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R E V I S TA M E X I C A N A D E

4
NUEVA ÉPOCA
OTOÑO 2015

la logoterapia en el mundo

Sobreviviendo en la vida
Un testimonio de amistad después del holocausto
David Guttmann
La búsqueda del sentido frente a las “emociones negativas”
Mariana Romero Siécola
¿Quién cuidó antes que nosotros?
Del compromiso y la atención en el pasado a la logoterapia en nuestros días
Sandra Ruiz Gros

la logoterapia en méxico

Las rutas de la Caja Africana:


un encuentro con mi dimensión espiritual
Mayra Ibarra
“El cuidado: tarea de la logoterapia”
Reflexión alrededor del VII Congreso Mexicano de Logoterapia
Lucía Armella de Carral
Congreso Logoterapia. “El cuidado: tarea de la logoterapia”
Adriana León Portilla
La tríada del vínculo terapéutico como modelo relacional
para mi paciente
Flavia Toledo Cortina
Propuesta de intervención desde la logoterapia
en pacientes con cáncer
Verónica Salas Gutierrez y Angélica de la Medina Cano
Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia, S. C.
Directora
Leticia A. de García

Revista Mexicana de Logoterapia


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Octubre de 2015

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Titular: Leticia Ascencio Villanueva.
número 4 • o c t u b r e 2015

2 Editorial
Claudia Rueda Guardia

la logoterapia en el mundo

5
Sobreviviendo en la vida
Un testimonio de amistad después del holocausto
David Guttmann

13
La búsqueda del sentido frente a las “emociones negativas”
Mariana Romero Siécola

21 ¿Quién cuidó antes que nosotros?


Del compromiso y la atención en el pasado a la logoterapia en nuestros días
Sandra Ruiz Gros

la logoterapia en méxico

26 Las rutas de la Caja Africana:


un encuentro con mi dimensión espiritual
Mayra Ibarra

32 “El cuidado: tarea de la logoterapia”


Reflexión alrededor del VII Congreso Mexicano de Logoterapia
Lucía Armella de Carral

36 Congreso Logoterapia
“El cuidado: tarea de la logoterapia”
Adriana León Portilla

48
La tríada del vínculo terapéutico como modelo relacional para mi paciente
Flavia Toledo Cortina

55 Propueta de intervención desde la logoterapia


en pacientes con cáncer. Visión desde una paciente y una logoterapeuta
Verónica Salas Gutierrez
y Angélica de la Medina Cano
Cuidando
Editorial
Claudia Rueda Guardia

E
El presente número cuenta con artículos valiosos, como to-
dos nuestros números. En esta ocasión contamos con una muy
valiosa investigación de Flavia Toledo Cortina, “La tríada del
vínculo terapéutico como modelo relacional para mi pacien-
te”, en el que reúne, en una línea de tiempo que va de 1850
hasta mediados del siglo pasado, los conceptos de encuentro
y relación de las escuelas de psicología más importantes. Por
otro lado, Mariana Romero escribe “La búsqueda del sentido
frente a las ‘emociones negativas’”, en donde nos presenta un
interesante estudio sobre la importancia de atender en terapia
las emociones negativas y su capacidad de hacernos crecer, o
bien de limitar nuestra búsqueda de sentido.
Mayra Ibarra entrelaza de manera muy emotiva su expe-
riencia personal con la filosofía de la logoterapia y los paradig-
mas que de ella emergen.
Contamos con “Un testimonio de amistad después del
holocausto”, escrito por el Dr. David Guttmann, amigo y
compañero de vida de Viktor Frankl, que nos recuerda las
vivencias y la historia de nuestro maestro.
Gran parte del cuerpo de esta revista se conforma de pro-
fundas y valiosas reflexiones generadas a raíz del VII Congreso
Mexicano de Logoterapia y del tema del cuidado, que rebasan
las paredes físicas y temporales del congreso.
Adriana León Portilla nos regala una sentida reseña de lo
vivido con un toque de reflexiones personales en torno al tema;
Lucia Armella se une a esta necesidad de repasar los apuntes
y nos comparte su vivencia en torno al concepto del cuidado
como tarea de la logoterapia, en el que habla de la relación, del
cuidador y de quién lo cuida. Además, se une Sandra Ruiz
con un valioso recorrido por el tiempo, alumbrando la acción
de cuidar como un quehacer humano presente en todo mo-
mento, ¿Quién cuidó antes que nosotros?: Del compromiso y
la atención en el pasado a la logoterapia en nuestros días.
En fin, amigo mío, me doy cuenta de la necesidad que
nos deja el tema del cuidado, del amplio espectro de acciones

2
que implica cuidar y cuán grande es la necesidad humana de ser cuidado. Hoy no puedo más
que referirme a esta actividad humana, por lo menos en unas pocas líneas que le hagan honor
a mis compañeros, los que expusieron en el congreso y los que se quedaron rumiando tan
delicado tema. Tomando el editorial como pretexto me robo unas líneas para reflexionar en
torno a esto.
Es claro que lo largo de nuestras vidas hemos sido cuidados de una u otra forma, si no, no
estaríamos hoy aquí. Sin embargo, el cuidado toma muchas formas y abarca una amplia gama
de acciones, el no haber sido cuidado a lo largo de nuestra historia en áreas aparentemente no
vitales –o indispensables para nuestra supervivencia– deja secuelas emocionales y psicológicas
profundas, muchas veces determinantes de la personalidad. Los cuidados de la primera infan-
cia son indispensables para la salud emocional del adulto, para su forma de ver el mundo y
moverse en él; para su capacidad de encontrar recursos espirituales que lo ayuden a responder
a las cuestiones de la vida, así como para tener capacidades y visión para elegir salud emocional
en su adultez y no continuar promoviendo los patrones de maltrato conocidos.
Al ser logoterapeutas, asumimos que seremos cuidadores de quien nos consulte, y bueno,
de esto se ha tratado este congreso. También asumimos el reto de intentar reparar, en nues-
tros pacientes, vacíos que se han ido quedando a lo largo de su vida; pretendemos alumbrar
rincones olvidados y dolidos por los que se pueda colar un rayito de la fuerza espiritual de mi
paciente; o más bien ampliamos los caminos por los que su voluntad espiritual pueda manifes-
tarse, puesto que no olvidamos que el simple hecho de que esté ahí, frente a mí, ya es prueba
de su fuerza espiritual.
Cuidar también es curar: todo lo que hagamos por cuidar en la terapia construye una ex-
periencia reparadora, ofrece al paciente la oportunidad de vivir algo que se le ha negado, en
un terreno o en otro, ya que esta forma de ser mirado va curando algunas de sus heridas.
Hay puntos básicos en el cuidado terapéutico, que van supliendo o restaurando aquello
que no siempre se ha recibido. Empezando por lo más estricto: confidencialidad, puntualidad,
confianza, no enjuiciamiento, atención incondicional, son todas formas de cuidar. También
en acciones básicas como: la forma de cancelar una sesión o de posponerla, cómo lo hago y
cómo evito la sensación de que él es poco importante. El encuadre referente al dinero también
es un asunto delicado: cómo hablamos de los costos, cómo cobro, etc. Y bueno, hasta atender
las más sutiles posibilidades de acción ante las que mi paciente pudiera llegar a sentirse des-
cuidado por mí: mi forma de hablar, de exponer lo que pienso, de comentar sus decisiones,
de opinar sobre su vida o su pasado; de confrontar sus ideas o formas de pensar y, finalmente,
en aquellas ocasiones en las que se presenta la muy delicada decisión de terminar la relación
terapéutica.
Bajo la luz de este gran tema quisiera agregar un acento más a mi anterior editorial –Cómo
cuido a mi paciente al decir adiós– y cómo me cuido a mí ante la necesidad de cerrar el proceso
terapéutico.
Hay varios tipos de cierre: el cierre de cada sesión, que a la larga se convierte en un ele-
mento más de la cotidianidad del encuentro; el cierre ante una separación más o menos larga
como las vacaciones; el cierre natural del proceso en el que ambos coinciden; y aquel cierre
que tal vez es hoy mi foco de atención dado el tema que se aborda, me refiero a cuestiones irre-

3
mediables que pueden provenir de la misma relación o del exterior. Consideremos que algunas
veces la necesidad de cerrar es más obligada que decidida: muchas veces es el mismo encuentro
y lo profundo de este lo que lo exigen; en ocasiones la relación se transforma a la larga en un
tope al trabajo del paciente. Una relación de mucho tiempo puede propiciar una “comodidad”
que deje de ser promotora de cambio y autodescubrimiento, que lleva a un estancamiento en
el trabajo personal. En estos casos, la responsabilidad del terapeuta es promover un movimien-
to que no siempre es placentero, pero que llega a ser necesario.
Puede haber elementos externos que obliguen a un cierre, que requieran un cambio de
estructura. Pienso ahora, como maestra de futuros terapeutas, cuantas veces he recomendado
a mis alumnos que cambien de terapeuta, no porque su terapia sea mala, sino persiguiendo
la necesidad de que vivan distintas experiencias y continúen con su proceso de aprendizaje.
Es desde ahí que, a veces, como terapeutas, tenemos que decidir un cierre que no siempre es
placentero para el paciente.
Cómo cuidar a mi paciente en este caso, cómo podemos darle eso que hoy necesita de
nosotros, ese empujoncito para que siga en su camino de madurez, sin que nos ciegue el miedo
a su enojo. Y cómo cuidarme yo en los casos en los que es necesario que se vaya con ese enojo.
No es un tema fácil, es una decisión que atañe más a la conciencia que a la necesidad o
al ego del terapeuta, pero requiere intuición y valentía. Asumir que es momento de terminar
implica la certeza de que es lo mejor para la evolución del paciente, desde esa certeza debemos
actuar aunque implique asumir también su enojo.
En su artículo, Lucía Armella escribe sobre el logoterapeuta: “Sobre todo, debe ser crea-
tivo para poder construir un cuidado a la medida de la persona que tiene enfrente. Cuidar no
es sólo mantener, proteger. Cuidar también es un acto creativo en el sentido de que desarrolla
nuevas habilidades y recursos”. Toda separación es difícil y a veces es necesaria la energía del
enojo para dejar ir, para soltar, es necesaria esa fuerza para dar un paso más allá de la comodi-
dad y responder a esa tensión noética que nos obliga al cambio.
Creo que lo que quiero plantear es la importancia que tiene, en el cuidado del proceso, el
hecho de estar pendientes de todos estos factores. Y que nuestra constante autorrevisión nos
alumbre más desde el deber que desde nuestra comodidad: si hay razones claras y suficientes,
si hay claridad en el para qué del cierre, si hay certeza de que es terapéutico y necesario, y sobre
todo si tenemos la claridad de que el paciente va a poder con eso, debemos abrirlo, plantearlo
y trabajar en ello.
No temamos al enojo, usémoslo en pro del movimiento, cuidemos al paciente en esto y,
al mismo tiempo, procuremos en él su capacidad de crecimiento y de independencia. Soltar
también es cuidar.

4
la logoterapia en el mundo

Sobreviviendo en la vida
Un testimonio de amistad
después del holocausto
David Guttmann
Traducción: Pamy Flores de Mallet

M
Mi querido amigo Viktor:

Setenta años han pasado desde que fuiste liberado del último
campo de concentración en Alemania y hace setenta años que
yo fui liberado de un ghetto en Budapest. ¡Setenta años! ¡Toda
una vida!
Hace setenta años nunca hubieras imaginado cómo se
desenvolvería tu vida después de la liberación, tampoco lo hice
yo. Tú sabías muy bien por qué fuiste encarcelado en esos ho-
rribles campos de concentración alemanes, ¡porque eras judío!
¡Ese era tu único pecado! Y yo no he olvidado que la razón de
Logoterapeuta. Colabora en la
Universidad de Haifa mi sufrimiento en el ghetto de Budapest se basó en el mismo
Autor de varios libros. “pecado” y sólo en eso. Nuestros destinos como judíos estaban
Ha traducido del inglés al hebreo sellados, y solo un milagro nos salvó de una muerte segura.
varios libros de logoterapia de
Como sobrevivientes del holocausto tuvimos un víncu-
Hiroshi Takashima y Elisabeth
Lukas. lo silencioso y un entendimiento entre nosotros. Este vínculo
Miembro Honorario Vitalicio del sustentó nuestra amistad y le dio un carácter muy especial. Tú
Viktor Frankl Institute of Vienna. fuiste educado en las tradiciones culturales europeas y en los
Maestro emérito de SMAEL.
valores que Stefan Zweig describe de una manera tan hermosa
en su libro El mundo de ayer. Tú representabas para mí las ideas,
la creatividad y el talento que los judíos le dieron al mundo.
Yo nací justo un año antes de que Hitler y los nazis llegaran al
poder en Alemania. Sin embrago, yo también pude saborear
ese mundo. Nuestros antecedentes y la forma en que fuimos
creados sirvieron como un lazo adicional entre nosotros.
Nuestro encuentro, hace treinta y un años, fue un acto
del destino. Mucho antes de este encuentro yo sentí que debía
conocerte. No podía imaginar lo que resultaría de nuestro en-
cuentro. Lo único que puedo decir es que estoy inmensamen-
te agradecido por mi buena suerte al conocerlos a ti y a Elly,
por habernos vuelto amigos entrañables. Las tres ocasiones

5
que nos vimos fueron motivo de felicidad para mí, siempre recuerdo los momentos felices que
pasamos juntos.
A medida que reviso nuestras vidas, me doy cuenta de que compartimos muchas cosas que
hacen nuestra amistad única. Mi libro autobiográfico, Llegando a casa, que tú me motivaste a
escribir, fue publicado un año después de tu muerte. Por lo tanto, déjame decirte ciertas cosas
acerca de mi vida que tú no supiste, ya que en nuestras reuniones hablábamos de otros asuntos.
En tu libro Recuerdos y autobiografía1 escribiste que siendo joven, durante la primera
guerra mundial, te pasabas horas haciendo fila en las madrugadas para comprar papas para tu
familia. Treinta años más tarde, en el ghetto de Budapest, yo me formé durante horas con un
clima muy frío para conseguir un plato de sopa, sin poner atención a las bombas que caían en
los alrededores. De hecho, me ponía feliz de que las filas se hicieran más cortas debido a que
mucha gente salía corriendo aterrorizada. Pero aun así, bastante seguido, cuando finalmente
llegaba al final de la cola de la cocina ya no quedaba ninguna sopa.
Durante la primera guerra mundial, tuviste que robar maíz de los campos alrededor de
Pohorlice en la Republica Checa para salvar a tu familia de morir de hambre. Después de mi
liberación del ghetto de Budapest, yo también tuve que robar carne de los caballos congelados
que yacían tirados en la calle y también algo de comida de las tiendas departamentales bom-
bardeadas para llevar a mi familia
Siendo también muy joven organizaste centros de consejería en Viena y en otros lugares,
para ayudar a los adolescentes con problemas personales y estrés psicológico, para que encon-
traran un sentido a sus vidas. Cuando yo era un joven, hace sesenta años, serví como un líder
de niños judíos de los países árabes. Estos niños eran mandados a los kibbutz en los que yo
vivía porque sus padres no podían mantenerlos. Así como tú, treinta años antes también traté
de ayudar a estos niños a encontrar un sentido y un poco de felicidad en sus vidas.
Solamente tenía seis años cuando tú comenzaste tu viaje de lucha hacia la sobrevivencia
después del Anschluss2. Seis años más tarde, el 18 de marzo de 1944, mi lucha por sobrevivir
comenzó con la ocupación de Budapest por la armada alemana. Con anterioridad había teni-
do que tolerar burlas y palabras ofensivas de algunos de mis maestros, pero eso era “juego de
niños” comparado con lo que pasó después. En noviembre de 1944, tú sufriste en los campos
de concentración alemanes por más de dos años. Mi estancia en el ghetto de Budapest duro
“solamente” tres meses, pero créeme que fueron más que suficiente para mí y para toda la gen-
te que fuimos encarcelados ahí.
Después de la ocupación de Budapest por las fuerzas armadas alemanas, al igual que tú en
Viena después del Anschluss, yo tuve que usar una estrella de David amarilla en mi vestimenta
cuando salía a la calle. Nunca olvidaré las lágrimas que mi querida madre derramaba cuando
cosía esa estrella amarilla en mi abrigo. Tampoco podré olvidar que en cuanto entré al patio
de la escuela con esa estrella, todos mis compañeros de clase empezaron a cantar una canción
grosera y antisemita, y algunos de mis maestros, a quienes yo respetaba con anterioridad, se

1
En español se ha publicado con el nombre de Lo que no está escrito en mis libros. Memorias, por la editorial
argentina San Pablo, en el año 2003.
2
La incorporación de Austria a la Alemania nazi.

6
les unieron. Yo deje la escuela con el corazón hecho pedazos, sin terminar el sexto grado y
haciendo un voto por nunca volver ahí… y así fue.
Yo tenía menos de doce años y, sin embargo, sentía que era el principio del fin de las per-
sonas judías en Hungría. Hasta la ocupación de Budapest, los judíos en Hungría vivían con
una falsa ilusión, esperando que la guerra terminara pronto, para que así pudiéramos volver
a tener nuestras vidas normales. Nosotros no sabíamos que en la primavera de 1944 muchos
millones de personas judías estarían muertas, asesinadas por la armada alemana y sus colabo-
radores en los países ocupados de Europa.
En 1942, tú perdiste a tu padre en el campo de concentración de Theresienstadt. Dos
años más tarde yo perdí a mi padre. Fue reclutado en una unidad de trabajos forzados y en-
viado al frente ruso a trabajar en las minas. Él nunca regresó. Se perdieron sus huellas y nunca
pude saber lo que le sucedió.
Entre todos los países de Europa que estaban bajo la ocupación alemana, los húngaros,
para su vergüenza y desgracia fueron los más rápidos y más eficientes en deshacerse de los
judíos. A principios de la primavera de 1944, cuando la guerra ya estaba perdida, ellos trans-
portaron cerca de medio millón de sus ciudadanos judíos a Auschwitz para que murieran.
En noviembre de 1944 se estableció el ghetto de Budapest y nos mandaron para allá.
Mientras nos arrastrábamos hacia nuestro destino, a unos tres kilómetros aproximadamente,
la gente parada en las calles gritaba jubilosa toda clase de insultos. Muchos jóvenes nos escu-
pían y golpeaban a algunos de los que marchábamos, pero lo que me hirió profundamente,
más que todas esas expresiones de odio, fue la gente que nos veía desde la parte alta de las
construcciones sin hacer nada.
No se escuchó ni una sola palabra de simpatía. Nadie expresó una sola objeción. Los
espectadores evidentemente sabían que nuestro destino ya estaba sellado y apenas podían es-
perar para ocupar y robar las casas y los negocios abandonados por las víctimas.
En el ghetto fuimos amontonados en un pequeño cuarto vacío, junto con otras dos fa-
milias, sin calefacción, sin agua y sin electricidad. Teníamos que sentarnos y dormir en el piso
desnudo en “nuestra esquina”, muriéndonos de hambre y congelándonos hasta casi morir. Yo
fui llevado junto con mi hermanita a una de esas “casas de seguridad” que fueron puestas por
la Cruz Roja para niños huérfanos. Permanecimos ahí menos de un día. En la mitad de la no-
che, con veinte grados celsius bajo cero, nos las arreglamos para escapar. Nos arrastramos por
el último puente que quedaba de pie sobre el río Danubio que estaba totalmente congelado y
regresamos al ghetto para reunirnos con nuestra hermana mayor y nuestra madre.
Nunca olvidaré la voz del guardia en la reja del ghetto cuando gritó: “Deben de estar
locos para regresar aquí”. Varios meses después del final de la guerra, supe que una noche
después de nuestro escape, hooligans del infame partido “Flecha y Cruz” entraron a la casa de
seguridad tomaron a todos los niños y adultos, los llevaron al río y les dispararon.
De regreso de la casa de seguridad continuamos sufriendo, esperando nuestra muerte
segura. Cada día iba yo a la cocina en donde nos daban la sopa esperando recibir algo de ali-
mento y quizás un pedazo de pan para llevar a mi familia.
Un día, en mi camino de regreso a “casa”, sin haber conseguido traer sopa, para mi gran
sorpresa, vi una zanahoria, una zanahoria de verdad tirada en el muelle. Mientras me agachaba

7
…este acto de misericordia que
a recogerla, alcancé a ver a un soldado alemán acercándose a mí. Él realizó este soldado alemán fue
me apuntaba con una pistola. Yo sabía que moriría en un instante, una de las razones por las que
sin embargo, no pude evitar sonreírle. El soldado me miró y me pude internalizar tu logoterapia
regresó la sonrisa, después me hizo la seña de que recogiera la zana- tan fácilmente. Yo creo que la
horia. Yo recogí el preciado tesoro y empecé a moverme lentamente indulgencia de este soldado no
esperando el disparo, pero nunca llegó. era solamente un asunto de no
Querido Viktor, este acto de misericordia que realizó este sol- malgastar una bala en un niño
dado alemán fue una de las razones por las que pude internalizar tu que estaba destinado a morir de
logoterapia tan fácilmente. Yo creo que la indulgencia de este solda- todas maneras. Era una expresión
do no era solamente un asunto de no malgastar una bala en un niño de un remanente de la decencia
que estaba destinado a morir de todas maneras. Era una expresión humana en su alma.
de un remanente de la decencia humana en su alma.
Quiero que sepas que tuve la oportunidad de devolver la gran amabilidad mostrada por
este soldado. En el verano de 1946, fui al famoso lugar llamado Konig Zee. Estando en la pla-
ya con un pequeño grupo de amigos, nos sentamos para disfrutar nuestro lunch, que consistía
en grandes rebanadas de pan con salchichas vienesas, una barra de chocolate Hersheys y jugo
de manzana.
Cuando comenzamos a comer, vi unos niños alemanes viniendo lentamente, hasta que
llegaron a unos cuantos metros de nosotros. Estos niños vivían en un pueblo cercano. Ellos
vieron nuestra comida con ojos hambrientos, yo estaba seguro de que nuestros tesoros eran
un gran festín para ellos. Ellos se sentaron cerca y abrieron su lonchera y sacaron unas cuantas
rebanadas de pan sumamente delgado y eso era todo. Uno de nosotros dijo: “Vamos a vengar-
nos de ellos por todo el sufrimiento que pasamos con la guerra”, pero yo me negué rotunda-
mente. Esa zanahoria todavía estaba viva en mi memoria, así que dije: “¡No! Vamos a darles
algo de nuestra comida”. Mis amigos se rieron de mí. “Estás loco ¿Les quieres dar comida a
los alemanes?” No, dije, pero estos niños no son responsables de lo que sus padres hicieron.
Y sin esperar una respuesta, yo les di toda mi comida a los chicos. Mis amigos, avergonzados,
cambiaron de opinión y también y les dieron algo de su comida. Las sonrisas de felicidad en
las caras de estos niños alemanes fue la recompensa.
De regreso al ghetto, durante el asedio de Budapest por la Armada Roja, estábamos a pun-
to de morir de inanición. No pude llegar hasta la cocina donde daban la sopa. Nos acurrucamos
medio congelados en el oscuro sótano, sin comida durante toda una semana. El 19 de enero de
1945 resignados a una muerte inminente, escuché unos golpes en la puerta. Apareció un solda-
do alemán apuntándonos con una pistola, grito con una voz aterradora: “Nyiemetsky Kaput”.
(Los alemanes terminaron). Nadie se atrevió a pronunciar una palabra. Hasta el día de hoy, no
sé de donde saque el valor pero trate de arrastrarme hacia él con la mano estirada. Cuando me
vio, saco de su bolsa un pedazo de pan negro y me lo dio. Nos lo devoramos inmediatamente.
Este pedazo de pan nos salvó de una muerte segura, por siempre estaré agradecido a este
soldado desconocido de la Armada Roja. Nunca sabré que fue de él en el curso de la guerra,
lo único que sé es que él hizo lo que se supone que debe hacer un ser humano decente.
En abril de 1945 fuiste liberado del último campo de concentración en Turkheim, cuan-
do viajaste y regresaste a Viena como un hombre “roto” en cuerpo y alma, estuviste deprimido

8
y a punto del suicidio, pero luego obtuviste el mayor regalo de tu vida: Elly, ella es “una mujer
de valor” así como está escrito en el libro de los Proverbios en el Antiguo Testamento (31:10).
Ella te nutrió para contactarte con la vida, creo un hogar y una familia para ti y te dio la fuer-
za. Con su devoción y el gran trabajo que hizo, aunado a tu talento, determinación y entusias-
mo, fuiste capaz de reconstruir tu vida anterior. Te volviste famoso, respetado y admirado. Tu
trabajo dio y sigue dando sentido a las vidas de millones de personas por todo el mundo.
Querido Viktor, en tus Recuerdos escribiste que le debías tu sobrevivencia a tu decisión de
reconstruir el manuscrito que perdiste en Auschwitz. Ese manuscrito, Psicoanálisis y existen-
cialismo,3 fue publicado en 1946, un año después de tu liberación. Tuve el honor de traducir
tu libro más vendido al hebreo. El libro fue publicado hace cinco años en Israel y yo le llevé la
primera copia a Elly. Espero que de alguna manera estés presente para ver lo mucho que este
libro es apreciado por los profesionales en los trabajos de ayuda. También quiero que sepas
que mi lucha por sobrevivir no terminó con la liberación del ghetto en Budapest. Yo también
tuve que tomar una decisión: crear una nueva vida fuera de Europa. Mis ideales consistían en
vivir en Israel como un pionero, labrando la tierra y construyendo el Estado Judío, en donde
nuestra gente de cualquier parte del mundo pudiera vivir a salvo en libertad y con dignidad.
Como sobrevivientes del holocausto y como sionistas nos hicimos una promesa a no-
sotros mismos: ¡Nunca otra vez! Los judíos jamás seremos víctimas de la envidia, el odio y
el genocidio. Lucharemos con todos los medios disponibles para preservar nuestra cultura y
nuestros valores.
El 8 de diciembre de 1945 comenzó mi viaje a Israel; duro dos días y medio. Primero
llegué a Viena, en donde como un refugiado joven me hospedé en el Hospital Rothschild.
Recuerdo que después del Anschluss, como jefe del Departamento de Neurología, ahí salvas-
te muchas vidas. Según el Talmud, “Aquel que salve aunque sea un alma se le recompensará
como a alguien que ha salvado a todo el mundo”, ya que cada alma es un mundo en sí misma.
Entonces, ¿cómo se le debe de llamar a una persona como tú? ¡Un héroe de verdad!
En Austria y Alemania yo estuve en varios campos. Nunca te dije que en enero de 1946
también estuve en Munich. Me quedé en el Museo Alemán que estaba totalmente bombar-
deado, en una tienda, temblando de frío y sufriendo hambre, pero esto no fue nada compara-
do con lo que tú habías experimentado en los cuatro campos de muerte de los que afortuna-
damente sobreviviste.
En tu libro Recuerdos escribiste que como un joven Bar Mitzvah cantabas las bendiciones
del Torah de una manera tan bella que el director te dijo que consideraras convertirte en un
cantante. Cuando yo tenía tu edad, también tenía una bella voz y cantaba ante grandes multi-
tudes en el campo en Nurenberg y Leipheim, pero la vida tomaría su curso: no te convertiste
en cantante, ni yo tampoco.
En el verano de 1947 llegó el momento de llevar a cabo mi sueño. Junto con otros 4500
refugiados judíos del holocausto, fui enviado con mucha gente en el “Éxodo”. Este barco se
volvió famoso en la lucha por el establecimiento del Estado Judío. Como ya sabía hablar he-
breo fui elegido por el capitán del barco para escribir dos señales muy grandes en hebreo y en

3
Por el nombre de su traducción al español por la editorial Fondo de Cultura Económica.

9
inglés: “Éxodo 1947, un barco Haganah”.4 Estos signos fueron colgados en la parte superior
de la cubierta.
Como probablemente escuchaste, nuestro barco fue atrapado por la marina británica y
escoltados hasta el puerto de Haifa. Ahí fuimos llevados por la fuerza a tres barcos británicos
de prisioneros y regresados a Alemania como castigo por tratar de introducirnos en Israel ile-
galmente. Yo fui llevado a la fuerza con 1500 jóvenes prisioneros en uno de los barcos llamado
“Vigor del Océano”.
Comíamos y dormíamos en la parte trasera del barco que era de hierro puro, ahí estuvi-
mos durante dos meses y medio. Cuando llegamos a Hamburgo, la policía militar británica
nos obligó a subir a un tren con alambres de púas en la ventana. ¡Imagínate que dos años
después de terminada la guerra, los liberadores de Bergen Belsen enviaron a los judíos sobre-
vivientes del holocausto a un campo de concentración!
Tú, mi querido amigo, estuviste en un verdadero campo de concentración alemán y yo
sólo estuve en campos de concentración británicos. Primero, estuve en Poppendorf, después
en Emden y finalmente en Bergen Belsen. Aun cuando entre los campos de concentración
en los que yo estuve y entre los que tú estuviste había una diferencia como entre la tierra y el
cielo; sin embargo, un campo de concentración es siempre un campo de concentración.
Finalmente, en abril de 1948 yo llegué a casa. En Israel me convertí en un pionero como
siempre soñé. Pero mi primer sueño de estudiar aún más que los seis años de la escuela ele-
mental, me llevaron a Jerusalén. Ahí estudie para convertirme en maestro y trabajador social.
Muchos años más tarde, cuando yo enseñaba en varias universidades, yo incluía en mis ense-
ñanzas tu libro más inspirador, El hombre en busca de sentido, como un texto obligatorio.
Querido Viktor, permíteme que te diga que cuando te visité la primera vez en 1988, es-
taba impactado por la modestia de tu vivienda. Yo pensé que un hombre con tal fama viviría
en una casa con muebles muy finos, pero para mi sorpresa, yo me encontré con que tú y Elly
vivían en circunstancias muy modestas. Esto aumento mi admiración por ambos.
Unos años después de tu muerte, Elly me enseñó tus verdaderos tesoros. Estos no eran,
como se podría esperar, las condecoraciones, medallas y cartas de ciudadanías honorarias y
doctorados que recibiste en todo el mundo. Escondidos en un pequeño armario, que hiciste
con tus propias manos, guardabas tus artículos más valiosos: un pedazo de alambre de púas
de la barda del último campo de concentración del cual fuiste liberado, los anteojos que tu
usabas en los campos, así como el manto de oración y la gorra que yo te di con motivo de tu
segundo Bar Mitzvah en el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén.
A mí me conmovieron profundamente todos esos artículos. Los tesoros que yo tengo
guardados de ti son la caricatura que dibujaste de mí, las ocho páginas de notas en taquigrafía
de uno de tus discursos y los libros autografiados que tú y Elly me regalaron. Sabes lo agrade-
cido que estaba por la dedicatoria que escribiste para mi primer libro: Logoterapia para profe-
sionales. Ayuda social significativa.
Quiero que sepas que en una de mis visitas a Elly, ella insistió en que me sentara en tu
silla, en un gran escritorio donde trabajabas, para que Michal, mi pareja, pudiera tomarme

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Nombre que se ponen los judíos que van en el barco a combatir y formar el Estado de Israel.

