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PROPUESTA DE INVESTIGACIÓN MÉTODO Y ANÁLISIS COMPARADO.

Integrantes: Andrés Felipe Aparicio Salazar; Jaime Andrés González Murcia; Diego
Alejandro Plazas Letrado.

Tema:
Formación de dinámicas de Poder a partir de las miradas sobre los migrantes venezolanos en
Colombia en el periodo 2015 – 2019 creadas por distintos tipos de medios de comunicación
escritos.

Título:
El Poder en Colombia desde los medios de comunicación escritos: el caso de los Migrantes
como instrumento para generar dinámicas de poder.

Pregunta problema:
¿Cómo la imagen del migrante venezolano es utilizada para configurar distintas dinámicas de
poder en Colombia con base en la utilización de métodos discursivos, a partir del año 2015?

Hipótesis:
Cada imagen generada del migrante venezolano, construye imaginarios sobre la sociedad
colombiana, que terminan generando favorabilidad a una élite u otra en su ejercicio del poder,
esta imagen fácilmente puede ser creada y manipulada por los medios masivos de información,
siendo estos una herramienta en las dinámicas utilizadas por elites pero también por
subalternos en la busca de poder.

Justificación.
Reconocer las dinámicas migratorias como un fenómeno que ha “ transformado los Estados y
las sociedades de todos los Estados y las sociedades de todo el planeta” (Castles, S; Miller, M.
2004), además de afectar “las relaciones bilaterales y regionales, la seguridad, la identidad y la
soberanía nacional” (Ibíd) permite explicar el caso de los migrantes venezolanos que se ha
mantenido dentro de la agenda mediática colombiana desde la crisis del país vecino. Es
necesario dimensionar el fenómeno, a partir de la academia, en sus diferentes contextos. Uno
de estos, que normalmente no se estudia mucho para el enorme impacto que genera, es aquel
que configura la imagen del migrante venezolano para el colombiano promedio: el contexto de
los medios de comunicación masivos.

Se eligió la prensa como el medio de comunicación ideal para el presente trabajo siguiendo un
criterio de diversidad y uno de practicidad: cuando se habla de diversidad, se hace referencia a
la alta gama de medios de comunicación escritos que se pueden encontrar, diferenciados por
diversos factores (entre estos, la ideología y el público, centrales en el presente trabajo); cuando
se habla de practicidad, se hace referencia a la mayor simpleza que conlleva realizar una nota
escrita referente a un tema, con respecto a una nota televisiva, en donde la imagen y sobre todo
el vídeo tienen un impacto extra en el público, que debería ser estudiado y contemplado
igualmente como una variable, extendiendo el trabajo considerablemente.

Se hace importante comprender todas las dimensiones de los medios de comunicación, que ya
han sido teorizados y dichos estudios pueden aplicarse a la coyuntura actual (cosa que no se ha
realizado extensivamente). El aporte al campo de la Comunicación Política a nivel nacional
puede ser significativo, y puede significar un punto de partida importante para futuros estudios
del caso. Además se trabajaría el tema en el momento preciso en que la coyuntura está
desarrollándose, y los medios emiten información constantemente, por lo que la
contextualización temporal ofrece ventajas a nivel interpretativo y analítico. Esto último a raíz
de que se tendrá acceso a la reacción del público que recibe la imagen creada del migrante
venezolano, y es de suma importancia contar con esta respuesta para poder poner en marcha la
hipótesis presentada.

Comprendidos y dimensionados los medios de comunicación, se pueden asociar con dinámicas


de poder que toman la transformación de un fenómeno social, como es la inmigración, en un
problema, puesto que cualquier factor situacional que contribuye a generar imágenes de
discriminación y exclusión social tiene mucho que ver con la acción informativa de los medios
(Van Dijk, 2003). En este caso específico, se pretender entender cómo la imagen del migrante
venezolano creada a partir de los medios de comunicación, configura una u otra dinámica de
poder en particular, que podría ser usada para explicar el porqué Colombia elige al presidente
Iván Duque en 2018 por ejemplo, o porque el rechazo sistemático a otras posturas políticas
explicado a partir del migrante venezolano y su presencia en el país.

Objetivos.
General:
Explicar, mediante comparación, las diferentes dinámicas de poder generadas basadas en las
imagen creada por los medios de comunicación, observando la conformación y directrices de
estos medios y determinando su función como herramienta de poder de las elites, para
comprender el impacto que tienen los medios de comunicación escritos sobre la sociedad
colombiana, específicamente con la percepción creada del migrante venezolano.

Específicos:
❖ Identificar las directrices bajo las cuales cada medio de comunicación genera la imagen
del migrante venezolano, de forma que estas permitan agrupar a los medios en
categorías analíticas con rasgos en común o con especificidades propias.

❖ Establecer una relación entre las directrices de cada medio y el grupo al cual pertenece
el mismo, con el fin de brindar mayor alcance explicativo a las variables.

❖ Determinar cómo a partir de la relación establecida en el objetivo anterior, el medio de


comunicación crea la imagen del migrante que va a ser vendida.

❖ Relacionar la imagen del migrante que es vendida por el medio de comunicación con
el efecto político que produce en la sociedad, de tal forma que se puedan asociar
conceptos como la legitimidad (creada a partir de una imagen del migrante
determinada) para explicar las dinámicas de poder.

Variables:
La variable dependiente que se tiene es las dinámicas de poder en ( Y ), y los dos valores que
puede definir su formación son los siguientes, considerados como variables independientes:
Imagen Favorable del migrante( X1 ); Imagen no Favorable del migrante ( X2). En donde la
variable X es configurada por subvariables en un primer momento tales como: Pertenencia a
un grupo empresarial; Pertenencia a un agente independiente; directrices formativas del
medio, inclinaciones Ideológicas (Derecha o Izquierda), Público al que es dirigida la
información.

Por lo que X puede tomar sus dos tipos de imagen de acuerdo a diferentes subvariables. Y los
resultados encontrados permitirían explicar sí la pertenencia a grupos empresariales o no tiene
alguna incidencia sobre la Imagen del Migrante. Esto es posible porque se podrán (o no)
encontrar tendencias dentro de cada valor de X que permitan determinar la favorabilidad de los
medios hacia los migrantes en términos porcentuales. Es decir, que sí en una población de 8
medios de comunicación escritos pertenecientes a grupos empresariales, por ejemplo, se
encuentran 6 cuya Imagen del Migrante es No Favorable, se podrá afirmar que este tipo de
medios tienden a no favorecer a los migrantes, y será igual sí los resultados indican
favorabilidad. En cualquiera de los dos casos la hipótesis quedaría demostrada.

Se plantea, en un primer momento, demostrar la hipótesis recurriendo a cuatro casos


específicos: El Tiempo, La Silla Vacía, El Espectador, y Las 2 Orillas. Estos cuatro fueron
seleccionados siguiendo criterios de homogeneidad y de diferencia a la vez: homogeneidad en
el sentido en que los cuatro son medios de comunicación escritos; diferencia, porque sus dueños
o su procedencia es diversa. Así mismo, los cuatro presentan una imagen del migrante con
características particulares diferenciadas entre sí, y será trabajo de la presente investigación
asociar dichas características a grupos comunes e ideologías para demostrar (o falsear) la
hipótesis planteada.

Marco Teórico.

