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15/02/2016 ARTE

Cómo serán los museos del futuro,


desde la mirada de siete
especialistas locales
Serán espacios livianos y mucho más populares, concebidos a escala humana,
que privilegiarán la experiencia y las emociones por encima de las obras de arte,
y donde el “invitado” y ya no “visitante” dejará su impronta, según destacados
espacialistas locales.
Por Mercedes Ezquiaga

Como en una suerte de versión contemporánea de Julio Verne, los directores de museo Andrés Duprat,
Victoria Noorthoorn, Agustín Pérez Rubio, María José Herrera, Teresa Riccardi, el secretario de
Patrimonio Nacional, Américo Castilla y la coordinadora general de Typa, Florencia González de
Langarica, se prestaron a vislumbrar -con una pizca de condimento lúdico y mucho de su ‘expertise’- los
museos del futuro.

Es sabido que el prototipo de museo decimonónico –creado para conservar y coleccionar- va quedando
obsoleto y en los últimos años las nuevas tecnologías, las obras interactivas, la participación efusiva del
público y la fusión y exhibición de diversas disciplinas se han combinado para renovarlo y sacudirlo de
aquella imagen solemne y estática.
“En el futuro los museos no van a coleccionar objetos sino experiencias. Y no estoy diciendo que se va a
erradicar el arte sino que el punto no será el objeto, sino todo lo contrario, la desmaterialización de la
mano de las nuevas tecnologías, las pantallas líquidas, el sonido.. se crearán atmósferas, donde el
visitante va a dejar su propia impronta”, apunta Agustín Pérez Rubio, director artístico del MALBA, en
diálogo con Télam.

"Y esto se está viendo ya, aunque tímidamente, en la recuperación de obras de los años 60, que le
permiten al espectador volver a tener una experiencia, en relación con el hecho artístico. Y desde los
museos somos conscientes de que la experiencia que eso supone es más importante. Y al final, una
colección va a ser un registro de esas experiencias", reflexiona el español.

Algo similar opina Américo Castilla, actual secretario de Patrimonio Nacional -un cargo que ya ocupó
entre 2003 y 2007- y quien convocó en 2015 a especialistas de todo el mundo para “El museo
reimaginado”, una plataforma de nuevas ideas y enfoques creativos, que dejó asentado un manifiesto
con ideas que todo profesional de este campo debería tener en cuenta.

“Imagino a los museos del futuro como vehículos emotivos, con o sin tecnología, con o sin patrimonio,
mucho más líquidos y livianos, sin el aparataje físico que tienen hoy en día, donde fluya la comunicación
de modo transversal”, sugiere Castilla.

"Ya no vamos a hablar de espectador, sino de invitado, lo que implica que es un transeúnte deseado por
el dueño de casa, invitado a que te cuente, que te narre lo que le está pasando. Veo los museos en base
a un diálogo mucho más enriquecedor", vislumbra Castilla, una eminencia en lo que refiere al rol de los
museos.

“Ningún museo será enteramente lúdico, porque corre el riesgo de lo superficial, ni tan solemne que no
invite a participar”, sentencia el especialista, también autor y compilador del libro "El museo en escena" y
ex director de Typa (Teoría y Práctica de las Artes).

Para Victoria Noorthoorn, directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, “serán espacios cada
vez más inclusivos y amables, donde el espectador se sienta como en su casa, en un espacio que le
pertenece y al cual quiera regresar una y otra vez".

Y advierte: “Los museos serán, desde ya, cada vez más populares. En este tránsito, las tecnologías
(apps, tablets, señalización, propuestas de interacción digitales) ayudarán a expandir la experiencia con
las obras de arte, a pensar en diversos caminos del imaginario o del conocimiento que una obra esté
señalando. Pero las tecnologías jamás reemplazarán a la experiencia con la obra de arte”.

