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EL HOMBRE FÓSIL

JUNTA pARA A)1PLIACIÓN DE ESTCDIOS E INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

COMISIÓN DE INVESTIGACIONES PALEONTOLÓGICAS Y PREHISTÓRICAS

MEMORIA NÚMERO 9.

EL HOMBRE FOSIL
POR EL

DR. RUGO OBERMAIER


CATEDRÁTICO DF. LA U:-iIVERSIDAD DE MADRID

SEGUNDA EDICIÓN REFUNDIDA Y A~IP_LIADA

MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURAl-ES


\iADJHD 1HIPÓDROMO)
AL EXCMO. SEÑOR

CONDE DE LA VEGA DEL SELLA


EN TESTIMONIO DE SINCERA AMISTAD

EL AUTOR
PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION

Cuando, en el año de 1916, publiqué la primera edición de esta


obra, no podía abrigar la más remota esperanza de que me fuera
dado llegar a la segunda. No puedo por menos de manifestar la honda
satisfacción que he experimentado en estos últimos años, al observar
el creciente interés que despertaba la Prehistoria en España. La
prueba más elocuente de ello la ha dado la Universidad Central,
al crear una Cátedra de <<Historia primitiva del Hombre>>-sabia
y previsora iniciativa de la Facultad de Filosofía y Letras-, que
es la primera de esta ciencia fundada en la Península Ibérica, y
complemento indispensable del programa de estudios de la sección
de Historia. En los mismos días aproximadamente quedó agotada
mi obra.
La segunda edición de <<El Hombre Fósil» aparece con ropaje
totalmente cambiado.
Los multiplicados descubrimientos y las muchas publicaciones
que han surgido sin interrupción desde 1915' me han obligado a
completar cada capítulo con importantes adiciones, y el resultado
ha sido la refundición casi total de la obra.
Lo mismo ha ocurrido con las ilustraciones, cuadros y grabados·
Respecto a estos últimos he suprimido rigurosamente todos aquellos
clichés que, al revisarlos escrupulosamente, no me han parecido
intachables en cuanto a exigencias y exactitud científicas. Han sido
sustituidos, en su mayor parte, por originales propios o de indiscu-
tible autenticidad.
Respecto a la bibliografía, no era fácil que en la primera edición,
dadas las circunstancias políticas de Europa, apareciera tan com-
pleta como hubiera sido mi deseo. Me he esforzado en subsanar esa
X Ht:GO OBERMA!ER

deficiencia, y creo haber citado en la edición actual, lo más selecto


e importante de la literatura internacional hasta principios de r925.
Así habré dado satisfacción a aquellos de mis lectores que deseen
profundizar tal o cual problema cuaternario.
Esta nueva edición tampoco hubiera podido salir a la luz sin el
patronato de la <<Junta para Ampliación de Estudios>> (Madrid), por
lo que es gratísima obligación mía expresarla aquí mi reconocimien- INDICE GENERAL
to. Reciba también toda mi gratitud D. José Pérez de Barradas
por el valioso concurso que me ha prestado en la composición de
esta obra, así como por el generoso desprendimiento con que ha
CAPITULO PRIMERO
puesto a mi disposición los importantes hallazgos, fruto de prólijas
Y metódicas investigaciones en la cuenca del Manzanares, efectua- EL HoMBR-E TERCIARIO Y LOS EOLITOS... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Págs. I-20.
das en colaboración con D. Pablo Wernert.
E~trego, pues, mi obra al público, con el ardiente deseo de que In t ro d u c ció n: La época terciaria en Europa, 1.-Restos humanos
contribuya a intensificar y extender los estudios de Prehistoria y terciarios, 2.-Supuestos vestigios de la acción del Hombre sobre huesos de
Antropología en el solar español. animales, 2.
Los e o 1 i tos: Thenay (Abate Bourgeois), 3.-0tta y los hallazgos del
H. ÜBERMAIER.
Cantal (M. Verworn), 3.-Boncelles, Fagniense (A. Rutot), 5.-Kent y Saint-
Prest, 6.---Clasificación de los eolitos cuaternarios: Reuteliense, Maffliense,
Madrid, Julio 1925.
Mesviniense y Strepyense, 7.-Cuadro sinóptico de las divisiones de los eolitos,
7 .-Distribución geográfica de los eolitos, 7 .-Arte eolítico (Piedras afiguradas), 7.
C r í t i c a d e 1 a t e orí a de 1 os e o 1 i t o s: Acción del agÚa corrien-
te (molinos de creta de Mantes; yacimiento de eolitos de Steinheim), 8.-Presión
ejercida por la tierra (eolitos eocenos de Belle-Assise de Clermont y de Gray),
10.---Escombros morrénicos, 12.-Acción del oleaje del mar, 12.-Influencias
atmosféricas (heladas, calor), 12.-Podolitos, 13.-«Eolitos>> usados por pueblos
salvajes actuales, 13.-0bjeciones formuladas por la Pal~ontología, 14.-Deduc-
ciones, 14.
D e s c u b r i mi e n t o s d e J. R. M o i r e n e l E s t e d e I n g l a-
t e r r a: Estratigrafía y cronología de los terrenos del Plioceno y Cuaternario
de Suffolk y Norfolk, 15.-Industrias probables del Forest-bed de Cromer y
del Red Crag de Suffolk. Interpretación de H. Breuil, 16.
Extracto bibliográfico, 18.

CAPITULO II

EPOCA CUATERNARIA: GEOLOGÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Págs. 21•37•

I n t r o d u e c i ó n, 21.
La g l a e i ación m á xi m a e n E uro p a: Los Alpes, 22.-Europa
XII RUGO 'OBERMAIER
ÍNDICE GENERAL XIII

septentrional (Escandinavia, Gran Bretaña, Holanda, Norte de Alemania,


Rusia septentrional), 23.-C entro s de g 1 a c i a c iones 1 oc a I es en CAPITULO IV
España, Francia, Suiza, Alemania meridional y central, Checo-Eslovaquia,
Hungría, en los Balcanes, en la zona del Mediterráneo, en el Cáucaso y en el EL PALEOLÍTICO INFERIOR (excepto en la Península Ibérica) . . Págs. 73-II2.
Noreste de Europa, 24.-Huellas glaciares en Asia (Asia Menor, Siria, Asia
Central, Este y Norte), 25-Glaciación máxima en América, A frica y Clasificación de la Edad de la Piedra en general, 73.-El Paleolítico y su
A u s t r a 1 i a, 26. clasificación (corte general del valle del Somme), 74.-Moradas y caza en el
P o 1 i g 1 a c i a r is m o: Los cuatro períodos glaciares en los Alpes (según Paleolítico inferior, 74.
Penck y Brückner), 26; en los Pirineos, 29; en el Norte de Alemania, 29; y en E 1 P a 1 e o 1 í t i c o in fer i o r e n F r a n c i a. Prechelense: Saint-
Inglaterra, 30.--Las glaciaciones de las diferentes montañas de .Europa, Asia, Acheul. Abbeville. Fauna y tipología, 76.--Chelense: fauna y tipología, 78.-
dtc América del Norte (según Leverett) y de América del Sur, 30. Acheulense: clima y fauna, 84.-Tipos de hachas de mano, 85.-Etapas de la
Lagos, 31.--Extensión terrestre de Europa, 31.-Epocas pluviales e inter- Micoque y Levallois, 86.-Musteriense: clima y fauna, 87.-Habitación en
pluviales, 32.-El volcanismo cuaternario en Europa, 33.-El loess, 33. cuevas, 87.--Facies: Musteriense de tipos pequeños (tipología; trabajo del hue-
Te o r í as s o b re 1 as c a u s a s d e 1 g 1 a c i ar i s m o, 34.--Glacia- so; yacimientos principales; origen), 89.-Musteriense de tradición acheulense
rismo precuaternario, 34. (tipología; yacimientos principales), 90.-Superposición de ambas facies; Le
Extracto bibliográfico, 35. Mousticr, 91.-Etapa del Abri-Audi, 92.--<<Musteriense•> de fauna cálida de
V. Commont; Precapsiense, 92.
CAPITULO III Derroteros y repartición geográfica del Paleolítico
a n t i g u o e n e 1 r e s t o d e E u r o p a. D e r r o t e r o s: Origen del Che-
lense, 93.-Premusteriense, 94.-0rigen del Acheulense y del Musteriense de
EPOCA CUATERNARIA: FLORA Y FAUNA...................... Págs. 39-72. tipos pequeños, 94.-R e par t i c i ó n ge o gr á f i c a. Europa occidental:
Bélgica, 95; Inglaterra, 96.-Europa Central: Suiza, 96; Alemania, 96; Austria,
E 1 1 í mi te en t re e 1 P 1 i o c e n o y el C u a t e r n ario, 39. 97; Hungría, 97; Checo-Eslovaquia, 97, y Yugo-Eslavia, 97.-Europa oriental:
F 1 o r a: Pe r í o d os g 1 a c i a res: Tundras ártico-alpinas, 40; Estepas, Polonia, 97.-Europa meridional: Italia, 97.
41.-P erío dos in ter g 1 a ciar es: Flora del último período interglaciar Los Continentes extra-europeo s. Africa del Norte: Sbaikien-
de la Celle-sous-Moret, Motzen, Fahrenkrug y Weimar, 42.--Flora del penúl- se, 98; Ateriense, roo.-Marruecos, ror.-Argelia, 101.---Túnez, ror.-Egipto,
timo período interglaciar de Hiitting, Tegelen y Pianico, 43.-Flora del primer ror.-Africa Central y del Sur, rn3.-Asia: Siria, 103.-India, ro3.-Mongolia
período interglaciar de Leffe y Durfort, 45.
y China, ro4.-América, 104.-Australia, ro5.
F a u n a: F a u n a d e 1 o s p e r í o d o s g 1 a c i a r e s: Fauna de tun- Res u me n p a 1 e t no 1 ó g i e o: Paralelismo c~n los pueblos primitivos
dras, 45 (tipos árticos, 46, y tipos alpinos, 47).--Fauna de estepas, 47 (molus- actuales, ro5.-Vida material, ro6.--Sepulturas de Le Moustier, ro6; La Cha·
cos, 47, y mamíferos, 48).-Yacimientos con fauna fría del cuarto período gla- pelle-aux-Saints, ro7; La Ferrassie, ro7; Spy, 107; Krapina, ro8.
ciar, 51.---Fauna de los períodos glaciares anteriores, 52.-Moluscos marinos de Extracto bibliográfico, ro8.
clima frío, 53.-Especies indiferentes al clima, 53.
Fa u n a d e 1 o s pe r í o d o s i n t erg 1 a ciar es: Moluscos, 55.-
CAPITULO V
Mamíferos (su evolución y área de dispersión), 56.-Clasificación de los complejos
de faunas interglaciares: Cuaternario inferior, 61.-Cuaternario medio, 62.-
EL PA¡,EOLÍTICO SUPERIOR (excepto en la Península Ibérica). Págs. n3-r50.
Cuaternario superior, 64.
L a f a un a d e 1 o s re s t a n t e s c o n ti n e n t e s: Africa, 65.-Asia,
Fauna, n3.-Viviendas y caza, n3.-Estratigrafía (cortes de Le Ruth Y
65.-América del Norte, 66.-América del Sur, 67.-Australia, 67.
Laussel), rr4.
Causas de la extinción de las especies cuaterna
E 1 P al e o 1 í ti e o s u pe r i o r e n F r a n c i a. Auriñaciense: clasifica-
ria s, 68.
ción y tipología, rr6.-Solutrense: clasificación y tipología., n7.--Magdaleniense:
Extracto bibliográfico, 68.
fauna y clima, n9; clasificación y tipología, 121.
HUGO 'OBERMAIER
ÍNDICE GENERAL XV
XIV

