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TEM FUENTES PARA EL

A CONOCIMIENTO HISTÓRICO
0 DE JESÚS
En el presente tema analizaremos los testimonios escritos de personajes no cristianos y judíos, para
luego estudiar los Evangelios como fuentes principales y el testimonio de los cristianos de los primeros
siglos.

1. TESTIMONIOS ROMANOS
De la mayor parte de los personajes de la Antigüedad tenemos menos datos históricos
que de Jesús de Nazaret.

Sorprende que haya datos históricos de Jesús, además de los cristianos, en los ámbitos
culturales de Roma y de Judea. La existencia de Jesús, un sencillo carpintero de Galilea
y uno de los numerosos profetas del judaísmo de entonces, carece de importancia
histórica para el Imperio.

 Plinio el Joven (62-113), gobernador de Bitinia, en el Asia Menor, al consultar al


emperador Trajano, hacia el año 112, cómo debe comportarse con los cristianos,
constata la existencia histórica de Jesús, además de la ejemplar conducta de los
cristianos y de su gran extensión por el Asia Menor. Plinio informa al emperador que
«los cristianos, a los que pertenece un gran número de gentes de toda condición,
edad y sexo, se reúnen un día determinado [el domingo] antes de salir el sol, tributan
a Cristo adoración cultual como a un Dios,... y participan en una comida inocente »1.

 El historiador Tácito (54-119), para escribir los Anales de Roma, hacia el año 116, se
sirve de las Actas del Imperio, es decir, los archivos oficiales. Al comentar el
incendio de Roma provocado por Nerón el año 64, afirma que el fundador de los
cristianos, «Cristo, fue ajusticiado, bajo el mandato de Tiberio, por el procurador
Poncio Pilato»2. Esta referencia breve y concreta afirma la muerte de Cristo a manos
de las autoridades romanas de entonces.

“…Sin embargo, ni por industria humana, ni por larguezas del emperador, ni por
sacrificios a los dioses, se lograba alejar la mala fama de que el incendio había
sido mandado. Así pues, con el fin de extirpar el rumor, Nerón se inventó unos
culpables, y ejecutó con refinadísimos tormentos a los que, aborrecidos por sus
infamias, llamaba el vulgo cristiano. El autor de este nombre, Cristo, fue
mandado ejecutar con el último suplicio por el procurador Poncio Pilatos
durante el Imperio de Tiberio y reprimida, por de pronto, la perniciosa
superstición, irrumpió de nuevo no sólo por Judea, origen de este mal, sino por la
urbe misma, a donde confluye y se celebra cuanto de atroz y vergonzoso hay por
dondequiera. Así pues, se empezó por detener a los que confesaban su fe; luego
1
Cfr. Epist. 10,96 s.
2
Cfr. Annales, XV, 44
por las indicaciones que éstos dieron, toda una ingente muchedumbre (multitudo
ingens) quedaron convictos, no tanto del crimen de incendio, cuanto de odio al
género humano. Su ejecución fue acompañada de escarnios, y así unos, cubiertos
de pieles de animales, eran desgarrados por los dientes de los perros; otros,
clavados en cruces eran quemados al caer el día a guisa de luminarias nocturnas.
Para este espectáculo, Nerón había cedido sus propios jardines y celebró unos
juegos en el circo, mezclado en atuendo de auriga entre la plebe o guiando él
mismo su coche. De ahí que, aún castigando a culpables y merecedores de los
últimos suplicios, se les tenía lástima, pues se tenía la impresión de que no se los
eliminaba por motivo de pública utilidad, sino para satisfacer la crueldad de uno
solo”3.

 El historiador Suetonio (75-160) también hace referencia a los cristianos y a Cristo


al relatar, hacia el año 120, la vida de los emperadores romanos. Habla de la
persecución de los cristianos por parte de Nerón 4 y afirma que Claudio «expulsó de
Roma a los judíos por los constantes disturbios que provocaban a causa de un tal
Cristo»5. Suetonio no supo distinguir entre la religión cristiana y la judía; él se
refiere a los hombres pertenecientes a una raza que, debido a sus discusiones
religiosas, fueron expulsados por Claudio. Esta expulsión se menciona en el libro de
los Hch 18,2. Nos encontramos ante un caso en el que fuentes de origen diverso
afirman los mismos hechos, lo cual refuerza el testimonio histórico.

2. TESTIMONIOS JUDIOS
Entre los judíos solo encontramos dos testimonios de gran interés: son los de Flavio
Josefo y las breves y negativas alusiones a Jesús en el libro del Talmud.

El historiador Flavio Josefo, que vivía en Roma, escribió «La guerra de los judíos»
(a. 75-79 d.C.) y «Antigüedades judaicas» (a. 93-94 d.C.). En esta última afirma la
existencia histórica de Jesús. «En este tiempo vivió un tal Jesús, hombre sabio, si es
permitido llamarle hombre, porque realizaba obras prodigiosas. Enseñaba a las gentes
que se mostraban dispuestas a recibir la verdad. Se ganó a muchos de entre los judíos y
también de entre los del mundo helenista. Se pensaba que era el Cristo, pero, según el
juicio de nuestros príncipes, no lo era. Por este motivo, Pilato lo crucificó y le dio
muerte de cruz. No obstante, sus seguidores no lo abandonaron, pues se les apareció a
los tres días otra vez vivo, según lo habían predicho los profetas, y así otras muchas
maravillas sobre él. Todavía hoy, no se ha extinguido el grupo de los cristianos,
llamados así por el nombre de su fundador» (18,3,3).

El primero que cita este texto es el historiador Eusebio de Cesarea 6, s. IV. Algunos
autores han puesto en duda la autenticidad del texto citado, debido a las afirmaciones
de carácter cristiano. Es posible que algunas frases hayan sido escritas por copistas
cristianos; pero esta hipótesis no disminuye en nada la autoridad del testimonio de
Josefo sobre la existencia de Jesús de Nazaret.

3
Anales de Tacito, XV, 44: Actas de los Mártires, Edición de Daniel Ruiz Bueno, BAC (Madrid; 1974) p. 223.
4
Cfr. Vita Neronis, XVI, 2
5
Cfr. Vita Claudii, XXV, 4
6
Cfr. Eusebio: Historia Eclesiástica, I, 11.
El testimonio anterior viene confirmado por la mención que hace Josefo de «Santiago,
el hermano de aquel Jesús, llamado el Cristo» (20,9,1), a quien Anás en el año 62
condenó a ser apedreado por confesar a Jesús como Cristo.

El Talmud (ss. I-V), libro religioso judío, admite la existencia histórica de Jesús y su
condena a muerte por el Sanedrín: «En la víspera de la Pascua fue colgado [crucificado]
Jesús por hereje». Las pocas alusiones del Talmud a Jesús tienen una tendencia
despectiva. Afirma que Jesús sedujo y extravió al pueblo de Israel, que se burló de las
palabras de los sabios y que interpretó la Thora, es decir, la Ley o Pentateuco, como lo
hacían los fariseos; pero afirma su existencia histórica.

3. OTROS TESTIMONIOS ANTIGUOS


Entre las obras de la cultura antigua, ordinariamente solo encontramos testimonios
sobre Jesús en los autores cristianos y en los que combatieron la religión cristiana. Se
comprenderá que los otros autores no hayan escrito sobre Jesús y su religión, si
tenemos en cuenta que, en los primeros siglos de nuestra era, el cristianismo era
incipiente y que aparecía a los ojos de los no interesados por él, como uno de los
numerosos grupos religiosos de la época, que desaparecían poco después de haber
nacido.

