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Hay un fenómeno común que se presenta en la sociedad actual, se llama “Yo no soy
responsable”. Esta conducta es practicada por casi todas las personas, sin importar religión
ni estatus social. De qué vale identificar los problemas como por ejemplo la pobreza, la
inmigración, el desequilibrio social y económico si nadie va asumir la responsabilidad para
cambiar las cosas. Nadie parece tener conciencia honesta para decir “yo soy culpable en
esto”. Se han perdido los principios del ser humano (la verdad, la honestidad, la caridad, la
amistad). Hoy todo gira en torno a un beneficio propio, la avaricia nos está matando. El
esfuerzo de unos pocos no se nota cuando todo el mundo lleva prisa. Por eso hay que
analizar esta situación, el mundo se rige por ambiciones y apariencias, se respira maldad y
eso tiene que cambiar por paz, con la fe en Cristo.
Una opción para mejorar esta situación es que todo cristiano, en lo personal y en lo
comunitario, tiene que dar razón de su esperanza a un mundo que no la tiene o que
fácilmente la pierde. Esperanza que ha de ser sostenida por la fe en Cristo, actuante desde
la caridad teniendo como destinatario central y preferencia a los pobres de este planeta,
que no son pocos. Cristo es nuestra roca de apoyo, la meta debe ser hacer lo que él nos
dijo, que viviéramos como hermanos y amarnos.
En el mundo, la Iglesia es el sacramento del amor de Dios y, por ello, de la esperanza más
grande para la humanidad, que activa y sostiene todo proyecto y empeño de auténtica
liberación y promoción humana. La iglesia trae el mensaje de Dios, está para llenar el alma
de personas, para enaltecerlas y decirles que todos somos iguales ante los ojos de Dios, y
así mismo debería ser el trato en la tierra.
La promoción de un desarrollo humano, global y social lo realiza la Iglesia a través de su
doctrina. Si las personas pobres disponen de más posibilidades para salir adelante, si el
ambiente social ofrece mejores condiciones al ejercicio de su libertad y pueden acceder a
un nivel de vida más integral, esto se reflejará en que esas personas realizaran acciones
buenas, productoras de bienes naturales, darían servicios sociales y serían muy útiles a la
sociedad. Esto me parece una obra necesaria de realizar, pues como se ve la realidad de
muchas personas que terminan robando y matando es porque mucho tiempo fueron
humillados por una sociedad que no les abría las puertas para que puedan superarse, y al
final solo les queda conseguir dinero de la manera más fácil para ellos, que incluso muchas
veces lo hacen para apoyar a su familia pobre. Pero eso puede cambiar con un trabajo
comunitario, donde estén involucrados la iglesia, los gobiernos y nosotros mismo, porque
el cambio depende de todos.
Finalmente, llegamos a la conclusión que para cambiar los problemas que afectan a la
sociedad actual tenemos que emplear la doctrina social de evangelización, ya que con ella
integraremos a todas las personas para unirnos por un bien común y construir una
humanidad igualitaria.