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14-12-2016

ETICA,
REALIDAD Y
BELLEZA

Yesica Grillo
INSTITUTO SUPERIOR DE CIENCIAS SAGRADAS SAN MIGUEL ARCANGEL
TEMA
El descenso del alma por la belleza de las criaturas, (tomado de “Descenso y Ascenso
del alma por la belleza” de Leopoldo Marechal), como uno de los causantes de la ética
voluntarista autónoma.

OBJETIVO PRINCIPAL
Determinar los aspectos que llevan a la promoción de una ética voluntarista
autónoma, dejando de lado la ética realista.

MARCO TEORICO
A la hora de encuadrar nuestro trabajo lo primero que debemos hacer es distinguir
entre dos tipos de posturas filosóficas que se encontraran a lo largo del mismo.
La primera postura a la que nos referimos es el realismo, en el cual ubicamos al filósofo
antiguo Aristóteles.
“Según Aristóteles, la realidad es este mundo de cosas concretas en que vivimos: como
esta casa, este árbol, aquel hombre singulares.”1
Esta afirmación intenta diferenciarse de Platón quien sostenía que existían dos
mundos, uno donde se encontraban las cosas en sí, las esencias separadas. Y este
mundo sensible donde la realidad es aparente, no hay cosas en sí.
Entonces Aristóteles se dedica a la filosofía primera o metafísica que es el estudio “del
ente en tanto que ente”. 2 El ente es todo lo que es y “se dice de muchas maneras”
por eso existe el modo de ser en sí y el modo de ser en otro. El modo de ser en si es la
ousia o esencia, es decir lo que la cosa es y el modo de ser en otro se refiere a los
accidentes.

“El modo de ser fundamental es el ser "en sí", la substancia, porque todos los demás
modos de ser, los accidentes, en última instancia se refieren a la substancia. (…) Desde
el punto de vista de su estructura, la ousía sensible es un compuesto o concreto
(συνολν [synolon]), es decir, no algo simple, sino constituido por dos factores o
principios, que Aristóteles llama materia (υλη) [hyle]) y forma (µορφη [morphé]) 3

El eje de la filosofía realista se remonta al hecho de que existe una realidad extra
mental que el hombre puede conocer, en otras palabras que existe aquello distinto del
hombre y que este lo conoce, pero existe más allá de ese carácter de “en tanto que
conocida” por el hombre. Pues la realidad misma está ahí y el ser humano la conoce, y
es capaz de conocer las esencias de las cosas, lo que las cosas son. De este modo el
hombre es capaz de abstraer la materia y llegar a formar un concepto que exprese lo
que es la cosa, un juicio y un razonamiento, lo que es propio del pensamiento
filosófico.

1
Adolfo Carpio. 2004. Principios de Filosofía. Ed. Glauco. Bs. As.
2
Rafael Gomez Perez. Introducción a la metafísica. Madrid. Ed. Rialp, S.A. 1990.
3
Adolfo Carpio. 2004. Principios de Filosofía. Ed. Glauco. Bs. As.
Por otro lado desde el pensamiento moderno se generó una constante contraposición
a esta filosofía. Es la época en la que comienza un descreimiento de la cosa en sí extra
mental, la determinación de su no existencia real o aquella idea desde Kant de que el
hombre no puede conocerla y solo se limita a construir él mismo un objeto de
conocimiento.

“En efecto, racionalismo y empirismo coinciden en ser formas del realismo. Este
término, como tantos otros en filosofía, tiene muchos sentidos; aquí se lo va a emplear
para designar la teoría que sostiene que en el acto de conocer lo determinante es el
objeto: que cuando se conoce, quien tiene la primera y última palabra no es el sujeto,
sino la cosa misma.

Pero con Kant, repetimos, el conocimiento, en su último fundamento, no es ya teoría,


sino una cierta operación transformadora que el sujeto cumple: conocer quiere decir
elaborar el objeto. Y los discípulos de Kant -Hegel entre otros- van a terminar
sosteniendo que conocer significa directamente crear el objeto del conocimiento, más
aun, la realidad”4

El existencialismo, siguiendo con esta línea, sostiene no ya solo que no es posible de


conocer por el hombre sino que no hay una natura o esencia dada, todo se construye y
depende del sujeto.

Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora y sabiendo que la concepción antropológica


es uno de los factores más importantes a la hora de distinguir la valoración ética sobre
las acciones humanas, de lo que trata el presente trabajo, diremos que la definición de
hombre, más bien realista, a la que nos referimos a lo largo de la investigación es a la
dada por el filósofo del siglo VI, Boecio, que afirmó que el hombre es “substancia
individual de naturaleza racional”5. Es decir una unidad substancial de cuerpo y alma.
El alma humana se distingue de la de los demás seres por su carácter racional, ya que
es dotada de las potencias inteligencia y voluntad libre. La inteligencia humana tiene
por objeto la verdad (la adecuación del intelecto a la cosa6), esta verdad se identifica
con el bien (lo que todas las cosas apetecen)7, que es el objeto de la voluntad. Por lo
tanto la inteligencia “muestra” a la voluntad el bien y esta se mueve libremente a él.

Sin embargo existe otro tipo de valoración antropológica que presupone que el
hombre no tiene una naturaleza dada, tal como se expresa ut supra, sino que va
construyendo su ser mismo, es decir no existe un modo de ser humano. Se trata del
existencialismo que dice algo así como:

4
Adolfo Carpio. 2004. Principios de Filosofía. Ed. Glauco. Bs. As
5
Boecio, cfr. De duabus naturis et una persona Christi, cap. 3; PL 64, 1343
6
Sto. Tomas de Aquino. De veritate, q.1, a 1.
7
Aristóteles. Ética a Nicómaco, I, c1, 1094ª 3
“¿qué es lo que hace que el hombre sea hombre? Su conciencia. Y continua, el ser
consciente esta pues separado de sí mismo, pero ¿Por qué? Por nada. La conciencia no
es más que la materia bruta, es falta de ser, es nada. Esto da al hombre la tarea de
construirse a sí mismo (…) que es lo que confiere su existencia, él se hace existir. Así la
existencia precede y condiciona la esencia.” 8

Todo lo que la persona humana realiza, independientemente de la concepción


antropológica desde la cual lo veamos, puede ser valorado éticamente, en orden a su
fin último. La ética es la ciencia del comportamiento humano en relación con los
valores, con los principios y con las normas morales. Se puede distinguir entre la ética
descriptiva y la ética normativa. La primera se trata del examen de las costumbres y de
los comportamientos relacionados con los valores, principios y normas morales de una
población determinada, o de varias poblaciones en general, o sobre un hecho preciso.
La ética normativa es la disciplina que estudia los valores, principios y normas de
comportamiento en relación con lo que es lícito o ilícito, y que busca sus fundamentos
y justificaciones. Dentro de esta ética se distingue a su vez entre Ética General, que se
ocupa de los fundamentos de los valores, de los principios y de las normas; y la Ética
Especial que trata de la aplicación de tales principios, normas y valores en campos
específicos, por ejemplo la Bioética que considera el campo de la vida y de la salud.9

8
Roger Vernaeux. Lecciones sobre existencialismo. Club de Lectores. Parte 3era “Maestros Franceses”
Cap. I La Ontología Fenomenológica de Jean Paul Sartre.
9
Elio Sgreccia. Manual de Bioética
INTRODUCCION

En el presente trabajo se hará un abordaje que, por el hecho de ser filosófico, busca
una causa. Tomando como tema central, dos partes de la filosofía práctica, que son la
Ética y la Estética.

En este caso será la estética la que explique las causas de un tipo de ética
determinado.

Una vez aclarado esto en preciso entonces comenzar la tarea que nos hemos
propuesto, pues intentaremos establecer la causa de una ética actual que se centra en
el voluntarismo autónomo, lo que explicaremos más adelante. Dejando de lado teorías
que proceden de una ética realista.

Esta causa será abordada desde el ensayo del autor argentino, Leopoldo Marechal,
“Descenso y Ascenso del alma por la belleza”. Desde el mismo trataremos de focalizar
en lo que Marechal llama el “Descenso del alma por la belleza”. De aquí derivará la
causa de la que hablamos. Pero antes mostraremos las consecuencias del voluntarismo
autónomo y como se llegó hasta él, tomando como ejemplo la obra de F. Nietzsche “El
ocaso de los ídolos” desde su capítulo “Sobre como terminó convirtiéndose en fabula
el mundo verdadero”. Nietzsche va a representar en este caso el pensamiento
contemporáneo que adopta una nueva perspectiva del ser humano y del mundo,
olvidando el realismo y sus bases.

.
1. TIPOS DE ÉTICA
1.1 NOCION DE ÉTICA:

La filosofía es la ciencia que estudia todas las cosas desde sus causas primeras o
ultimas con la luz natural de la razón. Las dos grandes partes de la filosofía son la
FILOSOFIA TEORICA, donde ubicamos la lógica, la metafísica, antropología, filosofía
de la naturaleza, gnoseología; y por otro lado la FILOSOFIA PRACTICA que se divide
a su vez en filosofía del hacer o del arte (estética, filosofía de la técnica) y la
filosofía del obrar o ÉTICA.
La ética como parte práctica de la filosofía es definida por Ángel Rodríguez Luño
en su obra “Ética General”, del siguiente modo:
“El estudio filosófico-practico de la conducta humana”10
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es qué significa que la filosofía
estudie la conducta humana y es aquí donde entra en juego la definición de
filosofía que mencionamos anteriormente.
Si la filosofía estudia todas las cosas, esto es “todo lo que es”, Entonces también
estudiará el obrar humano. Ahora bien ¿a qué nos referimos cuando hablamos de
conducta humana?:
Tal como afirma Santo Tomas es preciso distinguir entre los actos humanos y los
actos del hombre. Los actos humanos son los que proceden de la voluntad libre11,
mientras que los actos del hombre son las acciones no libres, como la circulación,
la respiración, etc.
El primer caso se refiere a todo aquello que el hombre realiza según el libre
arbitrio de la voluntad.
Entonces hablamos de conducta humana ya que estos actos a los que nos
referimos como propiamente humanos son lo que lo conducen a si mismo hacia
donde quiere dirigirse.
Por eso Rodríguez Luño afirma que “La Ética debe reflexionar, por tanto, acerca de
la bondad y de la maldad específica de las acciones libres” y que estas lo
conducirán o no a su fin.
Estamos refiriéndonos entonces a un abordaje del actuar humano desde la
filosofía. De esta forma podemos decir que al hablar de ética tenemos que tener
en cuenta desde qué postura filosófica nos centraremos. A decir verdad todas las

10
Ángel Rodríguez Luño, Ética General. Ed. EUNSA. 2010. España
11
Así lo afirma Rodríguez Luño en el texto nombrado ut supra: “El sujeto de lo moral y de lo inmoral es la
voluntad libre. Sólo los actos de la voluntad, y los actos de otras facultades humanas (pensamientos,
recuerdos, acción de alimentarse, etc.) en cuanto imperados o al menos consentidos por la voluntad,
pueden ser moralmente buenos o moralmente malos. Por eso la Ética se ocupa únicamente de las
acciones libres”
corrientes filosóficas tienen explícita o implícitamente una perspectiva ética,
incluso las que sostienen no tener ninguna. Es por ello que a continuación
presentaremos los dos grandes tipos de ética que a nuestro parecer representan
las dos posturas contrapuestas que presentaremos en este trabajo.

