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I. Desde los inicios de la Iglesia hasta la época clásica (s. I – s. XII)
A. Primer milenio
La formulación del Derecho de la Iglesia se debe a la concurrencia de diversos factores, entre
los que se destacan:
La conversión al cristianismo de personas de toda índole y su expansión en las ciudades.
La elaboración de textos litúrgicos. (Rituales, sacramentarios.)
La definición cada vez más clara de la estructura jerárquica de la Iglesi a.
La recepción del Derecho Romano.
La recopilación de normas eclesiásticas.
La necesidad de contar con una normativa homogénea.
La Justicia en la Sagrada Escritura.
Antiguo Testamento
La Revelación de Dios contenida en el Antiguo Testamento, presenta los fundamentos del
orden jurídico propio del Pueblo elegido, que se pueden reducir a tres principales.
1. Dios mismo, que se revela como el Justo y Fiel. La Justicia se identifica con su Ser. Él es
la Ley Eterna que rige y ordena el Universo, obra de sus manos.
2. La Alianza, que Dios establece con su Pueblo es fuente de Justicia (se da alteridad y exige
cumplimiento) y de santidad. Yahvé se une a los hombres mediante un mediador y
representante del pueblo y de ella surgen obligaciones y derechos primordiales. Justicia
equivale a Santidad, que consiste en ser fiel a la Alianza.
3. Los Mandamientos: Son la formulación de la Ley divina, que Dios entrega a Moisés.
Contienen los preceptos capitales que deben observarse para permanecer en la Alianza. Se
refieren a bienes justos que cualquier sociedad debe proteger y que están inscritos en la
naturaleza humana (el amor a Dios; la vida; el matrimonio y la familia; la veracidad).
Nuevo Testamento
Justificación
La justificación no puede ser alcanzada por el hombre solo, luego del pecado de origen sus
obras no podían ser sobrenaturalmente meritorias. Cristo se encarna para alcanzar una
Redención perfecta al ser Dios y hombre verdadero. Por medio de su Misterio Pascual,
establece una Nueva y definitiva Alianza, y otorga al hombre la salvación y la gracia por la
cual es hecho participe de la vida divina y llamado a la plena comunión con la Trinidad.
Iglesia, Nuevo Pueblo de Dios.
Para continuar su obra salvadora en el mundo y a lo largo de la historia, Cristo funda a la
Iglesia como el Nuevo Pueblo de Dios, al que todos los hombres están llamados a formar parte
por medio del Bautismo. Transfiere su potestad a los Apóstoles, quienes, bajo el primado de
Pedro, reciben la misión de conducir, santificar y enseñar a todas las nacio nes en el camino de
la Salvación. La estructura jerárquica de la Iglesia, responde a esta misión.
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Nueva Ley
La nueva ley es la caritas, que ha de presidir todas las relaciones humanas y que, asentada
sobre la justicia, permite al hombre alcanzar la vida eterna.
Distinción de ámbitos.
El Señor distingue entre la justicia que imparten los hombres (“¿quién me ha nombrado juez
entre vosotros?” Lc. 12,14) de la Justicia que ha venido a traer al mundo (la justificación) y la
referida a Dios, de la debida a los gobernantes. “dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo
que es de Dios” Mt. 22,2.
Las primitivas comunidades cristianas.
Los primeros cristianos aprenden a superar los márgenes de la justicia común m ediante el
mandamiento nuevo del amor. En los Hechos de los Apóstoles se consigna el género de vida
que habían asumido las primeras comunidades cristianas. Se destacan las siguientes actitudes:
Comunidad de bienes, fundada en el mutuo amor: “Todos los creyentes vivían unidos
y tenían todo en común (Hch. 2,44); “La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón
y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos. ”(
4, 32)
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Las principales características de estas primeras comunidades cristianas son:
1. Estructura jerárquica definida: Cada comunidad estaba presidida por un obispo que
era ayudado por sus presbíteros y diáconos. Poco a poco se fue reconociendo con más claridad
la supremacía del obispo de Roma, sucesor de Pedro, sobre las demás iglesias.
3. Vivencia fiel del Evangelio: a través del desarrollo de actividades de asistencia y mutua
caridad, junto con la exigencia de difundir y defender la fe, aun a costa de la propia vida, en el
contexto de una situación casi permanente de persecución.
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En este tiempo nace también la curia romana, un conjunto de dignatarios y oficiales que
ayudan al Pontífice en sus tareas de gobierno, incluso como legados suyos en regiones
apartadas.
