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1. Reconocimiento y comprensión de lo escrito.

La lectura oral requiere de una debida preparación previa, la cual implica en primer lugar:
elegir el material o el libro adecuado para el público al que será dirigido; una vez seleccionado
el libro, el lector deberá hacer una lectura previa en la que lleve a cabo el reconocimiento del
texto, así como la comprensión del mismo. Esta actividad, implica prever la aparición de los
distintos personajes que aparecen en la historia e identificar sus diálogos (en caso de
haberlos), de esta manera, el narrador estará preparado para hacer las voces pertinentes y las
demás entonaciones necesarias al momento de realizar la lectura frente al público.

Por otra parte, la lectura previa y el reconocimiento del libro permitirán al lector prescindir de la
lectura completa del texto, lo que le facilitará conocer el desarrollo de la historia, y narrarla sin
necesidad de seguir el texto todo el tiempo, conocerá la ubicación de las ilustraciones y, en
general, podrá tener un mayor control sobre su narración.

2. Gesticulación apropiada a lo que se lee.


Al momento de estar frente al público, a fin de mantenerlo interesado y aún más
compenetrado con la lectura, es imprescindible mantener una gesticulación y expresión
corporal adecuadas y dinámicas.

Los movimientos que se hagan siempre deberán estar relacionados al contenido del relato, de
esta manera se captará mejor la atención de la audiencia y además, se enriquecerá en gran
medida la lectura, pues son la gesticulación, acompañada de la entonación, dos elementos
fundamentales para la lectura oral.

3. Clara pronunciación

La buena dicción, entendida como la pronunciación clara y limpia de las palabras, resulta de
gran importancia para la comprensión de la lectura, debido a que en ocasiones, por las
condiciones del espacio en el que se lee o el público mismo, pueden estar presentes diversos
distractores con los que hay que combatir (ruidos externos, o bien una audiencia numerosa),
para ello, es necesario contar con un volumen adecuado de voz, además de una
pronunciación precisa.

La buena dicción está vinculada directamente con el volumen, la entonación de la voz y el


ritmo de la lectura, pues una de las claves para una narración exitosa es leer bien: pronunciar
claramente, utilizar un volumen de voz con el que a todos les sea posible escuchar y mantener
una fluidez adecuada de lectura.

4. Fluidez de la lectura.

La fluidez de la lectura implica procurar que el ritmo de la lectura sea moderado, es decir,
evitando leer tan rápido al grado que no se pueda comprender bien lo que se dijo, y por otro
lado, evitando leer tan lento que se pierda la atención del público.

El narrador oral debe preocuparse por mantener siempre una fluidez adecuada, en muchas
ocasiones habrá gran interacción del público, es conveniente respetar esta participación e
incluso favorecerla para enriquecer la atención y el contenido, pero se deberá tener cuidado
de no perderse en la participación del público y seguir el curso de la lectura
convenientemente.

5. Entonación adecuada.
Cada lectura es diferente y cada público también, lo que es indispensable,
independientemente del público del que se trate, es saber reconocer el contenido del libro y
utilizar la entonación adecuada para leerlo.

Este punto está estrechamente vinculado con el punto número 1, el reconocimiento del texto,
ya que una vez identificado bien el desarrollo de la historia, será más fácil emplear la
entonación correcta.

La entonación tiene que ver directamente con el contenido y con la manera de leer y
reproducir la acción a través de la palabra. Como narrador oral es conveniente conocer el
texto y saber hacer un silencio cuando sea necesario, realizar una pausa en el momento
indicado, subir más el volumen de la voz en momentos cúspide, así como hacer cambios de
voz para distinguir el diálogo de los distintos personajes. Imaginen si no se hiciera la
entonación adecuada, cuán difícil sería distinguir el diálogo del dragón del de la princesa!!
(además de que la narración caería en la monotonía de no hacerse tales flexiones).

6. Posición correcta del cuerpo.


Una posición correcta del cuerpo significa mucho en cuanto a la presencia del narrador ante el
público. Una posición erguida, pero flexible a la vez, le dará autoridad ante la audiencia y
reflejará un mayor dominio sobre la misma.

La posición del cuerpo debe también estar orientada hacia las miradas del público y
coordinarse con la gesticulación y la expresión oral en relación a la historia que se lee. En este
punto es conveniente señalar la importancia de no permanecer estático todo el tiempo, al
contrario, se debe ser dinámico, desplazarse de un lado a otro entre el público, y utilizar
bien el escenario o todo el espacio que se tenga dispuesto para leer y, mediante una forma
adecuada de tomar el libro, hacerle ver su contenido a todo el público.

7. Forma adecuada de tomar el libro.

Si bien no existe una reglamentación estrictamente establecida en cuanto a la forma adecuada


de tomar un libro, en la práctica de la lectura oral existen algunas pautas básicas para hacerlo.

En primer lugar, el libro se debe tratar de tomar siempre con las dos manos, preferentemente
una mano en la parte del pie del libro (abajo) que le de soporte, y la otra mano dedicada a
pasar las páginas y a señalar el texto o las ilustraciones entre el mismo.

En segundo lugar, si se va a realizar una narración oral, es decir, ya con el texto conocido a
plenitud y los diálogos bien identificados, es de suma importancia que el contenido del libro -
especialmente ante la presencia de ilustraciones- debe estar de cara al público, esto permite
una conexión entre el libro, el narrador y los escuchas, pues es el lector quien está realizando
la tarea de mediar y transmitir lo que el libro tiene para decirles.

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