Las Migraciones desde la Exclusión Social: La Construcción de Identidad, los


Nacionalismos, Xenofobia y Discursos Políticos
Si bien América Latina ha sido históricamente una región interconectada entre las naciones que
la componen, las particularidades de cada país han llevado a que las diferencias entre unos y
otros se vuelvan a veces un abismo inalterable. La proximidad cultural entre los países
latinoamericanos facilita la migración entre personas que se movilizan de un territorio a otro
debido principalmente a causas económicas y sociopolíticas, y en tiempo de auge económico,
las migraciones pueden ser incluso beneficiosas al facilitar mano de obra barata y al aumentar
el consumo dentro de las fronteras (Weinstein, 2002).
Sin embargo, las migraciones traen consigo implicaciones sociales y culturales que no son del
todo beneficiosas ni para los países receptores, ni para los emigrantes que llegan a estos
territorios en busca de oportunidades. Así, por un lado, “la emigración conlleva también un
factor de erosión de recursos humanos, que puede tener consecuencias adversas para el
desarrollo económico y social de los países de destino” (Martínez, Villa; 2004, p. 50); mientras
genera dinámicas de exclusión sociocultural, a partir de la construcción de la identidad del
“extranjero”, que se consolidan en formas de nacionalismo y xenofobia (Álvarez, 1994; Belsué,
2009).

Ahora bien, existen algunos debates en torno a la promulgación de la exclusión social que se
ha debido a los flujos migratorios desde dos puntos de partida: las causas y procesos que
conllevan a que se dé una construcción de identidad excluyente dentro de una nación receptora
de emigrantes por un lado; y la influencia que tienen los discursos políticos en la generación
de dicha exclusión. Ambas dimensiones representan dos caras de una misma moneda, y por
tanto no es posible pensarlas por separado, sino como dos factores que se complementan
mutuamente.

Identidad a través de la exclusión del emigrante.


En un trabajo que pretende descubrir los fenómenos interculturales andinos a través del estudio
de las migraciones entre los países que conforman esta región, Andrés Gómez (2013), define
la identidad como un elemento relevante en la construcción del yo colectivo en el que cada
miembro de una comunidad puede sentirse a salvo. Así, “el nosotros se construye a partir de la
inclusión, aceptación y conformación de sus miembros, un nosotros que para poder afirmarse
como positivo crea una crítica negativa y desvalorizante de “ellos”, los de fuera.” (Gómez,
2013, p. 21).

Teniendo en cuenta lo anterior, se procederá a evidenciar cómo las migraciones se han vuelto
fenómenos causantes de exclusión dentro de un mundo globalizado, que permite el libre
tránsito de mercancías más no de vidas humanas. Para ello, en un primer momento, se hará un
acercamiento a los debates y propuestas que se tienen respecto a “nacionalismo y xenofobia”
(a), para luego adentrarse en los discursos de diferentes autores que proponen como el flujo de
personas termina siendo flujo de exclusión a través de b) el estudio de los factores económicos
y las condiciones sociales; c) la concepción y el valor simbólico que se construye desde
estereotipos sociales; y d) la conservación de la concepción moderna de Estado-Nación.

a. Un primer acercamiento entorno a los debates de nacionalismo y xenofobia


Uno de los problemas que se deriva de la relación nacionalismo-xenofobia es la distinción entre
persona y ciudadano, siendo este problema es una de las formas en la que se basa la exclusión
de extranjeros: “La forma de exclusión más importante hoy, al menos en el sentido de su
extensión y de las dificultades que comporta, es la que viene asegurada por la distinción entre
hombre y ciudadano que aparece como clave en el resultado práctico de esa tradición, es decir,
de la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, y que
afectará a los extranjeros” (De Lucas; 1993, p. 47).
Es decir, una de las condiciones sine qua non para obtener derechos e inclusión en una sociedad
es la de tener la calidad de ciudadano. El extranjero, en la tradición nacionalista más acérrima,
no es visto como sujeto de derechos. Ya que, al no poseer la ciudadanía, no está en la obligación
de cumplir con los deberes – por ejemplo, el pago de impuestos - que sí deben cumplir los
nacionales. El extranjero puede ser visto como alguien que irrumpe en la vida cotidiana
nacional para extraer beneficios personales sin dejar nada a cambio; visto como un mero
parásito que llega a quitarle el trabajo y los beneficios sociales a los ciudadanos nacionales.
A pesar de esto, la tesis que sostendrá Javier de Lucas (1993) es la de un proceso de creación
de una “ciudadanía mundial”, de un mundo cada vez más integrado y menos nacionalista. Esta
tesis es defendida básicamente porque, según el autor, estamos en una época –esto escrito en
la década de 1990– donde se desarrolla una universalización de los derechos humanos y,
especialmente, se incluye más a los extranjeros en los derechos fundamentales, sin importar si
poseen la calidad de ciudadano nacional.
La preocupación de Javier de Lucas (1993) es crear una base teórica para la eliminación de la
xenofobia y la formación de una sociedad más pluricultural y tolerante, lo cual es posible si se
elimina el sentimiento irracional del nacionalismo extremista. No obstante, el eminente
politólogo alemán, Deutsch (1982) sostuvo todo lo contrario al afirmar que el nacionalismo y
la discriminación racial son respuestas racionales de los seres humanos, especialmente cuando
se dan en el ámbito económico:
“El análisis de la competencia monopólica demuestra que el nacionalismo y la discriminación
racial son económicamente racionales y rentables para una gran proporción de grupos sociales
durante largos períodos de tiempo. Entre quienes se benefician de tales prácticas
discriminatorias se encuentran muchos intereses y agente inmobiliarios, partes importantes de
la comunidad financiera, gran número de empleadores de mano de obra y, en grado menor pero
todavía importante, muchos empleados y otros ocupantes de posiciones de clase media baja,
muchos trabajadores calificados y otros grupos laborales favorecidos, y bastantes
consumidores de bienes y servicios producidos por la mano de obra más barata de los grupos
sometidos efectivamente a la discriminación”(Deutsch; 1981, pp. 12-13)
Muchas élites y fuerzas económicas pueden premiar, explícita o implícitamente, la
discriminación. En muchos Estados del mundo, las élites políticas se relacionan mucho con el
sector financiero, inmobiliario, industrial y, por tanto, no sería extraño que estas élites
aprovechan su poder político para integrar económicamente a extranjeros, pero no en las
posiciones más altas sino en aquellas posiciones donde el extranjero no es un peligro para el
statu quo elitista (De Lucas; 1993).
Aunque Karl Deutsch (1981) predijo un aumento en el sentimiento nacionalista e intolerancia
racial y religiosa para finales del siglo XX e inicios del siglo XXI – sus investigaciones sobre
nacionalismo empezaron desde la década de 1940 -, lo cual puede observarse como un acierto,
el autor alemán no era en realidad demasiado pesimista respecto al futuro: creía que el
chovinismo podía ser eliminado y pasar a las prácticas arcaicas de la Humanidad, siempre que
los principales países del mundo adoptaran “una insistencia paralela y simultánea en la
tolerancia y el desarrollo” (Deutsch; 1981, p. 79)
Retomando la distinción entre ciudadano y extranjero; y, la relación que existe entre la
discriminación y la economía, empiezan a surgir corrientes antirracistas, que propenden por
una integración entre el ciudadano nacional y el “otro” no nacional. Pero estas corrientes, en
su afán por incluir al Otro, pueden convertirse doblemente racistas al nunca plantear una
igualdad práctica con la Otredad, sino su adaptación, destrucción o inmovilización cultural,
bajo el eterno conflicto de la universalización del otro, en contraposición con los ethos locales
propios de cada comunidad:
“El otro ser humano en las imágenes universalistas es el bárbaro original o el individuo
sometido al déspota. En ambos casos se necesita la intervención del centro para liberarlo de sus
ataduras – sean éstas culturales o políticas- y otorgarle la igualdad de ciudadano universal”
(Perceval; 1995, pp. 107-108)
Al contrario, la imagen nacionalista que se tiene del Otro es de un aparente respeto por su
diferencia, aunque esta diferencia sea negativa para el sentimiento nacional. Esto se observa en
los discursos de las élites políticas, que niegan el intervencionismo en contra de las minorías y
extranjeros. Sin embargo, aunque no haya intervención política, las fuerzas del mercado y las
élites locales seguirán adoptando la explotación de los pueblos que serían oprimidos.
De esta manera, el respeto aparente por la Otredad está en contrapartida por el abierto rechazo
hacia el extranjero debido al algunos hechos realizados por integrantes de las minorías. Así, el
estereotipo se basa en la realidad, lo que implica que “sin tener una imagen anterior del Otro,
y habiéndolo reducido previamente a uno solo – el judío, el negro, el drogadicto, el maricón –
es imposible realizar el proceso de exclusión” (Perceval; 1995, p.118). En este sentido, y como
se verá más adelante, los medios de comunicación y la opinión pública ayudan a difundir esta
reducción del otro a uno solo, formando en la imagen del nacionalismo más barato arquetipos,
y mostrándose como el más incluyente y tolerante, es realmente el más excluyente y racista.