1.2 ETICA INTELECTUALISTA-HETERONOMA:

La ética intelectualista-heterónoma es propia de una filosofía realista, y para


adentrarnos en ella tomaremos como punto de partida las siguientes
afirmaciones:

 “Todo deber ser se funda en el ser. La realidad es el fundamento de lo ético. El


bien es lo conforme con la realidad”12
 "El bien del hombre consiste en ser conforme a la razón y el mal en ser
contrario a ella"13

Para entender estas afirmaciones tenemos que saber los principales postulados de
la corriente filosófica a la que nos referimos:

FUNDAMENTOS DESDE EL REALISMO

 EL ENTE:

Decimos que “lo que tiene ser puede denominarse con el nombre de ente” 14 o que
ente es todo lo que es. A su vez al decir la palabra “ente” estamos refiriéndonos al
participio presente del verbo ser (esse). Entonces el ente es “lo que”, es decir un
algo, que participa, (participio presente), del ser. Aquí vemos que la noción de la
que hablamos no es simple sino una composición metafísica en la que distinguimos
la esencia y el acto de ser.

La esencia es aquello por lo que una cosa es lo que es y no otra cosa y el acto de
ser es el acto que a través de la esencia hace ser al ente. Este último no debe
confundirse con existir que es en realidad el resultado de tener ser.

 Estructura del ente:

Aristóteles afirma que “ser se dice de muchas maneras”15 . Es decir diversos


sentidos que se refieren a una misma cosa, a una misma naturaleza. De esta forma

12
La realidad y el bien en Josef Pieper. Disponible en http://www.slideserve.co.uk/documents/pieper-la-
realidad-y-el-bien.
13
Aristóteles. Ética a Nicómaco I,6, 1097b
14
Rafael Gomez Perez. Introducción a la metafísica. 1990. Ed. Rialp. Madrid.
15
Aristóteles. Metafísica. Libro IV
decimos que SUBSTANCIA Y ACCIDENTE son dos modos de ser del ente. En la
observación del cambio se manifiesta esta distinción. La substancia es aquello a
cuya esencia le corresponde ser en sí, lo que subsiste. Mientras que el accidente es
aquello a cuya esencia le corresponde ser en otro. Así la primera es lo esencial, lo
central de una realidad, lo que hace que algo sea lo que es, es el sustrato de los
accidentes. Es decir que los accidentes se apoyan en la substancia.16

Los accidentes son determinaciones del ente y se dan, múltiples, en el sujeto. Hay
varios tipos de accidente según lo que predican de un sujeto:

 Unidas intrínsecamente a su esencia: Cantidad, cualidad, relación.


 En relación con algo extrínseco: tiempo, espacio, acción, pasión, hábito.

Entonces tal como dice Gomez Perez: “la substancia realiza plenamente la noción
de ente.” Ahora bien, cuando algunos dicen que el principio substancial reside en la
materia y otros dicen que lo hace en la forma, Aristóteles diría que ambos están en
lo cierto pero de manera parcial, ya que se trata de las dos cosas a la vez. De este
modo “la forma, en la medida en que es el principio que determina, actualiza,
realiza la materia, constituye aquello que es cada cosa – su esencia- y por lo tanto
es substancia de pleno derecho”17

Como decíamos anteriormente el ente corpóreo está constituido por la substancia


y los accidentes. Nos referimos a la substancia con la denominada síntesis
HILEMORFICA (del griego hile materia y morfe forma). De este modo materia y
forma substancial son dos principios complementarios que la constituyen
conjuntamente.

Continuando con este esquema, donde estamos siguiendo los principales


postulados de la filosofía realista para entender su visión ética, vamos a continuar
con la explicación del ente, ahora desde sus propiedades. Se trata de las
propiedades que convienen al ente en tanto ente. Las dividimos en
predicamentales y trascendentales. Las primeras son aquellas de que se predica de
algo y son fundamentales, se trata de lo visto anteriormente como substancia y
accidente. Mientras que las propiedades trascendentales son las que van
justamente “más allá” de las predicamentales, las trascienden. Las tiene todo ente
por el hecho de ser ente, se trata de una distinción de razón, es decir que cada una
de ellas aclara a la razón humana un aspecto del ente. Las mismas son:

16
Los accidentes son aspectos a cuya naturaleza compete ser en otro, es decir, pertenecen
intrínsecamente-inhieren- a otra realidad que posee propiamente el ser y es su sujeto: la substancia.
Filosofía de la Naturaleza. Mariano Artigas y Juan José Sanguinetti. 3er edición. Ed. EUNSA. Pamplona
17
Giovanni Reale y Darío Antisieri. Historia del Pensamiento Científico y Filosófico. Tomo Primero-
Antigüedad y Edad Media. 1995. Ed. Herder. Barcelona.
 Unidad: todo ente es uno porque tiene una cierta indivisión interior y una
cierta división con lo otro.
 Alicuidad: todo ente es algo, quiere decir que se diferencia de la nada
 Coseidad: todo ente es una cosa, es res. Apunta a que todo ente tiene una
esencia.
 Verdad: todo ente por el hecho de ser ente es verdadero. Estoy aclarando
del ente que tiene cierta inteligibilidad fundada en cierta claridad interior.
Esto es en relación a una inteligencia.
 Bondad: todo ente es bueno, tiene una cierta perfección interior que lo
hace amable, querible. Esto es en relación a una voluntad.
 Belleza: todo ente por el hecho de ser ente es bello. Una belleza que surge
del esplendor de una claridad interior y la perfección interior.

A continuación nos detendremos en aquellas propiedades que son en relación


a otro, es decir. La verdad, bondad y belleza del ente.

Verdad: se puede decir en tres sentidos que algo es verdadero:

1. Según lo que precede a la razón de verdad y en lo cual se funda lo


verdadero, “verdadero es aquello que es”. Relaciona la noción de verdad a
la noción de ser, es en este sentido en que todo ente es verdadero porque
es, se trata de la verdad ontológica).
2. La noción de verdad como adecuación del intelecto a la cosa, sería lo
referido a la verdad lógica.
3. Verdad como manifestación, porque manifiesta lo que es, como distinto de
lo falso que manifiesta ser lo que no es.

Tal como afirma Ayllon en su obra “En torno al hombre”: la idea de verdad se
puede entender como la idea de inteligibilidad. El mundo es entendible porque
fue pensado antes de existir18. Y como afirma Santo Tomas, entonces “toda
cosa esta constituida entre dos entendimientos” (una que la crea y una que la
conoce). Siendo, las cosas manifiestan lo que son.

Bondad: “Bueno es lo que todas las cosas apetecen”19

Algo es apetecible en razón de que tiene perfección. Se toma el término


perfecto en el sentido de acabado, donde “Per” marca intensidad y “factum” es
hecho.

Cuanto más perfecto es algo más apetecible es, algo es perfecto en la medida
en que está en acto. Y el primer acto de toda perfección es el ser, es la primera

18
José Ramón Ayllon. En torno al hombre. 1992 ed. Rialp. Madrid.
19
Aristóteles. Ética a Nicómaco, I, c1, 1094ª 3
perfección, es decir bondad ontológica. Entonces se dice que en la medida que
algo es, es apetecible. O del mismo modo en la medida que es, es bueno.

Como dijimos al hablar del trascendental “verdad”, las cosas tienen verdad
porque fueron prepensadas, vienen de una inteligencia, y en esta instancia las
cosas son buenas porque proceden de una bondad.

Algo se dice bueno en tres sentidos:

1. Algo se dice bueno en la medida que es, esto es: bondad


ontológica
2. Algo es bueno en la medida que tiene accidentes necesarios para
poder obrar. Es bueno en cuanto que tiene una cualidad, accidente
virtud.
3. Algo se dice bueno en la medida que alcanzo su fin. (la perfección
esta cuando alcanza su fin)

Belleza: si la verdad es la conveniencia del ente con la inteligencia y la bondad


es la conveniencia del ente con la voluntad. En el caso de la belleza santo tomas
dice lo siguiente

“en un sujeto determinado, la belleza y la bondad son una misma cosa, pues se
fundan en una misma realidad, que es la forma, y por eso lo bueno se considera
como bello”

Ahora bien, el bien se refiere al apetito pero la belleza hace referencia también
a lo cognoscitivo, de este modo lo bello no tiene ni solo que ver con la voluntad
ni solo que ver con la inteligencia, sino que se trata de ambas.