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una foto ahí. No viste mi cara, pero si la hubieras visto hubieras descubierto como me sentí.
Tal honor estaba más allá de todo lo que podía imaginar.
Querido Viktor, recuerdo de una manera muy clara cómo íbamos caminando por los
alrededores de la Universidad de Viena. Solías tomarme del brazo en un gesto de amistad, me
llevaste al café donde tenías tú propia mesa, el mismo café que Sigmund Freud solía visitar.
Me mostraste la iglesia en donde tuviste la esperanza de recibir una visión interna para resolver
el tremendo conflicto en el que estabas: escoger entre quedarte con tus padres y compartir su
destino o embarcarte hacia América con tu manuscrito… y te decidiste por la primera. Estoy
seguro que toda tu vida fue una recompensa por cumplir con el quinto mandamiento: “Hon-
rarás a tu padre y a tu madre”.
Hablamos de tu actitud referente a asuntos tales como la culpa, el perdón, las metas y
las responsabilidades. Te confieso que hasta que hablé de estos temas, yo estaba lleno de odio
hacia Alemania y hacia todo lo que fuera alemán. Me rehusaba a hablar ese idioma, me rehu-
saba a comprar artículos hechos en Alemania, a solicitar fondos alemanes para investigación u
organizar conferencias con dinero alemán. Pero cuando tu insististe en que no existe tal cosa
como “culpa colectiva”, que los individuos deben de ser juzgados sólo por sus hechos, una
memoria muy remota llego a mi mente: el incidente con el soldado alemán y la zanahoria y la
manera en que este incidente impactó en mi vida.
Querido Viktor, tenías razón, las personas son en verdad capaces de trascender las condi-
ciones que los rodean, sus sentimientos y sus creencias por el bien de un propósito verdadera-
mente significativo o de una causa.
Yo no fui uno de tus alumnos en algún grado académico, yo fui tu alumno de la vida
real. Yo te escogí como mentor espiritual y guía, mi modelo de decencia, amor por la vida,
modestia y generosidad. Tu amistad me llevó a cambiar mi orientación académica también:
de gerontología a logoterapia.
Me enseñaste que tenemos que recordar nuestra misión en esta tierra y actuar porque el
tiempo se acaba. Nunca debemos disfrutar de la ilusión de que verdaderamente controlamos
nuestras vidas. Sabías que la suerte y las coincidencias gobiernan nuestros destinos. Sin em-
bargo, siempre existe un grado de libertad en el que podemos hacer nuestras elecciones y las
decisiones que hacemos impactan nuestras vidas para bien o para mal.
Tu solías decir que existen dos clases de personas: las personas decentes y las que no lo son
y las primeras las podemos encontrar en las circunstancias más terribles. Por lo tanto, debemos
enseñar a nuestros niños cómo resistir las tentaciones, las presiones colectivas y las leyes inhu-
manas. Yo sé que es difícil nadar contra corriente, pero es posible. Se requiere de un trabajo
duro, diligencia, un carácter fuerte y un buen modelo. Tú fuiste este modelo para mí.
Como ves, yo crecí en una familia pobre pero muy amorosa, en la que los valores tradi-
cionales de la humanidad y la decencia, combinados con la riqueza espiritual y cultural, eran
mucho más importantes que lo material. El deseo que siempre expresaron mis padres era que
me convirtiera en una persona con aprendizajes de vida, no en una persona rica. Integré su
deseo en mi alma.
Desde los primeros años de mi niñez la sed de conocimientos estaba opacando los demás
valores en mi vida. Siempre sentí que no fui liberado del ghetto en vano. Yo sentí que el signi-

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ficado de mi supervivencia era ayudar a otros a realizar sus sueños y sus metas. Este sentido me
llevó a la profesión del trabajo social.
Me dijiste que uno tiene que entender e incorporar en su alma lo que la logoterapia requie-
re de quienes la practican por sobre todas las cosas: Ser un mentsch (hombre con valores) en el
mejor sentido de la expresión yiddish.
Nunca olvidaré que una vez en una de mis visitas a tu casa, en un día de otoño muy frío,
llegué a verlos a ti y a Elly y me olvidé de ponerme un abrigo. Cuando ya me estaba despidien-
do, ustedes insistieron en que me llevara el abrigo que usabas para subir a las montañas del
Tyrol. Este abrigo es uno de mis tesoros. Significa tu cuidado y tu amor por mí y cuando lo uso
siento el calor de tu espíritu. Nunca me atreví a decirte que fuiste para mí mucho más que un
querido amigo. Fuiste la figura de padre, un sustituto de mi propio padre, al que perdí durante
la guerra cuando sólo tenía doce años.
La ley judía religiosa reconoce cuatro situaciones en que uno tiene que estar agradecido con
Dios y obligado a expresar esta gratitud: la primera es para las personas que se fueron de viaje
en el océano y retornaron a salvo a casa. La segunda se refiere a las personas que pasaron por
el desierto sin daño alguno. La tercera de alguien que estuvo enfermo mortalmente y recobro
la salud. La cuarta incluye a alguien que estuvo en prisión o en cautiverio y fue liberado. Estas
cuatro situaciones representan grave peligro para la vida misma. Por lo tanto, es natural para uno
reconocer el peligro y reconocer que gracias a Dios escapó de una o más de estas situaciones.
Querido Viktor, así como tú, yo sobreviví a todo esto, me siento agradecido con la vida
por cada uno de los peligros de los que fui tan afortunado de escapar. Pero mi gratitud por lo
que se me dio, más allá de lo que merezco, no tiene nada que ver con mis obligaciones reli-
giosas. No puedo expresar esta gratitud en palabras, sólo puedo sentirla en lo profundo de mi
corazón. La siento cuando algo bueno me pasa inesperadamente, cuando obtengo un regalo de
la vida. En esos instantes me siento incapaz de encontrar las palabras correctas para expresar mi
gratitud. Mi amistad contigo y con Elly está dentro de esta categoría.
El autor de El principito, Antoine de Saint-Exupery, escribió en su libro más importante,
Un sentido en la vida, que construimos y damos forma a nuestras creaciones lentamente. Uno
tiene que vivir mucho tiempo para cumplir sus metas, para llevar a cabo sus sueños. Debemos
recordar que no hay necesidad de acumular riquezas, sino sólo riquezas espirituales.
Tu liberación del último campo de concentración, y tu vida después, dan testimonio de
que lograste lo que te propusiste desde niño como tu meta. Viviste una vida verdaderamente
significativa. Practicaste lo que escribiste y de lo que hablaste con mucho valor y entusiasmo.
El fuego de la esperanza por una vida significativa, que tu “niño espiritual” encendió en los
corazones de millones de personas en todo el mundo, nunca morirá. Este fuego continúa en-
cendiendo la oscuridad que hay alrededor de nosotros y calienta nuestras almas.
El mundo que tu conociste en tu niñez y en tu juventud ya no existe. Fuerzas malignas se
inclinan a destruir la cultura europea desde el fondo y a reemplazarla con la cultura de odio,
envidia y terror.
Setenta años después de tu liberación del campo de concentración y de la mía del ghetto
de Budapest, las personas judías en Europa y en Israel están en peligro de otro holocausto. Pero
esto no sucederá. Israel no lo permitirá. ¡Nunca más!
Quiero que sepas que cada vez que visito Jerusalén, digo un Kadish en silencio, que es la
oración por los muertos, por ti. Gracias desde el fondo de mi corazón por haber sido tu amigo.

12
la logoterapia en el mundo

La búsqueda del sentido


frente a las “emociones negativas”
Mariana Romero Siécola

Resumen
El siguiente trabajo aborda la problemática de las emociones ne-
gativas en relación a la salud mental desde el enfoque de la logo-
terapia. Se trata de una aproximación teórico-clínica, al observar
cómo las emociones negativas, en tanto señales ante la persona,
invitan al terapeuta y al paciente a considerar al ser humano como
unidad múltiple.
El análisis de las emociones negativas como señal hacia el
sentido apunta a reconocer a aquellas como aliadas en la capaci-
dad humana de autoaceptación, elemento esencial para el bienes-
tar y mejoramiento del paciente.
Palabas claves: emociones negativas, unidad múltiple, señal.

Summary
Licenciada en Psicología por The following work adresses the issue of negative emotions and their
la Universidad de la República relation to mental health as from the logotherapy perspective. It is
del Uruguay.
a theoretical-clinical approach that observes how negative emotions,
Especialización en Logoterapia y
Análisis Existencial por la Sociedad shown as signs before us, invite both the therapist and the patient to
de Logoterapia del Uruguay. consider the human being as a multiple unity.
Socia y docente de la Sociedad de The analysis of the negative emotions as a sign towards making
Logoterapia del Uruguay. sense aims at recognizing them as allies to the human capacity of
Experiencia laboral en clínica
self-acceptance which is an essential element for the wellbeing and
y coordinación de grupos de
diversas temáticas en un centro
improvement of the patient.
privado de salud en la ciudad de Key words: negative emotions, multiple unity, sign.
Montevideo, Uruguay.
mromesiec@gmail.com

Introducción
A continuación se presenta un ensayo acerca del valor de las
“emociones negativas” para la salud mental de las personas.
Se trata de una explicación tentativa sobre los efectos que se
producen al escindir las emociones negativas del campo de
la salud (como reacción, señal y motor del ser) cuando se las

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ubica en categorías como “lo que no vale” o lo que “carece de funcionalidad”. De esta forma,
se podrán proponer estrategias de intervención para la problemática de las emociones negati-
vas en relación a la salud mental desde el enfoque de la logoterapia.
Esta aproximación teórico-clínica apunta a visibilizar cómo las emociones negativas, en
tanto señales ante la persona, invitan al terapeuta y al paciente a considerar al ser humano
como unidad múltiple. El análisis de las emociones negativas como señal hacia el sentido
apunta a reconocer a aquellas, como aliadas en la capacidad humana de autoaceptación, ele-
mento esencial para el bienestar y mejoramiento del paciente.

1. El viaje de las emociones y sus devenires

1.1 Objetivos
i. Proponer un modelo de abordaje psicoterapéutico en que el terapeuta logre diferenciar los
recursos noéticos (valores) de aquellos enunciados provenientes de la dinámica cognitiva y
de la psicodinámica, como los mecanismos de defensa.
ii. Dilucidar que las diferencias implican una complementariedad en la visión del ser humano
como unidad múltiple.

1.2 Hipótesis
Si el ser humano es una unidad, ¿entonces por qué se pierde tanto tiempo en confrontar ante
las emociones negativas y desagradables? ¿Es parte del mal de la época actual, de la incapaci-
dad de tolerar la frustración? ¿Cómo influencian los medios de comunicación en la construc-
ción de la evitación del sufrimiento?

1.3 Conceptos preliminares


Como se ha descrito al comienzo, esta presentación se trata de una articulación teórico-clínica
desde la perspectiva de la logoterapia. El tema que nos convoca invita a delimitar dos concep-
tos fundamentales: el concepto de salud mental y la concepción de ser humano como unidad
en la multiplicidad.
Viktor Frankl, muchas décadas atrás planteó con respecto a su idea de salud:

La salud se basa en un cierto grado de tensión, la tensión existente entre lo que ya se ha logrado
y lo que todavía no se ha conseguido: o el vacío entre lo que se es y lo que se debería ser. Esta
tensión es inherente al ser humano y por consiguiente es indispensable al bienestar mental. (…)
Considero un concepto falso y peligroso para la higiene mental dar por supuesto que lo que el
hombre necesita ante todo es equilibrio o, como se denomina en biología ‘homeostasis’; es de-
cir, un estado sin tensiones. Lo que el hombre realmente necesita no es vivir sin tensiones, sino
esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena. (…) Lo que precisa no es eliminar la
tensión a toda costa, sino sentir la llamada de un sentido potencial que está esperando a que él
lo cumpla (Frankl, 1996: 104).

Muchas veces, en el encuentro con un paciente se hace necesario el uso de metáforas para
poder ejemplificar concretamente algunas cuestiones como la idea de salud. Un modo de po-

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der trabajar la tendencia hacia la polarización o hacia la necesidad de evasión hacia un estado
“sin tensiones” es a través del ejemplo de una guitarra. Para que la guitarra suene con armonía,
¿cómo deben estar sus cuerdas? Deben estar de modo tal que la tensión que ejercen las clavijas
no llegue a romper el encordado, a la vez, cierta tensión en las cuerdas, cada cual con su ten-
sión particular, es lo que lleva a que el instrumento se afine y logre funcionar óptimamente.
Lo mismo pasa con el ser humano y sus múltiples dimensiones; cada una de ellas mantiene
una dinámica particular y un grado de tensión específico.
Este punto nos lleva al segundo concepto teórico a desarrollar: el ser humano es una uni-
dad múltiple. Como enseña Viktor Frankl en sus Diez tesis sobre la persona (2002) cuando se
habla de persona, desde la logoterapia, es como: individuo (una unidad que no puede subdivi-
dirse) y como totalidad. En palabras del maestro:

Los hombres conocemos a la persona espiritual sólo en coexistencia con su organismo psicofísi-
co. El hombre, entonces, representa un punto de interacción, un cruce de tres niveles de existen-
cia: lo físico, lo psíquico y lo espiritual, pues es unidad o totalidad, pero dentro de esta unidad y
totalidad, lo espiritual del hombre se contrapone a lo físico y psíquico (Frankl, 2002:112).

De esta forma, la dimensión noética o espiritual es aquella que habilita la unidad del ser
(o armonía), la orientación hacia el sentido, los valores y vivir en la sana tensión.

1.4 Hacia la articulación de saberes, ¿qué sentido tienen las emociones negativas?
Las diferencias entre el síntoma y la actitud ante la vida. ¿Cómo sabemos qué corresponde a
cada dinámica? ¿Cómo se puede apuntar hacia el cambio del paciente si se realiza combati-
vamente hacia un síntoma? ¿Si se tratara de la misma herramienta para la adaptación? ¿Qué
pasaría si el proceso terapéutico buscara modificar una manifestación del paciente considerada
como síntoma o idea irracional cuando se tratara de un recurso noético? Se considera que la
salud mental puede pensarse en términos de capacidad de adaptación.
Diferenciar entre ideas irracionales y creencias (dimensión cognitiva) de valores será esen-
cial para el abordaje logoterapéutico. En términos integrativos, la omnipotencia puede igua-
larse a la hiperresponsabilidad por ejemplo. ¿Qué pasaría si se intenta modificar una manifes-
tación del paciente considerada como un síntoma o una idea irracional y en realidad se trata
de un recurso noético? ¿Cuándo la negación es negación y cuándo es actitud ante la vida o el
sufrimiento? Por ejemplo, en pacientes con una enfermedad orgánica crónica, como el cáncer,
mantenerse en actividad y en actitud proactiva en lo cotidiano, podría interpretase desde la
psicodinámica como negación de las consecuencias “limitantes” de la enfermedad, de la reali-
dad de enfrentarse con la muerte o el “riesgo” que la muerte pueda significar, “el paciente no
toma contacto con la situación de salud, con su enfermedad” podrían decir algunos. Desde
la logoterapia, se propone que una manifestación del paciente de este tipo, siempre y cuando
no implique actitudes de riesgo para el mismo, responde a la noodinámica, entiéndase como
actitud ante el sufrimiento. Pensar en estos términos, no implica eliminar la psicodinámica de
la órbita de la salud, sino precaverse de no quedar en dicha dinámica que puede ser puesta al
servicio de la persona, como existente, para ejercer la libertad de su voluntad.

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Entonces, se puede pensar que los mecanismos de defensa eventualmente tienden a ser
circulares, finalmente provocan lo mismo que intentan evitar. Si el terapeuta se entrampa en la
lectura unidireccional de la psicodinámica podrá caer en el riesgo de cosificar a su paciente y,
aún peor, ejercer el rol de quien sabe, quien puede definir lo que le pasa y así enaltecerse ante
el sufrimiento ajeno.
La noodinámica permite a la persona abrirse al mundo, apunta al ser abierto y a la capacidad
de afrontar que siempre que se decide, se deja un pedacito de vida sin vivir (Noblejas, 1998),
mas ese hecho no necesariamente implica un freno para toda la vida.
En definitiva, se puede pensar que las emociones
son mensajes que da la dimensión psicosocial, con
En definitiva, se puede pensar que las
el soporte de la dimensión física para informarnos
emociones son mensajes que da la
sobre el rumbo de nuestras decisiones. De esta for-
dimensión psicosocial, con el soporte
ma, el ser humano, como unidad múltiple, funciona
de la dimensión física para informarnos
como una gran máquina de intercomunicaciones y
sobre el rumbo de nuestras decisiones.
quien puede integrar todos los mensajes e incluso
De esta forma, el ser humano, como
superarlos es la dimensión espiritual. Será necesario
unidad múltiple, funciona como una
mantenerse atentos a la conflictiva en los sistemas de
gran máquina de intercomunicaciones y
comunicación.
quien puede integrar todos los mensajes
Para continuar con las alegorías, ¿cuál es la fun-
e incluso superarlos es la dimensión
ción de un bombillo de luz? Seguramente pensarán
espiritual.
que su función es iluminar, dar luz, permitir ver;
entonces, si tiene estas funciones tan útiles y nece-
sarias, ¿no sería acertado admirar el bombillo prendido como forma de admiración o como
forma de aprehender su funcionalidad? Claramente si se hace el experimento se darán cuenta
que si se lo mira fijamente, al apartar la vista del mismo, cuando se quiera observar el resto
de la escena, el campo visual se presentará nublado, enceguecido por chispeantes centellas
de luz, no podremos apreciar la imagen completa ya que seguramente la vista esté nublada
por el resplandor. Lo mismo sucede con las emociones negativas cuando se permanece en la
mera observación directa del fenómeno, nublan el escenario a observar. Como enseñó Viktor
Frankl, del mismo modo que el sentido, lo que vale se encuentra por vía indirecta, también
el sentido de las emociones negativas será por vía indirecta; no es en la mera observación del
fenómeno sino en la apertura hacia la integración de las mismas como parte del ser.
Entonces surge la pregunta: ¿por qué gastamos tantas energías en evadir nuestra propia
humanidad, lo propiamente humano? ¿Cuál es el sentido de pasar tanto tiempo tratando de
tapar las emociones negativas o interpretándolas como algo “malo”? Es preciso aclarar que
una vivencia puede que “no esté buena”, pero eso no necesariamente quiere decir que sea
mala o contraproducente para la salud; lo es si no se la integra como parte de la persona (en
el sentido existencial), si no se logra leer el mensaje que está dando. De este modo, la depre-
sión, el miedo, el enojo, la ira, la desmotivación, la duda, la incertidumbre… ¿qué mensaje
vienen a dar al mundo? Porque si no lo tienen es un desperdicio de energía y si hay algo que
se sabe y muy bien es que el cuerpo humano no desaprovecha ningún recurso, pero parece
que la época del “úselo y tírelo” actual también se aplica a todo aquello que desagrada o mo-

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lesta, porque directamente no debería estar ahí y se ha perdido la capacidad de preguntarse:
¿por qué nos visitan?
No contemplar los miedos y dolores es como darle la espalda a una visita que llega a
casa. Sin embargo, mirarlas directamente de frente y quedarse ahí es como mirar fijamente
una lamparita de luz mientras está prendida. Entonces, al igual que con la lamparita de luz
prendida, las emociones negativas pueden estar ahí para iluminar el camino, para dar luz
sobre ciertos aspectos de la existencia que no se estén considerando, para encontrarse con lo
más profundo del ser persona y reconfigurar cada decisión hacia aquellas que construyan un
sentido.
Muchas veces es el paciente, en su proceso de autoconocimiento, el que descubre o empie-
za a “poner nombre” a lo que le pasa. Es posible ir logrando que un cambio a través del diálogo
del paciente vaya generando un cambio psicológico (Guttmann, 1998). Determinadas formas
de ansiedad o desvalimiento, de poder o control, harán a algunas personas propensas a “querer
más”, o a desconfiar de la palabra del profesional. El espacio de terapia se vuelve un campo
de juego, un campo de batalla, un desafío de competencias. Si no se toman precauciones al
respecto, el terapeuta podrá sentirse desafiado, quizás, ansiosamente, quizás orgullosamente,
quizás ofensivamente. Es ahí cuando se deja de escuchar al paciente.
En este punto se hace imprescindible apelar a la biopsicoeducación, sobre aquellos proce-
sos normales correspondientes a cada dinámica (la física, la psicológica y la espiritual), ofrecer
pautas para que el propio paciente se autoinstruya frente a momentos de crisis. De esta mane-
ra, será el propio paciente quien interprete lo que le suceda. También deberá tenerse presente
para el análisis y para la tarea de educadores trabajar sobre los modelos que recibimos desde
los medios de comunicación, donde si se observa con cierta atención, la publicidad apunta
en gran medida a promocionar medicamentos analgésicos y antigripales, estos últimos bajo el
lema de “la gripe está pero no la sientes si tomas nuestro producto”.
En este punto, se hace necesario aclarar un elemento muy importante en cuanto a la in-
terpretación del síntoma desde el quehacer del psicólogo y la temporalidad como condición
de la existencia. Por lo general, la tendencia a la interpretación del síntoma clásica es la que
intenta buscar el origen pasado del mismo. Así, la tendencia interpretativa y curativa apunta a
develar la ligazón o asociación de lo actual con lo pasado. Si bien pudiera ser de utilidad, en el
trabajo cotidiano vemos cómo desplazar la dimensión del futuro puede producir grandes fallas
a nivel de la salud del paciente. Esto sucede porque si no tendemos a atar el síntoma presente
con nada más que el pasado, sin un futuro o un para qué, tampoco se logrará cambio psíquico
o curación. En palabras de Elisabeth Lukas:

Las cicatrices pueden formar un ‘tejido resistente’, tanto corporal como mental. Resistente tam-
bién en el sentido de una mayor independencia respecto a los bienes mundanos y de una sensi-
bilidad más elevada hacia la voz de la conciencia. Por ello, la psicoterapia no consiste tanto en
destapar experiencias dolorosas -‘hurgar en la herida’- y elaborarlas atribuyendo culpas, como en
transformarlas en fuentes de energía espiritual de las que poder nutrirse desde la sabiduría cuan-
do la vida irrumpe de forma imprevisible (Lukas, 2004: 150).

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2. Algunos ejemplos

2.1 El miedo
Como plantea el sacerdote y monje Anselm Grün (2008: 9): “El miedo nos señala nuestros
límites. Pero en nosotros existe también una tendencia a ser ilimitados. (…) El miedo tiene,
entonces, la función de destruir nuestras fachadas y máscaras, y de hacernos más humanos y
simultáneamente más aptos para el desarrollo”.
Con el mismo ejemplo de la utilidad del bombillo de luz, el miedo puede considerarse
como señal ante nuestros límites, ante un peligro potencial; con lo cual, si la actitud de la per-
sona apunta a observar lo que ese miedo está intentando iluminar, probablemente el proceso
sea hacia el encuentro de lo bueno, de lo que hace bien, de lo que vale. Sin embargo, si la
actitud ante el miedo es su hiperactivación o su hiperreflexión a través de una mirada que se
queda en la experiencia del miedo, sin nada más allá de él, se activarán los mecanismos circu-
lares que hacen que el miedo se quede y se reproduzca sobre sí mismo.
En el ejemplo gráfico antes expuesto, se diría que esta última experiencia se asocia a la
mirada obnubilada de quien ha permanecido mucho tiempo en observación del bombillo de
luz en vez de intentar ver qué es lo que este quiere iluminar.
Desde el punto de vista orgánico, la hiperreflexión lleva a la hiperactivación de las zonas
encargadas de dar señal de peligro, siendo que por naturaleza las vías neuronales que controlan
la reacción del miedo desde el lóbulo frontal son menores a las que se dirigen desde la amíg-
dala hacia dicho lóbulo; da la pauta que para superar este condicionante biológico se deberá
tener una mirada que amplifique los recursos noéticos de la persona.

2.2 La frustración
La frustración, con su raíz existencial o no, puede estar relacionada con las limitaciones que
se presentan ante un conflicto de valores como se vio anteriormente. Se puede pensar el vacío
existencial o la frustración existencial como ejemplo del espíritu sufriente. Cuánto de salud
mental se perdería sin esa experiencia de angustia.
El vacío existencial, la enfermedad de la época actual según Viktor Frankl, puede iden-
tificarse como la sensación de aburrimiento, tedio y hastío, muchas veces producto del mie-
do a la libertad, como lo plantearía Erich Fromm (1990). La tendencia social actual tiende
a la liberación de ataduras como los compromisos, el pudor y las doctrinas que conformaba
la “represión” de la época moderna. Hoy en día se ofrecen múltiples posibilidades de hacer
y de ser. Se ha constatado que, en contra de lo que la “liberación de las represiones” apor-
taría a la salud, este cambio ha dejado al ser humano a la deriva… y derivando va hacia un
sinfín de sensaciones a las que no sabe cómo ubicar. Nos diría muchos años atrás Viktor
Frankl:

En cuanto a las causas que provocan el vacío existencial, cabe enumerar dos: la pérdida del ins-
tinto y la pérdida de la tradición. Los instintos no dicen al hombre, contrariamente al animal, lo
que debe hacer; las tradiciones tampoco dicen al hombre actual cuáles son sus deberes; y muchas
veces éste parece no saber lo que quiere.

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Entonces se siente tentado a querer lo que los demás hacen o a hacer lo que los demás quie-
ren. En el primer caso topamos con el conformismo y en el segundo con el totalitarismo (Frankl,
1994: 6).

La pérdida de la tradición no elimina el sentido, lo que sucede es un cambio cualitativo


de los valores:

La desaparición de las tradiciones no afecta al sentido, sino a los valores. El sentido permanece
intacto en el derrumbe de las tradiciones, ya que es algo único y peculiar, algo que siempre cabe
descubrir; los valores, en cambio, son ciertas categorías universales sobre el sentido, no inhe-
rentes a situaciones únicas y peculiares, sino típicas, recurrentes y que caracterizan la condición
humana. La vida conservaría su sentido aunque desaparecieran todas las tradiciones de la huma-
nidad y no subsistiera ningún valor general (Frankl, 1985: 8).

