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MISIONERO
Discípulos
misioneros,
revestidos de la
fuerza y alegría del
Resucitado
El Vía lucís es un camino de oración y de piedad que nos hace partícipes del
misterio de la resurrección del Señor como el Vía crucis.
Este Vía lucís se pude rezar en el templo, situando 15 velitas por cada estación
que lo compone. Pero podríamos animamos a que este tiempo pascual hasta
inclusive la fiesta litúrgica de Pentecostés, lo recemos por las calles de
nuestros barrios, o plazas, colegios, hospitales…
De esa manera, podremos responder a la convocatoria diocesana de salir a
misionar al encuentro de nuestros hermanos y testimoniar nuestra fe en Jesús
resucitado que nos quiere revestir de su fuerza y alegría pascual.
“Asimismo, Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero
vivificado en espíritu; y en espíritu fue y predicó a los espíritus
encarcelados.”
Palabra de Dios
¡Te alabamos Señor!
Gesto cada uno recibe una cruz y escribe su nombre si acepta colabora
con Jesús en transmitir su vida en la misión.
"Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien
ustedes crucificaron, Dios Lo ha hecho Señor y Cristo (el Mesías)."
Palabra de Dios
¡Te alabamos Señor!
Ella fue y lo comunicó a los que habían andado con Jesús, que entonces
estaban tristes y llorando.”
Jesús les dijo: No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, donde
me verán.”
“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que
distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo
lo que había pasado.
Él les dijo: ¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando? Ellos
se pararon con aire entristecido.
Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: ¿Eres tú el único residente en
Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?”
Él les dijo: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron
los profetas!
¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?
Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó
lo que había sobre él en todas las Escrituras.
Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.
Los discípulos que caminaban con Jesús resucitado hacia Emaús, todavía
no descubren que el esta vivo y a su lado. Pero comienzan a sentir un
ardor especial en sus corazones a la luz de su palabra. Le piden al
peregrino misionero que se quede con ellos en la noche Al sentarse a la
mesa el Resucitado se revela y sus ojos cansados lo contemplan vivo, y
triunfador en el pan de su cuerpo, compartido.
“Llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: ¡La paz esté con
ustedes!
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se
llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: ¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a
mí, yo también los envío a ustedes
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán
retenidos a los que ustedes se los retengan.”
Señor Jesucristo que dijiste a tus apóstoles: La paz les dejo mi paz les doy. No tengas en
cuenta nuestros pecados si no la fe de tu Iglesia y conforme a tu palabra, concédenos la
paz y la unidad. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
Porque me has visto, has creído, le dijo Jesús; dichosos los que no han
visto y sin embargo creen.
Gesto: el que quiera puede hacer una reverencia a Cristo (En la cruz
procesional o cirio pascual) y proclamamos con Santo Tomas convertido:
¡Señor mío y Dios mío!
Palabra de Dios
¡Te alabamos Señor!
María, la Madre de Jesús, luego de recibir la misión de ser Madre de todos los
hombres dada por el mismo Señor en la cruz redentora, en la comunidad apostólica
(según la tradición de piedad) fue la primera que recibió la visita de su Hijo resucitado,
convirtiéndola, en la principal Testigo, y medianera de su misterio pascual. La gran
misionera consoladora de los nuevos hijos de la Iglesia en todo el mundo, su abogada e
intercesora de gracia. La Señora de la alegría y de la Pascua.
Rezamos: La Salve
“Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús
les había indicado.
Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo
que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo.”
Jesús resucitado cita por última vez a su comunidad apostólica antes de volver a su
Padre y le da el mandato misionero: ¡Vallan y anuncien! Que todos los hombres
abrasen la fe y sean mis discípulos, bauticen, hagan nacer nuevos hijos a Dios en el
mundo. ¡Sean Iglesia misionera en la calle de vida!
Nadie está fuera de esta hermosa vocación a la misión, cada uno desde sus dones y
servicios, podemos, debemos irradiar el buen olor del Evangelio del Resucitado. Que
todos encuentren en Él, la vida y vida en abundancia.
Décima tercera estación: Jesús Resucitado vuelve al Padre y ascendiendo a los Cielos,
bendice la vida y tarea misionera de la Iglesia.
“El Señor sacó a los discípulos hasta cerca de Betania y, alzando sus
manos, los bendijo: Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al
Cielo. Ellos, después de postrarse ante Él, se volvieron a Jerusalén con gran
gozo.”
El mandato misionero dado por el Señor no es una carga insoportable, inútil y estéril,
si no un gracia y bendición, que hace desplegar toda la vida los creyentes y sus
potencialidades, que la santifica por el Santo Espíritu, e impregna un gozo que nunca
podrá dar este mundo. El Señor Resucitado asciende glorioso al encuentro del padre
eterno en los cielos. Vivirá par interceder e impulsar esta vocación misionera de su
Iglesia en todo el planeta, en todo tiempo, hasta que el Reine plenamente por la fe y la
muerte, el pecado y todo mal sea aniquilado.
“Y estando ellos con los ojos puestos en el Cielo, entre tanto que Él se iba,
he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los
cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿Por qué estáis mirando al
Cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al Cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al Cielo.”
Palabra de Dios
¡Te alabamos Señor!
Tras la partida de Jesús resucitado a los Cielos para encontrarse con el Padre eterno,
la comunidad apostólica no quiere despegar sus ojos atemorizados del Señor. Unos
Ángeles les llaman la atención para que no sigan perdiendo tiempo en mirar al Cielo,
sino que hagan hoy realidad el mandato misionero. No es tiempo de excusas, sino de
gestos concretos que habrá causes a la misión evangelizadora con creatividad,
simpatía y esfuerzo.
Hoy como ayer Jesús, el Resucitado nos invita fuertemente: ¡Reciban el Espíritu
Santo!
Credo
Canto final