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Via Lucis

MISIONERO
Discípulos
misioneros,
revestidos de la
fuerza y alegría del
Resucitado

El Vía lucís es un camino de oración y de piedad que nos hace partícipes del
misterio de la resurrección del Señor como el Vía crucis.

Este Vía lucís se pude rezar en el templo, situando 15 velitas por cada estación
que lo compone. Pero podríamos animamos a que este tiempo pascual hasta
inclusive la fiesta litúrgica de Pentecostés, lo recemos por las calles de
nuestros barrios, o plazas, colegios, hospitales…
De esa manera, podremos responder a la convocatoria diocesana de salir a
misionar al encuentro de nuestros hermanos y testimoniar nuestra fe en Jesús
resucitado que nos quiere revestir de su fuerza y alegría pascual.

*Para la procesión del Via lucis es recomendable llevar cruz


procesional, el cirio pascual u otro cirio, Biblia grande,
Imagen de María… Signos que animarán el camino y la
oración.
*Señal de la Cruz

*Canto pascual apropiado

*A cada estación se repite la siguiente antífona: Jesús Resucitado


revístenos de tu fuerza y alegría pascual.

Primera estación: Jesús por el poder de su cruz desciende


a buscar a los justos
Misión que rescata para la vida

Del Credo de los Apóstoles

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado.


Descendió a los infiernos.

De la primera carta de San Pedro:

“Asimismo, Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero
vivificado en espíritu; y en espíritu fue y predicó a los espíritus
encarcelados.”

Palabra de Dios
¡Te alabamos Señor!

Después que Jesús muere, su alma humana y bendita unida a su


divinidad, misiona las regiones de la muerte para rescatar las almas de los
justos que esperaron la venida del Salvador de Dios. Ellos
experimentaron el poder de su sangre derramada que los liberó y los
reconcilió plenamente con Dios.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza


y alegría pascual para que podamos acercarnos a los que viven situaciones
de infierno, de pecado y olvido de Dios y compartamos tu Evangelio de
Vida.

Gesto cada uno recibe una cruz y escribe su nombre si acepta colabora
con Jesús en transmitir su vida en la misión.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.


Segunda estación: Jesús resucita, todo su ser humano
y divino se levanta triunfante de la tumba.
Misión que triunfa sobre la muerte y todo mal

De los Hechos de los Apóstoles:

“A este Jesús resucitó Dios.”

"Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien
ustedes crucificaron, Dios Lo ha hecho Señor y Cristo (el Mesías)."

Palabra de Dios
¡Te alabamos Señor!

Cristo el Señor es resucitado por el Padre Eterno con el Santo Espíritu.


El Crucificado se levanta glorioso, triunfador sobre la muerte y todo
mal. Su misión de gracia transforma la creación y la devuelve a la
comunión divina.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu


fuerza y alegría pascual para que nunca caigamos derrotados ante la
tentación de la incredulidad y desesperanza y seamos contigo
misioneros de tu triunfo redentor.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Tercera estación: Dos mujeres discípulas encuentra que


la tumba de Jesús esta vacía, porque el Señor ha
resucitado y ya no se lo encuentra allí.
Misión que se hace mensaje esperanza para toda la creación

Del Santo Evangelio según San Lucas:

“El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro,


trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras
mujeres con ellas.

Y hallaron removida la piedra del sepulcro;

y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús”.

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

Las mujeres quieren honrar el cuerpo del crucificado con perfumes,


saben que la tumba esta sellada con una gran piedra, pero su amor
esperanzado las impulsa a querer estar cerca de el. Dios las premia con el
signo de la tumba vacía, primer gesto misionero de Jesús en su
resurrección.
Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza
y alegría pascual para que como Iglesia salgamos al encuentro de los que
hoy esperan con ansia tu Evangelio de Resurrección, seamos signos de tu
pascua en especial aquellos que no te conocen.

Gesto: en medio de la gente se presenta un joven atado de manos y pies y


un cartel en el cuello que tiene las palabras: Droga, alcohol, violencia.
El sacerdote, diacono o la persona que se quiera designar corta lo que lo
ata, mientras se repite: “Señor tu no nos quieres esclavos de la muerte.”

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Cuarta estación: Jesús resucitado se aparece a


María Magdalena.
Misión que devuelve los corazones al Dios de la alegría
por Jesús resucitado.

Del Santo Evangelio según San Marcos:

“Jesús, después de resucitado, al amanecer el primer día de la semana, se


apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete
demonios.

