Вы находитесь на странице: 1из 8

//MASACRE DE LAS BANANERAS

¿Qué Paso?
La mayoría de las versiones concuerdan en que entre la noche del 5 de diciembre
y la madrugada del 6 de diciembre de 1928 en Ciénaga, Magdalena ocurrió una
masacre de huelguistas trabajadores de la empresa United Fruit Company (UFC),
los cuales no tenían peticiones radicales, sino que solo le apostaban a una
modernización de las relaciones laborales, ya que en ese entonces las condiciones
de los trabajadores no eran dignas.
El problema en cuestión radicaba en que la compañía multinacional no quería
contratar de manera directa a los trabajadores de las plantaciones. Lo que siempre
hacía para evitar el pago de contraprestaciones laborales era subcontratar a través
de terceros. El objetivo primordial de la huelga era que la UFC reconociera como
suyos a los obreros, pues desde 1915 el Gobierno colombiano ya había emitido
leyes que regulaban las condiciones de los trabajadores y que, por supuesto la
United Fruit Company se rehusaba a cumplir, ya que le implicaba extender los
beneficios que otorgaba esta norma a los trabajadores de las plantaciones. (Elías
Caro, 2011)
Este suceso hoy en día sigue siendo uno de los episodios más importante de la
memoria colectiva, pues a pesar de haber ya transcurrido más de ochenta años de
lo ocurrido, sigue originando interpretaciones adversas, como dicen el profesor de
literatura Joaquín Robles y el historiador Mauricio Archila, “puesto que aún no hay
claridad ni consenso sobre lo que verdaderamente ocurrió en esos acontecimientos
de esa noc. he en esa recóndita población de la Región Caribe Colombiana”.
Diferentes Versiones y las fuentes
“El hecho ocurrido fue la huelga que los obreros de la compañía bananera United
Fruit (filial de Colombia) realizada del 13 de noviembre al 6 de diciembre de 1928,
este último día tales obreros fueron disparados por el ejército en la zona bananera
del Departamento del Magdalena (los pueblos de Fundación, Aracataca, Sevilla,
Tucurinca, Guacamayal, Ciénaga). En el pueblo de Ciénaga estos acontecimientos
dejaron un número indeterminado de muertos y heridos. Los principales actores de
este conflicto laboral y social fueron:
 La empresa multinacional estadounidense United Fruit Company.
 Aproximadamente unos 30.000 obreros colombianos declarados en huelga
bajo el liderazgo del dirigente obrero Eduardo Mahecha.
 Ignacio Torres Giraldo, prominente dirigente de la Unión Sindical de
Trabajadores del Magdalena y cofundador del PSR-Partido Socialista
Revolucionario.
 El general Carlos Cortés Vargas, declarado por decreto, jefe civil y militar de
la zona bananera.
 El presidente de Colombia, Miguel Abadía Méndez (1926-1930), que decretó
el estado de sitio en el Departamento del Magdalena, autorizando así la
represión militar de los obreros.
Los principales acontecimientos ocurridos en relación a la huelga de las bananeras,
incorporados intertextualmente como textos castrenses, políticos, novelísticos e
históricos son:
 La presentación, en noviembre de 1928, de un pliego de peticiones laborales
(26) por parte de los trabajadores a la UFC, que el 12 de noviembre se negó
a negociar con ellos.
 La declaración de huelga el 13 de noviembre por los obreros, al ser
rechazada su petición laboral por la UFC.
 La concentración programada, el 5 de diciembre, por el comité ejecutivo de
la Unión Obrera en la estación de tren de Ciénaga para recibir al gobernador
del Magdalena, que prometía solucionar el conflicto laboral en favor de los
trabajadores; éste nunca llegó.
 La matanza de un número indeterminado de obreros, mujeres y niños por
parte de las fuerzas armadas de Colombia al mando del general Cortés
Vargas, quien dio la orden de fuego de ametralladora sobre la multitud