R e p a r t i c i ó n g e o g r á f i c a d e 1 P a 1 e o 1 í t i c o s u p e r i o r: 213.-P arte me r id ion a 1: Pmvincias de Jaén, 214; Córdoba, 214; Sevilla,


Distribución del Auriñaciense, 124; Provincia auriñaciense de Europa occidental 214; Cádiz-Gibraltar, 215; Málaga, 215; Granada, 216; Almería, 217.-P arte
y central, 125; Provincia auriñaciense mediterránea: Norte de Africa (Capsiense, orienta 1 y de 1 Noreste: Provincias de Murcia, 218; Albacete, 219; Ali-
Ibero-mauritaniense y Getuliense), 126; Egipto (Sebiliense), 128; Siria, 129; cante, 219; Valencia, 219; Castellón, 220; Teruel, 22r; Tarragona, 221; Lérida,
Italia, 129, y Rusia meridional, 130.-Distribución del Solutrense: su origen en 221; Barcelona, 221; Gerona, 222.-P o r t u g a 1: Provincias de Alemtejo, 223;
Hungría y su dispersión por Europa, 130.-Distribución del Magdaleniense: Estremadura, 223; Douro, 225; Minho, 225; Traz-os-Montes, 225.-R es u me n:
su origen en la zona pirenaica, 131; su distribución en Bélgica e Inglaterra, 132; Chelense, 225; Acheulense, 225; Precapsiense, 226; Musteriense de tradición
Suiza, 132; Alemania, 132; Austria, Moravia, Hungría y Polonia, 133.-El· acheulense, 226; Musteriense de tipos pequeños, 226; Musteriense ibero-mauri-
Paleolítico superior de otros continentes. Asia: Inclia, 133; Siberia, 134 .. tánico, 226; Capsiense, 228; Auriñaciense, 228; Solutrense cantábrico, 230;
Resumen pal et no 1 ó g i c o: Trajes y adornos corporales, 135.-·· Solutrense catalán, 230; Magdaleniense; sus etapas en Cantabria, 231.
Amuletos y talismanes, 137.-Bastones perforados de mando, 138.-Idolos Extracto bibliográfico, 233.
(fetiches), 138.-Danzas, 139.--Magia de caza y culto animal, 139.-Siluetas
de manos, i:40.-Culto a los muertos: sepulturas ordinarias, 142; en cuclillas, CAPITULO VII
145.-Otras costumbres funerarias, 145; inhumación en dos etapas, 145; culto
al cráneo, 146. EL ARTE CUATERNARIO.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Págs. 243-301.
Extracto bibliográfico, 147.

I n t r o d u c c i ó n: Adorno corporal, 243.


CAPITULO VI . Ar t e m o vi 1 i ar: Autenticidad y antigüeclad, 244.-Clasificación cro-
nológica, 245.-Estatuitas humanas y relieves en roca, 245.-Rep;esentaciones
LA PENÍNSULA IBÉRICA DURANTE EL PERÍODO CUATERNARIO. Págs. 151-242. humanas del Magdaleniense, 249.-Reproducciones de animales: Esculturas y
relieves (Tuc d'Audoubert y Montespan), 250.--Dibuj·os sencillos de animales,
Ge o 1 o g í a: Introducción, 151.--G la c i ar is m o: Pirineos, 152.-Cor- 252.-Reproducciones de plantas, 255.-Area de dispersión y clasificación geo-
dillera Cantábrica (Picos de Europa, Picos de Cornión, Montañas astúrico-leo- gráfica del arte moviliar: Europa occidental, 256; Europa oriental, 256.
nesas), 153.-Cordillera Central: Serra da Estrella, 154; Sierras del Trampal Arte rupestre: Confección, 257.-Area de dispersión y clasificación
y del Barquillo, 155; Picos de Gredas, 155; Sierra de Guadarrama, 155.-Montes geográfica. Datos históricos, 259; Lista de las cuevas o abrigos con arte rupes-
Ibéricos, 156.-Sierra Nevada, 157.-El límite de las nieves perpetuas cuater- tre: Frap.cia, 259; España, 261.
narias y actuales, 158.-Huellas de poliglaciarismo, 158.-C u ate r na r i o P r o v i n c i a f r a n c o-c a n t á b r i c a: Autenticidad y antigüedad, 266;
fu e r a de 1 a s S i e r r a s: Materiales de. arrastre lento, 159.-Sedimentos de Evolución, 268.-Cuevas principales en Francia (Font-'de-Gaume, Combarelles,
origen fluvial, 159.-Terrazas del valle del Manzanares, 159.-Teoría para la Cap-Blanc, Tuc d'Audoubert, Trois Freres y Niaux), 270.-Cuevas principales
explicación de las mismas, 162.-Depósitos de origen eólico, 162.--Cuaternario en el N. de España (Altamira, Castillo, Pasiega, Buxu). 272.-Significado psi-
plegado, 162.-Volcanismo: 163. cológico, 272.- ·Figuras antropomorfas, 273.-Cuevas del extremo S. de España
P a 1 e o n tolo g í a: Introducción, 163.-Fauna actual de mamíferos de (Málaga), 274.
la Península Ibérica, 164.-Especies cuaternarias de clima cálido, 164.-Espe- Pro vi n c i a del Le v a n t e de. 1 a Pe n í ns u 1 a I b é rica: Ca-
cies cuaternarias de clima frío, 165.--Representaciones gráficas de animales racteres del arte levantino, 274.-Datos históricos 275.-Las figuras humanas:
debidas al Hombre cuaternario, 167.-Fauna cuaternaria de las islas Baleares, sus tipos, 276; adornos, 279; armas y utensilios, 279.-Edad cuaternaria, 281;
167.-Consideraciones climatológicas, 168. analogías con el arte cantábrico, 281.-Abrigos principales (Cogul, Val del Char-
Arque o 1 o g í a: Introducción, 169.--P arte se p t en tri o.n a 1: Pro- co del Agua Amarga, Albarracín, Morella la Vella, Barranco de Valltorta, Bi-
vincias de Guipúzcoa, 170; Vizcaya, 171; Santander, 171; Asturias, 184; Ponte- corp, Alpera y Minateda), 284.-Significado psicológico, 290.
vedra, 191; León, 191; Burgos, 191; Logroño, 192; Navarra, 192.-P arte Pinturas y grabados del N. de Africa, 294; del S. de Africa, 295; India, Aus-
c e n t r a 1: Provincias de Zaragoza, 193; Soria, 193; Salamanca, 195; Guada- tralia y Patagonia, 296.
Extracto bibliográfico, 296.
lajara, 195; Madrid, 195; Toledo, 212; Cáceres, 212; Ciudad Real, 213; Badajoz,
ÍNDICF GENERAL XVII
XVI JlllGO OAER\<fAH:R