Ella fue y lo comunicó a los que habían andado con Jesús, que entonces
estaban tristes y llorando.”

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

El corazón de María Magdalena, como luego los corazones de las otras


mujeres, son colmados de alegría al ver a Jesús gloriosamente resucitado.
Él las convierte en las primeras misioneras de su Pascua para que todos
los corazones vuelvan a Dios, con ellas toda la Iglesia será misionera de la
Alegría.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza


y alegría pascual para que muchos encuentren en ti la verdadera Vida,
experimenten la alegría de ser rescatados y abrazados en tu misericordia
sin medida.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Quinta estación: Las mujeres se paralizan en la misión por


sus miedos, pero el Señor las reconforta con la gracia
de su presencia resucitada.
Misión que reconforta en las dificultades y desafíos.
Del Santo Evangelio según San Mateo:

“Jesús les salió al encuentro y les dijo:


¡Alégrense!

Ellas se acercaron, se abrazaron a sus pies y se postraron ante él.

Jesús les dijo: No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, donde
me verán.”

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

Como aquellas mujeres, los temores nos paralizan en nuestra vida


cristiana y sobre todo cuando nos piden dar razones de nuestra esperanza
en Cristo ante situaciones difíciles. El Señor prometió estar con nosotros y
nos saldrá al camino para reconfortarnos con su Santo Espíritu,
ayudarnos a ser testigos valientes de su luz.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza


y alegría pascual, que ningún temor nos paralice y menos en la misión de
hacerte presente en la fe. Que vivamos aferrados a misterio de tu
resurrección, asístenos en todo momento con tu Santo Espíritu. Que en
nuestro mundo herido y agobiado, podamos irradiar tu luz.

Gesto: Encendemos unas velas, para dar testimonio de que queremos


asumir con valentía la hermosa vocación de bautizados, discípulos
misioneros del Resucitado.

Cantamos: Esta es la luz de Cristo.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Sexta estación: Jesús resucitado sale al encuentro de dos


discípulos, camino a Emaús.
Misión que se hace experiencia de encuentro o re-encuentro.

Del Santo Evangelio según San Lucas:

“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que
distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo
lo que había pasado.

Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús


se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no
le conocieran.

Él les dijo: ¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando? Ellos
se pararon con aire entristecido.
Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: ¿Eres tú el único residente en
Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?”

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

Desalentados dos discípulos de Jesús, huyen hacia un pueblo perdido,


llamado Emaús. El Señor que era su líder murió trágicamente en una
cruz, y con esa muerte sus esperanzas de redención para su pueblo de
Israel parecían terminadas. Huyen avergonzados para no terminar de la
misma manera, buscan, que ya nadie se acuerde de sus vidas, de sus
rostros. Pero el Señor Resucitado comienza a caminar con ellos como un
peregrino misionero, les hace ver con las escrituras sagradas, que su
muerte tenia una razón de ser, reconciliar en su cruz transfigurada por su
pascua, a todos y a todo.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza


y alegría pascual, pera que sépanos alentar a todos los agentes pastorales
en la misión de propagar tu Evangelio, sobre todo visita a los agentes
pastorales que por diferentes problemas o dificultades quieren abandonar
el apostolado misionero. Sabemos que la mies es abundante y la tarea nos
sobrepasa… Que tus obreros no dejen la tarea evangelizadora y que se
multipliquen los operarios y así todos en todo lugar no dejen de ver tu
rostro glorioso y vivificante.

Gesto: Presentamos al Señor nuestras manos y repetimos la oración:


Señor con tu ayuda nos ofrezcamos para servirte en la misión, *porque
misionado se ama y amando se da vida.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Séptima estación: El Resucitado se deja ver en la


Eucaristía a los discípulos de Emaús. En la Eucaristía
nos sustenta con su vida resucitada como alimento.
Misión que se hace eucaristía: alimenta, nutre, fortalece, hace comunión.

Del Santo Evangelio según San Lucas:

Él les dijo: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron
los profetas!
¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?
Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó
lo que había sobre él en todas las Escrituras.
Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.

Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y


el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos.
Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció
la bendición, lo partió y se lo iba dando.
Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de
su lado.