b. La exclusión socioeconómica de las migraciones


En un primer punto de partida se revisará entonces la influencia que tienen los factores
económicos en la construcción de una identidad excluyente dentro de un país. Como se pudo
observar con anterioridad, la búsqueda de oportunidades laborales y de dinero es un incentivo
para que cada vez más personas abandonen sus países de origen y se movilicen a otros. Esto es
un primer momento puede ser un factor incluyente en la medida que el inmigrante se convierte
mano de obra barata y, por ende, consumo, que ayuda a que las economías crezcan (Martínez,
Villa; 2004). Sin embargo, las condiciones sociales de cada país son diferentes, al igual que el
crecimiento económico que no es completamente estable, lo cual ocasiona que las migraciones
masivas no sean favorables para todas las economías.
Álvarez (1994) evidencia la conformación de estereotipos excluyentes en contra del inmigrante
a través de lo que denominó la “inmigración por residentes estables”. Este tipo de migración
se caracteriza por la transformación de inmigrantes de paso a residentes parados, es decir, de
inmigrantes con pretensiones de regresar a su país a inmigrantes que terminan mudándose a el
país que los acogió permanentemente. Esto ocasiona que la legitimidad del inmigrante que
antes se la daba el trabajo, comience a ser cuestionada una vez este se encuentre parado en la
economía, lo que conlleva reclamos por derechos que pretendían ser solo de nacionales y,
especialmente, mudanzas en zonas periféricas generalmente empobrecidas, así:
“los inmigrantes corren el riesgo de aparecer, ante esa población autóctona empobrecida, como
los culpables de la degradación de ese entorno urbano. Unos índices mayores de delincuencia,
asociadas a altas tasas de paro y a la marginación social, acaban de completar uno de los
cuadros (…) en los que crece el conflicto interétnico y la xenofobia: la mezcla de temor y de
desprecio de sectores autóctonos más desfavorecidos socialmente hacia los inmigrantes, estén
o no en contacto directo con ellos.” (Álvarez, 1994, p. 29)
Sin embargo, este es solo uno de los muchos cuadros que muestran cómo los factores
económicos de la migración tienen repercusiones sociales que pueden ser catalogadas como
xenófobas. Gómez (2013) desarrolla su argumento a través de la polarización de dos tipos de
inmigrantes: por un lado, los inmigrantes de primera clase o con riqueza, y por otro lado los
inmigrantes de segunda clase, que se movilizaron por necesidad y búsqueda de oportunidades
laborales. Esto implica que “la vulnerabilidad de la influencia de estereotipos existentes en la
exclusión al inmigrante dependerá de su nivel económico” (Gómez; 2013, p. 41). En esta
medida, el autor señala cómo florece la informalidad, la delincuencia, la explotación laboral y
la ilegalidad entre los sectores más bajos de migrantes sin garantías, mientras los grandes
empresarios efectivamente encajan en el sistema productivo del país receptor.
Por otro lado, desde una mirada macroeconómica, se deben tener en cuenta los condicionantes
socioeconómicos del país receptor, los cuales, generalmente en el continente latinoamericano
se caracterizan por altos niveles de desempleo, pobreza y desigualdad. De esta manera, “en
algunos países surgen percepciones negativas frente a los costos de la utilización que hacen los
inmigrantes de servicios sociales subsidiados (…) o respecto a la competencia desleal de
puestos de trabajo [debido a la mano de obra más barata y sin capacitación]” (Martínez, Villa;
2004, p. 51). Con respecto a estas condiciones sociales preexistentes, Álvarez (1994) también
comenta que los inmigrantes, en este sentido, son condenados a quedar encerrados en el círculo
de la pobreza y la marginación social.
c. El valor simbólico asignado a los inmigrantes
Este apartado es recogido directamente el estudio de Gómez (2013), el cual plantea la categoría
de “capital o valor simbólico” como aquellas categorías que los mismos inmigrantes creen que
los nacionales les adjudican, esto es, no sólo tomando como referente la nacionalidad, sino
también otros factores como el lugar donde adquirió saberes académicos o la identidad étnica,
racial y el género. Este estudio fue realizado a través de múltiples entrevistas a los migrantes
en distintos países andinos donde se les preguntaba por la concepción que los otros tenían de
ellos, así:
“el valor simbólico se trata del significado que se le asigna al mismo: ladrón, emprendedor,
narcotraficante, tarado, indio, oligarca, violento, timador, envidioso, mentiroso, sucio, bruto.
Sobre el extranjero se le asignan infinidad de adjetivos que lo estigmatizan no solo a él sino a
su cultura” (Gómez; 2013, p. 47).
Un concepto similar es trabajado por Álvarez (1994) bajo lo que él denominó el nuevo racismo
el cual se define como el desplazamiento de “(…) la argumentación de la raza y la biología a
la etnia y la cultura; sustituye la defensa de la desigualdad por el énfasis en la preservación de
la defensa cultural (p. 43). De esta manera, la nacionalidad se complementa con otros factores
como la cultura y las particularidades de cada persona para legitimar un discurso xenofóbico
que en últimas, como se verá en el próximo subtítulo, busca preservar la identidad nacional-
cultural que se encuentra en disputa con el aire globalizador de las migraciones.
Igualmente, Echeverry (2011) encuentra como una consecuencia cultural de las migraciones
que “en las sociedades de acogida suelen surgir sentimientos de rechazo hacia el emigrante,
bien solo porque es forastero (xenofobia u odio a lo extranjero) o bien por sus características
físicas diferentes (racismo)” (p. 18)

d. Nacionalismo y exclusión: la conservación del Estado-nación


A lo largo de este apartado se ha podido evidenciar la diferenciación que se construye entre
“nosotros” y unos “otros” debido a las olas migratorias que muestran además de sueños y
expectativas, nociones de odio como la xenofobia y los nacionalismos. No obstante, hasta ahora
se han presentado dichos fenómenos a través de una perspectiva que deja de lado la estructura
del Estado-nación como un componente fundamental que puede propiciar estos conflictos al
desconfigurarse la idea modernista del imponente Estado rígido, homogéneo y definido.
En su capítulo, Ignasi Álvarez (1994) ahonda en esta problemática a través de la concepción
de derechos. Para el autor: “el derecho de las personas a emigrar [de su país de origen] se ve
cuestionado radicalmente por la potestad discrecional de los posibles Estados receptores para
admitir o rechazar inmigrantes” (Álvarez; 1994, p. 31). De esta manera, nuestro mundo de ha
convertido en un mundo abierto a la tecnología, las comunicaciones y los flujos de capital
económico, pero cuando viene la hora del Estado de admitir a las vidas humanas, se levantan
barreras en nombre de un tal “proteccionismo nacional”. En este sentido el mismo autor
argumenta:
“La situación puede describirse del modo siguiente: más allá de los límites de la ciudadanía y
de las fronteras del Estado-Nación, los derechos humanos pierden su carácter de derechos
políticamente exigibles. Esos Estados, al tiempo que proclaman el carácter universal de los
derechos humanos, endurecen su política de control de lujos, limitan drásticamente el derecho
al asilo, alzan nuevas trabas al reagrupamiento familiar y niegan a buena parte de los nuevos
inmigrantes que aceptan el derecho a radicarse de manera estable y no azarosamente en el país
receptor. (…) Las características del Estado-Providencia tienden a acentuar las consecuencias
de esa distinción entre nacionales y no nacionales.” (Álvarez; 1994, pp. 32-33).