Aunque no hayan sido testigos directos de su vida, algunos escritores de esta época
testimonian la existencia histórica de Jesús, pues no solo recogen la tradición de los
que conocieron a Jesucristo, sino que edifican su fe sobre la firme convicción de su
existencia. Por su parte, los escritores anticristianos pretenden destruir la fe cristiana,
pero todos dan por supuesto la existencia de Jesús. Entre los testimonios más antiguos,
destacamos los siguientes:

 San Clemente Romano, tercer sucesor de San Pedro, conoció personalmente a San
Pedro y San Pablo en Roma. Escribió una Carta a la Iglesia de Corinto hacia el año
95, en nombre de la Iglesia de Roma, en la que pide a los fieles que obedezcan a los
presbíteros. Acerca de lo que ahora nos interesa, entresacamos las siguientes frases,
las cuales solo tienen sentido supuesta la existencia histórica de Jesús: « Los
Apóstoles nos predicaron el Evangelio de parte del Señor Jesucristo; Jesucristo fue
enviado de parte de Dios... Los Apóstoles, después de haber sido plenamente
instruidos, con la seguridad que les daba la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo,
salieron... Jesucristo dio su sangre por nosotros según el designio de Dios, dio su
carne por nuestra carne, y su vida por nuestras vidas» (42,1.3; 49,6) 7.

 San Ignacio de Antioquía, segundo obispo de Antioquía, discípulo del Apóstol San
Juan. Durante su viaje de Siria a Roma, donde seria martirizado hacia el año 107,
escribió cartas a algunas iglesias por las que había de pasar. El texto que recogemos
es de la Carta a los Tralianos; en su alusión a los «docetistas» afirma claramente la
existencia histórica de Jesús: «Jesucristo es del linaje de David e hijo de María;
nació verdaderamente, comió y bebió, fue verdaderamente perseguido por Poncio
Pilato, verdaderamente crucificado, y murió a la vista de todos... El mismo resucitó
verdaderamente de entre los muertos, siendo resucitado por su propio Padre. Y de
manera semejante, a nosotros, los que hemos creído en El, nos resucitará su Padre en
7
Cfr. Padres Apostólicos, pp. 101-238
Cristo Jesús, fuera del cual no tenemos vida verdadera. Pero si, como dicen algunos
hombres sin Dios, mejor dicho, sin fe, solamente padeció en apariencia –ellos sí que
son apariencia–, ¿por qué estoy encadenado? ¿por qué anhelo luchar contra las
fieras? Vana seria mi muerte y falso mi testimonio acerca del Señor»8.

 Cuadrato presentó una Apología al emperador Adriano hacia los años 123 ó 124. En
ella atestigua que algunas personas curadas o resucitadas por Jesús sobrevivieron
«no solo mientras el Salvador vivía aquí abajo, sino aun después de su muerte, de
suerte que algunos de ellos han llegado hasta nuestros días»9.

 Arístides de Atenas escribió una Apología dirigida al emperador Adriano (117-138),


o tal vez a su sucesor, Antonino Pio (138-161), hacia la mitad del s.II. Dice así: « Los
cristianos toman su linaje del Señor Jesucristo. Este es confesado como Hijo del Dios
Altísimo, descendido del cielo por medio del Espíritu Santo, para la salvación de los
hombres. Y engendrado de una Virgen Santa, sin fecundación ni perdida de la
virginidad, tomo carne y se mostró a los hombres, con el fin de apartarlos del error
del politeísmo. Y una vez cumplido su maravilloso designio, gusto de la muerte de
cruz por su libre voluntad, según un grandioso designio. Y después de tres días volvió
a la vida y subió a los cielos»10.

 San Justino (†165), filosofo de profesión, en su primera Apología, dirigida al


emperador Antonino Pio (138-161), afirma que «Cristo nació hace solo ciento
cincuenta años en tiempos de Quirino... Sabemos que se hizo hombre por medio
de una virgen... fue crucificado bajo Poncio Pilato... resucitó de entre los
muertos». A continuación, describe las verdades principales de la religión cristiana,
relata la celebración de la Eucaristía e invita al emperador a que consulte las Actas
de Pilato y revise la injusta condena a muerte de Jesús y a que admire su grandeza.

En el Dialogo con el judío Trifón hace un paralelismo entre Cristo-Adán y María-


Eva, al tiempo que afirma que «Cristo nació de la Virgen como hombre» (84) y que
fue «crucificado bajo Poncio Pilato, procurador que fue de Judea» (30)11.

 Luciano de Samosata (t h. 167), escritor griego, en su dialogo Sobre la muerte del


peregrino presenta a Jesús como un vulgar estafador, habla de su muerte y se burla
de la caridad de los cristianos y de su fe en la inmortalidad.

 Celso († 180), filósofo pagano, fue el impugnador más temible de los primeros
siglos. En su obra Discurso verdadero admite la existencia histórica de Jesús. Dice de
Jesús que no desciende de David, ni es Dios, ni se refieren a él las profecías, ni fue
concebido virginalmente; afirma que fue mago y que no resucitó. Y amonesta que la
actitud de los cristianos es peligrosa para la sociedad 12.

4. DATOS CRONOLÓGICOS SOBRE LA EXISTENCIA DE JESUS


Lugar de nacimiento: Según los Evangelios, la gente de su tiempo llamó a Jesús «el
8
Cfr. Ibidem, pp. 375-630
9
Cfr. Eusebio de Cesaréa: Historia Eclesiástica, 4,3, 1-2; Cfr. Quasten: Patrología (vol. 1), p.191
10
Cfr. Padres Apologetas Griegos, pp. 105-151
11
Cfr. Ibidem, pp. 155-548
12
Cfr. Quasten: Patrología (vol.1), pp. 187, 366-370
Nazareno», por el lugar en que residió con su familia hasta la edad de treinta años. Sin
embargo, sabemos que el lugar de nacimiento de Jesús no fue Nazaret, sino Belén,
localidad de Judea, al sur de Jerusalén. Lo atestiguan los Evangelistas Mateo y Lucas.
Este último hace notar que, a causa del censo ordenado por las autoridades romanas,
«José subió desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David llamada Belén, en
Judea, por ser el de la casa y de la familia de David, para empadronarse con María, su
esposa, que estaba encinta. Y estando allí le llego la hora del parto» (Lc 2,4-6).

Fecha de nacimiento: La investigación moderna ha logrado con bastante exactitud


determinar la cronología de la vida de Jesús, en el marco de la Historia Universal. La
actual datación cronológica se debe al monje romano Dionisio el Exiguo, quien en el
533 propuso medir el tiempo a partir del nacimiento de Jesucristo, en sustitución del
año de la fundación de Roma, ab urbe condita. Se admite comúnmente que Dionisio
cometió un error de cálculo, pues situó el nacimiento de Jesús en el año 753 de la
fundación de Roma y señaló el 754 como el primero de la era cristiana; pero los datos
más seguros indican que Jesús ya había nacido el año 750 de la fundación de Roma.

Los expertos estiman que Jesús nació 5 ó 6 años antes de la era cristiana; en concreto,
en los años 748 ó 749 de la fundación de Roma. Esta conjetura se basa en la fecha de la
muerte de Herodes el Grande, que tuvo lugar en Jericó en la primavera del año 750 de
la fundación de Roma, según el testimonio de Flavio Josefo, estimado como cierto 13.

Según San Mateo, Jesús nació «en tiempos del rey Herodes» (Mt 2,1); por lo tanto, en el
año 750 Jesús ya había nacido. Los Magos que fueron a « adorar al Rey de los Judíos»
tuvieron la entrevista con Herodes cuando este aún residía en Jerusalén (Mt 2,2). Se
sabe que Herodes se ausentó de Jerusalén a causa de su enfermedad en el otoño del año
anterior a su muerte. También afirma San Mateo que Herodes «mandó matar a todos
los niños que había en Belén y toda su comarca, de dos años para abajo, con arreglo al
tiempo que cuidadosamente había averiguado de los Magos» (Mt 2,16).