La logoterapia propone las herramientas claves para abordar clínicamente el vacío exis-
tencial, a través de dos movimientos: apuntar al cambio de actitud a través de la autotras-
cendencia y redirigir la energía psíquica hacia el descubrimiento de nuevos sentidos de vida
(Guttmann, 1998).

2.3 El dolor
Como se planteó en los objetivos, en la cultura occidental parecerían innecesarias las experien-
cias dolorosas. Si bien es cierto que muchas desviaciones mentales versan en la veneración al
sufrimiento, tampoco es veraz eliminar de la vida las experiencias displacenteras. Al privar a la
persona de todo dolor, se lo priva también de la capacidad de autosuperación: “Lo que hay que
tener es la actitud adecuada, de apertura y aceptación de la experiencia que la vida nos trae,
sacando de ella los elementos para nuestro crecimiento como personas” (Kroeff, 2000: 48).
Se apunta a transformar la tragedia en triunfo personal. No debe confundirse este proceso
con la mera aceptación pasiva e inocua del destino. Se trata de descubrir en el proceso de una
enfermedad, por ejemplo, que la persona es más que un síntoma, es más que una dinámica
neuroinmunoedócrina; habilita la expresión del dolor y el enojo como quien recorre un ba-
rrio nuevo, desconocido hasta el momento aunque estuviera dentro de los límites de nuestra
ciudad. No es un proceso unidireccional ni acabado, tampoco es un autoconvencimiento,
siempre debe ser un descubrimiento.

3. Reflexiones finales

Podemos concluir entonces que el ser humano es unidad en multiplicidad y la psicoterapia


debe acompañar cada una de sus dimensiones, como nos enseñó Viktor Frankl. A su vez, la
logoterapia no puede ser opacada en la búsqueda de una ventana hacia la salud mental.
Las emociones negativas pueden pensarse como señales hacia el sentido, en cuanto a
señalar aquello que estamos pasando por alto o como señales de estar dirigiéndose hacia el
sin sentido, como la frustración o la culpa, presentándose para ofrecer la oportunidad de un
cambio de actitud.

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Un punto muy importante en la integración multidimensional es que muchas veces se
hace difícil identificar un pensamiento o emoción como originario de la dimensión psicológi-
ca (mecanismos de defensa), cognitiva (ideas irracionales) o espiritual (valores). ¿Cómo iden-
tificar o diferenciar estos fenómenos? ¿Por qué sería necesario hacerlo? Principalmente, porque
de estos tres, sólo los valores pueden impulsar a un salto cualitativo en términos de salud. En
el entendido que la dimensión espiritual no enferma, es preciso plantear que las estrategias
psicológicas y cognitivas funcionan desde el principio de recursividad, ya que aquello que
intenta evitar termina siendo lo que producen: sufrimiento, dolor, miedo, etc. Sin embargo,
los valores nos impulsan a una diferencia cualitativa en el accionar, lo que la logoterapia llama
valores de actitud, aquellos que se manifiestan cuando nos encontramos ante lo inexorable
e inevitable (sufrimiento, culpa y muerte) y, como diría Frankl retomado a Nietzsche, “se
puede sobrellevar casi cualquier cómo, si se tiene un para qué”. El desafío como terapeutas es
mantener la actitud de apertura hacia el otro, de lograr compartir lo que se ha tenido oportu-
nidad de conocer y aprender en la formación profesional, como los mecanismos de funciona-
miento biológico, psicosocial y noético ejerciendo el rol de educadores, devolverle a la persona
aquello que siempre fue de la persona: la posibilidad de autoconocimiento y autoaceptación
para explorar al máximo su libertad de la voluntad, su voluntad de sentido, en la búsqueda del
sentido, en este caso, sobre el sentido de las emociones negativas.

Bibliografía
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———, (1994). Temporalidad y mortalidad. En: Psicoterapia y humanismo. ¿Tiene un sentido la
vida? (pp.113-125). México D.F: Fondo de Cultura Económica.
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Fromm, E. (1990). El miedo a la libertad. Barcelona: Paidós.
Guttmann, D. (1998). Logoterapia para profesionales: Trabajo social significativo. Barcelona: Desclée
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Grün, A. (2008). Administra tus miedos. Buenos Aires: Bonum.
Kroeff, P. (2000). Otra faceta de la enfermedad y de la muerte. NOUS: Boletín de Logoterapia y
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Noblejas de la Flor, Ma. A. (1998). Triada trágica de la vida: sufrimiento, culpa y muerte. NOUS:
Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial. (2), 17-38.

20
la logoterapia en el mundo

¿Quién cuidó antes que nosotros?


Del compromiso y la atención en el pasado
a la logoterapia en nuestros días
Sandra Ruiz Gros

Introducción
A través de un breve recorrido histórico y centrándonos en
figuras destacadas en la historia, veremos cómo se ha mante-
nido y transmitido el nexo entre el cuidado y la atención ha-
cia quienes más lo han necesitado, siempre hasta llegar a una
manifestación en concreto que es el legado de Viktor Frankl
a través de la logoterapia. La disposición por parte de perso-
nas que se han dedicado a los menos favorecidos en la vida,
la preocupación y el empeño de aquellos que han querido
lograr un mayor bienestar nos exhorta a ser conscientes de su
significado. Volviendo la vista hacia ellos, hacia el pasado y
centrándonos en el momento que ahora es nuestro, haremos
que el presente de quienes requieren de una atención centra-
Doctora en Filosofía por la
Universidad de Valencia, España, da en ellos logre mantener vivo el espíritu común a todo ser
con la tesis Vulnerabilidad y humano: ser considerado como tal y lograr el reconocimiento
transmisión del sentido en la de su propia dignidad en toda situación y momento.
Bioética del Cuidado. Aportaciones
de Viktor Frankl, Gabriel Marcel
y Elisabeth Kübler-Ross. Ahora 1. Sobre el cuidado y la preocupación por el otro
redacta una segunda tesis En Europa, desde el siglo IV, en tiempos del emperador Cons-
doctoral en el departamento tantino, posiblemente siguiendo la propuesta de su madre,
de Psicología Social de dicha
Elena, empiezan a crearse instituciones que se inspiran en la
universidad. Desde 2009 es
voluntaria de la Asociación caridad del Evangelio. De este modo, los antecedentes de los
Española Contra el Cáncer. modernos hospitales y hospicios aparecen en el mundo bizan-
tino. Coincidiendo en el tiempo, gracias a santa Fabiola, dis-
cípula de san Jerónimo, se establece en Roma el que se consi-
dera el primer gran hospital occidental, donde se recogían y
atendían a los peregrinos que retornaban de Tierra Santa.
Posteriormente, los Caballeros Hospitalarios de la Orden de
San Juan de Jerusalén fundarán en Malta uno de los más fa-
mosos hospicios de la época, conocido por la actitud de sumo
respeto con el que se atienden a los necesitados que allí acu-

21
den, aportando una actitud de comprensión hacia todos los que son atendidos independiente-
mente de su origen, religión que profesen o enfermedad que padezcan. De forma más amplia,
los hospicios en la Edad Media no poseen una finalidad clínica, sino más bien caritativa. Por
regla general, se encuentran cerca de los caminos como es el caso, en España, el convento de
san Marcos, el castillo de los Templarios en Ponferrada, ambos en León o la Abadía de Samos,
en Lugo, para atender a peregrinos que transitan rutas como las del Camino de Santiago, así
como viajeros o huérfanos, proporcionando alojamiento y comida a los que se encuentran en-
fermos. En el caso de no disponer de medios para curar siempre quedaba cuidarlos, poniendo
especial atención a las necesidades espirituales.
Nos situamos ahora cerca del final de la Edad Media, en concreto en Valencia, ubicada a
orillas de mar Mediterráneo. En los siglos XV y XVI esta ciudad vivirá el llamado Siglo de Oro,
caracterizado por el desarrollo de un importante movimiento cultural a todo los niveles. Pero
no todo es brillo y esplendor. Como presenciará una mañana un fraile mercedario, Juan Gila-
bert Jofré,1 sigue siendo costumbre atacar y humillar a las personas discapacitadas. La historia
que nos ha llegado es la de los pasos del padre Jofré caminando una mañana hacia la catedral
de esta ciudad reflexionando sobre el mensaje de la homilía de ese día. En un momento, una
escena cruel e inhumana lo detiene. Un grupo está acosando a una persona indefensa y asus-
tada, parece que es un loco. Ante esta situación, fray Jofré se detiene para proteger a la persona
agredida y hacer ver a quienes están obrando así que sus actos son injustificables.
Impresionado por lo que vio, aprovechó al llegar al púlpito para hacer ver al pueblo allí
congregado que no era posible que en una ciudad que se hallaba en un momento como el que
estaba viviendo entonces permitiera que en las calles sucedieran hechos como el que acababa
de presenciar. Quienes estaban allí congregados mostraron su apoyo al padre Jofré, dando lu-
gar así a la creación del que a día de hoy todavía se considera el primer centro de Occidente
creado para acoger a personas discapacitadas, huérfanos o personas de las que nadie se ocupa-
ba. Como símbolo del espíritu que movió a fray Jofré, la Madre de Dios pasaría ahora a ser
llamada con el nombre de Nuestra Señora de los Desamparados, Locos e Inocentes. Se le dotaría
además de un gesto propio: estaría inclinada para “escuchar” a quien se acercara cargado con
el peso de su soledad, con el dolor de la ausencia de la compañía de otros, con el sufrimiento
que se siente con el rechazo. Pero no sólo estaba “inclinada” para atender a quien la buscara.
Ella miraría al rostro de los que habían sido condenados a muerte por cometer delito, razón
por la cual nadie quería tocar. En la tapa del ataúd ella es la que atiende compasiva y acoge
al reo. Ella es un símbolo que manifiesta el don del cuidado, la compasión, la escucha atenta
que se ofrece por igual a todos, pero principalmente a los olvidados, a los perdidos, a los que
el vacío envolvió y silenció.

1
Juan Gilabert Jofré nació en Valencia el 24 de junio de 1350 y falleció el 18 de mayo de 1417. En
1409, con la ayuda del rey Martín el Humano y la colaboración inestimable de personalidades destacadas,
abrieron las puertas este sitio acogiendo en torno a 350 personas discapacitadas. Dicha institución sufrió
un incendio en 1445. Aunque el original desapareció hace mucho tiempo, la ciudad conservó y continuó
en cierta medida la obra de fray Jofré. Remitimos a quien desee contemplar la obra de Joaquín Sorolla, en
este caso el cuadro de 1887 que bajo la perspectiva del autor representaría el momento en el que el padre
Jofré defendió a esta persona desvalida. El lienzo lleva por título El padre Jofré defendiendo a un loco.

22
Ya en el siglo XX, también Viktor Frankl atendió a personas vulnerables, sufrientes y des-
amparadas. Al concluir sus estudios de medicina en 1930 se ocupó desde ese año hasta 1936
en formarse en la especialidad en psiquiatría y neurología. En 1931 se encontraba junto a un
destacado neurólogo, Joseph Gerstmann en el Maria Theresien-Schlösel y luego en 1937 en
el hospital psiquiátrico de Steinhof. Allí entró en contacto con pacientes ingresados, en su
mayoría mujeres, con altos riesgos de suicidio. Calculó que a razón de dos o tres personas por
día, durante cuatro años, atendió en su consulta cerca de 3.000 pacientes.
Una noche, Frankl tuvo un sueño en el que él mismo se veía involucrado. A través de este
sueño, es posible ver hasta dónde llegaba su vocación. Recordaba que veía filas de pacientes
psicóticos conducidos a la cámara de gas. Él mismo se dejaba llevar por una compasión tan
grande que estaba dispuesto a ir con ellos: “Sentí
En el caso de la labor de santa Fabiola, que yo debía hacer algo distinto; a saber, trabajar
de los monjes que acogían a peregrinos como psicoterapeuta en un campo de concentra-
y enfermos, en la tarea del padre Jofré ción para brindar apoyo espiritual a los prisioneros,
lo cual tendría incomparablemente más sentido
o en los hospitales tan desarrollados en
que ser sólo un psiquiatra en Manhattan.2
los que encontramos a Viktor Frankl o
En el tiempo que duró su internamiento en los
Elisabeth Kübler-Ross, ese compromiso se
campos de concentración, Frankl estuvo cerca de
tradujo en una atención integral, en un
convertirse en un número más. Pero no por ello
esfuerzo singular por aportar continuidad dejó de atender y escuchar a otros presos, e incluso
a una tarea que no tiene fin y que a algún mando. Curando heridas físicas o alivian-
tampoco se agota en sí misma. do la angustia interna, nuestro terapeuta desarrolló
una inmensa labor. El valor de la palabra y de la
comunicación, la escucha atenta y el encuentro fueron los pilares que sustentaron su paso por
tan doloroso trance. La actitud de cuidado de sí mismo y de los demás creó un camino que
transitó hasta el final de sus días.
Si Viktor Frankl renunció a instalarse en Manhattan para ser un “simple” psiquiatra, sería
precisamente en esa ciudad donde años más tarde Elisabeth Kübler-Ross comenzaría su pre-
paración como médico residente, desembocando en su formación también como psiquiatra.
A diferencia de Frankl, su objetivo era la pediatría, pero las circunstancias le conducirían en
centrarse en la última opción de su lista. Lo que no sabía entonces es que su experiencia en el
Hospital Estatal de Manhattan sería el inicio de un aprendizaje inesperado y fundamental en
su vida. En cada turno veía el trato frío y duro que se daba a los pacientes de esa planta. Casi
nadie hablaba con ellas ni de ellas. No se podía pedir a nadie que hiciera más porque cumplían
con sus deberes como profesionales. Al terminar su segundo año de residencia había logrado
que se le diera el alta al 94% de las pacientes allí internadas. Algunas llevaban más de veinte
años en la institución.
Años más tarde, otro giro también inesperado la llevó a descubrir la labor de una persona
sin formación académica pero dotada de una sensibilidad especial. Esta persona era una mujer

2
Längle, A. Viktor Frankl. Una biografía, Herder, Barcelona, 1998. (Traducción de Rafael Gautier y Ma-
carena González), p. 78.

23
negra, encargada de la limpieza. Elisabeth Kübler-Ross había observado que cada vez que ella
salía de la habitación, los pacientes experimentaban un cambio. Finalmente, Kübler-Ross se
decidió y le preguntó directamente qué es lo que le hacía a los pacientes. Ante el miedo, esta
persona se negó a hablar. Pero la insistencia de esta doctora le llevó a que al final le develara su
“secreto”. Años atrás, mientras esperaba en la sala de un hospital, su hijo pequeño había muer-
to en sus brazos. Desde entonces sabía de la importancia de atender hasta el último segundo
a cualquier persona en ese trance. Sin miedo alguno, esta persona hablaba a los pacientes a los
que nadie conocía por sus nombres, a los que casi nadie visitaba, de los que se esperaba que
fallecieran en breve y nada más.

2. Los olvidados, siempre presentes


El punto al que queremos llegar es situarnos y distinguir en concreto un denominador co-
mún: el compromiso para atender a quienes lo necesitaban, elemento que une a estas figuras
con independencia del momento en el que vivieron. No importa si su paso se dio hace más
de mil años o vivieron en un tiempo próximo al nuestro. Tampoco importa que los medios
de los que disponían no fueran todo lo precisos que son ahora. En el caso de la labor de santa
Fabiola, de los monjes que acogían a peregrinos y enfermos, en la tarea del padre Jofré o en los
hospitales tan desarrollados en los que encontramos a Viktor Frankl o Elisabeth Kübler-Ross,
ese compromiso se tradujo en una atención integral, en un esfuerzo singular por aportar con-
tinuidad a una tarea que no tiene fin y que tampoco se agota en sí misma.
Hay otro elemento común que aparece en todo momento: la mirada y la preocupación
por el que es diferente, por el que corre el riesgo de no integrarse, por aquel que no se puede
comunicar como los demás. Ese “loco” al que fray Jofré atendió, esas pacientes abandonadas
con las que Kübler-Ross aprendió lecciones tan valiosas, esas personas que están aisladas, solas
y silenciadas porque su lenguaje no cumple con las coordenadas de un mundo establecido
al margen de ellas… En realidad son el motivo que revela la magnitud de escuchar, sentarse
y tomar una mano, de sostener con valentía la mirada y lanzarse a afrontar el reto de querer
aliviar y conquistar el sentido. Espero que el lector disculpe que me remita a mi propia ex-
periencia. Mi formación académica comenzó como Auxiliar de Enfermería, aunque tiempo
después seguiría por otros caminos. No he abandonado mi vocación por el ámbito médico, ya
que desde hace años soy voluntaria en la Asociación Española contra el cáncer en el Hospital
Clínico Universitario de Valencia. Me remito a mi experiencia en este ámbito porque he re-
corrido caminos y vivido experiencias que me han hecho sentir que mi vocación de cuidado
responde al trabajo de quienes me han precedido. Estar en contacto con personas ancianas en
residencia, niños, adultos o adolescentes, todos ellos pacientes de cáncer, me ha aportado vivir
en primera persona, decir sí a acompañar en el sufrimiento y el dolor. La búsqueda de sentido,
el valor de la palabra, el alivio procurado para quien necesita ir a otro ritmo son las sendas que
los pacientes, los familiares, compañeros y profesionales nos han servido para hablar el mismo
lenguaje.

24
Conclusiones
Antes de cerrar estas líneas quisiera señalar algo importante. No se trata de anularse asumien-
do toda la responsabilidad por parte del cuidador. Se ha de respetar el tiempo, el espacio y la
identidad de la persona cuidada para que quien atiende también pueda disponer de su lugar
en el mundo. Confiando en esto, toda tarea de cuidado, como también lo es la logoterapia,
adquiere su papel relevante porque se puede poner de manifiesto el sentido de la vida incluso
en momentos de vulnerabilidad o dependencia en lugar de que haga acto de presencia el vacío
existencial y la frustración en momentos de malestar e incertidumbre.

Bibliografía
frankl, v., El hombre en busca del sentido último. Paidós. Barcelona, 1999. (Traducción de Isabel
Custodio).
———, En el principio era el sentido. Paidós. Barcelona, 2000. (Traducción de Héctor Piquer Min-
guijón).
———, Lo que no está escrito en mis libros. San Pablo. Buenos Aires, 2003. (Traducción de Ingrid
Ostrowski).
Kübler-ross, e., Aprender a morir-aprender a vivir. Sirpus. Barcelona, 2003. (Traducción de Mer-
cedes Figueras de las Heras).
———, Preguntas y respuestas a la muerte de un ser querido. Martínez Roca. Barcelona, 1981. (Tra-
ducción de Elena Barrutia).
———, Todo final es un luminoso principio. Sirpus. Barcelona, 2004. (Traducción de Daniel Naj-
mías).
längle, a., Viktor Frankl. Una biografía. Herder. Barcelona, 1998. (Traducción de Rafael Gautier y
Macarena González).
pareja, g., Frankl. Comunicación y resistencia. Premia. México, 1987.
ramajo aliste, j.f., Vida y obra del Padre Juan Gilabert Jofré. Diputación General de Valencia. Va-
lencia, 1998.

25
la logoterapia en méxico

Las rutas de la Caja Africana:


un encuentro con mi dimensión espiritual
Mayra Ibarra

A Gigina, por impulsarme a escribir este texto

D
Algunos apuntes sobre el título
Decidí titular este ensayo como Las rutas de la Caja Afri-
cana: un encuentro con mi dimensión espiritual porque mi
lectura de los paradigmas de la logoterapia supuso primero,
un encuentro conmigo misma y mis diversas andanzas por
la vida, recolectando experiencias, degustando vivencias, sen-
timientos y reflexiones en torno a mi existencia, mi historia
personal, mis decisiones, mis actitudes ante la vida, mis crisis,
mis duelos, etc.; un sinfín de situaciones y acontecimientos
que implican procesos, rutas de aprendizaje para poder es-
tar, ahora, en donde me ubico en el mundo. Y segundo, para
comprender en mi propia experiencia de vida los conceptos
básicos de la logoterapia.
Me reconozco situada en un modo de estar más consciente
de mí misma y de mis recursos, para solventar mis carencias y
Subdirectora de Planeación afrontar los embates de la vida. Me siento en otro lugar, en otra
Académica en el Centro Nacional condición distinta al estado de la víctima del destino. Un pun-
de las Artes. Especialista en
Análisis Existencial y Logoterapia
to de partida de todos estos viajes hasta el fondo de mí misma,
por SMAEL. para descubrir y reconectarme con mi dimensión espiritual.
Una explicación más sobre el título alude a la experiencia
misma que tuve al comprar la Caja Africana durante unos días
de estancia en París (se la compré a un africano, en alguna de las
estaciones del metro). Ese viaje a Europa fue el primero en mi
vida y lo realicé cuando tenía 19 años, en las vacaciones de sema-
na santa del año de 1992, un mes antes de que mi padre muriera
trágicamente en un accidente automovilístico y toda mi familia
quedará con consecuencias físicas graves, incluida yo misma.
La historia de la compra de esta caja, y de mi relación
con este objeto, guarda momentos claves en mi vida. Por eso,

26
la utilicé al cierre de mi segundo proceso logoterapéutico durante los dos años que cursé las
materias de Entrevista, para crear esta metáfora de la vida que vivo cada día, abierta a las con-
frontaciones, los aprendizajes, las satisfacciones y los triunfos.

Nota a los paradigmas de la logoterapia


En la materia de Entrevista I leí, por primera vez, el documento de Los paradigmas de la Lo-
goterapia. Se trataba, según se explica en dicho documento, de la cuarta versión reorganizada,
ampliada y depurada, debido al trabajo de colaboración entre los maestros que habían aplica-
do el documento como material didáctico en sus cursos. Esta versión corresponde al mes de
septiembre del año 2013, que se dio como material didáctico durante el curso de Entrevista I.1
Desde que me inscribí en el Diplomado en Logoterapia, en febrero del año 2012, me
atreví a dar continuidad a un proceso que había comenzando en el año 2006 cuando fui por
primera vez a logoterapia. Las preguntas que rondaban mi mente, que hacían girar la ardilla,
que me invitaban a cranear, eran y son: “¿Qué es la vida?” y “¿Para qué vivirla?” Estas pregun-
tas detonaron en mi vida sucesos con los que confirmaba, durante mis años de juventud, la
creencia de que la vida era una mierda. A partir de la muerte de mi padre en el año de 1992,
las situaciones de mi vida adquirieron otros colores. Se perdió la luz. Fue como entrar en una
noche oscura, profunda, como si se tratara de la entrada a la caja de Pandora y conocer todo
tipo de males vinculados con el amor, el sufrimiento, la enfermedad, la culpa y la muerte.
Estas mismas preguntas sirvieron para orientar una nueva ruta de aprendizaje cuando co-
mencé, en el año 2006, mi primer proceso con logoterapia. Hoy puedo reconocer el uso del diá-
logo socrático que utilizaba mi terapeuta para facilitarme el descubrimiento de diversas respues-
tas, para afirmar por qué la vida sin paradigmas no existe. Que una condición necesaria para que
la vida humana exista son los paradigmas, el conjunto de teorías suficientes que el ser humano
inventa, construye, descubre, reinventa, para explicar el devenir de la existencia del mundo todo.
Durante casi dos años viví un proceso que me permitía estar en contacto con mi creati-
vidad para producir conocimiento de muy diversa naturaleza, fundamentándolo en mi expe-
riencia. Quiero decir que las hormigas no se caracterizan por escribir tratados para explicar su
forma de vida y el mundo donde habitan. El ser humano sí necesita poseer un conjunto de
referentes teóricos, a partir de los cuales narra y comprende su propia vida, la de otros, la suya
con otros y la de otros con otros. Esos referentes son los paradigmas, los cuales están susten-
tados en un conjunto de valores. Antes de descubrir esto vivía inmersa en los paradigmas que
me explicaban que la vida era una mierda y que mi vida en particular era aún más mierda.
En este ensayo voy a compartir mi experiencia con tres de los paradigmas de la logoterapia
que me resultaron fundamentales para resignificar mi vida y comprenderla como un proceso.
Se trata de los tres primeros que abren la categoría de “La visión del ser humano y la vida”. El
primero de ellos: “La vida es” con todos los matices que supone vivirla, desde la experiencia
más sublime hasta lo más doloroso y cruel de las experiencias límites de la vida humana.

1
Este curso lo impartió a mi grupo la dupla de Martha Quintana y Gigina Larrea. Cabe mencionar también
que Alejandro Unikel Spector publicó en su libro Pensar la logoterapia. Invitación para un trabajo terapéutico
actualizado (México: Ediciones lag, 2014) los paradigmas de la logoterapia que a mí me tocó revisar en
versiones anteriores.

27
El segundo sustenta que “La vida de cada ser humano es única, insustituible e irrepeti-
ble”; con este, me parece que se abre la dimensión espiritual en el ser humano. Y el último,
complementa esta vida única, insustituible e irrepetible al señalar que “El ser humano es digno
por naturaleza”. A mi parecer aquí está el corazón del trabajo terapéutico, por lo menos así fue
en mi experiencia. Tal vez estos tres paradigmas son tan importantes para mí porque la histo-
ria de mi vida había respondido a la creencia de sentirme un ser completamente sustituible,
insuficiente y sin mayor trascendencia e importancia para los demás. Por esos motivos mi vida
era una mierda.
Asumir estos paradigmas me implicó realizar una serie de rutas de viaje al interior de mí
misma, para volver a mirar ciertos sucesos de mi vida y su impacto en mis decisiones y accio-
nes. Pude revalorar mi existencia y amarla con todos sus matices. Comprenderme ante qué
clase de situación estaba y desde dónde había dado una respuesta a los cuestionamientos de la
vida. Narrarla, en el marco de esos referentes teóricos, me ayudó y facilitó profundizar en el
meollo de mi vida individual y social. Me proporcionó la oportunidad de reflexionar bajo la
óptica de distintas formas en las que he asumido mi experiencia de vida y a definir cuáles han
sido mis aprendizajes. Me ayudaron a construir conocimiento sobre mí misma. Y en conse-
cuencia, a reconciliarme conmigo misma y a abandonar la práctica del autorrechazo.

El mito de la caja de Pandora


La Caja Africana representa la metáfora con la que aludo a mi forma de experimentar el mito
de la Caja de Pandora. Se trata del mito procedente de la mitología griega que habla de la vida
de la primera mujer, llamada Pandora. Para algunos estudiosos la figura de Pandora es equi-
valente a Eva, la primera mujer creada por Dios, que aparece en el relato de su creación en el
“Libro del Génesis” del Antiguo Testamento hebreo.
De acuerdo con Robert Graves, Pandora, al igual que Eva, son las culpables de la desgra-
cia de los hombres. Me interesa mucho comentar esto que acabo de citar. En el caso de Eva,
de Adán; y en el caso de Pandora, de Prometeo. Las circunstancias de la creación de Eva son
mucho más conocidas que las de Pandora, por lo que solamente me concentraré en dar los
motivos por los que Pandora fue creada.
Zeus en su molestia por constatar que Prometeo había regalado el fuego a los hombres,
a quienes él había privado del mismo, creó a Pandora para que llevará a la humanidad, entre
otros, males como la enfermedad, la vejez, la pasión, la pobreza, la guerra, la violencia.
La Caja Africana es la metáfora con la que pongo un broche de oro al cierre de una etapa
de mi vida que implicó revisar los años siguientes a la muerte de mi padre, la experiencia de
conocer los males del mundo, al abrir mi propia caja de Pandora y descubrir todos los males
que había en mí, pensados como introyectos, condicionamientos que me impedían contactar
mis potencialidades y que me mantenían atada a los yugos de la culpa y del castigo. Digamos
que el suceso que propició que en mi vida se abriera la caja, como castigo a la desobediencia
de Prometeo, por entregar el fuego a los hombres, fue el accidente automovilístico acaecido
en julio de 1992 donde perdí a mi padre. Su muerte me dejó llena de culpas, remordimientos
y dolor. Me consideraba a mí misma una mala hija.
Cuando mi padre murió, yo despertaba a la tensión que provoca el aprendizaje de la
intimidad al aislamiento. En esa época, en la que despertaba a la sexta etapa que señala Erik-

28
son,2 se abría la caja de Pandora en mi vida. Me adentraba en las aguas profundas del mar, me
reventaban los aspectos más porosos de mi herida infantil más importante.
Sin que sea meritorio entrar en mayores detalles, es importante anotar la profundidad
en el análisis de la propia existencia para comprender los conceptos básicos de la logoterapia.
A mí los paradigmas me ayudaron a ello. Las rutas que me llevaron a la Caja Africana como
contraparte de la caja de Pandora fueron los diversos caminos que recorrí para encontrar en mi
experiencia de la vida la voluntad de sentido para realizarme como persona.
No pretendo en este ensayo compartir todas las rutas que recorrí, sino solamente mostraré
aquellas que me parecen fueron pilares para resignificar mi vida de los 24 a los 34 años y poder
comenzar una vida nueva, con una posición distinta en el mundo, en donde experimentaba en
carne propia los paradigmas que rezan así: 1) “La vida es”, 2) “La vida de cada ser humano es
única, insustituible e irrepetible” y 3) “El ser humano es digno por naturaleza”. Yo había vivido
con la sensación constante de que me robaron mi dignidad. En el año 2014 logré el objeto con
el cual simbolizo esta metáfora del encuentro de la esperanza en el interior de mi caja de Pan-
dora: estar parada en el mundo con la dignidad que otorga a la vida el hecho de haber nacido.
Es importante aclarar que cada ruta, de las dos aquí mostradas, concluye con el encuentro
de los siguientes objetos: aretes de colibrí (regalados por mi madre) y el ojo de venado (rega-
lado por un gran maestro). Finalmente, cada objeto significa la ruta de aprendizaje en la que
comprendí y me apropié de algún concepto básico de la logoterapia: noodinámica, vacío exis-
tencial y neurosis noógena, fundamentales para mi formación como logoterapeuta. Y que sin
los paradigmas y los ejercicios diseñados, en torno a su revisión, no hubiera sido posible que los
encarnara como ejes metodológicos para hacer la terapia.

