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La palabra integridad viene de la misma raíz latina que entero, y sugiere

la totalidad de la persona. Así como hablaríamos de un número entero,


también podemos hablar de una persona entera, no dividida. Una persona
de integridad vive correctamente, no está dividida, ni es una persona
diferente en circunstancias diferentes. Una persona de integridad es la
misma persona en privado que lo que es en público.

En el Sermón del Monte, Jesús habló de los que eran "de limpio corazón"
(Mateo 5:8), lo que sugiere una actitud clara de seguimiento de los
mandatos de Dios. La integridad, por lo tanto, no solo implica una actitud
clara, sino una pureza moral también.

La Biblia está llena de referencias a la integridad, el carácter y la pureza


moral. Considere solo unas pocas referencias del Antiguo Testamentos a
la integridad. En 1 Reyes 9:4, Dios instruye a Salomón que ande "en
integridad de corazón y en equidad", como hizo su padre. David dice, en
1 Crónicas 29:17: "Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y
que la rectitud te agrada". Y en Salmos 78:70-72 leemos que David "los
apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la
pericia de sus manos".

La honestidad forma parte de aquellas cualidades más gratas que puede


poseer una persona, ella garantiza confianza, seguridad, respaldo,
confidencia, integridad. Si alguna vez debemos hacer un listado de las
cualidades que nos gustaría encontrar en las personas o mejor aún, que
nos gustaría poseer, seguramente enunciaremos la Honestidad.

En este sentido, la honestidad es una forma de vivir congruente entre lo


que se piensa y la conducta que se observa hacia el prójimo, que junto a
la justicia, exige en dar a cada quien lo que le es debido. En nuestra vida
encontramos a diario actitudes deshonestas como la hipocresía, alguien
que aparenta una personalidad que no tiene para ganarse la estimación
de los demás; o la mentira; el simular trabajar o estudiar para no recibir
una llamada de atención de los padres o del jefe inmediato; el no guardar
en confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no
revelarlo; no cumpliendo con la palabra dada, los compromisos hechos y
la infidelidad.

Ser deshonestos nos lleva a romper los lazos de amistad establecidos, en


el trabajo, la familia y en el ambiente social en el que nos desenvolvemos.
Incluso, la convivencia bajo estos parámetros se torna imposible, pues
ésta no se da, si las personas somos incapaces de confiar unos en otros.
Ser honestos significa ser sinceros en todo lo que decimos y hacemos:
fieles a las promesas hechas en el matrimonio, en la empresa o negocio
en el que trabajamos y con las personas que participan de la misma labor;
actuando justamente en el comercio y en las opiniones que damos
respecto a los demás. Los que nos rodean esperan que nos comportemos
de forma seria, correcta, justa, desinteresada, con espíritu de servicio,
pues saben que siempre damos un poco más de lo esperado.

Dios espera y merece honestidad. Está en la Biblia, Salmo 51:6, "He aquí,
tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender
sabiduría". El ser deshonesto con alguien es tan dañino y duradero como
las heridas físicas. Está en la Biblia, Proverbios 25:18, "Martillo y cuchillo
y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio".
El Señor no aprueba la deshonestidad en los negocios. Está en la Biblia,
Proverbios 20:23, "Abominación son a Jehová las pesas falsas, y la
balanza falsa no es buena".

Sea honesto y franco. Está en la Biblia, 1 Tesalonicenses 2:3, "Porque


nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por
engaño". II Corintios 8:21, "Procurando hacer las cosas honradamente,
no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres".

La honestidad está involucrada en dos de los mandamientos. Está en la


Biblia, Éxodo 20:15-16, "No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso
testimonio". Los líderes valoran a aquellos que dicen la verdad. Está en la
Biblia, Proverbios 16:13, "Los labios justos son el contentamiento de los
reyes, y éstos aman al que habla lo recto".

La verdad es de más valor que la adulación. Está en la Biblia, Proverbios


28:23, "El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el
que lisonjea con la lengua". Los hijos de padres honestos son felices. Está
en la Biblia, Proverbios 20:7, "Camina en su integridad el justo; sus hijos
son dichosos después de él".

Diga la verdad siempre. Está en la Biblia, Proverbios 12:13-14, "El impío


es enredado en la prevaricación de sus labios; más el justo saldrá de la
tribulación. El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; y le será
pagado según la obra de sus manos".

Las ganancias fraudulentas son agradables sólo por poco tiempo. Está en
la Biblia, Proverbios 20:17, "Sabroso es al hombre el pan de mentira;
pero después su boca será llena de cascajo". Las riquezas obtenidas
deshonestamente no duran mucho tiempo. Está en la Biblia, Proverbios
21:6, "Amontonar tesoros con lengua mentirosa es aliento fugaz de
aquellos que buscan la muerte".

Haga las cosas como Dios quiere. Está en la Biblia, Proverbios 11:1, "El
peso falso es abominación a Jehová; más la pesa cabal le agrada". Dios
valora al máximo la honestidad. Está en la Biblia, Proverbios 21:3, "Hacer
justicia y juicio es a Jehová más agradable que sacrificio".

Si realmente pretendemos ser honestos, debemos empezar por enfrentar


y asumir con valor nuestros defectos, buscando aquella manera que
resulte más eficaz para superarlos, llevando a cabo acciones que mejoren
todo aquello que afecta a nuestra persona y como consecuencia, a
nuestros semejantes. Ello supone aprender a rectificarnos ante un error
y cumplir con nuestras labores grandes y pequeñas sin hacer distinción.

Si podemos gestar un ambiente cálido y confiable, sostenido por


relaciones basadas en la honestidad, nos llevará a crecer como personas,
espiritualmente, constituyéndonos en verdaderos hombres y mujeres de
bien.

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