Según Noorthoorn, "los grandes museos del mundo –más grandes o más pequeños, en nuevos o viejos
edificios– buscan enmarcar esa experiencia única con la obra de arte sea cual fuere: visual, sonora,
performática, literaria, histórica, contemporánea, y brindarla a todos los públicos".
En esta línea, el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Duprat, asegura que “los museos
debieron aggiornarse y dar respuestas a las nuevas demandas sociales, proponiendo a sus visitantes
múltiples posibilidades y experiencias variadas”, opina.

Por otra parte, en materia de nomenclaturas, el arquitecto y curador bahiense señala que “no hay que
darle demasiada importancia a las disciplinas y a los soportes, las primeras son categorías que sirven
para organizar y las segundas medios para expresarse. La creación artística está por encima de eso y en
general cualquier herramienta para concretar las ideas es válida”.
La museóloga Florencia González de Langarica, una de las fundadoras y miembro de Remcaa (Red de
educadores de museos y centros de arte en Argentina) y actualmente coordinadora general de
Fundación Typa –en reemplazo de Castilla-, sostiene que el visitante ocupará “un lugar más legitimado
como co-creador de contenidos y co-diseñador del tipo de experiencias que quiere tener”.
“Pero –reconoce Langarica- llevar este deseo a la práctica es mucho mas difícil. Muchas veces se trata
de un tema de poder, de cuanto quiere mantener el museo la multiplicidad de voces, relatos, puntos de
vista que no solo provienen de la construcción colectiva de los especialistas diversos involucrados en sus
proyectos sino en conjunto a los visitantes".
Para Langarica, se trata de "imaginar que el museo se da vuelta como un guante, se vuelva poroso; que
permita en sus espacios, a través de sus colecciones y propuestas seguir ensayando otros modos de
convivencia social, otras maneras de construir el conocimiento, compartirlo, ponerlo a discusión.
Un museo del futuro, es un museo que se sigue haciendo y pensando, no solo para sí mismo sino
especialmente para las comunidades que le dan sentido".
Por su parte, la historiadora Teresa Riccardi, directora del Museo de Arte Contemporáneo de Buenos
Aires (MACBA), precisa que "las nuevas tecnologías tendrán un espacio significativo. Es claro que
estamos en la era selfie en el museo, y en ese sentido, Internet cumple un papel importante para seguir
conectándonos".
"Lo que quizás comience a ocurrir en el futuro es que los cibernautas provean más contenidos virtuales
que te permitan visualizar espacios que hasta ahora los historiadores por ejemplo imaginamos pero que
desconocemos. Si estos objetos materiales/inmateriales entran al museo, habrá que pensar las formas
en que el arte se irá transformando también en esta nueva era de la internet y sus posibles
representaciones", reflexiona Riccardi.
"La participación activa parece ser un leitmotiv propio de la contemporaneidad", se explaya la
especialista: "Si pensamos en la interactividad, en la performance y en actividades procesuales o en
obras que se basan en tecnologías que exploran en tiempo real, o en vivo, y que promueve la curaduría
contemporánea, creo que en un futuro la obra podría ser transformada e intervenida por el espectador".
"Creo que el futuro ya está a la vista", sintetizó, en tanto, María José Herrera, directora del Museo de
Arte Tigre (MAT) y con una trayectoria de 27 años en el Museo de Bellas Artes, alude a "un museo con
múltiples ofertas, que reúne gente, foro de encuentro para el conocimiento y el esparcimiento".
"Espero que esto no afecte a la calidad de las muestras", se sincera y apunta que ya no se tratará de
"'sacralizar' a los objetos, sino ofrecerlos a la contemplación y la reflexión".

Experiencia parece resumir la palabra idónea para referirse a los museos del futuro, especialmente si se
piensa que hace tan sólo dos meses, en Río de Janeiro, sobre la bahía de Guanabara, abrió sus puertas
el Museo del Mañana, dedicado a la ciencia experimental. Allí, se puede hacer un viaje en el tiempo
mediante audiovisuales, instalaciones interactivas y juegos, desde el Big Bang hasta la actualidad.

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