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Efrain Hernández Chica

25 Marzo 2018

Texto: 2 Corintios 1:3-4


Título: El Verdadero Consuelo
Tema: La obra del Espíritu Santo
Propósito: Mostrar por la Escritura que un verdadero consuelo proviene a los
creyentes, cuando a pesar de nuestras circunstancias, tenemos un claro diagnóstico de
lo que son nuestras verdaderas tribulaciones, y de cuán valiosa y firme es la verdadera
esperanza de vida eterna.

Introducción:

Un mal diagnóstico puede terminar de matar al moribundo; imaginemos que un


paciente terminal, es tratado por un médico que luego de hacer varios estudios,
diagnostica una enfermedad inexistente, y desconoce la causa de la enfermedad de su
paciente.

Aquel enfermo, estará perdido, no tiene ninguna esperanza. Su médico puede tratar la
fiebre, y el malestar corporal con medicinas paliativas, y eso puede traer una paz
momentánea, traer consuelo al dolor físico. Pero aquel pobre hombre, al final será
visitado por la muerte inevitablemente.

Una precisa intervención y un correcto diagnóstico, traen no solo sanidad a los dolores
del cuerpo, sino que traen un verdadero consuelo, traen vida.

Y esta afirmación es mayor para el pueblo cristiano, y ese es el propósito del sermón
de esta mañana.

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de
toda consolación,

4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros
consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios. 2 Corintios 1:3-4
Preposición: Con base en el texto que acabamos de leer, pretendo hermanos míos ser
instrumento de Dios para reconfortarles, es mi oración que nosotros hoy salgamos
animados al tener presente que un verdadero consuelo proviene a los creyentes,
cuando a pesar de nuestras circunstancias, tenemos un claro diagnóstico de lo
que son nuestras verdaderas tribulaciones, y de cuán valiosa y firme es la
verdadera esperanza de vida eterna (bis).

Oración de transición: Y para llegar a esta verdad en el desarrollo del sermón de hoy,
veremos cómo es el mismo Dios, el Padre que con base en los méritos del Hijo, nos
Consuela a través de El Espíritu Santo, con un consuelo mayor que lo que el mundo y
nuestro mismo corazón podría ofrecernos.

Dividiremos el sermón que he titulado, un verdadero consuelo, en tres puntos:

Título del sermón: Un consuelo mayor

1. Un verdadero consuelo es dado por aquel que es llamado Dios de toda


consolación.

2. Un verdadero consuelo es dado a aquellos que reconocen su verdadera


tribulación.

3. Un verdadero consuelo es dado por los que verdaderamente han sido consolados.

1. Un verdadero consuelo es dado por aquel que es llamado Dios de toda


consolación.

a. Bendito sea el Dios


b. y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
c. Padre de misericordias
d. y Dios de toda consolación,
¿Cómo ser consolados por aquel que no conocemos?

¿Imaginas a tu hijo corriendo a los brazos de un extraño luego de haberse caído y


haberse lastimado?

O imagina que tu hijo al nacer, por fuerza mayor fue separado de ti, y jamás te ha visto,
no te conoce. ¿Cómo podría correr a ti para que le consueles cuando se encuentra en
aflicción? Él no te ha visto jamás, no te conoce; y aunque te viera parado al frente suyo,
no te reconocería como su padre.

Mis hermanos, Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Y máxime
cuando Pablo nos hace un énfasis precioso acá.

Bendito sea el Dios, es una verdad preciosa que nos dice que nuestro Dios, es el
absolutamente otro, Él es inmensamente inmensurable, Él es el Santo, Santo, Santo.
Perfectamente bueno, inalcanzable por hombre y obra humana. Él está tan lejos de
nuestra imperfección, tan alejado de nuestra maldad, tan distante de nuestra
pequeñez, que no hay ni uno solo que pueda buscarle, nadie que pueda comparársele,
nadie que pueda tan siquiera aconsejarle.

Él es el Dios trascendente cuyos caminos perfectos e insondables, son más altos que
los nuestros. Él es el absolutamente otro, Él es el Dios al que ninguno de nosotros
podría jamás alcanzar. Y por ser Dios, es que es el único digno de alabanza, por eso no
solo podemos, sino que debemos exclamar Bendito sea el Dios, alabado sea Dios.

