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Manuel Rodríguez-Becerra
Guillermo Espinoza
p.cm.
Includes bibliographical references.
333.7 R282—dc21
Diciembre de 2002
Guillermo Espinoza es Coordinador del Área Medio Ambiente en el Centro de Estudios para el
Desarrollo (CED) de Chile. Es profesor de las universidades de Chile y Católica de Chile, con-
sultor para organismos internacionales y autor de publicaciones en la materia.
Sobre el editor:
Las opiniones expresadas en este libro pertenecen a los autores y no necesariamente refle-
jan los puntos de vista del BID.
Con la llegada del nuevo milenio, nuestra región de América Latina y el Caribe con-
tinúa enfrentando grandes retos de desarrollo y deterioro del medio ambiente. No
obstante el largo camino aún por recorrer, se han logrado avances significativos en
varios frentes. A partir de la Conferencia de Río de 1992, la comunidad internacio-
nal y los países de la región orientaron sus metas y objetivos hacia un desarrollo
basado en criterios de “sustentabilidad ambiental”, y los gobiernos han dedicado
recursos financieros, técnicos y económicos a la creación de instituciones, legisla-
ción e instrumentos que promueven la conservación de recursos naturales y la cali-
dad ambiental. La sociedad civil también ha logrado internalizar la agenda ambien-
tal dentro de sus objetivos de desarrollo a través de inversiones públicas y privadas
que son “ambientalmente sanas”. Con la Cumbre de Johannesburgo sobre Desarro-
llo Sustentable, los compromisos a nivel mundial y por parte de países individuales
han sido refrendados, estableciendo nuevos hitos y horizontes que comprometen a
gobernantes, a la sociedad civil y a la comunidad internacional a seguir realizando
esfuerzos para cumplir con las metas de crecimiento económico, bienestar social y
calidad ambiental para las presentes y futuras generaciones.
Carlos M. Jarque
Gerente
Departamento de Desarrollo Sostenible
Agradecimientos
Manuel Rodríguez-Becerra
Guillermo Espinoza
Índice
Capítulo 1. Introducción 1
Propósitos y utilidad del trabajo
De la Conferencia de Río a los albores del segundo milenio
Desarrollo del estudio
Siglas 267
Bibliografía 271
Capítulo 1
Introducción
Los países cuentan con autoridades ambientales que hoy presentan diversos grados
de desarrollo y, en su mayoría, disponen de un organismo ejecutivo nacional espe-
cializado, ya sea en forma de ministerio, comisión de medio ambiente u otra enti-
dad equivalente. A pesar de la debilidad que hoy acusan muchas instituciones, la
gestión ambiental presenta un importante avance con relación al decenio de 1980
cuando en la casi totalidad de los países la autoridad ambiental contaba con una
menor jerarquía política dentro de la administración pública, y las competencias
ambientales presentaban una mayor atomización a través de diversos órganos sec-
toriales (por ejemplo, salud, agricultura, etc.). Además, en la última década, el mi-
nisterio público y la rama judicial de algunos países han logrado avances significati-
vos, particularmente en lo referente a la defensa del derecho ciudadano a un am-
biente sano, convirtiéndose en protagonistas claves de la acción del Estado.
cular dedica el informe GEO 2000 de América Latina y el Caribe. Contribuir a llenar
este vacío es precisamente una de las motivaciones que condujo a la realización del
trabajo que aquí se presenta. Ya finalizado se pueden efectuar algunas afirmaciones
sobre la utilidad que puede tener para todos aquellos interesados en la gestión am-
biental y, en particular, para las personas y organizaciones empeñadas en el es-
fuerzo de mejorarla.
Este documento reafirma que existe un gran acervo de experiencias en los países
de América Latina y el Caribe que deben servir como referencia y guía para cual-
quier proceso de fortalecimiento de la gestión ambiental que se emprenda. Natu-
ralmente, es necesario extraer y tomar lo mejor del conocimiento existente sobre el
tema en otras regiones del globo, pero este trabajo se constituye en un argumento
sobre la necesidad de aprender a valorar las propias experiencias, crear los meca-
nismos y condiciones para recuperarlas y fomentar una cooperación horizontal en-
tre los países de la región que permita compartirlas.
1
La Cooperación Técnica se denomminó Estudios sobre Gestión Ambiental (ATN/SF-5955-RG), y fue eje-
cutada en 1999-2000.
