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Huellas
Año tras año vemos retornar el disfraz/comparsa de Las negritas Puloy y su aparición
surge como una existencia que damos por sentado en nuestra tradición carnestoléndica.
Pero, ¿realmente qué sabemos de sus orígenes, de su contenido simbólico y de su reflejo
social? Esta investigación cuidadosa nos da luces al respecto. Aprendemos o recordamos,
según sea el caso particular del lector, cómo su génesis mezcla elementos, entre otros, el
peso de un pasado colonial, esclavista y excluyente que nos muele los hombros mientras
hacemos malabares para esconderlo debajo de un bello discurso de mestizaje tri-étnico
incluyente, igualitario y unificador de nuestra nación. ¿Qué nos traerán Las negritas de
2018? ¿Hasta dónde llegará la caricaturización y el estereotipo de la mujer negra/mulata?
U
na de las manifestaciones más interesantes del con simples gestos diarios de apropiación: una carteri-
Carnaval de Barranquilla es la comparsa Las ne- ta, unos aretes, una camiseta, un cintillo, al igual que
gritas Puloy. Analizar su historia, su desempeño todos los emblemas de los disfraces antes menciona-
en la esfera pública, su evolución, nos puede brindar dos. Una persona que porte alguno de sus componen-
las claves para entender, no solo de qué se trata, sino a tes, de cualquier modo, está indicando que se encuen-
nosotros mismos, como pueblo activo en la configura- tra en actitud carnavalera.
ción de las fiestas que se han convertido en una de las
fuentes de identidad más importantes de la ciudad de Diana Taylor (2015) sostiene que el performance es un
Barranquilla. acto de transferencia vital que produce memoria, co-
nocimiento e identidad. Taylor acuña la palabra reper-
La imagen de Las negritas Puloy se encuentra ligada a torio para referirse a un archivo vivo. Dentro de este
otros símbolos relevantes de nuestro carnaval: los mo- repertorio se encuentran manifestaciones populares
nocucos, los congos y las marimondas. El disfraz que que vendrían a ser un archivo efímero, corporal y
portan las integrantes de esta comparsa se reconoce cambiante que nos puede ayudar a decodificar actos
en toda la ciudad, durante la temporada carnavalera, culturales donde podremos, como en este caso de “las
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negritas”, encontrar ecos del pasado colonial que aún
persiste en la sociedad barranquillera. Este grupo de
mujeres que integran esta comparsa carnavalera, que
tiene cuatro décadas participando en la esfera públi-
“El performance es un acto de
ca, se muestra ante la ciudad de Barranquilla con una transferencia vital que produce
fluidez hipnotizante, hasta el punto de no dejar ver lo
que encierra su provocadora propuesta escénica. memoria, conocimiento e identidad”
Por ello nos preguntamos con ellas: ¿qué es eso que re-
torna cada año y que, mediante el goce de lo efímero,
nubla nuestro deseo de análisis? La manera en que un
disfraz evoluciona y se mantiene al mismo tiempo; la
negras que simulaban guantes para las manos, las
forma de cambiar, año tras año, los elementos o uti-
piernas estaban igualmente cubiertas por mallas que
lería que acompañan la escenificación popular de Las
remitían a la piel negra y unas lucían bombachas pu-
negritas Puloy; cómo se mueven y bailan o la forma de
dorosas. Llevaban traperos, escobas, ollas, sartenes,
organizar cada año su comparsa para mantenerse vi-
limpiones. Disfrazadas jugaban a entrar en las casas
gentes, todo hace parte de un embodiment o in-corpo-
ajenas simulando limpiar. También lograron ingresar
ración de las ideas de negritud que se manejan en todo
a bailes de barrio donde creían que ellas eran hombres
el país y más específicamente en el Caribe colombiano.
disfrazados de mujeres.
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múltiples maneras, a la fantasía del goce colectivo de
una ciudad supuestamente incluyente.
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imágenes literarias, muñecas de trapo, estatuas, cine
y arte, se puede entender cómo se consolidó el estereo-
tipo de la negra cuidadora de niños blancos y cocinera
del hogar, a partir de 1885. No es difícil suponer cómo
esta figura de la Mammy pudo haber llegado hasta no-
sotros y cómo ha influenciado nuestras nociones de
servidumbre.
