15cultura(s)
Secuencia de la película Cradle will rock (Abajo el telón) de Tim Robbins con el actor Ruben Blades en el papel del muralista mexicano Diego Rivera
El hombre
en la encrucijada
POR ESTHER MARTÍN
A pesar de la inmensidad
del vestíbulo del Rockefe-
ller Centre, cinco personas
se concentran en un rincón.
A un lado, subidos en un an-
damio, Corina Katt y Rubén
Blades rematan los detalles
del mural que el último está
realizando por encargo de
John Cusack. Enfrente, el
actor norteamericano, respal-
dado por dos hombres, ful-
mina con la mirada a la pare-
ja. Comienza una discusión
entre Blades y Cusack que
poco a poco sube de tono.
¿El motivo? La inclusión de
Lenin en el mural que lucirá
el nuevo edificio de Nueva
York, símbolo del capitalis-
mo. Tras unos minutos de
amenazas e intimidaciones,
Blades zanja la disputa con el
famoso: “¡Lenin se queda!”.
Esta escena de la pelícu-
la Cradle will rock es para
muchos una de las más cé-
lebres del cine. El director
norteamericano Tim Rob-
bins imaginó de esta manera
la disputa que mantuvieron
el muralista Diego Rivera y
el magnate John D. Rocke-
feller en 1933; dos hombres
que tenían formas de con-
cebir el mundo totalmente
opuestas. Por un lado, el pin-
tor pertenecía a la corriente
de artistas comprometidos
que entendían el arte como
forma de hacer política re-
volucionaria, aunque fue
muy criticado por trabajar
bajo encargo de líderes ca-
pitalistas. Por otro, el mi-
llonario heredero alimenta-
ba el imperio familiar para
hacer crecer su influencia.
La ambiciosa obra
representaba al
hombre en el centro
del mural como crea-
dor, por encima de
los dos mundos que
entran en colisión.
Rockefeller buscaba que
los mejores artistas del mo-
mento decoraran la planta
principal de su edificio em-
blema. Los tres nombres que
barajaba eran Picasso, Matis-
se y Rivera. Picasso no con-
testó a la invitación, mien-
tras que Matisse respondió
educadamente con una ne-
gativa. Rivera, que se encon-
traba en Estados Unidos tra-
bajando para la familia Ford,
era uno de los artistas favo-
ritos de Abby, la mujer de
Rockefeller, quien ya había
adquirido obras suyas para
el MOMA de Nueva York.
A pesar de que en un prin-
cipio rechazó la oferta, una
visita personal del magnate
le hizo cambiar de opinión.
A simple vista sus diferen-
cias eran insalvables, sin em-
bargo, no hubo obstáculos a
la hora de cerrar el acuerdo.
El hijo del fundador de Stan-
dard Oil Company pactó con
el mexicano que el título de
la obra sería “El hombre en el
cruce de caminos viendo con
esperanza y alto espíritu la
elección de un futuro mejor”.
El muralista comenzó el
trabajo al lado de su compa-
ñera, la pintora Frida Khalo.
La ambiciosa obra represen-
taba al hombre en el centro
del mural como creador, por
encima de los dos mundos
que entran en colisión. Las
imágenes que lo rodeaban
eran claras alusiones a los
dos sistemas que en ese mo-
mento dominaban la escena
política mundial: socialismo
y capitalismo. Todo iba bien
hasta que Rivera decidió
pintar la cara de Lenin en el
mural. En unos años en que
la histeria anticomunista co-
menzaba a calar en la socie-
dad americana, pintar al líder
revolucionario en el interior
de un edificio símbolo de la
opulencia americana, supo-
nía una provocación. En un
principio Rivera hizo caso
omiso de las quejas del capi-
talista y siguió trabajando en
su obra, hasta que se lo impi-
dieron y, tras pagarle lo que
restaba, lo echaron. Mien-
tras, unos obreros cubrían
la obra con una lona ocul-
tando el mural para siempre.
Todo iba bien hasta
que Rivera decidió
pintar la cara de Le-
nin en el mural [...] a
principios de 1934 fue
reducido a polvo.