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

Los discípulos que caminaban con Jesús resucitado hacia Emaús, todavía
no descubren que el esta vivo y a su lado. Pero comienzan a sentir un
ardor especial en sus corazones a la luz de su palabra. Le piden al
peregrino misionero que se quede con ellos en la noche Al sentarse a la
mesa el Resucitado se revela y sus ojos cansados lo contemplan vivo, y
triunfador en el pan de su cuerpo, compartido.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza


y alegría pascual, que contemos a todos que tu presencia nunca nos
abandona y que en la eucaristía te haces presente realmente y al comerte
nos das vida abundante, sanando nuestras heridas, fortaleciéndonos y
perdonándonos. Que en la Eucaristía todos sepamos buscarte y que en
este año 2015, sepamos anunciar que vives en este misterio eucarístico y
estar con nosotros hasta el fin de los tiempos.

Gesto: Un niño o joven disfrazado de Jesús con un pan grande en sus


manos, se presenta ante los que están rezando el vía lucís y otros dos con
un cartel que tiene escrito la palabra del Evangelio según San Mateo.
“YO ESTOY CON USTEDES HASTA EL FIN DE LOS TIEMPOS.”
Luego reparte el pan y se los da a los participantes como gesto de
comunión con el Resucitado.

Padre nuestro, Ave Maria y Gloria.

Octava estación: Jesús con su palabra y eucaristía impulsa a


los discípulos de Emaús a volver a la comunidad apostólica
y sumarse a la tarea misionera.
Misión es hacer comunidad

Del Santo Evangelio según San Lucas:

Se dijeron uno a otro: ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de


nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron


reunidos a los Once y a los que estaban con ellos,
que decían: ¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!

Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le


habían conocido en la fracción del pan.

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

Luego que los discípulos encuentran al Señor resucitado en el pan


eucarístico, inflamados por el fuego pascual vuelven a Jerusalén para
unirse a los apóstoles y disponerse a la gran tarea apostólica hasta dar la
vida.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza


y alegría pascual, que nuestra vocación misionera la vivamos desde y con
nuestra comunidad eclesial, en amor fraterno y solidaridad con los mas
vulnerables a los contratiempos y rechazos del mundo. ¡Ay de nosotros si
no misionáramos con la Iglesia misionera! En la Iglesia ¡Soy, sos misión!

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Novena estación: Jesús resucitado y misionero da su


paz y el poder de su perdón a la Iglesia.
Misión que perdona y da nueva oportunidad de gracia y paz

Del Santo Evangelio según San Juan:

“Llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: ¡La paz esté con
ustedes!

Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se
llenaron de alegría cuando vieron al Señor.

Jesús les dijo de nuevo: ¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a
mí, yo también los envío a ustedes

Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán
retenidos a los que ustedes se los retengan.”

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

Las apariciones de Jesús resucitado traen la paz al corazón de la comunidad


apostólica, la paz que vence la desconfianza con Dios. En su saludo de paz, Jesús se
hace mediador de nuevo tiempo en que los hombres participan de una nueva vida, la
Iglesia naciente es la primera agraciada y a través de ella lo será el mundo. Cristo vivo
le encarga a la Iglesia la misión de llevar esa paz y para que todos prueben que bueno
es el Señor le confía el servicio de perdonar en su Nombre a todo aquel que lo desee
con sincero corazón.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza y alegría


pascual, que allí donde reine la violencia sea misionero de tu paz. Donde reine la
ofensa y la discordia sea misionero de tu perdón. Que todos los hombres te encuentren
y te hagan rey de sus corazones por tu amor.

Gesto: Rezamos la oración de la paz:

Señor Jesucristo que dijiste a tus apóstoles: La paz les dejo mi paz les doy. No tengas en
cuenta nuestros pecados si no la fe de tu Iglesia y conforme a tu palabra, concédenos la
paz y la unidad. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Nos damos un saludo de paz.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Décima estación: Tomas el incrédulo, recobra su fe en la


comunidad apostólica que vive la alegría de Jesús resucitado.
Misión que siembra y hace resurgir la fe, animándonos a vivirla
en comunidad.
Del Santo Evangelio según San Juan:

“Le dijo a Tomás:

Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi


costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.

¡Señor mío y Dios mío! exclamó Tomás.

Porque me has visto, has creído, le dijo Jesús; dichosos los que no han
visto y sin embargo creen.

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

Uno de los doce apóstoles. Tomas se resiste a creer el testimonio de sus


compañeros, el no estaba cuando Jesús resucitado se había hecho presente
en medio de ellos. Movido por el Espíritu, vuelve (se convierte) a su
comunidad y pude ver con sus propios ojos y palpar con sus propias
manos al Señor, rey de la vida. Solo la comunidad nos ayuda a encontrar
la fe y a sostenerla, el Resucitado así lo quiere. En la comunidad de la
Iglesia vive el Espíritu que dispone y ayuda a ver las señales del
Resucitado que esta en el mundo operando. Haciendo nueva todas las
cosas. Nunca abandones tu comunidad.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza


y alegría pascual, refuerza nuestra pertenencia a la Iglesia, una, santa,
católica y apostólica. Que nunca reneguemos de ella y que con ella nuestra
fe este más viva y fecunda, prestando nuestra voz, manos, pies para
hacerla cada vez más misionera.

