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Leer para aprender

Es frecuente oír a los estudiantes quejarse de que no comprenden los


materiales que le asignan en las diferentes materias. De seguro, esta dificultad
puede tener diversas causas no atribuibles al aprendiz; entre otras, puede ser que
el tema sea complejo o que el texto esté escrito de una manera complicada; sin
embargo, el factor que está más a nuestro alcance y también lo más frecuente
son las dificultades para comprender la lectura. Este es uno de los problemas más
importantes que enfrenta gran parte del estudiantado; el mismo tiene graves
consecuencias en todo el proceso de aprendizaje, por cuanto una de las claves
para que los seres humanos tengan acceso a los conocimientos de su cultura es la
capacitación para comprender la información verbal.

Por lo anterior, quien desee hacerse de una buena formación necesita


convertirse en un lector que comprenda bien lo que lee; más aun, la capacidad
para leer con rapidez y alta compresión constituye uno de los aspectos
fundamentales de la conducta inteligente de los individuos en cualquier sociedad
avanzada.

Además de su valor intrínseco, la habilidad para leer tiene consecuencias


económicas. Los adultos que mejor leen son capaces de alcanzar más altos
niveles y es probable que consigan puestos de trabajos mejor remunerados. El
aumento de la tecnificación de la sociedad ha incrementado las exigencias de
alfabetización adecuada. Un nivel más alto de alfabetización se necesita tanto en
los negocios o en la industria como en la vida diaria, por ejemplo, para
comprender diversos formularios o para entender los periódicos. La baja
capacidad lectora limita las posibilidades de desarrollo de las personas en la
moderna sociedad occidental.

Por otra parte, una de las características que diferencian a los seres
humanos del resto de los animales es la capacidad para simbolizar la realidad;
mediante ésta pueden transmitir y recibir información de objetos y eventos
remotos y comunicarse sobre situaciones que no pertenecen al aquí y ahora. Con
el recurso de la comunicación el hombre no sólo representa lo real sino que
también crea realidades subjetivas y asigna significados a las cosas.

Las expresiones artísticas como la pintura, la escultura, la música, el cine y


el teatro; igual que los formalismos lógicos y matemáticos son manifestaciones de
esta simbolización. Aun con el avance de la imagen, a través de la televisión, los
video-juegos y la publicidad, el modo de comunicación prevaleciente en nuestra
época es el verbal.
En el Cuadro 40 se presenta una visión esquemática del contenido de este
capítulo; se expone en función del desarrollo de habilidades para la lectura, a
través del progreso en las diferentes fases por las cuales atraviesa una persona,
desde que aprende a leer hasta que es capaz de leer con “ojo crítico”. El capítulo
se centra en las estrategias cognitivas y metacognitivas mediante las cuales cada
quien avanza de la simple decodificación a la compresión cabal de lo que lee.
Algunas de las ideas expuestas aquí se presentaron inicialmente como propuesta
que luego sirvió para el desarrollo de tres libros de lectura para la tercera etapa
de Educación Básica.

Cuadro 40. Desarrollo de capacidades para la lectura

Decodificar Aprender a leer


Comprender Leer para aprender
Lectura estratégica: Estrategias cognitivas y metacognitivas
Lectura crítica

El proceso de la lectura

La actividad de leer se caracteriza por la traducción de símbolos o letras en


palabras y frases que tienen significados para una persona. El objetivo último de
la lectura es hacer posible la compresión de los materiales escritos, evaluarlos y
usarlos para nuestras necesidades.

Como se esquematiza en el Cuadro 41, la lectura es un proceso complejo en


el cual concurren, de manera interactiva, cuatro componentes, que son: el
escritor, quien actúa como emisor, el lector o receptor, el texto que constituye el
mensaje y el contexto en el cual ocurre todo el proceso. El lector es quien
reconstruye el significado del texto, a través del procesamiento de los signos
impresos, el establecimiento de relaciones con su experiencia, sus conocimientos
y su competencia lingüística.

Valiéndose de pistas, signos, gráficos y elementos sintácticos, semánticos y


contextuales el escritor expresa su pensamiento, opiniones y actitudes. La idea
que una persona se hace de un texto dependerá, no sólo de las intenciones de
quien lo escribe, sino también del significado que le asigne el que lo lee. A medida
que la perspectiva del escritor esté más sincronizada con la del lector, la
comprensión del texto será más plena y ello implica que el mensaje del autor se
relacione con los conocimientos del lector.