Meses más tarde, a prin-
cipios de 1934, el fresco fue
reducido a polvo, una acción
calificada por el mexicano
como vandalismo. Pero a
pesar de que se acabó con
ella, la obra perduró fuera
de los muros del Rocke-
feller center y fuera de las
fronteras de Estados Unidos.
Rivera volvió a plasmar su
obra en su patria, México.
Realizó una reconstrucción
en el Palacio de Bellas Ar-
tes, donde todavía perma-
nece, gracias a fotografías
tomadas por un asistente.
 16cultura(s)
UNA MIRADA RÁPIDA AL MURAL
El mural El hombre en el
cruce de caminos recorre,
desde una óptica favorable al
socialismo, el mundo pola-
rizado del siglo XX. Ofrece
una lectura inagotable debi-
do a los numerosos elemen-
tos que lo forman; se puede
leer de izquierda a derecha,
de arriba a abajo o analizar
pequeños detalles que dan
las claves de la representa-
ción. En el centro de la ima-
gen está situado el “hombre
de acero” que representaba
al hombre de 1934. Este
mira al futuro en medio de
un escenario dividido. A
cada lado, dos universos
opuestos se contraponen: a
su derecha, la decadencia
capitalista frente a la espe-
ranza de la revolución socia-
lista situada a su izquierda.

cristiano, reflejando el po-

La revolución rusa como
superación de la Primera
Guerra Mundial. A principios
de siglo, dos hechos históricos
sacudieron el mundo. Por una
parte, la Gran Guerra como
sinónimo de desesperanza y
desolación ante la destrucción
y, por otra, la Revolución Rusa
como esperanza al construir
una nueva sociedad más jus-
ta. En el mural dos ejércitos se
enfrentan en la parte superior.
A la izquierda aviones de gue-
rra sobrevuelan a una tropa de
soldados equipados con más-
caras y armas, mientras que
a la derecha los proletarios
rusos, con actitud desafian-
te, ondean sus banderas rojas
mientras desfilan con motivo
del Primero de mayo, con la
Plaza Roja de fondo. Una po-
sible interpretación es que el
capitalismo utiliza al pueblo
como carne de cañón y lo en-
vía a morir por mantener sus
intereses, mientras que en el
socialismo es el protagonista
del cambio social y participa
del mismo.
Tecnología y naturaleza. En
la parte central del mural “el
hombre de acero” y “la mano
del poder mecánico” (tal y
como los denominó Rivera) se
presentan como la confluen-
cia de la tecnología y la natu-
raleza y de la vida microscópi-
ca y macroscópica. A través de
la manipulación de la tecnolo-
gía, el hombre consigue acce-
der al saber y construirlo.
Temor y destrucción del
poder. Las estatuas situadas
a los extremos del mural re-
presentan los mitos frente a
la historia. En el lado dere-
cho, Zeus, con gesto adusto,
porta en su cuello un crucifijo
der endiosado. No tiene ma-
nos, como símbolo de que los
dioses no trabajan. Por otra
parte, la otra escultura, que
corresponde a César, ha sido
decapitada. Entre sus manos
porta los símbolos del fascis-
mo italiano y del nazismo ale-
mán. Su cabeza se encuentra
en el suelo y sirve de asiento
a los trabajadores, lo que sim-
boliza la caída de la tiranía y la Telón de fondo. Mientras
asimilación de la toma de po- los desempleados de Wall
der por parte del pueblo. Street son apaleados por la
policía por protestar, los obre-
ros toman las calles con liber-
tad y con los puños en alto.
La evolución a través de
sus personajes. En el lado
capitalista, Darwin mira fija-
mente al espectador y señala Las lentes. El pueblo atento
la relación entre el hombre y ve a través de una lente cómo
el mono. Una posible lectura se comportan los dirigentes de
es que la sociedad norteame- su sociedad. Mientras que los
ricana da la espalda a la teo- líderes capitalistas disfrutan
ría evolucionista. Mientras en de una vida ostentosa llena de
el otro lado, Marx, Engels y fiestas y glamour, Lenin une
Trotsky se meclan con el pue- sus manos con las de traba-
blo mientras despliegan la jadores de diferentes razas y
bandera de la internacional. procedencia.