2
Los estudios de caso y sus documentos de trabajo correspondientes son: Brasil (Alveranga y Lago,
2000); Chile (Epinoza, 2000); Colombia (Rodríguez-B., 2000); Jamaica (Smith, 2000); México (De Alba,
2000); Panamá (Espino, 2000); y Venezuela (Gabaldón, 2000)
CAPITULO 1 5
Dados los propósitos, naturaleza y alcance del trabajo que aquí se presenta, sus
principales destinatarios son las agencias ambientales de los países, los altos fun-
cionarios del Estado, y los líderes de la sociedad civil y del sector privado involucra-
dos en la gestión ambiental, las instituciones académicas y los organismos financie-
ros y de cooperación trabajando en la región.
Para terminar, debe subrayarse que este estudio puede contribuir a poner en mar-
cha las acciones dirigidas a resolver los problemas ambientales de hoy y del futuro
que hacen parte de los compromisos adquiridos en la Declaración Política y en el
Plan de Implementación producto de la reciente Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Sostenible, celebrada en Johannesburgo, la cual abre nuevos caminos para la ges-
tión ambiental en la región.
Capítulo 2
Por su injerencia amplia, la gestión ambiental puede ser abordada bajo diversas
perspectivas y con diferentes escalas. Por ejemplo, se puede centrar en el ámbito
rural o urbano, en una política específica (ej. contaminación del aire de un centro
urbano, etc.), en una amenaza ambiental global (ej. impacto de emisiones sobre el
calentamiento de la tierra, etc.), en el impacto ambiental de una actividad econó-
mica específica (ej. minería, energía, agricultura, etc.), o en la conservación y uso
sostenible de un recurso estratégico (ej. bosques, aguas, etc.). La gestión ambien-
tal, por lo tanto, puede ser abordada a distintos niveles de gobierno (federal o cen-
tral, provincial o estatal, municipal, etc.), o de grupos del sector privado en su con-
cepción amplia, o en diversos ámbitos territoriales (global, regional, subregional,
nivel metropolitano, ciudades, barrios, poblados, cuencas hidrográficas, etc.).
El trabajo se centra en el análisis del papel que juega “un conjunto” de factores que
se consideran críticos en la gestión ambiental, y que han sido singularizados y se-
8 LA GESTION AMBIENTAL: FACTORES CRITICOS
Las condiciones sociales de un país y sus formas de organización social son factores
de gran incidencia en el resultado de las políticas ambientales. Son bien conocidas
las relaciones tanto entre el crecimiento poblacional, la pobreza de amplios sectores
de la población y el deterioro ambiental (WCED, 1987), (CDMAALC, 1990). Más re-
cientemente, comienza a tenerse una comprensión más clara de las relaciones en-
tre medio ambiente y conflicto social como de sus consecuencias para la gestión
ambiental de los países de la región (FNAC, 1998; Hommer-Dixon, 1999).
Los actores de la gestión ambiental son aquellos grupos de la sociedad que identifi-
can la problemática del medio ambiente, y que formulan e implementan políticas
10 LA GESTION AMBIENTAL: FACTORES CRITICOS
3
Esta evolución de la gestión nacional se ha atribuido, bajo la perspectiva de algunos autores, a los
compromisos adquiridos en los tratados globales, los que en su mayor parte han sido construidos por
iniciativa de los países desarrollados (Elliot, 1998).
4
La descentralización se considera como una forma de acercar el Estado al ciudadano y consolidar las
democracias. Es una visión que además responde a las demandas de diversos grupos subnacionales que
claman por su derecho a la autodeterminación (O'Donnell y otros 1988). La descentralización también se
plantea como una estrategia que sirve bien a los procesos de liberalización, privatización y otras refor-
CAPITULO 2 11
En los años setenta y ochenta algunos de los países de América Latina y el Caribe
iniciaron procesos de retorno a regímenes democráticos, un fenómeno que se dio
también en un conjunto de países europeos5. El tema de la democracia se colocó
entonces en el centro del análisis político contemporáneo y, pasados los procesos
mas del mercado que se adelantan en muchos de los países de Latinoamérica. Se arguye que el control
sobre la producción de bienes y servicios debe ubicarse en el nivel más bajo que tenga la capacidad para
asumir los beneficios y costos asociados (Bennet, 1990).
5
En América Latina: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, México, Perú y Uruguay. En Europa: España, Gre-
cia, Portugal y Turquía.