Comienzo de la vida pública: Jesús comenzó su predicación poco después de ser


bautizado por Juan Bautista en el Jordán (Mc 1,9-11), a comienzos del año 28, que
corresponde al 781 de la fundación de Roma.
Juan comenzó a predicar y bautizar «el año quince del reinado del emperador Tiberio»
(Lc 3,1), que corresponde al ano 780 de Roma y al año 27 de la era cristiana. Jesús
tendría 32 años, que concuerda con la edad aproximada que le atribuye San Lucas:
«como unos treinta años» (Lc 3,23).

13
Cfr. Flavio Josefo, La guerra de los judíos, I, 33, 1.
Muerte de Jesús: Se sabe con certeza que Jesús murió un viernes del mes hebreo de
Nisán, dentro del mes de abril de nuestro calendario: Mt 27,62; Mc 15,42; Lc 23,54; Jn
19,31.

Sobre el año, lo más probable es que haya sido el año 30 de la era cristiana, que
corresponde al 783 de la fundación de Roma.

Con respecto al día del mes, lo más probable es que ocurriese el 14 o el 15 de Nisán, es
decir, el 7 u 8 de abril. El 14 de Nisán del año 30 cayó en viernes.

5. LOS EVANGELIOS

A continuación analizaremos el carácter histórico de los Evangelios, es decir, quiénes los


escribieron, cómo se formaron, cuándo fueron escritos, así como también la garantía de
que no han sufrido adulteraciones con el correr de los tiempos, sino que expresan lo que
realmente sucedió.

5.1. CONCEPTOS PRELIMINARES


Creemos conveniente explicar que los Evangelios, como todos los libros de la Biblia gozan, en
su composición del don sobrenatural de Inspiración. No son mera redacción literaria

5.1.1. LA INSPIRACION DIVINA DE LA SAGRADA ESCRITURA


Se llama inspiración divina de la Sagrada Escritura a la acción de Dios sobre los autores
sagrados para que escriban todo y solo lo que Dios ha querido que escriban:
«Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada
Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. La santa Madre
Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros
del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la
inspiración del Espíritu Santo (cfr. Jn 20,31; 2Tm 3,16; 2P 1,19-21; 3,15-16), tienen
a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Para la
composición de los libros sagrados, Dios eligió y empleó hombres en posesión
de sus facultades y capacidades, y actuó en ellos y por medio de ellos, para que
escribiesen como verdaderos autores, todo y solo lo que Él quería» (DV 11)
Esta acción divina actúa de tres modos diferentes e inseparables:
 La inspiración divina ilustra la inteligencia de los autores humanos, para que
puedan entender con profundidad las verdades sobrenaturales que Dios quiere que
escriban.
 Mueve la voluntad de los autores sagrados, aunque sin menoscabo de su libertad,
para que estos escriban fielmente lo que han concebido en su inteligencia.
 Por último, la inspiración divina ayuda eficazmente para que los escritores
encuentren el lenguaje y los modos apropiados para expresar de modo apto y con
infalible verdad todo lo que han concebido y han querido escribir. De este modo,
Dios es el autor principal de la Sagrada Escritura; y los escritores sagrados también
son verdaderos autores, aunque subordinados, al modo de instrumentos
inteligentes y libres en las manos de Dios.
Según lo anterior, el libro inspirado es el fruto de una acción de Dios y del escritor
sagrado –llamado técnicamente «hagiógrafo», de hagios = santo, y grafo = escribir; es
decir, el hombre que escribe sobre realidades sagradas–. De este modo, todos los
conceptos y todas las palabras del texto sagrado se deben simultáneamente a Dios y al
autor humano. Por eso se puede decir que, en la Sagrada Escritura, todo es de Dios y
todo es del hombre. Y también se puede afirmar con verdad que, todo lo escrito por los
autores humanos está inspirado por Dios.

5.1.2. INTERPRETACIÓN AUTENTICA DE LA SAGRADA ESCRITURA


De la verdad sobre la inspiración divina de la Sagrada Escritura, se derivan,
lógicamente, algunas normas que se refieren a su interpretación. DV 12 afirma que,
«Dios ha hablado en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano; por lo
tanto, el intérprete de la Sagrada Escritura, para conocer lo que Dios ha querido
comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los escritores sagrados realmente
quisieron decir y lo que Dios quiso dar a conocer con sus palabras». Por consiguiente,
para interpretar la Sagrada Escritura debe estudiarse tanto lo que escribieron los
autores humanos –lo que suele llamarse «interpretación histórico-literaria»–, como lo
que Dios quiso revelar en las palabras inspiradas –lo que se designa con la expresión
«interpretación teológica»–.

5.1.3. Interpretación histórico-literaria


El estudio de la Sagrada Escritura debe comenzar por el análisis de los textos, para
conocer la verdadera atención de los autores sagrados. Este análisis se concreta,
principalmente, en el estudio de los géneros literarios y de la cultura de la época:
a. Los géneros literarios: En primer lugar hay que tener en cuenta los «géneros
literarios», es decir, las formas de expresión que los autores han utilizado en sus
escritos, pues la verdad se presenta y enuncia de modo diverso según que los libros
tengan como fin, por ejemplo, narrar un hecho histórico, y proclamar una
enseñanza, o expresarse de modo poético. El sentido de lo escrito por el autor
humano depende precisamente de estos géneros literarios.

b. La cultura de la época: Para comprender exactamente lo que el autor sagrado


propone en sus escritos, también hay que tener muy en cuenta los habituales y
originarios modos de pensar, de expresarse o de narrar que eran usuales en la
época del escritor, así como las expresiones que entonces solían utilizarse con
mayor frecuencia en la conversación ordinaria.

5.1.4. Interpretación teológica


Si es necesaria la interpretación histórico-literaria, aparece como más importante, la
interpretación etiológica, es decir, la investigación y estudio de las verdades que Dios ha
querido revelar a los hombres. Según la DV 12, «la Escritura se ha de leer e interpretar
con el mismo Espíritu con que fue escrita, para sacar el sentido exacto de los textos
sagrados».
El Concilio señala tres criterios para una interpretación conforme al Espíritu que la
inspiró:
1) Prestar una gran atención «al contenido y la unidad de toda la Escritura», que
tiene a Dios como autor principal.
2) Leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia»; los Padres afirmaban:
«la Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros
escritos».
3) Estar atento «a la analogía de la fe», es decir, a la cohesión de las verdades de la fe
entre sí y con el plan total de la Revelación, pues Dios no se contradice ni puede
engañarse14.

14
Cfr. CatIglCat, nn. 109-119
5.1.5. El juicio de la Iglesia
La Iglesia ha recibido de Cristo «el mandato y el ministerio divino de conservar y de
interpretar la Palabra de Dios»; en consecuencia, todo lo que se refiere «al modo de
interpretar la Escritura, queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia»15. En otras
palabras, el Magisterio de la Iglesia ha recibido de Cristo el ministerio o facultad de
interpretar autorizadamente el contenido de la Revelación. Esta interpretación
autorizada recibe el nombre de interpretación «auténtica». Por eso, la enseñanza de la
doctrina católica abarca toda la Escritura, y constituye el argumento más sólido para
aceptar la Revelación divina.
Ahora vamos a centrarnos en el estudio del valor histórico de los Evangelios. Junto al
argumento de fe, ofrecemos demostraciones de razón: a través de diversos métodos, la
ciencia histórica nos asegura, como veremos a continuación, que los Evangelios narran
hechos que han ocurrido realmente y expresan enseñanzas que proceden del propio
Jesús.