La ruta de los aretes de colibrí


Durante los últimos cinco años he tenido la oportunidad de leer los paradigmas y escribir
diversas reflexiones tratando de explicar la forma cómo los he experimentado en mi vida y las
aportaciones que me dieron para amar mi vida con todos sus matices. Este ejercicio resultó
muy rico para profundizar filosóficamente en mi existencia y comprender el tipo de labor
que requiere hacer un logoterapeuta con las personas dolientes que se acercan a él para buscar
algún brillo, alguna luz, algo... Un simple estar con un complejo modo de afrontar los cues-
tionamientos particulares de una vida, como cualquier otra.
En mi caso, y estoy segura que en el de muchos otros también, fue liberarme del yugo de
las insuficiencias y las demandas de la perfección, del destino cruel que me recordaba a cada
instante que mi destino era sufrir y ser abandonada, no experimentar el amor de una forma
saludable, sino distorsionada y enfermiza.
Durante todo ese tiempo de lectura y escritura, sinteticé las experiencias diversas de mi
vida en distintas rutas, en donde al final del trayecto había recolectado un objeto simbólico,
que guardaba el valor de los aprendizajes experimentados durante aquella o cualquiera de mis
rutas para llegar al encuentro conmigo misma, con mi sí misma, con mi “ser equilibrado”, mi
persona espiritual.

2
Para quien no tenga muy presente de qué etapa estamos hablando, vale la pena decir que de la primera
juventud, la entrada a la adultez y todo lo que ello supone en el proceso evolutivo: la búsqueda de la pareja.

29
Después de señalar esto, quiero abrir un paréntesis para …el equilibrio es la posibilidad
reflexionar por qué coloco comillas en torno a la expresión: ser de estar en una constante
equilibrado. Con ellas, quiero aludir a que el equilibrio es la tensión que ayuda y favorece el
posibilidad de estar en una constante tensión que ayuda y favo- crecimiento interior.
rece el crecimiento interior. La experiencia de darse chance de
experimentar los paradigmas de la logoterapia favorece el aprendizaje sobre el conocimiento
de una misma. Con las comillas, bordeando la expresión, quiero hacer un guiño con mis lec-
tores para comprender juntos el concepto de noodinamia de Viktor Frankl.
Para lograr esto, me quiero remitir al artículo “La logoterapia, la terapia en busca de sentido”
de Francisco Aguirre, publicado el 7 de septiembre del año 2008 en la revista electrónica Vincu-
lando. Ahí, explica los conceptos básicos de la logoterapia, los cuales son explicados por Viktor
Frankl en el libro El hombre en busca de sentido, publicado por primera vez en el año de 1946.
En dicho artículo señala que “la salud psíquica necesita un cierto grado de tensión inte-
rior entre lo que ya se ha logrado y lo que le falta por conseguirse, o el recorrido entre lo que
se es y lo que se debería llegar a ser. Esta es una tensión inherente al ser humano y, por ello, es
también indispensable para su bienestar psíquico”. Comenta que Viktor Frankl sostiene que
el supuesto de que el hombre necesita ante todo de equilibrio interior, o como se le denomina
en biología: “homeostasis”,3 es una concepción errónea e incluso peligrosa.
Francisco Aguirre explica que Viktor Frankl sugiere relegar la homeóstasis para poner
en primer lugar la noodinámica, que es la dinámica espiritual que se encuentra dentro de
un campo de tensión bipolar, donde un polo representa el sentido a consumar y el otro cor-
responde al hombre que debe cumplirlo. En palabras de Viktor Frankl: “Si la noodinámica
significa un proceder válido para las condiciones normales del psiquismo, todavía se presenta
más necesario en el caso de individuos neuróticos”.
La metáfora del colibrí para representar a mi dimensión espiritual y esta tensión saludable
entre lo que soy y lo que debo conquistar, surgió en una sesión terapéutica durante mi pro-
ceso del año 2006- 2008. Todavía recuerdo con precisión en el momento que respondí a mi
terapeuta con la imagen del colibrí con sus alas en movimiento, mientras se alimentaba con el
néctar de una flor.

La ruta del ojo de venado


El neurótico que aprende a reírse de sí mismo puede estar
en el camino de gobernarse a sí mismo, tal vez de curarse.
Viktor Frankl (1946)

El ojo de venado es una semilla sobre la cual existe la leyenda de que sirve para ahuyentar el
mal de ojo. Todavía hasta nuestros días se conserva esa creencia entre los yerberos, curanderos
y hechiceros. Encontrar esta semilla en mi camino significó el regreso al mundo luminoso,
significó comenzar un trayecto de salida de la noche profunda en la que había estado durante
varios años.

3
En el libro citado de Viktor Frankl, él define este término como “estado sin tensiones, en equilibrio
biológico”. Se puede consultar en la edición de Herder en la página 128.

30
A los efectos de la frustración existencial, cuando son patógenos, pueden llamarse neuro-
sis. Para este tipo de neurosis, la logoterapia ha acuñado el término de “neurosis noógenas”, en
oposición a las neurosis en sentido estricto, las neurosis psicógenas. El origen de aquellas pro-
viene de la dimensión noológica (del griego noos, que significa “mente”, “espíritu”) y no brota
de lo psicológico de la existencia humana. Este término logoterapéutico denota elementos
del núcleo “espiritual” de la personalidad, siendo importante resaltar que para la logoterapia
el término espiritual se encuentra ajeno a cualquier connotación religiosa: describe y define,
antropológicamente, la dimensión específicamente humana.
Frente a las neurosis noógenas no resulta apropiada la psicoterapia tradicional, sino la
logoterapia, pues esta se atreve a penetrar la dimensión espiritual del ser humano. No todos
los conflictos son necesariamente neuróticos, e incluso a veces es normal y saludable cierta
dosis de conflictividad. De igual manera, el sufrimiento no es siempre un fenómeno patoló-
gico, sino que puede llegar a ser incluso un logro humano, especialmente cuando nace de la
frustración existencial.
Si se aborda la angustia como enfermedad, se puede enterrar la frustración existencial
del paciente. Es preferible tratarla como crisis existencial, para poder guiar al paciente por un
camino de desarrollo y crecimiento interior. En mi caso, una serie de conductas neuróticas me
conducían hacia los mismos resultados con los que yo podía castigarme para seguir culpándo-
me. Un camino constante de cosechar puro sufrimiento y experimentar un goce distorsionado
de la experiencia de las situaciones concretas. Con mi proceso logoterapéutico me pude con-
cebir como un ser cuyos intereses primordiales se inscriben en la órbita de asumir un sentido
a la existencia y realizar un conjunto de valores; y no, en la mera gratificación y satisfacción de
los impulsos e instintos, o en el mero ajuste del conflicto interior generado por las exigencias
del ello, del yo y del superyó psicoanalíticos, o en las luchas de adaptación y ajuste al entorno
circundante y a la sociedad. Al cierre de mis dos procesos, bajo este enfoque, aprendí a amar
mi vida con todos sus errores e imperfecciones, me liberé de la culpa, del sentimiento de trai-
ción, acompañado de una humillación merecida. Eso representa en mi vida el ojo de venado,
su encuentro supuso salir de la noche profunda y abrir los ojos a la luz del día.
Estas dos rutas son muestra de la forma en cómo conocer los paradigmas de la logotera-
pia, encerrados en los tres que elegí, me ayudó a encontrarme con mi dimensión espiritual y
a representarla en una hermosa metáfora con la que me conecto y estoy ahí con mi persona
espiritual. Mi Caja Africana conserva otros objetos con los cuales simbolizo otras conquistas.
Cada vez que la abro sacó de ahí algún objeto con el que pretendo adornarme y recuerdo la
ruta que guarda. Así están ahí la sonaja de los querubines, los corazones de metal, los lunares
negros, los aretes de colibrí, el ojo de venado, las amatistas, el cráneo turquesa…
Referencias
Aguirre, F., (2008). “La logoterapia, la terapia en busca de sentido”, en revista electrónica vinculan-
do, Consultado el 5 de abril de 2015 en: http://vinculando.org/psicoterapia_corporal/logoterapia_
la_terapia_en_busca_de_sentido.html
Frankl, V., (1991). El hombre en busca de sentido, 12a reedición, Barcelona: Herder.
Unikel Spector, A., Los paradigmas de la logoterapia, documento electrónico (inédito), México:
Sociedad Mexicana de Análisis existencial y Logoterapia, Viktor Frankl, septiembre 2013.
Unikel Spector, A., (2014) Pensar la logoterapia. Invitación para un trabajo terapéutico actualizado,
México: Ediciones lag.

31
la logoterapia en méxico

“El cuidado:
tarea de la logoterapia”
Reflexión alrededor del VII Congreso
Mexicano de Logoterapia
Lucía Armella de Carral

C
Cuando me enteré del tema del congreso me extrañó. Se me
hizo un tema tan extenso y tan abstracto, a la vez que tan co-
tidiano, que me intrigaba lo que se trataría en él.
Debo decir que, con mucho, superó mis expectativas.
Afecta profundamente mi idea del cuidado y afecta también
mi consideración y mi manera de cuidar en general y como
logoterapeuta.

¿Por qué es importante hablar de cuidado hoy?


Lo primero que viene a mi mente es porque la violencia y la
agresión nos rodean. El ser humano se ha empeñado no sólo
en destruir su entorno, sino que además se destruye a sí mis-
mo y al otro.
Pero me parece que al mismo tiempo surge una nueva
Licenciada en Psicología con conciencia de cuidar: al ambiente, a mí mismo y al otro.
especialidad en Logoterapia y Nunca como ahora ha habido organizaciones para el cui-
Análisis Existencial de SMAEL, dado del medio ambiente, del agua, del aire, de los bosques,
actualmente es maestra de
Entrevista 1, de Valores y Terapia
de los animales.
de Adolescentes en SMAEL. El cuidado del sí mismo salta a la vista en la proliferación
de gimnasios, profesionales de la belleza, de la nutrición, del
rejuvenecimiento, etc.
Y el cuidado del otro en la multiplicación de opciones
de atención, la industria del turismo, los spas, terapias, entre
otros.
En fin, a la vez que destruimos surge también el deseo de
cuidar aquello que valoramos.

El cuidado y la relación
El cuidado nos remite inmediatamente a la relación. A un
cuidador y a un cuidado.

32
Tan importante y tan necesario el uno como el otro. La misión de uno no puede realizarse
sin el otro. Menciona Miguel Jarquín las diversas maneras de cuidar:

• El cuidado desde la soberbia: “Yo soy mejor que tú y por lo tanto te cuido”.
• El cuidado como forma de poder: “Yo me encargo de ti pero haces lo que yo diga”.
• El cuidado como autocuidado: “Te alivio de tu dolor para aliviar el mío”
• El cuidado que yo podría llamar “humanizante”: aquel en el que te reconozco como
persona diferente a mí .

Las tres primeras formas deshumanizan la relación pues el que cuida lo hace desde la su-
perioridad, pero sin dejarse “tocar” por el otro. Ayuda, pero se mantiene ajeno.
La cuarta, en cambio, se abre a la existencia del otro y se arriesga a ser transformado por la
experiencia de encontrarse con el otro. ¡Involucrarse! Y lo afirma enérgicamente. Involucrarse
es el riesgo de salir de mí, encontrarme con un tú, construir un nosotros y después seguir mi
camino siendo distinto. “Es un camino sin regreso”.
Pero, ¿cómo puedo salir de mí? Pablo Etcheberhere habla de la “pasión” y dice: “La pa-
sión ya no es dolor, es abrirse al otro”. Para entrar en relación es necesaria la apertura, es nece-
sario el reconocer que conocerme a mí mismo es una tarea imposible de lograr por mí misma.
Me conozco a través de la reflexión, pero también a través de la mirada del otro.
Habla también de la genialidad de Frankl al proponer el Homo patiens, el hombre pleno.
Aquel que es capaz de alegrarse en la alegría y dolerse en el dolor. Sólo así será capaz de abrirse
a la existencia. Sólo con la capacidad de enfrentar todas las emociones será capaz de abrirse a
la vida y encontrarse con el otro. No es que el sentido se encuentre en el dolor, es que la vida
tiene sentido a pesar de él.
Y aquí me brinca el testimonio de don Julio, sobreviviente de un campo de concentración
nazi, y que generosamente nos habló de su experiencia ahí. No se concentró en el horror por
todos conocido, sino que nos habló de lo humano que también se manifestó. Nos relató como
aquel que tenía algún conocimiento lo compartía con los demás, como siendo un campo en
el que había familias, se cuidaban uno al otro, como surgieron romances y amistades que per-
duraron después del cautiverio. Aprendió idiomas, música, contabilidad… en las condiciones
más inhumanas, se manifestaba lo más humano: el amor, el cuidado, la amistad.
Daniele Bruzzone resalta la característica cambiante de la realidad actual y destaca la im-
portancia de la capacidad de adaptación como rasgo a desarrollar para poder enfrentar la vida.
Leí en algún lugar que lo que duele no es el cambio, sino la resistencia al cambio.
Cuidar en el momento actual, es ayudar al otro a desarrollar las habilidades necesarias
para poder vivir en un mundo en crisis.
Señala también el riesgo de la tecnificación que amenaza con cosificar al “cuidado” y pri-
vilegiar la eficiencia sobre la humanidad.
El cambio de paradigma al que invita la logoterapia, según destaca Gerónimo Acevedo,
es mirar al hombre por lo que es en lugar de por lo que carece. Comprender que la unicidad
es el elemento fundamental en la relación. No puedo cuidar del otro sin tomar en cuenta su
unicidad y la mía.

33
Clara Martínez nos recuerda que somos resultado del cuidado La logoterapia le ofrece a
y del descuido. Así como experimenté uno, he experimentado el la persona el espacio para
otro. Cuidamos porque hemos descuidado y hemos sido descuida- descubrir, clarificar
dos. También describe las patologías del cuidado, el exceso de cui- o reacomodar aquello que es
dado que genera personas dependientes y rígidas, y por otra parte importante y orientar
el descuido que se manifiesta en el abandono, la negligencia. No o reorientar su vida de
se me había ocurrido pensar que se puede hablar de patología del acuerdo a ello.
cuidado.
Decía al principio que cuidamos lo que valoramos, lo que nos
importa. Y si hablamos de valorar, entramos directamente al campo de la logoterapia. La lo-
goterapia es la terapia de la búsqueda del sentido, por eso me parece que es la más adecuada
para este momento histórico.
Se interesa en aquello que es importante para la persona, aquello que es valioso y llena de
sentido su vida concreta.
La valoración es una capacidad espiritual y por lo tanto exclusivamente humana.
La logoterapia le ofrece a la persona el espacio para descubrir, clarificar o reacomodar
aquello que es importante y orientar o reorientar su vida de acuerdo a ello. Significar nuestras
experiencias requiere de una reflexión, de hacer un alto en el camino, de un momento de si-
lencio interior.

¿Cuál es el perfil del cuidador logoterapeuta?


Antes que nada sería una persona que dice sí a la vida. Y lo dice con pasión, abierta a lo que
la vida le presente. Es una persona que se sabe en relación y que puede reconocer el lugar del
otro y asumir su propio lugar.
Es una persona con unos ojos grandes para descubrir los recursos necesarios para hacer
frente a la situación; una escucha fina para oír no sólo lo que el paciente pide, que lo expresa
en voz alta, sino lo que necesita y a veces tan solo murmura.
Requiere de unos brazos largos para abrazar y fuertes para sostener en la lucha. Un cora-
zón sensible y resistente a la frustración y el desencanto. Unos pies bien anclados en la tierra,
y una mente muy libre para poder soñar lo que todavía no es.
Debe ser humilde para reconocer su limitación y a la vez paciente para esperar la oportu-
nidad.
Sobre todo, debe ser creativo para poder construir un cuidado a la medida de la persona
que tiene enfrente. Cuidar no es solo mantener, proteger. Cuidar también es un acto creativo
en el sentido de que desarrolla nuevas habilidades y recursos.
Por último, el logoterapeuta debe tener un gran optimismo para confiar en que sus cui-
dados harán una diferencia en aquel que cuida.

¿Y quién cuida al que cuida?


Pareciera que desde el paradigma antiguo, el cuidador es tan superior y omnipotente que no
requiere ser cuidado. Sin embargo, desde el nuevo paradigma, cuidador y cuidado están en

34
un mismo plano. Tan humanos y tan vulnerables uno como el otro. Y desde ahí, desde esta
horizontalidad, se hace evidente la necesidad.
El terapeuta se cuida a sí mismo regulando su carga de trabajo, acudiendo a la supervi-
sión, tomándose los descansos necesarios, pero sobretodo recordando su limitación.
Cuidarme tiene que ver con mi capacidad de recibir, con dejar que otro se ocupe de mí.
Tiene que ver con poder lograr el proyecto de vida que tengo, con poder alcanzar los va-
lores que persigo, con llegar a ser la persona que quiero ser.
En conclusión, cuidarme tiene que ver con mirarme, con respetarme, con reconocerme
limitada. Y también con los valores y las tareas que están ahí y que estoy llamada a realizar.

¿Y a la logoterapia quién la cuida?


“Hablando de cuidado, hay que cuidar a la logoterapia y al análisis existencial”, dijo Felipe
Miramontes. Si hablamos de misiones, hablamos de preguntas que nos hace la vida, creo que
como logoterapeuta, esta pregunta también a mí me toca.
Yo la cuido preparándome cada día para poder atender y acompañar a mis pacientes de la
mejor manera posible. La cuido cuando preparo mis clases y busco la comunicación con mis
alumnos, no sólo la transmisión de ideas y conocimientos, sino el interés personal por cada
uno y el “contagio” del entusiasmo por la tarea que desempeñamos.
La cuido cuando asisto a eventos como este que me permiten entrar en contacto con dife-
rentes puntos de vista, algunos más cercanos, otros quizá no tanto, pero cada uno de ellos me
lleva a reflexionar y tomar una postura. Pero, sobre todo, me ofrece la oportunidad de entrar
en contacto con las personas que nos los proponen y con muchas más que como yo estamos
recibiéndolas y buscando la manera de hacerlas “nuestras”.
La cuido cuando entro en contacto con otras orientaciones, cuando me arriesgo a mirar
desde otro ángulo y soy capaz de reconocer la unicidad de esta mirada.
La cuido cuando me abro a la vida y soy capaz de decir: “Sí a la vida, a pesar de todo”.

35
la logoterapia en méxico

Congreso de logoterapia
“El cuidado: tarea de la logoterapia”
Adriana León Portilla

P
Pensé que al salir de este congreso iba a tener una respuesta
más clara a estas dos preguntas: “¿Cómo vivir mejor y cómo
morir mejor, vivir es un reto y morir también?” y “¿Cómo
me cuido cuando cuido al otro, cómo me vivo cuidando?”
En realidad, me quedé más con la reflexión que con alguna
respuesta. De alguna manera, hay algo dentro de mí que está
bien con la pregunta abierta...
Mi historia de “cuidadora” viene de generaciones atrás,
hemos sostenido orgullosamente esta estafeta desde mi abue-
la, mi madre, mis hermanas y yo; hoy la reconozco en mis
hijas, de alguna manera hemos pertenecido así a la “tribu”.
Desde muy chica probé el sabor de la satisfacción que me
dio el cuidar, a veces por gusto y por decisión y, en otros mo-
mentos, también he sentido el amargo sabor de la obligación,
de la manipulación. Esto último cada vez me pasa menos, hoy
Logoterapeuta y Terapeuta me reconozco como cuidadora-cuidada, hoy veo cómo a tra-
Existencial individual y de grupo.
Directora de la Revista Mexicana
vés de “mis cuidados” acompaño al otro y me acompaño a mí
de Logoterapia y maestra de en mi propio proceso abierto, cambiante siempre, a veces san-
Entrevista 2 en SMAEL. grando y en otros momentos calmada, tranquila, en paz, pero
Correo: aleonportilla@gmail.com siempre surgiendo conmigo y con el otro, estando disponible
sin descobijarme. Esto lo pude acomodar y nombrar cuando
escuché a mi querido amigo Miguel Jarquín hablando de la
esperanza y la desesperanza, del compromiso y de la existen-
cia en relación como única manera de estar en el mundo.
En fin, dejo en este escrito un intento de reseña de lo que
vivimos y escuchamos en este Congreso de Logoterapia del
2015 en la Ciudad de México. Es apenas un intento porque
son mis apuntes tomados al vuelo desde mi mirada y mi in-
terpretación. Sean pues de utilidad...

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Testimonio de Julio Botton

Cuando tenía 16 años fue tomado preso, junto con toda su familia, con la que fueron llevados a
un campo de concentración en Alemania, donde permanecieron por espacio de cuatro años. Él
nos regaló, entre muchas otras cosas, esta maravillosa idea: “No soy sobreviviente porque quiere
decir que te quedas allá, lo importante es vivir. Vivir es un estado del ser, de estar siendo”.

Daniel Bruzzone.
Una técnica de la humanidad contra la inhumanidad de la técnica:
V. Frankl y el factor humano en el cuidado.

Una relación humana debe poder trascender y decirle gracias a la vida. El elemento esencial
que cuida es el factor humano, es algo que trasciende todas las técnicas, es un factor que fun-
damenta la esencia del cuidado.
Una técnica de la humanidad nos puede salvar de la inhumanidad de la técnica, permane-
cer siendo humano, crecer en este ser siendo humano es una tarea que se desarrolla a lo largo
de toda la vida, se trata de rehumanizar a la terapia.
Existen algunos elementos deshumanizantes, tales como:

• Subjetivación de la ciencia. Objetivación de la ciencia que significa desapego.


• Deshumanización de la terapia. Cuando la técnica sustituye a la relación. El riesgo de
la ciencia al olvidarse de lo humano. La importancia del encuentro de hombre a hom-
bre, porque si no acontece no hay terapia.
• Binswanger dejo dicho que “no comprendemos la locura si no vemos en el loco un
otro hombre”. La ciencia al objetivar la enfermedad se olvida del sujeto. Solamente
existe una relación de cuidado cuando hay una separación, cuando se reconocen am-
bos, cuidador y cuidado, en su condición humana.
• La despersonalización del cuidado es cuando hay una barrera entre los que piden y los
que ayudan. Rogers decía que “el elemento más importante en la determinación de la
eficacia es la calidad del encuentro interpersonal con el cliente”. En la centralización
de la técnica, el sujeto es algo relativo, marginal y contingente, la técnica excluye al
sujeto. La calidad del encuentro es algo que requiere que ponga todo de mi persona, lo
que da el tono es la relación a nivel humano. No hay una psicología como ciencia de
la psique, si la terapia se convierte en la técnica pierde su dimensión humana.
Rehumanizar la psicoterapia frenando el uso desmedido de la técnica y la estrategia,
tiene que centrarse en la persona, lo que cura se encuentra en el paciente mismo.
En 1935 Binswanger dijo que la psicoterapia es antes que nada relación y no presta-
ción, es un fenómeno coexistencial, no es una acción transitiva, sino que es algo recí-
proco, su fundamento es el encuentro interhumano que no se produce técnicamente,
es algo que acontece. Está centrado en el modo del ser.

37
La profesión de ayuda trabaja contra sí misma para habilitar a los demás, tiene que llegar
un tiempo en que acaba, el objetivo es que el cliente se convierte en el mejor terapeuta de sí
mismo.
¿Se puede enseñar y aprender la psicoterapia?
Frankl sostiene que la psicoterapia es una ecuación La profesión de ayuda trabaja
con dos incógnitas: la individualidad del paciente y la contra sí misma para habilitar a los
personalidad del terapeuta. “La psicoterapia con cada demás, tiene que llegar un tiempo
paciente tendría que ser inventada desde el inicio”. en que acaba, el objetivo es que
Se enseña a individualizar, a tratar a la situación el cliente se convierte en el mejor
como única, nueva y a estar desde la fenomenología, terapeuta de sí mismo.
todo depende del cómo de la terapia; sobre todo, del
quien del terapeuta: hay que enseñar a improvisar,
buscar formas nuevas de hacer, a dejar de lado lo aprendido, sin olvidar que para desaprender
lo aprendido primero hay que aprender. Hay que adaptar el método a la persona.
Elisabeth Lukas pregunta si lo importante es tener herramientas o ser una herramienta,
para ella la única forma de enseñar la terapia es en vivo, en lo que acontece.

• Nuestra humanidad es la única clave para acceder a la humanidad del otro.


• Los factores personales son factores profesionales fundamentales.
• Hay que afinar nuestra propia humanidad como principal medio y herramienta de
trabajo.

En el encuentro terapéutico nos encontramos gracias a lo que tenemos en común, hay


que ampliar nuestros horizontes, el cliente tiene el derecho de estar ante una persona que co-
noce la condición humana.
No hay relación con el otro sin relación consigo mismo. Lo determinante es el proceso
personal, el trabajo en sí mismo, si queremos saber de lo humano tenemos que profundizar en
nuestro conocimiento y ser humanos.
Para cuidar a los demás hay que cuidarse a uno mismo. Somos todos curadores heridos,
esto es una persona que aprende a curarse y a cuidarse a sí mismo. Por ello ha de rescatar las
dimensionales latentes:

• Implicación afectiva: El vínculo es lo que cura, pero afecta a ambas partes: reciproci-
dad.
• Implicación autobiográfica oculta: memorias familiares, modelos implícitos que tene-
mos.
• Abismo inconsciente, que son los estratos y conflictos profundos de la personalidad.
• Carácter ambivalente del cuidado, las sombras “oscuras” de la relación de ayuda... “No
es mirando la luz que nos volvemos más luminosos”.

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Mesa de diálogo:
La responsabilidad del cuidado logoterapeútico
(Lucia Armella, Gerónimo Acevedo, Kitimbwa Lukangakye, Miguel Jarquín y Clara Martínez)
La responsabilidad del Logoterapeuta como cuidador

1. ¿Cuál es el perfil del logoterapeuta como cuidador?


c.m. Lo que importa es el vínculo, cuidar la presencia de lo que puede llegar a ser, si descuido
impacto al futuro. La tarea es orientar hacia en sentido, identificar referentes intencionales de
la relación.
l.a. Convencimiento de que la vida y su trabajo valen la pena. Reconocer la relación y
saber el papel que juego yo y el otro en la relación, con ojos muy grandes para poder mirar lo
que hay en la realidad, para descubrir los recursos; oído muy fino para entender las necesidades
del otro, tener los pies en la tierra y la mente amplia para poder soñar, con un corazón sensible
y fuerte para acompañar.
g.a. El perfil es el de escuchar para salir de uno mismo sin dejar de ser uno mismo. Se
tiene que imaginar una posibilidad que no es real y manejarse con una posibilidad que es real,
que es lo que está viviendo. El cuidador logoterapéutico como escuchador.
k.l. Capacidad humana, espiritual, o sea, tener la capacidad de vincularse, de relacio-
narse, de ser espiritual y humano, ante todo me tengo que vincular conmigo, con el otro de
manera horizontal y vincularme con la trascendencia, con lo aquello que supera a los dos.
Capacidad de cuidar los tres tipos de vínculo.
m.j. Respeto incondicional a la dignidad de persona, son los amores del presente los que re-
suelven el pasado, tener capacidad de disponibilidad existencial como un espacio del corazón,
decir sí a la vida en relación, trabajar en insuflar la vida, tener una capacidad de lectura de lo
real, estar en este momento, vivencia del presente como un presente que surge en la relación
con el otro.

