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DELINCUENCIA ORGANIZADA

EL SECUESTRO EN MEXICO

Desde hace muchos años, pareciera que para las autoridades de nuestro país el secuestro es
un fenómeno delictivo desconocido o de baja incidencia. Nos atrevemos a afirmar esto porque
desde la década de los noventa, las autoridades correspondientes únicamente reaccionan
frente a este delito después de que ha sido alzada la voz ciudadana que ha sido afectada por
este tipo de criminalidad y violencia. Simplemente hay que mirar atrás y recordar las
manifestaciones sociales que desde 1997 le han exigido a los gobiernos que tomen cartas en
el asunto. Solo debemos traer a la memoria la Marcha Blanca que recorrió las principales
calles de la Ciudad de México hasta llegar al Zócalo capitalino en 2004 o las Caravanas del
Movimiento por la Paz con Justicia con Dignidad que visibilizaron a las miles de víctimas de
homicidio, secuestro y desapariciones forzadas o involuntarias en las distintas regiones de
nuestro país en 2011.

Día tras día, escuchamos historias o testimonios que nos dan cuenta de lo lesivo que es un
secuestro en cualquiera de sus modalidades, no solo para la víctima y sus familiares sino para
la sociedad. Ello no solo se debe al dolor y miedo que se genera directamente de la privación
ilegal de la libertad sino del papel que desempeña dentro de las redes delincuenciales que se
dedican al tráfico de drogas, de armas y de personas
(Ortega, 2008)

COMO ENTENDER EL SECUESTRO


La delincuencia se ha constituido como un fenómeno social en extremo preocupante en
distintas regiones del mundo, al grado que ha significado el detrimento de la seguridad
ciudadana y humana de las personas debido a la violencia con la que son cometidos algunos
delitos, así como a las violaciones de derechos humanos que implican. Bajo esta perspectiva,
es fundamental destacar el lugar preponderante que ha ocupado el secuestro, puesto que se
trata de un tipo de criminalidad que conjuga el ejercicio de distintos tipos de violencia que
generan impactos de diversa índole a corto, mediano y largo plazo; no solo en la víctima,
en el victimario y sus círculos cercanos sino a nivel social-comunitario de un país.
Lamentablemente esta situación ha sido muy evidente en diversos países latinoamericanos
entre los que se encuentra México y Colombia, en los cuales incluso se han padecido notables
ciclos de falta de seguridad y violencia criminal ligados al secuestro.
(Ortega, 2008)

ESTRUCTURA ORGANIZACIONAL DE LAS BANDAS DE


SECUESTRADORES
Independientemente de los factores causales detrás de cada uno de los involucrados en la
comisión del delito, quienes forman parte de las bandas de secuestradores desempeñan
actividades muy específicas desde la planeación del delito hasta después del cobro del rescate
o de haber obtenido el fin perseguido.
No obstante, cabe mencionar que la estructura de estas bandas estará condicionada por la
modalidad de secuestro que ejecuten.

Cabe mencionar que cada uno de estos elementos juega un papel fundamental para que el
secuestro sea exitoso. En este sentido, el organizador como el emisario son quienes cuentan
con la mayor jerarquía en el grupo delincuencial pues ellos dirigen a cada uno de los
integrantes, es decir, llevan a cabo todas las actividades de inteligencia y planeación del delito.
Debido a estas particularidades en sus manos reside la decisión de los cambios y
adecuaciones de las acciones que son llevadas a cabo en cada una de las fases o etapas
del secuestro. En relación con el papel que desarrolla el iniciador que consiste en la
recopilación de información personal de la posible víctima, en muchas ocasiones, se desprende
de la instrucción directa del organizador. No obstante, cabe puntualizar que en algunos casos
a la persona que suele tener diversos contactos y se mueve en un círculo social determinado,
el organizador le solicita que le proponga una posible víctima con su respectiva información a
cambio de una ganancia económica.

