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Índice

I. Desde los inicios de la Iglesia hasta la época clásica (s. I – s. XII)


A. Primer milenio
1. Factores para la formulación del Derecho de la Iglesia.
2. La Justicia en la Sagrada Escritura: Antiguo y Nuevo Testamento
3. Primitivas comunidades cristianas.
4. Influjo del Derecho Romano.
5. Las colecciones canónicas.
B. El D.C. clásico.
1. Reforma gregoriana.
2. Decreto de Graciano.
3. Colecciones de decretales.
II. Del Concilio de Trento a la primera codificación. (s. XIV – s. XX)
1. Decretos disciplinares del Concilio de Trento.
2. Promulgación del Corpus Iuris Canonici.
3. Concilio Vaticano I.
4. Código del 1917.
III. Concilio Vaticano II y la nueva codificación canónica.
1. Principios directivos de la reforma.
2. Alcance del Código de 1983
3. Sistemática del CIC
4. Legislación postcodicial.

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I. Desde los inicios de la Iglesia hasta la época clásica (s. I – s. XII)
A. Primer milenio
La formulación del Derecho de la Iglesia se debe a la concurrencia de diversos factores, entre
los que se destacan:
 La conversión al cristianismo de personas de toda índole y su expansión en las ciudades.
 La elaboración de textos litúrgicos. (Rituales, sacramentarios.)
 La definición cada vez más clara de la estructura jerárquica de la Iglesi a.
 La recepción del Derecho Romano.
 La recopilación de normas eclesiásticas.
 La necesidad de contar con una normativa homogénea.
La Justicia en la Sagrada Escritura.
Antiguo Testamento
La Revelación de Dios contenida en el Antiguo Testamento, presenta los fundamentos del
orden jurídico propio del Pueblo elegido, que se pueden reducir a tres principales.
1. Dios mismo, que se revela como el Justo y Fiel. La Justicia se identifica con su Ser. Él es
la Ley Eterna que rige y ordena el Universo, obra de sus manos.
2. La Alianza, que Dios establece con su Pueblo es fuente de Justicia (se da alteridad y exige
cumplimiento) y de santidad. Yahvé se une a los hombres mediante un mediador y
representante del pueblo y de ella surgen obligaciones y derechos primordiales. Justicia
equivale a Santidad, que consiste en ser fiel a la Alianza.
3. Los Mandamientos: Son la formulación de la Ley divina, que Dios entrega a Moisés.
Contienen los preceptos capitales que deben observarse para permanecer en la Alianza. Se
refieren a bienes justos que cualquier sociedad debe proteger y que están inscritos en la
naturaleza humana (el amor a Dios; la vida; el matrimonio y la familia; la veracidad).
Nuevo Testamento
Justificación
La justificación no puede ser alcanzada por el hombre solo, luego del pecado de origen sus
obras no podían ser sobrenaturalmente meritorias. Cristo se encarna para alcanzar una
Redención perfecta al ser Dios y hombre verdadero. Por medio de su Misterio Pascual,
establece una Nueva y definitiva Alianza, y otorga al hombre la salvación y la gracia por la
cual es hecho participe de la vida divina y llamado a la plena comunión con la Trinidad.
Iglesia, Nuevo Pueblo de Dios.
Para continuar su obra salvadora en el mundo y a lo largo de la historia, Cristo funda a la
Iglesia como el Nuevo Pueblo de Dios, al que todos los hombres están llamados a formar parte
por medio del Bautismo. Transfiere su potestad a los Apóstoles, quienes, bajo el primado de
Pedro, reciben la misión de conducir, santificar y enseñar a todas las nacio nes en el camino de
la Salvación. La estructura jerárquica de la Iglesia, responde a esta misión.