2. ¿Por qué es importante en la actualidad esta responsabilidad del cuidador?


c.m. Atención en la prevención sin sobreproteger, sin caer en el demasiado cuidado que inha-
bilita.
g.a. Cómo clasificamos la realidad. Sociedad que quiere salvarse aislándose del mundo,
reconocer la propia necesidad de vínculo contra una sociedad que genera retraídos y expulsados.
El cuidador tiene que establecer vínculos que en este momento están en crisis.
l.a. Clarificar lo que es importante, es la terapia la que ayuda a ver lo que es importante
para dar dirección y sentido.
m.j. El valor de la logoterapia está hoy en la vivencia de la esperanza que es la que funda la
posibilidad de sentidos, solo existe cuando hay la posibilidad de la desesperanza, la esperanza
es ese instante de luz.
k.l. Hoy hace falta cuidado porque nuestro mundo se ha deshumanizado, el tú se ha
vuelto un ello, un medio para un fin. Hay que rescatar el tú como un fin en sí mismo. “Lo
común contigo me reconforta, lo distinto me estimula”.

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3. ¿Hay un límite en la responsabilidad del cuidado de este cuidador logoterapéutico?
k.l. Intencionalidad y actitud en el encuentro. El límite lo pone la actitud, me acerco hasta
donde tú me dices que me acerque para no invadir, sin abandonar ni romper el vínculo. Tener
un ojo a mí y uno a ti.
c.m. Si el cuidado es amor, vínculo entonces donde está el límite, es correlacionar, el
cuidador es una presencia existencial, el límite es la dificultad del otro, el padecimiento del
otro, tener conciencia del cuidado como modo de ser que no tiene límite. El reto es hacer el
vínculo. Hay que tener conciencia del límite.
g.a. El límite es el respeto por el otro, para que pueda sentir el vacío, para que pueda res-
ponder la pregunta y pueda decidir. El límite nos vincula.
m.j. En el consultorio el paciente llega con la esperanza de que el terapeuta haga algo, va
con un profesional. Rollo May dice que estamos en un presente, en una relación de nosotros
de yo-tú y al mismo tiempo yo-ello, que al mismo tiempo es Juan y al mismo tiempo es un
ello que viene por un servicio profesional. No podemos quedarnos con el yo-tú de Buber, ne-
cesitamos un yo-tu institucionalizado, cuando estamos en terapia estamos persona a persona
a la luz de la institución llamada terapia. El límite es contenedor y permite la fecundación de
lo que está dentro del límite.
g.a. Es un encuentro con una intencionalidad terapéutica y con una funcionalidad dife-
rente.
l.a. Mi límite es mi humanidad, mi libertad, puedo apelar, desafiar, pero en realidad el
otro decide si lo toma o no. Si logro con mi persona establecer esta limitación.

4. ¿Cómo se cuida a sí mismo este cuidador logoterapéutico?


c.m. ¿Cómo me cuido yo? Cuido porque alguien me cuidó, es importante recibir cuidados,
aceptar y acoger el cuidado del otro y el de uno mismo.
k.l. Buscar los espacios de “desierto” para descansar y apapacharse, regresar a mí después
de estar con mi paciente para estar conmigo y ver qué me pasó. Abrirse a la trascendencia para
ser cuidador y cuidado por algo o alguien más.
l.a. Humildad para reconocernos limitados y reconocer nuestro cansancio, disfrutar la
vida desarrollando valores paralelos, ser capaces de recibir.
g.a. Involucramiento creativo, tener la capacidad de crear una situación diferente de lo
que estás haciendo, tener una actitud creativa.
m.j. Distinguir el cuidado como persona y el profesional, son dos cosas diferentes. Como
profesionales requerimos de supervisión clínica. En el cuidado personal hay que dejar de
mirarnos a nosotros mismos porque estamos rodeados de otros que me cuidan, mientras no
aprenda a mirar y recibir el cuidado del otro no voy a poder cuidar a los demás.
m.j. Provocación significa algo construido para provocar, somos sujetos de provocación,
de generar cosas, pero no sólo estamos provocando, sino que también somos objeto de la
provocación, todos vivimos en torno de las provocaciones, somos provocadores y provocados.
Esta capacidad de distanciado ayuda a evitar que la técnica nos aborde, desde el humanismo
hay que luchar contra esto.

40
g.a. Poseemos las técnica y la técnica nos posee, el paso adelante es la “y” porque tenemos
que utilizar la técnica, nosotros trabajamos en la proyección del ser humano y tenemos que
hacerlo lo mejor posible, el ser humano es un animal y es más que un animal, desde el espíritu
es la diferencia. Saber lo óntico para dudar de lo ontológico.
c.m. El hombre se apropia del instinto animal del cuidar existencialmente. El cuidado
debe ser algo natural, espontáneo.
k.l. Lo que da contexto a la técnica es el vínculo porque está sucede en el vínculo. Hay
que jerarquizar en primero al vínculo y en segundo la técnica. El perfil de un cuidador es un
dador con disposición.
k.l. Hay que retirarse para tener la distancia óptima, hay que retirarse para estar conmigo
para estar con el otro, sólo si me retiro puedo ver mejor.

Sandra Ruíz.
Vunerabilidad y transmición del sentido en la bioética del cuidado:
aportaciones de Frankl, Marcel y Kübler Ross.

El ser humano al sobrevalorarse no es capaz de enfrentar las desgracias de la vida y cae en la


desesperación.
Cuidado como responsabilidad, como solidaridad esto hace entenderlo, desde una visión
moral, como un compromiso social.

Gabriel Marcel (1889-1973)


1. Distinción entre problema y misterio. Misterio es plenitud, lo que nos rodea, frente al
misterio está el problema que es lo medible, lo que se le puede dar respuesta.
2. La técnica cada vez le gana más terreno a la sabiduría que se transmite de generación
en generación.
3. Desesperar es desatenderse en presencia de cualquier situación que nos paraliza, para
hacerle frente hay que recurrir al misterio de la esperanza que enfrenta aquello que no
podemos controlar.

Viktor Frankl (1905-1997)


1. Capacidad de autotrascendencia del ser humano. Cuando apuntamos a algo externo
generamos creatividad y sentido.
2. Voluntad de sentido.
3. Cura médica de almas.

Elisabeth Kübler Ross (1926-2004)


1. Los pacientes son los grandes maestros sobre cómo hacer frente a nuestra finitud.
2. Mantener la esperanza hasta el final de la vida, no es engañar, sino buscar cómo darles
fuerzas para seguir adelante para poder morir en paz.
3. Lenguaje verbal y no verbal (simbólico, tacto, etc.) para hablar directamente de lo que
nos angustia.

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La existencia no está sellada desde nuestro nacimiento, podemos proyectar. Sin embargo,
no todo está bajo nuestro control. Para sentirnos seguros buscamos otras vías que nos alejen
de la vulnerabilidad, el cuidado y el sentido permiten ver la vulnerabilidad como aquello que
nos permite construir una nueva realidad.

Ricardo Peter.
De la verdad a la Caridad (A la búsqueda de la Caridad perdida).

La verdad y la caridad tienden a chocar y dan como resultado las pérdidas, para ayudarnos
recurrimos a las verdades existenciales (enciclopedia de creencias) de apegos ideológicos que
tendemos a inflar para blindarnos frente a la vida. Terminamos aceptando las pérdidas cuando
aceptamos que somos los únicos indispensables para nosotros mismos.
El problema del donde del ser humano reside en el rechazo de sus límites que es lo que da
consistencia y resistencia a la vida, cuando recupero la conciencia de los límites es que cons-
truyo el sentido.
Nos cuesta liberarnos de las veritas absolutas, nos cuesta dar espacio a la caridad, nos
olvidamos que somos seres humanos. Configuramos la realidad desde una estructura sobre-
configurada lógica que conduce a juicios tajantes.
La falibilidad es inevitable. La caridad cuida a la persona porque su contexto es el sujeto.
La caridad entra en relación con lo existencial. La caritas contagia a la vida de vida.
Ser humano es cambiar y haber cambiado muchas veces es haber vivido muchas pérdidas.
La caritas procesa la realidad en forma de terapia. La caritas es necesaria al ser humano para
su conexión con otros, la caritas es que te apiades de ti mismo, el problema es la verdad y la
solución es el amor.
Tenemos que amar, no importa cuántas verdades se hayan roto.

Daniele Bruzzone y Pablo Etchebehere.


¿Quién cuida a los que cuidan? Del cuidado del otro al cuidado de sí mismo.

¿Es posible estar en una relación de cuidado desapegado? El cuidado implica una toma de
conciencia, descubrirnos frágiles.
El principio de “conócete a ti mismo” de la filosofía busca controlar y busca dominar, este
es el primer principio, otro es que nada con exceso, conoce tus límites, el tercero es que com-
prometerse implica desgastarse. Tal vez la vida se vive y después se sabe, será el único objetivo
conocernos a nosotros mismos o será el compromiso que adquirimos de uno con el otro. El
principio de cuídate a ti mismo gobierna la cultura cerca de 600 años, la cultura del cuidado.
Hay dos formas de darse a uno mismo, de manera racional que parece más una técnica
de sí, tal vez el cuidado de sí es un olvido de sí, perderme en el otro, es un cuidado afectivo y
amoroso.

42
Hay una dimensión de cuidar al yo en el otro, cuando cuido al otro, de manera indirecta
cuido una parte de mí mismo. ¿Por qué cuido al otro? Porque el sufrimiento del otro es el
mismo, porque su situación potencialmente es la mía. Hay un otro en el yo que tenemos que
cuidar, aquí la tarea de conocerme y tomar contacto con la parte más profunda de mí mismo,
esta es una condición para entrar en un cuidado más profundo, la vulnerabilidad del otro me
exige entrar en contacto con la mía.
Uno puede trascenderse a sí mismo volviendo a su verdadero origen, eso sería la conven-
ción, volver al origen no sólo es volver a mis raíces, sino también es no vuelvo más y construyo
otro mundo, esto también es autotrascendencia.
Hay un cuidado de sí que tiene como objetivo evitar el sufrimiento y otro la conversión
en la que yo me cuido pero sigo abierto a la herida, el sentido es la sutura de una ruptura.
Se puede cuidar de una manera auténtica que es liberar al otro o de una manera inautén-
tica que es sustituir al otro dominándolo.
Salir de mí es una consecuencia porque el sentido me llama, ese otro me llama a salir de
mí. Responder el llamado de este sentido quiere decir que este sentido conecta con algo que
no es totalmente consciente, pero este salir afuera me obliga a regresar a mí mismo, el adentro
está afuera, en el agua también estoy yo. Preocuparse por uno mismo es un estado de vigilia,
es un despertar, es un abrir los ojos. La noodinamia no nos deja tranquilos, es una tensión y
una incertidumbre, el logoterapeuta es un buscador sin ninguna garantía de que encuentre,
hay un espacio muy grande para la duda, la incertidumbre y el riesgo. La sabiduría es saber
cuándo decir sí a la vida y cuando oponerme.
El que realmente cuida es aquel que le da al otro lo que realmente necesita.
El tiempo es una cuestión fundamental del cuidado, tener el tiempo libre para el cultivo
del alma (ocio). Estamos en un mundo que se preocupa más del hacer que del ser. Cada uno
sabe en el momento que está viviendo qué necesita.

Gerónimo Acevedo.
El modo humano de cuidar.

Las cosas no se repiten, son nuevas, hay que despojarse del pasado.
En el antiguo paradigma definíamos algo por lo que le falta, en el nuevo paradigma el
desafío es tratar cómo podemos cambiar nuestra mirada, lo que le sucede a una persona tiene
que ver con lo de afuera, lo de adentro y cómo responde. La pregunta sobre el sentido nace de
la necesidad de seguir buscando desde el “gerundio existencial”, somos arquitectos, especialis-
tas en reciclaje, la logoterapia es obvia y por eso es tan complicada.
La labor del terapeuta es “quitar los alambres” para encontrar una meta en común, somos
cartógrafos que conocemos el territorio del sufrimiento. La idea principal de la logoterapia está
centrada en la espiritualidad humana que no es reducible al plano psicofísico, esto conduce a
nuevos enfoques en la salud y la ética: la salud es el desarrollo del ser en su potencia y sentido.
El hombre no es acción-reacción, sino es una respuesta que toma desde la libertad, desde
lo factico y lo facultativo.

43
Miguel Jarquín.
El otro: sujeto del cuidado

Pensamos desde las vivencias, no desde las ideas. La vida se hace por la pasión que metemos
en ella, en cada acción que hacemos.
Heidegger usa como corazón de su pensamiento el cuidado, esta idea nace del ser arro-
jados en el mundo, de este hombre que tiene que cuidarse a sí mismo, tiene que ver con un
referente hacia mí, el cuidado es un acto de protagonismo propio.
Esta visión del cuidado del otro generó profesiones del cuidado que en realidad no eran
por el otro, era a mí mismo que apoya el concepto de “mirar”, pero este mirar significa e im-
plica no tocar.
Buber no habla de un vínculo, habla de una relación que se llama encuentro, es ponerte
en el orden del espacio del entre yo-tú, el tú aparece en la interpelación, el otro me llama. Me
involucro, dejo de ser protagonista del cuidado, me involucro en la vida del otro que significa
correr el riesgo del otro, entender al otro es meterme
en su vida y dejar que invada mi vida, de nada me sir- el mayor miedo que tenemos
ve reflejar lo que escucho si no me involucro. al cuidar a un diferente es que
Emanuel Levinas introduce la idea del “rostro”, nuestra vida pasada de verdad
es aquello que viene a mí desde su desnudez, es lo que se vuelva pasada y lo más grave
yo no puedo atrapar, lo que no puedo controlar, el es que no tenemos camino de
otro es lo incomprensible, lo que no cabe en nuestras regreso. El rostro llega a través
vidas, a veces atendemos al enfermo no por su dolor de la huella que es el signo del
sino desde el nuestro. Levinas introduce un personaje: camino sin regreso.
Él, al otro en su irreversibilidad, cuando nos visita el
diferente y nos toca nunca más volvemos a ser los mismos,
cuando la enfermedad nos toca, nos toca para siempre. El Él es el huésped, el extranjero, llega en
medio de la noche en mi comodidad, viene de fuera. El rostro desarma al yo, es el que nos trae
una diferencia tan diferente que no podemos con ella, es el otro quien es mi maestro de vida,
la única manera de identificarnos es cuando el otro me reconoce en una relación.
Nosotros no podemos ser sanadores si el doliente no nos da la categoría de sanadores, no
podemos ser cuidadores si el otro no nos da esa categoría, el riesgo cuando viene el otro es que
en esa diferencia terminemos amándolo, el mayor miedo que tenemos al cuidar a un diferente
es que nuestra vida pasada de verdad se vuelva pasada y lo más grave es que no tenemos cami-
no de regreso. El rostro llega a través de la huella que es el signo del camino sin regreso.
Cuando puedo acompañar al otro desde el llamado que me hace puedo propiciar que el
otro se haga presente en mi vida, todo rostro es visitación y trascendencia, el otro llega para
que yo colabore con él, no para que dependa de mi. El verdadero cuidado es hacer libre al
otro, necesito despojarme de mí, necesito que el otro me reviente en mi mundo de confort.
Tener rostro es existir, es ser ante el mundo, es tener una responsabilidad ante el mundo. Hay
que enseñar a vivir de pie.
Entrar a la esperanza es entrar a un mundo que tenemos que merecernos.

44
Pablo Etchebehere.
Apuntes sobre el cuidado: una lectura desde Frankl.

El cuidado se puede ver en el ámbito de la muerte y en el de la vida. La dignidad humana


aparece en cómo enfrentamos el sufrimiento; la filosofía es una meditación de la muerte en el
sentido de darnos cuenta que somos finitos.
Para Heidegger el hombre es un ser para la muerte y el cuidado surge de la angustia, sorge
tiene que ver con la cura, el sentido es la sutura de la ruptura; sorge significa una preocupación
antes de una ocupación, el riesgo es que nos perdemos de la relación porque perdemos con-
fianza. Si la filosofía ve al cuidado como sólo preocupación nunca me voy a encontrar como
otro, siempre voy a estar marcando la distancia, nunca voy a acariciar al otro.
El primer cuidado es prestar atención a todos esos “no seres” que hay en nuestra vida
para que a pesar de ellos mostrar que la vida puede tener sentido, el sufrimiento y el dolor no
forman parte del sentido que tiene el universo, la idea es que a pesar de todo eso la vida sigue
teniendo sentido.
Otra cosa es interesarse por el otro, a esta pertenece la filosofía que medita no sobre la
muerte, sino que medita sobre la vida. Habla de la pasión como la capacidad de recibir, de ser
un huésped. En el homo patiens su gran riqueza es que está abierto al ser y al no ser, está abierto
a ambos, es el que se apasiona tanto disfrutando como sufriendo, ese es el hombre real, el que
es cuidador y al mismo tiempo se descubre como herido, nos cuesta ver nuestra contingencia
si banalizo el mal también banalizo el bien y la vida se transforma en nihilismo donde me da
lo mismo ser que no ser. El homo patiens nos cuida de la banalidad, de la indiferencia, nos
permite estar atentos, estar interesados por la vida.
El homo patiens es el único que puede tener compasión, misericordia traducida como un
corazón dolido, se da cuando nuestro corazón sufre, cuando es miserable, no será que nuestro
corazón es de suyo, abierto al ser. En la traducción hebrea misericordia se puede traducir como
entraña, tripa, útero. La espiritualidad del homo patiens estaría orientada desde la misericordia
como compañero de viaje, esto permite no sólo entender el sufrimiento, sino engendrar vida.
En todas la éticas antiguas había un capítulo dedicado a la amistad, eso desaparece en las
éticas modernas, hoy tenemos un cuidador, ¿dónde está el amigo? Aquel que está junto en
silencio.

Mesa de diálogo.
Los ámbitos del cuidado logoterapéutico.
(Felipe Miramontes, Xochitl Meneses, Mauricio Carvajal, Marielos Mollinedo y Sandra Ruíz Gros)

1. ¿Cuáles son los ámbitos del cuidado logoterapéutico?


m.m. No reducirse a un ámbito, los ámbitos son la persona en cualquiera de sus situaciones y
contexto de vida. Ámbito reduce, estamos en la formación, en la medicina, en la enseñanza.
m.c. Los ámbitos son el yo y el tú. El medio es la trascendencia, es lo que da cauce a este
ámbito, yo te cuido de mí, yo me cuido de mí.

45
x.m. En la cura de almas médica.
s.r. El ámbito es donde está el ser humano, donde está nuestra biografía, cuidar de noso-
tros para que seamos la luz que enciende otra luz.
f.m. Desde Frankl es en el ámbito del análisis existencial y de la cura médica de almas. La
logoterapia y el análisis existencial necesitan ser cuidados desde el estudio.

2. ¿Qué distingue el cuidado logoterapéutico de otro tipo de cuidado?


m.m. Su antropología, a reconocer a la persona integralmente en la filosofía. Estar frente a la
persona desde mi ser homo patiens e incitar a la responsabilidad.
m.c. La conciencia de dejar de hacer lo instintivo, es la renuncia de todo el bagaje que nos
compone.
f.m. Conjunto armonioso entre la filosofía y el terapeuta. Desde la formación de la prác-
tica terapéutica, desde la investigación y generar conocimiento, desde la divulgación, la do-
cencia. Desde hacer vida la filosofía del análisis existencial y la logoterapia.
x.m. La dimensión espiritual. Ver la perspectiva de la enfermedad como una oportunidad
hace que pasemos del cuidado factico, del cuerpo, a un cuidado de la persona.
s.r. La vivencia de Frankl y que la logoterapia no se cierra, que invita a hacer frente a retos
muy importantes.

3. ¿Cuál sería la ética del cuidado logoterapéutico?


m.m. En la formación ética profesional que se debe de generar desde las raíces en cualquier
área. La ética necesita una formación de la persona en no ser repetidores.
m.c. La ética del cuidado es la parte superadora de la lucha de la personalidad y las pasio-
nes fundado en los valores.
s.r. Se trata de reconocer a la persona en su sí mismo, en su ser humano.
x.m. En el hecho de poder cuidarnos como personas y no confundirnos en la despersona-
lización, recuperar el ser persona del otro y la mía. Involucrarnos.
f.m. ¿Cuidar qué? Que hay de cuidar al hombre que ama, una buena ética es devolver a
la persona el gusto por buscar su amor a la vida, una ética de la plenitud. Estar en un estado
de apertura al sentido sea lo que sea que nos pase en la vida, viendo al sentido como aquella
posibilidad de transformar de una u otra manera mi realidad.
s.r. Abre la puerta para validar las voces de los otros.
f.m. Le hablo a tu rostro y le hablo a tu corazón, ver a la persona completa, no podemos
centrarnos solo en la persona del terapeuta sino en su quehacer, en su vida cotidiana. Quizá el
aporte es cuestionar que los campos de concentración no sucedan una vez más, la invitación
es a formarnos bien en un mundo más amplio.
m.m. Que el menos enfermo cuide al más enfermo. Salimos al encuentro.

46
Clara Martínez.
Cuida-dos: cuidándote me cuido

Vínculo, encuentro y relación. El cuidado implica una acción, un compromiso y una entrega.
Cuida-dos, cuidándote me cuido, trascendiendo juntos.
Esencia del cuidado: todo cuidado implica una relación, un vínculo y un encuentro. Cui-
do lo que me interesa, lo que me intenciona, lo que tiene un valor y lo que amo.
Hay un cuidado necesario (desde lo biológico) y un cuidado esencial, se hace una cadena
en donde uno cuida y es cuidado. Existimos porque de una u otra forma fuimos cuidados por
alguien, somos resultado del cuidado del otro o del descuido del otro.
El cuidado tiene que ver con compromiso, con amor, ternura, etc.
Hay diferentes esferas del cuidado como: biológico, psicológico, existencial, trascendente,
mundo de las cosas y el mundo de la naturaleza. El cuidado requiere de una presencia plena.
Existe una patología del cuidado cuando hay un descuido o un exceso de cuidado. Parte
de la tarea es cuidar del descuido.
La tarea de la logoterapia es acompañar en la transformación de eso roto que cada uno
tiene para aceptar, reparar, reconciliar, perdonar y finalmente transformar.
Cuidado y resilencia: correlación directa entre la expresión de la espiritual y el nivel de
resilencia: a mayor capacidad de expresión espiritual mayor nivel de resilencia.

Mesa interactiva
¿Por qué te interesó venir y por qué el tema del cuidado?

Falta de respeto y soberbia pensar que puedes estar cuidando al otro sintiéndote Dios si no
conoces tus límites, retomo postura a partir del respeto por mí. El cuidado es una responsabi-
lidad. Aprendo a mirar también los límites del otro.
Toco la responsabilidad de cuidarme, eso no lo tenía conceptualizado, no era mi tema, no
era parte de mi responsabilidad. No existe la “utopía” de que no necesito que me cuiden, que
me cuiden me nutre y me da pavor, cuidarme a mí me rompe el esquema.
Dentro de la educación no se enseña a autocuidarse, es cultural, nunca te dicen que te
cuides. Reconocer que necesito que el otro me cuide.
Para cuidar al otro hay que saber ver la necesidad del otro. Para cuidar necesito humildad.
Mantener una relación horizontal en el diálogo
El cuidado de la logoterapia es humanista, es que el otro asuma su vida. Es un amor que
facilita el desarrollo, es trascendente, es fortalecer la subjetividad para que el otro sea.
Los jóvenes están hechos para batallar en la vida, el tema del cuidado ha sido utilizado
como un cultivo al no sufrimiento, Frankl te levanta a la vida, cuidarnos de no caer en una
dinámica de abrazar el sufrimiento. Frankl siembra resilencia, a empoderarse.
Yo salgo cuidado por mi paciente.
Concepto de involucramiento, me dejo tocar emocionalmente sin fundirme o confundir-
me con el otro. Yo salgo más yo y tu sales más tú después de la terapia.
Encuentro humano dialogante.

47
la logoterapia en méxico

La tríada del vínculo terapéutico


como modelo relacional para mi paciente
Flavia Toledo Cortina

E
El siguiente ensayo es una síntesis de mi trabajo de titula-
ción para la Especialidad en Análisis Existencial y Logote-
rapia en smael. Para poder hablar del vínculo terapéutico,
abordaré el concepto de encuentro terapéutico, tomando como
referencia el marco teórico de la logoterapia y el análisis exis-
tencial, así como su relación con otras escuelas de psicología
que también hablan del concepto de encuentro en la relación
paciente-terapeuta.
Tales perspectivas van desde el psicoanálisis al existen-
cialismo, pasando por el humanismo. En este sentido, llevé
a cabo una revisión bibliográfica de las que considero son las
principales escuelas de psicología y a sus autores más represen-
tativos Esta investigación abarca el psicoanálisis de Sigmund
Licenciada en Psicología, Freud, la psicología analítica de Carl Jung, la psicología indi-
Universidad Iberoamericana.
vidual de Alfred Adler; la socioanalítica de Erich Fromm, las
Especialista en Análisis
Existencial y Logoterapia, SMAEL. integradoras del yo de Gordon Allport, la humanista y trans-
Especialista en Trastornos personal de Abraham Maslow, la humanista centrada en la
del Desarrollo Generalizado, persona de Carl Rogers y las psicoterapias existenciales, como
Clínica Mexicana de Autismo
Ludwig Binswanger, Medard Boss, Rollo May e Irvin Yalom.
y Alteraciones del Desarrollo
(CLIMA, A. C.) Parto desde mi formación como logoterapeuta para ha-
Cofacilitadora de las materias cer un análisis de las similitudes y las diferencias que tienen
de Seminario Logoterapéutico I otras escuelas con la logoterapia y el análisis existencial de Vi-
y Entrevista I en SMAEL.
ktor Frankl, en relación al concepto de encuentro terapéutico.
Cada una de estas escuelas tiene sus limitaciones, lo cual no
las anula, ya que también presentan sus propias aportaciones.
El primer punto en el que coinciden todas las diferentes
escuelas que revisé, sin importar la técnica que utilicen, es el
hecho de querer ayudar a alguien que sufre a vivir mejor su exis-
tencia. Todos los enfoques buscan, sin excepción, favorecer la
capacidad de crecimiento del paciente, dándose así una relación
terapéutica en la que prevalece la responsabilidad frente al otro.

48
Aunque todos concuerdan en tener la misma intención de querer ayudar al paciente,
tienen una concepción particular de lo que es un paciente. En el fondo, de lo que estamos
hablando es que cada escuela tiene una visión diferente del ser humano, y es realmente desde
ahí donde se parte para la ayuda terapéutica.
La logoterapia y el análisis existencial son muy claros en cuanto a su visión antropológica,
pero las otras escuelas no lo son, por lo que voy a inferir cuál es esta visión del ser humano a
partir de sus diferentes teorías de la personalidad.

