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COMPETENCIA EMOCIONAL.

Curso Psicología de las


emociones
Autor: Natalia Muñoz Hernández

Capítulos del curso


0. Presentación
1. Introducción
2. ¿Qué se entiende por el término "emoción"?
3. Clasificación de los fenómenos afectivos
4. El proceso emocional
5. Características de la emotividad
6. El desarrollo emocional
7. Los estados emocionales negativos
8. Los estados emocionales positivos
9. La inteligencia emocional
10. Conclusión
11. Bibliografía
PSICOLOGIA DE LAS EMOCIONES.
NATALIA MUÑOZ HERNANDEZ

PRESENTACIÓN:

Pensar, actuar y sentir son las tres acciones que integran la


personalidad del ser humano y lo definen en esencia. El estudio de la
emotividad es, por tanto, un aspecto fundamental para entender el
comportamiento de los sujetos y poder interpretar su manera de
actuar.

La tristeza, la alegría, el resentimiento, la vergüenza, la soledad, la


impotencia, la melancolía, la compasión, la atracción, el
enamoramiento... todas estas sensaciones son, casi seguro,
experimentadas por cada sujeto a lo largo de su vida. Son emociones
que nos separan y nos unen unos con otros, que nos hacen entrar en
conflicto, que nos hacen disfrutar, pero también padecer. Pero ¿cómo
se producen? ¿Qué partes del cerebro intervienen en el proceso
emocional? ¿Dependen de uno mismo o son incontrolables? ¿Qué
repercusiones pueden tener en la salud y el estado psicológico del
sujeto?. En este curso te daremos las respuestas a estas cuestiones
y a muchas otras.

1- INTRODUCCION
Pensar, actuar y sentir son las tres acciones que integran la
personalidad del ser humano y lo definen en esencia. El estudio de la
emotividad es, por tanto, un aspecto fundamental para entender el
comportamiento de los sujetos y poder interpretar su manera de
actuar.

La tristeza, la alegría, el resentimiento, la vergüenza, la soledad, la


impotencia, la melancolía, la compasión, la atracción, el
enamoramiento... todas estas sensaciones son, casi seguro,
experimentadas por cada sujeto a lo largo de su vida. Son emociones
que nos separan y nos unen unos con otros, que nos hacen entrar en
conflicto, que nos hacen disfrutar, pero también padecer. Por ello me
parece interesante estudiar una serie de cuestiones sobre: ¿Cómo se
producen? ¿Qué partes del cerebro intervienen en el proceso
emocional? ¿Dependen de uno mismo o son incontrolables? ¿Qué
repercusiones pueden tener en la salud y el estado psicológico del
sujeto? ¿En el mundo deshumanizado que nos rodea, donde cada
cual va por libre, a veces el control de las emociones es necesario
para vivir en "armonía", pero cómo se consigue? A estas y otras
muchas preguntas intentaré buscar solución con la presente
investigación.

El trabajo, que tiene como objetivo primordial indagar en el tema de


la emotividad de los sujetos, se divide en distintos apartados.

El primer apartado temático aporta varias definiciones del concepto


"emoción", que otorgan relevancia a aspectos diferenciados. En
última instancia, recoge la definición expresada por Bisquerra, que
parece ser la más interesante por su carácter integrador.

El apartado número tres presenta dos modelos de clasificación de los


fenómenos afectivos, el propuesto por Marina, en su obra
Clasificación de los fenómenos sentimentales, y el de Enrique Rojas,
autor de la obra Una teoría de la felicidad (1985).

El apartado titulado El proceso emocional se centra en el estudio de


las etapas que componen dicho proceso, des de la captación de los
estímulos hasta la comunicación de las emociones por parte del
sujeto.

El quinto apartado expone las características conductuales,


psicofisiológicas y cognitivas de la emotividad, mientras que el sexto
trata sobre el desarrollo emocional desde la infancia, esencial para
definir los estilos afectivos que acompañaran a los sujetos durante
toda su trayectoria vital.

Los puntos siete y ocho desarrollan el tema de los estados


emocionales positivos y negativos, respectivamente, y
posteriormente, el último apartado nos introduce en el concepto
Inteligencia emocional, de Daniel Goleman, y trata sobre aspectos
biológicos del sistema límbico.

El trabajo concluye con una conclusión que resume los aspectos más
destacados de la investigación.

Para acabar, decir que espero que quien tenga la oportunidad de leer
este trabajo disfrute tanto como yo he disfrutado haciéndolo.
CAPITULO 2-
QUÉ SE ENTIENDE POR EL TERMINO: “EMOCIÓN”
En este primer apartado intentaré buscar una definición para el
término "emoción", procedente del latín emotional, que significa
"acto de remover".

Existen tantas definiciones como autores, que dependen de los


modelos o paradigmas que estos sustentan. De este modo, las
teorías conductistas de Watson y Skinner, expuestas en la obra
Inteligencia emocional. Aplicaciones educativas (2000), definen la
emoción como: una predisposición a actuar de una determinada
manera, haciendo hincapié en la acción que el sujeto lleva a cabo a
posteriori, mientras que otros autores, como Cristóbal, autor de la
obra Controlar las emociones (1996), se centran más en los
componentes psicofisiológicos y definen el término como: una
respuesta somática, caracterizada por alteraciones en la temperatura
de la piel, cambios en la distribución de la sangre, alteración del ritmo
cardíaco, modificación de la respiración, respuesta pupilar lenta,
secreción salivar anormal, movilidad gastrointestinal, tensión
muscular y sudor helado.

