para esa sociedad “no vidente” funcional, con buena
agudeza visual. Terribles acontecimientos de la vida cotidiana que
vivimos no son ignorados, sencillamente no tienen impacto social, no
son “sexy”. La sociedad indiferente, ingenuamente piensan que son
cosas que le pasan a “los otros”. La historia reciente, mi experiencia
personal, son explícitos que las metástasis del mal son muy ágiles.
El pensamiento razonado, la solidaridad ausentes en amplias capas de
la sociedad.

Los responsables de la ceguera que tenemos hoy día, gran parte se le


atribuye a los padres irresponsables, queriendo dar a los hijos todo lo
que no tuvieron y han hecho un uso excesivo de ello, olvidándose de
los valores y los principios… entiendo que los padres de hoy día
tenemos que hacer conciencia de esta realidad que vivimos y procurar
marcar la diferencia incentivándole amor del bueno a nuestros hijos,
procurando educar en valores y exhibir y practicar lo que le enseñamos¸
(enseñarles el valor de las personas, no de las cosas)

En una sociedad como la actual, marcada por la banalización de la


cultura y un consumismo acérrimo, rara vez tenemos tiempo para
detenernos en los temas verdaderamente importantes, y corremos el
grave riesgo de perder nuestra sensibilidad ante los problemas de los
demás.

El mal no se limita a la guerra o a las circunstancias en que las personas


actúan bajo una presión extrema. Hoy en día el mal se revela con más
frecuencia en la cotidiana insensibilidad al sufrimiento de los demás, en
la incapacidad o el rechazo a comprenderlos y en el eventual
desplazamiento de la propia mirada ética. El mal y la ceguera moral
acechan en lo que concebimos como normalidad y en la trivialidad y
banalidad de la vida cotidiana, y no solo en los casos anormales y
excepcionales.

El tipo característico de ceguera moral que define nuestras sociedades


es lo que analizan brillantemente Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis
a partir del concepto de ‘adiáfora’. La diáfora implica una actitud de
indiferencia a lo que acontece en el mundo, un entumecimiento moral.

En una vida cuyos ritmos están dictados por guerras de audiencias e


ingresos de taquilla, donde la gente está absorta en las últimas
tendencias en aparatos tecnológicos y formas de cotilleo; en nuestra
«vida apresurada» en la cual rara vez hay tiempo para detenernos y
prestar atención a temas de importancia, corremos el grave riesgo de
perder nuestra sensibilidad ante los problemas de los demás. Solo las
celebridades y las estrellas mediáticas pueden esperar ser tenidas en
cuenta en una sociedad extenuada por la información sensacionalista y
sin valor.

Esta penetrante investigación del destino de nuestra sensibilidad moral


será de gran interés para quienes se preocupen por los profundos
cambios que silenciosamente configuran las vidas de todos en nuestro
contemporáneo mundo líquido.
Utilizamos “insensibilidad” como metáfora; su ubicación primordial
reside en la esfera de los fenómenos anatómicos y fisiológicos de los
que deriva; su significado primordial es la disfunción de algunos órganos
de los sentidos, ya sean ópticos, auditivos, olfativos o táctiles, que
deriva en una incapacidad para percibir estímulos que bajo condiciones
“normales” evocarían imágenes, sonidos u otras impresiones.

“La nuestra es una era de temor. Cultivamos una cultura del temor
progresivamente más poderosa y global. Nuestra era exhibicionista, con
su fijación en el sensacionalismo barato, los escándalos políticos, los
reality shows televisivos y otras formas de autoexposición a cambio de
fama y atención pública, aprecia el pánico moral y los escenarios
apocalípticos en un grado incomparablemente mayor a los
planteamientos equilibrados, la leve ironía o la modestia”, afirma
Leonidas Donskis en el tramo final del libro.

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