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Conversión

La conversión no es s6lo dejar el pecado para vivir honestamente. Ni siquiera es una vida de
fidelidad a los preceptos y mandatos del Señor. Es mucho más que eso. Se trata de convertirnos
de siervos de Dios en amigos suyos; de pasar de justos a hijos; de “no hacer el mal a nadie” a
dejar a Dios hacer lo que Él quiere en nuestra vida

CONVERSIÓN

La forma más concreta como se manifiesta la fe es mediante la conversión.

Mercurio

Mercurio es el planeta más cercano al sol. Por esta raz6n se pensaría que su temperatura es
altísima y su calor incandescente. Pero no es del todo cierto, pues la parte que es iluminada por
el sol es tan caliente, como tan fría y helada la que permanece sin su luz. Sólo cuando el planeta
da vuelta sobre su propio eje y vuelve la cara al sol, se calienta y se vuelve luminoso.

Hay cristianos que están muy cerca de Dios pero que permanecen fríos y en tinieblas porque no
basta estar cerca de Dios, sino presentarle la cara oscura y tenebrosa para que El la ilumine y
transforme. Hoy es posible dar la vuelta a Dios para experimentar el cambio total, gracias a su
luz redentora.

Siempre se ha dicho que la conversión es un cambio de vida, pero esto no quiere decir que se
reduce a un cambio de moral. El cambio de moral es consecuencia del cambio de vida, y la
conversión es mucho más profunda que un simple cambio de conducta. La conversión consiste
en que yo entregue una cosa y recibir otra a cambio.

En nuestro caso entregamos nuestra vida sin valor, tal y como esta, con nuestro pecado. Es
decir, entregamos una vida devaluada por las heridas del pecado, pero a cambio recibimos la
Vida misma de Jesús: la única que en verdad tiene valor y que jamás se devalúa. Es una Vida
que ciertamente vale la pena porque es vida de gozo, paz, justicia, entrega y fe.

“Jesús comenzó a proclamar: Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”. Mt
4,17

La conversión es cambio total: dar la espalda, dejar atrás, abandonar todo lo que es
incompatible con Dios y su plan de amor para nosotros; es romper con el pecado y los
ídolos y rechazar a Satanás.

La conversión es ante todo envolverse a Dios, buscar su Rostro, reconociendo su presencia


que nos hace un llamado personal.
LA CONVERSION: DECISION VOLUNTARIA QUE RESPONDE AL LLAMADO
DE DIOS
En el Nuevo Testamento, la palabra conversión viene del griego "epistrepho" que significa
literalmente "volver atrás" o "dar media vuelta": los primeros cristianos encontraron en este
vocablo una descripción gráfica de su propia experiencia y comprensión.

Con la formación de la tradición del Nuevo Testamento, esta palabra "epistrepho" adquiere
un significado teológico propio, en el que se acentúa la decisión de renunciar al pecado y
volver a Dios.

"El poder de Dios les asistía, y un gran número de personas abrazaron la fe y se convirtieron
(epestrephon) al Señor" (Hch 11, 21) (ver además Lc 1, 17; 2º Co 3, 16; 1º Pe 2, 25).

La conversión de María de Egipto fue dramática. Ella decidió abandonar la vida de pecado
público, pero no sólo dejó de hacer las cosas que claramente violaban las leyes del amor de
Dios, también luchó por eliminar los malos pensamientos, tentaciones e impulsos internos
que la alejaban del Señor.

Del mismo modo el joven Francisco de Asís se convirtió a Dios y decidió abandonar a
juergas, aventuras y romances, se dio cuenta de sus antiguos pecados y frecuentemente oraba
para nunca más volver a caer en lo mismo. Eligió a cambio lo mejor: pasar el resto de su
vida imitando la humildad y pobreza de Cristo.

Con un simple examen de conciencia podemos observar que en nosotros hay inclinaciones
pecaminosas; malos deseos y apetitos que son propios de nuestra condición humana. Algo
en nuestro corazón nos mueve a abrigar tales pensamientos, expresiones o actos que sabemos
pueden perjudicar a otras personas o ponernos en situaciones peligrosas y finalmente
alejarnos de la presencia del Señor.

Lucas 15,11-32.

La conversión es un cambio de mentalidad y actitudes, es un cambio de vida al decidir dar


la media vuelta dejando el pecado, para ir en pos del Señor.

La parábola del hijo pródigo que de acuerdo a los teólogos debería ser llamada “La
parábola del Padre Misericordioso” recalca la importancia de la conversión como respuesta
del hombre a ese Dios compasivo, bondadoso y lleno de amor.