“Lo bello es lo que visto agrada”20

Esta breve descripción muestra claramente lo que veníamos diciendo. Cuando


se refiere a la vista, se está refierendo a lo cognoscitivo, mientras que al hablar
de agradar o placer hace referencia a lo apetitivo, a la voluntad. Aquí podemos
ver como para esta concepción de lo bello la visión es siempre contemplación
de algo que esta fuera del sujeto mientras que lo apetitivo si está en él, por lo
tanto tenemos dentro de lo que se llama “juicio estético” una parte objetiva y
una subjetiva. Pues la belleza se funda en cualidades o propiedades objetivas
de las cosas, pero que causan una repercusión afectiva en el sujeto que la
contempla.

20
“Pulchrum est quod visum placet”
Así pues el Aquinante va a decir que la captación de la belleza está unida a
diferentes notas de la cosa:

1. Armonía (unidad de cosas diversas-unum) orden en la medida que


descubro esa armonía.
2. Sentido (inteligibilidad- verum)
3. Perfección (bonum)

De este modo decimos que unidad, verdad y bondad al ser captada por el
sujeto produce “la belleza”. Pues es propio del bien satisfacer el deseo. Bello es
el bien con una relación al conocimiento. Así lo bello es un bien con su ser visto
o conocido.

 La participación:

Participar es lo mismo que decir tener parte (partem capere). Una vez que
definimos y expusimos al ente, su estructura y sus propiedades trascendentales
cabe aclarar que tanto estas últimas como el acto de ser mismo se dan al ente
por lo que denominamos la participación.

La doctrina de la participación funda la distinción real entre esencia y acto de


ser. En la realidad encontramos los entes que son, son pero ninguno agota la
plenitud del ser. Tienen ser pero no son el ser, es decir tienen el ser
participado, dicho de otra forma tienen parcialmente una perfección. O sea que
lo tienen de modo limitado.

Algo es participado de dos maneras:

1. Como perteneciente a la substancia del participante, la razón de


participado esta univoca en cada una de los participantes. Esto es la
participación horizontal o predicamental-
2. Por otro lado la participación trascendental. Es como no perteneciente a
la esencia del participante. Los entes participan del ser, pero el ser no es
algo que pertenezca a la esencia del ente, ni algo que todos los entes
tengan del mismo modo. Toda criatura tiene el ser pero de forma
limitada. Por eso se distingue en ellas lo participante (la esencia) de lo
participado (el ser). La esencia determina el modo de ser.

 EL HOMBRE

Para entender la segunda afirmación que hemos seleccionado como base para explicar
este tipo de ética a la que nos referimos, es sumamente importante explicitar la
concepción antropológica de esta corriente.
Cuando Aristóteles habla acerca del alma va a decir que esta es la parte esencial de un
ente, es decir es la forma del mismo, lo que hace que sea lo que es y no otra cosa,21
por esa razón existe para cada tipo de ente un tipo de alma que recoge algunas
facultades distintivas. Para explicarlo brevemente diremos que existe el tipo de alma
“nutritiva” o “vegetativa”22 que es la que simplemente se nutre y desarrolla,
correspondiente a las plantas. En segundo lugar el alma “sensitiva” es la propia de los
animales, que a la facultad anterior de nutrirse le agrega lo sensible, la sensibilidad, lo
apetitivo, el deseo, el dolor, el placer23. Y por último y más acabada existe el alma
“racional” que es la que corresponde al hombre, quien además de las anteriores
facultades añade lo propio, es decir la razón.24

Tal como afirmó Boecio, el hombre es “substancia individual de naturaleza racional”25.


Entonces como todo ente corpóreo es substancia, compuesto de materia y forma,
donde la materia es el cuerpo y la forma es el alma racional. En otras palabras diremos
que el hombre es un ser material y espiritual dotado de inteligencia y voluntad libre.

Teniendo en cuenta esto decimos por un lado que es capaz de inteligir, es decir de
separar la materia de la forma u abstraer la misma y conocer así las esencias, lo que las
cosas son. Y por otro que su voluntad es libre. Explicaremos a continuación cada una
de estas facultades del hombre.

Cuando hablamos de inteligir decimos que es capaz de abstraer la materia y llegar a


formar un concepto que me exprese lo que es la cosa, un juicio y un razonamiento, lo
que es propio del pensamiento filosófico.

Estas son denominadas por Jaques Maritain26 como las tres operaciones del espíritu,
lo cual desarrolla del siguiente modo:

Según la simple aprehensión, es decir “el acto por el cual la inteligencia capta o percibe
alguna cosa sin afirmar o negar nada”; es aquí donde el hombre capta una naturaleza o
esencia. De esta manera la persona humana es capaz, a partir de la abstracción, de
llegar a formar un concepto mental en el que aprehendemos una esencia o naturaleza.
La cual es designada por un “termino” o palabra que puede ser oral, la cual a la vez es
representada por un signo grafico o palabra escrita.

21
“Luego el alma es forma específica de un cuerpo natural”. Aristóteles, Acerca del alma I, 2
22
“la facultad nutritiva puede darse sin que se dé el tacto ni la totalidad de la sensación” Aristóteles,
Acerca del alma I, 2
23
“llamamos facultad nutritiva a aquella parte del alma de que participan las plantas. Salta a la vista que
los animales, a su vez, poseen todos la sensación”. Aristóteles, Acerca del alma I, 2
24
“A otros, en fin, les corresponde además la facultad discursiva y el intelecto: tal es el caso de los
hombres y de cualquier otro ser semejante o más excelso, suponiendo que lo haya. Los que poseen
razonamiento poseen también las demás facultades, mientras que no todos los que poseen cualquiera
de las otras potencias poseen además razonamiento” Aristóteles, Acerca del alma I, 3
25
Boecio, cfr. De duabus naturis et una persona Christi, cap. 3; PL 64, 1343
26
MARITAIN Jaques. El orden de los conceptos. Buenos Aires, Club de Lectores
Con la segunda operación o juicio se constituye el “acto del espíritu por el cual une al
afirmar o separa al negar”. Aquí se “construye” un conjunto de dos conceptos que son
el sujeto y el predicado, unidos por una copula afirmativa o negativa, respectivo a si
convienen o no. Formando así su signo oral que da lugar a la proposición pronunciada
u oración.

La tercera operación es el razonamiento: “el acto por el cual el espíritu, por medio de
lo que ya conoce, adquiere un conocimiento nuevo”. Aquí el espíritu aprehende dos
proposiciones percibidas como verdaderas de las cuales infiere la verdad de una
tercera proposición o consecuente. Esto constituye un conjunto de proposiciones
llamado argumentación, la cual tiene por signo oral la argumentación pronunciada.

Lo dicho hasta ahora es lo concerniente a la doctrina realista a cerca de como el


hombre es capaz de conocer la realidad externa y a sí mismo. 27

Por otro lado dijimos que el hombre está dotado también de voluntad libre, la
voluntad es la facultad del mismo que lo conduce hacia un bien, por eso decimos que
tiene por objeto el bien. Para ello tiene como instrumento el libre albedrio, o libertad
que es la facultad que hace que el hombre se autodetermine a ese bien que
previamente la inteligencia le mostró a la voluntad28. El hombre es libre en su querer y
actuación, pero no lo es de forma absoluta, sin límites. Esta limitada con la limitación
de nuestra existencia finita y singular, de nuestro conocimiento finito e incompleto.

NOCION DE ETICA INTELECTUALISTA HETERONOMA

Tomaremos como punto de partida para explicar una noción de la ética intelectualista
heterónoma todo lo expresado anteriormente acerca de la filosofía realista. Ya que
como hemos dicho es la base de la concepción ética a la que nos referimos. Así, el
hecho de que existan los entes con sus esencias determinadas, es decir aquello que
hace que las cosas sean lo que son y no otra cosa; y de que el hombre, a su modo de
ser humano, las pueda conocer y por consiguiente también pueda reconocer su
esencia misma donde lo racional es lo substancial a su ser, nos está diciendo el propio
tipo de perspectiva del aspecto ético en el ser humano. Lo que explicaremos a
continuación:

27
“El intelecto es capaz también entonces de inteligirse a sí mismo.” Aristóteles, III, 4
28
“en nuestra autorrealización somos libres. Y precisamente porque lo somos, necesitamos del
conocimiento como orientación; y desde luego un conocimiento espiritual e intelectual que, en el
horizonte infinito del ser, permite alcanzar la verdad y distinguir lo verdadero de lo falso.” Coreth
Emerich. ¿Qué es el hombre? Ed Herder
¿Por qué es intelectualista?

En primer lugar diremos brevemente que esta ética se funda en el intelecto, de ahí que
sea intelectualista. En el sentido que toma como facultad predominante del ser
humano, la inteligencia. Entonces también el libre obrar ético del hombre remite a la
razón, al intelecto. Como dice Santo Tomas "La razón práctica conoce la verdad como
la especulativa, pero ordenando la verdad conocida a la acción"29

La postura realista sostiene desde Aristóteles una moral teleológica o de fines, es decir,
que todo hombre tiende a un fin, y como último fin a la felicidad. Todas sus acciones se
dirigirán al mismo. Ahora bien esto se realiza en este caso con predominio de la razón,
ya que es lo propio del hombre. Este conoce la verdad de las cosas, las esencias y en
consecuencia actúa sobre ellas. De esta manera se reconoce que el modo de actuar
humano depende de aquello que le es más propio al hombre, es decir la inteligencia. A
partir de esto se puede decir que es moralmente bueno aquello que perfecciona al
hombre según su esencia y malo lo que no. Por ello es preciso que la facultad volitiva
este subordinada a la intelectiva.

Desde esta perspectiva donde la voluntad esta siempre subordinada a la razón se


puede precisar el desarrollo del acto moral, o acto libre y las distintas actuaciones de la
inteligencia y la voluntad en cada etapa del mismo30. Desde el lado de la inteligencia
que capta lo universal, está la razón teórica, la razón práctica, la deliberación, el juicio
y el imperio o mandato. Del lado de la voluntad que se dirige a las cosas concretas,
tenemos respectivamente la volición, el apetito, el consentimiento, la elección y la
ejecución.