12 LA GESTION AMBIENTAL: FACTORES CRITICOS
No cabe duda que todos estos mecanismos de participación han creado una mayor
apertura ante la sociedad respecto a la manera de abordar la temática ambiental y
la toma de decisiones que implica el diseño y ejecución de políticas. A través de
distintos mecanismos de participación, diversos movimientos sociales de los países
de la región han ido adquiriendo un papel creciente en la formulación y puesta en
marcha de la política pública ambiental y, muchas veces, adelantan sustantivas ac-
tividades para la protección ambiental.
Los estudios sobre gestión ambiental suelen privilegiar las expresiones “modernas”
de la sociedad civil y sus potenciales para la política pública, como son por ejemplo
los casos de las organizaciones no gubernamentales ambientales de origen urbano
(Meyer, 1999). A estas expresiones hay que sumar las que emanan de movimien-
tos en el medio rural, donde las organizaciones campesinas trabajan en pro de la
protección ambiental. Muchas de ellas han adelantado acciones positivas que se
remontan a tiempos anteriores a la iniciación de una política proactiva por parte del
gobierno, como se evidencia en la historia de las prácticas tradicionales de los pue-
6
La introducción de la democracia participativa se formuló como una de las formas para consolidar las
nuevas y viejas democracias. Esta democracia participativa plantea un proceso de integración de los
ciudadanos a las decisiones públicas mediante mecanismos como las audiencias públicas, las asambleas
populares, el plebiscito, el referendum o la iniciativa legislativa. Busca también extenderse al ámbito de
la escuela, la organización no gubernamental, el sitio de trabajo (McPherson, 1981; Dahl, 1987; Rodrí-
guez-B., 1990; Zimmerman, 1992).
CAPITULO 2 13
En cuanto a las organizaciones del sector privado, resulta relevante el hecho que
éstas han asumido un papel más proactivo y participativo en torno a la protección
ambiental. No se está hablando aquí del sector privado como objeto de la regula-
ción ambiental sino como protagonista de acciones que van más allá de lo que la
ley le obliga, como se expresa en el pequeño, pero cada vez más significativo grupo
de empresas y empresarios que constituyen organizaciones explícitamente dirigidas
a la defensa del medio ambiente.
Los instrumentos de política son los recursos que moviliza la sociedad para llevar a
cabo acciones concretas destinadas a lograr los objetivos planteados por las políti-
cas. Estos generalmente constituyen el elemento operativo de los planes y progra-
mas ambientales adoptados por los países. Los instrumentos de política ofrecen un
conjunto de opciones para responder a la solución de los problemas ambientales.
En este documento los instrumentos han sido agrupados en cuatro grandes catego-
rías, con la finalidad de analizar su contribución práctica; ellos son: instrumentos de
regulación directa (normas de calidad ambiental, contaminación y proceso); ins-
trumentos administrativos y de planificación (permisos, licencias, estudios de im-
pacto ambiental); instrumentos económicos; y la información, la investigación y la
educación. El conjunto de los instrumentos de regulación directa y los instrumentos
administrativos se han conocido en los últimos años como instrumentos de coman-
do y control para indicar con ello la ecuación regulación-sanción; es decir, el esta-
blecimiento de regulaciones y estándares y sistemas coercitivos para su cumpli-
miento (ver Capítulo 11).
Los planes pueden incorporar una mezcla de instrumentos de política, tomados en-
tre los muchos que se encuentran en las categorías antes señaladas: Además de
los instrumentos, el plan puede incorporar programas concretos, como la construc-
ción de una planta de descontaminación o la plantación de árboles para la protec-
ción de una cuenca. Un plan puede estar conformado por sólo uno de los instru-
mentos como respuesta única a un problema ambiental. Pero en la realidad, todo
instrumento debería estar acompañado de otros complementarios para lograr una
ejecución efectiva. Como ejemplo se cita el caso de una prohibición de uso de re-
curso o un límite de emisión de contaminantes que, para lograr su aplicación efecti-
va, deberían estar acompañados de una campaña de información para garantizar
su cumplimiento (Fiorino, 1995) (ver Capítulo 12).
Los factores anteriores reconocen los esfuerzos públicos y privados que se han des-
plegado con el fin de mejorar la gestión ambiental en los países de la región. Preci-
samente con esa finalidad se explora la evolución de los procesos de gestión y las
principales tendencias observadas en la región en los últimos diez años. En paralelo
se identifican las prácticas que, por su novedad, amplio uso, o importancia, ameri-
tan ser destacadas como elementos de interés que sirven para explicar e ilustrar las
formas asumidas por el proceso de gestión ambiental.
7
Wilson (1998) define conciliación como la interrelación de las explicaciones de las causas entre las dis-
ciplinas.