Ideología y Legitimidad
Para llegar a abarcar el concepto de legitimidad, relevante para el análisis, es necesario
establecer una definición de ideología, ya que estos dos tienen una clara relación entre sí y a la
vez serán los que nos proporcionan algunas herramientas para situarnos en el análisis discursivo
a desarrollar.
En primer lugar, parafraseando a Duverger, la cultura es una composición social en parte
caracterizada por fenómenos de creencias que tienen como uno de sus elementos constitutivos
a la ideología que puede ser entendida de manera muy general como las representaciones
colectivas de una comunidad o sociedad determinada reflejando la situación de la sociedad en
donde nacen siendo estas más elaboradas y más racionales que los mitos, por ejemplo.
La ideología, como lo seguirá sosteniendo el mismo autor, desempeña un papel preponderante
en la política, ya que sirve para movilizar a los ciudadanos, en torno o en contra al poder. En
este caso se pretendería por parte de los sujetos estudiados movilizar a diferentes sectores de la
sociedad e individuos, identificados con unas variantes ideológicas específicas, en torno a unas
ideas o propuestas concretas para ser legitimados y elegidos en el cargo. Todo esto a través de
un discurso amplio que recoja (o intente recoger) a la mayor cantidad de grupos de presión y
de individuos, a través de la identificación con sus reivindicaciones concretas como sectores.
Una cuestión numérica, cuantitativa, en el marco de una elección popular quién más votos tiene
es quien por la mayor cantidad de nacionales es visto en concordancia con unas creencias de
lo deseable en el gobierno. Por ello el discurso de un candidato presidencial tiende a ser amplio
o aglutinador.
“En la democracia la lucha política adquiere un carácter típico. Las elecciones generales tienen
como consecuencia hacer del Estado en su conjunto, a intervalos fijos y determinados, objeto
de la batalla” (Duverger, 1970, p. 242)
Por lo tanto, podríamos afirmar que los medios de comunicación son portadores de una
ideología (sujetos ideológicos) y a su vez, en cierta medida ideólogos, ya que no sólo la
reproducen sino que se encargan en el campo de la política de “batallar” exponiendo, poniendo
en consideración general de la nación, desarrollando y tratando de convencer a las personas de
suscribir a determinada tendencia ideológica que representan y tratan de consolidar en términos
materiales.
En relación al discurso y la construcción de legitimidad, Duverger planteará que: “La
aceptación o el rechazo de las ideologías depende esencialmente de la medida en que
correspondan a las necesidades comunitarias, en que reflejen las fuerzas sociales. (…) la
difusión de una ideología puede ser acelerada o frenada según sea la situación de su autor, su
fuerza de expresión y, sobretodo, de las posibilidades que tenga para extender su pensamiento,
y, principalmente para utilizar los medios de información” (p.130), esto lo que nos señala es
que precisamente las formas que enmarcan al contenido van a ser esenciales en la difusión y
aceptación del mismo por la sociedad en general.
“La legitimidad es en sí misma una creencia finalmente, que depende estrechamente de las
ideologías y de los mitos extendidos en la sociedad. Cada ideología trata de definir la imagen
de un gobierno ideal. Considera como legítimos los gobiernos que se acercan a esta imagen,
siendo ilegítimos los otros.” (p. 133)
Históricamente, a nivel mundial y con bastante fuerza se ha consolidado desde finales del siglo
XVIII la democracia como el régimen político a seguir a partir de la influencia del liberalismo
y los valores y principios inherentes a éste, sobre todo, en los países occidentales que han
basado sus desarrollos institucionales en las revoluciones burguesas de Francia y de Estados
Unidos. “En la Europa del siglo XVII casi todo el mundo estimaba que el poder en un Estado
debía pertenecer, por vía de herencia, a un hombre de familia real: la monarquía era legítima.
Hoy, en Occidente, casi todo el mundo piensa que el poder debe estar en manos de gentes
elegidas libremente por el conjunto de la población: la democracia es, pues, legítima.”
(Duverger, 1977 p.14) En Latinoamérica, de igual modo se legitima esta forma de organización
política, ya que la mayoría de las independencias de los países que conforman esta región o
subcontinente, y que anteriormente eran colonias de reinos como España, Portugal y Francia,
tienen lugar en la primera parte del siglo XIX. Implantando un sistema y determinando una
sociedad con influencia de esos principios y valores liberales como la libertad de opinión,
religión y prensa, el individualismo, etc.
De esta manera en la República de Colombia, desde hace varios años ha asumido a la
democracia, por lo menos de manera formal, como su sistema político vigente casi que de
manera ininterrumpida desde la independencia en 1810, y aunque por cuestiones culturales que
responden a variables socio-históricas concretas, algunas libertades como la religiosa se
consolidarán hasta la actual Constitución Política de 1991, en los dos siglos de separación de
la corona española con la entrada de esos valores y principios liberales se ha modificado la
cultura de la sociedad colombiana. Todo esto claramente surte repercusiones en la cultura en
general, y en la cultura política específicamente del país, produciendo imaginarios y creencias
en los ahora ciudadanos, que limitan y enmarcan el poder y las formas deseables, óptimas y
correctas en que se ejerce o debe ejercer, en este caso en sociedades democráticas. A estas
formas y creencias correspondientes a imaginarios construidos socialmente lo vamos a
denominar legitimidad, como bien lo señala Duverger en uno de sus textos:
“Todo poder descansa ampliamente en las creencias. Los gobernados creen que es necesario
obedecer y, además, que es necesario obedecer a los gobernantes establecidos de cierta forma.
La noción de legitimidad es, pues, una de las llaves del problema del poder. En un grupo social
dado, la mayor parte de los hombres creen que el poder debe tener cierta naturaleza, descansar
en ciertos principios, revestir cierta forma, fundarse en cierto origen: es legítimo el poder que
corresponde a esta creencia dominante.” (Duverger, 1977, p.13)
También, es relevante situar la noción de legitimidad a la noción consensus que plantea en el
mismo texto, extraída de la sociología y la ciencia política contemporáneas. Éste se define
como el acuerdo que existe, más o menos completo, en una sociedad determinada sobre las
estructuras, jerarquías, modelos, instituciones, etc. “es poner el acento sobre el hecho de que el
poder descansa en las creencias, en la aceptación, (…) que no es espontáneo ni automático,
(…) es subrayar que la autoridad debe ser aceptada” (p.14)
Por otro lado y sin duda alguna, para establecer relación con lo anteriormente planteado y sin
profundizar mucho en ello, es necesario situarse en el panorama de la cultura política a la cual
pertenece la sociedad colombiana. Así, a través de análisis y estudios de todo tipo, como por
ejemplo de participación política y cultura ciudadana a lo largo de todo el territorio, se ha
corroborado que la cultura política de la sociedad colombiana se podría definir como Súbdito-
Parroquial, tomando en cuenta las categorías de Almond Y Verba, por sus prácticas a diferentes
escalas en la política. Todo esto relacionado también a la legitimación cultural de formas de
dominación carismática, en términos Weberianos, que buscan a líderes con ciertas cualidades
personales y en sus programas de gobierno.
La dominación por la fuerza, la doctrina de la “mano dura” y la belicosidad, han sido bien
vistos y deseables por gran parte de la población nacional, como bien lo demostraría en la
historia reciente la elección y reelección en el cargo de Presidente de la República de Álvaro
Uribe Vélez (2002-2010) y las repercusiones que ha traído la existencia de su figura en la
política y la sociedad, ya que responde a la personificación de lo legitimo para parte de la
ciudadanía. Un factor real de poder vigente en Colombia con gran capacidad.