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Nueva Ley
La nueva ley es la caritas, que ha de presidir todas las relaciones humanas y que, asentada
sobre la justicia, permite al hombre alcanzar la vida eterna.
Distinción de ámbitos.
El Señor distingue entre la justicia que imparten los hombres (“¿quién me ha nombrado juez
entre vosotros?” Lc. 12,14) de la Justicia que ha venido a traer al mundo (la justificación) y la
referida a Dios, de la debida a los gobernantes. “dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo
que es de Dios” Mt. 22,2.
Las primitivas comunidades cristianas.
Los primeros cristianos aprenden a superar los márgenes de la justicia común m ediante el
mandamiento nuevo del amor. En los Hechos de los Apóstoles se consigna el género de vida
que habían asumido las primeras comunidades cristianas. Se destacan las siguientes actitudes:
 Comunidad de bienes, fundada en el mutuo amor: “Todos los creyentes vivían unidos
y tenían todo en común (Hch. 2,44); “La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón
y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos. ”(
4, 32)

 Resolución de litigios de manera fraternal, sin recurrir a instancias judiciales


civiles. (ej. el caso de Onésimo, esclavo fugitivo reconciliado con su señor por medio de San
Pablo, cfr. Carta a Filemón)

 Práctica en común de la oración, el culto y celebración de la Eucaristía; junto con


la obediencia a las enseñanzas de los Apóstoles: Acudían asiduamente a la enseñanza de los
apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. (Hch. 4,42)

Concluir a la vista de estos testimonios que vivir genuinamente el cristianismo haga


innecesario el derecho sería una conclusión errada, en todo caso, la presencia operativa de la
caridad eliminaba el ámbito litigioso del derecho, que subsistirá siempre en la Iglesia: ubi
societas ibi ius. (dónde hay sociedad, hay derecho)
Ya desde entonces comienzan a vivirse los elementos jurídicos contenidos en el Nuevo
Testamento en relación con las instituciones jurídicas entonces vigentes. (sanedrín, Imperio
Romano)
La vida práctica de los cristianos se rige con las enseñanzas del Evangelio, transmitido po r
los apóstoles y sus sucesores, que estructuran a la Iglesia como Pueblo de Dios.
En el periodo post - apostólico, el cristianismo comienza a expandirse, primero por el
Oriente próximo, Palestina, Asia menor y Egipto, también en Macedonia y Grecia, hasta
alcanzar la península itálica desde donde llega hasta la costa norte de África; sentándose
siempre en los núcleos urbanos.

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Las principales características de estas primeras comunidades cristianas son:
1. Estructura jerárquica definida: Cada comunidad estaba presidida por un obispo que
era ayudado por sus presbíteros y diáconos. Poco a poco se fue reconociendo con más claridad
la supremacía del obispo de Roma, sucesor de Pedro, sobre las demás iglesias.

2. Intensa vida litúrgica: Celebración comunitaria de los sacramentos, en especial el


Bautismo y la Eucaristía dominical que era el centro de los misterios litúrgicos. La Penitencia
tenía carácter público y el fin principal de readmitir a quienes habían renegado de la fe.
Cuidaban celosamente de los lugares de culto y sepultura.

3. Vivencia fiel del Evangelio: a través del desarrollo de actividades de asistencia y mutua
caridad, junto con la exigencia de difundir y defender la fe, aun a costa de la propia vida, en el
contexto de una situación casi permanente de persecución.

El derecho de la Iglesia en estos primeros siglos se nutre de la S.E., la Liturgia y la


Tradición Apostólica, que comienza a cobrar mayor importancia como signo de continuidad y
unidad frente a la proliferación de las herejías.
Los primeros cánones surgen de los Concilios ecuménicos (el más antiguo es el de Nicea, año
325) y particulares (gozan de mayor prestigio los celebrados en las iglesias orientales
consideradas de fundación apostólica), redactándose colecciones de cánones a partir del S. IV.
En éstas, se van insertando los decretales: cartas legislativas de los Papas.
Influjo del Derecho Romano
Durante los primeros tres siglos de nuestra era, la religión cristiana era considerada i lícita
dentro del Imperio Romano, y quedaba por tanto al margen del Derecho. La situación cambia
a partir del 313, con el edicto de Milán que pone fin a las persecuciones, y más tarde, en el 380
el Emperador Teodosio, adopta el cristianismo como religión oficial del Imperio. Luego de la
caída del imperio occidental (476), en la parte oriental del imperio, se acentúa cada vez más la
alianza entre el poder civil y la potestad eclesiástica.
En oriente se realiza la recopilación justinianea, cuyos textos serán después calificados como
Derecho romano cristiano por su recepción y adaptación eclesial.
Colecciones canónicas.
La formación de la Europa medieval (siglos V - XI) trajo consigo cambios notables que
afectaron a la Iglesia y abrieron nuevos campos para el Derecho.
 Se produjo una expansión evangelizadora al ámbito rural, lo que trajo consigo la
creación de parroquias.
 Incorporación a la Iglesia de pueblos germánicos
 Desarrollo del monacato y fundación de numerosas abadías.
 Aparición de iglesias de fundación señorial dentro del régimen feudal.
 Se produce una descentralización y aparición de nuevas titularidades y oficios
eclesiásticos.