Y acá está el preciso énfasis que les mencioné que nos muestra Pablo: si Él es
trascendente, inalcanzable por nosotros, y si a Él nadie le vio jamás Juan 1:18ª.
¿Cómo podemos entonces correr a Él para hallar Su consuelo, si no lo conocemos por
vista?

Bendito Dios, porque el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a
conocer Juan 1:18b.

Este Dios inalcanzable, es también inmanente, Él es cercano a los que ama, Él ha venido
a nuestro encuentro y nos ha llamado por nuestro nombre, Él se ha manifestado a
nosotros y no has ofrecido su perdón, nos ha extendido misericordia, y ha traído
consuelo a nuestra vida.
¿Existe acaso alguien más digno de alabanza que aquel que envió a su Hijo para
revelársenos a nosotros, y hacernos hermanos por adopción de su único hijo?

Pablo nos recuerda que nuestro Dios, es el Padre de nuestro Señor Jesucristo, el padre
de aquel que es nuestro amo.

Y si el Padre de aquel a quien le servimos y de quien somos esclavos, es nuestro Padre,


entonces ya no somos llamados siervos sino amigos, ya no comemos fuera de la casa
sino que tenemos un lugar a la mesa del dueño, ya no recibimos salario, sino que somos
coherederos, y si coherederos, somos también hermanos, y si somos hermanos, si
somos hermanos de nuestro Señor Jesucristo; Entonces Su Padre, el Dios todo
poderoso, grande y majestuoso, el Dios eterno e inmortal, El Dios de Abraham, El Dios
Isaac, El Dios de Jacob, El Alfa y la Omega, El Creador del cielo y la tierra, el que fijó los
cielos y el firmamento, el que llama las estrellas por su nombre y estas le obedecen, el
que hace temblar los montes y aplana los valles, el que pone el sol y la luna todos los
días, El que viste los lirios de los campos y alimenta las aves de los cielos. El que levantó
a Cristo de entre los muertos y venció al enemigo de nuestras almas, Ese Dios, es
nuestro Padre.

¡Bendito sea Nuestro DIOS! Padre de misericordias, porque no hemos recibido lo


que merecíamos.

Merecíamos ser tratados como pecadores, abominables ante Su presencia.

Estábamos en enemistad con Él a causa de nuestra maldad, prefiramos adorar la


creación y las cosas de este mundo, y nos desviamos y no le adoramos como a Dios,
sino que nos hicimos inútiles, profesando ser sabios nos hicimos necios y andábamos
errantes y moribundos en este mundo, obrando todo lo que nuestra carne nos
demandaba.

Merecíamos ser juzgados como malditos de este mundo.

Pero a Él el plació amarnos, nuestro Padre de Misericordias se complació en salvar


pecadores.
Y no le bastó con salvarnos y hacernos sus hijos, sino que nos guía cada día, va junto a
nosotros, nos toma de su diestra poderosa y nos conduce por sendas de rectitud.

Bendito Dios de toda consolación, que no nos salvó para dejarnos solos, sino que nos
salvó para llevarnos a Su Gloria. Porque a los que predestinó, a éstos también llamó; y
a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

El Dios de toda consolación, es el Parakleto, el que se pone del lado de los suyos para
ayudarles, y camina junto ellos; es el que acompaña, el que nos lleva en este
peregrinaje. Es Su Espiritu Santo, el Santo Consolador, por medio del cual podemos
clamar ABBA, que es: PADRE.

Lo que Pablo nos está diciendo acá, es que Dios vino a él a través el E.S., y que es el E.S
el que le ha acompañado en medio de sus aflicciones y tribulaciones, que es Él el que
la ha fortalecido, el que le han enseñado paciencia para correr sin cansancio y caminar
sin fatiga, a fin de alcanzar la meta gloriosa. Y es este Dios, el padre del Señor Jesucristo,
el Espíritu Santo, el que Pablo alaba.

O maravillosa trinidad. Qué gran misterio

Pablo dice Bendito sea el Dios: habla en singular, un solo Dios que existe eternamente
como tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y cada uno siendo plenamente Dios.