Este periodo culmina con el cisma de oriente (1054), que divide a la cristiandad, rechazando
muchas de las iglesias orientales el primado de Roma.
Durante esta época, puede hablarse de una germanización del Derecho de la Iglesia, por la
influencia del derecho consuetudinario en la organización de la Iglesia, aunque más relevante
serán las numerosas colecciones canónicas realizadas durante la reforma carolingia. El
movimiento compilador en Occidente comienza con el Papa Gelasio (492 – 496) y es conocido
como renacimiento gelasiano.
Gelasio.
Este Pontífice impulsó la compilación de los cánones y decretales promulgados hasta
entonces; labor secundada por sus sucesores. Durante este periodo se realizan numerosas
colecciones particulares (africana, hispana, gálica), destacándose la obra en Roma de Dionisio
el Exiguo (S. VI) quien trabaja en una compilación de carácter más universal que incluía
también textos africanos y orientales, con un trabajo crítico sobre los mismos que da primacía
a los decretales de los sumos Pontífices y rechaza los documentos espurios o incompletos. El
Papa Gelasio, pasará a la historia por ser el primero que describa con claridad el principio de
distinción entre los ámbitos civil y eclesiástico, que inspira y rige las relaciones entre Iglesia y
Estado.
Dentro de las compilaciones canónicas se distinguen dos tendencias:
1. Particularismo: que da primacía a lo local (sobre todo en Francia y en las Islas
Británicas).
2. Universalismo: que promueve la existencia de un derecho común, impulsado por las
colecciones hispánica y dionisiana.
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B. El D.C. clásico.
La reforma gregoriana
Impulsó la formulación del Derecho común de la Iglesia apoyado en la autoridad de los
cánones antiguos.
También es este tiempo aparecen colecciones falsas que influyeron notablemente. Tales
colecciones intentaban solucionar los nuevos problemas que surgían de la relación con el poder
civil (investiduras) y se amparaban alegando la autoridad de disposiciones antiguas, hasta que
se comprobó que no eran auténticas.
El papa Gregorio VII emprenderá la reforma para alcanzar:
La suprema autoridad efectiva del Papa.
Un derecho común a toda la Iglesia.
La eliminación de textos no vigentes o falsos.
El recurso al Derecho civil para apoyar la justa relación de la Iglesia con el poder
temporal.
El fruto de la reforma fue la aparición de nuevas colecciones de cánones qu e contribuyen a
asentar las bases sistemáticas del D.C que son:
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Graciano había nacido a finales del s. XI en Italia, perteneció a la orden de los Camaldulenses, enseñó en la
Universidad de Bolonia y murió en el año 1158. Sus logros en el campo del Derecho canónico lo convirtieron en una
eminencia en la época y junto al prestigio de Irnerio en el campo del Derecho Civil convirtieron a Bolonia en el centro
del estudio del Derecho por excelencia.
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Las colecciones de decretales.
Tras la publicación del Decreto de Graciano, la obra legislativa de los Papas continuó. Se
hacía necesaria una nueva recopilación, tarea que culminará en el año 1234, mediante la
promulgación por el Papa Gregorio IX del Decretalium compilatio (en esta época merece
destacarse la labor de San Raimundo de Peñafort O.P.). La nueva recopilación se asemeja ya a
lo que actualmente conocemos como un Código. La sistemática se debe a Bernardo de Pavía
que dividió el D.C. en cinco libros y recopiló lo publicado tras el decreto de Graciano (se le
llamó Liber Extra):
I. Fuentes normativas y oficios.
II. Procesos
III. Clérigos y bienes eclesiásticos.
IV. Matrimonio.
V. Delitos y penas.
A partir de ahora, el D.C. estará contenido sustancialmente en estas dos grandes colecciones:
el Decreto de Graciano y las Decretales de Gregorio IX, a las que se sumarán algunas obras
posteriores como el Libro sexto (1298) o las Clementinas (1317), conformando el Corpus Iuris
Canonici que ha estado vigente en la Iglesia hasta la codificación del 1917.
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II. Del Concilio de Trento a la primera codificación. (s. XIV – s. XX)
En los siglos XIV y XV seguirá desarrollándose el Corpus canonici, sobre todo por los
comentarios a las decretales, pero la cuestión central seguirá siendo la delicada relación entre
Iglesia – Estado, en materia de investiduras y acerca de si han de someterse los actos de
gobierno al juicio supremo de la Iglesia.