En esta línea del tiempo podemos observar cómo se entrecruzan las vidas de los diferentes
autores y cómo se van entretejiendo los diferentes conceptos de encuentro terapéutico, a par-
tir de las diferentes escuelas de psicología. Asimismo, vemos cómo es que se van sumando a
conceptos y propuestas, así cada uno de los autores ha contribuido en el entendimiento del ser
humano y con el paso del tiempo nuestra visión del hombre se ha ido ampliando, por lo que
el concepto de encuentro terapéutico también se ha ampliado. En este esquema se encuentra
cada autor con una palabra que representa su visión del hombre seguida por su concepción de
encuentro terapéutico.
Todos estos autores coinciden en que lo más importante en el proceso terapéutico es la
relación paciente-terapeuta. Al hablar de relación, estamos hablando del encuentro, el cual
fluye en el espectro de la psicoterapia entre dos polos: la técnica y el arte. No podemos hablar

49
de encuentro terapéutico si no tomamos en cuenta la técnica, porque entonces estaríamos
hablando de otro tipo de encuentro y no del que requiere de una preparación especial. A esta
preparación la llamaremos técnica para poder acompañar a la persona que sufre. Por otro lado,
si nos quedamos en la pura técnica, eliminamos el elemento humano a este proceso tan íntimo
como es la psicoterapia. En ello Frankl es muy claro cuando dice que “no es el método el que
deshumaniza al paciente, sino el espíritu con que se maneja” (Frankl, 2000: 20).
Identificamos elementos importantes que comparten las diferentes escuelas sobre el en-
cuentro en la relación terapéutica: la confidencialidad, la confianza que deposita el paciente
en su terapeuta, la empatía que surge cuando el paciente percibe que quiere ser ayudado y, por
último, el vínculo que se establece en la relación paciente-terapeuta.
Por cuestiones didácticas, divido en tres las posturas respecto al concepto de encuentro en
la relación paciente-terapeuta. La primera postura es la de la escuela psicoanalítica, en la que
el encuentro se define con la transferencia como una proyección de las relaciones tempranas
del paciente hacia el terapeuta, poniendo el acento en la técnica. La segunda postura es la de
las escuelas analíticas y humanistas que hablan de la importancia de una relación íntima y de
confianza como elementos que generan transformación dentro de un proceso de crecimiento
tanto para el paciente como para el terapeuta, poniendo el acento en la parte humana. La ter-
cera postura, que sería la de los logoterapeutas (por lo menos como una propuesta novedosa) y
los psicoterapeutas existenciales: es una experiencia existencial en el aquí y el ahora del espacio
terapéutico, como un modelo relacional para que el paciente replique en sus otras relaciones.
Pasando del micromundo que se da en este encuentro particular al macromundo del paciente.
De esta manera, podemos ver que dentro del espectro arte-técnica, cada proceso tera-
péutico pone un acento particular sobre el encuentro. Para el psicoanálisis el encuentro es
transferencia, lo que lo coloca en el polo de la técnica, mientras que para la logoterapia y las
psicoterapias existenciales el encuentro es existencial, lo que los coloca dentro del polo del
arte. Lo que sí podemos observar es que hay una tendencia cada vez mayor a humanizar la
relación terapéutica.
Dentro de la psicoterapia moderna, Freud fue el primero en hablar de la importancia de
la relación paciente-terapeuta (transferencia-contratransferencia) y fue el primero en incluir la
historia biográfica de la persona.
Para Freud el encuentro terapéutico queda marcadamente del lado de la técnica y aunque
él es la plataforma de la que partimos todos, podemos encontrar cómo poco a poco se le fue-
ron separando sus más cercanos seguidores, por lo que el acento se fue poniendo cada vez más
hacia la parte humanista, del lado del arte. Así, para los logoterapeutas, este encuentro tiene
un papel más activo, en el que escuchar y contar se complementan, dándose así una recipro-
cidad que es la base del encuentro.
Me uno a Frankl en cuanto al reconocimiento (al menos histórico) que hace de Freud
como padre de toda psicoterapia:

Más allá de todo, el psicoanálisis es, y permanecerá siendo por siempre, el cimiento indispensable
de toda psicoterapia, incluyendo cualquier escuela futura. Pero deberá asumir el destino de ci-
miento, es decir, se volverá invisible ante el edificio que se construya sobre él (Frankl, 2007: 15).

50
Pero también me uno a la visión de hombre que propone Frankl, como un ser tridi-
mensional en la que incorpora a la unidad psicofísica la dimensión espiritual, diciendo que
la psicoterapia debe abarcar todas las dimensiones del hombre, ya que el hombre es unicidad
en la multiplicidad (Frankl, 2000); y desde esta visión antropológica, la logoterapia viene a
complementar y a ensanchar toda psicoterapia: “En realidad lo que pretendemos es no parar la
construcción en los cimientos o en cualquier piso, sino poner la totalidad bajo techo” (Frankl,
1994:121).
Para Frankl el psicoanálisis destruye la relación humana que había fundado y dice:

Fue mérito del “análisis de la existencia” (Binswanger) y de la analítica de la existencia haber


vuelto a colocar el carácter de encuentro de la relación psicoterapéutica en el lugar que le corres-
pondía. De esta manera se conserva el carácter existencial del encuentro, y existencial significa
adecuado al ser humano (Frankl, 2001: 315).

La influencia de los filósofos existenciales en la psicoterapia se puede observar en el con-


cepto de Heidegger de “ser-en-el-mundo” (Dasein), el cual retoma Binswanger, cuya mayor
aportación va en relación con la comprensión de la psicosis. Mientras que para Frankl la logo-
terapia es el resultado de la aplicación de los conceptos de Max Scheler en psicoterapia para el
tratamiento de las neurosis. Binswanger se basa en los conceptos de la relación yo-tú de Buber
y Ebner, pero Frankl va más allá del encuentro dialógico, cuando habla de la cualidad esencial-
mente humana de la autotrascendencia. De esta manera se conserva el carácter existencial del
encuentro, donde “existencial significa adecuado al ser humano” (Frankl, 2001: 315). Frankl
nos habla de un encuentro existencial entre dos personas, desde su unicidad y su humanidad.
Este encuentro se va construyendo, cuando comunico mi existencia me encuentro con el otro,
es tener la disposición de estar con el otro con toda mi humanidad y estar abierto a recibir su
humanidad sin juicios.
La logoterapia también pone el acento en la relación paciente-terapeuta, en cuanto a una
relación íntima y de confianza, dándole el valor de curación. De Barbieri (2010) lo ha nom-
brado como “lo que cura es el vínculo”. Binswanger dice que el encuentro es estar uno con el
otro en auténtica presencia. Por su parte, Boss dice que la relación terapéutica no puede ser
neutral, ya que el ser humano está siempre vinculado con los otros en el mundo.
Desde Adler y Jung se comenzaba a hablar de una relación de mayor equidad paciente-te-
rapeuta, con esfuerzo conjunto para trabajar. Por su parte, Fromm nos dice que la labor tera-
péutica no puede ser sólo técnica, sino que es un encuentro transformador entre dos personas,
es un amor que promueve.
Para Maslow, lo que cura en la psicoterapia es la relación íntima y de confianza con otro
ser humano, toma de los existencialistas la relación yo-tú de Buber. Carl Rogers agrega que
para que se dé un cambio constructivo en la conducta del cliente es necesario que éste expe-
rimente en la relación terapéutica: a) autenticidad y congruencia por parte del terapeuta, b)
la aceptación incondicional para el cliente, c) la comprensión empática hacia la situación del
cliente, lo que ayudará a la persona dirigirse a la autorrealización. .
Rollo May hace alusión a los términos transferencia vs encuentro, diciendo que una cosa
es analizar la transferencia y otra es abrirse al encuentro, ya que el encuentro está en el “ser” y

51
la transferencia en el “hacer” (citado en De Barbieri, 2010). Nuevamente podemos observar
que el encuentro se da en esta relación.
Para Rollo May hablar de encuentro es hablar de presencia en el aquí y en el ahora, en
este proceso experiencial que ocurre entre paciente y terapeuta. Es una terapia que consiste
en asistir al paciente en el proceso de autodescubrimiento. En logoterapia, Fabry propone
que el autodescubrimiento es una de las cinco áreas en las que se puede encontrar la fuente
del sentido.
En la logoterapia, la relación terapéutica es un encuentro
existencial entre dos personas desde su humanidad y unicidad, En la logoterapia, la
en donde a través del diálogo existe la intencionalidad de bus- relación terapéutica es un
car y descubrir el sentido que permite la autotrascendencia. encuentro existencial entre
Partiendo de las múltiples tríadas propuestas en los textos dos personas desde su
de Frankl, me gusta la idea de añadir una más: la triada del humanidad y unicidad, en
vínculo terapéutico, la cual incluye tres elementos clave que for- donde a través del diálogo
man parte de la logoterapia y el análisis existencial: encuentro, existe la intencionalidad
diálogo socrático y autotrascendencia. de buscar y descubrir el
El encuentro es un espacio que se va construyendo poco a sentido que permite la
poco y es necesario para que se dé el vínculo. Es un encuentro autotrascendencia.
existencial entre dos personas desde su unicidad y su humani-
dad, con la intencionalidad de descubrir un sentido. Es un transitar entre los dos polos de la
psicoterapia, el arte (el ser) y la técnica (el hacer), poniendo el acento principalmente en el ser.
La autotrascendencia es el poder salir de mí para poder estar con el otro, es estar dirigido
hacia algo que no es uno mismo, hacia otra persona a quien cuidar o a un sentido a cumplir
en el mundo. Desde mi ser terapeuta me autotrasciendo para encontrarme con mi paciente
y es en ese lugar en donde me pongo amorosamente, desde mi libertad y conciencia, con la
intencionalidad de ser un facilitador y un compañero de viaje, en esta búsqueda de sentido
para su existencia y si lo logro, mi paciente también autotrasciende en el encuentro hacia su
mundo.
El diálogo socrático contribuye al vínculo como un camino para encontrase a través de la
palabra, y también puede ser una meta en sí, en donde se da un encuentro a través del diá-
logo entre dos personas en su dimensión espiritual, es decir, de espíritu a espíritu, dándose
un encuentro biopsicoespiritual. Otro aspecto es la búsqueda de un sentido que trasciende al
paciente-terapeuta a través del diálogo, en dónde van más allá de la relación, pudiendo vivir
aquello que está pasando ahí, en el mundo más amplio fuera de esas paredes.
En sesiones en las que considero se dio el vínculo terapéutico, los pacientes reportan situa-
ciones en las que comienzan a experimentar cambios en su mundo exterior. Como terapeuta
he podido danzar entre los dos polos —arte y técnica— del espectro de la psicoterapia, don-
de están implicados los tres elementos del vínculo: un encuentro existencial que se encuentra
mucho más en el “ser”; un diálogo socrático que está más en el “hacer”; y la autotrascendencia,
que va y viene entre los dos polos, con lo que concluyo que desde la logoterapia estos son los
tres elementos clave para poder crear un vínculo con mi paciente y desde ahí, servirle como
modelo relacional.

52
A partir de la triada del vínculo, podemos observar:

a) Cuando se da un encuentro existencial es un factor de cambio y transformación en el


paciente.
b) Como terapeutas le podemos modelar a nuestro paciente formas alternativas de estar
en el mundo, lo que le abre nuevas posibilidades.
c) Cuando el terapeuta se pone con toda su humanidad con su paciente en el aquí y el
ahora, ayuda a que se rompan resistencias, abriéndose y exponiéndose igual que él.
d) Cuando en el encuentro hay escucha reflexiva y reflejante, aceptación incondicional,
empatía y acompañamiento en la crisis, se genera en el paciente la posibilidad de co-
menzar a abrir una puerta de confianza que lo lleve a una nueva experiencia y así poco
a poco aventurarse a experimentar en otras relaciones.
e) Cuando hay un encuentro terapéutico, ese espacio se convierte en algo muy especial y
único en el que el paciente puede reconstruirse, integrando un nuevo modelo de rela-
ción.

No toda relación terapéutica implica un encuentro y no todo encuentro implica necesa-


riamente la triada del vínculo terapéutico.

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LAG, Colección Sentido, México, 2004, p-p- 155 – 161
García Pintos, Claudio. Frankl por definición: Consultor temático de Logoterapia y Análisis Existencial
1ª ed., San Pablo, Buenos Aires, 2007
Jarquín, Miguel. “El encuentro: habitación del sentido”, Diez voces y un rostro. Homenaje a Viktor E.
Frankl, Primera Edición, Colección Sentido, Ediciones LAG, México, 2005, p.p. 137-154
Martínez, Efrén. El Diálogo Socrático en la psicoterapia centrada en el sentido, 1ª ed.,Ediciones Aquí y
Ahora, Bogotá – Colombia, 2009
Martínez, Yaqui. “Irvin D. Yalom” Perspectivas en Psicoterapia Existencial, Comp. Martínez, Yaqui y
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Miramontes, Felipe. “La filosofía socrática en la logoterapia”, en Revista Mexicana de Logoterapia,
número 27, primavera, Ediciones LAG, México, 2012, p.p. 63-74
Moreno, Norman Darío. “Lo fundamental en la relación terapéutica”, en Revista Poiesis, N°19, Ju-
nio, Ed. Funlam, Colombia, 2010 . www.funlam.edu.co/revistas/index.php/poiesis/article/down-
load/119/106
Pérez Castro, Pablo “Elementos de la relación terapéutica” blogspot.mx/2012/04
Rueda, Claudia. “Notas sobre un encuentro particular”, en (Revista Mexicana de Logoterapia), núme-
ro 11, Primavera, Ediciones LAG, México, 2004, p.p. 70-77
Unikel, Alejandro. “Empatía y diálogo socrático”, “Contribuciones al trabajo de la empatía”, Logote-
rapia dentro y fuera del campo de concentración, 1ª ed., Colección Sentido, Ediciones LAG, México,
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Unikel, Alejandro. “Medard Boss”, Perspectivas en Psicoterapia Existencial, Comp. Martínez, Yaqui y
Signorelli, Susana, Ediciones LAG, Colección Sentido, México, 2011
Wilber, Ken. La conciencia sin fronteras, 18ª ed., Ed. Kairós, Barcelona, 1985
www.metodologiaencienciassociales. Blogspot.mx/p/vi-fses-de-la-investigacion 2 junio de 2014
Istmo.mx/2012/07/recordando-a-erich-fromm/ Aguilar-Álvarez, Sergio. Recordando a Erich Fromm.

54
la logoterapia en méxico

Propueta de intervención
desde la logoterapia
en pacientes con cáncer.
Visión desde una paciente y una logoterapeuta1
Verónica Salas Gutierrez
Angélica de la Medina Cano

D
Verónica Salas Gutierrez. Desafortunadamente, la población con cáncer ha venido
Licenciatura en Psicología, Universidad del
Valle de México. Maestría en Psicooncologia
cada vez más en aumento, no sólo en México, sino en todo
y Cuidados Paliativos, Universidad el mundo. Es considerado como una de las principales causas
Complutense de Madrid. Analista existencial
y logoterapeuta (SMAEL). Logoeducadora
de incidencia y mortalidad en todo el mundo y de acuerdo
(SMAEL). Tanatóloga (AMTAC). Práctica de a la OMS,2 tan sólo en el 2012, alrededor de 14 millones de
Hipnosis ericksoniana. personas se enfrentaron a un diagnóstico de cáncer y 8.2 mi-
llones de personas murieron a causa de este padecimiento.
El cáncer es una palabra muy corta de pronunciar, pero
muy pesada de sobrellevar. Para la mayoría de las personas,
tan sólo escucharla o pronunciarla les produce miedo, la re-
lacionan con muerte, sufrimiento, desesperanza e incerti-
dumbre.
Pero esto no necesariamente tiene que ser así. La logote-
rapia nos ofrece muchos recursos para lidiar con esta enferme-
dad, pues ningún condicionamiento nos determina, ni siquiera
el cáncer. Esto es posible gracias a la capacidad humana de
oposición del espíritu. Este trabajo es un testimonio de ello.
Por ello, presentamos esta propuesta de intervención
Angélica de la Medina Cano desde la logoterapia a dos voces, pues surge de la experiencia
Licenciatura y maestría en Administración de una paciente con cáncer y la de una psicologoterapeuta que
y Dirección de Empresas por la Universidad
de las Américas - Puebla (UDLA) y el trabaja con personas con cáncer. Ambas sabemos, por expe-
Instituto Tecnológico Autónomo de México riencia, que las personas en esta condición pueden tener una
(ITAM), respectivamente. Consultoría en el
desarrollo de nuevos negocios a mujeres
vida digna y llena de sentido, pase lo que pase.
de escasos recursos en el Centro de
Desarrollo Social Utopía (CDSU). Desarrollo
de Proyectos Especiales de Música, Arte,
1
Lego, y Finanzas, en la Confederación Este artículo es un extracto de la tesis homónima que las autoras
Mexicana de Organizaciones a favor de presentaron para obtener su Especialidad en Análisis Existencial y Lo-
la persona con discapacidad intelectual
(CONFE). Especialidad en Análisis Existencial y
goterapia en smael. En ella se podrán encontrar las referencias biblio-
Logoterapia en SMAEL. Consulta particular de gráficas y el sustento teórico pertinente.
2
logoterapia en Indiana, USA. www.who.int/mediacentre/factsheets/fs297/es (16-mar-2014)

55
¿Qué es el cáncer?
Consideramos importante hablar en general de lo que es el cáncer, ya que se habla, se teme y
se repele, pero en la mayoría de los casos existe una desinformación al respecto.
De acuerdo con The American Cancer Society3 el cuerpo está compuesto por millones de
millones de células vivas. Las células normales del cuerpo crecen, se dividen en nuevas células
y mueren de manera ordenada. Durante los primeros años de vida de una persona, las células
normales se dividen más rápidamente para facilitar el crecimiento. Una vez que se llega a la
edad adulta, la mayoría de las células sólo se dividen para remplazar las células desgastadas o
las que están muriendo y para reparar lesiones.
El cáncer se origina cuando las células en alguna parte del cuerpo comienzan a crecer de
manera descontrolada. El crecimiento de las células cancerosas es diferente al crecimiento de
las células normales. En lugar de morir, las células cancerosas continúan creciendo y forman
nuevas células anormales. Las células cancerosas pueden también invadir o propagarse a otros
tejidos, algo que las células normales no pueden hacer.
Existen cuatro elementos que caracterizan al cáncer:4

1) Su capacidad de formar metástasis: siguen sus propias instrucciones internas de re-


producción hasta el punto que pueden emigrar del sitio donde se producen, invadir
nuevos tejidos y formas masas en otros órganos.
2) La anaplasia: se trata de tejidos desestructurados, con alteraciones en la arquitectura
tisular normal.
3) La autonomía: su crecimiento celular no está regulado de manera adecuada, es descon-
trolado.
4) La clonolidad: es la propiedad de las células cancerosas que implica que el cáncer se
origina de una única célula progenitora que prolifera y da lugar a un clon de células
malignas.

Existen aproximadamente 200 tipos de cáncer, que se pueden agrupar de la siguiente


manera:

a) Carcinomas: neoplasmas malignos de la piel y de órganos, como el aparato respirato-


rio, digestivo o tracto respiratorio.
b) Linfomas: canceres en el sistema linfático.
c) Sarcomas: neoplasmas malignos en el tejido muscular, óseo o conectivo.
d) Leucemias: cánceres de los órganos que forman la sangre, como la médula ósea que
conduce a una extrema proliferación de glóbulos blancos.

Las causas del cáncer son múltiples, algunos factores pueden ser genéticos, hormonales y
de reproducción, factores infecciosos, factores de exposición a agentes ambientales y factores
dependientes del comportamiento del individuo (como el uso de tabaco).

3
www.cancer.org/español/cancer (17-abr-2014)
4
González, F. (2008). “Intervención psicológica en el cáncer”, Ed. Formación Alcalá.

56
Los tratamientos se realizan de acuerdo al tipo y a la etapa de la enfermedad, estos son:
cirugía, radioterapia, quimioterapia, trasplante de médula ósea, terapia hormonal e inmu-
noterapia. Aunque estas intervenciones incrementan la expectativa de vida y resultan en la
remisión y cura en muchos casos, la calidad de vida y el funcionamiento psicosocial de estos
pacientes pueden quedar gravemente alterado, como efecto secundario del estrés, angustia,
ansiedad, incertidumbre, dolor físico y emocional que conlleva el diagnóstico y el tratamiento
de este padecimiento, afectando no sólo al paciente sino también a sus familiares.
Es importante considerar y retomar toda esta información al momento de atender a un
paciente con cáncer, ya que no se puede tratar a todas las personas de la misma manera, pues
bien sabemos que cada paciente y cada situación es única e irrepetible.
Esperamos que estas experiencias, que parten de la visión de una paciente y de una psico-
logoterapeuta, recabadas a través de la herramienta metodológica llamada testimonio, sean de
utilidad. A continuación se presenta el testimonio de la paciente.

Testimonio de una paciente

Hace 16 años me di cuenta que tenía una “bolita” en el cuello. Fui a ver a un doctor y me
dijo que podía ser cáncer y que urgía descartar la posibilidad. Se me enfrió todo el cuerpo,
me aterré, pensé que esto no podía estar pasándome a mí, que era demasiado joven, que se-
guramente no era nada. Sin embargo, no dejaba de temblar. Me operaron para quitarme el
nódulo y esperé una semana a los resultados. Fue la peor semana de mi vida, la ansiedad no
me dejaba dormir, perdí el apetito, estaba muy triste, tensa, la incertidumbre me comía por
dentro, no paraba de llorar, el miedo me sobrepasaba. Llegamos mi esposo y yo con el doctor
y me dijo que sí era cáncer, uno no muy común: carcinoma medular de tiroides, uno que es
muy difícil de quitar, que no responde a la quimioterapia, que no responde a la radiación, que
no responde al yodo radioactivo (como el cáncer papilar de tiroides), pero la buena noticia era
que es lento y que esperaba que no se haya pasado a ninguna otra parte del cuerpo. Por ello
tenía que estar en constante revisión cada tres meses por el resto de mi vida, por si no lo habían
podido quitar todo o por si volvía a aparecer. Pensé que seguramente nunca me aparecería otro
tumor. Todo parecía ir bien, me sentía feliz por esta segunda oportunidad, empecé a valorar
más la vida y a sentirme muy agradecida. Me embaracé, me sentía de lo mejor, después tuve a
mi segundo hijo y pensé haberme librado del “problema”. Pero tiempo después mis niveles de
calcitonina (sustancia que se usa como marcador de posible tumoración por tiroides) fueron
subiendo desde entonces. La angustia se iba apoderando otra vez de mí. No me podía morir,
tenía a dos chiquitines que cuidar, dos nenes que necesitaban de mí, de mi amor, de mi tiem-
po, de mi vida… No me podía morir… No quería sentir ese dolor, pero no podía pensar en
otra cosa que no fuera cáncer, y empecé a entrar en la “locura de futurear” y preocuparme por
el futuro de mis hijos, “¿qué harían sin su mamá?, ¿qué sería de mí?, ¿cómo sería mi muerte?,
¿sería muy dolorosa?, ¿aguantaría el dolor físico, y el emocional –no sólo mío, sino el de ver
cómo sufrirían mis hijos por mí–?” Mi vida tenía un solo tema: cáncer. Cuando me levan-
taba me acordaba que tenía cáncer, si hablaban de comida pensaba si esta provocaría cáncer,

57
si hablaban de graduaciones me preguntaba si podría estar en las graduaciones de mis hijos,
finalmente al dormir, sentía mucha tristeza de tener cáncer.
Me enojé con Dios, le grité, le reclamé… Luego decidí que en realidad, el problema, es
que ni existía. Me amargué, me cansé, me levanté, me volví a caer, huía de la verdad, del mie-
do, del dolor. Busqué consuelo en cursos como uno de control mental, del cual me salí cuando
escuché que a una mamá que lloraba porque su hijo tenía leucemia, la maestra le decía que se
analizara bien, pues las mamás eran las “causantes” de las enfermedades de sus hijos, hasta que
fueran mayores de edad… y que si ella se lo había provocado, ella lo podría revertir. ¡Qué ho-
rror! Es de las peores escenas que he visto en mi vida, ¡cómo se atrevía la maestra a asegurar que
esa mamá era la responsable del cáncer de su hijo! ¡Y que ahora era responsable de su curación!
Qué enorme culpa le impuso a cargar a esa madre desconsolada, abatida por el dolor de un hijo
enfermo. Salí furiosa de ahí. Los pensamientos no podían ser la variable creadora de todo lo
que vemos, la vida era mucho más compleja que eso. Era una visión reduccionista respecto a la
enormidad que es la vida. Aunque cada vez me volvía más escéptica, intenté de todo. Tomé los
menjurjes que me recomendaban, iba a sesiones de reiki, energía universal, acupuntura, etc. A
donde iba intentaban buscar las causas, hubo quienes me dijeron que la tiroides tenía que ver
con las emociones y sentimientos y que seguramente no sabía manejarlos y por eso me había
dado cáncer. Otra me dijo que era el Karma, que seguro había hecho algo muy malo. Otra per-
sona, sin ser ese el motivo de mi visita, me dijo que la razón por la que tenía cáncer era porque
en mi otra vida había sido fakir, y que en esta vida buscaba sufrir, que entonces debía dejar de
sentir placer en el sufrimiento (?). A pesar de que no solía sugestionarme con estas cosas empe-
cé a tener duda y culpa. Siendo honesta, muy en el fondo esto representaba una esperanza para
mí, por más loco que se escuchara, pero a su vez, representaba una enorme carga.
Después de no encontrar un camino que me sostuviera, volví a buscar a Dios dentro de
mí y eso me ayudó mucho. Al orar, encontré a alguien con quien dialogar, que me escuchaba,
que de repente, me guiaba, que me acariciaba la mejilla en momentos difíciles. Desesperada
oré y pregunté si podía hacer algo más que esperar a que el cáncer se esparciera lo suficiente
como para ser detectado por el PET (estudio de positrones que detecta actividad metabólica
anormal) y por increíble que parezca, recibí respuesta. Hice lo que encontré en ese lugar sabio.
Me operaron para hacerme una disección de ganglios en casi todo el cuello para disminuir la
probabilidad de que se esparciera en el resto del cuerpo. Pero lo mejor de todo, había encon-
trado un aliado dentro de mí.

¿Qué me sacó?
Ya un poco más tranquila entré a clases de logoterapia y ahí fui cacheteada, en el buen sentido
de la palabra. Escuché verdades en las que por un segundo, el mundo se paró, las observé, me
llené de asombro, no sólo por su calidad de verdad sino por su gran belleza, y tan sólo por
lograr verlas, intuí la gracia de hacerlas mías. Esas verdades tienen que ver el autodescubri-
miento, con mi necesidad de abatir mis actitudes neuróticas, de derreflexionar y de autodis-
tanciarme, con descubrir mi libertad de elección, la responsabilidad de mi propia vida, con mi
unicidad, el sentido del momento y el sentido de vida, además de la importancia de tener un
terapeuta con el que se pueda tener un encuentro humano.

58
Encuentro humano con mi terapeuta
En terapia fui validada, escuchada, lo que sentía no me fue cuestionado, fui respetada, no cri-
ticada, ni juzgada, al fin alguien no me tenía lástima. Pude encontrarme con un ser humano
que me veía y me aceptaba tal cual era, no con alguien que me dijera que “le echara ganas”, me
pareció que era alguien que entendía mi sufrimiento, mis miedos, alguien que confiaba que yo
tenía los recursos para salir adelante. ¿Yo? Ella veía en mí a alguien con el potencial de salir de
ese hoyo y empecé a creérmelo yo también. Encontré en mi terapeuta a alguien que cuestiona-
ba mi forma de construir la realidad y que me acompañaba en el proceso de caer nuevamente
en el miedo que me hacía temblar de pies a cabeza cuando tenía que hacerme mis revisiones,
pero lo más importante, que me mostró que yo era la única persona en el mundo responsable
de elegir cómo quería vivir esta situación. Su fuerza
fue mi fuerza, me sostuvo a mí, lo suficiente, como
Al autodistanciarme, observándome sin
para tomar la fuerza propia y levantarme por mi
juicios y escuchándome en terapia, me
propio pie.
hice consciente de que había pasado los
últimos años sufriendo de más por mi
Autodescubrimiento y autodistanciamiento
desenfreno mental, al estar inmersa en
Después de conocer mi diagnóstico de cáncer me
la absoluta “locura de futurear”. El cáncer
sentía desconfigurada. Ya no sabía quién era ni qué
en realidad no me había hecho gran cosa,
quería, esa persona ya no era yo. La vida se había
la forma cómo había respondido a él es lo
vuelto loca, la vida no tenía sentido. En clase nos
que me había traído mucho sufrimiento,
invitaron a observarnos a nosotras mismas, nuestro
dolor, tristeza y ansiedad.
cuerpo, nuestros pensamientos y nuestros senti-
mientos, a autodescubrirnos. Al practicar este ejer-
cicio, descubrí muchas cosas de mí misma. Observé que tendía a mantener mi cuerpo tenso
de arriba abajo, los pies, las manos, la mandíbula, todo. Que no respiraba uniformemente, ni
profundamente: que solía estar en alerta, como en una situación de peligro; que me incomo-
daba hablar de mí misma. Que continuamente venían a mí un sinnúmero de pensamientos
fatalistas y, con ello, casi de forma inmediata, emociones fuera de lugar y proporción. Que
cuando aparecía una emoción la ignoraba, la enterraba, como si el objetivo fuera no sentir.
Como si al no sentir desapareciera lo que temía. Y me vino una pregunta: “¿A qué le temo?”
Curiosamente creía que le tenía miedo a la muerte, pero en realidad le había temido más mie-
do a la vida, observé que me percibía con poca habilidad para responder a ella, en especial, a
mi enfermedad. Esto es lo que me estaba aterrando en realidad.
Al autodistanciarme, observándome sin juicios y escuchándome en terapia, me hice cons-
ciente de que había pasado los últimos años sufriendo de más por mi desenfreno mental, al
estar inmersa en la absoluta “locura de futurear”. El cáncer en realidad no me había hecho gran
cosa, la forma cómo había respondido a él es lo que me había traído mucho sufrimiento, do-
lor, tristeza y ansiedad. Este rollo interno me causaba tanto miedo y angustia que no me había
dejado percibir las posibilidades reales que estaban frente a mí y con ello responder a mi situa-
ción más sanamente. Estaba tomando decisiones desde el miedo, desde la ignorancia de mí,
de quién soy y de lo que podía llegar a ser. Supe que no soy mi síntoma, “no soy cáncer”, sino
una persona con cáncer, que el cáncer es sólo una parte de mi vida, pero que había otras áreas

59
que sí funcionaban. También descubrí que había algo que me impedía avanzar, y es que quería
evitar el sufrimiento, la realidad, lo quería desaparecer. Pero evadirlo no me permitía salir de
mi “mundo monotemático”. Enfrentarlo, dejarlo ser, dejarme sentirlo, aceptarlo, me permitió
trascenderlo. Esta forma de estar de mi terapeuta me ayudó a tener el valor de ver mi sufrimien-
to de frente, de atreverme a sentir eso que había evitado por tantos años. Lo increíble fue que
al enfrentarlo se fue desvaneciendo, por lo menos aquel sufrimiento que no era necesario.
Con esta continua observación y con todo lo que pude trabajar en terapia descubrí cómo
estaba respondiendo a la vida y desde dónde respondía. Supe que necesitaba encontrar otro
camino, porque el que estaba tomando me llevaba a un lugar donde ya no quería estar, con un
miedo y angustia tales, que me estaba perdiendo justo de lo que más deseaba: vivir. Aprendí
que luchar contra la realidad, “lo que es”, me agotaba. Aceptar la realidad me habilitó a la
acción, al cambio. Entonces, aprendí a decime la verdad, cualquiera que fuera.

