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pdf,
abierto a 1 de octubre de 2007. Acercamiento a la historiaglobal 1
Schelkle Waltraud (2006): "Comment on 'Original Sin' and Monetary Coopera-
tion';, en: Fritz, Barbara/Metzger, Martina (eds.): New Jssues in Regional Mo­
Bernd Hausberger
netary Coordination: Understanding North­South and South­South Arrange­
El Colegio de México
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South African Reserve Bank (2006): Quarterly Bulletin 240 (junio).
Souza, Lúcio Vinhas de/Lombaerde, Philippe de (2006): The Periphery ofthe Euro. El origen de la "historia global" está relacionado con los fenómenos co-
Monetary and Exchange Rate Policy in CJS Countries, Hampshire: Ashgate. múnmente resumidos en el término de "globalización". No obstante, la
Stiglitz, Joseph E. (2002): Globalization and its Discontents, New York: Norton. historia global es más que la historia de la globalización. Comparte in-
Sturm, Michael/Siegfried, Nikolaus (2005): "Regional Monetary Integration in the quietudes con otras corrientes historiográficas que parten sobre todo de
Member States of the Gulf Cooperation Council". European Central Bank Estados Unidos, pero con importantes raíces en la historiografía francesa
Occasional Paper Series 31, en: http://www.ecb.int/pub/scientific/ops/date/html/ de la Escuela de los Anales, y buscan, con los lemas de la Global History,
ops2005.en.html, abierto a 1 de octubre de 2007. World History o Transnational History, superar los límites que la historia
Tovar, Camilo E. (2005): "International Government Debt Denominated in Lo.cal nacional, hegemónica desde el siglo XIX, ha impuesto a la comprensión, el
Currency: Recent Developments in Latin America", en: BIS Quarterly Review análisis y la interpretación de los procesos globalizadores que se han hecho
diciembre 2005, págs. 109-118. patentes hoy en día.
Wang, Jian-Ye/Masha, Iyabo/Shirono, Kazuko/Leighton, Harris (2007): "The Com-
mon Monetary Area in Southem Africa: Shocks, Adjustment and Policy Chan-
ges". IMF Working Paper WP/07/158, en: http://papers.ssm.com/sol3/papers. Enfoques y perspectivas
cfm?abstract_id=1007907, abierto a 1 de octubre de 2007.
Williarnson, John (2005): Curbing the Boom­Bust Cycle ­ Stabilizing Capital Debe reconocerse que no hay acuerdo en cuanto a la definición de la histo-
Flows to Emerging Markets, Washington DC: Peterson Institute. ria global. Aunque hoy en día hay revistas prestigiosas que llevan el con-
Worrell, DeLisle (2003): "A Currency Union for the Caribbean". IMF Working cepto en su título2, no se ha conformado en una disciplina o, ni siquiera en
Paper WP/03/35, en: http://www.imf.org/extemal/pubs/cat/longres.aspx?sk= una subdisciplina, sino que es más bien una perspectiva. Esto no es poco,
16217 .O, abierto a 1 de octubre de 2007. porque abre a la investigación toda una gama de nuevos temas que amplían
Wyplosz, Charles (2004): "Regional Exchange Rate Arrangements: Lessons from y transforman nuestra visión de la historia. Para ello, no hay una metodo-
Europe for East Asia", en: http://www.mof.go.jp/jouhou/kokkin/tyousa/ logía ni una teoría común. Mas se puede resumir que la historia global ha
tyou056.pdf, abierto a 1 de octubre de 2007. usado sobre todo cuatro enfoques y que cada uno tiene su(s) método(s).
La primera corriente, y sin duda la más afianzada, sería una prolonga-
ción de los llamados Area Studies (Schabler 2007). Intentan poner la histo-
ria en un marco espacial más amplio que las historias nacionales, en el
espacio de las civilizaciones y de los continentes, así como se han definido
en la historiografía y en la geografía. Trataríamos de Europa, América

Agradezco a Solange Alberró, Roberto Breña, Luis Manuel Cuevas Quintero y Sandra
Kuntz sus valiosos comentarios a la primera versión de este texto.
Sobre todo el Joumal of Global History, editado desde 2006 por London School of
Economics and Political Science and CambridgeUniversity Press.