El análisis del discurso


El análisis del discurso, la manipulación del mismo y sus alcances, es la temática tratada en los
textos de Van Dijk, Teun, (2006) En los que nos muestran la importancia de la manipulación
en la política para poder lograr la subordinación del pueblo de una forma legítima. Para
empezar, señalaremos que se usara la definición de manipulación dada por Van Dijk (2006)
“(…) la manipulación como la entenderemos aquí, es una práctica comunicativa e
interaccional, en la cual el manipulador ejerce control sobre otras personas, generalmente en
contra de su voluntad o en contra de sus intereses.” Y por la misma línea es necesario aclarar
la existencia de la “manipulación positiva” la cual es denominada persuasión, que se transmite
con la posibilidad de ser aceptada o no. Esta última va dirigida hacia el transmisor de la
información, mientras que la primera va dirigida especialmente al ciudadano común, el cual
recibe de últimas la información.
La manipulación mandada por los gobiernos y personajes importantes, es transmitida por los
grandes medios de comunicación, que según la temporalidad del conflicto social presente,
adaptan el discurso en una forma por la cual determinado grupo social influyente se sienta
identificado, y llene su deseo de una representación que resulta falsa, pero que para los medios
resulta mucho más efectivo que la dominación por individuos. Esta retorica funciona para poder
mantener el control sobre los otros.
La manipulación por parte de los medios ha tenido tal efecto de dominación que han creado
una cultura en la cual el ciudadanos de a pie, asocia el intento de manipulación sólo por medio
del discurso del personaje o institución, pero ignora la importancia que juegan los medios, por
medio de sus canales denominados de entretenimiento, los cuales transmiten su mensaje
dominador por medio de novelas, series, propagandas, revistas, comerciales etc., que de forma
silenciosa legitiman esa dominación impuesta.
Por otro lado podemos observar que existen otros tipos de introducir doctrinas a la mente, tal
como lo afirma el autor “hemos visto que hay muchas formas de influencia mental basada en
el discurso, tales como la información, la enseñanza y la persuasión, que forman y cambian los
conocimientos y las opiniones de la gente” Van Dijk (2006), pero es importante separarlos de
los mencionados anteriormente, ya que estos son tipos de doctrinas, con posibles buenos
intereses, y que además son usados para un objetivo final mayor, tales como alimentar la mente
de un trabajador para que produzca efectivamente, derogando su libertad en favor de los
intereses propios de quien ostenta el poder.
Se aclaran dos tipos de manipulación: el primero se basa en la manipulación con objetivos a
corto plazo, los cuales no siguen un proceso, sino que buscan un cambio de pensamiento casi
instantáneo, su estrategia principal consiste en tergiversar la información y el exaltamiento de
información selectiva, que apoya el objetivo trazado, sin informar realmente. Y por otro lado
se muestra un tipo de manipulación de largo plazo, el cual trata de cambiar episodios sociales
o personales específicos, con la intención de introducir una ideología.
Bajo estos modelos se baja todo el sistema de manipulación, que posee diferentes variables las
cuales pueden hacerlo más o menos legítimo según la ocasión y la población a quien se dirige,
también su métodos varían, pero transmitiendo esa intención por medios ya mencionados,
como televisión, discursos públicos, que contienen mensajes encriptados y generan poca
oposición, y por otro lado también puede usarse con un proceso tales como la imposición de
una doctrina, sea positiva o negativa.

Retomando a Van Dijk, esta vez en su libro “Racismo y Discurso en América Latina”, se van
a caracterizar los actores presentes en el proceso de creación de la imagen. Lo que se tiene es
una transmisión vertical de una imagen (en este caso específico, la del migrante), en donde se
hallan tres actores: una o unas élites en primer lugar; periodistas, profesores, escritores, y todas
aquellas personas que tengan un público a quien transmitir información, en segundo lugar; y
finalmente, la sociedad civil, que recibe la información. Cada uno de estos actores tiene una
teorización que es bastante pertinente para la realización del presente trabajo.

Las élites, primer actor de esta cadena de transmisión de la imagen, son aquellas que controlan
la mente pública, y por ende, las ideologías (Van Dijk, T. 2007. pp. 19). La característica
principal de las élites, en este caso, es la de crear un discurso que debe ser transmitido. Dicho
discurso es denominado, por el autor holandés, como Discurso de las Élites, y su pertinencia
recae en el alcance y efecto que tiene sobre la sociedad civil. Sin embargo, las élites no realizan
la transmisión de su discurso por sí mismas, y han recurrido a una solución que les ha brindado
mejores resultados y mayor legitimidad frente a la sociedad. Dicha solución es la presencia de
unos mediadores entre las relaciones élites - sociedad civil, que vienen a ser los segundos
actores de la cadena de transmisión vertical de la imagen.

Los mediadores entre las élites y la sociedad civil reciben acá el nombre de Élites Simbólicas.
Estas Élites Simbólicas comprenden a políticos, periodistas, académicos, profesores, escritores
y todos aquellos que adopten el Discurso de las Élites, y puedan transmitirlo a sus respectivos
públicos (Van Dijk, T. 2007. pp. 19). La gran ventaja que otorgan estas nuevas élites es el
hecho de tener credibilidad frente a sus respectivos públicos, además de tener un manejo
discursivo mucho más adecuado, que termina generando aceptación por parte de la sociedad
civil a distintos tipos de mensaje que son transmitidos.

Finalmente, la sociedad civil completa la cadena de transmisión vertical de la imagen. Su rol


es el de recibir y aceptar los mensajes que le son presentados, con el fin de generar legitimidad
a las élites. Cuando se trata de la imagen, se busca que la sociedad civil adopte una forma de
concebir un fenómeno dado, siendo uno de los efectos colaterales de esto el beneficio a las
élites, sobre todo en el mantenimiento de esta relación de poder de índole discursivo. Posterior
a esta breve teorización de los actores, se va a contextualizar el caso colombiano y los migrantes
venezolanos.

El migrante venezolano cumple acá dos roles: hace parte de la sociedad civil, por un lado; y
sobre este es que se crea la imagen, por el otro. El presente trabajo versa principalmente en este
segundo rol. Las élites, aquellos que tienen una concepción clara sobre el venezolano, y además
poseen el poder en Colombia, van a crear una forma de ver al migrante. Esta puede traducirse,
por ejemplo, en una imagen de persona marginal, o de delincuente. Será deber de los medios
de comunicación hacer la transmisión de esta imagen, suavizando el mensaje para que sea más
aceptado. Entonces, los portales digitales de El Tiempo y El Espectador, medios diferentes
como La Silla Vacía o Las 2 Orillas, entre otros, van a transmitir, de una manera u otra, dicho
mensaje de las élites. Es decir, van a adoptar el Discurso de las Élites, y lo van a difundir.
Finalmente, y debido a la alta credibilidad que poseen los medios de comunicación en
Colombia, la sociedad civil va a interiorizar la imagen, la va a reproducir y va a adquirir ciertos
comportamientos en relación al migrante venezolano. Entre los efectos de esta acción inducida
en la sociedad civil estará la favorabilidad a las élites, que puede verse traducida en la elección
de un cargo público, e incluso en la no reacción de la sociedad civil frente a acciones pro élite
que no favorezcan a los ciudadanos. La cadena de transmisión de la imagen se encuentra
presente en la sociedad colombiana, como se ha evidenciado, y la evaluación adecuada de cada
uno de los actores es la que permitirá llevar a cabo la presente investigación.