Para definir las llamadas "emociones básicas" las explicaciones se


centran en el peso específico que poseen las estructuras cerebrales.
Las emociones básicas son estados discretos del organismo,
determinados genéticamente y regulados por estructuras nerviosas
subcorticales, que tienen un valor adaptativo para los individuos bajo
determinadas circunstancias estimulares. Son consecuencia de la
actividad de determinados circuitos neuronales del hipotálamo y del
sistema límbico, desarrollados en las primeras etapas de la evolución
del cerebro de los mamíferos para responder de forma
incondicionada ante estímulos de especial relevancia para la
supervivencia de los individuos. Pero, acerca del desarrollo
emocional de los sujetos tratar en otro apartado más adelante. Daniel
Goleman, autor del Best-seller titulado Inteligencia emocional en
1995, aporta una nueva definición del término emoción: se refiere a
un sentimiento y a los pensamientos, los estados biológicos, los
estados psicológicos y el tipo de tendencias a la acción que lo
caracterizan.

Esta definición parte del concepto "sentimiento", que (según el


Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española) es un
estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan
vivamente. Es a partir del sentimiento que se desarrollan los
aspectos biológicos, psicológicos y conductuales, pero esta definición
no nos aporta más información al respecto. Una definición muy
completa por su carácter integrador es la de Bisquerra, extraída de la
obra Educación emocional y bienestar (segunda edición del año
2000),según la cual: Las emociones son reacciones a las
informaciones que recibimos en nuestras relaciones con el entorno.
La intensidad está en función de las evaluaciones subjetivas que
realizamos sobre cómo la información recibida va a afectar a nuestro
bienestar. En estas evaluaciones subjetivas intervienen
conocimientos previos, creencias, objetivos personales, percepción
de ambiente provocativo, etc. Una emoción depende de lo que es
importante para nosotros. Si la emoción es muy intensa puede
producir disfunciones intelectuales o trastornos emocionales (fobia,
estrés, depresión). Esta aproximación al concepto que nos ocupa
parece ser la más completa de las seleccionadas, ya que contempla
aspectos como el entorno, la percepción individual de la realidad que
tienen los distintos sujetos, el conocimiento previo y los intereses o
aspiraciones, y como todos estos factores pueden afectar a la
conducta humana en forma de trastornos o disfunciones.

Capítulo 3: CLASIFICACION DE LOS FENOMENOS


AFECTIVOS.
Para establecer una clasificación de los fenómenos afectivos es
interesante, previamente, diferenciar entre los conceptos "estado de
ánimo" y "estado emocional".

- El estado de ánimo es un estado emocional de mayor duración


que la propia emoción, pero sin las manifestaciones
psicofisiológicas y conductuales que ésta origina. La cognición que
se realiza de la realidad, de las experiencias y de los sucesos que
acontecen en la vida del individuo determina en gran medida el
estado de ánimo.

- El estado emocional, por contra, es una reacción súbita, atípica y


transitoria del organismo ante una situación o acontecimiento externo
o interno, evocado por los sentimientos. De la obra Clasificación de
los campos sentimentales, de Marina (1996), podemos extraer esta
ordenación de los estados emotivos según su base fisiológica y
biológica o según la experiencia que los genera. Según esta autora
estos son los sentimientos fundamentales que forman entre sí
alianzas múltiples.
Rojas, por su parte, establece la siguiente clasificación de los
sentimientos en su obra Una teoría de la felicidad (1985):

1. Sentimientos sensoriales.
2. Sentimientos vitales.
3. Sentimientos psíquicos.
4. Sentimientos permanentes y pasajeros.
5. Sentimientos superficiales y profundos.
6. Sentimientos simples y complejos.
7. Sentimientos positivos y negativos.
8. Sentimientos noéticos y patéticos.
9. Sentimientos activos y pasivos.
10. Sentimientos impulsivos y reflexivos.
11. Sentimientos orientativos y cognitivos.
12.Sentimientos con predominio del pasado, del presente o del futuro
13. Sentimientos fásicos y arrítmicos.
14. Sentimientos gobernables e ingobernables.

Capítulo 4: EL PROCESO EMOCIONAL

El modelo procesual de Scherer, expuesto en la obra Appraisal


processes in emotion: Theory, methods and research (2001),
establece cinco componentes para definir el proceso emocional.

El primero de ellos es el procesamiento cognitivo de los


estímulos, a partir del cual el sujeto recibe información del entorno y
evalúa el contexto donde tiene lugar la elicitación de la emoción. De
acuerdo con esta teoría el sujeto examina la situación analizando
aspectos como la novedad o las expectativas de la experiencia, el
efecto que produce en el organismo (de placer, dolor, ambigüedad,
etc) y la atribución de causas de la emoción. Posteriormente, el
sujeto experimenta procesos neurofisiológicos, en los cuales se
lleva a cabo una regulación del sistema. A continuación es necesario
evaluar las tendencias motivacionales y conductuales del sujeto,
en las cuales interviene el potencial de afrontamiento o capacidades
que posee el sujeto para enfrentarse o controlar la reacción
emocional.

La comunicación de las emociones se produce en la etapa que


Scherer denomina como expresión motora. El último componente
del proceso es el llamado estado afectivo sujetivo, en el cual el
afectado lleva a cabo un proceso de reflexión y registro de la
información. En este paso se ha de tener en cuenta la comparación
de la reacción emocional con las pautas sociales o culturales.

Capítulo 5: CARACTERISTICAS DE LA EMOTIVIDAD.