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Latina, África, etc., pero también se han definido con bastante éxito nue- 2003). Las razones, por ejemplo, por las cuales el gran empuje expansivo
vas áreas históricas, como el Atlántico y la Atlantic History. Esta amplia- del siglo XV y la industrialización a partir de finales del siglo XVIII partie-
ción de marco ha ayudado a entender mejor temas importantes como, por ron de Europa occidental y no de China o del mundo musulmán son un
ejemplo, el comercio de esclavos. Pero hay que preguntarse hasta dónde, a tema ampliamente discutido -y sólo parcialmente resuelto (p. ej. Pomeranz
base de qué y a partir de cuándo estos viejos y nuevos espacios realmente 2000). Queda vigente el enfoque eurocentrista, a veces ya manifiesto en el
constituyen espacios históricos colmados de lazos de interacción, con es- número de páginas que los autores dedican a las diferentes regiones que se
tructuras o con rasgos comunes que les den cohesión, o si no son en primer comparan.4 Sin embargo, en parte parece justificado por los hechos. El
lugar construcciones discursivas culturalistas. Hay que recordar que inde- creciente peso y el predominio del Occidente sin duda son de los fenóme-
pendientemente del famoso dictamen de Eric Hobsbawm y Emest Gellner nos que más saltan a la vista si se estudia la historia global de los últimos
de que las naciones son un invento, los Estados nacionales se han llenado 500 años. Sea cual fuera la explicación que se quisiera dar a este fenómeno
con estructuras propias de gran fuerza, convirtiéndose en actores históricos un punto tiene que quedar claro: el triunfo de los europeos no estaba asegu­
y en el principio ordenador de nuestro mundo actual. No obstante, la histo- rado antes del despliegue de la revolución industrial y, además, ante el auge
ria nacional hoy en día es objeto de muchas dudas. Estas no se resolverán si de Japón, China, la India y los llamados tigres asiáticos, parece haber
sólo las fronteras geográficas de nuestros intereses se amplían a construc- llegado a su fin.
ciones discursivas más amplias.' La tercera forma de enfocar la historia global, igualmente macrohistóri-
Otro enfoque (construido a partir de los Area Studies) es la comparación ca, es el evolucionismo. Desde la época de la Ilustración, se impusieron
en el macronivel, entre civilizaciones, áreas culturales, etc. No es la prime- concepciones teleológicas de la historia que partían de la idea de un progre-
ra vez que se aplica tal método. A nivel global, tenemos a los misioneros so dirigido a una meta, posturas que a la vez parecen tener sus raíces en la
que ya a partir del siglo XVI comparaban las diferentes culturas y civiliza- escatología cristiana. En esta tradición hay que ubicar también a Schiller
ciones, calificándolas con los criterios de la religión cristiana y del derecho Marx o los representantes de la teoría de la modernización de la segunda
natural. Esta argumentación los ilustrados del siglo XVIII la sustituyeron mitad del siglo XX. Además, desde Edward Gibon hasta Oswald Spengler
por los parámetros de la razón identificada con el pensamiento europeo de o Amold J. Toynbee, no faltaron interpretaciones de la historia como una
su época y con una perspectiva de constante progreso. Por consiguiente, el continua sucesión de tipo cíclico de auge y decadencia de diferentes cultu-
escritor alemán Friedrich Schiller comparó las culturas extraeuropeas con ras. Con Charles Darwin y su formulación de la teoría de la evolución de
la infancia de la humanidad, tan primitiva e inculta que daba vergüenza. los organismos vivos, el evolucionismo histórico empezó a cambiar de
Así nació la idea de la simultaneidad de lo no simultáneo (Schiller 1789: 3; manera fundamental. Mientras que una variante biologista degeneró en la
Rothermund 2005: 13-15). La racionalización de este proceder llegó a un doctrina de la competencia entre las razas y la desigualdad de aquéllas
formidable progreso con Marx, quien midió el grado de desarrollo de las manifestada en esta lucha, una corriente enfocada no a las razas sino a las
sociedades por sus formas de producción. De esta manera pudo explicar civilizaciones, sociedades y culturas, ha experimentado un renacimiento en
las diferencias existentes, colocándolas en un esquema de evolución his- los últimos tiempos. El desarrollo de la humanidad se interpreta con cate-
tórica claramente estructurado. De nuevo, sin embargo, fue Europa, o el gorías como la innovación (equivalente a la mutación en la biología), la
Occidente, con su industrialización y su capitalismo, el ejemplo que debía competencia (análoga a la selección y la lucha por la existencia) o por las
seguir el mundo. condiciones geográfico-demográficas (adaptación, aislamiento) (p. ej. Dia-
La mayoría de las investigaciones comparativas dentro del campo de la mond 2005). Una característica de este enfoque es su concentración a la
historia global siguen versando alrededor de las causas y las características longue durée y la amplia dimensión espacial, pues un evolucionismo de
del camino peculiar del desarrollo europeo, el que a través del colonialis- este tipo parece poco adecuado para explicar diferencias locales y de corta
mo, la industrialización y el imperialismo llevó al predominio del Occiden- duración (Temin 1998). Los historiadores evolucionistas de este tipo pa-
te sobre el resto del mundo (p.ej. Landes 1998; Pomeranz 2000; Mitterauer recen, sin embargo, más ligados a las ideas de Lamarck que a las del gran