y e 1 Arte epi p a 1 e o 1 í tic o de España: Capsiense final, 3,62; con-


CAPITULO VIII cheros de Mugem, 363.-El arte rupestre esquemático, 365; estudio compa-
rativo de este arte con los cantos pintados azilienses, 366; significado psicoló-
CRONOLOGÍA GEOLÓGICA DEL PALEOLÍTICO EUROPEO .... ······ Págs. 303-313. gico de ambas manifestaciones artísticas, 369; postrimerías del arte rupestre
esquemático, 370.-E I Tarden o is i en se (Azilio-Tardenoisiense); yaci-
Introducción, 303
mientos, 372; sepulturas, 373.-E I A z i I i en se: la cuéva de Ma..s-d'Az.i.l.
Sistemas basados en investigaciones de la región alpina: sistema de A. Penck,
375; industria, 377; cantos pintados, 378; distribución, 379; el Aziliense cantá-
304; de H. Obermaier, 306.
brico, 380.--0rigen y repartición de las industrias epipaleolíticas, 382.
Clasificaciones basadas en el estudio del Cuaternario de Europa septentrional;
P r e n e o I í t i c o. E I A s t u r i e n se. Repartición geográfica, fauna e
exposición y critica del sistema de E. Werth, 307.
industria, 382.-0ptimum climatérico en la zona cantábrica; las <<tierras ne-
Resultados estratigráficos de Europa meridional (España), .308.
grast, 386.
Conclusiones, 312.
P ro t o n e o I í tic o. E I C a m pi ñ i en se, 388.
Extracto bibliográfico, 312.
Las etapas nórdicas del Maglemosiense y de los
K j o e k k en m o e d d in g s. Evolución geológica de la Europa septentrio-
CAPITULO IX nal desde el último período glaciar, 390; período de la Yoldia, 392; período
del Ancylus, 392.-E I M a g 1 e m os i en se, 392.-Período de la Littorina
p ALEANTROPOLOGÍA ...................... · · · · · · · · · · · · · · · Págs. 315-360. y optimum climatérico nórdico, 395.-L o s K j o e k k en m o e d din g s,
395.--Período de la Mya, 397.
a) Selección y compilación del material osteoló-
C r o n o I o g í a a b so 1 u t a de I H o m b re c u a t e r n a r i o , 397.
r
g i c O de 1 H o m b re cu a t e n ario: Introducción, 315.--Europa occi-
Investigaciones de G. de Geer, 398.-Duración absoluta de la Era cuaterna-
dental: Francia, 316; Bélgica, 321; Inglaterra, 32I.-Europa meridional: Es-
ria. 400.
paña, 323; Portugal, 325; Italia (Malta), 325.-Europa central: Alemania, 326;
Extracto bibliográfico, 401.
Suiza, 329; Yugo-Eslavia, 329; Austria, 330; Checo-Eslovaquia, 330; Hungría,
331; Polonia, 331; Rusia, 331.-Lista de conjunto, en orden cronológico, de los
Fe de erratas . .................................. . Pág. 409.
restos humanos más importantes de Europa, 33I.-Restos humanos de Asia
Indice alfabético de a u t o res ...................... . Págs. 413-420.
(Java), 333; Africa, 333; América, 334; Australia, 337. Indice alfabético de los nombres ge o gr á f i e os .... . Págs. 421-439.
b) Agrupación sistemática de los restos humanos
Indice alfabético por materias .................... . Págs. 441-457.
cu a t e r na r i os de Europa. Tipos del Paleolítico superior: raza de
Cro-Magnon, 339; raza de Grimaldi, 339; raza de Predmost, 339.-Tipos del
Paleolítico inferior: Hamo neandertalensis, 340; Hamo heidelbergensis, 341;
Eoanthropus de Piltdown, 342.
c) El Hombre cuaternario y las investigaciones
p a 1 e o n t O I ó g i c a s. Los Antropomorfos terciarios, 346.-El Pithecan-
thropus erectus de Java, 348.-Conclusiones, 35I.
Extracto bibliográfico, 35I.

CAPITULO X

LAS FASES DE TRANSICIÓN DEL CUATERNARIO A LA ACTUALIDAD GEOLÓGICA


Págs. 361-407

I n t r o d u c c i ó n, 361.
E pi p a I e o 1 í tic o. E 1 C a psi e ns e f i n a 1 (Capsio-Tardenoisiense)
CAPITULO PRIMERO

El Hombre terciario y los eolitos.

S u m ar i o : Introducción.-La época terciaria en Europa.-Restos humanos ,,tercia-


rios,.-Supuestos vestigios de la acción del hombre terciario sobre huesos de animales.-
Eolitos.-Thenay (Abate Bourgeois).-Otta .y los hallazgos del Cantal (M. Verworn).-
Boncelles, Fagniense (A. Rutot).-Kent y Saint-Prest. -Clasificación de los eolitos cua-
ternarios: Reuteliense, Maffliense, Mesviniense y Strepyense.-Cuadro sinóptico de las
divisiones de los eolitos.-Distribución geográfica de los eolitos.-Arte eolítico (Piedras
afiguradas).-Crítica de la teoría de los eolitos: Acción del agua corriente (molinos de
creta de Mantes, yacimientos de eolitos de Steinheim).-Presión ejercida por la tierra
(eolitos eocenos de Belle-Assise de Clermont y de Gray).-Escombros morrénicos.-Ac-
ción del oleaje del mar.-Influencias atmosféricas (heladas, calor).-Podolitos.-,Eolitos,
usados por pueblos salvajes actuales.-Objeciones formuladas por la Paleontología.-De-
ducciones.-Ultimos descubrimientos en Suffolk y Norfolk (Inglaterra): Estratigrafía y
cronología; industrias probables del Forest-bed de Cromer y del Red Crag de Suffolk.
Interpretación de H. Breuil.-Extracto bibliográfico.

lntroducción.-De la E p o ca te r c i aria se hacen cuatro divisiones:


dos de las cuales (Eoceno y O I i g o ceno) son consideradas como Tercia-
rio antiguo o P a I e ó gen o, las otras dos ( M i o c e n o y P I i o ce n o) como
Terciario reciente o N e ó gen o . Durante el Paleógeno, Europa gozó de un
clima óptimo. y así el Sur de nuestro Continente estaba bañado durante el
Eoceno por un mar tropical. El territorio báltico era, por su clima suave y bo-
nancible, asiento de espléndidos bosques de coníferas que se des3rrollaban allí
con inusitado vigor y lozanía, que nos han legado su resina fósil, o sea el ámbar.
Los mamíferos superiores se extendieron con rapidez por todo el Continente y
ejercieron su hegemonía sobre el resto de los grupos animales. Mientras tanto,
ingentes cordilleras alzábanse en Europa y al mismo tiempo, grandes porciones
continentales se hundían en el Océano.
Transcurría así el Paleógeno; más en los albores del subsiguiente período
Neógeno, el clima paradisíaco de los comienzos de la época a que nos referimos,
denota los síntomas de un recrudecimiento futuro, deja de ser uniforme y hacen
sn aparición las estaciones, que tan congiderablemente habían de influir en la
biología de nuestro planeta. No obstante, la vegdación era subtropical y cre-
cía bajo un cielo sereno, muy semejante al que disfrutan algunos puntos del
Mem. de la Com. de Invest. Paleont. y Prehist. N. 0 9_~2.:1- ed., 1925.~1
2
1IU_Go OBtRMAIER EL HOMBRE TERCIARIO Y LOS EOLITOS 3