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narias, durante el Carnaval de Indianos, vemos a las atractiva con la cual la mujer barranquillera del siglo
Negras Tomasa, que son hombres corpulentos vesti- XXI se pueda identificar.
dos como negras esclavas de las Américas, con la cara
y el cuerpo pintados de negro.
Estereotipo y performance siempre cambiantes
Desde el inicio de la nación que hoy es Colombia se
ha utilizado el mestizaje como fortaleza nacional. Es el Entre 1984, cuando Isabel Muñoz y Jennys Orellano
mismo discurso que se ha usado para difundir la idea comenzaron la comparsa que desfila oficialmente du-
de que durante el tiempo del carnaval, la etnia nacio- rante los carnavales, y 2017, muchas formas de su dis-
nal se muestra festiva y comparte la esfera pública en fraz y performance callejero han pasado. En el próxi-
paz. Pero en la vida cotidiana, ser negro o ser indígena mo carnaval será nuevamente diferente. La comparsa
viene ligado a la falta de oportunidades para estar al misma va definiéndose mediante el conjunto de ele-
nivel social de la gente de color más claro, la de aque- mentos que componen su disfraz, siempre cambiante,
llos criollos que han manejado el poder desde la con- para amoldarse a los patrones auto-exigidos, a través
sagración de la República. de la percepción de lo que necesita para permanecer
vigente y no perder su puesto en unas fiestas que se
La etnicidad colombiana, que consta de lo negro, lo in- convierten, cada vez más y a partir del 2003, en un es-
dígena y lo blanco, sirve en los discursos nacionalistas tandarte de la identidad barranquillera.
para inducir a creer que esta mezcla de razas es un ele-
mento que identifica a una Colombia igualitaria, pues
se lleva en la sangre esa paridad. Esto constituye un
hecho del que se ha hablado con suficiencia en Lati-
noamérica2. Peter Wade (2005), por ejemplo, ha escrito
ampliamente acerca de cómo la ideología del mestiza-
je tiende a tapar una realidad de exclusión racial en
Latinoamérica. Este autor ha estudiado cómo la idea
de mestizaje en los discursos fundacionales de las re-
públicas post-coloniales se usó para supuestamente
distanciarse de ese pasado de opresión, al mismo tiem-
po que permanecía intacta la segregación socioeconó-
mica de indígenas y negros, mientras los criollos se
mantenían en el poder estatal y social.
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Un performance que cambia con lo que le exigen los
tiempos nos muestra que, en la formación de las na-
ciones caribeñas, la mujer negra pareciera invisibili-
zada para dar paso a la mulata, quien es entronizada
por su belleza y sensualidad como el ideal donde las
razas se mezclan, donde lo negro prevalece, pero de un
modo más sofisticado, blanqueado. Como si supieran
que, para que exista una posibilidad real de movilidad
social, se requiere una especie de blanqueamiento de
la negra. Las negritas Puloy han dejado de lado unas co-
sas y adoptado otras en su disfraz. La visibilidad de la
negra, entonces, sigue apareciendo en la esfera públi-
ca en modo estereotipo, manteniendo una “otredad”
que impide, en la práctica cotidiana de una ciudad
como Barranquilla, tener una relación de igualdad
con las personas que son de una piel más oscura, quie-
nes se han empezado a llamar en Colombia (desde la
Constitución de 1991): afrodescendientes.
Foto tomada por el equipo de investigación en el Archivo Histórico
del Atlántico. Revista Barranquilla Gráfica No. 95, febrero 1970-72
Durante las fiestas del Carnaval de Barranquilla se
exalta a “la negrita”, se baila en su nombre, se exhi-
ben su alegría y su belleza en las calles durante unos
días al año, en forma de disfraz. Un disfraz que luego,
retomado y elegantizado por las clases altas, de tez
más clara, mantiene la distancia y permite “creerse el
cuento” del mestizaje fundacional incluyente.
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“En la vida cotidiana, ser negro
o ser indígena viene ligado a
la falta de oportunidades”
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supuestamente superado, pero que retorna en múlti- Taylor, D. (2015). El archivo y el repertorio: la memoria cultural
ples formas de discriminación cotidianas. Reina gené- y performática de las Américas. Santiago de Chile: Edi-
rica, la negrita, orgullosa de ser ya una tradición con ciones Universidad Alberto Hurtado.
tribuna propia, mientras la luchadora Isabel Muñoz,
directora de la escena, nos envía un beso que confirma Wade, P. (2002a). Música, raza y nación: Música tropical en Co-
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