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En este tiempo nace también la curia romana, un conjunto de dignatarios y oficiales que
ayudan al Pontífice en sus tareas de gobierno, incluso como legados suyos en regiones
apartadas.
Este periodo culmina con el cisma de oriente (1054), que divide a la cristiandad, rechazando
muchas de las iglesias orientales el primado de Roma.
Durante esta época, puede hablarse de una germanización del Derecho de la Iglesia, por la
influencia del derecho consuetudinario en la organización de la Iglesia, aunque más relevante
serán las numerosas colecciones canónicas realizadas durante la reforma carolingia. El
movimiento compilador en Occidente comienza con el Papa Gelasio (492 – 496) y es conocido
como renacimiento gelasiano.
Gelasio.
Este Pontífice impulsó la compilación de los cánones y decretales promulgados hasta
entonces; labor secundada por sus sucesores. Durante este periodo se realizan numerosas
colecciones particulares (africana, hispana, gálica), destacándose la obra en Roma de Dionisio
el Exiguo (S. VI) quien trabaja en una compilación de carácter más universal que incluía
también textos africanos y orientales, con un trabajo crítico sobre los mismos que da primacía
a los decretales de los sumos Pontífices y rechaza los documentos espurios o incompletos. El
Papa Gelasio, pasará a la historia por ser el primero que describa con claridad el principio de
distinción entre los ámbitos civil y eclesiástico, que inspira y rige las relaciones entre Iglesia y
Estado.
Dentro de las compilaciones canónicas se distinguen dos tendencias:
1. Particularismo: que da primacía a lo local (sobre todo en Francia y en las Islas
Británicas).
2. Universalismo: que promueve la existencia de un derecho común, impulsado por las
colecciones hispánica y dionisiana.

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B. El D.C. clásico.
La reforma gregoriana
Impulsó la formulación del Derecho común de la Iglesia apoyado en la autoridad de los
cánones antiguos.
También es este tiempo aparecen colecciones falsas que influyeron notablemente. Tales
colecciones intentaban solucionar los nuevos problemas que surgían de la relación con el poder
civil (investiduras) y se amparaban alegando la autoridad de disposiciones antiguas, hasta que
se comprobó que no eran auténticas.
El papa Gregorio VII emprenderá la reforma para alcanzar:
 La suprema autoridad efectiva del Papa.
 Un derecho común a toda la Iglesia.
 La eliminación de textos no vigentes o falsos.
 El recurso al Derecho civil para apoyar la justa relación de la Iglesia con el poder
temporal.
El fruto de la reforma fue la aparición de nuevas colecciones de cánones qu e contribuyen a
asentar las bases sistemáticas del D.C que son:

1. El influjo del derecho romano clásico.


2. El poder legislativo universal del Papa
3. La elaboración más técnica del Derecho de la Iglesia
El decreto de Graciano
El principal problema para el trabajo de los canonistas era el no contar con una compilación
de textos que gozase de plena seguridad, teniendo que elegir el texto legislativo más apropiado
de entre las numerosas compilaciones existentes. El aporte de Graciano 1 vino a llenar este
vacío. El título de su obra, terminada hacia el año 1140, “Concordia de cánones discordantes”
indica la finalidad de su empresa.
Fue tal el prestigio de su obra que relegó a todas las colecciones de cánones anteriores y se
convirtió en el texto de referencia para universidades, tribunales y sedes eclesiásticas.
El texto de gran amplitud, que pasó a la historia como el decreto de Graciano, se apoyaba en
las autoridades o textos magisteriales en sentido lato, sobre las cuales el maestro formula sus
dichos, salvando las contradicciones. Con Graciano comienza el estudio científico del D.C.:
enseña a deducir de los textos antiguos su sentido genuino, a aplicar las normas antiguas a las
exigencias contemporáneas, a resolver las controversias y a suplir las lagunas. Su obra
contribuyó igualmente a distinguir el ámbito propio del derecho canónico del civil.

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Graciano había nacido a finales del s. XI en Italia, perteneció a la orden de los Camaldulenses, enseñó en la
Universidad de Bolonia y murió en el año 1158. Sus logros en el campo del Derecho canónico lo convirtieron en una
eminencia en la época y junto al prestigio de Irnerio en el campo del Derecho Civil convirtieron a Bolonia en el centro
del estudio del Derecho por excelencia.
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Las colecciones de decretales.
Tras la publicación del Decreto de Graciano, la obra legislativa de los Papas continuó. Se
hacía necesaria una nueva recopilación, tarea que culminará en el año 1234, mediante la
promulgación por el Papa Gregorio IX del Decretalium compilatio (en esta época merece
destacarse la labor de San Raimundo de Peñafort O.P.). La nueva recopilación se asemeja ya a
lo que actualmente conocemos como un Código. La sistemática se debe a Bernardo de Pavía
que dividió el D.C. en cinco libros y recopiló lo publicado tras el decreto de Graciano (se le
llamó Liber Extra):
I. Fuentes normativas y oficios.
II. Procesos
III. Clérigos y bienes eclesiásticos.
IV. Matrimonio.
V. Delitos y penas.
A partir de ahora, el D.C. estará contenido sustancialmente en estas dos grandes colecciones:
el Decreto de Graciano y las Decretales de Gregorio IX, a las que se sumarán algunas obras
posteriores como el Libro sexto (1298) o las Clementinas (1317), conformando el Corpus Iuris
Canonici que ha estado vigente en la Iglesia hasta la codificación del 1917.

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II. Del Concilio de Trento a la primera codificación. (s. XIV – s. XX)

1. Decretos disciplinares del Concilio de Trento.


Situación de la Iglesia (S. XIV)

En los siglos XIV y XV seguirá desarrollándose el Corpus canonici, sobre todo por los
comentarios a las decretales, pero la cuestión central seguirá siendo la delicada relación entre
Iglesia – Estado, en materia de investiduras y acerca de si han de someterse los actos de
gobierno al juicio supremo de la Iglesia.

En este periodo decae la teología escolástica sustituida por el nominalismo, a la vez que surgen
los albores de la ciencia moderna. Aparecen nuevos postulados, como el de Maquiavelo, que
separa la política de la ética. Poco a poco se pierde la unidad característica de la cristiandad
medieval y la cultura comienza a laicizarse, al tiempo que se conforman los nacionalismos y el
absolutismo monárquico alcanza su máximo vigor.

En este periodo se produce la llamada reforma protestante (1517 – 1648), que produce la más
profunda escisión del cristianismo. La predicación de Lutero sobre el papado, sacerdocio y sus
repercusiones sobre la potestad cristiana, conducen no solo a la separación de la obediencia al
Papa, sino de la plena comunión en las verdades de fe. Además supuso una total ruptura con el
D.C.

Por otro lado, cada vez se hacía más necesaria una adecuada adaptación del D.C., de factura
medieval, a los tiempos nuevos que atravesaba la Iglesia.

Concilio de Trento.

Convocado por Paulo III en 1545 se desarrolló en periodos discontinuos durante veinticinco
sesiones, hasta 1563.

Fue un concilio dogmático, dirigido a consolidar las verdades de la fe y secundariamente a


regular y revitalizar la disciplina eclesiástica, en atención a dar respuesta a las cuestiones más
urgentes y vitales para la Iglesia.