Capítulo 3
Las economías de los países caribeños están expuestas a las fluctuaciones de los
mercados externos, en particular las correspondientes al turismo, y dependen prin-
cipalmente de las de inversión extranjera. Como se ha señalado, “mientras la glo-
16 PROBLEMAS AMBIENTALES DE LA REGION
Las sociedades caribeñas son históricamente más abiertas a influencias del exterior
que otras regiones del continente, tal como se manifiesta en el mosaico de las in-
migraciones a lo largo de más de quinientos años y su densidad en comparación a
su tamaño poblacional.
La subregión se diferencia también del continente por su tamaño. Los países que la
componen poseen territorios, poblaciones y economías relativamente pequeñas,
con frecuencia con una alta densidad demográfica, que guardan entre sí una pro-
funda interrelación e interdependencia. Los sistemas naturales insulares se encuen-
tran íntimamente conectados y las actividades llevadas a cabo en un territorio pro-
ducen muchas veces agudos impactos en otras zonas y ambientes. Asimismo, a ra-
íz de una elevada integración entre sectores económicos y sociales, cambios acae-
cidos en un sector o país generalmente producen impactos inmediatos en otros sec-
tores y realidades nacionales.
La gran diversidad cultural es otra característica que, a la vez, acerca y aleja a los
países de la región. Allí se encuentran cuatro de los doce países del mundo con una
mayor diversidad de culturas —Brasil, México, Colombia y Perú— un hecho profun-
damente vinculado a la gran diversidad biológica que los caracteriza. Además, en
las islas del Caribe se encuentra un amplio mosaico étnico y cultural y un complejo
mestizaje como resultado de la traída de los esclavos negros para trabajar en las
plantaciones y la llegada de diversas olas migratorias procedentes de Europa y
Asia, que se adicionaron a los grupos amerindios que originalmente ocupaban el
territorio (Mittermeier et al., 1997).
Además, la región cuenta con las reservas de tierras cultivables más grandes del
mundo, con un potencial agrícola estimado en 576 millones de hectáreas
equivalente a un 29% de su territorio total. América Latina podría alimentar su
población en el año 2030 cultivando sólo el 4% de su superficie con técnicas de
producción de alto coeficiente de tierras e insumos y uso de tecnologías de
producción tradicionales en otro 20% (Gallopín, 1995).
En la región se reconoce una gran cantidad de problemas ambientales, los que han
sido descritos ampliamente en diversas publicaciones9. Si bien estos problemas
presentan muchas características comunes, se manifiestan de diversas formas e
intensidades en los países, como consecuencia de las diferencias y similitudes eco-
lógicas, sociales, culturales y económicas a que se hicieron alusión.
8
La clasificación fue elaborada a partir de la identificación de los cinco países con la más alta biodiversi-
dad en cinco grupos de vertebrados (aves, mamíferos, reptiles, anfibios y peces de aguas dulce), en dos
grupos de invertebrados (mariposas y Cicindélidos) y en plantas superiores; y en los cinco países con
más altos endemismos de cuatro grupos de vertebrados (aves, mamíferos, reptiles y anfibios), en dos
grupos de invertebrados (mariposas y Cicindélidos) y plantas superiores.
9
Véase el último informe del PNUMA sobre el estado del medio ambiente, GEO 2000 y los informes
anuales del World Resources Insititute de los últimos años.
18 PROBLEMAS AMBIENTALES DE LA REGION
sido identificados y priorizados en los estudios de casos efectuados para este in-
forme en Brasil, Colombia, Chile, Jamaica, México, Panamá, Perú y Venezuela. Co-
inciden con aquellos que han sido señalados por diversas publicaciones y en parti-
cular por el informe del PNUMA, GEO 2000, América Latina y el Caribe, Perspectivas
del Medio Ambiente que se constituye en la principal referencia de esta sección10.
Los siguientes nueve problemas se singularizan en este trabajo:
• Pérdida de la biodiversidad
• Deforestación
• Pérdida de suelos y desertificación
• Deterioro de las costas y el medio marino
• Contaminación del agua por fuentes industriales, agrícolas y domésticas
• Manejo de residuos sólidos, especialmente domiciliarios
• Deterioro ambiental de las grandes ciudades
• Cambio climático
• Desastres provocados por causas naturales y la intervención humana
Declive de la biodiversidad
Aun cuando se han incrementado las zonas protegidas hasta casi un 6% de la su-
perficie total se continúan enfrentado grandes dificultades con su manejo y muchos
ecosistemas de la región todavía no están representados en esta estrategia de con-
servación in-situ (MMAC-UICN, 1998c).