Dios trascendente cuyos atributos son nuestra garantía de confianza, porque ¿cómo no
confiar en aquel que no miente y no cambia?, pero Dios inmanente que ha venido al
mundo a vivir la vida que debíamos vivir, para morir la muerte que debíamos morir y
darnos la salvación que no merecíamos recibir, en vez de la condenación que
merecíamos sufrir.

Dios presente que permanece a nuestro lado hasta el fin de los tiempos, a través de su
Espíritu Santo, que no es una fuerza, no es un poder; es El mismo Dios, la tercera
persona de la trinidad, que nos conduce a toda verdad, y por medio del cual podemos
reconocer que Dios es el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Porque nadie puede decir
que Jesús es el Señor sino es por E.S.

No solo tenemos a Cristo que en su obra nos justifica para ser adoptados por Dios
como sus hijos, sino que nos ha dejado un consolador. Que sondea nuestros corazones
y nos conoce mejor que nosotros mismos, uno que nos conduce a toda verdad, porque
no habla de su propia cuenta, sino de todo lo que es de Cristo, porque todo lo que es
del Padre es de Cristo.

Él nos hace saber las cosas que habrán de venir.

Él, el Consolador, es el que sondea nuestros corazones, Él es el único capaz de darnos


un verdadero y certero diagnóstico de lo que nos aqueja.

• Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre
que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
1 Corintios 2:11

• Él es "el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre a enviado en nombre de


Jesús”. Juan 14: 26.

Un Consolador que refleja que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones.” Romanos 5:5

Nosotros podríamos tratar de consolar a un desconocido, pero aunque le digamos la


verdad, sino le amamos, no le consolaremos. Solo Dios que es amor, puede dar
descanso al cargado y trabajado, solo Él puede dar el verdadero consuelo.

Un consolador Fiel
Nosotros les fallaremos a nuestros amados, pero Jesús jamás ha fallado ni fallará en cumplir
sus promesas, y Él ha dicho que estará con nosotros hasta el fin del mundo, y ¿cómo ha de
estarlo sino es a través de su E.S.?

• Él es Fiel a sus promesas, fiel a su palabra, Fiel a su nombre

Un consolador incansable, “Dios nunca se cansa” nunca se cansa de perdonar a sus


hijos. Nosotros tal vez tratemos de consolar a un inconsolable, y al ver que sigue
sumido en sus tristezas, podemos cansarnos y dejarle a su suerte. Pero Él no se cansa
de sostenernos, y levantarnos cada que caemos en pecado, Él permanece al lado de los
suyos hasta consolarle.
¡Oh Bendito Dios! Que como nos dice Pablo en el mismo capítulo versículos 21 y 22, que es
el mismo Dios que nos confirma y nos unió con Cristo, el que también nos selló y nos
dio el Espíritu Santo en nuestro corazón, como garantía.

¿Qué garantía?

La garantía que nos dice Pablo en el capítulo 5 versículo 5; la garantía de que hemos
sido preparados por Dios para tener aflicciones, pero que el mismo Dios nos ha dejado
a su E.S. para sacarnos victoriosos hasta el día de su regreso.

Y esto nos lleva al 2 punto

2. Un verdadero consuelo es dado a aquellos que reconocen su verdadera


tribulación.

4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones,

A muchos nos adoctrinaron por tantos años que hicieron que aún hoy, de modo
inconsciente al escuchar la palabra Tribulación, pensamos de inmediato en dolor físico,
enfermedad, escasez económica, desamor y tristeza emocional.

Le preguntas “¿cómo está?”, a un hermano que está en una difícil situación y que se
congrega en una de estas iglesias, y seguro te dirá “hermano estoy en un desierto, ora
por mí”.

Somos como aquel pueblo infiel que, habiendo sido liberados por Dios con despliegue
de poder y majestad, habiendo visto milagros que ninguno de nosotros jamás ha visto:
el nilo convertirse en sangre, las plagas, la muerte de los primogénitos, EL MAR ABRIRSE
EN DOS, estaban al poco tiempo deseando volver a Egipto.

Fueron alimentados por maná, que literalmente cayó del cielo; su sed fue saciada por
agua que brotó de una roca.