5.2. EL EVANGELIO Y LOS EVANGELIOS


La palabra «evangelio» procede de dos términos griegos: eu angelion = buena noticia, buen
mensaje.
Este término era usado en el mundo griego y romano para indicar el favor de los dioses y las
dadivas de los emperadores.
En los Evangelios aparece con estos significados principales:
a) Jesús utilizo esta palabra para referirse a la Buena Noticia del Reino de Dios, que el
propio Jesús anuncia, trae y realiza: «El tiempo se ha cumplido y está cerca el reino de
Dios; arrepiéntanse y crean en el Evangelio» (Mc 1, 15).
b) También significa la predicación de los Apóstoles sobre Jesucristo y su obra salvadora.
Los Apóstoles cumplieron la misión recibida de Jesús de «predicar lo que El les había
enseñado» (Mt 28, 19). En este caso, «evangelio» significa «el anuncio Gozoso de la
salvación realizada por Jesús». San Pablo, por ejemplo, habla de «mi evangelio», para
expresar su predicación sobre Jesús.
c) Por último, la palabra «evangelio» significa los cuatro libros que contienen el Evangelio
de Jesús predicado por los Apóstoles. Según el CV II «los Evangelios son el testimonio
principal de la vida y de la doctrina de Jesús, el Hijo de Dios hecho Hombre, que ha
venido al mundo para lograr la salvación de los hombres»16

5.3. LA HISTORICIDAD DE LOS EVANGELIOS


Se entiende por «historicidad» o «valor histórico» de los Evangelios la correspondencia o
adecuación de las narraciones contenidas en estos libros con la realidad de los hechos y de las
enseñanzas de Jesús.
Para los cristianos, como ya hemos visto anteriormente, la fuerza principal del valor histórico
de los Evangelios radica en que son escritos inspirados por Dios: al tener a Dios mismo como
autor principal, la historia que contienen los Evangelios es historia verídica, porque Dios no
puede engañarse ni engañarnos. Por esta razón, la Iglesia siempre ha mantenido que los
cuatro Evangelios de Jesucristo son libros históricos, pues consta que «transmiten con
fidelidad lo que Jesús, el Hijo de Dios, mientras vivía entre los hombres, hizo y enseno
realmente, para la salvación de ellos, hasta el día en que ascendió al cielo»17.

HISTORICIDAD DE LOS EVANGELIOS


15
Cfr. DV 12
16
DV 18
17
Cfr. DV 19
Los autores de los Evangelios Estudia las razones por las que los Evangelios se
atribuyen a Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Origen apostólico

Historia del texto Comprueba la fiabilidad de las copias


manuscritas de los Evangelios
Autenticidad literaria

Veracidad histórica Comprueba que los Evangelios narren hechos


sucedidos realmente

Desde la perspectiva de nuestro curso, la historicidad de los Evangelios se limita a la


información que ofrecen las ciencias históricas. Estas ciencias también llegan a la conclusión
de que los libros de los Evangelios son escritos históricos, con un grado de fiabilidad superior
a cualquier otro documento histórico de la época.
El estudio de la historicidad de los Evangelios, al igual que de los demás documentos
antiguos, suele abarcar tres campos:
 El conocimiento de los autores que han escrito los Evangelios, lo cual lleva a la
conclusión de que tienen origen apostólico.
 La «historia del texto», o «autenticidad literaria»: consiste en la comprobación de la
fiabilidad de las copias manuscritas que han llegado a nosotros:
 La «veracidad histórica»: la comprobación de que tales documentos narran hechos
sucedidos realmente.

5.4. LOS EVANGELIOS TIENEN ORIGEN APOSTOLICO


Se conoce quienes son los autores de los Evangelios por varios testimonios antiguos, por el
análisis interno de los propios textos evangélicos y por el contenido que narran. Esto ha
llevado a afirmar que los Evangelios tienen origen apostólico.

5.4.1. Los autores humanos de los Evangelios


Consta que los autores de los Evangelios son dos Apóstoles -Mateo y Juan- y dos
discípulos de los Apóstoles –Marcos y Lucas–; a estos desde antiguo se les llama
«varones apostólicos».
El estudio de los autores viene exigido porque los manuscritos más antiguos de los
Evangelios no expresan quien es el autor de cada uno de los cuatro libros. Este mismo
hecho ya es una prueba de antigüedad de tales libros, pues refleja la costumbre vigente
en la época en que fueron escritos los Evangelios. Además, consta históricamente que
los primeros cristianos siempre atribuyeron los cuatro Evangelios a cuatro personas
muy conocidas en el ámbito cristiano.
 Mateo y Juan fueron Apóstoles de Jesucristo; es decir, testigos oculares o directos
de la vida y de las enseñanzas de Jesús (Mt 10, 1-4).
 Marcos y Lucas no fueron Apóstoles, sino discípulos de algunos de ellos: Marcos
era hijo de María, una de las primeras mujeres que ayudaron a Jesús y a los Doce
(Hch 12,12), primo de Bernabé (Col 4,10) y discípulo de Pedro (1P 5,13) y de Pablo.
Lucas, de origen pagano, fue compañero de Pablo en su segundo (Hch 16, 10s.) y
tercer viaje (Hch 20,5s.), así como las dos veces que estuvo preso en Roma (Hch
27,1s.).
La atribución de los documentos escritos a estos cuatro autores tiene a su favor
numerosos testimonios antiguos, así como el análisis interno de los propios textos
evangélicos, como veremos a continuación:

5.4.2. Testimonios antiguos


Se conocen numerosos documentos, cercanos a la época en que fueron redactados los
Evangelios, que afirman que estos cuatro libros fueron escritos por autores
perfectamente conocidos en los ambientes cristianos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los
testimonios más importantes son los siguientes:
 San Clemente Romano, tercer sucesor de San Pedro, en una carta escrita a los
cristianos de Corinto hacia el año 100.
 San Ignacio de Antioquia, en varios escritos anteriores al año 107.
 Papías, obispo de Hierápolis, en el Asia Menor. Fue discípulo del apóstol San Juan.
Tiene especial relieve un escrito suyo datado en torno al año 125, en el que escribió
el siguiente párrafo, recogido por Eusebio de Cesarea en su «Historia Eclesiástica»:
“Marcos fue intérprete de Pedro y escribió con fidelidad, aunque
desordenadamente, lo que solía interpretar, que eran los dichos y los hechos
del Señor. Él mismo no había oído al Señor ni había sido su discípulo, sino
que fue discípulo de Pedro...; todo su cuidado estuvo en una solo cosa: en no
omitir nada de lo que había oído y en no poner falsedad alguna acerca de
ello... En cuanto a Mateo, ordenó en lengua hebrea las sentencias del Señor, y
cada uno las interpretó luego según su capacidad»18.
 El libro Pastor de Hermas, escrito entre los años 140 y 155.
 San Justino, en Dialogo con el judío Trifón, escrito hacia el año 155.
 El llamado Canon de Muratori, escrito hacia el año 180 en Roma.
 San Ireneo de Lyon, oriundo del Asia Menor, nació hacia el 140 y murió en la
persecución del emperador Septimio Severo hacia el 202; recibió la doctrina
cristiana en la catequesis de San Policarpo de Esmirna, que había sido discípulo del
apóstol San Juan; estuvo en Roma y luego a ser obispo de Lyon, en las Galias. En un
escrito de los años 178-188, San Ireneo da testimonio de los autores de los cuatro
Evangelios:
«Mateo, estando entre los hebreos, escribió en su lengua un escrito del
Evangelio, al tiempo en que Pedro y Pablo evangelizaban en Roma y fundaban
allí la Iglesia. Y, después de la muerte de estos, Marcos, discípulo e intérprete de
Pedro, nos dejo también por escrito lo que Pedro había predicado. Asimismo,
Lucas, compañero de Pablo, redacto en un Evangelio lo que aquel había
predicado. Después, Juan, discípulo del Señor, el que se había reclinado sobre
su pecho, publico también su Evangelio, cuando vivía en Éfeso de Asia»19.
Después de San Ireneo, los testimonios sobre los autores de los Evangelios son
unánimes; destacan los siguientes:
 Clemente de Alejandría, entre los años 150-215.
 Tertuliano, entre los años 160-223.
 Orígenes entre los años 185-254.

