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Tengo un Hijo con Discapacidad

Estar esperando la llegada de un bebé a casa es un momento muy ilusionante


para toda la familia; especialmente para los padres. Además de esa ilusión, es
casi inevitable tener unas expectativas de cómo será ese nuevo miembro de
la familia.

Pero, en el transcurso de esa espera, hay siempre en el fondo un cierto miedo;


miedo a que ese niño pudiera nacer con algún problema.

Es cierto que ese miedo no se suele verbalizar, o por lo menos de esta manera.
Porque sólo de imaginarlo produce un auténtico pánico. Y lo que se suele
decir es eso de, “lo importante es que venga bien”. Se está diciendo lo mismo,
pero de otra forma.

Cuando un bebé nace con una Discapacidad

Y, aunque no es lo más probable, a veces ocurre. Ocurre que ese niño llega
con un problema grave, con una discapacidad. Ese es sin duda, un momento
traumático para los padres; que se encuentran de repente con una situación
que no saben cómo gestionar.

Se produce entonces un cúmulo de sentimientos, y ninguno agradable. Por


una parte el impacto inicial, porque desde luego, esas no eran las expectativas
que ellos tenían. Por otra parte, el sentimiento de rabia con el típico, “por qué
nos tuvo que pasar a nosotros”. Y además el miedo, y la impotencia de no
saber cómo enfrentarse a esa situación que les llega sin previo aviso.

Todos estos sentimientos son los normales en un principio. Y va a depender


de la información y del diagnóstico que reciban los padres en ese momento,
el que se tarde más o menos tiempo en aceptar esa situación. Sea como sea;
la aceptación nunca se producirá de inmediato, porque simplemente no es
posible.

Pero sí es verdad que ayudaría mucho, el que los profesionales que dan la
noticia a los padres lo hicieran hablándoles no sólo de los problemas que va
a tener el niño; sino también de sus posibilidades. Hablarles únicamente de
los problemas que tendrá, hará que se tarde más tiempo en aceptarlo. Y esto
suele traducirse en la creencia de que el diagnóstico es un error; y en la
peregrinación de médico en médico, con la esperanza de poder escuchar otro
diagnóstico más favorable.

La etapa de negación

Este primer momento, podríamos decir que es una etapa de rechazo y de


negación; y es perfectamente normal pasar por esa etapa. Lo malo sería
quedarse estancado en ella.

Esta primera etapa se superará, siempre se supera. Unas personas necesitarán


más tiempo que otras, pero siempre se termina por superar. Se supera cuando
se empieza a aceptar y a querer a ese niño por cómo es; y no por cómo
gustaría que fuera.

Y después de ello, toca enfrentarse al reto de educar a un niño. Que ya no


resulta fácil de por si, y que además tiene algunas dificultades más que el resto
de los niños.

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