Mediodía, como Málaga y la parte meridional de Sicilia. Predominaban los ár- tancia con las anteriores afirmaciones, como hubiera sido el haliazgo de indu-
boles de ancha copa y las palmeras, como reinas de aquel paraíso, extendían dables hogares, siendo por otra parte, fácil la explicación espontánea de estos
orgullosas sus hojas flabeliformes. Paraje tan risueño, era recorrido por grandes hechos por medio de causas puramente naturales, como por ejemplo, mordiscos
manadas de enormes Mastodontes y Rinocerontes, que en unión de los prede- o roeduras de animales, la presión de las tierras y el roce con arena granulosa.
cesores del Caballo, de terribles fieras, Cocodnlos y Monos, daban vida a aque-
llas selvas. Los eolitos.-Lo que indujo a gran parte de los sabios,· principalmente en
Acaba la época terciaria con el Plioceno; se recrudece el clima hasta el punto los veinte últimos años, a creer en la existencia del Hombre terciario, fué el
de poderse notar los efectos de las primeras heladas y en consonancia con este haberse encontrado ciertas piedras de formas singulares, cuya <<talla especial,>
régimen climatológico, la flora decrece en esplendor y se asemeja mucho a la fué atribuída a la intervención del hombre de aquella época. Estos materiales
mediterránea. Pero este cambio de clim1, tan sentido en los valles, era indis- pétreos han sido denominados ,, eolitos>>, nombre que quiere decir: <<pie-
cutible que había de llevar sus <:onsecuencias a las altas montañas, en donde dras pertenecientes a la época de !a aurora de la Humanidad». Estos eolitos
se traduciría en la aparición de glaciares. Poco a poco se enseñorean éstos de son documentos de los que pueden hacerse muchas deducciones y sacarse nume-
las cumbres y llega de una manera lenta, pero continua, el primer período gl3- rosas consecuencias, que dan a este problema un irresistible y legítimo atractivo.
ciar, con lo cual comienza la época cuaternaria. Quien primero planteó el problema de los eolitos y lo desarrolló en el año
1863, fué. el abate Lou1s BouRGE0IS, Rector del Seminario de Pontlevoy (de-
Restos humanos terciarfos.-Aun no está bien dilucidada la cuestión sobre partamento de Loir-et-Cher, Francia), quien defendió esta causa de una manera
si el hombre fué testigo o no de los acontecimientos que hemos reseñado de la infatigable(!). En el citado departamento halló, cerca de T he na y, en las
época terciaria, pues para el esclarecimiento de asunto tan transcendental sería capas de agua dulce del Oligoceno superior, gran cantidad <<de silex tallados
decisivo el descubrimiento de esqueletos humanos terciarios y hasta el día nin- por mano humana,>. Estos sílex serían usados para cortar, taladrar, raspar,
guno de los supuestos hallazgos de tal índole, es argumento suficiente para raer y aun parte de ellos yacerían en el fuego, pues mostraban de ordinario en
que pueda resistir una critica de alguna seriedad científica. Ni el esqueleto su cara externa resquebrajaduras finas. Con esto, el abate BouRGEOIS, apa-
teoceno» de Delémont (Suiza), ni los restos <<pliocenos,> del Colle del Vento, cerca drinaba la idea de la existencia de un ser humano que viviría en el Paleógeno,
de Savona en Liguria, ni los de Castenedolo, cerca de Brescia, y los de Matera, que conocería una industria lítica bastante complicada y que ya haría uso del
todos de Italia, han aportado ningún dato para la resolución de tan interesante fuego. Este descubrimiento tuvo gran resonancia en el mundo científico y
probl_ema, habiendo sido por esto relegados al olvido, como lo fué el cráneo fué acogido incondicionalmente por parte de los sabios.
indio de Calaveras encontrado en California (América del Norte). Tampoco ha La discusión sobre Thenay únicamente se apaciguó en el año 1901, cuando
podido comprobarse, que lo presentado por F. AMEGHINO en los últimos L. CAPITAN y G. D' AuLT ou MESNIL demostraron cómo los agentes exclusiva-
decenios, como hallazgos terciarios en la América del Sur ( Diprothomo pla- mente naturales podían producir efectos muy semejantes al trabajo humano,
tensis, Tetraprothomo argentinus, etc.), tenga la antigüedad que el descubridor siendo uno de los principales la presión de la tierra ,al actuar sobre el frágil
les atribuye (!). silex. Fué también por entonces cuando el químico A. CARN0T declaró que
únicamente atribuyéndolas a influencias atmosf¿ricas, era como podían ex
Documentos indirectos.-Visto, pues, lo que antecede, puede afirmarse que plicarse aquellas hendiduras de la cara externa que B0URGE01s había tomado
por ahora no hay más que documentos indirectos, huellas ·de la acción del Hom- por efectos del fuego. Nosotros nos creemos obligados a indicar que tanto las
bre terciario, las que se creen haber hallado en muy diferentes sitios, consis- resquebrajaduras como la coloración rojiza de los silex de Thenay hablan en
tiend,o principalmente en huellas de incisión, de golpe, estrías o entalladuras. favor de la hipótesis de que estas piedras han sufrido la acción del fuego. Ahora
Estas huellas han sido señaladas sobre huesos y dientes de animales terciarios bien : nosotros no atribuímos este último a la intervención del hombre, sino
en Pikermi (Grecia), en Saint-Prest, Sansan, Pouancé y Billy (Francia), en a grandes incendios de origén fortuito.
Monte Aperto, cerca de Siena (Italia), en Bélgica, y en el Norte y Sur de Amé- En el año 1871, CARLOS RIBEIRO presentaba silex <<trabajados,> y cuarcitas
rica. Se dijo que se trataba de det, itus de cocina y aun quizá de instrumentos procedentes de O t t a , localidad situada en el Mioceno superior del valle del
primitivos. Más faltaban siempre hechos seguros que estuvieran en concomí- Tajo (Portugal).
Todavía dieron más que hablar, a partir del año 1877, los eolitos de Pu y -
(_1) . El lector encontrará más amplios detalles sobre los pretendidos restos humanos
terc1anos de América del Sur, en el capítulo IX de esta obra. ~I) Nació en 1819; t r878. Su colaborador fué el abate DELAUNAY.
4 HCGO OBF.RMATER EL HOMBRE TERCIARIO Y LOS EOLITOS 5

C O u r n Y y de algunas de sus poblaciones vecinas en el Can ta I frañcés, <<Si se tiene en cuenta el factor, muy significativo, de c.¡ue la técnica del tra-
en _cuya localidad descansan sobre las capas correspondiente~ al Carbonífero, bajo del pedernal ha permanecido invariabk desde el final del Mioceno y du-
sedimentos oligocenos de agua .dulce y salobre. Atravesando estos sedimentos rante todo el Plioceno hasta e! Cuaternario inferior, hay que sacar forzosamente
se ~ncuentran filones de pedernal, que indudablemente proporcionarían la ma- Ja conclusión de que los progresos culturales se han verificado extremadamente
tena prima para la conk:ción de los eolitos, que se hallan en los niveles super- despacio, en aquellos tiempos lejanos. Por consiguiente, los primeros destelles
puestos, formados por tobas calizas, arenas fluviales y guijarros. En estas ca- de cultura se remontan mucho más allá del Mioceno supetior, por lo menos
p~s se encuentran restos de flora y de fauna, y de esta última, especies como hasta el Terciario inferior.•> En vista de esto, el referido autor indica la conve-
Di_notherium giganteum, Mastodon longirostris, Rhinoceros Schleiermacheri, niencia de llamar <<arqueolíticas>>, a las civilizaciones comprendidas desde el Mio-
H~pparion gracile, Tragocerus amaltheus, Gace/la deperdita, que caracterizan un ceno hasta el Cuaternario inferior y designar con el nombre de <<eolíticas>>, a
M10ceno superior de clima suave- aquellas industrias anteriores a la del Cantal.
Gr~ndes masas de basalto y traquita, juntamente con depósitos de lluvias Dos años después, en 1907, sorprendía al mundo científico la noticia del
de cenizas y de lodo volcánico, existen como testigos de colosales erupciones descubrimiento de eolitos premiocenos, y este hallazgo fué extensamente descrito
d_e los cráteres del Cantal; yacen parte de estas masas, debajo de las ya men- por A. RuToT. A este geólogo belga, caudillo de la actual escuela de los eoli-
cwnadas capas del Mioceno superior y otra porción, encima de las mismas. En tos, débense infinidad de tiabajos sobre el mismo asunto y de mérito, mermado
est e ~o~junto complejo, pero de cronología fácilmente determinable, se hallan a veces por la manera apasionada de tratar las cuestiones, tan desagradable
en distintos lugares los fragmentos de pedernal ya citados, especialmente como. fuera de objeto.
11
~ • acumulaci~nes de guijarros fluviales. Esta formación está cubierta por el El lugar del yacimiento de los eolitos más antiguos encontrados por RuToT,
hoceno. Segun M. VERWORN (1905), la mayor parte de estos silex han pasado es B o n c e 11 es, cerca de Lieja. Allí existe, descansando encima del Devó-
por las manos de seres humanos, incluyéndolos este autor en la serie de lascas, nico inferior, un nivel aproximadamente de un metro de espesor, de bloques
con sus típicos fenómenos de golpe (plano y bulbo de percusión), y también en· de pedernal de diferentes tamaños, desde el de pequeñas lascas, hasta bloques
la de P_ercutores, raederas, raspadores, puntas, perforadores, etc. de casi medio metro, En este <<yacimiento», los huecos que dejan entre sí los
Casi todas las piezas presentan una pátina más o menos acentuada y a materiales pétreos, están rellenados por una arcilla arenosa, la cual, en unión
vec:s de distintos colores, por lo que se la denomina <<pátina sucesiva>>. El ta- de los bloques de silex, forma los residuos de antiguos niveles de creta, que han
man? de los <<utensilios,> varía desde un tipo minúsculo al de piezas de 15 a 20 sido probablemente lixiviados por un mar de poco fondo. Sobre este nivel las
cent1metros de diámetro. arenas marinas del Oligoceno alcanzan un espesor de 15 m. RuTOT califü:a,
. M. VERWORN ha hecho para cada caso lo que él llama <<un diagnóstico crí- por consiguiente, el nivel del <<yacimiento)> como <<de edad por lo menos del
tico>>, fundamentado <<en un concienzudo análisis, hecho sobre la pieza misma Oligoceno medio>>, por lo que -de no aceptar para él una probable edad eoce-
~ sobre las condiciones de yacimiento,>, así como también <<sobre la caracterís- na-, podemos considerarlo más antiguo que Thenay. Para el autor se trata
tica combinación de diferentes síntomas,>. <<El análisis crítico de la combinación de una <<legítima industria eolítica,>, a la que denom¡na Fa g ni en se, nom-
dada ?e _síntomas,>, le hizo poseer una serie de piezas <<que omiten toda clase bre derivado de la región de Les Hautes-Fagnes (Ardenas).
de ObJec10nes,>, por lo que, según su convicción propia, «está probado de una RurnT 11:!mó en esta ocasión a estos seres del Fagniense de un modo claro
m~nera palmaria la existencia de seres que tallaban el pedernal al final del <<hombres> oligocenos, diciendo que su grado de cultura reflejaba ya lo que
M,ocen~•>. VERWORN termina el examen de los hallazgos del Cantal con esta había de ser el conjunto de nuestro moderno inventario de utensilios. De
conclusión: <<En todo caso existía aquí una cultura la cual como vemos ser tan ciertas como interesantes las huellas de su inteligencia, serían suficiente
c?n. asolT.lbro, por el carácter de los instrumentos pétreo~, no estaba en sus prin- causa para impulsarnos a buscar los horizontes, todavía más lejanos, de la pri-
c,pws, sino que hace suponer una larga evolución. Me .atrevería a sacar con mera humanidad. <<Los instrumentos de Boncelles, tan bien caracterizados y
toda probabilidad, del carácter de los utensilios de pedernal, la consecuencia de usos varios>>, delatan en los que los han fabricado, hombres claramente
de que el tamaño y la forma de la mano, y por consiguiente, del resto del cuerpo, <<eolíticos>>. Sus percutores son piezas poliédricas, que sirvieron en multitud de
eran esencialmente iguales al nuestro. Los utensilios de los diferentes tama- casos de hachas-cuchillos; habiendo sido manejados casi siempre con la mano
ños pueden asirse en su mayor parte con nuestra mano con tal comodidad derecha. Los basamentos o yunques sobre los que se colocaban las piezas que
Y_ perfección, que pudiera creerse que estaban hechos exprofeso para ella. habían de tallarse, están descascarillados en los bordes. Se encuentran también
Sm duda los habitantes miocenos del Cantal eran ser es tan altamente evo- cuchillos de dorso grueso por un lado y por el otro sumamente finos, raederas
mcion_ados que, sin titubear, podríamos aplicarles el título de <•hombre,-. dobles unas veces y otras con escotad1:1ras. En la serie de tipos mixtos, hay que
lIUtjQ OllERMAlEH. EL Hü.\!llHE TERCIA Rlo Y LOS EOLITOS 7