Razón teórica: contemplación del bien.31 Es meramente contemplativo, contempla el


bien que se dona, el bien en sí. Con la simple aprehensión como lo explicamos
anteriormente al hablar del modo de conocer humano. En este punto en el ámbito de
la voluntad se da lo que llamamos:

Volición: simple amor. Amor a la bondad que se dona

Razón Práctica: el bien pasa a ser mirado como principio del obrar. La razón se hace
práctica en el dictamen imperativo de la synderesis: “debe amarse el bien y rechazarse
el mal”. Se trata de los principios prácticos.

Apetito: el bien no solo es amado sino apetecido como fin a obtener.

La deliberación: se habla de la deliberación o consejo de los medios para la acción.


Aquí entra en juego desde el lado de lo volitivo:

29
Santo Tomas de Aquino. Suma Teológica, I, q. 79, a.
30
"Porque la voluntad sigue a la razón, el proceso de la voluntad corresponde al de la razón"

31
“Todo bien tiene razón de fin” Suma Teologica I-II,5,2 ad 2.
El consentimiento: la voluntad consiente a la totalidad de esos medios.

El juicio: reconoce un camino determinado como el más apropiado a seguir. Se trata


del mejor medio.

La elección: es la respuesta de la voluntad al juicio, se elige algo concreto y se excluye


lo demás.

El imperio: indicación inmediata a la voluntad de utilizar el medio elegido.

La ejecución: es el uso activo de las fuerzas del hombre para obedecer el mandato.

¿Por qué es heterónoma?

Al decir que la postura básica de esta ética no es ser autónomo decimos que por el
contrario es ser heterónoma.

Si ser autónomo es darse a sí mismo la propia ley –auto: propio, mismo. Nomos: ley-
heterónomo, al ser lo contrario significa que la ley viene de afuera, de lo otro, y no de
mí mismo. Así decimos que la “ley” viene del objeto y no del sujeto. Pues cuando yo
conozco la esencia de una cosa actúo en consecuencia a lo conocido, mi obrar
depende de otro. Es decir que intervienen las dos esencias, la propiamente humana
por un lado y las de “lo otro”.

Es por ello que se sostiene que existe más allá de las limitaciones del ser humano un
orden natural que no depende del hombre y que este puede conocer y actuar en
consecuencia a él. De modo que las cosas me presentan la manera de actuar, pues la
ley natural es la ley moral por excelencia.

Entonces del orden natural de la realidad, surge una ley natural y a su vez el derecho
natural. Este último, como dice Sacheri32 “es lo que se le debe al hombre en virtud de
su esencia, esto es, por el simple hecho de ser hombre.” Y continua “está integrado
por todos aquellos principios que los hombres conocen espontáneamente y con
seguridad aplicando su razón natural al conocimiento de su propio ser y de los bienes
que le son connaturales y necesarios”

Cuando el hombre conoce su realidad, encuentra que en él mismo existen algunas


tendencias naturales que se le presentan como guías de acción. Se trata de tres
inclinaciones esenciales que brotan de su mismo ser: a la conservación de la existencia,
a la conservación de la vida, y a la propia perfección humana intelectual y moral.

De aquí surgen las principales leyes humanas, es decir que del orden natural surgen las
mismas leyes escritas o positivas. Por ejemplo de la primera tendencia se deduce que
estará prohibido acabar con una vida humana.

32
Carlos A. Sacheri. El Orden Natural. 2008. Buenos Aires. Ed. Vórtice
De estas tendencias también se deriva el modo de relacionarme con los demás entes
que se encuentran en la realidad, pues de alguna forma todo lo que realice será en
virtud de mis inclinaciones naturales.

¿Por qué intelectualista y heterónoma?

Una vez descriptas cada una de las partes veremos como existe entre ellas una lógica
conjunción, pues dijimos que esta ética era intelectualista ya que se basa en que lo
primordial es la razón y no la voluntad. Y heterónoma porque la ley viene de la
contemplación de lo objetivo y no de uno mismo. Entonces se puede decir que cuando
el ser humano contempla la realidad y se conoce a sí mismo y a lo otro distinto de sí,
mediante la luz de la razón, (intelectualista), actúa según estas dos realidades
(heterónomo). Todo esto no quiere decir que la voluntad no tenga asidero en la acción
humana, por el contrario la voluntad libre es tan propio del hombre como la
inteligencia misma, pues son las dos facultades por excelencia, ahora bien una debe
regir sobre la otra, de este modo la voluntad libre estará “empapada” de razón, por
ello existe, como explicamos anteriormente, la razón práctica.

Entonces en este punto se nota que debe existir una apertura a la realidad de lo
natural y hacia sí mismo. Cuando el hombre se relaciona con las cosas y con otros
hombres va desarrollándose y haciendo un camino que lo lleve o no a su finalidad que
es alcanzar el bien que le es propio según su naturaleza. En este relacionarse con lo
otro se produce el crecimiento y perfeccionamiento. Por perfeccionamiento se
entiende la actualización, es decir llevar al acto la realidad plena de un ser, esto es lo
denominado “eidopoiesis” o hacer realidad o actual el propio eidos, la propia esencia.
Que en el hombre se trata de lo intelectivo, en todas sus dimensiones.

Por ello Aristóteles sostuvo que la felicidad o finalidad del hombre se encuentra en la
perfección de la actividad según la razón, perfección a la que llama virtud.

“Según Aristóteles, la felicidad sólo puede encontrarse en la virtud. Virtud


(arete)- significa "excelencia", la perfección de la función propia de algo o alguien. La
virtud del hombre, por lo tanto, consistirá en la perfección en el uso de su función
propia, la razón, en el desarrollo completo de su alma (o vida) racional. Pero ocurre que
el hombre no es solamente racional, sino que en él hay también una parte irracional de
su alma: los apetitos, la facultad de desear- que a veces sigue los dictados de la razón
(tal como ocurre en quien se domina a sí mismo), pero a veces no (el caso del
incontinente). Según lo cual habrá dos tipos de virtudes: las de la razón considerada en
sí misma (virtudes dianoéticas) y las de la razón aplicada a la facultad de desear
(virtudes éticas).”33

33
Adolfo Carpio. Principios de Filosofía. Buenos Aires. Glauco 2004
Entonces diremos que el deber se funda en el ser, mi actuar se adecua a la realidad de
las cosas. Y cuando el hombre se encuentra abierto a los demás seres se produce un
intercambio de dones, donde se perfecciona a si mismo y también a lo otro.

“Toda forma de vida necesita abrirse a su medio para recibir de él lo que le hace falta
para vivir. La semilla necesita entrar en comunión con el agua, la tierra, el calor, para
vivir su propia vida. Los seres se distinguen según el modo de su indigencia y sus
necesidades y les hace falta recibir de los demás los dones para superarlas. Mirado de
cerca el dinamismo de la vida podría describirse como un intercambio de dones y
necesidades. Las funciones vitales son intencionales. Necesitan salir de sí, entrar en
comunión con lo otro en tanto que otro, para poder desplegar su naturaleza. La vista
necesita de los colores, el oído de los sonidos, la inteligencia del sentido, el niño de la
ternura de la madre, el hambre del alimento. Sin hospitalidad, sin capacidad de
recepción de lo otro y donación de sí, no hay vida. Cuando la vida se cierra sobre sí y
transgrede el mandato de la hospitalidad, de la capacidad de acogimiento de los otros
se debilita y muere.

Abrir mis puertas al otro, darle espacio, es el gesto imprescindible para poder recibir
del otro lo que necesito para vivir en plenitud y viceversa. La vida necesita para su
propia salud ser hospitalaria”34

Como vemos este tipo de ética está abierta a lo trascendente e intenta la máxima
realización del individuo para alcanzar su felicidad.

34
Sextas Jornadas de Ética «No matarás» Una ética adversus el pensamiento único Filemón y Baucis.
Hospitalidad y vida. Por Marisa Mosto (UCA).
1.3 ETICA VOLUNTARISTA AUTONOMA:

Fundamentos desde las distintas corrientes filosóficas:


Para adentrarnos en el tema de la ética voluntarista autónoma, tal como hicimos con
la anterior, expondremos las principales corrientes filosóficas que de algún modo
conducen a ella. En este caso no se trata de una sola corriente como lo fue
anteriormente el realismo, sino un conjunto de distintas posturas que se creen entre
ellas contrapuestas pero en realidad tienen como común denominador llevarnos a este
tipo de ética.

En primer lugar diremos que todas las corrientes filosóficas contrarias al realismo van a
llevarnos indefectiblemente a, al menos, un aspecto de la ética en cuestión. Si negar la
ética intelectualista heterónoma, según todo lo expuesto hasta aquí, podría ser el
negar un orden natural dado y las consecuencias que esto conlleva, podemos decir que
existen tres grandes corrientes que se refieren desde algún aspecto a esta negación.
Estas son: el materialismo positivista, el relativismo y el existencialismo.

Materialismo positivista: sostiene que todo el universo, tanto físico como humano está
constituido por un único principio que es la materia. Afirma que la materia está en
movimiento y trata de justificar la variedad de seres de toda especie que existen en
nuestro planeta diciendo que las diversas partículas materiales van cambiando de
lugar y se asocian como consecuencias de fuerzas mecánicas que se irán combinando
por un azar gigantesco.

Relativismo: esta corriente niega la existencia de toda realidad permanente.


Apoyándose en la experiencia del cambio, niega toda verdad trascendente y todo valor
moral universal. Aquí todo conocimiento y toda norma ética son relativos a un tiempo
y lugar determinados. Todo cambia y se transforma, sin que pueda hablarse de un
orden esencial.

Existencialismo: al igual que la anterior esta corriente hace hincapié en la contingencia,


y en los incesantes cambios que afectan a la condición humana. El hombre carece de
naturaleza. En consecuencia se construye a si mismo través de su libertad. Es el mero
proyecto de su libertad, carece de esencia y solo existe en un mundo absurdo sin
orden ni sentido alguno. No hay entonces otra moral que la que cada individuo se
fabrica para sí. Se esfuma toda referencia a la realidad objetiva. Es subjetivismo puro.