congregada en Ciénaga el amanecer del 6 de diciembre de 1928.
La huelga de las bananeras y la matanza de trabajador es, en tanto hecho real
documentado y verificable en la historia de Colombia, ha sido registrado, entre
otras formas, por escrito, como reporte militar, discurso político, episodio de
novelas (entre ellas, Cien años de soledad ), fuente historiográfica de manuales
para la enseñanza de historia de Colombia, como el de Tirado Mejía y,
posteriormente, convertido en leyenda popular por los lectores del pasado
colombiano. (Ortega, 2013).
La masacre de las bananeras, ocurrida el 6 de diciembre de 1928, impactó la
forma como los trabajadores se relacionaban con las empresas en Colombia.
Así lo aseguró en diálogo con EL TIEMPO Marcelo Bucheli, autor del libro
'Bananas and Business: The United Fruit Company in Colombia, 1899-2000,
quien señaló que las peticiones de los trabajadores de las bananeras no eran
radicales y que en realidad apostaban a “una modernización de las relaciones
laborales”. Además, dijo que después del episodio de represión, en 1934 el
Gobierno colombiano ya había vuelto “ley gran parte de las cosas que pedían
los trabajadores” y llamó la atención sobre el riesgo de hacer “interpretaciones
de forma ligera de la historia”.
“Los hechos en cuestión parten desde el día 12 de noviembre de 1928 cuando
estalla una gran huelga en toda la región bananera del Magdalena. Una huelga
que contó con la participación de más de 25 000 trabajadores de las plantaciones
bananeras, los cuales se negaban a cortar la fruta hasta tanto sus condiciones
laborales y prestacionales no fueran mejoradas. Esta huelga obrera
básicamente tuvo como finalidad presionar a la multinacional estadounidense
United Fruit Company para que legalizara las condiciones contractuales de los
obreros que por jornal laboraban en sus plantaciones6. Se estimaba que había
150 000 obreros dedicados al negocio bananero a cargo de la UFC en toda la
Gran Cuenca del Caribe, de lo que se infiere que el 16,7% del total de los
trabajadores de la compañía multinacional correspondía a empleados
colombianos y, por ende, los huelguistas. La producción de la UFC en la región
bananera del Magdalena para el año del conflicto ascendía a 10,3 millones de
racimos exportados, lo que dio como resultado que Colombia se ubicara como
el tercer productor de banano en el mundo. Además, hizo que este producto
estadísticamente fuera el 7% del total de las exportaciones del país y una de las
mayores fuentes de empleo en el Caribe colombiano. Según Catherine Legrand,
la UFC en la década de 1920 tenía 1.383.485 hectáreas de terreno cultivadas
de banano, había construido 2.434 kilómetros de líneas ferroviarias y poseía
noventa barcos de vapor conocidos como la Gran Flota Blanca, que
transportaban el banano de estos países referenciados hacia Europa y
Norteamérica. El poderío de la United Fruit Company era tan grande que ya para
1928 había construido 5.636 kilómetros de cables telegráficos y telefónicos y 24
estaciones de radio.” (Elías Caro, 2011)
El pliego de peticiones estaba compuesto por nueve demandas, este fue
aprobado unánimemente en una reunión llevada a cabo en la localidad de
Ciénaga-Magdalena el día 6 de octubre de 1928 y realizada por la Asamblea
General de la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena. En éste solicitaban
a los grandes productores y a la United Fruit Company: (Elías Caro, 2011)
 Seguro colectivo obligatorio.
 Reparación por accidentes de trabajo.
 Habitaciones higiénicas y descanso dominical remunerado.
 Aumento en 50% de los jornales de los empleados que ganaban menos
de 100 mensuales.
 Supresión de comisariatos.
 Cesación de préstamos por medio de vales.
 Pago semanal.