Características conductuales

En el proceso de la comunicación emocional interviene un


componente expresivo que da lugar a conductas motoras, gestos
faciales y expresiones verbales. Del mismo modo, a cada estado de
ánimo le corresponde una manifestación conductual.

La expresión facial de las emociones determina la calidad o


intensidad de la experiencia emocional. Cuando un sujeto
experimenta una emoción los neurotrasmisores emiten estímulos
eléctricos desde el sistema nervioso central a los músculos faciales,
dando lugar a respuestas muy estereotipadas que poseen un alto
valor comunicativo en los primates humanos y no humanos.

Los psicólogos Ekman y Friesen han estudiado las manifestaciones


faciales producidas por las distintas emociones en la obra
Expresiones prototípicas de las emociones universales (1982). El
cuadro que viene a continuación representa una pequeña muestra de
este amplio estudio.
Las emociones además inducen al sujeto a realizar actos motores o a
inhibirlos. Por ejemplo, la alegría produce una sensación de energía,
de ganas de realizar actividades, mientras que la tristeza da lugar a
la inhibición o parálisis de movimientos. Asimismo, cada emoción
propicia un tipo de contenido verbal propio. Por ejemplo, la ira
produce contenidos verbales de amenaza, de descalificación o
agresión y el miedo puede inhibir la expresión verbal o inducir a la
verbalización de interjecciones o gritos relacionados con el socorro o
el auxilio.

Características psicofisiológicas

Si atendemos a la definición del termino "emoción" dada por Cristóbal


(expuesta en el primer apartado) observamos como las emociones
producen respuestas somáticas caracterizadas por alteraciones
funcionales en los distintos aparatos, sistemas, músculos y órganos
del cuerpo humano. Se producen alteraciones en la temperatura de
la piel a causa de los cambios en la distribución de la sangre. En los
lugares donde se produce una mayor concentración sanguínea se
puede apreciar un enrojecimiento cutáneo externo, mientras que en
las partes donde se lleva a cabo un vaso constricción se manifiesta
palidez y frío. También se dan alteraciones del ritmo cardíaco
produciendo taquicardia, cuando el pulso se acelera, y bradicardia,
cuando se ralentiza. Se produce una modificación de la respiración,
dando lugar a jadeos o suspiros, una respuesta pupilar lenta, una
secreción salivar fuera de lo normal y una reacción pilomotriz en la
nuca. Se desarrolla una movilidad gastrointestinal, que puede
producir ganas de orinar, de defecar o de vomitar, y una tensión
muscular que puede originar temblores. El sudor puede percibirse
como helado y la presión sanguínea aumenta dando lugar a
alteraciones circulatorias de vasodilatación o vasoconstricción.
También se produce una alteración del metabolismo de los
neurotransmisores.

Después de esta descripción general, es interesante observar que


alteraciones somáticas se producen en un estado concreto, como por
ejemplo el de la ansiedad.
Características cognitivas

Si atendemos a la definición de "emoción" de Bisquerra, según la


cual la reacción emocional está estrechamente ligada a la percepción
que el sujeto tiene de la realidad, llegamos a la conclusión de que la
cognición del sujeto ejerce un papel preponderante en la
experimentación y el mantenimiento de las emociones, así como en
el impacto emocional que se manifiesta en el comportamiento.

Según la obra Inteligencia emocional. Aplicaciones educativas


(2000)en la interpretación de la realidad se barajan las creencias, el
razonamiento y los esquemas de conocimiento del sujeto, así como
las atribuciones que este lleva a cabo. Las atribuciones, o asignación
de causas a los acontecimientos, juegan un papel determinante en la
génesis de los estados emocionales. Así, se puede diferenciar entre
distintos estilos atribucionales,según la procedencia y la estabilidad
de las causas en el tiempo.

Según la procedencia de las causas podemos diferenciar entre el


locus de control interno, cuando el sujeto atribuye las causas de los
acontecimientos a si mismo, y el locus de control externo, cuando
atribuye las causas a los acontecimientos o a otra persona.

Según la estabilidad de las causas existe la diferenciación entre


causas estables, cuando son de carácter permanente, y causas
inestables, cuando son funcionales según la situación. Para
ejemplificar este aspecto se me ocurre el ejemplo de una persona
que está triste por haber suspendido un examen. En la atribución de
causas estables el sujeto pensaría "siempre lo haré mal porque yo
soy así, mientras que en la atribución de causas inestables podría
pensar "siempre que me hagan un examen así me desanimar.

Según afecten a la totalidad o parcialidad de las causas tenemos


causas globales, cuando se atribuyen a la totalidad de la situación, o
causas específicas, cuando se refieren a un aspecto parcial de la
situación. Para ver una aplicación práctica de estos estilos
atribucionales, podemos verificar que una persona con un estilo
atribucional depresivo, que tenga una baja autoestima y que tienda a
padecer estados emocionales de desanimo tenderá a realizar
atribuciones internas, estables y globales.

Capítulo 6: El DESARROLLO EMOCIONAL.


El reconocimiento de las emociones

El desarrollo emocional sigue paralelo al desarrollo cognitivo y moral.


El aprendizaje emocional tiene lugar en los primeros meses de la
vida del niño, ya que éste es capaz de expresar y discriminar con
solo tres meses las emociones de alegría, ira, miedo, sorpresa,
desagrado y tristeza.

Ekman y Friesen, autores de la obra Expresiones prototípicas de las


emociones universales (1982), describieron un sistema de códigos
para permitir a los observadores registrar y codificar cualquier cambio
visible de la musculatura facial de los bebés. Se trataba de un
catálogo que contiene 58 características o movimientos diferentes,
algunos de los cuales están asociados a una emoción concreta.
(Podemos observar una muestra de este catálogo en el apartado de
Características conductuales,expuesto anteriormente).