10
GEO 2000, la consulta sobre gestión ambiental en América Latina y el Caribe de septiembre de 1998
realizada en Washington; y los lineamientos ambientales del BID.
CAPITULO 3 19
Entre las veinticinco ecorregiones terrestres del planeta que cuentan con una riqueza bio-
lógica mayor cuya integridad está altamente amenazada, ocho se encuentran en Lati-
noamérica: los Andes tropicales, Mesoamérica, el Caribe, la región del Chocó, Darién y el
occidente del Ecuador, la Foresta de la región Atlántica, el cerrado del Brasil, el centro de
Chile y las islas Galápagos.
A escala global el Caribe —conjuntamente con las Filipinas, Madagascar y las islas del
océano Índico— surgen como the hottest of the hot lo que significa “que estas zonas me-
recen atención prioritaria de la comunidad global y deben estar entre las primeras en re-
cibir apoyo para la conservación de la biodiversidad” (Mittermeier y otros, 1999).
Deforestación
La degradación del suelo afecta el 16% del área de América Latina y el Caribe. El
impacto es mayor en Mesoamérica (donde alcanza al 26% del total) que en Suda-
mérica (donde afecta al 14% del total). Entre las principales causas de la degrada-
ción del suelo están la erosión —por deforestación o sobrepastoreo— y la degrada-
ción química. La erosión alcanza a unos 170 millones de hectáreas en Sudamérica
(el 68% del total afectado) y unos 52 millones de hectáreas en Mesoamérica (el
82% del total afectado); la degradación química (principalmente la pérdida de nu-
trientes) cubre una zona de 80 millones de hectáreas en la región (PNUMA, 2000).
La región es rica en recursos hídricos; sus escurrimientos transportan más del 30%
del agua superficial continental del mundo. Sin embargo, dos tercios del territorio
regional se identifican como áridos o semiáridos, tal como el centro y el norte de
México, el noreste brasileño, Argentina, Chile, Bolivia y Perú (Gallopín, 1995). En la
zona insular, Barbados es uno de los diez países más áridos del mundo; reflejando
la conclusión del informe del PNUMA (2000) de que “los estados isleños de esta
subregión tienen una dotación de recursos hídricos por habitante considerablemen-
te inferior a los otros grupos isleños del mundo”.
A pesar de los avances, sólo un 2% de las aguas son tratadas y más de una cuarta
parte de la población regional aún carece de un suministro adecuado de agua pota-
ble y alcantarillado. Una de las causas de la contaminación del agua son las cargas
orgánicas provenientes de aguas de uso domiciliario que no han sido tratadas.
Otras causas de la contaminación hídrica son los residuos industriales como meta-
les pesados, químicos sintéticos y desechos peligrosos; los basurales y los produc-
tos agroquímicos. La contaminación de las aguas propaga enfermedades infecciosas
como el cólera, tifoidea y gastroenteritis (PNUMA, 2000).
Los problemas ambientales están vinculados a toda la cadena de manejo de los re-
siduos sólidos, abarcando los aspectos de recolección, minimización, reciclaje,
transporte y disposición final, especialmente en el caso de las basuras domiciliarias.
El problema se presenta en ciudades de diversas escalas y tamaños, teniendo gran
relevancia para la comunidad. Particularmente importante es la disposición final de
los residuos, situación que se traduce en fuertes conflictos sociales derivados de las
decisiones de localización de los rellenos sanitarios y del mal manejo de muchos de
estos sitios. La infraestructura de tratamiento de desechos de la región está consti-
tuida por un 35% de rellenos sanitarios y un 25% de rellenos semicontrolados,
mientras que el 40% restante no cumple las normas mínimas (BID, 1997; PNUMA,
2000).
Cambio climático
por consumo energético son considerablemente más bajas que las provocadas por
la deforestación, el cambio en el uso del suelo y la agricultura (PNUMA, 2000).
Desastres
América Latina y el Caribe cuentan con la más alta biodiversidad del globo, pero al
mismo tiempo ocho de sus ecorregiones más ricas están gravemente amenazadas:
los Andes tropicales; Mesoamérica; el Caribe; la zona del Chocó, Darién y el Occi-
dente del Ecuador; la foresta de la región Atlántica; el cerrado del Brasil; el centro
de Chile y las islas Galápagos. En forma similar, si bien cuenta en balance con los
mayores recursos de agua dulce del planeta por habitante, muchas de sus regiones
más pobladas comienzan a sentir los rigores de la escasez de este recurso.