Una síntesis de sus aprobaciones puede ser la siguiente:

Promulgación de decretos dogmáticos, especialmente sobre: doctrina del pecado original y


justificación, interpretación de la Sagrada Escritura y los Sacramentos.

Reconocimiento del valor de las Sagradas Escrituras y de la Tradición como partes del único
depósito de la Fe. Canon de los libros inspirados.

De especial interés para el D.C. son los decretos de reforma sobre la predicación, la vida
sacerdotal, la veneración de los santos, la erección de seminarios, la forma de l matrimonio, las
indulgencias y las órdenes religiosas.

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Pio IV confirmó los Decretos tridentinos mediante la bula Benedictus Deus (1564) e instituyó
la Congregación del Concilio para la interpretación y aplicación de los mismos.

2. Promulgación del Corpus Iuris Canonici.


El Corpus que estuvo vigente hasta la codificación de 1917, se componía de:
 El Decreto de Graciano
 Las Decretales de Gregorio IX
 Otras obras legislativas de los Papas (Bulas) y comentarios a los Decretales.
Para evitar interpretaciones laxas o contrarias, Pio IV prohibió que se hicieran comentarios a
los decretos de Trento. Los canonistas siguieron usando el Corpus, aunque teniendo en cuenta
los decretos conciliares. Otra traba a la formulación de la obra legislativa tridentina fue la
oposición de algunos monarcas europeos a la aplicación de los decretos disciplinares en sus
reinos.
Los Papas continuaron su tarea legislativa mediante la promulgación de Bulas que se iban
añadiendo al Corpus. Los dicasterios de la Curia romana desarrollan en este tiempo una intensa
labor de colección de sentencias y decretos que servirá para la posterior codificación.

3. Concilio Vaticano I
Convocado por Pio IX en 1869, se vio interrumpido por la guerra un año después. Su
finalidad era la restauración de la societas christiana frente al laicismo imperante.
Sus principales aportaciones fueron: la Constitución Pastor Aeternus donde declara como
verdad de fe la infabilidad del magisterio del Romano Pontífice en cuestiones de fe y moral;
por otro lado, los Padres manifestaron el deseo casi unánime de una codificación del Derecho
e la Iglesia en un cuerpo legal practico que expusiese la doctrina actualizada y superare la
dispersión de textos y disposiciones canónicas.

4.Codificación del 1917


San Pio X fue el principal impulsor del Código. En 1904 establece una comisión encargada
de su redacción. No se pretendía una reforma profunda sino sistematizar las normas vigentes.
El Código fue promulgado por Benedicto XV en 1917 y entro en vigor al año siguiente.
Se componía de 2414 cánones distribuidos en 5 libros:
I. Normas generales
II. Personas
III. Cosas
IV. Procesos
V. Delitos y penas.
Estuvo en vigor durante 70 años y ha cumplido su objetivo fundamental, aunque el carecer de
un control administrativo, condujo a que decayera su aplicación que se vio suplida por la
propia vida eclesiástica propiciando cierto dualismo alternativo entre pastoral y derecho.

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III. El Concilio Vaticano II y la nueva codificación canónica

Desde el comienzo del Concilio, Juan XXIII deseaba impulsar una puesta al día del CIC 1917
y que la promulgación de un nuevo Código fuese uno de los frutos de los trabajos conciliares.
En 1963 el mismo Papa anuncia la creación de la comisión de la reforma del Código,
conformada por 30 miembros (canonistas y obispos), que debería comenzar sus trabajos a la
par del concilio.
Dentro de las disposiciones generales de la Christus Dominus, promulgada por Pablo VI
(1965) se establece: que en la revisión del Código de Derecho Canónico se definan las leyes,
según la norma de los principios que se establecen en este decreto, teniendo también en
cuenta las advertencias sugeridas por las comisiones o por los Padres conciliares.
El deseo de los sucesivos Papas hasta la promulgación del Código, no era la de efectuar una
simple recopilación actualizada de las normas canónicas, sino promulgar un código acorde
con el espíritu y los textos del Concilio.