Estado del Arte

La migración internacional
La conceptualización de las migraciones está rodeada de múltiples debates teóricos que
retoman este concepto para explicar la realidad moderna y global de los últimos dos siglos. En
esta medida, a continuación, revisaremos algunos postulados y discusiones teóricos en torno a
las migraciones internacionales como punto de partida en el presente proyecto de investigación,
para ello recurrimos a la explicación de este fenómeno a través de los factores económicos,
políticos y sociales que la impulsan, a su vez que se concluye con los posibles alcances que
tiene la migración internacional desde variados puntos de vista.

Una primera aproximación a las migraciones y, además, una de las definiciones más aceptadas
popularmente es la de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), según la cual,
la migración es un “movimiento de población hacia el territorio de otro Estado o dentro del
mismo que abarca todo movimiento de personas sea cual fuere su tamaño, su composición o
sus causas” (OIM, 2006, p. 38). A partir de esta conceptualización, la OIM plantea que hay
diferentes tipos de migraciones, tanto internas como externas, que van desde migraciones de
paso, hasta migraciones permanentes, sin embargo, en el presente trabajo nos enfocaremos en
un tipo de migración determinada: las migraciones internacionales.

En este sentido, de acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos
(OACDH) de Naciones Unidas (2014), “La migración internacional es la circulación de
personas a través de las fronteras para residir de manera permanente o temporal en un país
distinto al de nacimiento o ciudadanía” (p. 19). A su vez, la OIM (2007) complementa esta
definición cuando plantea que las migraciones internacionales son movimientos de personas
que dejan su país de origen o en el que tienen residencia habitual, para establecerse temporal o
permanentemente en otro país distinto al suyo. Estas personas para ello han debido atravesar
una frontera. Si no es el caso, serían migrantes internos.” (p. 40). Se puede evidenciar que
ambos organismos internacionales utilizan definiciones de migración internacional muy
amplias, con las cuales pretenden universalizar el concepto, y así, conseguir un consenso
diplomático en RRII.

Migraciones internacionales de los factores económicos

Uno de los primeros teóricos en adentrarse en desarrollar y plantear teóricamente el fenómeno


migratorio fue Ernest George Ravestein con el libro “The Laws of Migration” publicado en
1885. En este texto, Ravestein definía las migraciones como “desplazamientos o cambios de
residencia a cierta distancia —que debe ser «significativa»— y con carácter «relativamente
permanente» o con cierta voluntad de permanencia” (Arango, s.f. p. 9). Igualmente, este
reconocido autor, desarrolló el modelo analítico de repulsión-atracción (“push-pull”) dentro
del cual privilegiaba las razones económicas como causa fundamental de la migración y, de
esta manera llego a concluir que:

“La principal, aunque no la única, causa de las migraciones hay que buscarla en la
sobrepoblación de una parte del país, mientras en otras partes existen recursos
infrautilizados que contienen una promesa mayor de trabajo remunerado. Es obvio que
ésta no es la única causa. Leyes malas u opresivas, una fuerte presión fiscal, un clima
desfavorable, entornos sociales poco propicios, e incluso la coerción (tráfico de
esclavos), todos estos factores han producido y aún están produciendo corrientes
migratorias, pero ninguna de estas corrientes puede compararse en volumen con la que
resulta del deseo inherente a la mayoría de los hombres de progresar en cuestiones
materiales. Así ocurre que la población excedente de una parte del país se desplaza a
otra parte, donde el desarrollo de la industria y el comercio, o la posibilidad de poner
en cultivo tierras productivas aún en estado de naturaleza, demanda más brazos para el
trabajo.» «No cabe duda de que la demanda de trabajo en nuestros centros de la industria
y el comercio es la causa primordial de los flujos migratorios cuya indagación
constituye el objeto de este trabajo.” (Arango, s.f., p. 12)

Este tipo de conceptualización push-pull, fue próximamente profundizado por Everett Lee en
1966, quien presupone la existencia de factores de atracción y rechazo asociados tanto a la zona
de origen como a la de destino, los cuales están principalmente asociados a causantes
económicos, pero sin olvidar los factores sociales insinuados dentro de las sociedades. En este
sentido, se reconoce la interacción de fuerzas de expulsión de carácter económico entre las que
se encuentran: la sobrepoblación, el desempleo-subempleo, el hambre, la baja productividad
agrícola, la falta de tierra, etc., al igual que lo social que considera: la falta de seguridad, de
servicios, mismas que ejercen presión sobre la población en las áreas de partida; al mismo
tiempo que factores positivos en las áreas de destino la atraen hacia ella, como es el caso de:
demanda de empleo en el sector industrial y servicios, percepción de jornales más altos,
mejores oportunidades de educación, servicios sociales, etc. (Salas, 2009, p. 30).

Este tipo de teoría está catalogada dentro de la gran rama de las teorías de la modernización,
dentro de la cual, según Germani en 1969, se considera al proceso migratorio como el eje o
mecanismo principal del cambio de la sociedad tradicional a la moderna, al realizarse el
traslado de los individuos de uno a otro medio, así como de la adopción y asimilación del modo
de vida que poseen las sociedades industrializadas. (Salas, 2009, p. 31).

La teoría de la modernización dio paso a que se profundizará en el estudio de las migraciones


a partir de la economía, y en este sentido, nos encontramos con la aproximación al fenómeno
desde una lectura neoclásica del mismo. En este sentido, los neoclásicos “afirman que el ser
humano se mueve de áreas muy pobladas a áreas menos pobladas y de áreas pobres a áreas más
prósperas, ligando las migraciones con los ciclos de negocios. Su concepto principal reside en
el “Capital humano”, postulando que la gente decide invertir en migración del mismo modo
que deciden invertir en educación, ya que esta aumenta su capital humano y trae futuras
ganancias” (Díaz, 2007, p. 161).

De esta manera, los neoclásicos fundan sus teorías sobre migraciones desde una fuerte
perspectiva individualista, lo cual es coherente con una visión del mundo que concibe lo social
como un agregado de las acciones individuales, sin tener en cuenta los contextos sociales que
condicionan y limitan las decisiones de las personas (Díaz, 2007, p. 161). Por lo tanto, la
migración hace parte de las lógicas de mercado, y es un condicionante para que se mantenga la
relación entre oferta y demanda, ignorando u obviando, no sólo las relaciones sociales que son
igualmente causantes de los procesos migratorios, sino también los condicionantes jurídicos
para lograr traspasar las fronteras.

Aunque las primeras aproximaciones de Ravestein pretendían no solo estudiar los procesos
migratorios desde los factores netamente económicos, con la llegada del desarrollismo de la
mano de los neoclásicos a mediados del siglo XX, la teoría del push-pull fue solamente
utilizada para darle cabida a los causales y efectos económicos fundamentados en el individuo
(Díaz, 2007; Salas 2009; Arango, s.f.), por lo tanto, es una teoría completamente estructural.
Sin embargo, esta ha pasado por varias revisiones, y, por ejemplo, Oded Stark en la década de
los 80 ha intentado mejorar eta propuestas tomando a la familia, y no al individuo, como unidad
de análisis primordial (Díaz, 2007, p. 163).

Migraciones internacionales desde los factores políticos y sociales

Si bien la gran mayoría de las concepciones en torno al fenómeno de la migración se han dado
a partir de la relación que esta tiene con los factores económico, existen otros teóricos que
fundamentan entre las causas principales migratorias los factores sociopolíticos.

En este sentido, la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos (OACDH) de la


Organización de Naciones Unidas (ONU) se ha pronunciado al respecto cuando diferencia a la
globalización de la migración, adjudicándole a la primera los factores económicos, mientras
que la segunda corresponde a que “los migrantes dejan sus países de origen debido a una
situación de conflicto, a violaciones generalizadas de los derechos humanos o a otras razones
que amenazan su vida o su seguridad. Muchos de ellos se ven obligados a buscar empleo en
otra parte por la falta de trabajo en condiciones decentes. También emigran para reunirse con
miembros de su familia que ya se han establecido en el extranjero.” (OACDH, 2014, p. 20).
Así, la inmigración, la entrada en un país de destino, suele reflejar pautas de migración
históricas, conexiones familiares y redes de migración.