Cuadro 41. El proceso de la lectura


Escritor Lector

Texto
Contexto Contexto

Desarrollo de habilidades para la lectura


Para alcanzar madurez en la lectura, una persona pasa por una serie de
etapas, desde el aprendizaje inicial hasta la habilidad de la lectura adulta. En sus
primeros años de escolaridad el niño debe aprender a leer; esto es, a reconocer
las letras, decodificar, la construcción de palabras y la asociación entre sonidos y
símbolos gráficos. El propósito central de esta etapa es desarrollar en el aprendiz
la capacidad para reconocer y decodificar símbolos escritos; sirve para identificar
el significado de las palabras por separado, conduce a una compresión textual de
lo escrito y es suficiente para tareas elementales como leer los nombres de
ciudades o lugares en los aviso de las autopistas y carreteras. Si bien esta es una
etapa normal en el desarrollo de habilidades para la lectura, el problema está en
que muchos jóvenes y adultos no logran superarla, leen una y otra vez el mismo
texto sin lograr extraer el sentido a las palabras que están decodificando; en
definitiva, no acceden a la lectura compresiva.

El objetivo fundamental de la lectura no es la comprensión literal sino


semántica; es decir, llegar a conocer el significado de las expresiones del lenguaje
para poder establecer relaciones, derivar inferencias, etc. En este sentido la
compresión va más allá de la información suministrada de una manera literal o
explícita en el texto escrito.

La compresión tiene diversas acepciones, tales como: entender, penetrar,


discernir, interpretar, descifrar, percibir, conocer e intuir. Comprender la lectura es
un proceso cognitivo complejo, interactivo y dinámico entre el mensaje
presentado por el autor y el conocimiento, las expectativas y los propósitos del
lector. Es extraer el significado, tanto de las palabras separadas como de las
relaciones entre ellas. Este significado se puede lograr de textos explícitos, de
relaciones implícitas, de los conocimientos previos del lector y de sus experiencias
acerca del mundo. Los buenos lectores aportan al texto sus experiencias acerca
del mundo. Los buenos lectores aportan al texto sus experiencias, habilidades e
intereses; el texto, a su vez, les permite aumentar las experiencias y
conocimientos, y encontrar nuevos intereses.

La compresión de la lectura incluye una serie de destrezas, como


comprender los significados de la palabra en el contexto en que se encuentra,
encontrar la idea principal, hacer inferencias sobre la información implicada pero
no expresada, y distinguir entre hecho y opinión. Con todos estos elementos el
lector construye en su sistema cognitivo la significación de lo que lee.
Uno de los factores que facilitan la compresión del texto es la identificación
del tipo escrito. En este sentido, los textos pueden pertenecer a uno de estos
cuatro tipos de escritos básicos:

• Narración, en este tipo de escritos se cuentan acciones, hay un predominio


de dinamismo, con frases cortas y abundancia de verbos.

Coherencia: es la relación existente entre los hechos denotados por dos o más de
los segmentos que constituyen un texto. Hay coherencia, por ejemplo, en:
Pedro es muy buen hijo. Siempre está pendiente de sus padres.
No la hay, en cambio en:
Pedro compró una casa. Siempre llega tarde al trabajo, porque no hay
relación entre lo que se expresa en el primer enunciado y el segundo.

Al redactar es importante tomar en cuenta el tema y el rema. El primero


contiene la información conocida por los participantes en el acto comunicativo. El
rema, contiene información nueva. Es lo que resalta más rico en contenido.

Para que un texto sea coherente tiene que haber un encadenamiento


temático.

¿En que consiste la coherencia?

1. Distribución de la información.
Tiene que ver con la selección de la información conocida como punto de
partida para la introducción.
2. Orden de los segmentos discursivos.
Un segmento es coherente cuando se vincula con algo que conoce el
interlocutor. Tiene que ver con los segmentos que guían las secuencias, la
vinculación entre ellos.

Principio de ordenamiento:

– De lo general a lo particular
Voy la próxima semana a París. Llegaré a casa de una amiga.

Secuencia inapropiada:
Voy a llegar a casa de una amiga. La próxima semana voy a París.

Principio de la progresión semántica.


Debe existir un aporte semántico continuo, es decir, que se aporte
constantemente algo nuevo sobre el tema.
Hay que evitar repetir ideas. La información debe avanzar.
Principio de no contradicción.
No debe existir ningún elemento semántico que contradiga lo que ya se ha
expresado.

Coherencia global: descansa en la noción de macroproposición (es la síntesis del


contenido de una porción del texto en una sola idea). Se acerca a lo que
conocemos como “idea principal” aunque no necesariamente debe estar expresa
en el texto.
La coherencia global consiste en el ordenamiento jerárquico de las
macroproposiciones.

Coherencia local: relación que existe entre los enunciados.

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