mencionar las puntas finas, con las que se hallan raspadores y perforadores. pueblecito perteneciente al ayuntamiento de Becelaere, al Este de !pres. Sigue
(Fig. 1.) después el M a f f I i en se, que debe su nombre a Maffle, cerca de Ath (Henne-
Tenemos aun que hacer constar que tampoco faltan eolitos del fin del Ter- gau). A continuación el ,\-\ e s v i n i e n s e, derivado de Mesvin, pueblo cer-
ciario: señalaremos aquí los eolitos de S a i n t G i 11 es - W a e s , al Oeste cano a Mons. Por último, el pueblo de Strépy, en el valle belga del Haine, ha
de Amberes (Bélgica) y los de la meseta cretácica de Kent, al Sur de Inglaterra, dado nombre a la última fase eolítica de RuT0T, llamada S t re p y en se. Los
que pertenecen al Plioceno medio. Al Plioceno superior se atribuyen el riquísimo eolitos cuaternarios no se diferencian en nada de sus precursores terciarios.
Respecto a su interpretación geológico-estratigráfica, diremos que no está
libre de objeciones. Esto se deduce de que por lo menos en el Mesviniense se
encuentran instrumentos tallados, sin duda, por la mano del hombre. Tan es
así cuanto acabamos de decir, que el mismo RuT0T ha visto en el Mesvinien-
se y Strepyense <<fases de tránsito» hacia el verdadero Paleolítico.
Según esto, el período eolítico, en el sentido que le dan RuT0T y sus adepto~,
se compone de las fases siguientes:

I. Terciario .

~
Fase de Boncelles (Fagniense) ................ . Oligoceno medio.
'~7-~ •> de Thenay (Thenayense) ............... . Oligoceno superior.
>> de Cantal (Cantaliense) ................. . Mioceno superior.
>> de Kent (Kentiense) ................... . Plioceno medio.
>> de Saint-Prest (St. Prestiense) .......... . Plioceno superior.
·~---)
~

-- .
II. Cuaternario antiguo.
Fase de Reutel (Reuteliense}.
>> de Maffle (Maffliense).
>> de
>> de
Mesvin
Strépy
(Mesviniense) .. .
¡
(Strepyense) ... . en parte <<pro to - p a 1e o 1í tic os >>.

La existencia de eolitos se ha indicado no sólo en la Península ibérica, In-


glaterra, Francia y Bélgica, Alemania, Austria e Italia, sino también en Africa
Septentrional y Meridional, en la India (especialmen\e en el Mioceno de Bir-
mania), en América del Sur y en la Australia. Estos hallazgos en su mayor
parte se verificaron en amontonamientos de guijarros.
Los << e o I i t ó f i I os>> o adeptos de la teo.ía de los eolitos (ABBOTT,
F. AMEGHIN0, M. ANT0N.,. BLANCKENH0RN, BüNNETT, BouCHER DE PERTHES,
BüURGEOIS, BRACHT, (APITAN, fREUDENBERG, HAHNE, HARRIS0N, jOHNS0N,
KLAATSCH, KRAUSE, LANKESTER, MAccuRDY, MENZEL, R. Morn, G. v. A. DE
MORTILLET, DE MUNCK, NoTLING, RIBEIRO, RuTOT, SCHWEINFURTH, SERGI,
VERWORN, etc.), los admitieron como industrias primitivas terciarias y del Cua-
FIG. !.-EOLITOS DEL «FAGNIENSEt DE BoNCELLES (BÉLGICA).
ternario antiguo.
(2/ 3 del tamaño natural; según A, RuToT.)
Pero aún fueron más allá algunos de ellos, entre los que se encontraban
yacimiento de Saín t - Prest (departamento de Eure-et-Loir) y los estratos j ACQUES 80UCHER DE PERTHES, DHARVENT, NEWTON, THIEULLEN, HARR0Y,
del <<Crag rójo>> de Suffolk y los del <,Crag de Norwiclu (Sureste de Inglaterra). PeROT, UNDERWO0D y QUESNEVILLE, quienes proclaman la existencia del ad o r-
Termina el período eolítico en el Cuaternario. La serie cuaternaria de RuT0T, n o y a r t e e o I í t i c o . Los aluviones proporcionábanles no tan sólo pi-e-
empieza con el R e u t e I i e n se , nivel cuyo nombre deriva del de Reutel dras «geométricas>> de variadísimas formas, sino guijarros perforados usados
8 HUGO UBERMAIER EL HOMBRE TERCIARIO Y LOS EOLITOS 9