5.4.3. Análisis interno de los textos evangélicos


El estudio de los Evangelios muestra la coherencia interna de estos escritos, así como
las características propias de cada autor y el ambiente de los destinatarios. El análisis de
los escritos evangélicos apoya los testimonios históricos sobre los autores de los
Evangelios:

18
Cfr. Eusebio de Cesarea: Historia Eclesiástica, III,39,3
19
Cfr. Adversus Haereses, III,1,1
 Mateo: expresa su propia experiencia personal, siguiendo en líneas generales el
esquema del discurso de Pedro en Cesarea de Filipo (Hch 10, 37-43); escribe en
hebreo para los cristianos palestinenses de origen judío. Refleja el ambiente
judaico y utiliza con frecuencia las profecías mesiánicas. Posteriormente este libro
fue traducido al griego, y esta traducción es la que ha llegado a nosotros.

 Marcos: escribe la predicación de Pedro a los cristianos de Roma, que habían sido
gentiles. Refleja el ambiente romano, explica ritos y costumbres judaicas
desconocidas por los gentiles, y trata de modo singular la figura de Pedro.

 Lucas: expresa la predicación de Pablo a los gentiles de Asia Menor y de Grecia.


Tiene el mismo estilo que el libro de los Hechos de los Apóstoles, es como la
primera parte de una obra única recogida en dos volúmenes.

 Juan: afirma que el autor de este libro es «el discípulo amado» (Jn 21, 20-24), es
decir, el apóstol Juan; recoge su propia predicación y la reflexión teológica dirigida
a los cristianos del Asia Menor. Explica términos e instituciones judaicas; describe
la geografía de Palestina20.

5.4.4. Contenido de los Evangelios


Consta históricamente que los Evangelios recogen y transmiten la predicación de los
Apóstoles.
Los testimonios históricos que acabamos de mencionar, además de confirmar el
nombre de los autores de los Evangelios, manifiestan que los Evangelios transmiten lo
que los Apóstoles predicaron por mandato de Jesús: «Vayan al mundo entero y
prediquen el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, se salvará» (Mc
16,15).
El evangelista Juan expresa en estos términos el motivo por el que fueron escritos los
Evangelios: «Fueron escritos para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y
para que, creyendo, tengan vida en su nombre» (Jn 20, 31).
DV 18 resume del modo siguiente que el contenido de los Evangelios es la predicación
de los Apóstoles y que los autores de estos libros son las personas reconocidas por la
primitiva tradición cristiana: «Entre los escritos del Nuevo Testamento sobresalen los
Evangelios, porque son el testimonio principal de la vida y de la doctrina del Verbo
Encarnado, nuestro Salvador. La Iglesia siempre y en todas partes ha sostenido y
sostiene que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles
predicaron por mandato de Jesucristo, después ellos mismos y ciertos varones
apostólicos lo escribieron, bajo la inspiración del Espíritu Santo, y nos lo entregaron
como fundamento de la fe: a saber, el Evangelio en cuatro formas, según Mateo, Marcos,
Lucas y Juan».

5.5. HISTORIA DEL TEXTO EVANGELICO


Para demostrar la historicidad de los Evangelios, además de conocer cómo se formaron éstos
y cuándo fueron escritos, es necesario comprobar que los Evangelios no han sufrido
variaciones substanciales. Esta cuestión viene planteada porque los Evangelios, al igual que
los demás textos de la Sagrada Escritura y de los autores de la antigüedad, se conocen sólo a
través de copias manuscritas. Los escritos originales de los evangelistas –los llamados
«autógrafos»– se perdieron relativamente pronto, a causa de la corta duración del papiro, que
ordinariamente no sobrepasa los 200 años.

20
Cfr. A. García-Moreno: Autenticidad e historicidad del IV Evangelio. ScTh XXIII (1991/1) 13-67
El estudio de las numerosísimas copias manuscritas de los Evangelios, desde las más antiguas
a comienzos del s. II hasta las que fueron impresas en el s. XVI, ha llevado a los historiadores
a concluir que los textos evangélicos son perfectamente fiables como documentos históricos.
En otras palabras, se puede afirmar con certeza científica que el paso del tiempo no ha
alterado, disminuido ni ampliado substancialmente los escritos que usaban los cristianos de
finales del s. I como los Evangelios que habían sido inspirados por Dios a Mateo, Marcos,
Lucas y Juan. El estudio de los historiadores suele abarcar los siguientes campos:

5.5.1. La historia de la formación de los Evangelios


Esta expresión usada por los historiadores comprende dos aspectos: cómo se formaron
los Evangelios; y cuándo fueron escritos.
a. Etapas de predicación. Consta que ha habido tres etapas históricas principales en
la formación de los Evangelios.
 La predicación de Jesús: Durante tres años, Jesús anunció el Evangelio de la
salvación de los hombres, eligió a un grupo de Apóstoles, murió crucificado
bajo el poder de Poncio Pilato, resucitó y subió al cielo.
 La predicación de los Apóstoles: Después de la Ascensión, y en obediencia al
mandato de Jesús, los Apóstoles predicaron por todo el mundo conocido las
enseñanzas y los hechos del Señor, con la comprensión más profunda que les
dio la Resurrección gloriosa de Cristo y la luz del Espíritu Santo que recibieron
el día de Pentecostés. Esta predicación se realizó de tres modos diferentes:
 la evangelización: predicación del «kerygma».
 las catequesis a los bautizados.
 las celebraciones litúrgicas: Eucaristía y demás sacramentos.
b. Proceso de redacción de la predicación apostólica: Se sabe que antes de la
redacción de los Evangelios, algunos cristianos pusieron por escrito las enseñanzas
más importantes de los Apóstoles, para guardar con mayor fidelidad el mensaje de
Jesús y meditarlo. Estos escritos suelen distinguirse del siguiente modo:
 Pequeños escritos: se trata de relatos breves y aislados sobre:
 la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor,
 algunos milagros,
 parábolas,
 episodios de la infancia de Jesús.

 Colección de textos: escritos largos que contienen abundantes enseñanzas de


Jesús; por ejemplo, el denominado Logia (escrito entre los años 40-50), sobre
discursos o enseñanzas del Señor.