4
3 Mi crítica a la Historia Atlántica la he resumido en Hausberger 2007. Véase p. ej. Goldstone 1991.

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Darwin. Lamarck había pensado que el cuello de la jirafa se alargaba poco cultura, procesos de aculturación, hibridización y criollización), de la reli-
o poco al arrancar hojas de árboles muy altos y que esta cualidad se trans- gión (misión, conversión, sincretismo), de la comunicación (sólo piénsese
mitía a los hijos de esta jirafa. Tal capacidad de aprendizaje está ausente en en los nuevos medios de comunicación, pero también en la génesis, la
los genes, pero los hombres, tanto individualmente como colectivamente transformación y la desaparición de idiomas) o la demografia (migración,
sin duda la tienen. A raíz del descubrimiento de las leyes de la herencia y difusión de enfermedades y epidemias). Una historia global entendida de
de la genética, la teoría evolutiva moderna parte del principio de la casuali- esta manera, por lo tanto, no es tanto la historia de la globalización, sino
dad de las mutaciones, cuya adecuación debe demostrarse en las condicio- que ésta última constituye sólo una época de la historia global entre otras
nes concretas en las que se lleva a cabo la lucha de la selección. El resulta- más y, seguramente, no la-última, En todo esto, las innovaciones tecnoló-
do de este desarrollo es incierto y no permite pronóstico. Si el cuello de gicas en el campo del transporte y del tráfico, de los medios de comunica-
una jirafa accidentalmente salió más largo que el de sus semejantes, esto ción y de lo militar son de una importancia fundamental. Facilitaban rela-
puede resultar una ventaja o una desventaja, conforme a las condiciones ciones, interacciones y transferencias transgrediendo espacios y fronteras
concretas en que vive y a los cambios que esas experimentan. También cada vez más amplios. Tales fenómenos sólo pueden ser investigados en
fenómenos de este tipo pueden observarse en la historia. Una pregunta estrecho contacto con las fuentes. Estudios concretos de este tipo, los que
clásica sería, por ejemplo, ¿qué desarrollo autóctono, en el sentido de una recogen las experiencias de la historia regional, de la historia cotidiana, de
preadaptación, capacitó a la sociedad japonesa a traducir la influencia oc- la microhistoria y de los subaltern studies, deberían ser capaz de corregir y
cidental en el siglo XIX en una propia industrialización, sin caer como sus deconstruir las excesivas generalizaciones y abstracciones de la historia
vecinos en una dependencia colonial o sernicolonial? global macro. Un enfoque de este tipo naturalmente no dispensa la necesi-
Los enfoques macrohistóricos y las grandes comparaciones obligan a dad de llegar en algún momento a una síntesis (Stokes 2001: 524-525), y
concentrarse en los factores y procesos esenciales, lo que facilita la formu- por supuesto también estudios de casos concretos requieren de una refle-
lación de conclusiones e interpretaciones generales (O'Brien 2006: 5-6). xión teórica para que sean comunicables científicamente.
Con éstos se puede iniciar y desarrollar el debate. Al mismo tiempo se La historia global como historia de interacción, siempre y cuando se
transmiten con más facilidad que investigaciones empíricas particulares, tome en serio el concepto de la "interacción", parece más inmune a una·
tanto al público estudiantil como a un público no especialista. Cumplen así mirada eurocéntrica que la tradicional historia colonial o la vieja "historia
una función importante: impiden que la historia global no se pierda en la mundial de Europa". Los habitantes de los continentes extraeuropeos con
torre de marfil de los historiadores académicos. Pero con toda la brillantez sus variadas economías, formas de organización y culturas jamás fueron
y con todos los impulsos que con frecuencia emanan de tales trabajos, víctimas pasivas de los europeos enérgicos o superiores. Se oponían inclu-
padecen los mismos problemas que todas las otras macroconcepciones de so en situaciones de aplastante desigualdad de poder con medios e intere-
la historia: necesariamente elaboradas sin recurrir directamente a las fuen- ses propios y encadenaron, de esta manera, procesos de transformación que
tes, son propensas a la generalización y la simplificación, y sus resultados a ninguna potencia colonialista pudo dirigir a su antojo. Esto tuvo sus reper-
veces se muestran predeterminados y teleológicos. cusiones en los europeos mismos, sobre cuyo peso y alcance ciertamente
Pero la historia global no tiene que ser irremediablemente una Big His­ hay encarnizados debates. Sólo hay que pensar, para tomar un ejemplo de
tory del devenir de la humanidad, del Occidente o del mundo moderno. los tiempos actuales, en la inmensa influencia de países tan débiles como
Puede comprenderse también como la historia de relaciones, interacciones Afganistán, Irak o Somalía en la mayor superpotencia de toda la historia y
y transferencias de largo alcance que trascienden las fronteras existentes en la ec?nomía mundial. Una historia global de nuevo tipo no puede tratar
(en todas direcciones) (Schwentker 2005: 59). Estas pueden observarse en ª.Asia, Africa o América Latina sólo como apéndice de la historia europea,
el campo de la economía (comercio, transferencias de capitales y de tecno- sino que debe aspirar a una historia de interacción y de comunicación, en
logías, difusión de cultivos y de animales domésticos), de la política (for- la cual las diferentes sociedades, Estados, regiones, continentes y culturas
mación de imperios y de Estados, transformaciones de estructuras de do- sean analizados con el mismo nivel de importancia (Gruzinski 2004). 5 Las
minación locales y regionales, constitución de instituciones y organiza-
ciones supranacionales o supraestatales), de la cultura (transferencia de Véase también los artículos editados por Gruzinski, Subrabmanyam y Wong, 2001.