como pendientes y hasta verdaderas <<obras glípticas». TttIEULLEN llamó a estas molinos de creta de Guerville, cerca de Mantes y junto al Sena. Estos molinos
últimas p i e d r a s a f i g u r ad as , <<pierres-figures>>, comprendiendo en esta consisten en estanques, en donde se depositan los bloques de creta que apri-
denominación los nódulos de sílex, a los que la casualidad había dado formas sionan en su masa nódulos de sílex. Para separar estos nódulos de la creta y
que imitan figuras humanas o de animales. Y supone THIEULLEN que el hombre. pulverizar ésta, los bloques colocados en los estanques giran con una velocidad
primitivo completaría la obra realizada por la casualidad, corrigiéndola al pro- aproximada de cuatro metros por se.gundo. Aun cuando sea prolija la indica-
pio tiempo, por medio del desgaste y del retocado, hasta llegar a obtener una ción, diremos que antes de comenzar este estudio experimental descartamos
estatuilla relativamente fiel en sus rasgos. Supone, además, que fueron empleadas todos aquellos factores que pudieran inducir a error y, consecuentes con ello,
como fetiches o ídolos. Así resultaron por los procedimientos antes expuestos, procuramos que los bloques de creta introducidos en las pilas-molinos estuviesen
silex con aspecto de cabezas humanas y de máscaras, a veces imitando cala- intactos, sin haber sufrido ninguna modificación artificial.
veras y las distintas partes de los miembros humanos, sin excluir otras formas, Observando atentamente los residuos de pedernal procedentes de la ope-
como cabezas de monos, carneros y perros, figuras de aves, así como también ración de triturar la creta, nos encontramos ante un conjunto de típicos
de sus embriones; otras de toros, sapos, peces, focas y caballos marinos. eolito5, sorprendiendo la gran analogía que presentan con el material eolítico
El mismo RuTOT se llenó de asombro al conocer las formas de perros, ca- de los aluviones de los ríos. Tanto en unos como en otros podemos ver el re-
ballos y pájaros de las gravas miocenas del Cantal, por pertenecer éstos a una toque entero o parcial de los bordes, escotaduras más o menos profundas, pie-
fauna que no se halla en correspondencia con la terciaria de aquellos lugares. zas con formas de raederas, buriles y hasta de raspadores. Es tal la semejanza
Se comprende la estupefacción del sabio belga; más, sin embargo, estas ex- existente entre los hallazgos naturales de eolitos y los obtenidos artificial-
travagancias no eran otra cosa que las consecuencias finales de su propio prin- mente, que la coincidencia se repite también en las formas arbitrarias e irregu-
cipio de <<la continua selección». lares.
Notarnos, por último, en Mantes, unos tipos de borde agudo, y otros en que
Critica de la teoría de los eolitos.-Desde que se planteó el problema de los éste había desaparecido por efecto del rodado. Los tipos de borde agudo,
eolitos, empezaron a surgir objeciones contra su aceptación. Al entrar en acción eran el resultado de una trituración y de una agitación dentro del molino, de
A. RuToT y sus adeptos, geólogos, arqueólogos y paleontólogos, pesaron <<el ocho a diez horas, mientras que los del otro tipo, resultaban de una permanen-
pro y el contra>> de la cuestión con mucho más interés que antes. No cabe duda cia mayor en el agua. L. CAPITAN, que era por entonces un acP-rrirno defensor
que una de las consecuencias más felices de la discusión, que giraba en torno ele la teoría de los eolitos y que por ello tenía motivos más que suficientes para
de la cuestión de los eolitos, fué la de profundizar en la investigación crítica. dedicar preferente atención al examen de este asunto, no vaciló en reconocer
Toda una serie de investigadores << e o I i t ó fo b os>>, como o' Acv, ARCELIN, ,da extremada analogía>> existente entre las piezas de Mantes y los eolitos ha-
B0ULE, Bovo DAWKINS, BREUIL, VAN DEN BR0ECK, CARTAILHAC, C0MMONT, llados en los aluviones. Poco hemos de esforzarnos en refutar las objeciones
CuMoNT, P. CttoFFAT, DEcHELETTE, EvANs, HAMv, HARVARo, M. v R. HoRNEs, que se nos hicieron, tanto más, cuanto que por entonces fué hallado en el valle
H0W0RTH, LAPPARENT, LAVILLE, MAYET, MEUNIER, .ÜBERMAIER, ÜLDHAM, de Stuben, en Württemberg, el depósito de eolitos de ,Steinheim, por P. WER-
RANKE, SARASIN, R. R. SCHMIDT, SOLLAS, VIRCH0W, WAAGEN, WARREN, NERT y R. R. ScttMIDT. En este caso, nos hallarnos en presencia de acumula-
WERNERT, WIEGERS, etc. sé expresaron con escepticismo y prudente reserva, ciones de eolitos que parecen pertenecer al Cuaternario medio. Sobre su origen
fundándose en consideraciones científicas de gran importancia. los autores precitados indican lo siguiente:
Desde el principio se había notado, por una parte, que la gran mayoría <<Nosotros podíamos mostrar en el lugar mismo, cómo los fragmentos de silex
de los eolitos habíanse encontrado en aquellos sitios en donde existen grandes son arrastrados por la corriente de las aguas del valle principal y cómo son re-
cantidades de la materia prima, esto es, de silex. Y, por otra parte, se había cogidos si'1bitamente por remolinos de agua, originados por el dese güe de un
observado que su presencia coincide casi siempre con formaciones fluviales, torrente lateral. De esta manera los silex se vieron sometidos a un fuerte movi-
producto del acarreo y depósito de las corrientes de agua. Dado esto, nada miento de torbellino, pero localizado e intermitente, que protegió a los peder-
más lógico que pensar en una relación causal entre aquellas formaciones pétreas nales de un continuado desgaste que los huhiera transformado en cantos ro-
tan quebradizas y ia a c c i ó n sobre ellas d e I a g u a c o r r i e n t e . De dados.,> Y el mismo RuToT, que en el año 191 I visitó el yacimiento, escribió
ahí el que deseara vivamente poder ver y observar, acompañado de los Señores acerca ele él: <<aquí no hay duda posible: estamos en presencia de <,pseudo-.eolitos>>
A. LAVILLE, M. BouLE y E. CARTAILHAC, la acción de los torrentes y ríos sobre Las grandes crecidas como consecuencia de temporales, serían una causa
masas de silex. productora de los eolitos terciarios y las enormes avenidas producidas por el
La ocasión de realizar tan curioso estudio se nos presentó en 1905, en los deshielo en la época glaciar originarían muchas veces los eolitos cuaternarios,
11
10 HL'liO O!lER:VfAIER EL HOMBRE TERC!AR!ü Y LO~ 1-:0L!TOS

teniendo siempre en cuenta, que en tiempos pasados, así como en los presentes, estudiados por LAVILLE. También los hay en Lihus, cerca de Crevecoeur
las mismas causas, en idénticas circunstancias, producen los mismos efectos. (Oise), en Saint-Acheul y Ercheu (Somme), de cuyos eolitos piensa con
Otra causa que interviene en la formación de los eolitos, aparte de los efec- justificada razón V. CoMM0NT <<que a nadie se le ocurrirá la idea de atribuirlos
tos del agua corriente sobre los silex, según anteriormente hemos descrito, es a un ser humano,.
!a p res i ó n d e I as tierras. A ARCELIN había mencionado este fe-
nómeno en 1885, y yo mismo he hecho notar repetidas veces, la influencia de
las presiones verticales y tangenciales de las tierras sobre los silex, que se hallan
en los distintos niveles. Estas opiniones fueron comprobadas de una manera
absoluta por las investigaciones de H. BREUIL en Clermont (departamento
del Oise{.
Cerca de allí, en la gravera de Be 11 e-As sis e, se encuentra, sirviendo de
base estratigráfica, la creta, que sustenta sobre sí una capa arcillosa, en la que
se hallan numerosos nódulos de silex mezclados con algunos estratos arenosos
y de guijarros. Este nivel es el yacimiento de que se trata, sobre el cual descan-
san potentes masas de arenas de Bracheux, pertenecientes al piso Thanetiense
del Eoceno. Del examen de esta estratigrafía resulta que los hallazgos más
inferiores de silex deben pertenecer por lo menos al Eoceno antiguo. Las arenas
del Thanetiense están cubiertas en Belle-Assise por depósitos de guijarros plio-
cenos o cuaternarios. Al estudiar los pedernales del nivel detrítico superior o
la creta se encuentran muchos silex con todos los caracteres de un <<trabajo
artificial>>. (Fig. 2.)
Entre ellos hay que señalar piezas con buena pátina, en las cuales los reto-
ques han perdido sus aristas, lo que prueba que las fracturas son muy antiguas;
además, la gran mayoría de los silex, ya hechos fragmentos, han sido desmenu-
zados recientemente. Un estudio cuidadoso y detallado permite reconocer
todas las fases de esta descomposición natural. Muchas veces las lascas y pe-
queñas escamas que han sufrido presiones están todavía yuxtapuestas a su nú-
cleo, deshaciéndose únicamente la conglomeración, en el momento de la extrac-
ción del material. Sorprende en la serie de tipos eolíticos su buena calidad y va-
riación; en efecto, en ella se ven nódulos alargados con pl:nos de percusión y
finas acanaladuras, existen cinceles de corte transversal, lascas con bonitas
escotaduras, así como puntas, buriles y perforadores. Se encuentran en tal
número las distintas clases de raederas y raspadores, que al ver A. RuToT la
serie, sin estar enterado de su edad, los atribuyó al Strepyense, que según él,
equivale a la aurora del verdadero Paleolítico. Con fecha posterior S. H. WARREN
comprobó las observaciones de H. BREUIL, cerca de Gr a y (Essex), donde
FIG. 2.-EoLITOS EOCENOS DE CLERMONT (ÜISE, FRANCIA).
descansan igualmente arenas del Thanetiense sobre la creta, intercalándose en- (3/4, del tamaño natural, según H. BREUIL y J. BouvssoNIE,)
tre ambos niveles una capa de silex, que representa los residuos de la disolu-
ción pre-eocena de aquélla. Estos silex han sufrido la acción dinámica de la Como es sabido, M. VERW0RN ve los principios de la cultura humana en los
presión del terreno suprayacente, y muchos de ellos han sido transformados «verdaderos eolitos,>, ,que se remontan más allá del Mioceno, pero al volver del
en clásicos eolitos, repitiéndose el caso de Clermont del Oise. yacimiento del Oligoceno de Boncelles, quedó convencido de que la presión
Son reputados también como del Eoceno los eolitos procedentes de ejercitada en este sitio por las tierras, era el origen efectivo de todas las piezas
Duan, cerca de Brou (departamento de Eure-et-Loir), los cuales fueron que tenían formas de distintos utensilios. VERW0RN, sin embargo, trata de
12 HUGO OllERMAIER EL HOMBRE TERCIARIO Y LOS EOLITOS 1 3