¡Hermanos! ¿Alguien ha visto caer pan del cielo literalmente? ¿Han visto que alguien
golpee una roca y de ella brote agua?
Somos tan ligeros para leer la historia, ¿pero hemos meditado en tan maravillosos
eventos?

Y ellos también tenían al Dios que los acompañaba, y andaba junto a ellos. Una columna
de fuego en la noche y una nube en el día, que se movía con ellos y paraba cuando ellos
paraban. Esto no es mitología, no son cuentos para niños. ¡El éxodo es un libro de
histórico, son hechos reales! Pero que para nosotros son hoy lo que, para muchos en
ese tiempo, eventos habituales, paisaje.

Ellos se habían hastiado de comer de la mano de Dios, se habían habituado a ver el


obrar de Dios, y se quejaron ante Moisés.

Sus ojos solo estaban en lo terrenal y material.

Como aquellos que se acercaron al Señor por glotones, porque habían visto que Él
había multiplicado los alimentos.

Sus ojos estaban en las riquezas de este mundo, su corazón acumulaba tesoros en este
mundo temporal, donde todo será destruido.

¿Pero en verdad son estas las tribulaciones?

¿Es el tener una enfermedad, una crisis financiera o un problema sentimental el estar
en aflicción?

Los acontecimientos y las enseñanzas registrados en Juan 13-15 (más conocidos como
“Discurso del Aposento Alto”) revelan algunas de las promesas más conmovedoras y
poderosas de todas las Escrituras. Esas mismas promesas que Jesús dio a sus discípulos
poco antes de ser traicionado nos pertenecen también a nosotros y son la herencia de
cada creyente en Cristo.

Los discípulos en el Aposento alto estaban entristecidos porque el Señor les anunció
que debía partir, pero que Él les iría a preparar moradas eternas.

Reflexionemos por un momento. ¿Son la base de nuestra esperanza las calles de oro, y
las moradas eternas?
Hermanos el cielo no es el cielo sin el Señor. El cielo no es el cielo por lo que haya en el
cielo, sino porque quién está en el cielo.

Por eso podemos decir de aquellos que rechazan al Señor, y que desean el cielo pero
sin el Dios del cielo, al final de sus vidas, se les concederá lo que desea su corazón, el
irse al infierno lejos de la comunión con Dios, porque qué puede hacer un ateo en cielo
viviendo con el Dios que aborrece.

El Señor les dice a sus discípulos que, en la casa de SU PADRE, hay moradas para ellos.

Y acá nos volvemos a enfocar en el Padre. Porque el verdadero consuelo se da en la


relación entre Padre e hijos. El que no es del Padre, no es nuestro hermano, y no será
consolado, sino atormentado por la eternidad.

Por eso si nosotros pensamos que la tribulación es lo referente a lo terrenal, entonces


tendríamos que decir como dicen muchos católicos: que el infierno es aquí y ahora, y
que a eso se refiere la Escritura cuando dice que el infierno es el lugar de llanto y crujir
de dientes; y también tendríamos que afirmar que cuando la Biblia dice que en el cielo
no habrá llanto, ni dolor ni tribulación, se refiere únicamente a que no habrá
enfermedad ni problemas financieros.

Cuando en verdad sabemos que el infierno será el lugar de eterno tormento donde los
incrédulos sufrirán de mano de la ira de Dios, el castigo eterno por sus pecados; y en
el cielo no habrá tribulación porque el pecado no existirá jamás y no seremos afligidos
por él.

Lo que el Señor les está diciendo en el Aposento alto a sus discípulos es que crean en
Dios y crean en Él, para que su esperanza sea la correcta, la de estar en eterna y perfecta
comunión con Él.

Hermanos, si la esperanza es una casa en el aire, entonces digámosle a aquel


moribundo con el que empezamos el sermón, que se anime, y que tenga esperanza,
porque a pesar de que va a morir en pocos días, le vamos a regalar una casa.

O dígamosle a quien acaba de perder a un ser amado, que tenga esperanza, porque le
vamos a regalar un carro.
Los discípulos estaban tristes porque su Señor, que los había acompañado y había
estado con ellos consolándoles por tres años, se iba, y ellos pensaban que se iban a
quedar solos.