Responsabilidad y libertad de elección


En terapia me hicieron una pregunta enorme: “Y ahora que conoces tu situación real y la
aceptas… ¿qué quieres hacer con ella y con el tiempo de vida que tengas?” Inmediatamen-
te me vino a la cabeza otra pregunta: “¡Ah!, ¿puedo elegir?” Hasta ahora aceptaba que tenía
cáncer, que la estaba pasando fatal con todos esos pensamientos que me generaban miedo y
angustia desmedidos, que me paralizaban y que daría lo que fuera por poder acompañar a mis
hijos el mayor tiempo posible. Pero nunca se me había ocurrido que podría elegir cómo vivir
mi enfermedad, nunca se me había ocurrido que, aunque no podía cambiar lo que me pasa-
ba, sí podía elegir qué hacer con lo que me pasaba. Que justo ahí, en esta elección, estaba mi
verdadera libertad. Más aún, supe que yo soy la única responsable de elegirlo o seguir viviendo
un infierno. Me sentía víctima de la vida, atropellada por ella, con cero alternativas. Saberme
responsable de mi vida y con la libertad de elegir mi postura y mi actitud ante mi enfermedad
llenó mi situación de dignidad.
Pero, “¿Qué quiero hacer con el resto de mi vida, cualquiera que fuera el tiempo?” No
estaba segura de qué, pero sí de lo que no quería. No sabía a dónde me dirigiría, pero sabía
que yo ya no estaba en el asiento de atrás, sino al volante de mi vida. Entonces mi terapeuta
me hizo otra pregunta enorme: “¿Si no tuvieras cáncer, qué te gustaría hacer?” Hice una lista
de lo que deseaba hacer. Luego me preguntó: “¿Qué, de lo que has escrito, puedes hacer, aun
teniendo cáncer?”. Y lo más increíble de todo fue que prácticamente podía hacer la mayor
parte de ello. Esa conciencia de lo que sí podía hacer me llenó de esperanza, de motivación.
Se me había cerrado la puerta de la salud, pero estaban abiertas muchas puertas más a las que
podía entrar y salir cuando quisiera. Trabajamos con mis valores y poco a poco fui definiendo
y eligiendo las actividades que eran más valiosas para mí.

Derreflexión y abatimiento de actitudes neuróticas


Como mencioné anteriormente, mi vida giraba 100% en torno a mi enfermedad. Al obser-
varme y tomar conciencia, se redujo la intensidad de mis pensamientos obsesivos y de los pa-
trones automáticos de respuesta. Al descubrir a dónde me llevaban estos pensamientos (a un
sufrimiento innecesario) hice un esfuerzo por, no sólo observarlos, sino por no dejarlos entrar

60
en mí. Tenía suficiente de qué preocuparme como para además cargarme de cosas que aún no
ocurrían. ¡La vida todavía no me estaba haciendo esas preguntas! Así es que como dice Frankl,
le quité el viento a las velas del miedo neurótico.
Pero, dejar de hiperreflexionar en el cáncer (¡lo que pone en riesgo mi vida!) no fue un
acto de fuerza de voluntad o un acto de magia. Dejar de ver al cáncer todo el tiempo requería
forzosamente de encontrar algo tan valioso que me jalara tanto, que tuviera tanto sentido,
que casi de forma natural pudiera elegir voltear a otro lugar. Consciente de que soy libre de
elegir dónde poner mi atención y consciente de que había algo mucho más valioso y mucho
más grande que el cáncer, hizo que empezara a elegir voltear a eso que había encontrado tan
valioso: la vida.
Vivir plenamente, el tiempo que sea, vivir todo aquello que para mí tiene sentido, fue
mucho más grande, fuerte y motivador, mucho más que mi propia muerte. Mi atención pasó
de la muerte a la vida.

Sentido y unicidad
Al estar observándome, descubriéndome, eligiendo mis respuestas y responsabilizándome de
ellas constantemente, hizo que formara el hábito de tener contacto conmigo misma. Cons-
ciente de mi finitud, de mis límites y de mis potencialidades, de mis condicionamientos y de
mis áreas de libertad, de mi responsabilidad ante mi vida y de mi nueva escala de valores, dejé
sólo de verme a mí y empecé a ver a los demás. Me sentí como una pieza de rompecabezas,
única, irrepetible, cuya función es única e irrepetible (ninguna pieza podría sustituirme) y
como parte de un todo. Pero, ¿cuál era esa función?, ¿qué pieza del rompecabezas soy?
Fue como intuir que tenía una tarea que hacer en esta vida. Encontré en mí una sincera
y honesta intención de salir de mí al encuentro del otro. ¿En qué voy a usar mi libertad? Con
estos nuevos ojos, atentos a las posibilidades, fui descubriendo que para mí era muy valioso
poder ayudar a otros. Cuánta gente como yo existiría que están condicionadas por alguna
enfermedad, por alguna discapacidad, por dinero, por tiempo de vida, por alguna experiencia
en su vida que los tiene paralizados como yo estaba. Tengo la oportunidad de usar parte de mi
tiempo en una institución que atiende a personas con discapacidad intelectual. Ellos, como yo,
tienen un condicionamiento, pero no están determinados por ello. Encontrar aquello que sí
pueden hacer a través del arte y de la logoterapia es lo que pretendo lograr en esta institución.
Sé que a muchas personas no les gusta ni oír cuando a alguien le pasan cosas difíciles como mi
enfermedad o historias como las de las personas con síndrome de Down. Pero esto es la vida, es
una realidad, hay miles de personas con condicionamientos que tienen su mirada en lo que no
pueden hacer. Espero, con humildad, poder acompañar a algunos de ellos en su sufrimiento,
consolarlos, acompañarlos en la aventura de mirar hacia otros lados, de verse con otros ojos.
Usar mi tiempo de vida en ello, sean muchos años o no, para mí tiene todo el sentido.
Estoy muy agradecida de haber encontrado la logoterapia, de entenderla, pero ante todo
de vivirla.
No sé si voy a librarme de esta enfermedad o no, pero esta idea ya no es la que domina
mis pensamientos. Siento que puedo ser feliz, plena y hacer muchas cosas con ella o sin ella.
Pues mientras tenga vida, tengo opciones.

61
Testimonio de una terapeuta

A continuación se presenta el testimonio de la terapeuta.


A lo largo de cinco años de estar atendiendo psicológicamente a pacientes con enfermedades
terminales, en especial a pacientes con cáncer, he observado que la enfermedad, el dolor y la
muerte son concebidas como un enemigo a vencer y que los médicos, junto con el equipo
sanitario, tratan de atacar las causas de la enfermedad sólo a nivel físico, donde la prioridad es
preservar la vida ante cualquier circunstancia, sin importar la calidad y la dignidad de la vida,
olvidando todo lo que conforma a una persona. A pesar de estas limitantes no dejo de sorpren-
derme de la capacidad que tienen los enfermos con cáncer para enfrentar las adversidades de
la vida, de su voluntad para seguir viviendo, a pesar de la enfermedad misma.
Observo cómo los pacientes en etapas avanzadas reclaman con gritos silenciosos sin res-
puestas a sus cuestionamientos desgarradores, de decadencia, de caída, tornándose cada vez
más vulnerables. En mi experiencia el terapeuta no tiene las respuestas, es el paciente quien
debe descubrir sus propias respuestas y es a través de las preguntas que se le plantean, aten-
diendo así su área física, emocional y espiritual, para ello considero que se debe entablar una
relación de profunda confianza para lograr que el paciente tenga esta apertura y valor para
poner en la mesa todo lo que haya que poner. Sin embargo, siempre me he cuestionado cómo
puedo acompañar al paciente para que se dé cuenta que es mucho más que un cuerpo físico y
más que una emoción y que quizá su creencia de “lo que es” sea un factor de lo que ahora lo
obstaculiza para su bien-estar. Este cuestionamiento me ha llevado a subrayar la importancia
de acompañar al paciente a develar que hay algo mucho más en él que ya le fue dado y que
tiene la libertad de acceder a él, es decir a su espiritualidad.
También, en mi experiencia, me he dado cuenta que muchos pacientes se encuentran
“luchando contra el cáncer” y yo me pregunto, ¿en realidad hay que luchar? Desde mi punto
de vista en lugar de luchar contra, ¿no le sirve más aceptarlo, integrarlo a su vida y aprender a
vivir con ello?
Por su parte, otros pacientes sólo se limitan a sobrevivir, pero como dice Frankl, “en el
sobrevivir nada puede acceder a la conciencia reflexiva (Bewusstsein), sino sólo a la conciencia
inmediata (Gewusstsein) además de que la mera supervivencia no puede ser el valor supremo,
por lo que considero, que hay que acompañarlos a una autorreflexión que los lleve de una
simple “supervivencia”, a “vivir la vida”, su vida”. A la vida, a saberse y a sentirse vivos, poder
acompañarlos a sentir la vida a pesar de la “sentencia de muerte”.
En estos años de experiencia, hasta ahora, con la convivencia, la práctica, con ensayos y
errores, he podido esquematizar un tipo de abordaje que utilizo para atender a este tipo de
pacientes. Lo presento a continuación.
El abordaje terapéutico en cada sesión incluye tres aspectos importantes: 1) La relación
terapéutica, 2) la utilización de la técnica del diálogo socrático y el método fenomenológico
y 3) técnicas complementarias. Dentro de la relación terapéutica se da el encuentro con el pa-
ciente. Este encuentro es mediante mi tono de voz, mi mirada, mi atención, mi disposición,
estar sin miedo frente al paciente, frente a lo que va a decir, pero al mismo tiempo es no sentir
miedo de que a mí me pueda suceder lo mismo en cuanto a la enfermedad o que me pueda

62
contagiar de algo, este miedo lo he observado mucho con las demás colegas con las que me ha
tocado trabajar, pues este miedo pone distancia, pone una barrera. La forma en como miro al
paciente es importantísima, yo no veo alguien que va a morir, sino alguien que tiene mucha
posibilidad de vida, sin importar el tiempo. Pienso que la vida no se acaba hasta el último
instante que dejas de respirar. No lo juzgo (fenomenológicamente), no le doy respuestas, sino
que a través de mis preguntas el paciente logra descubrirse como alguien que es más que su
enfermedad.
Por su parte, he podido observar diferentes fases que me han sido muy útiles al momento
de trabajar con pacientes con cáncer:

1) Desahogo catártico
2) Manifestación emocional en el cuerpo
3) Autodescubrimiento
4) Autorreflexión o autodistanciamiento
5) Oposición del espíritu.

Fase 1. Desahogo catártico


Iniciando el trabajo con los pacientes se dan muchas sesiones para un desahogo catártico, así
lo nombré porque muchos refieren que: “Este es mi espacio para desahogarme”.
En este momento, la mayoría de los pacientes se encuentran en estado de shock, no hay
conciencia reflexiva de su parte, simplemente de mi parte hay escucha activa y empática, aper-
tura para la posibilidad de encuentro y utilizo la técnica de dialogo socrático y la fenomeno-
logía, brindándole un espacio para su catarsis, sólo escuchando, muy atenta a su lenguaje no
verbal, correlacionando palabras con gestos, movimientos del cuerpo, exploro e intervengo al
principio muy pocas veces sólo para clarificar, brindándole un espacio para darle la oportuni-
dad de expresar cualquier tipo de desesperanza, miedo, frustración o cualquier emoción que
le esté perturbando en ese momento, donde al final de cada sesión integro lo visto. Desde la
primera sesión utilizo técnicas de relajación e hipnosis ericksoniana con la intención de sensi-
bilizar al cuerpo.
Esto es muy revelador, ya que al salir de estas relajaciones o hipnosis doy oportunidad al
cuerpo de comunicarse y expresarse.
En algunos de los casos que me he encontrado con evitación emocional, se le invita poco
a poco a reconocerlo y darle voz.

Fase 2. Manifestación emocional en el cuerpo


La intención de esta fase es permitirle a la emoción que se manifieste a través del cuerpo, dán-
dole un espacio para su expresión y de esta manera puedo distinguir cuáles de ellas provienen
de su parte emocional, cuáles son de la propia enfermedad y cuáles son conductas neuróticas.
Esta manifestación emocional, generalmente, se observa mediante dolores, molestias, entu-
mecimientos, punciones, calambres, etc. Las sensaciones que provienen de sus emociones
las trabajo con la técnica de “sensaciones y sentimientos”, dándoles la oportunidad a estas
emociones de expresarse y de identificar para qué están ahí. Esto generalmente viene del

63
preconsciente, la mayoría de los pacientes se sorprenden de lo …hay pacientes que tienen
que dicen; a mí me da señales del camino para trabajar lo que ciertas creencias o verdades
estaba oculto, impronunciable, pero presente y encriptado en absolutas que obstaculizan
su cuerpo. el buen manejo de su
enfermedad. Descubrir dichas
Fase 3: Autodescubrimiento creencias a través del diálogo
En esta fase acompaño al paciente a descubrir y a reconocer socrático (encontrando lo
su realidad, lo que hay y lo que no hay, lo que le quitó la vida absurdo de las mismas) les
(pérdidas) y lo que le ofrece la vida, lo que no puede hacer y ha permitido enfrentar su
lo que sí puede hacer. “La toma de conciencia del hecho que enfermedad más sanamente.
los perturba y la aceptación de su existencia es la primera con-
dición para promover un cambio”. Aprendí que para que puedan empezar a cambiar esas cir-
cunstancias que los hacen sentir infelices, lo primero que tienen que hacer es verlas, sentirlas
y reconocer tanto su estado de infelicidad como las causas neuróticas que lo motivan. Una vez
que tocan las carencias y se dan cuenta de donde están parados los invito a decidir si quieren
quedarse ahí o si pueden ver otras posibilidades. Los recursos con los que se van a mover a
estas nuevas posibilidades son aquellas cosas con las que sí cuentan.

Fase 4: Autorreflexión
Otro aspecto que me he dado cuenta, es que hay pacientes que tienen ciertas creencias o ver-
dades absolutas que obstaculizan el buen manejo de su enfermedad. Descubrir dichas creen-
cias a través del diálogo socrático (encontrando lo absurdo de las mismas) les ha permitido
enfrentar su enfermedad más sanamente. Por ejemplo: “Yo soy la fuerte de la familia”, “No
debo descansar”, “Primero están mis hijos”, “No tengo tiempo de…”, “Yo no creo en la medi-
cina tradicional”, “Si medito me voy a curar”, “Soy el proveedor de mi casa, no puedo permitir
que mi esposa se meta a trabajar”, “Yo soy quien cuida a mi familia, no puedo permitir que mi
familia me cuide a mí”, “No puedo pedir ayuda, yo soy quien resuelve”, etcétera.
Todo esto forma parte del autoconcepto del paciente y de la imagen que tiene de sí mis-
mo. Estas conductas ponen en peligro el bienestar del paciente, perpetuando su malestar y
reduciendo la energía vital requerida que debiese ser canalizada para su tratamiento.
Otro factor que trabajo son los límites que debe poner el paciente a aquellas personas o
situaciones que no le favorecen a su bienestar. A veces, esa persona es el mismo paciente que
se dice constantemente mensajes limitantes, desvalorizantes, de autocrítica, de autoexigencia
o poco amorosos, que no le ayudan a encontrar su bienestar. Por ejemplo: “Ya me dijeron que
la quimio me va a quemar por dentro”, “Tanto medicamento me destrozará mi estómago u
otros órganos”.
Trabajo con preguntas de diálogo socrático, para que el paciente autorreflexione si esas
personas o esos mensajes que se dice le favorecen o no. Los invito a darse cuenta de cómo se
tratan, cómo tratan y cómo son tratados, cuestiono también si desean continuar con el mismo
modo de relacionarse.

64
Fase 5: Oposición del espíritu
En esta fase ya se logró que se vaya autodescubriendo, autoconociendo, empieza a vislum-
brarse la autoaceptación. Promuevo que el paciente sea el protagonista de su propia vida, que
sea él quien construya su persona a pesar de su condicionamiento, apelando a su espíritu. Le
pregunto al paciente: “¿Qué quieres para ti? Trabajando lo pasado se lo instala en el presente
y se promueve que visualice futuro a favor de él mismo, no un futuro amenazante. Y se pro-
mueve la pregunta de acuerdo a su realidad: “¿Cómo te quieres ver en el futuro?” Y “¿Qué
tienes que hacer para lograrlo?” De esta manera intento promover la responsabilidad de lo que
le toca hacer para lograr su bienestar evaluando las consecuencias de cada decisión tomada. Se
trata de promover los cambios necesarios que tiene que hacer para integrar en su vida aque-
llo que considere que le favorece, así como a quitar lo que ya se dio cuenta que le perjudica,
tratando de eliminar en la medida de lo posible los pensamientos catastróficos, invitándolo a
creer en sí mismo, a tener la confianza y esperanza que va a poder enfrentar lo que le toque en
su momento.

Resultados
De acuerdo a la paciente se encontraron los siguientes puntos que le fueron de ayuda para
enfrentar el cáncer :
a) Promover en el paciente que escuche su cuerpo para así descubrir lo que está pasando
en él.
b) Distinguir en terapia entre el miedo sano o natural que tenía y el miedo neurótico.
c) Aprender a manejar la incertidumbre a través de separar lo real y lo no real tomando
en cuenta el aquí y el ahora.
d) Descubrir dónde está su atención. En su caso, promover el cambio de su atención de
la muerte a la vida.
e) Descubrir lo que la anclaba a la vida. Lo que sí podía hacer, lo que daba sentido a su
vida.
f ) Muchos de sus angustias se redujeron al aprender a estar en el presente, dejando su
preocupación del futuro, pues no podía hacer nada con algo que aún no había sucedi-
do. Otra manera de bajar su angustia fue el de detectar aquellos pensamientos que se
la generaban y que no representaban la realidad.
g) Hacer conciencia de que aún está viva.
h) Concientizarse de que la verdadera desgracia es si iba a vivir “con las luces prendidas”,
es decir, con miedo el resto de su vida.
i) Encontrar una mejor forma de relacionarse con el cáncer, pues este es sólo una parte
de ella, no lo es todo.
j) Descubrir que lo que hacía más difícil su situación es que no estaba satisfecha con lo
que había hecho con su vida. Por ello, se considera la importancia de encontrar las
alternativas de lo que sí puede hacer el paciente todavía. Si sí está satisfecho con su
pasado, se puede reflejar en terapia todo lo que sí ha logrado.
k) Uno de los puntos más importantes es la forma en cómo la mira su terapeuta, como
alguien que puede trascender su enfermedad.

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l) Sentir todos los sentimientos y de esa forma poder liberarlos.
m) Apelar al espíritu en forma de diálogo, no sólo en monólogo, sino estar atentos a las
respuestas. La búsqueda no está afuera sino adentro de cada persona.
n) Autodistanciarse, autoobservarse fenomenologicamente, siendo testigo fiel de lo que le
está ocurriendo. No se puede accionar si no se sabe lo que está ocurriendo.
o) Promover la conciencia de su libertad de elección en todo momento. Puede elegir
cómo vivir su enfermedad.
p) Finalmente lo que termina por cambiar su vida es el descubrimiento de su unicidad, de
su tarea en este mundo, del sentido de su vida a través de lo que le gusta hacer, lo que
sí puede hacer, así como los valores que hay debajo de esto que sí puede hacer. Esto la
lleva a la autotrascendencia, cambian su atención de adentro hacia fuera.

De acuerdo a la terapeuta los resultados revelan la importancia de:

a) Ampliar la visión de la enfermedad y no tan sólo como un enemigo a vencer, promo-


viendo y cuidando la calidad y dignidad de vida del paciente.
b) Acompañar al paciente a descubrir su tridimensionalidad.
c) Acompañar al paciente a descubrir que aunque está condicionado por su enfermedad,
no está determinado por la misma.
d) La disposición del terapeuta, en apertura para invitar al paciente a que pueda expresar
lo que tenga que expresar, observando, escuchando de una manera activa, sin juicios,
para esta lograr una empatía y promover un encuentro.
e) El terapeuta no debe dar respuestas sino plantear preguntas para que el paciente se
autodescubra.
f ) Analizar las creencias que le obstaculizan enfrentar su enfermedad.
g) Modificar el concepto de luchar contra el cáncer y en lugar de ello acompañarlo a una
aceptación, integración con la intención que aprenda a vivir con la enfermedad.
h) Modificar la idea de nada más ser un sobreviviente y en lugar de ello acompañarlo a
una autorreflexión para que logre vivir su vida.
i) Ayudar al paciente a concientizarse que tienen la libertad de acceder a su espíritu.
j) Las fases que la terapeuta propone son:
a) Desahogo catártico: en el cual el paciente expresa todo lo que siente y lo que le está
sucediendo.
b) La Manifestación emocional: en la que se le brinda el espacio para que la emoción
pueda manifestarse, y ésta puede ser a través del cuerpo y de este modo poder libe-
rarla. Además de liberarla, promover que el paciente se dé cuenta y sea consciente
de sus emociones, de cómo las siente en el cuerpo. Y aprenda a relacionar cuerpo,
pensamiento y sentimiento y sepa qué hacer con esto, que él lo domine y no sea
dominado por su sentir.
c) Autodescubrimiento: se promueve a la toma de conciencia de la enfermedad misma
que los perturba, como son los miedos, ansiedades, tristezas, pérdidas y caminamos
hacia la aceptación de su existencia ya que ver y aceptar lo que te está sucediendo es

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la primera condición para promover cambios, con la intención que sea un cambio
de actitud ante lo que le está sucediendo.
d) Autorreflexión: se le cuestiona al paciente ya que tienen ciertas creencias o verdades
absolutas que obstaculizan el buen manejo de su enfermedad.
e) Oposición del espíritu: se apela, y se promueve a develar su parte espiritual, donde
descubre su capacidad de elección, de decisión, responsabilidad y libertad, la inten-
ción es que el paciente sea el protagonista de su propia vida, a pesar de las circuns-
tancias que le toca vivir.

La propuesta

A continuación se presenta la propuesta de intervención desde la logoterapia en pacientes con


cáncer basada en las experiencias anteriormente expuestas. Cabe mencionar que estos son sólo
algunos elementos que pueden tomarse en cuenta para ser utilizados en una intervención con
personas con cáncer.

1) Analizar el impacto que tienen los pacientes con cáncer en el logoterapeuta


Antes que nada, es conveniente que el logoterapeuta se dé cuenta de la visión que tiene de los
pacientes con cáncer, ya que es importante que esté consciente de la forma en cómo los mira,
si considera que son personas moribundas, desgraciadas, desafortunadas, limitadas, con pocos
recursos; si las ve con tristeza o lástima, si considera que ya no hay mucho que puedan hacer o
si su condición física pudiera impactarle, así como reconocer el miedo que le podría ocasionar
el estar tratando este tipo de pacientes.
Dado que la mirada del terapeuta hacia el paciente es un punto esencial, consideramos
que el logoterapeuta no debería perder de vista lo que es el ser humano para la logoterapia.
Entre otras características, consideramos que estas son las más relevantes:

• Cada persona es un ser nuevo, único e irrepetible: tanto la experiencia del paciente como
su proceso terapéutico es único.
• La persona está siempre en constante cambio: aunque el paciente ahora esté muy mal
física o emocionalmente, mañana puede estar de otra forma. La mirada del terapeuta
entonces es de acuerdo, no sólo a lo que ahora es, sino a lo que puede llegar a ser.
• La persona tiene condicionamientos pero no está determinado por ellos: aunque el paciente
tenga limitantes a raíz de su enfermedad, esto no lo determina, aún con ellos puede
tener una vida digna y con sentido.
• Es un ser impulsado pero también un ser espiritual: es natural que el paciente reaccione
desde sus impulsos, pero también tiene la capacidad de responder desde su área más
sabia, desde su espíritu y eso es lo que se tiene trabajar en terapia.
• Es un ser responsable y libre, decide frente a sí mismo: el paciente al hacer conciencia de
su “estar en el mundo” se da cuenta que sólo él puede hacerse cargo de su vida. El pa-
ciente tiene la capacidad y libertad de elegir cómo responder a su enfermedad.

67
• Es dinámico y en este dinamismo puede autodistanciarse y a su vez ser introspectivo para
entablar un diálogo consigo mismo: el paciente tiene la capacidad de observarse, de salir-
se de sí mismo y enfrentarse a sí mismo. Al entablar un diálogo consigo mismo puede
darse cuenta de lo que ha hecho con su enfermedad, si quiere seguir en lo mismo o
elegir nuevos caminos.
• Es un ser facultativo que puede decidir, accionar y puede gobernarse a sí mismo, así como
trasladar una posibilidad a la realidad: el paciente no sólo tiene la capacidad de elegir,
sino también puede llevar a la acción aquello que reflexionó aún dentro de sus limitan-
tes.
• Es algo más que producto de la genética y del medio ambiente pues finalmente decide fren-
te a sí mismo: el paciente tiene la facultad de ser libre frente a sus destinos biológico,
psicológico y social. Tal vez su cuerpo esté debilitado, mutilado pero puede elegir, aun
así, ser feliz con lo que tiene.
• Puede orientarse más allá de sí mismo, está orientado a valores y sentidos: el paciente aun
teniendo cáncer puede elegir dónde poner su atención y salir de sí mismo para orien-
tarse o dirigirse a algo o a alguien, dedicarse a un trabajo, a otro ser humano al que ama
o a Dios y descubrir y vivir ahí sus valores y sentidos.

2) Ofrecer un espacio para el desahogo o catarsis


Tanto en la experiencia de la paciente como del terapeuta se observa que en muchas ocasiones
los pacientes llegan en crisis, desbordados, desconfigurados, no saben quiénes son ya, con un
cúmulo de emociones encontradas, confusos y en estado shock, con miedo real o neurótico,
etc. En estas circunstancias proponemos que lo más importante sea darle un espacio al pa-
ciente para expresar todo lo que está experimentando cuantas veces sea necesario y extraer del
paciente sus más íntimos sentimientos motivándolo a que los exprese como algo natural de sí
mismo. Aunque relate cosas que parecieran una locura, esta es su realidad. Consideramos que
es de vital importancia validar su experiencia, cualquiera que sea, pues rara vez encontrará a
alguien que lo escuche de esta manera, sin limitar, sin juzgar, sin desesperarse teniendo la pa-
ciencia suficiente de escuchar las veces que este necesite, ya que, a fin de cuentas, es así como
lo está viviendo el paciente.