Posteriormente al proceso de selección de la víctima, el grupo de aprehensión es el encargado


de tener contacto con la víctima para interceptarla a través del ejercicio de la violencia y
trasladarla a la casa de seguridad correspondiente para mantenerla en cautiverio. Para cumplir
con su objetivo, quienes suelen integrar este grupo hacen uso de armas de fuego y de proferir
amenazas creíbles para que la víctima acate sus órdenes. En este sentido, podemos señalar
que son quienes llevan a cabo la etapa inicial del secuestro.

Una vez que la víctima se encuentra en cautiverio en la casa de seguridad seleccionada, el


grupo de vigilancia que se encuentra encargado de vigilar, cuidar y mantener a la víctima. Por
esta razón, se ha señalado que quienes fungen con estos roles son quienes más conviven
con la víctima. Debido a esta particularidad suelen rotarse los turnos de vigilancia para que
no desarrollen ninguna especie de vínculo con la víctima que pueda poner en riesgo el éxito
del secuestro. Aunado a ello, es necesario mencionar que en este grupo se encuentran
aquellas personas que son consideradas como proveedores de comida entre otras cosas.

El último escalón de la estructura organizacional de una banda de secuestradores se encuentra


conformado por los informantes y encubridores. De acuerdo con la literatura especializada,
estas personas en muchas ocasiones no son parte de la estructura operativa de este grupo
delincuencial, puesto que su participación tiene lugar una vez que ha sido cometido e incluso
concluido el secuestro. Podemos expresar que la labor estratégica de los informantes y
encubridores consiste en evitar que los integrantes de la banda sean objeto de detenciones,
de procesos judiciales y de sentencias condenatorias.

PLANEACION ESTRATEGICA DEL SECUESTRO


Diversos estudios que abordan el secuestro como un problema de seguridad pública dan a
conocer las distintas etapas que conforman la planeación estratégica de este delito. Sin
embargo, debemos mencionar que estas varían dependiendo directamente de la modalidad
de secuestro.

A pesar que fueron presentadas las modalidades de secuestro, la estructura organizacional


más probable de una banda y los términos generales de su planeación estratégica, debemos
recordar lo mencionado por uno de los especialistas entrevistados respecto a que cada uno
de los secuestradores tiene su propia “huella dactilar”.
“La huella dactilar de un secuestrador es quién es el negociador, la violencia con que se
ejecuta el secuestro, el tiempo aproximado entre que ocurre el levantón y el destino en la casa
de seguridad, la zona en que ocurre el secuestro, el monto en que se hace, las características
en que se hace el cobro, las condiciones en que es liberada la víctima”.
(Ortega, 2008)

INGRESOS
Cuando el objetivo de un secuestro es meramente económico, el rescate (en caso de
obtenerse) constituye el ingreso bruto de los secuestradores. Como la obtención de este
rescate es contingente, es decir, pueden obtenerlo o no con cierta probabilidad es importante
reconocer que los secuestradores tratarán de aumentar esta probabilidad y obtener los
recursos a como dé lugar. Bajo esta perspectiva, los secuestradores buscan obtener el
máximo rescate posible por lo que está en el mejor de sus intereses revelar cuál es el rescate
de reserva que estarían dispuestos a pagar los familiares de la víctima ya sea al exigir una
cantidad elevada desde el inicio de la negociación o bien a través de la investigación de las
posibilidades económicas de la víctima o de sus familiares.

Las modalidades de secuestro más conocidas presentan diferencias significativas en lo


referente a la generación de ingresos. Por un lado, el secuestro exprés requiere volumen de
operación y rapidez de ejecución si se pretende generar ingreso suficiente para que la
comisión del delito sea rentable y sostenible; mientras que las formas de secuestro tradicional o
extorsivo, es decir, aquellas en las que se retiene a la víctima por más tiempo están pensadas
para lograr un rescate cuantioso y requiere una planeación más sofisticada.
(Ortega, 2008)

INCERTIDUMBRE
Dado que la comisión de este o cualquier otro delito grave no es permitida, resulta
innegable que existen riesgos asociados para los secuestradores. El riesgo más importante es
que los secuestradores sean capturados, procesados y sentenciados, es decir, que el
proceso de procuración e impartición de justicia sea efectivo. Sin embargo, algunos de estos
riesgos pueden ser aminorados ya sea mediante actos corruptos o bien porque la eficiencia
de la procuración e impartición de justicia es limitada. Podemos entender esta incertidumbre
como una serie de factores que repercuten en la posibilidad de éxito del secuestro, ya sea
que las condiciones del entorno dificulten la comisión de este delito o bien repercutan en los
ingresos y/o costos de los secuestradores reduciendo la rentabilidad de este delito frente a
otras formas de delincuencia.

