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Las ofrendas deben contener una serie de elementos y símbolos que inviten al espíritu a viajar desde
el mundo de los muertos para que conviva ese día con sus deudos.
Entre los elementos más representativos del altar se hallan los siguientes:
Imagen del difunto. Dicha imagen honra la parte más alta del altar. Se coloca de espaldas, y frente
a ella se pone un espejo para que el difunto solo pueda ver el reflejo de sus deudos, y estos vean a
su vez únicamente el del difunto.
Imagen de las ánimas del purgatorio. Esta se coloca para que, en caso de que el espíritu del muerto
se encuentre en el purgatorio, se facilite su salida. Según la religión católica, los que mueren
habiendo cometido pecados veniales sin confesarse deben de expiar sus culpas en el purgatorio..
Papel picado. Es considerado como una representación de la alegría festiva del Día de Muertos y
del viento.
Flores. Son el ornato usual en los altares y en el sepulcro. La flor de cempasúchil es la flor que, por
su aroma, sirve de guía a los espíritus en este mundo.
Comida. El alimento tradicional o el que era del agrado de los fallecidos se pone para que el alma
visitada lo disfrute.
La fusión de ambas culturas hace del altar un producto comunicativo que evoca constantemente los
elementos que le dieron origen y que lo traducen en una repetición y evocación constantes del mundo
indígena y del católico, con símbolos que adquieren un nuevo significado.
La muerte, en este sentido, no se enuncia como una ausencia ni como una falta; por el contrario, es
concebida como una nueva etapa: el muerto viene, camina y observa el altar, percibe, huele, prueba,
escucha. No es un ser ajeno, sino una presencia viva. La metáfora de la vida misma se cuenta en
un altar, y se entiende a la muerte como un renacer constante, como un proceso infinito que nos
hace comprender que los que hoy estamos ofreciendo seremos mañana invitados a la fiesta.
1. Imagen del difunto, que se coloca en la parte más alta del altar;
2. Una cruz, que va al lado de la imagen del difunto, puede ser de sal o ceniza;
3. Una imagen de ánimas del purgatorio, sirve para que en caso de que el espíritu del muerto
se encuentre en dicha instancia, salga más rápido;
4. Copal o incienso, que sirve para purificar y limpiar;
5. Arco, se coloca en la cúspide del altar y simboliza la entrada al mundo de los muertos;
6. Papel picado, representa la alegría del Día de Muertos;
7. Velas, veladoras y cirios: representan la luz que guía;
8. Agua: es de mucha importancia porque refleja la pureza del alma, además sirve para que los
espíritus mitiguen su sed. También se puede colocar un jabón o toalla a un costado, para
que los difuntos se pueda asear;
9. Flores de cempasúchil: sirven de guía a los espíritus en este mundo;
10. Calaveras: sirve para recordar que la muerte siempre está entre nosotros;
11. Comida: se pone para que el alma que nos visita disfrute los platillos que le gustaron en
vida;
12. Pan: representa la eucarestía;
13. Objetos personales: se colocan para que los difuntos recuerden sus momentos en vida.
Josefa Castelar es la protagonista de una historia que la define como heroína de la ciudad
de Huamantla en Tlaxcala por su participación en la Intervención estadounidense en
México que se dio entre 1846 y 1848. Es un caso de mujeres cuya extraordinaria actuación no
está históricamente documentada por sus contemporáneos, pero encuentran un lugar en la
mitología popular y, en ocasiones, gubernamental.
Índice
1Biografía
2Contexto histórico
o 2.1Gobierno de México durante la Intervención norteamericana
o 2.2Batalla de Huamantla
3Participación en la Batalla de Huamantla
4Últimos días
5Reconocimientos
6Referencias
7Bibliografía
Biografía[editar]
Se sitúa el nacimiento de Josefa Castelar (1827-n.d.) en Huamantla, Tlaxcala en México. La
leyenda dice que lleva el apellido del platero Francisco Castelar, quien la adoptó tiempo
después de que sus padres biológicos murieron, dejándola en la orfandad. Poco se dice de su
vida, salvo que vivió muchos años en la parte alta de su ciudad natal, en la antigua calle de
Arco y que trabajó como empleada doméstica con las familias más adineradas de la
población.1
Contexto histórico[editar]
Gobierno de México durante la Intervención
norteamericana[editar]
Estados Unidos declaró la guerra a México el 13 de mayo de 1846, tras el enfrentamiento
entre ambos países del 25 de abril. Los presidentes eran, respectivamente, James
Polk y Mariano Paredes y Arrillaga, quien dejó en su lugar a Nicolás Bravo para ir a enfrentar
una rebelión en Guadalajara. Ambos eran conservadores y su gobierno, la república
centralista, se regía por las Siete Leyes.
El 4 de agosto José Mariano Salas se pronunció contra el gobierno y se quedó con la
presidencia. En cuanto estuvo en el poder derogó las Siete Leyes, restauró la Constitución de
1824 de los liberales y convocó a elecciones en las que triunfó Antonio López de Santa Anna.
Ante la situación de guerra, López de Santa Anna dejó su puesto en manos del
vicepresidente Valentín Gómez Farías y se fue a combatir a los estadounidenses.
La restauración de la Constitución de 1824 provocó muchas molestias, en especial de la
Ciudad de México, situación que se agudizó cuando el presidente Gómez Farías pretendió
vender los bienes de la Iglesia para financiar la guerra, provocando la llamada Rebelión de los
Polkos, que duró del 26 de enero al 21 de marzo de 1847. Mientras tanto, el ejército
estadounidense avanzó significativamente sobre el territorio mexicano.
Para dedicarse de lleno al combate, el 16 de septiembre de 1847 Santa Anna renunció a la
presidencia de México tras la caída de la Ciudad de México ante las tropas estadounidenses
ocurrida el 13 de septiembre del mismo año durante la Batalla de Chapultepec,
quedando Manuel de la Peña y Peña como presidente interino.2 Es durante el periodo
presidencial de Manuel de la Peña (septiembre 1847-noviembre 1847) cuando tuvo lugar
la Batalla de Huamantla en donde Josefa Castelar realizó su acto heroico.
Batalla de Huamantla[editar]
Localización de Huamantla
Últimos días[editar]
Después de su heroica intervención en la guerra de Huamantla, Josefa Castelar se unió en
matrimonio con José María Blancas. Tiempo después la pareja se mudó a la ciudad de Puebla
donde tiempo después, en fecha desconocida, ella falleció.5
Reconocimientos[editar]
Leyenda o no, Josefa Castelar es llamada heroína de la ciudad de Huamantla gracias a su
patriótica participación en la Batalla de Huamantla de 1847. Varias escuelas llevan el nombre
de esta célebre heroína: en el centro de la ciudad de Huamantla, el Jardín de Niños Josefa
Castelar ubicado en la calle Ignacio Allende y la Primaria Urbana Federal Josefa Castelar
ubicada en la calle Miguel Hidalgo Norte; y en el centro de la ciudad de Tlaxcala, la escuela
Preescolar Estancia Infantil Josefa Castelar.
Además, dos calles fueron nombradas en su honor: la calle Josefa Castelar en el centro de la
ciudad de Tlaxcala y otra más en San Mateo Huexoyucan, Tlaxcala.
En el año de 1953, Huamantla fue denominada ciudad heroica gracias a su intervención en la
guerra de México contra Estados Unidos.7