Estos sistemas sobre el desarrollo de la expresión emocional han


desvelado dos incógnitas que desarrollaré a continuación.

- Los bebés producen expresiones faciales diferentes que se


pueden discriminar ente sí.

- Es probable que exista un vínculo directo entre determinados


estados emocionales y ciertas expresiones faciales.

Respecto a la primera afirmación, Carroll Izard, autor de la obra


Measuring emotions in infants and children (1982), llevó a cabo un
estudio en los años 80. Realizó grabaciones de bebés que tenían
entre uno y nueve meses en diversas situaciones: mientras jugaban
con su madre, mientras se les ponía una inyección, cuando se les
acercaba un extraño, etc. y preparó una colección de diapositivas
que mostraba ejemplos representativos de varias emociones: alegría,
tristeza, sorpresa, interés, miedo, etc. Después pidió a unos jueces
que estudiaran las grabaciones e identificaran la emoción que se
desprendía de cada una de ellas. El porcentaje de respuestas
correctas fue bueno, entre el 81 por ciento de aciertos en el caso de
la alegría y un mínimo del 37 por ciento en el caso del asco. Este
estudio demostró que los niños pueden producir expresiones
faciales discretas e identificables.

En otros experimentos se expone a los bebés a una situación que


puede provocar una emoción determinada y posteriormente se
estudia con detenimiento su expresión facial. Estas pruebas han
demostrado que lejos de ser movimientos aleatorios, las
expresiones faciales de los bebés están asociadas, de un modo
psicológicamente significativo, a los sucesos inmediatamente
precedentes.

Los resultados de estos experimentos eran alentadores, pero no lo


suficientemente concluyentes. Aparecía como crítica la cuestión de si
los bebés estarían mostrando sólo expresiones faciales globalmente
positivas y negativas, y no las expresiones faciales discretas
postuladas por Ekman y anteriormente por el mismo Darwin. En
estudios posteriores se ha diferenciado entre dos emociones
negativas clave: el enfado y la angustia. El enfado, causado por una
frustración, se provocaba en niños de siete meses dejándoles chupar
un mordedor durante unos segundos y retirándoselo posteriormente.
Los niños juntaban las cejas y aparecía una línea vertical en medio,
los párpados se tensaban y la boca se comprimía o adoptaba una
configuración cuadrada. La expresión de ansiedad de los bebés se
estudió mientras se les administraba una dolorosa inyección a niños
de entre dos y ocho meses. Según la obra Los niños y las
emociones, de Paul L. Harris, la reacción de ansiedad descrita por
Izard coincide con la descrita por el mismísimo Darwin, según la cual
los ojos están cerrados con firmeza, tanto que la piel de alrededor
está arrugada y la frente se contrae frunciéndose. La boca está muy
abierta con los labios retraídos de un modo peculiar, lo cual los hace
adoptar una forma más o menos cuadrada, dejando entrever las
encías y los dientes.

Respecto al segundo punto, la universalidad de las expresiones


faciales no determina en sí misma su innatismo, ya que es posible
que los niños de cualquier parte del mundo aprendan a reproducir lo
que constituye un código universal de expresión de emociones
discretas. Pero, el hecho de que los bebés en sus primeros meses
de vida produzcan expresiones emocionales adecuadas y
perfectamente diferenciadas sugiere la posibilidad de que exista un
vínculo directo, no aprendido, entre los estados emocionales y
las expresiones faciales.

La obra de Paul L. Harris señala que, tal y como expuso Darwin en


su investigación, los bebés no solo produce expresiones faciales
de forma innata, sino que el reconocimiento y la reacción a éstas
también es innato.

Darwin, científico británico creador de la teoría de la Evolución de las


especies y autor del artículo "The expression of the emotions in man
and animals" en 1872, describió que cuando su hijo de seis meses
vió a su niñera fingiendo que lloraba, su cara adoptó
instantáneamente una expresión melancólica, con las comisuras de
la boca muy deprimidas.

A continuación expondré dos estudios sobre la capacidad de los


bebés para reconocer diferentes expresiones emocionales
presentadas en la obra de Paul L. Harris. En el primer experimento
(Caron y Miréis, 1982) se presentaron fotografías de cuatro mujeres
diferentes que expresaban una misma emoción a niños de entre
cuatro y siete meses. A medida que trascurría la sesión, los bebés
prestaban menos atención a las fotografías, pero al presentar una
imagen de una mujer con una nueva expresión (es decir alegría para
los que habían visto la expresión de tristeza y viceversa) los bebés
mayores respondían con un aumento de atención. El cambió de
emoción, por tanto, renovaba el interés de los niños mayores.

El segundo estudio demuestra una nueva capacidad de los bebés.


No sólo tratan diferentes versiones de la misma expresión facial
como si pertenecieran a la misma categoría, sino que también se
percatan de que una expresión determinada va asociada a un tono
de voz concreto. Arlene Walker-Andrews en 1986 mostró dos
películas de forma simultánea a bebés de siete meses. En una
aparecía una cara con una expresión de enfado y en la otra un rostro
alegre. Al mismo tiempo, los niños escuchaban una banda sonora
con una voz de alegría o de enfado. Los bebés tendían a mirar la
cara a la que correspondía la voz por asociación, miraban la cara
alegre si la voz que oían era la de alegría y viceversa.