Según estas corrientes no existe un orden natural dado todo se reduce al azar, al
cambio, a lo meramente subjetivo. Si no existe un orden natural ni el hombre ni ningún
otro ente tienen un modo específico de ser, es decir una esencia. Por lo tanto todo
esta librado a la libertad de lo que desee o no hacer con su persona, incluso sin una
finalidad. Pues finalidad implicaría un orden. Vemos entonces implícita una moral
totalmente contrapuesta a la anterior. El hombre podía conocer las esencias aquí no
hay esencias, el hombre conocía su propia esencia que era ser según la razón, aquí no
hay lugar a esto, pues podría ser de este modo o no, ya que todo termina siendo
subjetivo (depende del sujeto). Aquí vemos entonces las bases de la ética a la que nos
referimos, es decir la ética autónoma, se hace su ley a sí mismo y voluntarista, ya que
no es mas según la razón, por el contrario se exalta lo apetecible, el deseo propio y la
libertad.

¿Cómo se llegó a este pensamiento?

Desde la antigüedad ya Protágoras decía que el hombre es la medida de todas las


cosas. Y Georgias que el ser “no es” o que si lo fuera no podría ser conocido. Estos
pensamientos no triunfaron en la historia de la filosofía en una primera instancia. El
mundo occidental los dejo de lado por un tiempo, tomando como más razonables las
filosofías de Sócrates, Platón o Aristóteles. Pero a medida que avanzaron los siglos
estos fueron reapareciendo, con novedades propias del paso del tiempo, con cambios
culturales y sociales.

Tomaremos dos autores como ejemplificación de la base de todo este pensamiento


que desemboca en el voluntarismo autónomo. Por un lado Emanuel Kant y por el otro
Federico Nietzsche.

Estos dos autores se contraponen a varios puntos de lo expuesto en el anterior


capítulo sobre la filosofía realista. Allí explicamos cómo se entiende el modo de
conocer la realidad que tiene el hombre, aquí lo explicaremos desde el lugar de Kant.

Kant

Kant nos presenta una estructura sólida en cuanto a lo cognoscitivo, como decía
Georgias en la antigüedad pero ahora ya desde otra perspectiva va a sostener que las
esencias no se pueden conocer y que es el hombre quien debe construir el objeto
mismo de conocimiento a través del fenómeno. Aquí el hombre si es “la medida de las
cosas”. No niega completamente que exista lo esencial o lo “en sí”, a lo que llamó
“noúmeno”, pero si sostuvo que esto no se podía conocer. Es una clara puerta de
entrada a la negación del ser mismo.

En consecuencia en una ética kantiana el modo de actuar no es por medio del


conocimiento de lo objetivo. Explicamos más concretamente: en lugar de conocer la
realidad, primero delimita el ámbito de conocimiento y dice que solo se puede conocer
lo sensible. Desde lo cual le llegan al hombre sensaciones que las ubica en espacio y
tiempo, que son formas a priori de la sensibilidad. El resultado de esto es el fenómeno
(lo que aparece), que es entonces el producto de una construcción del sujeto. A este
fenómeno la inteligencia le aplica las categorías o formas a priori del entendimiento.
De aquí sale el objeto de conocimiento, “la cosa en mí”, al contrario de la cosa “en si”
(noúmeno) que no puedo conocer. No lo puedo conocer porque no puedo saber cómo
es la realidad antes de que yo la haya construido. Tampoco puedo conocer aquellas
cosas que no me producen sensaciones, por tanto no puedo conocer ni el alma ni a
Dios. Aquí pareciera entonces que todo es relativo, que depende del sujeto. Pero como
recién el hombre se estaba desprendiendo de las filosofías clásicas, Kant no termina
siendo del todo un relativista, pues afirma que esas categorías con que construyo el
objeto de conocimiento son universales, es decir todos los hombre tienen las mismas
categorías a priori en el entendimiento.

Todo este pensamiento sienta las bases de una ética autónoma. Pues si conozco la
esencia de las cosas tengo que respetarlas, limito mi libertad de acción. Para Kant
libertad es igual a autonomía. Ser libre es ser autónomo. No depender de nadie, ni de
Dios, ni de la esencia de las cosas. Si ser libre es no depender de nadie ni de nada
entonces para obrar bien no tengo que depender de nada. Se debe obrar el bien por el
deber mismo, sin nada que me condicione. Es por eso que se habla de que de algún
modo Kant intenta reprimir las pasiones. Por ejemplo, si obro de una forma
moralmente bien por amor, ya no soy libre, me condiciona el amor. Por el contrario
debe actuarse “como se debe” por el deber mismo. El deber es a priori por eso no
depende de nada.

Como un primer voluntarismo aquí la voluntad determina la forma del obrar sobre las
bases del imperativo categórico, es decir de la autonomía de la razón práctica que se
impone a sí mismo como deber.

Nietzsche

Otro de los pensadores que a mi parecer es eje de este tipo de ética, y en el cual nos
adentraremos a partir de ahora, es Friedrich Nietzsche.

En su obra “El ocaso de los ídolos” dice a diferencia de Kant que “matar las pasiones de
raíz equivale a atacar la vida de raíz”. Es el filósofo de la muerte de Dios. Él afirmó que
Dios estaba muerto y que los hombres lo habían matado. En última instancia está
diciendo que no hay realidad dada, no hay esencias, no hay fines, el hombre ahora es
responsable de todo lo que hace y dice “Es absurdo tratar de encaminar su ser hacia
un fin cualquiera. En realidad no hay finalidad alguna”.35

Entonces afirma que no hay Dios, si no hay Dios no hay una inteligencia ordenadora,
por tanto no hay orden natural dado, ni nada que me condicione la libertad. Y continua
su filosofía sosteniendo que lo propio del hombre es lo instintivo, lo apetitivo, ya no
más la razón.

“La autoafirmación -el egoísmo- no es un decir si a una realidad que nos trasciende,
sino un dar rienda suelta a nuestros instintos y tendencias fundamentales”
35
Friedrich Nietzsche. El Ocaso de los ídolos. 2008, Buenos Aires. Ed. Gradfico
Si la garantía de objetividad del discurso ético está dada por la idea de Dios como ídolo
por excelencia, solo la muerte de Dios permitirá al hombre liberarse de una moral
contraria a las exigencias de la vida. Para Nietzsche el Dios que ha muerto es el Dios
legislador y juez moral. La muerte de Dios implica también el fin de los postulados de la
razón práctica kantiana. De algún modo el dios del cielo ha muerto para que vivan los
dioses de la tierra.

Y afirma que toda la moral que predica el perfeccionamiento ha sido un mal


entendido. Cuando la vida es ascendente la felicidad se identifica con el instinto .

NOCION DE ETICA VOLUNTARISTA AUTONOMA

Una vez expuestas las principales corrientes que determinan la ética voluntarista
autónoma, describiremos brevemente para unificar los conceptos de qué se trata la
misma:

¿Por qué es voluntarista?

Diremos que el voluntarismo es el término que describe las doctrinas filosóficas que
sitúan a la voluntad como la primordial de las facultades humanas, así lo volitivo es
superior a la razón en los criterios de moralidad.

Varios filósofos desde la modernidad han adoptado esta postura, como ya vimos desde
Kant con un voluntarismo ético, o el propio Schopenhauer que entendía a la voluntad
como un principio ontológico que explica la realidad, la voluntad aparece como una
cosa en sí que es totalmente irracional, hasta el mencionado Nietzsche que por
supuesto toma varias acepciones de Schopenhauer, pero desde otra perspectiva.

Nietzsche dio un gran impulso al voluntarismo, por eso nos abocaremos a partir de
ahora específicamente en su filosofía. Pues sostuvo que la fuerza motriz del desarrollo
y progreso del hombre es la voluntad de vivir y la voluntad de poder. En un mundo
donde lo primordial es lo instintivo, entonces “que gane el más fuerte”. Así se
considera lo bueno a todo aquello que eleve el sentimiento de poderío y todo cuanto
nace de la debilidad es lo malo. De esto surgen dos tipos de morales, la moral de los
señores, que consiste en la fuerza y el dominio del hombre que lucha, triunfa sobre
otros. Y por otro lado la moral del esclavo, que es todo lo contrario a ésta, es la moral
de todo cuanto se entendía hasta ahora como bueno, el amor al prójimo, la humildad,
etc.

En resumen, desde este punto de vista voluntarista, el hombre toma las decisiones de
acuerdo a aquello que le resulta agradable, apetecible y deseable en cada momento y
circunstancia, lo cual es más importante que aquello que es racional.
¿Por qué es autónoma?

Es autónoma porque, tal como dijimos, o no existe o el hombre no puede conocer la


esencia de las cosas, por lo tanto no hay nada que determina cómo debe actuar.
Entonces es el ser humano mismo quien crea la propia ley. Ya no se autodermina al
bien, sino que simplemente se autodetermina. En esta instancia la libertad sin límites
lo es todo.

¿Por qué es voluntarista autónoma?

Al no existir esencias o al no poder conocerlas no puedo concordar en que lo propio


del hombre es ser según la razón, eso sería aceptar que tengo una esencia dada,
entonces simplemente existo y me hago a la tarea de construirme a mí mismo, según
mi voluntad y de modo tal que nada me condicione. Autónomamente.

2. CONSECUENCIAS DEL VOLUNTARISMO AUTONOMO


A continuación mencionaremos algunas de las consecuencias de la ética voluntarista
autónoma en la vida del hombre. Pero antes de ello veremos como, según Nietzsche,
se produce el cambio de mentalidad desde la ética realista hacia esta última.

2.1 Transformación, según Nietzsche

Podemos ver como Nietzsche hace una inversión total de la filosofía realista, pues lo
propio del hombre no es ya lo racional, sino lo instintivo, lo animal por así decirlo. Y
dice que el mundo verdadero es falaz, es una mentira. Por eso para llegar a esta
inversión en el capítulo “Sobre como termino convirtiéndose en fabula el mundo
verdadero” de su obra “El ocaso de los ídolos”, hace un recorrido por la historia de la
humanidad hasta llegar a un tiempo donde se dé efectivamente esto que él mismo
“profetiza”, donde finalmente la razón no imperará, donde Dios muere y el hombre, el
“súper hombre”, triunfa y es finalmente medida de todo y totalmente libre. Lo expresa
de la siguiente forma:

“1. El mundo verdadero es asequible al sabio, al virtuoso; él es quien vive en ese


mundo, quien es ese mundo.
(Esta es la forma más antigua de la Idea, relativamente, simple y convincente. Se
trata de una trascripción de la tesis: «yo, Platón soy la verdad».)