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diferencias de poder siempre han existido, pero hay que analizarlas como Periodización
un factor que influye en la interacción.
Se puede entender, por lo tanto, la historia global como un conjunto de La historia global, como toda narración histórica (occidental), se escribe a
procesos de interacción y transformación de diferente alcance y no necesa- lo largo de un eje vertical de tiempo y un eje horizontal de espacio. En esto
riamente continuos. Éstos siempre han facilitado, desde las tempranas épo- el historiador se ve enfrentado a problemas propios de periodización y de
cas de la humanidad, nuevas y extensas formas de comunicación y de in- definición del espacio de análisis. Aquí sólo podemos tratar el tiempo.
tercambio cultural y económico, han aportado a la formación de identida- Intentamos entrar en esta materia a partir de la pregunta por los princi-
des colectivas y, no en último término, colocaron los cimientos del poste- pios de la historia global: ¿a, partir de qué época tienen sentido sus plan-
rior sistema de Estados. Tales procesos, que se dieron en todos los niveles, teamientos?6 Con buenas razones puede considerarse la difusión del horno
siempre se han expandido a nuevas fronteras, retándolas o destruyéndolas, sapiens por el globo como el inicio de la historia global (Manning 2006),
pero con frecuencia también construyendo nuevas. Los desarrollos econó- con no tan buenas en el origen del sistema planetario (Spier 1996; Chris-
micos, políticos, culturales, militares y religiosos le siguen con diferentes tian 2004). Esto, sin embargo, sólo nos dice que la historia de la humani-
dinámicas y sus alcances espaciales de ninguna manera deben ser idénticos. dad desde siempre ha estado caracterizada (al lado de fenómenos y pro-
Las consecuencias de estos procesos son diferenciadas y dependen del cesos locales y regionalmente demarcados) por tendencias de largo alcan-
lugar, del tiempo y de los grupos sociales que involucran. Por un lado, en ce, interculturales y por encima de fronteras existentes. Ya en la historia
muchos niveles fomentan tendencias de integración y de homogenización, temprana de la humanidad pueden comprobarse extensos movimientos
y por el otro, crean fuerzas contrarias de fragmentación y nuevas diferen- migratorios, relaciones comerciales y transferencias de cultura y tecnolo-
ciaciones. Identidades culturales o regionales particulares no son obliga- gía. Los representantes de los diversos difusionismos (de forma especial-
toriamente antagónicos con los esfuerzos integradores-homogeneizadores mente exagerada, por ejemplo, por la escuela etnológica vienesa) han re-
de algún poder central o hegemónico, sino que igualmente pueden deberse currido a relaciones de este tipo para construir su teoría sobe la evolución
a una política llevada a cabo justamente por este poder para fragmentar las de las culturas (Pellech 2000). Entre las tempranas civilizaciones antiguas
fuerzas opositoras (Hechter 1975). Las diferenciaciones étnico-culturales y estas relaciones se profundizaron. Los entrelazamientos y las interaccio-
la constitución de nuevas fronteras pueden servir tanto de resistencia como nes, sin embargo, no se multiplicaron a través de la historia de forma con-
de legitimación a la división cultural del trabajo. El auge de las diferentes tinua y pareja, sino que se desarrollaron con intervalos de intensificación y
global o world histories, de esta manera, no por casualidad está acompa- retrocesos. En estos movimientos pueden delimitarse diferentes y fluctuan-
ñado por el ascenso espectacular de muchas historias particulares étnicas, tes centros de gravedad.
de género, generacionales o microhistóricas. Estas corrientes no deberían La pregunta que se plantea ahora sería si a partir de ahí es posible defi-
considerarse como contradictorias, sino que hay que analizar y compren- nir cortes y rupturas en el continuo milenario de la historia global, divi-
der la convergencia y la divergencia en su interacción y dialéctica. diéndolo de esta manera en períodos y épocas.