Asimismo, el hecho de que los bebés puedan agrupar las diferentes


manifestaciones de una emoción determinada (aun cuando se
apliquen modalidades y personas diferentes) no nos permite concluir
que reconocen que una expresión concreta conlleva una emoción
específica. Para estudiar el significado que los bebés atribuyen a una
determinada expresión emocional es fundamental la comparación de
las reacciones espontáneas de los bebés ante dos emociones
diferentes, tal y como hizo el propio Darwin. Al responder los bebés
de forma distinta a una expresión de enfado frente a otra de alegría,
debemos concluir que deben interpretar a su manera el significado de
esas emociones.

Evolución de la emocionalidad

De la obra Infancia y aprendizaje (1989) se puede extraer este


cuadro resumen de las expresiones faciales durante la infancia y
como reconocerlas.
El fenómeno de la Referencia social.

Según la obra de Paul. L Harris, la función informativa que tiene la


expresión emocional de un adulto para un niño recibe el nombre de
Referencia Social. Un bebé se encuentra indefenso ante el entorno
que le rodea y es incapaz de comprender por sí mismo si las cosas o
personas que se encuentra a su paso pueden ejercer una influencia
negativa o positiva sobre él. El primer mecanismo educativo de los
padres o cuidadores es, sin duda, la comunicación a través de
expresión emocional. Un ejemplo ayudará a clarificar esta cuestión:
un padre y su bebé se encuentran con un extraño.

El padre saluda al extraño de forma positiva, con una sonrisa y un


tono de voz alegre. Informado por la actitud emocional de su padre,
el bebé puede mostrar una disposición mayor de lo normal a
aproximarse al extraño. Un estudio realizado por Mary Klinnert (1984)
demostró que los bebés, hacia los doce meses, no sólo responden
de un modo apropiado a una expresión emocional inserta en un
diálogo social, sino que, además, se guían por la expresión
emocional del adulto para dirigir sus conductas hacia los objetos y
acontecimientos del medio.

Según John Bowlby (1973) la conducta del bebé está organizada en


base a dos sistemas distintos: el sistema de apego, que garantiza el
mantenimiento de contacto entre el niño y la madre o cuidadora, y el
sistema exploratorio, que orienta la investigación de los objetos
novedosos en el entorno inmediato. De acuerdo con estas dos
necesidades del bebé, se debe concebir la expresión facial del adulto
como una señal que activa o inhibe el sistema exploratorio. Esta
interpretación nos permite explicar el comportamiento del bebé frente
a un juguete nuevo. Animado por la expresión positiva de la madre, el
niño explorará confiado el objeto, mientras que inhibido por la cara de
temor o enfado de su cuidadora, vacilará o permanecerá inmóvil.

Los estilos afectivos

Los estilos afectivos sintetizan un conjunto de rasgos emocionales


que poseen cierta estabilidad como respuesta a una situación
determinada. Estos rasgos se perfilan en la infancia y acompañan al
sujeto a lo largo de su trayectoria vital. Según un estudio del año
2000, llevado a cabo por Mª J. Cantero, F. López y R. Melero, sobre
la evaluación del apego en niños (Actas del IX Congreso INFAND
2000. Infancia y adolescencia. Universidad de Cádiz). Se pueden
diferenciar cuatro estilos afectivos:

- El apegado seguro. Su comportamiento afectivo se caracteriza por


mostrar curiosidad por lo que le rodea y tener confianza en si mismo
y en los demás. Es sociable, autónomo y posee un elevado nivel de
autocontrol. Muestra una buena capacidad de adaptación a las
diferentes situaciones y circunstancias.

- El apegado ambivalente Manifiesta inseguridad en su


comportamiento, se queja habitualmente del comportamiento de los
demás, es dependiente y posee una escasa habilidad de autocontrol.
Tiene dificultades para explorar y afrontar las situaciones novedosas
y posee un autoconcepto más negativo.

- El apegado alejado Rehuye las relaciones interpersonales, es


exageradamente autosuficiente, frío y distante, se excede en el
autocontrol.

- El apegado temeroso Necesita relacionarse con los demás, pero


teme hacerlo y se aísla. Posee un bajo autoconcepto.
Capítulo 7: LOS ESTADOS EMOCIONALES NEGATIVOS.

Las emociones negativas producen una alteración del estado de


ánimo. Según la obra de Antonio Vallés, Inteligencia emocional.
Aplicaciones educativas (2000), desde el punto de vista
neuroanatómico las emociones negativas, y en especial las
extremas, parecen evitar la parte pensante del cerebro (la corteza) y
actúan en el centro de control emocional (la amígala). Son más
fáciles de evocar que las emociones positivas y, según la ley de la
asimetría hedónica de Fridja (1988), tienen una duración mayor, de
unos 110 minutos de media aproximada, en comparación con los 40
minutos de las emociones placenteras.

El hecho de que existan emociones negativas no implica su


negación, aunque es preciso que el individuo se desembarace de
ellas aceptándolas, afrontándolas y superándolas. Se recurre a la
expresión de la emoción negativa de la manera más saludable
posible para que no afecte ni al propio sujeto ni a su entorno más
inmediato. La obra de Vallés describe emociones negativas tales
como: la ira, el miedo, la ansiedad, la tristeza, la vergüenza, la
aversión, la posesividad, la venganza y la avaricia, entre otras. A
continuación me centraré en una emoción negativa que todo sujeto
ha experimentado en alguna ocasión: los celos.