Pero Él les promete al Espíritu Santo. Él les dice que Él rogará al Padre y el Padre les
dará OTRO consolador.

Este OTRO se refiere a OTRO IGUAL, es decir el mismo Dios que en el A.T testamento
los acompañó con milagros y señales, el mismo que los acompaño en encarnado en
Cristo, sería el mismo Dios que estaría con ellos siempre, hasta el fin, para consolarles
en medio de las tribulaciones.

En este mundo tendremos aflicciones nos dice el Señor, pero nos dice que nos
alegremos porque Él ha vencido el mundo

¿Acaso lo que nos ha concedido el Señor es lo que el evangelio de la prosperidad ofrece?

Yo me pregunto, si nuestras tribulaciones son: la enfermedad, las crisis financieras


y los problemas que nos aquejan naturalmente, ¿qué fue entonces lo que venció
el Señor?

En este mundo tendremos aflicciones nos dice el Señor, pero si estas aflicciones son las
cosas materiales y lo que aqueja nuestros cuerpos, y Él venció, ¿Por qué seguimos
enfermando, por qué seguimos pasando necesidades económicas, por qué seguimos
siendo heridos emocionalmente por quiénes amamos?

Ayúdenme a entender esto, ¿Cómo es que Cristo venció, pero nos dice que tendremos
aflicciones?

¿Qué nos diferencia entonces del mundo, si padecemos lo mismo que ellos padecen?
Los impíos, los incrédulos también enferman, también tienen dificultades económicas.

“Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados” Mateo 5

¿Hermanos dice dichosos los que lloran por su dolor de enfermedad porque ellos serán
consolados con sanidad física?
¿Dichosos los que lloran por su escasez económica porque ellos serán consolados con el
baloto?

¿Dichosos los que lloran por no tener trabajo porque serán consolados con un puesto de
gerencia?

Pablo se refiere acá a los hermanos que están pasando tribulaciones como él ha
pasado. Las mimas que Cristo nuestro Señor padeció.

El versículo 5 nos dice Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones
de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación

La palabra para aflicción es thlípsis, y describe una presión física de gran peso. Se
asemeja a una práctica inglesa que se usaba para castigar a los presos. A ellos se les
iba colocando un peso sobre su pecho y se les pedía que confesaran sus delitos, pero
si se negaban, se les iba incrementando el peso hasta que el peso era tal que
literalmente aplastaba sus pulmones y no podían respirar más.

Nuestros enemigos son nuestra carne pecaminosa, el mundo y el diablo.

Cuando el peso de nuestros pecados nos aplasta, sentimos como David, nuestros
huesos consumirse, nuestro cuerpo se carcome en enfermedad por causa de nuestro
pecado. Es esta misma carga que nos relata Cristiano en su progreso del peregrino. La
misma que es quitada cuando llega a la cruz de Cristo.

Cuando el E.S nos conduce al arrepentimiento, no solo de conversión, sino el diario,


somos consolados, y podemos deshacernos de esa carga pesada que nos aflige el
corazón.

Sí, muchas veces la enfermedad física es a causa de nuestro pecado, pero no con esto
puedo generalizar en que todos los que están enfermos están en pecado. Lo que quiero
destacar con el ejemplo de Rey David, es la tribulación como resultado del pecado, no
la enfermedad en sí misma. Nuestro Señor no pecó, fue tentado en todo pero no pecó,
sin embargo si padeció por el pecado, por nuestro pecado, fue llevado como maldito a
la cruz, herido fue por nuestras transgresiones, cargó con todo el peso del juicio y
condena que nosotros debíamos padecer.
Pero Pablo principalmente nos hace referencia aquí a los otros 2 enemigos de nuestra
alma: el mundo y el diablo.

La tribulación en toda la escritura se refiere de modo sinónimo, a la persecución.

Pablo, los apóstoles y los primeros discípulos se encontraban en constante persecución


por una sola razón: POR CAUSA DE CRISTO.

Fue tal su tribulación que sintieron morir, dice el versículo 8 de nuestro texto, que fue
tan grande la persecución que perdieron la esperanza de salir con vida de esa
persecución sufrida en Asia.