sacar adelante lo de la procedencia <<humana,> de sus eolitos del Cantal, más se sición de los terribles calores del día al frío producido por la rápida irradiación
lo impide la oposición de M. BouLE, especialista de la misma región y de L. MA- nocturna. Pero estos fragmentos, que a veces poseen diferente pátina, resultado
YET. He aquí cómo se expresa también H. HAHNE, eolitófilo de los más pronun- del fenómeno descrito, en nada se asemejan a los eolitos; antes al contrario,
ciados y belicosos: <<Un estudio intensivo de· la geología del lugar y principal- divergen de ellos por la falta de retoques. Donde únicamente se hallan frag-
mente del material de silex local y de su reacción al golpe y a la presión, me mentos retocados es en los caminos, donde las lascas naturales son convertidas
hicieron caer en el mayor escepticismo en lo que se refiere a los eolitos del Can- por las pisadas del hombre y de los animales en <<Utensilios'.•> ficticios.
tab>. En este lugar entraron en colaboración para formar eolitos, el agua y P. SARASIN ya indicó que estos << p o d o I i t o s >> eran producidos por los
la presión. de las tierras, como en Steinheim (Württemberg). También en este caminantes, los animales de labor, las ruedas de los carros, etc. L. H. F1scHER
último yacimiento se notan a veces pátinas de diferentes edades sobre la misma me aseguró que, hace muchos años, había podido coleccionar grandes cantida-
pieza. Estas fracturas, en parte antiguas y en parte recientes, prueban que des de <,eolitos>> en las proximidades de una pequeña fuente en el desierto de
después de haber sido depositadas las piezas por la corriente de ·1as aguas en el Heluan; la formación de estos eolitos la atribuyó, merced a las frecuentes hue-
sitio en donde hoy se hallan, sufrieron por la acción de fuerzas ulteriores, llas encontradas de Gacelas, Hienas y Chacales, a las pisadas de estos animales.
nuevas fracturas y retoques. Por consiguiente, los gigantescos animales del Terciario y Cuaternario, partici-
En vista de esto, no puede· ya sorprendernos el encontrar eolitos en los e s - paron en la formación de muchos eolitos.
c o 111 b ros m o r r é ni c os, donde se hallan pedernales y otros materiales De todo lo expuesto anteriormente, puede sacarse en consecuencia que
s~mejantes, particularmente en Europa Septentrional, antes cubierta por gla- son muy numerosas las c a u s a s d e o r i ge n n a t u r a J de los eolitos.
ciares. Allí obraban, juntamente con la acción del transporte por las aguas, Los adeptos de la opinión de que los eolitos están tallados intencionadamente,
c~usas tan variadas como el golpe,· la presión y la fricción, tanto de las se apoyan en el uso que de tales utensilios hacen c i e r t o s p u e b I o s s a 1 -
tierras sueltas como del hielo, cuyos agentes han sido los productores de va je s de los tiempos actuales. Esto ya fué indicado por A. DE QuATREFAGES,
las tipicas estrías glaciares que presentan muchas veces los eolitos del Norte TYLOR Y j0HNSTON; A. RuToT, H. KLAATSCH, F. NoETLING y otros autores lo
de Alemania. han repetido y afirmado para los Australianos y Tasmanios. Apuntaban los
En las costas antiguas y recientes hay que añadir como nuevo factor para referidos autores, que los instrumentos pétreos de estos pueblos, imitaban en
la producción de eolitos, el o I e aj e. A esta causa natural atribuye O. STEIN- cierto modo a los utensilios terciarios y que los eolitos actuales eran, si cabe,
MANN la producción de la mayor parte de los eolitos de Boncelles. EvANS, de factura más primitiva. Recordaré aquí, a propósito de esto, que en realidad
HARDY, BoULE, ROMAIN y otros, han hecho notar repetidas veces la existencia aun hoy existen pueblos pigmeos que no conocen el trabajo de la piedra. En
de pseudoinstrumentos que aún hoy <<talla,> el Océano. Son dignos de atención cambio las industrias, tantas veces citadas, de Australianos y Tasmanios, re-
los eolitos de cristal que P. SARASIN tuvo ocasión de estudiar en Niza, pues presentan un Musteriense que es forzoso reconocer y que corresponde por su
proceden de restos· de botellas, arrojados por el mar contra el acantilado, y morfología· a una cultura verdaderamente típica, que en Europa p·ertenece al
aunque algunos de estos cristales están ya del todo redondeados, otros hay Cuaternario. P. SARASIN y ExsTEENS han dicho, con ~azón, que se ha rebajado
con la. forma y retoques típicos de los eolitos, existiendo raed eras, perforadores de un modo tan intencional como injusto, la cultura de aquellos salvajes, pues
Y piezas con muescas. únicamente se ha fijado la atención en las piezas más toscas, sin pensar que las
Hay·, además, que tener en cuenta el papel preponderante de las i n f I u en - formas eolíticas acompañan a toda industria pétrea primitiva. Esta observa-
c i as a t m os f é ricas en la producción de eolitos. Viene a probar esto ción no es nueva ni sorprendente, pudiendo ser comprobada para todas las ci-
una experiencia de Sr. MEUNIER, quien dejó durante un invierno nódulos de vilizaciones de la Edad de la Piedra en Europa. Ahora bien; si de los <<eolitos
silex expuestos a los efectos del hielo. Examinados más tarde, los encontró actuall!S>> sacamos la consecuencia de que, por el hecho de concordar aparente-
rotos y parte de ellos con forma y <<retoque,> unilateral, idénticos a los que se mente con sus correspondientes del Terciario, podemos considerar estos últimos
ven en los verdaderos eolitos. MEUNIER, por tanto, atribuye a la erosión fluvial como instrumentos artificiales, dejándonos arrastrar por la pendiente, llegamos
Y a los intensos efecto s d e I f r i o la causa principal de la existencia de al resultado de que debían existir hombres o I i gocen os y aun quiút
tan inmensas masas de eolitos en los depósitos cuaternarios. e o c en es, atendiendo a que estos productos terciarios no son, por ningún
De todas las causas que intervienen en la formación de los eolitos, la única concepto, menos <<humanos,> que sus correspondientes modernos, a la vez que
que apenas hace sel'ltir sus efectos es el c a I o r. Es sabido que el pedernal, suponen idénticas necesidades de la cultura. Insiste RuToT, por lo que se re-
que en grandes masas ocupa considerables extensiones en los desiertos, como, fiere a Boncelles, y VERW0RN, para el Cantal, en que realmente los silex de
por ejemplo, sucede en el de Libh, se quiebra a consecuencia de la brusca tran- estos lugares se acomodan maravillosamente a la mano humana <,como si hu-
HUGO OBERMA!ER LAMINA I

bieran sido hechos de intento para ella>>, ¡y lo mismo sucede para Belle-A·ssise!
Todo eso es insostenible, tomado desde el punto de vista de la P a I e o n-
t o I o g í a . ¡Los próximos parientes del Hombre eoceno de Clermont, serían
los Pachylemurae! El más antiguo de los antropomorfos fósiles conocidos, el
Propliopithecus del Oligoceno, no sería, probablemente, mayor que una cria-
tura. Nadie pretenderá sostener en serio <<que un ser tan pequeño pudiera uti-
lizar piedras tan grandes como los eolitos. Este aserto no es tampoco aplicable
al Anthropodus, porque éste no llegaría, seguramente, a la. talla de un chico de
doce años. Según esto, habría que abandonar también la teoría de los eolitos
pliocenos.>> (M. SCHLOSSER.)
Por otra parte, estos pedernales que no han sufrido evolución alguna en las
diferentes etapas del Terciario y del Cuaternario inferior, se remontan a una
edad tan remota, en la que todavía nada se sabe de la existencia del Hombre
y se duda de la de seres antropoides. Y aun estos mismos eolitos se han seña-
lado en yacimientos geológicos, en los que nos encontramos con las ya evolu-
cionadas civilizaciones paleolíticas. Una parte de los eolitos del Norte de Ale-
mania, pertenecen, con seguridad, a la última glaciación, contemporánea del
Musteriense y Auriñaciense.
W. DEECKE, los halló en los niveles epiglaciares de Rügen y Bornholm, no
ALPES: Los GLACIARES DE VALLE DE RosEGG y DE TscHIERVA. (Macizo de la Bernina.)
habiendo prueba ninguna de su pertenencia al Cuaternario. La creencia en un
salto-atrás de la cultura del Paleolítico superior y aun del Neolítico, está tan
fuera de razón como el aceptar la existencia de los eolitos, sin progreso ni evo-
lución, durante la época terciaria.
No queremos decir con esto que no existan eolitos prepaleolíticos tallados
por la mano del Hombre. Las industrias bien definidas del Cuaternario, tenían
que tener, lógicamente, sus precedentes en etapas en que se practicó únicamen-
te el simple desgaste o retoque de la pieira. A esas industrias; se les-pueden
antep.oner otras fases todavía más primitivas. Por consiguiente, llegaremos
a un punto en que será extremadamente difícil determinar en estos materiales
pétreos, si se debe su formación a la naturaleza o al hombre. Para eliminar el
factor natural en la formación de eolitos, harían falta determinadas circunstan
cias y condiciones, como serían: el hallazgo de eolitos de silex u otra materia
en un lugar que no fuera su depósito u origen natural, ni tampoco adonde pu-
dieran haber sido arrastrados por acciones mecánicas; en tal caso, la presencia
de eolitos en aquel sitio no podría atribuirse a otra causa más que a la
acción del Hombre. La cuestión quedará suficientemente aclarada si junta-
mente con los eolitos se hallaran restos de fuego, de hogares o de esqueletos
humanos.
Todo esto se comprobará más tarde o más temprano, y hasta entonces, la
investigación mesurada y tranquila ha de limitarse a fijar, qué fuerzas pura-
mente dinámico-geológicas pueden explicar satisfactoriamente el origen natu-
ral de los eolitos.
En efecto, haremos constar que la cuestión de los <,eoli'tos>> ha entrado úl- PIRINEOS: Los GLACIARES SUSPENDIDOS DEL Pico DE ANETO. (Macizo de Maladetta.)
EL HOMBRE TER( lARlü Y LOS EOLITOS 15

timamente en una nueva fase de investigaciones y de discusiones, merced a


los recientes descubrimientos efectuados en la región oriental de Inglaterra,
gracias a la actividad de un arqueólogo de Ipswich, J. REID Morn.
Para poder enfocar bien este problema, debemos comenzar dando algunas
explicaciones de orden geológico y paleontológico. Los geólogos ingleses dividen
los terrenos del Plioceno y Cuaternario antiguo de S uf fo l.k y N o r fo I k
de la manera siguiente:
En la base de los terrenos que nos interesan, se encuentra el<• C r a g b I a n-
e o>> (o <•Cor a 11 in e C r a g >>), con moluscos que dan a esta formación un
carácter mediterráneo.
Más reciente es el « C r a g ro j o >> (<• R e d C r a g )>) d e Su f fo l k, en
cuyas capas aparecen moluscos nórdicos muy semejantes a los actuales del
Mar del Norte, que llegan a formar un 10 por 100 de la fauna. Este hecho indica
que por entonces se hicieron sentir los efectos del frío, quizá producido por los
glaciares.
Sobre este crag rojo reposa el <<C r a g de No r w i eh)> con Mastodon arver-
nensis, Elephas meridionalis, Hippopotamus, etc., es decir, con una fauna ca-
racterística de una época de clima cálido.
Por encima de este piso se depositaron las arenas y margas del << C r a g d e
Ch i I l es fo r d )>, que encierran moluscos cuyos dos tercios son propios de
un clima muy frío, y análogos a los que viven en la actualidad en las altas la-
titudes. Un clima parecido existió cuando se depositó el piso siguiente, o sea el
<< C r a g d e W e y b o u r n>, en el que se encuentra la Tellina baltica.