Los celos, denominados también celotipias, constituyen un


sentimiento generalizado de envidia y resentimiento hacia otra
persona que es considerara como una posible rival. El
comportamiento cognitivo de una persona celosa es sumamente
fabulador, imaginando situaciones y comportamientos de otras
personas de manera errónea. En este estado afectivo, la persona
siente angustia ante la posibilidad real o ficticia de que un rival
le arrebate el objeto de su amor, apego, etc. El origen de los
celos se encuentra en una necesidad compulsiva de recibir
atención, de ser considerado por la persona afectivamente
próxima y ser el centro único de referencia para los demás. Los
celos que escapan al dominio personal provocan un estado
cognitivo y afectivo caracterizado por: la ausencia de reflexión y
análisis lógico-racional de los acontecimientos, actitudes
tiránicas, quejas injustificadas, desconfianza respecto a la
persona en cuestión y chantajes emocionales.

El origen de los celos patológicos puede encontrarse en


deficiencias de la autoestima, en distorsiones cognitivas por
interpretaciones erróneas, en la inseguridad personal y el déficit
de control emocional.

Capítulo 8: LOS ESTADOS EMOCIONALES


POSITIVOS.

Los estados emocionales positivos proporcionan al sujeto que los


experimenta una sensación de bienestar.

Bárbara Fredrickson ha abierto una línea de investigación centrada


específicamente en las emociones positivas y en su valor adaptativo.
Recientemente ha planteado la Teoría abierta y construida de las
emociones positivas, (Broaden and build theory of positive emotions.
Fredrickson, 1998-2001), que sostiene que emociones como la
alegría, el entusiasmo, la satisfacción, la complacencia, etc., aunque
fenomenológicamente son distintas entre sí, comparten la propiedad
de ampliar los repertorios de pensamiento y de acción de las
personas y de construir reservas de recursos físicos, intelectuales,
psicológicos y sociales disponibles para momentos futuros de crisis.
Experimentar emociones positivas es siempre algo agradable y
placentero a corto plazo y para esta autora, además, tendría otros
efectos beneficiosos más duraderos, en la medida en la que ello
prepara a los individuos para tiempos futuros más duros. A
continuación me centraré en el amor como ejemplo de emoción
positiva y gratificante.

El amor es un estado emocional que se caracteriza por el


denominado vínculo de enamoramiento o atracción hacia otra
persona. En palabras de Cristóbal, el amor es el vínculo que
mantiene unidos los elementos de la red o entramado social.
También se considera el amor como el estado emocional a partir
del cual se generan otros estados afectivos como la cordialidad,
el afecto, la compasión, la generosidad, etc. Bisquerra, por su
parte, señala diversos tipos de amor: amor maternal, amor
erótico, amor apasionado, amor de compañero, amor fraterno,
amor al prójimo, amor a la patria, etc. En resumen, es un
elemento afectivo de vinculación, que condiciona otros estados
emocionales positivos o negativos.
Capítulo 9: LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.

El concepto Inteligencia emocional

Según Daniel Goleman, autor del Best-seller titulado Inteligencia


emocional en 1995, la inteligencia emocional es la capacidad de
reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos ajenos,
motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que
sostenemos con los demás y con nosotros mismos. Este concepto,
que engloba habilidades muy distintas, se diferencia de la inteligencia
propiamente dicha, es decir, de la capacidad exclusivamente
cognitiva. Por lo cual, puede ser que sujetos muy capacitados
intelectualmente carezcan de inteligencia emotiva.

Howard Gardner, creador de la obra Inteligencias múltiples: la teoría


en la práctica (1995), es autor del modelo llamado "inteligencia
múltiple" y fue el primer teórico del campo de la inteligencia que
señaló la diferencia existente entre las capacidades intelectuales y
las emocionales. Él se refirió por primera vez a aspectos como la
inteligencia personal, el conocimiento del propio mundo interno o la
inteligencia social.

Los psicólogos Peter Salovey y John Mayer, autores del libro


Emotional development and emotional intelligense
(1993),propusieron en la década de los 90 una teoría que tenia en
cuenta la inteligencia emocional y definieron el concepto como la
capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de
los demás y utilizarlos como guía del pensamiento y la acción.
Goleman realizó una adaptación de esta teoría en la que propuso
cinco habilidades emocionales y sociales básicas, que intentaré
resumir a continuación.

Daniel Goleman nos habla de la conciencia de sí mismo, como la


capacidad que el sujeto tiene para saber que está sintiendo en un
determinado momento y de utilizar sus preferencias para guiar su
toma de decisiones, basada en una evaluación realista de sus
capacidades y en una sensación de confianza en sí mismo.

Goleman trata de la autorregulación, necesaria para que cada


sujeto sea capaz de controlar sus emociones y evitar que estas
interfieran de forma negativa en el desarrollo de la tarea que se esté
llevando a cabo en el momento. El sujeto ha de ser consciente y
demorar las gratificaciones en su búsqueda de objetivos.
En tercer lugar, el autor se refiere a la motivación. Expresa la
importancia de utilizar nuestras preferencias más profundas para
encaminarnos hacia nuestros objetivos, ayudarnos a tomar
iniciativas, ser más eficaces y eliminar, a pesar de los contratiempos,
las frustraciones que se presenten.

Posteriormente, Goleman nos habla de la empatía, necesaria para


darse cuenta de lo que están sintiendo las otras personas y ser
capaces de ponerse en su lugar.

Por último, el autor se refiere a las habilidades sociales para usar


de forma adecuada las emociones en las relaciones, interpretando
adecuadamente las situaciones y las redes sociales. Nos habla de
interactuar fluidamente y utilizar estas habilidades personales para
persuadir, dirigir, negociar, resolver disputas, cooperar y trabajar en
equipo.