 4Abolición del sistema de contratistas.
 Mejor servicio hospitalario.
Una cosa en la que hay que enfatizar mucho respecto a las relaciones de los
trabajadores con la empresa UFC, es que su principal punto de descontento era
que UFC no los contrataba directamente. UFC tenía unos subcontratistas a los
que les daba un paquete de plata, y esta gente contrataba a los trabajadores por
días o por lo que fuera, y estos trabajadores no eran, por lo tanto, oficialmente
empleados de UFC. Este asunto los había tenido descontentos durante un
tiempo largo. De hecho, esa no fue la única huelga: hubo una huelga en 1918,
otra en 1919, otra en 1924 e incluso en 1928 hubo una en enero. Lo que ellos
pedían eran cosas que, además de los contratos, no eran muy diferentes de lo
que la legislación colombiana desarrolló con el tiempo: pago por horas extras,
horario laboral de ocho horas, indemnización por despido, seguro de salud. Las
peticiones de los trabajadores en esa época –si se leen los pliegos de
peticiones– no eran muy radicales, casi que podría decirse que ellos estaban
pidiendo una modernización de las relaciones laborales. En los últimos días
antes del final de la huelga con la masacre, los trabajadores habían logrado que
la empresa cediera en gran parte de los puntos, pero no lograron el de los
contratos y ahí se rompieron las negociaciones. Lo que más querían era que
cada trabajador tuviera un contrato firmado por United Fruit y no una cosa
informal, a veces simplemente arreglada por conversaciones con los que
llamaban ‘ajusteros’, que eran como subcontratistas.
“Las cosas sucedieron porque una vez concentrados los trabajadores obreros
en los distintos puntos de congregación en los cuales se reunían como acto de
manifestación y protesta pacífica, siendo las once de la noche del día miércoles
5 de diciembre llegó la noticia que el Dr. Núñez Roca, gobernador del
departamento de Magdalena, acaba de emitir un decreto, por medio del cual
ordenaba la dispersión de los grupos de huelguistas. El decreto hacía varias
consideraciones, entre ellas la de que la huelga había generado una asonada.
Norma que para los huelguistas fue de muy mal gusto, pues el Gobernador
expidió dicho decreto sin consultarles a ninguna comisión que los representara,
sólo lo hizo desde la óptica de la multinacional, de las autoridades militares que
defendían los intereses de ésta compañía norteamericana y de la “bananocracia”
criolla; lógicamente, los obreros irrumpieron en manifestaciones de protestas. El
ejército allí acantonado fue comisionado para hacer cumplir las disposiciones del
Gobernador del departamento, y con ese motivo se ordenó a los huelguistas se
disiparán. Muchos de ellos estaban acostados en los playones, otros en los
alrededores de la estación del tren y otros dormían al aire libre. Una vez los
soldados llegaron a la plaza leyeron el texto completo del decreto y dieron quince
minutos para que la muchedumbre obrera acantonada en la plaza- que estaba
conformada por más de 1.500 personas-se dispersaran. Como éstos no
quisieron obedecer las órdenes dadas por los jefes militares, y por el contrario
los huelguistas cada vez más agitaban las banderas del tricolor nacional y
pancartas alusivas al movimiento obrero y en contra de la explotación laboral, al
grito de “viva Colombia”, lo siguiente que hicieron los soldados fue tocar a ritmo
de tambores una corneta por tres veces, previo aviso de que harían tocar el
instrumento de viento en un lapso de un minuto entre toque y toque; si al cabo
de una tercera no se había disipado el grupo, se procedería a disparar en contra
de las personas que se encontraran en mitin. En efecto, al sonar la tercera
corneta, los manifestantes se mantuvieron en pie de lucha en sus protestas y
