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Hoy viernes 5 de abril –¡abril del alma, abril! – el país fue testigo de desenfrenadas
carreras de la Asamblea Nacional consistentes en un extraño engendro sin ningún valor
legal, publicado en La Gaceta No. 68, Decreto Legislativo No. 8544. ¿Qué pasó? Resulta
que los diputados intentaron corregir la disposición confiscatoria que “obliga” a cancelar
el Pago Mínimo Definitivo (PMD) del Impuesto sobre la Renta (IR) de las empresas, del
1% que existía antes de la reforma (y legalmente aún existe) al 2% y 3%, según la
categoría de las empresas. Pero lejos de aclarar lo complicaron todo. Veamos.
1. Antecedente del maratón legislativo
Ante la inocultable caída de las recaudaciones causada por la reforma tributaria
reciente, la DGI admitió oficialmente “la existencia de dudas de los contribuyentes,
relacionadas con el PMD del IR”. Según los diputados era necesario que la Asamblea
Nacional aclarase tal situación. Fíjense ustedes, no pudo explicarlo a la ciudadanía
el Director General de Ingresos, tampoco el Ministro de Hacienda, sino que el
muerto lo cargó la Asamblea Nacional mediante una interpretación auténtica de la
Ley de Reforma Tributaria, Ley No. 987. ¿Por qué tanto mambo? ¿Dudaron de la
validez legal de su reforma?
5. Conclusión
Para que después no me digan que olvidé advertir lo esencial, por aquello de las
dudas repitamos la lección: esta peligrosa y errática reforma tributaria no es la causa
del mal que sacude a la nación. Es apenas un asomo, un síntoma demoledor, pero
expresión al fin del gran problema nacional. La crisis sociopolítica es la causa y razón.
¡Que nadie se extravíe en las ramas! Con permiso de Montserrat Roig, cierro esta
modesta reflexión jurídico-técnica con una idea que desea acompañar nuestra
conclusión: “La democracia no se aprende en el Parlamento, sino en casa y la sociedad.
Ser demócratas no es una actitud política en sí misma, es una actitud ante la vida”.
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