Lo que de todo esto sugiere es que se permita que los fenómenos inves- Las propuestas para una periodización de la historia global no faltan.
tigados definan los espacios en que se inscriben, lo que sería una solución Científicos sociales, los que relacionan la historia global sobre todo con la
pragmática a fin de enfrentar el reto que significa la historia global para la globalización, prefieren, por lo general, la idea de un cambio radical en la
investigación histórica. Por el contrario, la definición anticipada del espa- segunda mitad del siglo XX; los unos lo ubican en los años 50, los otros en
cio concreto en que se quiere realizar la investigación conlleva a la auto- los 70 y no pocos con el fin de la Guerra Fría y con la paralela revolución
delimitación, con lo que una de las grandes atracciones (pero también re- del internet en los años 90 (Beck 1998; Friedman 1999: IX-XIX). Historia-
tos) de la historia global se pierde. dores de la economía, por su parte, han descubierto una primera globaliza-
ción en el período que va de 1870 a 1914, aproximadamente, caracterizada
por un aumento dramático del comercio internacional, de los flujos de

Véase Schwentker 2005: 39-41; Komlosy 2005: 84-91.


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capital y de los movimientos migratorios. Después de la Primera Guerra ente medio, los siglos de 500 a. C. hasta 1500 d. C. como la era del equili-
Mundial y la crisis del 29, este desarrollo se invirtió y no fue hasta después brio cultural euroasiático, y el tiempo a partir de 1500 como la era del pre-
de la Segunda Guerra Mundial que la globalización económica ganó nuevo dominio del Occidente (McNeill 1963). Salta a la vista que el argumento se
impulso (Torp 2004; James 2001 ). Podría añadirse que en términos eco- mueve dentro del mapa tradicional de la historiografía occidental que no
nómicos tal argumentación puede ser coherente, pero mirando más allá, toma suficientemente en cuenta la India y la China (y mucho menos las
cabrían otras visiones. Las dos guerras mundiales, por ejemplo, pueden Américas).
interpretarse no sólo como rupturas en el avance de la integración eco- Ya más recientemente, un grupo alrededor de A. G. Hopkins y C. A.
nómica, sino como fase de una interacción global extremamente intensa, en Bayly ha propuesto tres períodos diferentes. Definen una primera fase de
el sentido pleno -o macabro- de este adjetivo. globalización arcaica desde los inicios hasta el siglo XVII, una fase de
Otros ubican el cambio decisivo del desarrollo de la historia global con protoglobalización en los siglos XVII y XVIII y una globalización moder-
la industrialización y el surgimiento de la modernidad occidental a fines del na a partir de la industrialización (Hopkins 2002: 6). Las raíces de este mo-
siglo XVIII. Una de las innovaciones más exitosas de esta época fue el delo en la experiencia anglosajona son evidentes. Mientras que la expan-
nacimiento del Estado nacional, que desde Europa se divulgó a toda la orbe sión ibérica se ve como parte de la globalización arcaica, con la coloniza-
y que hasta hoy en día constituye la estructura de orden más importante en ción británica y holandesa empieza la protoglobalización. Esto me parece
el mundo globalizado (Bayly 2004 y 2005; Osterhammel 2009). Finalmen- una típica concepción teleológica: a partir de la "victoria" del liberalismo
te, muy frecuente es la suposición del inicio de la expansión europea en los anglosajón, consumada con el derrumbe del bloque comunista, se ubica el
siglos XV y XVI como el momento crucial de la historia global; así lo han inicio de la historia global con el poderío británico, al que toda historia
hecho entre otros Braudel y Wallerstein (Wallerstein 1974-89; Braudel anterior le sirvió de preludio.