por ende no se dispersaron; instantes después sólo se escuchó la voz de un
militar que decía “fuego” y con ello, segundos después, se sintió el rugir de las
ametralladoras y las descargas de la fusilería disparadas en contra de los
obreros que se encontraban en huelga.” (Elías Caro, 2011)
Aquí lo que sucedió fue que, poco antes de que se diera la matanza, se corrió
un rumor entre los trabajadores de que la empresa había finalmente aceptado
los últimos puntos. Entonces, se reunieron en la plaza de Ciénaga a celebrar
este triunfo y a ver lo que iba a ser la firma del contrato. Cuando llegaron a la
plaza, de pronto les dijeron a los trabajadores que ya no venían el gerente de
UFC ni tampoco el ministro de Industrias. Esto empezó a provocar descontento
en los trabajadores, que se sintieron engañados. El Gobierno estuvo intentando
negociar durante mucho rato. Fue muy al final cuando dijo que ya no iba a
participar como un árbitro entre los trabajadores y la empresa. La empresa
estaba terca en no aceptar el elemento de contratarlos y ellos tampoco estaban
dispuestos a abandonar este punto. Ahí fue cuando el Gobierno dijo: “Bueno,
aquí ya no hay nada más que hacer”, y se le dio luz verde al Ejército para que
fuera a lo que llamaban “pacificar la región”. Y ahí se hablaba de que eso era
una revolución bolchevique por parte de algunas personas de Bogotá e incluso
de Santa Marta, pero realmente lo que se veía era que el sindicato no estaba
pidiendo cosas muy radicales. Entonces, como ya se ha documentado en
diferentes lugares, se les pidió a los trabajadores que se dispersaran de la plaza,
ellos se negaron y ahí empezó la violencia. La reacción del Gobierno colombiano
fue desproporcionada. El mismo general Cortés Vargas, que lideró la operación,
dijo que, según él, habían matado a 13 personas.
Pero, independiente del número y si uno mira lo que pedían los trabajadores y
la forma como se reprimió esto, fue una cuestión totalmente desmesurada.
Incluso, si uno ve lo que pasó después de la huelga, los años siguientes, ya para
1934 el Gobierno volvió ley básicamente gran parte de las cosas que pedían los
trabajadores en 1928. Entonces, no eran un peligro para la estabilidad del país.
“Ya todo estaba consumado. Las primeras crónicas que salieron sobre los
resultados de muertes antes de tener un reporte oficial más amplio,
mencionaban 8 muertos y 20 heridos. Una semana después en esas mismas
fuentes se hablaba ya de 100 muertos y 238 heridos. Mientras tanto, las fuentes
oficiales de manera reservada y en comunicaciones diplomáticas, comunicaban
que eran más de 1.000 los muertos. Cifra que, según sobrevivientes y
narraciones de la época la Matanza de las Bananeras sobrepasó los mil
masacrados, hasta el punto que los vagones del tren iban llenos de cadáveres,
a los cuales enterraban en fosas recónditas aún desconocidas. Eso sin contar el
número de personas que pavoridas huyeron del lugar a distintos lugares del país,
sin importar perder sus pertenencias, todo por temor a ser masacrados por las
autoridades.” (Elías Caro, 2011)
La UFC dijo que había bolcheviques entre los trabajadores, esa fue la palabra
que usaban. Básicamente su actitud fue: “No negocio este punto, y el resto el
Gobierno verá cómo hace”. Ellos contrataron gente –‘rompehuelgas’, como se
llaman– que fuera a trabajar en las plantaciones mientras los trabajadores
estaban en la huelga, y estas personas eran protegidas por el Ejército. Ese fue
el papel de ellos. Primero, sentían que tenían la situación de su lado, en el
sentido de que creían tener el poder de negociación en el punto para no ceder
el de dar un contrato a los trabajadores; y, segundo, sí tuvieron apoyo del
Gobierno al contratar para continuar las operaciones.