1. Principios directivos de la reforma:


 La juridicidad específica del D.C.
 La communio y corresponsabilidad impulsadas por la eclesiología del Vaticano II a partir
de la noción de fiel y pueblo de Dios.
 La colegialidad episcopal bajo la suprema autoridad dl papa y la toma de decisiones por
voto deliberativo.
 El carácter pastoral de la norma eclesiástica que mira a la salus animarum.
 Subsidiariedad de la jerarquía respecto de la legitima autonomía de los fieles y dentro de
la misma estructura jerárquica de la Iglesia (descentralización).
Después del concilio hubo una rica producción de normas transitorias para aplicar los decretos
conciliares, que abrogaron cánones del CIC 1917 y que fueron la base para la redacción del
nuevo Código.
Una comisión central de consultores preparó el texto de un documento, que, por orden del
Sumo Pontífice, se sometió al estudio de la Asamblea General del Sínodo de Obispos en el mes
de octubre de 1967. Casi unánimemente fueron aprobados los siguientes principios, contenidos
en el prefacio del CIC:
1.º) Al renovar el derecho debe conservarse completamente inalterado el carácter jurídico del
nuevo Código, exigido por la misma naturaleza social de la Iglesia.
2.º) Ha de haber una coordinación entre el fuero externo y el fuero interno, como es p ropio de
la Iglesia y ha tenido secular vigencia, de forma que se evite un conflicto entre ambos fueros.
3.º) Favorecer la integración de las virtudes cristianas en el Derecho que permiten la aplicación
de la justicia conforme al fin de la Iglesia.
4.º) Para que el Sumo Legislador y los Obispos contribuyan armó- nicamente al cuidado de las
almas, (…), conviene que, en orden a la dispensa de las leyes generales, se conviertan en
ordinarias las facultades que hasta ahora eran extraordinarias, reservánd ose a otras autoridades
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superiores o a la potestad Suprema de la Iglesia universal tan sólo las que exijan excepción en
razón del bien común.
5.º) Mayor atención al principio de subsidiariedad, y a la armonización del derecho universal
con el particular.
6.º) En razón de la igualdad fundamental de todos los fieles, y de la diversidad de funciones y
cargos que radica en el mismo orden jerárquico de la Iglesia, conviene que se definan
adecuadamente y se protejan los derechos de las personas.
7.º) Regular la autoridad en la Iglesia como un servicio.
8.º) Establecer el principio de que, como regla general, el territorio determine el régimen
jurisdiccional de una porción del Pueblo de Dios; pero sin que se impida por ello en absoluto,
cuando lo aconseje así la utilidad, que se puedan admitir otros modos, al menos simultáneos
con el territorial, como criterios para delimitar una comunidad de fieles.
9.º) Con respecto al derecho coactivo, al que la Iglesia, como sociedad externa, visible e
independiente no puede renunciar, las penas deben ser, en general, ferendae sententiae, y han
de irrogarse y remitirse tan sólo en el fuero externo; las penas latae sententiae han de reducirse
a pocos casos, e irrogarse tan sólo para delitos muy graves.
Después de los primeros esbozos de esquemas entre el 1963 y el 1972, las subcomisiones
redactaron tres esquemas (1977, 1980 y 1982), de los que los dos primeros fueron enviados a
estudio de los obispos, abades nullius, superiores religiosos, peritos, etc. El tercero (1982) fue
redactado después de la sesión plenaria de 1981, compuesta de cardenales y obispos de todo
el mundo.
No se concluyó la elaboración de la Ley fundamental de la Iglesia como texto constitucional
del Pueblo de Dios, porque se acordó que su importancia requería más estudio y consenso.
Promulgación del CIC (1983)
El Sumo Pontífice, revisó por Sí mismo el último esquema, con la ayuda de algunos expertos
y, tras considerar todo con ponderación, decretó que se promulgara el nuevo Código, el 25 de
enero de 1983, aniversario del primer anuncio del Papa Juan XXIII sobre la empresa de
revisión codicial. con la constitución apostólica Sacrae disciplinae leges. Después de diez
meses de vacatio legis, el Código entró en vigor el 27 de noviembre de 1983. Al año
siguiente se nombró la comisión de interpretación auténtica , que se convirtió luego en el
Pontificio Consejo para la interpretación de los textos legislativos.