Una primera entrada desde este punto de vista se da desde la teoría histórica estructural, es
decir, bajo el marco intelectual del marxismo. De acuerdo con Díaz (2007), Esta aproximación
contempla las migraciones como un sistema barato de movilizar fuerza de trabajo para el
capital. Si bien esta aproximación retoma la importancia de la historia y de los estados para la
consolidación de procesos migratorios, es todavía muy economicista y, por lo tanto, deja de
lado las motivaciones individuales y colectivas de las personas y grupos que emigran (Díaz,
2007, p. 165).

Es, sin embargo, importante tener en cuenta desde el marxismo en teorías de la migración los
aportes que hace entorno a la sistematicidad de las migraciones en la estructura internacional,
en este sentido, las migraciones quedarían encuadradas en el sistema capitalista global de
intercambio desigual, entre economías centrales y periféricas. (Díaz, 2007, p. 166). En este
sentido, de acuerdo con Castells (1975), se trataría de una tendencia estructural, de modo que,
cuanto más bajo es el nivel de desarrollo de un país, más alto es el nivel de emigración y
viceversa, por lo tanto, las migraciones se han vuelto una forma en la que el sistema capitalista
recluta mano de obra barata (Díaz, 2007, p. 167).

Existen otro tipo de teorías que también recogen elementos históricos y sociopolíticos a través
de los cuales se pretende explicar los procesos migratorios. Una de ellas es la teoría de los
sistemas migratorios, la cual sugiere que los movimientos migratorios por lo general se generan
por la existencia de vínculos previo entre los países de envío y recepción basados en la
colonización, la influencia política, el intercambio, la inversión o los vínculos culturales.
(Castells, Miller, 2003; Salas, 2009; Gómez, 2010). En otras palabras, las migraciones tienen
un origen en la historia de las sociedades la cual ha sido transversalizada por el sistema mundo
capitalista.

A la par, se ha desarrollado igualmente la teoría transnacional, la cual, al enfocarse en la


globalización, y en especial, en el rápido mejoramiento de los medios de transporte y
comunicación. Así, adjudica las migraciones a las nuevas y atractivas facilidades que se han
desarrollado en estos últimos años del mundo contemporáneo (Castells, Miller, 2003, p. 43).
Este tipo de teorías no se enfoca solamente en las empresas transnacionales, sino incluye
asimismo iniciativas culturales, políticas y religiosas, lo cual se cristaliza en el interés por
identificar como las actividades transnacionales se han vuelto parte de la vida de la persona
migrante (Castells, Miller, 2003, p. 45).

La teoría transnacional es bastante similar a la teoría de las redes migratorias, que “son un
conjunto de relaciones interpersonales que se dan entre emigrantes y los que retornan a su país
de origen con familiares, compatriotas y amigos que aún residen en el país expulsor de
migración” (Gómez, 2010, p. 96). De esta manera, las redes de migración son formas de
cooperación informales entre inmigrantes y receptores, las cuales, tienen un efecto
multiplicador que pueden con frecuencia debilitar las políticas migratorias oficiales, al
encontrar en este tipo de redes más beneficios que los que puede garantizar o no un gobierno
(Castells, Miller, 2003; Gómez, 2010).

Otra aproximación es dada por Stephen Castles y Mark J. Miller (2003), los cuales pretenden
explicar las migraciones contemporáneas desde las últimas décadas del siglo XX hasta los
primeros años del nuevo milenio, las cuales están enmarcadas en la globalización. Para los
autores, “la migración es una acción colectiva que se origina en el cambio social y que afecta
a toda la sociedad, tanto en las áreas de salida como en las de llegada” (Castells, Miller, 2003,
p. 33).

En este sentido, los autores proponen un nuevo estudio de los procesos migratorios enmarcados
en la nueva era globalizada, que van más allá de los meramente económicos para centrarse en
las causas políticas y sociales, y más precisamente, desde una visión constructivista en la
construcción de identidades sociopolíticas del inmigrante, a través de lo que denominan “una
sociedad étnicamente diversa a través de la inmigración” (Castells, Miller, 2003). Este
planteamiento retoma el concepto de las redes migratorias, e identifica que se construyen
diversas identidades en torno a la figura del migrante, las cuales van desde la etnicidad hasta la
exclusión social y detrimento del mismo.

El fenómeno migratorio entre Colombia y Venezuela

Si bien las relaciones entre Colombia y Venezuela, en términos de migraciones, se han


caracterizado en su mayoría por un éxodo masivo de colombianos al país vecino debido en
gran medida al conflicto armado y a las precarias garantías que históricamente el Estado
colombiano ha ofrecido a los escalones menos privilegiados de la sociedad, en los últimos años,
la situación se ha visto invertida, y Colombia se encuentra por primer vez en su historia como
república, siendo receptor de olas migratorias y no fábrica de producción de ellas. En esta
medida, en los próximos dos apartados, evidenciamos como han sido los ciclos migratorios de
venezolanos a Colombia históricamente y, entraremos a identificar la actual gran ola migratoria
de venezolanos que se ha dado desde el 2015.

Ciclos de inmigraciones venezolanas hacia Colombia antes de 2015


Martínez (2015) ve como un punto de quiebre que dio paso a las migraciones venezolanas a
Colombia a partir de la decadencia económica que sufrió Venezuela a partir de 1999. De
acuerdo con la investigación realizada con la que la autora buscaba entender las causas
económicas de los procesos migratorios entre los dos países vecinos, es el año 1999 que
empiezan a darse los primeros grandes flujos migratorios de venezolanos a Colombia, y no al
contrario como se había visto con anterioridad gracias al auge del conflicto armado en territorio
colombiano y a las buenas oportunidades laborales que ofrecía Venezuela tanto para los
nacionales como extranjeros.

De esta manera, tras la caída de los precios del petróleo y la falta de condiciones económicas
que ofrecía Venezuela precisamente por la desaceleración, el comportamiento de los flujos
migratorios que percibimos antes del año 1999 era el interés migratorio de nacionales
colombianos hacia el territorio venezolano y después de este mismo año, el interés migratorio
es de los nacionales venezolanos, aunque Colombia no ofrece lo que en su momento ofreció el
país venezolano (Martínez; 2015, p. 18).

Sin embargo, hay investigaciones anteriores a 1999 que ya estudiaban las migraciones de
venezolanos a territorio colombiano, como el trabajo de investigación de Elisabeth Ungar
(1985), en donde evidenciaba los flujos de venezolanos en los principales centros urbanos de
Colombia, como Cúcuta, Bucaramanga y Cartagena, y, así, argumentaba que los flujos de
migraciones se caracterizaban por ser de paso, ya que los vecinos venezolanos, solían
trasladarse a estas ciudades momentáneamente por la devaluación del peso colombiano frente
al bolívar, para adquirir productos a menor precio. Una vez iniciada la crisis económica en
Venezuela, la situación se invierte, y tras la devaluación del bolívar, son los colombianos
quienes traspasan las fronteras para adquirir productos, o al menos, los que no estuviesen
gravados con restricciones gubernamentales (Martínez; 2015).

En un pequeño artículo publicado por María Robayo (2016), ella adjudica que las migraciones
de venezolanos a Colombia se han dado en dos fases hasta la fecha: la primera en el 2005,
como consecuencia del despido masivo de 18.000 empleados de Pdvesa, la cual, “para
expertos, Colombia se convirtió en un destino atractivo tras las reformas aprobadas por el
gobierno Uribe, como la creación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) y la
adopción de medidas que ofrecieron condiciones favorables para los inversionistas nacionales
y extranjeros” (Robayo; 2016, p. 2).