¿Este suceso tuvo algún impacto en las relaciones empresa- trabajador en


Colombia?

Sí tuvo impacto. Durante la huelga, United Fruit se negó a negociar, después


vino la represión y, entonces, en teoría ya no había nada más que negociar. El
Gobierno disolvió la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena, que era la
que había liderado la huelga y donde no todos los sindicalistas alrededor de los
trabajadores bananeros tenían la misma visión de lo que esta debería ser.
Después de eso, el precio fue caro en varios aspectos, el primero grandísimo,
fue obviamente el de reputación, esto fue explotado por Jorge Eliécer Gaitán y
por partidos de la oposición, y en las siguientes elecciones los conservadores
perdieron el poder después de muchos años. No se puede decir que fue
exactamente por la masacre, porque ellos estaban divididos entre sí, pero lo que
se vio, por ejemplo, después de 1934, cuando Alfonso López Pumarejo subió al
poder, es que los trabajadores volvieron a hacer huelgas en el sector bananero,
volvieron a pedir lo mismo, y ahí el gobierno los apoyó.
La ley aquí era lo que habían pedido los trabajadores antes, y esto cubría a las
empresas en el país, nacionales, extranjeras, etc., y por otro lado, cuando se
fueron a la huelga, después de la subida de Pumarejo, el Gobierno se alió con
los trabajadores y la empresa casi que no protestó, sabía que el ambiente
político había cambiado en Colombia y cedió ante varias de las peticiones. Las
cosas sí cambiaron y los sindicatos sí se volvieron más poderosos y el gobierno
cambió.
¿Actos como los ocurridos en esa historia han vuelto a pasar? ¿Podrían
ocurrir otra vez? ¿Cómo evitarlos?
Actualmente en algunos sectores de la industria se presentan actos algo
similares pero no de esta misma magnitud, aún existen algunas irregularidades
en cuanto a los trabajadores a pesar que ya tenemos unas leyes claras para los
derechos de los trabajadores donde el pago de horas extras, horarios de ocho
horas, contratos definidos, pagos de salud entre otras cosas, son parte de estos
derechos como trabajadores aunque la violación de estos son más vistos en
pequeñas empresas donde quieren tener a los trabajaderos como negreros y
bajo las condiciones de ellos por un pago no agradecido.
Bibliografía
Elías Caro, J. E. (Enero - Junio de 2011). LA MASACRE OBRERA DE 1928 EN LA ZONA BANANERA
DEL MAGDALENA - COLOMBIA. UNA HISTORIA INCONCLUSA. ANDES, 22, 1-27.

Ortega, N. G. (2013). Una nación en formación en su historia y literatura. España:


Iberoamericana/Vervuert.

¿Qué Paso?

¿Existen versiones diferentes? ¿En qué se diferencian?

¿Cuáles son las fuentes de esas versiones?

¿Actos como los ocurridos en esa historia han vuelto a pasar? ¿Podrían ocurrir otra vez? ¿Cómo
evitarlos?

Opiniones personales frente a los hechos

¿Conocía usted esta historia?

Fuentes bibliográficas

Fuentes de las versiones

Dentro de las fuentes de las diferentes versiones se encuentran los periódicos del momento,
algunos de estos La Prensa de Barranquilla, donde casi todos los días salían noticias de lo que
estaba ocurriendo en el momento, El Estado de Santa Marta, El Espectador, El Tiempo, El Diario de
Córdoba.

También existen versiones contadas directamente por los habitantes de la zona y por quienes
hicieron parte de dicho acontecimiento como el General Vargas Cortés en sus memorias de los
hechos. Vargas Cortés, Germán, Los Sucesos de las Bananeras. Historia de los acontecimientos que
se desarrollaron en la Zona Bananera del Magdalena, 13 de noviembre de 1928 al 15 de marzo de
1929.

Para el desarrollo de este escrito fue de imperiosa necesidad acudir a los archivos de la época, los
cuales están ubicados en la ciudad de Bogotá, en la Biblioteca Nacional de Colombia, Hemeroteca
“Manuel del Socorro Rodríguez”, y en el Archivo Histórico del Magdalena Grande ubicado en la
ciudad de Santa Marta.
OPINION

La masacre de las bananeras ocurre en 1928 debido a la intolerancia de un estado que pisotea los
derechos de los trabajadores por defender intereses de terceros. Casi un siglo después la historia
se sigue repitiendo en estancias mayores, quienes reclaman por los derechos de los trabajadores
“líderes sindicales – líderes sociales” siguen siendo asesinados día a día la mayor parte por fuerzas
paraestatales. Hoy como ayer el estado sigue siendo intolerante con la clase trabajadora;
proyectos, reformas laborales que protegen la clase empresarial acabando con la estabilidad
laboral, tercerizando la contratación, es decir concertando una subcontratación para
determinados servicios, la mayor parte de quienes cotizan pensiones no se lograran pensionar. Los
recursos del estado se invierten más en guerra que en salud y educación y eso lo vemos día a día
con todos los problemas que se presentan con los más vulnerables. “Un pueblo que ignora su
pasado no puede vivir en un presente feliz”.

Вам также может понравиться