Hoy, como ese hijo pródigo que te has alejado de la Casa del Padre, para vivir en el mundo,
placeres y pecado ¡es necesario que hagas un alto! y te des cuenta: donde te encuentras
ahora.

¿Cuántos cerdos estás alimentando ahora? Reflexiona ¿Te ha dado felicidad la vida sin
Dios y llena de pecado? Quizás puro espejismo, pero en realidad en el fondo hay soledad,
decepción, vacío, desamor, etc.
Hoy ¡Vuelve a la casa del Padre! ¡El te espera con los brazos abiertos! ¡Hay fiesta en el
cielo cuando un pecador se arrepiente!

El convertirse incluye varios pasos:

1) Reconocimiento del pecado

Su palabra dice en Evangelio según San Juan 16,8:

“Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde la está la justicia y cuál
es el juicio.”

La conversión es obra del Espíritu Santo en nosotros; sólo El puede darnos un corazón
nuevo para volver a Dios.

2) Arrepentimiento

Su palabra nos dice en 2 Cor 7, 9-10:

“Ahora me regocijo, no porque ustedes se hayan puesto tristes, sino porque esa tristeza fue
motivo de arrepentimiento. Ustedes, en efecto, han experimentado la tristeza que proviene
de Dios, de manera que nosotros no le hemos hecho ningún daño. Esa tristeza produce un
arrepentimiento que lleva a la salvación y no se debe lamentar; en cambio, la tristeza del
mundo produce la muerte. ”

El arrepentimiento es un dolor de corazón y detestación del pecado cometido, con el


propósito de no pecar en adelante. Es retorno al hogar, vuelta a casa, reencuentro con el
Padre.

PASOS DE LA CONVERSIÓN

Analiza tu vida. Haz un examen de tus pensamientos y actos pecaminosos ¿Has sido feliz
realmente en esa vida sin Dios y sin su gracia?

NACER DE NUEVO

Al dedicarnos a orar y tratar de comprender el maravilloso misterio de nuestra salvación,


recordemos una cosa: La conversión es nuestra respuesta a la inconmensurable gracia de
Dios. Solamente el Espíritu Santo nos hace comprender nuestra condición de pecadores
necesitados del inmenso amor de Jesús.
El Señor dijo a Nicodemo "Te aseguro que a menos que uno nazca del agua y del Espíritu,
no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del
Espíritu es espíritu". (Jn 3, 3-6).

La conversión es un acto humano de arrepentimiento y decisión en respuesta a la obra


de Dios en nosotros.
Esta es la esencia del Sacramento del Bautismo. En este Sacramento se nos da todo lo que
necesitamos para una vida plena con Cristo. En las aguas del bautismo morimos con Jesús y
resucitamos a una vida nueva con El; el pecado original es borrado; se nos da el Espíritu
Santo y somos incorporados al Cuerpo de Cristo, su Iglesia. Pero teniéndolo todo a nuestra
disposición, ello se nos da precisamente con el fin de que tomemos una decisión libre y
consciente de entregarnos a Dios por medio de Jesucristo.

Es importante reconocer el aspecto humano de la conversión. Todos somos criaturas únicas


de Dios, con personalidad, historia y futuro propios. En consecuencia, ninguna conversión
será exactamente igual a otra. Mientras unos tienen un abrumador sentido de pecado (como
María de Egipto), otros pueden sentirse impresionados por el inmenso amor de Cristo (como
San Francisco de Asís). Incluso otros pueden llegar a comprender que es imposible vivir
santamente sin la gracia y el perdón de Dios.

Por la gracia de Dios podemos recibir la plenitud de vida que hay en Cristo, sin que nada lo
impida. Con una fe segura, pidámosle a Dios que se nos manifieste; seamos dóciles al
Espíritu y permitamos que la revelación de Jesucristo crucificado y resucitado traspase
nuestro corazón. Rebosantes del conocimiento de su amor y misericordia, convirtámonos a
Cristo.

La conversión es cambio total: dar la espalda, dejar atrás, abandonar todo lo que es
incompatible con Dios y su plan de amor para nosotros, romper con el pecado y los ídolos
como rechazo y sustitución de Dios, rechazar a Satanás como instigador para el mal y cortar
con sus ataduras.

Reconocer nuestro pecado: Sólo el Espíritu Santo puede darnos conciencia de pecado (Jn
16, 8-9); de otra manera se reduce a un sentimiento de culpa o a la simple confrontación de
nuestras acciones con la lista de pecados.

"Yo la voy a enamorar; la llevaré al desierto y le hablaré al corazón" (Os 2, 14).