Perdieron la esperanza de salir con vida, pero no perdieron la esperanza de vivir


eternamente.

Cuando el Señor nos dice que en este mundo tendremos aflicción, no se desconecta de
cuando nos dice que por su causa seremos ENTREGADOS A TRIBULACIÓN, arrojados a
las cárceles, puestos a comparecer ante tribunales delante de gobernadores y reyes.

Pero también somos atribulados cuando somos perseguidos por el diablo mismo. Y no
estoy acá alentándolos a buscar espíritus en todo, ni a reprender espíritus de gripa ni
nada por el estilo.

Pablo en el capítulo 12 de esta misma carta, nos reafirma que la tribulación no se refiere
a enfermedad o situaciones materiales o emocionales. A Pablo le es enviado un
emisario de satanás, un aguijón, que muchos dicen que era una enfermedad. Pero el
contexto del texto nos permite ver que lo mas seguro es que este demonio, era un
opositor, uno de los falsos maestros que le acusaba, que ponía en tela de juicio su
apostolado, y que quería destruir la iglesia de corinito infundiendo falsas enseñanzas.

Esto era un aguijón que atravesaba el corazón de Pablo y le afligía. Pero el Señor le
consuela en medio de esta tribulación y le dice: Bástate con mi Gracia.

Ese es el costo de seguir a Cristo.

Amigo que no le conoces, palabra dura es esta, ¿pero estás dispuesto a pagar el precio?
¿Te basta con la gracia de Cristo para vivir la vida cristiana?
Dirán muchos, pero nosotros no somos perseguidos.

Se equivocan:

• Es un error creer que nosotros no tenemos tribulaciones porque no somos


arrojados a los leones.

Somos llevados como ovejas al matadero – Rom 8:36 cuando en el trabajo se nos pide
adulterar un informe.

Somos atribulados cuando se nos pone a escoger entre deshonrar a Dios y mantener
el trabajo para tener un plato de comida, u obedecerle y quedarnos sin empleo.

Somos afligidos cuando en el colegio o la universidad se nos pide adherirnos a un


pensamiento ateo o perder la materia.

Somos arrojados a los tribunales cuando se nos pide ser tolerantes con los LGBTI y no
predicarles que si no se arrepienten se irán al infierno.

Somos puestos en prisiones sociales cuando decimos que el matrimonio es entre un


hombre y una mujer, que la eutanasia y el aborto son asesinato.

La mayor tribulación no era el ser devorado por los leones, era el negar al Señor. El
consuelo era el poder “confesar con sus bocas que Jesús era el Señor” aún a pesar de
poder ser arrojados a los leones.

Por eso no es coincidencia ni en vano que en esta misma sección desde el versículo 3
hasta el 7 la palabra consuelo se menciona 9 veces.

Si alguien sufrió y padeció más que todo el mundo, ese es nuestro Señor. Cristo es el siervo
sufriente. Pero Él no enfermó, sin embargo, Él cargó nuestras enfermedades, y por sus
llagas fuimos sanados.

• Él cargó NUESTRO PECADO. Él padeció y sufrió por nuestro PECADO, por sus
llagas fuimos perdonados.
Fue perseguido, rechazado por su pueblo, traicionado, blasfemado, insultado,
ultrajado, escupido, maltratado y crucificado. Fue tenido por maldito siendo libre de
pecado. Tentado en todo pero libre de pecado.

Obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Nuestro Señor hizo la voluntad del Padre.
Y somos consolados en que en Él nosotros también somos capacitados para toda
buena obra, para vivir la vida de santidad que se nos demanda, hasta llegar a la estatura
del varón perfecto.

Y quiero hacer un paréntesis acá, porque muchos en vez de estar animados podrían
estar pensando ¿y qué hago con mis luchas diarias, con mis dificultades materiales,
las que vivo ahora?

Mis amados, el mismo Padre de quien expusimos en el primer punto, es el mismo PADRE
BUENO que nos cuida en las añadiduras. El que no escatimó a su hijo y que nos dará junto
con Él todo lo que necesitamos. Si nosotros siendo malos damos buenas cosas a nuestros
hijos, ¿cuánto más Él que es bueno?