2. El mundo verdadero no es asequible por ahora, pero ha sido prometido al


sabio, al piadoso, al virtuoso («al pecador que hace penitencia»).
(La Idea ha progresado, se ha hecho más sutil, más capciosa, más difícil de
entender, y se ha afeminado, se ha hecho cristiana...).

3. El mundo verdadero no es asequible ni demostrable ni puede ser prometido,


pero, por el hecho de que se pueda pensar, constituye un consuelo, una obligación, un
imperativo.
(El antiguo sol sigue alumbrando al fondo, aunque se le ve a través de la neblina
y del escepticismo; la Idea ha sido sublimada, se ha vuelto pálida, nórdica.)

4. ¿Es inasequible el mundo verdadero? En cualquier caso, no lo hemos


alcanzado, y por ello nos es también desconocido. En consecuencia no puede servirnos
de consuelo, ni de redención, ni de obligación. ¿A qué nos podría obligar algo
desconocido?

(Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo.)
5. El «mundo verdadero» es una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni
siquiera obliga, una Idea que se vuelto inútil, superflua; en consecuencia es una Idea
que ha sido refutada: eliminémosla.
(Día claro; desayuno, vuelta del sentido común y de la serenidad alegre; Platón
se pone rojo de vergüenza y todos los espíritus libres arman un ruido de mil demonios.)

6. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado? ¿El


aparente...? ¡No!, al eliminar el mundo verdadero hemos eliminado también el
aparente
.
(Mediodía; instante de la más breve sombra; fin del más largo error; punto
culminante de la humanidad; comienza Zaratustra.)”36

Aquí vemos como Nietzsche hace un breve repaso de la historia de la humanidad,


primero la antigüedad con Platón que instaura la idea de lo verdadero dividiendo los
dos mundos: uno aparente, que es este mundo sensible y otro verdadero donde se
encuentran las esencias.

Luego, la edad media donde el cristianismo adopta parte de la idea de los dos mundos
de Platón, donde se debe ser virtuoso para llegar a ese otro mundo donde está La
Verdad que es Dios, por eso dice que el cristianismo es un platonismo para el pueblo.

Más adelante aparece la modernidad con Kant quien sigue teniendo esta dicotomía
con lo inteligible y lo sensible, pero afirma que eso que creemos que está en otro
mundo no lo podemos conocer, así de algún modo le va quitando fuerza a ese otro
mundo invisible.

Luego aparece el positivismo de Comte quien toma enserio las afirmaciones de Kant y
no admite más conocimiento que el del mundo sensible por medio de la experiencia y
cada vez más el hombre se va librando de un mundo suprasensible.

Finalmente, arriba el propio Nietzsche que en definitiva nos va a decir que la idea de
un mundo verdadero y uno aparente, de una verdad o esencia ya no sirve para nada,
se deshace por completo del mundo verdadero y con el se deshace también de la
36
Nietzsche, El Ocaso de los Ídolos.
verdad, de lo real, de la esencia propia tanto del hombre como de las cosas. El mundo
verdadero se convirtió definitivamente en una fábula, el hombre sale de la oscuridad e
ingresa al claro día.

Por último se anuncia ahora el comienzo de la filosofía de Nietzsche finaliza del todo lo
relacionado con el platonismo y comienza una nueva época en la historia. Por eso
afirma que es el mediodía de la humanidad, el momento de mayor luz.

La transformación desde el interior del hombre

En otro texto de Nietzsche, denominado “Así hablo Zaratustra” dedica unas páginas a
lo que llamó “De las tres transformaciones del espíritu”, donde se va a referir a ese
recorrido del que hablamos anteriormente, pero de un modo más preciso, desde
dentro del hombre mismo.

Sostiene que a lo largo de la vida el hombre va a transformarse deliberadamente para


pasar de ese primer momento de platónico al último, el de su filosofía, el del súper
hombre. Habla de espíritu como la vida que se saja a sí misma y con el propio
tormento aumenta el saber. Es la vida que hiere pero en el herirse va curándose. Pues
en esta trasformación del hombre, se siente dolor. Nosotros diríamos que este dolor es
claro si se tiene en cuenta que está intentando cambiar su esencia misma. Pero para él
no es así, sino al revés, lo está haciendo retornar a ella de algún modo.

Por eso presenta al hombre primero como CAMELLO: este se agacha, con la joroba en
la que va cargando el peso, quiere la carga, quiere lo pesado, está hablando del
cristiano. Disfruta del dolor y se interna en su desierto. Desierto porque es vacío.

En un segundo momento se transforma en LEON: Aquí el león viene a gritar la libertad


del camello que es sometido. No son dos sino que es el camello mismo que se
convierte en león. Quiere mandar en el desierto. No quiere más Dios pero queda en el
aún algo de ello, el deber. Sin embargo no es como el camello que acepta lo que le
imponen así por qué si, sino que es un deber que acepta y cumple porque así él lo
quiere. Es un modo de independencia.

Luego viene la transformación de león en NIÑO: el niño que es inocencia y olvido. Es


inocencia, vive en un territorio ubicado más allá del bien y del mal, olvido porque ya no
tiene nada que ver con lo anterior. Así se puede dar una nueva posición de valores que
surge de una necesidad que el espíritu encuentra en sí mismo, es la exaltación de su
propia libertad. El espíritu quiere ahora su voluntad, una voluntad creadora. Lo nuevo
tiene su origen en la proeza del individuo que es capaz de asumir su herencia,
destruirla y crear nuevas bases. En eso se centra la voluntad de vivir y la voluntad de
poder.
La rebeldía no es creadora de valores porque vive de lo que niega y la destrucción
tampoco porque no es capaz de pasar a la afirmación inocente de lo nuevo, con el niño
esto si es posible, un niño que, como todos, al nacer es casi puro instinto.

2.2 DESPUES DE NIETZSCHE

El existencialismo

Ahora bien esto no termina aquí, luego de Nietzsche podemos situar al existencialismo
que si seguimos una línea de razonamiento, es lo lógico luego de estos tipos de
filosofías que explicamos anteriormente. El existencialismo propone, como hasta ahora
se vino diciendo, que no existe una naturaleza dada, por lo tanto el hombre se crea, se
construye a sí mismo. Siguiendo la historia de Nietzsche se puede decir que ésta es
como si fuera la etapa de la transformación del león en niño. Donde la vida despliega
las ínfimas posibilidades y yo, individuo, creo nuevos valores, elimino todo lo anterior,
no hay nada dado. Entonces no tengo claramente un modo adecuado o no de actuar,
simplemente la libertad como máximo valor debe desarrollarse en su plenitud.

Consecuencias concretas:

A partir de todas estas corrientes la moral, a lo largo de la historia, claramente se vio


atravesada por las mismas hasta llegar a la posmodernidad o la época actual.

Gilles Lipovetsky en su obra “El crepúsculo del deber”, hace una real descripción de la
ética moderna y posmoderna, consecuencia de este tipo de pensamientos. Afirma que
en la sociedad contemporánea la moral que predomina es la que proclama la
autoafirmación del individuo sin necesidad del deber. Aunque se busca encontrar
reglas para la vida individual y convivencia social justas y equilibradas. Las pautas
tienen que ser propuestas y sugeridas, no impuestas y que no exijan que uno tenga
que responder de tal modo que implique insatisfacción. Dice que en esta época el
deber esta anémico. Es una clara diferenciación con la época desde Kant en la cual el
deber lo era todo. No se exige a nadie un sacrificio. La sociedad “me debe brindar” las
distintas opciones para la realización de la satisfacción de los propios intereses. Así
surgen diversos factores que facilitan que esto suceda:

1. Los valores y las pautas morales fueron sometidas a la mutación, al


cambio.
2. Factores sociopolíticos y filosóficos que aportaron lo propio para
que se debilite el tema del deber.

Hablamos de una civilización del bienestar, cultura materialista y hedonista basada en


la exaltación del yo. Por consiguiente una sociedad logra una sensación de bienestar
cuando la mayor cantidad de individuos puedan acceder a este tipo de bienes. Porque
se trata de una moral individualista donde se pregona la satisfacción individual, tener
las cosas que producen placer, esto demuestra el predominio de lo instintivo, tal como
propuso Nietzsche.

Aunque los valores mutaron, no se nota su ausencia pero, como naturalmente hay una
tendencia a ellos, se siente el vacío que dejaron y se tapa con otras cosas tales como el
materialismo y el consumismo.

Entonces la moral contemporánea es una moral con una base netamente autónoma y
niega claramente lo heterónomo, porque así el sujeto se limitaría, estaría condicionado
lo cual no es compatible con estar satisfechos y libremente plenos simplemente
respecto al deseo y el placer. Cambiaron los valores o, a decir verdad, el hombre
cambió su concepción de la realidad del mundo y de sí mismo y esto trajo sus
consecuencias.

Lipovetsky señala que en la actualidad se está de acuerdo en que se terminó el auge de


la época de libertad total de los 60, y sigue siendo importante o bien visto hablar de
ética (lo que en los 60 era ridículo). En esta época tampoco se ven bien los excesos y el
desenfreno, como en la época de auge del deber, sin embargo el hecho de querer
relegar el mismo sigue en camino. Lo único que queda de éste es la obsesión por el
individuo, lo estético, erótico, etc. Netamente superficial. En el lugar de los
mandamientos severos de la moral tenemos la euforia por el bienestar. Aunque de
todas formas los valores humanitarios despiertan una fuerte simpatía.