 Redacción de los Evangelios que han llegado a nosotros: Inmersos en la


realidad viva del mensaje de Jesús, los autores sagrados recogieron en sus
escritos lo que estimaron más importante acerca de los «dichos» y los
«hechos» de Jesús. Según los principales estudiosos y el magisterio de la
Iglesia, los Evangelistas redactaron sus libros del modo siguiente:

 seleccionaron algunos datos transmitidos de palabra o por escrito;


 resumieron algunas otras cosas;
 las explicaron atendiendo a la situación concreta de los cristianos a los
que se dirigían;
 conservaron la forma de proclamación, es decir, retuvieron el estilo de
predicación oral de los Apóstoles;
 comunicaron en sus escritos cosas verdaderas y sinceras acerca de Jesús;
 escribieron de acuerdo con su memoria (Mateo y Juan), o según el
testimonio (Marcos y Lucas) de quienes «fueron desde el principio
testigos oculares y ministros de la palabra» (Lc 1,2), es decir, según el
testimonio de los Apóstoles.

c. Fechas de redacción:
 Los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) fueron escritos antes del
año 70, fecha de la destrucción de Jerusalén por las tropas del emperador Tito.
Los tres hablan de la destrucción de Jerusalén de modo profético, y no como
un hecho ya realizado (Mt 24,1-31; Mc 13,1-27; Lc 21,5-36). Cabe precisar un
poco más.
o Mateo, en la primera redacción aramea, parece que fue escrito entre los
años 50-55, en Palestina. Nos ha llegado la traducción al griego –texto
canónico recibido por la Iglesia–, realizada alrededor de los años 68-70,
seguramente en Siria.
o Marcos parece que fue escrito hacia el año 60. Algunos lo adelantan al 53-
58. Mateo griego y Lucas recogen algunas cosas escritas en Marcos.
o Lucas fue escrito antes de los Hechos de los Apóstoles. El libro de los
Hechos narra que los cristianos acuden a rezar al templo de Jerusalén
(Hch 2,46; 5,42), concluye con la absolución de Pablo de su primer
proceso en Roma en los años 61-63, y no menciona su martirio, ocurrido
el año 67. Por consiguiente, se estima que el libro de los Hechos fue
escrito alrededor del año 63, y el Evangelio de Lucas un poco antes de esta
fecha; la mayor parte de autores lo datan hacia el año 62.
En definitiva, los Evangelios sinópticos tienen en su base la garantía de
testigos oculares y fueron escritos en fechas próximas a los acontecimientos
narrados, lo cual constituye una prueba muy importante de su historicidad.
 Juan fue escrito a finales del siglo I, en Asia Menor.
5.6. AUTENTICIDAD E INTEGRIDAD LITERARIA DE LOS EVANGELIOS
Respecto a las copias de los Evangelios nos queda por ver su autenticidad y su integridad
literarias.
Se entiende por «autenticidad literaria» el hecho de la concordancia substancial de las copias
que han llegado a nosotros con los escritos originales de los evangelistas; es decir, a la
identidad de las copias con los originales.
Se entiende por «integridad literaria» el hecho de que las copias que han llegado a nosotros
sean completas, sin que les falte ninguna de las partes escritas por los Evangelistas.
En el caso de los Evangelios nos encontramos ante una situación privilegiada, pues desde los
primeros tiempos los cristianos hicieron numerosas copias en griego y en latín, para el culto
litúrgico y para alimentar la vida cristiana con su lectura y meditación.

5.6.1. Testimonios documentales


Son abundantísimos; suelen clasificarse en tres grupos:
a) Copias griegas: en la actualidad se conocen más de 6.000 manuscritos;
b) Traducciones antiquísimas: más de 40.000 manuscritos en diversas lenguas;
c) Citas del Nuevo Testamento en escritores cristianos: son tan numerosas que
podría reconstruirse casi la totalidad del NT en griego y en latín. Toda esta
variedad y extensión de testimonios contrasta con el hecho de que ninguna obra de
la antigüedad llega al millar de manuscritos conservados.

5.6.2. El papiro Rylands


Es el más antiguo que se conserva de los Evangelios; se estima que fue escrito en Egipto
hacia el 125 y contiene varios versículos del Evangelio de San Juan. Solo dista del
original unos veinticinco o treinta años.
5.6.3. Pruebas
Además del juicio de fe de la Iglesia, hay numerosas pruebas que confirman la
autenticidad y la integridad literarias de los Evangelios que han llegado a nosotros. Esta
cuestión suele plantearse del siguiente modo: Los escritos originales, que son los
inspirados por Dios, han desaparecido; los textos que han llegado hasta nosotros son
copias. En consecuencia, ¿podemos seguir leyendo el NT como palabra de Dios, escrita
bajo la inspiración del Espíritu Santo; o nos hallamos ante unos libros corregidos,
acortados o aumentados por los hombres?
Gozan de gran autoridad científica los tres modos siguientes de argumentar que las
copias llegadas a nosotros concuerdan fielmente con lo escrito por los Evangelistas:
a. La Vulgata: Es la versión latina de la Sagrada Escritura que fue realizada entre los
años 390-404 por San Jerónimo, teniendo a la vista copias antiquísimas en griego
que se han perdido. La garantía de historicidad es muy grande. El Concilio de
Trento la ha declarado «auténtica» en el sentido de que carece totalmente de
errores en materia de fe y de moral.
b. Los textos originales griegos: Hoy día son abundantes las traducciones de la
Sagrada Escritura que han sido realizadas sobre los llamados «textos originales
griegos». Uno de los procesos de verificación parte de las versiones actuales de los
Evangelios y se remonta hasta sus fuentes literarias; abarca cuatro pasos
principales:

 Se puede comprobar fácilmente que los Evangelios que leemos hoy


concuerdan con las primeras ediciones críticas realizadas en imprenta en el
siglo XVI: Las más famosas son:
 Biblia Poliglota Complutense, Cisneros, Alcalá de Henares, 1514;
 Novum Instrumentum, Erasmo, Basilea, 1516;
 Biblia, Teodoro Beza, 1565;
 Poliglota de Amberes o Regia, Arias Montano, Plantino, Amberes, 1568-
72.
 Se sabe que para fijar el texto a imprimir en esas ediciones, se hicieron
numerosos estudios críticos sobre copias manuscritas del Nuevo Testamento,
algunas de las cuales se remontan hasta el siglo VIII.

 Posteriormente se encontraron códices manuscritos de los siglos IV y V, que


concuerdan substancialmente con el texto impreso. Los códices más
importantes son los siguientes:

 Códice Vaticano (B, 03), copiado en Egipto en el siglo IV.


 Códice Sinaítico (S, 01), del s. IV y encontrado en el año 1844 en el
monasterio de Santa Catalina del monte Sinaí.
 Códice Alejandrino (A, 02), escrito en el siglo V.
 Rescripto de Efrén (C, 04), de origen egipcio, escrito en el siglo V.

 Desde el siglo XIX a nuestros días se encontraron cerca de cien papiros,


procedentes de Egipto, escritos entre los ss. II y IV. Contienen fragmentos del
NT de extensión muy variada; todos ellos coinciden substancialmente con el
texto que ha llegado a nosotros (los papiros más importantes están reseñados
en el diagrama de arriba). La conclusión a la que se llega es que los Evangelios
actuales coinciden substancialmente con los que tenían los cristianos del siglo
II.

c. La Neovulgata: Es la versión latina de la Sagrada Escritura que ha realizado la


Iglesia Católica recientemente y que fue publicada en el año 1979 con la autoridad
del Romano Pontífice. La Neovulgata es el texto latino oficial de la Iglesia, que
debe usarse en las celebraciones litúrgicas y en el estudio de la Revelación divina.
Esta publicación ha sido fruto de un minucioso estudio crítico de todos los
manuscritos conocidos hasta hoy, además de las investigaciones históricas,
bíblicas, filológicas, arqueológicas, etc. más recientes. La Neovulgata es la mayor
garantía científica que tenemos hoy de la autenticidad y de la integridad de la
Sagrada Escritura.

5.7. LA VERACIDAD HISTÓRICA DE LOS EVANGELIOS


Por último, además de conocer a los autores y de demostrar la «autenticidad literaria» de los
escritos, es necesario comprobar su veracidad histórica, es decir, demostrar la concordancia
entre lo narrado en los textos evangélicos y lo sucedido realmente. Con respecto a la
veracidad surgen estas preguntas: Los Evangelios ¿cuentan la vida de Jesús tal come ha sido
realmente? ¿Los «hechos» y los «dichos» de Jesús son los mismos que vienen en los Evangelios
o han sido modificados?
Para demostrar la veracidad histórica de los Evangelios tenemos cuatro argumentos
principales:
a) La comprobación de los hechos por fuentes de conocimiento independientes;
b) El análisis crítico de los textos;
c) Modernos criterios de historicidad; y
d) Explicación de las variantes.