Dios no es apático a nuestras necesidades terrenales y temporales. Él no es un Dios


indolente, Él conoce nuestras necesidades antes que le pidamos. Y Él nos fortalece en medio
de la enfermedad, en medio de la escasez, en medio de los problemas. ÉL NOS ACOMPAÑA
EN TODO TIEMPO PARA LIBRARNOS DEL PECADO.

Pero hermanos mi deseo es que seamos apercibidos que si bien nuestra tribulación
no es el estar enfermos, sí lo es que en medio de la enfermedad seamos tentados a
renegar de Dios.

Si la tribulación no es el tener una dificultad económica, sí lo es el que en medio de


esa dificultad seamos llevados a renegar de Su provisión y misericordia.

Así que el verdadero consuelo no es ser sanados, tener trabajo u obtener riquezas,
sino que en medio de la enfermedad no reneguemos de Él, que en medio de la escasez
no nos quejemos de Él, que en medio de nuestra necesidad podamos confiar y alabarle
a ÉL.

El E.S. nos da un verdadero consuelo, cuando reconocemos que nuestra tribulación no


es la enfermedad, ni la escasez económica, sino el sufrir Su Causa.
Nos da un mayor consuelo, recordándonos siempre que es un privilegio sufrir por
Cristo, y que si somos participes de sus sufrimientos, también abundará nuestro
consuelo por medio de Cristo.

Porque dichosos los que lloran por sus pecados pues ellos recibirán el perdón de Dios

Y esto nos lleva al 3 punto:

La obra de la cruz, y el resumen de la ley:


Vertical- Dios con el hombre – amar a Dios sobre todas las cosas
Horizontal – hombres con hombres – amar a los demás

Somos perdonados y transformados, y vamos a predicar el evangelio a los perdidos.


Somos consolados y vamos a consolar a los hermanos.

3. Un verdadero consuelo es dado por los que verdaderamente han sido


consolados.

para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por
medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.

Cristo es nuestro ejemplo, Él fue consolado por el E.S , afligido por llevar nuestra
maldad, fue levantado de entre los muertos, resucitado y vencedor.

• Y lo que hemos visto de Él, eso debemos hacer debemos consolar a nuestros
hermanos. En amor, con fidelidad a su palabra.

Acerca del hermano que había sido echado a satanás, Pablo les dice a los Corintos, “así
que, por el contrario, ustedes más bien debieran perdonarlo y consolarlo, no sea que en
alguna manera éste[b] sea abrumado por tanta[c] tristeza.” 2 Corintios 2:5 les ruego que
reafirmen su amor hacia él (2:6)

Muchas veces el pecado de nuestros hermanos nos aflige a nosotros. Somos un mismo
cuerpo, y cuando uno de nuestros miembros enferma, el resto del cuerpo es dolido. Y
es lo que vemos con el hermano inmoral:
Pablo dice en esta carta que están gozosos de ver lo que ha producido en los Corintos
la reprensión que él había hecho por el hermano inmoral. Dice que han sido
consolados de ver el arrepentimiento y lo que ha causado esa tristeza por el pecado
en ellos.

• Porque dice Pablo, que si somos atribulados es para es para el consuelo y


salvación de nuestros hermanos (1:5)

El resultado de ser consolados es que somos capacitados para consolar. Pablo ha vivido
en carne propia la persecución por causa de Cristo y por eso puede consolar a sus
hermanos.

Y esta es una prueba más de que nuestras tribulaciones no son los problemas del diario
vivir. Porque si somos consolados para consolar, yo no podría consolar a alguien que
ha perdido a un padre, ya que nunca he vivido esto. No podría consolar a quien ha
perdido a un hijo, porque tampoco lo he tenido que afrontar.

Y seríamos demasiado fatalistas entonces, porque tendríamos que pedir calamidades


a nuestras vidas para poder consolar a nuestros hermanos.

Pero Bendito sea el Dios, y padre de nuestro Señor Jesucristo. Porque nosotros hemos
sido consolados con el perdón de nuestros pecados, y habiendo sido consolados por Él
en esto, podemos con predicar el Evangelio y llevar consuelo a los perdidos, y a
nuestros hermanos.