El <<Fo re s t - b e d de Crome r>>, en la costa de Norfolk, yace sobre


los anteriores estratos, y en él se han encontrado restos fósiles de Elephas me-
ridionalis (?), Elephas trogontherii, Elephas antiquus, Rhinoceros etruscus, Hip-
popotamus, Trogontherium Cuvieri, etc. Más recientes son aún los <<m i d g I a -
c i al san d s >) y el más moderno de los <<ch a I k y b o u 1 de r c I a y,>,
que se relacionan con el Cuaternario superior.
La interpretación geo-cronológica de estos depósitos' encuentra aún grandes
dificultades. Un cierto número de geólogos ingleses consideran el Forest-bed de
Cromer como Plioceno, basándose probablemente sobre la .::ita del Elephas meri-
dionalis, que nos parece injustificada. Otros sabios fechan al Norwich Crag y
al Red Crag de Suffolk como del Plioceno superior, en cuyo caso habría que
considerar a los crags de Chillesford y Weybourn como formaciones de la pri-
mera glaciación.
Por nuestra parte creemos que la primera aparición de los Elefantes y de
las primeras manifestaciones de clima frío, deben servir de base para la delimi-
tación del Plioceno y del Cuaternario (1 ). En este caso no es imposible que el
R e d C r a g d e S u f fo 1 k corresponda a la primera glaciación, que al-
canzó una extensión mucho menor que las dos siguientes. El C r a g d e

(1) Véase el capítulo III.

L
16 HUGO OBERMAIER EL ROMBRE TERCIARIO Y LOS EOLITOS 17

No r w i ch sería del primer período interglaciar y los c r a g s d e Ch i 1- distingue en ella toda una serie de <,tipos,> (raederas, puntas, raspadores, etc.),
1e s f o r d y W e y b o u r n pertenecerían a la glaciación máxima de y sobre todo, cierto número de silex que han sufrido la acción del fuego. Prin-
Inglaterra, es decir1 a la segunda alpina o <cMindeliense,>. La fauna cálida cipalmente' en este nivel fué donde J. R. Morn y E. RAY-LANKESTER, descubrie-
del Fo res t - b e d d e C ro m e r sería según esto del segundo período ron en 1909 por vez primera los <<rostro-carinates>> (1 ), es decir, grandes raspa-
interglaciar. dores aquillados.
Sea lo que sea, J. REID Morn ha descubierto cerca de la vilia de Cromer y Sobre este conjunto H. BREUIL ha manifestado lo siguiente: <,Existen cier-
debajo de los depósitos del Fo res t - be d, una capa con grandes silex, ta- tamente algunas causas de error, como compresiones intensas, que han pro-
llados al parecer por la mano del Hombre, que constituirían una i n d u s t r i a ducido varias veces pJr acción mecánica, estrías en superficies planas, retoques
<<crome r i en se>>, según H. F. ÜSBORN. sohre bordes frágiles, suavización de aristas y lascas con bulbo. Sin embargo,
El profesor H. BREUIL, especialista tan sabio como prudente, después de un
examen concienzudo de los yacimientos del Cromeriense ha exp-resado su opi-
nión en 1922, en los siguientes términos: <<... el yacimiento ha sido descubierto
por el mar que roe la costa desde hace cincuenta años, y está circunscrito como
una estación; las piezas no han sido rodadas y algunas de ellas llevan una pá- ¡
!
tina roja ocrácea antigua; su materia prima ha sido sacada del Stone Bed
en los sitios en que el crag frío, poco espeso, ha sido erosionado. M. REID MOI~
ha encontrado algunas piezas en posición estratigráfica en la base del mismo
acantilado. El desbastamiento por enormes lascas, debido a la percusión muy
fuerte _de la ma~o humana, no puede ser puesto en duda; además, hay una o
dos piezas consideradas como hachas de mano (<,coups de poing»), cuya ínter
pretación (tipológica) es discutible. Mas la fauna del Forest-Bed, que es la
fauna antigua de Abbeville (Champ de Mars), acompaña en esta localidad
una industria chelense (pre-chelense de CoMMONT) muy numerosa y gene~al~
mente muy tosca, que fué exhumada hace treinta años por o' AuLT ou MES·
NIL>> (1).
Más antiguos que los silex de Cromer son los del R e d e r a g d e s u f -
fo_ I k, que aparecen en dos niveles, uno en la p a r t e su p e r i o r del crag
ro10 y otro en su b as e d e t r í t i c a .
. Sobre el primero H. BREUIL, se expresa de la siguiente forma: <<Aquí no F1G. 3.-EOLITOS DEL FoxHALLIENSE (INGLATERRA).
existen causas de fractura mecánica natural; ni arrastre, ni estrías ni contu- ('"/3 del tamaño naturnl, según J. R. Mo1R).
siones, ni silex en guijarros en cantidad considerable. Los silex' están es-
par!:idos, presentan ángulos vivos, son poco numerosos y poco voluminosos,
como en un verdadero nivel industrial. Las lasca, talladas están bien defini- los silex que presentan bulbos de percus10n bien definidos, ofrecen planos de
das, tienen retoques, y están acompafíadas por desechos de talla; hay núcleos; lascado obtenidos por golpes sucesivos y debidos a golpes reiterados da-
l~s pl~nos _de percusi_ón son ciertos; se encuentran los mismos tipos que en el dos sobre un mismo plano, ... y con frecuencia retocados, se parecen de
mvel. mfenor; ~<lemas yo he notado el desbastamiento por serie paralela y una manera absoluta a las lascas de origen humano. Yo no conozco ninguna
sucesiva. Los s1lex quemados no faltan. La existencia de este- nivel indudable acción de compresión en el suelo que haya producido tales resultados Y las
a mi juicio, me permite admitir el siguiente.>> causas mecánicas de arrastre fluvial o marino deben ser eliminadas como
_En la base del _crag rojo reposan los estratos de )-Os <<pre - C r a g de - toda causa de origen térmico. Existen silex quemados. Yo no considero como
t·r I tu S>> de Ipsw1ch y Foxhall (<<Sub-Red Crag•>) con los sil ex que constitu- un tipo intencional los rostro-carinates, la mayor parte sin trabajo, pero acepto
yen la industria<< fo x ha 11 i en se de H. F. OsBORN (Fig. 3.) J. R. MoiR como muy posiblemente talladas, y no como eolitos, un lote importante de

(r) Véase el capitulo IV. (1) Nombre derivado de rostrum = espolón de navío. y carina = quilla.
Mem. de la Com. fle Invcst. P.1\pont. y Prehi-.t, N. 0 9.~-2.~ ed,, 1925.~Z
RUGO OBERMAIER
EL HOMBRE TERCIARIO Y LOS EOLITOS 19

lascas que no se pueden distinguir de los silex clásicos. Las huellas de fuego E. RAY LANKESTER: On the discovery oj a novel type of flint implments belaw th~
son innegables, sea cual sea su origen.>> base o/ the Red Crag of Sufjolk. <<Phil. Trans.>> Ser. B. t. CCII. 1912.
Como se ve, la cuestión apasionante de los eolitos está lejos de ser resuelta IDEM: Description of the Test Specimen of the Rostro-carinate Industry jound benearh
por completo. Los últimos descubrimientos hechos en Inglaterra tienden a re- the Norwich Crag. ,,Royal Anthrop. lnst. Occasional Papers. No. 4. ~London, 1914
montar la antigüedad dei Hombre de una manera extraordinaria, hacia niveles W. FREUDENBERG: Die Entdeckung von menschlichen Fusspuren und Artefakten
geológicos, que se enlazan muy estrechamente con el Terciario. in den tertiiiren Gerollschichten und Muschelhauf en bei St. Güles-W aes, westlich
Antwerpen. <<Praehistorische Zeitschrift.>> t. XI-XII. Berlin. 1919-1920.

EXTRACTO Bi:BLIOGRAFICO Crítica de los eolitos.

Problema de los eolitos. H. ÜBERMAIER: Zur Eolithenfrage. <<Archiv für Anthropologie.>> N. F. t. IV. Nú-
mero I. Braunschweig. 1905.
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IDEM: Sur les sílex considérés comme portant les marques d'un travail humain et dé- M. BouLE: L'origine des éolithes. ,,L'Anthropologie>>. t. XVI. Paris. 1905.
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