"Si te vuelves porque yo te haga volver, estarás en mi presencia; y si sacas lo precioso de lo


vil, serás como mi boca. Que ellos se vuelvan a ti, y no tú a ellos" (Jr 15, 19).
Confesar el pecado: Es necesario reconocer y confesar explícitamente nuestros pecados ante Dios
(Esd 9. 6-15; Dan 9, 4-18; Bar. 1. 14; 3. 2).

"Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo como es El, nos perdonará nuestros pecados y
nos limpiará de toda maldad" (1º Jn 1, 9).

Necesitamos además hacer una renuncia explícita a Satanás y a todas sus obras incluyendo
en ellas todo tipo de ocultismo, esoterismo y superstición, con la voluntad firme de
abandonarlo definitivamente.

Esto es necesario, pero además tenemos que recibir el Sacramento de la Reconciliación (Stg
5, 16; Jn 20, 23), para recibir la ratificación del perdón de Dios por la absolución través del
sacerdote, el cual orará por nosotros para librarnos de toda atadura y opresión del enemigo.

Su palabra nos dice en 1 Juan 1,9:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda
maldad.”

Necesitamos reconocer y confesar explícitamente nuestros pecados ante Dios.

Acercarnos al sacramento de la reconciliación

ARREPENTIRSE Y CREER

2-Arrepentimiento. Es sentir dolor de haber fallado a Dios y arrepentirte de corazón por


seguir caminos y actos equivocados. Si en tu vida hay resentimientos, recuerdos dolorosos,
heridas emocionales profundas hoy deja que el Señor te sane espiritual y emocionalmente.
Renuncia a Satanás y a sus obras (ocultismo y supersticiones).

Jesús se fue a Galilea, predicando el evangelio de Dios y decía: "Ha llegado el tiempo. El
Reino de Dios está cerca; arrepiéntanse y crean el evangelio" (Mc 1, 15).
El término usado en el Nuevo Testamento para arrepentimiento es "metanoía", palabra griega
que literalmente significa "cambio d corazón o mente". El arrepentimiento está íntimamente
ligado a la conversión como se refleja en el caso de María de Egipto.

El cambio de vida es el resultado de la acción de Dios en nuestro interior. Cuando


experimentamos el tierno amor de nuestro Salvador, comenzamos a anhelarlo de una manera
insospechada, a abrir el corazón ante la posibilidad de un encuentro con Dios, y a percibir
que podemos ser liberados del sentido de culpa, del temor y la ansiedad en que el pecado nos
tenía sumidos

El arrepentimiento o contrición es un dolor de corazón y rechazo del pecado con el propósito de no


volver a pecar.

El arrepentimiento para restaurar la unión de amor con Dios, exige resarcir los daños
causados y reconciliarse con el hermano , como hizo Zaqueo ante Jesús:

"Mira Señor voy a dar a los pobres la mitad de todo lo que tengo; y si le he robado algo a
alguien, le devolveré cuatro veces más" (Lc 19, 8) (ver además Hch 26, 20; Lc 3, 10-14).
Convertirse a Jesucristo: "Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques
más" (Jn 8, 11). "Y a vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales
vivisteis en otro tiempo según el proceder de este mundo, según el Príncipe del imperio del aire (...)
Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de
nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo (...) Pues habéis sido salvados por la gracia
mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es don de Dios" (Ef 2, 1-2.4-5.8).

La conversión de los cristianos los debe llevar necesariamente a Jesús. Moralmente,


convertirse es dejar el pecado y aceptar el Evangelio. Intelectualmente, es aceptar que Jesús
es la única y definitiva solución a los problemas de la humanidad y a los de cada hombre, y
efectivamente es aceptar a Jesús como el definitivo bien y el amor de nuestras vidas.

3-Confesión al sacerdote. Acude al Sacramento de la Reconciliación para recibir la paz y el


perdón de Dios.

4-Propósito de no volver a pecar.

5-Cumplir la penitencia, reparar los daños, empezar una vida nueva.

La experiencia del encuentro con Jesús, produce la conversión, tal como ocurrió con la
Mujer Samaritana (Juan 4), Zaqueo (Lucas 19,1-10) y la Mujer adúltera (Juan 8,1-11).
La conversión ha de ser el acto inicial de la vida cristiana, prolongado en un proceso
permanente de búsqueda de Jesús.

“El mundo entero yace bajo el poder del Maligno”. 1 Juan 5, 19

Definitivamente que un paso previo a la conversión cristiana es la renuncia a Satanás y sus


obras, puesto que no se puede servir a dos amos y menos, estando tan extremos, puesto que
mientras uno, Dios, es el Amor eterno, el Bien por excelencia; el otro es el mal en todas sus
manifestaciones. Desde los primeros siglos de la iglesia, como parte integrante del rito del
bautismo y de la conversión, se tiene la renuncia a Satanás y sus Obras como una práctica
común. Andar caminando en las obras y los terrenos de Satanás son pecados contra el primer
mandamiento.