2. Alcance del CIC


El Código de Derecho Canónico se refiere sólo a la Iglesia latina (can. 1). En general, no define
los ritos que hay que observar en las celebraciones litúrgicas; por tanto, las normas litúrgicas,
emanadas antes de la promulgación del mismo, siguen en vigor, a no ser que sean contrarias a
los cánones (can. 2). Finalmente, los cánones del Código no abrogan los pactos estipulados
entre la Santa Sede y las naciones u otras sociedades políticas ni las derogan (can. 3). El c. 6
deroga no solo el CIC anterior sino también todas las leyes universales y particulares que se le
opongan.
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Para regular el derecho de los católicos de rito oriental, Juan Pablo II promulgó el Codigo de
los canones de las Iglesias orientales el 18 de agosto del 1990 (CCEO). Consta de 1546 cs.,
que versan sobre materias similares a las contenidas en el CIC, aunque sigue una sistematica
distinta.

3. Sistemática del CIC


La reforma codicial dio por resultado un nuevo ordenamiento que varió el orden, aunque no el
contenido esencial del anterior código, de acuerdo a los principios señalados. El prefacio al CIC
presenta así su sistemática:
“El nuevo orden sistemático, que nació casi espontáneamente de un trabajo que iba
madurando poco a poco, se apoya en dos principios, uno de los cuales se refiere a la fidelidad
a los criterios directivos más generales, que ya habían sido previamente determi nados por el
grupo central, y el otro responde a exigencias de utilidad práctica: que el nuevo Código se
pudiera entender y usar con facilidad, no sólo por los expertos, sino también por los Pastores
e incluso por todos los fieles. El nuevo Código consta de siete Libros, que se titulan: «De las
normas generales», «Del Pueblo de Dios», «De la función de enseñar de la Iglesia», «De la
función de santificar de la Iglesia», «De los bienes temporales de la Iglesia», «De las sanciones
en la Iglesia», «De los procesos». Aunque por la diferencia de rúbricas que preceden a cada
uno de los distintos Libros del antiguo y del nuevo Código resulte ya evidente la diversidad de
sistemática entre uno y otro, esta innovación del orden se hace aún más manifiesta si se
comparan sus partes, secciones, títulos, y rúbricas. Y debe tenerse como cierto que el nuevo
orden sistemático no sólo corresponde mejor que el antiguo al contenido y naturaleza propia
del derecho canónico, sino que, y esto es más importante, se ajusta mejor a la eclesiología
del Concilio Vaticano II y a los principios derivados de él, que se fijaron ya al comienzo de
la revisión.”

4. Legislación postcodicial.
La promulgación de disposiciones tras el CIC ha sido muy notable. Éstas son las mas
notables:
1. Constitución apostólica Pastor Bonus (1988) de S. Juan Pablo II sobre la
reestructuración de la curia de la Santa Sede.
2. Instrucción Dignitatis connubii (2005) para la actualización de las normas procesales
rectoras del proceso de nulidad matrimonial. Bajo el pontificado de Benedicto XVI.
3. Carta Apostólica en forma de "Motu Proprio" Omnium in mentem, con la cual se
modifican algunas normas acerca de los bautizados que se apartan de la Iglesia y sus
condiciones para contraer matrimonio canónico. (26 de octubre de 2009)
4. En materia penal, se publicó en 2010 una guía para proceder ante los llamados delitos
gravísimos reforzando lo dispuesto en la Carta apostólica Sacramentarum Sanctitatis
tutela del Papa Benedicto XVI.
5. Carta Apostólica en forma de "Motu Proprio" Mitis Iudex Dominus Iesus, sobre la
reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad matrimonial
en el Código de Derecho Canónico (15 de agosto de 2015) del Papa Francisco.

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Fuente
Torres-Dulce, Miguel Ángel. Cánones y leyes de la Iglesia: Nociones de Derecho Canónico. Madrid,:
Ediciones Palabra, 2017.

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