En este periodo decae la teología escolástica sustituida por el nominalismo, a la vez que surgen
los albores de la ciencia moderna. Aparecen nuevos postulados, como el de Maquiavelo, que
separa la política de la ética. Poco a poco se pierde la unidad característica de la cristiandad
medieval y la cultura comienza a laicizarse, al tiempo que se conforman los nacionalismos y el
absolutismo monárquico alcanza su máximo vigor.
En este periodo se produce la llamada reforma protestante (1517 – 1648), que produce la más
profunda escisión del cristianismo. La predicación de Lutero sobre el papado, sacerdocio y sus
repercusiones sobre la potestad cristiana, conducen no solo a la separación de la obediencia al
Papa, sino de la plena comunión en las verdades de fe. Además supuso una total ruptura con el
D.C.
Por otro lado, cada vez se hacía más necesaria una adecuada adaptación del D.C., de factura
medieval, a los tiempos nuevos que atravesaba la Iglesia.
Concilio de Trento.
Convocado por Paulo III en 1545 se desarrolló en periodos discontinuos durante veinticinco
sesiones, hasta 1563.
Reconocimiento del valor de las Sagradas Escrituras y de la Tradición como partes del único
depósito de la Fe. Canon de los libros inspirados.
De especial interés para el D.C. son los decretos de reforma sobre la predicación, la vida
sacerdotal, la veneración de los santos, la erección de seminarios, la forma de l matrimonio, las
indulgencias y las órdenes religiosas.
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Pio IV confirmó los Decretos tridentinos mediante la bula Benedictus Deus (1564) e instituyó
la Congregación del Concilio para la interpretación y aplicación de los mismos.
3. Concilio Vaticano I
Convocado por Pio IX en 1869, se vio interrumpido por la guerra un año después. Su
finalidad era la restauración de la societas christiana frente al laicismo imperante.
Sus principales aportaciones fueron: la Constitución Pastor Aeternus donde declara como
verdad de fe la infabilidad del magisterio del Romano Pontífice en cuestiones de fe y moral;
por otro lado, los Padres manifestaron el deseo casi unánime de una codificación del Derecho
e la Iglesia en un cuerpo legal practico que expusiese la doctrina actualizada y superare la
dispersión de textos y disposiciones canónicas.
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III. El Concilio Vaticano II y la nueva codificación canónica
Desde el comienzo del Concilio, Juan XXIII deseaba impulsar una puesta al día del CIC 1917
y que la promulgación de un nuevo Código fuese uno de los frutos de los trabajos conciliares.
En 1963 el mismo Papa anuncia la creación de la comisión de la reforma del Código,
conformada por 30 miembros (canonistas y obispos), que debería comenzar sus trabajos a la
par del concilio.
Dentro de las disposiciones generales de la Christus Dominus, promulgada por Pablo VI
(1965) se establece: que en la revisión del Código de Derecho Canónico se definan las leyes,
según la norma de los principios que se establecen en este decreto, teniendo también en
cuenta las advertencias sugeridas por las comisiones o por los Padres conciliares.
El deseo de los sucesivos Papas hasta la promulgación del Código, no era la de efectuar una
simple recopilación actualizada de las normas canónicas, sino promulgar un código acorde
con el espíritu y los textos del Concilio.
4. Legislación postcodicial.
La promulgación de disposiciones tras el CIC ha sido muy notable. Éstas son las mas
notables:
1. Constitución apostólica Pastor Bonus (1988) de S. Juan Pablo II sobre la
reestructuración de la curia de la Santa Sede.
2. Instrucción Dignitatis connubii (2005) para la actualización de las normas procesales
rectoras del proceso de nulidad matrimonial. Bajo el pontificado de Benedicto XVI.
3. Carta Apostólica en forma de "Motu Proprio" Omnium in mentem, con la cual se
modifican algunas normas acerca de los bautizados que se apartan de la Iglesia y sus
condiciones para contraer matrimonio canónico. (26 de octubre de 2009)
4. En materia penal, se publicó en 2010 una guía para proceder ante los llamados delitos
gravísimos reforzando lo dispuesto en la Carta apostólica Sacramentarum Sanctitatis
tutela del Papa Benedicto XVI.
5. Carta Apostólica en forma de "Motu Proprio" Mitis Iudex Dominus Iesus, sobre la
reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad matrimonial
en el Código de Derecho Canónico (15 de agosto de 2015) del Papa Francisco.
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Fuente
Torres-Dulce, Miguel Ángel. Cánones y leyes de la Iglesia: Nociones de Derecho Canónico. Madrid,:
Ediciones Palabra, 2017.
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