Obras de Satanás son toda práctica o actividad de idolatría, ocultismo y superstición, así
como libros y objetos usados en este contexto. (Amuletos, talismanes, etc.) Pecados muy
graves contra el primer mandamiento y a veces contra el segundo.

El pecado, Satanás y sus obras, y los resentimientos son los obstáculos para la presencia y
acción salvadora de Dios; el rechazo y la liberación de ellos son la condición y el fruto de la
salvación

Veamos esta cita bíblica que refleja nuestra realidad actual:

"Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el
contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les
halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas. Tú, en
cambio, vigila atentamente, soporta todas las pruebas, realiza tu tarea como predicador del
Evangelio, cumple a la perfección tu ministerio". (2 Tim 4, 3-4)

Estos tiempos de los que nos habla Timoteo han llegado. Cada vez son menos los
católicos que toman en serio su vida espiritual. Hoy la mayoría busca creer en algo que no le
implique compromisos, que no le ponga exigencias para poder seguir viviendo conforme su
volutad sin detenerse a consultar su conciencia. Esto Satanás lo sabe y a creado un sinfin de
opciones para ellos. Creencias supersticiosas, ritos y filosofías que ahogan la fe verdadera y
que desgraciadamente los atrapan en graves pecados.

Obras y terrenos de Satanás

- Ocultismo: Conocimiento de lo oculto o futuro al margen de Dios por medio de:


- Astrología y horóscopos, lectura de las cartas, de la mano y del café o las galletas, ouija,
espiritismo, espiritualismo.
- invocación de muertos.
- Magias: Magia negra, blanca, verde, roja, hechicería, brujería, curanderismo, maleficios,
santería.
- Esoterismo: Grupos y procesos iniciáticos con ritualismos paganos donde se utiliza mucho,
simbologías ocultas: rosacruces, masones, teosofía, iluminatis,
- Gnosticismo, filosofías orientales como feng chui, yoga, reencarnación, viajes astrales,
meditación trascendental.
- Prácticas de poderes extrasensoriales.
- Cienciología o dianética.

- New Age. Las prácticas tradicionales ocultas (p. Ej., Lectura de tarot , astrología , yoga ,
técnicas de meditación y mediumnidad) se integraron en el movimiento como herramientas
para ayudar a la transformación personal. La psicología transpersonal (un enfoque que
combina el misticismo oriental y el racionalismo occidental para comprender la salud
psicológica y el bienestar espiritual) y otras disciplinas académicas nuevas que estudian los
estados de conciencia alentaron la creencia de que las prácticas que alteran la conciencia
(como la meditación Zen ) podrían practicarse aparte de Los contextos particulares en los
que se originaron. Además, muchas otras técnicas utilizadas para lograr la transformación
personal se alistaron en el esfuerzo por lograr la "curación planetaria" y la transformación
de la sociedad.

El movimiento también habló con los enfermos y los heridos psicológicos, especialmente
aquellos que no habían podido encontrar ayuda a través de la medicina tradicional y la
psicoterapia. Alinearse con el movimiento de Salud Holística , que abogaba por prácticas
de curación alternativas y naturales como el masaje , las dietas con alimentos naturales, la
quiropráctica y la acupuntura, los creyentes en la Nueva Era promovían la curación
espiritual. También buscaron la integración de las prácticas de adivinación más antiguas
(astrología, tarot y I Ching ) con el asesoramiento psicológico estándar.

- Hipnotismo.
- Devoción a la “Santa” Muerte.
- Fidencismo .(niño Fidencio)

Homosexualismo lev 20-13


Tatuajes lev 19-28
Relaciones con animales lev
Relaciones carnales lev
Aborto éxodo 23-26

“Cuando entres a la tierra que Yavéh tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las
abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su
hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni
encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación
para con Yavéh cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Yavéh tu Dios
echa estas naciones de delante de ti.” (Deuteronomio 18, 9-13)

Cada quien debe de ver en que campos o actividades se ha metido, reconocerlos como
contrarios a Dios. Decidir romper definitivamente con ello, para recibir el perdón y la
liberación de DIOS y poder vivir la vida nueva que Dios nos da, para que se pueda manifestar
el auténtico poder de DIOS, que es el Espíritu Santo.

Necesitamos hacer una renuncia explícita a Satanás y a todas sus obras.