5.7.1. Comprobación por fuentes de conocimiento independientes


Se llega a la conclusión que los Evangelios narran hechos históricos cuando
comprobamos que tales hechos también son considerados reales en fuentes de
conocimiento que son independientes a ellos.
a. Los hechos más notorios de la vida de Jesús son perfectamente
comprobables por los métodos de la Historia; por ejemplo, que Jesús fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; que predicó en Palestina; que se rodeó de
unos discípulos; que resucitó a Lázaro; que fundó la Iglesia; que al tercer día de su
muerte comenzó a aparecerse a varios de sus discípulos y que estos
experimentaron un cambio extraordinario en su conducta, etc. Los testimonios
romanos y judíos sobre la existencia histórica de Jesús constituyen también una
comprobación de la mayor parte de estos hechos de la vida de Jesús.

b. Los hechos ordinarios y carentes de importancia en el marco de la Historia


universal -por ejemplo, que Jesús lloró por la muerte de su amigo Lázaro-, son muy
difíciles de comprobar por otras fuentes que no sean las propiamente cristianas.
Esto no quiere decir que la comprobación de tales hechos no sea teóricamente
posible, sino que en la práctica no suele haber documentación histórica sobre tales
acontecimientos.
En estos casos, como en otros semejantes de la Historia universal, la ciencia histórica
suele juzgar el grado de credibilidad que merecen tales relatos, a partir de los análisis
críticos de esos mismos testimonios, como vamos a ver a continuación.

5.7.2. Análisis crítico de los testimonios evangélicos


Otro procedimiento para aceptar el carácter histórico de lo narrado en cualquier
documento antiguo es el análisis crítico de los escritos en cuestión. Los historiadores
suelen exigir las siguientes condiciones:
 que los autores de los escritos sean sinceros, es decir, que quieran lealmente decir
la verdad;
 que estén bien informados sobre los hechos que narran; y
 que sean hombres normales y se muestren bien seguros de lo que han escrito. El
estudio sobre los Evangelios añade otras pruebas: la aprobación social de los
mismos, así como la proximidad entre los escritos y los hechos narrados, sin
olvidar que, para los católicos, el argumento principal es la verdad de fe de la
inspiración divina de toda la Sagrada Escritura, como hemos visto al comienzo del
capítulo.
Se afirma que los Evangelios son veraces tomando como base los hechos siguientes:
a. Intención veraz de los evangelistas: Los propios Evangelistas manifiestan que
su intención es narrar sinceramente la verdad de los hechos ocurridos y la verdad
de las enseñanzas de Jesús. Esta intención está probada. En concreto, el libro de los
Hechos de los Apóstoles afirma varias veces que los Evangelistas escribieron «lo
que han visto y oído» (Hch 1,21; 4,20; 10,39). Por su parte, San Juan expresa de
modo gráfico la veracidad de su intención: «Lo que hemos visto con nuestros ojos,
lo que hemos oído con nuestros oídos, lo que hemos tocado con nuestras manos
referente al Verbo de vida..., eso es lo que les comunicamos» (1Jn 1, 1-3).

b. Excelente información: Consta que los evangelistas estaban muy bien


informados: como ya hemos visto, Mateo y Juan fueron testigos directos de la vida
y de las enseñanzas de Jesús; Marcos y Lucas fueron discípulos de los Apóstoles y
orientaron sus vidas a la difusión del mensaje evangélico.

c. Hombres normales: También consta que los evangelistas fueron hombres


normales, con las reacciones propias de los hombres corrientes; no fueron unos
alucinados, ni estuvieron dominados por una imaginación exaltada, sino que se
mostraron muy seguros de lo que escribieron y dieron prueba de ello con su propia
vida.

d. Aprobación social: Consta esa aprobación social por parte de las primeras
generaciones de cristianos y por las autoridades religiosas y políticas de Palestina.
En el caso que hubiesen deformado los hechos, podrían haber sido rechazados
como falsos y calumniosos por los directamente interesados.
Los fieles cristianos que conocieron directamente a Jesús acogieron los Evangelios
como libros históricos e inspirados, mientras que rechazaron como no inspirados
otros libros contemporáneos que hablan de Jesús y que usaron para su formación
cristiana, tales como la Didajé, el llamado Evangelio de Bernabé, o el Pastor de
Hermas.
Por su parte, las autoridades romanas y las judías, directamente implicadas en la
muerte de Jesús, aceptaron las narraciones de los Evangelios, pues no consta
ningún proceso judicial contra los evangelistas, ni ningún escrito de protesta por
calumnia.
e. Proximidad entre los escritos y los hechos: La proximidad entre los escritos y
los acontecimientos narrados en los Evangelios es otra prueba de la veracidad de
estos. La deformación magnificada de los hechos -la «mitificación» de la vida de
Jesús, según la interpretación de los racionalistas y de los modernistas del s. XIX-
exigiría un amplio espacio de tiempo entre los hechos y los escritos, cosa que no
ocurre con los Evangelios. Los modernistas, para justificar su tesis, tienen que
retrasar erróneamente la redacción de los Evangelios hasta finales del s. II.
f. Inspiración divina: Como argumento sobrenatural la inspiración divina de las
Escrituras es la prueba más profunda de que los Evangelios narran verazmente la
vida y las enseñanzas de Jesús. La inspiración divina es un hecho sobrenatural. En
concreto, DV 10 enseña que «en la composición de los libros sagrados, Dios se valió
de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo,
obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores pusieron por escrito
todo y solo lo que Dios quería».
La Iglesia ha recibido estos libros como divinamente inspirados. Este hecho indica
que el contenido de los Evangelios está de acuerdo con la predicación que los
Apóstoles han difundido acerca de Jesucristo. A este respecto, DV 19 afirma que
los Evangelios «narran con fidelidad lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los
hombres hizo y enseñó realmente para nuestra salvación, hasta el día de la
Ascensión. Después de este día, los Apóstoles transmitieron a sus oyentes lo que
Jesús había dicho y hecho, con aquella más ilustrada inteligencia de que ellos
gozaban, instruidos por los acontecimientos gloriosos de Cristo [Resurrección y
Ascensión] y adoctrinados por la luz del Espíritu de verdad».

5.7.3. Los modernos criterios de historicidad


A partir de los años sesenta, algunos estudiosos plantean la veracidad histórica de los
Evangelios con arreglo a unos criterios de historicidad que, en su opinión, conduce a la
certeza de que «determinados hechos» narrados en los Evangelios han sucedido
«realmente». Los principales criterios de historicidad con los que los autores están de
acuerdo son los siguientes:
a. Criterio del testimonio múltiple: se consideran históricos los datos evangélicos
que se encuentran atestiguados en fuentes de información independientes entre sí
(por ejemplo, Mateo y Lucas); cuando esas fuentes coinciden en un dato, este es
considerado histórico; por ejemplo, el uso que hizo Jesús de la expresión «Hijo del
Hombre» para mostrar su identidad divina, expresión que se encuentra en todas
las fuentes evangélicas.

b. Criterio de la discontinuidad: se consideran históricos los datos, sobre todo


cuando se trata de palabras y de actitudes de Jesús, que son irreductibles a las
concepciones del judaísmo o de la Iglesia primitiva; estos datos expresan la
originalidad e irrepetibilidad de Jesús; por ejemplo, el uso que hace Jesús del
término «Abba» para hablar de Dios, lo cual resulta impensable en el judaísmo
antiguo y no pudo tener su origen en la Iglesia primitiva.