1986). El año simbólico de 1492 también en la periodización tradicional se Con todo, sin embargo, hay que subrayar que todos los cortes o momen-
considera el inicio de la época moderna. Sin embargo, ya mucho antes del tos de cambio, procesos de intensificación y de integración se observan en
siglo XV, existían contactos comerciales, culturales y migratorios entre las diferentes partes del mundo con distinta claridad y siempre siguiendo
regiones muy alejadas. Esto es cierto sobre todo para las sociedades de sus propias cronologías. Así, la expansión europea alcanzó al mundo
Europa, Asia y partes de África, conectadas por rutas de caravanas y rutas extraeuropeo en diferentes tiempos y las sociedades atañidas entablaron el
marítimas. Según el modelo de Janet Abu-Lughod se habla de economías y contacto con los europeos de formas muy diversas. Por consiguiente, por
sistemas mundiales precapitalistas o preeuropeos (Chaudhuri 1985; Abu- ejemplo en relación con América Latina, no puede argumentarse que las
Lughod 1989; Bentley 1998). interdependencias globales, con todas sus consecuencias, se hubieran hecho
Partiendo de estos debates, se han propuesto esquemas de periodización sentir en dimensiones apreciables sólo en el siglo XIX o incluso más tarde.
para estructurar todo el desarrollo de la humanidad según criterios de la En el interior de África la situación fue muy distinta, y un caso muy com-
historia global (con otros preceptos historiográficos, tales intentos existían plejo sería Europa misma, donde se discute apasionadamente si y hasta
ya con anterioridad en la Ilustración y con Marx). Aquí sólo pueden men- dónde las relaciones exteriores del continente y de sus partes han marcado
cionarse algunos ejemplos. En 1962, Cario M. Cipolla dividió la historia, su desarrollo y su integración (Reinhard 1997). Las culturas e imperios
desde una perspectiva económica, en dos revoluciones, la agraria, en el extraeuropeos, por otro lado, tenían sus propias relaciones interregionales,
Neolítico cuando las sociedades humanas cazadores y recolectores em- las que obedecían a muy diversas condiciones de dominio e interdepen-
pezaron a cultivar plantas, y la industrial, que a partir de la segunda mitad dencia. En suma, hay que comprender las consecuencias y los efectos del
del siglo XVIII transformaría crecientes partes del globo (Cipolla 1962). desarrollo histórico contemplados desde la perspectiva de la historia global
Esta concisa tesis no propone ninguna datación concreta, pues la revolu- con todas sus diferenciaciones y particularidades regionales. Probablemen-
ción industrial y aún más la agraria se dieron en distintas partes del mundo te no es tan dificil hallar una periodización convincente tratándose sólo de
en tiempos bastante diferentes. Un poco después, William H. McNeill una región o de las relaciones entre dos continentes. Mas para una historia
propuso una periodización siguiendo a Toynbee, en la que consideró el global que transcienda los límites entre regiones, continentes y culturas, y
tiempo hasta 500 años antes de Cristo como la era del predominio del Ori- que analiza relaciones e interacciones multipolares, la tarea de encontrar
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un orden cronológico común se toma muy problemático. La única salida fenómeno, su path dependency, para usar el término de Flynn/Giráldez. En
que se ofrece parece ser la renuncia a la concepción de una cronología este sentido, la globalización actual no es expresión de una ruptura radical
homogénea, como era, por ejemplo, primordial para la historiografia de los en la historia de la humanidad, sino sólo una fase de un desarrollo mucho
Estados nacionales, y su sustitución por una multitud de cronologías re- más largo Y mucho más complejo que lo que expresa la simple convergen-
gionales relacionadas entre sí. Sin embargo, es más fácil decirlo que reali- cia de precios. Sus raíces llegan hasta la prehistoria; coincido con Flynn
zarlo de forma convincente en una narración histórica. Habría que buscar y Giráldez (y con muchos otros como Braudel o Wallerstein) en que no
vínculos entre fenómenos paralelos, a primera vista contradictorios (p. ej. obstante hay que considerar el siglo XVI como un momento clave de su
entre crisis y auge o expansión). avance.
Obviamente cualquier postulado de arranque o inicio de la historia Los argumentos para llegar a tal conclusión son claros. Fue en el siglo
global depende de cómo conceptualizamos y jerarquizamos las fuerzas que XVI cuando las macrorregiones del globo (con excepción de Australia) se
la empujan, y lo mismo sucede respecto a los inicios de la globalización; conectaron de forma irreversible. Por 1570, con la apertura de la ruta entre
en otras palabras, depende de cómo definimos nuestros términos y concep- Acapulco y Manila, el comercio se instituyó como una red de intercambio
tos. Esto quedó muy claro en un debate que sostuvieron Geoffrey William- global, en la que los metales preciosos de América funcionaron como su
son y Kevin O'Rourke con Denis Flynn y Arturo Giráldez. Williamson y lubricante. En el siglo XVI, se tomó conciencia de la dimensión geográfica
O'Rourke, en dos artículos publicados en 2002 y 2004, definieron "globali- del planeta, primero por los cosmógrafos europeos, pero pronto hasta por el
zación" como la integración de mercados a través del espacio, marcando el sultán otomano y no tardó mucho tiempo hasta que este saber penetrara a
arranque de este proceso en las primeras décadas del siglo XIX. Para ello sectores más amplios de la población. Fue también en el siglo XVI cuando
recurrieron al argumento de que "la mejor manera de evaluar ese proceso el mapa virológico y bacteriológico se globalizó, causando verdaderos
histórico de integración del mercado es midiendo el grado en el cual los estragos en la población de las Américas.