El Divino Basurero

Jesús es el Divino Basurero que ha venido a barrer y a llevarse toda nuestra basura: miseria,
enfermedades y pecados; tristezas y angustias; problemas y desesperación; falta de sentido a la
vida y todo lo que no nos deja vivir. Todo eso es basura en tu vida, y Jesús, Basurero Divino,
quiere llevárselo hoy.

Él tomó nuestras flaquezas

Y cargó con nuestras enfermedades: Mt 8,17.

Él es el Divino Basurero que se lleva nuestra basura para destruirla completamente arrojándola
hasta el fondo del mar:

¿Qué Dios hay como tú que quite la iniquidad, la rebeldía y el pecado? Tú no mantienes tu
cólera por siempre, pues eres un Dios que te complaces en el amor. Tú te vuelves a compadecer
siempre de nosotros y pisoteas nuestras iniquidades. Tú arrojas hasta el fondo del mar todos
nuestros pecados: Miq. 7,18-19.

Lo único que nos pide el Basurero Divino es que pongamos nuestra “basura” en su lugar: a los
pies de su cruz, para que con su Sangre redentora sea destruida.

[Los que escuchan la Palabra de Salvación deben tener un tiempo suficiente y la oportunidad
para poner todo su pecado a los pies de la cruz de Cristo. Un signo exterior que manifiesta la fe
y la decisión personal de poner “la basura” junto a la cruz de Jesús puede ser que cada uno
escriba en un papel cuál es su basura de la que Jesús va a librarlo el día de hoy. Luego, se
prende una hoguera que simboliza la sangre redentora y purificadora de Cristo. Enseguida cada
uno va depositando su “basura” en el fuego que, al quemarse, significa la destrucción que Cristo

oportunidad de intervenir salvíficamente en nuestra vida; ya que de esa manera estamos


proclamando que no hay otro nombre para ser salvados: Hech 4,12.

Quemar naves

Cuando Hernán Cortes llego con su ejército para la conquista de México desembarcó en el
puerto de Veracruz. Allí tuvo conocimiento del poderoso y organizado ejército de los aztecas.
Las noticias fueron tan alarmantes que algunos de sus oficiales se desanimaron y prefirieron
abandonarlo en secreto, regresándose a Cuba, que ya había sido conquistada.
Hernán Cortes supo lo que tramaban hacer, y esa misma noche se acercó a los barcos y los
quemo. De esta manera ya no era posible dar un paso atrás. No les quedaba otra alternativa que
lanzarse a la conquista de la gran Tenochtitlán.

En nuestro caso no es suficiente decir que queremos conquistar la Nueva Vida traída por Jesús.
Es necesario quemar las naves que nos conducen al pecado para jamás poder retornar a é1.

Así como Dios abrió el Mar Rojo para que su pueblo lo atravesara rumbo a la tierra de libertad
y lo cerró inmediatamente después que pasaron. Es necesario que Dios cierre ese mar para que
jamás podamos regresar a la esclavitud del pecado. Es necesario que nosotros decidamos que
jamás queremos regresar allá y quemar todos los medios que nos pudieran ayudar a retornar…

“Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi vos y me abre, entraré en su casa y
cenaremos juntos”.

Apocalipsis 3,20

Tienes a la puerta la gran oportunidad de tu vida. No la dejes pasar de largo. Dale a Jesús la
oportunidad de manifestarte todo lo que él es y tiene para ti.

De alguna manera digámosle a Jesús que lo invitamos a vivir en nuestro corazón, que entre
a formar parte de nuestra vida, que sea él, el centro de nuestra existencia.

Dios quiere darnos una nueva vida con su propia presencia en nuestros corazones, y su amor
que nos mueve a vivir de acuerdo a su voluntad. Y al experimentar este amor, veremos en
nuestra vida rasgos parecidos a los de Francisco y María en su nueva conciencia personal.

Hoguera de mis pecados

Invitar a los asistentes a cerrar sus ojos y reflexionar en torno a su vida lejos de Dios,
llegando a la convicción de volver a Dios. Se empieza a pedir perdón a Dios y a invitar a
Jesús a nuestro corazón, dejando que El obre en la vida de cada uno dejando que el rompa
las cadenas del pecado como Solución que es. Se acompañan de cantos de perdón.

«Si enseñas esto a los hermanos, serás buen ministro de Cristo Jesús, nutrido en las palabras
de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Cuanto a las fábulas profanas ya los cuentos
de viejas, deséchalos» (1 Tim 4,6). «jOh, Timoteo!, guarda el depósito a tí confiado, evitando
las palabras vanas y las contradicciones de la falsa ciencia, que algunos profesan,
extraviándose de la fe» (1 Tim 6,20,21).

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