Hay una vuelta a lo ético de un modo distinto. No desenfreno, no desmesuras solo


porque puede tener efectos negativos para el bienestar. La obligación fue reemplazada
por este mismo.

Las relaciones de los hombres están menos valorizadas que las relaciones de los
hombres con las cosas. No podría haber sido de otro modo ya que uno de los pilares
fundamentales de esta ética es la famosa soberanía individual que se da en la
satisfacción. No ha hecho más que encerrar al hombre en la búsqueda de lo que a él le
satisface y todo va a ser considerado como objeto, incluso las demás personas, que
sirven o no para la satisfacción personal.

Las relaciones interpersonales se ven desvalorizadas por lo que existe una


desorientación en la capacidad de vincularse entre sí.

Lo que caracteriza esta época es el vacío, el estrés, la depresión. Es una época de


eliminación, se presta atención y se consideran las cosas en la medida que sean útiles,
no solo en lo material sino también en lo afectivo. No tengo por qué ligarme a algo, no
hay pautas morales que me digan que tengo que guardar una relación estable con las
personas o las cosas. Elimino las cosas que me producen displacer.
El hombre mismo establece, sin pautas, sin nomos, incluso la forma misma de
relacionarse con la realidad y con otros seres humanos por ello el déficit relacionar del
que se habla. Si no conozco lo que tengo en frente no puedo actuar del modo
adecuado con respecto a eso, inclusive no puedo amarlo. Ya que no se ama lo que no
se conoce.

El motor de la actualidad, como dice Zygmunt Bauman en su obra “Modernidad


liquida”, es la tecnociencia y la economía, estas deben contribuir a la satisfacción
personal y bienestar del individuo contemporáneo. La relación entre estas variables
tratara de mantener, reproducir y mejorar el mundo producido. Ya no se distingue
entre naturaleza y ser humano, pues no hay parte de la naturaleza que no esté
intervenida por el hombre. La ciencia tecnologizada es la ciencia que está en función
de objetos prácticos y se tradujo el mundo en producto humano. Pero
paradójicamente se fue perdiendo el contacto con la naturaleza, ahora el hombre se
enajena o se diferencia de sus propios productos, cada vez los comprendemos menos.
Y lo último que puede suceder es la enajenación de los otros seres humanos. Entonces
habla de: enajenación de la naturaleza, enajenacion del producto humano,
enajenacion de los demás seres humanos.

Lo paradójico es que este mundo producido intervenido por el hombre en todo es en


el que deberíamos tener mayor control y relacionarnos de la mejor manera sin
embargo esto no sucede de ese modo

¿Por qué sucede esto?

Para concluir esta parte donde expusimos la ética voluntarista autónoma y su asidero
en la realidad contemporánea, tendremos en cuenta lo dicho por Antonio Rosmini que
afirma que el hombre yerra de dos maneras

1. Al atribuir al sujeto lo que es del objeto (orden, verdad de las cosas). Aquí el
sujeto se establece con pretensión de las características del objeto. Es la etapa
de la modernidad. El orden se lo pone el hombre a la realidad. Emancipación
del orden natural. Una emancipación del pasado y de la realidad. Se cree que
esto traerá el progreso. Se asume la tarea de hacer al mundo y a nosotros
mismos. Como este progreso tiene una meta, una finalidad, se lograra el orden.
2. Al atribuir al objeto lo que es del sujeto. Es la última consecuencia de la ética
voluntarista autónoma, se trata de la etapa contemporánea. Como el progreso
nunca llegó a la meta, se invierte la situación. Más autonomía, mas
emancipación no tiene que ser todo de una forma determinada ni tener una
finalidad (Nietzsche). No hay fin, si lo hubiera no nos da la posibilidad de seguir
progresando. Se debe entender que si el hombre hace al mundo y a si mismo lo
hace como quiere, no de una forma determinada. No hay nada definido, ni
pautas, ni valores que tengan solidez.
3. CAUSA DE LA ETICA VOLUNTARISTA AUTONOMA

3.1 EL DESCENSO DEL ALMA POR LA BELLEZA

Una vez expuesto todo lo relacionado con los dos tipos de ética, estamos en
condiciones de adentrarnos en lo que nos hemos propuesto que es establecer la causa
del paso del predominio de la ética intelectualista heterónoma al predominio de la
ética voluntarista autónoma.

En el voluntarismo, Nietzsche propone, como hemos desarrollado en el capítulo


anterior, la transformación del espíritu. Es decir como el hombre de algún modo olvida
todo lo que era hasta aquí y a través de un movimiento nuevo invierte su ser. En el
ámbito de la ética esto lleva al hombre a poner por encima de la inteligencia a la
voluntad y no depender de nada ni nadie para ello. Las consecuencias de esto se ven
en la actualidad en una sociedad que no se fija en el otro, donde ya no importa lo
virtuoso, sino lo satisfactorio que, como hemos visto, trae aparejados una cosificación
de la persona y lo que afirmó Bauman respecto al déficit relacional. Pues el hombre
perdió su esencia y se hizo, junto con el filósofo del martillo, a la tarea de crearse a sí
mismo según su propia ley. Un movimiento libre pero cegado.

Sostenemos que la causa de esto se encuentra en un perderse del hombre en la


belleza de las cosas. Para encarar este tema tomaremos un ensayo del autor argentino
Leopoldo Marechal denominado “Descenso y Ascenso del alma por la belleza”, como
es de esperarse nos centraremos en lo que creemos es la causa de esta nueva ética en
el hombre, que es el “descenso del alma por la belleza”. Lo que haremos a
continuación es un recorrido por este ensayo hasta llegar a nuestra conclusión.
Comencemos.

Al principio de su ensayo Marechal toma una frase de San Isidoro de Sevilla que dice lo
siguiente:

“Por la belleza de las cosas creadas nos da Dios a entender su belleza increada que no
puede circunscribirse, para que vuelva el hombre a Dios por los mismos vestigios que lo
apartaron de Él; en modo tal que, al que por amar la belleza de la criatura se hubiese
privado de la forma del Creador, le sirva la misma belleza terrenal para elevarse otra
vez a la hermosura divina”

A partir de aquí comienza a desglosarla, vemos que hay dos movimientos uno de
descenso por la belleza y otro de ascenso. Nosotros nos centraremos en el momento
en el cual el hombre desciende a las criaturas por su belleza. El autor se pregunta
entonces:
“¿Qué cosa es la hermosura de los cuerpos? ¿Qué cosa es ella, que así atrae la
mirada de los espectadores y les hace gustar el deleite de su contemplación?”

En la primer parte del presente trabajo cuando explicamos las principales posturas de
la filosofía realista encontramos a la belleza como una propiedad trascendental del ser.
y propusimos la definición que da Santo Tomas entendiendo la belleza como “aquello
que a la vista place”. Marechal toma esta misma definición para comenzar y nos dice
que:

“el término de vista o visión trae aparejada la idea de un conocimiento, y sugiere, por
añadidura, una manera de conocer; lo cual vale decir que, al contemplar lo bello,
conozco algo, y que lo conozco mediante una vía especial de la intelección. A su vez, el
término place o gusta nos dice que se trata de un conocimiento deleitable”

Entonces la belleza es un modo de conocer, distinto al razonamiento, es un


conocimiento deleitable, más directo e instantáneo que el de la acción de razonar, tal
como lo explicamos, también en la primera parte, con sus diversas etapas de simple
aprehensión, juicio y razonamiento. Aquí se da un conocimiento directo, intuitivo,
experimental.

Ahora bien, ¿por qué sucede esto? ¿Por qué el conocimiento en la belleza se da de
esta forma? Como decían los antiguos la belleza se dice también que es un esplendor y
así continua Marechal:

“¿Esplendor de qué cosa es la belleza?


Esplendor de “lo verdadero” (splendor veri), dicen los platónicos; esplendor de “la
forma” (splendor formae), enseñan los escolásticos; esplendor del “orden o de la
armonía” (splendor ordinis), define San Agustín”

Si dijimos que por la belleza se conoce un algo de modo deleitable, encontramos así las
dos facultades propias de la persona humana que son la inteligencia y la voluntad, si la
inteligencia se dirige a la verdad, la voluntad lo hace hacia el bien, hacia lo bueno. Lo
propio del hombre al estar frente a algo bello es deleitarse, (voluntad-bien), de aquella
verdad que está conociendo allí, (verdad intelecto). Ahora bien, nadie amaría
verdaderamente lo bueno si no lo conociera primero, pues como dijimos, no se ama lo
que no se conoce. Lo bello da entonces a la inteligencia el esplendor de lo verdadero y
a la voluntad el esplendor de lo bueno.

“Y se nos manifiesta en la hermosura, la cual, según dijo Tomás, “añade al Bien algún
carácter perteneciente a la facultad cognoscitiva”. Por eso enseña Dionisio que “el Bien
es alabado como hermoso”. Y afirma Plotino que “la hermosura está colocada delante
del bien”
El autor continúa y se pregunta cómo es posible que lo bello, siendo así, introduzca al
hombre en un tipo de descenso.

Y sostiene entonces que el hombre tiende a un fin. Busca, como decía San Agustín, la
felicidad. Tal como dijimos en la primer parte. Todos los hombres quieren ser felices,
incluso aunque no sean conscientes de ello, todo su actuar es en miras a esa vocación.

Marechal, respecto a esto, nos dice:

“la vocación del alma es la de una dicha perpetua lograda en el descanso que da la
posesión infinita del bien, y de un bien que necesariamente debemos concebir como
Uno y Eterno”

En esa búsqueda lo primero que hace el hombre es mirar hacia su alrededor y hacia sí
mismo, ambas cosas tienen algo en común, esto es: ser algo que no es por sí mismo, es
decir ni el hombre ni la naturaleza se dan a sí mismos el propio ser. Tal como
expusimos los entes son compuestos de esencia y acto de ser, el cual es participado. El
hombre no puede darse a sí mismo el ser aunque lo quisiera.

Entonces continuando con la búsqueda, desciende el alma, o se dirige, a las criaturas y


lo hace porque estas la llaman mediante la hermosura, el hombre no puede negarse a
lo bello, siempre se delita con ello.