c. Criterio de conformidad: se consideran históricos los datos que sintonizan


perfectamente con el ambiente social y cultural que corresponde a la época de la
vida pública de Jesús, y que son coherentes con las características de su
predicación suficientemente probada; por ejemplo, las parábolas que explican el
Reino de Dios, pues está suficientemente probado que el núcleo de la predicación
de Jesús es el Reino de Dios.

d. Criterio de explicación necesaria: se considera histórico aquel dato evangélico


que aparece como la única explicación posible y suficiente de otros hechos
narrados en los Evangelios; de otro modo estos hechos constituirían un enigma
insoluble; por ejemplo, los milagros de Jesús: sin la aceptación histórica de los
milagros no serían explicables la exaltación de las gentes ante Jesús, la fe de los
Apóstoles en su Divinidad, la actitud de Jesús de perdonar los pecados, el lugar que
ocupan los milagros en los Evangelios, el odio de los sumos sacerdotes ante los
prodigios de Jesús; estos hechos solo pueden ser explicados por la realidad de los
milagros.
e. Criterio del estilo peculiar de Jesús: una vez conocido el estilo peculiar de Jesús
por medio de la aplicación de los criterios anteriores, el estilo personal de Jesús,
tanto en sus dichos como en sus hechos, suele considerarse por los autores como
criterio de autenticidad histórica; por ejemplo, en la parábola del hijo prodigo se
dan la sencillez máxima y la bondad inaudita que son propias de Jesús; aunque
esta parábola solo se encuentra en el Evangelio de Lucas, nadie ha puesto en duda
nunca la autenticidad histórica de la misma.
En definitiva, estos modernos criterios de historicidad son nuevos argumentos que
fortalecen la doctrina tradicional de los científicos y de la Iglesia acerca de la
historicidad de los Evangelios.

5.7.4. Explicación de las variaciones


No obstante la convicción científica de veracidad, en los Evangelios encontramos los
dichos de Jesús expresados de modos diversos en las numerosísimas copias, lo que ha
llevado a algunos a dudar de la veracidad de los Evangelios; sin embargo, las variantes
encontradas en los Evangelios no suponen una falta de veracidad histórica, pues
admiten explicaciones satisfactorias. Las variantes encontradas en los Evangelios
obedecen a los hechos y a las explicaciones siguientes:
 Los Apóstoles nunca pensaron escribir una biografía histórica de Jesús: Es
imposible que se imaginaran tal proyecto por las razones siguientes:

 Los israelitas desconocían este género literario. La intención de los autores


sagrados es contar las relaciones de Dios con los hombres y de estos con Dios;
es decir, la historia de la salvación.
 Los autores sagrados no recibieron el encargo de escribir una historia, sino de
predicar al mundo la redención realizada por Jesús. Por eso, el núcleo
principal de la predicación de los Apóstoles es la Muerte y la Resurrección de
Jesús.
 El interés del auditorio se centraba en la salvación. Esto era lo novedoso de la
noticia -la Buena Nueva-, no las circunstancias geográficas o de tiempo. En
concreto, es probable que muchos lectores de San Mateo hubieran sido
testigos de la vida pública de Jesús.

 Sin embargo, se tiene la certeza científica de que los Evangelios contienen la


verdadera historia de Jesús, pues transmiten lo que predicaron los Apóstoles
sobre la Persona y la obra salvadora de Jesús, el Señor.

 Los Evangelios son historia predicada; es decir, contienen la predicación de los


Apóstoles orientada según las circunstancias y necesidades de sus oyentes: judíos o
greco-romanos; grupos reducidos en una tertulia familiar o en una celebración
eucarística; grupos amplios a quienes se adoctrina sobre puntos concretos de la
enseñanza de Jesús (catequesis); precisiones doctrinales a los discípulos ante los
primeros errores o ante problemas surgidos en alguna comunidad cristiana (por
ejemplo, el Evangelio de San Juan).
Estas formas variadas de predicar quedaron plasmadas en los Evangelios, en los
que se descubren diversos estratos o niveles de redacción.
 Características de las narraciones: A la vista de los hechos anteriores, se deduce
que las narraciones evangélicas sobre Jesús presenten unas características
peculiares, que están en función de su misión sobrenatural. Tales características
son las siguientes:
 Los Apóstoles profundizaron en la vida de Jesús. Consta que algunas cosas de
la vida y de la enseñanza de Jesús no fueron comprendidas totalmente por los
Apóstoles durante la vida histórica del Señor. El mismo Jesús se lo advirtió:
«Ahora no son capaces de entender» (Jn 16,12), pero «el Espíritu Santo, que el
Padre les enviara en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todas las
cosas que les he dicho» (Jn 14,25).
La Resurrección de Jesús, y la luz sobrenatural del Espíritu Santo el día de
Pentecostés, a los Apóstoles «les abrió la inteligencia para que comprendiesen
las Escrituras» (Lc 24,45); y esa más profunda comprensión quedó plasmada
en los Evangelios.
 También consta que los Apóstoles y los evangelistas interpretaron los
«hechos» y las «palabras» de Jesús, al descubrir el verdadero sentido
sobrenatural de los mismos.

 En atención a las necesidades de las comunidades cristianas a las que iban


dirigidos, y según su criterio personal, los evangelistas sintetizaron o
agruparon sus narraciones en capítulos (por ejemplo, los capítulos 8 y 9 de
Mateo relatan milagros y el 13 describe las parábolas del Reino).

 Niveles de redacción. Por último, en los Evangelios encontramos diversos niveles


o estratos de redacción:

 En ocasiones, encontramos las mismas palabras de Jesús. Este hecho, que hoy
nos produce asombro, se explica por diversos motivos: la tradición oral de la
cultura hebraica, el grafismo peculiar de la predicación de Jesús, su
extraordinario prestigio moral, y la acción del Espíritu Santo sobre los
Evangelistas. Las mismas palabras de Jesús se encuentran especialmente:
 cuando Jesús habla en primera persona: «Yo soy»; «en verdad, en verdad
os digo».
 en las oraciones que Jesús dirige a Dios y le llama «Padre»;
 cuando se dirige expresamente a los discípulos y les dice: «Seguidme»;
«Vengan en pos de mi»;
 cuando enaltece su misión divina: «Habéis oído que se dijo..., pero yo os
digo».
 De ordinario, encontramos los dichos y hechos de Jesús con expresiones
propias de los evangelistas: resúmenes de largos discursos, pinceladas
personales en hechos sobresalientes de la vida de Jesús, etc.
 También encontramos algunas fórmulas litúrgicas plasmadas ya en la
primitiva comunidad cristiana: por ejemplo, según algunos autores, la fórmula
del bautismo de Mt 28, 19.

5.8. LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS


Los tres primeros Evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) presentan muchos pasajes comunes,
con bastantes coincidencias incluso al pie de la letra. Al mismo tiempo encontramos también
diferencias que llaman la atención. Ordenando el contenido de los tres Evangelios en
columnas paralelas, se aprecian con una simple mirada (sinopsis) las semejanzas y las
diferencias que existen entre ellos. Por eso se llaman «Evangelios sinópticos». Los tres tienen
en común unos 350 versículos. Mateo y Lucas coinciden en unos 230; Mateo y Marcos en unos
180; y Marcos y Lucas en unos 50.
La explicación de tales semejanzas y diferencias suele llamarse la «cuestión sinóptica» y es
una de las más complicadas en el estudio de los Evangelios. Existen varias teorías que no
satisfacen plenamente. Una de las explicaciones más aceptadas por los especialistas se
consigna en el diagrama de la página siguiente.

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