precios de las mismas mercancías convergen en una dimensión global a Esta periodización también desafia al anglocentrismo que parece haber-
través del tiempo" (O'Rourke/Williamson 2002 y 2004). Señalaron que no se apoderado de forma hegemónica del main streem de la historia global y
podían hallar tal convergencia de precios antes de la primera mitad del coloca la historia latinoamericana en el centro de la atención. Obviamente,
siglo XIX. Por su parte, Flynn y Giráldez se opusieron a este tipo de ar- podría criticarse que de igual forma se hace desde un enfoque bastante
gumento, acusándolo de reduccionista, y exigieron un enfoque interdisci- eurocéntrico. Pero es evidente que la llegada de los españoles y portugue-
plinario, y no sólo economista, para estudiar un fenómeno tan amplio ses a América y la conquista de amplias partes del continente, sobre todo
como, según ellos, es la globalización. Para estos autores, se trata de un de sus culturas más fulgurantes, y también la integración de estos des-
proceso histórico cuyos orígenes se remontan al siglo XVI. Argumentan cubrimientos en una nueva cosmografia global, fue obra e iniciativa euro-
que "la globalización comenzó cuando todas las macrorregiones densamen- pea. Es crucial, sin embargo, tomar en cuenta que estos eventos, desde sus
te pobladas de la tierra iniciaron una interacción sostenida, ya sea directa- principios, dieron lugar a una amplísima gama de interacciones de todo
mente unas con otras o indirectamente a través de otras regiones, de mane- tipo, cuya comprensión es esencial tanto para la historia latinoamericana
ra tal que quedaron vinculadas profunda y permanentemente" (Flynn/Gi- como para la del mundo. Éste no es el espacio para tratar estas temáticas
ráldez 2004 y 2008). Quizás la discusión pueda suavizarse si -para no am- con profundidad; apenas pueden ser esbozadas.
pliar demasiado el sentido de los términos- se reserva el término de "gleba- Así, el contacto con el mundo indígena y pronto también con el de los
lización" a fenómenos más actuales. Los argumentos básicos de Flynn Y africanos esclavizados desencadenó un proceso de transculturación de di-
Giráldez, sin embargo, parecen completamente válidos: no tiene sentido námicas extremas, en el que los indígenas (y los africanos) desempeñaron
definir "globalización" a partir de una sola variable, por importante que papeles protagónicos y activos, aunque fueran al mismo tiempo objetos de
sea (como la "convergencia de precios"), ni tampoco desde una sola disci- abusos, de violencia y represión. El llamado "mestizaje'" es sólo la ex-
plina o subdisciplina (como la economía o la historia económica); y, si la presión más representativa de este desarrollo que anticipó la hibridación y
historia puede aportar algo a nuestra comprensión de la globalización,
cualquiera que fuera su definición, sería el énfasis en la historicidad del Para un tratamiento de este término, véase por ejemplo Zermeño 2011.

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transculturación que hoy en día atrae tanto la atención y provoca tanta talidades de los conquistadores. Los deseos de riqueza y mejora social de
polémica, al ser consideradas como fenómenos nuevos y resultados de la los europeos que se trasladaron a América obedecían a conceptos occiden-
globalización cultural moderna.