Gesto: el que quiera puede hacer una reverencia a Cristo (En la cruz
procesional o cirio pascual) y proclamamos con Santo Tomas convertido:
¡Señor mío y Dios mío!

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Décima primera estación: Maria Santísima, la primera y


principal Testigo y misionera de Jesús resucitado.
Misión es recibir a Maria con su Hijo, imitar a Maria, fiel discípula
misionera de su Hijo.

El Evangelio de San Lucas:

“¡Dichosa tú porque has creído!”

Del libro de los hechos de los Apóstoles:

“Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en


compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus
hermanos.”

Palabra de Dios
¡Te alabamos Señor!
María, la Madre de Jesús, luego de recibir la misión de ser Madre de todos los
hombres dada por el mismo Señor en la cruz redentora, en la comunidad apostólica
(según la tradición de piedad) fue la primera que recibió la visita de su Hijo resucitado,
convirtiéndola, en la principal Testigo, y medianera de su misterio pascual. La gran
misionera consoladora de los nuevos hijos de la Iglesia en todo el mundo, su abogada e
intercesora de gracia. La Señora de la alegría y de la Pascua.

Oración: Señor en este año misionero diocesano, revístenos de tu fuerza y alegría


pascual, para que como María, nuestra Madre, seamos fieles a ti y a tu Evangelio, a
llevarlo con su misma humildad, a compartirlo con su misma ternura y amor, a
apoyar y cuidar a nuestra comunidad de la Iglesia, ser como Maria en el mundo, luz
de consuelo para todos en especial para los que sufren.

Rezamos: La Salve

Décima segunda estación: Jesús Resucitado da el mandato


misionero a sus apóstoles, a María su Madre,
a los discípulos y discípulas.
La Misión es de todos, es la misma vocación y riqueza de toda la Iglesia.

Del Santo evangelio según San Mateo:

“Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús
les había indicado.
Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo
que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo.”

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

Jesús resucitado cita por última vez a su comunidad apostólica antes de volver a su
Padre y le da el mandato misionero: ¡Vallan y anuncien! Que todos los hombres
abrasen la fe y sean mis discípulos, bauticen, hagan nacer nuevos hijos a Dios en el
mundo. ¡Sean Iglesia misionera en la calle de vida!

Nadie está fuera de esta hermosa vocación a la misión, cada uno desde sus dones y
servicios, podemos, debemos irradiar el buen olor del Evangelio del Resucitado. Que
todos encuentren en Él, la vida y vida en abundancia.

“Mirando nuestra Iglesia a veces me da la sensación


de no haber escuchado el mandato de Jesús. Vivimos
la fe como si hubiera dicho ‘vayan cuando puedan’, o
‘anuncien algunos’, o ‘los que tengan ganas y les
sobre tiempo sean misioneros’.

(Mons. Lozano, Obispo de Guelaguaychú)

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza y alegría


pascual, que con nuestra fe y perseverancia nunca se frene la tarea misionera
permanente en tu Iglesia para gloria de Dios y vida de las naciones. Vence nuestras
inercias con tu Espíritu vivificador, danos la misma sed de los santos misioneros.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Décima tercera estación: Jesús Resucitado vuelve al Padre y ascendiendo a los Cielos,
bendice la vida y tarea misionera de la Iglesia.

La Misión, una bendición

Del Santo evangelio según San Lucas:

“El Señor sacó a los discípulos hasta cerca de Betania y, alzando sus
manos, los bendijo: Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al
Cielo. Ellos, después de postrarse ante Él, se volvieron a Jerusalén con gran
gozo.”

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

El mandato misionero dado por el Señor no es una carga insoportable, inútil y estéril,
si no un gracia y bendición, que hace desplegar toda la vida los creyentes y sus
potencialidades, que la santifica por el Santo Espíritu, e impregna un gozo que nunca
podrá dar este mundo. El Señor Resucitado asciende glorioso al encuentro del padre
eterno en los cielos. Vivirá par interceder e impulsar esta vocación misionera de su
Iglesia en todo el planeta, en todo tiempo, hasta que el Reine plenamente por la fe y la
muerte, el pecado y todo mal sea aniquilado.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza y alegría


pascual, para que gratuitamente nos donemos a la causa misionera, sin pedir nada a
cambio, siendo desprendidos de nosotros mismos y nuestros intereses. No
anteponiendo nada a tu amor y a tu Reino. Que siempre en nuestros labios misioneros
brote para todos una bendición, tu bendición.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Décima cuarta estación: Dos Ángeles exhortan a la


comunidad apostólica a que la misión sea hoy.
Si, ¡La Misión es hoy!

