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Colaboró con la revista Pèl & Ploma durante el año 1900 fecha en la que realiza su primer viaje
a París en compañía de Carlos Casagemas, instalándose en el taller del pintor Isidro Nonell. En
París conoce al también Catalán Pedro Mañach, su primer marchante y quien vendió por
primera vez una obra del entonces joven Pablo Ruiz Picasso, obra que fue comprada por la
Señora Berthe Weil
El cubismo de Picasso
Suele citarse, desde un estudio muy influyente de John Golding, la perspectiva cónica como un
sistema de representación visual opuesto al del cubismo.
Pero pensar en términos de pares de conceptos contrarios suele conducir al olvido de buena
parte del mundo. Si bien es cierto que el cubismo, en todas sus fases, aceleró el alejamiento de
la representación del espacio según la perspectiva cónica, ese proceso no es, visto el período
completo, su rasgo más característico.
Suele considerarse al cubismo como una síntesis de dos visiones: la de Braque, que daría
forma a las facetas características del estilo, y la de Picasso, que introduciría el rasgo
escandaloso de lo feo, a través de sus rostros inspirados en las máscaras africanas por
entonces de moda.
Lo que más molestó al público y los críticos de aquella época, y al mismo tiempo, lo que
entusiasmó a los amigos, no fue el alejamiento de la perspectiva cónica, sino la fealdad de las
figuras del cuadro que se considera fundador del estilo, Las señoritas de Aviñón, de Picasso.
John Berger opina que ese primer cuadro no puede verse como una propuesta estética, sino
como una provocación, actitud que, con más intensidad, adoptarían los dadaístas algunos años
más tarde.
El rasgo pictórico más característico y permanente, en todas las variantes del cubismo, es el
facetado de la superficie pintada. La faceta puede variar de tamaño (enorme en los primeros
cuadros, diminuta en los últimos), pero siempre está definida del mismo modo: una zona
delimitada por líneas, que forma un degradado de claro a oscuro que contrasta con la faceta
contigua porque su degradado va en sentido opuesto.
Perspectivas y Cézanne
A mediados de junio de 1907, hubo en París una retrospectiva de acuarelas de Paul Cézanne;
a principios de julio, Picasso terminaba Las señoritas de Aviñón. En mayo de ese año, Picasso
había visitado una exposición etnográfica en el Trocadero, donde, dijo, comprendió realmente
la escultura africana. Hay consenso en que el cubismo de Picasso se alimenta de esas dos
fuentes.
Buscando influencias entre los pintores inmediatamente anteriores, los críticos se detuvieron
quizá en exceso en Cézanne. Sin dudas el gran pintor francés fue decisivo para el camino que
Picaso tomaría a partir de 1907 (el año siguiente a la muerte de Cézanne), pero no conviene
limitar el alcance de un estilo (de un modo de ver) a un solo aspecto. Cézanne había
comenzado a dislocar la perspectiva, y a extender pinceladas en forma de escamas, rasgo que
el cubismo llevaría al extremo.
Picasso realizó un retrato cubista de Abroise Vollard. Es imposible decir dónde termina la figura
y dónde empieza el fondo. Se disuelven una con el otro. Sin embargo, la función figurativa (el
parecido, un requisito del retrato) se mantiene.
Picasso jamás realizó una pintura no figurativa, fiel a su idea de que la pintura trata de la
realidad (aunque sostenía que no le interesaba pintar lo que veía, sino lo que pensaba de lo
que veía), y no puede ser concreta (es decir, limitada a sí misma), como defendieron luego los
mal llamados pintores abstractos.
Durante los años veinte abandonó la disolución cubista de figura y fondo, y comenzó a
desarrollar imágenes con una espacialidad renacentista acentuada, alternando con
composiciones cercanas al no figurativismo, cuyos referentes sólo se reconocen cuando se lee
el título del cuadro. Cuando hizo Guernica, en 1937, retomó por última vez los lineamientos del
cubismo, especialmente en la zona central del gran mural.
El cubismo es quizá el estilo pictórico del siglo XX que más claramente ilustra la estrecha
relación entre un estado del mundo -caótico, desquiciado, apocalíptico: listo para la guerra- y
un modo de ver -la abolición del orden natural que distingue la figura del fondo-.