tales. Pretendían ser señores a la usanza europea, aunque usaran tal o cual
El papel de la reivindicación universalista de la civilización occidental, símbolo de señorío y estatus indígena, algunos se casaran con princesas
bajo signos religiosos, estaba plenamente presente. Fue en Latinoamérica aztecas y les gustara rodearse de siervos indios. Les importaba, entre otras
donde triunfó por primera vez. En este contexto hay que destacar el papel cosas, vestirse con telas italianas o asiáticas, tomar vino, condimentar sus
de la religión. En América la Iglesia, basándose en experiencias antiguas platos con especias orientales, usar objetos de vidrio, festejar las misas en
medievales e impulsada por su universalismo, emprendió por primera vez iglesias adornadas con lienzos al óleo, escribir en papel, poseer -tal vez-
una empresa de conversión masiva fuera de Europa. Sin limitarse a la es- algún libro o armarse con hierro y tener armas de fuego. Había que efec-
tricta esfera de la religión, la misión fue una empresa de profunda trans- tuar la conquista y la manutención de los nuevos territorios con un núcleo
formación cultural; fue una misión civilizatoria, término que se ha usado de gente y armas traídas de Europa. Esto, para los conquistadores, signifi-
para definir ciertas políticas del imperialismo del siglo XIX (Barth/Oster- caba que tanto su seguridad como su riqueza y su estatus dependían de la
hammel 2005). De esta forma, la reivindicación universalista, bajo la ban- cantidad de productos que se pudieran adquirir e importar del Viejo Mun-
dera del laicismo y la modernidad, sigue vigente hasta hoy en día, en que do. En América empezaron a imponerse nuevas pautas de consumo, tanto
valores occidentales como el liberalismo, la democracia o los derechos por razones de prestigio como por su utilidad práctica, lo cual contribuyó
humanos reclaman, sin mucha tolerancia, su vigencia global. a que también amplios sectores de la población indígena, por ejemplo,
Otro tema importante serían los flujos de metales preciosos que partían usaran herramientas de hierro en sus labores cotidianas. Por consiguiente,
de América Latina, tan medulares para la constitución de los circuitos mer- desde el principio, la América conquistada desarrolló una demanda de
cantiles globales. Se han interpretado como expresión de una política co- productos de importación que iba a ser determinante. Para comprarlos se
lonialista y explotadora, y en fechas recientes como una consecuencia de necesitaba con qué pagar, en otras palabras, para poder importar, fue im-
la demanda insaciable de Asia. Obviamente, la llegada masiva de metales prescindible exportar. La economía interna hispanoamericana fue, de esta
preciosos también benefició a la Corona española, siempre necesitada de suerte, una economía construida alrededor de la exportación. Como las
dinero, pues a través de los impuestos cobrados, la plata aportó recursos al sociedades americanas no disponían de suficientes productos exportables,
financiamiento de la política imperial. Pero lo que hizo fluir los metales en los españoles mismos se vieron forzados a organizar una producción desti-
primer lugar, no fue el deseo de los españoles de llenarse las bolsas y nada a los mercados externos. Esto fue una tarea compleja y pudo resol-
llevárselos a Europa, ni la voluntad del rey español, del emperador de Chi- verse sólo mediante la minería. La exitosa inserción de los metales precio-
na o de los banqueros de Génova, Augsburgo o de Ámsterdam, sino la sos americanos en el nuevo comercio mundial dio un decisivo empuje al
demanda de los conquistadores (el núcleo de una nueva élite americana) y intercambio entre Asia y Europa y dejó profundas huellas en las econo-
pronto de sectores más amplios de productos europeos y asiáticos. Los mías internas tanto europeas como asiáticas.
monarcas sólo pudieron fomentar pero no gestionar la producción, y a su Resumiendo, creo que sería un error ver los procesos globalizadores en
vez esta gestión tampoco estuvo en manos de los chinos. La demanda América Latina limitados al siglo XIX o XX. Significaría perder de vista
china, sin embargo, aseguró que se estableciera un sistema estable de in- cómo el continente y sus habitantes, tanto indígenas como los de origen
tercambio intercontinental, pues, al absorber grandes cantidades de plata, europeo y africano, fueron transformados a partir de su inserción en una
impidió que se devaluara su precio y que los mercados americanos per- multitud de relaciones globales desde la conquista; significaría, además,
dieran su poder de compra. colocar a América Latina en la periferia de la historia global, cuando de
¿Cómo explicar esto? La toma de control sobre los nuevos territorios no hecho formó uno de sus centros en los momentos de arranque, y signifi-
había solucionado el aprovechamiento que se les iba a dar, en vista de la caría, por último, recortar la historicidad de la globalización.
imposibilidad de emprender un comercio con los territorios americanos
como se estaba haciendo con Asia. Se trataba de una cuestión económica
que sólo pudo resolverse dentro de los parámetros culturales y de las men-
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nace de la forma y se desdobla en líneas sin aparente canon geométrico".

El dibujo, "Allá arriba y hacia lo alto" (61,5 x 48,7 cm), apareció en la carpeta En la
búsqueda de un nuevo equilibrio de cosas, del que forma parte el célebre dibujo "El
equilibrista", que marca el alejamiento de Klee de la Bauhaus. Según W. Kersten, el
Juego de formas geométricas triangulares, cuadrangulares y poliangulares, de la que
nace la figura situada al borde de una línea imaginariaen un vacío, significa en el len-
guaje plástico de Klee una ironía autocrítica de los valores sostenidos en la Bauhaus.
Ver Kersten 1995: 27-28.
El dibujo puede consultarse en Paul-Klee-Stiftung/KunstmuseumBern 2001.
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