En este sentido, si condiciones como la impunidad, corrupción o procesos deficientes de


justicia prevalecen en el país, entonces los riesgos para los secuestradores disminuyen y por lo
tanto, favorecen la comisión de este delito así como el crecimiento de esta forma de
criminalidad. Un elemento crucial de esta discusión es que el riesgo de ser atrapados, en
otras palabras, la incertidumbre a la que se enfrentan los delincuentes, depende en mayor
grado de la eficiencia institucional que de las sanciones previstas en las leyes. La credibilidad
de la amenaza del secuestro aumenta cuando los secuestradores ejercen violencia física o
psicológica en contra de la víctima y la hacen pública a los familiares, esto detona una mayor
disposición a pagar el rescate (lo que incrementa la probabilidad de éxito) porque los
familiares reconocen que la amenaza de daño es creíble. Cabe señalar que la ley reconoce
como agravante de la conducta que los secuestradores ejerzan cualquier tipo de violencia
por lo que aumentar la credibilidad de la amenaza a través de este medio no es gratuito en
términos del tamaño de la sanción esperada.

Como hemos mencionado el secuestro es una práctica delictiva que lamentablemente


representa un fuerte problema social que se ha expandido de manera considerable,
afectando no solo directamente a la víctima y sus familiares sino indirectamente a
comunidades enteras debido a sus implicaciones políticas, económicas y psicosociales. No
obstante, debemos señalar que existen ciertos rasgos básicos que han hecho que esta
conducta sea considerada como uno de los delitos más violentos y de mayor impacto social.
“El secuestro es el delito más doloroso, más lacerante de los que acontecen porque afecta no
solamente a la víctima directa sino a las víctimas indirectas que son los familiares, que son
los amigos de los familiares lo cual genera círculos concéntricos de dolor”.
(Ortega, 2008)
EL SECUESTRO UNA ACTIVIDAD MAS DEL CRIMEN ORGANIZADO
En años recientes México experimentó una ola de violencia cuyo origen nos remite a las
dinámicas de las grandes organizaciones criminales sean estas carteles o bandas
delincuenciales con una amplia cobertura geográfica. Además si hacemos una breve revisión
de lo que ha sucedido en Centroamérica en los últimos años, también podremos apreciar la
importancia del papel desempeñado por los grupos de delincuencia organizada en los niveles
de violencia regional. Sin embargo, es necesario precisar que ello no se debe exclusivamente
a la presencia del crimen organizado sino a los cambios estructurales que ha presentado
durante los últimos años
En particular, el secuestro es una de estas actividades que le permiten a la delincuencia
organizada generar ingresos, ya que cometer este delito forma parte del portafolio de
actividades que llevan a cabo cotidianamente. Lo anterior le permite a las organizaciones
diversificarse, lo cual les garantiza que si en determinado momento las ganancias asociadas a
su actividad primaria pasan por un mal momento se puede compensar cometiendo más este
delito u otras actividades ilegales.
(Análisis integral del secuestro en México. Cómo entender esta problemática., 2014)

Bibliografía
Análisis integral del secuestro en México. Cómo entender esta problemática. (2014).
Observatorio Nacional Ciudadano Seguridad, Justicia y Legalidad. Recuperado el 10 de 10 de
2017, de www.onc.org.mx: https://docs.google.com/viewer?docex=1&url=http://onc.org.mx/wp-
content/uploads/2014/08/Secuestro2014.pdf
Ortega, J. A. (2008). El Secuestro en Mexico. Mexico, Mexico: Planeta.

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