Bases Neuroanatómicas del sistema emocional

El cerebro actúa en la expresión y el control de las emociones. La


denominada parte emocional del cerebro se encuentra localizada en
el sistema límbico, que presenta una clara vinculación con la
corteza cerebral, que es la parte que controla el pensamiento.
Según los estudios realizados por LeDoux, autor de la obra Mind and
brain. Dialogues in cognitive neuroscience (1986), a la corteza
cerebral o neocórtex se le atribuyen funciones de metaconocimiento,
es decir, la conciencia sobre los estados emocionales que permiten
al sujeto discernir, comprender y analizar por qué se siente de un
modo determinado. Por este motivo, es necesario "educar" esta
estructura cerebral y entrenarla para que gobierne de un modo
adecuado el sistema límbico.

Tal y como explica Daniel Goleman, el "cerebro pensante" actúa


como moderador del "cerebro emocional", pero existe escaso control
inicial respecto al momento que surge la emoción y, por tanto, el
sujeto presenta un reducido margen de maniobra sobre el tipo de
emoción que le afecta.

El sistema límbico se encuentra alojado en los hemisferios


cerebrales y se encarga de regular las emociones y los impulsos.
Incluye en hipotálamo, dónde se produce el aprendizaje emocional.
Es en esta cavidad donde se almacenan los recuerdos emocionales.
La amígdala es el centro de control emocional. Cuando el sistema
límbico y sus subestructuras afrontan una situación amenazadora
para el sujeto sin pasar por el "filtro" del cerebro pensante, la corteza
cerebral, se producen unas reacciones desproporcionadas que se
traducen en episodios de alteración personal y momentos de crisis.

Durante la experimentación de sensaciones positivas, el cerebro


libera serotonina y endorfinas, que son substancias bioquímicas
asociadas al sentido del bienestar. Cuando hay más serotonina en el
cerebro se produce una disminución de la agresividad y la
impulsividad. Esta sustancia se puede estimular de manera natural a
través de la sonrisa, con una dieta equilibrada, practicando ejercicio
físico frecuentemente o durmiendo lo suficiente.

Establecer caminos neuronales o conexiones intersinápticas entre


la amígdala y la corteza cerebral es un factor determinante para un
buen desarrollo emocional. Respecto a este tema, la obra La
inteligencia emocional. Aplicaciones educativas (2000) cita las
investigaciones llevadas a cabo por J. Kagan (autor del libro
Discrepancys temperament and infant distress, 1974). Este autor
expone que en el caso de los niños con rasgos estables de timidez
su amígdala es fácilmente excitable, probablemente debido a una
predisposición heredada para mantener niveles elevados del
neurotransmisor norepinefrina que estimulan este centro de control
del cerebro emocional. En consecuencia no desarrollan caminos
neuronales entre la amígdala y la corteza (estructura cerebral
pensante de los contenidos emocionales).

Cuando se produce una lesión cerebral en el córtex, bien por traumas


o por lobotomías prefontales (ablación total o parcial de los lóbulos
frontales del cerebro) se producen comportamientos en el sujeto
caracterizados por una emocionalidad superficial, indiferencia, apatía
e inestabilidad a los contextos sociales. Este hecho demuestra la
capacidad de discernimiento que posee la corteza cerebral de
acuerdo con los valores personales y sociales y las motivaciones del
individuo.

Para ser más exhaustivos, el sistema límbico, denominado también


por su función "cerebro emocional", lleva a cabo las siguientes
funciones:

- Regula las emociones y los impulsos.


- Produce el aprendizaje emocional.
- Almacena los recuerdos emocionales.
- Facilita información entre el hipotálamo, la corteza cerebral y otras
partes del encéfalo.
- Transmite sensaciones de las necesidades humanas básicas:
hambre, sed, deseo sexual y sueño.
El dominio de uno mismo

El cerebro almacena la información recibida en diferentes regiones.


La "amígdala" es el lugar donde se concentran las emociones
suscitadas por una determina experiencia. De este modo, toda
vivencia que haya despertado en un sujeto una determinada reacción
emocional, por más sutil que ésta sea, parece quedar codificada en
esta estructura en forma de almendra denominada "amígdala" que
almacena los sentimientos.

Los circuitos nerviosos ligados a la amígdala, especialmente los


nervios conectados con las vísceras, proporcionan al sujeto una
respuesta somática, que se traduce en una sensación visceral de
alerta. La capacidad de reconocer y entender estas reacciones
subjetivas, según Daniel Goleman, va consolidándose a medida que
la persona en cuestión va acumulando nuevas experiencias. El autor
afirma que los jóvenes tienen menos intuiciones que los adultos
debido a su menor acumulo de vivencias. La expresión clásicamente
utilizada para referirse a este tipo de sensibilidad que nos orienta es
la de sabiduría.

Goleman en su obra La práctica de la inteligencia emocional (2001)


cuenta una historia real para ilustrar la importancia que adquiere la
amígdala cerebral a la hora de tomar decisiones, aunque estas sean
poco relevantes. El relato me pareció interesante para esclarecer el
tema que nos acupa y a continuación está reproducido íntegramente.

Antonio Damasio, neurólogo de la Universidad de Iowa, tuvo un


paciente que era un brillante abogado al que hacia pocos años se le
había diagnosticado un pequeño tumos en los lóbulos prefrontales.
La intervención quirúrgica destinada a solucionar el problema resultó
todo un éxito, salvo que el cirujano seccionó accidentalmente las
conexiones nerviosas que conectaban los lóbulos prefrontales con la
amígdala, un hecho cuyas consecuencias casi fueron tan
sorprendentes como trágicas, porque si bien el paciente no parecía
experimentar ninguna deficiencia cognitiva, no solo era incapaz de
seguir con su trabajo, sino que acabó abandonándolo, divorciándose
e incluso perdiendo su casa.