La segunda ola, inició en el 2010 y se intensificó en el 2011 con la llegada de empresarios


venezolanos y de personas de las clases más acomodadas. Huyeron con el fin de salvar su
capital de la política de expropiación y de una inflación que no ha bajado del 20% en los últimos
años, en gran parte producida por la frecuente devaluación del bolívar. Razones por las que
llegaron a crear empresa a un país geográficamente cercano y con el que comparten el idioma,
las costumbres y algo muy importante, una forma similar de consumo (Robayo; 2016, p. 2). En
esta medida, las emigraciones que expone Robayo se caracterizaron por la inversión de
empresas venezolanas en territorio colombiano, más no, una ola masiva de personas de bajos
recursos económicos, como es posible evidenciar actualmente.

En contraposición con las imperantes causas económicas, Freitez (2011) en un estudio sobre
las emigraciones desde Venezuela entre el 2000 y el 2010, y encontró que las emigraciones
superan la búsqueda de oportunidades económicas y de un trabajo, es también la búsqueda de
un contexto seguro que permita el desarrollo de la simple vida cotidiana. “La emigración de
venezolanos ha venido creciendo particularmente en los estratos medios de la población y entre
las razones más frecuentes para dejar el país se han identificado: el hecho de no visualizar
oportunidades de desarrollo individual y la inseguridad personal” (Freitez; 2011, p. 18).
Desde la llegada a la presidencia de Nicolás Maduro en abril del 2013, la movilización de
migrantes venezolanos a Colombia ha aumentado constantemente (Martínez, 2015) hasta el
punto que hoy, estas inmigraciones han causado una posible crisis migratoria y humanitaria.
Esto se debe en gran medida a que se agudiza la crisis socioeconómica por la que venía
atravesando este país, acompañado de altas tasas de desempleo e inflación, a las cuales se les
suma el gran malestar político y la creciente incertidumbre entre la sociedad.

De esta manera, podemos rastrear cinco ciclos de migraciones venezolanas hacia el territorio
colombiano: 1) los antecedentes antes de la llegada al poder del chavismo, que se expresan en
migraciones de paso en donde pequeños empresarios llegaron a Colombia en búsqueda de
productos más baratos tras la devaluación del peso frente al bolívar; 2) El punto de ruptura de
1999 con la llegada de Hugo Chávez, y primeros inicios de olas migratorias permanentes, pero
aún demasiado prematuras; 3) Entre los años de 2002 y 2005 con el despido masivo de más de
20.000 empleados de PDVSA; 4) Los flujos de migraciones de empresas privadas venezolanas
entre 2005 y 2011 en un contexto donde en Colombia se incentivaba políticas para la inversión
privada y en Venezuela se empezaban a consolidar las políticas de expropiación; y finalmente
5) la crisis migratoria actual que se da después de que la frontera entre ambos países estuviera
cerrada por casi un año entre 2014 y 2015.

Imagen del migrante


El tema de la construcción de la imagen de los migrantes, o bien el tema de los migrantes
asociado a los medios de comunicación, ha sido tratado por diversos trabajos precedentes, en
diferentes partes de América Latina y España. El tema de la comunicación se encuentra
altamente relacionado con la interacción social, y de estos temas se puede extraer información
referente al migrante. Igualmente, los temas de migración han hecho parte esencial de las
dinámicas sociales y políticas latinoamericanas, y en el caso colombiano hay textos que han
tratado el tema con anterioridad.

Sobre trabajos realizados en Colombia, habría que mencionar al economista William Mejía
Ochoa, y su artículo Colombia y las migraciones internacionales. Evolución reciente y
panorama actual a partir de las cifras, en donde se contextualiza la situación de la inmigración
y la emigración en Colombia en las épocas más recientes. El artículo fue escrito en 2012, y
otorga información de tipo histórico respecto al tema de la inmigración en Colombia. Se realiza
igualmente una relación con Venezuela, pero con la particularidad de que dicha relación se
realiza en otro espacio temporal, y las dinámicas son de emigración de colombianos a
Venezuela, y no de inmigración de venezolanos a Colombia. Así mismo, habla de los motivos
por los cuales Colombia buscó fortalecer procesos de inmigración, en donde el caso venezolano
puede verse explicado igualmente por Mejía Ochoa.

El tema de la migración ha tenido un estudio reciente importante, sobre todo contextualizandolo


con la globalización. El artículo de Rebeca Oroza Busutil y Yoannis Puente Márquez,
Migración y comunicación: su relación en el actual mundo globalizado, en donde la idea de
que “medios comunicativos masivos también afectan la imagen y permanencia del migrante en
los países de destino a través de campañas en contra de los inmigrantes, expresión del
sentimiento xenófobo, discriminatorio y racista que existe hacia ese segmento de la población”
(Oroza, R; Puente, Y. 2017. pp. 15) habla de las dinámicas a las que están expuestos los
migrantes, y que bien pueden hacer parte íntegra de la presente investigación, sin haber tocado
profundamente el tema específico de la creación de la imagen desde unas élites.
En casos latinoamericanos, el tema de la construcción de la imagen y la comunicación ha sido
tratado de forma más directa. El artículo de Horacio Sabarots, La construcción de estereotipos
en base a inmigrantes “legales” e “ilegales” en Argentina ofrece una luz importante sobre el
tema. Si bien el texto es del año 2002, su importancia radica en la construcción que realiza
Sabarots en torno a la favorabilidad que la sociedad tiene en relación con el migrante,
dependiendo de la procedencia de este último. Propone la idea de inmigrantes deseados y de
inmigrantes indeseables, para la nación argentina, y dicho marco conceptual otorga un alto
grado de importancia a su trabajo en relación con el propuesto actualmente.

Sobre el tema de la comunicación, existe un artículo cuyo grado de importancia para el presente
trabajo es muy considerable. La doctora Marta Rizo Garcia, en su artículo La comunicación
como base para la interacción social. Aportaciones de la comunicología al estudio de la
ciudad, la identidad y la inmigración integra el tema de la comunicación, como “dimensión
constitutiva de lo social” (Rizo, M. 2004. pp. 54), con la ciudad, la identidad y la migración, y
le da relevancia a la dimensión comunicativa en la construcción de estos tres conceptos. Sobre
todo la relación establecida entre Comunicación e Inmigración cobra especial importancia en
el presente trabajo, pero igualmente la relación con la Identidad.

Lo que se puede afirmar, a partir de la revisión previa, es que el tema ha sido tratado siguiendo
otras directrices y otros focos, de carácter más teórico, o bien de carácter práctico pero alejados
totalmente del objetivo de la presente investigación. Por lo que es posible plantearse la idea de
que el presente trabajo es de tipo exploratorio, en la medida en que la revisión directa de las
imágenes que se crean, y su relación con el Poder no han sido teorizadas anteriormente de
forma directa.

Metodología.

Para la realización del presente trabajo, se propone recurrir al marco conceptual y aplicarlo a
noticias relevantes que traten el tema de los migrantes, sobre todo con asuntos de interés
general, como lo pueden ser la seguridad y el empleo. Se busca la construcción investigativa
con la ayuda de variedad de lecturas, textos de la clase, de la investigación pertinente, como se
menciona anteriormente basándonos empíricamente en el estudio de noticias, que cumplan las
necesidades de la investigación, creando una base de datos robusta que brinde las herramientas
necesarias para lograr el cumplimiento de parte del objetivo, posteriormente se da la realización
de los conceptos y categorías analizados y expuestos, esto con el fin de encontrar lazos entre
ellos que permitan establecer relaciones conceptuales entre los actores expuestos. Y finalmente,
ya establecidas las relaciones, se puede entrar a analizar el poder detrás de dichas relaciones.

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