3) Relación paciente-logoterapeuta
En el caso de la paciente, vimos qué importante fue para ella encontrar un lugar en donde
no se pusiera la atención en buscar las causas y/o las soluciones a su enfermedad, donde no la
culparan de lo que le estaba sucediendo (“es que no manejas bien tus sentimientos o pensa-
mientos”, “es que tienes rencor”, etc.). Con su logoterapeuta encontró un lugar donde pudo
expresar todo sin ser juzgada, sin que la vieran con lástima, un lugar donde, simplemente, la
acompañaron en tan difícil camino de estar enferma, un lugar en donde la aceptaron tal cual
venía, donde fue validada, respetada y apreciada, su terapeuta creyó que ella tenía la capaci-
dad de salir adelante a pesar de su condicionamiento y terminó por creérselo también. Esta
postura de la logoterapeuta creó una relación especial donde la paciente pudo trascender su
enfermedad. Por ello, proponemos esta misma actitud, que la postura del logoterapeuta sea

68
totalmente fenomenológica, sin juzgar, observando, escuchando de manera activa, abierta,
sintiendo al paciente, sin buscar entenderlo ni explicarlo, aceptando su complejidad y ponien-
do acento en el encuentro humano, con la posición “aquí estoy para ti”.
La intención es invitar al paciente a que pueda expresar lo que tenga que expresar, con
absoluto respeto, no dando respuestas, sino planteando preguntas para que el paciente se au-
todescubra y encuentre sus propios recursos para responder ante lo que le ponga la vida.

4) Promover el autodescubrimiento, autodistanciamiento, abatimiento de actitudes neuróticas y derre-


flexión en el paciente
Nos parece importante, acompañar al paciente a descubrir “su situación real” y quitar aquello
que “está de más”. Se recomienda observar si el paciente está teniendo esfuerzos que son in-
útiles y vienen a intensificar sus síntomas neuróticos, además de identificar si el paciente está
luchando de un modo inadecuado contra sus ideas obsesivas. Estos pueden ser pensamientos
continuos relacionados con la muerte, sufrimiento, culpa u otros que están fuera de realidad
y proporción, generándole una angustia desmedida, miedo neurótico, preocupación fatalista
por el futuro, entre otros. Dichos pensamientos podrían estar generando mayores efectos de
los necesarios en el cuerpo y sentimientos en el paciente. Para ello recomendamos lo siguiente:

4.1 Autoobservación de su cuerpo, pensamientos, sentimientos y conductas.


Tanto en la experiencia de la paciente como de la terapeuta se mencionan los beneficios
de haber hecho consciente todo lo que está pasando en su cuerpo, mente y conducta. Es
de vital importancia que el paciente se dé cuenta que todo eso que está viviendo lo está
experimentando como efecto en su cuerpo y sentir.
Proponemos invitar al paciente a observar durante un tiempo, sus pensamientos,
sentimientos, reacciones, conductas, actitudes. Este autoobservarse tendrá que ser sin
juzgar, dejándose impactar por toda la situación, sin resistirse, con una actitud abierta
aceptando lo bueno y malo, pues lo que se busca, como dice Unikel, es captar lo que es.
Además de autoobservarse, se recomienda el uso de técnicas de autodistanciamiento
dentro del espacio terapéutico. Este autodistanciamiento le puede permitir tomar dis-
tancia y verse a sí mismo y ver al mundo desde esa distancia. Al alejarse de su estar psi-
cofísico para acceder a su estar espiritual sus problemas podrán adquirir una proporción
real. Este recurso de observarse puede ser muy útil para el paciente a lo largo de toda su
enfermedad, ya que una vez que logra hacerlos conscientes puede tomar acción buscando
su bien-estar.

4.2 Manejo de su cuerpo, pensamientos y sentimientos


Una vez que se descubrió lo anterior, proponemos que se liberen esas emociones y sen-
timientos encriptados en el cuerpo, no tan sólo a través de su relato y de un diálogo so-
crático amoroso, sino a través de diferentes técnicas, con las que se promueva hacer un
diálogo con su cuerpo, así como la de sensaciones y sentimientos, técnicas de respiración,
metáforas… así como invitarlo a que se dé permiso de sentir lo que le está pasando, en un
ambiente seguro y de contención. Sólo dejándose sentir su miedo, su angustia, su dolor

69
etc., le permitirá trascender esos sentimientos que tal vez esté tratando de evitar. Consi-
deramos que de esta manera podrá hacer conciencia de que están ahí, para qué están ahí
y podrá libremente decidir qué quiere hacer con ellos.
Para el manejo de sus pensamientos recomendamos el uso del diálogo socrático, invi-
tando al paciente a darse cuenta de lo que se está diciendo y desde donde se lo está diciendo,
desde el miedo, desde lo que le pasó a otro, desde lo que le dijeron otras personas, etc., de
tal manera que descubra si estos tienen que ver con su realidad, si no tienen nada que ver
con él o si están fuera de lugar y proporción. También al descubrir cuáles son sus pensa-
mientos podrá conocer en dónde está depositada la mayor parte de su atención y sólo así
podrá elegir si es ahí donde quiere que esté, o si elige poner su atención en algo más útil.
También mediante las técnicas de autodistanciamiento el paciente podrá ver estos
introyectos e irracionalidades, permitiéndole percibir una misma situación de diferente
manera y comprender lo que le ocurre.
Por su parte, la técnica de derreflexión será de gran ayuda para aquellos pacientes que
están hiperreflexionando. Nos parece completamente comprensible que ante la noticia
de tener cáncer el paciente no pueda pensar en otra cosa. Sin embargo, hacerlo obsesi-
vamente puede traer consecuencias mayores. Como vimos en los testimonios, dejar de
pensar en aquello que te puede quitar la vida no se logra sólo por desearlo. Proponemos
que en terapia se lleve al paciente a encontrar ese “algo” suficientemente grande, atractivo
y significativo en su vida que le permita cambiar su atención. Ese algo significativo podría
encontrarse trabajando con sus valores.
Otra técnica que se puede utilizar que nos ha sido útil, aunque no es logoterapéu-
tica, es el manejo de las distorsiones cognitivas, un logoterapeuta puede promover que
el paciente quite dichas distorsiones a través del uso del diálogo socrático. El terapeuta
podrá observar si el paciente tiene distorsiones cognitivas que estén obstaculizando su
avance, como la de “generalización”: “Todo aquel que le da cáncer se muere pronto y con
sufrimiento”, etc. El objetivo es que el paciente se dé cuenta que no son los hechos lo que lo
ponen en cierto estado, sino lo que piensa de esos hechos. Esto lo ayudará a reducir las emo-
ciones negativas y a reaccionar ante los problemas de un modo que le lleve a su solución,
no al abatimiento.
Finalmente, como herramienta para el paciente se recomienda invitarlo a preguntar-
se constantemente: “¿Esto que estoy pensando, me hace bien?” Con la intención de que
canalice su atención en algo que sea benéfico para él.

5) Promover que el paciente apele a su espiritualidad


Consideramos que el terapeuta puede promover que el paciente toque con su espíritu a través
de las técnicas de autodistanciamiento. Como vimos, el autodistanciamiento es la capacidad
del ser humano de tomar distancia de una situación y de sí mismo, es un camino para que la
persona pase a la dimensión espiritual, pues la singularidad espiritual se aleja de su singulari-
dad psicofísica y por ello puede ver con más claridad. Cada vez que el ser humano descubre
algo de sí mismo, cuando se hace objeciones, reflexiona de sí mismo o manifiesta la capacidad
de actuar según su conciencia, el hombre está tocando con su espíritu.

70
En este respecto es importante recomendar al paciente que apele a su espíritu en forma de
diálogo, no sólo en monólogo sino que esté atento a las respuestas. La búsqueda no está afuera
sino adentro de cada persona.
Por su parte, el terapeuta puede promover que el paciente descubra cosas de sí mismo a
través de diversas técnicas de autodescubrimiento como “los acercamientos directos, indirec-
tos, no verbales y de actualización”, propuestos por Fabry; la técnica del “Como si” de James
Crumbaugh, la de “la voz de la conciencia”, “metáforas”, “diálogo socrático”, entre otras.

6) Aceptación
Vimos, tanto en la experiencia de la paciente como en la de la terapeuta, que existe la po-
sibilidad de que el paciente se resista a aceptar su realidad, trayéndole como consecuencia
mayor dificultad para enfrentar su enfermedad. Hablamos de aceptación como: “Sí, sí me
está pasando, es real”, “Sí, tengo cáncer”. En estos casos, consideramos que el terapeuta debe
ser respetuoso con los tiempos y procesos de su paciente, que no debe forzarlo a “soltarse del
único hilito del que está agarrado”. Sin embargo, para poder enfrentar algo, primero hay que
aceptar que existe, además de que la vida del paciente podría estar corriendo peligro, por lo
que este sería uno de los primeros objetivos dentro de la terapia. Aquí la relación cobra gran
importancia, pues el paciente puede tomar más valor y fuerza para enfrentar su realidad al
estar acompañado de su terapeuta.
En la aceptación, el paciente se da cuenta de que de ahora en adelante su vida será dife-
rente. El ser plenamente consciente de esto puede ser abrumador. El impacto de la pérdida
de la salud se hace aquí una realidad palpitante. Aquí se requiere la fuerza del espíritu, una
actitud valiente para ponerse frente a su realidad, tal como es. Aquí es cuando más se necesita
una compañía significativa, papel que puede jugar el terapeuta. Entonces, es el paciente el que
dejar ir el que era y empieza a reconocer el que es hoy, integrando su enfermedad con todo lo
demás que él es, reconociendo sus áreas sanas.
Aceptar esta experiencia también es aprender a relacionarse con el cáncer, pues la verda-
dera tragedia a veces no es el cáncer mismo, sino vivir el resto de la vida con las “luces pren-
didas”, es decir, con miedo. A veces el cáncer no es el verdadero enemigo, él simplemente está
ahí, es parte del paciente, es algo con lo que hay que aprender a vivir; el verdadero enemigo
a veces es el cómo se responde a él y es aquí cuando consideramos que el terapeuta puede
preguntarle al paciente: “Ahora que te das cuenta que sí es real, ¿qué quieres hacer con esto?”,
abriendo así las posibilidades de acción que antes no existían, con lo cual en ese momento
puede ser libre y responsable de cómo quiere vivir su enfermedad.

7) Acompañar al paciente a reconectarse con la vida: valores, sentido del momento,


responsabilidad y libertad de elección
Es paradójico que los pacientes luchan por vivir, piden vida sin darse cuenta que ya cuentan
con ella. Creemos que es conveniente que el terapeuta la acompañe a hacerse consciente de
que ya está vivo.
Por otro lado, hay dos aspectos que quisiéramos recalcar. El primero de ellos tiene que ver
con lo que dice Lukas, hay que señalar lo que permanece intacto haciendo consciente lo que

71
sí está disponible en cuanto a prospectos positivos de la vida que no han sido dañados por el
dolor, esto es, salvar lo que subsiste, sin intentar reemplazar lo perdido.
El segundo de ellos tiene que ver con despertar su capacidad de asombro respecto a lo que
hoy le ofrece la vida. Nos imaginamos como a una niña diabética que entra a una tienda llena
de dulces y le es permitido elegir algunos de ellos y empieza a sentir “mariposas en el estóma-
go” por esta gran oportunidad. Entonces, se da cuenta que puede elegir y lo quiere hacer de
la mejor manera buscando cuáles podrían ser los mejores para ella. Esta conciencia de todo
lo que sí puede hacer, a pesar de su condicionamiento, es un gran descubrimiento que puede
cambiar por completo su estar en el mundo, cualquiera que sea el tiempo que tenga.
Por ello, recomendamos que el terapeuta promueva que el paciente despierte esa sensa-
ción de goce por aquellas pequeñas cosas que le ofrece la vida (valores de experiencia) y des-
cubra todo aquello que lo motive, que lo llame. Esto también puede ser un trabajo, una per-
sona o Dios (valores de creación). Si no encontrara nada que pueda hacer, el terapeuta puede
acompañarlo a modificar su actitud ante lo que le está sucediendo (valores de actitud).
Como mencionan Ascencio y Unikel,5 al descubrir el paciente la orientación que ha to-
mado su vida, cuando descubre los valores que lo inspiran y cuando moviliza los recursos de
su espíritu, como el de la libertad y responsabilidad, el paciente puede estar en condiciones de
descubrir el sentido del momento, de su vida, y vivirla significativamente.

5
Ascencio, L. y Unikel, A. (S/A). Seminario Logoterapéutico I: Libro de Texto, México: smael.

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Novedades en libros de Ediciones LAG

Encuentro y relación de Frankl, Allers y Schwarz


en el surgimiento del Análisis Existencial y la Logoterapia
Felipe Miramontes
Colección Sentido16

Un joven entusiasta, apasionado y valiente, enamorado de la logoterapia de Frankl, incursiona en el tema del surgimien-
to del análisis existencial y su aplicación terapéutica, para complementar el conocimiento de las raíces del pensamiento
frankliano.
Nuestro autor se encuentra con los libros de Schwarz y Allers, o mejor dicho, ellos lo encuentran a él, para invitarle a
conocer e investigar sobre lo que él mismo dice: “La biografía-en-relación de tres personas, tres seres humanos, tres colegas,
tres amigos… tres”. Como complemento a esta labor, se apoya en el epistolario inédito que intercambiaran estos “tres”.
Este libro presenta, asimismo, una breve pero significativa revisión de la obra de Allers y Schwarz, de su pensamiento y
sus propuestas, tanto las que atañen a Frankl como las que no. Es innegable que estos personajes tuvieron una influencia bien
acendrada en el creador de la logoterapia. Esta investigación es una presentación biobibliográfica de estos tres autores.
Felipe Miramontes, amante de la investigación, se atreve a descender y explorar en las raíces profundas de estos per-
sonajes, con la esperanza de divisar alguna luz; desde allí nos ofrece un texto que seguramente motivará al lector interesado
en la logoterapia de Frankl, así como a la persona inquieta por revisar su propia existencia.

Perspectivas en Psicoterapia Existencial.


Una mirada retrospectiva y actual
Compiladores: Yaqui Andrés Martínez y Susana Signorelli
Colección Sentido17

¿Cuál es el fin de la existencia? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? La mayoría de las teorías contemporáneas pare-
cen abstractas ante las grandes cuestiones sobre la existencia que nos han sido heredadas. Dichas teorías parecen sin vida
ante los nuevos y complejos problemas que la cotidianidad presenta.
Ante dichas tensiones, las psicoterapias existenciales aportan una perspectiva emprendedora, auténtica y compro-
metida; en franca rebeldía a lo estático y la imposición de corrientes, métodos o programas. La existencia humana no
puede determinarse por un enfoque ni tener límites establecidos. Comprender la naturaleza humana exige superar presu-
puestos y abrir nuevos planteamientos apoyados en la relacionalidad y la co-construcción impostergable de la existencia.
Comunicación directa, transparente y humana, fundamentan a las psicoterapias existenciales como propuestas pro-
fundamente implicadas con el análisis de la vida concreta de las personas y de su mundo amplio, que comprende el diálogo
constante con la riqueza de la filosofía existencial, fenomenológica y hermenéutica hasta nuestros días.
La presente obra esboza varias perspectivas existenciales, escritas cada una por diferentes autores latinoamericanos
que han desarrollado su trabajo sobre distintos estilos y pensadores en psicoterapia existencial, y es un referente importante
tanto para especialistas como para personas interesadas en temas actuales de psicoterapia. 

Pensar la logoterapia: invitación para un trabajo terapéutico actualizado


Alejandro Unikel Spector
Colección Sentido18

En el presente libro encontrarás cuestionamientos honestos que hace su autor para vivir un profundo proceso personal.
Esta experiencia de estudio, investigación y aplicación que nos comparte, no es solamente una teoría, sino la narrativa de
un ser humano que nos abre su corazón. Es así como en este texto encontrarás formas de aplicar la logoterapia, desde sus
fundamentos, tanto filosóficos y antropológicos como los psicológicos y espirituales.
Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia, S. C.
Fundadora y promotora de la logoterapia en México desde 1988
Premio 2002 de Viktor Frankl Foundation of the City of Vienna

Publicaciones
EDICIONES LAG

Colección Sentido

1. También tu sufrimiento tiene sentido


Elisabeth Lukas
La doctora Elisabeth Lukas en éste texto hace una cuidado-
sa descripción de las técnicas en logoterapia y su aplicación
al servicio del paciente, con objeto de ayudarle a superar su
sufrimiento. Con lenguaje claro y de manera sencilla hace
una incursión en el tratamiento a pacientes, desde el enfo-
que de la logoterapia de Frankl. Este enfoque es tratado por 5. También tu vida tiene sentido
ella con amor, respeto y confianza y sobre todo, con fe ante (Logoterapia y salud mental)
un recurso casi desconocido que devuelve al hombre “la Elisabeth Lukas
fuerza interior desafiante de su espíritu.” Prólogo de Víktor E. Frankl
El arte de sacar a luz posibilidades de sentido es uno de los
2. Señales del camino hacia el sentido mayores talentos de la autora… Su fundamento científico, y
(Descubriendo lo que verdaderamente importa) sus contribuciones a la logoterapia unidas en una simbiosis
Joseph B. Fabry fecunda con su experiencia práctica será seguramente algo
En este libro, el autor te guiará paso a paso en el sentido que agradecerá el lector. Ilustra todos los casos concretos e
personal, las creencias y los valores que pueden hacer que incluso fragmentos de diálogos mantenidos por ella en su
tu vida tenga sentido. El Dr. Fabry asiste a sus lectores para práctica profesional.
superar la frustración existencial y encontrar dirección en
situaciones de vacío, duda, desconsuelo, y les presenta una 6. La búsqueda de significado
expresión comprensiva de nuevos pensamientos con un Joseph B. Fabry
lenguaje popular. Viktor E. Frankl. Este libro del Dr. Fabry tiene la cualidad que cultivó el autor,
su sencillez. Traduce en un lenguaje sencillo los principios y
3. Líbranos de la perfección técnicas de la logoterapia. Es el mismo Frankl quién dedica
“En el principio”, y al instante fue el límite su Prefacio. En él dice: el autor que se propone tres metas:
Ricardo Peter popularizar la logoterapia sin vulgarizarla, simplificar sus
El hombre se presenta ante la terapia de la imperfección teorías sin incurrir en excesos, y destacar los aspectos que
obligado continuamente a la empresa heroica de reconocer puedan tener importancia para lectores educados en el actual
su límite. El límite obliga al hombre a tener que redefinir clima cultural de los Estados Unidos. Temas como La di-
constantemente el significado de su vida, el significado de sí mensión humana, El sentido de la vida, El reto de la libertad,
mismo, de los demás y del mundo que le rodea y con el que El derrumbe de las tradiciones y El valor de los Valores entre
se relaciona. Los ejercicios prácticos que aquí se proponen, otros, nos entusiasma a incursionar en éste libro impregnado
son una terapia que nos ayudará a aceptar y superar los pro- de nuevas ideas para vivir mejor.
pios límites... Este libro es una guía dentro del camino del
autoconocimiento y una herramienta de suma importancia 7. Viktor E. Frankl. La humanidad posible
para los terapeutas en general. Claudio C. García Pintos.
Este libro de Claudio García Pintos, nos invita a conocer al
4. De la vida fugaz hombre universal que es Viktor E. Frankl a través de su vida
Elisabeth Lukas y Claudio C. García Pintos y su obra. Nos regala una concreta visión de la Logotera-
Los autores del presente libro congregan su apelación al pia describiendo los fundamentos psicológicos, filosóficos y
sentido desde estas páginas: claman a la conciencia de los antropológicos, la importancia de los valores y el rol del lo-
jóvenes y de los adultos mayores para reactualizar el valor goterapeuta. Seguramente ofrecerá al lector una perspectiva
de la libertad, de la responsabilidad, “de la potencia resis- de lo que la logoterapia ofrece como un modelo preventivo,
tente del espíritu”. educativo y psicoterapéutico de gran altura.
8. Tarea y desafío. En búsqueda del sentido tiene la valentía de gritar su verdad por dolorosa que ésta
Eugenio Fizzotti sea. Hace un llamado a la profesión del psicoterapeuta que
Con corte de divulgación, y método de síntesis, este texto nos en su calidad de acompañante existencial, tiene el privilegio
ofrece un panorama satisfactorio del humanismo frankleano de ayudar a sobrevivir a otros “dentro y fuera de su campo
que constituye un oasis teórico-práctico en los desiertos de de concentración.”
hoy en la búsqueda de los valores fundamentales de una so-
ciedad de paz, de solidaridad y de ecología. La frustración 13. Ética para errantes
existencial o el sentido de inutilidad de los dinamismos de Ricardo Peter
fondo, provoca, de hecho, un vacío en la profundidad del Es a través de la parábola del Hijo pródigo (Lc. 15, 11-31)
ser en el que prosperan el aburrimiento, la apatía, la búsque- en donde dos rasgos propios de lo humano como son la falla
da de la ebriedad y de las sensaciones fuertes, la fuga en el y la compasión son tratados de forma original y contunden-
alcohol y la droga, el miedo al silencio y al tiempo libre, la te. La actuación del padre, que es la figura central de la obra,
búsqueda del sexo por el sexo. en contraste con las conductas perfeccionistas de los hijos,
postula las bases para construir una ética del límite.
9. La Psicoterapia Existencial: una aproximación
Miguel Jarquín 14. Pedagogía de las alturas. Logoterapia y educación
Desde esta perspectiva, en la terapia se aborda el ser en su Daniele Bruzzone
totalidad, en relación con otros, se privilegia su individuali- El autor pone en diálogo diferentes ámbitos disciplinarios;
dad, su libertad, su responsabilidad de elección y lo corporal abre un horizonte de conexiones y sintonías entre los aspec-
(como mediador activo entre el sí mismo y el mundo). La tos pedagógicos y filosóficos, psicológicos y psicoanalíticos,
terapia entonces, ya no puede ser más un arma de domestica- avalado por una vasta bibliografía. Este diálogo entre más
ción, de lograr la “adaptación al medio”, no puede ser objeti- ópticas no se da en una perspectiva que se limite a “para-
va. La terapia será el encuentro auténtico de dos personas. A frasear” el pensamiento de Frankl; el premio mayor de este
partir de la luz del enfoque existencial, se abren nuevos con- texto consiste, de hecho, en la capacidad de diferenciar en
ceptos y felizmente se dejan otros atrás, como la neurosis, la una manera original elementos especulativos para las teorías
transferencia; de manera que se abre una nueva perspectiva pedagógicas y resultados significativos para la praxis educati-
en donde antes que nada, se tiene frente, ya no un enfermo, va, ofreciendo orientaciones actuales nunca antes vistas.
un paciente, sino una persona con deseos y necesidad de dar
sentido a su vida a través del encuentro de profundidad, con
ese otro -el terapeuta- que lo acompaña a ver al mundo, a 15. Filosofía Existencial para terapeutas y uno que otro curioso
otros y a sí mismo en una perspectiva diferente. Yaqui Andrés Martínez
Tanto la Filosofía como la Psicología Existencial hablan de
10. Diez Voces y un rostro un modelo de aproximación a los seres humanos interesado
(Homenaje del Centenario de Viktor Frankl) en conocer y comprender al ser humano en su estructura y
Diez Autores de smael experiencia como tal, concernida siempre en una perspectiva
Frankl fue espectador y actor del siglo xx, su vida transcurrió relacional. Le interesa el ser humano y su existencia frente al
con la centuria: 1905-1997. Le tocaron los últimos esplen-
mundo y frente a la vida, exige una revisión honesta de la
dores de una época de oro, los horrores de las dos guerras
propia existencia. El autor intenta facilitar el acercamiento a
mundiales, en carne propia la última, pero también, afortu-
nadamente, disfrutó de esa productividad notable que fue la perspectiva existencial mostrando los autores más relevan-
coronada por el éxito. Su mensaje de que la vida siempre vale tes y ofrece interesantes reflexiones para la comprensión de
ser vivida y que el hombre merece y puede luchar por mante- la realidad humana. Será un libro básico para el aprendizaje
ner su dignidad y honestidad en cualquier circunstancia, por del enfoque Existencial.
difícil que sea, serán siempre el cimiento para trasponer los
duros retos inherentes a la existencia humana. 16. Encuentro y relación de Frankl, Allers y Schwarz
en el surgimiento del Análisis Existencial y la Logoterapia
11. De Freud a Frankl: El Nacimiento de la Logoterapia Felipe Miramontes
Eugenio Fizzotti Este libro presenta una breve pero significativa revisión de la
En este libro Fizzotti hace un recorrido por las diversas teo- obra de Allers y Schwarz, de su pensamiento y sus propues-
rías psicológicas y filosóficas que dan origen a la Logoterapia tas, tanto las que atañen a Frankl como las que no. Es indis-
así como por los conceptos y aplicaciones que la conforman. cutible que estos personajes tuvieron una influencia tangible
En un estilo claro y sencillo, sin dejar por esto de ser profun- en el creador de la logoterapia.
do, nos presenta cada uno de los capítulos y permite al lector
ahondar en los significados de los mismos. 17. Perspectivas en psicoterapia existencial
(Una mirada retrospectiva y actual)
12. Logoterapia dentro y fuera del Campo de Concentración Yaqui Andrés Martínez y Susana C. Signorelli
Alejandro Unikel S. Ante las grandes tensiones de la existencia que nos han sido
El lector no solamente encontrará teoría y técnicas de logo- heredadas, las psicoterapias existenciales aportan una pers-
terapia en abundancia; se encontrará con una logoterapia en- pectiva emprendedora y auténtica. Este libro esboza varias
carnada, que en muchos momentos estrujará su conciencia perspectivas existenciales, escritas cada una por diferentes au-
adormecida. Le hablará de manera firme y contundente ante tores latinoamericanos orientados tanto a profesionales como
el compromiso de vivir la vida tal cual es, porque el autor a personas interesadas en los temas actuales de psicoterapia.
18 19. Hacerse la persona. Un enfoque fenomenológico
Pensar la logoterapia: invitación para Daniele Bruzzone
un trabajo terapéutico actualizado Acompañar el proceso de crecimiento de una persona es una
Alejandro Unikel Spector actividad necesaria y sin embargo ambivalente. Para evitar
Hoy es difícil reconocer como invariable ninguna doctrina. que degenere en el conformismo y el autoritarismo es nece-
Frankl puso la piedra fundamental de la logoterapia pero sario interrogarse radicalmente sobre sus fundamentos: Cuál
los logoterapeutas del siglo xxi debemos actualizar nuestros es la esencia del Sujeto Humano? En qué modo éste da forma
conocimientos al espacio-tiempo que vivimos so riesgo de a su propia existencia? Que significa ayudarlo a convertirse
volvernos obsoletos. El libro invita a reconocer los retos que completamente es si mismo? Este libro intenta responder a
tenemos por el posmodernismo y pretende actualizar algu- estas preguntas a través los instrumentos de la fenomenología.
nos conceptos básicos como la espiritualidad, las constantes
existenciales y la angustia. Plantea la búsqueda de sentido 20. Volver a los escritos de Viktor E. Frankl
entre dos personajes – Viktor Frankl y Albert Camus - ideo- Felipe Miramontes
lógicamente distintos que, sin embargo, convergen en darle En el presente libro el autor nos invita de manera explícita a
una dirección significativa a la vida humana. Este contraste la lectura de los textos de Viuktor Frankl, creador del análi-
aparece también en el análisis comparativo que se hace entre sis existencial y la logoterapia, y nos convoca a profundizar
la logoterapia y la psicoterapia existencial para encontrar las en su estudio, tanto clínico como filosófico. Todo ello, con
“consonancias y disonancias “entre ambas escuelas terapéu- la intención de aplicar la mirada logoterapéutica y analíti-
ticas. En conjunto el libro tiene el mensaje a los logotera- ca existencial a diversos ámbitos de la vida cotidiana. Temas
peutas de la necesidad de ver más allá de la logoterapia para como la sexualidad y el amor se ven enriquecidos con esta
regresar a ella más fortalecidos en nuestro trabajo profesional perspectiva.

La logoterapia. Libro de texto


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Experiencia grupal a través de la logoterapia. Libro de texto
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Aportes de smael para enriquecer la logoterapia y aplicarla adecuadamente a la problemática
de nuestro México.
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