Del libro de los hechos de los Apóstoles:

“Y estando ellos con los ojos puestos en el Cielo, entre tanto que Él se iba,
he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los
cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿Por qué estáis mirando al
Cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al Cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al Cielo.”

Palabra de Dios
¡Te alabamos Señor!

Tras la partida de Jesús resucitado a los Cielos para encontrarse con el Padre eterno,
la comunidad apostólica no quiere despegar sus ojos atemorizados del Señor. Unos
Ángeles les llaman la atención para que no sigan perdiendo tiempo en mirar al Cielo,
sino que hagan hoy realidad el mandato misionero. No es tiempo de excusas, sino de
gestos concretos que habrá causes a la misión evangelizadora con creatividad,
simpatía y esfuerzo.

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza y alegría


pascual, que hoy viva y comparta tu misión evangelizadora, sánanos y líbranos de
nuestros inmovilismos y estructuras osciladas que no nos ayudan a fluir en esta
vocación tan importante y vital para el mundo. Pon tu mano llagada sobre tu Iglesia y
levántala en tu pascua misionera.

Padre nuestro, Ave Maria y Gloria.

Décima quinta estación: El Espíritu Santo, soplo de Jesús


Resucitado que vive en la Iglesia, comunidad apostólica, es
el alma de la misión.
Misión experiencia del Espíritu viviente

Del Santo evangelio según San Juan:

“El sopló fuertemente sobre ellos.”

Palabra del Señor


¡Gloria a ti Señor Jesús!

El Señor Jesús antes de partir al Padre eterno, prometió a la Iglesia, comunidad


apostólica, la fuerza de lo alto, el Espíritu divino. Y que vendría para que no estemos
huérfanos, el nos asistiría en la vida de creyentes y seguidores del Señor y que sería
defensor en todo mal y contra el malo…, que sería el primer animador y santificador
en el mandato misionero. Sin el Espíritu no hay mandato misionero posible, no hay
gracia del Resucitado, no hay acción misionera fecunda.

En una de sus apariciones Jesús Resucitado soplo su Espíritu sobre la comunidad


apostólica naciente, soplo que seguiría sintiendo en plenitud en Pentecostés hasta
nuestros días.

Hoy como ayer Jesús, el Resucitado nos invita fuertemente: ¡Reciban el Espíritu
Santo!

Oración: Señor en este Año Misionero Diocesano, revístenos de tu fuerza y alegría


pascual, y que en tu Santo Espíritu todo nuestro ser proclame: ¡El Señor vive y esta a
nuestro lado!

Rezamos siete glorias en honor al Espíritu del Resucitado.

Credo

Canto final

Oración por la Misión Diocesana 2015

Jesús, nuestra feliz esperanza


¡Ven a tu pueblo que te necesita!
Un pueblo herido, un pueblo paciente y lleno de bondades
Un pueblo que te busca.
¡Porque sólo tú tienes palabras de Vida eterna!

¡Ven Señor y visita nuestras familias!


Sana nuestros vínculos en el hogar y que crezcamos en el amor mutuo y en el respeto.
Que según tu Palabra y ejemplo, promovamos los valores de tus bienaventuranzas sobre
todo con los niños y jóvenes.
Que nunca nos falte el pan y el trabajo y el deseo de compartir.

Que brille tu luz, en nuestras ciudades, barrios; instituciones, calles y plazas.


¡Ven Buen samaritano de los que sufren y los que han caído!
Que nunca nos avergoncemos de estar a tu lado y del lado de los pobres, los enfermos,
los ancianos, los débiles; brindándoles nuestras ayuda y servicio.

Queremos ser misioneros de la alegría de tu Evangelio


y compartirlo generosamente con todos.
Aunque seamos conscientes que este tesoro
lo llevamos como en vasijas de barro.

Principio y fin de todo camino.


¡Ven junto a tu Madre Santa María del buen viaje!
Nuestra Consoladora, Protectora y Medianera de todas las gracias.

Sabemos que así el caminar no será difícil


y que con ella estaremos
bajo el influjo poderoso de tu Resurrección. Amén

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