Porque la tribulación es para ser consolados y traer salvación v6.

El Consolador nos guía a toda verdad, nos da convicción de Pecado, de justicia y de


juicio. Y todo esto es parte del consuelo que conduce a la salvación.

El Señor a través de Pablo nos exhorta en la carta a los Gálatas que, si un hermano cae,
nosotros si somos espirituales, si tenemos al E.S., debemos restaurarle.

En Mateo 18 sobre la disciplina, vemos que el propósito es la restauración a través de


la disciplina, el propósito es la salvación
Somos atribulados, nos dice Pablo en los versículos 9 y 10, para que no confiásemos
en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;10 el cual nos libró, y nos
libra, y en quien hemos puesto nuestra esperanza que aún nos librará, de tan gran
muerte;

La base de nuestro consuelo son las promesas de Cristo que se convierten en nuestra
esperanza, y de las cuales es garantía Él mismo:

- Se nos ha prometido que nunca estaremos solos.


- Se nos ha prometido que seremos santificados hasta el día del Señor.
- Se nos ha prometido que un día le volveremos a ver cara a cara para adorarle
por la eternidad.
- Se nos ha prometido que un día seremos librados de este cuerpo mortal que
nos aqueja.

Y tenemos un Dios fiel que es fiel a sus promesas y no miente, el mismo que nos ha
dejado a su E.S. como garantía del cumplimento de estas promesas.

Hermanos quiero ir finalizando leyendo unos apartes del capítulo 4

8 Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; 9 perseguidos, pero


no abandonados; derribados, pero no destruidos.

10 Llevamos siempre en el cuerpo por todas partes la muerte[e] de Jesús, para que también
la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. 11 Porque nosotros que vivimos,
constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también
la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo[f] mortal.

13 teniendo el mismo espíritu de fe, 14 sabiendo que Aquél que resucitó al Señor Jesús, a
nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará junto con ustedes, 16 no
desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo
nuestro hombre interior se renueva de día en día.

17 Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa
toda comparación, 18 al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no
se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Amigo que aún no has creído en Cristo, si estás detrás de un milagro en tu vida, déjame
decirte algo: Dios es poderoso para hacer ese milagro, pero de nada te servirá ganar el
mundo entero si tu alma al final de tus días es arrojada al infierno.

Hoy puedes estar sufriendo alguna situación difícil para tu vida, pero el sufrimiento en
aquel lugar de tormento no se comparará con el dolor y pena que hoy tienes.

Pero hoy hay consuelo para ti, no para que huyas del infierno, porque quien corre a
Cristo para escapar del infierno le tiene por poco. Hay consuelo para ti si hoy reconoces
que tu estado no es penoso por tu situación externa, sino porque estás espiritualmente
muerto, separado de Dios, eres hoy un justo merecedor del castigo eterno porque has
pecado contra Dios; pero si hoy alzas tus ojos y extiendes tus manos hacía tu salvador,
si hoy corres hacía Él, Él vendrá a tu socorro, hará morada de su E.S en tu corazón, te
consolará y te llevará tomado de su mano hasta aquel lugar donde viviremos
eternamente y para siempre con Él.

Hermano, hermana. Amados míos, cualquiera que sea tu dificultad hoy, no es mayor
que la hayan padecido nuestros hermanos en la iglesia primitiva, cualquiera que sea tu
carga no es mayor al peso de Su gracia. Pon tu pecado y los de todos tus hermanos en
a la balanza y pon a Cristo en la otra pesa, y Él pesa más, su amor es incalculable,
alcanza para ti, para todos tus hermanos y para mí, alcanza para perdonarnos aún de
todos aquellos pecados que aún no hemos cometido. Oh hermano mío, no dejes que
el peso de tu pecado te abata, deja que su E.S traiga consuelo a tu alma y restaure tu
comunión con Dios. Y si estás en persecución, atribulado por causa de Cristo, amado
alza tu voz y bendícele, porque gran privilegio es sufrir por Su nombre. Sé consolado
hoy, reafírmate en la preciosa esperanza de su regreso, y ve a consolar a quienes lo
necesitan.

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de
toda consolación Amén.

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