En un determinado momento, el abogado solicitó la ayuda de


Damasio, que se quedó desconcertado al descubrir que, según los
primeros exámenes neurológicos realizados, todo parecía
perfectamente normal. Pero cierto día se dio cuenta de que al
formular al paciente la sencilla pregunta "¿cuándo tendremos nuestra
próxima cita?", su paciente se perdía en todo lujo de detalles acerca
de los pros y contras que tenía cada una de las posibles horas en
que podían concertar la cita durante las dos próximas semanas, sin
poder llegar a decidir cuál sería el momento más adecuado.

Entonces fue cuando Damasio se percató del verdadero problema de


su paciente, que no parecía tener sensación alguna de sus
pensamientos y, en consecuencia, carecía de preferencias al
respecto. (Texto extraído de la obra "La práctica de la inteligencia
emocional" de Daniel Goleman. Pág. 80-81).

Goleman afirma que nuestra mente no está organizada como un


ordenador que pueda facilitarnos una copia impresa de los
argumentos racionales a favor y en contra de una determinada
decisión, basándose en todas las ocasiones anteriores en que
hayamos experimentado una situación similar. En lugar de esto, el
cerebro se sirve del "poso emocional" que han dejado dichas
experiencias previas y propicia una respuesta en forma de intuición o
de sensación visceral.

Estas sensaciones subjetivas acompañan al sujeto durante toda su


trayectoria vital, porque, del mismo modo que se produce una
corriente continua de pensamientos también existe una afluencia
continua de sentimientos al respecto. La noción de que exista una
racionalidad ajena a los sentimientos es, según el autor que nos
ocupa, no es más que una ficción. El pensamiento y el sentimiento
conviven estrechamente unidos, y en consecuencia albergamos
sentimientos sobre todo lo que hacemos, pensamos o imaginamos.

La intuición y las sensaciones viscerales constituyen un índice de


nuestra capacidad para captar los mensajes procedentes de nuestro
almacén interno de recuerdos emocionales. Existen tres
competencias emocionales básicas y cada una de ellas presenta
un prototipo de carácter que aparece resumido en el cuadro que
podemos observar a posteriori. Dicha información está extraída de la
obra La práctica de la inteligencia emocional (2001) de D. Goleman.
Capítulo 10: CONCLUSION.

Este último apartado no pretende repetir lo expuesto anteriormente,


simplemente es un breve resumen de los puntos temáticos que me
han parecido más relevantes.

En primer lugar, destacar que las emociones son resultado de la


evaluación subjetiva de la información, recibida por los estímulos, por
parte de cada sujeto. Resaltar que no hay dos personas que sientan
de la misma manera, del mismo modo que no existen dos sujetos
que procesen la información recibida del mismo modo.

Es interesante ver como la emotividad de los sujetos es perfilada ya


des de la infancia y como el desarrollo emocional es responsable de
la creación de los denominados "estilos afectivos", que acompañaran
al individuo durante toda su trayectoria vital. En este contexto, me ha
parecido interesante el valor comunicativo, referencial y educativo
que adquieren las expresiones faciales en los bebés.

Otro aspecto a destacar es el hecho de que la experimentación de


emociones positivas beneficie a los sujetos, ampliando su
pensamiento y construyendo "reservas" de recursos físicos, que
previenen la aparición de enfermedades, y de recursos intelectuales,
psicológicos y sociales.

Es interesante entender que establecer caminos neuronales o


conexiones intersinápticas entre la amígdala y la corteza cerebral es
un factor determinante para un buen desarrollo emocional, ya que de
esta manera el sujeto "entrena" la parte pensante del cerebro para
responder adecuadamente a las emociones. Es en este contexto
donde debemos interpretar el concepto "inteligencia emocional" de
Daniel Goleman. Esta cualidad, que no tiene nada que ver con las
facultades intelectuales, se caracteriza por el reconocimiento de las
emociones propias, la confianza personal, el autocontrol emocional y
la empatía para hacer más satisfactorias las relaciones sociales.

Capítulo 11: BIBLIOGRAFÍA.


- BISQUERRA ALZINA, Rafael. Educación emocional y bienestar.
Praxis, 2000 Barcelona.

- CRISTÓBAL, Pablo. Controlar las emociones. Temas de hoy, 1996


Madrid.

- GARDEN, Howard. Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica.


Paidós, 1995.
- GOLEMAN, Daniel. La práctica de la inteligencia emocional. Kairós,
2001 Barcelona.

- GOLEMAN, Daniel. Liderar con inteligencia emocional. Revista


Recursos humanos, 2005.

- IZARD, Caroll E. Measuring emotions in infants and children.


Cambridge University Press, 1982.

- Josep Mª Fericgla. Cultura y emociones. Manifiesto por una


antropología de las emociones. Revista "Fundamentos de
psicología", 2006.

- L. HARRIS, Paul. Los niños y las emociones. El desarrollo de la


comprensión psicológica. Alianza, 1992 Madrid.

- SCHERER, Klaus. Appraisal proceses in emotions: Theory,


methods and research. Oxford University Press, 2001.

- VALLÉS ARÁNDIGA, Antonio; VALLÉS TORTOSA, Consol.


Inteligencia Emocional. Eos, 2000 Madrid.

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