“el alma que nos ha propuesto Isidoro de Sevilla desciende a las criaturas. ¿Por qué
desciende? me dirás. Desciende porque las cosas creadas la están llamando con esa
fuerte voz de su hermosura. ¿Y a qué la llaman? Dijimos que la llaman a cierta verdad
con la intención de cierto bien. Y el alma, respondiendo a ese llamado sabroso,
desciende a las criaturas en descenso de amor, porque necesita ser feliz en la posesión
de lo bueno. Y aunque su sed es legítima, comete un error. ¡Es un error de proporciones
el suyo! Pues entre el bien relativo que le ofrece la criatura y el bien absoluto con que
sueña el alma existe una desproporción infinita.”

Al encontrarse frente a la belleza, como lo propio del hombre son la inteligencia y la


voluntad libre, la belleza nos propone como dijimos una intelección en la que
participan las dos facultades, tal como afirma Marechal:

”Por la cual el conocimiento y la posesión del ser mismo (y no de su imagen conceptual)


se daban en un acto único”

3.2 CAUSA PROPIAMENTE

Ahora bien si frente a la bello no me dirijo de este modo, sino solamente con un amor
ciego, “voluntad irracional”, me pierdo en ellas.

“El alma descendente que nos propone Isidoro no estaría en descenso si ejerciera su
intelección amorosa: del amor ella practica solo el movimiento, y no la inteligencia del
fin que la mueve; por eso está vagando ahora en el laberinto de los amores engañosos.
Nos preguntamos entonces, ¿Por qué si el hombre no se comporta de ese modo frente
a la belleza, cambia su forma?

“Los antiguos enseñaban que amar no es tan solo poseer lo amado, sino también ser
poseído: no tendría el amor la virtud unificante que se le atribuye, si no exigiera una
reciprocidad unitiva. El amante verdadero trata de asemejarse al amado; y tiende a
substituir su forma por la forma de lo que ama, en un abandono de sí mismo por el cual
el amante se convierte al amado. Ahora bien, el alma posee mediante la inteligencia, y
es poseída merced al amor. De ahí que le sea dable descender a lo inferior, por la
inteligencia, sin comprometer su forma en el descenso; pero la comprometerá si, por
amor, desciende a las cosas inferiores, porque amar es convertirse a lo amado.
¿En que se convierte nuestro personaje al abandonar su forma y enajenarse de sí
mismo? Ese hombre asume la forma de lo que ama. Por eso dice Agustín: “Si amas
tierra, tierra eres; si cielo, cielo eres; si a Dios, Dios eres”. Al jugar con su forma, nuestro
personaje mucho se juega en verdad: la criatura le ofrece un bien relativo, y el alma
reposa en él sólo un instante; porque no hay proporción entre su sed y el agua que se le
brinda, y porque bien conoce la sed cuándo el agua no alcanza. Y lo que no le da un
amor lo busca en otro; y el alma está como dividida en la multiplicidad de sus amores,
con lo cual malogra su vocación de la Unidad; y corre de un amor al otro, y se
desasosiega tras ellos, con lo cual malogra su vocación de la paz o el reposo”

Si esto sucede, si uno pierde su forma al amar la belleza de las cosas sin tener presente
lo intelectivo, el hombre se destruye a sí mismo. Y tiene que ser otra cosa. Hasta este
punto llego Nietzsche. Pues él propuso la destrucción, de algún modo, de la esencia del
hombre, nos dijo que no hay esencia, y para llegar a eso debía suceder un proceso
desde dentro del hombre que a nuestro entender se da en este movimiento. En este
perderse en la realidad de las cosas que al dirigirse con un amor ciego me transformo
en aquello que amo, pero de la peor manera. Si vemos el recorrido a través de la
historia de la humanidad que hace Nietzsche podremos decir también que en un
primer momento de descenso el hombre se pierde por este tipo de “amor voluntarista
autónomo”, en la más acabada de las criaturas, por así decirlo, que es el hombre
mismo, en ese momento todavía tiene en claro que su propia esencia es la razón por
eso esta misma es exaltada. Pero a medida que sigue este camino Nietzsche nos va a
proponer una transformación radical desde dentro, diciendo que lo más propio del
hombre es lo apetitivo, lo instintivo, es decir lo animal. A media que esto es acatado
por el hombre real y no solo una corriente filosófica, el hombre sigue descendiendo y
tal como dice Rosmini atribuye al sujeto lo que es del objeto. Pues el hombre se
cosifica. Termina pensando que su ser es como un objeto, es aquí donde se dan
aquellas consecuencias de las que hablaba Lipovetsky y Bauman en el capítulo
anterior. El hombre se destruye a si mismo.

Ante esto Marechal afirma:


“Ahora bien, la Esfinge, monstruo poliforme, detiene a los viajeros y les plantea un
enigma: si los viajeros no lo resuelven, la Esfinge, según el mito, los despedaza y los
devora.
Tal hace la Creación: despedaza y devora luego a los andantes que no resuelven su
enigma: los despedaza en la multiplicidad de sus amores; y los devora, porque amar es
incorporarse a la forma de lo que se ama. Pero el héroe tebano mató a la Esfinge.
¿Cómo? Resolviendo su enigma. ¿Será necesario imitar a Edipo? “A fuerza de amar las
cosas creadas—dijo Agustín—, el hombre se hace esclavo de las cosas, y esa esclavitud
le impide juzgarlas.” Y con esta cita doy fin a mi descenso. Porque no bien el hombre
requiera la vara de los jueces, empezará el ascenso del alma por la belleza”

El sujeto, ante la belleza de las cosas que esplenden una verdad y un bien, se pierde en
las cosas, por amor desciende a ellas y se transforma en lo que ama, olvidando su
propia esencia y finalmente cosificándose.

Se invierte el orden natural del que mencionábamos con Sacheri, y cada vez que
alguien invierte un orden se produce un caos, incluso una muerte.

“una injusticia consigo misma, pues, al descender amorosamente a las criaturas


inferiores, el alma concluye por someterse a ellas, con lo que invierte una jerarquía
natural y trastorna un orden ontológico establecido”

Lo real es para el hombre un enigma y su tarea es resolver ese enigma si no lo resuelve


esta realidad lo devorara a él. Y esto es lo que sucede cuando el hombre desciende
solo amorosamente a las cosas por su belleza. Pues si el hombre no entiende que su
tarea es la de inteligir y juzgar la realidad, todo se volverá más difícil para él. Al
perderse en las cosas se alejará cada vez más de su propia esencia y nunca va a poder
entender su capacidad de juez.

“La Creación fue haciéndose para él un intrincado enigma que sólo se aclara mediante
un trabajo penitencial del intelecto. Y debe cultivar ahora, no un fácil paraíso de
delicias, sino una tierra dura que le reclama el sudor de su frente, vale decir la fatiga de
su entendimiento en trabajosas especulaciones”

La vida ya no tiene un sentido, ya no tiene una finalidad, o esta no está clara. Así se ve
la angustia propia del hombre contemporáneo que encuentra un vacío en su
existencia.

“Y lo que no le da un amor lo busca en otro; y el alma está como dividida en la


multiplicidad de sus amores, con lo cual malogra su vocación de la Unidad; y corre de
un amor al otro, y se desasosiega tras ellos, con lo cual malogra su vocación de la paz o
el reposo.”

Si al descender a las criaturas por la belleza se logra este conocimiento deleitable del
que hablábamos, podríamos si resolver el enigma de lo real.
“Y el alma, respondiendo a ese llamado sabroso, desciende a las criaturas en descenso
de amor, porque necesita ser feliz en la posesión de lo bueno. Y aunque su sed es
legítima, comete un error. ¡Es un error de proporciones el suyo! Pues entre el bien
relativo que le ofrece la criatura y el bien absoluto con que sueña el alma existe una
desproporción infinita.”

“Al revelarnos esa desproporción, las criaturas no hacen sino confirmar en cada prueba
nuestra infinita sed; y como dicha sed es el secreto del hombre, me animo a decir ahora
que la Creación (sea Esfinge o Libro), amorosamente interrogada o leída, nos revela, no
su secreto, sino nuestro secreto”

Pues todo es un singo para el hombre. Las cosas nos revelan, al buscarlas y en ellas no
encontrar la paz que anhela el alma, el hecho de que existe algo más, algo que nos
trasciende.
CONCLUSION:
En la tarea que nos hemos propuesto, encontramos que la causa de la ética
voluntarista autónoma del hombre es descender por la belleza a las criaturas y
cerrarse en sí mismo, sin poder ver la trascendencia, que justamente no hallamos
cuando nos “perdemos” en las criaturas, por un movimiento de amor ciego hacia su
belleza.

Como hemos visto las cosas son bellas, porque participan de La belleza.

¿En qué sentido lo hacen?

El mundo no se hizo a sí mismo, no se dio a si mismo su propio ser, existe un artífice


que crea al nombrar, y en ese acto algo de su ser rebalsa y se produce un esplendor.

“la gracia o el esplendor que se manifiesta en la hermosura se nos aparece como un


desbordamiento, como “algo” que se sale de madre y rebasa. ¿Qué desbordaría, pues,
en la belleza? Intentaré conjeturarlo.
Aunque la materia reciba una forma y trate de abarcarla totalmente, yo diría que
siempre queda en la forma un remanente que “no liga” del todo con la materia, un
exceso que la forma, como número creador, trae de su Principio intelectual, y que
rebasa la materia y se desborda como la espuma de un vino precioso en el vaso que lo
contiene”

Si el hombre encontrara en ese esplendor, al Artífice supremo, se encontraría


plenamente a sí mismo. No diría ya que es totalmente autónomo, en cuanto que se da
a sí mismo la propia ley, pues entendería y se deleitaría en la existencia de lo
trascendente y la belleza misma lo llevaría a ello. No diría ya que es voluntarista,
entendería que lo propio al ser creado por una Inteligencia suprema y poder inteligir,
es la razón. No negaría su libertad pero tampoco se sentiría ilimitado y herraría por
ello.

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